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Revista de Psicoanálisis

Publicación semestral de la
Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Sociedad componente de la
Federación Psicoanalítica de América
Latina y de la Asociación
Psicoanalítica Internacional
Comité editor Año 3 Número 2
Otoño 2005
Mariano Horenstein
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Independencia 1091
Victoria Cané Córdoba – República Argentina
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Di Pascuale estudio
Alberto Cabral (APA)
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Traducción: Ricardo H. Etchegoyen (APdeBA)
María Martha Boccanera, Beatriz Gallo (APC)
Amalia Giorgi, Federico Ossola
Javier García (APU)
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Emilio Roca
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tesorera
Enrique Torres (APA)
Carola Kuschnir José Luis Valls (APA)
directora de Instituto Marcelo Viñar (APU)
Felipe Votadoro (APF)
Juan Baena
Jorge Winocur (APA)
secretario científico
Bruno Winograd (SAP)
Índice

Editorial 7

Texturas freudianas 11
Cuerpo e inconsciente. Coreografía-cuerpo-inscripción / Javier García 13
Acerca de lo ominoso / Julieta Paglini 21
Psicoanálisis en el siglo XXI: el mito de Aquiles. Sobre ideales culturales y
vulnerabilidad / Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld. 28

Texturas inglesas 47
Marcella: de la sensorialidad explosiva a la capacidad de pensar /
Antonino Ferro 49
Más allá (o más acá) del espejo. La función transformativa de la mente /
61
Amalia Giorgi
En las fronteras del psicoanálisis: grupalidad y supervivencia (Rêverie
grupal II) / grupo Sygma 65

Texturas francesas
Noticias del duelo (introducción a Actualidad del duelo) / María Martha
Boccanera 73
Actualidad del duelo / Jean Allouch 75
Psicoanalizar, hacer del Más Allá causa / Juan Chiappero, Emilio Roca 85
De acasos y repeticiones / Enrique Torres 92

Dossier: tres versiones acerca del sacrificio 109


Endlösung y sacrificio / Alejandro Kaufman 111
Sobre la religión y el sacrificio. Un punto de vista antropológico /
Adriana Sismondi 124
Sacrificio y ley. Continuidad y discontinuidad del límite en la fundación del
sujeto / Diana Sperling 133

Índice
Palabras cruzadas 153
“Ser aquél que es el incauto del inconsciente para que el psicoanálisis
continúe.” Entrevista a Gérard Pommier 155

Contextos 165
England with Lacan / Alberto Cabral 167
El psicoanálisis más allá de las limitaciones que lo acechan / Carlos
Schenquerman 174
El psicoanálisis en la Argentina: año 2004 / Emilio Roca 191

Con memoria y con deseo 195


La agonía de la duda: recordando a Donald Meltzer / Clara Nemas de
Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi 197

Lecturas 205
El psicoanálisis, proyecto y elucidación / Cornelius Castoriadis 207
Ser humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza / Julio Moreno 209

Reglamento de publicaciones 211

Índice
Postales del más allá

“ ...la verdad quizás sea este vacío.”


Edmond Jabès

El psicoanálisis ha bordeado siempre lo inefable. Desde los primitivos intereses


de Freud por la telepatía (desechados en su momento por ser “políticamente
incorrectos”), hasta algunas concepciones actuales acerca de la intuición o el
acto analítico, pasando por las consabidas críticas de los detractores profesio-
nales, que asimilan nuestro oficio, sin modulación alguna, al de los chamanes
o charlatanes, siempre se ha sostenido con dificultad la anhelada alineación de
nuestra disciplina con la Ciencia.
Algo medular a nuestra práctica, al parecer, topa con ello, y más allá de có-
mo se lo nombre, las teorizaciones terminan encontrándose con un “ombligo”,
con un “real”, con cierto agujero o punto muerto o límite, que más allá de los
entramados doctrinarios en que se inscriba cada concepto, parecen referirse a
un idéntico punto de detención, de claudicación de la palabra y de la represen-
tación, punto que conduce a lo desconocido, propulsando a la vez una ardua
tarea de conceptualización alrededor de él.
El título del presente número de Docta, Psicoanálisis del Más Allá, preten-
de hacer justicia a ese punto de freno y a la vez de interrogación, intenta arro-
jar ciertos esclarecimientos o servir de palestra a controversias al respecto. Le-
jos de cualquier resonancia esotérica -aunque sin rehuir el eco provocativo que

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Editorial

pueda sugerir tanto el título como el motivo de tapa- la colección de artículos


que hoy presentamos constituye un muestrario de las versiones que ese más
allá toma en el psicoanálisis contemporáneo.
Como si estuvieran situados en la franja única de una banda de Moebius, los
trabajos que presentamos giran en torno al agujero mentado en el más allá del
título aludiendo a él, tomando distancia, dialogando desde la intertextualidad,
proponiendo soluciones teóricas, volviendo a acercarse para medir la exactitud
de sus enunciados.
En ese ir y venir en torno al agujero al que el más allá alude, aparecen a la
vez diferencias y notables puntos de contacto. Y percibimos que los desencuen-
tros y afinidades entre trabajos no siempre responden a los clásicos rounds en-
tre contrincantes tradicionales, es decir, entre escuelas, sino que se traslada el
debate al interior de cada espacio teórico. Así, a veces la discusión se torna más
virulenta y las rencillas más irreconciliables dentro de cada escuela (¿de nuevo
el narcisimo de las pequeñas diferencias?) que entre ellas.
De todas maneras, en ningún caso se trata de una clínica uniforme, no es el
terreno de las comuniones o de los encuentros, es una clínica que enfrenta a
los autores y a los practicantes con una diversidad de abordajes: desde -por ci-
tar tan sólo los extremos- los que pretenden cegar con palabras las lagunas a
las que el más allá nos enfrenta, hasta los que callan respetuosamente ante ese
abismo, sabiendo de su imposible llenado. En cualquier caso, la versión que se
tenga del más allá determina qué se hace con el más acá. Hay una clínica sin
vuelta atrás: es difícil pensar a Freud sin las teorizaciones del ´20, y a Lacan sin
el acento dado a lo Real en la última etapa de su enseñanza, como lo atesti-
guan, por ejemplo, los trabajos de Roca-Chiappero y de Torres.
Desde Texturas Francesas, Torres realiza un pormenorizado recorrido -no
exento de aportes lingüísticos originales- alrededor de las nociones de trauma,
repetición, pulsión de muerte, real, entre otros, deteniéndose en el terreno de
los sueños, vía regia tanto para el inconsciente como para el abordaje de su es-
quivo ombligo. Allí aparecerá un nudo, el de la muerte del hijo, que será reto-
mado en otro de los artículos, el de Allouch, para justificar su particular con-
cepción del duelo. Una clara introducción de María Martha Boccanera nos ayu-
da a situar las coordenadas teóricas de tal presentación.

8
Editorial

Los enunciados de Allouch, que presuponen un Lacan cada vez más divorcia-
do de Freud, encuentran su contrapeso en la producción teórica de Gérard Pom-
mier, quien acaba de editar en Francia un libro, Qu´est-ce que le “réel”?, del que
publicamos algunos fragmentos, que toca de lleno la materia central de este nú-
mero. De su pareja filiación tanto en Freud como en Lacan, así como de otros
temas vigentes en la discusión psicoanalítica actual, da cuenta una entrevista
que Docta le hiciera en París y que publicamos en Palabras Cruzadas.
Desde Texturas Inglesas, tres trabajos que merodean alrededor del tema
eje de nuestro número: un nuevo trabajo del Grupo Sygma, que prosigue con
sus originales investigaciones teóricas acerca de la grupalidad desde una pers-
pectiva bioniana. Otro, perteneciente a Amalia Giorgi, parte de algunos con-
ceptos clave de Bion (transformaciones y “O”, uno de los nombres que quizás
tome el más allá desde esta corriente teórica) para desplegar un encadena-
miento de preguntas que no dejan de tener implicancias importantes para la
práctica analítica. Completa la serie un artículo inédito del italiano Antonino
Ferro, que revela la jugosa intimidad de las vicisitudes de su clínica.
En Texturas Freudianas publicamos un trabajo de J. Paglini sobre lo omi-
noso, clásico nombre del más allá en Freud y otro sobre el concepto de vulne-
rabilidad ligado a los ideales, en torno a lo que R. y R. Zukerfeld denominan la
“clínica aquileica” de nuestros días. Completa la sección la conferencia que, or-
ganizada por la APC, dictara el uruguayo Javier García en Córdoba y que tiene
al cuerpo como tema central.
Este número de Docta no es un “manual” sobre el más allá, es un mosaico
de las versiones en que puede aparecer en el espacio clínico y los contextos en
que nos movemos como ciudadanos hoy en día: el más allá que aparece en el
horror no simbolizado que exudan las fotografías de Abu Ghraib, el del goce
del torturador -ambos traídos a colación por Cabral en England with Lacan, en
las catástrofes naturales o demasiado humanas que basamentan el trabajo de
Schenquerman, incluso en el más allá confuso en que el psicoanálisis pareciera
tener –para muchos- que fundirse en las confortantes aguas de la psiquiatría o
la biología, como denuncia la ponencia de Roca al V Congreso Argentino de
Psicoanálisis, que transcribimos en Contextos.
El dossier de este número incluye tres versiones acerca del sacrificio, apor-
tando -tal como esperamos de esta sección- lecturas frescas y renovadas, con-

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Editorial

ceptualizaciones extrañas a nuestras jergas, códigos o contraseñas de perte-


nencia: el brillante recorrido que hace Diana Sperling en torno al sacrificio des-
de la filosofía (que se revela, paradójicamente o no, como uno de los textos
más clínicos de esta edición); la perspectiva antropológica que acerca Adriana
Sismondi sobre la religión y el sacrificio y, finalmente, el trabajo de Kaufman
problematizando las maneras de nombrar el horror del Holocausto. Los tres en-
sayos constituyen un ejercicio frente a la característica que Sismondi, parafra-
seando a Geertz, adjudica a lo humano: “las preguntas no contestadas alteran
la estabilidad del sistema y provocan inquietud, malestar”, dice. El dossier, es-
te número, incluso la existencia misma de Docta, son una forma de reintrodu-
cir las preguntas, soportando el malestar que acarrean, inquietando para no
adormecernos en las mieles del saber conocido y consagrado, cualquiera sea su
nombre.
Completa el material que presentamos al lector de Docta un trabajo que re-
cuerda, en Con memoria y con deseo, al recientemente fallecido Donald
Meltzer, y las habituales reseñas de Lecturas, esta vez sobre textos de Casto-
riadis y de Julio Moreno.
Aludir al más allá de algo siempre se ha visto connotado de peligros: desde
el más allá de la vida, el territorio de la muerte, hasta el más allá del mundo
conocido, el abismo que se abría para los navegantes medievales al acabarse el
plano marítimo del que tenían noción, o el más allá del espacio exterior, siem-
pre ha sido terreno fértil para la especulación y la leyenda. Sin renunciar al ne-
cesario grado de imaginación que toda concepción teórica que se pretenda ori-
ginal precisa, los artículos que aquí presentamos conforman el testimonio de
un trabajo minucioso, arduo y esperamos que fructífero de cernir desde la teo-
ría ese margen de la materia con que trabajamos que se escapa sin cesar de
cualquier intento conceptual de apresarlo.

Mariano Horenstein.

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Texturas Freudianas
Cuerpo e inconsciente.
Coreografía-cuerpo-inscripción

Javier García*

En psicoanálisis, la hipótesis del deseo in- ma de estar cerca de la práctica clínica, allí
consciente nos exige sostener la condición donde la cosa psicoanalítica se pone verda-
de un sujeto inconsciente a su vez ligado y deramente en acción o en palabras-acción,
efecto de la pulsión sexual parcial y zonas palabras en transferencia. Siempre, las épo-
erógenas. Cualquier concepto de represen- cas, las presentaciones y las diferentes es-
tante-representación, huella Icc o signifi- tructuras psíquicas nos desafían en la efica-
cante que prefiramos, requerirá salir de su cia de las palabras, tanto del analizando co-
contexto referencial original, sea filosófico, mo del analista.
neurológico, lingüístico, etc., y contextuali-
zarse en un marco psicoanalítico. Los con- Me dedicaré a trabajar algunas ideas
ceptos fundamentales del psicoanálisis defi- sobre el inconsciente y el cuerpo, enten-
nen su especificidad solamente en la medi- diendo que la idea de cuerpo que maneja-
da en que no se armen como una filosofía mos no es menos construida que la de in-
sino como la expresión teórica de una prác- consciente. Lamentablemente la idea de
tica clínica efectiva. Los riesgos son la des- cuerpo biológico ha adquirido un ilusión
viación médica y cientificista, y la desviación de cuerpo real que encandila su carácter
filosófica y lingüística, todas ellas carentes de armado cultural, como muy bien lo es-
de eficacia. Lo inconsciente, si algo es, es tudia Thomas Laqueuer en Construcción
eficaz. Produce independientemente de del sexo. El cuerpo biológico es también
dónde lo situemos o conceptualicemos. Es a una construcción humana y, por lo tanto,
la vez trazo y acto, huella y acción, repre- cultural. En psicoanálisis, el concepto de
sentante y pulsión. Las ideas con que lo con- “pulsión” remite a un cuerpo real, quizás a
ceptualicemos de alguna forma tendrán través de una mitología como recurso, pe-
que dar cuenta de esto, pues es la única for- ro de ella sólo sabemos por sus efectos a

* Psicoanalista (APU)
El siguiente texto es la transcripción de la conferencia que el Dr. Javier García dictara en Córdoba, por invitación de la APC,
el 2 de octubre de 2003.

13
Javier García Texturas freudianas

través de huellas representantes de pul- I


sión. Cuerpo erógeno, representantes pul-
sionales o representante-representación, La naturalidad del cuerpo, eso que nunca fue
actual, es el sustrato donde los significantes,
fijación de las pulsiones parciales a repre-
movidos por quienes realizan la acción espe-
sentaciones y represión originaria, son
cífica, escriben un guión erógeno que se se-
conceptos básicos cercanos. Es mi prefe-
guirá armando con el “infans” en una pro-
rencia hacerlos trabajar en nuestras hipó-
ducción coreográfica. La inscripción libidinal
tesis clínicas desmontándolos de un nivel
de las experiencias arcaicas requieren de un
metateórico o de premisas necesarias del
“ajeno”. A partir de allí, los acontecimientos
pensamiento como fenómenos primordia-
son actos impregnados del deseo de los pa-
les. Trabajarlos a lo largo de la estructura- dres. Pero esto no es pensable como la im-
ción psíquica y no como fundaciones en prenta estampa un papel en blanco, como un
illo tempore y, luego de los aportes del psi- “printing”, por ello recurro a la idea de una
coanálisis francés, hacer entrar la impor- danza donde participan todos estos protago-
tancia decisiva del “otro”. Freud lo intro- nistas en coreo-grafías que se van armando
dujo quizás tímida o parcialmente en el sin saberlo. Esta metáfora apunta a abarcar la
“ajeno” imprescindible en la “acción espe- importancia de los cuerpos (erógenos) en jue-
cífica”. Pero el “objeto”, como destino de go, sus movimientos, gestos, contactos, sepa-
pulsión, y como “elección” luego, siguió raciones, miradas, sostén, desencuentros, olo-
enfatizando el movimiento endógeno de res, placer y dolor. Experiencia sensible de
la pulsión y el deseo. El “otro” no es asimi- transmisión que, al igual que en la danza, no
lable al “objeto”, sobre todo porque se puede ser mediatizada por la palabra escrita
trata de la acción del “otro” como sujeto ni oída, no puede ser explicada sino vivida
pulsional y de deseo. Esta nueva excentri- con el otro (García, 1995). La coreo-grafía
cidad del deseo relativizó nociones rígidas constituye una parte esencial del registro. Po-
de “afuera-adentro” respecto del aparato demos decir que el despliegue de esa expe-
psíquico y creó distintos énfasis teóricos en riencia produce un acto inconsciente de
esta acción del “otro” sobre la estructura- creación coreo-gráfica.
ción. Si podemos percibir un bascular des-
El trazo o grafo al que refiero con esta
de lo endógeno freudiano a la importancia “grafía” es una escritura no alfabética que
del “otro” en Lacan y Laplanche, diferen- conjuga la imagen (ícono) y el acto de cuer-
temente conceptualizados por cierto, tam- pos en movimientos gestuales. Nuestra cul-
bién podemos hoy plantearnos la comple- tura occidental y cristiana, así como el creci-
jidad de actos pulsionales en juego. Intro- miento (niño-adulto), nos han separado de
duciré una metáfora y concepto que inten- esta estrecha relación entre cuerpo gestual,
ta evocar esta complejidad en juego al ha- ícono, acción y palabra. La cultura oriental
blar de inscripciones o escrituras erógenas: ha sido tomada como ejemplo de esa coin-
la idea de “coreo-grafía” o “inscripción co- cidencia entre escritura, imagen pictórica y
reográfica”. Como todos los recursos me- cuerpo. Haré dos referencias a películas más
tafóricos, intenta iluminar un sector pero o menos recientes que se desarrollan en la
tendrá sus límites y opacidades. cultura oriental.

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Texturas freudianas Javier García

1) En “The Pillow Book” (“Escrito en el allá de la imagen visual y dramática, permi-


cuerpo”, 1995–96), Peter Greenaway elige tiendo identificar al sujeto de esos trazos,
por esta razón un texto japonés donde las podemos hablar de escrituras. Cuando el es-
nociones de caligrafía, jeroglífico e ideogra- tilo predomina sobre la figura, ese predo-
ma juntan imagen y texto. Allí se pintan y minio parece indicar el pasaje de la picto-
escriben el sexo y el nombre, en actos a la grafía a la escritura. Pasaje donde el trazo
vez caligráficos y carnales. “Dios pintó los pierde su carácter icónico y obtiene su capa-
ojos, los labios… y el sexo. Luego, Él pintó cidad de significar (Pommier, 1993), pasan-
el nombre…” do de ser visto a ser leído.

El filme entero es una repetición de ac- La práctica psicoanalítica consiste en


tos caligráficos de goce de escritura corpo- gran parte en este pasaje de la imagen a la
ral. Se repiten y son inaugurales cada vez. lectura, en el análisis de fantasías, recuer-
Palabras que parecen estar naciendo, recor- dos encubridores y sueños. Recordemos
tándose en el fragor de lo sensible, a la vez aquí a modo de ejemplo el trabajo que ha-
que es un texto que tiene mil años. Es decir: ce Freud con el recuerdo de Leonardo: es-
actualidad de lo histórico y carnalidad de tando en la cuna, un milano le abrió su bo-
un texto cuya apropiación requiere de ince- ca con la cola golpeando con ella en sus la-
santes experiencias de escritura caligráfica y bios. Freud remite allí al “sello indeleble”
goce con otro. A diferencia de cualquier es- que dejó el “goce” de la boca del bebé con
cribiente, un calígrafo es alguien que expe- el pezón de la madre. La fantasía se apoya
rimenta el goce de la escritura. en huellas simbólicas excavadas en algo
real. Un goce circunscripto a la marca -sello
Greenaway evoca la diferencia entre los indeleble- que se constituye en fuente efi-
tatuajes, que son permanentes, y la escritu- caz de cadenas discursivas de simbolización
ra con tinta que allí se realiza en la piel, bo- - sublimación o síntoma.
rrada y re-escrita, como un palimpsesto
abierto siempre a nuevas escrituras, aunque A lo visual, táctil, gestual y motriz recién
conserve huellas anteriores. considerados, en una coreografía siempre
con otros, es notoria la necesidad del agre-
2) En otro filme, también de la cultura gado de lo fónico: el sonido y la música.
oriental, “El tigre y el dragón” (“Crouching
Tiger, Hidden Dragon”, 2000, Ang Lee), la Los padres hablan al bebé y ya están ahí
danza implicada en las artes marciales y en para él las palabras, aunque no las dispon-
el esgrima es comparada con la escritura ca- ga. Ellas portan, en su articulación discursi-
ligráfica a pincel de la época. Se reconoce la va, la estructura que los padres transmiten.
identidad de la esgrimista por conocer su La voz, la entonación, la música, tienen allí
caligrafía. Danza en coreografías mágicas su primacía. Experiencias corporales signifi-
de acción entre cuerpos que dibujan en el cantes fónicas, no alfabéticas, para el bebé.
espacio escenas móviles a la vez sublimes,
eróticas y violentas. Todos sabemos que la música no precisa
de letra para ser entendida, es decir no ne-
Cuando los movimientos espaciales y co- cesita del sentido de las palabras. “Su fun-
reográficos se constituyen en trazos, más ción significativa no se halla cumplida… No

15
Javier García Texturas freudianas

son significados sino posibilidades de signi- mente placentero o estético. La excitación


ficación” (Bedó, 1988). Sin embargo, el len- real se distingue de lo erógeno como el rui-
guaje está allí en juego cuando se cantan do del sonido. Es en el acto donde coinci-
las palabras (Rosolato, 1978). Cuando la voz den excitación y rasgo, cuando la excitación
no está, como en la música instrumental, los se limita al rasgo que se constituye lo eró-
sonidos nos remiten en intervalos especial- geno como escritura.
mente sensibles a experiencias corporales,
sonoras y rítmicas: latidos, susurros, gorgo-
teos, silbidos, gritos, llantos, quejidos, arru- II
llos, golpes... son evocados en conjuntos or-
ganizados, disciplinados, en armonías que Todos los ejemplos citados son evocadores
delatan la efectividad de los significantes aunque no constituyen ellos mismos el cam-
fónicos sin significados. El carácter encade- po psicoanalítico que nos interpela en rela-
nado, organizado de estas materialidades ción al cuerpo y sus escrituras inconscientes,
significantes, habla de su procedencia de o las escrituras inconscientes que conforman
los padres como representantes singulares el cuerpo. En ningún caso me refiero a la es-
de historias y culturas. La transmisión es en critura como producción humana, menos
experiencias a la vez sensibles, libidinales y aún como instrumento de comunicación de-
organizadoras; los sentidos posibles son rivado del habla, secundaria al lenguaje, co-
efectos de posterioridad. mo se la entendió en buena parte de la lin-
güística clásica. Me refiero a algo más cerca-
El placer producido por la música nos re- no al concepto de huella en Freud o el que
mite al cuerpo, a experiencias de excitación Derrida designó “archiescritura”, que está
y a la primera influencia del lenguaje (Roso- en la base del lenguaje. Esta escritura psíqui-
lato, 1978). El placer parece producirse en la ca que refiero tiene que ver con los concep-
posibilidad de reencontrarnos con estas ex- tos de huella mnémica y signo perceptivo en
periencias, pero a través de sustitutos que Freud, en su relación tanto con lo sensorial
realizan sublimación. Si la sustitución es po- como con la investidura pulsional -fijación-
sible, es porque la experiencia erógena no que la hace representante.
es sólo goce sino también marca que puede
entrar en cadena de sustituciones. La necesidad de distinguir representa-
ción de percepción fue encarada por Freud
A los efectos del placer, estético en este en varios lugares de su obra y muy especial-
caso, no alcanza con ser una experiencia mente en “Nota sobre la pizarra mágica”
sensible o de excitación sensorial. Quien (1924). Un rasgo esencial es el carácter du-
surca el barro, la madera o la piedra, quien rable de la huella, a diferencia de la percep-
rasguea las cuerdas, quien hace de su cuer- ción, y el hecho de que una percepción o
po un trazo, logra que esos rasgos signifi- elementos de ella se hagan marca depende-
cantes se articulen, armándose en otro co- rá de la investidura pulsional en juego. No-
mo experiencia estética, sublimación de sotros hoy podemos agregar allí la investi-
una experiencia erógena. La excitación cor- dura pulsional del sujeto y del otro. Pero,
poral en sí misma, como el rasguear una en mi opinión, es la investidura pulsio-
cuerda, no constituye en sí nada necesaria- nal del otro la que hace que no se tra-

16
Texturas freudianas Javier García

te de una imagen sino de una marca. drían hallarse en expresiones somáticas que
Quiero decir con esto que no alcanza la par- “son llamados dirigidos al otro para que és-
ticipación de la pulsión endógena y que se te integre el cuerpo de quien llama en un
precisa la actividad pulsional de otro. Con discurso simbólico” (Bergés y Balbo, 1998).
estos “otros” me refiero al concepto de
Sin embargo, no deberíamos ver allí una
gran Otro introducido por Lacan, pero que
cierta intencionalidad de ese llamado -que
hoy es tomado por distintos autores, inclu-
es pura excitación real. Son los otros los que
so no lacanianos y con importantes varian-
pueden o no asignarle el carácter de llama-
tes conceptuales.
do. Su inclusión simbólico-discursiva no pare-
¿Por qué es la pulsión desde el “otro” lo ce depender de interpretaciones de sentido
que hace posible que se trate de una escri- sino de la capacidad de afectar transitivando
tura y no sólo de una imagen? la propia experiencia afectivo-discursiva.

En una analogía topográfica, podemos La excitación real (reiz) requiere de la


referirnos a la diferencia entre la imagen de respuesta de otro deseante que permita un
un río o de una cordillera y el marcar a ese goce coincidente con un registro. Podemos
río o a esa cordillera como mojón que fija suponer allí que el dolor o goce del bebé se
una frontera. No estamos en un nivel de circunscribe a los trazos erógenos. La susti-
imágenes o del paisaje, tampoco en un ni- tución de la excitación por inscripción eró-
vel cartográfico, frente a los mapas de la gena, excava, marca, hace simbólico ese go-
zona, sino en uno de señalización o de ja- ce, punto en el que podemos suponer la re-
lonamiento. Y este consiste en una asig- presión primaria limitando al masoquismo
nación. Si en un caso podemos hablar de la primario. La restricción del goce a la inscrip-
tierra hecha geografía política, en el otro se ción permitiría un primer momento de mez-
cla pulsional.
trata de la carne hecha cuerpo erógeno co-
mo escritura. La falta de reconocimiento y de respues-
ta ante una excitación o cualquier respuesta
Sabemos que la investidura pulsional del
que no organice libidinal y sígnicamente esa
otro requerida no es un fenómeno pura ni
excitación parece instalar una situación de
fundamentalmente energético. El transiti-
extremo desamparo y sufrimiento, de efec-
vismo entre la madre y el bebé, descripto
tos muchas veces devastadores para la es-
por Bergés y Balbo en 1998, implica una
tructura psíquica. El desconocimiento de los
identificación transitivista simbólica en el
rasgos y mociones pulsionales del bebé que
bebé y una transitivación o función de tran-
requieren entrar en el interjuego mutuo con
sitivar en los padres y se produce a través de
los padres, por desmentida en éstos (García,
un juego de afectaciones. Allí los cuerpos
2001) y/o por la intrusión violenta de sus sig-
tienen un papel central en vivencias que lo
nificantes y sentidos -violencia secundaria-,
afectan y marcan o escriben. De modo que
puede ir en el mismo sentido devastador.
es condición materno-paterna la competen-
cia para experimentar corporalmente un El desamparo no quedaría ligado a la
afecto y, ante todo, un afecto doloroso. De- falta de respuesta a una necesidad biológi-
ficiencias en este transitivismo simbólico po- ca sino a la falta de respuesta adecuada li-

17
Javier García Texturas freudianas

bidinal y significante a la vez. Un desampa- sustitutos, del sufrimiento del cuerpo a las
ro así nos hablaría de la imposibilidad de distintas formas de dolor psíquico, de la va-
realización de esa mutualidad necesaria cuidad o completud narcisísticas al juego de
descripta por Winnicott en Preocupación intercambios con otros (también ligado a
maternal primaria (1956) y por Bergés y Bal- pérdida y duelos) muestran un tránsito que
bo en el más reciente concepto de “identi- requiere de un golpe de fuerza, causa y
ficación transitivista simbólica” (1998). El efecto de estructura: la represión. Su fuer-
resultado parece ser la falta de inscripción za no puede ser otra sino de lo que es fuer-
erógena simbólica de las experiencias libidi- za real: la pulsión. Pero no en un juego ma-
nales y la persistencia de excitaciones carna- labar de circuitos internos de cargas y con-
les no subjetivizadas así como de identifica- tracargas -como lo planteaba Freud. Es la
ciones narcisistas (proyectivas) que, inope- pulsión de otro que, ya hecha marca, porta
rantes como escritura erógena, se abren a su rasgo cuando inviste. No inscribe propia-
múltiples imaginarios de vacuidad y muer- mente, no talla ni esculpe, sino que se pone
te. La desarticulación entre la imagen y la en juego con experiencias de goce en el be-
escritura erógena parece liberar a la ima- bé que tomarán forma de la coreografía
gen de todo anclaje subjetivo, pues ¿dónde desplegada en experiencia mutua libidinal
está el anclaje subjetivo en las identificacio- con los padres.
nes proyectivas masivas?

En las escrituras erógenas coreográficas


podemos reconocer la interacción de dos III
materialidades: la del goce y la de los signi- La anatomía no es el destino. Ni siquiera lo
ficantes. El goce circunscripto a la inscrip- es demasiado como metáfora del cadáver,
ción es a la vez representante y rasgo sim- en la cita original. La diferencia corporal de
bólico diferencial identificatorio (simbóli- sexos es una escritura de origen genético
co). La ligazón pulsión-objeto y la conside- que portan los cuerpos. Psicoanalíticamen-
ración del deseo de los padres nos acerca, te, ella deberá hacerse erógena en relación
en el acto de inscripción, los dos procesos con otro, lo cual ya indica otra escritura di-
que vemos afectados en los trastornos de ferente a la anatómica. Además, en todos
simbolización: la represión originaria y la los casos, tendrán que ser leídas por los dis-
identificación simbólica. La casi inexplicable tintos códigos en juego, lo que variará en
contracarga pura, que suponía Freud como cada sujeto y cultura. Incluso cada lectura
motivo de tal represión originaria, pode- dispone de más de un sistema. Claramente
mos reconducirla a la violencia significante las disciplinas del sujeto social y las médicas
y deseante de los padres, violencia de tran- tienen encuadres y descodificadores dife-
sitivación (Bergés y Balbo), “violencia pri- rentes al psicoanálisis.
maria” (Piera Aulagnier), que es deseo de
vida y filiación, quizás siempre a contrapelo Nuestra tarea analítica es plenamente
del dolor y la angustia frente a la muerte. desconstructiva de estas imágenes, llevarlas
a trazos que puedan ser leídos en sus escri-
Del grito al pedido o gesto, del goce car- turas erógenas y deseos. A sabiendas de
nal a la experiencia de placer con objetos que somos lectores de nuestra época.

18
Texturas freudianas Javier García

La efectividad del psicoanálisis está liga- Resumen


da a un encuadre de trabajo en sesión y a lo
El autor se dedica a trabajar algunas ideas
que en él se arma. La transferencia no es
sobre el inconsciente y el cuerpo, enten-
necesariamente un sentido a develar sino
diendo que las ideas de cuerpo que se ma-
un campo de fuerza y rasgos a utilizar, a los
nejan no son menos construidas que la de
efectos del despliegue de relatos represen-
inconsciente. La naturalidad del cuerpo
tativos de las escrituras erógenas que los
nunca fue actual, es un antecedente, una
subtienden. No pienso que haya otra ver-
necesidad lógica o el sustrato donde los sig-
dad a descubrir que la efectividad simbólica
nificantes, movidos por quienes realizan la
de los nuevos relatos construidos.
acción específica, escriben un guión eróge-
Cuando la dificultad escapa al campo de no que se seguirá armando con el “infans”
la neurosis y abunda en los trastornos de la en una producción coreográfica. El autor
simbolización, la efectividad parece depen- recurre a la idea de una danza donde parti-
der más del armado afectivo que se pone cipan todos estos protagonistas en coreo-
en juego y de las posibilidades de que el grafías que se van armando sin saberlo. El
despliegue coreográfico pueda hacerse es- despliegue de esa experiencia produce un
critura erógena. Son las palabras en transfe- acto inconsciente de creación coreo-gráfica.
rencia las que pueden tener efecto sobre el La coreo-grafía constituye una parte esen-
cuerpo cuando el goce como tal o como su- cial del registro inconsciente.
frimiento masoquista se instala en transfe-
El trazo o grafo al que se refiere el autor
rencia. Situarlo como demanda al analista
con esta grafía es una escritura no alfabéti-
es una asignación forzada, no en el sentido
ca que conjuga la imagen (ícono) y el acto
de sometimiento (aunque por momentos
de cuerpos en movimientos gestuales.
puede serlo, sin ser su meta) sino en el sen-
tido de fuerza asignante. Es la disponibili-
dad pulsional en juego en el analista lo que
puede hacerlo posible cuando transitiva
marca y afecto, permitiendo en el analizan-
te rasgos de identificaciones simbólicas. Es
decir, saberse en esa experiencia libidinal
como sujeto en los trazos que ella le permi-
te escribir. Esto no altera necesariamente lo
central del concepto de abstinencia pero
quizás sí el de neutralidad. Anzieu ha plan-
teado con claridad que en estos casos o mo-
mentos de un análisis al analista sólo le
queda jugarse por Eros. Si aun así el cambio
es posible o no, es un desafío para la efecti-
vidad del psicoanálisis.

19
Javier García Texturas freudianas

Bibliografía
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Rosolato, Guy (1978). La relación de desconocido.

Winnicott, D. W. (1956). Preocupación maternal primaria.

20
Acerca de lo ominoso

Lic. Julieta Paglini*

... lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo


consabido de antiguo, a lo familiar desde largo tiempo.

S. Freud, 1919, A. E., T. XVII, pág. 220.

Introducción daban por sus pensamientos. En 1915 escri-


be De guerra y muerte. Temas de actuali-
Inconsciente, pulsión, represión, narcisismo, dad. Allí comenta que la guerra ha plantea-
angustia de castración, compulsión a la re- do a los hombres un cambio de actitud ha-
petición, realidad psíquica, complejos in- cia la muerte (pág. 277, A. E., XIV). De la de-
fantiles, identificación, angustia, el doble,
silusión, como consecuencia de la guerra.
representación; conceptos intrínsecamente
ligados al psicoanálisis, a su praxis. Concep- Habla del horror en esta guerra (término
tos que de una u otra manera se encuen- que utiliza en su artículo de lo siniestro),
tran relacionados a lo ominoso. que promueve en el individuo la injusticia
(pág. 281, A. E.).
Lo ominoso, lo siniestro, lo unheimlich.
Dice en el mencionado artículo: “Si quie-
¿Qué del momento histórico, fin de la
res soportar la vida, prepárate para la
Primera Guerra Mundial, podría haber
muerte” (A. E., pág. 301).
promovido a Freud para la producción del
artículo? Por esos tiempos lo preocupaban los su-
yos. Sus tres hijos varones. Martin, el mayor,
No se sabe su fecha, pero existía un bo-
se presentó como voluntario. Oliver, el se-
rrador previo del escrito. ¿El borrador data-
gundo, tomó parte en proyectos de inge-
ría de los años de guerra, pudo concluirlo
niería de guerra. Ernst, el menor, ingresó
cuando ésta terminaba?
también como voluntario en octubre de
La Primera Guerra Mundial comienza en 1914, prestando servicios en el frente italia-
1914. El tema de la guerra y la muerte ron- no. Su yerno, esposo de Sophie, participó

* Psicoanalista (APC)

21
Julieta Paglini de Carrozza Texturas freudianas

en acciones en Francia. el que nuevamente encontraremos algún


lugar. Estamos y debemos mantenernos ale-
A fines de noviembre de 1914 le escribe jados de toda actitud tendenciosa, excepto
a Lou Andreas-Salomé: “No tengo dudas
la de investigar y ayudar” (Vida y obra de
de que la humanidad también superará la
Sigmund Freud, Ernest Jones, T. III, pág. 16).
guerra, pero estoy seguro que yo y mis
contemporáneos no volveremos a ver un La crudeza de todo lo vivido no desalen-
mundo alegre. Es demasiado vil” (Freud. tará a Freud a continuar con sus investiga-
Una vida de nuestro tiempo, Peter Gay, ciones y su producción.
pág. 399).
Inmerso en este contexto histórico-social,
“A medida que pasan los meses y la gue- Freud da a luz su artículo “Lo ominoso”.
rra continuaba, Freud se veía obligado a
pensar... en las profundidades en que la hu-
manidad podía hundirse. La guerra parecía
Desarrollo
una acumulación de actos sintomáticos de-
sagradables...” (ibídem, pág. 401). El Diccionario de la Real Academia Españo-
la define ominoso de la siguiente manera:
“Freud hizo desesperados esfuerzos por
“(de ominosus) Azaroso, de mal agüero,
salvar las publicaciones psicoanalíticas, a
abominable, vitando.” Y vitando: “Que se
objeto de poder conservar en alguna medi-
debe evitar. Odioso, execrable.”
da la continuidad del trabajo”.
Si bien lo ominoso está planteado en el
“... La Sociedad de Viena, al comenzar la
artículo como un sustantivo, también pode-
guerra, había dejado de reunirse, pero en el
mos pensarlo como un adjetivo. Un adjetivo
invierno se reanudaron las sesiones, a razón
que califica sensaciones producidas por si-
de una cada tres semanas. El consultorio,
tuaciones.
por supuesto, estaba bastante despoblado”
(Vida y obra de Sigmund Freud, Ernest Jo- Es un sentimiento angustioso del orden
nes, T. II, pág. 195). del horror.
Los años posteriores a la guerra fueron José L. Valls dice en su Diccionario freu-
muy duros. Restricciones en los alimentos, diano sobre lo siniestro: “Existen situacio-
falta de calefacción e inviernos muy crudos. nes siniestras y sensaciones producidas en
el sujeto por aquéllas. La sensación de lo si-
“Los catastróficos acontecimientos ocu-
niestro es un tipo especial de sensación an-
rridos en Europa, y sobre todo en Austria,
gustiosa, con características cualitativas
en el curso de estos dos años, provocaron
propias pertenecientes al orden de lo te-
en Freud un estado de ánimo de desespe-
rrorífico y el horror; se produce ante algu-
ranza pero alegre resignación” (Vida y
nas situaciones vividas típicas, o por fanta-
obra de Sigmund Freud, Ernest Jones, T. III,
sías sobre ellas, o derivadas de ellas. A estas
pág. 16).
representaciones características, el psicoa-
Le escribe a Ferenczi en abril de 1919: nálisis atribuye el origen de esta forma de
“Hay además algo que se llama futuro, en afecto displacentero, cualitativamente di-

22
Texturas freudianas Julieta Paglini de Carrozza

ferente y con características específicas...” condérselo”. O sea que entre sus múltiples
(pág. 579). matices de significados, en uno de ellos
heimlich coincide con unheimlich.
Lo ominoso es un tema que está asocia-
do a los muertos: la muerte como ominosa. Siguiendo a Schelling, unheimlich sería
todo lo que debía haber quedado oculto,
Dice Freud de lo siniestro: “Lo Unheim- secreto, pero se ha manifestado.
lich, lo siniestro... No cabe duda de que dicho
concepto está próximo a los de lo espanta- Entonces, la inversión, el agregado del
ble, angustiante, espeluznante, pero no es prefijo un, la negación, hace a lo aterrori-
menos seguro que el término se aplica a me- zante.
nudo en una acepción un tanto indetermina-
¿Por qué debería ser negado algo de lo
da, de modo que casi siempre coincide con lo
conocido, íntimo, familiar, secreto?
angustiante en general. Sin embargo, pode-
mos abrigar la esperanza de que el empleo Quizás por promover angustia.
de un término especial -Unheimlich- para de-
notar determinado concepto, será justifica- Podríamos pensar el prefijo un como un
do por el hallazgo en él de un núcleo parti- equivalente de la represión, como la acción
cular. En suma: quisiéramos saber cuál es ese de desalojar, “esfuerzo de desalojo” de re-
núcleo, ese sentido esencial y propio que presentaciones del sistema consciente. Co-
permite discernir, en lo angustioso, algo que mo la negativa de acceso a la conciencia del
además es «siniestro».” representante psíquico de la pulsión, esto
es mantener inconscientes representaciones
“... lo siniestro sería aquella suerte de es- ligadas a una pulsión (represión primaria)
pantoso que afecta las cosas conocidas y fa- cuya satisfacción traería aparejado el peli-
miliares desde tiempo atrás” (A. E., XVIII). gro de provocar displacer, conformándose
un núcleo inconsciente que funcionaría co-
Lo siniestro ligado a lo familiar, a lo más
mo un imán en relación a otros contenidos
conocido de uno mismo, a lo más primitivo.
que se verán atraídos por entrar en asocia-
¿Ligado a una representación que en su
ción y luego sufrir las vicisitudes de una re-
momento fue investida por un afecto?
presión secundaria.
Diremos que algo se torna ominoso
La represión originaria juega un papel
cuando sobreviene una situación que evoca
decisivo en el sepultamiento del Complejo
una representación reprimida y el afecto
de Edipo.
que resulta es del orden de lo displacente-
ro, horroroso. ¿Qué la motiva? La angustia de castra-
ción. Angustia que promueve en el niño el
Freud encuentra que el antónimo heim-
sepultamiento del Complejo de Edipo.
lich, en una de sus acepciones, significa ínti-
mo, secreto, familiar, hogareño, doméstico; Lo ominoso es un tipo particular de an-
en otra de sus acepciones significa “mante- gustia, un tipo particular de angustia de
ner algo clandestino, ocultarlo para que castración. Invita a huir, es una angustia se-
otros no sepan de ello ni acerca de ello, es- ñal, como lo es la angustia de castración.

23
Julieta Paglini de Carrozza Texturas freudianas

Para conservar el pene, el niño reprime to de extrañeza provocado en el lector por


el Complejo de Edipo; el superyó será el he- este escritor y por otros que dominaban la
redero de dicho complejo. técnica, se basaba en que por un momento
dejaban al lector en la duda de si la situa-
El superyó es una instancia con caracte- ción era real o sobrenatural, como en los
rísticas particulares. Indicará al yo qué debe cuentos de hadas. Después Freud identificó
hacer, en función del ideal del yo (que an- el carácter siniestro de algunos temas.
hela la perfección), y qué no debe hacer,
tomando como referente a la conciencia Freud llamó la atención sobre la miste-
moral. riosa presentación en la cual los primeros
recuerdos (encubridores) de la infancia del
El superyó se erige contra las pulsiones, protagonista están entrelazados con esce-
pero a la vez se encuentra fuertemente in- nas que son fantasías o distorsiones de la
vestido por éstas; así puede ligar pulsiones experiencia, que involucran abiertas ame-
de vida y pulsiones de muerte y utilizarlas nazas de castración desplazadas al hecho de
contra el yo, promoviendo la insatisfacción arrancar los ojos, a la pérdida de brazos y,
y el sentimiento inconsciente de culpa, tan por último, la amenaza de muerte propia-
caros para el sujeto. mente dicha.
Los padres de la infancia son vividos por Otro tema es el de las dos figuras pater-
el niño como omnipotentes. En ese contex- nas que representan una escisión de la ‘ima-
to sobreviene la amenaza de castración, o go del padre’ en el padre bueno y protector
sea la castración como siendo posible. y el cruel, siniestro y castrador que dificulta
La angustia de castración movilizará al el amor, y, por último, bajo la forma de ge-
niño a conservar su tan amado falo, así es nio que hace dormir a los niños, produce la
que renuncia a los deseos sexuales infanti- muerte del personaje principal del relato.
les incestuosos como al deseo de matar al Además -y esto no es subrayado por Freud-
padre. el genio no sólo produce la muerte sino que
representa el hecho, el poder ‘demoníaco’
La prohibición del incesto y del parrici- de la muerte que atrae a su víctima a la au-
dio son pilares a partir de los cuales se cons- todestrucción después de haber estado a
truye la cultura humana. punto de estrangular a su amada. Así, la
Muerte -Tánatos- vence y mata al amor”
Se identificará con el rival del mismo se- (pp. 497-498).
xo, y aceptará diferir las satisfacciones an-
heladas hasta la edad adulta. Dijimos que lo siniestro es lo íntimo, se-
creto, misterioso, asociados a deseos inces-
Nos dice M. Schur en Sigmund Freud, en- tuosos y parricidas. Después del ‘20, Más
fermedad y muerte en su vida y en su obra: allá del principio de placer mediante, pode-
“E. T. A. Hoffmann era un maestro en cuen- mos decir que además lo ominoso se empa-
tos fantásticos y sobrenaturales. Freud se- renta con la pulsión de muerte.
leccionó su cuento sobre el genio fabuloso
que hace dormir a los niños como ejemplo ¿Qué otros aspectos se juegan en el niño
de lo siniestro, señalando que el sentimien- en relación al complejo de castración?

24
Texturas freudianas Julieta Paglini de Carrozza

El niño teme la afánisis. paso hasta su ser manifiesto: sus inhibicio-


nes y actitudes inviables, sus rasgos patoló-
Aphanisis (griego): invisibilidad, desapa- gicos de carácter. Y además, durante el tra-
rición. tamiento repite todos sus síntomas.”
Ernest Jones utiliza este término para
“... no debemos tratar su enfermedad
designar a “la extinción total, y por supues-
como un episodio histórico, sino como un
to permanente, de la aptitud para el placer
poder actual” (A. E., T. XII, pág. 153).
sexual, y aun la ausencia para experimentar
dicho placer” (pág. 27). El repetir como una manera de elaborar,
de ligar, de comunicar, de recordar.
Podemos decir que el niño temería la de-
saparición de toda posibilidad de satisfac- Pero también Freud nos pone en conoci-
ción libidinal, temor en última instancia a la miento de que existe otra manera de repe-
pérdida de todo deseo, equivalente a la tir en Más allá del principio de placer
muerte. (1920); nos dice: “... osaremos suponer que
en la vida anímica existe realmente una
Dice M. Schur en Sigmund Freud, enfer-
compulsión de repetición que se instaura
medad y muerte en su vida y en su obra:
más allá del principio del placer” (A.E., T.
“En Lo siniestro... Freud relacionaba su su-
XVIII, pág. 22).
perstición de morir a la edad de 62 años
con la compulsión de repetir y su efecto “Lo que resta es bastante para justificar
‘demoníaco’ en el funcionamiento psíqui- la hipótesis de la compulsión de repetición
co” (pág. 506). y ésta nos aparece como más originaria,
más elemental, más pulsional que el princi-
Freud entiende aquí que la compul-
pio de placer que ella destrona” (A. E., T.
sión de repetición puede tener un efecto
XVIII, pág. 23).
ominoso.
“Las exteriorizaciones de una compul-
La compulsión de repetición, característi-
sión de repetición que hemos descripto en
ca de las pulsiones, la compulsión a retornar
las tempranas actividades de la vida aními-
a un estado anterior.
ca muestran un alto grado de carácter pul-
En Recordar, repetir y reelaborar (1914), sional y, donde se encuentra en oposición al
Freud nos habla de la repetición en la cura principio de placer, demoníaco” (A. E., T.
analítica: “... podemos decir que el analiza- XVIII, pág. 35).
do no recuerda en general nada de lo olvi-
Siempre que se repite, existe una mez-
dado y reprimido, sino que lo actúa. No lo
cla pulsional. Pero puede ser a predominio
reproduce como recuerdo, sino como ac-
de pulsión de vida o a predominio de pul-
ción; lo repite, sin saber desde luego que lo
sión de muerte. En esta última, la intencio-
hace” (A. E., T. XII, pág. 152).
nalidad inconsciente estaría dada por la
“... ¿Qué repite o actúa, en verdad? He tendencia a una vuelta hacia lo inanimado,
aquí la respuesta: repite todo cuanto desde a un estado inorgánico. Se rige por el prin-
las fuentes de su reprimido ya se ha abierto cipio de Nirvana.

25
Julieta Paglini de Carrozza Texturas freudianas

Es una búsqueda de la identidad de per- Resumen


cepción, algunas a favor del principio de
placer, otras del más allá del principio de La autora retoma el escrito sobre “Lo omi-
placer. noso” en la obra de S. Freud y plantea que
lo ominoso es una suerte de sentimiento
Una vivencia puede resultar ominosa cuan- del orden de lo angustioso emparentado
do la necesidad de castigo, el sentimiento con el horror.
inconsciente de culpa, promueve la repeti-
ción, el retorno de lo igual, como expresión Su recorrido parte desde el contexto his-
de la pulsión de muerte, ligada por el su- tórico en el que Freud escribe el artículo,
peryó y vuelta contra el yo. asociándolo a lo que pudo despertarle la
guerra y la muerte; prosigue por el intento
Cualquier situación puede ser siniestra, es de definir a lo siniestro, sustantivo que es
un concepto netamente subjetivo, aquello pensado como adjetivo que califica sensa-
que es siniestro para un sujeto puede no ciones horrorosas.
serlo para otro.
La tesis principal que la autora intenta
Decíamos que lo siniestro es un tipo parti- transmitir es que lo siniestro es un tipo es-
cular de angustia de castración que tende- pecial de angustia de castración con una
ría a la defensa de la angustia automática. cuota mayor de pulsión de muerte. Lo que
Lo ominoso emparentado a la pulsión de significa para el niño el complejo de castra-
muerte, al reposo absoluto. ción y el temor a la afánisis.

¿Se podría hablar del erotismo de la muer- Se interroga sobre la mezcla de Eros y
te? ¿La pulsión de vida frente a la muerte Tánatos en lo ominoso, que tendría el efec-
queda excitada? La pulsión de vida tenien- to de la belleza del espanto.
do una fuerte atracción hacia la pulsión de
muerte. Aquélla busca el reposo, pero ¿bus- Concluye con preguntas que son una in-
caría un grado más de reposo acercándose vitación a proseguir pensando, hipotetizan-
al cero, la nada? ¿Definiríamos a lo siniestro do y escribiendo sobre lo ominoso.
como aquello asociado con el erotismo pe-
ro sobreinvestido de pulsión de muerte?
¿Lo ominoso sería una fantasía erótica aso-
ciada con la muerte, o con lo que represen-
ta la muerte?

Eros unido a Tánatos. ¿Sería por esto esa


cuota de belleza del espanto?

Interrogantes, problemas planteados acer-


ca de lo ominoso.

26
Texturas freudianas Julieta Paglini de Carrozza

Bibliografía
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27
Psicoanálisis en el siglo XXI: el mito de Aquiles.
Sobre ideales culturales y vulnerabilidad

Dr. Rubén Zukerfeld* y


Lic. Raquel Zonis Zukerfeld*

Introducción mocracia, o bajo dictaduras militares o del


mercado neoliberal. El psicoanálisis se ha
Si el hombre es formado por las desarrollado bajo todas estas circunstan-
circunstancias, entonces es necesario cias pero es ingenuo suponer que la clínica
formar las circunstancias humanamente. psicoanalítica sea homogénea o pueda re-
K. Marx y F. Engels, La sagrada familia ferenciarse simplificadamente a los histo-
(citada por José Saramago en Casi un objeto. riales paradigmáticos freudianos. Éstos
Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1998).
conservan el importante valor de involu-
crar al lector en la epopeya del descubri-
miento y puesta a prueba de la teoría, y
El psicoanálisis ha tenido un desarrollo son en la actualidad una fuente inspirado-
en el siglo XX que ha significado la conso- ra de nuevos planteos y controversias. Pe-
lidación de algunas de sus bases teóricas y ro como es sabido, hoy en día nuevas pro-
la revisión y reformulación de otras, en re- blemáticas psicopatológicas y exigencias
lación a su actividad clínica. En este senti- terapéuticas han ido definiendo lo que
do, es sabido que la Viena de principio del suele llamarse “psicoanálisis actual”, que
siglo XX no es la Europa de posguerra, y oscila entre la apertura interdisciplinaria y
ésta a su vez no es la Francia de la década la tendencia a acantonarse en lo plantea-
del ‘60. Y ninguno de estos marcos cultura- do en sus momentos históricos fundacio-
les son los Estados Unidos que conoce nales. Así es que hay alejamientos de
Freud, ni los de la Guerra Fría ni los de las Freud, hay vueltas a Freud, hay exégesis de
invasiones imperiales. Y por supuesto, nin- Freud, hay simplificaciones de Freud, hay
guna de estas condiciones es comparable a discusiones con Freud y hay reverencias re-
la de los países de América Latina en de- ligiosas a Freud. Lo que es imposible es no

* Psicoanalista (SAP)

28
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

referenciarse en Freud en algún sentido, y 1. Ideales culturales dominantes


esa referencia tiene que ver con la existen-
cia del inconsciente, de los fenómenos Son miles las que pasan y son miles
transferenciales y con la valoración de la las que vuelven, pero es una y eterna
historia subjetiva y la psicosexualidad. En la pantera fatal que en su caverna
este sentido, son conocidos los múltiples traza la recta que un eterno Aquiles...
desarrollos que han realizado postfreudia-
Jorge Luis Borges, La pantera.
nos de diferentes corrientes.

Pero si hay algo que es un sello exclusivo


del psicoanálisis por su aporte a la com- El remedio puede ser peor que la
prensión de la cultura, e inclusive a la con- enfermedad.
solidación de su metapsicología, es la preg-
nancia de dos grandes mitos fundacionales Dicho popular.
y vigentes: Edipo y Narciso. Ninguna otra
corriente psicológica, neurocientífica o so-
cial que se ocupe de temas afines ha necesi- 1.1. No hay dudas del valor del complejo de
tado y se ha identificado tan claramente Edipo como descriptor de la cultura y
con estos mitos como modelos de funciona- nódulo de las neurosis, así como del he-
miento psíquico como lo ha hecho el psi- cho de que muy tempranamente Freud
coanálisis, con múltiples variantes. Usados hablara de las neurosis narcisistas a par-
como adjetivos connotan comportamien- tir de la metáfora proporcionada por el
tos, actitudes o síntomas de la condición mito de Narciso.
humana cuyos códigos son parte de la co-
municación entre psicoanalistas, y su polise- Por otra parte, introduce formalmente
mia obliga periódicamente a precisar qué se este último a propósito de la doble elección
quiere decir con su uso. objetal del sujeto humano. De este modo,
Freud inicia el recorrido psicoanalítico por
Pero estos mitos, con su enorme valor el mundo de los ideales sin diferenciar en
heurístico, ¿alcanzan para dar cuenta del principio con claridad al ideal del yo del yo
funcionamiento psíquico de muchos pa- ideal. Con posterioridad, en muchos post-
cientes que hoy en día concurren a los con- freudianos se formaliza esta diferenciación
sultorios? ¿Explican la vulnerabilidad del su- que Laplanche y Pontalis recogen en su Dic-
jeto de la cultura actual y sus ideales? cionario. De este modo, el ideal del yo aso-
ciado al superyó es parte de la lógica del
El objetivo de este trabajo es presentar
conflicto intersubjetivo, mientras que el yo
una concepción del funcionamiento psíqui-
co y de las patologías actuales articulando ideal representa la condición omnipotente
los mitos fundantes del psicoanálisis con la que implica la identificación primaria “con
eficacia patogénica de los ideales culturales otro ser cargado de omnipotencia”. Así es
dominantes para dar cuenta de la vulnera- que existen dos maneras diferentes de inte-
bilidad y sus máscaras. riorizar un ideal que se comparará con el yo
y regulará su autoestima. Entendemos en-
tonces que los ideales culturales dominan-

29
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

tes (ICD) son las ofertas que brinda a sus in- biopsicosociales o de multideterminación
tegrantes una cultura o microcultura deter- patogénica cuando se intenta explicar el
minada a través de distintos dispositivos, heterogéneo conjunto de patologías actua-
destinadas a regular la autoestima de los les. Y adquieren valor por su predominio en
sujetos que la integran. Se diferencian con determinados ámbitos sociales y no en
claridad de las legalidades culturales domi- otros determinando que las prevalencias
nantes vehiculizadas por el superyó como patológicas no sean uniformes.
tope interdictivo, que son fundantes de la
constitución subjetiva. Las figuras parenta- Son culturales entonces porque son el
les, a través de modelos identificatorios, producto de un conjunto que puede ser
transmiten y son parte tanto de las legali- descripto para un lugar, una época , una
dades como de los ideales. clase social y una determinada trama de
vinculación intersubjetiva que puede res-
Aquí, como es sabido, es necesario reali- ponder a intereses definidos. En este senti-
zar la diferencia conceptual que planteamos do no son semejantes los ideales que domi-
anteriormente, porque mientras el ideal, en nan a la clase media de un núcleo urbano
tanto ideal del yo, es parte del conflicto in- de la población occidental y los que circulan
tersubjetivo (narcisismo trófico ligado a la en sectores con necesidades básicas no satis-
estructura edípica), el ideal, como yo ideal, fechas o de otro contexto cultural.
en su predominio, es el resultado de una ca-
rencia que no se plantea como conflicto sino Son dominantes porque han adquirido un
como déficit1, implicando entonces una po- consenso implícito que denota la existencia
sición psíquica que entendemos como vul- del mecanismo de obediencia a esos ideales
nerable. Esto significa jerarquizar el trauma consagrados. Esto quiere decir que su imposi-
y su dialéctica con la función sostén del ob- ción no reviste necesariamente la tensión del
jeto, que es en última instancia la que defi- sometimiento sino más bien la egosintonía
ne la eficacia patogénica. De este modo, el del acuerdo. Se trata, en realidad, de lo que
otro como auxiliar, modelo, objeto y rival es vivenciado como incuestionable, de modo
(Freud, 1921) sostiene y transmite modelos que su efecto dominante no es percibido co-
de identificación y valores de una cultura mo tal y adquiere cierta naturalización. Co-
determinada. Ésta, a su vez, se construye a mo señala Marcano (2002), corresponde a
través de redes vinculares y sus dispositivos ideologías conservadoras que “tienden a
asociados, que ofertan “remedios” a las ca- conservar invariantes lo establecido” y “(...)
rencias que pueden ser de mayor valor pato- les interesa el poder en tanto representa el
génico que la carencia misma. reencuentro con el ideal del yo narcisista”.

Existen y se producen diferentes ideales Pero lo que entendemos que tiene ma-
en distintos momentos históricos, pero sólo yor importancia para la ubicación del psi-
algunos de ellos han evidenciado una rela- coanálisis en el campo de la salud son
ción o asociación definida con determina- aquellos ideales que aparecen con mayor
das condiciones patológicas. De este modo, especificidad asociados a determinadas pa-
constituyen el polo “social” de los modelos tologías definidas.

1 El déficit es más severo que la herida narcisista que Baranger (1991) define con claridad como lo “que viene a disminuir la autoesti-
ma del yo o su sentimiento de ser amado por objetos valorados”.

30
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

Se trata de lo que denominamos ideales sociales manifestándose como una into-


de eficientismo, inmediatez, cambio y ma- lerancia a la incertidumbre y una activi-
nipulación corporal de importante predo- dad impulsiva destinada a reducir la
minio en las clases medias de los núcleos ur- tensión. Aquí también predomina la re-
banos de la población occidental. negación de la interioridad pero en una
suerte de para-adaptación, ya que la
1.2. Ideal de eficientismo: el ICD de eficien-
desmentida suele ir acompañada de la
tismo se refiere a las condiciones cultu-
construcción de neorrealidades. Esto
rales que promueven el rendimiento y
significa que por lo general se plantean
el triunfo competitivo como valores de-
desafíos sin medir las consecuencias o
finitorios en todas las prácticas sociales.
sin tener en cuenta las advertencias de
En particular, este ideal domina la rela-
la realidad. El amplio campo de las adic-
ción tiempo de trabajo-tiempo de ocio y
ciones encuentra aquí su centro, dado
los dispositivos de comunicación, mani-
que la sustancia química ejerce efecto
festándose como una entronización de
inmediato para reducir la tensión con
la realidad externa y una necesidad de
escasa posibilidad de transformación de
suministro informacional actualizado y
la realidad. Se debe diferenciar la adhe-
permanente. La ya clásica noción de so-
breadaptación de Liberman et al (1982) sión a este ideal de la habilidad resolu-
encuentra su expresión más clara en es- tiva que implica rapidez en la respuesta
te ideal, que incluye sujetos que des- pero en un contexto reflexivo.
mienten las señales de la interioridad 1.4. Ideal de manipulación y cambio corpo-
(v.g. enojo, cansancio, miedo) en rela- ral: alude a las condiciones culturales
ción directa con determinada eficiencia. que promueven la perfección corporal y
Es conocida la relación establecida en- la subversión de la biología, es decir la
tre el self ambiental sobreadaptado y el
posibilidad de cambio sin límite del as-
self corporal sojuzgado que asocia este
pecto y funcionamiento del cuerpo en
ideal a la llamada psicosomática. Así es
sus capacidades somáticas y sexuales. En
que nociones como alexitimia (McDou-
particular, este ideal domina el vínculo
gall, 1991) y vida operatoria (Marty,
del sujeto consigo mismo manifestándo-
1990) se vinculan con la obediencia a las
se como una búsqueda permanente de
reglas sociales. Se debe diferenciar este
belleza, de potencia y de salud a través
conformismo de los esfuerzos adaptati-
de la delgadez, el desarrollo de la mus-
vos a las demandas sociales, que en de-
culatura y las manipulaciones quirúrgi-
terminadas condiciones pueden tener
cas del cuerpo. Aquí predomina la rene-
también eficacia patogénica.
gación de los límites corporales como
1.3. Ideal de inmediatez: se refiere a las con- expresión de una cultura donde la medi-
diciones culturales que promueven la cina tecnológica plantea que todo es po-
acción ahistórica, es decir la resolución sible. Existen evidencias de la asociación
de un problema en un presente sin an- de este ideal con patologías definidas
tecedente ni consecuente. En particular, como la anorexia y la bulimia nerviosa,
este ideal domina los vínculos eróticos y con trastornos difusos como la orthore-

31
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

xia y la vigorexia, y con el conjunto de mos como vulnerabilidad -que, como había-
obsesiones vinculadas con la búsqueda mos planteado anteriormente, significa me-
de la juventud eterna. Se debe diferen- tapsicológicamente el predominio de un fun-
ciar este ideal de las conductas destina- cionamiento psíquico a expensas del yo ideal.
das al cuidado de la salud y el aspecto
como valores asociados a la vitalidad. En estas condiciones, ¿en qué se sostiene
la autoestima? La única posibilidad teórica
1.5. Invulnerabilidad y gloria. En Introduc- la constituyen los ideales culturales domi-
ción del narcisismo (1914), Freud plan- nantes. Si estos ideales girasen alrededor de
tea que “una parte de la autoestima es la solidaridad2, se recrearía en otro nivel el
primaria, el residuo del narcisismo in- sostén inexistente e inclusive lo que se ha
fantil, otra procede de la omnipotencia dado en llamar apegos secundarios, es decir
confirmada por la experiencia (del la posibilidad de desarrollo resiliente3. Pero
cumplimiento del Ideal) y una tercera si los ideales dominantes son del orden de
de la satisfacción de la libido objetal”. los tres mencionados anteriormente, el me-
canismo de adhesión es similar pero sus re-
Si se piensa en la abundante experiencia
sultados son diferentes. Se trata -como tra-
clínica que proviene de lo que en psicoanáli-
sis se ha llamado principalmente patologías dicionalmente se plantea- de un déficit nar-
narcisistas, pero también patologías de fron- cisista, pero su especificidad patogénica de-
tera, de borde, de desvalimiento o del acto, pende de la cristalización identificatoria
y que suelen incluir a las llamadas normopa- con ideales que provienen de un más allá
tías, eclosiones somáticas, adicciones y tras- de la historia individual.
tornos de la conducta alimentaria, se obser- De allí que el uso del término “narcisis-
vará que de distintos modos la fórmula freu-
ta” como adjetivo calificativo que pone el
diana de la autoestima suele tener dos de sus
énfasis en el déficit constitutivo no parece
variables reducidas a su mínima expresión
suficiente para dar cuenta del peso de los
satisfactoria. Se trata de historias donde los
ideales, es decir del efecto de promesa de
investimientos parentales han sido escasos o
gloria como remedio a la carencia. El déficit
intrusivos y la posibilidad de satisfacción ob-
no marca necesariamente el destino, sino
jetal, obstaculizada por condiciones singula-
que éste depende de los otros significativos
res y/o del contexto de desarrollo. En este
que pueden o no ofrecer sostén y pueden o
sentido adquiere relevancia la noción de
no transmitir modelos de identificación con
trauma, no solamente definida por su mag-
ideales diferentes. Viñar (2002) señala que
nitud económica sino como cualquier condi-
“la función cohesiva que cumple el discurso
ción disruptiva en ausencia de sostén.
unificador del Otro se ha desgranado o
De este modo, esta ausencia de sostén en fragmentado en estos tiempos neoliberales.
relación a los acontecimientos con valor trau- Al culto del individuo solo y libre, la ilusión
mático y las características de la calidad de vi- de autonomía conlleva el riesgo de la fragi-
da promueven una condición que entende- lidad o el vacío”.

2 Esto significa que en otras circunstancias puede haber otros ideales culturales dominantes y esto modifica el destino de la carencia.
Por otra parte, la solidaridad es la que permite articular el ideal de libertad con el ideal de igualdad.
3 Alude al concepto moderno de sobreponerse a la adversidad y transformarla a través del vínculo con un otro significativo.

