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3000 - 1200 1200 - 800/700 800/700 - 490/480 490/480 - 338 338 - 31 a.C.

•EDAD DE BRONCE •EDAD OSCURA / •GRECIA ARCAICA •GRECIA CLÁSICA •PERÍODO


•Soc. Creto-Minoica y PERÍODO DEL •↑ Pólis •Guerra del HELENÍSTICO
Micénica OIKOS •Reformas: Dracón, Peloponeso •Macedonia, Filipo,
•Basileús Solón, Clístenes Alejandro y Reinos
Helenísticos

1. La Grecia de la Edad del Bronce durante el II milenio a.C. (2000 - 1150)

2100-1900: Incursiones en Grecia de pueblos indoeuropeos.


2000-1500: Civilización Creto-Minoica.
1800: Escritura silábica – Lineal A.
1600-1400: Conquista micénica (1500-1450). Mundo micénico antiguo (“ciudad-estado” + wanax).
1400-1200: Apogeo del poderío de Micenas. Pequeños reinos regionales bajo la égida de una sola ciudad. ↑ Relaciones comerciales
con todo el Mediterráneo.
1200-1150: Fin de la cultura micénica. “Destrucción de los palacios” (↓ muchas ciudades del Mediterráneo, Bronce Reciente).

El carácter limitado de los recursos naturales en Grecia obligó a los griegos a mirar al exterior desde tiempos
remotos. Debido a su geografía, con cadenas montañosas escarpadas y abruptas, la vía de comunicación más
cómoda era con diferencia la marítima. Durante toda la Antigüedad, las aguas del Egeo unieron a los griegos
con el Oriente Próximo y con Egipto en los ámbitos comercial, cultural, político y militar. Los vínculos
comerciales fueron fundamentales pues, con pocas excepciones, Grecia carecía de materias primas, lo que
obligaba a ponerse en contacto con otras civilizaciones para adquirirlas. La Grecia Antigua fue
eminentemente agro-pastoral y una de una de las grandes fuerzas de cohesión de las ciudades-estado
griegas fue la devoción que sentían los labradores-ciudadanos por su territorio, así como una de las más
grandes fuerzas de disgregación fue la constante tensión entre los ciudadanos que poseían muchas tierras y
los que poseían pocas o ninguna.

Mientras en Grecia y en otros rincones del continente europeo iban evolucionando las sociedades
jerarquizadas, en el Asia occidental y en el norte de África se formaba un nuevo tipo de sociedad: el
«estado» y la «civilización». Cuando los griegos alcanzaron una civilización elevada (≈ 1600), las culturas
civilizadas del Oriente Próximo y de Egipto tenían ya 1500 años de antigüedad. Los maestros directos de los
griegos habrían sido los cretenses, que alcanzaron ese nivel en torno a 2000; pero incluso en Creta el
desarrollo de la civilización fue fruto del contacto con las civilizaciones más antiguas. Las civilizaciones del
Egeo, Creta y Grecia, seguirían el modelo del Oriente Próximo, caracterizado por la existencia de ciudades-
estado y reinos distintos.

EL PROBLEMA DE LOS INDOEUROPEOS: ARQUEOLOGÍA Y LENGUAJE

TEÓRICOS + FUENTES

Para explicar los orígenes de los griegos se plantea una hipótesis retrospectiva que propone dos grandes
migraciones indoeuropeas (la primera en torno al 2200 y la segunda alrededor de 1200). Tradicionalmente
se habla de “invasiones indoeuropeas”, pero es necesario poner en cuestión la idea de una gran invasión
organizada: esto no tiene asidero debido a que no hay imposición cultural sino más bien un mestizaje muy
gradual. Esta explicación de los orígenes se plantea en términos lingüísticos que componen dicho vocablo

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«indoeuropeo», son pueblos que se asientan en diferentes lugares pero que comparten un origen común,
comprobado por el análisis lingüístico: Indo de India y Europeo de Grecia y el Lacio, arrojando así el sánscrito
muchas similitudes con el griego y el latín.

1) En torno al 2200: Se asientan en la región del Egeo, tanto en la zona de Grecia continental como -
especialmente- en la zona de las islas. Se relacionó tradicionalmente con la llegada de los aqueos a
partir de la interpretación de los poemas homéricos (previo al desciframiento de la Lineal B, que
cambió ese paradigma). Lo particular es que esta primera migración (y por esto conviene descartar
la idea de invasión organizada) no produjo que todo el ámbito del Egeo tuviera al griego como
lengua, aunque fuera un griego primitivo. Y ese es el caso de la sociedad creto-minoica, que se sabe
que no eran hablantes de griego (Lineal A ≠ Lineal B).
2) En torno al 1200: Coincide con -y para muchos es la causa de- la caída del mundo micénico. Se
relacionó esta segunda migración con la llegada de otro pueblo griego: los dorios.

LA CIVILIZACIÓN CRETO-MINOICA (1700 - 1500)

POMEROY: “La Antigua Grecia” (Cap. 1)

El tipo de economía que se desarrolló en torno a Cnosos y los demás palacios cretenses se denomina
economía redistributiva: su centro -el rey y el palacio- probablemente ejerciera un control notable de la
asignación y el uso de las tierras circundantes, buena parte de las cuales pertenecía directamente al palacio.
El producto de las tierras del palacio, así como el de las exportaciones agrícolas y ganaderas privadas,
pagado en forma de tributo, iba a parar al palacio donde se almacenaba; el rey podía distribuirlo como
quisiera. El flujo de productos alimenticios y de materias primas permitía a su familia y a su séquito llevar un
estilo de vida suntuoso y además subvenir a las necesidades de los trabajadores de rango inferior del
complejo palacial. Por otra parte, las grandes cantidades de grano y aceite de oliva almacenados formaban
una reserva para distribuir entre la población cuando se producían hambrunas u otras calamidades. Sin
embargo, el principal uso que hacía el rey de su excedente era el comercio, transformando esas materias
primas en bienes materiales por medio de talleres para su intercambio con otros reinos.

La diversidad y complejidad crecientes de las economías palaciegas de Creta se ponen de manifiesto con la
utilización que se empezó a hacer de la escritura para fines administrativos que hacia 1900 era pictográfica y
hacia 1800 había evolucionado hacia una silábica (Lineal A).

Es bastante dudoso que los cretenses ejercieran realmente un dominio político fuera de su isla. Sin embargo,
tuvieron una notable influencia económica y cultural en las Cícladas. Un ejemplo de la hegemonía cultural
minoica es la isla de Tera (actual Santorini), donde la explosión volcánica que sepultó media isla permite
observar una serie de indicios de la fuerte influencia minoica fundamentalmente en lo artístico-
arquitectónico. No obstante, la existencia de ciertos rasgos claramente locales indican que estas islas eran
sociedades independientes, socios comerciales y no colonias de un supuesto imperio cretense.

TEÓRICOS + FUENTES

Estas sociedades fueron regidas por una economía de palacio conforme al modelo que en abstracto
podemos extraer del funcionamiento de las sociedades palatinas del Oriente Próximo (más cercano a estas
sociedades que al mundo egipcio: estas son ciudades centradas tanto en un poder político “laico” y más
restringidas en términos territoriales). Otro elemento que permite asociar estas sociedades a los estados del
Oriente Próximo es el desarrollo de una escritura instrumental ligada a la existencia del palacio y a una figura

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particular: el escriba. Los cretenses desde un punto de vista lingüístico son de un origen muy discutido: no
son indoeuropeos y no son griegos. La cultura cretense recibe ese nombre por una cuestión topográfica, la
isla de Creta, donde hay asentamientos importantes, en particular el palacio de Cnosos. Entonces, la historia
de Grecia comienza con los cretenses, pero en realidad los primeros griegos son los micénicos.

LOS REINOS MICÉNICOS Y LA ECONOMÍA PALACIEGA (1600 - 1200)

POMEROY: “La Antigua Grecia” (Cap. 1)

Los griegos habían sufrido una influencia fuerte de los cretenses, llegando incluso a adoptar el modelo de
estado minoico. Aproximadamente un siglo después, unos griegos minoicizados del continente, los
micénicos, pagaron con ingratitud a sus maestros invadiendo Creta y apoderándose de sus centros del
poder. La conquista micénica, así, data aproximadamente de 1500-1450; por esa misma época una serie de
importantes poblados cretenses sufrió graves daños y las exportaciones minoicas a distintos lugares del Egeo
experimentaron un fuerte retroceso, mientras que las micénicas aumentaron. No obstante, la sociedad y la
cultura cretenses, bajo la égida de los invasores micénicos minoicizados, no cambió demasiado. Micenas,
Tirinte, Pilos, Tebas y Atenas fueron los grandes centros de este período.

En su momento de mayor apogeo, en torno al 1300, los reinos micénicos mantuvieron unas relaciones
comerciales muy activas con todo el Mediterráneo, desde Cerdeña, el sur de Italia y Sicilia por el oeste hasta
Troya y Egipto por el este y Macedonia por el norte. Se establecieron colonias y puestos comerciales
micénicos a lo largo del litoral asiático y en muchas islas del Egeo, entre ellas Rodas y Chipre. Por todas
partes la cultura micénica muestra una notable uniformidad. La inmensa riqueza de los reyes y la nobleza
micénica no procedía sólo del comercio pacífico, sino también de la piratería a escala internacional. Las
tablillas en Lineal B demuestran la magnitud y la complejidad de las actividades fabriles de los reinos
micénicos: se cita una colección importantísima de artesanos especializados que trabajaban para los palacios
y otros centros. El sector textil y la metalurgia eran las dos grandes exportaciones de la economía palaciega.
Se han reconocido los nombres de varios dioses en las tablillas micénicas; algunos desconocidos, otros los
principales dioses de la religión griega posterior: Zeus, Hera, Poseidón, Hermes, Atenea, Artemis y
probablemente también Apolo, Ares y Dionisio, así como algunas divinidades menores.

TEÓRICOS + FUENTES

Los micénicos no tenían escritura y adaptaron el invento cretense (Lineal A) a las necesidades de su lengua.
Esta adaptación, se supone, la hicieron escribas minoicos capturados o al servicio de guerreros micénicos,
ayudando así a la configuración, a la construcción de este tipo de escritura de los micénicos que se denomina
Lineal B. Lo que fundamentalmente nos muestran las tablillas en Lineal B (descifradas por Ventris y Chadwick
en 1952) respecto de la civilización micénica es la administración interna de una economía de palacio y cómo
operaba este centro en relación a otros. Los reinos micénicos sí van a ser una sociedad que tengan en la
expansión militar -o al menos en las prácticas de expansión territorial- un elemento de importancia. Una
parte de los micénicos incluso terminarán instalándose en la isla de Creta en torno al S.XIV o XIII,
reemplazando las élites locales (que ya conocían un sistema palatino) por estas élites micénicas y en estos
casos estos centros en la isla de Creta sí van a tener como lengua de palacio y de archivo una lengua griega,
la Lineal B. La economía palatina es un sistema centralizado pero también redistributivo. Los aportes de
Polanyi son importantes para pensar estas economías, porque al interior de los palacios la circulación de
bienes y servicios no se registra a través de intercambios mercantiles: interiormente, estas sociedades no
realizan sus intercambios a través del mercado; hacia fuera de sus fronteras sí se insertan en relaciones

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mercantiles, que suponen expediciones comerciales hacia puertos de intercambio que permiten a los
centros palatinos proveerse de aquello que no poseen o no pueden producir.

Halstead plantea un esquema siguiendo tres informaciones que nos permiten entender los rasgos del
sistema palatino: las tablillas, la arqueología y la analogía:

SECTOR NO PALATINO SECTOR PALATINO COMERCIO EXTERIOR

Trabajo agrícola

Subsistencia Producciones
agropecuarias

Tributo

Tierra
Circulación
Servicios interna

Manufacturas Materiales exóticos /


Bienes de prestigio
Granos Talleres
Productos
artesanales
Productos para la
artesanales no exportación /
especializados Manufacturas

Información de las tablillas en Lineal B (intercambios regulares y obligatorios)


Información por evidencia arqueológica (intercambios de interés pero no obligatorios)
Información por analogía

El desciframiento de la Lineal B (producto de que en ella subyace una forma muy arcaica del griego) aclaró la
radiografía de la sociedad micénica, en la que hay dos centros importantes: el palacio (dominante) y el
conjunto de las comunidades aldeanas (productoras). A la cabeza de la gente del palacio se encontraba el
rey -wanax- y a su lado se encontraba el lawagetas, un comandante en jefe. El sistema de tierra en el mundo
micénico tiene dos vertientes: la que se asimila como propiedad privada y la propiedad comunal. Esta última
estaba controlada por la aldea, a cuya cabeza se encontraba el pa-si-reu funcionando como elemento
bisagra en la articulación con el núcleo palatino y asistido por una especie de gerusía, de consejo de
ancianos. Este mundo era agro-pastoril, tenía los tres elementos básicos del contexto mediterráneo (trigo,
cebada y vid), el ganado era menor (compuesto principalmente de cabras y ovejas) y, como algo muy
exclusivo del grupo de los guerreros, también había caballos.

EL COLAPSO DE LOS REINOS MICÉNICOS (1200 - 1150)

POMEROY: “La Antigua Grecia” (Cap. 1)

En el momento de mayor auge, la civilización micénica sufrió un golpe mortal: en unas pocas décadas en
torno al 1200 casi todos los palacios fueron atacados, saqueados e incendiados por invasores. Toda esta
destrucción fue creciendo en espiral hasta que a fines del S.XII prácticamente no quedan huellas

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arqueológicas de la gran civilización y cultura micénica. La caída de la civilización griega en el Bronce
Reciente formó parte de una catástrofe de dimensiones mucho mayores que afectó a todo el Mediterráneo
oriental y que se dejó sentir incluso en regiones de occidente. Los invasores fueron, al parecer, procedentes
del norte y del este de Anatolia, y otros grupos merodeadores a los que las inscripciones egipcias se refieren
como los «Pueblos del Mar». Entre los pueblos que han sido identificados provisionalmente en las escrituras
egipcias se encuentran los libios del norte de África; los filisteos, de cuyo nombre procede el de Palestina; y
grupos procedentes de Anatolia, Sicilia y Cerdeña, así como también «aqueos» (nombre por el que se
conocía a los micénicos). Así, pues, los estragos de que fue víctima el Mediterráneo quizá puedan
relacionarse con el movimiento migratorio de pueblos del norte que desplazaron a otros hacia el sur,
protagonizando incursiones y migraciones que pusieron fin a siglos de relativa estabilidad en la región.

Para el caso de la caída de los palacios micénicos hay diversas teorías: la que alude a invasiones de los
dorios, a catástrofes naturales, a merodeadores del estilo de los «Pueblos del Mar», guerras feroces entre
los reinos o rebeliones entre los campesinos y esclavos micénicos, sublevados contra la opresión de sus
amos. Una explicación más plausible, sin embargo, dice que los micénicos, lo mismo que otras civilizaciones
mediterráneas, sufrieron un «hundimiento del sistema», un colapso de sus estructuras económicas y
sociales en el que, frente a problemas tales como sequías prolongadas, exceso de población, agotamiento
del suelo y otras dificultades internas análogas, las pesadas burocracias de los palacios no pudieron dar
respuesta. La solución de los problemas internos supuso la casi total interrupción del comercio
mediterráneo, cuestión que podría justificar por sí misma la incapacidad de recuperación de la que dio
muestras la economía micénica. La llegada de los dorios, entonces, quizá no fuera en realidad una invasión
sino una mera intrusión en el vacío político creado por la eliminación de los reinos micénicos.

