La temperatura de forja depende del material. Conveniente que la forma final
se dé de las piezas con el mínimo caldeo posible ya que, si el calentamiento es demasiado prolongado o demasiado fuerte, la estructura del acero se hace de grano grueso, quebradizo y poco resistente. Al rojo blanco, el acero comienza a chispotear y se oxida. El acero quemado no puede ya utilizarse. En la zona del calor de temple azul (290°C a 350°C), la ductilidad del acero es muy baja. En la conformación en frío se produce tensiones en las cristalitas que, comenzando con una consolidación, acaban formando fisuras. Las fisuras de tensión aparecen también cuando el calentamiento es demasiado rápido porque la diferencia de temperaturas entre las capas interior y exterior de la pieza se hace muy grande. El calentamiento del acero hasta unos 700°C se hace muy lentamente; por encima de está temperatura hay que hacerlo con rapidez para evitar la descarburación de la capa marginal y la formación de grano grueso. El enfriamiento de las piezas forjadas hay que hacerlo lenta y uniformemente. Las tensiones pueden reducirse por medio del recocido. El cobre puro se forja en frío; el aluminio entre 400°C y 500°C.
Temperatura
Debe ponerse mucho cuidado a la temperatura adecuada a la que hay que
forjar la pieza. La temperatura viene indicada por el color del hierro. 1.300 ºC = Blanco 1.200 ºC = Amarillo claro 1.100 ºC = Amarillo 1.000 ºC = Rojo amarillento 800 ºC = Rojo cereza 600 ºC = Rojo castaño 500 ºC = Castaño oscuro Si el acero se calienta por encima de los 1.300 ºC, se “quema”. A una temperatura demasiado baja es difícil martillearlo. El conformado es fácil con t