32
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

Por otra parte, hay que recordar que rasgos literarios (...) el personaje en sí
Freud plantea otra elección objetal parale- permanece legendario; existe indepen-
la, coexistente y simultánea, de modo que dientemente de su encarnación homé-
las vicisitudes edípicas con la madre nutricia rica; otros poetas anteriores a la Ilíada
y el padre protector siempre están presen- se apoderaron de él, y otros posteriores
tes sobre la base de esta matriz narcisista volverán a modificarlo”.
(Aragonés, 1999) que predomina.
Aquiles fue hijo de la diosa Tetis -hija del
En cierta forma, los dos mitos fundantes Océano- y del mortal Peleo, rey de los mir-
en los que se sostienen las teorías psicoanalí- midones. Esta boda se realiza contrariando
ticas de la condición y desarrollo humano es- a Tetis, porque Zeus y Poseidón, que eran
tán presentes en forma universal. Pero todo sus pretendientes, fueron advertidos de que
el conjunto de patologías actuales, produci- el hijo que tendrían con ella iba a destronar
das en un contexto sociocultural donde se a su padre y ocupar su lugar, y por temor la
juega la eficiencia, la inmediatez y la deten- obligan a casarse con un mortal. Ella -resen-
ción del tiempo -es decir, las “panteras fata- tida- ahoga o quema (según las versiones) a
les” borgeanas-, incluye a Narciso y a Edipo sus seis primeros hijos. Cuando alumbra al
pero necesita de un mito que las integre y le séptimo niño, le llama Aquiles, que quiere
dé jerarquía fundamental al ideal subyacen- decir “sin labios”, ya que al principio no
te de invulnerabilidad e inmortalidad. quería mamar la leche de sus pechos. Tetis lo
quiere hacer invulnerable y, para ello, lo su-
Creemos que ese mito es la leyenda de
merge en el lago Estigia sujetándolo por el
Aquiles, el de los pies ligeros.
talón que, de esta forma, queda seco y vul-
nerable. También se atribuye su invulnerabi-
lidad a que Tetis quema su cuerpo al igual
que con los hijos anteriores, pero Peleo
arranca con violencia al niño de sus manos y
2. El mito de Aquiles
éste queda con los labios quemados y un ta-
Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles; lón carbonizado, que Peleo sustituye por la
cólera aciaga que causó infinitos males a taba del gigante Damiso, célebre por su ve-
los aqueos y arrojó al Hades muchas locidad en la carrera. De ahí que se le nom-
valerosas almas... brara como “el de los pies ligeros”. Tetis, en-
fadada con su marido, vuelve al mar con sus
Homero, Ilíada, Canto I, 1. hermanas -las Nereidas- y el niño es confia-
do al centauro Quirón, quien lo alimenta
con entrañas de león y médula de oso para
2.1. Lo que aquí denominamos “mito” co- aumentar su valentía. Durante su juventud,
rresponde a lo que Pierre Grimal (1979) el adivino Calcas augura que nunca podrá
considera en parte una leyenda, en par- ser conquistada la ciudad de Troya si Aquiles
te un ciclo heroico que atraviesa el gé- no interviene en la batalla; de igual forma,
nero novela, donde ubica la Ilíada, que un oráculo anuncia a Tetis que su hijo mori-
“(...) reviste al personaje de Aquiles de rá frente a las murallas de esa ciudad. De to-

33
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

dos modos, la madre da al héroe una arma- hijo glorioso, fuerte e insigne entre los
dura divina hecha por Hefesto y otro orácu- héroes (...) y ya no lo recibiré otra vez’”
lo advierte que Aquiles morirá de muerte (Canto XVIII, 22-52). Aquiles pide a su
violenta si mata a algún hijo de Apolo. madre una nueva armadura cuya confec-
ción la diosa encarga a Hefesto, dios del
2.2. Aquiles parte voluntariamente a la gue- fuego y del hierro. Así armado, vuelve a
rra acompañado de su amigo Patroclo y la batalla en la que provoca tantas muer-
con los mirmidones realiza diversos ata- tes de troyanos en una verdadera carni-
ques a ciudades vecinas, en uno de los cería que inunda de cadáveres y obstru-
cuales mata a Tenes, un hijo de Apolo. ye el cauce del dios-río Escamandro, que
Cuando el rey micénico Agamenón le intenta vengarse y matarlo. Posterior-
quita a la doncella cautiva Briseida, mente, reta al troyano Héctor y lo mata
Aquiles retira a los mirmidones de la ba- sin aceptar los códigos de funeral que és-
talla y se encierra encolerizado en su te le propone: “(...) No me hables de
tienda. Invoca a su madre Tetis, quien le acuerdos como no es posible que haya
dice: “(...) conserva la cólera contra los alianza fiel entre hombres y leones, ni
aqueos y abstente de combatir” (Canto I, que estén de acuerdo los lobos y corde-
414). Posteriormente, Aquiles explica a ros” (Canto XXI, 261). Luego arrastra su
Ulises que de todas formas se quedará cuerpo atado a su carro en torno a las
allí con sus naves: “(...) mi madre, la dio- murallas de Troya, sin permitir que tenga
sa Tetis, de argentados pies, asegura que los funerales que le correspondían.
las parcas pueden llevarme al fin de la
muerte de una de estas dos formas: si me Héctor, antes de morir, le advierte de su
quedo aquí a luchar en torno de la ciu- próxima muerte a manos de Paris; Aquiles
dad troyana, no regresaré a la patria tie- no escucha. Los dioses se indignan por su
conducta y él también los desoye. Sólo
rra, pero mi gloria será inmortal; si vuel-
cuando se lo pide Príamo, padre de Héctor
vo, perderé la ínclita fama, pero mi vida
y rey de Troya, accede entre llantos a devol-
será larga, pues la muerte no me sor-
ver el cuerpo de su enemigo. Aquí finaliza
prenderá tan pronto” (Canto IX, 308, la
la Ilíada, con los funerales de Héctor.
cursiva es nuestra). Los troyanos, enva-
lentonados por su ausencia, atacan a los 2.3. Aquiles continúa luchando, derrotando
griegos y los fuerzan a retirarse. Enton- una y otra vez a los troyanos y a sus
ces Patroclo le pide que le preste su ar- aliados, incluida la guerrera amazona
madura y lo deje avanzar con los mirmi- Pentesilea, de quien se enamora cuan-
dones a la batalla. Aquiles acepta, pero do la mata. Finalmente, Paris, hijo de
el príncipe troyano Héctor mata a Patro- Príamo, con la ayuda del dios Apolo,
clo. Entonces, el desconsolado Aquiles hiere mortalmente a Aquiles con una
“(...) dio un horrendo gemido; lo oyó su flecha en su único punto vulnerable, el
veneranda madre, que se hallaba en el talón. En la Etiopide de Aretino de Mi-
fondo del mar y prorrumpió en lamen- leto (700 A.C.), conocida por un resu-
tos: ‘(...) ¡ay de mí, desgraciada!, ¡ay de men posterior, se describe el final de la
mí, madre infeliz de un valiente! Parí un Guerra de Troya con el incendio de la

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Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

ciudad y la muerte de Aquiles. Otra de 3.1. La guerra de Troya no sucede realmen-


las versiones señala que este episodio te por el rapto consentido de Helena si-
se produce porque Aquiles se enamora no por los intereses hegemónicos de los
de Polixena, hija de Príamo, a quien so- reyes griegos, y la Ilíada es en realidad
licita en matrimonio. El pacto debe ce- la historia de la cólera de Aquiles. Aqui-
lebrarse en un templo de Apolo, donde les es un héroe y este término es otor-
Paris dispara la famosa flecha. gado “(...) al que creían nacido de un
dios o diosa y de una persona humana,
Aquiles es llorado durante dieciséis días por la cual le reputaban más que un
por las nereidas y por las nueve musas, hombre y menos que un dios” (Diccio-
mientras entonan cantos fúnebres. Luego nario de la Lengua Española de la Real
queman el cuerpo en la pira y sus cenizas Academia, Madrid, 1970, pág. 703).
son mezcladas con las de Patroclo y enterra-
das en el cabo Sigeo. Existen dos versiones El mito de Aquiles presenta particulari-
del final de Aquiles. En la Odisea, Ulises vi- dades y diferencias con las clásicas leyendas
sita a Aquiles en los infiernos donde escu- heroicas griegas de Heracles, Teseo, Perseo,
cha su dolor y preocupación por la suerte Jasón y Eneas; con las tragedias de Edipo y
de su padre Peleo y su hijo Neoptolemo. La de Narciso; y asimismo con su contrafigura
otra versión describe que Tetis se lleva a homérica, Ulises.
Aquiles a la isla Blanca, en la desembocadu-
En los primeros mitos heroicos predomi-
ra del río Danubio, donde durante el día se
na la realización de tareas que suelen ser
escucha el ruido de las armas y “por la no-
castigos de los dioses, de hazañas en fun-
che el ruido de chocar de copas y los cantos
ción de objetivos y necesidades bien defini-
de un banquete eterno” (Grimal, 1981).
dos, de huidas o cumplimientos de destinos
El retrato homérico de Aquiles es el de oraculares y de conflictos que se resuelven
un joven rubio de gran belleza y poderosa con mayor o menor éxito. Hércules cumple
voz, desconocedor del miedo. Fue el héroe los doce trabajos, Teseo derrota al Minotau-
preferido de los griegos y considerado co- ro y funda la democracia en Grecia, Perseo
mo un semidiós, al que se le rendía culto en corta la cabeza de la Gorgona y Jasón obtie-
toda Grecia durante las fiestas Aquileas de ne el vellocino de oro. Todos estos héroes
primavera. poseen una diferencia fundamental con
Aquiles: son hijos de un dios (Zeus, Posei-
dón) y una mujer mortal -que en general los
acoge gustosamente aun casada con otro
3. La doble cólera de Aquiles
mortal-, que suele ocuparse de ellos en su
It’s still the same old story infancia. La excepción la constituye Eneas -
the fight for love and glory justamente un rival de Aquiles en Troya-,
(...) as time goes by. que es hijo de Afrodita y el pastor Anquises,
pero la diosa del amor elige al mortal para
As Time Goes By, tema musical
del filme Casablanca.
su placer y en cambio Tetis fue casada con-
trariada y obligada con Peleo, a quien re-
chaza de múltiples formas. Así es que Eneas

35
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

es un protegido de los dioses, hereda la es- roes citados y que la de los mortales mí-
pada de Héctor y la estirpe troyana, y reali- ticos en las obras de Sófocles y Ovidio.
za la epopeya fundadora del mundo latino. Se trata nada menos de que su madre,
Aquiles -en cambio- va a pelear una guerra la diosa Tetis, podría haber seguido el
que no es la suya y en principio no le inte- destino de las grandes diosas primor-
resa, pierde las mujeres que ama y muere diales Gea y Rhea, dado que su hijo con
joven sin conquistar Troya. Zeus o Poseidón -que la cortejaban- iba
a ser el rey de los dioses del Olimpo, y
Aquí es importante precisar que el psi- este futuro es frustrado. Su ambivalen-
coanálisis se ha ocupado del mito de Aqui- cia con su descendencia, producto de su
les de manera parcial: se ha interesado por casamiento con un simple mortal, cons-
su fuerza, valentía y velocidad física, su fa- tituye una “historia familiar” que cual-
moso talón y su relación amorosa con Pa- quier psicoanalista actual tendría en
troclo. Rank (1914) se ocupa del ciclo míti- cuenta para pensar el vínculo materno-
co de quince figuras heroicas pero no de filial y la evolución posterior de Aqui-
Aquiles. Jung define un “complejo de les. De hecho, éste fue abandonado sin
Aquiles” como la tendencia a ocultar la ser amamantado ni criado por su ma-
propia debilidad, la impotencia o la homo- dre, quien después reaparece sobrepro-
sexualidad bajo la apariencia de invulnera- tegiéndolo como expresión del otro
bilidad o heroísmo. Lacan (1960) se ocupa polo de su profunda ambivalencia. Por
de la relación de amor Aquiles-Patroclo a otra parte, Aquiles queda prendado de
partir del discurso de Fedro en el Banquete esa madre en una de las relaciones diá-
de Platón. Aquiles, que había sido siempre dicas más intensas de la mitología grie-
el amado, sobre la tumba de Patroclo cam- ga -que el poema de Homero expresa
bia su posición transformándose ahora en apasionadamente. De este modo, lo
amante. Gratadoux (1997) pone el énfasis que en la voz materna se presenta co-
en la mortificación narcisista y su efecto de mo advertencia es en realidad una in-
desmesura en la relación Aquiles-Agame- ducción, y Aquiles elige la inmortali-
nón y la compara con la relación de Edipo dad, que es el deseo de su madre y que
frente a Layo. va a gobernar su destino.
Sin embargo, pensamos que se trata de En este sentido, es importante compren-
aspectos parciales del mito ya que creemos der que el mandato del ideal es más impor-
que éste contiene elementos peculiares y tante que las advertencias oraculares que
una historia cuyo valor heurístico surge aparecen también en boca de su madre. Así es
cuando se la estudia en forma global, como por ejemplo que Aquiles viola la advertencia
se ha hecho con Edipo o con Narciso y se la de no irritar a Apolo antes y durante la gue-
articula psicoanalíticamente con ellos. rra de Troya. Pero va a cumplir el deseo mater-
3.2. Por de pronto, la historia mítica de la no en función de su carencia y de no haber te-
generación anterior a su nacimiento nido una figura sustitutiva ni una presencia
tiene mayor envergadura psicológica paterna -que si bien le salva la vida en el ori-
que la de cualquiera de los grandes hé- gen, no aparece nunca más en su saga.

36
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

3.3. Un segundo aspecto de la leyenda es mó sobre su cabeza, afeó el bello rostro


que Aquiles, el intrépido guerrero, el y la negra ceniza manchó la divina túni-
violento y audaz pélida, durante nueve ca; después se tendió en el polvo y con
años no pelea en la guerra de Troya. las manos se arrancaba los cabellos”
¿Por qué? Por efecto de su cólera y ren- (Canto XVIII, 22). La muerte de Patroclo
cor hacia Agamenón que lo ha obligado es su propia muerte. Ahora sí se desen-
a cederle a Briseida. Es importante el cadena una verdadera cólera narcisista
análisis de este episodio. Es claro el en- que implica la furia que no se detiene
frentamiento con el padre en la figura ante nada, que viola todas las reglas in-
de Agamenón, el codicioso, el Zeus en- cluyendo la del culto de los muertos. Y
tre los hombres, que ubica la herida nar- quien provee las armas y el escudo para
cisista dentro de un triángulo edípico. esta masacre es su madre que, como
Aquí se presenta un hecho que entraña muestra la pintura encontrada en Pom-
una gran riqueza heurística: la cólera peya, “se refleja en el escudo que He-
edípica resulta protectora para el héroe festos le entrega” (Bellingman, 1989).
mirmidón, quien no se retira de la esce- Se trata entonces de un verdadero co-
na pero ataca indirectamente a Agame- lapso narcisista que provoca un pasaje
nón con su ausencia de la batalla. al acto vindicativo guiado por el ideal
que dice protegerlo y que lo conduce a
Pero también es importante precisar que la muerte. Se trata -como señala Braier
la herida no es tan profunda porque en rea- (2000)- del “deseo de unión con una
lidad Aquiles se siente en comunión con el madre que en el mundo de fantasía es
ideal; se siente invulnerable ya que sabe buscada a través de la muerte”.
que es imprescindible: aquí existe un equili-
brio narcisista que en realidad es precario, ¿Y en qué momento cesa su cólera? No
sostenido en el poder que daría la invulne- cesa cuando los dioses indignados ordenan
rabilidad, ser “un hombre que es algo más terminar con la humillación de arrastrar a
que los demás hombres”. Se trata de sober- Héctor frente a las murallas de Troya. Sólo
bia, de individualismo y hasta de falta de cesa cuando interviene una figura paterna -
solidaridad pero no de megalomanía. Príamo- que le pide el cadáver de Héctor y
activa el vínculo de Aquiles con su propio
3.4. El tercer aspecto es el que corresponde padre y produce el llanto de dolor del hé-
al desenlace de la leyenda. Así es como roe, es decir la recuperación de una elec-
su amigo-hermano-primo-amante Pa- ción objetal.
troclo, es decir su doble, recibe sus ro-
pas, casco y armadura para que los grie- 3.5. El cuarto aspecto es el fracaso objetal de
gos crean que es Aquiles. La muerte de Aquiles y su muerte. La pérdida de Bri-
Patroclo provoca la segunda y monu- seida; la tragedia del asesinato de la rei-
mental cólera, y una pérdida del delica- na de las amazonas, Pentesilea, de quien
do equilibrio logrado anteriormente: se enamora cuando la mata; y el amor a
ahora la vulnerabilidad del invulnerable Polixena, que es la causa de su muerte a
se pone de manifiesto. “(...) y Aquiles cargo de Paris-Apolo, muestran la impo-
tomó ceniza con ambas manos, la derra- sibilidad de satisfacción objetal.

37
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

Por otra parte, su muerte es varias veces El funcionamiento triádico con su conflic-
anunciada e inclusive su autor. Sin embar- to concomitante lo preserva; este es el Aqui-
go, nuevamente su vivencia de invulnerabi- les “neurótico”. No es casual que Bauzá
lidad y su hambre de gloria en relación con (1998) señale que “el héroe clásico nos con-
la identificación con el ideal materno no lo mueve no por lo que posee de divino, sino
detienen nunca. Pero lo que es importante por lo que tiene de mortal”, y que enfatice
recordar es que, junto a estas advertencias, que Peleo, su padre, era -como escribe Pínda-
su madre por dos veces4 le da las armas di- ro- “el hombre más piadoso que sustenta la
vinas para combatir. Se hace así claro el llanura de Yolco”. A la identificación con su
mandato del ideal que desmiente su vulne- padre se debe lo mejor de Aquiles, lo que se-
rabilidad. Aquiles no tiene miedo y se dedu- gún el investigador citado lo presenta como
ce del relato homérico que no es consciente “un modelo heroico digno de ser emulado”.
de su famoso punto vulnerable. En toda la
Ilíada no hay mención alguna acerca del Pero la historia del ideal nos presenta
“talón de Aquiles” y en ningún momento la el otro aspecto, que es el predominante y
historia mítica alude a algún dispositivo pa- actúa como motor. Se trata del narcisismo
ra protegerlo. Eso sí: su escudo y armadura tanático que busca la gloria5 en una infa-
ocupan varias páginas del relato homérico. tuación que lo une indisolublemente al
Pero no hay aquí la ayuda del hilo de Ariad- deseo de inmortalidad de su madre. Es así
na que recibe Teseo para derrotar al Mino- que Aquiles -el guerrero invencible- mue-
tauro, ni la de Palas Atenea y Hermes a Per- re sin haber logrado nada: la guerra de
seo para matar a la medusa. Y no hay aquí Troya la gana Ulises, es decir el yo que tie-
los recursos yoicos de Ulises para no caer en ne en cuenta la realidad, que desarrolla
el canto de las sirenas o en manos del gi- recursos creativos para transformarla y
gante Polifemo. que regula su autoestima de otro modo.
En realidad la vulnerabilidad del invul- No es casual que sea él quien consuela al
nerable es máxima. ¿Por qué? Porque Aqui- alma de Aquiles en el infierno, quien re-
les mientras actúa en el teatro de lo prohi- cién allí como alma errante pregunta por
bido (McDougall, 1991), es decir en la lega- su padre y por su hijo, es decir hace las
lidad de la cultura, es menos vulnerable. preguntas objetales. Por otra parte, la
Obsérvese que esta legalidad no es homo- otra versión del final del héroe confirma
génea pero siempre implica un nivel de in- la hipótesis de que -a diferencia de Ulises
terdicción. Ya sea en la violenta rivalidad que en la Odisea rechaza la propuesta de
con Agamenón, como en la escucha a las inmortalidad de Calypso- Aquiles escucha
persuasiones de Ulises, y principalmente en el canto de la sirena en esa inmersión fu-
el llanto y la aceptación de la súplica-de- sional e inmortal con su madre Tetis en la
manda de Príamo: aquí reingresa a la cultu- isla, en una clara alusión al narcisismo
ra al permitir el rito funerario. oceánico.

4 Tetis hizo de todo menos intentar protegerlo cuidando su talón o aplacando la ira de Apolo.
5 La búsqueda de gloria o inmortalidad genera la confusión en la valoración del héroe, pues se le atribuye un alto valor ético (cfr. Gri-
mal, 1998).

38
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

4. Psicoanálisis del siglo XXI: como “aquileica”, es decir una clínica de los
la clínica aquileica vulnerables que se sienten invulnerables, de
los desvalidos que necesitan la gloria, de los
“Me agrada, señor profesor, observé, que violentos que se sienten justos, de los mor-
usted también tenga sus complejos, que tales que se sienten inmortales. Una clínica
también usted traicione su mortalidad. donde la renegación y la omnipotencia con-
¡Aquiles sería intolerable si no fuera vive con el vacío estructural (Lutenberg,
por su talón!” “Nuestros complejos 2004). Esta clínica es en cierta forma un más
-replicó Freud- son la fuente de nuestra allá de Edipo y Narciso que los integra en su
debilidad, pero también a menudo son la complejidad, aunque este último predomi-
fuente de nuestra fuerza.” ne o haya sido el único mito explicativo. Por
George S. Viereck. Reportaje a Sigmund Freud, otra parte, conviene aclarar aquí qué es lo
1927 (la negrita es nuestra). que entendemos psicoanalíticamente como
vulnerabilidad. Esta noción alude al predo-
minio y ulterior cristalizacíón de un modo
4.1. Posición subjetiva aquileica: para el psi- de funcionamiento psíquico que correspon-
coanálisis, uno de los problemas funda- de a lo que entendemos como inconsciente
mentales es que el ideal que el analista escindido6. Este predominio depende de la
tiene de un proceso psicoanalítico es historia y actualidad de vivencias traumáti-
compartido -y no siempre- por los pro- cas, de las características de la calidad de vi-
pios analistas cuando se analizan. Pero da y en especial del grado de sostén históri-
no sucede así con gran parte de los pa- co y actual de las redes vinculares (Zuker-
cientes, que -sin patología definida- feld y Zonis Zukerfeld, 1999 y 2001).
tienen como ideal de la cura lo “rápido,
En relación entonces a estas considera-
seguro e indoloro” que el psicoanálisis
ciones es que podría ser útil definir lo que
en principio no parece poder brindar.
entendemos como posición subjetiva aqui-
Se trata de guerreros y guerreras que
leica (PSA). Se trata de la condición psíquica
deben enfrentar nuevas realidades,
que implica:
que procuran estar siempre despiertos,
siempre bellos y siempre exitosos. Y a) La coexistencia de funcionamientos edí-
cuando esto no se logra a veces pueden picos y narcisistas con predominio de es-
pensar y hablar de ello, pero muchas tos últimos en función del comando del
otras lo evitan a través de descargas im- yo ideal. Se trata de la presencia del dé-
pulsivas, eclosiones somáticas y drogas. ficit (efecto de lo irrepresentable, des-
El individualismo y la desconfianza, o la mentida, descarga, duplicación) con mo-
imposibilidad de recurrir al lazo social, mentos de conflicto.
va configurando una condición de exis-
tencia a la que le cabe bien la noción b) La existencia de manifestaciones y com-
de patología de los ideales. portamientos que expresan vulnerabili-
dad (conductas de riesgo, incapacidad
Se trata de una clínica que entendemos de afrontamiento de los sucesos vitales,

6 Esta concepción se encuadra dentro de lo que entendemos como heterogeneidad del inconsciente y coexistencia de funcionamien-
tos que hemos desarrollado a propósito de la revisión metapsicológica que entendemos constituye una tercera tópica (Zukerfeld,
1990, 1992, 1993, 1996, 1998, 1999, 2002).

39
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

imposibilidad del duelo) sumada a la Figura 1. Constitución


obediencia a ideales culturales dominan- de la posición aquileica
tes. Se trata de una carencia equilibrada
o compensada muchas veces con el desa-
rrollo de un patología definida (eclosio-
POSICIÓN
nes somáticas, violencias diversas, adic- SUBJETIVA
ciones, anorexia nerviosa). AQUILEICA IDEAL
VULNERABILIDAD (PSA) CULTURAL
Esta PSA es común a un gradiente de com- Eficientismo DOMINANTE
posición heterogénea que va desde los neo- Inmediatez
Cambio corporal
narcisismos que menciona Lipovetsky (2002)
hasta las locuras privadas de Green (1990).

En la figura 1 se puede observar que la


PSA alude al solapamiento de una condi- PATOLOGÍAS ACTUALES
ción que tiene una historia (vulnerabilidad)
con un contexto que ofrece los valores y los
4.2 El caso Julián
dispositivos que una época y/o una clase
sostiene (ideales culturales dominantes). De 4.2.1.Agosto de 1999, primera entrevista.
este modo, esta posición no debe reducirse “Me llamo Julián, tengo treinta y
ni a uno ni a otro de sus componentes. Esto ocho años, soy ingeniero, vivo solo,
significa que una determinada vulnerabili- ninguna relación me dura más de un
dad puede devenir directamente patología, año. Tenía ganas de comenzar una te-
puede no evolucionar hacia la enfermedad rapia, no sé... me interesa.”
e inclusive puede ser -como señala Freud-
“la fuente de nuestra fuerza”. Esta última A continuación, describe minuciosamente
concepción puede sostenerse en la medida las tareas que desempeña en la empresa en
que la vulnerabilidad sea entendida más co- la que trabaja desde hace diez años. Su evo-
mo un potencial que como una disposición lución, su rápido ascenso, el reconocimiento
a enfermar, de modo que el sesgo determi- de sus compañeros. “Tengo que correspon-
nista de la historia se atenúa pues adquie- derlo.” “Soy muy exigente con mi trabajo,
ren jerarquía los relatos que se construyen nunca estoy conforme, sé que todo depende
de acuerdo a los ideales culturales domi- de mí. Cuanto más doy, más obtengo.”
nantes. Si estos -por ejemplo- se presentan
como ofertas de solidaridad, en realidad Se lo nota entusiasmado, intensamente
constituyen la posibilidad de desarrollo resi- conectado con su relato. Dice que era de
liente7 -como advertimos anteriormente. Tucumán y que ha llegado a Buenos Aires
para realizar sus estudios universitarios.
Viaja mucho por motivos de trabajo, no le
gusta para nada pero siente que es un reco-
nocimiento por parte de sus jefes y que no
puede defraudarlos. La analista le propone

7 Hemos estudiado la resiliencia a partir de las nociones de creatividad y creación que metapsicológicamente entendemos como los
procesos terciarios pasibles de construirse en vínculos intersubjetivos significativos (Zukerfeld y Zonis Zukerfeld, 2002).

40
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

un horario para una segunda entrevista con sica, pero en sus sesiones de lo único que
la intención de conocerse más, pero él dice habla es de su incapacidad, de sus déficit,
“ya quiero empezar”. que no puede empezar nada nuevo y que
viviría hasta que se terminasen sus ahorros.
Durante el primer año de tratamiento
Parecía que todo el espacio que antes era
habla fundamentalmente de su trabajo, se
ocupado por sus logros había sido “llena-
siente respetado por sus compañeros y es-
do” con su derrumbe. Se comienza a inves-
pecialmente considerado por sus jefes, lo
tigar por qué le resultaban intolerables los
llaman para todo y eso le da mucha seguri-
silencios y la necesidad que tenía de llenar-
dad aunque lo exige cada vez más.
los inmediatamente. Pasan varios meses en
Las relaciones con las mujeres no pare- los cuales Julián refiere esta sensación de
cen conflictivas, aunque es consciente de inutilidad y desesperanza junto con distin-
que no ocupan mucho tiempo en su vida. tas manifestaciones somáticas.
De todas maneras, disfruta de su compañía
Paralelamente, la analista muestra inte-
y se siente exitoso con ellas. De su historia
rés por su salud, le pregunta por ejemplo
infantil no habla. Sólo menciona a su madre
acerca de su alimentación o le sugiere cami-
y su abuela, que viven juntas en Tucumán.
nar. Julián se sorprende mucho con estas in-
“A mi madre, cada tanto le mando recor- tervenciones, pero las escucha cálidamente.
tes donde aparece mi nombre, folletos, ese Poco a poco comienza a contar espontánea-
tipo de cosas.” El sentimiento contratransfe- mente si había comido o cuánto había ca-
rencial de la analista es de aburrimiento y de minado.
preguntarse para qué viene dado que el
conflicto no aparece, ni hay quejas. Durante Un día, muy alterado, dice que está muy
el año 2000 asiste puntualmente a sus sesio- preocupado porque su madre iba a visitarlo
nes; cuando viaja, paga por adelantado; si y aún no le había dicho nada acerca de su si-
puede, trata de recuperar sus sesiones. tuación. Seguía mandándole folletos, foto-
copias de trabajos viejos y dinero tal como lo
Marzo de 2001: Julián llega a horario y a hacía antes. Dice que le haría un daño terri-
la analista le sorprende su aspecto, se lo ve ble si se entera: “Sé que la mato, siempre le
mal, delgado, desaliñado. Pide sentarse, llo- di seguridad, se siente orgullosa.”
ra y, como puede, relata que la empresa es-
taba por retirarse del país y que habían de- Este comentario y la inminente llegada
cidido prescindir de sus servicios. El senti- de la madre introducen un nuevo escenario
miento de derrumbe era total. Aparecen en su tratamiento. Comienza a relatar las di-
ideaciones suicidas, ya nada tiene sentido ficultades económicas en su infancia; habla
para él, tiene la convicción de que no podrá del silencio de su abuela: “nunca hablaba,
salir de esta situación y que nada le intere- tenía la mirada triste”. Su madre trabajaba
sa. Siguen dos sesiones donde no puede ha- todo el día, lavaba ropa, también era muy
blar, se siente sin fuerzas y camina pesada- silenciosa, poco afectuosa, muy exigente
mente. La analista le sugiere que haga una con el estudio. En esas cuestiones estuvo
consulta con un psiquiatra, que lo medica. siempre muy atenta, hizo un gran sacrificio
Con la medicación tiene una leve mejoría fí- para que pudiera seguir sus estudios.

41
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

No conoció otra familia; siempre estuvie- contenidos no estaban reprimidos si-


ron los tres, hasta que en un verano en Cór- no escindidos, y el éxito profesional
doba se encuentra con un primo bastante que había logrado durante diez años
mayor que él, quien hace referencia al “rí- le permitió alcanzar un equilibrio pre-
gido de tu abuelo”; él no entiende por qué, cario en constante tensión fusionado
lo único que sabía era que su abuelo había con esta madre deficitaria, a quien
muerto antes de que él naciera. Busca con- completaba cumpliendo su mandato.
versación con este primo y sin ponerse en
evidencia se encuentra con parte de su his- Cuando la empresa lo despide, sobrevie-
toria que nunca había escuchado. Su madre ne el derrumbe. Su identidad se disuelve, se
había quedado embarazada a los diecisiete siente humillado, sin futuro, desesperanza-
años; ella decía que había sido con un señor do. Se reconstruye el escenario del desampa-
muy importante del pueblo, quien negaba ro producido por esos padres violentos que
esta relación. Cuando el abuelo se entera, abandonan y expulsan. Pero esto no podía
se va de la casa dejando a las dos mujeres ser verbalizado, sólo aparecían sentimientos
solas. Ellas se mudan y se alejan de toda la confusos, malestar y deterioro físico.
familia, criando a Julián en la total ignoran-
cia de lo sucedido. Julián reconoce que nun- Probablemente, el temor a la mirada de
ca preguntó: “Para mí era normal lo que vi- la madre (por un lado) y la actitud afectuo-
vía, era lo que estaba.” sa de la terapeuta (por la otra) le permiten
reconectar estos aspectos disociados del co-
Después de que cuenta estos episodios la mercio libidinal. Así fue reconociendo su te-
analista le pregunta cómo se siente: “Un rrible necesidad de superación y para qué y
poco más tranquilo”, y hace un chiste por quiénes eran los tributarios de semejantes
primera vez: “¿parece una novela, no?” La ofrendas. ¿Cuánto más tendría que hacer
analista sonríe y él la mira afectuosamente. para reparar la humillación familiar, cuán-
La analista intenta validar su experiencia di- tos folletos y trabajos tendría que producir
ciéndole que debe haber sido muy doloroso para rescatar el honor de su madre?
para él reencontrarse con estos aconteci-
mientos. A partir de ese momento dice que Julián no entendía cómo, habiendo tan
puede entender los silencios de la abuela, pocas palabras entre ellos, estos mandatos
esa mirada que a veces era triste y otras le estaban tan claramente entendidos. No era
daba miedo. Se pregunta por qué y de dón- consciente de los esfuerzos y las consecuen-
de venía esa exigencia a dar cada vez más o cias que implicaba satisfacerlos. Creía que
por qué nada le alcanzaba, por qué no tole- todo era posible, “cuando más doy, más ob-
raba el silencio o la inactividad. tengo”. Es decir, no era consciente de su vul-
nerabilidad. Por primera vez estas vivencias
Comienza así una etapa de preguntas, y
fueron verbalizadas a partir de la creación
un notable cambio transferencial.
de un ambiente facilitador que permitió
4.2.2. Entendemos que Julián se conecta por que “cada encuentro significativo instituya
primera vez en esos dos años de trata- un momento originario” (Berenstein, 2002),
miento con parte de su historia. Estos en una suerte de coproducción de sentido.

42
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

Es interesante preguntarse qué habría La clínica actual -un recorte de la condi-


pasado con este paciente si la empresa hu- ción humana- implica tener en cuenta las
biera continuado con la actividad. O cómo características del mundo donde se desarro-
habría continuado su historia si no se hu- lla. Un mundo donde se pueden librar gue-
biera producido en él la intriga por el co- rras con pretextos variados que sólo ocultan
mentario del primo. Las circunstancias pro- el interés de conservar un poder hegemóni-
ducen efectos psíquicos que en este caso, co, pero que se sostienen generando idea-
gracias a la modalidad del vínculo analítico, les que se presentan como nobles. Guerras
sirvieron para la creación de algo nuevo. Se que inclusive van más allá de la ley talióni-
trata de un cambio subjetivo que implica el ca, genocidios donde los terrorismos de Es-
haber pasado de lo que llamamos PSA con tado crean la figura del desaparecido, es
su modalidad épica a la dimensión trágica decir la muerte sin cuerpo ni sepultura que
de la interrogación. Julián, al igual que viola las leyes fundadoras de la cultura. Así
Aquiles en el infierno, luego del derrumbe le habla Aquiles a un Héctor moribundo:
narcisista y de la vivencia de la propia vul- “(...) te he quebrado las rodillas; a ti los pe-
nerabilidad, comienza a preguntarse. No rros y las aves te despedazarán ignominio-
siempre la evolución es así, ya sea por la samente” (Canto XXII, 331).
cristalización de la patología, por la falta de
acontecimientos o por las dificultades con- Por otra parte, como señala Viñar (2002),
tratransferenciales en la conformación del en el mundo actual, “la disyuntiva del neo-
campo analítico. Si estos se superan y las cir- liberalismo con la bifurcación entre el éxito
cunstancias ayudan, es posible que Aquiles y el naufragio y la exclusión promueve mar-
devenga en Ulises, es decir que emprenda cas en el lazo (vínculo social) con un desdén
su odisea humana y mortal en función de por la solidaridad y una recompensa al indi-
sus propias elecciones. vidualismo”, y además “(...) siempre hay ne-
xos más o menos estables entre cultura y
psicopatología”.
Reflexiones finales Para entender estos nexos, en primer lu-
gar es importante tener en cuenta el factor
Antes me había preguntado cómo eran tan
generacional, es decir qué es lo que se
pocos los hombres que vivían para un ideal.
transmite de padres a hijos de acuerdo a lo
Ahora advertía que todos los hombres
que los padres recibieron de los suyos y qué
son capaces de morir por un ideal.
modulan sus deseos puestos en sus vásta-
Herman Hesse, Demián, p. 124. gos. Es bastante conocido lo que significa
para los hijos que sus padres sean “dioses
frustrados”, es decir ese caldero de indife-
La vida cambia y el psicoanálisis también; renciación y ambivalencia que se traduce en
estamos sólos en el comienzo de una la carencia y/o en el exceso. En este sentido,
nueva ciencia. una historia aquileica es correlativa a la im-
Sigmund Freud, 1927.
posibilidad de una parentalidad suficiente-
mente buena, que empero no debe simpli-
ficarse en una suerte de determinismo inge-

43
Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld Texturas freudianas

nuo sólo basado en la carencia. Si ésta pue- concepción bélica inunda el lenguaje común
de hacerse evidente, hay mayor probabili- y gran parte de los dispositivos culturales vin-
dad de sustituciones reparatorias; pero si se culados al trabajo, la salud, la educación y
reviste de “armaduras divinas”, oculta trá-
obviamente el deporte. El sinsentido del efi-
gicamente su vulnerabilidad.
cientismo, la inmediatez, las manipulaciones
En segundo lugar, hay que comprender del cuerpo y sus coqueteos con la muerte no
que en la clínica actual el problema no es son estrictamente ni neuróticos ni psicóticos.
sólo el desvalimiento o el trauma sino su
forma de subsanarlo con aquellas armadu- Pero no se trata de agregar nuevas enti-
ras que se recogen de los ideales culturales dades al ya saturado psicoanálisis de térmi-
dominantes. nos y categorías volátiles. En ese sentido,
Por otra parte, el enfrentamiento con la cuando describimos una posición subjetiva
realidad y su posibilidad de transformarla en aquileica lo que estamos intentando es no
los Aquiles actuales es deficitario dado que aplastar procustianamente la complejidad
predomina un funcionamiento psíquico don- de las patologías que se deslizan a estilos de
de el yo se percibe como invulnerable si es vida y no caer en simplificarlas a conceptos
eficiente, bello y rápido, y cae en la parado-
preexistentes. Este deslizamiento se produ-
ja de morir buscando la inmortalidad. En es-
ce por el cumplimiento de los ideales domi-
tas condiciones, la hostilidad hacia el objeto
y la vivencia ignominiosa pueden expresarse nantes y satura el déficit de modo que la
tanto en el acto-descarga como en la eclo- egosintonía generada diluye la diferencia
sión somática, y esto evidencia una profunda entre individuo y cultura: la obediencia obs-
vulnerabilidad que a veces se expresa como truye la denuncia y la interrogación.
perplejidad. Como señala Vidal-Naquet
(2001), “(...) es Aquiles -no Agamenón ni La vida ha cambiado y el psicoanálisis en
Ayax- quien formula en la Ilíada la pregunta el siglo XXI no debiera dejar nunca de lado
decisiva, la única que no tiene respuesta: las circunstancias, especialmente cuando és-
¿por qué los argivos deben hacer la guerra a tas dejan de ser humanas. Hoy en día es difí-
los troyanos?”. En cierta forma, la guerra de
cil vivir con o por un ideal; sin embargo, es
Troya puede tomarse como una protoguerra
que simboliza, por un lado, la búsqueda de importante no desalentarse. Por eso hacemos
poder hegemónico y, por otro, un sinsentido nuestra la respuesta de Freud al cumplir se-
esencial. Inclusive la noción de guerra se ex- tenta años al periodista norteamericano
tiende hoy en día a la condición de vida más George Viereck: “No me haga aparecer como
allá de los combates armados. O acaso la pre- un pesimista (...) yo no desdeño el mundo; ex-
gunta de Einstein a Freud (1932) sobre si presar desprecio por él es sólo otro modo de
“(...) existe una posibilidad de enderezar el
cortejarlo, de ganar audiencia y aplausos...”
desarrollo psíquico de los hombres de modo
que resistan la locura de destrucción...”, alu-
de hoy en día sólo a las bombas y misiles.
Creemos que no porque la terminología y la

44
Texturas freudianas Rubén Zukerfeld, Raquel Zonis Zukerfeld

Resumen Bibliografía
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46
Texturas Inglesas
Marcella: de la sensorialidad
explosiva a la capacidad de pensar

Antonino Ferro*

En este trabajo deseo remarcar cómo hay de Marcella consistía en una continua eva-
pacientes con los cuales un largo trabajo de cuación o, como única alternativa, en un
análisis (antes de que se pueda trabajar con adormecimiento, o mejor, en un aletarga-
la represión y con la reconstrucción de la miento de estados protoemotivos. Esto
historia infantil utilizando interpretaciones comportaba una suerte de aplastamiento
clásicas) consiste en permitir un desarrollo emocional y existencial que impedía que to-
de la capacidad misma de pensar, de un “lu- maran cuerpo estados protoemocionales in-
gar” en el cual “tener” las emociones y has- tensos que Marcella no sabía cómo trans-
ta de un lugar en el cual tener las interpre- formar en emociones vivibles ni en pensa-
taciones del analista. mientos pensables, sino que eran para ella
sólo fuentes de peligro por incontenibles.
Toda una larga parte del análisis de Mar-
cella ha consistido en este trabajo, que de- Me fue necesario no poco tiempo para lle-
finiría como por encima de los contenidos y gar a organizar un pensamiento propio sobre
basado, precisamente, sobre el desarrollo el trabajo hecho y por hacer con Marcella, y
de su posibilidad de transformar turbulen- creo deber mucho a la “paciencia” que he lo-
cias protoemocionales y torbellinos de sen- grado tener cuando la situación con un pa-
sorialidad en emociones y pensamientos y ciente resulta oscura, aparentemente inmo-
en su capacidad de “gestionarlos” una vez dificable y sin caminos visibles de salida.
que estaban formados.
Una constante de mucho trabajo con Mar-
A falta de esta capacidad y de estos luga- cella ha sido la fuerte implicación de mi fun-
res (en slang bioniano, a falta de función al- cionamiento mental en la sesión; por largo
fa y de “contenedor”), la actividad psíquica tiempo he debido suplir la incapacidad de

* Psicoanalista (Italia)

49
Antonino Ferro Texturas inglesas

Marcella de vivir emociones y pensamientos Por identificación proyectiva, además,


hasta poder progresivamente “pasarle el mé- Bion entiende un proceso siempre en acto
todo” para llevar a cabo tales operaciones. para comunicar que tiene también la fun-
ción de proyectar sensorialidad, que devie-
Naturalmente, en cuanto diré está implí- ne -transformada- en elementos “útiles”
cito un modelo de la mente que deriva de para pensar. Una profundización de tales
las conceptualizaciones de Bion (1962; 1963; puntos de vista se encuentra en un reciente
1965), que creo no están muy acreditadas en artículo mío (Ferro, 2002).
el psicoanálisis estadounidense, pero tal vez
justamente por esto podría ser interesante Podemos ver todo el proceso con Marcella
proponer compartirlas y reflexionar sobre como un laborioso trabajo para construir tal
sus implicaciones en el trabajo cotidiano. “aparato digestivo” antes de que pudiera
obrar sobre los “contenidos” de tal aparato.
Para Bion es central el trabajo que la
mente de la madre (o del analista) hace so- Intentaré describir las fases significativas
bre la angustia (elementos beta), que viene de dicho trabajo al cual, de todos modos, a
proyectada desde el niño (o el paciente) y menudo le he dado sentido après coup y
que puede -si encuentra una mente recepti- siempre después de una gran labor contra-
va (capacidad de rêverie)- ser transformada transferencial.
por ella (a través de la función alfa, uno de
cuyos factores es la capacidad de rêverie) en
ladrillitos para pensar (elementos alfa). Es- I. Turbulencia emocional:
tos últimos, que constituyen el “pensamien- de la identificación proyectiva
to onírico de la vigilia”, testimonian el logro a la narración. O “el piso de abajo”
del proceso de formación del pensamiento de Marcella
(en otro lenguaje se podría decir del proce-
Por largo tiempo, la característica princi-
so de simbolización). La repetición de pro-
pal del encuentro con Marcella, empleada
yecciones de elementos beta, su recepción y
en una oficina regional, fue el aburrimien-
su restitución después de haber sido “trans-
to, o mejor dicho, la atmósfera de aburri-
formados” en imágenes (en otro lenguaje,
miento que, a poco, invadía la habitación
proceso de figurabilidad y representabili-
y mi mente.
dad), echa las bases del desarrollo de aque-
llo que Bion llama continente y que es una Era una muchacha ni linda ni fea, que no
suerte de “cesto” que sirve para dar lugar a tenía ningún interés, sin nada que la atraje-
las emociones y a los pensamientos a fin de se y la implicase, venida al análisis por un
que puedan desarrollarse y entretejerse. malestar indefinido e indefinible.

En el fondo, la concepción de la mente Mi sensación frente a ella fue rápida-


de Bion es similar a la de un aparato diges- mente de pesadez, de aburrimiento, de in-
tivo que debe desarrollarse para poder “di- capacidad para hacer interpretaciones
gerir” los aportes sensoriales; aquello que transferenciales, casi de “no querer tocarla”
es “digerido” formará los elementos de ba- y, simultáneamente, después de un tiempo
se del pensamiento. de escucharla, sentir cómo se me “desco-

50
Texturas inglesas Antonino Ferro

nectaban” los pensamientos casi hasta per- Trataba, entonces, de tener un gran res-
derme y no lograr seguir ni siquiera el pla- peto por el plano manifiesto de la narra-
no manifiesto del relato. ción compartiendo cuanto decía Marcella y
buscando hacer intervenciones interpretati-
Así fue todo hasta que aparece un sueño: vas altamente insaturadas.
Marcella abría los cajones de una mesita de
luz que tenía junto a la cama y había dentro Sintiendo que, ante todo, debía recupe-
una infinidad de “espoletas” (tubos para rar aquella capacidad de pensar que en pre-
enroscar los hilos de coser) de todos colores, sencia de Marcella se disolvía por completo
todas mezcladas unas con otras. Cerraba los hasta hacerme sentir confundido, desorien-
cajoncitos llena de miedo pensando qué di- tado, incapaz de efectuar alguna ligazón
fícil sería y cuánta paciencia haría falta para significativa.
desenredar semejante maraña de hilos.
Recuerdo cómo empezó a adquirir senti-
Asoció cómo, de pequeña, iba a jugar do la reestructuración “del departamento
con la abuela modista, pero inmediata- de abajo” (por largo tiempo, el departa-
mente apareció en mi mente otra acepción mento ubicado en el piso de abajo de mi es-
de la palabra “espoleta” (distinta de la ma- tudio estuvo en refacción), a la que comen-
nifiesta para la paciente), aquélla de “me- zó a espiar a medida que transcurría. Y ello
canismo que inicia la explosión en los pro- ocurrió en correspondencia con el darme
yectiles de artillería”, y con ella el recuerdo cuenta de la existencia de dos niveles de la
de un niño que tuve en análisis que recu- comunicación: uno superficial, terriblemen-
bría, hasta esconderlos con una espesa ca- te falto de espesor, el otro vehiculizado por
pa de plastilina, los animales feroces a los identificaciones proyectivas que tenían la
cuales tenía terror. Entendí, además, por facultad, en la sesión, de desactivar la capa-
qué durante largo tiempo no había podido cidad de escucha del texto manifiesto, co-
“tocarla” sobre un plano emotivo con mis mo decía antes, de desconectarme los pen-
interpretaciones: precisamente por el te- samientos y de ponerme en contacto con la
rror a que “explotase”. existencia de protoemociones de un primiti-
vismo absoluto que eran evacuadas o enre-
Recuerdo cómo, desde aquel momento, dadas por el aburrimiento.
fue posible “transferirnos” con la paciente al
taller de la abuela y descubrir su miedo y su Emergían, decía, tales relatos del “piso
terror a las emociones enredadas y explosi- de abajo”. La “pastina sobre las paredes”,
vas, que tenía bien encerradas en los cajones referida, en el plano manifiesto, al nombre
con el aburrimiento. De las “espoletas” co- que se da en la jerga de la construcción a un
menzaron a devanarse algunas “historias”. tipo de pintura áspera que veía usar a los
“albañiles en el piso de abajo”, será posible
Historias que yo no sentí de modo algu- relatarla y reencontrarla (después de una
no interpretables en su significado actual o intervención mía: “la pastina sobre las pare-
transferencial porque entendía que no te- des me hace venir a la mente un niño muy
nía sentido alguno hacerlo, en tanto está- enojado”) en el recuerdo de las explosiones
bamos inmersos en el reino de lo concreto. de rabia que tenía de pequeña si la tempe-

51
Antonino Ferro Texturas inglesas

ratura de la “pastina”1 no era la deseada, Mi cautela es premiada y, progresiva-


durante las cuales arrojaba el plato contra mente, aparecen sobre el “lugar de traba-
la pared, arruinándose el contenido. jo” también “relaciones afectivas” al lado
de aquellas que define “de oficina”.
Recuerdo mi esfuerzo para aceptar la
datación del problema en la infancia renun- En una sesión en la cual logro contri-
ciando a una explicitación relacional fácil: buir, particularmente bien, a la creación de
referida a la furia que la paciente sentía ca- un clima bueno y poco persecutorio, em-
da vez que la interpretación era demasiado piezan a aparecer los “recuerdos infanti-
caliente o demasiado fría o relativa a cómo les”, entre los cuales uno -que no sabe si
arruinaba (volcaba) los contenidos de la in- recuerda o se lo ha contado la madre-: es-
terpretación misma. tar sentada en el andador en un largo co-
rredor, al cual se abrían tres cuartos de la
Y así también la “turca” que hay en la casa (inútil decir que Marcella hacía en
habitación, a la que podemos entender co- aquel período tres sesiones a la semana), y
mo “la cama con cabecera”, que remite al de haber tomado progresivamente veloci-
diván del analista pero no todavía a aque- dad hasta chocar violentamente contra el
llos aspectos de sí misma de los cuales igno- lavatorio del baño que se encontraba al
ra la lengua y que le eran extranjeros. fondo del corredor.
Pero estos sentidos no se pierden en una La sesión termina así, mientras me siento
óptica de campo (Baranger, 1992; Ferro, contento del emerger de este nivel más
1992), están presentes de todos modos en profundo y personal.
la habitación de análisis si están presentes
en la mente del analista, atentos a desarro- Luego, mientras estoy en los diez minu-
llar posibles tramas compartidas o a cual- tos que, en mi setting habitual, separan a
quier posibilidad de abrir nuevos espacios a un paciente de otro, advierto que me ha ve-
la “pensabilidad”. nido, de improviso, un dolor de cabeza muy
violento. Me pregunto la razón, dado que
para mí es un hecho insólito. Estoy preocu-
II. El nacimiento de una emoción pado por la hora siguiente: ¿cómo podré
trabajar con la nueva paciente? Y siento
Después de un período ulterior de análisis, que hay alguna cosa que concierne a Mar-
la fantasía que toma cuerpo en mí es la de cella: a este punto comprendo mi dolor de
estar en presencia de uno de esos calamares cabeza, la preocupación por la hora si-
que cuando se sienten en peligro emiten guiente y la nueva paciente.
chorros de tinta.
Se ha producido un cambio que no tiene
Cualquier tentativa de mayor acerca- que ver con una identificación masiva mía
miento o de interpretación, aunque fuese con la paciente, sino con la germinación, en
cauta, no hace sino aumentar tales “chorros un lugar del campo, de una emoción fuerte,
de tinta”. Siento que debo afianzarme en la mejor dicho de un dolor mental, de un su-
paciencia. frimiento psíquico que sanciona el origen

1 Nota de la T.: fideos, particularmente los de la sopa.

52
Texturas inglesas Antonino Ferro

de un salto en el crecimiento mental de precisamente, quince minutos.


Marcella. De ello sólo se ve en el campo el
precursor, pero una vez que algo prende vi- No me hubiera resultado difícil una in-
terpretación de escuela, pero siento que na-
da en el campo no ha de pasar mucho tiem-
cería sólo de mí, que sería en menos K, pa-
po para que pueda ser, establemente, un
ra decirlo con Bion, y que no encontraría lu-
asunto también del paciente.
gar en la paciente, no produciría insight, tal
Al comienzo hablaba de una contribu- vez sólo persecución y pérdida de contacto
ción mía al buen clima, ¿qué quiero decir? (“hay una parte suya que ha controlado
¿Una falsa aquiescencia del analista? ¿Un bien que no llegara a la sesión... esa necesi-
hacer de cuenta que no pasa nada? Absolu- dad extrema del análisis...”).
tamente no, ni siquiera es aquel dosificar
Me limito a hacer comentarios sobre el
“temperatura y distancia de la interpreta-
“hecho”, pregunto cómo lo ha vivido y esto
ción” (Meltzer, 1976): considero que es sólo
enciende un relato sobre “recuerdos de in-
y fundamentalmente respetar el umbral del
fancia”, sobre el trabajo del padre, justa-
paciente para las interpretaciones postulan-
mente ferro-viario, con el sentido de un lé-
do que la persecución en la sesión es, en
xico familiar: los ferroviarios deben pagar
máxima medida, una señalización de un
por el retraso si son responsables... hay se-
riesgo excesivo. En la sesión que he relata- rias dificultades si alguien se arroja delante
do, el “dolor” aparece como respuesta a la del tren para intentar suicidarse; pasa des-
“detención” del fin de semana y a la deten- pués al relato de los riesgos profesionales
ción de haberle comunicado la fecha de las de otras categorías de trabajadores, como
vacaciones de verano. un amigo suyo psicoterapeuta, que ha sido
Creo que es significativo que la prime- acuchillado por un paciente... el relato
avanza hasta que le pregunto: “Pero, ¿ha-
ra emoción fuerte “de” Marcella haya sido
brá algún nexo entre estos relatos tan dra-
vivida por mí y que haya sido yo quien tu-
máticos... los suicidios... las tentativas de
vo que recibirla y organizarla en el pensa-
homicidio... el tóxicodependiente y el ha-
miento.
berle dicho yo la fecha de las vacaciones la
Algunas sesiones después, Marcella -que vez pasada?”
llega tarde alrededor de quince minutos,
Marcella ríe aliviada, diciéndome (y sor-
hecho por completo inusual para ella, a pe-
prendiéndome): “Si aquí no hay más sólo
sar de que viene de otra ciudad- me cuenta
relaciones de oficina, y si hay relaciones
que el retraso se ha debido al hecho de que
afectivas... entonces hay emociones tam-
el guardia del tren, percatándose de que un
bién violentas y éstas no son siempre con-
tóxicodependiente había subido al vagón y
trolables...”
se había encerrado en el baño, había hecho
de todo para hacerlo bajar y lo había logra- “Entonces hubiera sido válido -le digo-
do pero, como el joven había vuelto a subir que el guardia no produjese aquel retraso
al tren, el guardia había hecho cerrar todas en el intento de detener ese conjunto de
las puertas para poder hacerlo volver a des- desesperación y rabia que ha llamado tóxi-
cender y toda la operación había durado, codependiente.”

53
Antonino Ferro Texturas inglesas

III. El sueño del pimiento y IV. El temor “foli”-cular2:


la batata: ¿qué nombre dar el terror de las pasiones
a las emociones?
A esta altura, e inesperadamente para mí,
Marcella ahora me habla menos de cuan- se vuelve a presentar un largo período de
to ocurre en la oficina, o al menos las re- nuevo “letargo” con un retorno del aburri-
ferencias a la oficina no están tan conno- miento, que parece congelarlo todo.
tadas de rechazo a los afectos como ante-
Alcanzo a comprender cómo se produce
riormente.
este manto3 que me adormece: Marcella
Un día me cuenta que “una colega” ha usa un tono absolutamente uniforme en la
dicho que está curada del “complejo de narración y un proceder por medio de coor-
afabilidad” porque Marcella ha comenzado dinadores: “e... e... e...”, sin que haya frases
a lamentarse o enojarse por cosas que no le principales y subordinadas que ayuden a di-
gustan. ferenciar y distinguir las comunicaciones
importantes de las accesorias. Enmascara
Siente que desea relaciones más inme- cualquier posible diferencia con coordina-
diatas y simples y tiene un sueño: desea- dores que se añaden a coordinadores que
ba ir al encuentro de sus amigos con co- tienen valor sintáctico aparentemente
sas que les demostrasen su alegría por igual, tanto sea en el transcurso de cada se-
encontrarlos y hospedarlos, toma un pi- sión como en la articulación de varias sesio-
miento y una papa y corre en un arreba- nes entre sí. En este mar me pierdo, casi me
to hacia ellos. adormezco, acunado por estas olas todas
iguales.
Entonces dos animales que no conocía le
saltan encima y le cortan en fetas la papa y Cada tentativa mía de interpretar o, al
el pimiento, que se transforma en un faroli- menos, describir cuanto ocurre después de
to chino. que habíamos hablado de “emociones”, re-
sulta completamente vana hasta que hace
Pregunto qué cosa pueden ser esos ani- irrupción un evento terrible: el médico le ha
males, que parecen arruinarle el deseo y la visto el cuello hinchado, ha pedido pruebas
posibilidad de un encuentro festivo e inme- de comprobación y de éstas, en poquísimos
diato con los amigos (renunciando natural- días, ha resultado la presencia de un tumor
mente a cualquier interpretación transfe- con células cancerosas.
rencial, que sería todavía un factor de per-
secución y de oclusión de la comunicación). Es la irrupción de una tempestad que
“Son lo que resta todavía de las dificultades trastorna aquel mar chato.
y del miedo que tenía de relacionarme con
Comienza un largo calvario de pruebas y
los otros”, dice. Y agrego: “Transforman co-
la decisión de una intervención urgente.
sas simples, emociones a las cuales es nece-
sario poner nombre, en cosas extrañas y No puedo dejar de seguir todas estas co-
enigmáticas.” municaciones, por su dramaticidad y urgen-

2 Nota de la T.: “folli”-colare remite a “follia”, que significa “locura” en italiano.


3 Nota de la T.: “coltre”, que también significa mortaja.

54
Texturas inglesas Antonino Ferro

cia, también en su significado de realidad guetones, a veces le hacen encontrar qué


externa, pero siento cada vez más la exi- comer, a veces ordenan la casa, a veces le
gencia de encontrar un significado en lo esconden alguna cosa para jugar a encon-
que respecta al interior del análisis. trarla, a veces le dan algún disgusto.

La paciente habla de la necesidad, que Confieso que, a mi vez, inmediatamente


tal vez exista, de cortar un lóbulo de la tiroi- después de este relato permanezco petrifi-
des. Agrega que de todo esto no puede ha- cado.
blar con la mamá porque ésta, ella teme, no
sabría cómo afrontar la cosa. Dice que aún Digo solamente que me parece que su
no se sabe si se trata de un tumor papilar o profunda soledad se ve aliviada por estas pre-
foli-cular. sencias y que estas “presencias” encontrarán,
seguramente, un sentido en su análisis.
A este punto, me siento obligado a hacer
-a mi vez- una intervención que casi siento Me cuenta, en este momento, de su mie-
urgente y digo a la paciente que desde hace do a ser una bruja y tener poderes paranor-
algún tiempo me venía preguntando si ten- males como predecir el futuro, poderes be-
drá algo en la garganta que no logra salir y néficos y maléficos.
que sea alguna cosa muy maligna, tal vez fo-
Imprevistamente me pregunta si son alu-
lle4, y que tema decírmelo por miedo a que
yo no sepa cómo hacer frente a esa cosa. cinaciones. Le digo que más me parecen sue-
ños con los ojos abiertos, a los cuales no les
Marcella parece retener el aliento hasta debemos negar el derecho a manifestarse.
que con voz aterrorizada me dice que hay,
en efecto, una cosa de la cual no ha osado Así, me vuelvo a encontrar sesión tras se-
nunca hablarme en todos estos años y que sión descubriendo este mundo de fantas-
es, en realidad, el verdadero motivo por el mas y moviéndome con temor en este espa-
cual pidió análisis y de la cual siempre ha cio que, por momentos, pienso francamen-
pensado que nunca podría hablarme, nun- te delirante y en otros me parece en cambio
ca, nunca. Está aterrorizada por la idea de un espacio de juego en el cual se vuelve po-
estar loca, pero por otro lado aquello que sible comenzar a encontrar un sentido com-
ve es incontrovertible: su casa está habitada partible: por ejemplo, si no seré también yo
por fantasmas. como un fantasmita que ha comenzado a
existir en su vida, a ser significativo, a ser
Cuando sale de la casa, hay un fantasmi- una presencia que acomoda la casa, que ha-
ta de una nena que permanece en la venta- ce de comer, que la espera.
na y también está allí esperándola cuando
regresa, la ve llegar y torna hacia adentro. Arribo a esto, empero, después de sesio-
A veces le hace bromas, es graciosa y buena, nes y sesiones en las cuales “jugamos” (yo
y le hace mucha compañía. con escalofríos) con estos fantasmas.

Están presentes también otros fantas- Deseo aclarar que tengo una larga expe-
mas, menos individualizados, a menudo ju- riencia con pacientes tanto con alucinacio-

4 Nota de la T.: loco.


5 Nota de la T.: “folleti”, en italiano.

55
Antonino Ferro Texturas inglesas

nes (Ferro, 1993) como con flashes visuales V. Los fantasmas


(Ferro, 1996.b).
Tengo dificultad en trabajar con fantasmas,
Pero siempre estos otros pacientes mos- me encuentro sobre el filo de la navaja en-
traban miedo, desorientación, angustia, es- tre no poder confirmar ciertamente su exis-
tupor, extravío, curiosidad respecto de “las tencia “strictu sensu” a la paciente y, al mis-
cosas que veían”. mo tiempo, con la dificultad de interpretar-
los exclusivamente como objetos o funcio-
Nunca había tenido un paciente que con namientos escindidos, por lo que finalmen-
normalidad hablase de “fantasmas” que te decido -recurriendo a mi experiencia co-
veía y con los cuales mantenía relaciones, mo analista de niños- “jugar” con estas pre-
aunque manifestando dudas sobre su pro- sencias sin definirlas (Ferro, 1996.c). Pero
pia salud mental. dándoles un lugar, un puesto que pudieran
habitar esperando que, tal vez, recogiendo
Fui salvado -también desde el punto de
las emociones con las cuales estaban teji-
vista técnico- por el recuerdo de la obra de un
dos, pudiesen algún día soltarse y presen-
autor de teatro napolitano -Eduardo de Filip- tarse sin necesitar más de esta modalidad
po- que en una obra, Estos fantasmas, mues- de concretización en el exterior.
tra cómo interactúa el protagonista con la
presencia, en la casa que habita, de fantas- Después de un cierto período en el cual
mas en los que cree con naturalidad y con los permanecimos en esta suerte de área tran-
que mantiene relaciones significativas. sicional en la que se movían e interactua-
ban estos “personajes”, y luego de adver-
A este punto, sigue la intervención en el tir que ha sido posible acceder a las emo-
instituto de tumores. El diagnóstico histoló- ciones de las cuales eran externalizaciones
gico confirma que no se trata de un tumor (ya fuesen flashes oníricos o transforma-
folicular sino papilar. La paciente, aliviada, ciones en alucinosis), al inicio de una se-
agrega que mientras el primero es muy gra- sión Marcella me cuenta que a través de
ve y es un nódulo “frío”, el segundo es un complejas vueltas le ha llegado a su casa
nódulo “caliente”. un “cuadro del abuelo”, abuelo al cual es-
taba particularmente ligada: “Hay un ár-
Habíamos accedido así al tema de las pa- bol, un paisaje... una nena y duendes5.”
siones, y como la paciente explica: “La bu- Cuando termina de contar lo del cuadro
rocracia ha sido un modo de saltar sobre las del abuelo le pregunto: “Y de los fantas-
brasas de las pasiones”, también los fantas- mas, ¿qué ha sido?” Del modo más natural
mas remiten ahora a algo de pasión y calor responde: “Pero, ¡han vuelto a entrar al
y también parecen incididos por algo frío y cuadro!”
paranoide.
La metabolización de los fantasmas y el
No escondo el haber experimentado te- retorno al interior del cuadro produce el
mor por una activación peligrosa de una pa- milagro: desaparece el aburrimiento, desa-
sionalidad de fuego, mientras aún el discurso parece el sueño. Se activan emociones muy
de los fantasmas está en pleno entramado. vivaces, casi violentas, que tienen como te-

5 Nota de la T.: “folleti”, en italiano.

56
Texturas inglesas Antonino Ferro

ma “no tener un lugar para sí”, esto remi- trar a su casa y experimenta una angustia que
te a la historia infantil en la cual, dispo- nunca había sentido, una “angustia negra”.
niendo en la casa de varias habitaciones, le
estaba asignado -más que un cuartito- un “Negra como los zulúes”, le digo.
lugar provisorio y muebles en la sala de es-
tar (así vivió la precariedad de la cama que
no era establemente suya), y remite a una VI. El chocolate
madre muy obstruida que tenía lugar para
Pasaron ya varios meses de trabajo dedica-
sus propias angustias hipocondríacas pero
do a “contener” y transformar “los zulúes”.
no para los deseos, las preocupaciones y
Las defensas autistas que aplanaban todo
los proyectos de la hija. Marcella vive, en-
están menos presentes (Klein, 1990).
tonces, de un modo muy violento la oca-
sión en que una sesión fue suspendida: es En este momento, Marcella tiene un sue-
la prueba tangible de que para ella no hay ño: entra a una habitación donde alguien
lugar y eso va acompañado de furia y de- quiere echar desodorante para esconder el
sesperación. olor de algo que tiene que ver con la palan-
ca de un retrete, que se encuentra más allá
Este trabajo de despertar pasa también a de la pared; después, apenas toca un capo-
través de un recuerdo mío, cuando, después te azul, de pronto se forman “escamas” que
de una frase suya: “Me encuentro ante un trata de cepillar, vuelan pero después vuel-
muro de goma contra el cual puedo gol- ven a depositarse sobre el capote, parecen
pear pero ninguno me responde”, me vie- de maíz, de chocolate.
nen a la mente las salas de contención acol-
chadas de los antiguos servicios de psiquia- Estoy más que nada desconcertado por
tría. Se lo comunico. Está impresionada y el sueño y pregunto a la paciente “qué le
conmovida. hace pensar este sueño”. Responde que las
escamas le hacen pensar algo de lo cual
Las emociones sólo podían ser adormeci- quiere liberarse pero que retorna a su lugar,
das y contenidas en la sala de los locos fu- algo que tiene que ver con las relaciones
riosos. con los otros.

La “burocracia” ha sido por largo tiem- Advierto que estas palabras junto al sue-
po esta cámara de contención que aplasta- ño dan cuerpo a una vivencia mía con la pa-
ba todo, que absorbía cualquier cosa que se ciente y digo que cuando nos encontramos
temiera demasiado violenta. súbitamente algo “se cierra”, después es
posible “cepillar las escamas” y tener un
En un sueño aparecen los zulúes, que le “buen nivel de comunicación”, pero des-
dan miedo. Pero ya que las emociones pri- pués se hace necesario empezar de nuevo.
mitivas no son más adormecidas y no está
más el muro de goma, pueden salir, aunque “Como si no hubiese un pasaje abierto
asusten. de una vez para siempre”, dice la paciente.
“Sí -agrego-, pero estas escamas son de
Después de la suspensión de una sesión maíz, de chocolate.” “Son biodegradables,
sueña que se le habían roto las llaves para en- metabolizables”, entiende Marcella.

57
Antonino Ferro Texturas inglesas

Estas escamas, herederas de la coraza de Sueño que, por debajo de su apariencia


otro tiempo, pueden ahora ser digeridas y erotizada, me pareció que establecía la po-
“cepilladas, aunque no todavía de una vez sibilidad, el deseo y la progresiva realización
y para siempre”, y agrego, “mientras la pri- de un contacto cada vez más íntimo y el pla-
mera parte del sueño me hace pensar que cer del encuentro como algo que ya ratifica-
existe el temor de que sea echado un deso- ba un nuevo funcionamiento de la paciente
dorante para no afrontar el desagrado por conmigo, con las propias emociones y los
alguna cosa”. propios pensamientos (Ferro, 2000).

“Sí”, dice la paciente, “porque...”, e ini- Así, en otro sueño, hace el amor con Da-
cia un discurso que siempre había rondado vid, un querido amigo. Y en otro, una perra
sobre la propia vivencia de no ser deseada lanuda encuentra finalmente un lugar en el
que ser acogida.
sino sólo “soportada” y no haber visto nun-
ca reconocida su propia femineidad. Hay, aun, otro sueño que parece indicar
aquello que todavía desearía del análisis: va
Esto, para mí, es la señal de que un espa-
a una joyería y pide un anillo y un camafeo
cio interno (?) ya se ha formado dentro de
con el rostro de un angelito, por sí misma
Marcella y de que puedo comenzar a “to-
comenta que lo que desearía ahora realizar
carla” con interpretaciones transferenciales
es tener un marido y un hijo. También,
sin más temor a explosiones emocionales o pienso para mí, una relación más estable
que suenen persecutorias: son, por el con- conmigo, que pueda ser ulteriormente fér-
trario, atendidas, deseadas y fuente de ulte- til, allí donde cada relación siempre había
riores potencialidades transformativas. sido -a partir de aquélla con la madre, gra-
vemente hipocondríaca y depresiva- sólo
fuente de desilusión y sufrimiento.
VII. Hacia la aceptación de una
relación sexual entre las mentes
Algunas reflexiones
Mis modalidades interpretativas han sido ya
a modo de conclusión
cambiadas con Marcella, ahora le interpreto
cuanto acontece en nuestra relación y cuan- El camino con Marcella aún no está termi-
to corresponde a su mundo interno y a la his- nado cuando estoy escribiendo estas pági-
toria de un modo siempre más “íntimo”, sin nas y creo que aún queda mucho por andar.
tener ya la preocupación que sentía respecto Pero deseo subrayar brevemente cómo, a
de la intrusividad o el carácter persecutorio mi modo de ver, en la mente del analista se
de las interpretaciones transferenciales. lleva a cabo todo un trabajo que subyace a
la tarea interpretativa (Odgen, 1997), men-
Es en este punto que Marcella tiene el si- te que deviene un receptor de las angustias
guiente sueño: estaba sobre un diván con y los estados protoemotivos del paciente
un muchacho que le besaba el cuello, le de- (elementos beta) a los que debe absorber y
sabrochaba la camisa, ella lo deseaba y le metabolizar a través de su propia capaci-
pedía que le tocase el seno... y él la acaricia- dad, a menudo no consciente, de elabora-
ba de un modo cada vez más íntimo. ción transformativa.

58
Texturas inglesas Antonino Ferro

Las interpretaciones se vuelven el modo dos de la capacidad de vivir las emociones y


de dar cuenta de lo que “emerge” y da “tes- que implicaban la formación de una coraza
timonio” de este trabajo silencioso y comple- defensiva que la protegía de cada exceso de
jo que tiene mucho que ver con las caracterís- sensorialidad que no sabía cómo metaboli-
ticas mentales del analista y con su subjetivi- zar en pensamiento (Tustin, 1990).
dad (Resnik, 1993) que, a mi parecer, entran
tanto más en juego cuanto más grave es la si- En slang inspirado en Bion, ha sido nece-
tuación del paciente (Brenman-Pick, 1985). sario que la paciente pudiese desarrollar la
propia función alfa a través de la introyec-
Sería útil, tal vez a esta altura, una metá- ción de mi función analítica, que ello permi-
fora alimentaria: el paciente porta estados tiese una metabolización de las emociones
emotivos “crudos”, a veces violentos, y a ve- primitivas y violentas (antes que el recurso a
ces no dispone del aparato para cocinarlos la evacuación: los fantasmas) y que después
y realizar la actividad de convertirlos en se desarrollase un “continente” a través de
“pensamientos y emociones”. El analista es- repetidas microexperiencias de encontrarnos
tá llamado, con estos pacientes, a poner a sobre la misma longitud de onda, o mejor di-
su disposición la propia cocina mental: cace- cho, de repetidas experiencias de compartir
rolas, cazuelas, horno, que no sólo serán emociones (Bion, 1962; 1963; 1965). A partir
usados por el paciente sino que, por su uso de este momento, el análisis podrá correr
repetido, permitirán un agrandamiento - por los carriles de una geografía de la men-
cuando las cosas funcionan bastante bien-, te ya suficientemente explorada: el trabajo
una progresiva introyección de tal aparato sobre la represión y la reconstrucción de la
de cocinar y de su uso, que pasará a ser pa- experiencia infantil. Deseo subrayar de nue-
trimonio mental del paciente. vo que antes ha sido necesario, para recurrir
a otra metáfora esta vez freudiana, (re)cons-
Esta metáfora permite diferenciar tam-
truir el block mágico antes de poder ver cual-
bién el trabajo realizado por el analista en
quier cosa que hubiese sido borrada en él.
el “ambiente cocina” (cuando elabora en su
propia mente) de cuanto el analista lleva a He elegido un relato por completo inter-
la mesa en el “ambiente restaurante”: no al transcurso del trabajo analítico siguien-
aquello que comunica al paciente con las do el desarrollo del eje transferencia-contra-
propias interpretaciones. transferencia para dar coherencia a la narra-
A causa de esto creo que el estilo inter- ción y para no tomar demasiado espacio.
pretativo del analista debe ser dúctil y ade- Inevitablemente, han quedado fuera his-
cuado a la capacidad receptiva y digestiva torias y personajes que desde otros vértices
del paciente, de modo que las interpreta- hubieran podido ser contados y que permi-
ciones sean factores de crecimiento y no de tirían una visión más completa del trabajo
persecución (Ferro, 1996; Guignard, 1996). llevado a cabo con la paciente.
Con Marcella ha sido necesario un largo
trabajo silencioso, realizado en mi “ambien-
te cocina”, antes de que fueran elaborados Traducción: Amalia Beatriz Giorgi.
y transformados los núcleos artísticos priva-

59
Antonino Ferro Texturas inglesas

Resumen Bibliografía
Se trata de un interesante y polémico traba- Baranger, M. (1992). “La mente del analista: de la escucha a la
interpretación”, en Revista de Psicoanálisis, XLIX (2).
jo en el que el autor da cuenta de su traba-
jo en la sala de análisis con una paciente, Bion, W. (1962) Learning from Experience. Heinemann, Londres.
Marcella, a lo largo de varios años. _(1963) Elements of Psychoanalysis. Heinemann, Londres.

Utiliza conceptos de Bion para explicar _(1965) Transformations. Heinemann, Londres.


la labor que, en ocasiones, tiene que llevar Brenman-Pick, I. (1985). “Working-trough in the Counter-trans-
a cabo la mente del analista antes de hallar- ference”. International Journal of Psychoanalysis, 66.
se en condiciones de brindar una “interpre- Ferro, A. (1992). The Bipersonal Field: Experience in Child Analy-
tación” en el sentido psicoanalítico clásico. sis. Routledge, Londres, 1999.

Relata, con osadía, las diferentes sensa- _(1993) “From Hallucination to Dream: from Evacuation to the
Tolerability of Pain in the Analysis of a Preadolescent”, en The
ciones y ocurrencias vivenciadas por él a
Psychoanalytic Review, 80.
medida que la paciente suministra material
de diversos tipos. _(1996.a) In the Analyst’s Consulting Room. Routledge, London
2002.
Se lo puede ver “moverse con mucho do- _(1996.b) “Carla’s Panic Attacks: Insight and Transformation:
naire” en el mundo de fantasmas de Marce- What Comes out of the Cracks: Monster or Nascent Thoughts”,
lla (¿compañeros imaginarios?, ¿flashes visi- en International Journal of Psychoanalysis, 77.
vos?, ¿alucinaciones?), donaire del que pa- _(1996.c) “Los personajes del cuarto de análisis: qué realidad?”,
rece haberlo provisto su larga experiencia en Revista de Psicoanálisis de Madrid, 23.
en análisis con niños. _(2000) “Sexuality as a Narrative Genre or Dialect in the Consul-
ting Room: A Radical Vertex”. In W. R. Bion between Past and
Future, P. Bion Talamo, F. Borgogno, S. Merciai (eds.), Karnac,
Londres.

Guignard, F. (1996) Au vif de l’infantil. Delachaux et Niestlé, Lau-


sana-París.

Klein, H. S. (1980) “Autistic Phenomene in Neurotic Patients”, en


International Journal of Psychoanalysis, 61.