GARCÍA IGLESIAS, L.: “Los orígenes del pueblo griego” (Cap. 9)

Diferentes causas para explicar el hundimiento de los reinos micénicos:

a) La tesis doria: El colapso de los principados se adjudicaba a este grupo griego diferente y relegado que
irrumpe en el escenario micénico provocando su quiebra. Esta teoría es criticada: algunos autores
explican que los dorios llegaron un par de siglos más tarde, mientras que otros sostienen que los dorios
ya estaban presentes desde antes y constituían una especie de clase inferior de la sociedad micénica.
b) Teorías de los factores internos: Guerras sin cuartel entre palacios, quema de recursos, ruptura de las
relaciones inherentes al sistema, revueltas civiles. Pero cuesta imaginarse el colapso a partir de este tipo
de factores.
c) Explicaciones por causas naturales: En este grupo se enmarcan la tesis del cambio climático (cambio del
régimen de vientos y por ende de distribución de las lluvias que afecta las cosechas), la catástrofe
sísmica (estallido del volcán de Tera) y las motivaciones patológicas (generalización endémica de algunas
enfermedades).
d) La tesis de los Pueblos del Mar: Los indicios extraídos de las tablillas de Pilo sugieren que lo que este
principado temía era un ataque por mar. La cercanía de la desaparición del mundo micénico con las
invasiones de los Pueblos del Mar que amenazaron a Egipto, hicieron desaparecer el poderoso imperio
hitita y fueron protagonistas de otras perturbaciones invita a relacionar lo que ocurrió en el Egeo con
esto. Pero también este enfoque tiene dificultades, pues la destrucción de los palacios micénicos ha
tenido lugar lejos de la costa, sin aparecer en las islas señales palpables de dificultad.

Para García Iglesias se debe explicar un fenómeno complejo como el hundimiento micénico mediante
razones complejas. Hay que poner bajo sospecha cualquier hipótesis simplista y plantearse la posibilidad de

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que actuaran causas múltiples -ninguna de ellas la primera-, con sus múltiples efectos que a su vez podían
acabar constituyéndose asimismo en causas. Ejemplo de una teoría tal es la propuesta por Feuer, quien
explica que los pilares fundamentales de la estructura micénica eran la sociedad dominante, el nivel de
población y el fácil suministro de cobre y estaño para la obtención de bronce. Una afectación de estos tres
soportes, por lo tanto, supondría un fortísimo golpe al sistema. Pero aparte de ello señalaba algunas
debilidades de la sociedad micénica: la subsistencia dependía demasiado de una agricultura especializada, la
tecnología era en exceso tributaria de los círculos dominantes y de los suministros exteriores, la organización
sociopolítica era extremadamente rígida, el comercio estaba en función excesiva de circunstancias políticas
externas y las creencias -mentalidad- podrían haber contribuido a encorsetar a los griegos micénicos en
planteamientos poco adaptables. El autor añade otros elementos de tipo geográficos y ambientales, otros
políticos (poca unidad del mundo micénico) encadenando todos estos elementos en una sucesión de hechos
que termina con el hundimiento del sistema.

TEÓRICOS + FUENTES

La expansión de la metalurgia en época del bronce por bastos lugares del Mediterráneo daría lugar a cierta
estabilidad, por un lado, pero por otro generaría tensiones intra-élite tanto por la lucha por el poder dentro
de un reino como por la disputa de hegemonía entre las élites de distintos reinos. Por otra parte, la
comunidad no es una comunidad inerte, impasible ante un comandante divino, sino que es una comunidad
dependiente pero que tiene sus posibilidades de desarrollo y de acumulación de riqueza. Incluso hay
evidencias arqueológicas de fortificación de los palacios en el último período de las sociedades micénicas. Y
esto sirve para pensar la caída de los reinos micénicos: la teoría de los dorios está en crisis porque llegaron
cuando ya había habido destrucción. La etapa final de estas sociedades vino marcada por el crecimiento y
autonomía de las comunidades de aldea, crecimiento que llevó a necesitar cada vez menos del palacio como
proveedor de servicios e intermediario. El palacio sentiría este descontento con su dominación, lo que habría
llevado al refuerzo de sus fortificaciones. Así, la caída del mundo micénico pudo estar determinada
principalmente por este triple conflicto, agudizado por los movimientos de pueblos y otras cuestiones de
diverso orden.

2. Los comienzos de la Edad de Hierro y la así llamada Edad Oscura de Grecia (1150 - 700)

1150-750: Edad Oscura de Grecia.


900: Se detiene la decadencia y empieza la recuperación. Estabilidad. Proceso de descentralización: basileus.
750-700: “Renacimiento del S.VIII”, fin de la Edad Oscura. Fuentes: poemas homéricos. Rápida transformación a comienzos de la
Época Arcaica: ↑ población, ↑ comercio, (↑ contactos con oriente, nace el alfabeto griego), ↑ templo monumental + santuarios y
fiestas panhelénicas. Identidad griega homogeneizada en contraste con oriente gracias a los vínculos comerciales.

Hacia 1100, los centros palaciales micénicos se hallaban en ruinas o estaban deshabitados; comparada con el
esplendor de la brillante época anterior, Grecia se vio inmersa en una verdadera “Edad Oscura”. Pero
durante esos siglos de oscuridad surgiría una nueva Grecia, radicalmente distinta de la antigua y de las
demás sociedades del Mediterráneo. Los modelos de integración social y política surgidos de la
desintegración de los palacios-estado abrieron el camino a un nuevo tipo de gobierno estatal en Grecia, la
pólis, surgida en el S.VIII. Durante la primera parte de la Edad Oscura, desde aproximadamente 1150 hasta
más o menos 900, Grecia fue víctima de incursiones y otros movimientos de población esporádicos. Pero es
en esta etapa de dislocación y turbulencias cuando aparecen los primeros testimonios de recuperación y

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progreso material. La última fase de la Edad Oscura, desde ≈ 900 hasta 750, fue testigo de una lenta
aceleración que culminó con el notable salto cultural que supuso el «renacimiento del S.VIII» (750-700).

Principales cambios y continuidades en el período:

a) Población: A partir de 1000, empezó a aumentar lentamente. Fines S.X: cesaron los grandes
movimientos. 800: la mayoría de los poblados seguían siendo pequeños, salvo algunos mayores
(Argos, Atenas, Corinto, Esparta). Comienzos S.VIII fuerte aumento.
b) Wanax: Desapareció junto con sus pequeños ejércitos oficiales, escribas y operarios que habían
sostenido el complejo sistema redistributivo.
c) Culto religioso: Dejó de estar concentrado en el palacio y se dispersó por las aldeas.
d) Edad de Hierro: Hacia el 950 la mayoría de las armas y herramientas eran de hierro.
e) Las aldeas micénicas abandonadas renacieron y aparecieron nuevos asentamientos.
f) Mejoraron las comunicaciones entre las regiones de Grecia y con Oriente.
g) Se reanudó el comercio exterior.
h) Instituciones: Basileîs: Surgieron como producto del proceso de descentralización a la caída de los
palacios. Boulê: Consejo «de ancianos» formado por los jefes locales y el basileús. Presentaba sus
decisiones al agorá, asamblea del pueblo (varones en edad de combatir y ancianos). Oikos era la
unidad social más pequeña y fundamental.
i) Alfabeto griego: surge en torno al año 800.
j) Templo monumental: Surgió en el S.VIII, aunque los primeros eran pequeños.
k) El S.VIII fue testigo de la aparición de santuarios y fiestas religiosas «panhelénicas» que celebraban y
reforzaban la idea de que los griegos, independientemente de su origen, pertenecían a un único
grupo cultural que tenía en común una misma herencia, lengua, costumbres y religión.

LA ARQUEOLOGÍA Y LOS POEMAS HOMÉRICOS

FINLEY, M. I.: “El mundo de Odiseo”

Discute con dos posturas respecto al período al que hacen referencia los poemas homéricos. Una tesis
expresa que refieren a la sociedad micénica (1400-1200) y otra que refieren a la época arcaica (750-490).
Finley dice que tanto los elementos característicos de la organización social del mundo micénico como los de
la época arcaica están ausentes en los poemas. Para él, entonces, los poemas deben situarse en torno a los
S.X y IX (900-800). Respalda su hipótesis arguyendo que los poemas homéricos pertenecen a la poesía oral
(por varios indicadores: poca variedad temática, epítetos1, etc.), anclando su teoría a los estudios de Milman
Parry (el alfabeto griego se inventa en el S.VIII).

Con respecto a la tesis micénica Finley expresa que Homero sabía donde había florecido la sociedad
micénica, sabía de sus palacios, y nada más. Así, las armas de los héroes de Homero se parecen mucho a las
de su propio tiempo, aunque él las hace de bronce y no de hierro. Sus dioses tenían templos, mientras que
los micénicos no construyeron ninguno. Homero incinera a los jefes y los micénicos los sepultaban en unas
tumbas abovedadas. Además, el poeta inventó un uso para los carros de guerra. Todo esto revela una serie
de inconsistencias entre los datos aportados por la arqueología y la Lineal B y los poemas.

1Ejemplos: “Ulises, fecundo en ardides”, “Aquiles, el más valiente de los aqueos” o “el de los pies ligeros”, “Zeus, el que junta las
nubes”, “Héctor, domador de caballos”.

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Con respecto a la tesis arcaica Finley dice que en los poemas homéricos se constatan demasiadas ausencias:
no hay Jonia, no hay dorios, no hay armas de hierro, no hay caballería en las batallas, no hay colonización, no
hay mercaderes griegos, no hay comunidades sin reyes.

DICKINSON, O.: “El Egeo. De la Edad de Bronce a la Edad de Hierro”

Reniega de la fiabilidad de los poemas homéricos para el análisis histórico y asegura que sólo hay que
basarse en la arqueología. De todas formas, en su texto discute con la tesis arcaica y expresa que
obviamente el poeta tomaba elementos de la sociedad en y para la que estaban compuestos los poemas,
pero que por la presencia o ausencia de elementos no se puede deducir nada, ya que los poemas son
esencialmente poesía épica y, como tal, no narran sucesos cotidianos. Aunque expresa decididamente que
los poemas no reflejan ninguna realidad histórica y que son enteramente invención del poeta, en algunos
momentos parece inclinarse por la tesis micénica y ubicarlos en la Edad de Bronce reciente, más
específicamente, en el mundo micénico entre 1400 y 1200.

MURRAY, O.: “Grecia Arcaica”

Discute con la tesis micénica y postula que los poemas homéricos, aún con elementos descontextualizados o
situables en casi cualquier período, no se condicen ni con el mundo micénico ni con la Edad Oscura. Aunque
en los poemas se pueden apreciar algunos elementos tanto de un período como del otro, es recién hacia la
época tardía de la Edad Oscura que los testimonios arqueológicos y los literarios comienzan a coincidir en un
amplio espectro de fenómenos (tesis arcaica). Expresa que si bien hay en los poemas elementos de la
sociedad micénica, aparecen mezclados con otros más tardíos en una resultante combinación ficticia.
Evidencia de su hipótesis es que en Homero aparecen algunos basileis como primus inter pares y no reyes -o
wanax-, característicos de la sociedad micénica.

TEÓRICOS + FUENTES

A diferencia de Homero, Hesíodo vive en el campo, probablemente entre finales del S.VIII y principios del
S.VII, cuando en la ciudad aparecerían los primeros tribunales donde los jueces “devoradores de presentes”
tal como los relata Hesíodo llevan a cabo acciones opinables. Homero evidentemente es un sujeto del S.VIII
(½), que transmite tiempos que van desde la época micénica a los siglos oscuros, o sea la edad del oîkos, y a
lo mejor algún aspecto de su propia época. Pero Hesíodo es, por lo menos, medio siglo más moderno (fines
S.VIII) y ya en él se ven novedades, se ve el ruido que hace la pólis, que está naciendo a lo lejos. La crítica a la
justicia, la crítica a los jueces y su propia biografía, que es un elemento denotativo de lo que le podía pasar a
la mayoría de los campesinos -ni siquiera sólo a los más desposeídos-, hace parecer que estos nobles que
habían manejado su hegemonía en lo rural se trasladaban ahora a la ciudad, dándole nacimiento a la pólis
aristocrática y llevando la justicia en sus manos, golpeando a estos sujetos más desprotegidos. El recorrido
de Homero a Hesíodo es el paso de una sociedad netamente aristocrática, del don y el contra-don, a una
sociedad que empieza a abrir las puertas a una organización distinta que muy pronto va a estar definida por
el desarrollo de la pólis.

El encuadre que propone Murray para los poemas homéricos nos permite relacionarlos con la mirada de
Hesíodo y el surgimiento de la pólis, mientras que Finley propone una datación anterior, entre los S.X y IX.
Según uno u otro autor, entonces, los poemas reflejan sociedades distintas, lo que se puede apreciar citando
un pasaje de La Ilíada, “La descripción del escudo de Aquiles”:

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“Los hombres estaban reunidos en el ágora, allí una disputa había surgido y dos varones disputaban debido a
un resarcimiento de sangre por el homicidio de un varón. Uno prometía que iba a pagar todo, declarando ante
la comunidad. El otro no quería aceptar nada. Ambos solicitaron un árbitro para llegar a límite. Los hombres
aplaudían a ambos en defensa de uno y de otro, y por ello los heraldos contenían al pueblo. Los ancianos
estaban sentados en las pulidas piedras de un círculo sagrado, y recibían en sus manos los cetros de los
heraldos, con los que se levantaban y, por turno, dictaban sentencia. En el centro yacían dos talentos de oro
para dárselo al que entre ellos dijera la sentencia más equitativa.”

La pregunta entonces es si la descripción de este pasaje corresponde a una situación pre pólis, aldeana, de la
Edad Oscura, o ya estamos aquí en los inicios de la pólis. Finley, pensando que la sociedad histórica que los
poemas permiten reconstruir se sitúa en torno a los S.X o IX, va a decir que lo que prima la ley de “ojo por
ojo, diente por diente”, evidenciada en el resarcimiento de sangre exigido por el afectado. La comunidad,
entonces, tenía poco espacio para intervenir en esa lógica vindicativa. Así, la asamblea homérica servía a los
reyes como prueba de la opinión pública, de igual modo que el consejo de ancianos revelaba la voluntad de
los nobles. Ni el consejo ni la asamblea tenían capacidad verdaderamente decisoria acá.

