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LA LIBERTAD DEL DIABLO

Torres Pacheco Benus Rey

13 de Octubre de 2018.

Es la resistencia de aquellos mexicanos que no pueden asumir como normal los más de 200
mil muertos, más de 40 mil desaparecidos, miles más de desplazados, torturados y
amenazados que ha dejado esa guerra, también es la resistencia de los familiares de las
víctimas para encontrar a los suyos, es el testimonio de jóvenes asesinos de niños que saben
que ellos mismos pudieron ser esos niños, es la confesión de militares y policías del Estado
mexicano que saben que matar y torturar a narcotraficantes les da momentos de poder,
como una forma de reivindicar para sí el monopolio de la fuerza del Estado, sin sujeción
alguna.

La guerra de Calderón prolongada por Enrique Peña Nieto ha provocado en México


auténticos actos de barbarie, crímenes masivos como el de Allende, Coahuila, en marzo de
2011, o masacres como las de San Fernando, Tamaulipas, en 2010 y 2011, cometidas por la
delincuencia. O la masacre de Tlatlaya por parte de militares en junio de 2014 o la
desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa a manos de policías que los entregaron a
la delincuencia en septiembre de ese año.

La libertad del diablo es un doloroso testimonio para no hermanarnos en esa locura, ni de


unos, ni de otros.

Es al mismo tiempo la expresión de esa libertad que ha permitido todo eso, el de la


impunidad con la que se puede matar en México.

Es en un sentido parcial de liberación de culpa, que aun con todo no sale de la condición
humana, al hablar con la súplica el ser humano tiende a ser fuerte y sale esa parte
completamente reprimida, en el momento en el que fue educado de pequeño. El relato del
victimario que tiene que pasar antes entre lo prohibido y el límite del cuerpo del otro, en
procesos de transmisión dentro del llamado del tejido social y en el sentido de sentirse
adentro de una estructura social. En los campos de refugiados pareciera que tenemos
desechos humanos en el exterminio de un capitalismo, se presentan voces imperativas en el
momento en que el verdugo no se puede hacer para atrás, dándoles sentido de vida por
medio de la muerte del otro dentro de la omnipotencia tiene que ver en que el ser humano
no se ha incorporado a la sociedad, donde un estado democrático no se presenta se
convierte en tirano, debe ser rota la omnipotencia, estos jóvenes violentados y por demás
violentos no pasan por ningún ritual simbólico, no saben de la cultura de su región pero
puede morir por unos tenis, presentando un correlato del derroche. Bares en lugar de
lugares de cultura, armas en lugar de guitarras, bandas en lugar de familia, competencia a
través del mercado, en el narcotráfico se elimina directamente, una competencia feroz que
limitando sistema de supervivencia en un elemento de confrontación, el prestigio se rige
por el exceso de consumo.

Vivir en el aquí y ahora de los desarraigados ante la oportunidad de dominar el mundo, se


manifiestan en la libido dominante de Freud, se siente bonito que la gente este abajo,
apropiarse y destruir al otro, sin una razón que explique el hecho, ante las lágrimas de las
víctimas, el orgullo de ser chacal con calavera revela un estado cómplice y la transgresión
preguntándonos de qué lado está la ley, de repente nos podemos preguntar en que están
ahora los comunicadores, que por cierto muchos de sus colegas han sido víctimas de esta
incansable vorágine de poder que ha mancillado la escritura de la noticia o la voz del
periodista ante una desgarrante injusticia para muchos de ellos que en la búsqueda por la
verdad quedaron siendo una estadística más y que parece que no hace eco en los que aun
están vivos y que quizás ante el miedo de ser parte de esa estadística prefieren hablar de
cosas sin sentido para seguir teniendo un alimento o ser parte del cuarto poder.

Para que aprendan a respetar. Frente a la ley contra la ley, la ley que da sentido a la vida, no
hay escuela que no diga que debe haber límites sin que se voltee a los excesos del goce
perverso.

No hay orden no hay paz, se comercia con justicia a través de la inseguridad, haciendo de
las personas una mercancía más, mientras el gobierno se concreta a una narco política y sin
embargo son humanos, algo falta que pase en ellos para omitir el desdén de que entender no
es justificar, en este país se están perdiendo generaciones dentro del agravio de la sociedad.
El dolor revela verdades profundas rompiendo el elemento generacional al morir un hijo, en
este país hay miles de vidas no lloradas mientras que no se defina quien merece ser llorado
y quién no. El cadáver debe ser enterrado, permitiendo cerrar ciclos para que nuestros
muertos descansen, para que socialmente sean acabadas, ante una condición humana que
nos permita vivir nuestros ritos funerales.

Morir socialmente puede derivar en una muerte biológica, las vidas necesarias de las vidas
desechables, alimento del crimen organizado, profanando la propia muerte al destinar el
cuerpo a un no lugar, sin entierro no hay una flor, ni la tierra ni el llanto. El dolor se
transforma en enojo y resentimiento, lo que nos permite entender por condición humana en
una cultura política.

Everardo González está convencido de que la impunidad es la causa de la violencia y la


corrupción, y recuerda el caso del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) acusado de haberse apropiado del equivalente a más de
860 millones de dólares, que sigue dado a la fuga.

"Duarte en Veracruz fue tan ladrón que eso opacó su condición de asesino de periodistas.
Que no se sepa en dónde está no lo cree nadie. Me da mucho miedo que pueda haber un
estallido social en México. Estamos hartos de abrir un periódico y darnos cuenta de que la
clase política lo único que hace es servirse con la cuchara grande. Vemos con mucha
envidia a otros países en donde se gobierna para sus ciudadanos".

El cineasta responsabiliza al Estado mexicano y a la clase política de la situación en el país.


Manifiesta que esperaría una actitud más firme hacia México por parte de la comunidad
internacional, de países como Alemania. "Lo que vivimos es un espejo de la propia historia
de Alemania. Aquí también se sembró mucho odio, miedo y violencia".

Pero reconoce que de manera inmediata la única salida tiene que ver con la compasión y la
empatía. "Si no miramos a los ojos a las víctimas y a los victimarios, que a su vez son
víctimas, difícilmente se puede legislar en favor de la sociedad. Mientras sigamos teniendo
técnicos y no humanistas en el poder, vamos a seguir teniendo los mismos problemas".

Es importante no olvidar que los huesos si hablan en la libertad del diablo.


Ficha técnica:

Título original: La libertad del Diablo

Año: 2017

Duración: 74 min.

País: México

Dirección: Everardo González

Guion: Everardo González, Diego Enrique Osorno

Música: Quincas Moreira

Fotografía: María Secco

Reparto: Documentary

Productora: Artegios / Animal de Luz Films

Género: Documental

Sinopsis

Documental psicológico que explora, a partir de testimonios de víctimas y victimarios,


cómo el fenómeno de la violencia en México se ha insertado en nuestro inconsciente
colectivo.

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