Tustin, F. (1990) The Protective Shell in Children and Adults. Kar-


nac, Londres.

60
Más allá (o más acá) del espejo.
La función transformativa de la mente

Amalia Giorgi*

Supongamos que existe una manera de atravesar el


espejo, Kitty. Supongamos que el cristal se volvió tenue
como la gasa, de manera que podemos pasar a través de él.

Lewis Carroll, A través del espejo.

Sugerencia de una cesura que es necesario De las que Bion menciona se describirán
atravesar para inaugurar la vida psíquica ac- sucintamente tres: transformaciones de
cediendo a la fantasía y el lenguaje, al mun- movimiento rígido, proyectivas y en
do de las representaciones mentales. alucinosis.

En primer lugar, este bosquejo se referi- Como se recordará, las transformacio-


rá a un tipo de tales representaciones, nes de movimiento rígido son aquellas que
aquéllas que Bion (1965) denominara no implican una deformación mayor res-
transformaciones. pecto de lo reproducido y consisten, más
bien, en una traslación de sentimientos
En todos los casos, se trata de “re-pro-
ducciones” ya que “nunca se puede saber lo desde un ámbito a otro. Ejemplo típico se-
que los hechos absolutos son”1. A este abso- ría la transferencia en el análisis de las per-
luto, incognoscible en sí, es a lo que el autor sonas neuróticas.
de referencia denomina con el símbolo “O”.
La denominación de “proyectivas” es
Además, el uso del término “transforma- tomada de la geometría homónima, que
ción” remarca que no se trata de imágenes se ocupa de las propiedades de las figuras
provenientes de los hechos en sí que se que son independientes de las magnitu-
“vuelven a presentar” sino de actividades des de distancia y ángulo y que propone
que realiza la mente, las únicas que puede un espacio imaginario donde es posible
efectuar, para manejar de aquellos hechos efectuar proyecciones de tales figuras in-
alguna información que, una vez más, nun- cluyendo torsiones, inversiones, expansio-
ca será idéntica, siempre modificada. nes, etc.

* Psicoanalista
1 Bion, W. Transformaciones, pág 32.

61
Amalia Giorgi Texturas inglesas

Por lo tanto, se trata de representacio- miento rígido, lo que las coloca también
nes que pueden diferir mucho de lo que en el ámbito de la creatividad: arte, juego,
representan y en las que puede resultar etc. Generadoras de y generadas por ese
difícil encontrar los elementos de inva- “espacio potencial” del que hablaba Win-
riancia que permitan relacionarlas con nicott. El espacio que Carroll sitúa “más
ello. Bion las ubica más cerca del universo allá” del espejo.
psicótico.
Lo que haría, entonces, que una trans-
Por último, las transformaciones en alu- formación devenga alucinación auditiva y
cinosis se refieren no sólo a la utilización no música, o alucinación visual y no una
de alucinaciones en el sentido psicopatoló- pintura, no parece estar relacionado con sus
gico clásico del término sino, y a mi modo características de ser proyectiva o de movi-
de entender, sobre todo, a un método miento rígido sino con otros aspectos del
que algunas personas utilizan como modo funcionamiento mental mientras las está
de evitación del dolor mental y del contac- efectuando, entre ellos:
to con la realidad, que consiste en una po-
sición de superioridad moral respecto de a) la conservación de invariantes que permi-
cualquier otro (método, persona, teoría tan el reconocimiento público y priva-
científica, escuela psicoanalítica o lo que do de la identidad con lo transformado
sea), embebida de rivalidad, envidia, vora- después de llevarse a cabo el proceso; y
cidad y robo conjuntamente con una sen-
b) el tipo de vínculo imperante en el mo-
sación de inocencia2. Conglomerado de
mento de llevarse a cabo la transforma-
emociones que puede acompañar a cual-
ción: L (amor), H (odio) o K (conocimien-
quiera de los otros dos tipos de represen-
to), o sus correspondientes negativos:
taciones mencionados y que implica, sin
(menos) L, (menos) H o (menos) K.
mayores dudas, la inmersión en el mundo
de las psicosis. Por ejemplo, las transformaciones que
realiza el analista al efectuar una interpre-
Dada la, al parecer inevitable, tenden-
tación deberían estar asociadas con un vín-
cia a transformar en lugares comunes y re-
culo K y no con (menos) K, como sería en el
manidos las expresiones de los maestros
caso de que se creyera dueño de la verdad
en el psicoanálisis, lo que las convierte en
y, por lo tanto, próximo a la transformación
jerga, uno de los puntos que me interesa
tratar es el de la ubicación de las transfor- en alucinosis.
maciones de movimiento rígido en la vere- Puesto que, como le dijo la Oveja a Ali-
da de las neurosis y la (relativa) ubicación cia: “No puedes mirar todo a tu alrede-
de las proyectivas en el lado de las psico- dor... a menos que tengas ojos detrás de la
sis, dado que es bastante evidente que pa- cabeza.”3
ra llevar a cabo las segundas es menester
una capacidad de inventiva mayor que la Además, las transformaciones de movi-
requerida para el simple movimiento de miento rígido y las proyectivas no son exclu-
traslación que se realiza en las de movi- yentes. Un ejemplo de la utilización de am-

2 Ibíd., pág 157.


3 Op. cit., pág. 170.

62
Texturas inglesas Amalia Giorgi

bos tipos simultáneamente podría ser el fa- diferencia entre el objeto originario de la
moso Jabberwocky, del Reverendo Dogson: transformación y la transformación misma.
Falta un espacio entre ellos.
Calentoreaba, y las viscotivas tovas
Vuelteaban y tregujereaban el terecho. Tampoco esta “rigidez” permitiría consi-
Misébiles estaban los borogovas derarlas como propias del pensamiento
Y los deros trugones bramastoilbaban.4 neurótico ni psicótico. A veces, como le dijo
la Reina a Alicia: “Aquí, tienes que correr
Alicia lo ve invertido por estar reflejado
todo lo que puedas para mantenerte en el
en el espejo (transformación de movimien-
mismo lugar.”6
to rígido), pero la transformación proyecti-
va se patentiza en la invención de los neo- La vida cotidiana de los argentinos, so-
logismos, que ponen de manifiesto la crea- bre todo en los últimos tiempos, puede ser-
tividad del autor. vir para hacerse una idea de esto.
En segundo lugar, en un trabajo inédito Con respecto a las transformaciones hi-
a 2003, Riccardo Romano (1999)5 plantea perrealistas, un ejemplo serían los logros
otro tipo, al que denomina transformacio- de los efectos especiales en las películas o los
nes anómalas, de las que describe dos: las modelos de simuladores computarizados, el
metamorfosis y las hiperrealistas. Para resultado de la transformación conserva in-
las primeras da el ejemplo del jardinero que, variantes en tal medida que es idéntico al
efectivamente, cambia el paisaje, a diferen- punto de origen o aún mejor que él, lo que
cia del pintor que lo representa en una tela no permite distinguir si se trata de una re-
pero no modifica el existente, así como tam- presentación o de la cosa-en-sí-misma. Y,
bién el de ciertas intervenciones quirúrgicas por ende, tampoco es posible discriminar
que se realizan para “esculpir” el propio
entre fantasía y realidad. O, en otras pala-
cuerpo, a diferencia del trabajo del escultor
bras, de qué lado del espejo uno se encuen-
que modifica el mármol o la piedra para
tra. En rigor, no se podría hablar de “trans-
transformarlos en esculturas de cuerpos.
formación” cuando hay solamente invarian-
Se podría agregar entonces, a los men- tes y nada se ha modificado. Por ello es que
cionados, otro ítem: el “lugar” en el que su posibilidad ha inaugurado la existencia
transcurre el proceso, que también tendría del ámbito de la “realidad virtual”.
un papel importante para determinar de
Esta característica colocaría también a
qué tipo de transformación se trata.
este tipo de producciones en la modalidad
En el caso de las metamorfosis no se pro- de rigidez máxima, aunque esto tampoco
duce traslocación, comienzan y terminan en permita atribuirles, a priori, características
el mismo lugar. Como si no se hubiera atra- de psicóticas ni de neuróticas. Por otra par-
vesado el espejo y se permaneciera del “la- te, es indudable el valor que muchas de las
do de acá”. Esto podría dotarlas de caracte- mencionadas producciones poseen como
rísticas de rigidez máxima, dado que no hay obras de arte o como creaciones científicas.

4 Op. cit., pág. 132.


5 Y a cuya temática se refiriera también en el encuentro “Bion ‘99”, en Buenos Aires.
6 Op. cit.

63
Amalia Giorgi Texturas inglesas

En tercer lugar me referiré a la vincula- Resumen


ción de la función transformativa con las in-
terpretaciones psicoanalíticas, acerca de lo La autora repasa el concepto de “transfor-
cual sólo formularé algunas cuestiones que maciones” de Bion y agregados de Romano,
quedarán abiertas: jugando con algunas de las invenciones de
Carroll a propósito del “mundo del espejo”.
¿En qué lugar se sitúa el psicoanalista:
“más allá” o “más acá” del espejo? Propone repensar la consideración de los
fenómenos transformativos en la clínica,
Después de regocijarnos con el descubri- cuestionando la atribución unívoca de los
miento de la “realidad psíquica”, ¿la en- proyectivos a la psicosis y los de movimien-
tendemos como una transformación que to rígido a la neurosis.
realizan las personas que analizamos y que
nosotros, a nuestra vez, transformamos Asimismo plantea como interrogantes
cuando “comprendemos” y|o “interpreta- distintas formas en las que los analistas
mos”, o como cosa-en-sí-misma a la que el pueden concebir tanto la entidad como la
método psicoanalítico nos brinda un acceso función de sus interpretaciones.
privilegiado?

La “interpretación”, ¿apunta a develar Bibliografía


“cómo son las cosas-de-verdad en lo incons-
ciente” o a dar cuenta pública de la trans- Bion, W. R. (1965) Transformaciones. Centro Editor de América
formación que podemos realizar de aquello Latina, Buenos Aires.

que escuchamos-advertimos-presenciamos? Carroll, L. (1998) Los libros de Alicia. Ediciones de la Flor, Bue-
nos Aires.
¿Cómo pensamos la eficacia de las inter-
Romano, R. (1999) Le trasformazioni anomale. Inédito.
pretaciones, las concebimos capaces de
efectuar metamorfosis, como el accionar
del jardinero o del cirujano plástico? ¿Las
concebimos hiperrealistas en su capacidad
de reproducir fielmente, en versiones más
prolijas, los originales pretéritos?

Al efecto, puede resultar interesante la


lectura de material clínico propio y ajeno.
Tal vez así podríamos dilucidar en qué lado
del espejo nos situamos.

Y hasta qué punto estamos convencidos


de tener ojos detrás de la cabeza. Lo que
nos permitiría gozar de una mirada panóp-
tica, en vez de tener que conformarnos con
un modesto vértice.

64
En las fronteras del psicoanálisis:
grupalidad y supervivencia
(Rêverie grupal II)

Grupo Sygma1

Dice Claudio Neri2 que “las ideas para desa- dades, en particular en el parámetro gené-
rrollarse deben ser hospedadas en otra tico de su metapsicología. Dicho modelo,
mente y después aún en otra. Como las tal como fue publicado por Darwin en 1859,
plantas, las ideas y los pensamientos se de- entendía la evolución como un proceso gra-
ben aclimatar y pueden tomar las caracte- dual, lento e ininterrumpido.
rísticas del lugar al cual han sido transplan- A partir de la década del ‘70 y desde la
tadas”. paleontología, surgió otro modelo, el de la
evolución por equilibrio intermitente o
En este trabajo, intentaremos hacer pú-
puntuado que, a diferencia del gradualismo
blico el estado en que se encuentran las
darwiniano, pone el acento sobre la estabi-
ideas que hemos tratado de cultivar inclu-
lidad de las estructuras, la dificultad de su
yendo, sobre todo, desarrollos de la teoría transformación y la idea de cambio como
de la evolución a temas en los que venimos una transición rápida entre estados esta-
trabajando desde hace algún tiempo y que bles, aunque manteniendo la importancia
han ido tomando las características de nues- dada a los mecanismos genéticos, la selec-
tro terreno grupal. ción y la adaptación. Los considera como
una parte del proceso evolucionario que ac-
Hemos tenido en cuenta que el modelo
tuaría a un determinado nivel.
evolucionista ha sido tomado como refe-
rencia constante en la teorización psicoana- Para conectar ambos modelos Henry
lítica. Freud lo utilizó en muchas oportuni- Plotkin3 introduce la noción de jerarquía,

1 El Grupo S (Sygma) está constituido por: Lic. Amalia Giorgi de Rapela; Dr. Diego J. Rapela (APC); Lic. Dolores Banhos (APC); Felipe Carlos
Curtó (APC); Dra. Lidia Lansky (APdeBA); Teresa Reyna (APC); corresponsal: Dra. Elizabeth Tabak de Bianchedi (APdeBA), psicoanalistas.
2 Contributi alla psicoanalisis di gruppo.
3 Darwin Machines and the Nature of Knowledge.

65
Grupo Sygma Texturas inglesas

utilizada para comprender la coexistencia samiento, lenguaje, en interacción con el


de diferentes niveles de velocidad de adap- desarrollo cerebral. Consideramos a la so-
tación y la relación que mantienen entre sí, cialización como otro de dichos mecanismos
dado que la naturaleza consigna organis- suplementarios de la misma importancia
mos a futuro incierto con una dotación ge- para la supervivencia de la especie, siguien-
nética que puede resultar desactualizada do un camino abierto por Bion en 1959
en un mundo cambiante. Si ocurren cam- cuando afirmó: “La teoría de Darwin sobre
bios imprevisibles y a rangos altos de veloci- la supervivencia de los más aptos ha de ser
dad, las especies deben generar mecanis- reemplazada por una teoría de la supervi-
mos adaptativos suplementarios a los pro- vencia de los más aptos para sobrevivir en
vistos por los genes. grupo.”4

Para contrarrestar dicho peligro, el mis- Debe tenerse en cuenta, ante todo, que
mo proceso evolucionario contiene un com- nuestro universo y la vida en nuestro plane-
ponente inventivo o heurístico que consiste ta siguieron un camino de bifurcaciones con
en la generación azarosa de variantes nove- direcciones contingentes y accidentales. No
les. En la especie humana este componente existe especie alguna, tampoco la humana,
heurístico actúa en tres niveles: primario o cuyo lugar haya estado asegurado por la
de la dotación genética; secundario o del historia de la evolución ni previsto de ante-
desarrollo de la inteligencia; y terciario, que mano como respondiendo a un plan. Asi-
comprende socialización y cultura. En cada mismo, es necesario tener presente que el
uno de ellos posibilita la generación de con- fracaso en la adaptación a condiciones cam-
ductas adaptativas que permitirían operar biantes es lo que ha generado la extinción
con cambios de rangos cada vez más eleva- del 98% de las especies que han existido y
dos de frecuencia, suplementando así la de- que la historia de la vida en la Tierra de-
sactualización genética. Además, los tres ni- muestra que los sujetos, tanto de la supervi-
veles se encontrarían vinculados según dis- vencia como de la extinción, son las espe-
tintos tipos de organizaciones jerárquicas cies, no los individuos. Una visión científica
que, de acuerdo a Plotkin, podrían ser de del pasado no distingue nada por debajo
anidamiento (o contenimiento) y de control. de la “populación”5.

Pensamos que también el concepto bio- Ahora bien, pensar que la humanidad
niano de transformaciones resulta adecua- surgió como especie equivale a pensar que
do para entender la relación entre estos ni- surgió como grupo, ¿cómo vincular con es-
veles, ya que implica no sólo la considera- te origen a la individualidad, la diferencia-
ción del cambio, sobre todo imprevisible y ción y el yo?
de características bruscas, sino también de
las invariancias. Tomando modelos de otras ciencias, con-
jeturamos que la grupalidad y la individua-
Desde hace ya tiempo se ha reconocido lidad, en tanto son sistemas dinámicos, po-
que una de tales transformaciones ha sido drían haber surgido como estructuras con
la del despliegue mental: inteligencia, pen- comportamiento disipativo a partir de cam-

4 Cogitaciones. Pág. 48.


5 Teilhard de Chardin, El grupo zoológico humano.

66
Texturas inglesas Grupo Sygma

bios catastróficos (masivas migraciones neo- fología que elija como objeto de estudio.
líticas, cambios climáticos planetarios, en- Nosotros estamos privilegiando la perspec-
cuentros con otras especies de homínidos, tiva que centra el punto de vista en la gru-
etc.). Si se considera que esos cambios cons- palidad, aunque pensamos que es precisa-
tituirían puntos de bifurcación para siste- mente con relación a los sistemas recursivos
mas inestables como los humanos, podría- que adquiere fundamental importancia la
mos pensar que, allende el punto de bifur- posición de la “visión binocular”, como ya
cación, al producirse discontinuidad cualita- sostuviéramos en un trabajo anterior7.
tiva, es factible que aparezcan fenómenos
inesperados ya que en esos casos las solu- También se podría aplicar la noción de
ciones pierden unicidad y pueden surgir si- jerarquías de tipo “anidado” a la grupali-
multáneamente varios tipos de sistemas au- dad pensando que, sobre la base de lo que
toorganizados morfogenéticamente6 de propusiéramos en otro trabajo, como un ni-
manera novedosa. vel previo a la grupalidad que denominára-
mos de “manada”8, en el que prevalecería
Pensamos que podrían haber surgido un modo de unión de tipo fusional caracte-
entonces al unísono al menos dos posibili- rizado por precursores de la organización
dades de autoorganización: la individual y continente-contenido como la valencia y el
la grupal. Para aproximarnos al estudio de tropismo, anidarían las organizaciones de
sus interacciones recíprocas, utilizamos la Grupo de Supuesto Básico y en este nivel
concepción de los distintos niveles heurísti- anidaría, a su vez, el Grupo de Trabajo. A la
cos relacionándose de diferentes modos je- vez existirían relaciones de interacción ver-
rárquicos, de anidamiento y de control, a tical atravesando los anidamientos y ac-
los cuales nosotros agregamos el recursivo. tuando como mecanismos de autorregula-
De acuerdo a este último, la individualidad ción (jerarquías de control) que pueden
y la grupalidad podrían constituir sistemas funcionar exitosamente permitiendo la
de un tipo en el que tanto figura como fon- aparición de un nivel en otros a través de
do pueden ser vistos por derecho propio co- invariantes transformacionales, de lo que
mo figuras, vale decir del tipo figura-figura. tratamos de dar cuenta cuando aplicáramos
En este caso el sistema puede “saltar” de un la idea de “personalidad total” de Bion a
nivel a otro e, inesperadamente, volver a una de “grupalidad total”9, suponiendo la
encontrarse en el nivel de partida tornán- coexistencia de distintos niveles de grupali-
dose “indecidible” cuál es el que ocupa el dad, desde los más primitivos a los más so-
lugar de figura. Para estudiar estos siste- fisticados. Recordemos que ya Elizabeth T.
mas, es el observador el que tiene que to- de Bianchedi10 ha propuesto “pensar en
mar la decisión y de ello dependerá la mor- una gama en el interior del social-ismo: un

6 El surgimiento de “morfologías”, entendidas como accidentes que aparecen en un espacio dado al producirse eventos considerados
“catástrofes”, en el sentido de cambios, de aparición de discontinuidades, es una idea que tomamos de René Thom, para quien cual-
quier morfología es el resultado de un conflicto, al tiempo que plantea que la tendencia a generar “formas” distinguibles de “fondos”
constituye una de las grandes “categorías” de nuestra forma de percibir el mundo (cfr. Parábolas y catástrofes).
7 Grupo Sygma: Rêverie grupal: ¿una función posible? Congreso de FEPAL, Gramado, 2000.
8 Grupo Sygma: La fusionalidad, una hipótesis para pensar. Congreso Argentino de Psicoanálisis, 1988.
9 Grupo Sygma: Rêverie grupal, op. cit.
10Narcisismo-socialismo.

67
Grupo Sygma Texturas inglesas

aspecto tribal primitivo y otros aspectos de a niveles grupales: una parte del grupo
más evolucionados” (destacado nuestro). humano violentamente escindida de otra u
otras que, acudiendo a un modo de grupifi-
Si apareamos la relación jerárquica de cación que se podría describir como “seudo
anidamiento con la consideración de que el
D”13, procedería a la destrucción de “los
cambio puede resultar en un fracaso de la
otros” cual si se tratara de manadas invaso-
capacidad de adaptación de la especie y,
ras de otra especie pero actuando a nivel de
por lo tanto, es una amenaza de extinción,
heurística terciaria, usando herramientas
merecería una consideración más detenida
culturales como las ideologías, religiones y
la cuestión de la resistencia al cambio y la
la más sofisticada tecnología. Recordar la
lucha contra las ideas nuevas. Se podría
esclavitud, los genocidios, los terrorismos
pensar a este fenómeno como eventual-
fundamentalistas, etc., que no pueden ex-
mente adaptativo, o sea de valor positivo
plicarse sólo por la sumatoria de las patolo-
para la especie y conjeturar que la “asisten-
gías del pensamiento de un conjunto de in-
cia” que, en ocasiones, los niveles fusionales
dividuos poseídos por alguna clase de fana-
brindan a los de Grupo de Supuesto Básico
tismo, ya que evidencian, además, la exis-
y estos al Grupo de Trabajo consista, preci-
tencia de organizaciones grupales del tipo
samente, en la contención de lo que propo-
de la fusionalidad en manada (¿tribalidad
nemos denominar “ansiedades de extin-
primitiva?) irrumpiendo en el nivel de la
ción”11 (emparentada con lo que Bion llamó
heurística terciaria, vale decir de la apari-
terror subtalámico).
ción directa de los niveles fusionales en la
Estas ansiedades siempre estarían más heurística terciaria sin transformaciones, lo
allá de la de muerte individual y se vincu- que nos llevaría a pensar que fenómenos
larían a lo que denomináramos “precon- como los mencionados estarían poniendo
cepción de especie humana”12, necesita- de manifiesto características de la especie
rían de la grupalidad para ser contenidas y que podrían considerarse como pertene-
transformadas, resultando para ellas insu- cientes a su “O”, en el sentido que tiene pa-
ficiente el continente transformacional in- ra Bion14 esta denominación. Es decir que se
dividual. desplegarían, de estos modos que suelen
ser calificados de inhumanos, formas del ser
También las características de la fusiona- correspondiente a la “realidad última” de
lidad primitiva pueden aparecer directa- los humanos (¿polo social-ista de la pulsión
mente en el nivel heurístico terciario, dan- de muerte?).
do lugar a fenómenos como la destrucción
de una parte de la especie humana por Otra forma de aparición de los niveles
otra, a la cual no le sería reconocido el ca- más primitivos en los más sofisticados sería
rácter de “semejante”, como producto de a través de transformaciones. Una de ellas
una organización del tipo esquizo-paranoi- podría ser la transformación en alucinosis.

11Podríamos pensar, en otro nivel de análisis, que aquello que los clásicos de la psiquiatría describieron como “vivencia de fin del mun-
do” en sus pacientes esquizofrénicos correspondería a la expresión de estas ansiedades en la mente individual.
12Grupo Sygma: En el trabajo citado, “La fusionalidad...”, pensábamos que la ansiedad de la que la unión fusional se defendía, era la
que producía la posibilidad de “no existencia”. Creemos que la actual denominación es más específica.
13D: en el sentido de “organización D”, como opuesto a la dispersión PS.
14Atención e interpretación.

68
Texturas inglesas Grupo Sygma

En estos casos habría fracasado la función b) la oposición entre naturaleza y cultura,


de rêverie grupal que nosotros propusiéra- para abarcar la idea de que la genera-
mos en un trabajo anterior. ción de cultura es también una amplia-
ción por medio del conocimiento de las
Dicha función ejercerá una labor trans- capacidades de adaptación de la espe-
formativa al permitir el contenimiento de cie y no sólo un fenómeno generador
emociones en un nivel y la distribución del de malestar, como en ocasiones se ha
trabajo en otro, generando y ampliando sostenido;
espacios mentales, desarrollándose la fun-
ción que Corrao denomina “gamma”15 pa- c) la teoría clásica de las pulsiones, inclu-
ra el grupo al mismo tiempo que la fun- yendo el polo narcisismo-socialismo en
ción alfa individual y en interacción recí- todas las categorías pulsionales;
proca. Ambos modos de funcionamiento
d) la concepción de “aparato psíquico”, pa-
habrían potenciado el ejercicio de la
ra entender el papel que desempeña la
“pensabilidad” tanto en la mentalidad
“mentalidad grupal” en el interjuego de
grupal como individual y, con ella, la ejer-
las instancias y los principios del suceder
citación y el perfeccionamiento de las con- psíquico;
diciones necesarias para el desarrollo del
lenguaje, desarrollo inimaginable en un e) la aplicación de la perspectiva de la gru-
contexto que no fuese grupal. Al respecto, palidad a la consideración de la psicopa-
H. Plotkin16 afirma que tal vez el lenguaje tología psicoanalítica y de la vida oníri-
haya aparecido como parte de la función ca, para enriquecer el vértice observacio-
social del intelecto. nal en la clínica.

En definitiva, parece necesario abrir es- Todo esto convoca a una ampliación de
pacios para ampliar la comprensión de la las fronteras teóricas del psicoanálisis, ya
relación que existe entre la grupalidad y la que la realidad nos muestra fenómenos que
posibilidad o imposibilidad de llevar a cabo no pueden ser contenidos en los marcos
distintos tipos de transformaciones, ya que que hemos venido utilizando.
este problema podría estar implícito en la
Para terminar, nos parece necesario re-
distinción entre Grupo de Supuesto Básico y
dundar en la memoria de que el sujeto de
Grupo de Trabajo.
la supervivencia es la especie y que nues-
Además, pensamos que podría resultar tro destino, como seres vivos, está expues-
enriquecedor revisar algunas hipótesis psi- to a procesos similares a los de otras espe-
coanalíticas clásicas, como por ejemplo: cies consideradas “inferiores”, cuyos ava-
tares compartimos a despecho de todo
a) el surgimiento de la socialización huma- nuestro orgullo por la individualidad y a
na en términos de la horda primitiva, pa- pesar de lo que la “impresionante cesura”
ra poder incluir consideraciones como del desarrollo tecnológico pueda llevarnos
las que aquí presentamos y otras; a creer.

15Corrao propone la función gamma como una variable incógnita que se puede definir como el análogo simétrico en el grupo de aque-
llo que representa la función alfa en la estructura personal. Struttura poliadica e funzione gamma, en Orme, pág. 39.
16Op. cit., pág. 206.

69
Grupo Sygma Texturas inglesas

Resumen Bibliografía
Los autores publican sus ideas acerca de la Bion, Wilfred R. (1965) Transformaciones. Centro Editor de Amé-
rica Latina, Buenos Aires.
grupalidad, en las que vienen trabajando
desde hace algunos años. _(1974) Atención e interpretación. Paidós, Buenos Aires.

_(1996) Cogitaciones. Promolibro, Valencia.


Las articulan con la teoría de la evolu-
ción, basándose en los aportes más recien- Corrao, Francesco (1998). Orme. Volume Secondo. Contributi
tes de la corriente neodarwiniana; toman la alla psicoanalisi di gruppo. Rafaello Cortina Editore, Milano.

noción de jerarquías desarrollada por Henry Grupo Sygma (1999). “La fusionalidad, una hipótesis para pen-
Plotkin para comprender la coexistencia de sar”. Revista Latinoamericana de Psicoanálisis, Vol. 3, N° 1. Por-
diferentes niveles de adaptación y la rela- to Alegre, Brasil.

ción que mantienen entre sí; utilizan el con- _(2000) “Rêverie grupal, ¿una función posible?” en Revista Gra-
cepto bioniano de transformaciones, que diva, N° 1. ICHPA. Santiago de Chile.
enriquece la perspectiva para entender la Neri, Claudio (1998). Orme. Volume secondo. Contributi alla psi-
relación entre estos niveles ya que no sólo coanalisis di gruppo. Rafaello Cortina Editore, Milano.
implica la consideración del cambio sino Plotkin, Henry (1997). Darwin Machines and the Nature of Know-
que toma en cuenta también las invarian- ledge. Harvard University Press.
cias; y consideran la socialización como un Tabak de Bianchedi, Elizabeth (1997). “Narcisismo-socialismo”.
mecanismo importante para la superviven- Koinos, Rivista semestrale di psicoanalisi di gruppo. Anno XVIII,
cia de la especie siguiendo las ideas de Bion, Numeri 1-2. Ediz. Borla, Roma.
que sostiene que la supervivencia será la de Thom, René (1993). Parábolas y catástrofes. Tusquets, Barcelona.
los más aptos para vivir en grupo.

Frente al supuesto de que la humanidad


surgió como grupo, se preguntan cómo vin-
cular este origen con la individualidad, la
diferenciación y el yo.

En la parte nodular del trabajo se abre


un texto que atraviesa variados campos del
pensamiento logrando una integración ba-
sada en el mantenimiento de lo plural y sus
transformaciones.

Se destacan conceptos originales como


“grupalidad total” y “ansiedades de extin-
ción”, ya esbozados en trabajos anteriores.

Legitiman el aporte del psicoanálisis al


pensamiento científico y convocan a una
ampliación de sus fronteras teóricas, sugi-
riendo la revisión de algunas hipótesis psi-
coanalíticas clásicas.

70
Texturas Francesas
Noticias del duelo
(introducción a Actualidad del duelo)

María Martha Boccanera*

Los poetas, una vez más, se habrán anticipado. Que el


duelo sea llevado a su estatuto de acto. El psicoanálisis
tiende a reducir el duelo a un trabajo, pero hay una enorme
distancia entre trabajo y subjetivación de una pérdida.

Jean Allouch, Erótica del duelo.

En diciembre de 1993, Allouch trazó en su Su problematización del duelo cuestiona


seminario “El insustituible objeto del en primer lugar la versión medicalizada de
duelo”, en Montevideo, las tesis centrales Duelo y melancolía. Parece deslizarse en esa
de lo que sería su versión del duelo. ¿Podría versión una prescripción: que cada quien
decirse que ése es el aporte y la apuesta deba hacer su trabajo de duelo y a propósi-
más fuerte que este psicoanalista francés ha to de cualquier pérdida. Lo que cobra senti-
hecho al campo analítico? do si se articula con el hecho de que el texto
freudiano fue escrito y publicado en el
Interrogado por la evidencia de que un instante inaugural de ese “ensalvajamiento
hijo muerto constituía lo medular de una de la muerte” que fuera la Primera Guerra
locura entre varios, en la que se incluía la de Mundial2. El historiador Philippe Ariés llama
Marguerite Anzieu (la Aimée de la tesis salvaje a la desaparición durante el siglo XX
doctoral de Lacan)1, haciendo lugar a la de los rituales y los signos de duelo, con-
crítica que desde otros discursos se le for- traponiendo esa figura de la muerte a la de
mulaban a la versión psicoanalítica del “muerte amaestrada” con el que designa su
duelo y concernido por la muerte de su domesticación, como era el caso del hom-
propia hija, Allouch desarrolló en sus semi- bre de la antigüedad que llegaba a hacer
narios de esos años lo que plasmaría luego de ella su acto. El sociólogo inglés Geoffrey
en su libro Erótica del duelo en los tiempos Gorer también indicó el carácter tabú y la
de la muerte seca. condición pornográfica de ese silencio que

* Psicoanalista
1 Allouch venía de publicar su investigación sobre el caso que Lacan trabajó en su tesis, Marguerite ou l’Aimée de Lacan, París, EPEL,
1990 (en español: Lacan la llamaba Aimée, México, EPEELE, 1993), cuya dedicatoria citamos: “Con Marguerite, dedico este estudio
de clínica psicoanalítica a los habitados por la espantosa experiencia erótica del hijo muerto.”
2 “Cuando eran arrumbados los rituales del duelo, y no se tomó más el tiempo de vociferar juntos contra la muerte, cuando desaparecían
los signos mismos del duelo, cuando el cuerpo social dejó de perder a sus miembros, que ya nadie se le moría, en la hora que toda
manifestación del duelo comenzó a ser recibida como inconveniente e incluso enfermiza, el psicoanálisis trajo su respuesta: ¡ya no hay
duelo social!, ¡de acuerdo!, ¡queda el duelo psíquico!” Allouch: argumento previo al seminario “El insustituible objeto del duelo”.

73
María Martha Boccanera Texturas francesas

se extiende sobre la muerte señalando que con el agujero creado en la existencia por la
su efecto es el aislamiento del agonizante y utilización total de todo el sistema signifi-
del que está de duelo por haber sido conta- cante en torno al menor duelo”3.
minados por la muerte. Allouch va a pro-
poner llamar muerte seca al carácter de En todo caso, cabe preguntarse si hay una
versión del duelo en Lacan, aun si Allouch la
pérdida total que reviste esta figura actual
pone de relieve en su lectura. Y todavía así se
de la muerte. Ariés incluye la versión freudi-
evidencia la distancia entre esa lectura y la
ana en un romanticismo de facto, aquél
que la literatura -vía Kenzaburo Oé- habilita.
que promete cierta felicidad en la muerte y,
El encuentro con la “nouvelle” Agwii el
románticamente, cifra en el reencuentro la
monstruo de las nubes4 le permite inscribir
idea de esperanza, lo que se revela cuestión
su “hallazgo”, ése que lo autorizará, en
no sólo de los cristianos. Según Allouch, la
definitiva, a proponer el duelo como erótica.
cuenta pendiente con Freud es su afirma-
“El duelo -afirma- no es solamente perder a
ción de que el objeto se pretenda sustitu-
alguien (un objeto, dice intempestivamente
ible, que el sustituto prometa los mismos o
el psicoanálisis), es perder a alguien perdien-
mayores goces que el objeto perdido a
do un trozo de sí. Decimos ‘pequeño trozo
condición de un trabajo. Lejos de esa posi-
de sí’ para marcar el valor fálico de esa libra
ción, afirma que “los seres cuya muerte nos de carne.”5 El duelo es un acto, pero un acto
enluta son precisamente aquellos, poco sacrificial, aquél que conduce al que está de
numerosos, que entre nuestros allegados duelo al punto donde realiza su pérdida
tienen el estatuto de seres irremplazables”. como tal. Un sacrificio por el cual el enluta-
¿Y Lacan? Sin que aparezca explicitada, se do no habrá solamente perdido a alguien,
insinúa posible, y Allouch se aplica a ello, leer sino que habrá perdido otra cosa que lo con-
una versión del duelo en su interpretación de stituía hasta ese momento como eromenós.
La muerte de un ser querido que nos es esen-
Hamlet. Allí se toma nota de la demarcación
cial nos transforma brutalmente en erastés,
operada respecto de Duelo y melancolía,
el muerto parte con ese pequeño pedazo de
sobre todo en la afirmación lacaniana: “Qué
sí que también es del enlutado, y el hecho de
son los ritos funerarios... sino la intervención
que se lleve consigo ese ágalma es lo que
total, masiva, desde el infierno hasta el cielo,
hace que el enlutado sea puesto en una posi-
de todo el juego simbólico... no hay nada que
ción deseante.
pueda llenar de significante ese agujero en el
real, si no es la totalidad del significante. El En el número 0 de Docta, Jean Allouch se
trabajo cumplido en el nivel del logos (digo preguntaba en una entrevista: “habiendo
esto para no decir en el nivel del grupo ni de propuesto otra versión del duelo de la que
la comunidad, claro que son el grupo y la tiene circulación en psicoanálisis, ¿a quién
comunidad, en tanto culturalmente organi- puedo dirigirme para que esta nueva versión
zados, los que son sus soportes), el trabajo de sea admitida por la comunidad analítica su
duelo se presenta en primer lugar como una conjunto?” ¿Equivaldrá este acto de publi-
satisfacción dada a lo que de desorden se cación de su artículo a un asentimiento, a un
produce en razón de la insuficiencia de todos “estamos al corriente, hay otra versión del
los elementos significantes para enfrentarse duelo”? Cabe a los lectores la respuesta.

3 Lacan, El deseo y su interpretación. Inédito, sesión del 22 de abril de 1959.


4 Oé, K. Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura. Buenos Aires, Amorrortu, 1982.
5 Allouch, Erótica..., p. 411.

74
Actualidad del duelo

Jean Allouch*1

El problema del duelo es uno de esos pro- can en su seminario L’Angoisse. Lacan su-
blemas mayores que se presentan en el braya que este analizante de Lucía Tower
campo freudiano como doblemente deter- hace, en su análisis, un cierto duelo, el
minantes. Por un lado, señala cada uno de duelo de su analista, más precisamente de
los otros problemas mayores -de allí, por eso que esta mujer analista presentifica
ejemplo, mi fórmula la clínica analítica es para él, a saber que a la mujer no le falta
el duelo-. No he sido yo quien ha inventa- nada -lo que a él lo castra.
do la articulación duelo/clínica, puesto que
el mismo Freud presenta la neurosis del Los “problemas mayores” que evoco son
hombre de los lobos como duelo no acep- también determinantes en el sentido de que
tado de su padre. Simplemente la leo, la cada uno de ellos comporta, contiene, el
interpreto, la modifico suprimiendo el “no conjunto de la teoría. Mientras hacía la gue-
aceptado” que no sostiene más que la in- rra en la armada austriaca, Wittgenstein lle-
tervención de una norma para el duelo, vaba un pequeño cuaderno de a bordo2. En-
norma que, precisamente, no existe más. tre otras cosas, anotó allí sus dificultades pa-
El análisis es también, pues, la efectuación ra trabajar, precisamente para adquirir una
de un duelo. Esto se encontrará confirma- visión de conjunto y, por lo tanto, una solu-
do en lo que voy a hablar aquí mismo, en ción de conjunto para las preguntas que lo
Buenos Aires, este próximo fin de semana. inquietaban. Escribía, a propósito de esto,
A saber, un caso de análisis exitoso publi- que esta solución de conjunto debía estar
cado por Lucía Tower y comentado por La- presente en el análisis de cada problema de

* Psicoanalista.
1 Este artículo es transcripción de la conferencia que Jean Allouch dictó en la APA el 1/8/01 bajo el título “Actualidad 2001 de Erótica
del duelo”. Entendemos, en el deseo de su autor que encuentre en Docta su lugar de publicación, que mantiene su actualidad aún
hoy, tres años después.
2 Ludwig Wittgwnstwein, Carnets secrets 1914-1916. Trad. del alemán y presentada por Jean Pierr Cometti, Tours, 2001.

75
Jean Allouch Texturas francesas

detalle3. No sé si esta exigencia debe funcio- que no hay más que una manera posible de
nar no sólo para la lógica sino también para faire le point: avanzar, dar el paso que si-
el psicoanálisis. En todo caso, aparece con gue. La cosa es sensible en la práctica psi-
claridad que para ciertos problemas esto coanalítica: si un analizante entabla una se-
funciona, no puede sino funcionar. Y ese se- sión diciendo que tiene la intención de fai-
ría, pues, el caso del duelo. re le point sobre su análisis, el analista pue-
de levantar la sesión de inmediato, es el
Erótica del duelo en el tiempo de la mejor servicio que puede prestar a este
muerte seca apareció en Francia en abril de analizante, más que impedirle físicamente
1995; el libro adquirió cierta resonancia que se extravíe en esa marcha sin salida.
puesto que tuvo una segunda edición me-
nos de dos años más tarde. Entre tanto ha- Me propongo tratar esta noche con us-
bía sido traducido al español, aquí en la Ar- tedes la actualidad de Erótica del duelo en
gentina, junto a un escrito de mi traductor el tiempo de la muerte seca en ese sentido
Silvio Mattoni sobre Pour un tombeau d’A- del paso siguiente; más precisamente, abor-
natole de Mallarmé. Recientemente, Espa- dar esa actualidad en dos lugares diferen-
ña ha manifestado el deseo de publicarlo. Y tes: la universidad y la literatura.
como sucede que vuestra amable invitación
de esta noche ponía énfasis en esta obra,
me he dicho que seis años después de su pu- 1. L’université
blicación podía ser la ocasión de faire le
point* a propósito de ella. El 27 de marzo de 2001, día para marcar con
una piedra blanca (o negra quizás), Erótica
No es que yo crea especialmente en ese del duelo hizo su entrada en la Sorbona.
movimiento que se llama faire le point, no Oh, una discreta entrada, pero una entrada
más que en la idea (cristiana, decía Lacan) al fin. En efecto, ese día se defendió una te-
de la vida como viaje. Ciertamente para un sis. Su título: El trabajo del duelo: nacimien-
navegante faire le point tiene sentido. Pe- to y devenir de un concepto. La tesista,
ro, justamente, ese sentido se desvanece si Martine Lussier, presentaba su trabajo fren-
la vida no es un viaje, no más que el amor te a un jurado compuesto por: Prof. S. Io-
no es un camarada para ese viaje, como sin nescu, Dr. Green, Prof. R. Rousillon, Prof. D.
embargo algunos se complacen en pensarlo Widlocher y por J. Semprún, con esta preci-
hoy en Occidente (“ven conmigo, vamos a sión para este último: “de l’Academie Gon-
hacer una parte del camino juntos”: ¿dónde court”. Martine Lussier había sido, como yo
está el sexo, y aun el amor, en esta proposi- lo fui, sorprendida e instada a trabajar por
ción?). Una vez descartada, pues, esta enga- la increíble promoción sociocultural del
ñosa metáfora del navegante, se percibe “trabajo de duelo” y ha tenido que saber lo

3 Doy arriba una lectura minimalista de su observación. Mucho más radical, Wittgwnstein decía exactamente esto (los corchetes están
en el texto publicado): “Percibo unos elementos sin saber cómo [...] se articulan en el seno del todo. Todo problema nuevo es para
mí un peso. [...] una clara visión de conjunto debería mostrar que todo problema es el problema principal, y la visión de la pregunta
principal (?) no es una fuente de desaliento sino de estímulo” (el subrayado es mío; op. cit., p. 24). Sobre el estatuto del detalle, del
fragmento, no se puede evitar instruirse también en el notable libro de Pascal Quiganrd, Une gêne technique a l´égard des fragments,
París, Fata Morgana, 1986.
* La expresión faire le point proviene del lenguaje de la navegación, y significa en ese contexto precisar la posición del navío para luego mar-
car el rumbo. Podría traducirse aquí como “recapitular”, pero hemos preferido dejar el giro francés haciendo esta aclaración (N. de la T.).

76
Texturas francesas Jean Allouch

que retornaba siguiendo ese concepto en entrañable amigo Jacques Hassoun, ha ha-
su huella. Sobre ciertos planos ha hecho blado del exilio. ¿Qué sucede con esto aquí,
mejor que yo, yendo por ejemplo hasta donde es todavía sensible el corte entre los
Washington, a la Biblioteca del Congreso, que han vuelto del exilio y los que vivieron
para leer allí el primer manuscrito de “Due- bajo la dictadura militar? ¿Se ha reflexiona-
lo y melancolía”4. Ha leído Erótica del due- do sobre el exilio y el no-exilio? Quizás al-
lo, lo discute de manera crítica en la mayor guien entre ustedes quiera decirnos ahora
parte de los puntos de su tesis5, acepta con si desde el final de la dictadura se han pu-
agrado la mayor parte de las observaciones blicado trabajos sobre esto.
y conclusiones.
La tesis de Martine Lussier hacía valer,
Les he hablado de una entrada discreta. gracias a esta confrontación duelo/exilio,
No es necesario, en efecto, dejar de lado cierto número de puntos. En particular éstos:
que ese libraco es uno de los 219 títulos de
1. La extensión a la que se entrega Freud en
la bibliografía de esta tesis, lo cual no es más
“Duelo y melancolía”, hablando del duelo
que una parte de las 8.000 referencias que
de un ideal o del duelo de la patria, no es
Martine Lussier ha recogido sobre el trabajo
justa. Y sin duda la presencia en el jurado
del duelo en los “bancos de datos”, como se de Semprún, refugiado político español en
les llama. 1/219, ¡eso no pesa demasiado! Francia, era pertinente a la hora de aportar
Según los criterios universitarios, esta te- su garantía/cautela en relación a este pun-
sis fue juzgada excelente. Señalaría aquí to.
por mi parte que se trata de una tesis de ac- 2. No se puede hablar del exilio en términos
tualidad. No aparece en su título que al mis- de duelo. Hay, entre los dos, solución de
mo tiempo que el duelo, Martine Lussier es- continuidad. Pero la diferencia no está sola-
tudia el exilio. Sin embargo, la confronta- mente ligada a la desemejanza de lo que se
ción de esas dos temáticas ha hecho surgir ha perdido. Pasando del estudio del duelo
un cierto número de consideraciones inte- al del exilio, en la segunda parte de su tra-
resantes y actuales. bajo Martine Lussier ha debido también
cambiar de registro, dejar la metodología
El exilio, se ha señalado, es mucho me-
metapsicológica en provecho de un estudio
nos estudiado que el duelo en el campo
fenomenológico, y ese cambio signaba tam-
freudiano. No hay más que algunas referen-
bién la irreductibilidad del exilio al duelo.
cias en los famosos bancos de datos. Y eso
es curioso si se considera que el exilio ha Ciertamente, nadie en el jurado ha ad-
marcado la historia del psicoanálisis de una vertido que Freud no había tenido éxito en
manera casi masiva, se podría decir. Mela- escribir su metapsicología. Al contrario, el
nie Klein viene del exilio, la ego-psicología sector psicoanalítico del jurado parecía
también, la mayor parte de los continuado- creer posible una metapsicología. Y enton-
res de Freud que hicieron obra fueron exi- ces se ha reprochado a Martine Lussier ese
liados. Sin embargo, casi nadie, fuera de mi deslizamiento. Sin embargo, no está exclui-

4 Un vicioso del jurado le ha demandado: ¿sabe descifrar la ilegible escritura de Freud? Respuesta: ¡si!
5 Excepto el juego petit a - fi en la interpretación lacaniana de Hamlet, que no debo haber presentado adecuadamente, porque, lectora
competente y aplicada, se reconoce incapaz de encontrar una solución sobre este punto.

77
Jean Allouch Texturas francesas

do que sea ella quien, por haber procedido como reparadores es bastante amplio, se
así, anuncie nuestro futuro próximo. No só- extiende desde los psicoanalistas que en
lo por ese deslizamiento metodológico6, si- Francia como en la Argentina se ofrecen pa-
no también por el deslizamiento temático, ra esta función, hasta el actual tratamiento
por el pasaje del cuestionamiento del due- del duelo por la vía medicamentosa.
lo a un cuestionamiento sobre el exilio.
Habrán comprendido que Green se si-
Quizás en ese cercano porvenir no habrá
tuaba resueltamente, y allí estamos sobre
más duelo y entonces quien esté de due-
un punto de acuerdo, del lado de Freud, de
lo**, en su relación con la muerte, no sea
la pérdida y no de la reparación (de esta re-
más que un exiliado. ¿Produciendo un cli-
paración que se ve resurgir, sin duda des-
vaje entre duelo y exilio anuncia Martine
graciadamente, en el seminario de Lacan Le
Lussier ese cambio?
sinthome). Mucho más resueltamente en
Pero, ¿cómo fue recibida en el jurado es- tanto hacía suya la manera como Freud tra-
ta primera manifestación de Erótica del taba el duelo con la melancolía. Le repro-
duelo en la Universidad? André Green fue chaba a Martine Lussier (pero ese reproche
el primero en hablar de ello. Green, uno de podría caer parcialmente sobre mi libraco)
vuestros colegas más notorios de la IPA, es el hecho de haber estudiado el concepto de
uno de mis más serios adversarios; un ad- “trabajo de duelo” separándolo de la me-
versario, no un enemigo. Y su intervención lancolía. En síntesis, le reprochaba no haber
fue de excelente calidad7. hecho el único trabajo que él consideraba
válido. Muy inteligentemente y con perti-
No voy a resumir el conjunto de sus pa- nencia, Martine Lussier le respondió citan-
labras, sólo a señalar algunos puntos. Des- do una carta de Freud a Lou Andreas-Salo-
pués de descartar la contribución de mé en la cual Freud precisaba que su méto-
Bowlby al problema del duelo como no psi- do, cuando estudia un objeto, consiste en
coanalítica8, Green ha hablado de la pelea aislar este objeto remitiéndose primero al
entablada sobre el duelo entre kleinianos y material empírico para luego, pero sólo lue-
freudianos de pura obediencia. Éstos, preci- go, ligar este estudio al de los objetos veci-
saba, piensan el duelo como pérdida, los nos y al conjunto de la metapsicología. Ella
kleinianos lo piensan como reparación. también era entonces, según le argumenta-
Green hacía, a partir de allí, la constatación ba a Green, una freudiana; Freud no le pro-
de que era Melanie Klein quien había gana- hibía estudiar el duelo (a la manera de
do. Él conoce mejor que yo toda esa litera- Wittgenstein trabajando un problema ma-
tura y estoy seguro de tenerle confianza so- yor pero local) independientemente de la
bre este juicio. En lo sucesivo el duelo se re- melancolía. Se ve aquí hasta qué punto es
para, y el abanico de los que se proponen difícil determinar qué quiere decir y qué im-

6 La encuesta sobre el exilio fue hecha a través de cuestionarios, explotados a la vez estadística y “psicoanalíticamente”, no sin que
Martine Lussier deje de advertir aquí la necesidad de las comillas.
**Seguimos aquí, para endeuillé, la elección de S. Mattoni en su traducción de Erótica del duelo. Dado que en francés, deuil significa
tanto duelo como luto, el giro “quien está de duelo” permite conservar un sentido más amplio que “enlutado” (N. de la T.).
7 No siendo profesor, él estaba en libertad de movimientos. Cuando el presidente del jurado intervino para decirle que fuera más bre-
ve, respondió que tenía cosas para decir y que si eso no gustaba estaba listo para dejar la sala de inmediato, de manera que se le de-
jara en paz. Esto indica que había tomado en serio su misión y que tenía el propósito de cumplirla lo más perfectamente posible.
8 Es muy justo, si diciendo que Bowlby es un “espíritu simple” no lo ha tratado de simple de espíritu.

78
Texturas francesas Jean Allouch

plica ser freudiano metodológicamente, co- IPA, debía también mencionar ese libro. Era
mo tipo de investigación a llevar a cabo. para señalar que la cuestión de la no realiza-
ción de la vida del muerto como determina-
Green señaló como importantes para el ción esencial del duelo le había parecido im-
estudio del duelo en Freud las cartas a Fliess, portante y para profundizar. Tomamos nota9.
donde Freud dice a su alter ego y amigo so-
bre la muerte de su padre. Y es a propósito
de esto que usando la expresión “muerte se-
ca”, declaró, delante del eminente areópa- 2. La literatura
go de esta defensa de tesis: “Allouch me ha- No les diré nada, salvo la presente mención,
ce reír.” No puedo realmente sino regocijar- del encuentro de Erótica del duelo con la
me de hacer reír a Green, quien no es al- novela de Philippe Forest L’enfant éternel10,
guien especialmente divertido y quien, en un encuentro que tuvo y guarda para mí
todo caso, ese día no hizo reír demasiado. una gran importancia. Hace algunos meses
Me regocijo puesto que si lo hago reír es tuve la inimaginable sorpresa, leyendo L’an-
porque toco en él un punto de inhibición. nulaire de Yoko Ogawa11, de habérmelas no
Lo toco más allá de ese punto donde lo tanto con una confirmación de Erótica del
provocaba a cometer el error de descartar, duelo sino con lo que yo llamaría una pro-
en nombre de esas cartas a Fliess, el anclaje longación de ese libro. Se trata de una con-
de “Duelo y melancolía” en la muerte ro- firmación de la mejor cosecha, justamente
mántica. Una prueba de este impacto me porque es una prolongación, porque lo que
fue generosamente dada por lo que segui- va más allá, lo que va más lejos, prueba po-
damente iba a desarrollar Green. En efecto, ner de relieve la misma lógica de lo que ya
¿qué decía, evocando algunos casos de due- estaba elaborado. Es de todas formas extra-
los de los cuales se había tenido que ocupar ño, ¿no?, que algo decisivo nos venga, una
en su práctica? Que según él (“según él” vez más, después de Kenzaburo Oé, del Ja-
porque nosotros no tenemos manera de ve- pón12. Ignoro la razón de esta “incisividad”
rificarlo), algunos de esos duelos se habrían del Japón, pero es un hecho. Quizás ese he-
terminado por... un sueño de defecación. cho tiene dos nombres: Hiroshima, Nagasa-
Cuestión de sacrificio, ¿se puede hacer me- ki. En efecto, recientemente, en un coloquio
jor? ¿No confirma así, quizás sin darse cuen- en el centro de Beaubourg en París, un con-
ta -lo que explicaría su risa chillona- la Eró- ferencista contaba que Yoko Ogawa, nacida
tica del duelo? Me parece que sí. en 1962, se había puesto a escribir a la edad
de dieciséis años, cuando escuchó hablar de
Daniel Widlöcher, otra eminencia de la Hiroshima y leyó el Diario de Anna Frank.

9 Jean-Bertrand Pontalis toma también sus distancias con “Duelo y melancolía”. Así, declara “precipitada” (“¡Oh, en qué téminos ga-
lantes son dichas esas cosas!”) la idea freudiana de que quien está de duelo sabe qué ha perdido, y rechaza explícitamente la con-
cepción freudiana de un objeto de amor que sería sustituible. ¡Caramba! Pero, ¿por qué no citarme, ya que ocurre que he sido el pri-
mero en ser explícito sobre esos dos puntos? (Pontalis, “Rêver nos morts”, f.a, N° 7, París, Ed. Autrement, 1999, p. 295-306).
10 Philippe Forest, L’enfant éternel, París, Gallimard, 1997. En la novela que siguió, relato aún de su duelo del hijo muerto (Toute la
nuit, París, Gallimard, 1999), Forest dice de su lectura de Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca.
11Yoko Ogawa, L’annulaire, relato traducido del japonés por Rose-Marie Makino-Fayolle, Arlés, Actes Sud, mayo, 1999.
12Forest, por otra parte, nos ha traído de su último viaje a Japón una conversación con Oé: sobre ese terreno también nos encontramos
próximos (Philippe Forest: Oé Kenzaburo, Légendes d’un romancier japonais, seguido de una Conversación con Oé Kenzaburo, Nantes,
Ed. Pleins Feux, 2001. A lo cual se agrega un estudio de crítica literaria: cf. P. Forest, Le roman, le je. Nantes, Ed. Pleins Feux, 2001).

79
Jean Allouch Texturas francesas

Por mi parte, no olvidaré jamás que en Hi- que había caído lentamente en la limona-
roshima un formidable rumor cantado vino da, coloreándola de rosa.
a turbar el comienzo de mi noche. Sin em-
bargo, estábamos con mi mujer alojados Las flores de cerezo son objeto de cuasi
culto en Japón. Ustedes saben que allí se
muy alto en el hotel que habíamos elegido,
cultiva sobre todo el territorio millares de
más cercano al lugar donde había caído la
cerezos no por sus frutos, como en nuestro
bomba, justo al lado de las ruinas del único
Occidente consumista, sino únicamente por
edificio que había permanecido en pie y a,
sus flores, que no los adornan más que al-
no lo adivinarán... la Cámara de Comercio.
gunos días al año, menos de una semana13.
Todo un símbolo, ¿no?, esta perennidad del
Se trata de un culto del ágalma (¿sobre fon-
comercio en el horror. Alertados, nos aproxi-
do de sintoísmo?), como si estuviese permi-
mamos a la ventana y vimos la segunda sor-
tido ser deslumbrado, al menos dos o tres
presa que ese lugar nos reservaba: varias de-
días, por ese objeto maravilloso y radical-
cenas de millares de japoneses que canta-
mente fuera del campo de la utilidad: el ce-
ban, bramaban de felicidad. Era el público
rezo en flor, figura emblemática (diría yo
de un partido de... béisbol. Así los Estados
para aquéllos que recuerden aquí el esque-
Unidos triunfaban donde habían destruido
ma óptico de Lacan) del objeto petit a en el
casi todo. Si el público japonés está allí en
cuello del florero, ilusión de la presencia
eso, no será sorpresa que las cosas de otro
posible de ese objeto en ese lugar, espejis-
temple pasen por las vías de la literatura.
mo desvaneciente de eso que del objeto pe-
La narradora de L’annulaire es una joven tit a sería especularizable.
mujer que trabaja como secretaria en un
Luego de su accidente de trabajo, dejan-
“laboratorio de especímenes” -y veremos
do el campo por la ciudad, la joven mujer
enseguida que ese “laboratorio” más bien
encuentra este nuevo empleo. El fundador
especial está bastante cerca del consultorio
del laboratorio, que es también gerente y
analítico-. Ella había encontrado este nuevo
manipulador, denominado M. Deshimaru, le
empleo luego de haber dejado la fábrica de
explica de qué se trata. Este laboratorio no
gaseosas donde era obrera tras un acciden-
hace investigaciones ni exposiciones, se con-
te ligero pero significativo. Su dedo anular
tenta con preparar y conservar los “especí-
izquierdo se había enganchado entre una
menes” que la gente le lleva. M. Deshimaru,
cuba llena y la cadena de producción, y ha-
en el transcurso de su entrevista de contra-
bía perdido su extremo. Esto no tenía nada
tación, descarta de entrada la cuestión de la
de inquietante pero, como ella lo dice, “el
utilidad de lo que él hace y propone, dicién-
tiempo se había detenido”, “un cierto equi-
dole (y ustedes verán aquí esbozarse la ana-
librio se había roto”. Suspensión del tiempo
logía con el consultorio analítico):
y ruptura del equilibrio en lo sucesivo ins-
criptos en un discreto síntoma: no podía be- Las razones que empujan/llevan a desear
ber ni el menor sorbo de soda sin creer ca- un espécimen son diferentes para cada uno.
da vez sentir bajo su lengua el pedazo de Se trata de un problema personal. Esto no
carne, “pequeña valva rosa como una flor tiene nada que ver con la política, la cien-
de cerezo, suave como un fruto maduro”, cia, la economía o el arte. Preparando los

13Esa semana que es necesario elegir si se desea entrar en contacto físico con Japón.

80
Texturas francesas Jean Allouch

especímenes, aportamos una respuesta a Habrán comprendido que los especíme-


esos problemas personales14. nes son otro tanto de lo que he llamado
“trozo de sí”, que están ligados al duelo y
El laboratorio no tiene ni logo ni letrero que, conforme a lo que yo observaba en
publicitario (nada que ver con Imago-Agen- Erótica del duelo, el laboratorio no devuel-
da), las gentes que se dirigen a él son capa- ve jamás. M. Deshimaru lo precisa:
ces de encontrarlo sin que él haga hacia ellos
el menor movimiento. El cliente llega con un Por supuesto, nuestros clientes pueden
objeto, “preciosa mercadería” que desea ha- venir a visitarlos cuando lo deseen. Pero la
cer “disecar” (es la palabra, y será el trabajo mayoría de la gente no vuelve jamás aquí. Es
propio de M. Deshimaru); a menudo el clien- el caso también de la muchacha de los cham-
te cuenta por qué concurso de circunstancias piñones (noten la expresión, es de la misma
es conducido a llevar su espécimen, lo deja, factura que “el hombre de las ratas”). Por-
paga15 y se va -el mayor número de veces pa- que el sentido de esos especímenes es ence-
ra no volver jamás-. El laboratorio acepta to- rrar, separar y terminar. Nadie trae objetos
dos los objetos, no desatiende ninguno, ni el para recordar aún y siempre con nostalgia16.
más ínfimo ni el más insignificante. Entre paréntesis, se puede hacer notar
El primer espécimen que M. Deshimaru aquí que esto nos da respuesta a una pre-
muestra, a su pedido, a la nueva secretaria, gunta que Lacan se planteaba públicamen-
es un tubo de vidrio que contiene tres te y que, a sus ojos, era un enigma, a saber:
champiñones en un líquido de conservación ¿por qué el analizante vuelve a su próxima
incoloro, “haciendo resurgir su color bri- sesión? Respuesta: porque ha llevado a lo
de su analista su espécimen, su trozo de sí
llante de tierra de Siena quemada”. Esos
de duelo, y no es de ésos para quienes ese
tres champiñones fueron llevados al labora-
único movimiento baste para estar libre de
torio por una muchacha de dieciséis años;
tener que recordar.
habían crecido sobre las ruinas de su casa
incendiada, incendio en el curso del cual Y es por otra parte lo que le sucederá a
habían perecido sus padres y su hermano la joven de los tres champiñones. Volverá al
(los tres champiñones juntos correspondían laboratorio para demandar que se naturali-
pues a los tres parientes conjuntamente fa- ce su cicatriz. Demanda aceptada por M.
llecidos). La muchacha llevaba una marca Deshimaru, quien sin embargo toma el cui-
de quemadura en su mejilla izquierda (una dado de verificar que no se trata para nada
marca que, en el sentido psicoanalítico del de una demanda de cura17, antes de pene-
término, es un síntoma, lo veremos ensegui- trar con la joven al lugar que permanece
da). Ella había encontrado esos tres champi- prohibido para su secretaria, la sala donde
ñones “apretados los unos contra los otros” tiene lugar la “naturalización” del objeto. Y
el día siguiente al incendio. la secretaria no la verá salir jamás. M. Des-

14Yoko Ogawa, op. cit., p.16.


15Pagar ¿cuánto? ¡El precio de una buena comida en un restaurante francés! Lo que nos evoca a Lacan determinando el precio de las sesio-
nes de François Perrier haciéndose invitar por éste, justo antes del comienzo de su análisis, en un buen restaurante. El precio de la cuen-
ta, arreglado por Perrier, determinó el de las sesiones (réplica, pues, del precio del espécimen en el laboratorio del señor Deshimaru).
16Ibíd., p. 23.
17Ibíd., p. 58.

81
Jean Allouch Texturas francesas

himaru es Thanatos. No crean que es malo de la máquina de escribir había dejado la


por esto, hace su trabajo. Si la joven no hu- caja sobre el escritorio. Con un gesto desa-
biese retornado, él no la habría ido a bus- fortunado (un acto fallido), la secretaria-na-
car, pero desde el momento en que ella rradora la había volcado, repartiendo por
vuelve, él no rechaza tratarla como su sínto- tierra todos los ideogramas. Le fue necesa-
ma (a saber, la quemadura), la empuja a ria toda una noche para recogerlos y orde-
querer ser tratada y, como ella lo demanda, narlos, cada uno en su lugar numerado, ba-
la transforma, a ella, en espécimen. jo la mirada de M. Deshimaru, quien, fiel a
su función, no hizo absolutamente nada pa-
Imagino vuestra reacción. Al menos si
ra ayudarla. Esto ilustra perfectamente lo
son lacanianos, ustedes me dirán: “Pero el
que Lacan observaba diciendo que en el
psicoanalista, a diferencia de ese poco sim-
duelo todo el simbólico se encuentra convo-
pático M. Deshimaru, y Lacan nos lo enseña,
cado. La reconstitución de lo simbólico co-
no responde a la demanda.”
mienza por el carácter espléndido, a inser-
¡Por cierto! Pero hay una demanda a la tar en la caja 56-89, y la operación finaliza
que responde, a saber, la demanda de aná- con el carácter rivage, a inscribir en la única
lisis, y es precisamente a esa demanda que caja que quedaba, la 23-78.
responde M. Deshimaru.
Y precisamente en ese momento de bu-
Con esta transformación de la que de- cle alrededor de todo el simbólico, la narra-
manda en espécimen, estamos también en dora, como la joven de los tres champiño-
la lógica de la Erótica del duelo, más preci- nes, hizo a M. Deshimaru su demanda de
samente en esa figura que he llamado “la naturalización de su anular (metonímico de
muerte llama a la muerte”. su trozo de sí perdido) deslizándose así de-
finitivamente de su posición primera de se-
“Disecar”*** (naturaliser) es una pala- cretaria a la de cliente, que le será fatal,
bra muy fuerte. Sin duda hay que escuchar- franqueando así no menos definitivamente
la como ese chiste infantil de un chiquillo la puerta hasta aquí cerrada para ella de la
que decía un día a sus padres: “quiero ser sala de naturalización.
naturalizado mujer”. Disecar (naturaliser) el
especimen es volverlo a la naturaleza; es Allí también, como para la joven de los
quitarle todo valor significante. Y es esta la tres champiñones, habrá un tiempo de sus-
ocasión de recordar que el espacio sadiano penso, tiempo en el que confirma su deci-
fue constituido por Sade como un reto lan- sión. Y el relato acaba en el instante en el
zado a la naturaleza. que ella golpea la puerta de la sala de la
que no se retorna.
En lo que concierne a esta designificanti-
zación del trozo de sí, del especimen, hay No haré ningún comentario concernien-
en L’annulaire una escena que causa estu- te al estatuto o la función del erotismo en
por, ligada a la escritura ideogramática si- este libro dejándoles la felicidad de descu-
no-japonesa. Un día, el laboratorio sufrió brir lo que puede ser coger en el ambiente
un desperfecto de escritura y el reparador de ese laboratorio, cuál puede ser, en ese

*** Hemos traducido naturaliser por “disecar”. Sin embargo, conservamos entre paréntesis la palabra original, pues disecar no admi-
te el juego de significaciones propuesto (N. de la T.)

82
Texturas francesas Jean Allouch

lugar señalado, la farsa de las relaciones en- do, aquí se produce, subrepticiamente, una
tre Eros y Thanatos. intervención de la autora, Yoko Ogawa. El
último relato es un texto en el que la ficción
En cambio quisiera, para permanecer de la narradora no funciona más, o bien, no
en nuestro cuestionamiento de la erótica funciona completamente, funciona al des-
del duelo, destacar lo que llamaría una nudo poniendo al descubierto, en el senti-
“aparente ilogicidad” en la escritura mis- do de que ahora se vuelve patente que Yo-
ma de estas páginas. Todo sucede como si ko Ogawa sostiene (¿sostenía?) la mano de
fuera la narradora quien las escribiera. Se la narradora.
entiende desde la primera frase que traba-
ja en el laboratorio de especímenes desde Se plantea así necesariamente la cues-
hace un año, de lo que se deduce que sería tión de saber lo que ha hecho Yoko Ogawa
en ese momento que habría comenzado a escribiendo y publicando este libro. La res-
escribir. Sin duda es necesario deducir que puesta, imagino que pueden ya entreverla,
ha interrumpido y luego ha retomado la no puede ser más que ésta: ella propone es-
pluma, pues ella declara a la dama del te libro como un espécimen para naturali-
30918 (una de los dos ocupantes del edificio zar. Y es por ahí que nos toca más vivamen-
del laboratorio) que ha sido contratada te. Pues, ¿qué vamos a hacer nosotros, sus
hace “un año y cuatro meses”. Se sabe lectores, poseedores de este objeto libro?
también que estamos entonces al comien- ¿Qué vamos a hacer desde el momento en
zo de un invierno. Obtenemos pues la si- que tener este libro en la mano significa
guiente línea temporal: que ya hemos aceptado, aunque fuera sin
saberlo, responder favorablemente a la de-
Verano/otoño/invierno/primavera/verano/ manda de naturalización? ¿Vamos a natura-
otoño/comienzo del invierno/pleno invierno lizarlo? En tal caso, nos transformaríamos
en M. Deshimaru, ejerceríamos la función
contrato
que a lo largo de todo el relato él puso en
dama del 309 fin del relato obra con un rigor que no podemos más que
saludar.

Pero ven ustedes que me encuentro tam-


Pero todo el relato del final, el de su en- bién, yo que les hablo de esto, metido en el
trada en la sala donde M. Deshimaru va a asunto (y ustedes también, de inmediato,
transformar su anular en espécimen (y sin incluso ya). Al decidir hablarles sobre este li-
duda a ella entera, por el mismo golpe, ya bro, ya etiquetado L’annulaire como cada
que el problema es que, como la cicatriz de espécimen en el laboratorio, al comentárse-
la quemadura, su cuerpo no es separable los haciéndole publicidad, me habré (¿ha-
del espécimen), no es posible que lo haya bría?) negado a naturalizarlo. Me habré
escrito ella. ¿Cuándo lo habría hecho? Son (¿habría?) negado a ser el laboratorista del
sus últimos pasos en el mundo, si se puede trozo de sí ofrecido al gracioso sacrificio de
decirlo, y nada viene a sugerirnos que haya duelo. No lo he puesto en una probeta, ni
escrito el relato antes de hacerlos (lo que no he constituido un lugar para que sea con-
tendría ningún sentido). Dicho de otro mo- servado, inaccesible para ustedes.

18Ibíd., p. 80.

83
Jean Allouch Texturas francesas

A menos que… a menos que la literatu-


ra no sea exactamente eso, a menos que el
campo literario, incluida su difusión, sea ese
laboratorio sin límites asignables, suscepti-
ble de acoger los especímenes que algunos
deciden confiarle a fin de que sean natura-
lizados.

No zanjaré esta alternativa. Quizás la li-


teratura es ese campo puesto en tensión
por los vectores correspondientes a la dis-
tinción marxista valor de uso/valor de cam-
bio. Valor de uso sería el acto de naturaliza-
ción del objeto literario; valor de cambio se-
ría la lectura, la lectura como suspensión de
la poubellication****.

Si tal es el caso, las obras inmortales, las


que admiramos, serían las que escapan a la
naturalización. Inmortales, esas obras de-
vendrían tales en la medida exacta en que
sus autores, por ese mismo hecho, serían
aquellos que jamás harán bucle, que jamás
terminarán su duelo. En tanto lectores, con-
tribuimos a ese no acabamiento.

Así, Yoko Ogawa nos enseña algo que


puede sorprendernos tanto más cuanto te-
nemos la tendencia de pensar exactamente
lo contrario; nos enseña de la mejor mane-
ra que se puede, es decir concerniéndonos,
que el éxito literario no es otra cosa que
una modalidad del fracaso de un duelo.

Traducción: María Martha Boccanera.

**** Neologismo lacaniano resultante de poubelle (tacho de basura) y publication (publicación) (N. de la T.).

84
Psicoanalizar, hacer del
Más Allá causa

Emilio Roca*
Juan Chiappero*

Lo que no puede tomarse volando hay que alcanzarlo cojeando.


La escritura dice: cojear no es pecado.
Abu Hariri -Macamas-, citado por S. Freud en Más allá
del principio del placer (1920) y Carta 32 (20/10/1895).

Sólo los creyentes que piden a la ciencia un sustituto del catecismo abandonado
echarán en cara al investigador que remodele o que rehaga sus puntos de vista.
Sigmund Freud, Más allá del principio del placer.