Murray, al hacer de los poemas fuente para finales de la Edad Oscura, va a reparar en el debate que se abre
a nivel de la comunidad para decidir el tipo de punición correspondiente. Los ancianos de los que habla el
pasaje no son otros que los basileis, que son los que detentaban la capacidad de juzgar. Pero la idea de
poner el poder en el centro (graficado en el pasaje con dos talentos) se asocia a la limitación del poder del
rey, en la medida en que ese poder va pasando a los basileis como conjunto y no a uno en particular. El
poder en el centro es un poder común de una sociedad en la que va habiendo cada vez más pares y menos
primus. Lo que también se está diciendo es que alrededor de este círculo está el pueblo reunido al que los
heraldos deben contener. Si bien existe esa distancia entre unos y otros, el pueblo que toma partido, se
divide en dos, lo que provoca que el conflicto trascienda a los dos que lo empezaron y empiece a convocar a
los basileis a decidir sobre ese tema particular pero también en pos de resolver los conflictos de opiniones
entre las dos partes del pueblo. Ese círculo interior ya no puede prescindir en las decisiones que tome de lo
que ocurre en su exterior.

EL BASILEÚS, EL OÎKOS Y LA COMUNIDAD ALDEANA

TEÓRICOS + FUENTES

Esta sociedad de los siglos oscuros tiene como unidad de producción-consumo al oîkos, que representa la
casa pero una casa compleja, integrada por el terrateniente, su mujer y sus hijos, así como también por
individuos que no son parientes de sangre pero cumplen funciones para la producción agrícola como
domésticos. Y el oîkos implica no sólo la parte humana sino también la tierra, el medio de producción, la
casa, los graneros, corrales, etc. Ha habido un cambio con respecto al período anterior y ahora tenemos
estas unidades como unidades de producción, consumo y también parentesco. Las relaciones sociales que
prevalecen y ordenan el espacio social tienen que ver con el parentesco, con la sangre. Y aquí nace en la
historia de Grecia el concepto de aristocracia, los aristoi. Los aristócratas se consideran “los mejores”, los
bien nacidos, descendientes de héroes. Y por una cuestión gentilicia, de sangre, de parentesco, tienen
derecho a todos los privilegios; los que no pertenecen quedan afuera, en una posición subordinada. Así,
apoyándonos en Homero podemos llegar a la división social del mundo griego del oikos2:

2 Ojo! Faltan los campesinos; no le interesaban a los poemas homéricos.

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a) Aristoi
b) Demos:
1. Demiurgoi: artesanos, profesionales, especialistas externos al oikos.
2. Therapontes: cargos administrativos, criados del rey internos al oikos, reproducción
garantizada (ej.: Patroclo, escudero de Aquiles).
3. Doulos: esclavos, internos al oikos, reproducción garantizada.
4. Thêtes: jornaleros, externos al oikos, peyorativo.

Entre el mundo micénico y el surgimiento de la pólis hay un proceso de más de cuatro siglos que sin
embargo arroja terminologías que se mantienen y que pueden denotar ciertas continuidades en términos
políticos, sociales, etc. Sobre todo dos términos que aparecen en las tablillas y que aparecen después en los
poemas homéricos: pasireu-basileus y damo-demos. El pasireu en las tablillas aparece como un funcionario
pero en relación con el damo. Esta relación ha dado lugar a diversas interpretaciones; una de ellas explica
que el pasireu era una suerte de último escalón en la jerarquía palaciega. Sin embargo, vemos que la relación
entre el basileus y el demos se mantiene a la caída de los palacios micénicos, lo que hace rever esa postura.
Si los basileis hubiesen pertenecido a la estructura palatina, entonces deberían haber caído junto con los
palacios, los wanax, etc. Puede pensarse una analogía -salvando las distancias- con los curacas en el Imperio
Incaico, que provenían de los ayllu pero se situaban en el punto de articulación. Y es que ninguna
dominación se sostiene si no es con un aparato ideológico, si no es a través de la construcción de
mecanismos que generen consenso y permitan la reproducción del sistema en su conjunto. En este marco,
apelar a figuras con predicamento interno (como los curacas en el ayllu o los pasireu en el damo) era apelar
a un mecanismo de control que contemplara el aspecto consensual, el liderazgo que una figura podía tener
dentro de comunidades que eran, en algún punto, obligadas a formar parte de ese sistema.

Una posibilidad, en relación a los postulados de Sahlins, es la de pensar la relación de los basileus con el
demos a partir de la figura de los «big-man» para tratar de interpretar cómo se construye el poder de los
aristócratas en época homérica. Según este modelo, la capacidad de ese líder de continuar siéndolo sólo
puede sostenerse en la medida en que siga respondiendo a sus seguidores en las demandas que éstos
tienen. Pueden ser de índole económica, política, simbólica, pero donde el líder está cumpliendo numerosas
funciones en la medida en que incluye una posición distintiva en su liderazgo, que es una capacidad
carismática. Es una relación, por sus mismas condiciones, que no es hereditaria. Además, esta capacidad de
liderar depende de la existencia del líder y no de la existencia del lugar de liderazgo: depende de dotes
personales y no de que haya un lugar reservado para ejercer ese poder. Un ejemplo claro de esto es el de
Odiseo, su partida y la incapacidad de Telémaco de ocupar su espacio que, además, no es ocupado por nadie
más hasta que el héroe regresa. Finley usa el término «primus inter pares» para describir esta figura.

APUNTES DE CLASE

Basileus: Jefe del oikos, poder personal, legitimado a partir de sus capacidades en la guerra. Ejemplo:
Odiseo/Telémaco. “A su vez, Ulises conducía a los magnánimos cefalenios (…). De éstos era jefe Ulises, émulo
de Zeus en ingenio”.

Asamblea: órgano más consultivo que decisorio. “Entonces, todos los demás aqueos aprobaron unánimes
respetar al sacerdote y aceptar el espléndido rescate, pero no le plugo en su ánimo al Atrida Agamenón, que
lo alejó de mala manera y le dictó un riguroso mandato”.

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Los oikos apuntaban a ser autosuficientes económicamente, pero no lo lograban. Así, debían acudir a tres
mecanismos:

a) Pillaje3.
b) Reciprocidad4.
c) Intercambio5.

Período del oikos → Centralización política, administrativa, económica, religiosa, etc. → Pólis (delegados
enviados desde los ex oikos a tomar las decisiones en Atenas) ≠ con Esparta, donde las decisiones tomadas
por los espatriatas. Unión de los oikos: Sinecismo → Delegación de la autonomía en un punto central (en
Atenas voluntaria, en Esparta coercitiva)6.

LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA Y EL PROBLEMA DE LOS VÍNCULOS DE RECIPROCIDAD

FINLEY, M. I.: “El mundo de Odiseo”

En su análisis sobre el período de los poemas homéricos (S.X-IX) expresa una idea general similar a la de
“economía incrustada” de Polanyi: dice que el trabajo de un individuo y la evaluación de sus capacidades, lo
que hacía y lo que no debía hacer al adquirir bienes y disponer de ellos, dentro y fuera del oikos, todo estaba
fijado por la posición social. Y el parentesco lo penetraba todo; incluso las relativamente nuevas
instituciones (que no eran de parentesco) en la comunidad, se estructuraban en lo posible a imagen del
oikos y la familia (basileus = padre).

La base de la riqueza y el poder de los reyes era la posesión de tierras y ganado, sin los cuales nadie podía
llegar al poder. Y después venían los “regalos”. El contrarregalo para la plebe era que el poder efectivo del
rey otorgaba protección y defensa. Era “pastor del pueblo” en el sentido de Goethe: “el que no es guerrero
no puede ser pastor”.

El mundo primitivo había quedado atrás: la preeminencia yacía en el oikos, dentro del cual los modelos de
comportamiento estaban graduados y fijados. Al fomentar sus propios intereses y los de su oikos, el rey se
convertía en agente del principio de comunidad: cuanto más fuerte era el sentido de comunidad y más
amplios sus poderes, más grande era el rey y más segura su posición. Homero registra muchos conflictos en
esta relación pero no da clave sobre el resultado que, igualmente, conocemos bien: por el tiempo en que fue
escrita la Odisea, los reyes habían desaparecido. En su lugar, los aristócratas gobernaban como grupo, sin
que hubiera entre ellos uno que fuera el primero.

DICKINSON, O.: “El Egeo. De la Edad de Bronce a la Edad de Hierro”

3 “[Néstor] Recogimos de la llanura un botín bastante cuantioso”


4 “[Ulises, con su apariencia cambiada, a Laertes] Hospedé en otro tiempo en mi patria querida a un sujeto que llegó por allí; nunca
vino un mortal tan amable a mi hogar entre tanto extranjero de tierras lejanas (…); le conduje a mi casa, le di en sus estancias
albergue, le brindé de lo mucho que en ellas tenía y los dones del hospedaje ofrecíle según uso y ley”
5“De ese vino compraron los aqueos, de melenuda cabellera, unos con bronce, otros con fogueado hierro, otros con bovinas pieles,
otros con las propias vacas vivas y otros con esclavos”
6 “los habitantes del Ática vivieron siempre repartidos en pequeñas poleis, cada una con sus pritaneos y sus magistrados, y cuando no
tenían nada que temer no se reunían con el rey para deliberar, sino que deliberaban y decidían su política por separado (…). Pero
cuando subió al trono Teseo y unió el poder a la inteligencia, unificó a todo el mundo en la ciudad actual; y, aunque siguieron
ocupando sus tierras separadamente igual que antes, les obligó a limitarse a esta única ciudad que, cuando fue dejada por Teseo a
sus sucesores, se había convertido en una gran ciudad gracias a que todos le aportaban ya sus tributos”. (Tucídides, Historia de la
Guerra del Peloponeso).

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Se pregunta cómo se inició el desarrollo sostenido que sacó a Grecia de la Edad Oscura, y dice que el Colapso
no tuvo por qué ser el resultante inevitable del carácter de la sociedad palacial egea, ya que hay indicios de
que el mundo egeo estaba experimentando dificultades económicas y sociales en el S.XIII. El Colapso fue
sobre todo el resultado de una desintegración interna de la sociedad egea espoleada por el deterioro de las
condiciones en Oriente Próximo. Tras el Colapso se instaló la inestabilidad, una de las causas fundamentales
del atraso relativo de la Edad Oscura. A diferencia de Oriente Próximo, donde la civilización urbana no se
derrumbó, en el Egeo las sociedades palaciales y los sistemas de intercambio en los que habían participado
desaparecieron.

En torno a la transición del período pospalacial a la Edad de Hierro Antigua se restableció algún tipo de
equilibrio. ¿Cuánto del Bronce sobrevivió, aparte de algunos rasgos básicos como la lengua griega y las
prácticas agrícolas y artesanas más habituales? Uno de los cambios más llamativos es el uso en aumento del
hierro; sin embargo, los cambios más drásticos vinieron dados por la organización social:

a) Basileus: Al caer las grandes comunidades políticas surgieron figuras antes subordinadas de la
sociedad micénica, en su mayoría líderes locales, que se convirtieron en dirigentes efectivos de la
comunidad. Los enterramientos evidencian la existencia de una élite, pero sin distinguir ningún
personaje sobresaliente por sobre los otros.
b) Conciencia «griega» común: A fines del S.IX los rasgos típicos de la Edad de Bronce ya habían
desaparecido y en el S.VIII se observan diversos fenómenos que sugieren la emergencia de una
cultura «panhelénica».

El orden social surgido en la Edad de Hierro Antigua habría sido durante mucho tiempo muy parecido a lo
que se considera típico de la Época Arcaica y la Grecia posterior, pero aún estaban por llegar muchos otros
avances importantes.

MURRAY, O.: “Grecia Arcaica”

En general, la Grecia primitiva era una tierra de labriegos libres en la que la distinción entre aristocracia y
pueblo (demos) era una cuestión de nacimiento y estilo de vida, sin el peso de estructuras sociales
complejas. La forma característica de la organización política de los griegos era la pólis, una pequeña
comunidad independiente autogobernada y, por lo común, constituida por un solo centro urbano y su
campiña circundante. La lenta evolución de la Edad Oscura condujo a un mundo que puede parecer estático
y cristalizado en sus ideas aristocráticas. Pero las diferencias entre la nobleza y el pueblo no eran grandes en
términos económicos. A medida que los órganos de la pólis ganaban una significación mayor, la tensión
entre el mundo del honor de los nobles y el mundo de la justicia del pueblo se hizo cada vez más visible; y la
disonancia estructural ya existente reaccionó a través de nuevos factores para producir un siglo de cambio
tan veloz y tan importante como cualquier otro.

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3. El surgimiento de la pólis en la Era Arcaica: de la aldea a la ciudad (750 - 490/480)

750: Migración (aprovisionamiento de metales + búsqueda de tierras). Expansión: primero en el Mediterráneo, después en el NE
(región del Mar Negro – Mileto). ↑ Cultura panhelénica.
725-650: Ejército hoplita. Falange. (669: Derrota de Esparta en la Batalla de Hisias, lleva a la introducción de la falange hoplita).
720: 1º Guerra Mesenia. Esparta conquista Mesenia → ilotas. Fines S.VIII: Esparta apoderada de toda la llanura de Laconia.
≈ 700: Proceso de sinecismo. Conformación de las póleis. 670-500: Tiranías (restringir poder aristoi), stasis S.VII. Crucial el rol de los
hoplitas no aristócratas (condición: que los aristoi no cuenten con apoyo ejército). ↑ Nuevos grupos aristocráticos. Pólis como
comunidad: ↓ gobiernos aristocráticos que venían desde la Edad Oscura. Tiranía = respuesta del demos a la crisis.
620: Reformas de Dracón en Atenas (Estado como árbitro en casos de homicidio + eliminar arbitrariedad de los jueces).
S.VI: Cultura panhelénica + desarrollo diplomacia deriva en formación de alianzas. Liga del Peloponeso, Liga de Delos.
594: Reformas de Solón en Atenas (abolición de la esclavitud por deudas, facilita el comercio con otros Estados, atrae artesanos
mediante ciudadanía, divide las clases y define su participación política en función de la riqueza de cada una (↓ monopolio
aristocrático). 560-527: Tiranía de Pisístrato en Atenas (exilio 555-546) hasta que muere. Política: fortalecimiento económico,
fomento de las artes y la religión. 510: Interviene Esparta, Cleómenes sitia a Hipías en el Acrópolis. Expulsión del último de los hijos
de Pisístrato: se abre el camino para el desarrollo de las instituciones democráticas. ≈ 500: Reformas de Clístenes. Tribus ÷ con
criterios geográficos → fin lazos afectivos y reciprocitarios → nuevo entramado de alianzas.
490: Llegan los persas a Grecia, 1º Guerra Médica. Atenas aliada a Platea los derrota en la Batalla de Maratón (pese a la marcada
inferioridad numérica, gracias a la disciplina del ejército hoplita). 481: Se conforma la Liga Helénica (para defender a Grecia de los
persas). 480-479: 2º Guerra Médica. Batalla de Termópilas (gana Persia y caen los 300 de Esparta y Leónidas); Batalla de Salamina
(gana la Liga Helénica). En 479 Jerjes se va a Persia a salvar el Helesponto y deja al mando a Mardonio que pierde con el ejército
helénico más numeroso reunido nunca. Capitaneado por Pausanias, sobrino de Leónidas y regente de su hijo.

