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Cualquiera Que Sea Su Objetivo
Cualquiera Que Sea Su Objetivo
El camino hacia el triunfo puede describirse así: saber adónde quiere uno ir, emprender la
acción, ver qué resultados obtiene y mostrarse flexible para cambiar, hasta alcanzar el éxito.
Muchas personas tienden a fijarse más en el lado negativo que en el positivo. El primer paso
para cambiar esa disposición es darse cuenta de ella. La clave consiste en deshacerse de esas
limitaciones y operar desde un conjunto de recursos más elevado. En nuestra cultura los líderes
son los que ven las posibilidades, los que salen a un desierto y ven un jardín.
En vez de fracasos las palabras desenlaces y resultados son más adecuadas porque eso es lo que
ven los triunfadores. Ellos no ven fracasos; no creen en eso, y para ellos no cuentan. Los grandes
triunfadores no son infalibles, sino únicamente personas que saben que, si intentan algo y no sale
lo que esperaban, al menos han tenido una experiencia de la que aprender. Entonces se ponen a
aplicar lo aprendido e intentan otra cosa. Emprenden nuevas acciones y producen tal o cual
resultado nuevo.
¿Qué activo o beneficio posee usted hoy que ayer no tuviese? La respuesta es, naturalmente:
experiencia.
—Fracasó en los negocios a los 31 años. —Fue derrotado a los 32 como candidato para unas
legislativas.
Si alguien no está seguro de las acciones que se necesitan para producir este resultado le
aconsejo, que modele a alguien que haya producido ese resultado que se llama adelgazamiento.
Tome nota de la acción concreta que produce esa persona, mental y físicamente, para mantenerse
en forma. Produzca las mismas acciones y producirá los mismos resultados. Pero mientras
considere usted su exceso de peso como una derrota, permanecerá inmovilizado. En cambio, tan
pronto como lo contemple como un resultado que usted ha conseguido, y que por consiguiente
puede usted cambiar sin más demora, el triunfo está garantizado.
Así que le sugiero que se haga cargo ahora mismo de una cosa: el fracaso no existe; sólo existen
los resultados. Uno siempre produce un resultado, y si no es el que deseaba, no tiene más que
modificar sus acciones y obtendrá otros resultados nuevos.
Todo lo que «producimos» en la vida se ajusta a una estrategia: Si descubrimos qué acciones
realizamos para tomar una decisión y en qué orden, entonces, aunque seamos unos indecisos,
llegaremos a ser capaces de decidir en cuestión de instantes.
Una receta no es más que una estrategia, un plan específico que dice qué recursos deben
emplearse y cómo emplearlos para obtener un resultado determinado. Si aceptamos que todos
poseemos sistemas neurológicos iguales, ello implica la creencia de que todos disponemos, en
potencia, de los mismos recursos. Es la estrategia (o sea, la manera de utilizar dichos recursos) lo
que determina los resultados que producimos.
Si conocemos a personas que poseen ya el éxito financiero, o la plenitud en sus relaciones, lo que
nos hace falta es descubrir qué estrategia utilizan y aplicarla para producir resultados similares,
ahorrándonos tremendas cantidades de tiempo y esfuerzos.