Convocados por la temática propuesta por sarrollo de la práctica y del pensamiento psi-
la revista para este número se nos hace ine- coanalítico. En el primero, la tarea se presen-
vitable jugar con dos referencias que el te- taba como la necesidad de colegir, recons-
ma del “mas allá” evoca. truir y comunicar en tiempo oportuno lo in-
consciente oculto. Tiempo ante todo del “ar-
La acepción clásica caracterizada como te de la interpretación”. En el segundo se im-
algo de difícil deslinde, indefinido, que su- pone la necesidad de invitar al paciente a co-
giere la dimensión de lo desconocido, de lo rroborar la construcción mediante su propio
esotérico, mayormente rechazado por la recuerdo. Es así como la terapéutica se centra
ciencia como desecho; y la que desarrolla S. en “el análisis de las resistencias”. El arte se
Freud en 1920 al introducir eso rechazado, transformó, sobre todo, en descubrirlas a la
resto o desecho, ¡cuándo no, una vez más!, brevedad y mover al paciente a que las resig-
y señala el viraje teórico que impone la hi- ne. La sugestión toma su lugar en la transfe-
pótesis de un funcionamiento psíquico no rencia y su fuerza es puesta al servicio de es-
enteramente regido por el Principio del Pla- te fin. Por último, se hace notorio que lo im-
cer-Displacer como lo era hasta entonces. posible de recuerdo toma la forma de repeti-
En el planteo teórico freudiano esto de- ción actuada, “agieren”. “Más bien se ve for-
rivará en postular una nueva división del zado a repetir lo reprimido como vivencia
psiquismo, el Ello -reino de la pulsión-, que presente en vez de recordarlo, como el mé-
encontrará su lugar en el cuestionado es- dico preferiría, en calidad de fragmento del
quema espacial de su “segunda tópica”. pasado. Esta reproducción que emerge con
fidelidad no deseada tiene siempre por
En un racconto de lo creado hasta ese mo- contenido un fragmento de la vida sexual in-
mento, S. Freud delimita tres tiempos del de- fantil y por tanto del Complejo de Edipo y sus

*Psicoanalista

85
Emilio Roca, Juan Chiappero Texturas francesas

ramificaciones; y regularmente se juega (se contramos teniendo que discurrir con la cues-
escenifica) en el terreno de la transferencia, tión del trauma o con el trauma que hace
esto es, de la relación con el médico”. “El cuestión señalando que lo teorizado hasta
médico se ha empeñado en restringir to- entonces no alcanza. ¿Cómo podía explicarse
do lo posible el campo de esta neurosis ahí que algo que derivaba en un profundo
de transferencia, por esforzar al máximo malestar, en un sufrimiento, un padecimien-
el recuerdo y admitir la mínima repeti- to, se presentaba insistentemente a la cita?
ción” (Freud, 1920; destacado nuestro). ¿Prolegómenos?, ¿precoces presentaciones
de lo real sin contar aún con una teoría que
Nos llama la atención la insistencia del sig- pudiese dar cuenta de ello? ¿Lugar de la fan-
nificante médico articulado al no deseada. tasía ya como antecedente de un intento de
Al referirse al “agieren”, la repetición tratamiento de un real inasimilable? ¿Es que
que toma el lugar de la evocación, del re- esta puesta en juego de lo imaginario ya de-
cuerdo, Freud se inclina por éste en desme- nuncia la relativa insuficiencia de lo simbólico
dro de aquélla, que es adjetivada como lo para dar cuanta de lo real? Es necesario des-
no deseado. tacar la valentía (o testarudez) de Freud para
no detenerse y seguir intentando dar cuenta
Lo que pudo haberse constituido en obs- de aquello que a otros hubiese llevado a un
táculo insalvable en su práctica no lo fue abandono. Recordemos el sueño de la inyec-
para su teorización, al punto de legarnos ción de Irma, del cual quedó siempre vivo el
una nueva dimensión de lo pulsional. interrogante de cómo pudo Freud contem-
plar la garganta de la joven, esas fauces
Desde el comienzo de su construcción abiertas, punto de angustia sin despertar y al
teórica nos presenta a los procesos anímicos mismo tiempo permitir el surgimiento de la
regulados automáticamente por el Princi- fórmula de la trimetilamina, fórmula de la se-
pio del Placer, cuya tendencia sería dismi- xualidad, base de acceso al inconsciente por
nuir la tensión displaciente y la producción vía del significante. Fórmula absurda, intento
de placer. de circunscripción por la palabra de lo real
Algo venía ya poniendo en cuestión a su que nos permite dar cuenta.
teoría señalando la necesidad de hacer jugar La primera limitación al Principio del Pla-
otros elementos al tener que vérselas con lo cer (sin la pulsión de muerte aún en la teo-
que hace borde entre lo discernible y lo no ría) está en lo inutilizable y peligroso del
discernible. En donde vemos particularmente proceso primario para la vida, tanto psíqui-
insinuarse las dificultades para sostener el ca como física, que lo conduce a la postula-
Principio del Placer es cuando dolorosamente ción de la primera dualidad pulsional y del
en una comunicación a su amigo Fliess le con- Principio de Realidad que pospone la satis-
fiesa que ya no puede confiar en sus histéri- facción, tolera provisionalmente el displa-
cas al encontrarse con que el trauma de la se- cer y hace un rodeo hacia el placer asegu-
ducción no tiene su confirmación en una rea- rándolo.
lidad material. Esto lo lleva, para salvar la
cuestión, a ubicarlo como una necesidad es- Pero... ¿Cómo dar cuenta del Principio
tructural bajo el concepto de fantasía. Lo en- del Placer ligado al proceso primario y el

86
Texturas francesas Emilio Roca, Juan Chiappero

modo de operación de las pulsiones sexua- go desagradable en la trama del pensa-


les cuando intenta introducir al más allá? miento.

La satisfacción de la necesidad conduciría Lacan, en su Seminario VII, nos dice que


a la experiencia de satisfacción, y desde ésta la experiencia de satisfacción produce un
(o mejor hacia ésta) a la generación del de- “arranque desdichado” porque está unido
seo. La acción específica, el desamparo y la al hecho de que el sujeto sólo puede aluci-
obligada mediación del otro, afirma Freud, nar su primera mítica satisfacción, de allí
serían la fuente de toda comunicación y de que la repetición de la necesidad sólo vuel-
motivos morales para el ser humano. La pre- ve en Freud como la oportunidad de la “ne-
sión de la necesidad actúa como una pulsión cesidad de la repetición”.
en el hombre, teniendo en cuenta que lo ins-
tintual ha sido subvertido. Es esta exigencia La contraparte de la vivencia (experien-
de la necesidad, lo real, de lo pulsional lo que cia) de satisfacción es la vivencia de terror,
viene a fracturar la ilusión de completamien- cuya fuente es el dolor. En el “Proyecto de
to narcisista abriendo la posibilidad de entra- una psicología para neurólogos”, Freud sos-
da a lo simbólico. Desde el comienzo, la intro- tiene que el otro polo del objeto, aquel que
ducción de la subjetividad separa satisfacción no se refiere al que permite la experiencia
de la necesidad de realización de deseo. De de satisfacción, deja signos, imagen mnémi-
modo que nace una nueva “necesidad”: lo- ca del objeto hostil, huella que conduce di-
grar la identidad de percepción, marco y re- rectamente a la descarga cuando el displa-
gla de la alucinación de deseo, recarga de la cer, sobrepasando cierto límite, alcanza el
huella mnémica dejada por aquella experien- umbral del dolor. La defensa primaria refle-
cia. Así se introduce la ruptura entre el sujeto ja, ocasiona la repulsión del recuerdo. En es-
y el objeto en la satisfacción humana, y este te texto, los restos de la experiencia de do-
último adquiere el estatuto de perdido. lor son presentados como los afectos y los de
la experiencia de satisfacción como los esta-
La realización de deseo aleja al sujeto de
dos de deseo; ambos contienen una ele-
la vía de la satisfacción e introduce la repe-
vación de tensión (cantidad) en el siste-
tición, búsqueda de percepción primera, del
ma psi. Cierta dimensión de lo desagrada-
mítico primer encuentro con el objeto de
ble va a dar lugar al “más allá”. Una posible
“satisfacción”.
descripción de las manifestaciones del goce
El deseo generado entre la tensión y la -concepto de Lacan que hace par fuera del
huella tiende a su realización (cumplimien- significante al de deseo- se refiere a una tal
to de deseo), percepción imposible que da tensión próxima al displacer y al dolor o el
cuenta del punto de pérdida. Esta memoria sufrir como manifestación en el cuerpo, ex-
freudiana introduce un registro distinto al ceso, tensión perturbadora que desarregla.
orgánico, una nueva perspectiva del placer
Podemos decir que es a través de los agu-
que quiebra la homeostasis del organismo e
jeros del cuerpo, lugar de todo tipo de inter-
impone el placer de desear.
cambio, que la necesidad exige su satisfac-
“El primer sistema psi -proceso primario- ción. En ellos es donde por excelencia se ha-
sólo puede desear.” Es incapaz de incluir al- ce presente la Cultura a través del significan-

87
Emilio Roca, Juan Chiappero Texturas francesas

te y sus leyes, siendo éste quien presenta el Braunstein sintetiza así: “todos estos argu-
programa de cómo y cuándo deben ser satis- mentos reunidos decidieron a S. Freud a
fechas estas necesidades. La existencia de es- postular la existencia de una pulsión funda-
te programa mediatizado por “el otro signi- mental, la de muerte, de la cual las pulsio-
ficativo” (Otro primordial de la historia de nes de vida son desviaciones, deflexiones
ese sujeto) da lugar tanto a la ilusión del en- que pasan por la imagen narcisista del yo.
cuentro del pleno esperado (imaginario) co- La pulsión de muerte es la pulsión a secas.”
mo a la necesaria condición de fortuito, ines-
perado, fallido (real). De modo que lo simbó- Nos encontramos en una nueva dimen-
lico (el significante) impone tanto una limita- sión que hace necesario ampliar el concepto
ción al pleno placer imaginario como una re- de inconsciente de manera que abarque no
nuncia a lo real del goce. El ahora sujeto de- sólo aquello referido a las huellas mnémicas
be acomodar sus imágenes a una nueva alter- como inscripción de las experiencias signifi-
nativa de placer a la vez que entregar algo de cativas de la historia del sujeto sino, y espe-
su cuerpo real, caída de un objeto -ahora se- cialmente, intentar dar cabida a aquellas
parado de este cuerpo- bajo la represión ori- que por su naturaleza no son del orden de lo
ginaria que lo perpetúa como causa. inscribible pero que el aparato necesita dar
cuenta. “El aparato psíquico que hemos dise-
Strachey, en la nota introductoria a Más ñado no está gobernado por un principio so-
allá..., puntualiza que Freud, ya en Lo omi- berano, el del Displacer-Placer, sino por dos
noso (1919), había propuesto parte del “nú- principios contrapuestos. Para decirlo de mo-
cleo de la presente obra”, describiendo la do esquemático: de un lado el clásico Princi-
compulsión a la repetición “como fenóme- pio del Placer, regulador y homeostático (si
no manifiesto en la conducta de los niños y nos atrevemos a usar una palabra que S.
en el tratamiento psicoanalítico” derivado Freud nunca usó, si es que llegó a conocerla),
de la “naturaleza más íntima de las pulsio- y del otro lado un principio que está más
nes”, tan “poderosa como para hacer caso allá, llamémosle del Goce, goce del cuerpo
omiso del Principio del Placer”. que orienta un retorno incesante de excita-
ciones indomeñables, una fuerza constante
Sabemos que es en Más allá... donde que desequilibra, que sexualiza, que hace al
postula su nueva dualidad pulsional: Eros, sujeto deseante y no máquina refleja”
que reúne las sexuales y las de autoconser- (Braunstein). Se le atribuye al inconsciente
vación, por una parte, y Tánatos, la pulsión como función específica la de procesarlas. Es-
de muerte. Paradójica es la conclusión a la ta nueva concepción vendría a tirar por tie-
que arriba: el carácter de las pulsiones es rra la idea de un inconsciente positivizado,
absolutamente conservador para todas sustancializado, concebido como reservorio
ellas, de manera que tienden ambas a la re- de recuerdos, y al análisis como una técnica
cuperación de un estado de reposo previo. de su extracción de las profundidades, para
De ésta paradoja o contradicción sale me- adquirir éste otra dimensión.
diante la atribución a la pulsión de muerte
del verdadero carácter de pulsión al ser, lo No debería sorprendernos que a la luz
que empuja hacia “un estado nunca alcan- de estas reconsideraciones teóricas el in-
zado antes”. En relación a este punto, consciente no sea algo dado de una vez pa-

88
Texturas francesas Emilio Roca, Juan Chiappero

ra siempre sino que estaría en permanente modulación por la conducta de una especie
intento de organización como discurso, de de rememoración actuada”. Distingue el in-
modo que la tarea del psicoanálisis se trans- consciente como estructura (tal como se de-
forma en la del procesamiento del goce en duce del esquema planteado por Freud en el
discurso. Zizek, apoyándose en Lacan, habla capítulo VII del libro de los sueños) del in-
de “una ingenua noción sustancialista del consciente como se presenta en la clínica, fe-
inconsciente como una entidad positiva que nómeno de discontinuidad, de ruptura: el in-
precede ontológicamente a su ‘retorno’”, y consciente “equivocación”. Este inconsciente
agrega: “no podemos aquí sino repetir con freudiano produce “una nada” de sentido,
Lacan: no hay represión previa al retorno hecho que se desvanece instantáneamente.
de lo reprimido; el contenido reprimido no Se manifiesta como discontinuidad tempo-
precede a su retorno en síntoma”. ral, pulsación de apertura y cierre.

Lacan, en “La carta robada”, ha homo- Aquel inconsciente de “La carta roba-
geneizado repetición e inconsciente al da”, el del capítulo VII de los sueños, in-
identificar la repetición con la “insistencia consciente de la red de significantes, consti-
de la cadena significante”, “el retorno de tuye un conjunto y corresponde a lo que
los signos”; “automatón”, le llamará más denominó “tesoro del significante”. En tan-
adelante. Es la repetición provocada por to que el inconsciente fenómeno de pulsa-
una ley sintáctica. Aquí el significante es ción, evasivo como es, no alcanza conclu-
presentado como causa. Éste es un Lacan sión, “el inconsciente no concluye” -afirma-
que retorna a un primer Freud. y por lo tanto es necesario que alguien lo
haga por él. El inconsciente red de signifi-
En el Seminario XI, el de “los cuatro con-
cantes, el Otro inconsciente, es correlativo
ceptos fundamentales”, en el cual intenta
de Otro “embaucador” que puede conducir
responder qué es el psicoanálisis, a partir del
a una falsa conclusión, se refiere a la Ley. El
título “El inconsciente y la repetición”, casi
inconsciente fenómeno corresponde al “di-
los homologa. Una de sus clases es abordada
námico” de Freud, se refiere a la libido y
con el título “El inconsciente freudiano y el
por lo tanto a la causa. La ley supone, impli-
nuestro”, allí va a establecer sus diferencias
con Freud. Nos preguntamos si esta afirma- ca una regularidad, la causa se manifiesta
ción de diferencias es tal o es la expresión de siempre como su ruptura, “hiancia causal”,
un retorno a un segundo Freud, el del viraje dinámica causal discontinua del inconscien-
al “más allá”, el de después del ‘20. En todo te. Dos inconscientes, entonces.
caso, esto que pensamos situaría las diferen- “La función de la Tyché, de lo real como
cias fundamentalmente en el desarrollo, la encuentro [...] en tanto que es esencialmente
producción yel alcance que Lacan dará a es- encuentro fallido, se presentó primero en la
te concepto, a esta operatoria del incons- historia del psicoanálisis bajo una forma que
ciente a la que denomina goce (repetición ya basta por sí sola para despertar la aten-
[Tyché], goce, pulsión; los nombres del “más ción: la del trauma” (Lacan, Seminario XI).
allá”). Es allí donde afirma que “no hay mo-
tivos para confundir con la repetición ni el “Nuestra experiencia nos plantea enton-
retorno de los signos ni la reproducción o ces un problema, y es que en el seno mismo

89
Emilio Roca, Juan Esteban Chiappero Texturas francesas

de los procesos primarios se conserva la insis- la emergencia indeseada de la repeti-


tencia del trauma en no dejarse olvidar por ción, pensamos que este podría ser el pun-
nosotros” (ibíd.). Nos queda claro, estamos to de anclaje para que muchos practicantes
en el orden de la clínica y es un factor con el del análisis intenten su limitación buscando
peso y la fuerza suficientes como para impo- modificaciones instrumentales que opera-
ner cambios en la práctica del psicoanálisis; rían casi como un rechazo al inconsciente. A
en apretada síntesis, si hasta allí estábamos veces se observa una equiparación de la re-
en el orden del desciframiento, de la inter- petición con el acting-out o pasaje al acto,
pretación, reconstrucción, construcción; más sin caer en la cuenta de que es justamente
allá ingresamos a la necesidad de cifrar. Así, el no darle verdadera cabida en el proceso
en el campo de la transferencia irá perdien- analítico lo que posiblemente actúe como
do peso el Sujeto Supuesto al Saber a expen- causal de la emergencia de estos “indesea-
sas de la ganancia de la posición del analista bles” clínicos. No estamos haciendo con es-
como objeto a, objeto causa de deseo. En- to otra cosa que refrendar la cuestión de
tendemos que es a esto a lo que se refiere que es la escucha del psicoanalista la que
Lacan al desarrollar el concepto de Deseo del organiza el discurso del paciente.
Analista. Deseo que no apuntará a la reme-
Si a la repetición se le hace lugar dentro
moración, al recuerdo, sino al dejarse tomar del marco analítico, en su movimiento busca
por el deseo del paciente en una dolorosa lo nuevo, no es repetición de lo mismo. Lo
destitución de su propia subjetividad, posi- nuevo es trascender el ideal. Inevitable re-
cionamiento no siempre logrado. cordar el sueño de los cirios, verdadero ho-
Braunstein lo expresa con firmeza: “Y he- menaje a la Tyché, al encuentro fallido, en-
me aquí, dispuesto a eslabonar mi discurso cuentro con el padre real, el padre que no
sobre el goce, una tarea imposible pues el responde al llamado. No hay padre ideal.
goce, siendo del cuerpo y por el cuerpo, es Por último, vamos a acudir a C. Soler. En
del orden de lo inefable a la vez que sólo por La repetición en la experiencia psicoanalíti-
la palabra puede ser circunscripto, indicado. ca se vale el concepto de cita. Nos dice de
Y ese inefable es la sustancia misma de lo ella que está hecha para prevenir la Tyché, el
que se habla a todo lo largo de un análisis...” encuentro fallido, la aventura. Por lo tanto,
es un encuentro programado, una existen-
Hasta aquí hemos intentado justificar o
cia programada. Nosotros pensamos que la
dar cuenta de las consecuencias que tuvo
cita con el analista es el lugar apropiado
para el psicoanálisis freudo-lacaniano el
para que lo inesperado se haga presente.
descubrimiento de la dimensión del “más
allá”. Sabemos que transitamos a veces por Nos queda la impresión de que este es-
rodeos, otras por atajos, sin dudas haciendo crito, cuya intención inicial era el consabido
saltos epistemológicos. Ahora nos propone- intento de comunicar algo novedoso, se nos
mos incluir un interrogante de algo que nos convirtió en una forma de procesar concep-
resulta observable en nuestra práctica y que tos que creíamos asimilados. ¿Se convirtió
formularemos con la denominación de “la de este modo en la expresión de la repeti-
mala prensa de la repetición”. Cuando más ción, cabal demostración de su operatoria
arriba hicimos mención en citas de Freud a en el funcionamiento psíquico?

90
Texturas francesas Emilio Roca, Juan Esteban Chiappero

Resumen Bibliografía
Partiendo de la lectura del trabajo de S. Braunstein, N. Goce. Siglo XXI Editores.
Freud de 1920, los autores efectúan un Freud, S. Proyecto de una psicología para neurólogos.
apretado recorrido por sus teorías, buscan-
_La interpretación de los sueños.
do desde los comienzos aquello que lo con-
duce a incluir en lo psíquico procesos no re- _Los dos principios del acaecer psíquico.

gulados por el Principio del Placer, lo cues- _Lo ominoso.


tionan o limitan, no siendo representables _Más allá del principio del placer.
pero de plena eficacia. Buscan su articula-
_Amorrortu. Obras completas
ción con postulaciones de J. Lacan en cuan-
to a las concepciones de inconsciente, repe- Lacan, J. Seminario VII. La ética del psicoanálisis. Paidós.
tición y goce. Teorías con las que ambos au- _Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoa-
tores intentan dar cuenta de una clínica en nálisis. Barral Editores.
especial, y que imponen desplazamientos Peskin, L. Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoa-
correlativos en la posición del analista, que nalítica. Paidós
facilitarían la aparición de lo nuevo en el Soler, C. La repetición en la experiencia psicoanalítica. Manantial.
despliegue de la repetición, al ofrecer un
Zizek, Slavoj. ¡Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de
lugar apropiado a ello en la cita, el deseo
Hollywood. Editorial Nueva Visión.
del analista.

91
De acasos y repeticiones
Enrique Torres*

El cerco que rodea el principio de placer y de apoyo.


que abriga en su recinto las hipótesis funda-
cionales del psicoanálisis muestra que no lo El estorbo asoma cuando el esfuerzo de
contiene todo cuando en el trabajo de des- desmenuzar los discursos del diván en procu-
ciframiento que dominaba la práctica hasta ra de las significaciones que los subtienden, y
entonces se insinúan los primeros obstácu- aun de la red de significantes que a su vez las
los. Refractarios al método que aspira a do- determinan, deja un resto, un residuo que
blegar la neurosis mediante una recupera- vuelve a presentarse una y otra vez en la sos-
ción de los recuerdos que retenidos por la pechosa invariabilidad de la repetición. Sos-
represión serían a su vez su causa, atesti- pechosa porque no es tan “invariable” como
guan que el proceso de esclarecimiento de parece, y porque sus resortes no son los del
los síntomas por el hallazgo de sus significa- principio del placer. No es que esta insisten-
ciones inconscientes y su implicación con los cia no haya sido reconocida ya en la constan-
deseos sexuales infantiles no basta para su cia del síntoma, pero sólo el reconocimiento
solución. El tope con el que se tropieza exi- de que la satisfacción lograda en él es lo que
ge revisar nuevamente la teorización labo- asegura su firmeza y la secreta devoción que
riosamente conseguida, las hipótesis psico- el sujeto le consagra vuelve necesaria una re-
patológicas vigentes, en particular la noción visión de todo el esquema. Pues “... el horror
de causa, la concepción de la cura, de la ante un goce del que no tenía la menor con-
transferencia, y hasta el alcance o la eficacia ciencia” del Hombre de las Ratas (Freud,
de su herramienta mayor -la palabra-. De ahí 1909) anuncia la presencia del abismo que
en más, la cuestión será qué agregar a la escinde al sujeto no menos que a su placer
teoría para hacer del obstáculo una base del goce, y adelanta un trozo del “más allá”.
donde su palanca encuentre nuevos puntos La repetición estrena su estatuto teórico es-

* Psicoanalista (APA).

92
Texturas francesas Enrique Torres

pecífico cuando es insertada por Freud en el combinatoria en un sistema formal, como un


título de uno de los trabajos sobre técnica circuito que funciona autónomamente y que
(Freud, 1914) que junto con el de amor de da cuenta a esa altura del automatismo de
transferencia (Freud, 1915) más destacan los repetición. Con este nombre, Lacan honra a
tropiezos con los que una técnica -ya por ese Clérembault y al mismo tiempo desvía leve-
entonces clásica- agotaba sus recursos en su mente la designación freudiana para poner
empeño de resolución de los síntomas me- de relieve el acento puramente maquinal, ci-
diante la rememoración del pasado por la vía bernético, operando sin deberle nada a sub-
asociativa-interpretativa. Los procesos de jetividad alguna, haciendo más bien presa al
desplazamiento y condensación con los que sujeto de un circuito insensato. Tiempo des-
las huellas mnémicas se instauran, se inter- pués, y après-coup, el goce revelará su núcleo
cambian y proliferan al abrigo del Inc. repri- de Real anunciándose ya en el corazón mis-
mido, dan a la lectura que Freud hace de mo de lo Simbólico.
ellos su carácter esencialmente escriturario y
a su método, el de un verdadero descifra- Del copioso surtido de nociones que pue-
miento. Co-extensivo por lo tanto al que La- den escogerse entre estas anotaciones preli-
can (1955) fundaba sobre el funcionamiento minares, la de trauma podrá servirnos, por
de la cadena significante: el retorno, una y su ubicuidad en la experiencia analítica des-
otra vez, de los mismos significantes en la de sus albores, como una puerta de ingreso.
continuidad de las cadenas (metonimia) o en El trauma toma su peso teórico precisamen-
sus saltos sustitutivos (metáfora), equivale al te de su incidencia en la clínica, con lo que
retorno de lo reprimido en el que Freud veía ha ganado prestancia en el saber vulgar y
reanimarse un pasado y restablecer la conti- también suertes diversas en su fundamenta-
nuidad, perdida en algún punto de interrup- ción psicopatológica. Es además, como se sa-
ción de la historia. Aquí Freud y el Lacan del be, el partícipe central, junto a la incipiente
Discurso de Roma (1953) y los primeros semi- noción de defensa, de la primera teoría de
narios (1953-54, 1954-55) coinciden en cuan- las neurosis que Freud maduraba en la últi-
to al propósito perseguido en el análisis de ma década del siglo XIX y que, aunque con
“llenar las lagunas mnémicas” (Freud) o reco- la brújula ya orientada hacia la sexualidad,
brar “el capítulo censurado de su historia” precedió no obstante al advenimiento de
(Lacan), aunque diverjan entre sí por las refe- una verdadera teoría sexual, inseparable ya
rencias de que se valen, y sobre todo Lacan de la del inconsciente. Es también el inte-
consigo mismo si comparamos las formula- grante de la conocida desilusión que le de-
ciones de entonces con las que vendrán poco pararon sus neuroticas: las mismas histéricas
más adelante. Sin dejar de sostenerse en lo a las que había redimido del sambenito de
esencial, la tesis ya instaurada del Inc. como la simulación y la mentira con que las ador-
un lenguaje variará en sus alcances e incluso naba el discurso médico de entonces, deve-
renovará sus premisas, particularmente a me- lando la verdad que abrigaban los síntomas,
dida que surgen las distinciones entre el len- le mienten a él; προτον ψευδοσ, “primera
guaje y la palabra y aquél muestra el costado mentira” sufrida en carne propia, pozo fe-
más asemántico, más independiente de la cundo del fundador que será el cimiento de
significación, operando a la manera de una todo el edificio.

93
Enrique Torres Texturas francesas

Comparado a lo asombroso de los hallaz- declara que ha superado la teoría traumáti-


gos que se suceden tras aquel tropiezo -la ca, pero que no la considera inexacta sino
sexualidad infantil, la represión y la fantasía incompleta. El análisis del sueño del Hombre
como soporte del deseo inconsciente, la lec- de los Lobos (Freud, 1918) y las conclusiones
tura de los sueños, del chiste y de los actos que de él extrae para la concepción del trau-
de la cotidianeidad-, el papel del trauma en ma son igualmente indispensables. Ahora
la causación de los síntomas parece desdibu- bien, ninguno de los componentes deduci-
jarse tras ellos para cobrar de nuevo impul- dos en las primeras formulaciones sobre el
so años más tarde, cuando los estragos de la trauma (salvo el crédito otorgado a las esce-
guerra multipliquen los casos en que hechos nas de seducción infantil) pierde valor en los
violentos, exteriores y repentinos parecen reordenamientos posteriores: el componen-
explicar de por sí su eficacia patógena. Pese te pulsional, la eficacia patógena desplega-
a que allí es ostensible el papel del “aconte- da en dos tiempos, su caracterización como
cimiento”, la indagación freudiana de esa una falta de procesamiento psíquico (por
época lo lleva nuevamente al suelo pulsio- faltar las premisas corporales en el cuerpo
nal del que originalmente había partido, de- del niño antes de la tesis de la sexualidad in-
sembocando en su máxima expresión de fantil, por el desborde de una magnitud que
pulsión de muerte, Todestrieb. El factor acci- arrasa con toda posibilidad de ligadura), y
dental, contingente, del acontecimiento por último su implicación siempre presente
traumático, juega su partida, del lado del en los fenómenos de repetición, la de los
azar, con los determinantes estructurales, síntomas o la compulsión de repetición pro-
del lado de lo necesario; punto de entrela- piamente dicha. El primer elemento mencio-
zamiento de τυχη y αυτοµατον en la encru- nado, el pulsional, no está presente como
cijada de la repetición. Pero no ha de pen- tal en la teoría traumática de las neurosis,
sarse que en ese intervalo de dos décadas pues en ella el niño seducido conserva aún
entre los trabajos fundacionales y Más allá su ‘inocencia’ y sólo la pierde precisamente
del principio del placer (Freud, 1920), la idea cuando un adulto abusa de él1. Sin embar-
del trauma ha dejado de estar presente en go, no podríamos dejar de ubicar en esa es-
la interrogación psicopatológica. Basta re- cena la dimensión pulsional, sólo que ope-
cordar el pasaje del historial de Dora, donde rando del lado del adulto. Es precisamente
Freud encuentra que la escena del lago la transposición que la teoría imprime a esa
“constituye el trauma que (con Breuer) hu- pulsión y su instauración en el seno de la es-
bimos de considerar indispensable para la tructura lo que estrena la vigencia de la se-
génesis de una histeria” (Freud, 1905). El pa- xualidad desde los primeros berridos. A su
saje contiene una nota al pie donde Freud vez la escena, ocurrida o no en la historia,

1 Es sorprendente cómo esta concepción prepsicoanalítica vuelve ahora por sus fueros (fundamentalmente jurídicos y pedagógicos)
para proclamar nuevamente la inocencia infantil, incorruptible en sí misma si la malicia o la perversión de un adulto (que eventual-
mente puede ser un niño sólo un par de años mayor) no viniera abusivamente a interrumpirla. Hay un núcleo de verdad en esta apre-
ciación, pero obviamente ella no es tomada de Freud (¡a quien se llega a imputar hoy haber encubierto cobardemente los verdaderos
casos de abuso con su teoría de la sexualidad infantil!), sino puesta al servicio de un puritanismo norteño que niega al niño su con-
dición de sujeto del deseo para mantenerlo sólo como objeto del deseo y, eventualmente, elevarlo al lugar de un fetiche, angélico y
alígero. Los analistas sabemos de qué cosa el fetiche es un monumento conmemorativo. La verdad que esos pastores de moralinas
ignoran es que efectivamente la madre desde sus primeros cuidados induce en el recién nacido los tempranos escarceos libidinales
(Freud, 1931); y aun podríamos extraer la verdad de estructura que aquellas histéricas decimonónicas le transmitían a Freud con el
relato de la seducción por sus padres: que el deseo es el deseo del Otro.

94
Texturas francesas Enrique Torres

cobra valor de verdad en tanto incluida en 1920, y que, sin abandonarlas del todo pero
la composición fantasmática; sin perder na- habiendo localizado su flanco desprotegido
da de su valor patógeno, deja progresiva- frente a la pulsión, transforma en Inhibi-
mente de tener el acento de “acontecimien- ción, Síntoma y Angustia (1926) hasta ha-
to” de violencia “exterior”, de accidente de cerlas coincidir con la Hilflosigkeit, el de-
la biografía que a algunos les sucede y a samparo, y con la angustia misma (llamada
otros no, y gana crecientemente un alcance angustia traumática o automática en su ver-
general acabando por declarar que el ser se- sión más desbordada y prototípica). Lo trau-
xuado es en sí mismo traumático. mático se caracteriza así por quedar inserta-
do como un elemento constituyente o, si se
La noción de una irrupción violenta y sú-
quiere, una disposición inexorable de ese
bita desde un exterior calibrado en térmi-
fondo estructural, desfondado en realidad,
nos de límites corporales y/o psíquicos cede
y abierto siempre a la producción de sus
su lugar de procedencia al de una exteriori-
efectos, que son los de la repetición. “No un
dad acuñada en la entraña misma del suje-
trauma que acaece y desbarata una estruc-
to, donde se anuda la paradoja de lo que
tura, sino una estructura que se constituye
más lo concierne con lo que le es más ajeno,
con un agujero en su base, caracterizando
en ese núcleo que Lacan (1959-60) llamó
su desfondamiento” (Torres, 1993).
éxtimo2. Encontramos aquí a la Cosa, das
Ding, del Proyecto (Freud, 1895), ese vacío La repetición en Freud es clásicamente
que queda fuera de toda reducción posible la consecuencia del trauma; nace como
a sus atributos y es, sin embargo, producido una tentativa de cerrar la brecha abierta
por ellos, es decir forjado como esa vacuola por aquél en los carriles del principio del
que una circunvalación significante ha deja- placer, de reparar su puesta fuera de servi-
do a su paso, irrecuperable ya. Indepen- cio, de procurar el restablecimiento de las
dientemente de estas figuraciones circunva- vías asociativas interrumpidas, de tender
lares, esfericidades remanentes del mundo puentes -ligaduras- en los eslabones dis-
de las intuiciones, el uso de una espaciali- continuados de la cadena de representa-
dad tridimensional se vuelve inapropiada ciones y de hacer nuevamente posible la
para dar cuenta de eso éxtimo, haciéndose realización de deseos. Ensayos tan incesan-
en cambio necesario el recurso a la topolo- tes como infructuosos, pues sus consecuen-
gía, la de una superficie unilátera como la cias son las de producir nuevos excedentes
banda de Moebius, por ejemplo, para hacer y reanudar sus incitaciones en un circuito
caer las nociones de externo-interno en la inagotable.
que los continentes y los contenidos agota-
ban sus consistencias lógicas en un inacaba- Los hechos clínicos que han hecho im-
ble devaneo imaginario. Con este recurso, postergable el replanteo de la teorización
se debilita la idea que equipara al trauma en este sentido son en primer lugar aqué-
con una efracción, una ruptura de la barre- llos cuya emergencia desmiente el reinado
ra protectora contra estímulos o de la mem- del principio del placer, que se hubiera que-
brana que recubre la vesícula viviente, figu- rido hegemónico. Venían anunciándose
ras con las que Freud lo describía hacia mucho antes del ‘20 y exigiendo una recon-

2 Existe un precedente de esta extimidad lacaniana en la metáfora con la que Freud (1932) declara al síntoma Inneres Ausland, “terri-
torio extranjero interior”.

95
Enrique Torres Texturas francesas

sideración de los medios y de los fines de la biendo en ello nuevas formas del retorno:
cura, revisión que se inicia formalmente en no ya la reaparición de lo que había sido ex-
Recuerdo, repetición y elaboración (Freud, cluido por la represión -el retorno de lo re-
1914), pero que se corona en el vuelco defi- primido-, sino el “retorno de lo mismo”; y
nitorio de Más allá del principio de placer esto en una dimensión que pone término a
(1920). Aquí, la culpa, las neurosis de desti- la que se adornaba con las desfiguraciones
no, las traumáticas, el juego de los niños, y de la censura para convalidar, aun contra-
sobre todo la inquietante recurrencia de los riándolo en sus apariencias, el primado del
infortunios transferenciales que Freud lla- principio del placer. El sueño como realiza-
ma “reacción terapéutica negativa”, sin ser ción de deseos y guardián del dormir debe
fenómenos homogéneos entre sí, vienen a resignar ahora ese cometido confortante y -
agregarse y echar luz sobre casos que ha- como se dice- reparador, forzado por la
bían sembrado ya interrogantes y algunas irrupción de lo que conspira contra ambas
conclusiones preliminares, y que compar- cosas y precipita el despertar; no el que
tían con aquéllos en que el sujeto se ve reinstala el soñar de la realidad vigil donde
arrastrado a comportamientos o situaciones aquellas desfiguraciones son dadas al des-
infaltablemente asociadas a su perjuicio y conocimiento o al olvido, sino al que impi-
su desdicha, sin otra percepción de su parte de momentáneamente todo adormeci-
que la de ser el juguete de un destino ma- miento. Es lo que Lacan (1964) comprueba
lévolo (Freud, 1916, 1919). El juego del ca- al revisar el sueño con el que Freud (1900)
rretel, el Fort-da, no es asimilable sin más a encabeza el último capítulo de la Traum-
esta última caracterización, pero lo cierto es deutung; es el sueño del padre cuyo hijo
que provee un campo de observación ines- muerto está siendo velado en una habita-
timable, y quizás limítrofe, para el proble- ción contigua al cuidado de un viejo que
ma que Freud se planteaba en relación a los “no ha estado a la altura de su tarea” al
alcances últimos del principio del placer. La quedarse dormido y no advertir que un can-
repetición de un juego que acompaña el delabro se ha volcado y está a punto de
nacimiento del lenguaje en el niño no es la prender fuego al cadáver. El niño muerto
misma que opera “demoníacamente” en las aparece entonces en el sueño del padre
otras formas estudiadas, pero tampoco fal- murmurándole en tono de reproche: Vater,
tan en él los indicios de un “perjuicio” que siehst du denn nicht, dass ich verbrenne?.
cobra relieve en la apuesta final que está Padre, ¿no ves que estoy ardiendo? El des-
allí en ciernes, y que no es tanto la de lograr tacado de esta transcripción subraya esa
un dominio sobre la presencia o la ausencia partícula denn precisamente porque la ma-
de la madre como el de provocar su ahueca- yor parte de las traducciones la han obvia-
miento por la vía de la propia desaparición do; así, en la versión inglesa de Strachey
del niño. (Father, don’t you see I’m burning?), como
en la castellana de López Ballesteros, está
El trasfondo pulsional que yacía desde el omitida, mientras que Etcheverry (Amorror-
comienzo en la noción de trauma vuelve tu Editores), remitiéndose directamente al
ahora para ser reformulado en toda su alemán, rescata esa forma adverbial como
magnitud con la pulsión de muerte, exhi- “entonces”: Padre, ¿entonces no ves que

96
Texturas francesas Enrique Torres

estoy ardiendo? Lacan, por lo demás tan alguno de mis escritos (Lacan, 1960), que es
versado como cuidadoso en cuestiones idio- el modo mismo de presencia de ese soy an-
máticas, cuando evoca el texto del sueño en tes del despertar. La puntuación de Lacan
el Seminario de Los cuatro conceptos en este fragmento respecto a ese ne apun-
(1964), lee palabra por palabra la frase ta a poner de relieve su valor de designar al
completa en alemán, pero al traducirla al sujeto de la enunciación, en este caso al
francés omite puntualmente ese elemento: único punto de la frase en que algo del ser
Père, ne vois-tu que je brûle? Consultando se señala, precisamente escabulléndose en
la versión castellana de ese seminario (Pai- esa voz (en el sentido gramatical, pero ¿por
dós, 1986), advierto que los traductores han qué no también en el de objeto a?), en esa
recobrado la palabra faltante en el francés partícula intraducible e innecesaria para el
y que acertadamente la vierten como “aca- sentido de la frase y que sólo cumple, para
so”: Padre, ¿acaso no ves que ardo? Se no- los gramáticos, un papel de relleno, de con-
tará que eligen aquí el verbo en el presente ferir cierta armonía fonética a la locución.
del indicativo (ardo) para ajustarlo más lite- En el Seminario XV, El acto psicoanalítico
ralmente al francés (o al alemán), y no el (1967-68), vuelve Lacan sobre este ne en la
gerundio (estoy ardiendo), más usado en lección del 28 de febrero del 68: No hay que
castellano (y en inglés), suscitándome la du- creer que ese “ne” sólo sea captable acá en
da de que tal vez el francés no consiente un ese punto bizarro de la gramática francesa,
equivalente para esta forma adverbial del y donde además se le puede llamar expleti-
denn, lo que me parece improbable. De to- vo, lo que no quiere decir otra cosa que:
das maneras, y aunque no me es dado pro- después de todo tendría el mismo sentido si
nunciarme al respecto definitivamente, uno no se valiera de él. Precisamente todo
considero que el punto merece ser exami- está ahí: no tendría el mismo sentido
nado. Sobre todo si tenemos en cuenta que (destacado mío). El desarrollo ulterior de la
en la sesión del seminario (12.2.64) en que enseñanza de Lacan se servirá de este “ne”
se ocupa de este sueño y del que extrae en- para darle nuevos alcances, particularmen-
señanzas imprescindibles sobre lo real, La- te en su aplicación a la lógica del no-todo,
can discurre inmediatamente antes sobre donde cobrará una función diferencial bajo
un sueño propio cuyo contenido no trans- la forma de “ne” discordancial y “ne” for-
mite sino para señalar que es sólo a través clusivo. Me limito aquí a la sola mención de
de las representaciones del sueño que pue- estos desarrollos (Lacan, 1972-73).
de cobrar conciencia de unos golpes en la
puerta que es lo que “aparentemente” lo No se ve bien, entonces, por qué Lacan
despierta. Pero ahí es preciso que me inte- habría dejado pasar aquel denn sin tradu-
rrogue qué soy en ese momento -en ese ins- cirlo y sin mencionar que no lo traduce (o
tante, tan inmediatamente anterior y tan que es intraducible al francés, si realmente
separado en que comencé a soñar bajo ese lo fuese), cuando inmediatamente antes se
golpe que, según parece, es lo que me des- ha explayado ampliamente, y no por prime-
pierta-. Soy, que yo sepa, antes de que me ra vez, sobre esa particularidad de la lengua
despierte (“avant que je ne me réveille”) francesa, ese ne aparentemente prescindi-
ese ne llamado expletivo, ya designado en ble para el sentido y para la traducción (lo

97
Enrique Torres Texturas francesas

que es refutado en el ‘68), o sea ocupando verdadera fórmula del ateísmo no es la


un lugar desde este punto de vista homólo- nietzscheana de Dios ha muerto, sino la su-
go al de la conjunción alemana. No puedo ya: Dios es inconsciente, ya que el argumen-
obviamente dar una respuesta a esa pre- to freudiano por el que funda la función
gunta, ni tampoco probar que se trataría de del padre en su asesinato protege aún a ese
un olvido de Lacan, pero sí valerme de esa padre, lo salva, punto en el que se demarca
omisión para recoger el fruto que pudiera la bifurcación, o mejor dicho, el “traspaso”
dar. Podría agregar aun otro detalle: Lacan de Lacan con respecto a Freud despuntando
presenta el sueño en cuestión como hecho una clínica más allá del padre. En la fórmu-
también enteramente en torno al ruido, la propuesta, “Dios es inconsciente”, es pre-
aludiendo el “también” al sueño propio, el ciso subrayar ese no-sciente, ese no-sabien-
del golpe en la puerta, que acaba de co- te o nesciente, ubicable en la composición -
mentar; pero en el relato de Freud se hace y en la etimología- del término “in-(con)-
mención solamente al resplandor de las lla- sciente”, eso que marca al Otro con un no-
mas como provocador del sueño, y para na- saber irrevocable: A/. Si ubicamos en la frase
da al ruido. Esta confusión es sin embargo del niño el “ruido” que Lacan introduce,
menos inocente; se trata de poner de relie- por así decir contrabandeando uno propio,
ve que la realidad que golpea en esa frase en un sueño en el que sólo destella la lumi-
del niño dirigiéndose -vanamente- al padre nosidad, no es sino para hacerlo converger
es mucho más decisiva para el desenlace del en el plano que distingue los dos elementos
sueño, el despertar sobresaltado, que todas en juego, la luz y el ruido, en sus objetos a
las impresiones sensoriales favorecedoras correlativos: la mirada y la voz, por donde
en todo caso de su inicio. La función de pre- efectúa su giro la pulsión escópica y la invo-
servar el reposo, función precisamente en- cante. Los ojos abiertos del padre no ate-
fatizada por Freud con este ejemplo, es núan su ceguera; el reclamo del hijo, tam-
abortada por la irrupción de “otra reali- poco su sordera: ¿no ves?, ¿no oyes? El pa-
dad” que en sí nada debe a la que tiene lu- dre es aquí sólo mirada ciega; del hijo sólo
gar en la habitación vecina: por apremiante ha quedado la voz. La proximidad inminen-
que fuera ésta, el proceso onírico cuenta re- te de esos objetos a la pantalla onírica des-
gularmente con recursos capaces de conju- baratan su estructura representacional y
rarla sin alterar el dormir, aunque las conse- anuncian su presencia insoportable en la
cuencias en esta ocasión hubiesen sido ca- subjetividad con el estallido de la angustia
tastróficas. El “ruido” que Lacan transfiere o su equivalente, en este caso el despertar.
aquí de su propio sueño a éste del padre, en
el que nada lo indicaba, es el que se hace Un padre que “no sabe” evoca ese otro
oír atronadoramente como un resto de las sueño narrado por Freud (1911) y retomado
palabras conmovedoras del hijo que, sin muchas veces por Lacan, en el que un hijo
embargo, nadie puede recibir ni escuchar ... sueña que “el padre estaba muerto y no lo
pues nadie puede decir lo que es la muerte sabía”, otra forma de encuentro fallido que
de un hijo -sino el padre en tanto que pa- vuelve a cobrar el modo del encuentro im-
dre-, es decir ningún ser consciente (Lacan, posible del hijo con el padre, otro ejemplo
1964). En este pasaje proclama Lacan que la en que el padre es A/. Ciego, sordo, nescien-

98
Texturas francesas Enrique Torres

te, vacío en lo simbólico, respuesta imposi- la realización de deseos, más gobernables


ble, ambos sueños, el padre que sueña el por el principio del placer. El soñante esta
uno, el otro soñado por el hijo, conducen a vez es el mismo Freud (1896, 1900), quien
ese tope inasimilable a todos los empeños nos permite apreciar sus reacciones oníricas
de la elaboración onírica por agotamiento ante estas instancias cruciales: la muerte del
de sus recursos significantes: S(A/). padre, la muerte imaginada de un hijo. El
primero es narrado en la carta 51 a Fliess y
Más allá de los desencuentros con el pa- retomado en La interpretación de los sue-
dre que en vida del niño hubiesen podido ños, donde ilustra, en el apartado “Los me-
ocurrir, fuera de las atenciones o desatencio- dios de representación del sueño”, que éste
nes, de los cuidados o descuidos que le hu- no dispone de la conjunción “o” sino que
biese infligido, del cariño o la indiferencia presenta las alternativas de manera super-
realmente experimentados por ambos, la puesta. La noche siguiente al funeral de su
frase del sueño ilumina incendiariamente el padre (en la mención de 1900 lo fecha en la
punto de un encuentro imposible: ¿qué noche previa) sueña con algo como una ins-
encuentro puede haber ahora con este ser cripción en un cartel, donde se lee:
inerte para siempre, aun siendo devorado
por las llamas, a no ser precisamente este en- un
cuentro que sucede justamente en el mo-
los
mento en que las llamas por accidente, como
por azar, vienen a unirse a él? (ibíd., desta-
cado mío). Pero lo imposible del encuentro
no ocurre sólo en la muerte del niño, aunque Freud vincula esa imagen a la barbería
Lacan con la ayuda de este sueño lo patenti- donde se demoró el día del entierro, por lo
za de esa manera, sino que la muerte por sí que llegó algo retrasado a la ceremonia, pa-
misma es una ilustración -inflamada aquí- de ra disgusto de sus familiares; agrega después
ese real que se define en esa época como un que el reproche se lo había ganado por haber
encuentro fallido. El sueño se erige entonces dispuesto un funeral sencillo, e interpreta el
como un homenaje a esa realidad fallida, y conjunto como la manifestación del deber
remonta y reverbera desencuentros anterio- del hijo con el padre: cerrarle los ojos. La es-
res en que el fallo no podía achacarse a la cena es pues la inversa de la del hijo muerto,
ausencia definitiva que ahora la muerte ha ofreciendo empero sólo un tratamiento di-
sellado para siempre. Antes, por ejemplo, en verso y un desenlace apacible -admite la con-
la fiebre del niño que reclamaba los cuida- tinuación del reposo- para una misma temá-
dos del padre, antecedente plausible para tica de fondo. Aparece, en efecto, una de-
los materiales que el sueño entreteje, tam- manda imperativa, aunque impersonalizada
poco ese encuentro, el que exige a un padre (Se ruega...), el cumplimiento del deber filial
que sepa lo que es un padre, era alcanzable. (... cerrar los ojos), y la indulgencia ante las
faltas cometidas para con ese deber u otros
Recordaré otros sueños, también nota- (“se ruega cerrar un ojo”, maniobra por de-
bles y ordenados en torno a la misma temá- más frecuentada en las producciones oníricas
tica, pero que presentan un rostro más co- de Freud). Sin alterar la atmósfera de toleran-
nocido y amigable, más complaciente hacia cia que el sueño en su conjunto consigue, los

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Enrique Torres Texturas francesas

tópicos que encara y logra apaciguar reflejan maduro siente siempre por mucho que crea
el mismo trasfondo de cuestiones intramita- haberla dominado...”. Reafirmando “la rea-
bles: la deuda simbólica expresada en la cul- lización de deseos” -ése es el título del
pa hacia el padre -no darle el funeral que me- apartado del Cap. VII donde inserta este
rece-, señal de la vigencia del fantasma que agregado-, esta interpretación explica el
también vemos operar cuando convierte, en despertar en el que el sueño culmina como
acto, lo imposible del encuentro en un desen- un recurso extremo para fortificar la censu-
cuentro temporal y contingente mediante la ra, a punto de derrumbarse y dejar paso a
impuntualidad. En la opción que el cartel da la realización inadmisible de un deseo filici-
a ver, se lee el ruego al padre del soñante de da; de hecho, el sueño es incluido como un
disimular o perdonar su ofensa, o el del pa- ejemplo de “sueño punitivo”. No dejare-
dre hacia el hijo para que no olvide su misión mos de advertir, sin embargo, la extraña se-
filial. Pero, además, cerrar los ojos del padre mejanza que adquiere este sueño con los
para que no vea que no ve, para que el hijo otros recién examinados. Se formula aquí
ignore que el padre no sabe, es el cometido un llamado sin respuesta, que la primera
que el soñar concede unas veces, mientras vez -según la continuación del sueño- pare-
otras, como el sueño de “el padre estaba ce aún poder atribuirse a un daño especifi-
muerto pero no lo sabía” (¿el padre?, ¿el hi- cable del hijo (las heridas, el problema en la
jo?), o el de la “capilla ardiente” en que el hi- boca), pero que al repetirse y chocar con
jo mismo denuncia ese no saber, no consigue esa no respuesta impenetrable provoca ya
apagar el fuego de lo real. el despertar (y la angustia, palpitantemente
sofocada). El tema del “daño” en la boca
El otro sueño de Freud, el de la muerte recuerda el sueño de “la inyección de Irma”
del hijo (no real en este caso, aunque sí te- (Freud, 1900), y con él, de qué modo la ela-
mida y quizás también esperada), aparece boración onírica puede soportar a veces la
en un agregado de 1919 a la Traumdeutung emergencia de lo real sin abandonar su co-
(1900); en él, la noticia de la “caída” del hi- metido de preservar el dormir: ante la vi-
jo en el campo de batalla es deformada por sión horrorosa de la garganta de Irma, son
el sueño como la llegada de una novedad “las agallas” de Freud -según la expresión
muy satisfactoria, el envío de una suma de que Lacan (1955-56) tomó de Erikson- las
dinero a ser distribuida. Ve luego al hijo y lo que le permiten afrontarla y proseguir el
llama pero no le responde; observa enton- sueño con el anillado ejemplarmente sim-
ces que el hijo tiene la frente vendada y al- bólico de la fórmula de la trimetilamina.
go dañado en su boca; “Antes de llamarlo
por segunda vez, despierto sin sentir angus- Volviendo ahora al sueño del velorio del
tia pero con palpitaciones...”. Pese a llevar a niño, si he manifestado ya mi acuerdo por el
cabo un examen detallado de los compo- “acaso” que los traductores del Seminario XI
nentes del sueño y su procedencia, Freud han preferido al “entonces”, no es sólo por-
declara que no puede realizar un análisis que me parece más apropiado para la escena,
completo; pero confiesa al final que lo mo- sino también menos conclusivo, sosteniendo
tiva un deseo hostil contra el hijo, anidado el tono de vacilación o incluso de increduli-
en “la envidia de la juventud que el hombre dad de la frase, sin apagar del todo las “lla-

100
Texturas francesas Enrique Torres

mas” del reproche, como si la ceguera del pa- (apelando inútilmente a su racionalidad:)...
dre de ojos inútilmente abiertos no termina- ¡¿Qué importancia puede tener que quede
ra de ser admitida por ese niño ardiente. De- abierta?!, y también la puerta del pasillo...
jo de lado aquí al sujeto de la enunciación -es ¡y por supuesto la llave del gas...!
el (al) padre finalmente (a) quien (se le) ha
producido este sueño- para atenerme de mo- Es el mismo analizante que en un mo-
mento a la letra de los enunciados y a su su- mento en que arreciaban los rituales, y tam-
jeto en la figuración onírica, en este caso el bién su angustia en torno a ellos, arriesgó:
niño. Mi elección decidida por el “acaso” se
-... si vos me dijeras que hay una pastilla
basa además en la equivocidad de ese voca-
para cortar con estas manías, ¡estaría todo
blo, su aptitud para evocar tanto la interro-
solucionado!
gación como un sesgo de casualidad, a tal
punto que podríamos sustituirlo por otro: Pa- Cuando le dije: “¡Hay una pastilla...!”,
dre, por casualidad no ves...? (mi atrevi- captó enseguida que no se trataba de una in-
miento idiomático me autoriza incluso a su- dicación farmacológica, aunque mi frase no
gerir una versión francesa posible: Père, par la excluía, pero quedó tan desconcertado que
hasard ne vois-tu que je brûle?) Se trata no volvió a mencionar el tema por un buen
siempre de un adverbio de duda o dubitativo tiempo; deduje que, en efecto, sus “circuitos”
(diccionario de la RAE) que acentuamos aquí nocturnos -como les llamaba- se habían mo-
para traer a un primer plano el modo de con- mentáneamente apaciguado, pero tal vez no
tingencia al que la frase del niño parece ape- hizo más que ponerlos a buen resguardo,
lar como último recurso para sostener aun tanto de supuestos fármacos como de mis in-
que ese “no ver” del padre no es la conse- tervenciones intempestivas. Como sea, quedó
cuencia fatal de la estructura, sino quizás al descubierto el goce operándose en esos cir-
(otra opción posible para el denn) obra de la cuitos, a la par del apego insobornable que le
circunstancia: de una distracción, de una de- consagraba; y también un modo de abordar-
satención, de una lesión en la cabeza o en la
los en la transferencia que resultaba más inci-
boca, de una descortesía o un impedimento
sivo que toda la articulación trabajosamente
momentáneo del supuesto saber, o de su ma-
elaborada hasta entonces. El pasaje vale tam-
la voluntad, de un dormir pesado o incluso
bién para corroborar que la intervención del
de su muerte corporal, lo cual haría valer to-
analista mide su valor menos en su pureza
davía el más famoso soneto de Quevedo que
formal -ésta es precisamente, y en más de un
el tema de cerrar los ojos nos trae a la memo-
sentido, “impura”- que en la respuesta del
ria en su primera línea3.
analizante (Horenstein); si Marcos la hubiera
Como trae también los ceremoniales que tomado en su sesgo médico, la intervención
Marcos ejecuta antes de acostarse, no se sa- “habrá sido” fallada desde el punto de vista
be bien si para poder dormir o para poder de su análisis, independientemente de la inci-
no dormir: dencia que la aceptación de un consejo médi-
co hubiera podido tener.
-... ¡se me cierran los ojos de sueño!, pe-
ro tengo que mirar si está cerrada la persia- Naturalmente, estas “incidencias” no ocu-
na que da al patiecito, y luego la heladera rren sobre un terreno virgen, sino sobre uno

3 Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día...

101
Enrique Torres Texturas francesas

que ha delineado previamente la transferen- menos estén en la casa. Del lado de afuera, la
cia; su ocurrencia imprevista, y la sorpresa elección de pareja, por recaer en una mucha-
que suscita en ambos participantes y da cuen- cha que no pertenece a su comunidad, subra-
ta de su gota de azar, de acaso, le confiere ya por una parte las firmes condiciones eróti-
una cierta dimensión de “corte” que despeja cas, que inclinan siempre sus preferencias ha-
momentáneamente lo irrisorio de la apuesta cia chicas que tienen en común esa no perte-
al Sujeto supuesto Saber, flaqueante frente a nencia, y fija, por otra, la constancia de sus
la “confesión” de un no saber sobre sus repe- arrepentimientos, que no atemperan la cáli-
ticiones, reconstituyéndose, empero, detrás da recepción que la novia encuentra en su fa-
de una segunda línea de repliegue. Es sobre milia, e incluso en su comunidad, sino que se
la base de esta trama transferencial que inci- agudizan a medida que la relación progresa.
de la intervención, desacomodándola fugaz- Se abre así una hendidura que se ahonda con
mente, así como el azar sobreviene, sin per- el tiempo, y que más que deslindar ideales
der por ello su contingencia ni su eficacia contrapuestos parece contener la discrepan-
causal, en una matriz simbólica ya desplega- cia que lo bifurca entre sus anhelos amorosos
da (Lacan, 1960a). En Marcos, las distintas re- y su determinación pulsional. El deseo, apre-
des de su determinación significante conflu- tado aquí en semejantes tenazas, no hace
yen desde hace bastante tiempo en un foco más que sofocarse en una función interme-
donde se atasca su avance y se inician sus vai- dia, pues si bien se robustece con la prohibi-
venes sintomáticos, sus oscilaciones entre dos ción primordial -la que le imprime por ejem-
polos, dos significantes, vacilación que pos- plo la condición sine qua non de su elección
terga inacabablemente la toma de decisiones amorosa-, no ha derivado hacia ese desdo-
importantes. No es indiferente que el punto blamiento clásico de la elección masculina
de detención revista la figura de un umbral, que divorcia el amor del deseo: ambas cosas
de una puerta, una ventana o una llave de confluirían en su novia si no estorbara en ello
paso, pues todo el ceremonial se circunscribe lo que nos remite a aquel sueño de Freud, es
al espacio divisorio que separa, como en las decir el “deber filial”. Algunas variantes en
fobias, un lugar de otro; pero a diferencia de esa doble vertiente de la elección masculina
ellas, ninguna de las posiciones discernidas se han puesto recientemente en juego con la
ofrece seguridad, sino que sirven para oscilar frecuentación de prostitutas, un impulso que
pendularmente sobre el mismo punto sin que Marcos experimenta también como irrefre-
un acto verdadero llegue a variar la posición nable. En efecto, este rasgo se ha acentuado
subjetiva. Su balanceo con formas de rituales en relación con el aniversario de la muerte de
obsesivos se instaló en los años de su tempra- aquel abuelo que, en su adolescencia, favore-
na adolescencia y perpetúa aún hoy las dudas ció su iniciación sexual pagándole prostitutas,
que se iniciaron entonces en torno al tema de y su ejecución se ha vuelto hasta tal punto
“dejar la casa paterna”. Del lado de adentro, compulsiva que casi le quita por completo el
su abnegación por los miembros de su fami- placer que podría obtener de ella, sin contar
lia (que, a su modo de ver, apenas podrían so- el cúmulo de escrúpulos que la acompañan, y
brevivir sin su presencia) incluye esta vigilan- a veces la náusea y los vómitos que le siguen.
cia perenne, pues es condición de su descan- Su búsqueda de mandatos e imposiciones lo
so que los otros se hayan dormido ya, o al hace escalar aquí la genealogía, pero ella le

102
Texturas francesas Enrique Torres

devuelve la figura de un Otro gozador al que zado por otro más estricto, y éste a su vez por
sucumbe, prolongando y aun doblando ese otro más severo aun, que no tolerará desvíos
goce en un mar de remordimientos para vol- de ninguna especie. Se aprecia aquí la reno-
ver a ordenarse en torno a un cometido al vada invocación a un padre que reanude el
que se promete sin desmayos, a la vez que se pacto, la prohibición, la admonición, el man-
rehúsa a consumarlo para permanecer, como dato, la amenaza, que oculte bajo esos ana-
Hamlet, siempre en las antesalas de la muer- temas el imposible que le subyace, Otro que,
te del padre. empero, sólo se presenta en el sueño como
ese engendro obscenamente superyoico que
Es en esa antecámara donde deberíamos diciendo aborrecer el incesto lo instiga en la
situar la puerta del pasillo, pues en su reali- encerrona en que la novia tendría que ser
dad domiciliaria ella está ubicada entre dos elegida dentro del círculo para que él a su
ambientes del interior de la casa, habiendo vez “cumpla” con el deber de perpetuarse
desplazado, en la jerarquía de sus circuitos de como el adorno fa(lo)vorito de la madre y se
control, a la puerta de calle, pues ésta, de cir- extenúe en trabajos -hercúleos pero esclavos-
culación interna, desempeña mejor su fun- por el sostén de su ascendencia paterna.
ción de pasaje para no pasar, de aquello que,
de ser atravesado, desembocaría en el mismo Su esmero por lustrar su imagen hasta ha-
lugar. Así, sus rondas nocturnas se detienen cer refulgir en ella el brillo narcisista que sus-
incontables veces en ella para mirar que esté cita el encantamiento de los suyos, lo atrapa
con llave, pero para mirar también que la lla- también a él y lo obliga al servicio incesante
ve quede a la vista “por si se desatara un in- de cuidar y acrecer los dineros familiares, re-
cendio”. Ha logrado, pues, parapetarse en el curso(s) donde su analidad prospera a la par
balanceo anulatorio de S1 a S2, bloqueando de los intereses comunitarios. Tampoco son
su intervalo al que, sin embargo, no puede escasos los brillos que destellan en su novia,
sustraerse, al que no puede quitar, como qui- y su condición de “extranjera” los respetan,
siera, su presencia de mirada, y la antece- si no es que los exaltan por admitir entre sus
dencia que tiene sobre su visión, pues es la pliegues un trasfondo que congrega una aje-
puerta -o la llave de gas- lo que lo mira con nidad distinta, de la que emana, inexplica-
una mirada que ningún párpado puede blemente para él, su atractivo más tenaz. Sin
ocluir, que lo captura a él como vigía y lo re- que Marcos lo sepa, es lo que a ella le falta
lanza en el circuito cerrado de la repetición, detrás de su plenitud imaginaria lo que lo
puntualmente compulsivo. Cerrar los ojos de cautiva; esa falta no es precisamente la de
todos antes de descansar los suyos, velar sus una “otredad” que pudiera calibrarse en tér-
sueños que él despertará el primero, sostiene minos culturales o religiosos, sino de natura-
inalcanzado el deber filial de asentir a la leza radicalmente diferente. Con la dimen-
muerte del padre bajo la máscara de su cui- sión de acaso que asiste al enamoramiento,
dadosa devoción. Una vez dormido, no falta- el polo de atracción pulsional se focaliza en
rán sueños que le presentan, por ejemplo, al un punto más allá de la imagen, i(a), sin po-
líder religioso de su comunidad (que conoce der empero prescindir de su influjo agalmá-
y acepta de buen grado a su novia “extraco- tico, para alojar su meta en ella, más que ella
munitaria”) diciéndole que va a ser reempla- (por parafrasear el título final del Seminario

103
Enrique Torres Texturas francesas

XI, En ti, más que tú, Lacan, 14.06.64): a. Lo ese componente primordial, primo-ordinal,
cual no impide que para Marcos ese a siga no es determinable de antemano. Su “sali-
apresado en la angostura esfinteriana de la da”, su “caída” (aquí está el casus, el “caso”
puerta del pasillo, o con más propiedad (en y quizás también el acaso), acontece sin que
el decir, pero también en el atesoramiento), nadie lo elija en el bolillero de la lotería (La-
en la ventana del patio de atrás, o en la lla- can, 1960a). Si el S1 es la primera marca, el
ve del gas, elemento este último cuya invisi- primer golpe que lógica, no cronológicamen-
bilidad le impone aplicar el olfato para cer- te, el lenguaje imprime sobre el cuerpo, su
ciorar su chequeo. Tanto sensorio alertado y calidad de “primera” no le es otorgado per
adiestrado en torno a mecanismos de cierre, se, sino conferido desde una segunda vuelta,
sugiere que el que no puede ocluirse, el del a su vez ubicable en ese lugar ordinal en vir-
oído, ha de presidir las maniobras obturado- tud de su enlace a la primera, doble bucle,
ras, y marcar con esa inoperancia la impoten- ocho interior, que al trazar su corte divide al
cia para detener el desfile inacallable de las sujeto: $. He aquí que venimos a desembocar
escenas, empezando por la primaria. nuevamente sobre los dos tiempos necesa-
rios al trauma, desdoblamiento ya adelanta-
El modo lógico de la contingencia, el “ce- do desde las primeras deducciones freudia-
sar de no escribirse” (Lacan, 1972-73), concu- nas, necesariedad que imprime su modalidad
rre como desencadenante tanto del enamo- propia, no cesa de escribirse, sobre la contin-
ramiento como del trauma, y en ambas ins- gencia, sobre el cesa de no escribirse, propia
tancias da paso, regularmente, al modo de lo también del trauma. Las tempranas tesis
necesario: “no cesa de escribirse”. En el amor, freudianas reciben así un reforzamiento que
ese paso suele traer consigo sus desventuras les confiere consistencia desde una lógica
(con el resto de azar, de ventura, que esta pa- que permite dar cuenta no sólo de la repeti-
labra lleva), y en el trauma, los infortunios ción sino de hechos que le están íntimamen-
(otra vez la tijé, la in-fortuna) de la repeti- te asociados, como el del acto (y sus parien-
ción. Si, como se ha dicho, nada de estas inci- tes próximos, el acting-out y el pasaje al acto)
dencias y consecuencias ocurre fuera de un en el que se basa la fundación misma del su-
telar simbólico ya tendido, tampoco ha de ol- jeto (Lacan, 1966-67, 67-68). En la lección del
vidarse que este mismo telar es presidido por 15 de febrero del ‘67 de “Lógica del fantas-
un significante al que no es ajena la dimen- ma”, leemos: ¿Cómo definir un acto? Es im-
sión de lo aleatorio. En efecto, el S1, punto posible definirlo de otra manera que sobre el
de anclaje de ese tejido, está inspirado en el fundamento del doble bucle, es decir, de la
segundo tipo de identificación del capítulo repetición. Es precisamente en esto que el
VII de Psicología de las masas... (Freud, 1921), acto es fundador del sujeto. Es el equivalen-
o sea la identificación a un solo rasgo, el ein- te de la repetición en su único rasgo, que he
ziger Zug que Lacan vertió como rasgo una- designado siempre por este corte que es po-
rio. Es el iniciador de la cuenta y el primer sible hacer en el centro de la banda de Moe-
elemento del saber inconsciente, y aun como bius, es en sí mismo el doble bucle del signifi-
basamento del Ideal del yo, puede mutar esa cante. Se podría decir, pero eso sería equivo-
función contable hacia el costado de la tota- carse, que en su caso el significante se signifi-
lización, volverse unificante. Sin embargo, ca a sí mismo; sabemos que es imposible, pe-

104
Texturas francesas Enrique Torres

ro no es menos verdadero que esté tan próxi- XVI -Lacan, 1968-69-, como objeto plus-de-
mo como sea posible en esa operación. El su- gozar. Su importancia causal, ejercida desde
jeto en el acto es equivalente a su signi- su lugar de hiancia, se desenvuelve no sola-
ficante: no queda por eso menos dividi- mente en dirección al deseo, sino también,
do (destacados míos). cuando no termina de “caer” del Otro para
volverse causa de su deseo, en el lanzamien-
Es decir que la inscripción (las deduccio- to de las oleadas de repetición en las que se
nes de esta lógica son impensables fuera de renueva esa producción de goce que se pier-
la escritura) del rasgo unario, por contin- de, y que empuja, a su vez, a recuperarlo, ma-
gente que sea en sí, por más que su “caram- niobras -la de renovación y la de recupera-
bola” se anote como un accidente de la his- ción- que los distintos idiomas contemplan en
toria, arrastra consigo una consecuencia a la el término re-petición, aunque ninguna con
que queda agarrado por un lazo que opera la precisión que lo hace el danés, gjentagel-
en el modo de lo necesario: el sujeto en el ac- se, siendo por cierto Kierkegaard un referen-
to, equivalente a su significante (equivalencia te imprescindible sobre el tema: gjen: otra
no es identidad), no queda por eso menos di- vez, de nuevo, tagelse: toma, agarre).
vidido, $, es decir, por fuera de esa marca. Por
mucho que ésta se apunte para representar- Un examen más detenido de la repetición,
lo, el lugar del sujeto es el de un vacío: “vacío más detenido que el que le dedicamos recién
de significantes y de goce, ambas cosas al a los dos del trauma, permite distinguir en
mismo tiempo” (Soler, pág. 134); la lógica de ella tres tiempos. El tiempo 1 es el del en-
conjuntos le asignará el lugar de “conjunto cuentro azaroso con un goce (pensemos, pa-
ra guiarnos, en las escenas de seducción del
vacío”. El término “carambola” no carece
primer Freud, en el trauma en general, o en
aquí de propiedad: un solo golpe -contingen-
la turgencia, la erección de Juanito que
te- produce dos resultados -necesarios- dife-
irrumpe como real y desgarra su paraíso ima-
rentes: un efecto sujeto y, por otra parte, el
ginario), al que se enlazará el S1 como marca
engendramiento de goce. Pero estos dos re-
conmemorativa. El tiempo 2 es el de la intro-
sultados se producen bajo el signo de la ne-
misión de una pérdida, la pérdida de goce
gatividad: la producción de goce no es en
acaecida en aquel encuentro, y el 3, el de la
realidad más que su pérdida, o en todo caso, repetición propiamente dicha, que no es la
el saldo restante de esa operación de vacia- del S1 sino la de la pérdida insertada en el
miento; el sujeto, por su parte, siempre por tiempo 2 y la del goce menoscabado del co-
otra parte que el goce, no es sino su propia mienzo (Soler, pág. 142). Estos tres tiempos
falta en los significantes del Otro (al precio pueden leerse también en el grafo del doble
de hacer aun más apretadas estas formula- rizo, el del ocho interior, donde “por el efec-
ciones, debemos incluir aquí al objeto a, que to del repitiente (2) de lo que era a repetir (1)
juega en esa misma carambola como resto de deviene lo repetido (3)” (Lacan, 15.02.67). Es
la operación, como lo que escapando al gol- posible establecer un paralelo entre esos pa-
pe del significante causa, por un lado, la divi- sos “secuenciales” de la repetición con los
sión del sujeto, lo hace sujeto del deseo, y que Lacan en “El acto psicoanalítico” (1967-
porta al mismo tiempo ese goce residual que 68) puntualiza sobre los tiempos de la divi-
hará que se lo designe, a partir del Seminario sión subjetiva y del final de análisis. Valiéndo-

105
Enrique Torres Texturas francesas

se del grupo de Klein, propone allí un primer Resumen


tiempo, 1, donde la falta es la falta del suje-
to, no en este caso la del goce (ciertamente El autor lleva a cabo un repaso de las consi-
implica a esta última, sólo que aquí acentúa deraciones atinentes a la repetición en un
el aspecto sujeto que, como hemos visto, co- panorama que abarca las postulaciones
rre con respecto al goce un curso paralelo, es freudianas y la renovación del concepto por
decir que “nunca se tocan”). Esta “falta de parte de Lacan. La noción de trauma es to-
sujeto” es allí, en el ángulo superior izquier- mada como hilo conductor de un desarrollo
do del cuadrángulo de Klein, el lugar del Ello, que conduce al “más allá” freudiano y al
el de “yo no pienso”. En el segundo tiempo, goce y al registro de lo real en Lacan.
2, esa falta de sujeto se hace pérdida, abajo
Con referencia a una breve exposición
a la derecha, el lugar del inconsciente, del
“yo no soy” (- φ), para devenir, en el tiempo
clínica y a un conjunto de sueños citados o
soñados por Freud, el autor enlaza el modo
3, causa, objeto a, perdido por el Otro para
lógico de lo contingente con el de lo nece-
con ello “substanciar” su falta, de A a A/..
sario, modos presentes en el título del tra-
Para terminar, si la repetición -en tanto bajo, y sus incidencias en los pasos constitu-
implicada en instancias tan variadas como la yentes de la subjetividad, a los que juzga
constitución escindida del sujeto, por una solidarios de los que pueden hallarse en la
parte, coextensiva en ello a la dimensión del repetición.
acto, o los rasgos extremos de la compulsión
repetitiva y los síntomas, por otra- encuentra
su punto de partida en la ocurrencia de un
encuentro contingente que el automaton
lenguajero volverá después necesario en sus
recurrencias ulteriores, torcer ese circuito em-
pedernido estará asociado a la emergencia
posible de un acaso, que, claro está, no pue-
de calcularse de antemano. Como tampoco
es calculable la interpretación del psicoanalis-
ta y, sin embargo, de esa misma impredictibi-
lidad dependerá la eficacia de su acción. Muy
especialmente si de lo que se trata es de al-
canzar un final de análisis, donde los restos fi-
gurativos del a, pedazos de seno, de voz, de
mirada o escíbalos, serán desechados junto
con el analista, para dar por concluida -y por
inútil- para el analizante su peregrinación in-
dagatoria acerca de qué fue él para el deseo
del Otro, pues esa verdad se habrá alcanza-
do no sin el saber producido en el curso de la
cura (Lacan, 10.01.68), pero tampoco sin el
marco de contingencia que presidió su deter-
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106
Texturas francesas Enrique Torres

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1973.