El Período Arcaico, en otro tiempo muy descuidado por los historiadores, se considera hoy fundamental en
cuanto fue el momento decisivo para la formación de los grandes logros alcanzados en los terrenos
intelectual, cultural y político durante la «Edad de Oro» de Grecia. Sin embargo, también las guerras de un
demos contra otro se hicieron más cotidianas en el período, así como las luchas intestinas en el seno de un
mismo demos. El aumento de las desigualdades económicas provocó grandes tensiones entre una minoría
de ricos y una mayoría pobre. La inestabilidad política dio paso así a un nuevo tipo de autoridad, la del
«tirano». Entre 670 y 500, un gran número de ciudades-estado del mundo griego pasaron por una fase de
tiranía, fuertemente articulada a la stasis imperante y al surgimiento del ejército hoplita. Y es que la
oligarquía no habría podido ser derrocada si hubiera contado con la lealtad de los hoplitas no aristócratas,
mientras que lo único que necesitaba un aspirante a tirano era la resistencia pasiva de éstos y su negativa a
defender a los nobles.

Cuando los tiranos fueron derrocados y, junto con sus familias, condenados al exilio o asesinados, por regla
general los aristócratas que habían sido desterrados regresaron y restauraron la oligarquía. Pero el gobierno
no volvió a ser el mismo: los labradores hoplitas ya no estaban dispuestos a conformarse con votar a sus
líderes sin exigirles responsabilidades políticas, y los nobles no pudieron negarse a incluirlos en el proceso de
toma de decisiones públicas ni arrebatar a los pobres los beneficios que les habían concedido los tiranos
para que llevaran una vida más fácil.

Transformaciones más importantes en la Grecia Arcaica:

1) Surgimiento de la polis.
2) Expansión ultramarina.
3) Ejército hoplita.
4) Stasis.
5) Difusión de una cultura panhelénica (aunque esto tiene su auge en el S.V con las Guerras Médicas).

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DEFINICIÓN PÓLIS (GALLEGO): Centro principal de la vida social de los griegos en la Antigüedad; corporación
compuesta por un núcleo urbano (ásty) circundado por los campos de labor que constituían el territorio
(khóra) de la pólis conformando así una unidad indivisible. En dicho territorio tenían sus parcelas los
miembros reconocidos por la comunidad, siendo la apropiación privada de las tierras de cultivo en el marco
de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos primordiales de su organización económica. Por otra
parte, la ciudad era el marco de existencia permanente de las instituciones de gobierno, pero dentro de un
esquema en el que no se daba un dominio de la ciudad sobre el campo sino un modo de articulación de las
relaciones sociales en el que ciudad y campo no podían ser divorciados. Esto comportaba la constitución de
una colectividad política, un estado, que puede definirse como un gobierno sin burocracia debido a la
participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos.

CARÁCTER SEGMENTARIO DEL ESTADO-PÓLIS: DIFERENCIAS CON LOS ESTADOS DE TIPO JERÁRQUICO

TEÓRICOS + FUENTES

El proceso de formación de la pólis, entendido como proceso de formación de un tipo de estado, se debería
inscribir en otras problemáticas semejantes. Muchos de estos procesos tienen que ver con una construcción
elitista del estado, una construcción desde arriba, que se relaciona con la formación de una élite dominante.
En este sentido, algunos autores han englobado estas formas de pensar el surgimiento del estado como la
formación del estado por vía jerárquica, donde la constitución del estado implica al mismo tiempo la
constitución de unas jerarquías sociales que el estado viene a reforzar y potenciar. La situación más
evocativa para este modelo podría ser la formación del estado faraónico en Egipto antiguo. Pero la
formación de la pólis no puede estrictamente encuadrarse en la idea de una configuración del estado por vía
jerárquica porque si bien resalta el protagonismo por parte de la aristocracia, por otra parte la configuración
demográfica, espacial, conserva y otorga un lugar importante a la comunidad aldeana, aún cuando
inicialmente la aristocracia tuviera un importante protagonismo. La propia élite aristocrática, en el paso de la
Edad Oscura a la Época Arcaica, habría producido la destitución de la figura del monarca, del poder absoluto,
unívoco, generando dentro de la aristocracia una concepción de poder compartido, de poder basado en la
semejanza de todos los integrantes de ese cuerpo social. Pero junto con esto, hubo otra forma de pensarse
la igualdad que tenía que ver con el núcleo aldeano en la medida que la concepción de la pólis -a partir del
sinecismo- implica una base aldeana fundamental, la pólis normal aparece atravesada por la lógica de la
aldea (“estado-aldea”).

Esos conflictos entre dos concepciones de igualdad (aristocrática y aldeana) no deben hacernos perder de
vista el resultado: el hecho de que la pólis termina incluyendo a sectores más bastos de la aristocracia -e
incluso en el caso ateniense termina incluyendo a pobres sin tierra-. Considerando el 80% de pólis que
califican como “normales”, el resultado es una configuración del estado con una base aldeana fundamental.
En ese sentido la concepción de cierta semejanza basada en la pertenencia a la aldea estaría también
influyendo a la pólis que surge como aglomeración o unificación de un conjunto de aldeas, aún cuando en el
proceso formativo hubiera una dominante por sobre otras, o una élite que someta a las de otras aldeas.

LAS BASES RURALES DE LA CIUDAD: LA MIRADA DE HESÍODO EN TRABAJOS Y DÍAS

TEÓRICOS + FUENTES

“Pues en seguida corre juramento junto con las sentencias torcidas, y el rugido de justicia arrastrada donde la
lleven los hombres devoradores de regalos, que deciden las normas con sentencias torcidas. Ella sigue llorando

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la ciudad y las costumbres de los hombres, cubierta de bruma, trayendo mal a los hombres, que la rechazan y
no la distribuyen equitativamente” Hesíodo, Trabajos y Días.

La mirada de Hesíodo es una mirada situada en contraposición a la búsqueda de la sentencia equitativa de la


que hablaba Homero en el pasaje del escudo de Aquiles. Hesíodo insiste en el hecho de que las sentencias
son torcidas relacionándolas con lo que el pasaje menciona como los hombres devoradores de regalos;
señala la idea de que estos basileis, estos devoradores de regalos, no distribuyen la justicia equitativamente.
Los que corrompen el funcionamiento de esa justicia son los hombres que establecen sentencias torcidas y
que son los que establecen las normas; es por eso que esa justicia está tapada, está cubierta de bruma según
el pasaje. Señala la idea de que la distribución debería regirse por algún criterio equitativo, igualitario.

Pero este texto vuelve a traer la misma dificultad que Homero, ¿se trata ya de una justicia de la pólis? Aquí
se la menciona directamente, se habla de la ciudad, de la misma manera que en Homero se describían dos
ciudades. Pero Hesíodo introduce el paso del pre-derecho al derecho, la discusión sobre si estamos ante una
autoridad pública, un espacio político, pautas asociadas a la instauración de la pólis o no. Y es que el planteo
de Hesíodo nos sitúa siempre en esa zona de transición: hay quienes ejercen justicia, quienes dictan
sentencia, pero sin embargo la práctica del juramento no es todavía la del tribunal como aquel que funda
Atenea. En la perspectiva hesiódica no se denigra la existencia de la pólis, sino que se dice que la pólis está
sometida a un poder que dicta sentencias torcidas, es la idea de la falta de reciprocidad, una reciprocidad
negativa. La perspectiva hesiódica admite una justicia equitativa en el marco de la pólis pero siempre y
cuando esa pólis asuma los rasgos del oîkos. Para Hesíodo la existencia de una ciudad justa tendría una
derivación del funcionamiento de la aldea, y la existencia de una aldea que pueda proveer esta base a la
ciudad sería decidida en función del funcionamiento del oîkos.

Pero más allá de que se queje, Hesíodo no puede evitar quedar vinculado a la pólis y a sus prácticas en el
plano del ágora. Esto se refleja en el conflicto con su hermano Perses, indicativo de que la justicia -torcida o
no- que se está dictando en la ciudad alcanza también a lo que sucede en el ámbito de la aldea. Más allá de
que en Hesíodo esto sea una reciprocidad negativa, lo que nos permite ver el poema es la existencia de la
pólis y la idea de la aldea subsumida a ella, incluida en su funcionamiento. Es el reflejo del proceso de
sinecismo, del surgimiento de la pólis, espacio que aparece al comienzo del arcaísmo liderado por la
aristocracia. Lo que se reflejan en Homero y Hesíodo son dos ideas distintas de igualdad, una de las fuentes
de la stasis en la Era Arcaica. Y a juzgar por los aspectos que contemplarán las reformas de Clístenes, la
importancia del elemento aldeano queda demostrada.

STÁSIS. LA GUERRA Y LA FALANGE HOPLITA. LEGISLADORES Y TIRANOS

DOMINGUEZ MONEDERO, A.: “La pólis y la expansión colonial griega. Siglos VIII-VI”

Dice que los conflictos que amenazan a las poleis en el S.VII son consecuencia de las diferentes
contradicciones que se habían dado en el momento de constitución de las mismas. Los momentos previos al
establecimiento de las tiranías nos muestran la crisis del sistema aristocrático manifestada en el
enfrentamiento entre facciones de la misma aristocracia (stasis). La reforma hoplítica aparece como puerta
que abría la posibilidad a una serie de individuos de defender personalmente la pólis lo que aumentó su
sentido de pertenencia a ella. Si bien no existió nunca una «clase hoplítica» como agrupación consciente y
unificada económicamente, el sentimiento de ascenso social que muchos de estos ciudadanos-soldados
experimentaban, acompañado de un auge económico, se veía contrarrestado por su tenue o nula

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participación política. Sin necesidad de convertirse en un grupo organizado, en muchos de ellos debió de ir
surgiendo un profundo malestar.

Ante el conflicto, Monedero expone dos soluciones:

a) La respuesta aristocrática: recopilación de leyes. Parece que la innovación no es mucha, pero ya su


puesta por escrito, su “objetivación”, suponía un gran avance.
b) La respuesta del demos: considera acá a la tiranía, no tanto porque el demos haya sido su
protagonista principal, sino sobre todo porque fue su beneficiario y, además, porque a diferencia de
los legisladores y las legislaciones, que trataban de perpetuar el sistema ancestral de gobierno, el
tirano rompió con el pasado, sentando las bases del porvenir.

Si los conceptos de polis y polites surgen en el S.VIII, su verdadera realización no va a empezar hasta el S.VII
cuando, en la mayor parte de los casos por la intervención traumática de un tirano, van a llenarse de
contenido. Así, surgirán políticas de reparto de tierras, que al tiempo que alivian la situación, permiten dar
más fuerza a la falange hoplítica; políticas de pesos y medidas, atendiendo tanto a nuevas formas de
evaluación de la riqueza cuanto a las cada vez mayores relaciones externas; políticas de fomento de la
artesanía y del comercio (que a su vez favorece el desarrollo de las primeras flotas de guerra) y de las obras
públicas, siquiera como medio de dar ocupación a los menos beneficiados, pero también como respuesta a
la propia crisis agraria. Características comunes a casi todas las tiranías:

a) Ilegitimidad: su acceso al poder se realiza mediante algún acto de fuerza, aunque no implica siempre
una suspensión de la legalidad vigente;
b) Apoyo popular: la situación de descontento parece haber sido tan generalizada que es difícil
establecer una relación directa entre la pertenencia a la falange hoplítica y la cristalización del apoyo
al tirano;
c) Hostilidad hacia la aristocracia: parece haberse ido desarrollando un proceso de concentración del
poder en un grupo cada vez más restringido de aristoi y hacia esos grupos reducidos es hacia dónde
va la hostilidad (y no al conjunto de la aristocracia, ya que los tiranos procedían de ahí);
d) Origen aristocrático de los tiranos: es precisamente ese origen el que convence de que las staseis
eran esencialmente conflictos intra aristocracia, por más que los aristoi descontentos hayan buscado
o hayan recibido apoyo de otros círculos sociales.

GALLEGO, J.: “El campesinado en la Grecia Antigua. Una historia de la igualdad”

La formación del ejército hoplita resulta fundamental para el desarrollo de la polis: ahora el campesino, que
poseía una porción del territorio de la comunidad, en tanto que ciudadano, que participaba en los asuntos
políticos de la polis, y en tanto que soldado, que luchaba junto a sus conciudadanos en la falange, defendía
el territorio como modo de asegurar la propia reproducción de la ciudad. Así, la guerra deviene en una
construcción simbólica que colabora en la fijación de las identidades, sus límites y su conjunción con las
fronteras espaciales. La actividad de la falange hoplita, así, se transforma en un movimiento ritualizado sobre
los campos de batalla, que no son otros que los de labor: los hoplitas no sólo defienden sus tierras, sino
también su orgullo, prestigio y su identidad.

A medida que la guerra hoplita se desarrolló, los integrantes de la comunidad, en tanto que usufructuarios
del territorio de la pólis, tuvieron que encargarse de los asuntos bélicos, razón por la cual se convirtieron en
soldados que con su propio armamento defendieron la integridad de un estado cuya base era

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primordialmente agraria, de modo de resguardar sus intereses como poseedores de tierra. Esta progresiva
inclusión de los campesinos, y no sin tensiones y conflictos, derivó en una transformación aún mayor: el
pasaje de formas de gobierno en que el ejercicio del poder recaía en los aristócratas (basileía, oligarkhía) a
aquellas en las que podían participar muchos más (demokratía, politeía), en especial la clase media ligada a
la infantería7.

ECHEVERRÍA REY, F. “Ciudadanos, campesinos y soldados”

La teoría de la “Revolución hoplita” surge como medio para explicar el surgimiento de la pólis a comienzos
de la época Arcaica. Parte del supuesto de que antes de las transformaciones del S.VIII las comunidades
griegas se articulaban en regímenes monárquicos que se enfrentaban habitualmente entre sí por cuestiones
de honor y prestigio de sus linajes gobernantes. En estos enfrentamientos, la figura del héroe, el basileús,
era la referencia constante, ya que el combate se desarrollaba en la forma de duelos individuales entre los
grandes monarcas y aristócratas. Es en ese contexto que se produciría un cambio abrupto y repentino en las
tácticas bélicas debido a la adopción de un nuevo tipo de armamento y su empleo dentro de una nueva
estructura de combate en masa que se denominó falange; de acuerdo con la teoría, el nuevo sistema de
combate haría que fueran necesarios más efectivos para completar la formación, con lo que se integrarían
nuevos grupos sociales, sectores de campesinos pobres y marginados de la estructura política que ocuparían
su lugar en la falange y participarían activamente en la defensa de la comunidad. Fruto de ese supuesto
cambio táctico se postula la existencia de una “revolución” al precipitarse en una reacción en cadena
sucesivas transformaciones en distintos ámbitos: en materia social, los grupos integrados a la falange
adquirirían una cierta conciencia de clase, de identidad; ello tendría repercusiones en el plano político pues
estos grupos conseguirían un mayor peso dentro de las instituciones de la comunidad y lograrían el control
de sus instrumentos de gobierno. En el campo económico, la existencia de una clase extensa de soldados
que se costeaban su propio armamento supondría un aumento de la riqueza general y el predominio de los
intereses agrarios dentro de la comunidad debido a que estos grupos basaban su prosperidad en la tierra.
Puesto que la guerra y la formación de ejércitos se han considerado tradicionalmente casi como un “acto
fundacional” de la pólis, ésta era concebida como una comunidad de ciudadanos cuya principal característica
era ejercer la función militar. Las ciudades griegas, a su vez, reflejaban el fundamental papel que la guerra
tenía para su organización, lo que las convertía en “comunidades de soldados”. Se pasa a afirmar, de esta
manera, que la participación militar es el fundamento de la identidad ciudadana, que el soldado es
ciudadano. Y este razonamiento se apoya en tres cuestiones fundamentales:

1) Que las guerras son siempre asuntos comunales que involucran a un ejército ciudadano en defensa del
territorio: toda guerra es un asunto público, subyaciendo la idea de que la pólis es una asamblea de
guerreros que encuentra en el ejercicio de la función militar el origen y la legitimación de su posición en
la sociedad.
2) Que la estructura de división social basada en criterios timocráticos que hace su aparición a lo largo de la
época Arcaica está basada en la posesión de armamento, que la timocracia tiene un fundamento militar
y que dichas estructuras nacen con el objetivo de organizar la participación ciudadana en el ejército, con
una finalidad primordialmente militar.

7 "Entre los griegos el primer tipo de constitución surgió, después de la abolición de la monarquía, de los que hacían la guerra, en un
principio de los caballeros (porque tenían su fuerza y su superioridad en la caballería, debido al hecho de que sin una formación
coordinada la infantería armada resulta inútil y los antiguos no conocían ni las tácticas ni los tipos de formación de los hoplitas, de
suerte que su fuerza estaba en los jinetes); pero, al crecer las ciudades y hacerse más fuertes los que tenían armas, fueron más
también los que participaron en el gobierno" (Aristóteles, Política)

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3) Que la participación en el ejército daría a amplios sectores sociales una nueva conciencia de “clase”,
convirtiéndose en un sector que emplearía su función militar como elemento de presión para forzar
cambios políticos orientados a su integración, subyaciendo la idea de que la condición de soldado
precede a la de ciudadano, consiguiendo el derecho de ciudadanía a través de la función militar.

Pero para Echeverría Rey la participación militar no era tanto un criterio de ciudadanía como una expresión
o símbolo de la misma, y también un privilegio y obligación derivados de ella: era a través de la guerra que el
individuo expresaba su estatus económico así como su lealtad política. En realidad, el verdadero criterio de
la ciudadanía no residía en las funciones, que son expresión del estatus, sino en la posesión de tierra
cultivable, auténtico cimiento de ese estatus. Las armas, por lo tanto no son más que la expresión de un
poder que se asienta en otros cimientos y se expresa de otras maneras, lo que lleva a revisar la teoría de la
“Revolución hoplita”. A un nivel de ciudadanía no le corresponde en la práctica un grado concreto de
participación militar pero tal vez sí en el plano ideológico, en la estructura ideológica que sustenta las
jerarquías, las relaciones y las funciones en la pólis. La guerra era un fenómeno esencialmente social e
ideológico: tanto sus motivaciones profundas como sus estructuras de organización y sus objetivos radican
ante todo en aspectos relacionados con la sociedad y la ideología. En Homero, por ejemplo, la exclusividad
de los héroes en la narración de las batallas responde a esos aspectos, ya que la arqueología ha revelado que
las batallas se libraban entre masas indiferenciadas de soldados comunes y no en la clave épica que les
adjudica el poeta.

El “motor de cambio” en el ámbito arcaico es la competencia aristocrática: dentro de su incansable


búsqueda de prestigio, la cultura aristocrática ejercía un permanente efecto “heroizador” de la vida real. Esa
competencia se produjo en un contexto en el que las instituciones “públicas” y los marcos que constituían el
“Estado” estaban todavía en proceso de consolidación; existían todavía factores disgregadores y fuerzas
centrífugas que complicaban la estabilización de la pólis. En ese marco, la iniciativa individual adquiere una
relevancia superior (por ejemplo, en la fundación de colonias durante los S.VII y VI). La Época Arcaica asistió
a una lenta evolución militar que condujo progresivamente hacia formaciones cada vez más estrictas;
algunos autores proponen que la falange no alcanza su forma definitiva hasta el S.V, y Echeverría Rey
prefiere ubicar esa consolidación recién con la falange macedónica. Del mismo modo que se dio esta
evolución desde época homérica hasta fines del período clásico, el triángulo de funciones formado por el
ejército, la política y la agricultura evolucionó para generar un “ciudadano-soldado-campesino”.

EXPANSIÓN MARÍTIMA Y NUEVOS ASENTAMIENTOS

DOMINGUEZ MONEDERO, A.: “La pólis y la expansión colonial griega. Siglos VIII-VI”

El impulso a la colonización vino dado por el progresivo control de las parcelas por parte de los aristoi
reduciendo así a una especie de servidumbre a sus antiguos cultivadores. La primera opción para ellos fue la
emigración a la ciudad con el fin de intentar buscar nuevas formas de vida; la segunda fue la emigración a
otras ciudades, con la finalidad de establecerse, disponer de tierras y reproducir no las formas de vida que
habían llevado hasta entonces, sino las de aquellos aristoi cuyo auge político y económico había terminado
desplazándolos. La colonización se halla en función de la construcción de la pólis griega y al servicio de la
misma: simultánea a dicho proceso, sirve de estímulo y le imprime dinamismo. Ambos fenómenos son causa
y consecuencia del otro.

Una consecuencia fundamental de la colonización fue la exportación, a regiones que hasta entonces habían
permanecido ajenas al ámbito Egeo, del sistema político de la pólis. Al tiempo que esa transmisión se

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produce, las sociedades afectadas irán orientando su propia cultura para hacer frente e integrar o rechazar
esos aportes. Es importante distinguir este «proceso de helenización» de la «helenización» propiamente
dicha, algo que aparece a priori más utópico que real. Este proceso no implica una copia servil de un modelo
aportado por Grecia, sino la posibilidad de elaborar una cultura original partiendo del propio sustrato pero
empleando tanto un lenguaje formal, modos de expresión y formas organizativas como una ideología
tomada de los griegos, aún cuando ello implique, dentro del proceso, una reinterpretación, en clave no
griega, de modelos helénicos.

Pero la verdadera importancia de la colonización reside en el hecho de que la misma dio origen y liberó toda
una serie de recursos y potencialidades que la conformación de la pólis había contribuido a crear y que,
merced a la reproducción hasta la saciedad de tal esquema, propició el desencadenamiento de conflictos
internos, pero también puso las bases sobre las que se iba a proceder a su superación.

GALLEGO, J.: “El campesinado en la Grecia Antigua. Una historia de la igualdad”

Expresa que la imagen igualitaria de la pólis surgida en base a los principios aldeanos va a encontrar una
temprana concreción en las fundaciones coloniales: desde el S.VIII la pólis colonial (apoikía) emerge bajo una
concepción enteramente igualitaria que se manifiesta en el reparto equitativo de la tierra para, sobre esa
base, establecer una comunidad política que muestra los mismos fundamentos igualitarios. Ese imaginario
igualitario colonial tenía una raíz no aristocrática que seguramente alimentó la tradición anti-aristocrática e
igualitaria que quedó plasmada en la imagen aldeana de la pólis, a la vez que se alimentó de ella, en tanto
que buena parte de los emigrantes no eran otra cosa que campesinos que habían perdido su vínculo con la
tierra en sus comunidades de origen. De este modo, ambas experiencias darían lugar a un reforzamiento de
la idea igualitaria de base aldeana aunque reelaborándola en un terreno propiamente político conforme la
pólis se iba delineando en los hechos y en las ideas.

REGÍMENES POLÍTICOS Y CONDICIONES AGRARIAS. LOS ORÍGENES DE LA IGUALDAD

DOMINGUEZ MONEDERO, A.: “La pólis y la expansión colonial griega. Siglos VIII-VI”

Su idea principal es que la pólis representa un modo de vida, con todo lo que implica tanto desde el punto de
vista material como desde el ideológico. Dice que introduce en la historia una concepción absolutamente
nueva: la posibilidad para una serie de individuos de dotarse de sus propios instrumentos de gobierno y
organización prescindiendo de la referencia al ámbito sobrehumano. La polis surge cuando surge la idea de
polites o ciudadano: cuando un conjunto de individuos se consideran relacionados entre sí por un vínculo
común. Y esa misma idea de «ciudadano» implica la de «no ciudadano»: ya sean esclavos como los ilotas
espartanos o libres, como los periecos espartanos o los metecos atenienses, no gozan de derechos políticos.
Esta exclusión, por otro lado, va a alimentar la idea de la igualdad entre todos aquellos que sí forman parte
plenamente del estado.

TENDENCIAS CENTRÍFUGAS TENDENCIAS CENTRÍPETAS


Dificultad para lograr el consenso (≠ entre aristocracia y
Unificación (política, jurídica, territorial, económica, etc.)
demos sobre lo que esperan de esa centralización)
Reaparición de edificios destinados exclusivamente a
Negativa de cada poder autónomo a ceder su autonomía
fines religiosos
Desequilibrio entre el centro urbano y el territorio, así
Divinidades ya no del demos, sino políadas (Integración
como con las antiguas “aldeas” (en competencia por ser
de lo individual en el ámbito comunal)
centros políticos)

19
Esa unificación política, deseada por los nobles, traerá como consecuencia la integración política de todos los
grupos no aristocráticos que, previamente dispersos, van a comprobar ahora que su unión es su fuerza. La
intervención en la forma de combate hoplítica de estos elementos no aristocráticos del demos va a favorecer
la aparición, en contraste con la ideología aristocrática, de una suerte de «ideología hoplítica»
(representación que aquellos que integran la falange se hacen de su situación en el seno de la pólis y sus
intentos de que la misma dé cabida a sus aspiraciones políticas). Si bien no se puede hablar en propiedad
aún para el S.VIII de «ideología hoplítica», sí se puede observar un descontento ya latente entre aquellas
personas, integradas en la pólis aristocrática, que no encuentran adecuadas contrapartidas ni en lo social, ni
en lo económico ni en lo político. Están ya sentadas las bases del S.VII: esta situación deriva en la stasis, que
llevará al establecimiento de nuevas relaciones sociales por el conflicto entre opciones enfrentadas.

GALLEGO, J.: “El campesinado en la Grecia Antigua. Una historia de la igualdad”

Dice que hay dos líneas de reflexión respecto de los orígenes de la igualdad de los ciudadanos en la pólis: la
que afirma que proviene de la concepción aristocrática y la que señala que deriva del imaginario campesino.
Su tesis toma elementos de ambas: expresa que el surgimiento de una idea igualitaria de base campesina se
presenta como una cultura antitética respecto de la tradición aristocrática; y si bien la inserción política y
militar de los labradores pudo haber sido un factor ya dado en los comienzos de la pólis, es el predominio de
la élite aristocrática lo que explica no sólo los conflictos de la era arcaica sino también las reivindicaciones
específicamente campesinas respecto de la igualdad, la justicia, la propiedad y, en definitiva, la pólis. La
matriz de esta percepción igualitaria campesina no es otra que la que brinda la comunidad aldeana a partir
de los vínculos de amistad y reciprocidad entre vecinos. Entre el ámbito público de la ciudad y la esfera
doméstica del hogar, la comunidad aldeana cumplía un papel de articulador oficiando de intermediaria. Y es
que el sinecismo de las aldeas en la pólis no supuso su desaparición, ya que las aldeas rurales preexistentes
se convirtieron en distritos jurisdiccionales del estado ateniense. La unificación contuvo, sin embargo, una
fuerte transformación, en tanto que el modelo de la asamblea aldeana en la pólis apareció monopolizado
por la aristocracia.

Una vez más aparecen conceptos ligados al de “economía incrustada” de Polanyi, cuando Gallego dice que
un elemento importante en la explicación de la pólis clásica era la idea de lo comunal políticamente definido
en tanto que instancia que regulaba el funcionamiento social. Así, en la ciudad clásica la política aparecía
articulando las relaciones sociales: todas las demás esferas quedaban organizadas por ese registro que
definía los parámetros de inclusión en el ordenamiento de la pólis. No se trataba de ser propietario de tierra
para ser miembro de la comuna aldeana y, por consiguiente, formar parte de la organización social, sino que
se trataba de pertenecer al cuerpo ciudadano teniendo acceso así a la política como procedimiento que
igualaba entre sí a los miembros de la ciudad-estado. Y esa imagen igualitaria se deriva de una raigambre
aldeana reelaborada en función de la organización política del estado que surge a partir del sinecismo.

TEÓRICOS + FUENTES

El conflicto por la igualdad es un conflicto a partir de concepciones diferentes de la misma y, por ello, en
vistas del protagonismo inicial de la aristocracia en la formación de la pólis, existen algunos planteos que
ubican a la concepción campesina o aldeana de la igualdad como un contra-ideal, una percepción, una
mirada anti-democrática. Para pensar el grado de concreción de esta perspectiva de la igualdad debemos
adentrarnos en los fines de la Época Arcaica, a los comienzos de la Época Clásica, al final de lo que se llama

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“stásis arcaica” y tomar en cuenta dos cuestiones que implican dos perspectivas distintas pero que en el
resultado pueden dar lugar al mismo pensamiento, a una misma concepción.

La polémica gira en torno a cuál es el punto de partida de la concepción igualitaria que está contenida en la
idea de pólis. Algunos autores piensan, a partir de Vernant, que la igualdad como concepción y luego como
práctica surge de la aristocracia pero se amplía luego a los “sectores populares”. Otros pensamos que hay un
protagonismo aristocrático y una concepción de la igualdad aristocrática, pero también hay una concepción
de la semejanza y la igualdad campesina y aldeana. De entrada, hay un protagonismo aristocrático reflejado
en cierto control del poder en la pólis inicial. Los conflictos que se desatan en la era arcaica tienen que ver
con distintas cuestiones: el problema del acceso a la tierra, el problema de la presión de los aristócratas
sobre los campesinos como posibles situaciones de dependencia -como el caso de la Atenas presoloniana-,
pero también pueden tener como problema la cuestión de la igualdad, la cuestión de cuándo aparecen y
cuándo no aparecen como partícipes en el sistema político-social ciertos sectores campesinos como los que
representaría Hesíodo, que no es exactamente pobre.

El resultado de ese conflicto se ve de distintas maneras, entre las que se cuentan las salidas desde la
expansión colonial, en la que participarían aquellos que fueron desplazados de sus comunidades de origen
(sería difícil pensar que aristócratas sólidamente arraigados en sus póleis de origen migraran a buscar nuevas
tierras; más bien se trata de la población desplazada). Tomando a Domínguez Monedero y teniendo en
cuenta que el proceso de colonización arranca al mismo tiempo que el proceso de formación de la pólis, lo
que se puede percibir es que en las pólis coloniales no sólo prima la concepción igualitaria en su fundación,
en una instauración que no se da a partir de aldeas previas, sino que, además, quienes se instalan allí son de
origen no-aristocrático. Estas póleis coloniales desarrollan una concepción igualitaria más rápidamente
porque a esas nuevas póleis van aquellos que precisamente habían quedado excluidos en el momento en
que la aristocracia se cierra y limita la semejanza al círculo de los aristócratas considerados iguales.