_(1954-55) II - Le moi dans la théorie de Freud et dans la prati-


que psychanalytique. Seuil, 1973

_(1955) “El Seminario sobre la carta robada.” Écrits. Seuil, 1966.

_(1956-57) Seminario IV. La relation d’objet. Seuil, 1994.

_(1959-60) Seminario VII. La ética del psicoanálisis. Paidós,


1985.

107
Tres versiones Dossier
acerca del sacrificio
Endlösung y sacrificio

Alejandro Kaufman*

1. El apelativo germánico del título (“solu- acontecimiento del horror en una inteligibi-
ción final”) apuesta por la única denomina- lidad teológica no compartida por un am-
ción del exterminio nazi de los judíos que biente cultural secular. Por otra parte, en
podría no ofrecer flancos vulnerables a la cuanto a las posiciones atendibles acerca
divergencia, porque es el nombre que ellos, del rechazo de la atribución sacrificial al ex-
los perpetradores, confirieron a su negra terminio nazi de los judíos, también las po-
des-creación. Viene aquí a modo de invita- siciones son de gran diversidad teórica, con
ción para mantener una audición atenta premisas heterogéneas e incompatibles en-
frente al problema que nos ocupa. Relacio- tre sí. Al respecto conviene mencionar que
nar el exterminio nazi de los judíos con la algunos autores -como Giorgio Agamben-
cuestión del sacrificio, cuestión de inmedia- que indican que el exterminio no fue un sa-
to polémica y sensible que acarrea una serie crificio, no por ello, sino todo lo contrario,
de malentendidos y confusiones que mere- niegan la condición de sacralidad que lo ca-
cen ser discutidos. El asunto es irritante y racteriza1.
acentuadamente libidinal, cosa que se per-
cibe frente a algunas argumentaciones 2. Una somera visita al diccionario de la len-
enunciadas con rapidez y sin demasiadas gua resulta ilustrativa2. Examinemos cómo el
exigencias de elaboración. Es frecuente que Diccionario de la lengua española de la Real
se señalen las consecuencias que tendría esa Academia Española (1992 y 2003) designa lo
interpretación: clausuraría un significado - que aquí nos ocupa y comparémoslo con el
ampliándolo indebidamente- o inscribiría el Oxford English Dictionary (consulta on line) y

* Ensayista.
1 Agamben opone al estatuto sacrificial la condición del Homo sacer, antagonista de aquel, en un trabajo que se propone superar la
tradición sociológica que atribuye a la religiosidad un carácter “ambivalente”.
2 Es observable una escandalosa brecha en nuestra advertencia acerca de la especificidad castellana de algunas problemáticas judías.

111
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

Le Nouveau Petit Robert, Dictionnaire Alpha- nado en su naturaleza más íntima, sino que
bétique et Analogique de la Langue Françai- cualquier autoridad o tradición se verá con-
se (1993). En el marco de la presente discu- frontada con una socavación esencial. No es
sión, ¿qué implica esta consulta? Si se trata ajeno al exterminio el que cualquier ser hu-
de nombrar un acontecimiento al que se atri- mano se encuentre sin derecho alguno a la
buye una ausencia histórica de antecedentes, existencia o con un estado de incertidum-
el modo en que cada diccionario organice las bre sobre derechos, precedencias y jerar-
significaciones relacionadas nos indicará en quías3. Es también esta situación la que ha
forma inequívoca cierta actitud política e ocasionado la inanidad de ciertos análisis
ideológica independiente de cualquier coar- meramente académicos o filológicos de un
tada filológica. tópico como el exterminio. ¿Quién se en-
cuentra en mejores condiciones de denomi-
La consulta con los diccionarios nos su- nar aquello? Aquí está en juego el conoci-
giere una conexión subyacente con el pro- miento público del exterminio con todo lo
blema del exterminio nazi. En la actualidad, que implica en cuanto al “nunca más”. Los
y desde hace relativamente pocos años, los estudiosos más lúcidos no debaten sobre la
diccionarios autorizan o reconocen signifi- relación entre holocausto y sacrificio en tér-
caciones ligadas a las transformaciones en minos meramente abstractos y desinteresa-
el uso lingüístico entendido en un sentido dos. Lo que les preocupa es la construcción
muy amplio, que va desde las innovaciones de un saber éticamente comprometido en
tecnológicas hasta los cambios culturales en sus matrices más profundas con la ineludi-
el ámbito de los medios de comunicación ble condición testimonial que concierne al
de masas o en grupos humanos y contextos exterminio. El destinatario de esos estudios
culturales muy diversos. El exterminio masi- es la humanidad toda. Un paradójico sarcas-
vo de un colectivo social integrado por to- mo: desde el siglo XVIII no habíamos tenido
das las edades, desde el nacimiento hasta la una motivación tan decisiva como la del ex-
vejez más avanzada, configuró a su manera terminio para apelar a la participación uni-
también cierta noción de lo que supone un versal en la comprensión de un problema
sujeto en nuestra época. Cuando en térmi- que invoca aquello que no puede ser com-
nos corrientes se hace referencia a la edad prendido pero requiere un estado de alerta
acreedora de derechos, suele cotejársela por el resto de los tiempos.
con la que habilita para combatir y por lo
tanto morir en batalla. Si un joven puede ir El diccionario de la RAE comprende defi-
a la guerra, ¿cómo no va a estar capacitado niciones que justifican en principio la distin-
para o tener derecho a...? La pregunta que ción entre exterminio nazi y sacrificio por-
instaló el exterminio nazi es: ¿si un niño pu- que, como suele argumentarse, significacio-
do morir en Auschwitz cómo...? Pregunta nes como “ofrenda a una deidad en señal de
que antecede a un silencio helado. Frente a homenaje o expiación” (sacrificio) o “hacer
esa pregunta se nos recuerda que “después sacrificios, ofrecer o dar una cosa en recono-
de Auschwitz” no sólo el lenguaje fue lesio- cimiento de la divinidad” (sacrificar) no re-

3 La temática de la biopolítica, estrechamente vinculada con el exterminio nazi, refiere a esta condición, concerniente al estatuto de lo
humano. Quienes vinculan en sus estudios el exterminio nazi con la problemática biopolítica asumen a la vez un compromiso inte-
lectual ineludible con el estado actual de la cuestión que no concierne de ningún modo a lo que peyorativamente ha sido denomina-
do como “la industria del Holocausto”.

112
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

sultan referencias apropiadas para los acon- abandono son abdicación, renuncia. La con-
tecimientos del horror. Sin embargo, la se- dición del abandono acontece cuando un ser
gunda acepción de sacrificar es “matar, de- vivo indefenso no es protegido o cuando un
gollar las reses en el matadero” (el extermi- sujeto con potencia defensiva renuncia a
nio nazi suele suscitar esa asociación, dado ejercerla, o es privado de la capacidad para
que los propios perpetradores lo considera- ejercerla mediante la supresión física de su
ban de esa manera). Aunque los rituales con- potencia o mediante engaños, o en última
sagran el alimento como donación divina, instancia, cuando ese sujeto participa de una
con la implicación sacra que concierne al ali- cultura que no emite bandos4, que se aban-
mento, las prácticas del matadero conservan dona a sí misma, a su memoria y a sus textos,
en alguna medida ese carácter en la kashrut desde el punto de vista de la guerra, el terri-
hebrea, pero lo pierden en la ciudad moder- torio y el aparato estatal. En ese sentido, la
na, aunque puedan recuperarla en las prác- condición inerme de los judíos europeos fue
ticas rituales de los creyentes. No se nos pase lo que hizo posible primero las persecucio-
desapercibida en este trance una imagen co- nes, luego la solución final.
mo la de los criaderos ultratecnológicos de
pollos, señal de un estado de cosas ajeno a Nuestra somera visita a los diccionarios no
toda condición sacra. La tercera acepción del se abstendrá de acudir a vocablos como judío
diccionario de la RAE es figurada pero no (en la vigésima segunda edición, el “natural
por ello menos ilustrativa con respecto al uso de Judea” es además “hebreo”, “del pueblo
del término: “poner a una persona o cosa en semítico que conquistó y habitó la Palestina”,
algún riesgo o trabajo, abandonarla a muer- pero esta última definición no figuraba en la
te, destrucción o daño, en provecho de un vigésima primera), o aun el más fascinante ju-
fin o interés que se estima de mayor impor- daizar. Se puede comprobar así cómo todos
tancia”. La palabra clave aquí es abandono. los esfuerzos del diccionario de la RAE por su-
Cuando recurrimos a sus respectivas acepcio- perar su histórico antisemitismo de talante
nes nos encontramos con desamparo. El tér- inquisitorial dejan huellas de su hispánica ju-
mino abandono antagoniza la familia de pa- deofobia. Estas huellas no son menos signifi-
labras que remiten a la soberanía, el domi- cativas por atenuadas que estén respecto de
nio de personas, cosas y territorios, con la las ediciones anteriores, cuestionables desde
respectiva disposición a sustentar ese domi- el punto de vista de la defensa de los dere-
nio mediante la fuerza de las armas. El aban- chos humanos en el contexto de la Unión Eu-
dono, y por consiguiente el sacrificio, remite ropea, consagrada como está a las traduccio-
-con relativa independencia del destino ri- nes interculturales y lingüísticas. En la edición
tual que se le atribuya- a la abstención de to- actual los residuos judeófobos se amparan en
da violencia defensiva por parte de un suje- significaciones históricas que permanecen en
to respecto de sí mismo o respecto de cosa o el texto. Se nos dice implícitamente que esas
territorio que pudiera pertenecerle. La pro- significaciones mantienen vigencia, dado que
piedad es abandonada si no hay fuerza que no están señaladas como arcaísmos5. De pa-
defienda sus títulos. Otros términos afines al so, la visita por el vocablo expulsión no nos

4 Los judíos fueron obligados a llevar señales porque no las emitían. La condición judía solicita interpretar, conversar, sin señales visi-
bles. La prescindencia de señales fue percibida durante siglos como peligrosa porque ¿qué se podía hacer con un conviviente pro-
pio que también era conviviente de los enemigos? Abandono conduce etimológicamente (en el sentido indicado por la partícula pri-
vativa “a”-bandono) a una raíz germánica que significa señal, signo, bandera, y tiene relación con la soberanía estatal y la guerra.

113
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

dice lo que algún día deberá ser incluido en nos confirman que la cuestión de la desig-
el diccionario de la RAE. Por ejemplo, cuando nación del exterminio nazi de los judíos ra-
la infamante diáspora de los judíos de Espa- dica en fuentes diversas que abarcan tanto
ña ocupe en los estudios académicos al me- los saberes histórico-teológicos como el uso
nos el lugar que hoy en día ocupa el estudio ordinario de los términos en diversos con-
del exterminio nazi, del que aquella expul- textos político-culturales8.
sión fue un antecedente privilegiado en el
contexto de la historia del antisemitismo. Ho- 3. La denominación que se elija plantea nu-
locausto se define como “gran matanza de merosos y complejos problemas contextuales
seres humanos”. De manera que el dicciona- que explican también la evolución que tuvo a
rio de la RAE toma partido sobre lo que otros lo largo de los años el debate respectivo.
discutimos. No figura el término Shoah como Cualquiera que sea el nombre dado por los
entrada. judíos al exterminio nazi de los judíos, tendrá
una relación sólo con el exterminio nazi de
Para no ser exhaustivos, digamos que to- los judíos. Pareciera que nos fuera negado
do lo que insulta con su ausencia en el diccio- ese derecho cuando la irritación tiene lugar
nario de la RAE clama a gritos desde los dic- por una supuesta exclusividad indebida. Fue
cionarios inglés y francés que mencionamos asesinada una proporción sustancial del con-
arriba, con lujo de detalles, sin perversos sig- junto del pueblo judío, pero el nombre que
nos de malestar judeófobo y con definitiva
reciba el exterminio por parte de los sobrevi-
conciencia de que “después de Auschwitz”
vientes debe designar a otros que también
algo tuvo que cambiar en los diccionarios de
fueron asesinados. ¿Qué razón hay en ello
las lenguas. En ambos textos, holocausto es-
que no sea negar a los judíos la singularidad
tá referido a la especificidad del exterminio
del nombre que designa su propio extermi-
nazi de los judíos, sin omitir otros grupos, y
nio? ¿Qué impedimento hay para designar
Shoá figura como entrada. La definición de
con otros nombres lo que se quiera, ya sea ca-
marrano en el diccionario francés respeta la
da uno de los asesinatos masivos ejercidos
memoria histórica elemental y choca de ma-
contra diversos grupos, gitanos, homosexua-
nera inconciliable con la definición inquisito-
les, discapacitados, o un nombre que desig-
rial -intacta en el diccionario de la RAE6-. Ca-
nara, éste sí, todo el genocidio cometido con-
si podríamos agradecer que se nos hable de
la judaización en tiempo pasado. tra los judíos y los no judíos? ¿Recibir un solo
nombre para todos convierte en judíos a
La consulta cruzada entre todos estos quienes no lo son? Es evidente que no, ni que
términos, y otros asociados como víctima7, tampoco nadie pretende semejante cosa. La

5 Sin embargo, aunque la definición inequívocamente inquisitorial de judaizar se ampara en referir el término al “dicho de un cristia-
no”, cuando el diccionario define marrano emplea el término judaizar como propio. V. la definición de la RAE en nota 6.
6 “Marrane: Juif d’Espagne ou du Portugal converti au christianisme par contrainte, et resté fidèle à sa religion.” La RAE define marra-
no: “5. adj. fig. Aplicábase como despectivo al converso que judaizaba ocultamente.”
7 Los detalles exceden los límites del presente trabajo.
8 No obstante, no nos abstendremos de copiar la definición que nos proporciona el diccionario inglés consultado y de la que no hay
rastros en el diccionario de la RAE, alguno de cuyos ejemplares debe estar -después de todo- en algún estante de la biblioteca, si no
en el escritorio, del juez Baltasar Garzón, el mismo que dictaminó que en la Argentina de Videla se perpetró también un genocidio ju-
dío. El Oxford English Dictionary incluye la entrada desaparecido: “Any of the many people who disappeared in Argentina during the
period of military rule between 1976 and 1983, presumed killed by members of the armed services or of the police. Usu. in pl.” La
RAE tampoco está enterada de esta acepción de la palabra castellana.

114
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

interdicción de la exclusividad refiere sólo a tero cuenta la expectativa de que el deterio-


reconocer la Vernichtung (aniquilamiento) ro progresivo de la situación de los judíos
de la Judenfrage (cuestión judía). Hubo un fuera un empeoramiento determinado por la
exterminio, pero hay quienes se irritan por la guerra de aquello que había sucedido duran-
exclusividad de un nombre propio que no de- te siglos. Ya se sabía de qué se trataba, tam-
signa a la totalidad de las víctimas. Es otra bién en cuanto al estatuto de aquella condi-
manera que la aquí propuesta -con cierta iro- ción persecutoria que asemejaba a los judíos
nía- de designar en conformidad con el plan de Europa con los cristianos primitivos. Les se-
nazi. No se toma el nombre nazi con su impli- rían aplicables las mismas categorías descrip-
cación, específicamente destinada al pueblo tivas de una espiritualidad susceptible de
judío, sino el conjunto de las identidades de- consentir lo que el destino infausto deparaba
mográficamente acumuladas que los nazis a sus destinatarios. Lapsos y localizaciones de
exterminaron. El antisemitismo es grave en tranquilidad y prosperidad alternados con
sus consecuencias, sobre todo por lo sucedido períodos desgraciados de muerte y humilla-
con la Vernichtung, pero no lo es conceptual- ción. La Vernichtung viene a remediar esta
mente. En tanto que delimitación de catego- historia accidentada. Basta de altibajos. El
rías, el antisemitismo es un riesgo constante problema judío se ha demostrado insoluble.
de mortificar al judío por el hecho de serlo, La mejor alternativa para Europa es terminar
por negarle el derecho a serlo. Es lo que suce- definitivamente con sus tenaces, tercos, per-
de con la discusión acerca de la pertinencia sistentes judíos. El nazismo instaló un umbral
de un nombre propio específico para el exter- de la modernidad. El exterminio de los judíos
minio nazi de los judíos. El nombre propio: de Europa fue determinado por los nazis co-
un tópico -privilegiado además- para la tradi- mo el umbral inaugural de una nueva Euro-
ción y el pensamiento judíos. Ocurrió algo pa, la del Reich de los mil años. Los nazis, co-
que sólo es accesible mediante el testimonio mo caballeros teutones arraigados en las tra-
de los sobrevivientes, que atestiguan haber diciones heroicas del mítico Volk iban a hacer
sobrevivido a algo que no tenía nombre: “ist algo que aún no se había hecho en la histo-
kein Warum” (no hay por qué) era la fórmu- ria: instituir, diseñar conscientemente un mi-
la con que eran contestados cuando pregun- to político apropiado para un proyecto polí-
taban por el nombre. Un modo de definir la tico estatal imperial. Llevar a cabo las accio-
situación inesperada en que se encontraban. nes necesarias para dar al Reich las bases que
La situación esperable para gran parte de la se requerían desde el punto de vista de la
judería europea era el pogromo9, el exilio. La realización de la entidad que fundaban. Só-
deportación practicada por los nazis todavía lo podría construirse un Reich fuerte, puro y
podía aparentar una metamorfosis grotesca heroico si se extirpaba la contradicción inex-
e inquietante de algo que alguna vez ya les tinguible del judaísmo, obstáculo insalvable
había sucedido a los judíos. Sin la historia de en la realización de ese ambicioso proyecto.
las persecuciones europeas, la solución final No se trataba sólo, como sucedió tantas ve-
no habría tenido posibilidades de acontecer ces en la historia, de la construcción de un
en la forma en que aconteció. Incluso en el imperio, de un ámbito territorial inmenso,
consentimiento y la pasividad del mundo en- gobernado por una combinación de fuerza,

9 Los usuarios del término Shoá probablemente no adviertan que tiene una significación muy similar a la palabra rusa empleada para
designar la matanza de judíos. Si es así, el uso distinguiría ambos acontecimientos más por su magnitud que por su calidad.

115
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

persuasión, prestigio y astucia. Aquí, en estos de un grupo de personas, sino de una forma
umbrales de la modernidad avanzada, había de vida. No es que la forma de vida, tampo-
que hacer algo más para tener éxito en la co, encarnara de manera lineal en los sujetos
empresa. En el horizonte competían las de- desaparecidos. El grupo eliminado encarna
mocracias liberales y los regímenes socialis- esa forma de vida a través de prácticas cultu-
tas. Una lucha naciente se libraba: la batalla rales, sensibilidades, competencias lingüísti-
por una nueva subjetividad reflexivamente cas a las que eventualmente proporciona al-
organizada como proyecto. El nazismo en- go que se puede describir como una masa
cuentra la necesidad de suprimir una deter- crítica. La eliminación de esa masa crítica
minada subjetividad, con lo que ésta conlle- ocasionará el cambio deseado. Pero no lo ha-
va: memorias, sensibilidades, temporalida- rá solamente por el hecho mismo de haberla
des. Aquello que ahora conocemos tan bien eliminado, como lo que sucede si vaciamos
y que entonces atravesaba una fase más un barril de agua y entonces el resultado es
temprana: producción de subjetividad. Ha- un recipiente seco. No es así como suceden
bía que abolir la subjetividad judía porque las cosas en la historia humana. La propia de-
su persistencia hacía inviable el proyecto del saparición como tal, el hecho mismo de la
Tercer Reich. Se trataba de un procedimien- desaparición, es ejemplar, constituye un acto
to antropológico. Un recurso técnico de in- paradigmático que, sumado a la supresión
tervención. No es que las condiciones subje- de determinada masa crítica, permite pro-
tivas de que se trata arraigaran en un mero yectar ciertos resultados. En este sentido ra-
sentido psicosocial en los judíos como perso- dica la semejanza entre el exterminio nazi de
nas. Es decir, no se trataba de que la ciencia los judíos y los desaparecidos argentinos. No
antropológica racista nazi pudiera tomarse es meramente que asesinaron a “los mejo-
al pie de la letra. Pero el sustento ideológico, res”, sino que se suprimieron prácticas socio-
doctrinario y procedimental era el que les culturales. ¿En qué radica el éxito? Allá con-
daba la esperanza de garantizar la realiza- siguieron la extinción de la cultura ídish cen-
ción de las metas que se proponían. La ga- troeuropea y de su lengua de mil años de an-
rantía no residía meramente en la desapari- tigüedad. Hoy los estudiosos todavía procu-
ción física de los sujetos. A veces encontra- ran entender qué era esa cultura de la que
mos este error en los análisis sobre los desa- ha sobrevivido a duras penas una fracción.
parecidos en la Argentina. Es cierto que la Aquella cultura sí fue prácticamente extin-
desaparición de un determinado grupo hu- guida en forma física, literalmente. Aquí
mano ocasiona ciertas consecuencias. Es tri- consiguieron la extinción de la esperanza
vialmente obvio que si asesinan a todos los utopista igualitaria que el movimiento revo-
miembros de un grupo al que pertenece un lucionario de los 60-70 encarnaba. Aquí se
número desproporcionado de violinistas o fí- hizo lo que se hizo en términos discipulares.
sicos teóricos, se habrá ocasionado un me- Es por eso que resulta trivial comparar la
noscabo para la ejecución del violín o para el gran transformación de la subjetividad que
desarrollo de la física teórica. Es un obstácu- se llevó a cabo en la Argentina con la lucha
lo de menor cuantía al lado de lo que se am- del colonialismo francés por la conservación
biciona, al lado de los inmensos beneficios de sus posesiones africanas. Las semejanzas
que se obtendrían por la desaparición no ya son metodológicas (por otra parte también

116
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

proceden de un mismo origen, vía las dere- radica la cifra del problema del sacrificio. El
chas filofascistas francesas), pero muy dife- judeo-cristianismo se caracteriza por haber
rentes los proyectos. El Proceso de Reorgani- creado en la historia de Occidente modos de
zación Nacional, salvando los tiempos y las producción de subjetividad conflictivos para
distancias, se propuso ejercer transformacio- los poderes imperiales, la esclavitud y la
nes histórico-culturales en la Argentina. opresión. La Ilustración y el socialismo son
Quien se propone semejante empresa no productos de ese largo proceso experiencial.
puede predecir los resultados. Pero esos re- Las razones por las que se podría esperar una
sultados son bien tangibles una vez que eficacia de la eliminación de los judíos radica
acontecen. El nazismo logró modificar en en su débil, difusa, ausente institucionalidad
forma sustancial las condiciones identitarias estatal. Si lo que se quería era instalar los ci-
del pueblo judío, al menos en lo que le inte- mientos de un imperio milenario que no fra-
resaba. Aquellas subjetividades incompati- casara como los anteriores, había que elimi-
bles con el Tercer Reich estaban íntimamen- nar la compasión del alma humana10. La
te ligadas con la condición diaspórica del compasión es una condición de la existencia
pueblo judío y su historia europea. Se trata- espiritual y religiosa tal como se desenvolvie-
ba de una cultura atravesada por ciertas pa- ron en Occidente. En el judaísmo se orientó
radojas que le otorgaban singularidad y oca- a la noción de justicia y en el cristianismo, a
sionaban un obstáculo insalvable para algu- la de amor. Un golpe mortal a aquellas ma-
nas modalidades del colectivo social germá- nifestaciones del abandono de sí estaba en
nico, ansioso por construirse sobre la base de los planes del proyecto del mal radical.
una determinada representación de la mo-
dernidad. Es esa debilidad consentida frente a la
fuerza el rasgo que confunde cuando tiene
4. Uno de los rasgos judíos más despreciables lugar el asesinato y la victimización. El acon-
e inaceptables para los nazis era la condición tecimiento criminal del exterminio se aseme-
judía de la debilidad, la pasividad, el consen- ja a un sacrificio. En este contexto adquiere
timiento frente a la persecución, la preferen- un sentido diferente el análisis del fenómeno
cia por encarnarse como víctima antes que la sacrificial. La semejanza se basa en que la víc-
victimización del otro. Se trata de la ética tima es pasiva, no lucha y parece aceptar la
mesiánica que el cristianismo universalizó y muerte infligida por el verdugo. Hay que se-
traicionó muchas veces en tanto que institu- ñalar primero que la determinación de una
ción eclesiástica temporal y vinculada con los situación sacrificial no viene dada por los de-
poderes estatales europeos. Si se trataba de seos o los pensamientos de la víctima sino por
la transformación subjetiva, sucedía que en los del victimario. No es Isaac11, no es el cor-
el seno de la Iglesia se habían elaborado du- dero quien se sacrifica por su propia iniciati-
rante muchos siglos los anticuerpos del olvi- va. Estas son las víctimas propiciatorias, pues-
do del cristianismo primitivo, íntimamente tas en esa situación por el victimario. A quien
cercano al judaísmo mesiánico de la ética dé- permanece ajeno, ni víctima ni verdugo sino
bil, de la otra mejilla, de la no resistencia testigo, la situación sacrificial, cuando se
frente a la fuerza. Es en esta cuestión donde comparten los valores judeo-cristianos de la

10 Los poderes imperiales conservan la ambición y la expectativa de que un logro semejante garantizaría una persistencia indefinida
de la dominación. Es otra de las formas en que el nazismo mantiene vigente su imaginario.
11 Isaac no sabe que va a ser sacrificado.

117
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

compasión, le resulta inaceptable y le produ- ro. No es aceptable el sacrificio humano. Pero


ce un rechazo visceral que, si no encuentra un además el texto bíblico no se limita a estable-
trayecto de justicia o racionalidad, puede em- cer un principio normativo, sino que nos ofre-
prender un recorrido vindicatorio. ce una narración en la que se dramatiza la va-
cilación que concierne a la coexistencia de
La cuestión es que si quisiéramos definir
prácticas heterogéneas y a la lucha por modi-
el exterminio nazi de los judíos como un sa-
ficar ciertas prácticas y sustituirlas por otras12.
crificio podríamos tomar como elementos
El acontecimiento crístico profundiza esta ela-
ciertos rasgos del comportamiento de las
boración dramática en forma radical. Dios
víctimas para obtener una analogía superfi-
mismo permanece pasivo ante la fuerza y se
cial. Quien define el sacrificio es el ofician-
deja matar en procura de marcar simbólica-
te, que es quien quita la vida a la víctima y
mente el mandato esencial: no matarás13.
eslabona el acontecimiento en la serie de
los comportamientos rituales. El tema es ex- Entonces, el exterminio nazi de los ju-
cesivo, ya que en las culturas en que el sacri- díos no habría sido un sacrificio desde el
ficio está establecido, cuando hay víctimas punto de vista de los judíos, aunque aún
humanas, éstas forman parte del contexto podría serlo desde el punto de vista de los
lingüístico, ritual, de prácticas establecidas. nazis. Es curioso que se discuta el asunto sin
tener en cuenta las enunciaciones de los
El judeo-cristianismo elaboró en el contex-
oficiantes. Dado que el sacrificio requiere el
to de su modo de producción de subjetividad
punto de vista del verdugo14 en primer lu-
un proyecto de supresión, superación, consue-
gar y no el de la víctima, a la que no se pre-
lo o crítica de las prácticas sacrificiales. El pen-
gunta por sus intenciones o preferencias, si-
samiento judeo-cristiano se opone en sus fun-
no sólo por los atributos establecidos que la
damentos a la noción del sacrificio, es decir al
hacen propicia para el sacrificio.
asesinato de cualquier índole. Dios no pide vi-
das humanas y en el límite no pide vida algu- 5. Conjeturaremos que podría hallarse fun-
na. No estamos aquí refiriéndonos al judaís- damento de esta confusión en que el judeo-
mo arcaico, sino a los principios que fueron cristianismo ya había alterado la relación ver-
instituidos mientras aún coexistían prácticas dugo-víctima mediante un largo proceso de
sacrificiales. La presente conjetura requiere elaboración de la no violencia y la superación
una mirada histórica. La redención contiene de toda sacralidad del asesinato. El consenti-
elementos que vuelven inaceptable el sacrifi- miento a la propia muerte infligida por el
cio. La condición sacrificial de sí en el judeo- verdugo no tiene relación en principio con el
cristianismo sólo puede tener lugar por deci- masoquismo sino con uno de los componen-
sión propia en contextos de lucha contra fuer- tes del heroísmo clásico: el desprendimiento
zas superiores. No muere Isaac, sino un corde- de la propia vida, pero sin otro de los compo-

12 Oscilación que en palabras de la interpretación de Rashi se describe así: “No le dijo: degüéllalo, porque en realidad no era intención
de Dios que fuese sacrificado, sino tan sólo que fuera subido a la montaña, como si fuera un holocausto. Cuando lo subió le dijo:
Bájalo.” El Pentateuco. Génesis. Sefer jamishá jumshei torá. Bereishit. Con el comentario de Rabí Shlomó Itzjaki (Rashi). Editorial
Yehuda, Buenos Aires, 1994, p. 92.
13 Aunque la recepción y elaboración de estas configuraciones en Occidente se identifica con el judeo-cristianismo, los estudios ge-
nealógicos e históricos encuentran una profusa diversidad de antecedentes en otras culturas, desde las orientales arcaicas hasta el
dionisismo mediterráneo y el gnosticismo.
14 El deslizamiento disonante entre “oficiante” y “verdugo” confirma el extrañamiento entre Shoá y sacrificio.

118
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

nentes que lo caracterizan: la disposición de fuerzas de la naturaleza a la manera de un


la vida del prójimo. Es el contexto judeo-cris- terremoto sino como actores de una historia
tiano el que ha cimentado la figura del héroe europea que sigue su curso después de
que muere sin matar para que nadie más ma- Auschwitz, resulta ajena a los designios de la
te en el advenimiento escatológico, o en una investigación hermenéutica. No faltan traba-
medida histórica, para poner un límite a la jos que profundicen en lo que sería esa anti-
violencia criminal. Es la única forma conoci- teología nazi, pero si no son más numerosos
da, incluso entre los mamíferos superiores15, cabe abrir también nuevos interrogantes al
de sobrevivir a un oponente más fuerte y po- respecto. Resulta más tranquilizador para la
deroso cuando la lucha es entre semejantes. mala conciencia de Occidente pensar que el
El asesinato es en cierta forma un fracaso in- nazismo quedó atrás y sólo sobrevivieron al-
mediato para el sujeto que ofrece su vida, en gunos protagonistas escondidos en la Argen-
el sentido obvio de que no sobrevive. A dife- tina. Una coartada muy adecuada para man-
rencia de lo que sucede en el reino animal16, tener la calma instituida de la Europa de la
los actos humanos trascienden a sus protago- posguerra17.
nistas a través del ejemplo, la historia y la me-
6. El exterminio nazi de los judíos, aunque
moria. Y de esa manera pueden invertir el
ello no siempre se reconozca en forma direc-
sentido de fracaso o éxito, tal como se puede
ta y con todas sus consecuencias, opera co-
considerar en el instante mismo de la muer-
mo un horizonte ético-político del actual or-
te. Ese legado, el judeo-cristianismo, era un
den internacional, sobre todo en lo que con-
enemigo mortal del proyecto nazi. Hasta era
cierne a los países más poderosos, cuyas pla-
más importante matar a los judíos que ganar
taformas normativas están organizadas al-
la guerra, al menos la librada contra quienes
rededor del Estado de Derecho sustentado
los nazis presumían semejantes (en particular doctrinariamente sobre los derechos huma-
los anglosajones). Estaban dejando un lega- nos. Los conflictos sociales y políticos que es-
do para la humanidad y esto otorgaba un sig- tos países protagonizan como actores domi-
nificado a su propio sacrificio heroico. De mo- nantes están imbricados con las relaciones
do que si hay sacrificio, éste no tiene lugar en establecidas entre las memorias de lo acon-
el contexto judeo-cristiano sino en el de la tecido, los relatos y los testimonios, así como
institución del mito nazi del Tercer Reich. Ha- las conmemoraciones y la organización de
bría que preguntarse qué clase de religión los museos y los archivos.
era ésa. Es evidente que quien ingrese al de-
bate sobre esta cuestión preferirá dejar de la- El extermino nazi de los judíos opera en
do en principio dedicarse a pensar cómo in- este marco como un paradigma que se con-
terpretar los elementos de aquella anti-reli- sidera apropiado para establecer los límites
gión demoníaca (salvo para contribuir a la in- de lo aceptable y el horizonte de lo conce-
teligibilidad de sus crímenes). De todos mo- bible. Es una cuestión muy abarcadora, que
dos, la abstención que se verifica para consi- va mucho más allá de la normatividad insti-
derar el papel de los perpetradores, no como tucional de los estados y su organización ju-

15 Son destacables los desarrollos de Gregory Bateson al respecto en Pasos para una ecología de la mente.
16 Sin embargo, también la historia evolutiva pide sus derechos a la redención. Los comportamientos abnegados o paradójicos son
tan determinantes para la evolución de las especies como las acciones predadoras.
17 Aun con lo siniestro que es para nosotros, no deja de ser un estereotipo tranquilizador para las malas conciencias estadouniden-
ses y europeas.

119
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

rídica. Interviene con gran intensidad en as- ta podría tampoco favorecer el curso del
pectos estratégicos de los actuales desarro- debate.
llos e innovaciones tecno-científicas, sobre
Una razón esencial por la que no estamos
todo en lo que concierne a la ingeniería ge-
en condiciones de alcanzar el estatuto tran-
nética y las biotecnologías, y aparece como
quilizador que favorezca -dentro de sus pro-
una cuestión también estructural en el ám-
pios límites culturales e ideológicos- el mero
bito de la educación.
estudio científico de los acontecimientos del
El debate sobre la designación del exter- horror es el fenómeno de la vigencia y la con-
minio de los judíos concurre, ante tantos tinuidad de la solución final. Si la racionali-
compromisos y determinaciones políticas e dad no es lo que podría protegernos de una
institucionales, a proporcionarle a lo acon- repetición, ello se debe a cuanto tuvo el ex-
tecido un carácter compatible con esa mul- terminio de los judíos de racional, tanto en su
tiplicidad de restricciones y demandas. La génesis como en su ejecución. Y en lo que no
índole de esa multiplicidad, contra lo que refiere a la racionalidad, aquello que concier-
podría suponerse a primera vista, no favo- ne a las creencias, el odio, los prejuicios, los
rece las posturas pluralistas, sino al contra- devenires libidinales, tampoco son la raciona-
rio, opera como un círculo restrictivo, como lidad científica ni su alegada compañera de
siempre que, frente a un argumento, se ruta, la racionalidad normativa y jurídica, las
presenta la ética de la responsabilidad an- categorías que podrían obrar como cinturón
tes que la ética de la convicción, animadora protector frente al peligro.
consecuente de un pensamiento libre. Una 7. La distinción decisiva entre el exterminio
cuestión tan sensible y peligrosa para la me- de los judíos y la condición sacrificial radica
moria de los sobrevivientes y para las pers- en la intervención nazi sobre la temporalidad
pectivas de una repetición, en un mundo como categoría organizadora de la experien-
como el nuestro, que no nos ofrece una au- cia cultural de Occidente. El nazismo procuró
téntica seguridad que garantice un futuro la supresión de una determinada temporali-
sin horror, ofrece al debate sombras que ac- dad. Procuró la supresión de la razón anam-
túan a su vez como variables que condicio- nética, una noción que deposita la valencia
nan el examen del problema. Esto ocurre, de la racionalidad en el tiempo y la rememo-
como siempre que la amenaza del uso de la ración, a diferencia del racionalismo atempo-
fuerza o la violencia amedrentan el libre ral, amnésico, que se le opone. Semejante
pensamiento, frente a la circunstancia de operación no encuentra sus límites en las
que una prevención mucho más profunda coordenadas temporo-espaciales que la con-
respecto de los peligros y ofensas potencia- tienen, sino que es para siempre, para todos
les que esta discusión pone en escena sólo los tiempos. La condena a la desaparición no
quedaría promovida por un marco apropia- exime a los sobrevivientes ni a quienes no
do para el despliegue de todas las conside- fueron directamente afectados por la desgra-
raciones y pensamientos que pudieran es- cia. Al contrario, nos implica. Define un esta-
grimirse. Baste recordar el fenómeno del re- tuto que queda disponible para quien quiera
visionismo histórico negacionista para com- adoptarlo, consentir con él o simplemente ig-
probar que ninguna ingenuidad racionalis- norarlo. La maldición nazi no fue sobre las

120
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

personas que el aparato exterminador consi- el aparato estatal y la guerra se extinguen en


guió capturar, sino sobre la condición judía el camino de la construcción de un estado
como tal, con completa independencia de que, por añadidura, se encuentra en conflic-
cualquier acción o creencia de los sujetos. Es to por su existencia desde su fundación. Sin
por ello que el antisemitismo, antes que de- embargo, la sustitución de una subjetividad
bilitarse por nuevas condiciones de presunta débil por una fuerte, aunque produjo pro-
convivencialidad democrática, encuentra fundas transformaciones que requieren sus
nuevas formas de manifestación que apare- respectivos análisis, no disipó los discursos so-
cen con un gran potencial de persuasión y bre el carácter peculiarmente perverso de los
desconexión con el horror. Hoy hemos olvida- judíos, cuyas acciones siempre son más pode-
do la naturalidad con que la persecución de rosas que cualquier materialidad verificable.
los judíos formó parte del horizonte cultural Hay algo en ellos que los vuelve mágicamen-
de Occidente durante siglos. Auschwitz le te amenazantes. Pueden ser pocos en núme-
otorgó un carácter insoportable con el que ro y formar un estado minúsculo, pero la po-
nadie en su sano juicio puede identificarse. lítica, la economía y la cultura del mundo les
Sin embargo, ello no obsta para que las nue- deben desventuras desproporcionadas y do-
vas formas de antisemitismo que aparecen lorosamente injustas para la inmensa mayo-
por todas partes adquieran una falsa neutra- ría inocente. Finalmente, el tema que vuelve
lidad valorativa en relación con el extermi- una y otra vez, cuando se trata del conflicto
nio. Sólo habría que formular el ejercicio en el Medio Oriente es el de la destrucción, la
mental (dado que se supone que es muy dis- supresión, la eliminación ¡de los judíos! Ya
tante de cualquier realidad inmediata) de sea que se trate de una determinada organi-
una derrota militar y política decisiva del Es- zación institucional (nos dicen que esos tér-
tado de Israel frente a sus enemigos para adi- minos deletéreos son destinados al Estado y
vinar el júbilo que proyecta sus señales antici- no a las personas), resulta patético y grotesco
patorias sobre demasiados discursos y actitu- que conciencias progresistas hagan uso de se-
des en la actualidad. mejante lenguaje de odio e insensibilidad ba-
jo la sombra de un acontecimiento de la na-
8. Concluyamos con una última observación, turaleza del exterminio nazi de los judíos, sin
dado que mencionamos el Estado de Israel y tomarse el trabajo, sin exigirse el compromi-
el conflicto del Medio Oriente. Aunque no es so ético ineludible de distinguir en forma mi-
el objetivo del presente trabajo, no resulta nuciosa entre el horror que persiste después
consecuente una argumentación acerca del de Auschwitz como memoria de la amenaza,
exterminio nazi de los judíos sin referir a la y las contingencias políticas y militares que
que fue una de sus consecuencias. El pasaje sólo pueden ser condenadas en toda su mag-
de una identidad judía diaspórica a una iden- nitud en un marco de verdad y justicia. Sin
tidad israelí estatal. En este pasaje radican memoria, verdad y justicia para los judíos no
tensiones conceptuales adversas a la noción puede haberla para quienes desgraciada-
“débil” de la condición judía, dado que la mente han sido víctimas renovadas de los
subjetividad estatal se manifiesta con un sig- aparatos estatales: los palestinos. Quien quie-
no fuerte. Todos aquellos rasgos que fueron ra defenderlos se enfrenta al desafío de reco-
ajenos a los judíos de Europa en relación con nocer al mismo tiempo la gravedad y la den-

121
Alejandro Kaufman Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

sidad del insoluble problema judío en con- Resumen


frontación con el antisemitismo, espejo negro
que ha acompañado a los judíos de manera Se examina como problema la denomina-
tan persistente como despiadada, y que hoy ción del exterminio nazi de los judíos duran-
es malévolamente utilizado para reflejar te la Segunda Guerra Mundial. El nombre
otras desventuras, otras injusticias que exigen con que se conoce uno de los acontecimien-
su reparación sin alimentar el círculo intermi- tos más horrorosos de la historia humana
nable de las víctimas propiciatorias. (Shoá y Holocausto son los más notorios y
generalizados) depende de un severo entra-
mado problemático. Cualquier actitud que
se adopte con respecto a esta denomina-
ción apela de manera ineludible a cómo se
lo interprete, el modo en que se defina el
acontecimiento, sus alcances histórico-polí-
ticos, las posiciones que se sostengan en la
actualidad con respecto a la herencia de la
"cuestión judía" y last but not least, a los
análisis que se elaboren con respecto a los
tópicos que conciernen al mito, el sacrificio,
los procesos modernos de secularización y la
cuestión del testimonio, entre otros. El pre-
sente trabajo procura aproximar un conjun-
to de referencias susceptibles de abordar la
dimensión del debate y el análisis preciso de
algunos de sus aspectos destacables. Otros
aspectos, también complejos, sólo se men-
cionan con el objeto de indicar la pertinen-
cia de su tratamiento específico.

122
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Alejandro Kaufman

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123
Sobre la religión y el sacrificio.
Un punto de vista antropológico
Adriana Sismondi*

“Precisamente aquéllos que afirman con mayor vigor una


identidad irreductible e intocable sacan su fuerza y su convicción (al
modo de un dogma religioso, agregaríamos nosotros) sólo de la
oposición que hacen a la imagen de algún otro al que mitifican para
desembarazarse de su insoportable realidad.”
1
Augé, 1998.

Introducción Este planteo hace necesaria una toma de


posición epistemológica que se aleja de las
El valor de la religión y del sacrificio en la definiciones que enuncian muchos aparatos
conformación de las estructuras sociales y ideológicos originados y/o controlados pre-
psicológicas conforma un fenómeno de ex- cisamente por las religiones actuales. En es-
traordinaria complejidad cuyo abordaje jus- te trabajo, la epistemología se considerará
tifica una aproximación cuidadosa y requie- únicamente un método de contrastación in-
re la aplicación de criterios y modelos desa- terdisciplinaria.
rrollados en distintas áreas de conocimien-
to. La interacción de explicaciones provistas En el análisis de la profusa bibliografía
por disciplinas científicas diversas permite existente al respecto, se advierten no sola-
dotar de volumen a los modelos planos que mente la unidimensionalidad con que los
provienen del análisis unidimensional o de especialistas abordan el problema sino
la aplicación de paradigmas estrictos con los también la censura, o autocensura, prove-
cuales pretenden explicar todas las cosas niente de las contradicciones entre los
quienes no tienen a su disposición un arse- postulados teóricos, que tienen que hacer
nal de herramientas teóricas algo diversas. explícitos los intelectuales que abordan el
Así la utilización de los aportes de la histo- tema, y algunos aspectos prácticos del de-
ria, la economía, la política, permitirán un sarrollo de su propia comportamiento co-
abordaje interdisciplinario que completará tidiano y de su propia ubicación social, en
la conjunción del punto de vista antropoló- tanto y en cuanto la religión como dispo-
gico y psicoanalítico. sitivo de control social conserva plena-

* Antropóloga (UNC).
1 Augé, M. (1998). Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Gedisa, Barcelona. Lo señalado entre paréntesis nos co-
rresponde.

124
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Adriana Sismondi

mente su valor y como dispositivo de con- do como para encontrar antecedentes des-
trol ideológico tiene una versión dogmáti- de los más remotos tiempos históricos has-
ca acerca de su propia existencia. ta la más inmediata actualidad. La socie-
dad se forma y se reforma, se construye y
Para construir esta visión pluridimensio- se reconstruye desde la horda primitiva
nal es necesario elegir algunos ejes que hasta la sociedad contemporánea constitu-
guíen en el armado de una estructura cohe- yendo la condición primera de existencia
rente, es decir elegir algunas categorías que del ser humano.
caracterizan persistente y universalmente el
fenómeno religioso. El sacrificio implica una renuncia a cier-
tas posibilidades que brindan los dispositi-
Una de esas categorías es el efecto de la vos biológicos del acervo genético a cambio
religión en los individuos y la significación de ventajas de supervivencia que se instalan
que para ellos tiene la percepción de su en los individuos merced a la educación, y
propia ubicación en relación con los demás que resultan de mayor valor para la resolu-
y con la naturaleza. Otra de esas catego- ción de los problemas que plantea su rela-
rías es la organización social como expre- ción con la naturaleza que lo circunda.
sión del fenómeno evolutivo que desenca-
dena la agrupación de los individuos de la La historia de la humanidad es la histo-
especie humana para garantizar su capaci- ria de estas contradicciones. Y la historia
dad de supervivencia. La religión es un me- de las ciencias sociales es la historia de la
canismo de control que coadyuva homeos- organización del conocimiento de este fe-
táticamente al mantenimiento de la esta- nómeno en diversas especialidades que
bilidad de las estructuras sociales que se responden al análisis parcial de los múlti-
suceden históricamente. ples aspectos que presenta.

La dialéctica de las determinaciones indi-


viduales biológicas y adquiridas cultural-
mente y su relación con la ley (con la estruc- La religión: su justificación
tura explícita de la sociedad), a través de la en la historia humana
educación y de la internalización de las nor- La capacidad de generar “hordas” (el senti-
mas, configura todo un espectro de posibi- do gregario) es una característica de mu-
lidades de análisis y descripción con la ópti- chas otras especies además de la humana,
ca especializada que proveen los modelos por lo que se considera que no es de orden
de las diversas disciplinas científicas. cultural sino que está inscripta en su acervo
La oposición práctica del individuo con genético.
la sociedad y las contradicciones que se de- Esta característica, unida a la posibilidad
rivan de las renuncias a algunas ventajas biológica de generar patrones de conducta
individuales para la obtención de ventajas muchísimo más flexibles, se une a la cultura
mayores, pero de carácter colectivo, confi- como rasgo predominante del proceso de
guran un campo de estudio tan extenso hominización.
como para afectar a casi todas las discipli-
nas de las ciencias sociales y tan prolonga- La transmisión de características de su-

125
Adriana Sismondi Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

pervivencia que asegura la prevalencia de brio. Las preguntas no contestadas alteran


la especie pasa entonces del ámbito bioló- la estabilidad del sistema y provocan in-
gico al ámbito cultural. Y la evolución ad- quietud, malestar (Geertz, 1995). Este dis-
quiere un ritmo vertiginoso que lleva a la positivo de curiosidad es innato. Los hom-
especie a la cúspide de la pirámide alimen- bres necesitan dar cuenta de todas las situa-
taria. Esta capacidad está vinculada estre- ciones de incertidumbre o contradicción,
chamente con el tercer factor imprescindi- suturando las dudas con un cierre que de-
ble para el proceso de hominización: la ca- vuelva la tranquilidad.
pacidad de elaborar modelos; es decir, es-
tructuras nerviosas de control para órga- “En esta atmósfera confusa, suprasensi-
nos externos o herramientas que multipli- ble de sueños y fantasmas, de nombres,
can la capacidad individual. Esta facultad imágenes y números, se desarrolla la expe-
implica la existencia de una capacidad sim- riencia mística del rito, de la magia y de la
bólica de orden superior a las existentes danza rítmica. Los elementos actúan y reac-
hasta su aparición. Es necesario asegurar la cionan, y entre esa amalgama de sentimien-
construcción de rutinas de conducta inde- to y acción tal vez llega a formarse el salva-
pendientes, intercambiables y que permi- je cierta noción de un dios” (Tylor, 1903).
ten manipular con el mismo órgano una
Esta primera conciencia de la propia ig-
lanza, un cacharro, un martillo, etc. Esta
norancia, este miedo ancestral, esta insegu-
posibilidad se alcanza con la enorme ex-
pansión del cerebro en áreas que los neu- ridad vital promueve soluciones mágicas
rólogos llamaban de “tejido inespecífico”, que la sociedad construye tratando de auxi-
aunque en realidad se corresponde con liar a sus integrantes. Las religiones casi
una multiplicación de la capacidad neuro- siempre tienen un componente racional.
nal en áreas bien específicas de la corteza Hay además una exigencia social de estruc-
pre-frontal. La síntesis de complejos patro- turar establemente la relación entre sus
nes de actividad en un solo elemento sim- miembros, de conformar una guía de las re-
bólico que los resume define la capacidad laciones sociales que organice las experien-
de abstracción humana. cias individuales para asegurar un máximo
de previsibilidad al dar sustento a un mode-
Ya Tylor2 hizo ver cómo los esfuerzos de lo de relaciones determinado.
un salvaje por clasificar los objetos comunes
para llegar así a concebir la noción de clase De lo antedicho se desprende que la re-
lo llevan a imaginar que una especie es una ligión cumple con dos objetivos: el prime-
familia de seres con su propio dios tribal co- ro, explicativo, intenta dar respuestas a
mo protector y con un nombre que contie- (cerrar de alguna manera) las inquietudes
ne de alguna manera mística la esencia co- de los hombres frente a lo desconocido; el
mún de la tribu. segundo, normativo, se respalda en los éxi-
tos obtenidos en la primera parte para co-
Esta capacidad de abstracción que culmi- brar el precio de esa tranquilidad, a veces,
na en la cúspide de una pirámide de síntesis con usura.
sucesivas necesita resolver la categoría sin-
tética más general para mantener su equili- Las explicaciones, en el caso de las reli-

2 Tylor, E. (1903). Primitive Culture.

126
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Adriana Sismondi

giones más evolucionadas, constituyen gración. El conflicto entre los intereses in-
aparatos teóricos ciertamente considera- dividuales y los intereses sociales es objeto
bles y son acumulados a partir de tradicio- de estudio proyectado en muchos modelos
nes y escritos ambiguos y adaptados según que pretenden dar cuenta de su existencia
las circunstancias históricas a modelos y que no es objeto del presente trabajo. De
abiertos que conservan su vigencia mien- todas maneras, el uso del terror es (como
tras sean capaces de representar simbóli- dicen los psicoanalistas) fundante en las
camente las relaciones humanas con un sociedades humanas y fueron las religiones
cierto grado de credibilidad. Cuando esta los canales más indicados para regular el
característica sufre una mengua conside- castigo en las primeras sociedades organi-
rable puede ocurrir que su influencia de- zadas, y siguen siéndolo para muchas so-
caiga y sea suplantada por otras creencias ciedades actualmente.
más adaptadas a la realidad que perciben
Como ya se señalara, el estudio del sa-
los integrantes de la comunidad y mejor
crificio, de la ofrenda sacrificial, requiere
adaptadas a las condiciones de reproduc-
reconocerlo como fenómeno a la vez indi-
ción de la vida de dicha comunidad.
vidual y social. Es por ello que se presentan
Estas crisis suceden muy esporádicamente estos dos ejes para la descripción del fenó-
y por lo general cuando el recambio tecnoló- meno; se relacionan dialécticamente y su
gico es muy rápido y no permite una difusión planteamiento en los siguientes títulos se
generalizada de las adaptaciones necesarias realiza con fines analíticos para favorecer
para mantenerlas actualizadas. Tal sucedió, la comprensión y hacer inteligible el pro-
por ejemplo, con el modelo católico ante el blema en estudio.
avance incontenible del capitalismo al co-
mienzo de la Edad Moderna y la aparición
consecuente del cristianismo protestante, co- El sacrificio como estructurante
mo lo explica exhaustivamente Weber. de la organización psíquica en las
órbitas cognitivas y emotivas
Los modelos explicativos elaborados por
las religiones apuntan a la capacidad pre- La violencia asesina forma parte del conjun-
dictiva de los asertos contenidos en sus doc- to de conductas habituales en todas las es-
trinas y fundamentan en estas capacidades pecies, casi sin excepción. En el caso del
su facultad para guiar la conducta social hombre, la modificación de estos impulsos
marcando los límites que aseguran la esta- es parte principal del proyecto de educa-
bilidad política de las sociedades. ción que cada sociedad desarrolla.

Esta capacidad convictiva tiene límites Debido a la influencia decisiva de la pri-


estrechos; pronto surge la necesidad de es- mera educación en el proceso de hominiza-
tablecer normas más severas que las que ción, estas conductas -en su aspecto indivi-
sostienen la mera habilidad explicativa. La dual tanto como en su manifestación colec-
estabilidad social hace necesario el esta- tiva- pueden ser drásticamente transforma-
blecimiento de métodos violentos para das, a veces a costa del futuro equilibrio del
mantener el equilibrio y evitar la desinte- sistema psíquico.

127
Adriana Sismondi Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

De todas maneras, la significación del capacidad simbólica de la estructura psico-


contexto social en el modelado de las carac- lógica de los seres humanos.
terísticas de cada humano produce una
gran diversidad de tipos. Esta capacidad, basada, como ya se dijo,
en la estructura de la organización neuro-
Los modelos que orientan estos fenóme- nal, coincide en la descripción de alto nivel
nos en dirección a la conservación del equi- simbólico construida en los modelos psicoa-
librio social ha sido, como se ha dicho antes, nalíticos y lingüísticos. Es necesario que la
las religiones que han de tener una estruc- víctima del sacrificio asuma y condense en sí
tura tal que los diversos tipos caracterológi- la representación de los componentes socia-
cos creados por la educación encuentren en les involucrados; para ponerlo en términos
ellos lo que particularmente les convenga. del discurso lacaniano, la condensación
Es decir, han de basarse en una polisemia freudiana constituye una particularización
flexible, capaz de simbolizar sutilmente la (sinécdoque) en tanto que metáfora. Así la
culpa, a fin de desplazarla o controlarla me- asunción del rol expiatorio se transforma en
diante rituales que constituyen la experien- un intercambio cuya retribución se sitúa en
cia cotidiana. el registro de lo Simbólico.

Estos modelos son usados luego por va- En otras palabras, la víctima es una he-
riadas instituciones según el lugar y la épo- rramienta imprescindible para la instalación
ca. Es menester señalar, reconociendo los del terror entre sus representados, a quie-
importantes aportes de Foucault, que los nes sustituye provisoriamente de manera
campos educativos (formales y no formales) ejemplar como muestra de las consecuen-
desde la familia y el club hasta la escuela y cias que puede acarrear la desobediencia.
la televisión son escenarios donde esos mo- Por el contrario, a cambio de la obediencia
delos reproducen y actualizan los aspectos puede recibir distintas retribuciones, que
disciplinadores del control social internali- pueden contabilizarse en el rubro “placer”
zados por los individuos. o cuanto menos en el rubro “seguridad”.

Pese a la universalidad manifiesta que El más difundido de los rituales propicia-


se observa, no hay ninguna teoría que ex- torios que incluyen el sacrificio humano es
plique acabadamente la aparición de los el filicidio, y este ensayo se refiere preferen-
fenómenos referidos al sacrificio en civili- temente a él.
zación alguna. El psicoanálisis dispone de
un modelo que permite teorizar con cierta La consagración de la promesa de llu-
aproximación su morfología, y donde con vias, o de poder, o de venturas en las reli-
mayor extensión se trata el tema (Tótem y giones politeístas de las sociedades de la
tabú) es justamente donde su autor confie- antigüedad, la ofrenda sacrificial de Isaac
sa claramente la fragilidad de sus funda- por Abraham para congraciarse con su
mentos empíricos. dios demostrando así la lealtad y la con-
fianza, tanto como la denuncia hecha so-
Para comprender la eficacia de los ritua- bre sus propios hijos por algunas madres
les de sacrificio en la regulación de las rela- argentinas durante la última dictadura mi-
ciones sociales es imprescindible analizar la litar (o las alemanas y españolas durante

128
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Adriana Sismondi

gobiernos nazi-facistas), bajo la consigna tuales que harían el contrato inaceptable


“prefiero un hijo muerto a un hijo comu- para alguno de sus signatarios.
nista”, orientan sobre los motivos que ex-
plican el filicidio como rito sacrificial que La coherencia interna de la estructura
asegura algún supuesto beneficio para los social está asegurada por las condiciones
que imponen la naturaleza, la historia de
padres.
cada sociedad particular y su relación con
“El inconsciente expresa sus contenidos otras sociedades, el talento de sus miem-
en el transcurso del tiempo y dentro de una bros para organizar sistema de roles cohe-
‘realidad’ que no ha desaparecido y tampo- rentes con las capacidades individuales y
co pertenece al pasado, sino que como muchas otras variables en las cuales se ba-
Freud diría hiede por su espantosa actuali- san una gran cantidad de teorías sobre la
dad” (Malapartida, 2004). organización social.

En casi todas ellas, la oposición entre el


individuo y la sociedad se refiere a las con-
El sacrificio como rito de obediencia diciones en las cuales es necesario pagar un
como fenómeno organizador de la cierto precio en renuncia al propio desarro-
estructura social llo individual en función de las ventajas que
se derivan de la cooperación social.
La estructura de una sociedad hace necesa-
ria la definición y asunción de roles de es- El recorrido por fuentes documentales
pecialización entre sus integrantes. La divi- que recopilan la historia de las religiones
sión del trabajo procura la eficacia y asegu- y etnografías que permiten conocer la di-
ra ventajas que se distribuyen entre los versidad de creencias y prácticas religiosas
miembros de la sociedad. El conflicto per- de los distintos pueblos del mundo dan
sonal se proyecta en el campo de lo social cuenta de una condición necesaria para
en un conflicto de roles, cuando -inexora- construir sistemas de creencias, mitos, ri-
blemente hasta ahora- esa distribución no tos y religiones que los auxiliarán frente
es equitativa. al miedo a lo desconocido y proporciona-
rán una imagen de su propia estructura
La percepción de esta estructura por ca-
de relaciones sociales.
da uno de sus integrantes depende de su
capacidad para interpretar la realidad y, Durante el auge del evolucionismo en
por lo tanto, del conocimiento adquirido el inicio de la antropología científica, du-
mediante la educación. La explicación de rante el período clásico (fines de siglo
los roles sociales debe ser internalizada XVIII) los antropólogos sostuvieron que
por cada uno a fin de asegurar el acuerdo los sistemas religiosos de las sociedades
general que haga viable un contrato so- llamadas “primitivas” evolucionarían des-
cial, cuya letra chica está escrita en un idio- de sistemas más simples (el animismo, la
ma que no todos son capaces de interpre- magia, el politeísmo, por ejemplo) a es-
tar. La función simbólica de las interpreta- tructuras más complejas, señalando como
ciones religiosas proporciona una metáfo- formas más evolucionadas de religión las
ra adecuada para las condiciones contrac- monoteístas.

129
Adriana Sismondi Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

Todas las sociedades humanas, indepen- tralmente, requería del monoteísmo como
dientemente del grado de su desarrollo ma- modelo de su propia estructura. La reli-
terial, han instituido formas legitimadas de gión es simplemente una metáfora de la
creencias y prácticas para definir, atender y organización política. En esta metáfora,
controlar la organización encargando a al- los espacios de representación y sus signifi-
gunos individuos la explicación y justifica- cantes están concebidos de forma tal que
ción de sus mitos, ritos, leyendas y creen- oficien una deformación poética de las
cias. Estos andamiajes sostienen la cohesión causas que justifican la existencia de es-
social y dan origen a las religiones. tructuras que perjudican a quienes sopor-
tan el peso del progreso y disimulen las de-
Las organizaciones sociales denomina- sigualdades que privilegian a quienes con-
das “más primitivas” constituyen una or- ducen el proceso de acumulación. Es pro-
ganización de complejidad creciente con bable que las ideas de continuidad genéti-
la evolución de sus herramientas y la acu- ca, que inspiran la conducta de los lobos,
mulación de su experiencia y sus bienes. los leones, los escribanos y otros animales
Sus representaciones de las causas más ge- territoriales y jerárquicos, integre el patri-
nerales, es decir sus producciones más abs- monio biológicamente adquirido por los
tractas, se ajustan a sus modelos de repre- seres humanos, y su contradicción con las
sentación de su experiencia social, de su formas de transmisión cultural de caracte-
cultura. En la medida que se vuelven más res artificiales adquiridos en virtud de la
especializados los trabajos y se concentra organización social no tenga aún una solu-
la capacidad productiva, se torna más ción concebida teóricamente con anticipa-
compleja la organización social y aparece ción; pero las reglas consagradas por las le-
la representación de grupos de población yes, por el uso, y por los desarrollos tecno-
concentrados “democráticamente” en los lógicos hacen presumir cambios funda-
ancianos primero, en los jefes después. La mentales en muy corto tiempo.
acumulación de bienes hereditarios gene-
ra distinta capacidad de producción, lo Con este marco, la ofrenda sacrificial re-
que acentúa las diferencias, y gradual- salta como un artefacto de manipulación
mente aparece la estructura jerárquica coactiva sobre las protestas y las propuestas
que conducirá a grandes conglomerados de cambio social que provienen de los disi-
poblacionales. dentes. La Autoridad impera para equili-
brar las fuerzas sociales en pugna. La cúpu-
Antiguos imperios como Grecia y Roma la social resiste aún los cambios que anun-
y las sociedades contemporáneas han teni- cian con impaciencia las implicancias políti-
do un desarrollo paralelo y a la vez con- cas de los avances técnicos.
fluente entre su modo de producción de la
vida y su forma de representarse sus dio- En esa tensión, el sacrificio pone un pa-
ses. Grecia se organizó teniendo al Olimpo réntesis simbólico para apaciguar las urgen-
y su mitología como referente. El Olimpo cias de los apresurados. Una concesión in-
politeísta da cuenta de una dispersión de dulgente que implica también una promesa
ciudades-estado. Roma, organizada cen- ominosa se resuelve en un intermezzo que

130
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Adriana Sismondi

se perpetúa en rito. Un simple ejercicio de siglo XX, no han sido continuadas por otros
proyección deposita en la víctima propicia- científicos sociales con trabajos superadores
toria los aspectos más temidos de las pro- de aquellos. Antes que ellos, Marx se pre-
pias fantasías y moviliza una catarsis tran- guntaba por el papel de la religión como
quilizadora. Junto con otros ritos, integra el parte de la superestructura ideológica de
arsenal de mecanismos que regula las rela- las sociedades y sobre el carácter específico
ciones sociales en un nivel alegórico de de la religión en los sistemas sociales orga-
fuerte efecto didáctico. nizados en clases, como el capitalismo.

Es de esperar que el avance en las inves-


tigaciones sobre el significado del sacrificio
Conclusión y otros interrogantes
permita afinar los conceptos, las categorías
La multiplicidad de significaciones del acto de análisis para que sirvan de herramientas
sacrificial depende de los contextos sociales. útiles para comprender y explicar este fenó-
No hay un solo objeto, ni un solo motivo, ni meno multifacético y complejo.
un fenómeno único.
Los distintos modos que adquieren los
El sacrificio incide en la construcción de sacrificios encuentran en el sacrificio especí-
identidades y de subjetividad. En los adep- ficamente humano su expresión más brutal,
tos, la convicción respecto de sus creencias y aunque no es fácil hallar alguna razonabi-
instituye la alienación como resultado del lidad en este comportamiento es necesario
terror y clausura doblemente el acceso a to- imaginar algunas hipótesis.
do fundamento racional. Este des-centra-
miento lo sitúa en la estructura social (cali- Una postula el sacrificio humano (o su
fica su status) y construye su identidad reli- sustitución sublimatoria) como resultado de
giosa, en la cual el sacrificio se manifiesta la necesidad de religar el equilibrio entre la
de diferentes formas. reproducción social y el control ideológico
mediante el terror, y entre la alienación
La paradoja actual se manifiesta en la mental y los mecanismos de proyección.
globalización y homogeneización de la cul-
tura dominante (cada vez más “seculariza- En las ofrendas sacrificiales que no impli-
da”), mientras permanecen inalterables al- can la muerte sino sólo la amenaza, hay
gunos dogmas religiosos, aparecen religio- también gran variedad de producciones ri-
nes nuevas y renacen los fundamentalismos tuales. Algunos de los adeptos o creyentes
de todo tipo. pensarán posiblemente que sea fruto -al
menos en las primeras sociedades humanas-
Geertz señala que las obras de Durk- de la creencia en que el sacrificio por otros
heim, Malinowski y Weber, y con posteriori- traería aparejado la “promesa de liberación
dad Freud, que se pueden considerar las y salvación” propia.
contribuciones teóricas más importantes en
el campo de la sociología y antropología de ¿Hay egoísmo o altruismo en estas ex-
las religiones, y que datan de principio del presiones rituales?

131
Adriana Sismondi Literatura y psicoanálisis Dossier

Resumen Bibliografía
El presente ensayo propone considerar las Augé, M. (1998). Hacia una antropología de los mundos contem-
poráneos. Gedisa, Barcelona.
religiones como un dispositivo apropiado
para las sociedades humanas en la búsque- Boudon, R. y F. Bourricaud (1990). Diccionario crítico de socio-
da de regulación de las relaciones sociales y logía. Edicial, Buenos Aires.
la cohesión social. Al mismo tiempo que, Coromillas, J. (1994). Breve diccionario etimológico de la lengua
por las prácticas rituales, entre las que el castellana. Gredos, Madrid.
sacrificio, o mejor aun la ofrenda sacrificial, Durkheim, E. (1968). Las formas elementales de la vida religio-
tiene un lugar privilegiado, los hombres y sa. Shapire, Buenos Aires.
las comunidades se someten al control Eleta, P. (1994). “Lo mágico y lo religioso en el análisis socioló-
ideológico que las propias religiones se en- gico. Nuevas reflexiones sobre un viejo tema”. En Alejandro Fri-
cargan de ejercer. gerio y María Julia Carozzi (comps.), El estudio científico de la re-
ligión a fines del siglo XX. CEAL, Buenos Aires.
Los mecanismos psicológicos, sociales y
Freud, S. (1990). Tótem y tabú. En Obras Completas. Amorrortu,
culturales que se ponen en juego en la in- Buenos Aires.
terpretación, la simbolización y las prácti-
_(1990). El malestar en la cultura. En Obras Completas. Amo-
cas religiosas de los hombres se analizan en
rrortu, Buenos Aires.
dos ejes: el individual (psicológico) y el co-
lectivo (social), relacionados dialécticamen- Foucault, M. (1990). Vigilar y castigar. Amorrortu, Buenos Aires.
te y atravesados por variables económicas, Geertz, C. (1995). La interpretación de las culturas. Gedisa, Bar-
políticas e ideológico culturales que los celona.
multideterminan. Hainchelin, Ch. (1960). Orígenes de la religión. Platina, Buenos
Aires.
El fenómeno complejo del sacrificio así
Laplantine, F. (1999). Antropología de la enfermedad. Del Sol,
esbozado requiere de un análisis episte-
Buenos Aires.
mológico multidimensional e interdiscipli-
nario que permita la comprensión acerca Lévi-Strauss, C. (1991). Mitológicas IV: El hombre desnudo. Si-
glo XXI, México.
de su permanencia, en la diversidad de sus
manifestaciones, en las sociedades con- _(1980). Antropología estructural. Eudeba, Buenos Aires.
temporáneas. Malinowski, B. (1986) Crimen y costumbre en la sociedad salva-
je. Planeta-Agostini, Barcelona.

_(1954). Magia, ciencia y religión. Doubleday & Co., Nueva York.

Marx, K. (1959). Los manuscritos de 1844. Resumen Enciclopé-


dico Salvat. Salvat, Buenos Aires.

Weber, M. (1967). La ética protestante y el espíritu del capitalis-


mo. Plon, París.