Coincidiendo con Domínguez Monedero, Gallego cree que la aristocracia es protagónica en la formación de
la pólis pero que hay también un estrato igualitario campesino. Como resolución de los conflictos arcaicos es
que surgen tres formas de gobierno, de organización política de la pólis: la oligarquía, la democracia y la
politeia intermedia u hoplita, una timocracia donde la participación estaría, de alguna manera, basada en
cierto grado de propiedad de la tierra, que es aquella que habilitaría o no las condiciones para ser hoplita.
Este tipo de organización política, en líneas generales, se podría aplicar a los casos de las póleis normales.

HANSON, V.D.: “Antes de la democracia. El igualitarismo agrícola y la ideología subyacente tras el


gobierno constitucional griego”

El núcleo central de su tesis es que la emergencia de nuevas técnicas agrícolas y de una clase de granjeros
(georgoi) dio lugar a un renacimiento económico en las ciudades griegas, que cambiaron el poder de la
aristocracia por timocracias y gobiernos más amplios basados en la tierra (más que sólo en la sangre). La
cuestión central es que estos nuevos georgoi necesitaban de algo más que organización militar e
instituciones para asegurar su reproducción como clase. Así, lo central fue una ideología comunitaria
unificadora, basada en la creencia de que no debían existir granjas grandes ni desigualdad radical en la
posesión de la propiedad rural ni, por extensión, ciudadanos extremadamente ricos o pobres en la pólis. Esta
limitación era completamente moral, y pronto penetró en todo el tejido de la ciudad-estado, más allá de la
noción sobre la posesión de tierras.

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El agrarismo, así, aparece como un ethos a partir del cual puede rastrearse la mayoría de los demás valores
griegos. Siempre que un amplio segmento de la población trabajara y poseyera sus propias granjas, el
agrarismo, la pólis y la cultura griega misma estarían todos en buenas manos.

4. La pólis en la Época Clásica: los modelos y sus crisis (490/480 - 338)

≈ 479: Después del triunfo en la 2ºGM se forma la Liga de Delos → Al prestigio y la confianza en sí misma que había generado la
victoria se le agrega un aumento de la riqueza en la ciudad → centro cultural de primer orden. Además, el rol de la flota ateniense en
la derrota de los persas alteró el equilibrio de fuerzas Atenas-Esparta en Grecia.
460: Terremoto en Esparta, rebelión de los ilotas. Piden ayuda a la Liga Helénica. Atenas dividida: ayudar (Cilón) y no ayudar
(Efialtes). Mandan a Cilón con 400 hoplitas pero Esparta, xenófoba, los devuelve. Cilón: ostracismo, ↑ Efialtes, abre el camino a la
democracia en Atenas. 461-429: Asume el mando Pericles, el político más destacado del período.
460-445: (“1º”) Guerra del Peloponeso, enfrentamientos aislados pero sistemáticos entre espartanos y atenienses. 454: Traslado del
tesoro de la Liga de Delos a Atenas deja en claro su supremacía y empieza a ↓ Liga y ↑ Imperio. 431-404: (2º) Guerra del
Peloponeso. Atenas y Esparta divididas en cuanto a la conveniencia de la guerra, negociaciones infructíferas. Tebas ataca Platea
(lugar que simbolizaba el triunfo contra Persia) y Atenas entra en la guerra.
404: Fin de la guerra. Lisandro establece decarquías (diez magistrados pro-espartanos) salvo en Atenas que designa 30. 403: Las
políticas de “Los Treinta” crean un poderoso grupo de desterrados que se refugian en Tebas. Marchan sobre el Pireo. La oligarquía
ateniense supuso que venía ayuda de Lisandro pero Esparta estaba sumida en conflictos internos. Con ayuda de Pausanias (opositor
de Lisandro), los desterrados recuperan Atenas y empiezan la restauración de la democracia. 395-387: Guerra de Corinto. Tebas,
Corinto, Argos y Atenas declaran la guerra a Esparta (por políticas imperialistas demasiado agresivas Lisandro-Argesilao). Persia
colabora económicamente para sacarse de encima a Argesilao que estaba en Asia Menor. Lisandro muere en combate y Esparta
ordena a Argesilao volver. 371: Batalla de Leuctra (falange oblicua). ↓ Esparta como potencia, ↑ Tebas al mando de Epaminondas.
Liberación de Mesenia por parte de Tebas. 360-350: Sublevaciones que debilitan la Confederación Ateniense + ↓Tebas + ↓ Esparta
→ vacío de poder (que sería ocupado por Filipo II de Macedonia). 358: Asume el trono de Macedonia Filipo II. Termina con la crisis
interna y con las amenazas externas. 347: Filipo interviene en conflicto en Grecia (“3º Guerra Sagrada”) y conquista las posesiones
que le quedaban a Atenas en Macedonia. 346: Se firma la paz Atenas – Macedonia y se consolida el poderío de Filipo.

Ningún otro estado griego definió nunca sus objetivos con tanta claridad como Esparta ni puso tanto
empeño en intentar alcanzarlos. Si la injerencia del estado en la vida del individuo fue siempre muy grande
en todos los estados griegos, ninguno sobrepasó a Esparta por su intromisión en la vida de los ciudadanos.
Los espartanos estaban orgullosísimos de su pólis, y el resto de los griegos admiraban el patriotismo austero
y el altruismo que comportaba el sistema espartano. La negación extrema de la individualidad alentaba un
profundo sentido de pertenencia al grupo que todos los demás griegos envidiaban. En el Período Arcaico, al
igual que en el resto de las sociedades egeas, la necesidad primordial de Esparta era dar de comer a su
población. Por consiguiente, para asegurarse el dominio de la llanura laconia, sus habitantes fueron
reducidos a la condición de ilotas, sometidos con carácter hereditario al estado espartano. El resto de los
habitantes de Laconia se convirtieron en periecos (“los que viven alrededor”). Tras la derrota de Argos en
546, Esparta se convirtió en el estado más poderoso de toda Grecia. Excepto con Mesenia, Esparta procuró
establecer con los demás estados del Peloponeso unas relaciones de alianza y no de conquista. Hacia 510-
500, se creó la «Liga del Peloponeso», que no era un imperio, sino una alianza; no se pagaba tributo alguno,
excepto en tiempos de guerra. Además, Esparta no dictaba la política de la organización: el gobierno era
bicameral, formado por la asamblea de los espartanos y el congreso de los aliados, en el que cada estado
tenía un voto.

Hacia 500, las luchas de facciones entre las familias aristocráticas, las tensiones entre los aristócratas y el
pueblo y la tiranía eran cuestiones ya superadas en Atenas, donde se había establecido un gobierno
democrático y donde la stásis aristocrática había quedado confinada a la competencia por el acceso a los

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cargos públicos. Atenas se había convertido en la segunda pólis más importante de Grecia y estaba destinada
a jugar un papel decisivo en la gran guerra que estaba a punto de comenzar. Y es que mientras habían ido
desarrollándose las ciudades-estado griegas, el Imperio Persa se había convertido en una ambiciosa potencia
que amenazaría con apoderarse del mundo helénico. El imprevisto triunfo de las pequeñas ciudades-estado
griegas tuvo unas repercusiones muy escasas en Persia, pero en Grecia daría lugar al ↑ de una civilización de
extraordinaria originalidad. Sin embargo, la unidad que la amenaza persa había provocado tendría una vida
muy breve. La lucha por evitar la conquista de Grecia por parte de Persia dio lugar al desarrollo de un
profundo sentido de identidad helénica. El hecho de que los ciudadanos de clase humilde que trabajaban
como remeros en la armada tuvieran un papel cada vez más decisivo en el normal funcionamiento de la
ciudad contribuyó a que a los ricos y a los nobles les resultara cada vez más difícil mantener el monopolio del
poder político que tradicionalmente habían detentado. En consecuencia, las reformas democráticas echaron
por tierra la ventaja de la que disfrutaban los aristócratas acaudalados del período. Por otra parte, durante
las décadas posteriores a la derrota de Jerjes, Atenas se convirtió en un centro cultural de primer orden. Los
logros culturales de Grecia de los S.VI y V fueron muy importantes, pero las dificultades de convivencia que
tuvieron las ciudades-estado afectarían profundamente la situación. El mundo griego se dividía
progresivamente en dos ámbitos de influencia –un imperio terrestre de Esparta y uno marítimo de Atenas-.
Si bien hay causas contingentes, las causas estructurales de la Guerra del Peloponeso deben buscarse en la
disputa por la hegemonía entre Atenas y Esparta.

Los atenienses disponían de bastante más dinero que los peloponesios, y su flota era enormemente
superior. Los peloponesios dependían fundamentalmente de la marina corintia y no disponían de más de
cien naves. Pero la infantería peloponesia era formidable: el avance de la falange de hoplitas espartanos
despertaba el terror en los enemigos de Esparta. Por consiguiente, Atenas esperaba que la guerra se
desarrollara por mar y Esparta pretendía centrarse en el combate en tierra firme. Los atenienses harían una
guerra fundamentalmente defensiva, cuya finalidad era mantener el imperio que los espartanos pretendían
destruir. Para Atenas, acabar en tablas equivalía a la victoria. Esparta necesitaba algo más. Cuando estalló la
guerra, la actividad militar empezó a necesitar de una cantidad cada vez mayor del tiempo, la energía y la
preocupación de la gente. Durante las últimas décadas del S.V Grecia se vio consumida por una contienda
larguísima y agotadora, sin parangón hasta entonces. La guerra, que siempre fue un elemento importante de
la civilización griega, se convirtió en el principio organizador de la vida de las ciudades-estado. El fin de la
Guerra viene marcada por una mala movida táctica de Atenas y la consiguiente victoria de Esparta. Sin
embargo Esparta, absolutamente debilitada, no logra imponer su dominio, dejando al mundo griego en una
situación de crisis de hegemonías.

La Guerra del Peloponeso cambiaría en muchos aspectos el mundo que los griegos conocían. La concepción
del ciudadano-guerrero y el papel que éste desempeñaba en la pólis se vendría abajo. No obstante, serían
muchos los elementos que permanecieran inalterables: la pólis como unidad política, la primacía de la
agricultura, las rivalidades entre las ciudades-estado y el culto a los dioses olímpicos. El trauma provocado
por la guerra y sus consecuencias resultó también sumamente fecundo, pues la guerra proporcionó el
impulso necesario para que se verificaran muchos de los cambios sociales, políticos e intelectuales que
identificamos con el S.IV y con el período posterior a la muerte de Alejandro en 323, denominado Época
Helenística. Con el triunfo de los peloponesios, los tebanos, corintios y otros aliados de los espartanos
propusieron hacer a los atenienses lo mismo que ellos habían hecho a los melios: matar a todos los varones
adultos y vender como esclavos a las mujeres y los niños. Los espartanos rechazaron la propuesta alejando
los grandes servicios prestados a Grecia por Atenas en las Guerras Médicas. Pero la brutalidad del carácter

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de Lisandro hace pensar que probablemente el verdadero motivo fuera el vacío de poder que
previsiblemente había querido ocupar Corinto o –como finalmente pasó- Tebas.

A diferencia de las guerras libradas fuera del suelo italiano durante la república romana, que enriquecieron a
una minoría y significaron la ruina de muchos, la Guerra del Peloponeso fue funesta para todo el mundo. En
toda Grecia la pobreza provocó que muchos perdieran el censo que les permitía servir como hoplitas. En
Esparta, el descenso de la población en términos absolutos fue menor, pero las diversas clases tuvieron que
empezar a redefinirse, pues las filas de los oficiales y de los soldados se vieron incrementadas no sólo por
móthakes de renombre, sino también por ilotas a los que se recompensó con libertad y tierras
(neodamodeis). La larga duración de la guerra acabó también con el «eje pólis-ciudadano»: el empleo de
mercenarios y la concesión periódica de la ciudadanía a los ilotas y a los esclavos por motivos de emergencia
fueron borrando la línea divisoria que tradicionalmente separaba a los ciudadanos de los no ciudadanos y
erosionaron el concepto de soldado-ciudadano y marinero-ciudadano; por otra parte, la frecuencia y el
carácter sangriento de la discordia civil acabaron erosionando el propio concepto de pólis. Sin embargo, al
mismo tiempo la destrucción fomentó el desarrollo de un espíritu inquisitivo que abriría el camino a las
reflexiones de Sócrates, Jenofonte y Platón. La Guerra del Peloponeso transformó el mundo griego, pero no
lo destruyó.

ESPARTA Y EL MODELO DE PÓLIS OLIGÁRQUICA: MILITARISMO E HILOTISMO

CASILLAS, J.M.: “La antigua Esparta”

ESPATRIATAS PERIECOS 8 ILOTAS


Ciudadanos Semi-libres Esclavos
Ciudadanos espartanos de pleno Eran parte integrante del estado
Grupo de gente reducida a
derecho que se consideraban lacedemonio y se diferenciaban política,
la dependencia cuya
descendientes de los primitivos social y económicamente del resto de la
STATUS propiedad pertenecía al
conquistadores de Laconia; este dd se pob. dependiente. En época clásica,
estado lacedemonio (no
lograba en virtud del nacimiento de étnica, lingüística y culturalmente ≈ a los
eran propiedad particular).
padre y madre espatriata. homoioi.
Tenían una cierta capacidad de
El sistema espartano era una reacción Siervos del estado ligados a
autogobierno con instituciones
ORG. contra la tradición del oikos pues los la tierra que trabajaban.
independientes del poder central que
SOCIAL valores familiares eran combatidos y Disfrutaban de una precaria
organizaban la vida política, social y
evitados. vida familiar.
económica de las comunidades.
Territorio laconio ≈ “E federal”: pob
Individuo ∑ grupo aristocrático = acc a Nunca buena rel con los
periecas se org autónomamente en lo que
REL. CON las dignidades más imp del E y el espatriatas. Siempre hubo
sólo a ellos les concernía pero sometidas a
ESPARTA sacerdocio. Gran prestigio 300 hippeis tensión y temor a posibles
la voluntad de Esparta en cuanto a la
(elegidos como mejores guerreros). rebeliones.
representación del E.
El requisito era la adscripción a una La mayoría eran autosuficientes. Cultivo Obligados a entregar una
parcela de tierra, pero labranza = ilotas. de la tierra. El excedente, una vez cant de su cosecha. Con el
ECONOMÍA
Prohibido dedicarse a cualquier act. ec.: cubiertas las necesidades de la población, exc vivían todo el año (posib
su subsist dependía de otras clases se comercializaba. de ac de riqueza).

Los órganos políticos del estado lacedemonio estaban conformados por cuatro instituciones que se
complementaban entre sí; cada una disfrutaba de unas competencias bien determinadas, incluso eran
independientes y antagónicas unas de otras. El marco institucional fue elaborado durante la época arcaica; la
leyenda se lo atribuyó a Licurgo quien, más allá de su discutida existencia histórica, representa la necesidad

8 También había otros tipos de población semilibre: hypomeiones (espatriatas empobrecidos y degradados), neodamodeis (nuevos
ciudadanos creados a partir de la emancipación de los esclavos por una brillante acción bélica), mothakes (hijos de espatriatas e
ilotas, compartían la educación con los jóvenes espatriatas pero carecían de derechos civiles y políticos).

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psicológica de poseer una figura mítica referencial a la que poder acudir como restablecedora del orden en
los momentos de dificultad y de salvación cuando el homoios se sentía amenazado.

a) La diarquía: Los reyes estaban sometidos a un férreo control por parte del eforado, la gerusía e
incluso en momentos también debían acatar la voluntad de la asamblea. Ejercían de por vida la
jefatura del ejército y tenían responsabilidades cívicas o penales por las que se les podían imponer
castigos. Se dotaba a la diarquía de un carácter carismático: el rey era un personaje público que
ejercía la representación del estado y que, asimismo, era descendiente directo de Heracles, lo que
contribuía a conectar la institución con la divinidad.
b) El eforado: Era una magistratura colegiada compuesta por cinco miembros elegidos anualmente por
la asamblea. El de más edad asumía la responsabilidad de ser el epónimo. Tenían la obligación de
convocar y presidir la Apella, mantener el orden y vigilar el cumplimiento de la ley. Las relaciones
con los reyes fueron tensas y faltas de confianza. Su elección se realizaba por proclamación de la
asamblea de ciudadanos, lo que les confería el carácter de representantes del demos.
c) La gerusía: Era el consejo de ancianos integrado por treinta miembros, veintiocho ancianos entre los
más prestigiosos de la ciudad y los diarcas reinantes en calidad de conductores. No se sabe si la
elección venía marcada por el linaje, el prestigio o la riqueza. Sus atribuciones más importantes se
ligaban al área jurídica y disponían de ciertas competencias sobre la política exterior.
d) La apella: La asamblea de ciudadanos la formaban los guerreros adultos mayores de treinta años
pertenecientes al grupo de los homoioi. Tenía una función consultiva y en menor medida decisoria.
Elegía a los miembros de la Gerusía y del Eforado, decidía, en caso de duda, sobre quién debía
ocupar el trono y otorgaba premios y recompensas.

Merecen ser resaltados tres aspectos más en la organización social espartana. En primer lugar, la educación
que, garantizada por el estado, inculcaba en la mente del espartano disciplina, seguridad en sí mismo,
cohesión social, lealtad hacia el compañero, obediencia al jefe y capacidad de supervivencia. En segundo
lugar, la religión aparecía mezclada con un elaborado sistema de iniciación y educación y fue distintiva de
Esparta y mantenida desde la época arcaica. Por último, el rol de la mujer en Esparta: a diferencia de otras
sociedades griegas, la mujer espartana disfrutaba de una relativa libertad y autonomía que le permitía
ocuparse de variadas actividades; recibía una educación parecida a la de los hombres e igualmente
garantizada por el estado y, aunque no podían participar en los órganos de decisión, sí tenían posibilidad de
heredar por derecho propio, lo que facultó que algunas mujeres llegaran a poseer una gran riqueza y
competir con los hombres en influencia y prestigio.

FORNIS, C.: “Esparta. Historia, sociedad y cultura de un mito historiográfico”

Tres instituciones importantes del kosmos espartano:

Agogé: Esta institución era percibida como la piedra angular de la entidad política lacedemonia, puesto que
a través de ella las nuevas generaciones espatriatas se convertían en soldados aguerridos y disciplinados, así
como en ciudadanos virtuosos y acatadores de las leyes inmutables del estado. El entrenamiento militar y los
deportes eran privilegiados por encima de cualquier otro aprendizaje, si bien las letras y la música no eran
totalmente desdeñadas. Su significación política es reforzada por el hecho de que sin haber pasado con éxito
los diferentes estadios de la agogé era imposible alcanzar la ciudadanía plena. Esta educación comenzaba a
los 7 años, estaba restringida a los jóvenes espatriatas y terminaba a los 30 años de edad.

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Krypteía: Esta prueba consistía en que los jóvenes criptos, vestidos sólo con una túnica y privados de todo
equipamiento a excepción de un puñal, tenían que vagar por las montañas escondiéndose durante el día
para no ser descubiertos (y castigados por ello). Al llegar la noche los criptos dejan de ser presas y pasan a
ser cazadores, descendiendo de las montañas para matar ilotas. Es una dura prueba cargada de rasgos
rituales e iniciáticos dedicada a moldear los ciudadanos destinados a dirigir el Estado. Esta finalidad se
complementa con una segunda, la de controlar -numérica e ideológicamente- a la masa de población ilota.

Sysstía: Era la cena comunitaria diaria que reunía a los homoioi en pleno derecho con la finalidad de
estrechar y reforzar los vínculos de unión que hacían posible su predominio sociopolítico. A estos banquetes
se daban cita los ciudadanos que participaban en la apélla espartana y que, por consiguiente, tomaban las
decisiones políticas; en este sentido cabe pensar a la sysstía como un ámbito donde se fraguaban y discutían
distintos temas que ulteriormente eran encauzados de manera oficial a través de la asamblea, era una
especie de logia que hermanaba e identificaba a sus integrantes en unos mismos intereses y objetivos e
incluso requería la aceptación de los nuevos miembros por parte de los antiguos, aparte del secreto acerca
de las conversaciones desarrolladas en las reuniones.

GALLEGO, J.: “Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita”.
Períoikoi lacedemonios: ¿ciudadanos pasivos?

Existían grupos que pertenecían a la comunidad y poseían ciertas prerrogativas en el plano cívico pero
carecían de plenos derechos y poder de decisión en los asuntos políticos. Este es el caso de los períoikoi en
Esparta, que vivían bajo una subordinación respecto al centro político a la vez que estaban incluidos al
Estado bajo una forma que no les daba voz y voto pero sí una tarea militar importante a partir de su
condición de propietarios de tierras capaces de armarse como hoplitas. Así, la incorporación al estado se
daría por la vía militar. La discusión radica sobre si podemos llamar póleis a estas comunidades periecas o
no. En las fuentes aparecen así denominadas, pero se discute si es por razones meramente descriptivas (asty
y khóra) o tiene implicancias políticas. Shipley opina que los poblados periecos serían póleis en tanto que
estados, y su falta de autonomía no incidiría en su definición como tales porque tal factor no es intrínseco a
la pólis. Eremin señala que en las fuentes tales asentamientos aparecen también denominados como kômai
(aldeas) y que esto señala que las comunidades periecas serían en realidad “subdivisiones cívicas” del estado
lacedemonio, por lo que no cabe hablar de “póleis independientes”. Mertens postula cuatro elementos para
determinar la ciudadanía lacedemonia: el parentesco, la integración al ejército, prácticas culturales comunes
y limitaciones y regulaciones públicas. Así, los periecos quedarían en una situación de ciudadanos pasivos.

Las comunidades periecas eran entidades esencialmente agrícolas en las que sus miembros tenían acceso al
usufructo de la tierra bajo formas de apropiación del suelo, al control de los instrumentos productivos y del
proceso de trabajo. En este sentido, no se hallaban subordinados económicamente, sino que su dependencia
respecto de Esparta se daba en el plano político y militar. La leva de hoplitas periecos era primordial para el
funcionamiento militar lacedemonio, no sólo en lo cuantitativo (escasez cada vez mayor de espatriatas) sino
porque el ámbito militar, férreamente controlado por el estado, era una instancia fundamental de
articulación entre las comunas periecas y el régimen espartano. Los periecos incorporados al ejército eran
propietarios de tierras y muchos estaban eximidos de las labores de labranza por contar con esclavos-
mercancía. Así, a partir de la falta crónica de ciudadanos espartanos las élites periecas fueron cooptadas por
el estado sobre la base de su posición dentro de las comunidades, obteniendo formas de ascenso social; la
clase dirigente espartana se servía de las desigualdades entre los periecos para desplegar sus estrategias de
dominación.

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Volviendo a la discusión del carácter de las comunidades periecas, algunos autores sugirieron que el
funcionamiento de la Liga del Peloponeso había tomado sus fundamentos de la relación establecida
previamente entre Esparta y los periecos. Pero la diferencia fundamental es que los aliados sí tenían voz y
voto en las resoluciones de la Liga. Aún cuando aceptemos que la denominación «póleis» en las fuentes
alude sólo al aspecto descriptivo de estas comunidades, algún esquema organizativo tenían que tener. Y esto
no puede considerarse al margen de los dispositivos que desplegaba Esparta para controlarlas ya que, como
se señaló, ese control se daba en base a la alianza con las clases dirigentes de los periecos. Así, la mayor
parte de los periecos no sólo no se rebeló sino que fue fiel y sólo entró en crisis con la caída del imperio. Y es
que la reproducción del régimen sociopolítico lacedemonio significaba, a la vez, la perpetuación de las élites
periecas como grupo de poder. En Atenas las comunidades aldeanas quedaron integradas al estado y sus
habitantes formaron parte del cuerpo de ciudadanos. En Esparta, en cambio, las aldeas periecas jamás
recibieron tal estatuto, por más que cumplieran funciones inherentes a las subdivisiones cívicas similares a
las de los demos áticos. Por esta razón, aunque los periecos carecían grupalmente de poder para incidir en
las resoluciones de los espartanos, las comunidades periecas fueron vistas como póleis y gozaron de la
posibilidad de desarrollar una vida relativamente autogobernada dentro de sus organizaciones comunitarias,
aún cuando fueran dependientes de una pólis mayor en el terreno político militar.

TEÓRICOS + FUENTES

“[Demerato a Jerjes] Majestad, el número de lacedemonios es en total elevado, y también lo son sus póleis, sin
embargo, has a saber lo que quieres averiguar. En Lacedemonia hay una pólis, Esparta, con unos 8 mil hombres
aproximadamente, todos ellos homoioi a los que aquí han combatido. Los otros lacedemonios desde luego no
son iguales a estos, pero son agathoi [valientes, nobles]” Heródoto, Libro VII.

Hay varios elementos que llaman la atención en el texto. Por una parte, el conjunto es el de los
lacedemonios. Por otra parte, la primera cuestión que se dice de este conjunto es que implica un número
importante, también la cantidad de sus póleis, en plural. El tercer elemento es que en el relato se va
subordinando una cosa a la otra: lacedemonios como conjunto  número de sus póleis referido a este
conjunto  dentro del número de sus póleis la importancia de Esparta, como una de las póleis entre las
numerosas póleis entre un número elevado de lacedemonios. Lacedemonia se presenta entonces como una
unidad de muchas póleis y de muchos que se identifican como lacedemonios. Y, posteriormente, se distingue
a Esparta del resto de las póleis lacedemonias para, una vez introducida esta distinción, distinguir a los
homoioi de los periecos “valientes”. De manera que una cuestión importante a partir de este texto de
Heródoto es que la inclusión de los periecos con capacidad de formar parte del ejército es uno de los
mecanismos de inclusión en esta identidad lacedemonia. La imagen es la de un conjunto étnico, un conjunto
de muchas póleis con una de ellas que se distingue y se ubica en cierto lugar hegemónico, posición
reafirmada por otros elementos.

En este sentido se pueden distinguir tres posiciones distintas para analizar la cuestión:

a) Hay autores que han pensado que Esparta, junto con las póleis periecas, constituirían una suerte
de confederación. Incluso se plantea una suerte de “estado federal” con una pólis líder que sería
la espartana. Avanzando sobre esta línea, se ha propuesto que es a partir de esa organización en
confederación que se habría bosquejado la Liga del Peloponeso, extendiendo el modelo más allá
de las fronteras lacedemonias.
b) Otra línea planteaba que en términos prácticos habría una única pólis, la lacedemonia (algo
contradictorio cuanto menos con este pasaje, que habla de muchas póleis). Los homoioi en esta

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teoría serían ciudadanos de plenos derechos, mientras que los integrantes de las póleis periecas
constituirían el demos, el pueblo, en el contexto de una oligarquía y, por ende, con derechos
disminuidos: careciendo de derechos plenos de ciudadanía pero con derechos cívicos y
obligaciones militares.
c) La tercera visión es la idea de que Esparta es una pólis dominante con respecto a las otras póleis,
las periecas, que aparecen como póleis dependientes con respecto de Esparta (es similar a la
primera, pero los autores defensores de esta teoría -Shipley- prefieren no hablar de “estado
federal”).

ATENAS Y EL MODELO DE PÓLIS DEMOCRÁTICA: IMPERIALISMO Y ESCLAVISMO

MUSTI, D.: “Demokratía. Orígenes de una idea”

Analiza el gobierno ateniense del S.V, en especial la reforma de Clístenes. En líneas generales lo que hizo
Clístenes fue instrumentar política e institucionalmente formas comunitarias preexistentes y la mayoría de
esas comunidades eran centros aldeanos. Aquí se debe recordar la posibilidad de que ese centro aldeano
que es transformado en un demos con poder institucional, es decir, con una forma institucional que va a
quedar ligada a la democracia ateniense, pueda haber sido el centro más importante y haber contenido
otras pequeñas aldeas. Esa posibilidad abarca la idea de que se pudieran haber desarrollado como proto
poleis, de no haber quedado integrados hacia el S.VIII en esta entidad única que va a ser la pólis de Atenas.
Así, Clístenes en realidad está reutilizando, reciclando políticamente esos centros aldeanos dispersos.

En la base de esta reforma9 se halla el objetivo de neutralizar a los poderes de las aristocracias locales o
regionales, de inhibir el predominio de facciones aristocráticas que se sostenían a partir de solidaridades
preexistentes de carácter regional, parental, religioso, etc. El contexto de esta reforma es la caída del último
heredero del tirano Pisístrato (Hipias), con lo que se desata una lucha intra aristocrática entre una facción
representada por Iságoras y otra representada por Clístenes. La victoria de Clístenes se materializa con esta
transformación del sistema político que, podemos decir, deriva en el surgimiento de la democracia ateniense
(más allá del debate sobre retroceso-profundización con Efialtes y Pericles).

Tres últimas cuestiones: 1) hay autores que van a decir que estas reformas promueven en Atenas no sólo la
ampliación de la participación política sino también una reconfiguración ideológica en los atenienses
respecto de su propia identidad sobre la base de la categoría de hoplita. 2) Para participar del consejo de los
500 había que ser mayor de 30 años, y sólo se podía ejercer dos años, dejando pasar por lo menos un año
entre uno y otro. Dado que la expectativa de vida promedio para un griego era de 45 años, esto supone una
gran rotación en el cargo. 3) Algunos autores señalan que a partir de todas estas transformaciones los demos
terminaron funcionando como poleis en microcosmos a la vez que la polis ateniense terminó funcionando
como una gran aldea. Se puede pensar que en términos políticos los demos terminan no siendo autónomos
pero sí teniendo un funcionamiento político para resolver cuestiones internas.