132
Sacrificio y ley
Continuidad y discontinuidad
del límite en la fundación del sujeto
Diana Sperling*

¿Qué nos interesa el sacrificio? Digo intere- Se ha abordado, en efecto, desde la historia
sar literalmente, en el sentido que adopta de las religiones, la filosofía de la religión, la
en el discurso médico cuando se dice que antropología, la psicología, la lingüística in-
una herida, una puñalada, una bala intere- cluso. Sin embargo, la filosofía como tal no
só tal o cual órgano. Quiero decir cómo y en se ha ocupado de la cuestión más que sesga-
qué medida el sacrificio nos atraviesa, nos damente, en forma coyuntural o anecdótica.
hiere, nos hace sangrar, afecta nuestros Pero si, como creo, el pensamiento consiste
cuerpos, aun si -o precisamente porque- no en la forma y no en el contenido, y si la filo-
se trata del sacrificio literalmente hablan- sofía es el modo eminente que el pensa-
do, el que realizaban los sacerdotes de di- miento adopta -en tanto allí el pensar se
versas tradiciones en sus respectivos altares, piensa a sí mismo, sabe (o cree saber) de sí-,
sino de su actualización en otras aparicio- será preciso indagar el vínculo entre la for-
nes menos evidentes pero igualmente gra- ma sacrificio -estructuralmente hablando-
ves que impregnan la vida del sujeto mo-
y la filosofía. Para decirlo de otro modo, me
derno en todos los ámbitos. ¿Por qué ocu-
parece indispensable que la filosofía vea qué
parnos del sacrificio? ¿Qué interés puede
se (le) juega allí, no como algo extraño a ella
tener para el pensamiento actual revolver
sino como su más honda y tal vez inconfesa-
una cuestión tan arcaica, ligada sobre todo
ble intimidad. De modo que esta indagación
al lenguaje de lo religioso, al ámbito de los
filosófica pondría en conflicto ese autosaber-
rituales, a un tiempo ya tan lejano?
se que sostiene, como supuesto, la filosofía
Más aun: ¿por qué la filosofía debería misma. ¿Sería ésa su vocación frustrada?
ocuparse de algo que ha sido siempre objeto ¿Hablaría, esa intimidad, del sacrificio como
de estudio de otras importantes disciplinas? punto ciego del propio pensar?

* Filósofa, ensayista.

133
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

El nudo del lazo se muestra en su más terrible concreción, en


su rostro más tétrico, lo cual evidencia que
El sacrificio percola1, diría Serres. Bajo diversos nunca estuvo ausente.)
rostros e incluso distintos nombres, el sacrifi-
cio -es decir, su estructura, su función, su lugar Semejantes presencia y pregnancia, tal in-
clave en la cultura- sigue permeando la vida sistencia obliga por tanto a revisar el silencio
de los hombres. El vocabulario del sacrificio que la filosofía ha mantenido durante siglos
impregna una multiplicidad de actos cotidia- sobre la cuestión. Es su carácter acallado, im-
nos, de discursos políticos, de gestos sociales, plícito, subterráneo (¿Unheimlich?) lo que
de enunciados intelectuales. Si damos crédito convoca, y es a partir de allí que propongo el
a las investigaciones de la antropología, la his- primer eje a pensar: si, en efecto, el sacrificio
toria y el psicoanálisis, podemos afirmar que no “desaparece”, supuestamente superado -
el sacrificio es la base sobre la que se constru- como querría un pensamiento progresista y
ye lo social, es decir el entero ámbito del suje- fiel a los ideales de la Ilustración- por la ra-
to. El sacrificio es el nudo del lazo. Literal y zón y la modernidad, es válido suponer que
metafóricamente. De allí que, más o menos en todo caso lo que no está más a la vista es
oculto o solapado, subsiste como modelo de su forma clásica, pero que, metamorfoseado
las relaciones de poder, rige la economía, or- y resignificado, constituye el núcleo de otras
ganiza la subjetividad, arma el pensamiento
producciones simbólicas, otros aspectos de la
pero permanece impensado. En ese sentido,
cultura (o de la cultura, sin más) que toman
el tiempo del sacrificio no es el pasado: al
el relevo conservando en su seno el mismo
igual que el mito (en el que se funda y al que
principio. Aludo, por ahora y en principio, a
funda), al sacrificio le corresponde un tiempo
dos ámbitos fundamentales de esa perviven-
atemporal, y su pervivencia es la presencia de
cia: filosofía y ley. Dos que, como se verá -y
una ausencia, la huella de lo que nunca que-
aquí se manifiesta, también, la naturaleza
da atrás, esa “huella de ceniza” derridiana en
misma del problema-, están ligados al punto
la que los momentos no se distribuyen según
una sucesión lineal. Tampoco su tiempo es el que, por momentos, se hacen uno.
presente, si éste se entiende en su acepción La filosofía se hace cargo, discursivamente,
común. Parafraseando a Duque, que parafra- de lo que el sacrificio dramatiza. El nudo del
sea a Sartre, “el mito no se vive, se relata”. El sacrificio -insisto en esta metáfora que, se ha
tiempo del mito es ahistórico, según la con-
anticipado, no es casual- se desplaza al decir
cepción nietzscheana de la historia.
filosófico y lo anima bajo formas más o menos
El sacrificio puede ser entendido, así, co- disimuladas o metaforizadas. Como todo
mo marca de origen de la cultura, arjé que principio, es de alguna manera exterior al sis-
subtiende y entrama la existencia de las ins- tema que articula, al modo de supuesto no sa-
tituciones y los sujetos a través de los tiem- bido. Pero en este caso no se podría estable-
pos. Pero arjé como lo entiende Heidegger, cer así, sin más, la diferencia exterior/interior.
de modo tal que no queda a las espaldas del Se trataría de una “conservación del origen”
correr de los sucesos sino que sigue alentan- con apariencia de evicción (Le Gaufey, 1993),
do en cada uno de ellos. (Cada tanto, inclu- pero de un origen que lleva ya, como marca -
so, como en la actualidad, asoma la cabeza y ya que en eso consiste, la pérdida del origen.

1 Serres (1993) distingue “percolar” de “correr, fluir” (ambos provienen del mismo verbo): en la percolación, no hay un pasaje lineal,
suave y fluido del líquido; hay, por el contrario, obstáculos, detritos, restos sólidos, impurezas que quedan retenidos y, a la vez, “mar-
cando”, gravando lo que pasa del otro lado.

134
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

He dicho al comienzo que el discurso filo- Es Nietzsche, en efecto, quien vislumbra


sófico en la mayor parte de su desarrollo his- el papel de la sangre y la violencia, la culpa
tórico no tematiza el sacrificio. Habrá que y la pena, la matanza y el castigo en la cons-
preguntarse el motivo de tal omisión: quizás titución de la cultura, idea que luego reto-
porque, para constituirse como tal, la filoso- marán, además de los nombrados, Benja-
fía necesitaba despegarse de ese terreno, min y Foucault y, más acá, Agamben, Zizek,
considerado “poco filosófico”, como si tuvie- Nancy y tantos otros.
ra necesidad de encarnar el logos, la palabra
racional e ilustrada, y distinguirse de lo salva- Desde esta perspectiva, es decir en su la-
je y “bárbaro”, lo primitivo y sangriento que zo con el decir filosófico, el sacrificio invita
la sola mención del sacrificio evoca: así, tal pues a hacer genealogía: rastrear, digamos
vez desde su inicio, la filosofía intenta tomar -como define Foucault esa práctica-, “el ori-
distancia del cuerpo y la materia, de las pasio- gen espurio” de la filosofía, de la razón, del
nes y la sangre para elevarse al reino del es- pensamiento, su parentesco de carne y san-
píritu, topos uranos o mundo inteligible, es gre con el más cruel de los rituales sin el
decir, “purificarse” (pero, ¿no es éste el nú- cual, sin embargo, no habría surgido la cul-
cleo del sacrificio? ¿Qué sacrifica la filosofía tura, no habría sujeto, no existiría ley.
para distinguirse del sacrificio? ¿No se plan- La ley es heredera del sacrificio. En
tea aquí el grave problema de la herencia, la esta afirmación -que se enlaza con y prolon-
sucesión, la filiación, la deuda? ¿No se postu- ga la anterior- afloran aspectos fundamen-
la así, entonces, la filosofía como autoengen- tales de la cuestión. Se trata de lo que im-
drada, separada por completo de ese ances- plica y constituye, literalmente, la herencia,
tro problemático y vergonzoso?)... En ese dado que en ella acaece la transmisión pero
sentido, la filosofía parecería querer reesta- de modos tales que los términos en ella
blecer ese origen -la pureza del origen, pro- comprometidos sufren avatares diversos,
piamente- que el sacrificio denuncia ya como pues se ven afectados por el acto mismo
perdido. La filosofía, como dice Vernant de que originan o en el que participan.
Edipo, “retrocede demasiado”. Como si en
ese mismo gesto de ocultamiento lo revelara, La herencia de ningún modo es lineal y
doble movimiento que caracteriza al Ser hei- unívoca: hay en ella flujo y reflujo. El padre,
deggeriano, pero también -y esto es clave pa- digamos, se constituye como tal a partir del
ra nuestro tema- al Dios de la mística. hijo, y viceversa. Por otra parte, ninguna
transmisión que merezca el nombre de tal
Sólo en las últimas décadas el pensa- deja invariado su objeto (y, menos aun, su
miento après Nietzsche, encarnado en algu- sujeto). Toda transmisión conlleva apropia-
nos pensadores “raros” (aquellos que no ción, es decir traducción, interpretación.
responden del todo al perfil del filósofo de
oficio: Blanchot, Bataille, Derrida) se hace Por eso, el título de estas páginas no es
cargo de la cuestión. Nietzsche y sus here- “Del sacrificio a la ley”, pues podría dar la
deros recuperan algo que, en realidad, engañosa impresión de un pasaje lineal, si-
siempre estuvo, pero acallado por la racio- no “Sacrificio y ley”, subrayando ahora el
nalidad a la que, tal vez ilusoria o renegato- carácter complejo y enigmático de esa con-
riamente, aspiró siempre la filosofía. junción que habrá de dispararnos hacia múl-

135
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

tiples direcciones y sentidos. ‘Y’ que junta y Venir de -con, desde, por, pero también
separa, que establece lazo a la vez que ma- junto a, contra, frente a, hacia- otro: aquello
nifiesta la distancia entre los términos. Bre- que Lévinas denomina exterioridad, que nos
cha y puente, ligadura y desligadura. Como condena a la responsabilidad frente al rostro
toda herencia. ‘Y’ que tiene la figura de la del Otro y que atestigua, desde antes del
encrucijada, ese punto problemático de principio, el carácter incompleto, escindido y
elección de caminos, allí donde Edipo se cru- en falta del sujeto. Señala, a la vez, su “sed de
za con Layo, punto crucial sin duda del pen- Infinito”, o la dificultad -que también el sacri-
samiento de la herencia en Occidente, del ficio expresa- de contener lo infinito en lo fi-
lazo filiatorio, la paternidad, la renuncia y el nito2. (El exceso en la falta que, como se verá,
don. Se trata de volver una y otra vez a ese es marca esencial de la cuestión.) Sin embar-
cruce aprovechando tan gráfico y sugerente go, las diversas maneras de confrontarse con
signo que la escritura nos ofrece. tal condición implican diferentes posiciones y
conllevan distintas relaciones a esa alteridad,
Uno de los efectos de la herencia es des-
al lenguaje y a la existencia. Es en esa diversi-
truir la mentada ilusión de autoengendra-
dad donde es posible ubicar las mediaciones,
miento. Lo cual significa: impurificar el ori-
las alteraciones, los cambios de registro entre
gen. Sobre el eje de la pureza -de la distin-
sacrificio y ley, la heterogeneidad entre am-
ción puro/impuro, que ya se insinuó y sobre
bos y, a la vez, su íntimo parentesco. Paren-
la que habrá que volver- se dirime el pro-
tesco que podría sugerirse en un quiasmo de
blema. La ley llama permitido/prohibido al
la frase que encabeza este apartado: a su vez,
par antitético que el lenguaje religioso de-
el sacrificio es heredero de la ley.
nomina puro/impuro, bueno/malo. Pero,
veremos, no es una simple superposición
terminológica lo que aquí se produce, sino
una serie de transformaciones y desliza- Llamar y ser llamado
mientos que es preciso rastrear.
Tanto en el sacrificio como en la ley se trata
Impurificar el origen, no ser autoengen- de un llamado: una voz que convoca y man-
drado, ser causado -diría la filosofía en su da. Se presentan así, ley y sacrificio, como de-
lenguaje más tradicional, allí donde se toca manda del Otro, en toda la resonancia del
con la metafísica y la teología-: venir de otro doble genitivo. En ambos, un tercer término
lado. Ese “ser caído” que tanto en Hesíodo es el referente según el cual se establecen las
como en Plotino, por ejemplo, suscita año- relaciones entre las partes. En ambos, la rela-
ranza y pena, culpa y degradación. Algo que ción al llamado puede ser “salvador” o arra-
el psicoanálisis reformulará, no sin mantener sador según, en principio, el carácter de ese
un parentesco expresivo: el sujeto que advie- Otro, tercero o Referencia (Legendre, 1989).
ne como caído del campo del Otro. En todos Pero habrá que distinguir entre voz y pala-
los casos, y en todo caso, se trata de la pre- bra (como hace Aristóteles, en Política): la ley
sencia insoslayable y fundante de la alteri- dona la palabra al sujeto (en el episodio de
dad, de la referencia a ella, de la imposibili- entrega de la Torá en el Sinaí -Éxodo, XIX- se
dad de ser uno. El lenguaje es el testimonio expresa con claridad la distinción entre voz y
implacable de tal verdad. palabra: Dios se hace oír como kolot, “vo-

2 Sobre esta cuestión, cara a la filosofía y que la emparienta con la religión, un extenso trayecto desde Platón a Lévinas, pasando por
Plotino, Bruno, Cusa, Descartes, Spinoza, Hegel… es decir, la filosofía ¡toda!

136
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

ces”, Moisés escribe y transmite “palabras”, El sacrificio impropio comporta entonces


divrot. La voz es allí, también, el shofar: voz un riesgo mayúsculo, es una transgresión de
arcaica y primigenia, recordatorio del sacrifi- graves consecuencias no sólo para el sacrifi-
cio y presentificadora, por tanto, de la culpa cante sino para la comunidad toda. Porque,
primordial -cfr. Reik, 1995; y Lacan, 1963.c-). de hecho, no hay allí individuo: el sacrifican-
El otro elemento reiterado y central en este te encarna el todo, como Edipo en Tebas. Po-
episodio es el límite. Sacrificio y ley estable- dría decirse que no hay, en términos estric-
cen diferencias, separaciones, lugares. El sa- tos, sujeto. La continuidad entre víctima, sa-
crificio es reparto: distribución de bienes y crificante y grupo -según lo que podríamos
males, presas y funciones, culpas y perdón, llamar, aplicando un cierto anacronismo lin-
botín y responsabilidad3. Se trata, en suma, güístico, identificación- conforma un conglo-
del poder: el que ejerce el ámbito de lo sa- merado que a su vez aspira a establecer la
grado sobre los hombres, y el que los hom- conexión entre ese conjunto y los dioses.
bres le y se atribuyen y distribuyen.
Si toda ley jurídica es deudora de la ley
En el sacrificio, ese Otro del que emana el simbólica, es porque esta última produce al
mandato exige sometimiento, es decir acata- sujeto. Y sólo un sujeto constituido como tal
miento literal de la orden mediante una con- puede entrar en relación con la ley, es decir
ducta pautada hasta los mínimos gestos: el puede obedecer o transgredir. Porque pue-
más pequeño cambio produce un desliza- de, fundamentalmente, interpretar. Pero in-
miento del sacrificio al sacrilegio. Equilibrio terpretar es un acto, en el sentido de aconte-
metaestable, siempre al borde del desastre - cimiento que el término connota: si el acon-
tecimiento es la irrupción inesperada de
en términos blanchotianos-, oscilando peli-
aquello que no se sigue del orden lineal del
grosamente entre mantener el orden -la pro-
tiempo pero, a la vez, impacta en ese orden
porción, diría Platón- o (volver a) caer abrup-
modificándolo hacia atrás y hacia delante,
tamente en el caos. De uno a otro, sin solu-
resignificando todos y cada uno de sus pun-
ción de continuidad, sin escalas, sin atenuan-
tos, así el acto. No habría, entonces, sujeto
tes. La partición que se opera en el sacrificio
previo al acto, sino que sería éste el que lo
es peculiar: los términos del par en juego -
constituye a aquél como tal. O: entre sujeto
puro/impuro, sagrado/profano- se vinculan
e interpretación habría una relación de ida y
según una rígida oposición -no estrictamen-
vuelta, ya que al interpretar -un hecho, una
te contradictoria- o componen una mezcla
palabra, una cosa- el sujeto es a su vez inter-
confusa. De modo que se va de un extremo
pretado, resignificado por su propio hacer4.
a otro sin grados ni matices: de la máxima di-
ferencia a la no-diferencia (esta falta de gra- Cuando el llamado de la ley no se escucha
dación será de enorme importancia en la como convocatoria al sujeto sino que resue-
consideración del pasaje a la ley). na como pura orden, terrible y arrasadora,

3 Una extensa bibliografía nos auxilia en este punto: desde documentos antropológicos (Burkert 1982, Mauss 1946) hasta Ritvo y Gru-
ner en Conjetural (2000) pasando por Freud, en Tótem y tabú.
4 Utilizo interpretación en el sentido que Nietzsche otorga al término: una fuerza que se apropia de algo ya existente y lo redirecciona,
lo resignifica, lo relanza. Así, esa fuerza impacta sobre “sujeto” y “objeto” -si es que aun aquí fuera válida esa distinción- ya que no
hay un agente independiente de la fuerza misma. Cfr. Genealogía... A la vez, Vidal-Naquet y Vernant recurren a similar razonamiento
con respecto a la tragedia: la distinción entre acto y agente no sería pertinente allí, ya que el héroe trágico sabe de sí, se anoticia de
su propio ser a posteriori de su acto que lo constituye como agente. Cfr. Esbozos de la voluntad en la tragedia griega, en Mito y tra-
gedia I... Ya Aristóteles (Poética) avanza elementos para pensar la cuestión.

137
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

ocurre como en Ante la ley: podría pensarse del sujeto y que, para constituirse como tal, es
que no hay allí en verdad ley sino sacrificio, preciso que la deuda se inscriba (e inscriba),
en tanto el campesino de Kafka no toma el esta inscripción no sólo enlaza con el antece-
riesgo de interpretar sino que se inmola pa- sor -aquello de donde se viene- sino que liga,
ra sostener la consistencia de ese Otro pleno, a su vez y como parte de la misma operación,
monolítico y cerrado. Consistencia que, iluso- con el sucesor. La deuda, así, es la materia de
riamente, sería garante de la propia. Otro la transmisión, o para decirlo de otro modo:
que no comporta alteridad, por lo tanto uno lo que se transmite es la deuda, única manera
que tampoco la implica. de pagar lo inoblable. Se paga, pues, no al
acreedor originario, sino que se dispara hacia
Si en el sacrificio se supone la aparición
adelante haciendo cadena. Habría siempre,
de una palabra plena, en la ley aparece la fa-
por tanto, un resto, aquello de la cuenta que
lla, la inconsistencia del lenguaje y los huecos
no cierra, y ese resto adopta el rostro de la
del enunciado, que requieren de la interpre-
culpa. Entre deuda y culpa, sin duda, existe
tación porque la ley no lo dice todo, y es en
entonces una estrecha relación, aunque no
esa falla que hace lugar al sujeto5. (Habría
sea exactamente la que Nietzsche establece.
que detenerse un buen rato en Babel, céle-
Aun si apartándonos, aquí y allá, de su reco-
bre momento en que el texto bíblico -Gén.
XI, 1-9- se ocupa del problema de la univoci- rrido, la pista nietzscheana resulta fructífera
dad, el totalitarismo, la alteridad.) para esta investigación. Pero “heredar” a
Nietzsche significa, como ya se ha dicho, re-
Pero anoticiarse de la falla de ese Otro -y pensar sus propuestas, sus categorías y sus jui-
por lo tanto de la propia- conlleva un duelo, cios; es con él -pero, es de esperar, más allá de
el mismo que se pone en juego en la heren- él- que el pensamiento actual se pregunta por
cia. Para heredar, en efecto, alguien ha debi- cuestiones vinculadas al tema de esta tesis ta-
do caer -morir, mostrar su finitud, su incom- les como las ya mencionadas de la culpa y la
pletud. La falta del otro, con la multivocidad deuda, pero también castigo, expiación, repa-
que tal expresión tiene y sus enormes, plura- ración, daño, pena. Mojones que jalonan el
les consecuencias. campo entre sacrificio y ley vinculándolo, a su
vez, con la economía y la política. Es Benvenis-
Y falta nos introduce de lleno en el voca-
te (1969), por ejemplo, quien advierte un cu-
bulario de la ley.
rioso parentesco entre la economía -actividad
Sacrificio y ley operan con y a partir de la basada en el intercambio de bienes, dar y re-
culpa que es, sí, una deuda6, pero deuda im- cibir- y la matanza, que forma parte del sacri-
prescindible para acceder a la existencia, deu- ficio pero también de la justicia, en tanto en
da en tanto relación a la alteridad, a ese ser las lenguas indoeuropeas “dar” y “dañar”
venido de. En el sacrificio, se trataría de la ilu- provienen de la misma raíz. El Nietzsche filó-
sión de pagar esa deuda, de saldar las cuen- logo, aquí, rescatado por la lingüística moder-
tas. En la ley, se revelaría el carácter inoblable na, pero también el recorrido filológico de De
de la deuda así como su calidad de transmisi- Maistre, que es a su manera una prolongación
ble. Dado que en el campo de la ley se trata de ciertas intuiciones nietzscheanas. Los prin-

5 Rabinovich, Norberto (2003): “Si la palabra de la ley no contuviera, en el registro de la letra, el germen de su inconsistencia semán-
tica, su enunciado tendría para el sujeto parlante un valor absoluto, omnímodo, incuestionable. La letra mata el carácter absolutista
del sentido de la demanda de la ley y al mismo tiempo la condición omnipotente del legislador.”
6 Cfr. Nietzsche (1887).

138
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

cipios enunciados en su Éclaircissements... - do. El tiempo y el espacio sin cortes, sin lu-
sustitución, equivalencia, reversibilidad- se gares, sin hiatos: el sujeto experimenta allí
inscriben en una “economía del sacrificio” en su propia pérdida, su vuelta a un todo que
la que culpa y deuda quedarían inextricable- es una nada. La naturaleza sin significantes
mente ligadas. En este mismo terreno apare- deglute toda forma singular de existencia.
ce la polémica cuestión del don y sus numero- La bíos se vuelve zoe. Esa in-diferencia que
sos aspectos: las relaciones entre ese término hace que la madre se devore a su hijo (Ba-
y otros tales como sacrificio, ofrenda, inter- cantes), como si no sólo se operara allí una
cambio, filiación, herencia. confusión entre animales y hombres, sino
también entre generaciones. El sacrificio, al
La ley en tanto separadora opera en un igual que la ley, opera un corte. Pero el sa-
primer momento lógico la separación que crificio corta los cuerpos, como si necesi-
permite toda separación: la prohibición tara materializar, físicamente, la separación
del incesto. Eso que Lévi-Strauss llamó la bisa- a la que apunta y que precisa sostener. Am-
gra entre naturaleza y cultura, es decir prime- bos -sacrificio y ley- necesitan de la reitera-
ra distinción fundante. A partir de allí, y no ción, pues la brecha abierta siempre amaga
sin ello, el hombre adviene como “animal le- con volver a cerrarse. En el sacrificio, el ritual
gal” (Kozicki) y capacitado, por tanto, para es el modo de la reiteración que afirma, una
distinguir entre permitido y prohibido. El y otra vez, la separación. La ley también, co-
shift que posibilita tal distinción es aquello de mo el sacrificio, requiere de una puesta en
lo que venimos hablando: la culpa, concepto escena que, de algún modo, hace las veces
sobre el que se debe volver una y otra vez en del ritual. Es que la ley, incompleta y fallida,
un intento de desplegar sus múltiples aspec- vacilante -no hay, de hecho, “la” ley, sino las
tos e implicancias7. Pero: separación entre na- leyes- debe reafirmarse incesantemente ya
turaleza y cultura conlleva, en tanto prohibi- que nunca -a pesar de lo que supone el cam-
ción del incesto, corte, distinción entre gene- pesino kafkiano- está instalada de una vez y
raciones. Despegarse del continuum para ins- para siempre. En cada generación habrá de
cribirse en la continuidad, que comporta, pa- reiterarse la apuesta filiatoria -es decir, la
radójicamente, discontinuidades, hiatos, des- prohibición del incesto-, dice Legendre
fasajes. Salir del Uno para ingresar a lo múlti- (1985), ya que la pulsión incestuosa reapare-
ple, pero un múltiple “ordenado según medi- ce con cada criatura que viene al mundo.
da”, no un mero abigarramiento caótico. Un
múltiple cuya dimensión esencial de desplie- El corte que la ley produce es del orden
gue es el tiempo, trazado por la sucesión. de la castración: separación y diferencia, lí-
mite a la omnipotencia, ubicación en la ca-
Si la mezcla aterra, es porque lo que allí dena de generaciones. Corte que sitúa, des-
amenaza es la disolución, volver a la indis- pega y discrimina y que, por eso mismo, invi-
tinción, uno de cuyos nombres es incesto. En ta a la ligadura. En principio, entonces, po-
El entenado, Saer pone en el continuum del dríamos ubicar del lado del sacrificio el des-
mar, sin orillas a la vista, la representación pedazamiento; y del lado de la ley, el corte.
angustiosa de lo ilimitado, lo indiferencia- (Aquí entiendo que Nietzsche se equivoca al

7 No sólo Freud, sino que ya Kant supone este factor constitutivo del sujeto y, por tanto, de la relación con la ley. El imperativo cate-
górico, esa ley que habita en el corazón de los hombres pero, también, el juicio como esa capacidad de discriminar bien y mal (y so-
bre la que Hannah Arendt ha escrito tan bellas páginas). Reik, en El ritual, aborda la cuestión con respecto al Yom Kipur y, más re-
cientemente, un texto de Solal Rabinovich (2000), donde analiza el Moisés de Freud, vuelve a pasar por allí.

139
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

interpretar el sufrimiento de Dionisos despe- centrada en el fenómeno del sacrificio” (la


dazado como una manifestación del dolor traducción es mía). Pero Grecia, cultura al-
del dios por la individuación. Para que haya tamente ritualizada donde, precisamente,
individuación se requiere corte, es decir ope- ningún acto político se lleva a cabo sin la
ración simbólica, no desgarramiento de los realización de un sacrificio, es también la
cuerpos. Es decir, corte metaforizado, y no el cuna de la filosofía, ésa que informa el pen-
literal del sacrificio.) samiento de Occidente y que constituye,
por tanto, uno de los modos de esa presen-
cia de lo griego en nosotros. Así, la ligazón
De aquí y de allá: recorrido de sacrificio-política-filosofía resulta impuesta
la palabra por la realidad fáctica misma.

Para abordar la naturaleza, estructura y También la presencia de lo hebreo es


función del sacrificio -y ver las posibles ope- permanente, no sólo por la influencia de los
raciones metafóricas a que da lugar- es pre- textos bíblicos en la formación de la subje-
ciso indagarlo, primeramente, en términos tividad occidental -en particular en lo ati-
literales, es decir el sacrificio ritual de la an- nente a la ley-, sino porque el antiguo Israel
tigüedad o el realizado en sociedades más se transforma en el judaísmo que sigue vi-
cercanas en el tiempo, pero que por su or- gente y encarnado en un pueblo concreto
ganización y funcionamiento conservan un de la actualidad, heredero del Pacto que se
carácter “arcaico” según atestiguan los es- establece en esas lejanas fuentes. De modo
tudios etnológicos y antropológicos. Intere- que lo griego y lo judío -sus cultos, sus insti-
san especialmente las peculiaridades de tal tuciones, sus ideas- encuentran distintas
ritual en los textos de y sobre Grecia e Is- formas de permanencia, transformación y
rael, ya que estas dos tradiciones constitu- actualización en Occidente aunque, precisa-
yen, cada una a su manera, la base de la cul- mente por esas transformaciones e hibrida-
tura occidental. Por otra parte, si bien la in- ciones, sea casi imposible reconocer sus ras-
dagación parte del sacrificio arcaico o, in- gos originarios.
cluso, mítico -en el sentido que esto tiene
En principio, el sacrificio pertenece al
en Tótem y tabú-, proyecta su interés tam-
ámbito de la religión. Podríamos definir
bién a su existencia histórica y su relación
provisoriamente “religión” como un culto
con las formaciones que le suceden en esas
organizado con jerarquías, rituales estable-
dos culturas y que, de una u otra manera,
cidos y funciones diferenciadas, aun si tal
llegan hasta nosotros. Detienne (1979) ubi-
culto no reconoce un orden centralizado
ca allí una de las razones fundamentales (esta definición es a los efectos prácticos de
para ocuparse del sacrificio en Grecia ya no centrar el texto en ese punto ya que nos
que es indudable, dice, “la presencia de los desviaría de nuestro objeto, pero de ningún
griegos en nosotros por una historia conti- modo desconoce lo problemático de tal tér-
nua, desde los Padres de la Iglesia hasta los mino).
sociólogos que se interrogan con Durkheim
y Mauss sobre las relaciones entre la reli- Toda religión, en tanto sistema signifi-
gión y la sociedad, a través de una reflexión cante, se articula y se organiza -en primer

140
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

lugar- alrededor del par antitético puro/im- dad que nos recuerda Kant en el prólogo a
puro. El ritual de cualquier religión -todo ri- la primera edición de la Crítica de la razón
tual y ejemplarmente el sacrificio, el ritual pura, imposibilidad de responder a ciertas
por excelencia- está destinado a separar es- preguntas que la razón se formula pero im-
tos términos, a distinguirlos, a evitar que se posibilidad, a la vez, de dejar de formular-
confundan y se mezclen. Pero hay ya, aquí, las (Kafka hará de esta doble imposibilidad
una paradoja: si lo puro es lo sin mezcla, el la marca de su escritura).
ritual -cualquiera sea- trata de desmezclar
lo mezclado de lo sin mezcla. Bien y mal: he aquí uno de los modos
privilegiados que esta cuestión adopta, y es
En el plano estrictamente religioso, este en estos términos que lo retomará Plotino
par convive, sin superponerse término a tér- para construir a su alrededor un complejo
mino pero compartiendo numerosos pun- sistema. Bien y mal serán, para él, uno y
tos de sus respectivos campos, con el de sa- múltiple -viejo tema presocrático-, dios y
grado/profano. A su vez, este par de pares materia, términos aparentemente opuestos
se multiplica en otras parejas de oposición - y perfectamente separados pero, se verá, a
femenino/masculino, vida/muerte, dioses- la postre profundamente imbricados y, por
/hombres, bueno/malo, fasto/nefasto- que momentos, indiscernibles.
se distribuyen valores y organizan, jerárqui-
camente, la vida de la comunidad. Estos pa- El problema, pues, sigue siendo el mis-
res se aparean, se disyuntan, se solapan, se mo: a la inversa del logos según Heráclito -
cruzan y se implican de múltiples maneras. reunión de lo que tiende a separarse-, el
pensamiento religioso intenta separar lo
Pero volvamos a la primera pareja: es ob- que tiende a mezclarse. Y el pensamiento
vio, y algo hemos adelantado, que lo puro filosófico prolonga, por otros medios, esa
es cuestión central de la filosofía, expresada operación (pero, ¿cómo? ¿No es la filosofía
literalmente en esos términos -Platón, Ploti- el ámbito del logos? Parecería haber con-
no- o aludida de diversos modos, desde los tradicción entre estas dos proposiciones,
presocráticos a Aristóteles, hasta Descartes pero habrá que internarse en ellas para ver
y Jankélevitch. Es Platón, en efecto, quien el raro vínculo que las liga). Aquello que ge-
instala en el discurso filosófico el problema, neralmente se nombra como el pasaje del
tematizado ya sea como ideas y cosas, inte- mito al logos y que, sin duda, es mucho más
ligible y sensible, ser y apariencia, alma y complejo y multívoco, abarca muchas más
cuerpo, eterno y temporal… Platón parece, escalas y se ramifica en más meandros de lo
por momentos, obsesionado por la cues- que la concepción común entiende. Porque,
tión8: es que sin duda ha advertido su carác- nuevamente: ¿es el mito la forma arcaica,
ter aporético que conlleva, como toda apo- pasada y superada por el logos? ¿O no sub-
ría, una insistencia insidiosa, una exigencia siste, acaso, el mito como núcleo duro de
insoslayable -precisamente por lo insoluble- una verdad que no tiene otra manera de
para el pensamiento. La aporía resume y ex- decirse, de hacerse ver, de contarse? Dos
presa en su máximo grado esa imposibili- afirmaciones podrían enlazarse aquí, pues

8 No sólo en los diálogos reconocidos como aporéticos, sino en prácticamente toda su obra -que tal vez sea aporética en sí misma-,
Platón se muestra acosado por ese imposible que adopta el rostro del conflicto entre decibilidad e indecibilidad. En la Carta VII te-
matiza la cuestión. Cfr. el magnífico comentario de Cacciari (1999).

141
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

ambas parecen aludir a nuestro tema: “En colar, el sacrificio, el mito, el caos, lo inde-
la obra de arte acontece la verdad”, dice terminado regurgitan dentro de aquello
Heidegger; y “El mito es la ficción en que se que los releva, los suplanta o los recubre?
dice una verdad de estructura”, afirma La-
En todo caso, lo que aparece es una ten-
can. Amén de la cercanía entre Lacan y Hei-
sión entre ambos movimientos: reunir y se-
degger, mito y obra de arte son modos fic-
parar (he aquí lo raro del vínculo que, a pri-
cionales en que la verdad se revela ocultán-
mera vista, parecía contradicción). O tal vez,
dose, única manera que tiene de aparecer.
si es que se tiende a una reunión, es porque
En principio al menos, parece claro que los elementos a reunir están ya diferencia-
el mentado “pasaje” no es un pasaje de ida: dos, es decir -como lo atestigua la partícula
lejos de constituir un tránsito lineal o de di- re- constituidos, literalmente, como ele-
rección unívoca, entre mito y logos, o entre mentos (stoicheia) y, por tanto, separados
sacrificio y filosofía o sacrificio y ley se pro- (Stokes, 1971).
duce un movimiento permanente, un flujo
Si así fuera, el drama que el sacrificio
rizomático, multidireccional, más similar a
afronta es que desde el principio hay la di-
un entramado de muchas hebras que a una
visión, lo múltiple, lo distinto, de modo que
prolija costura. La anterioridad temporal -
el acto sacrificial apuntaría a construir ima-
que la historia atestigua- del mito con rela-
ginariamente -míticamente- un principio
ción a la filosofía y del sacrificio con respec-
uno del cual, se supone, el hombre ha caí-
to a la constitución de lo social -con la insti-
do pero con el que puede, esporádica y es-
tución jurídico-legal que ello implica-, no
pasmódicamente, volver a encontrarse. Ese
agota el vínculo ni deja el primer término
origen perdido.
atrás, como mero antecedente. Por el con-
trario, muestra -si es que lo queremos ver- En el sacrificio se trata siempre de un re-
la imposibilidad de pensar lo segundo sin lo torno, una restitución: un volver a lo Uno, re-
primero o, como ya se dijo, el carácter “im- cuperar esa intimidad o inmanencia de la
puro” del origen, esa percolación de la que que habla Bataille o, al menos, reestablecer
habla Serres: la cojera de la ley (Haimovich, la comunicación entre los separados ámbitos
2003), la sangre seca en los códices (Fou- de lo divino y lo humano mediante los diver-
cault, 1992), la barbarie que subyace a todo sos gestos del ritual. El impulso que mueve al
monumento de cultura (Benjamin, 1940). sacrificio, como luego a la mística, es la nos-
Tal vez, nuestro “vicio de linealidad”, pro- talgia. En principio, lo que se verificaría se-
pio de la razón occidental, sea una manifes- gún cierta mirada histórica -así lo analiza
tación más del mismo conflicto que anima Scholem (1941)- son tres momentos en el de-
el sacrificio: la necesidad de separar, opo- sarrollo del “sentimiento religioso”: un mo-
ner, disyuntar, limitar, tanto como lo fatal- mento inicial, donde dioses y hombres están
mente imperfecto o fallido de tal opera- -se experimentan como- juntos y la presencia
ción. Entre Caos y Cosmos, pues -para po- divina forma parte del mundo humano: el
nerle al asunto nombres que la tradición tiempo mítico (la inmanencia batailleana);
nos dona-, una relación compleja, inacaba- un segundo momento en que estos dos ám-
da y recurrente. ¿Será que, además de per- bitos se separan, o el hombre se anoticia de

142
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

que son separados: la religión organizada; y je, en ese tránsito, en esa (cuestión de) fron-
un tercer tiempo donde se intenta restituir tera. Sacrificio y ley, heterogéneos pero liga-
esa unidad del inicio: la mística. dos. Lo mismo y lo otro, lo igual y lo distinto,
lo propio y lo ajeno son distinciones que se
Juntar, unir. Legein, entonces, re-colec- verifican y articulan al interior de cada uno
tar, ligar esas espigas sueltas para formar un de los ámbitos estudiados así como en el vín-
haz, un conjunto con sentido (Heidegger, culo entre ambos. A la manera de Dionisos,
1953, 1994). Pero esa acepción originaria nombre unido inextricablemente al sacrificio,
del término devendrá la metáfora para figura doble, extranjero y ciudadano a la vez
nombrar al lenguaje, la lengua, el discurso: -asunto que en el texto bíblico asume el nom-
sistema de diferencias, oposiciones, ele- bre de guer toshav, “extranjero residente en-
mentos articulados para producir significa- tre nosotros”, es decir autorizado a compar-
ción. En ese sentido, entonces, hablar del tir el sacrificio-, el juego entre hospitalidad y
lenguaje del sacrificio es mentar al sacrificio hostilidad10 se revela clave en el campo sacri-
como lenguaje. Al igual que el sacrificio, la ficial (en la elección de la víctima y la relación
palabra separa y acota, distribuye -y atribu- entre fármakos y fármakon) y, a la vez, en la
ye- lugares, corta. (Y cortar es establecer relación entre sacrificio y ley. ¿Aloja ésta algo
cantidades discretas, acotar la desmesura, de sacrificio, y en calidad de qué? ¿Lo trata,
introducir medida.) Pero la relación entre por el contrario, como enemigo?
sacrificio y lenguaje habrá de ser compleja,
ya que por un lado pone en entredicho, co- Tanto los recorridos histórico-antropoló-
mo vimos, la univocidad y absolutez que se gicos de los cultos indios, griegos e iranios,
le supone al decir de los dioses y, por otro, registrados por Hubert y Mauss, Dumont,
el lenguaje recogerá, en diversos ámbitos Gernet, Gertz, Hartog o Detienne, como la
del quehacer humano, algo del sacrificio minuciosa legislación que al respecto con-
que desaparece como práctica concreta pe- signa el Pentateuco (en particular Éxodo y
ro subsiste como modos del decir9. Levítico) aportan elementos para aquello de
lo que se trata: echar luz sobre la incidencia
del límite, la frontera y la segregación en la
constitución de lo social, desde el sacrificio
La ligadura del logos
hasta la organización jurídico-legal.
Logos formará parte, también, del vocabula-
¿Separar lo puro de lo impuro es la ma-
rio de la ley. En el terreno de lo legal se pro-
triz, la instancia básica de toda separación
ducirán -tal como ya ha sido adelantado-
posible? ¿O ésta remite, a su vez, a un mo-
iguales operaciones de discriminación, distri-
mento anterior, más originario?
bución, corte, pero revistiendo un estatuto
diferente al que tenían en el sacrificio. El Separar implica distribuir lugares: aquí y
pensamiento debería internarse en ese pasa- allá. Cerca/lejos. Para lo cual parecería im-

9 Una discusión interesante en relación a este punto es la que se desarrolla, desde hace siglos, entre los sabios judíos: con la destruc-
ción del 2º templo finaliza la práctica sacrificial pero su “espíritu” pasa, dicen algunos, a la plegaria que toma el aspecto de ofrenda
que importaba el sacrificio. Richard Rubinstein (1962) refuta, a mi modo de ver con buenas razones, esta visión humanista y edul-
corada del sacrificio.
10 Tal como lo revela el recorrido etimológico de Benveniste por los términos emparentados ospes y hostis. Cfr. Vocabulario de las
instituciones...

143
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

ponerse una distinción primaria: adentro/a- bíblico, está permitido dentro y sólo dentro
fuera. O: lo que se incorpora y lo que se ex- de cierta normativa que implica la necesidad
pulsa. Es decir, el primer contacto del huma- de la espera -desangrado y cocción de los ali-
no con el mundo, la alimentación. Bueno mentos-, del reparto, de la distribución, de
será, dice Freud (1925), lo que quiero tener cierta equidad entre los hombres pero, ade-
adentro, incorporar; malo, lo que deseo ex- más, de cierto trato considerado hacia la víc-
pulsar. Pero, de hecho, de esta separación tima (¿renuncia pulsional?). Así se fundan las
(adentro/afuera) depende la constitución leyes alimentarias hebreas, kashrut, deriva-
misma del sujeto, la distinción yo/otro, yo- das del sacrificio, y que han sido interpreta-
/mundo, ya que esos términos no preceden das por la moderna antropología como una
a la separación misma. De donde, según De- forma de la prohibición del incesto. Pero si,
rrida (1992), la devoración es el hecho fun- como parece mostrar Freud (1913), la ley sur-
dante de nuestra cultura. Pero la devora- ge por y a partir de un acto sacrificial, que im-
ción y el sacrificio están indisolublemente li- plica no sólo el asesinato sino también -y fun-
gados, en tanto éste es la forma ritual que damentalmente, ya que es esta otra parte del
aquélla adopta (y, por lo tanto, su forma sacrificio lo que hace lazo- la devoración del
“elaborada”, cultural y ya no salvaje). padre de la horda, podríamos arriesgar que
la ley es antropófaga.
Así lo mostraría el mito de Prometeo, ins-
tancia inicial de la separación entre hombres De modo que, desde esta perspectiva, el
y dioses, del reparto y del engaño, de la tek- sacrificio sería el acto que enmarca y estable-
né. Devoración que puede implicar exceso y ce la zona humana, algo así como un territo-
descontrol -como en Bacantes- o someterse a rio intermedio entre animalidad y divinidad.
regulación y acotamiento, es decir hacer cul- El sacrificio, pues, traza límites, dibuja fron-
tura, propiciar la justicia. Lo que aquí se pone teras, determina la franja de lo no-divino y lo
no-salvaje y, a la vez, instrumenta las accio-
en juego es, nuevamente, la distinción: entre
nes que comunican dicha franja con sus exte-
hombres y dioses (Prometeo) y entre hom-
riores, esos otros mundos de los cuales no
bres y animales (Dionisos). Límites superior e
puede prescindir. El sacrificio sería el primer
inferior de lo humano, que Vernant y Detien-
acto político, en el sentido en que Aristóteles
ne (1996) enmarcan entre orfismo y dionisis-
define ese ámbito, en tanto ubica allí al
mo y cuyo factor de diferenciación es, preci-
hombre como diferente de dioses y bestias.
samente, la comida. Del vegetarianismo a la
Habría, entonces, un antes y un después del
homofagia. También en Génesis se despliega
sacrificio, tanto como un arriba y un abajo.
la cuestión, cuyos polos son, de un lado, el es-
tado edénico y del otro, la corrupción de los Límite, frontera, división, separación
hijos de los dioses (Bené-ha-Elohim), y cuyo adentro/afuera, aquí/allá: la cuestión, llega-
corolario es lo que se conoce como los man- dos a este punto, nos arroja a un terreno
damientos noahitas. Estas primeras leyes de resbaladizo: preguntarse qué es primero -
la humanidad postdiluviana prohíben, junto los lugares, o los términos que en ellos se
al asesinato, la homofagia, y esta prohibición alojan- daría por sentado que hay ya sepa-
fundará la matanza y devoración ritual de ración antes de la separación, diferencia an-
animales. Comer carne, parece decir el texto tes del diferir/diferenciar; hay, en efecto,

144
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

primero y segundo (curiosamente, en las lí- ter la introducción siempre violenta del lími-
neas iniciales del Génesis se enumeran los te para que “eso” se configure como espa-
días de la creación como uno -no primero-, cio, es decir para que dé lugar a las cosas
segundo, etc.). Espacios en el tiempo claros (uno de los nombres del Dios bíblico es Ha-
y distintos. Makom, en hebreo el lugar, es decir la posi-
bilidad misma de que haya lugares). Sólo a
Lo sagrado es asunto de topología. Del partir de allí podrá dibujarse un mundo con
mismo modo que en la paradoja de la mez- las categorías básicas de interior y exterior.
cla de lo sin mezcla -lo que en Platón adop- La posibilidad de pensar depende de tal dis-
tará, precisamente, los nombres de límite e tinción; pues el pensar conlleva la operación
ilimitado-, lo que se pone a la vista es el de nombrar -es decir diferenciar, separar,
enigma mismo de la división, su naturaleza oponer, comparar, juntar-. Lo que luego se
y su posibilidad. llamará, a partir de Aristóteles, categorías.
Como señala Agamben (1977) en su críti- Desde Anaximandro hasta Bataille, des-
ca al signo saussureano, lo que queda allí de Platón (Timeo) hasta Derrida (Khôra), la
sin pensar es la barra que separa las dos ca- cuestión del límite atraviesa la filosofía, la
ras del signo. Porque, agrego, dar impor- acosa y la causa. Peras y apeiron, marchando
tancia sólo a las entidades que figuran a a la par que uno y múltiple, núcleos conflic-
uno y otro lado de la barra es pensar, en tivos del pensar filosófico desde su aurora
forma sustancialista, que esas entidades griega. Pero, a la vez, cuestión que cruza de
preceden a la separación y que la barra es lado a lado el sacrificio y la ley, de modo que
un mero accidente y no, como creo que es, los tres ámbitos quedan “ensartados” por su
aquello mismo que las constituye en lo que filo. Es el límite el punto en el que la filoso-
llegan a ser. Pero ¿qué es la barra? fía parece abismarse, en una mezcla -para-
Adentro y afuera: la distinción es proble- dojal- de atracción y repulsión, de llamado y
mática en cuanto a su (o al) origen. Es decir, vértigo. Tal vez sea Bataille el pensador que
remite a y problematiza el origen. Toda cul- más acabadamente expresa el conflicto: sus
tura arcaica se cuenta, míticamente, el ori- textos gritan al chocarse con él, pero su es-
gen del mundo y por tanto su origen a par- critura toda es deudora del límite.
tir de un no-espacio: caos, apeiron, abismo,
vacío del cual es preciso desprenderse para
acceder a la existencia (eso que en la Kab- El límite de lo sagrado, lo sagrado
balah adoptará el nombre de Ein-sof, lo ili- del límite
mitado, y que se identifica con Dios, pero
también estaría señalado por la aleph fal- Templum, círculo mágico, Sancta Sancto-
tante al principio del texto bíblico). Vacío rum, puerta del cielo: lugares de máxima
que es mezcla, ilimitación, ausencia de fron- concentración de la potencia divina, ombli-
teras y diferencias. Espacio no espacial que go, centro o núcleo del mundo y del espa-
contiene toda posibilidad de espacio. cio (Babel, allí donde se emplaza la torre,
proviene del babilonio Bab-Ilu, la puerta de
Bien como matriz receptora (khôra) o co- Ilu, es decir el lugar de acceso directo al
mo mera indefinición (apeiron), será menes- dios). La potencia irradia hacia la periferia

145
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

perdiendo, a medida que se aleja del cen- aparentemente, el principio de contradic-


tro, gradualmente su fuerza, tanto destruc- ción. Una amplia recorrida por los relatos
tora como benéfica. Es por eso que a tan míticos que la antropología pone a nuestro
peligroso sitio sólo puede acceder quien es- alcance nos muestra hasta qué punto lo
té habilitado para ello: el sacerdote en con- opuesto se conjuga. En El doble sentido an-
diciones de máxima pureza. De modo que titético..., Freud saca buen partido de este
lo sagrado es un lugar. dato: sacer, igual que fármakon y que los
nombres de muchos dioses de los más diver-
La topología que funda el pensamiento sos cultos, reúne en una unidad dos térmi-
y que el sacrificio organiza se establece, nos opuestos que no se excluyen. A esta pe-
cuando éste adquiere ya un estatuto reli- culiaridad se la ha denominado, en cierta
gioso -es decir de ritual organizado-, en tér- etapa de la antropología, ambivalencia
minos verticales. Arriba y abajo. El sacrificio (principio que Freud, precisamente, aplicará
se desarrolla allí, dado que hace subir el hu- a la vida afectiva). Sin embargo, prefiero
mo a los dioses, y es este humo el que reali- pensar la cuestión no bajo ese término (de-
za la conexión entre ambos terrenos. Sacri- masiado impregnado de psicologismo, ya
fico en hebreo se dice korbán, cuya raíz sig- que el término alude a la reacción del suje-
nifica “acercar”. En ese eje vertical se distri- to y no al fenómeno en tanto tal), sino de
buirán los valores: el arriba equivale a lo duplicidad o, en el plano del lenguaje, de
puro, lo bajo será impuro. “Los dioses son anfibología (Barthes, 1975). Dionisos, por
justos, nosotros somos culpables”, dirá De ejemplo, es masculino/femenino -igual que
Maistre intentando explicar la fuerza y la vi- tantos dioses de culturas de Asia y África,
gencia universales del sacrificio. Tal vertica- como atestigua, entre otros, Marc Augé
lidad fundará, claro, la idea de trascenden- (1988). Esto nos obliga a repensar la totali-
cia. Es sobre este eje que también Plotino dad de nuestra lógica, basada en el princi-
transita, yendo de lo alto a lo bajo y vicever- pio de identidad y de contradicción. O: qué
sa. Si el bien -lo más alto- es completo, no hace la filosofía con este carácter dúplice.
podría no contener a lo contrario de sí, el Qué se gana y qué se pierde cuando este
mal -lo más bajo. De modo que descender modo del pensar, de opuestos sin contradic-
de lo uno implica, a la vez y necesariamen- ción, cae y se olvida (habría que interrogar,
te, un ascenso (Maurette, 2003). Procesión y en todo caso, el carácter de este olvido, ya
regresión, ida y vuelta, como el suplicio de que su huella reaparece no sólo en el sueño
Tántalo. sino, como intento mostrar, también en la
Lugares, espacios, distancias, distribucio- vigilia, en esas formas encubiertas del mito
nes: tal como se adelantó, pensar el sacrifi- y del sacrificio). Otra pregunta clave es la
cio impone un pasaje por la cuestión del lí- relación entre esa duplicidad y el dualismo:
mite para advertir y rastrear su presencia en en principio, podría ubicarse la diferencia
los inicios de la cultura en forma de relato en el hecho de que el dualismo adviene en
mítico, de organización religiosa y de es- lo que Bataille llama “el pensamiento refle-
tructura legal. xivo”, es decir cuando se ha dejado atrás la
inmanencia del mito. Es ahí, entonces,
En el mito -como en el sueño- no rige, cuando el logos separa y distancia lo que

146
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

antes se mantenía unido. Los opuestos que la intimidad de lo sagrado es violenta, pero
la duplicidad unía se volverán contradicto- también lo es el mundo de las cosas, lo pro-
rios en el dualismo, enfrentados y rivales, ya fano, allí donde rige la separación y la eco-
no partes de una unidad. Se ha abierto un nomía. Entre la falta y el exceso, entre des-
abismo entre dioses y hombres, pero tam- mesura y medida, la violencia discurre por
bién -siguiendo a Bataille- entre los dos as- diversos cauces pero no deja de acontecer.
pectos de lo sagrado: lo fasto y lo nefasto.
Esas dos caras que sacer conjuga y que el lo-
gos escinde. ¿La inmanencia deviene tras- Separados al nacer
cendencia?
Del mito al sacrificio: lo que en un primer
Como en toda herencia, ganancia y pér- momento es -o se experimenta como- mez-
dida se acoplan, y no siempre es fácil discer- cla y confusión -esa inmanencia en la que es
nirlas. Lo uno es doble; o, extrapolando, lo imposible permanecer-, debe separarse y, a
uno es múltiple. ¿Lo puro es mezcla? (¿el la vez, permanecer en contacto. He aquí la
dios bíblico no es, a la vez, uno-múltiple, función del sacrificio. Establece contacto
singular-plural, tal como su nombre lo ates- pero preserva la distancia. El ritual separa lo
tigua: Elohim?). Lo doble, por su parte, es puro de lo impuro, lo sagrado de lo profa-
esencial al pensamiento religioso ya que és- no, lo nutricio de lo destructor. La vida de la
te se organiza en términos de símbolos, y muerte. El nacer del morir. En esa separa-
sabemos la etimología de tal palabra: sym- ción, crea los términos y los estabiliza.
ballein, en griego, poner o arrojar juntos, es A la vez, los comunica, los mantiene li-
decir unir dos piezas o partes que formen gados (no es irrelevante que el verdadero
un todo. Partes, por tanto, ya individuadas. nombre del episodio bíblico que se conoce
De manera que habría, desde el inicio, ese como “Sacrificio de Isaac” sea Akedat Itz-
saber de la división, aun si renegado o re- jak, literalmente, “La ligadura de Isaac”; y,
chazado por doloroso. Esa nostalgia de lo sabemos, el vocabulario del sacrificio y de lo
Uno ya mencionada. Pero esta unidad -todo sagrado en general recurre una y otra vez a
es uno, así lee Nietzsche (1873) la asevera- esta terminología de ligadura y desligadu-
ción atribuida a Thales acerca del agua co- ra, encadenamiento y desencadenamiento).
mo origen de todas las cosas- conlleva la El ritual sacrificial sostiene al mundo en sus
muerte: si no hay diferencia, no hay vida. La relaciones. Es la tensión entre continuidad y
mezcla es violenta y destructora, arrasa, di- discontinuidad, fundante de la cultura y,
suelve, borra. El diluvio -presente en casi to- particularmente, de uno de sus resortes bá-
das las culturas- es un ejemplo gráfico (a la sicos: la filiación. Pero ¿qué (de la) ligadura
vez, el agua, debidamente encauzada y se juega en ella? ¿Es lo mismo ligar que en-
acotada, es dadora de vida y purificadora). cadenar? ¿Qué clase de lazo es el que liga
De modo que la violencia está presente tan- en el sacrificio, y cuál en la filiación? Lo que
to en la distinción como en su contrario, aparece en la diferencia entre uno y otro
tanto en el proceso de diferenciación como modo del lazo es “la dificultad de disyun-
en el arrasamiento de toda diferencia. Sigo ción entre alienación y separación en la
aquí, entre otros, a Bataille: la inmanencia, constitución del lazo filiatorio”, como afir-

147
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

ma Kreszes (2000). Aquí, entonces, tres acabamos de mencionar y que no deja de


cuestiones “enlazadas”: castración, parrici- asombrarnos: ¿cómo un sujeto simple pue-
dio e incesto: el nudo de Tótem y tabú don- de no ser simple? Ésta es la pregunta que se
de acontece la aparición de la ley simbólica, hace De Maistre, y que Jean-Michel Rey
ésa que produce sujeto y que conlleva un analiza. Otra vez el afuera (mundo) y el
duelo: hacerse cargo de la inconsistencia adentro (individuo), al menos en una pri-
del otro, asumir la transmisión como trans- mera partición elemental, solapándose y re-
misión de la falta. “Matar” al padre para flejándose el uno en el otro. Que el ser hu-
que haya padre, es decir ley. mano es doble se nos viene diciendo desde
las primeras obras de la cultura de Occiden-
El riesgo que el sacrificio conjura es do-
te: el célebre pasaje de la Ilíada (XXIV), la
ble: por un lado, que lo separado vuelva a
mención al doble caldero de Zeus y sus do-
mezclarse. Por otro, que lo separado se des-
nes, que conforman la naturaleza de la cria-
conecte definitivamente. Se trata, pues, de
tura humana. También el coro de Antígona,
establecer y mantener una distancia óptima
comentado por Heidegger (1953), abunda
con aquello que se experimenta, según De
en esa cuestión. Y de allí a la literatura de
Maistre, como “una potencia en cólera”. El
ficción, terror y misterio de todos los tiem-
juego entre continuo y discontinuo se refle-
ja en la duplicidad del sujeto: éste pertene- pos, como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, hasta la
ce, en un sentido, al mundo de las cosas, del ciencia-ficción actual, que toma el relevo de
intercambio y de la producción, es decir de la narrativa mítica. Pero simple equivale a
la economía. Es el mundo “externo”. Pero a puro, sin mezcla. De modo que el sujeto se-
la vez se inscribe en esa inmanencia o inti- ría, desde su misma constitución, impuro,
midad de la que todo hombre forma parte carácter que no deja de asediar al pensa-
porque, según Bataille siguiendo a Nietzs- miento, a la religión, a la política (¿habrá
che, “todos los hombres son Uno”. Por esta que recordar las guerras, los exterminios,
vía, la de la indiscernible intimidad, volve- las inquisiciones en pos de la pureza de un
mos a encontrar al hombre inmerso en la pueblo, de la sangre, de una clase?).
violencia de lo sagrado, esa potencia dado-
Propongo, en fin, recuperar la cuestión
ra de vida y de muerte que es preciso apaci-
del sacrificio como actual, en toda la rique-
guar. Pero separar y ligar, distinguir y rela-
za que este término comporta: presente en
cionar, ¿no es acaso lo que hace el lenguaje
nuestro tiempo, y en acto. Quiero decir, no
y, más aún, la ley? Benjamin y Derrida (le-
considerar el sacrificio como reliquia, fósil,
yendo a Benjamin) detectan con lucidez el
objeto de observación curiosa del cual sólo
vínculo entre ley y violencia. Ambas, por
podrían ocuparse las disciplinas que se dedi-
tanto, lejos de estar en disyunción, mantie-
can a “lo antiguo”, sino retomar tan acu-
nen un vínculo inextricable pero, a la vez,
ciante tema para el pensar filosófico en sí
diferente al de violencia y sacrificio.
aunque -y tal vez por eso mismo- también
El sacrificio, en tanto mienta la distin- incumba a algunas de sus ramas: filosofía
ción de los aspectos contrapuestos del mun- de la historia, de la religión, del derecho o
do, pero indisolublemente engarzados, po- del lenguaje. El sacrificio nos interroga. De
ne en escena esa duplicidad del sujeto que allí que debamos responder, desde nuestra

148
Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

perplejidad, con más preguntas. Escuchar, Resumen


pues, esa presencia-ausencia de la que he
hablado al comienzo, interrogar su “efica- En este texto, Diana Sperling propone pen-
cia simbólica” implicará, a mi modo de ver, sar el sacrificio como estructura, es decir co-
abrir un fructífero campo de reflexión sobre mo dispositivo instituyente de la cultura. En
lo peor y lo mejor de nuestro destino occi- ese sentido, lo que podría considerarse un
dental. ritual arcaico es visto en cambio como prin-
cipio organizador vigente, bajo formas más
o menos metaforizadas, en toda producción
simbólica, social y subjetiva.

El artículo es el germen de una investiga-


ción en marcha que conformará la tesis de
doctorado en filosofía que la autora prepara.

149
Diana Sperling Tres versiones acerca del sacrificio Dossier

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Dossier Tres versiones acerca del sacrificio Diana Sperling

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151
Palabras cruzadas
“Ser aquél que es el incauto del inconsciente para
que el psicoanálisis continúe”. Entrevista a Gérard Pommier

Realizada para Docta en París, el 29 de setiembre de 2004,


por Federico Ossola Piazza y Renaud Bernard

155
Gérard Pommier Palabras cruzadas

Docta: “¿Qué es lo ‘real’?” es una pregun- do lo real como aquello que está más allá de
ta que insiste. ¿Qué lo ha llevado a tratar de lo simbólico. En consecuencia, todo lo que
encontrar una respuesta a este problema? resiste a la nominación sería del orden de lo
real. Entonces, es una cuestión que tiene po-
Gérard Pommier: En primer término, la co que ver con la concepción freudiana de la
insistencia en el medio psicoanalítico de dar realidad psíquica, del principio de realidad,
frente a problemas no resueltos, la respues- del principio del placer. Cuando Freud intro-
ta de lo real. Cuando no tenemos una res- dujo este problema, no lo desarrolló com-
puesta a ciertas cuestiones, decimos “es lo pletamente. Hay que decirlo, Freud no tiene
real”. ¡Es una respuesta un poco escamotea- una fibra muy filosófica, pero al aportar los
da! Esta concepción de lo real por defecto elementos principales que permiten situar lo
me ha motivado a tratar de encontrar una real en relación a la realidad psíquica ha des-
respuesta argumentada a este problema. plazado totalmente esta noción de la con-
Luego, en el medio psicoanalítico y especial- cepción filosófica platónica. En Descartes,
mente en el lacaniano, encontramos una por ejemplo, encontramos la famosa des-
concepción más bien filosófica del concepto cripción del trozo de cera. Se describen su
de lo real. Hay una falta total de organiza- color, su olor, su consistencia, y a pesar de to-
ción de lo real a nivel, por una parte, del dos estos elementos no sabemos realmente
trauma sexual y, por otra parte, de la castra- qué es ese trozo de cera. La prueba es que si
ción, lo que hace que caigamos en esa con- se calienta el trozo de cera, sus cualidades
cepción filosófica. Se trata entonces de una cambian completamente. He tratado enton-
concepción idealista del tipo “lo real no exis- ces de encontrar una concepción de lo real
te”, o bien de una concepción que es igual- que necesita una larga explicitación y que, a
mente idealista pero de otra manera situan- decir verdad, conduce a visitar nuevamente

156
Palabras cruzadas Gérard Pommier

el complejo de castración. ¿Qué es el com- ce en una frase. Dice que, después de todo,
plejo de castración? Es, ante todo, un com- en el lenguaje popular, no hay diferencia
plejo. La idea de complejo implica la existen- entre conciencia moral y conciencia a secas.
cia de varios estratos de complejidad, no to- Por otra parte, en El malestar en la cultura
do es homogéneo en el complejo y es en re- Freud habla también de conciencia moral a
lación a este complejo que se puede situar la propósito del superyó. Se trata sólo de una
angustia de castración, que, en este sentido, frase. En efecto, lo que le interesa a Freud
es exactamente lo mismo que la angustia de no son las concepciones filosóficas. Él no ex-
muerte. trajo las consecuencias filosóficas de su tra-
bajo sobre la relación de la conciencia con
lo real. Hay algunas anotaciones que mues-
Docta: Usted da a una pregunta lacania- tran que Freud se da cuenta de la importan-
na, “¿Qué es lo real?”, una respuesta freu- cia de lo que dice pero no escribe un libro
diana. ¿Hasta qué punto piensa usted que de filosofía sobre este tema. Desde ese pun-
Freud tuvo la intuición de este real y cuáles to de vista, yo no diría que Freud tiene al-
fueron sus límites frente a esta cuestión? gún retraso en relación a Lacan. Lacan ha
propuesto ciertas esquematizaciones que
G.P.: Creo que Freud ha dado los ele- son instrumentos útiles y aun irremplaza-
mentos relativamente completos de la defi- bles para leer a Freud, pero presentan tam-
nición de lo real. Su manera de abordar la bién el defecto de toda esquematización.
construcción de la realidad psíquica a partir Con estos instrumentos tenemos la impre-
del complejo de Edipo realmente me parece sión de comprender, pero en realidad no es
que ya es una respuesta. Su definición de la algo evidente. Tenemos la impresión de
conciencia, por ejemplo, es también un ele- comprender gracias a sistemas de oposición
mento importante. La conciencia como simple, pero si no se tiene en cuenta que
equivalente a la conciencia moral que se son instrumentos para leer a Freud, enton-
desprende de la culpabilidad. Somos cons- ces son falsos, son siempre falsos. Hay que
cientes de alguna cosa solamente en la me- entender que sólo podemos hablar de la
dida en que esta conciencia está regida por realidad psíquica con la palabra, es decir
una ética, por extraño que esto pueda pare- con una lógica plana, una lógica aristotéli-
cer. No se trata solamente de sensaciones ca. Pero no es la lógica del inconsciente. Ha-
que se imprimen en el cerebro. Las neuro- blamos de algo que tiene otra lógica que
ciencias comienzan a descubrirlo, y de he- aquélla con la cual nos expresamos. Esto es
cho no lo han descubierto todavía porque un problema para aquellos que piensan que
imaginan encontrar un centro de la con- los matemas son verdaderos. No lo son.
ciencia. Pero Freud, desde el principio de su Ellos permiten hablar sobre algo de lo cual
trabajo, ha hablado del sistema percepción- no podemos hablar de otra manera, y aqué-
conciencia. Es decir que hace falta un acto llos que hablan con una lógica plana cre-
particular para ser consciente de algo, y que yendo decir la verdad no llegan a nada. ¡Eso
este acto depende de la existencia del suje- no produce nada! Hay que hacer sin descan-
to, quien sólo existe en función de la repre- so una traducción del inconsciente a los ma-
sión, es decir de su culpabilidad. Freud lo di- temas y luego retraducir los matemas al in-

157
Gérard Pommier Palabras cruzadas

consciente. Es infructuoso. Tomemos un falo es el lugar donde el hombre es solicita-


ejemplo. Podemos pensar que comprende- do; y siendo al mismo tiempo algo que no
mos lo real acoplándolo a lo simbólico y a lo tiene una localización precisa, estamos obli-
imaginario pero, primero, esto da la idea de gados a utilizar un símbolo, no sólo para ha-
que lo simbólico, lo imaginario y lo real son blar de ello pero también esta necesidad de
conceptos, lo que es falso. No son concep- un símbolo nos obliga a utilizar palabras. Es
tos, son cualidades de una cosa. Si digo “el decir que la simbolización, el hecho de ha-
cielo es azul”, “azul” no es un concepto, es blar, se deduce del símbolo. Es solamente
una cualidad del cielo. Me sirve para definir cuando se ha realizado este trabajo que se
el cielo y cuando digo “real”, es lo mismo, llega a una definición de lo simbólico. Esto
es lo real del padre, lo real del falo, lo sim- supone el uso del lenguaje, la capacidad de
bólico de, etc. Éste es un primer problema. aquél que lo utiliza para saber cómo se sitúa
Segundo problema de RSI: lo simbólico y lo él mismo en relación a la simbolización, en
imaginario no permiten definir por contras- relación al significante. Llegamos así al pro-
te qué es lo real, para el cual hay que desa- blema del nombre: el problema del Nom-
rrollar un trabajo específico sobre lo que bre-del-Padre. Es al final de este trayecto
Freud ha dicho del trauma sexual y la an- que se llega a una definición de lo simbóli-
gustia de castración. Es muy fácil demostrar co, que utilizamos de manera sintética gra-
que lo imaginario y lo simbólico no permi- cias a la enseñanza de Lacan. Lo que plan-
ten definir por defecto lo real. Lo imagina- teo simplemente es poder utilizar estas sim-
rio, por ejemplo, no es un concepto analíti- plificaciones, estos esquemas de Lacan de
co. Primero porque no se trata de un con- una manera adaptada, sin pensar que sabe-
cepto y luego, aun como cualidad, no es mos alguna cosa sólo porque se han opues-
analítica sino sintética. En lo imaginario te- to tres términos sin saber que si no entende-
nemos tanto la pulsión como la sensación. mos cómo funcionan tendremos respuestas
Entonces, si queremos trabajar con lo imagi- que son falsas.
nario estamos obligados a descomponerlo
en pulsional y perceptivo, lo que implica así
el problema de la conciencia. Vemos en se- Docta: Hay algo que atraviesa su libro,
guida que lo imaginario no permite situar usted lo ha evocado al recordar la filosofía
por contraste lo real. Lo mismo es válido pa- aristotélica, es cuestión de la ontología. Us-
ra lo simbólico, que no es una noción analí- ted hace referencia al falo como el único
tica sino sintética. Así, uno se pregunta: no-ente. Usted dice que el proceso primario
¿qué es lo simbólico? ¿Son los significantes? es una negación óntica. Esta cuestión pare-
No se puede decir eso porque lleva a conclu- ce un poco contradictoria con el hecho de
siones muy problemáticas. Usted tendrá que que usted considera que no hay una ontolo-
decir entonces que los psicóticos no hablan, gía del ser, que no hay creación del ser. Apa-
lo que es una contra-verdad. Uno está obli- rentemente la ontología y el psicoanálisis
gado a descomponer la noción de simbólico no estarían exactamente en el mismo plano.
en elementos distintos. ¿Qué es el símbolo?
Es lo que necesita la simbolización para el G.P.: Exactamente, lo que es importante
ser humano. El único símbolo es el falo. El subrayar para empezar, usted lo ha hecho,

158
Palabras cruzadas Gérard Pommier

es que es una contradicción. Pero justamen- caciones del Otro; pero se puede también
te lo que caracteriza al hombre como ser estimular el reconocimiento de su propia
parlante es el hecho de tratar de encontrar subjetividad por los signos que muestran los
una solución a ese problema de manera que otros sujetos observados, aunque ellos mis-
haya sin embargo una ontología. Es por eso mos son sólo los representantes, los lugarte-
que hay inconsciente constantemente. Se nientes del Otro, y lo experimentan del mis-
busca por un lado que haya una ontología, mo modo que el niño. Así, hay un reconoci-
y por otro lado esta ontología es descons- miento subjetivo verdaderamente de primer
truida por la constitución del inconsciente plano. Y hay no solamente un reconocimien-
mismo. El inconsciente es una ausencia de to subjetivo sino algo aun más fundamental.
ser fuerte. Una definición del vacío, hecha El pasaje del “yo” al “tú” y del “tú” al “él”
por un físico, muestra que el vacío es la pri- es fundamental para dar la tridimensionali-
mera fuerza de la naturaleza. dad del espacio al niño y obtener el correla-
to de esta subjetivización del Otro. A partir
del momento en que el sujeto tiene delante
Docta: Continuando en la línea del ser, suyo a alguien que se sitúa como sujeto en
en su artículo publicado por la revista Psy- relación al Otro, en ese momento el Otro se
chanalyse, titulado “¡Attention Bonheur!”1, vuelve “él”, se pasa del juego yo-tú-él a la
habla también de la sonrisa de la madre posibilidad del estadio del espejo, condicio-
que, según usted, la descompleta y la vuel- nado por esta respuesta subjetiva que, de al-
ve semejante al niño. Lo que nos hace refe- guna manera, pone la relación yo-tú en tan-
rirnos al rostro en Derrida y los filósofos to un tercero. Hay, entonces, un tercero que
post-heideggerianos. ¿Es ésta una referen- interviene a partir de ese momento. Esto es
cia válida en este caso? muy importante. Se puede utilizar la esque-
matización para cosas aproximativas, por
G.P.: No sabía que Derrida hubiera desa- ejemplo se dice “el padre es el tercero”. No,
rrollado tanto su reflexión sobre el rostro. de ningún modo. Porque puede ser el padre
Levinas lo ha hecho. Pero creo que esta po- o la madre que encarnan el Otro y que sub-
sición tiene mucha importancia para evitar jetiviza así su relación al niño y permite que
errores. Es siempre la misma cosa, el psicoa- haya un tercero. El tercero es otra cosa. El
nálisis progresa con los errores que son co- yo-tú-él es otra cosa que el hecho de llevar
rregidos permanentemente. Corregimos sin un nombre, que lo compromete entonces en
cesar nuestra trayectoria. Yo trato de avan- el proceso edipiano. Sin esto el sujeto no se
zar en esta cuestión de la sonrisa para traer apropia del nombre. Esta cuestión de la sub-
la cuestión de la de-ser-tificación2 del Otro. jetivización del Otro gracias al rostro aclara
Para un niño, al principio, hay despersonifi- nuestra metapsicología. Levinas emplea el
cación del Otro, y esta despersonificación término del gran Otro pero con connotacio-
del Otro es para él objetivable, y por lo tan- nes claramente religiosas. Sin embargo, es
to devastadora. Entonces se puede salir ade- interesante ver lo que esto implica en la gra-
lante como sujeto negando esas presentifi- maticalización del sujeto.

1 Psychanalyse N° 1, Éditions Erès, 2004, pp. 85-100.


2 Desêtrification.

159
Gérard Pommier Palabras cruzadas

Docta: Usted dice que el tercero no es implica el deseo de otro sujeto. La pareja es
necesariamente el padre; al mismo tiempo el motor del deseo, finalmente los niños
en “Qu’est-ce que le réel?” muestra cuál es concebidos con ayuda de la ciencia son ni-
el rol del padre como agente violento de la ños deseados. Ahora, si alguien quiere ha-
castración materna, cómo esto participa en cer una procreación asistida simplemente
la constitución de la realidad psíquica. Ac- porque no logra tener un deseo suficiente
tualmente, la técnica está al servicio de la por una mujer, es otro problema...
procreación y de la genética ocupando un
lugar cada vez más importante, y nos perde-
mos un poco esta cuestión del padre. Ese Docta: Una tesis importante de su libro
padre contemporáneo se vuelve casi virtual. promueve la idea de que la actividad de la
Entonces, ¿hay todavía un padre real en es- medida, de la acción de contar, del cifrado,
te asunto? Usted habla de una presencia... es una actividad humana permanente para
tratar de responder a la cuestión de lo real.
G.P.: Lo que yo quería decir con esta
¿Podemos preguntarnos si, en este mundo
cuestión del yo-tú-él es la entrada en la gra-
contemporáneo, no hay un empuje excesivo
maticalidad, es la entrada en la subjetivi-
al cifrado?
dad. Esto no significa necesariamente que
haya apropiación del Nombre-del-Padre. G.P.: ¿Usted piensa en las evaluaciones3?
Trato de aportar otro elemento a un deba-
te antiguo, el debate sobre la psicosis. ¿Los
psicóticos son sujetos o no lo son? Con este
Docta: Por ejemplo, es una pregunta
elemento, respondo: sí, están en la gramati-
que se plantea...
calidad. El problema es saber cómo llevar un
nombre, porque una cosa es ser un sujeto y G.P.: Está claro que el cifrado es un refu-
otra cosa es llevar un nombre. Son dos eta- gio siempre posible contra la angustia. To-
pas diferentes. Si comprendemos que llevar dos lo sabemos, las cifras funcionan en algu-
un nombre supone un cierto tipo de belige- nos momentos como un exorcismo. Contar
rancia de parte del sujeto, de la que no para dormirse, por ejemplo, muestra la rela-
siempre sale triunfante, vemos así la dife- ción del exorcismo con respecto al signifi-
rencia entre el hecho de ser un sujeto y el cante angustiante, ni siquiera en relación a
hecho de estar en la psicosis, la neurosis, o lo real sino en relación a los significantes
el reverso de la neurosis que es la perver- angustiantes. Así las evaluaciones, que no
sión. Dicho esto, sería un trabajo suplemen- sirven para gran cosa generalmente -franca-
tario ver cómo funciona el Nombre-del-Pa- mente no sirven para nada-, sirven para ha-
dre en nuestra época. La biología moderna cer como si algunas situaciones no existie-
no cambia en nada el hecho de que si un ni- ran. Alguien me dijo anteayer que actual-
ño nace, nace del deseo de un hombre y del mente en los servicios de psiquiatría un
deseo de una mujer que quieren tenerlo treinta por cierto del personal pasa su tiem-
juntos. Es así como funciona esto, sea cual po con los expedientes de evaluación, y el
fuere el procedimiento biológico empleado tiempo clínico consagrado a los pacientes se

3 Referencia al debate que existe en Francia sobre la regulación de las prácticas psicoterapéuticas por parte del Estado.

160
Palabras cruzadas Gérard Pommier

vuelve inexistente. Para mí es evidente que yoría de los analizantes es cuando todo va
la evaluación responde a la angustia de los bien, cuando pueden desenvolverse en el
profesionales. trabajo, fundar una familia, ser padres... ¡lis-
to! Bueno, pero esto es una situación inesta-
ble. Todos los ingredientes del síntoma están
Docta: Usted dice en un momento que todavía ahí. Yo, más que fin de análisis, diría
lo real no es lo mismo en la alucinación de solución. Es decir que el síntoma puede disol-
una histérica o de un psicótico o en el sue- verse en el fantasma. Se puede actuar, eso
ño, por ejemplo. ¿Piensa, entonces, que hay funciona bien, pero es una solución en el
varios reales? sentido que los ingredientes del síntoma son
puestos en acto. Se puede pasar a la acción
G.P.: ¿Varios reales? en el amor, en el trabajo, pero por poco que
algo se atasque en esta maquinaria de activi-
dad, el síntoma inmediatamente se vuelve a
Docta: Sí, sabemos que el concepto de lo formar. Existe una definición magnífica de
real no recubre lo mismo según aquél que Freud al principio de La vie sexuelle4, donde
busque definirlo. Por ejemplo, lo real de las discute con un interlocutor ficticio sobre la
matemáticas no es lo mismo que lo real del diferencia entre el normal y el neurótico. És-
psicoanálisis o de los filósofos. Pero, ¿habría te es un debate, y algunos psicoanalistas le
varias cualidades de real? Esto apoyaría su dirán: “Somos todos neuróticos”. No, lo sien-
idea de que lo real no es un concepto. to, no somos todos neuróticos, porque existe
una diferencia entre el neurótico y el normal;
G.P.: Existen varias maneras de compren- es una diferencia sutil, pues son los mismos
der lo real. La mayoría de la gente no dife- ingredientes psíquicos los que son emplea-
rencia entre lo real y la realidad, y concep- dos. Pero allí donde el normal actúa, el neu-
tualizar lo real necesita cierto trabajo. Aho- rótico padece, sufre. Algunos sufren pasiva-
ra, para saber si existen varios reales, desde mente y otros actúan. Los mismos ingredien-
un punto de vista teórico existe sólo un real, tes están allí, y es lo que decía hace un mo-
es lo real de la angustia de castración que el mento sobre la capacidad de pasar a la ac-
sujeto transformará, como pueda, en reali- ción. Esto tiene una implicación muy grande
dad psíquica, metabolizada en el fantasma, para la cura psicoanalítica. Podemos plantear
cifrando el síntoma, cifrando el goce. Ope- el problema de esta manera: en un momen-
rando sobre el fantasma se obtienen resul- to del trabajo analítico el problema principal
tados reales. se vuelve no ya el síntoma, sino la inhibición.
La posibilidad de pasar sus exámenes, de ca-
sarse, está en el primer plano del trabajo. El
Docta: En este sentido, ¿el fin del análisis acto analítico no es el mismo tampoco, por-
sería un trabajo de descifrado o de cifrado? que así como no se puede decir nada en re-
lación al síntoma, de la misma manera, cuan-
G.P.: El fin del análisis, de pronto lo pode- do un analizante se pregunta sobre algo que
mos poner en plural porque hay varias mane- él ha de realizar, el acto del analista no es
ras de concebir el fin del análisis. Para la ma- forzosamente callar sino, al contrario, inter-

4 Über Infantile Sexualtheorien, 1908.

161
Gérard Pommier Palabras cruzadas

venir. ¿Por qué? Porque el analizante sitúa a da por los mismos psicoanalistas?
su analista en la posición de aquél que le va
a prohibir, va a pensar como analizante que G.P.: Para mí es la condición primera pa-
él no es capaz de llegar a hacer tal o cual co- ra que el psicoanálisis continúe. Es necesario
sa. Entonces, el acto del analista consistirá en que haya psicoanalistas. Si empezamos a
significarle: “¡Vos podés hacerlo, vamos, ha- decir, por ejemplo, “Freud ha sido superado
célo!” En ese momento es un acto completa- por Lacan” (algunos lacanianos dicen esto),
mente diferente al acto frente al síntoma, yo quisiera saber entonces en qué punto ha
que es una formación del inconsciente y que sido superado, porque se puede demostrar
sería tratado por el equívoco. Éste es un mo- que toda su vida Lacan fue un comentador
do de tratamiento completamente diferente de Freud. Es de esta manera que avanzó, le-
de la inhibición. Esto tiene una importancia yendo a Freud. Simplemente Freud trazó el
en la orientación de la cura. campo y, es normal, otros vinieron y traba-
jaron los puntos de su descubrimiento, que
no son de ninguna manera obsoletos. Toda-
vía hay cosas para explorar. ¡El psicoanálisis
Docta: ¿Cómo ve el futuro del psicoaná- comienza! No sólo comienza con cada ana-
lisis? lista, sino que también debe ser nuevamen-
G.P.: El primer problema es el futuro del te recorrido a la luz de nuevos descubri-
psicoanalista (risas). Hay constantemente un mientos. Si usted considera los conceptos de
enorme debate de ideas en el medio psicoa- Lacan, por ejemplo, un concepto muy sim-
nalítico para que los mismos psicoanalistas ple, la cuestión del Nombre-del-Padre, hay
continúen haciendo el trabajo de psicoana- una cierta manera de conceptualizar que
listas, que crean en ello en cierta manera, ser aparece en 1956. Luego, a partir de los años
aquél que es el incauto del inconsciente pa- ‘70, la metáfora paterna va a evolucionar y
ra que el psicoanálisis continúe. Si los mis- Lacan pondrá el Nombre-del-Padre en plu-
mos psicoanalistas tienen una práctica un ral. Esto obliga a revisar el concepto de los
poco tímida o muy conceptualizada, esto años ‘70 con las nociones del ‘56. Pero si us-
anula el valor del psicoanálisis, por ejemplo, ted hace esta revisión de una cosa con rela-
se confunden normalidad y neurosis. Esto ción a la otra, está obligado a inventar otra
supone un trabajo constante de renovación cosa que va más allá de lo que Lacan mismo
de los conceptos. Yo pienso que el futuro del encontró. ¿Quiere esto decir que la teoría
psicoanálisis está complemente asegurado está siempre en movimiento? No obligato-
con la condición de que los analistas no re- riamente, porque es siempre un mismo
nuncien a su acto. Cada época tiene sus lí- campo. Es necesario servirse de Freud y de
neas de defensa contra el psicoanálisis. Aho- Lacan para explorar otro campo. Nuestro
ra son las neurociencias. Entonces podemos objeto de estudio no es ni Freud ni Lacan, es
decir: no nos importa, eso no nos interesa, el inconsciente y su aplicación en la esfera
etc. ¡En absoluto! Hay que responder a cada de la cultura. Si no tenemos esta posición, el
nuevo desafío y dar nuestras respuestas. psicoanalisis está perdido.

Docta: ¿Una de de las principales defen- Traducción: Federico Ossola Piazza


sas contra el psicoanálisis estaría conforma- y Sandra Vasquez.

162
Palabras cruzadas Gérard Pommier

Versión publicada con autorización del autor, aunque sin revisar, de un fragmento de Gérard
Pommier, Qu’est-ce que le “réel”?, Éditions Erès, Ramonville Sainte-Agne, 2004.

¿Qué es lo “real”? miento en la vigilia busca delimitar el


Unario original en exilio, instalado en el
Hasta aquí, lo real ha sido definido co- universo.
mo la materialidad en tanto habitada
por la pulsión rechazada a causa de la A esos dos órdenes de percepción, in-
angustia de castración, operación que terno y externo, fáciles de distinguir, se
delimita un “afuera”. No obstante, este agrega un tercero. Aquél de las palabras
último puede estar constituido tanto que, ellas también, al igual que cual-
por percepciones externas como por quier otra cosa, pueden dar la ocasión de
percepciones internas. La investidura de una percepción. Al hablar, se olvida a
lo real concierne cualquier percepción, menudo su materialidad, porque su va-
tanto aquéllas que son intrapsíquicas co- lor sonoro es en general enmascarado
mo las que consideramos habitualmente por lo que ellas tratan de decir. Esta “sig-
como materiales. Una imagen de un sue- nificación” resulta del ensamble de va-
ño, así como una ensoñación diurna, rias palabras, unidas por la cópula de un
puede ser investida de esa manera por verbo (reducible al verbo ser). En la pala-
la pulsión y llegar a ser la fuente de una bra corriente, uno se desinteresa de la
creación alucinatoria percibida en el ex- imagen sonora de los significantes en
terior. Cuando percepciones internas beneficio de sus conceptos, que se distin-
(por ejemplo una imagen onírica) son guen gracias al conjunto de la frase1. No
proyectadas al exterior, se producen alu- escuchamos entonces la música de las
cinaciones forjadas de la nada. Cuando frases, para prestar atención a lo que tra-
se trata solamente de percepciones ex- tan de decir.
ternas, ese real guarda en su posesión
una potencialidad alucinatoria (investi- Esta represión del valor sonoro
da por el redoblamiento de la significa- “real” desaparece en ciertas formas de
ción fálica), que hace que nos pregunte- psicosis (como la manía) cuando se pro-
mos si la vida es sueño. duce un acontecimiento cuya significa-
ción no puede ser integrada. Debido a
Si existe una duda sobre el grado de esto, todas las significaciones de las fra-
realidad del afuera, es porque el adentro ses se vuelven problemáticas. Las pala-
rechazado lo inviste. Esta interpenetra- bras retoman entonces su valor sonoro
ción nunca es más clara que en ciertas “real”, alucinatorio: decapitadas de la
ocasiones como el despertar, cuando se significación, huyen las unas de las otras
desenmaraña el afuera del adentro (se al infinito. Es a lo real de una palabra
reitera la represión primordial). A partir que una nueva palabra trata de escapar,
de ésta, el trabajo constante del pensa- hasta que ésta aparezca a su vez como

1 Para entenderlo, es suficiente referirse a la definición del significante según Ferdinand de Saussure.

163
una percepción “real” (etc.). Este caso Por ejemplo, la imagen de un lobo
particular de la psicosis permite com- (loup en francés) es evocada por el soni-
prender el funcionamiento de los signi- do lou. Pero cuando ese sonido forma
ficantes: a partir del momento en que parte de otra palabra, como louvoyer o
son tomados en la significación de una loustic (etc.), la imagen de “loup”, que
frase, protegen de lo real. Por un lado, pudo por un instante hacernos estreme-
son materiales y ellos mismos reales. Y, cer, será enseguida recubierta por la sig-
por otro lado, uniéndose entre ellos, sir- nificación a la que el sonido “lou” dio
ven para forjar conceptos abstractos
vida. Puede ocurrir también que la re-
perdiendo su valor real. Su unión prote-
presión del sonido por el sentido deje
ge contra aquello de lo que ellos mis-
de funcionar. Es el caso del sueño, cuan-
mos están constituidos. Tienen así un
do el proceso primario (que asocia las
rol de pivote de primer plano en la rela-
percepciones como sonidos) está en pri-
ción del sujeto al afuera y al adentro.
En su parte material, las palabras son mer plano. Lo mismo vale para los esta-
fabricadas con el afuera: es un afuera dos alucinatorios en la vigilia, particu-
mágico, el único que el sujeto puede larmente los de la psicosis. En estas oca-
domesticar para hacer de él un escudo siones, el sonido lou puede asociarse a
contra el resto del afuera. Pues su mate- la imagen del lobo que será investida
ria puede ser petrificada, puesta a dis- pulsionalmente y rechazada afuera. De
posición de la creación subjetiva de sig- manera que el sonido lou, aunque se
nificaciones que, comunmente, prote- encuentre en una frase sin relación al
gen de ese afuera. predador (por ejemplo: “Me encontré
con Louis que iba al Louvre en un auto
El sujeto siempre puede utilizar los
alquilado {loué}”), puede dar a luz brus-
sonidos para asociarlos entre sí y hacer-
camente a la alucinación del lobo. El lo-
los traicionar así su origen pulsional2. Pe-
bo puede salir de cualquier bosque de
ro las palabras pueden rebelarse, recuer-
dan siempre su musicalidad de origen, su palabras, por poco que el proceso pri-
salvajismo nato. Están siempre prestas a mario imponga su imagen en detrimen-
quitarse el velo, a dejarse llevar a un de- to del sentido. Naturalmente esta evo-
rrape sonoro, a dejar escapar un lapsus. cación carnívora no tiene otro interés
Son esclavos que están bien al tanto de que el didáctico pues, de manera gene-
los sistemas de protección, pero pueden ral, todos los vocablos son predadores
de golpe retomar su libertad. Cualquiera en potencia. Cualquier palabra muerde
que hable puede sentir abrirse brusca- a partir del instante en que es soltada
mente bajo sus pies un abismo poético, si por la significación.
podemos llamar así a las sombrías com-
pañías de la palabra, cuando ésta se re-
bela contra su amo3. Traducción: Federico Ossola Piazza.

2 Salvo en el caso del autismo.


3 Versus es la etimología del verso poético, forjada a partir de “retorno”.
Contextos
England with Lacan

Alberto Cabral*

Introducción con que Lacan intentó abordar las particula-


ridades de la subjetividad contemporánea.
No me propongo sugerir una supuesta ad-
hesión masiva a la enseñanza de Lacan en la Nuestro título, entonces, se inscribe en la
sociedad inglesa, ni tampoco en sus asocia- misma perspectiva que la señalada por un
ciones psicoanalíticas, aunque es uno de los conocido escrito de Lacan: Kant con Sade.
sentidos que podría desprenderse de la am- En ambos casos, el uso de la preposición con
bigüedad del título. Me interesa, en cam- apunta a destacar que la puesta en serie de
bio, compartir algunas consideraciones so- los dos nombres constituye una apuesta a
bre la posición subjetiva de la soldado esta- producir un efecto de verdad sobre el pri-
dounidense L. England tomando como base mero de ellos mediante la utilización de las
un texto reciente de S. Sontag [2004]. categorías teorizadas por el segundo.

Elaborado a partir de una fina observa-


ción de la sociedad estadounidense, el rigor
Creencias y renegación
de sus reflexiones permite sin embargo veri-
ficar que (como afirmaba Tolstoi) al pintar la Recordemos que al reconocer oficialmente
propia aldea, se pinta el mundo. Por supues- los tormentos perpetrados por England y sus
to que las categorías teóricas de Sontag no compañeros sobre prisioneros iraquíes, el
son las del psicoanálisis. Pero si convenimos presidente Bush advirtió: “No reflejan la na-
en que éste, “más que ninguna otra práctica, turaleza del pueblo estadounidense”. Si pu-
está orientado hacia el hueso de lo real” [La- diéramos atribuir a Bush una familiaridad
can, 1964], no nos resultará sorprendente con la oposición naturaleza-cultura (sobre la
reencontrar en su análisis algunas de las tesis que tanto insistió Lévi-Strauss), hasta podría-

* Psicoanalista (APA)

167
Alberto Cabral Contextos

mos otorgarle a su enunciado el estatuto de creencia profundamente arraigada en el


un lapsus en el que se haría posible escuchar neurótico: la creencia en la disposición
una puesta en cuestión, no de la naturaleza esencial del ser humano hacia el bien. Apos-
sino de la cultura estadounidense. tando a recomponer la misma complicidad
infantil con el ciudadano medio que inten-
Pero el perfil intelectual (al menos, el di-
taba reconfirmar una formulación para no-
fundido públicamente) del mandatario es-
sotros más familiar (en el sentido del heim-
tadounidense torna problemática la suposi-
lich): “Los argentinos somos derechos y hu-
ción de una tal familiaridad. Es por eso que
manos”.
creemos que, con su advertencia, la intui-
ción política de Bush apostaba tan sólo a Como toda creencia, ésta también está
movilizar un resorte de la estructura neuró- sostenida en los efectos de la renegación.
tica para recomponer la complicidad infan- Freud [1930] los evocaba irónicamente para-
til con el “ciudadano medio”, resquebraja- fraseando a Goethe: “a los niñitos no les gus-
da por la difusión de las fotos. Ese resorte ta oír que se les mencione la inclinación in-
no es otro que la renegación. nata del ser humano al ‘mal’, a la agresión, a
la destrucción y, con ellas, también a la cruel-
Freud se ha servido de ella para delimi-
dad. Es que Dios los ha creado a imagen y se-
tar el lugar estructural que ocupan las
creencias (glauben) en la subjetividad del mejanza de su propia perfección, y no se
neurótico. Así, la verleugnung ocupa un lu- quiere admitir cuán difícil resulta conciliar la
gar fundante en sus esfuerzos por dilucidar indiscutible existencia del mal -a pesar de las
las condiciones que hacen posible la subsis- protestas de la Christian Science- con la om-
tencia en el inconsciente de la creencia en nipotencia o la bondad infinita de Dios.”
la existencia del falo materno, de la creen- Vemos ahora el sentido de la apuesta
cia en la propia inmortalidad, de la creencia
contenida en la advertencia de Bush. Se tra-
en la existencia de un padre hiperpoderoso
ta de confinar en un territorio otro (el de la
que pueda asegurar toda la protección que
excepción, la anomalía y, en última instan-
la fantasía infantil pueda añorar. En todas
cia, la perversión) los abusos cometidos por
estas situaciones, Freud detecta que se tra-
los soldados estadounidenses, a los efectos
ta para el neurótico de preservar en el in-
de preservar la representación idealizada
consciente la representación de un lugar
de “la verdadera naturaleza del pueblo es-
(respectivamente: la figura materna, el pro-
tadounidense”. En una perspectiva más ge-
pio yo, la figura paterna) no atravesado por
neral, este intento de confinamiento es la
los efectos de la castración [Cabral, 2000].
expresión visible de un esfuerzo de renega-
Lacan [1962] generaliza estos hallazgos
ción que compromete el registro de un
freudianos en la formalización rigurosa que
campo de la experiencia humana, íntima-
propone de la posición neurótica, al carac-
mente articulado con la problemática del
terizarla como un retroceso ante la castra-
Mal. Lacan [1959] lo exploró en términos de
ción del Otro.
goce: su franqueamiento -intentaremos
En el caso particular de la advertencia de ilustrarlo- aparece cada vez más facilitado
Bush, se trata de salir al encuentro de una para el sujeto neurótico contemporáneo.

168
Contextos Alberto Cabral

La presencia inquisitorial del Otro dramiento simbólico de la escena bélica


contemporánea.)
Pero vayamos al texto de Sontag. La autora
parte de cuestionar los efectos de la rene- Pero no sólo la violencia ejercida sobre
gación: “las fotos [de la cárcel de Abu-Gh- los prisioneros iraquíes es alineada por Son-
raib] somos nosotros”, dispara. Y convierte tag entre las características que hacen a la
el “caso England” en un espejo privilegiado vida estadounidense. También el registro
para registrar las marcas (y los estragos) de fotográfico de esa violencia es inscripto por
los retornos de goce que componen la fiso- la autora en una tendencia más general.
nomía del ciudadano medio estadouniden-
“La vida es, cada vez para más personas,
se. En sus términos: inscribe el “caso En-
lo que se puede capturar en fotos o en el vi-
gland” en una tendencia al “aumento del
deo digital. [...] La gente retrata todos los
regodeo fácil en la violencia”. “Los Estados
aspectos de su vida, los almacena en archi-
Unidos -nos dice- se han convertido en un
vos de computadora, y luego los envía por
país en el que las fantasías y la ejecución de
doquier.” Y en ese punto en el que vivir
la violencia se tienen por un buen espectá-
equivale a ser fotografiado, se entiende su
culo, por diversión”.
conclusión: “algo faltaría si, tras apilar a
Lo ilustra con lo que ocurre en el espacio hombres desnudos, no se les pudiera hacer
virtual de los videojuegos y su reiteración una foto.”
de tramas de asesinatos y persecuciones. Pe-
Resulta tentador para un analista reco-
ro también con lo que sucede en el espacio
nocer en ese “algo” el valor simbólico de la
simbólico de los ceremoniales juveniles de
mirada autentificadora del Otro [Lacan,
graduación, o de ingreso a equipos deporti-
1961]: aquel que convalida que es moi
vos y unidades militares, cada vez más po-
quien, en la imagen que entrega el espejo,
blados de humillaciones y vejámenes infrin-
protagoniza la proeza de unificación de un
gidos a “los recién llegados”.
cuerpo fragmentado. Se trata del sostén
Se trata, para nosotros, del deterioro de simbólico que hace posible la experiencia
la eficacia simbólica vehiculizada por estos del espejo y que otorga consistencia al pla-
rituales que, convertidos hoy en parodias no de las identificaciones imaginarias, que
de primitivos dispositivos de iniciación, ter- en la perspectiva de Lacan distan de ser au-
minan alentando el retorno de los mismos tónomas (no está de más subrayarlo, ahí
montantes de goce que deberían contribuir donde algunas lecturas [Fages, 1973] tien-
a regular. En este punto, las observaciones den a abordar el estadío del espejo como
de Sontag se inscriben en la perspectiva de una experiencia excluyentemente imagina-
la tesis de Lacan y de Lévi-Strauss que seña- ria). No debería sorprender, entonces, la in-
la un desdibujamiento progresivo de los dis- sistencia en la demanda de reconocimiento
positivos responsables de la transmisión de dirigida al Otro (aun a sus semblantes tec-
la eficacia simbólica en la cultura occidental nológicos) en sujetos cada vez más despro-
(en un trabajo anterior [Cabral, 2003], pu- vistos de aquellos recursos simbólicos nece-
blicado también en Docta, abordé esta tesis sarios para autentificar la realidad de la
a partir del análisis del deterioro del encua- propia experiencia.

169
Alberto Cabral Contextos

Pero en el análisis fino que nos brinda cárcel de Abu Ghraib (así como en el cum-
Sontag parece haber algo más. Al comentar pleaños, en la luna de miel o en el naci-
la pose sonriente de England junto a prisio- miento de un hijo), algo en el sujeto gozó.
neros heridos o torturados, observa: “Hay
hoy una complacencia primordial en ser fo- C. Soler [2001] ha sugerido una fórmula
tografiado, a lo cual no se tiende a reaccio- (De un Otro al otro) para dar cuenta de un
nar con una mirada fija, directa y austera quiebre en el punto de amarre de la angus-
como antaño, sino con regocijo. La sonrisa tia en el sujeto contemporáneo. Es el quie-
es una sonrisa dedicada a la cámara.” bre que determina el empuje a la angustia
suscitado por la ausencia del Otro consisten-
Nos parece que en este punto la cámara te de la modernidad. Preanunciada en el
comienza a cobrar un valor diferente en su “Dios ha muerto” de Nietzsche, se hace más
análisis. No se trata ya de su función nota- notoria a partir del desdibujamiento progre-
rial, de rúbrica de la autenticidad de una sivo de los ideales y proyectos convocantes
experiencia que al sujeto contemporáneo, de la modernidad que Lacan [1962] evocaba
en su minusvalía simbólica, parece escurrír- con una bonita metáfora: el “encabritamien-
sele entre las manos, sumergiéndolo en ese to de los caballos de la historia”. Con ella
“poco de realidad” anonadante que de- destacaba los efectos angustiantes sobre la
nunciaba el surrealismo [Lacan, 1949] subjetividad contemporánea desencadena-
(¿quién de nosotros no ha visto palidecer el dos por la conmoción del optimismo históri-
brillo de unas vacaciones al extraviar una co y la fe en el progreso, precipitada al ritmo
cámara de fotos?). de los acontecimientos que marcaron a fue-
go las últimas décadas del siglo XX.
En esta nueva cámara que se insinúa en
el análisis de Sontag podemos reconocer Pero en la brecha que abre la ausencia
ahora el soporte de lo que llamaremos la de ese Otro consistente, se insinúa cada vez
presencia inquisitorial del Otro. Aquel ante más (las observaciones de Sontag y nuestra
el cual el sujeto contemporáneo se ve cada clínica lo verifican) la figura de un Otro su-
vez más conminado a ofrecer testimonios peryoico que ya no opera en la perspectiva
de su obediencia para con ese mandato su- del “Che Vuoi?”. Arrincona, en cambio, al
peryoico mudo para Freud y que Lacan sujeto mediante un “¿Gozaste?” inquisidor
[1962] intentó hacer más audible para noso- (más próximo a Torquemada que a un mero
tros al enunciarlo en términos de: “¡Goza!”. examinador), que redobla el mandato de
estructura: “¡Goza!”
Testimonios de sometimiento al superyó,
así en la guerra como en las situaciones más Preferimos, para subrayar este desliza-
nimias de la vida cotidiana... Ése es el valor miento, la notación: De un Otro a Otro. A
que, en tanto signos de goce, cobran para condición de alojar en la fisura de la barra no
nosotros la complacencia y el regocijo que tanto la emergencia de un deseo enigmático,
Sontag capta en una sonrisa que contrapo- sino el desborde de un mandato de goce. El
ne a la austeridad que transmiten en cam- mismo que alienta los retornos que dan cuer-
bio las fotografías clásicas. Se trata, en defi- po a esa hipocresía cultural con la que Freud
nitiva, de acreditar que también ahí, en la [1915] atrapó, antes que H. Arendt, la obe-

170
Contextos Alberto Cabral

diente inclinación al mal de personajes tan Las conclusiones de Browning permiten


banales como England [Cabral, 2003]. inscribir las acciones de los miembros del Ba-
tallón 101, al igual que las de la soldado L.
England, entre las exteriorizaciones de una
La inquietante normalidad de hipocresía cultural atravesada por los desbor-
“Batallones de Englands” des de un mandato de goce que se vuelve ca-
da vez más perentorio para el sujeto neuróti-
Una inclinación análoga, y en personajes co contemporáneo. Cuestionan, a la vez, la
igualmente grises y banales, registró C. creencia que hemos visto insinuarse por de-
Browning [1998] (uno de los más reconoci- trás de la advertencia de Bush: aquella cen-
dos historiadores del Holocausto) en su re- trada en una inclinación esencial del ser hu-
construcción de las acciones del Batallón mano hacia el bien. Creencia piadosa, diría-
Alemán de Reserva Policial 101. El destaca- mos también, en tanto se sostiene en la rene-
mento (de aproximadamente 500 hombres) gación de la “indiscutible existencia del mal”
consumó, una vez destinado a Polonia y en para salvaguardar la representación de “la
el corto plazo de quince meses, el asesinato bondad infinita de Dios”.
de 38.000 ciudadanos judíos... Browning se
ha apoyado para sus investigaciones en los El extenso arraigo de esta creencia hace
testimonios de 125 miembros aún vivos del comprensible la desazón de muchos medios
Batallón, recogidos durante la investigación estadounidenses al constatar que las histo-
legal de las acciones de la unidad que la fis- rias personales de los guardias que partici-
calía del Estado de Hamburgo emprendió paron junto a England de las fotos del es-
entre 1962 y 1972. cándalo “son tan comunes y vulgares como
las de la mayor parte de los norteamerica-
En sus conclusiones, Browning se ve lle- nos” [Diament, 2004]. El arraigo del mismo
vado a formular esta pregunta inquietante: prejuicio es el que explica la recurrencia de
“¿Cómo fue posible que la mayor parte de aquellos abordajes que apuntan a demoni-
los agentes del Batallón 101 se convirtieran zar estas irrupciones inquietantes de goce
en asesinos, y que solamente una minoría por la vía de su confinamiento en un campo
de quizás el diez por ciento no lo hiciera?” radicalmente diferente al de la “normali-
Después de analizar prolijamente y luego dad psíquica”.
desechar los múltiples intentos de adscribir
a un perfil psicopatológico definido la dis- Las nominaciones de ese campo otro
ponibilidad para protagonizar este tipo de suelen correr por cuenta del discurso psi-
episodios, el autor concluye que “los proce- quiátrico: las nociones de perversión y de
sos psicológicos habituales y las motivacio- psicopatía (aun en sus versiones psicoanalí-
nes humanas normales y corrientes son las ticas) están siempre al alcance de la mano
fuentes principales de la capacidad humana para permitir una depuración psicopatoló-
para la destrucción en masa de la vida de gica de la representación del “hombre nor-
sus semejantes. La maldad que surge del mal”. Éste queda entonces exceptuado (pa-
pensamiento normal y es cometida por per- ra tranquilidad de todos los niñitos, diría
sonas corrientes es la norma, no la excep- Freud) de los riesgos de incurrir en “exce-
ción” [el destacado es mío]. sos” políticamente incorrectos.

171
Alberto Cabral Contextos

En este contexto, resulta comprensible el Para quienes seguimos de cerca la ense-


interés despertado por la convocatoria a ñanza de Lacan, en el horizonte de este de-
una actividad científica de la APA. -“Las raí- bate se perfila la problemática del deseo
ces psíquicas del mal”-, reflejado en las nu- del analista. En esa verdadera “mutación en
merosas comunicaciones presentadas para la economía del deseo” [Lacan, 1961] que lo
su discusión. Constituye un buen indicador constituye, reconocemos una formalización
de la medida en que los “batallones de En- más rigurosa de la aptitud para la cultura
glands” contemporáneos nos interpelan en que Freud [1915] apostaba a hacer surgir,
tanto analistas... Interpelación que resuena como un efecto del procesamiento de la hi-
tanto en el plano de la eticidad, que es in- pocresía cultural del neurótico, en el curso
herente a nuestra práctica, como en el del de la cura analítica. Se trata de una “rees-
sostén que la hace posible. tructuración del deseo” [Lacan, 1961] en el
analista que, ubicado entonces en un más
Son muchos los trabajos recopilados que, allá de la referencia paterna y sostenido en
ante estos interrogantes, coinciden en invo- un punto de real, permite anudar un obstá-
car una inscripción de la práctica analítica en culo más eficaz ante los retornos de goce
referencia al Bien. La excelente contribución que el de la barrera, siempre porosa, de ese
de L. Martinto de Paschero [2004] constituye recurso simbólico por excelencia que es la
un buen testimonio. Después de confesar con represión [Cabral, 2002].
franqueza el malestar subjetivo que le produ-
ce el contacto con las exteriorizaciones dis- En un reportaje reciente en el que reco-
ruptivas de goce cada vez más presentes en rre estas cuestiones, el escritor argentino A.
nuestra cultura (malestar que es un efecto Manguel [2004] sostenía: “Ricardo III no es
inevitable en quien no se ampara en la rene- un monstruo absoluto: en caso de serlo, no
gación de “la indiscutible existencia del habría responsabilidad humana en sus ac-
mal”), la autora comenta: “Sólo se me ocurre tos. Hay algo de humano en él, que me ha-
agregar que también está el Bien, y que es en ce pensar que hay algo de él que está en
su nombre que vivimos, proyectamos, actua- mí.” Y recuerda una frase en inglés que se
mos, y yo estoy escribiendo estas líneas.” pronuncia cuando uno ve a una persona co-
meter un acto infame: “Allí, excepto por la
Mi impresión es que autorizar la práctica gracia de Dios, voy yo.”
analítica en la referencia al ideal (ésta es la
inscripción reservada al Bien en la metapsico- Es en el preciso lugar en que el dicho in-
logía freudiana), y en la incitación a la repre- glés invoca el sostén de la gracia de Dios, que
sión que de él se desprende, mantiene los Lacan apuesta a la función más confiable del
efectos de la cura sobre la moralidad del neu- deseo del analista. Alertado seguramente
rótico dentro de los límites designados por la por las observaciones de Freud [1933], quien
hipocresía cultural (recordemos que con esta se sirvió del ejemplo de la Inquisición para
noción Freud conceptualiza la fragilidad es- demostrar que la gracia de Dios (al igual que
tructural de una posición ética que, en tanto las figuras laicas de la representación del
edificada sobre el fundamento de la repre- Bien) ha suministrado a lo largo de la historia
sión, está expuesta por lo tanto a los retornos las racionalizaciones necesarias para legiti-
de goce inevitables de su tercer tiempo). mar los retornos más crueles de goce.

172
Contextos Alberto Cabral

Resumen Bibliografía
Tomando como base un texto reciente de S. Arendt, H. (1962) Eichman en Jerusalén. Lumen, Barcelona.
Sontag que analiza las fotos de los tormen- Browning, C. (1998) Aquellos hombres grises. Edhasa, Bar-
tos perpetrados en la cárcel iraquí de Abu celona.
Ghraib, el autor desarrolla algunas conside- Cabral, Alberto C. (2000) Cuestiones en psicoanálisis, cap. XI.
raciones sobre la posición subjetiva de la Letra Viva, Buenos Aires.
soldado estadounidense L. England. Abor-
_(2002) “Ética o ‘etiqueta’: la cura y los destinos de la hipocresía
da el “caso England” como un indicador pa- cultural”, en Revista de psicoanálisis, APA., tomo LX, Nº 1.
radigmático del sometimiento del sujeto
_(2003) “Algunas observaciones sobre la guerra, el pacifismo y
contemporáneo (cuya creciente orfandad el fundamentalismo contemporáneos”, en Docta, Nº 0, Córdoba.
simbólica se destaca) ante la irrupción cada
Diament, M. (2004) “Bush y las fotos del escarnio”, en diario La
vez más perentoria de un mandato super-
Nación, Buenos Aires, 22 de mayo.
yoico de goce. Se discute la pretensión de
confinar los desbordes propiciados por este Fages, J. B. (1973) Para comprender a Lacan. Amorrortu, Bue-
nos Aires.
mandato en una estructura psicopatológica
particular. Se destaca cómo la hipocresía Freud, S. (1915) De guerra y muerte. A. E., XIV.
cultural del neurótico contemporáneo per- _(1930) El malestar en la cultura. A. E., XXI.
mite dar cuenta de la obediente inclinación
_(1933) ¿Por qué la guerra? A. E., XXII.
al mal de personajes tan banales (en el sen-
tido de H. Arendt) como England. Lacan, J. (1949) “El estadío del espejo”, en Escritos I. Siglo XXI,
México.

_(1959) Seminario VII: La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos


Aires.

_(1960-1) Seminario VIII: La transferencia. Paidós, Buenos Aires.

_(1962) Seminario X: La angustia. Inédito: clase del 19/12/1962.

_(1964) Seminario XI: Los cuatro conceptos. Paidós, Buenos


Aires.

Manguel, A. (2004) Entrevista en revista Ñ, Nº 50, Buenos Aires,


setiembre.

Martinto dePaschero, L. (2004) “El Mal y el malestar en la


cultura”, en AA. VV., Acerca del mal. Raíces psíquicas. Publi-
cación de APA.

Soler, C. (2001) “La angustia de transferencia y otras angustias”


en Revista de psicoanálisis, APA., Tomo LVIII, Nº 4.

Sontag, S. (2004) “Imágenes torturadas”, en revista Ñ, Nº 35,


Buenos Aires, mayo.

173
El psicoanálisis más allá de las limitaciones
que lo acechan

Carlos Schenquerman*

Ser psicoanalista no es hoy -en época de cri- teóricas sino también ideológicas: de políti-
sis sociales en las que uno mismo está impli- ca científica y estrategia de supervivencia
cado, crisis que nos atraviesan- tarea fácil. del psicoanálisis -enredadas todas ellas con
Sabemos, desde hace ya muchos años, que las inquietantes condiciones respecto al fu-
el propio psicoanálisis está en crisis y que turo del “estamento”. Ello no puede, sin
ello no es el puro efecto de una situación ex- embargo, funcionar como coartada que lle-
terna, no es algo que venga desde afuera, ve a desconocer la cantidad de contradiccio-
producto directo de lo social y económico. El nes, de hipótesis adventicias, que ha acumu-
psicoanálisis arrastra, y desde hace mucho lado el psicoanálisis a lo largo de más de un
tiempo, su propia crisis, crisis interna de un siglo, y esto más allá de sus aciertos, reduci-
campo de conocimiento que no logra nor- dos por sus detractores y agrandados por sus
malizarse estructurando sus paradigmas co- devotos, todos con lentes de aumento dis-
mo verdades aceptadas por la comunidad puestos a usarlos en una u otra dirección.
científica de pertenencia. Cada época tiene
sus propias dificultades, y lo que en tiempos A ello se suma el hecho de que, tanto por
de los pioneros fue indiferencia y rechazo su identidad social -de artesano, obligado en
social por parte del establishment, hoy es muchos casos a ingresar en la cadena de
pseudo-cientificismo que pretende dar por montaje de las corporaciones prestatarias de
superadas cuestiones que no han terminado salud que pretenden que reemplace el cincel
aún de ser dirimidas. No es casual, entonces, por la máquina- como por la materialidad
que las instituciones psicoanalíticas se vean misma a la que se enfrenta -materialidad psí-
jaqueadas tanto desde afuera como desde quica en constante confrontación con la rea-
adentro, ya que las diferencias no son sólo lidad histórica-, el psicoanalista se ve llevado

* Psicoanalista.

174
Contextos Carlos Schenquerman

a reflexionar asiduamente en los límites mis- por decirle al mundo hallarán el mismo des-
mos de su práctica sobre la realidad social y tino. Sólo que no ha de acontecer muy rápi-
cultural en la que está inmerso junto a sus do; tenemos que saber esperar”, diría en
pacientes. Si el saber como psicoanalista le 19101, para afirmar, ya en 1930: “Quien en su
abre la posibilidad de acceder a un saber so- juventud conoció por experiencia propia la
bre sí mismo, ese saber lo confronta a querer amarga pobreza, así como la indiferencia y
saber del otro y de la sociedad que lo circun- la arrogancia de los acaudalados, debiera es-
da. Lo diferencia el poder ubicarse a la dis- tar a salvo de la sospecha de ser incompren-
tancia óptima; si bien se ve y se sabe entra- sivo y no mostrar buena voluntad ante la lu-
mado al resto, puede alcanzar la indepen- cha por establecer la igualdad de riqueza en-
dencia de la mirada y una aguda conciencia tre los hombres, y lo que de ésta deriva.”2
crítica; crítica a la desigualdad social y econó-
mica, crítica a la marginación de las minorías, ¿Qué queda, actualmente, de esa posi-
crítica al abuso de poder y al autoritarismo, ción del psicoanálisis y de los psicoanalistas?
crítica a los privilegios y la injusticia, crítica a Si el psicoanálisis escandalizó en sus co-
la impunidad. mienzos, si las heridas narcisísticas que pro-
dujo generaron enemigos y detractores,
Esto subtiende toda la obra de Freud. hoy las cosas toman otro giro. Incorporado
Más allá de la universalidad del descubri- como “saber cotidiano” y despojado para
miento, no es posible dejar de subrayar las ello de los aspectos más revulsivos que sus
condiciones particulares en las que ejercitó formulaciones imponen, muchos de sus co-
su práctica -tanto teórica como clínica. La nocimientos circulan como ideología coti-
marginalidad de sus orígenes en los comien- diana diluyéndose en múltiples terapias
zos, el exilio y la persecución al final, marcan que no conservan nada de él, salvo la creen-
su vida y operan como una exigencia más pa- cia en la función curativa de la palabra,
ra su pensamiento, que se despliega tendido practicadas aun por las instituciones que se
siempre entre su deseo de seguridad y éxito reclaman herederas del linaje freudiano.
y la imposibilidad de subordinación que le
imponen a su inteligencia las marcas preco-
ces de los padecimientos sufridos: “Por po- Hacer un recuento de los recursos
derosos que sean los afectos y los intereses del psicoanálisis…
de los hombres, también lo intelectual es un
poder. No justamente uno que consiga reco- La institución psicoanalítica ha crecido, se
nocimiento desde el comienzo, pero sí tanto ha multiplicado y expandido desde sus orí-
más seguro al final. Las más graves verdades genes en aquellos miércoles de las Minutas
terminarán por ser escuchadas y admitidas de Viena, fundamentalmente en sus aspec-
después que se desfoguen los intereses que tos cuantitativos; ello no ha sido garantía
ellas lastiman y los afectos que despiertan. de crecimiento a nivel cualitativo. En efec-
Siempre ha sido así hasta ahora, y las inde- to, la repetición, la ecolalia -el psitacismo
seadas verdades que los analistas tenemos reverencial, al decir de Rosolato3-, están a la

1 Freud, S.: Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica, en O. C., vol. 11, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
2 Freud, S.: El malestar en la cultura, en O. C., vol. 21, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
3 Rosolato, G.: “El psicoanálisis idealoducto”, en revista Trabajo del psicoanálisis, vol. 3, Nº 8, México, 1986.

175
Carlos Schenquerman Contextos

orden del día, dando cuenta de que el psi- tar las nuevas problemáticas que plantea es-
coanálisis se ha desarrollado más como cor- te momento histórico, sino, y esto es funda-
poración que como cuerpo de teoría. Como mental, de continuar embarcados en el pro-
lo define Luis Hornstein: “Un psicoanalista ceso de revisión de paradigmas para no que-
es una trayectoria. Se analiza. Lee. Procesa dar atrapados, no quedar adheridos a las
sus lecturas. Y por supuesto, ejerce. Ejerce antiguas y caducas respuestas que sólo res-
la clínica y la teoría. Supervisar y enseñar, si ponden a las viejas preguntas que hoy de-
le vienen, le vienen por añadidura. ¿Qué vienen un lastre que paraliza nuestra mar-
hace en su consultorio? Los más talentosos, cha. Cito aquí a Gilou García Reinoso: “Ma-
los más trabajadores se diferencian por sus lestares de diversa índole dificultan una to-
prácticas y/o sus producciones. Los otros se ma de posición creativa para afrontar con
diferencian por sus emblemas. Las ‘teorías’, mayor libertad los malestares nuevos en es-
cuando se las amaña y congela para conser- ta cultura. Uno de ellos -que no hay que ca-
var la identidad, son sólo contraseñas, ‘pass- llar, pero casi inconfesable- es que, en tanto
words’, como se dice ahora. ¿Y quién nece- práctica social, el psicoanálisis, al pertenecer
sita confirmar su identidad? El que no quie- al campo de las ‘profesiones liberales’ -en
re o no puede hacerla navegar, sea porque vías de desaparición-, ve como ellas amena-
la identidad ha naufragado, sea porque le zadas las condiciones tradicionales de su
da agorafobia cualquier actividad de puer- ejercicio, lo cual da por resultado un nuevo
tas para afuera.”4 repliegue en las prácticas de las instituciones
De todos modos, las reservas del psicoa- -de formación, o sea de reproducción- con
nálisis siguen siendo importantes, tanto des- su clientela cautiva. En consecuencia, hay un
de el punto de vista teórico como desde la refuerzo de los discursos dogmáticos. Las
perspectiva intelectual de quienes en él se instituciones tienen que subsistir, política-
interesan. Tal vez nuestra preocupación esté mente. Con pretexto de extraterritorialidad,
aquejada más por la sensación de insuficien- los analistas parecen poder pasar por alto y
cia que el estamento manifiesta para salva- no analizar las relaciones de su campo con el
guardar la riqueza que atesora, para poner campo de las ‘leyes de la ciudad’. Se privile-
freno al avance de la “neurologización” de gia lo instituido cercenando la capacidad de
las producciones simbólicas, para tener un pensar más allá de lo ya sabido, en desme-
compromiso más a fondo con quienes aspi- dro de la capacidad instituyente y la creati-
ran aún hoy, derrotada la utopía -no sabe- vidad.” Y más adelante dice: “Hay, sin duda,
mos aún por cuánto tiempo ni bajo qué for- un ‘malestar’ por no saber cómo pensar lo
mas será relevada-, a paliar los efectos del impensado. Pero este malestar no puede de-
estallido del sujeto en el marco de un males- tenernos. Si no nos atrevemos a extender las
tar cuyo sufrimiento se hace cada vez más fronteras de nuestro conocimiento, no sere-
patente. Depende, el futuro del psicoanáli- mos sino repetidores de un saber convalida-
sis, no sólo de su capacidad de no soslayar lo do. Y la repetición es testigo e instrumento
incognoscido psíquico que se sustrae al co- de lo mortífero. Estamos demasiado impul-
nocimiento, de su capacidad de descubri- sados a regirnos por la nueva ética del nue-
miento y de nuestra posibilidad de enfren- vo orden: la ética de ‘lo posible’, que nos

4 Hornstein, L.: Panel Conceptualización de catástrofe social. Límites y encrucijadas, de “Clínica psicoanalítica ante las catástrofes so-
ciales. La experiencia argentina”, Jornadas 2002, Buenos Aires. Comisión Organizadora: D. Waisbrot et al.

176
Contextos Carlos Schenquerman

empuja a dejar de pensar por ‘imposible’ lo res de objetos que logren la saciedad, el lle-
que tal vez no sea sino lo censurado. Según no de un vacío-; sujetos que, a su vez, termi-
los tiempos: por el saber, por la epistemolo- nan por ser consumidos, ellos mismos, por
gía o por lo político institucional.”5 esta lógica cultural. Todo es comprable. To-
do es vendible. Y los que no pueden com-
prar o no pueden venderse bien, sueñan
Ante las formas actuales con estar en el pellejo del “exitoso”, del
del malestar “winner”. La forma de homogenizar las
profundas disparidades en el acceso a los
Y si de los malestares de nuestra cultura se bienes de consumo se produce por vía ima-
trata, digamos que si consideramos que la ginaria a través de soñar ser el otro, el ído-
sociedad y el momento histórico son el con- lo, ése que los mass media les muestran y
texto macro en el que se encuentran las cla- que ellos observan fascinados. El consumo
ves de la producción de subjetividad, esta de la imagen misma se convierte en otra im-
sociedad actual sin duda incide en la elec- portante vía de saciedad. Intentos de sobre-
ción de modelos de interacción entre los su- vivir, de llenar un vacío imposible de ser lle-
jetos que la integran, incluidos los psicoana- nado. Kristeva define con claridad al sujeto
listas. Ella se ha constituido a partir de dos de esta historia que, tiranizado por la cultu-
imaginarios sociales heterogéneos, como ra de la imagen y el acto, no tiene un discur-
bien subrayó Castoriadis: uno definido por
so sobre su mismidad, presionado por el es-
los antiguos ideales de igualdad frente a la
trés, impaciente por ganar y gastar, por dis-
ley, solidaridad, autonomía, participación,
frutar y morir6. Y dos grandes peligros ace-
transparencia, posibilidad de crítica cons-
chan al sujeto psíquico en situaciones de cri-
tructiva y autocrítica, el modelo de ética y
sis como las que se ha atravesado en los úl-
de realización personal en un proyecto de
timos tiempos: la pérdida del sentido de so-
participación social, y otro, opuesto, carac-
lidaridad con el semejante, de investimien-
terizado por la competencia despiadada, el
tos ligadores al otro que lo someten al va-
individualismo, el triunfo del más poderoso,
cío y lo sumen en la desesperanza, al desa-
la impunidad, la voluntad de demoler al
rraigo de sí mismo, y la desidentificación en
competidor, el modelo de hedonismo como
relación a sus propios valores e ideales.
fin último y realización material individua-
lista. Lamentablemente, nuestro mundo ac- Sin duda fue Pichon-Rivière uno de los
tual, se desliza cada vez más aceleradamen- pioneros, en Argentina, en proponer llevar
te hacia este último modelo. Lucro y reina- el psicoanálisis a un más allá de las fronte-
do de esta lógica depredatoria han ido in- ras del consultorio de la práctica clínica. Por
vadiendo las relaciones sociales que hasta eso hace ya muchos años nos propusimos
hace poco no habían estado sujetas a pre- poner a trabajar su pensamiento7.
cios. Esto determina una paradójica objeta-
lización de los sujetos -sujetos consumido- Reconocido o renegado, el pensamiento

5 García Reinoso, G.: Relaciones del psicoanálisis con lo social y lo político, en “Jornadas de los estados generales del psicoanálisis”,
Buenos Aires, 2002.
6 Kristeva, J.: Las nuevas enfermedades del alma. Cátedra, Madrid, 1995.
7 Usamos el concepto trabajar en el sentido en que Jean Laplanche lo propone, particularmente en el artículo editorial del N∞ 1 (vol.
1, México, 1981) de la revista Trabajo del psicoanálisis.

177
Carlos Schenquerman Contextos

de Pichon-Rivière atraviesa en diagonal to- como de la clínica, y que ponen sobre el ta-
do el psicoanálisis argentino. Recompuesto pete, nuevamente, los problemas de arras-
en el marco estructuralista, ensamblado en tre que el psicoanálisis lleva bajo modos no
la interacción, asimilado a una propuesta totalmente esclarecidos ni sistematizados.
de desplazamiento del psicoanálisis a la te-
rapia familiar, la noción de vínculo que a él Cuestiones como las referidas al objeto,
debemos está en el interior de las prácticas a la relación que con él establece el sujeto,
que hoy se ejercen en múltiples institucio- al vínculo -para aproximarnos a aquella no-
nes y consultorios. ción cara a Pichon-Rivière-, forman parte
del vocabulario cotidiano psicoanalítico ac-
Así, gran parte de las teorías familiológi- tual bajo modos diversos de aproximación
cas actuales se sostienen en enunciados más conceptual. En ciertos casos, se trata de una
o menos aggiornados -con la inclusión de reformulación que alcanza a la metapsico-
reformulaciones estructuralistas- de muchas logía de la clínica o de la teoría grupal con
ideas pichonianas, sin que ello sea abierta- la cual muchos se manejan; en otros, sim-
mente reconocido o explicitado. Y esto aca- plemente de una incorporación acrítica en
rrea necesariamente un arrastre de vicios y la cual se superponen conceptos sin que se
virtudes si no se hace un deslinde concep- cobre demasiada conciencia ni de la contra-
tual mínimo de los presupuestos de base. dicción que se pone en juego ni de las im-
Encontrar estos ejes de pensamiento, que se passes a las cuales ello conduce.
entrelazan con productos genuinos o espu-
rios de la teorización “criolla”, es parte del Un mínimo ordenamiento se hace nece-
análisis de un movimiento de transmisión sario, más aún cuando intentamos encon-
en el cual Pichon-Rivière es evocado, en un trar los modos de ensamblaje entre lo sin-
extremo, como el pope de un saber consti- gular y, para decirlo de un modo descripti-
tuido y totalizante; en el otro, como quien vo y en referencia a lo social, lo grupal. Por
“ya fue”, recordado nostálgicamente como nuestra parte, pensamos que sería adecua-
figura legendaria de los orígenes, vinculado do enmarcar esta cuestión en términos
a una etapa tanto del psicoanálisis como de conceptuales más precisos, vale decir,
la historia del país. abordar las relaciones entre lo intra y lo in-
tersubjetivo encontrando las vías de deter-
La problemática de la relación del sujeto minación y pasaje entre uno y otro campo
psíquico al semejante no es algo que preo- de fenómenos.
cupe sólo a la psicología grupal. Las discu-
siones de los últimos años en el interior del
psicoanálisis respecto al carácter del sínto- La herencia de un
ma, a su determinación y sus efectos; la fun- pensamiento crítico
ción de la estructura parental en la consti-
tución del psiquismo; la posición fundacio- Hagamos de inicio una apelación al pensa-
nal del otro por relación a los orígenes del miento crítico reconociéndonos en una ge-
inconsciente, son todas cuestiones que han nealogía pichoniana, espíritu no temeroso
producido un verdadero sacudimiento en ni de las transiciones ni de las excomunio-
los fundamentos mismos, tanto de la teoría nes. Hay un cierto spinozismo que transita

178
Contextos Carlos Schenquerman

modos de pensar como el de Pichon-Riviè- que otorga la inteligencia sólo se sostiene,


re; son aquéllos que propician una búsque- a su vez, en el valor de las reglas de conduc-
da racional aun en el interior mismo de lo ta prescriptas; reglas prescriptas, en nuestro
que sería el pensamiento religioso. En su caso particular, por el compromiso que im-
Tratado teológico-político8, Spinoza predi- pone una reevaluación conceptualizante
ca la libertad intelectual e incluso la practi- marcada tanto por una ética que rige a la
ca al estudiar los textos sagrados con un cri- comunidad científica como a los modos de
terio que los somete al rigor científico. Exa- producción, apropiación y circulación de los
minar el sentido de la Escritura como se conocimientos. Reglas internas al sistema
examina cualquier otro libro no pone en científico en cuestión que acostumbramos a
duda su devoción a Dios, tal como él la con- llamar método, pero reglas también que
cibe. Defensa de la libertad de pensamien- hacen a la práctica social en la cual los cono-
to que se abre en la dirección de una de las cimientos se insertan.
cuestiones importantes: el derecho a los
propios juicios, sentimientos y creencias co- Desde esa perspectiva es que nos hemos
mo algo que no puede ser enajenado a nin- emplazado hace ya años para repensar al-
gún pacto social. gunas cuestiones respecto a las posibilida-
des y alcances de una práctica extramuros, a
Despojar el conocimiento científico de partir de reposicionarnos en los desarrollos
los aspectos de fe -no de convicción, no de que el psicoanálisis tuvo en los últimos
pasión-, concebida esta fe como la creencia tiempos. Y también, para ello, establecien-
absoluta en el dogma, como una creencia do un deslinde respecto al cuestionamiento
que no puede poner a prueba sus propios pueril que desestima toda actividad grupal
postulados de base y que se caracteriza por como instrumento de la práctica social ex-
el “recurso a la autoridad”, y embarcarnos
tramuros haciendo extensivas las críticas
en un “retorno al texto”, o más aun, sobre
formuladas -muchas de ellas no sin razón- a
el texto -es decir, en el desentrañamiento de
la psicoterapia de grupo. La dilución del in-
sus contradicciones internas-, trae conse-
consciente en una ideología “vincular”, la
cuencias tanto para el procesamiento teóri-
confusión entre objetos del inconsciente y
co psicoanalítico como para el modo de con-
objetos “reales”, “externos”, el desliza-
cebir la práctica en el campo grupal o social.
miento de la teoría freudiana del conflicto
“No se puede enajenar el derecho a pen- intrapsíquico -entre instancias- al conflicto
sar en el poder supremo”9, proponía Spino- intersubjetivo -entre “personas”-, la anula-
za; frase que retomamos hoy para plantear ción de la subjetividad singular y su subsu-
que no sólo no se puede enajenar en el po- misión en categorías universales y abstrac-
der supremo el derecho a pensar sino que tas -sea del orden de la mitología biológica,
no se puede delegar en él la responsabili- sea del orden estructural-, son algunos de
dad de hacerlo, ya que no es sólo desde el los cuestionamientos teóricos de peso que
poder supremo que emana la autoridad se han contrapuesto al ejercicio de la psico-
despótica sino desde los sujetos que deposi- terapia grupal homologada, sin más, con el
tan en él esa responsabilidad. La libertad psicoanálisis.

8 Spinoza, B.: Tratado teológico-político. Juan Pablos Editor, México, 1975.


9 Spinoza, B.: Op. cit.

179
Carlos Schenquerman Contextos

Sería imposible proponer, a esta altura tasmáticas. Y si se trata de un precipitado


de nuestro desarrollo teórico -y de su corro- de primerísimos modos de enlace a objetos,
boración en la práctica-, que lo que deter- es indudable que los rasgos de estos objetos
mina todo accionar humano sea del orden han quedado impresos a costa de una muti-
del inconsciente, aunque no haya acto hu- lación fragmentada de lo real.
mano en el cual el inconsciente no partici-
pe. Entre el deseo inconsciente, inscripto, Esta desconstrucción de lo real, anterior
autoerótico, aislado de lo real, degradado a a toda desconstrucción científica y de la
“puro significante”, en el sentido más am- cual el yo estructura complejos modos de
plio del término, y las motivaciones cons- recomposición, nos alerta sobre la imposi-
cientes, reconocidas, articuladas, hay no só- bilidad de proponer, al menos para el in-
lo múltiples eslabones intermedios que las consciente, la posibilidad de una “episte-
unen y las distancian sino barreras de pasa- mología convergente”, en el sentido picho-
je, de interceptación, de aislamiento. Sería niano del término. Hace años que hemos
también imposible, a esta altura de la histo- roto con el ideal de una epistemología uni-
ria, abstenerse de la inclusión del incons- ficada y que nos hemos habituado a la idea
ciente en la apreciación de un fenómeno de concebir una legalidad diferente para
humano. Lo que nos parece necesario po- fenómenos de diverso orden. Ello no quie-
ner de relieve es el hecho de que, concebi- re decir que diversas legalidades no pue-
da la constitución del sujeto psíquico en el dan operar simultáneamente sobre un mis-
interior de la estructura del Edipo, la cues- mo objeto -real, no epistemológico-: éste
tión del semejante, del otro humano, toma sería el trabajo más arduo por realizar con
un giro radicalmente diverso, y es esta una relación a una supuesta interdisciplinarie-
cuestión que inaugura una perspectiva iné- dad. El hecho de que haya fenómenos que
dita en psicoanálisis. Aunque es necesario deben ser abordados desde distintos enfo-
aclarar que desde el inconsciente, tal como ques epistémicos, por distintas disciplinas,
Freud lo concibió, el semejante no tiene ca- no implica que con la interdisciplinariedad
bida como tal, como diferenciado y reflejo que se construye para ese fenómeno se in-
de lo real. El semejante se inscribió inicial- tente homologar o sustituir una racionali-
mente, en el inconsciente, como “indicio de dad por otra; se trata más bien de encon-
objeto”, como fragmento, huella mnémica trar órdenes de incidencia sobre la base de
de algo sustituido por inscripciones y aisla- la definición clara de cada una de las disci-
do de lo real. Es la inscripción, recompuesta plinas de partida para este abordaje en
y totalizada del lado del yo, del lado del particular -y no todas operan simultánea-
imaginario amoroso, la que hace que su mente y con el mismo orden de incidencia,
perdurabilidad sea posible. Son las identifi- ya que los elementos determinantes no lo
caciones, primarias y secundarias, dando son tampoco. Estamos nuevamente a nivel
origen al yo y a las instancias ideales, al su- de una intersección multidisciplinaria en el
peryó, un precipitado de enlaces a objetos abordaje concreto de un problema a resol-
que nunca persisten como tales en el apara- ver, y no en el de una “interciencia” que di-
to psíquico, sino “metabolizados” por mo- luya los presupuestos específicos con los
vimientos deseantes y recomposiciones fan- cuales cada ciencia toma a su cargo un as-

180
Contextos Carlos Schenquerman

pecto de lo real. Tomemos el ejemplo sim- Realizando un balance que da cuenta


ple de una úlcera gástrica en un paciente: de más de cincuenta años de estructuralis-
habrá momentos en los cuales el trata- mo y en momentos de reflujo de su domi-
miento médico se convierta en imperativo nancia, podemos señalar también que la
y determinante para la vida del paciente y propuesta del inconsciente fundado a par-
su salud futura, lo cual no obsta para que tir de movimientos estructurales inaugura-
un tratamiento psicoanalítico adecuado da por el lacanismo, al mismo tiempo que
ofrezca garantía de modos de organización constituyó un giro revolucionario y abrió
de la angustia que favorezca resimboliza- nuevas vías para pensar la cuestión del se-
ciones tendientes a evitar el pasaje a lo so- mejante, produjo nuevas impasses y apo-
mático. Encontrar las determinaciones dife- rías que obligan a no desconocer que gran
renciales y los modos de operar adecuados parte de sus desarrollos cayeron -tanto en
nos evita la subsumisión -generalmente lo que hace a la constitución del sujeto co-
riesgosa y que lleva al fracaso- de “panpsi- mo a las consecuencias clínicas que de ello
coanalitismo”, “paneconomicismo” o se derivan- en posiciones que echan por la
borda postulados centrales del psicoanáli-
“panmedicalización”.
sis: abandono de la teoría pulsional en aras
Si las consecuencias de estos desliza- de un espiritualismo deseante, liquidación
mientos en la práctica son evidentes, e im- del estatuto ontológico del inconsciente y
plican una extensión abusiva del método, su consiguiente valor posicional por rela-
efecto de la omnipotencia entusiasta que ción “a la barra resistente a la significa-
llevó a confundir el campo posible de apli- ción” (teorización que anula de hecho, y
cación de los grupos en la práctica social en un mismo movimiento, conceptos cen-
con el de la psicoterapia analítica, esto no trales como los de represión, conflicto y re-
descarta el hecho de que haya beneficios sistencia), migración del inconsciente in-
terapéuticos en las prácticas grupales -tam- fantil a la estructura parental, desapari-
bién los hay espontáneamente en los fenó- ción del carácter intrasubjetivo del sínto-
menos de masas-. Pero es imprescindible, ma y su emplazamiento en el plano inter-
aun hoy, y por múltiples razones, dejar sen- subjetivo, etc.
tadas las diferencias sustanciales que se Muchos de estos desarrollos, consciente
abren entre la práctica analítica y cualquier o inconscientemente, se han extendido a la
otra práctica que tome, bajo formas más o familiología dando un sustrato conceptual
menos explícitas, más o menos encubrido- a posiciones que, de hecho, han reingresa-
ras, elementos aislados de ella para llevar do al psicoanálisis luego de años de perma-
adelante su procesamiento, no por mero necer en sus márgenes. No podemos dejar
afán de preservación de una supuesta pu- de plantear a esta altura que la confusión
reza teórica o de dominio o apropiación existente entre, por una parte, metaboliza-
del psicoanálisis sino justamente para reu- ción fantasmática de la implantación de ob-
bicar sus posibilidades a partir de redefinir jetos sexuales, y condiciones reales, ambien-
las variables que crean un campo fértil pa- tales, de interacción, por otra, lleva a la mu-
ra su eficacia. tación que pone en el centro de la estructu-

181
Carlos Schenquerman Contextos

ración tanto sintomal como psicopatológica mas. No podemos acusar a los filósofos de
en general a la vida familiar. nuestras propias incapacidades; es a los psi-
coanalistas a quienes corresponde poner a
Para no reducir la complejidad al prueba sus enunciados y constituir una teo-
dogmatismo ría de lo psíquico que haya pasado la prue-
ba de la metapsicología. Ni podemos dejar
El psicoanálisis no puede diluir su compleji-
de pensar hoy que el psicoanálisis biologis-
dad en fórmulas empobrecedoras. La rein-
ta y endogenista no es sino una réplica del
clusión del otro en la constitución psíquica,
sistema que reduce a los seres humanos a
así como los modos posteriores de relación:
los que constantemente expulsa hacia la
seducción originaria, modelización narcisís-
marginalidad a sus puros cuerpos biológi-
tica de las identificaciones, implantación
cos, y que entonces limita sus acciones a un
del sistema de prohibiciones e ideales, de
asistencialismo que despoja los restos de
ser reubicados y conceptualizados, pueden
identidad y genera la engañosa propuesta
ofrecer un sustrato más racional a nuestra
de una sola realidad: la de una economía
praxis y posibilitar una práctica clínica que,
sin salida en el campo nacional, la de un
sostenida en la metapsicología, permita el
cuerpo sin subjetividad en el espacio de la
ordenamiento de un campo en el cual el
vida humana. El psicoanálisis no es culpable
crecimiento desordenado de las malezas
de lo que de él han hecho los psicoanalistas.
atenta contra su fecundidad.
El vicio de cierto freudo-marxismo, tal
Sin embargo, el estructuralismo psicoa- como se gestó en particular en América La-
nalítico no dejó nunca de privilegiar, como tina entre los ‘60 y los ‘70, consistió posible-
eje de su propuesta, el carácter fundante de mente no sólo en el intento de ensamblaje
la estructura del Edipo -no de cualquier tipo abstracto de dos teorías cuyos puntos de in-
de organización interhumana- y no se con- tersección (no estando claros) llevaron a
fundió, al menos en sus principios teóricos, una especie de “pastiche” ecléctico, sino
con un interaccionalismo que perdiera de fundamentalmente en no tomar en cuenta
vista el carácter sexuado del sujeto psíquico. que en el interior de cada una de ellas era
necesario una limpieza de los paradigmas,
Quienes conozcan los desarrollos propi-
una puesta al día de sus enunciados de ba-
ciados por los filósofos de la llamada Escue-
se a partir de una resolución no dogmática
la de Frankfurt sabrán del importante es-
de sus contradicciones.
fuerzo realizado por encontrar órdenes de
intersección con el psicoanálisis. La Escuela Y si bien para el psicoanálisis de toda
de Frankfurt pudo realizar una labor impor- una época el conocimiento de los fantasmas
tante en el interior de la filosofía misma, inconscientes posibilitaría al sujeto un me-
pero lamentablemente -como también pa- jor manejo de la realidad exterior con la
só con Pichon-Rivière en la Argentina- el cual tiene que lidiar, ello no se produciría si-
psicoanálisis de que disponían fue un psi- no “por añadidura”, sin que se subsuma en
coanálisis de impregnación endogenista y ello el objetivo fundamental del análisis
biologista en el cual no se había realizado que consiste en un “mejor manejo”, en un
una verdadera puesta al día de sus paradig- “arreglárselas” con la realidad interior, con

182
Contextos Carlos Schenquerman

la realidad psíquica. De no ser esto deslin- subjetividad que permitiera desprenderse


dado, toda intervención analítica corre el tanto del biologismo como del idealismo so-
riesgo de suscribir, más allá de los sistemas lipsista, sigue siendo en nuestros tiempos
o realidades con las cuales se coincida -unas cuestión central, tanto para un abordaje de
mejores que otras-, aun cuando sea de mo- la teoría psicoanalítica como de la problemá-
do involuntario y contrario a las formulacio- tica de la práctica en el campo social. En tal
nes de quien la propicia, una psicología sentido, más allá de nuestra imposibilidad de
adaptacionista que sostendría la ilusión de conservar nociones centrales de la obra de
una superación del inconsciente proponién- aquellos pioneros -tales como la teoría del
dose el despejamiento de la fantasía neuró- vínculo en los términos planteados por Pi-
tica para que detrás de ella pudiera emer- chon-Rivière y una concepción de objeto in-
ger la realidad (una realidad única que su- terno en la cual, pensamos, los aportes fun-
bordinaría al paciente, en última instancia, damentales de Klein se diluyen-, retomar las
al principio de realidad del analista, aun cuestiones que hacen a lo intra y lo intersub-
cuando este principio de realidad estuviera jetivo en los procesos grupales y explorar a
atravesado por las propuestas más contes- partir de ello los procesos sociales como fenó-
tatarias y avanzadas de su tiempo). menos fecundos y de alcances mayores para
Propuesta, por otra parte, no muy lejana extender los descubrimientos del psicoanáli-
de aquella que concibió a la ideología como sis a la práctica extramuros, más allá de la
un movimiento ascendente en el cual la práctica individual y con posibilidades de in-
ideología “verdadera” debía sustituir a la cidencia en la resolución de los problemas
“ideología falsa”, alienada -herencia de que aquejan a grupos sociales numerosos, es
una lectura reduccionista en la cual se supo- razón necesaria para sentir que en el camino
ne que a determinadas condiciones objeti- de romper y reanudar ubicamos nuestra ta-
vas de la realidad la conciencia debe res- rea en continuidad con el pensamiento y el
ponder con un grado igual de objetividad-. espíritu que guió la obra de Pichon-Rivière.
De esta manera, la intención socializante de
Esta tarea merece ser realizada, entre
los psicoanalistas setentistas, Pichon-Rivière
muchas otras razones, porque hay allí una
particularmente, respecto del conocimien-
intuición que no puede ser abandonada, in-
to, no podía sino caer en un empobreci-
tuición que guió el pensamiento de Pichon-
miento de la teoría misma no habiendo si-
Rivière y que hace a su persistencia larvada
do aún generadas las condiciones para la
y constante en el psicoanálisis argentino: la
realización de una ilusión democratizante,
intención de quebrar el solipsismo endoge-
en el marco de una sociedad en la cual las
nista al cual el biologismo de arrastre en psi-
condiciones de producción y apropiación
coanálisis parecería condenar al ser huma-
circulaban al modo general de la mercancía.
no. Allí se define también la persistencia de
Un utopismo desalienante parecía guiar una implicación, de un compromiso, que de-
toda la propuesta, perspectiva que produce termina en el sujeto una voluntad de apro-
hoy, en nosotros, cierta nostalgia por la ilu- piación de sus propios enunciados -similar,
sión devenida concepto. Sin embargo, aquel de uno u otro modo, a aquello que, de mo-
intento por encontrar un paradigma de la do más sofisticado, se ha conocido poste-

183
Carlos Schenquerman Contextos

riormente como “palabra plena” y que hace cotidiana, su praxis- era el de romper y re-
a un cambio en la posición del sujeto respec- novar. Propuesta de ruptura y renovación
to de su propia implicación subjetiva. que lo condujo a trazar un camino desde el
cual intentar el salto del psicoanálisis a la
Por ello suscribimos a las palabras de Sil-
psicología social -salto al vacío, no porque
via Bleichmar: “Si existió Lacan en un siglo
ello fuera imposible pero sí porque lo era
que valió la pena ser vivido, falta aún al psi-
antes de que una teoría de la constitución
coanálisis redefinir los términos con los cua-
de la subjetividad, en el marco de lo inter-
les se insertará en la historia que comienza.
subjetivo, se produjera con todo su peso en
Tanto su capacidad de hacer frente a nuevos
el interior del psicoanálisis mismo-, inaugu-
problemas como la confianza decisiva en su
rando al mismo tiempo toda la problemáti-
fecundidad, son motivo de los párrafos que
ca de los Grupos Operativos, generando sus
anteceden. No hay en ellos, indudablemen-
posibilidades de existencia y, por supuesto,
te, la menor propuesta de una agenda de
abriendo un campo para nuevas aplicacio-
debate para la realización de un balance,
nes o exportaciones, más allá de las fronte-
pero sí la convicción de que la herencia teó-
ras del consultorio en el cual se desenvuel-
rica debe ser resguardada de sus mayores
ve la práctica analítica.
riesgos: su dilución en el interior de un cam-
po empobrecido material y teóricamente,
así como su enquistamiento empobrecedor
a partir del desgaste de un pensamiento crí- Un psicoanálisis capaz de afrontar
tico que la remoce. La restauración histórica nuevas cuestiones
no viene hoy de la mano de la polémica sino
Sabemos, por nuestra propia experiencia y
de la dilución de los enunciados que produ-
nuestra propia práctica en situaciones que
jeron lo mejor del pensamiento que hemos
nos tocó vivir y en las que intervinimos, que
recibido: soslayar a Lacan, como soslayar a
si el psicoanálisis tiene algo que decir fren-
Marx, son las formas larvadas del autoani-
te a las poblaciones severamente afectadas
quilamiento de los intelectuales. Someter a
por catástrofes naturales (como el terremo-
discusión la vigencia de la herencia teórica
to sufrido en México en setiembre de 1985
recibida es el primer paso para comenzar
y las inundaciones padecidas en los últimos
nuestra propia recomposición ante las difíci-
años en la Argentina), si pueden plantearse
les condiciones imperantes.”10
vías de resolución elaborativas para los
Dejemos por un instante de lado, enton- efectos de colapsos históricos como los vivi-
ces, las fragilidades teóricas, las superposi- dos por los refugiados guatemaltecos aloja-
ciones conceptuales, los ensamblajes impo- dos en campamentos de frontera en el nor-
sibles, los saltos sin solución de contigüidad te de México, y producirse proyectos para el
que se expresan en todos los desarrollos enfrentamiento que las poblaciones rurales
teóricos pichonianos, para pensar al servicio deben realizar ante el avance de la moder-
de qué intuición, a qué propuesta transfor- nización, si hay posibilidad de comenzar a
madora se abocaban. Digamos, para ser pensar e implementar alguna estrategia pa-
breves, que el supuesto que guiara su tra- ra ayudar a reelaborar su propia historia y
bajo y definió su obra -no sólo escrita sino la historia que los circunda a menores in-

10 Bleichmar, S.: “La hora de un balance”, en revista Zona erógena, Nº 49, Buenos Aires, 2001.

184
Contextos Carlos Schenquerman

fractores que llenan instituciones que son deviniera virtud. En tales circunstancias, ine-
más depósitos de marginales que verdade- vitablemente, no fueron muchos quienes si-
ros lugares de recuperación de la dignidad guieron preocupándose por repensar algu-
y de la responsabilidad social ante la mise- nas cuestiones inauguradas ya por Freud y
ria, si es posible paliar los efectos del trau- rescatadas por los analistas de aquella épo-
matismo psíquico producto de la violencia ca en la cual el psicoanálisis se concebía co-
irracional en grandes sectores de la socie- mo una ciencia profundamente renovadora,
dad como el producido por el atentado te- revolucionaria, capaz de cambiar los desti-
rrorista a la sede de la Asociación Mutual Is- nos de la humanidad. Sabemos hoy que ello
raelita Argentina (AMIA) en julio de 1994, no es tan fácil, y “El porvenir de una ilusión”
el psicoanálisis tiene la obligación, dado ha cedido su lugar, paulatinamente, a un
que tiene la posibilidad, de contribuir a la cierto escepticismo; pero la puesta en tela
construcción de respuestas y de instrumen- de juicio de la utopía no necesariamente de-
tos simbolizantes para esos sectores, en di- be llevarnos a abandonar la esperanza de
chas circunstancias. que el psicoanálisis tenga algo para aportar
a una comprensión no sólo más profunda de
El agotamiento teórico de las “trinche- los fenómenos humanos sino más amplia,
ras” abre la posibilidad de pensar ciertos ganando en extensión, sin limitarse por en-
puntos de articulación. Y ello desde dos án- de al ejercicio de una práctica cerrada, cor-
gulos: desde la perspectiva intrateórica, en porativa en el peor de los casos.
el campo específico del psicoanálisis, tanto
de sus postulados teóricos como de su prác- Desde la perspectiva que hemos escogido
tica clínica, y en el de las posibilidades de su se hace evidente que toda extensión, aplica-
aplicación o exportación extramuros, en zo- ción o exportación de los conceptos psicoa-
nas de articulación con otras disciplinas o nalíticos a prácticas no analíticas sólo es po-
campos del conocimiento. sible a partir de la delimitación estricta del
psicoanálisis como tal, como descubrimiento
La responsabilidad de una parte impor- del inconsciente y ejercicio de su explora-
tante de los psicoanalistas no ha sido poca al ción. Ello genera condiciones para ubicar los
respecto. Influenciados por el estructuralis- campos limítrofes y definir las posibilidades
mo, hicieron gala de un profundo desprecio de abrir nuevos espacios de aplicación que
por las prácticas aplicadas -extramuros- que, puedan entroncar otros descubrimientos
a partir del psicoanálisis mismo, abrieron realizados por áreas del conocimiento más o
campos importantes para ampliar los hori- menos cercanas. Esta delimitación no sólo
zontes de un pensamiento que atravesara conserva cierto territorio para el psicoanáli-
considerablemente a nuestra cultura con el sis, sino que evita el imperialismo psicoana-
concepto de inconsciente. El menosprecio lítico sobre otras ramas del saber.
por todo aquello que tomara en cuenta al-
go más que el psicoanálisis individual, acom- La aproximación a una cultura diferente,
pañado de las profundas lesiones generadas marcada por experiencias históricas, ideoló-
por años de imposibilidad de agrupamiento gicas y de valores distintos, obliga a un psi-
social -efecto de la dictadura impuesta en la coanalista a llevar hasta las últimas conse-
Argentina-, contribuyeron a que el defecto cuencias el postulado de base que rige todo

185
Carlos Schenquerman Contextos

proceso de la cura: el de la acogida benevo- de trabajar con menores infractores, con lí-
lente. Abstenerse de todo juicio de valor, de deres comunitarios que tenían a su cargo
toda propuesta de ideología de vida, de to- propiciar la autoconstrucción de viviendas
do “supuesto saber” acerca de lo que es me- en poblaciones indígenas del sudeste de
jor para el semejante, es algo que se impone México, con sectores marginales propulsan-
cuando uno se ve obligado a enfrentarse a do planes de salud y la transformación de
seres humanos cuyos códigos de cultura son hábitos alimenticios y de vida en general,
distintos a aquellos en los cuales ha transcu- son experiencias a las cuales rara vez tiene
rrido la propia vida. Porque si bien todos los un psicoanalista el privilegio de acceder.
hombres están marcados por el Edipo, por
Si uno no es lanzado en forma desboca-
los movimientos de amor y de odio que van
da a un practicismo degradado, si confía se-
definiendo el campo de sus emociones, si
riamente en que el rigor de la teoría y la
bien todos los seres humanos han sido atra-
ampliación de los límites de la experiencia
vesados por la sexualidad infantil y han cons-
no sólo no están reñidos sino que son mu-
tituido ese movimiento universal que los
tuamente dependientes, si al mismo tiempo
transforma de crías naturales en seres de cul-
conserva y delimita el espacio de su práctica
tura atravesados por el deseo y la angustia,
clínica específicamente psicoanalítica como
las formas peculiares en las cuales estas pa-
un dominio que le permite seguir procesan-
siones se ensamblan, los modos con los cua-
do las cuestiones intracampo -aquéllas que
les se definen los sistemas deseantes, las for-
tienen que ver con la metapsicología, con el
mas particulares con las cuales cada sociedad
proceso de la cura, con la teoría del incons-
define sus sistemas de alianza y filiación,
ciente y con el sujeto psíquico, sexuado, en
obligan a un trabajoso ejercicio de aprehen-
general-, ello lo llevará, inevitablemente, a
sión de la singularidad en el cual las únicas
profundizar una serie de cuestiones que en
certezas a conservar son aquellas que hacen
cierto momento y bajo determinadas condi-
a nuestros postulados teóricos más básicos. Y
ciones aparecían como clausuradas.
ello en el movimiento permanente de dife-
renciación que nos lleva, cada vez más, a ri- Y ya que estamos abordando la cuestión
gorizar nuestros enunciados extrayendo de de la práctica extramuros y de si el psicoa-
ellos la universalidad suficiente y respetan- nálisis tiene algo para aportar a una com-
do, al mismo tiempo, los modos particulares prensión más profunda de los fenómenos
en que esta universalidad se ejercita -todo humanos, quiero introducir una viñeta de
ello, inevitablemente, a costa de dejar de la- una situación muy impactante en la que me
do cualquier orden de generalización. tocó intervenir en aquellos tiempos, justa-
mente, de mi residencia en México. Se trata
Y más allá de las fronteras de nuestros
del caso de una intoxicación masiva por le-
consultorios, en la práctica extramuros, du-
che contaminada en los desayunos escola-
rante un período de aproximadamente diez
res gratuitos que daba una institución ofi-
años se abrió para nosotros la posibilidad de cial11 que afectó a 1.000 niños.
instrumentar proyectos de cierto alcance so-
cial que permitieron una resignificación fe- El grado de intoxicación fue diverso, de
cunda de nuestra práctica. La oportunidad acuerdo a la cantidad de leche ingerida y al

11 DIF: Desarrollo Integral de la Familia.

186
Contextos Carlos Schenquerman

estado físico previo de los niños afectados. gos e intervenir fue la protagonizada por un
El caso es que hubo un 10-15% de niños con grupo de niños que, en un Centro de Salud
cuadros graves; cuatro de ellos murieron por de Ciudad Nezahualcóyotl12, esperaban ser
deshidratación y el resto tuvo diarreas, vó- atendidos. Había allí un grupo numeroso,
mitos y, por supuesto, dolores cólico-intesti- unos sesenta niños. Pero dentro de ese gru-
nales. Subrayemos que, como sucede en es- po había uno más pequeño -tal vez unos
tos casos, la mayoría, el más alto porcentaje diez o doce niños- que, liderados por una ni-
de niños intoxicados, eran de clases sociales ña, aparentemente la mayor de ellos, de
bajas y población de los bordes del Distrito unos once o doce años, se resistían llorando
Federal. El cinturón periférico es habitado desconsolados a ser asistidos por los médicos.
sobre todo por población que desde el inte- Pese a que se los notaba encorvados por los
rior, y particularmente de zonas agrarias, dolores cólicos, se negaban angustiados a la
quiere acceder a las chances económicas que atención médica. Yo era, en aquellos días, di-
suponen existen en las grandes ciudades, o rector del Programa de Salud Mental del Es-
población ciudadana marginada, exorbita- tado de México y docente de la Escuela de
da de los centros del poder socioeconómico. Medicina de ese Estado, y fui convocado pa-
En general, estas familias son las que más ra conversar con esos niños y tratar de enten-
aportan al alto índice de crecimiento demo- der por qué se resistían a ser atendidos.
gráfico ya que tienen de cinco a seis hijos
por unidad familiar (la población mazahua En la conversación que mantuve con
de esa zona tiene once hijos en promedio y ellos, aquella niña me dijo lo siguiente: “No-
tener menos -en su imaginario- es índice de sotros sabemos que ‘la familia pequeña vive
esterilidad en la mujer o de impotencia del mejor’ y sabemos que nos quieren matar co-
hombre; tener menos hijos es, para todos, mo a Guadalupe y a Rosita, que se murie-
menos brazos para labrar la tierra). ron.” Fue muy conmovedora la larga con-
versación mantenida con ellos, en la que se
Esto determina que las campañas de hizo clara y evidente la serie traumática en
control de la natalidad para disminuir el la que se engarzaba este acontecimiento.
crecimiento demográfico sean permanen-
tes y de distinta naturaleza. Se llegaba a li- Todos estos niños, en general, habían
gar trompas de falopio en mujeres a cam- padecido las muertes de hermanitos por la
bio de una radio a transistores. Los slogans precariedad de medios de sus familias; y
de las campañas también fueron diversos. El abandonos parentales precoces: en la línea
que en ese momento -en el de los desayu- materna por embarazos continuos, y de pa-
nos contaminados- se repetía en todos los dres y hermanos mayores por las contin-
medios masivos de difusión y en los cole- gencias apremiantes de la vida que los ha-
gios, instituciones deportivas, cines, etc., cían partir para ocuparse de la subsistencia
era: “La familia pequeña vive mejor.” económica. En ese contexto, la atención
médica no era vivida como actitud protec-
La situación de la que nos tocó ser testi- tora de la sociedad sino como un eslabón

12 Ciudad Nezahualcóyotl es la villa miseria más grande del mundo, con más de dos millones de habitantes. Desarrollada en pocos
años (desde 1963, fecha de su creación), es objeto de interés y estudio de sociólogos, antropólogos y ecólogos de todas las lati-
tudes. Nezahualcóyotl, palabra del idioma fonético náhuatl, proviene de las raíces: nezahual, nezahualo, ayunar, y coyotl, coyote; es
decir, “Coyote en ayuno”. Nezahualcóyotl tiene una de las más altas tasas de densidad de población de México y del mundo, con-
centrando a 19.324 habitantes por kilómetro cuadrado.

187
Carlos Schenquerman Contextos

más de la cadena que asociaban a su desa- a su vez, transformable, que sus contenidos,
parición como sujetos. aunque indestructibles, son modificables.

En ese marco que los determinaba, el de- En la relación entre el monto del estímu-
sayuno intoxicante y la muerte de sus cuatro lo y el umbral del sujeto, éste está determi-
compañeritos se entretejía con muertes rea- nado por la capacidad metabólica, vale de-
les de sus propios hermanos -sin dejar espa- cir simbolizante, con que cuenta el aparato
cio para que los fantasmas fratricidas que- psíquico para establecer redes de ligazón
daran como tales y no en eventuales fantas- que puedan engarzar los elementos so-
mas realizados- y se anudaban a un medio breinvestidos que tienden a romper sus de-
familiar que no les ofrecía la continencia fensas habituales. Si estos elementos son in-
protectora que su estructuración requería. capturables en el entramado yoico porque
están más allá de las simbolizaciones que se
Abandono-separación-violencia-agresivi- han ido estableciendo a lo largo de las ex-
dad-muerte eran la trama en la que se juga- periencias significantes que la vida ofrece,
ba la dialéctica entre las defensas que hasta quedarían librados sea a un destino de sín-
entonces habían operado y la enorme an- toma, sea a una modificación general de la
gustia que los desbordaba y que fracturaba vida psíquica. Al modo de una cicatriz que-
los modos habituales de ejercicio de ellas, loide, una insensibilización de la membra-
cuando lo acontencial de la intoxicación ma- na, efecto de su engrosamiento por con-
siva entró como estímulo inelaborable. trainvestimientos masivos, puede estable-
cerse residualmente y para siempre, hasta
Lo que intentamos transmitir con esta que algo venga a atravesarla.
experiencia es que situaciones así nos obli-
gan a pensar las cosas por lo que para el su- Creemos que es una feliz imagen, esta de
jeto significan. La realidad es realidad del la cicatriz. Señal que queda en los tejidos des-
hombre y para el hombre, es decir imposi- pués de cerrada una herida o una llaga, hue-
ble de pensar desde nuestra práctica o des- lla persistente que da cuenta de una efrac-
de nuestro campo, si no es desde la signifi- ción acontecida anteriormente; por exten-
cación que para él tiene y de las representa- sión, impresión en el ánimo de un sentimien-
ciones que en él pone en juego. to pasado. Si la cicatriz es plástica, es poco no-
toria, no deja limitaciones a la motilidad; una
El aparato psíquico es un sistema abierto cicatriz queloide es algo que se nota, que to-
capaz de sufrir transformaciones por las re- dos ven; es la imagen de un funcionamiento
composiciones que los nuevos procesos his- rígido, empobrecido en los límites de su fun-
tórico-vivenciales obligan. Por otro lado, es- cionalidad y, si se trata del psiquismo, la po-
to es lo que le da razón de ser al psicoaná- breza es no sólo afectiva sino intelectual.
lisis y a nosotros como psicoanalistas.
El proceso terapéutico, sea grupal o indi-
Y si hay recomposiciones, éstas se deben vidual, deberá, para el sujeto, generar las
a que las relaciones que activan los diversos condiciones para una expansión de sus po-
y discretos elementos en conglomerados re- tencialidades psíquicas en el enclave de con-
presentacionales nuevos son posibles. Esto diciones históricas determinadas pero a su
nos permite afirmar que el inconsciente es, vez abiertas, en las cuales la insistencia de re-

188
Contextos Carlos Schenquerman

petición inscripta dé paso a un reordena- propuesta filosófica sino un modo de con-


miento de nuevos modos de recomposición cebir la esperanza: limitar la irreversibilidad
más o menos estables, en el marco de la pers- bajo el modo de operancia sobre la legali-
pectiva vital azarosa pero no indeterminada, dad, no para tornar reversible lo acaecido
arrancándolo (al sujeto) de la oscilación en- (irreversible) sino para dominar sus efectos
tre la angustia y la rigidización defensiva. cuando estos se inclinan del lado de la des-
trucción y de la muerte.”13
La escucha, desde esta concepción teóri-
ca, nos permitirá engarzar en una lectura in- De la caja que Pandora debe entregar a
diciaria, por après coup, reconstruir la géne- Epimeteo, junto a todos los males, la incerti-
sis de la cadena traumática en la cual se jue- dumbre, la enfermedad, la interrogación in-
ga lo histórico-vivencial, reordenando los hi- cesante que tortura, la muerte, surge, de
tos y haciendo posible que lo que era inscrip- forma inexplicable, la esperanza. Ya están
ción atemporal en el inconsciente advenga allí el tiempo que condena y la esperanza
temporalización historizante en el sujeto. que libera. Curiosamente nuestro trabajo
Historizar simbolizando, eslabonar de un tiene algo de eso: frente a la incertidumbre
modo significante los efectos de lo aconten- constante, la repetición que no cesa, la posi-
cial-traumático que el sujeto sabe que sufre bilidad de trabajar, intra o extramuros, por
pero cuyos modos de insistencia desconoce, atenuar esa incertidumbre y poner coto a la
será guía privilegiada para la intervención. insistencia repetitiva mediante algunas con-
vicciones promovidas desde la esperanza.
Y citamos nuevamente a Silvia Bleichmar
para hacer nuestras y compartir sus pala-
bras: “... la herencia del pensamiento racio-
nalista de Freud sigue siendo no sólo una

13 Bleichmar, S.: Coloquio Temporalidad-Determinación-Azar: “Repetición y temporalidad”. Paidós, Buenos Aires, 1994.

189
Carlos Schenquerman Contextos

Resumen recuperación de un espíritu crítico en los in-


tercambios discursivos establecidos sino re-
¿En qué condiciones se encuentra hoy el dimir la apuesta con la cual se planteó des-
psicoanálisis para enfrentar tanto los males- de los comienzos el psicoanálisis, hacer de
tares que propician las condiciones de vida él un instrumento de transformación para
del siglo XXI como la acumulación de im- el alivio del sufrimiento singular pero tam-
passes, contradicciones, aporías que se han bién para ampliar los límites de la compren-
ido acumulando en su propio interior, en las sión en el marco de los fenómenos sociales
diversas escuelas de psicoanálisis a lo largo que lo precipitan.
de más de un siglo?
El autor, que ha conjugado la práctica
Cada época plantea sus propias dificulta- clínica con la implementación de interven-
des para el despliegue del pensamiento, in- ciones psicoanalíticas en situaciones de ca-
tenta imponer sus propias limitaciones, y si tástrofes naturales e históricas -terremoto
aquellas que tuvieron que enfrentar los pio- de México en 1985, efectos del terrorismo
neros en los orígenes del psicoanálisis fue la de Estado, recomposición psíquica de las
indiferencia y rechazo por parte del esta- víctimas del atentado que destruyó la
blishment respecto de su descubrimiento, AMIA en Buenos Aires-, despliega aquí sus
hoy, desde el interior mismo de su campo, reflexiones transmitiendo una experiencia
pero atravesado por los modos de pensar resignificada desde el punto de vista teóri-
de una época que no puede posicionarse en co. A partir de una revisión de rescate y de-
la historia, el pseudo-cientificismo pretende limitación de los paradigmas del psicoaná-
dar por superadas cuestiones que no han lisis en la perspectiva de encarar las limita-
terminado aún de ser dirimidas. ciones que lo aprisionan, Carlos Schenquer-
Pero la práctica no puede diluir su com- man nos convoca a compartir la tarea de li-
plejidad en fórmulas teóricas que devienen berar los aspectos más fecundos de nuestra
coartadas ante esas limitaciones, y rescatar teoría para encarar los nuevos problemas
el espíritu de los pioneros implica no sólo la de la práctica.

190
El psicoanálisis en la Argentina: año 2004*

Emilio Roca

En primer lugar, quiero agradecer en mi mi consulta las variaciones en la forma de


nombre y el de la Asociación Psicoanalítica presentación de una clínica? Esto no me
de Córdoba a la Comisión Organizadora y resulta suficiente ni demostrativo. ¿Deberé
a la Asociación Psicoanalítica de Rosario el hacer un rastreo para establecer si las con-
haberme brindado este destacado espacio: diciones de crisis socioeconómica que atra-
integrar junto a mis colegas, presidentes viesa nuestro país marcan una especial in-
de las sociedades argentinas, el panel de cidencia temática? ¿O buscar entre las pu-
apertura de este V Congreso de Psicoanáli- blicaciones de los colegas con el fin de es-
sis. Me siento sumamente honrado. tablecer cuáles son sus inquietudes, enten-
diendo a éstas como razón o causa de la
En verdad, este agradecimiento dio lu- escritura?
gar en forma seguida a la preocupación.
¿Qué puedo decir del psicoanálisis en Ar- Debo confesar que cualquiera de estos
gentina, año 2004? Siguiendo la lógica de intentos me llevó por vía muerta, ya que
mi razonamiento, quizá el título convocan- inevitablemente es imposible prescindir a
te podría ser la conclusión de este congre- esos efectos de los determinantes teóricos
so; los analistas argentinos reunidos en que animan mis intereses, lo que junto a la
congreso expresan a través de sus trabajos formación como analista hace obstáculo a
los problemas con que se enfrentan en su cualquier intento de generalización o plan-
práctica, o los vericuetos teóricos por don- teo estadístico. Por el contrario, se me im-
de discurren sus preocupaciones. Bueno, pone la idea de una particularización, lo
pero ésta no es la situación. ¿Entonces? que epistemológicamente marcha en senti-
¿Tendré que evaluar dentro del marco de do contrario de esos intentos.

1 Psicoanalista (APC)
* Ponencia presentada al panel inaugural del V Congreso Argentino de Psicoanálisis, Rosario, 2004.

191
Emilio Roca Contextos

Se podrán imaginar, ante estas formula- mente recuperar esa dimensión del pensa-
ciones, cómo el honor de la invitación se miento freudiano que entiende se había
mutó en horror a no poder responder. perdido.

Es dentro de este marco de cavilaciones Decía que las cosas cambiaron, ya que re-
que encontré algo que me resultó intere- cuperando esta dimensión crítica surgió la
sante, un fundamento más sólido como pregunta sobre las preguntas: ¿Cuando ha-
motivación, ya que puso en evidencia mi blamos de psicoterapia, a qué nos referi-
preocupación hoy. Parto de la idea de que mos? ¿Estamos de acuerdo los psicoanalistas
toda escritura es una forma de contener, de en relación a los alcances de este concepto y
ligar, de anudar en el amplio sentido una las diferencias con el de psicoanálisis?
preocupación.
Evoqué una conversación personal con
Para salir del misterio, del enigma, voy a un colega y amigo de APdeBA, René Eps-
decir a qué me estoy refiriendo: a comien- tein, quien realizaba una investigación en-
zos de este año llegó a la APC un cuestiona- tre colegas para establecer los criterios dife-
rio, enviado por IPA, para ser respondido renciales entre ambas nociones. A este fin,
por los colegas de la Asociación. A todas realizó una grilla de preguntas que incluían
nuestras sociedades llegaron cuestionarios aspectos específicos, propios y diferenciales
de igual tenor. de cada práctica. Para su sorpresa, encontró
-en una evaluación preliminar- que los cole-
En un extremado intento de síntesis, les gas respondían como psicoterapia cuestio-
cuento de qué se trata. El cuestionario cons- nes que en el armado del test eran específi-
ta de varias hojas, la primera de las cuales cas del psicoanálisis; y viceversa.
interroga sobre la incidencia porcentual de
prácticas psicoterapéuticas y psicoanalíticas La investigación demostraba que las co-
en la consulta de cada quien; con el agrega- sas no estaban para nada claras. Esto me
do de mostrar interés sobre las fuentes de dio lugar a pensar que aquel planteo freu-
derivación de los casos tratados y algo más: diano de separar el “cobre” de la psicotera-
la cantidad de sesiones en cada práctica, fi- pia del “oro” del psicoanálisis mantenía su
nalizando esta parte del interrogatorio con vigencia, y que la inclusión en el cuestiona-
el modelo propiciado por cada sociedad (la rio enviado por IPA de estos elementos, jun-
de pertenencia) en cuanto al número de se- to con la referencia al número de sesiones,
siones para considerar dicha práctica psi- era una forma de actualización de una te-
coanalítica. mática que no termina de resolverse. Insis-
tencia, repetición de algo que retorna al
Si bien, en una primera lectura, me resul- mismo lugar poniendo en juego la pregun-
tó en cierto modo simplista, al intentar con- ta sobre lo particular del psicoanálisis,
testarlo las cosas cambiaron. aquello que lo hace tal, en este caso jugado
en la comparación con la psicoterapia.
Sabemos que el mayor cuestionamiento
que se hace a los sistemas educativos es que La otra cuestión, el número de sesiones,
la lectura perdió su dimensión crítica. La- retoma viejas y no resueltas discusiones so-
can, en su retorno a Freud, propone justa- bre las condiciones que optimizarían nues-

192
Contextos Emilio Roca

tra práctica. El mayor o menor número de losos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta
sesiones, tema vinculado a distintos mode- clasificación, i) que se agitan como locos, j)
los, a diferentes concepciones sobre el en- innumerables, k) dibujados con un pincel fi-
cuadre, a formas particulares de pensar la nísimo de pelo de camello, l) etcétcera, m)
clínica psicoanalítica, el proceso, el fin de que acaban de romper el jarrón, n) que de
análisis, etc. En tanto reaparecen y son lejos parecen moscas” (Jorge Luis Borges,
puestos en cuestión, estos temas mantienen Otras Inquisiciones, Obras Completas).
la vigencia, lo vivo de nuestra práctica, si la
También recordé el ensayo de los cole-
entendemos en la dimensión de lo no aca-
gas Oscar Paulucci y Daniel Rodríguez, pu-
bado, en lo necesario de un constante in-
blicado bajo un título que bien podría res-
tento de instituirla para, a renglón siguien-
ponder a Agatha Christie: “La misteriosa
te, destituirla dando lugar a lo que los au-
desaparición de las neurosis”. Los autores
tores consignaron bajo denominaciones
cuestionan de esta manera la ausencia de la
que van desde un sin memoria y sin deseo
denominación de neurosis en el DSM.
hasta la figura de la docta ignorancia.
Finalmente, me vino a la memoria el re-
Para seguir con el mentado cuestionario,
ciente trabajo de Jean Claude Maleval que,
he de avanzar a la segunda página. Allí nos
en un profundo estudio del DSM IV, afirma
interroga sobre las patologías sometidas a
que la lógica de su concepción, bajo el su-
la práctica psicoanalítica o psicoterapéutica
puesto fin de simplificación y universaliza-
antes mencionadas. Debo decir que la no-
ción de diagnósticos, apunta en última ins-
menclatura a que acude para designar esas
tancia a una refutación de los aportes del
patologías está tomada del DSM IV bajo la
psicoanálisis.
singular forma de diferentes trastornos (del
temperamento, de la personalidad, del Se darán cuenta de que, a esta altura, con
comportamiento, eventos estresantes de la estas rememoraciones, la lógica aplicada pa-
vida, condiciones psicóticas, etc), con la ex- ra el comienzo perdía total vigencia ante la
cepción de que allí también se incluye la po- idea de que aquí el psicoanálisis faltaba a la
sibilidad de derivación para formación en cita.
psicoanálisis y formación en psicoterapia y
orientación; se reitera además la pregunta Si el comienzo de la práctica psicoanalíti-
sobre el número de sesiones semanales. ca se remonta a Anna O. (punto de infle-
xión donde la psicoterapia quedó para
Ante esta forma singular de nomenclatu- Breuer y el psicoanálisis para Freud, quien
ra, rememoré la mentada cita de Borges a la no se amilanó ante la emergencia de la
cual se acude para cuestionar algunos siste- transferencia y aceptó la enérgica propues-
mas clasificatorios. La recuerdo textualmen- ta de esta histérica famosa quien le dictó
te: “En las remotas páginas de cierta enciclo- “Cállese y escuche”), debemos atribuir tam-
pedia china que se titula Emporio Celestial bién a Freud la teorización de una nueva
de Conocimientos Benévolos está escrito nomenclatura, en la que si bien toma algo
que los animales se dividen en: a) pertene- prestado de la psiquiatría, le da un giro es-
cientes al emperador, b) embalsamados, c) pecífico al designar “neurosis de transfe-
amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabu- rencia” a aquellas factibles de análisis y

193
Emilio Roca Contextos

“narcisistas” a las que consideraba no capa- para entender que ante la psiquiatría, ante
ces de tal. Es decir, la transferencia cobra su empuje hacia la biología, nos toca a no-
para él el valor de eje, que sirve para nomi- sotros aportar el psicoanálisis, con lo cual
nar cuadros en directa relación a la factibi- nos encontramos con la misma lógica de la
lidad de aplicación de análisis. primera hoja. Allí, psicoanálisis y psicotera-
pia; aquí, psicoanálisis y psiquiatría.
Esto nos da una idea de cuán alejado de
esta aplicación está el concepto de trastorno. Apoyándome en Más allá del principio
del placer, donde Freud teoriza el instinto
Entonces, ¿cuál es la razón por la cual
de muerte y señala la tendencia a retornar
enigmáticamente fue incluido en el cues-
a lo inorgánico, quisiera afirmar que en el
tionario?
psicoanálisis -en tanto surgido de la psiquia-
Una alternativa surgió. Si la nomenclatu- tría- podemos encontrar la misma tenden-
ra del DSM queda del lado de la psiquiatría, cia de retorno. ¿Cobrará así importancia el
podemos ubicar el psicoanálisis como la uso del significante tras-torno?
contraparte. Recordemos la conferencia de
Para concluir, propongo entonces enten-
Freud de 1916 que lleva ese título: Psiquia-
der el cuestionario no para ser contestado
tría y Psicoanálisis.
linealmente sino como una invitación a de-
Ahora sí la inclusión en el cuestionario batirlo, y ubico allí el orden del psicoanáli-
de la formación psicoanalítica cobra valor, sis 2004. Muchas gracias.

194
Con memoria y con deseo
La agonía de la duda: recordando a Donald Meltzer

Clara Nemas de Urman*


Elizabeth Tabak de Bianchedi*

* Psicoanalista (APdeBA).

197
Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi Con memoria y con deseo

El día 13 de agosto del año pasado llegó un sus ideas tratando de reflejar la generosi-
E-mail. Asunto: “El desenlace”. Texto: “Don dad con la que las compartió y la militancia
murió esta madrugada a las 4 AM mientas con la que trató de difundir su concepción
dormía, un día antes de cumplir los 82 años. del análisis y su actitud analítica -su mayor
Me dicen que se lo veía apacible.” legado, según sus propias palabras-. Pero
no habríamos aprendido mucho de él si nos
Pasado un tiempo, el necesario para in- quedáramos en una exégesis. Creemos que
corporar la noticia, comenzaron las llama- el mejor modo de transmitir sus ideas se en-
das telefónicas y los E-mails de condolencias cuentra en el camino que él mismo siguió
entre los miembros de una familia de cole- con Freud, Bion y Klein en los tres tomos de
gas hermanada por las ideas de este hom- El desarrollo kleiniano, es decir la propues-
bre que, por fuera de las instituciones, mar- ta de acercarse a su pensamiento con una
có una impronta en el modo de entender y lectura personal, crítica y no reverencial de
ejercer el psicoanálisis en lugares del mun- él como maestro, que permita tanto el desa-
do tan diversos y distantes como India, Ca- rrollo y crecimiento de nuestras ideas como
nadá, Argentina, Israel, Finlandia, Italia, Es- el crecimiento y desarrollo de las suyas en
paña, México, Brasil, Estados Unidos, etc. una relación continente-contenido positiva.

A pesar de que el motivo que nos convo- Para muchos de nosotros, que hemos te-
ca para hacer esta semblanza es su falleci- nido la suerte de conocerlo personalmente,
miento, el Meltzer que reflejamos al escri- Meltzer no es sólo un nombre. Trabajar con
birla es un Meltzer vivo y vital que sigue él fue siempre un placer. La admiración por
ejerciendo efectos en nuestras mentes. Se su capacidad de hacer las más variadas con-
suma una responsabilidad: la de transmitir jeturas imaginativas sobre un caso clínico,

198
Con memoria y con deseo Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi

un motivo de aspiración en los que lo escu- pios relatos y los de otros. Don nació en
chábamos; el fastidio por su relativo descui- New Jersey, Estados Unidos, siendo el me-
do personal, una preocupación; su cariño nor de tres hermanos, y creció en un hogar
por los caballos, un permanente afán de de origen judío, estable y cariñoso. Él cuen-
brindarle oportunidades de verlos o de ta que cuando tenía ocho años hizo un via-
montarlos. Algunos deseamos más de una je con sus padres por la costa del Mediterrá-
vez ser pacientes suyos, y ante consultas neo. Sus padres eran inmigrantes lituanos, y
personales que pudimos hacerle siempre Don los describía como “el milagro en su vi-
respondió con generosidad y sinceridad. Las da”. En ese viaje, sobre un trasfondo de ad-
supervisiones con él nos brindaron modelos miración, mezcla de miedo y reverencia, an-
de trabajo; aspirábamos a identificarnos te la belleza de los caballos y los árboles, se
con su capacidad poética y dramática de le hizo súbitamente presente la belleza del
transmitir lo intuido en un lenguaje musi- trabajo del hombre, cuando observaba una
cal. Aunque de entrada estas identificacio- escultura. Insuflar vida y belleza a una pie-
nes fueron más miméticas, en más de uno dra le pareció la mayor aspiración posible.
de nosotros llegaron a ser auténticas identi- Él consideraba esta experiencia como muy
ficaciones introyectivas y son ya parte viva significativa en su vida; decía que le parecía
de nuestro estilo personal. apropiado que la mente descubriera su pro-
pia belleza sólo después de haber descu-
Meltzer estuvo en Buenos Aires muchas bierto la belleza de la naturaleza y de los
veces. La primera vez fue en 1964, invitado trabajos del hombre que dan cuenta de ella
por la Asociación Psicoanalítica Argentina. y la alaban. Este recuerdo adquiere más va-
Su primera visita a la Argentina provocó un lor a la luz de las ideas posteriores acerca de
impacto muy grande en todos los que lo es- la humildad del self frente a la potencia
cuchamos, poniendo en claro ciertas condi- creativa y la belleza de la pareja combinada.
ciones importantes que el grupo kleiniano
de Londres consideraba fundamentales: bá- La otra anécdota que solía relatar con al-
sicamente, el número de sesiones y el cui- gunas variantes es de su adolescencia. Do-
dado del vínculo transferencial evitando nald no era un joven muy lector, pero a los
contactos extraanalíticos entre pacientes y dieciséis años alguien puso en sus manos un
analistas. Estuvo luego dos veces más en la libro de Freud, y esta lectura le produjo un
APA, y después, cuando se creó la Asocia- impacto apasionado que inauguró su rela-
ción Psicoanalítica de Buenos Aires (APde- ción de amor con el psicoanálisis. A los vein-
BA), fue invitado cuatro veces, dando semi- tidós años, cuando aún era alumno de Me-
narios clínicos, supervisiones y conferen- dicina (primero en la Universidad de Yale y
cias. Un número de la revista Psicoanálisis luego en el Albert Einstein College of Medi-
fue dedicado a doce de sus supervisiones cine de Nueva York) y estaba formándose
realizadas en 1991. como psiquiatra infantil, leyó por primera
vez la obra de Melanie Klein y decidió ana-
Quisiéramos incluir algunas líneas sobre lizarse con ella. Así, estando en la aviación
la historia de esta singular persona, una his- del ejército estadounidense, promovió que
toria sobre su vida y su ser psicoanalista que lo trasladaran a Inglaterra y allí se quedó,
fuimos reconstruyendo a partir de sus pro- abandonando su trabajo como psiquiatra

199
Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi Con memoria y con deseo

militar. Se analizó con Melanie Klein e hizo que a él las notas no le servían y las graba-
su formación con ella, llegando a ser miem- ciones menos, y que el estado más adecua-
bro didacta de la Sociedad Psicoanalítica do para conectarse con un paciente era lo
Británica. Vivió en Londres primero, y luego que él llamó después “sin memoria y sin de-
se trasladó a Oxford. Dejó de ser miembro seo”, es decir un estado en el que uno se co-
de la Asociación Psicoanalítica Internacional necta con su paciente en cada sesión como
en la década del ‘70 por diferencias ideoló- si fuera la primera vez que lo ve. Cuando en
gicas con el establishment psicoanalítico de su segunda visita a la Argentina le pregun-
la Sociedad Británica. Continuó su trabajo tamos a Meltzer algo sobre una hipótesis de
como analista y también enseñando y tra- Bion, nos dijo un poco irónicamente algo así
bajando, con pequeños grupos de estudio - como “a Bion recién se lo va a entender
tipo atelier- y viajando mucho por Europa, dentro de unos cincuenta años”, implicando
Latinoamérica, Norteamérica e incluso Asia. que no lo entendía y que no le interesaba
demasiado entenderlo. Sin embargo, con el
Como ya dijimos, se analizó con Melanie
tiempo, sus vidas e ideas tuvieron una fuer-
Klein: cuenta que en su primera sesión vio al
te convergencia, y cuenta Meltzer que re-
pie del diván un grabado japonés de un ca-
cién cuando tuvo cuarenta años la persona-
ballo. Los caballos eran otra de sus pasiones.
lidad y el pensamiento de Bion tuvieron un
Esa noche soñó que estaba montado en ese
fuerte e importante impacto sobre él. De
caballo, sin montura ni riendas, cabalgando
hecho, escribió mucho sobre sus ideas, y en
como el viento y muerto de miedo. Y así,
sus últimos años pensaba que había ayuda-
nos dijo, fue su análisis; se moría de miedo
do a la gente a asimilar el trabajo de Bion,
todo el tiempo, pero era maravilloso.
a quien consideraba el último escalón crea-
No debemos dejar fuera de esta revisión tivo en el psicoanálisis.
la figura de Bion. Bion era bastante mayor
que Meltzer, pero como comenzó tarde su
formación fueron compañeros de algunos La obra de Donald Meltzer
seminarios en los primeros años del institu-
to, además de ser analizandos de la misma En 1963 fue publicado un diálogo que man-
analista. En las primeras épocas no había tuvo con el crítico de arte Adrian Stokes, lla-
mucho contacto entre estas dos personas, mado La pintura y el mundo interno, en el
había incluso ciertas posiciones antagóni- que se discute sobre la creatividad y su vín-
cas. Por ejemplo, en su primera visita a la culo con el mundo interior. Ya veremos có-
Argentina, Meltzer comentó que tenía co- mo Meltzer retomará este tema muchos
mo estilo, en esa época, tomar notas al final años después, básicamente en su libro La
de cada sesión, y el lunes de la siguiente se- aprehensión de la belleza. En el año 1967
mana analítica leía las notas que había he- publica El proceso psicoanalítico. En este li-
cho la semana anterior para estar en mejo- bro plantea que el proceso analítico tiene
res condiciones de tratar y conectarse con una evolución natural que recapitula el pro-
sus pacientes después del fin de semana. En ceso del desarrollo mental. Si bien sus ideas
esa misma época Bion decía -y esto se fue están apoyadas en los tres pilares de la teo-
haciendo una hipótesis cada vez más fuerte- ría kleiniana -el splitting, la identificación

200
Con memoria y con deseo Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi

proyectiva y la concretud de la realidad psí- Wittenberg, Doreen Weddell y Shirley Hox-


quica-, estos conceptos adquieren una im- ter, fueron los terapeutas de los niños lla-
pronta meltzeriana que los expande y ex- mados Timmy, John, Barry y Piffie. Estos ni-
tiende. Considera que el proceso evoluciona ños, sus historias y proceso de tratamiento,
en etapas que denomina “la recolección de nos muestran el estado autista propiamente
la transferencia”, “la discriminación de las dicho, la depresión primaria en el autismo,
confusiones geográficas”, “la discrimina- la perturbación geográfica y la condición
ción de las confusiones zonales”, “el umbral residual del autismo (estados post-autistas)
de la posición depresiva” y “el proceso del en relación con el aprendizaje. Los ricos his-
destete”. Si bien el proceso es visto con re- toriales clínicos presentados permiten tam-
lación al análisis de niños, también nos ha- bién ver las dificultades de los analistas pa-
bla de él en pacientes adultos y de los ciclos ra tratar a este tipo de pacientes, ya que in-
posibles en una sesión. Es muy impactante cluyen descripciones de las respuestas emo-
su último capítulo sobre el psicoanálisis co- cionales contratransferenciales de ellos mis-
mo una actividad humana. mos. Otros capítulos del libro elaboran los
trastornos en la construcción de las catego-
En 1973 se edita Estados sexuales de la rías temporales y espaciales de los autistas,
mente, que incluye algunos artículos suyos incluyendo hipótesis sobre el origen de es-
bastante anteriores y otros nuevos. Revisa la tas categorías en personalidades menos y
teoría freudiana sobre la sexualidad a la luz más enfermas. Vale también la pena leer el
de los propios desarrollos de Freud y tam- artículo “Enfermedad psicótica en la tem-
bién de las ideas kleinianas sobre el comple- prana infancia”, diez años después de Las
jo de Edipo temprano y la teoría de las po- exploraciones del autismo, que está en los
siciones. Hace una rica descripción de la se- Estudios en la metapsicología ampliada, pu-
xualidad adulta y de las fantasías incons- blicado por Meltzer en 1986.
cientes incluidas en ella, así como una fina
discriminación de la sexualidad infantil poli- En el año 1978 publica El desarrollo klei-
morfa, de la sexualidad infantil perversa y niano; tres tomos sobre la clínica y la teoría
su presencia en diferentes situaciones nor- de Freud, Klein y Bion. Estas ideas habían si-
males y patológicas, con ejemplos clínicos y do presentadas por él en clases, conferen-
análisis de sueños. El modelo de la escena cias y seminarios en los que hacía una lectu-
primaria de cinco y de seis personajes, ésta ra crítica y personal de “su” Freud, “su” Me-
última incluyendo al outsider (representan- lanie Klein y “su” Bion. Estos libros son bue-
te de la parte mala del self), brinda una nos compañeros de ruta para la lectura de
comprensión más rica de las perversiones y estos autores.
de las adicciones. Para los que están intere-
sados en la adolescencia, en este libro el te- En el año 1984 publica Vida onírica, en
ma está extensamente tratado. 1986 La metapsicología ampliada. Aplica-
ciones clínicas de las ideas de Bion, y en
La exploración del autismo, de 1975, pre- 1988 La aprehensión de la belleza. Vamos a
senta cuatro casos clínicos de niños autistas tomar estos tres libros en conjunto. El con-
y post-autistas supervisados por él. Los cepto unificador es la emoción; Meltzer (si-
coautores de este libro, John Bremner, Isca guiendo a Bion) la ubica en el centro del de-

201
Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi Con memoria y con deseo

sarrollo humano y del psicoanálisis. El pen- de odio, puritanismo en vez de amor, prag-
samiento y la evolución tienen que ver con matismo en vez de conocimiento, todo im-
dar significados a las experiencias emocio- pregnado por la pasividad a que da origen
nales que comienzan ya en el útero. El mo- la vivencia de circularidad del tiempo. Este
mento del parto no es concebido como una mundo fue descripto por él en El claustro
situación predominantemente traumática (1992). En este libro Meltzer reúne sus expe-
sino como una experiencia emocional a la riencias clínicas acerca del accionar de la
que hay que dar un sentido, es decir que re- identificación proyectiva intrusiva, explo-
quiere ser pensada. rando la significación de este mecanismo en
el desarrollo del individuo y de la sociedad
La salida al mundo exterior es una expe- que habita. Hace asimismo un rico aporte a
riencia sobrecogedora que pone en contac- la clínica de los fenómenos megalomaníacos
to al bebé con la belleza del mundo exter- y claustrofóbicos relacionados con la vida
no, representada por el rostro y el pecho en el claustro.
(los ojos y los pezones de la madre). Este en-
cuentro pone en marcha lo que Meltzer de- Como planteamos al comienzo, reto-
nominó conflicto estético, que se produciría mando El desarrollo kleiniano, habría ahora
entre el exterior visible y el interior miste- que escribir su cuarto tomo para mostrar la
rioso del objeto presente, ya que al ser la dimensión ética y estética que Meltzer in-
mente de la madre opaca para el bebé, él trodujo en nuestra comprensión de la vida
no puede tener certeza acerca de la recipro- humana, que se suma a la económica, la mí-
cidad del amor. A esto, recurriendo a la poe- tica-teológica y la epistemológica desarro-
sía, lo llamó “la agonía de la duda”. lladas por Freud, Klein y Bion.

En Vida onírica, de 1983, revisa la teoría Antes de terminar con esta somera revi-
clásica de los sueños y la expansión que de sión de sus libros, quisiéramos destacar el
ella hacen las teorías de Klein y Bion para que escribió conjuntamente con su esposa
enfatizar que los sueños son una forma de Marta Harris (un trabajo encargado por las
pensar inconsciente y que la vida onírica es Naciones Unidas en 1977), llamado Un mo-
algo así como el teatro o escenario genera- delo psicoanalítico del niño-en-la-familia-y-
tivo de significados. en-la-comunidad. En él discuten roles y fun-
ciones en la familia, diferentes tipos de fa-
Gradualmente, a lo largo de su obra, milia (la conyugal, la de la “casa de muñe-
Meltzer va delineando dos mundos. Uno, cas”, la matriarcal, la patriarcal, la de la
“continente”, que incluye las relaciones fa- pandilla adolescente, la revertida y las de
miliares, la situación edípica y las experien- supuesto básico) y los modos de aprendiza-
cias emocionales en vínculos íntimos de je en cada una. Este trabajo está incluido en
amor, odio y conocimiento. Otro, que él de- parte en el capítulo 14 de la Metapsicología
nominó “claustro”, que atenta contra el de- ampliada.
sarrollo: no hay una familia que contenga al
bebé, las relaciones son jerárquicas, los cas- Muchos de sus artículos están publicados
tigos mortales, el tiempo es circular y las en diversas revistas psicoanalíticas; otros, al-
emociones son negativas: hipocresía en vez gunos nunca previamente publicados, están

202
Con memoria y con deseo Clara Nemas de Urman, Elizabeth Tabak de Bianchedi

en el libro Sinceridad y otros trabajos, edita- jo en colaboración apasionada y también


do por Alberto Hahn en 1994. No haremos serena con nuestros pacientes. Donald Melt-
la larga lista de ellos, pero diremos sola- zer, con su emocionalidad y sus conocimien-
mente los nombres de algunos para desper- tos, también es parte de esa pareja parental
tar la curiosidad de los que no los han leído interna.
aún: “Dimensiones técnicas de la interpreta-
Ojalá hayamos podido transmitirles algo
ción: la temperatura y la distancia”, “Inter-
de lo que sucede leyendo a Meltzer. Uno lee
pretaciones rutinarias e inspiradas, su rela-
sus trabajos con gran interés, pero muchas
ción con el proceso del destete en el análi-
veces uno tiene también la sensación de es-
sis”, “Represión, olvido e infidelidad”, “El
tar frente a algo bello, algo que encuentra
delirio de la claridad del insight”, “Desman-
un eco dentro de la caverna de nuestra
telamiento: un tipo de obsesionalidad”.
mente y que se va iluminando desde distin-
Y es este milagro de identificación in- tos ángulos, provocando nuevas conjuncio-
troyectiva, que incluye “todo el conocimien- nes, mientras quedan en la penumbra tanto
to que la pareja parental contiene”1, que las que se acaban de ver como la expectati-
confiamos se nos presente en nuestro traba- va de las próximas a descubrir.

1 Son palabras de Donald citadas por Meg Harris en el discurso pronunciado en su funeral.

203
Conceptualizaciones teórico-clínicas en la obra de Meltzer

* La masturbación anal críptica, activi- ción mental en cuadros autistas, post-au-


dad masturbatoria en niños y adultos rela- tistas, neuróticos y normales.
cionada con un desarrollo patológico que
evoluciona a un estado llamado seudo- * Como ya dijimos, el conflicto estético
madurez. La seudo-madurez implica un está formulado como un conflicto precoz
shunt del conflicto edípico, generando una del bebé humano en presencia del objeto
relativa adaptación social adulta pero con primario materno, conflicto entre la belle-
una carencia importante de contacto emo- za exterior percibida y la imposibilidad de
cional consigo mismo y con los demás. posesión-conocimiento de su interior
(otros autores kleinianos consideran que el
* Un aporte importante a la concepción de conflicto primario que establece la posibili-
la escena primaria y de la sexualidad ha si- dad del pensamiento se da por la toleran-
do la diferenciación de la sexualidad in- cia o no a la ausencia del objeto).
fantil polimorfa y de la sexualidad in-
fantil perversa así como la escena pri- * La identificación proyectiva intrusiva
maria de cinco personajes (mamá, pa- es un mecanismo defensivo ante el conflic-
pá, nena, nene y bebé dentro de la ma- to estético, y consiste en una violenta pe-
dre) o de seis personajes, que incluye al netración del objeto interno materno en
outsider, representante de las partes más alguno de sus espacios. De ahí desarrolla la
destructivas del self. idea del claustro con sus diferentes áreas
(la cabeza-pecho, la zona genital-vaginal y
* En el ámbito de la técnica describió las la anal-rectal del objeto interno materno),
transferencias preformadas, entendi- en las que viven determinados pacientes
das como los prejuicios solidarios con la es- (psicóticos o caracteropáticos).
tructura caracterológica con los que los pa-
cientes llegan al análisis y que es necesario * Otra importante distinción es la que ha-
despejar para que se desplieguen las trans- ce de la escisión horizontal (niveles de
ferencias infantiles. maduración: infantil, adulto) y vertical
(bueno-malo, femenino-masculino, supe-
* En relación al tema del autismo, introdu-
rior-inferior) del self.
ce la idea de desmantelamiento, una
dispersión de la atención o del sentido co- * Otro concepto que introduce es el um-
mún no sádica que genera un tipo de des- bral de la posición depresiva como un
mentalización; y la obsesionalidad¸ co- lugar de pasaje y no un puerto de llegada,
mo un recurso defensivo post-autista con como muchas veces se malentendió la idea
falta de emocionalidad y negación de la de posición depresiva en Melanie Klein.
posibilidad de crecimiento. También plan-
tea las dimensiones del espacio-tiem- * En cuanto a la sexualidad adulta, la con-
po vital (unidimensional, bidimensional, sidera básicamente una función de la
tridimensional y cuatridimensional, y el identificación introyectiva de la pareja
tiempo inexistente, circular, oscilante y parental-creativa, bajo cuya égida se de-
progresivo) y sus relaciones con la evolu- sarrollan los procesos creadores del sujeto.
Lecturas
Lecturas

Cornelius Castoriadis. El psicoanálisis, proyecto y elucidación. Nueva Visión, 1998.

Una imaginación radical


Diverso y complejo es el pa- discurso del otro, el deseo de Sosteniendo esta postu-
norama al que ingresamos saber, el des-saber del sujeto, ra, debate el lugar del maes-
con esta obra de Castoriadis, lo real como imposible, el su- tro y su magisterio como
desde una visión amplia ve- jeto del inconsciente… efecto de la ideología del
mos aparecer lo que son sus poder y afirma que “los ver-
En la elucidación de estas
ideas madre: la imaginación daderos lazos no pueden es-
propuestas el autor elabora
radical, la sociedad institu- tablecerse sino allí donde y
otras, como el sentido en-
yente o autoinstitución, la cuando las cadenas del ma-
carnado o materializado, lo
lógica conjuntista-identita- gisterio han fracasado”.
imaginario radical, el análi-
ria, la lógica de los magmas,
sis como actividad práctico- Discute las llamadas se-
la autonomía y la heterono-
poiética, la multiplicidad de siones cortas, el silencio del
mía, el ser como indetermi-
las personas psíquicas, el in- analista y el hermetismo de
nación, el magma de signifi-
consciente como núcleo in- sus teorizaciones, califican-
caciones imaginarias socia-
disociablemente representa- do esto como “pura mistifi-
les, la creación…
tivo-afectivo-intencional, la
cación”. Atravesando críti-
Su perspectiva apunta a disfuncionalización del psi-
camente a Lacan va postu-
un trabajo de “elucidación” quismo en relación al com-
lando su posición respecto
(intento de pensar lo que los ponente biológico, la auto-
de la transferencia, la con-
hombres hacen y saber lo nomización del deseo, el
tratransferencia y el lugar
que piensan) en el campo afecto y la imaginación, la
de la interpretación como la
del psicoanálisis. revalorización de la reflexi-
tarea del analista, ya sea és-
vidad y de la capacidad de
Por primera vez en len- ta recurrente o diferida; sin
actividad deliberada como
gua castellana, nos ofrece la elementos esenciales de la ella no habría escucha analí-
reflexión de sus últimos instancia yoica, y la perte- tica.
veinticinco años sobre esta nencia del psicoanálisis a la Se opone terminante-
materia. Se inscribe en una sociedad y la historia como mente a reducir lo imagina-
perspectiva (además de proyecto de autonomía.
rio a lo especular, porque de
otras) de la profunda discu-
Entrando en la obra en- este modo el “sujeto es des-
sión de la problemática que
contramos al autor ponien- conocido en su imaginación
ha generado el lacanismo y
do en cuestión las socieda- radical, auto-alteración in-
algunos de sus atolladeros.
des psicoanalíticas, de las determinable, perpetua, in-
Son analizadas ciertas cuales denuncia el “caniba- dominable, en consecuencia
postulaciones sobre la forma- lismo intra-clánico, la endo- también como sujeto de una
lización del sentido, lo imagi- fagia”, marcando el aspecto auto-alteración posible en y
nario, la primacía del signifi- de “destino funesto del psi- por esta actividad práctico-
cante, el inconsciente como coanalisis”. poiética que es el análisis”.

207
Lecturas

Toma una postura irónica hacer, y concluye definiendo más que en y por esta no-
frente al análisis didáctico y el “pensar como elucidar, no verdad que el psicoanálisis
se refiere a la institución teorizar”, el psicoanálisis co- se revela plenamente, es es-
misma del análisis “didácti- mo elucidación, no como ta conversión, no de la mira-
co” y a la antinomia que es- una ciencia. da sino del ser, en función
tos dos términos implican; es de una relación que no es lo
Designa el “hacer con que cree ser, la que permite
el “garante real” de una fu-
otro”, que no es pasaje al ac- al mismo tiempo la existen-
tura “función real”, en don-
to, es el “auto-alterarse” en cia de alguien que ve y de
de la transferencia-contra-
y por el proceso analítico, algo para ver (...) y ninguna
transferencia ha sido trans-
crear un nuevo segmento de fórmula simple permite de-
formada en mutuo “rease-
su historia, acceder a una his- finir su función. Es posible
guro identificatorio”.
toricidad singular y colectiva, aproximarse a ella diciendo
Se refiere a la “técnica” apertura a la creación como que el analista tiene sobre
como germen corruptor de obra en la que el otro o los todo necesidad de su saber
la práctica analítica en tanto otros están siempre presen- para no servirse de él, para
código de prescripciones tes. Esto lo plantea como el acordarle el rol del demón
que aseguran un resultado, problema de acceso del pa- de Sócrates: la exhortación
excepto que apunten algu- ciente a la autonomía, el que negativa.”
nas consignas negativas y al- se presenta, para la simple
gunos principios de inspira- lógica formal, como una an- Se cuestiona también la
ción; la transformación de tinomia insuperable. Esto lle- expresión “el sujeto del in-
éstos en prescripciones posi- va al autor a discurrir profun- consciente” en tanto que lo
tivas conduce a simplezas damente sobre auto-interro- observable, lo que se presen-
inutilizables o a futilidades. gantes: ¿cómo puedo coope- ta, es el fenómeno humano
rar para que otro acceda a su como “todo supremamente
El autor afirma que este autonomía?; ¿cómo decir a heterogéneo y no obstante
punto ciego no es el único los otros que deben destituir definitivamente indisocia-
es solidario al conjunto de la a los “amos” sin ponerse en ble, es frente a esta nebulo-
cultura contemporánea, re- posición de “amos”?; ¿qué sa que debemos pensar la
mite a todo el universo gre- desea el analista?; ¿qué ope- pregunta por el sujeto.
co-occidental, la transfor- ra en el análisis el “mate-
mación del pensamiento en rial”?; ¿cómo habrá entonces Los trabajos reunidos en
“Razón”, o sea en teoría so- verificación, ya que ésta no esta obra constituyen la
metida a lo identitario-con- puede tener lugar más que obra psicoanalítica de Cor-
juntista. en el campo del análisis, el nelius Castoriadis, los cuales
cual sólo puede constituirse muestran tanto al crítico te-
Para el sujeto (analista) mible como al ciudadano
mediante la transferencia,
se evita así lo que, en su fa- comprometido con la comu-
que es, a su turno, esencial-
bricación socio-histórica tal nidad, al sabio ocupado en
mente no-verdad?
como existe, es vivido como los laberintos de las ciencias
riesgo y fuente de angustia: En un apartado de esta y también al político. Indig-
tener que pensar, tener que obra Castoriadis dice: “No es nado con nuestra “época de

208
Lecturas

conformismo generaliza- efectiva en todo poder ex- ca, heredada, que han he-
do”, apunta a crear institu- plícito existente en la socie- cho estallar sus categorías
ciones que, interiorizadas dad. Operando sobre los en contacto con lo histórico-
por los individuos, faciliten campos convergentes de la
social y lo psíquico.
lo más posible su acceso a la sociología, la historia y el
autonomía individual y la psicoanálisis, denuncia los
posibilidad de participación vicios de la lógica-ontológi- Cristina Blanco

Julio Moreno. Ser humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza. Editorial Libros del Zorzal,
Buenos Aires.

Sobre vínculos y fronteras


Julio Moreno es doctor en encomillado responde a la ridad distintiva de nuestra
medicina y psicoanalista. Co- terminología usada por Mo- especie, la capacidad de
menzó su carrera como in- reno, que se mueve suelta- cambiar [...] se debe a la par-
vestigador en neurociencias, mente entre psicoanálisis, ticipación de dos mecanis-
pasando luego al campo del teoría de los grupos, biolo- mos entramados, asociativo
psicoanálisis. Es miembro de gía, etología, antropología y y conectivo, a través de los
la Asociación Psicoanalítica filosofía, utilizando concep- cuales los humanos nos rela-
de Buenos Aires y de la Aso- tos y términos de física y ma- cionamos con el mundo que
ciación Argentina de Psico- temática. Éste es, a mi juicio, habitamos”. La frontera en-
logía y Psicoterapia de Gru- el mayor mérito del autor: tre ambos, un “frente frac-
po. La enumeración de sus su libro no se parece en na- tal” sumamente activo, es
antecedentes importa por- da a un popurrí. Por el con- definida como vínculo.
que esa formación en distin- trario, en él lo nuevo y lo
tos campos irrumpe a lo lar- De las descripciones de
viejo, lo conocido y lo dife-
go de todo el libro, abrien- Moreno se deduce que el
rente están conectados por
do “puntos de conexión” vínculo del que habla se re-
“fronteras fractales” (frac-
entre sus formulaciones. Ca- fiere no sólo a la relación con
turadas y vivientes) a través
da una de ellas, respondien- los otros y las cosas del mun-
de las cuales emergen nue-
do a lo específico de cada do, sino al proceso mismo de
vas concepciones que sor-
disciplina, lleva también en pensar, que el autor diferen-
prenden.
sí la emergencia de “lo no- cia de conocer. Para él, cono-
vedoso”, que resulta de la Una de las “tesis fuertes” cer es reproducir y pensar es
irrupción de “lo ajeno”. El del libro es “que la singula- crear, “trasponer los bordes

209
Lecturas

de lo coherente, es percibir, ta mil años? “No parece po- transmisión y la acumula-


ser afectado e incorporar co- sible decir cómo ocurrió el ción extrasomática de infor-
mo producción suplementa- gran salto, pero sí inferir sus mación en la cultura, basa-
ria aquello que está más allá efectos: la capacidad de ge- das en lo que llamaremos
de sus recursos representa- nerar cambios radicales en
tercera estrategia de crian-
cionales”, de los recursos del el intercambio del humano
za.” Esto implica la transmi-
animal humano con su pro- con su entorno, y de regis-
trarlos y transmitirlos a su sión transgeneracional a tra-
gramación genómica.
comunidad y a la descen- vés del vínculo parento-filial
Lo anterior entrama con dencia.” y familiar.
otra tesis del libro: lo huma-
no del humano (su enorme El autor desarrolla la idea Me he sentido constreñi-
capacidad de cambio creati- de que la posibilidad de en- da por el espacio al realizar
vo) surge en un momento frentarse a “lo inconsisten- esta breve reseña. Muchos
de la evolución que supone te” (lo incoherente, lo aza- capítulos muy interesantes
un “gran salto”, una “explo- roso, lo no previsible) ha si- han quedado fuera. Pero he
sión”. Los primates, con su do la gran conquista huma-
tratado de transmitir lo que
na, que quizás deba ser vista
gran cabeza capaz de alma- me sedujo como lectora: es-
como una “falla”, ya que
cenar datos, tuvieron sin te libro refleja el modelo de
fue llevada a cabo sin estar
embargo un cambio muy acontecimientos “en las
prevista por el genoma de
lento y un funcionamiento
su especie, que no ha varia- fronteras entre sistemas”
“reproductivo” de la infor-
do en doscientos mil años. que, según el autor, ha ori-
mación acumulada durante
ginado nuestra condición
diez millones de años. Y “Hubo un quiebre radi-
humana.
aquí surge la gran pregunta: cal: del comando y la infor-
¿por qué el Homo Sapiens, mación genéticos pasamos a
sin cambiar su genoma, se un comando y un sistema in-
volvió humano hace cuaren- formático basados en la Beatriz Gallo

210
Reglamento de Publicaciones

Si bien Docta es fundamentalmente el medio de expresión de las ideas de los inte-


grantes de la APC, podrán publicarse trabajos de analistas pertenecientes a otras ins-
tituciones de IPA y de fuera de IPA en una proporción a determinar para cada núme-
ro por el Comité Editor.

Los trabajos a publicar serán preferiblemente inéditos y redactados en castellano. A


juicio del Comité Editor podrán editarse trabajos publicados previamente pero consi-
derados de especial interés, o presentados en congresos, mesas redondas, etc., citan-
do lugar y fecha donde fueron presentados originariamente.

En caso de incluirse trabajos con viñetas clínicas, el autor tomará medidas para pre-
servar absolutamente la identidad de los pacientes, siendo exclusiva responsabilidad
del autor el cumplimiento de los procedimientos para lograr tal finalidad, o bien ob-
tener su consentimiento.

Las opiniones de los autores de los trabajos o de las personas entrevistadas son de su
exclusiva responsabilidad. Su publicación no implica de modo alguno que el Comité
Editor o el Comité de Lectura compartan los conceptos vertidos.

Los trabajos se presentarán en diskettes en archivos de Word. Se adjuntarán cuatro


(4) copias impresas. La extensión de las presentaciones no deberá exceder las 20 pá-
ginas A4, formato Times New Roman, tamaño de fuente 12, con interlineado a doble
espacio.
Los trabajos serán enviados a la dirección de la Asociación Psicoanalítica de Cór-
doba, Independencia 1091, Córdoba (5000). Los autores residentes fuera de Cór-
doba podrán enviar sus trabajos como archivo adjunto por correo electrónico, a
apcba@arnet.com.ar y, simultáneamente, a docta@arnet.com.ar.

211
En la primera página del trabajo se incluirá el título y los nombres del autor o los au-
tores. En página aparte, junto al título del trabajo, se adjuntará una breve descripción
curricular de los autores y datos de contacto (teléfono, fax, dirección electrónica). Se
adjuntará también un resumen en castellano de las principales ideas del trabajo, re-
dactado en tercera persona y de aproximadamente 150 palabras.

La bibliografía se ajustará a las pautas internacionales al respecto. Las referencias bi-


bliográficas deberán ordenarse alfabéticamente al final del trabajo por el apellido del
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las publicaciones citadas, poniéndose especial cuidado en aclarar cuando se trata de
citas de otros autores, y en que sean fieles al texto original. Cuando se incluyan refe-
rencias a publicaciones periódicas, deberán incluir la información tanto acerca del ar-
tículo como de la publicación donde éste está inserto. Las notas a pie de página se se-
ñalarán en el texto con números crecientes, incluyendo el detalle de ellas al final de
cada página.

Los trabajos presentados serán objeto de una evaluación independiente, con caracte-
rísticas de “doble ciego”, por al menos dos integrantes del Comité de Lectura de Doc-
ta, quienes podrán hacer recomendaciones tendientes a su eventual publicación. La
evaluación se hará con criterios parametrizados y su eventual aceptación, rechazo o
solicitud de cambios o ampliaciones constituyen la tarea del Comité de Lectura de
Docta, quien remitirá sus sugerencias al Comité Editor.

El Comité Editor decidirá, en función de la evaluación del Comité de Lectura y la per-


tinencia del trabajo, la oportunidad de su eventual publicación, el número de la re-
vista en que se hará y la sección en que finalmente será incluido.

Los originales de los trabajos presentados, publicados o no, no serán devueltos.

212
Este número 2 de
la revista Docta
(otoño 2005)
se terminó de imprimir
en Córdoba
en marzo de 2005.

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