9 La reforma de Clístenes divide el territorio en tres zonas: la zona de la ciudad (asty), la zona de la costa (paralia) y la zona del
interior (mesogea) y va a establecer diez tribus, diez partes, con un doble propósito: primero, cada una de estas tribus va a tener una
inscripción territorial; segundo, a cada una le va a corresponder una parte del calendario político. Cada tribu va a tener 50
consejeros, o sea que hay 500 en total (que se integran en el funcionamiento del consejo, una suerte de órgano preparatorio para la
asamblea). Los 360 días del calendario se van a dividir entre las diez tribus y, empezando por la primera, cada una va a estar a cargo
de la pritanía (que es una suerte de “poder ejecutivo”) por 36 días a través de sus 50 consejeros. Cada tribu está compuesta por una
parte –trita- de la ciudad, una de la costa y una del interior, sin implicar continuidad física. Lo que hace Clístenes es incluir en cada
trita una cantidad determinada de demos, de acuerdo a la población de esos demos y de acuerdo a la cantidad de consejeros que
tenga que entregar (de allí que distintas tritas contengan distinta cantidad de demos).

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GALLEGO, J.: “Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita”
Zeugîtai atenienses: ¿ciudadanos activos?

La configuración territorial del Ática sobre la base de la pauta de la comunidad aldeana constituyó uno de los
soportes centrales de la experiencia democrática ateniense. Los labriegos áticos tuvieron un rol enteramente
activo en el delineamiento de las políticas de gobierno ateniense, tanto en el plano local de los demos como
en el central de la asamblea, el consejo y las magistraturas. A diferencia de los periecos, en el caso de Atenas
la incorporación plena fue la forma dominante que caracterizaría la articulación entre las aldeas campesinas
y la estructura gubernamental. En la época de Dracón sólo los que tenían haciendas libres y un mínimo
determinado de propiedad lograban acceder al derecho de ciudadanía. Doble limitación: sólo se conseguía
ser miembro pleno de la comunidad siempre y cuando se alcanzara el censo estipulado pero, a su vez, sólo
se podía ser poseedor de haciendas libres si se pertenecía a la ciudad (ejemplo: esclavitud por deudas). Así,
sólo los agricultores hoplitas quedaban incluidos en las esferas políticas e institucionales de la ciudad. La
lógica tensión que esto entrañaba desembocó en un conflicto, dando lugar a las reformas de Solón sobre la
esclavitud, las deudas, la tierra y, en definitiva, la ciudadanía10. La acción de Solón debería concebirse como
la efectuación de un imaginario político, en el que la pólis se establece como la vigencia del principio de
pertenencia a la comunidad ciudadana a partir de la libertad de sus miembros: la pólis ahora entraña la
participación de todos los hombres libres nacidos en Atenas y esto es lo que comandará la productividad del
acontecimiento. Desde Solón en adelante, los que poseían tierras por debajo del censo hoplita, o los que
directamente no las poseían (thêtes), serían considerados igualmente ciudadanos; y el derecho a la
ciudadanía implicaría la pertenencia política y la libertad inalienable para cada ateniense varón adulto.

Las reformas de Clístenes mantuvieron la dispersión de las aldeas pero las transformaron en subdivisiones
cívicas del estado ateniense, produciendo la elevación de las comunas campesinas al rango de demos, es
decir, poderes políticos y territoriales de base ligados al gobierno central. Así, quitaba a la aristocracia una
cuota importante del poder que detentaba sobre la base de la estirpe: Clístenes politizó el campo ático y
arraigó allí la identidad política; desde entonces, la integración entre campo y ciudad adquiriría una forma
orgánica por la cual los vínculos entre las comunidades locales y la sociedad global se regirían por los lazos
políticos e institucionales. Los demos pasaban a ser así una suerte de póleis en microcosmos, siendo no sólo
subdivisiones del poder central sino también unidades locales basadas en instituciones, autoridades, reglas y
con sus propios derechos. El Consejo de los Quinientos no se entiende sino es a partir de cómo se identifican
los demos, cómo se liga el funcionamiento interno con la vida política global de Atenas, relación donde este
Consejo va a ser una de las instituciones centrales (y que no tiene parangón en el caso de los periecos). Los
campesinos pudieron empezar a intervenir activamente y de esta forma no puede argumentarse que su
experiencia política fuera escasa pues era en los demos donde radicaba la base del poder institucional, lo
que dio lugar a la construcción de un poder sin precedentes: la demokratía. Todo esto se vio consolidado a
partir del accionar de Efialtes y Pericles.

Con las transformaciones operadas por Clístenes los demos adquirieron una significación central en el
funcionamiento democrático, aunque siguieran siendo el ámbito de proyección de las carreras políticas de
los aristócratas. La vida política de estas aldeas había quedado articulada institucionalmente con la
operatoria del estado. Y dado que los demos, mayormente rurales, se convirtieron en el ámbito de selección

10 Si bien las aldeas campesinas podían estar ya integradas en una entidad mayor y tuteladas desde el centro urbano, de hecho, al
menos hasta la segunda mitad del S.VII, los componentes de las comunas aldeanas no se verían a sí mismos como formando parte de
la organización global de la pólis, percibiendo a las instituciones de la ciudad como algo externo a sus propias formas comunitarias.

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de los consejeros para el consejo de los 500, es evidente que el papel político de los campesinos tuvo que ser
forzosamente activo.

TEÓRICO: “Atenas democrática: esclavismo”

Se ha generado la idea de que si bien Atenas conoció el desarrollo de la democracia radical, esta democracia
fue, sin embargo, la contracara del desarrollo del esclavismo. La contradicción que se plantea en general es:
¿esclavismo o campesinado? Y luego, entre los que hablan de esclavismo, no todos lo consideran en el
mismo sentido, a partir del modelo de Finley de plantación esclavista. Esta plantación, en el caso romano,
era la villa, configurada a partir de unidades medianas con un capataz y con una cuadrilla de esclavos. Este
modelo, que muchos autores aceptan para Roma (pero que también está siendo discutido) en Grecia y en
Atenas en particular es difícil de aplicar.

En el caso ateniense vemos que los labradores podían llegar a tener algún que otro esclavo, pero eso no
alteraba el funcionamiento de la unidad doméstica: la lógica que seguía primando era la de una unidad
doméstica que funcionaba sin esclavos. Lo que indicaría la existencia de los mismos son sólo diferentes
posibilidades para la acumulación de capital, lo que puede influir en el grado de participación política y
militar. Se puede asumir la existencia de la esclavitud viendo en la figura del esclavo-mercancía un elemento
deseable para la producción en la unidad doméstica, pero dicha posesión no implica un sistema productivo
diferente como sostienen algunos autores. Se ha planteado la existencia de esclavos para caracterizar la
economía pero luego, cuando uno ve las estructuras, lo que nota es que esa economía funcionaría con las
mismas lógicas con o sin esclavos. ¿Implica, entonces esto, hablar de Atenas como sociedad campesina en
vez de una sociedad esclavista que además tiene campesinos? Esta cuestión sigue siendo un debate; lo
cierto es que la pólis griega no encaja estrictamente en categorías como «primitiva» o «sociedad
campesina», pero lo que no hay que perder de vista es el rol protagónico del campesinado. En este sentido,
Atenas, a pesar de la distancia con respecto a póleis de tipo normales, sigue siendo una sociedad con una
fuerte presencia campesina, una de las bases que no hay que perder de vista en la democracia ateniense.

TEÓRICO: “Atenas democrática: imperialismo”

Heródoto plantea una situación que introduce dos elementos conectados: el funcionamiento de la
democracia y los antecedentes de la política imperialista ateniense. Heródoto narra una situación que gira
en torno a la decisión que tienen que tomar los atenienses respecto de qué hacer ante el avance persa. Para
ello, mandan a consultar al oráculo de Delfos, que dice: “oh, Salamina divina, con un muro de madera
perecerá”. Y la interpretación, según Heródoto, está dividida: hay quienes dicen que el muro de madera
refiere a la acrópolis, rodeada antiguamente de una palizada de madera, y hay quienes dicen que en realidad
se refiere a la flota, porque hay que equipar los barcos, que son de madera, para defenderse del ataque
persa que los va a destruir. En ese contexto interviene Temístocles, que plantea que el oráculo se refiere
efectivamente a los barcos, pero que si el destino fuese perecer, nunca hubiera dicho “una divinidad”, sino
“Salamina calamitosa”. Por lo tanto, es el enemigo quien va a perecer; la tarea, entonces, es equipar las
naves y diseñar una estrategia de defensa. Y es precisamente esa estrategia la que se vota.

La estrategia naval ante la enorme superioridad de la flota persa es fundamental para el triunfo ateniense;
una estrategia que no va a quedarse en la coyuntura, porque a partir del equipamiento de las naves la flota
va a empezar a jugar un rol dentro de la política ateniense y en función de la relación de Atenas con otras
póleis. En este sentido, es importante tener en cuenta el surgimiento, inmediatamente después de la Batalla
de Platea en 479, de la Liga de Delos por iniciativa ateniense. Esta liga para algunos lleva ya inscripta la

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marca imperialista, mientras que para otros de entrada habría una suerte de hegemonía pero más
mediatizada, y es con posteridad que se marca la dominación imperialista de Atenas, a partir del control de
los recursos de la Liga. Con ellos, Atenas tiene unos ingresos tributarios que van a explicar un elemento
importante del funcionamiento de la democracia que es la redistribución de la riqueza, que es lo que se
pone en práctica con Pericles. La flota sigue cobrando relevancia y lo que hay que tener en cuenta es que
implica empleo, implica el cobro del salario para una parte importante de la población ateniense que
generalmente proviene de los thetes, los sectores más pobres de la ciudadanía. Y también las grandes
construcciones empiezan a generar fuentes de ingreso en tanto no sólo se desarrollan con trabajo esclavo
sino también requiere ciertos trabajos artesanales que generan un mecanismo de redistribución, financiando
todos esos gastos con el tesoro de la Liga que Atenas controla.

Por lo tanto, se podría encontrar en este punto una ligadura entre democracia e imperialismo que recorre
gran parte del S.V hasta el final de la Guerra del Peloponeso, cuando a raíz de la derrota el imperio se ve
desmembrado. Pero sin embargo los mecanismos redistributivos siguen presentes en la democracia del S.IV
a pesar de la pérdida de los recursos del Imperio. Entonces por una parte la relación entre democracia e
imperio no hay que perderla de vista en función de los recursos económicos, el control territorial y demás
cuestiones. Pero por otra parte en el S.IV, cuando lo fundamental del Imperio cayó y Atenas no vuelve a
recuperarlo, hay prácticas políticas que implican redistribución de recursos que siguen vigentes, recayendo
el peso de estas políticas sobre los más ricos, a los que el sistema ofrece una suerte de competencia por el
honor y el liderazgo en la que mostrarse magnánimo en esos gastos puede ser motivo de una mirada política
halagüeña que le permita contar con apoyo cuando haya que definir determinadas funciones, votaciones,
etc. Por lo tanto, el Imperio explica una parte importante de los recursos con los que Atenas va a contar para
el desarrollo de su política, pero la democracia hace recaer en los ricos otra parte importante de los gastos
que se realizan, reforzándose este mecanismo de tributo interno a la caída del Imperio.

Las reformas de Clístenes (508) suelen tomarse como punto de partida para la democracia en tanto que,
contextualizadas en el conflicto que se desata con la caída de la tiranía, introducen al pueblo para que
participe de la acción política, transformación que hace surgir a Clístenes como aquel que dio a los
atenienses la democracia. Sin embargo, Aristóteles dice en La Constitución de Atenas que también el Consejo
del Aerópago tiene una actuación destacada: señala que gracias al rol protagónico de la flota y de los
remeros empieza a desarrollarse la multitud ligada a los thetes como un conjunto de peso dentro de la
democracia ateniense y que también gracias a la votación por parte del Aerópago de esa estrategia
impulsada por Temístocles la constitución adquirió mayor rigor. Esto desemboca directamente en unas
reformas importantes que deben dimensionarse como un recomienzo de la democracia, que son las
impulsadas por Efialtes. Estas reformas se dan en una situación que no inhibe la función ni del Consejo de los
Quinientos ni de la asamblea ni de los tribunales pero sí los transforma en una suerte de última instancia de
control de leyes, lo que resalta la influencia del Aerópago. Lo que dice Aristóteles es que Efialtes le quitó al
Aerópago el poder otorgándoselo una parte al Consejo de los Quinientos, otra a la asamblea y otra a los
tribunales. En términos de coyuntura política lo que estaba haciendo Efialtes era llevar a cabo una
transformación en un funcionamiento institucional que conservaba un consejo con un poder importante,
netamente aristocrático, que era el Consejo del Aerópago. De hecho, pocos años después se establece que
van a poder integrar dicho consejo no sólo los pentakosiomedimnoi, no sólo los caballeros, sino también los
zeugítai reduciendo además sus funciones a ser un tribunal de justicia sólo en los crímenes de sangre,
dejando en manos de la asamblea y de los tribunales las funciones políticas y judiciales. En este punto, las
reformas de Efialtes, aunque sea paradójico tener dos comienzos, también se ligan al inicio de la democracia.

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LA PÓLIS “NORMAL”: LA PARTICIPACIÓN DE LOS AGRICULTORES

TEÓRICOS + FUENTES

La definición de la pólis como una suerte de aldea ampliada es compatible con una idea de pólis que no se
aplica a los ejemplos de la democracia ateniense o la oligarquía espartana, que son excepciones dado su
tamaño, su población, las poblaciones dependientes que albergan, etc. El modelo propuesto recibe por esto
el nombre de “pólis normal”, debido a que es el modelo al que responderían la mayoría de los casos poco
documentados de pequeñas entidades en la Grecia continental, las islas del Egeo, las costas de Asia menor,
las del Mar Negro y el norte de África y partes de Europa. La pólis normal sería una comunidad pequeña con
una superficie de entre 75 y 115 km2, es decir una comunidad con un radio aproximado no mayor a 5 o 6 km.
Con no más de entre dos mil y cuatro mil habitantes. Este modelo (de números hipotéticos, el esquema
puede variar) se aplicaría al 80% del total de las pólis conocidas, y de ahí su calificativo de “normal”. Este
modelo surge a partir de la elaboración teórica de Blintliff, quien supone que en comunidades de cultivo de
secano (es decir, basadas en un régimen de lluvias y no en la irrigación proveniente del control de los
recursos hídricos) cuando hay aumento de población la tendencia es que surjan nuevas comunidades: que
llegado a cierto límite poblacional y de ocupación del espacio el núcleo originario no se agranda sino que
surge otro núcleo semejante, basado también en este modelo de ocupación del espacio en aldeas de 2 o 3
km de radio.

Cuando los griegos usan el término “pólis” se refieren tanto a una comunidad política (lo que en términos
modernos puede pensarse como un estado), como a un centro urbano. Pólis tiene ese doble registro, de
comunidad política y de centro urbano donde la actividad política se desarrolla, un sentido político-
organizativo y un sentido espacial. Antes de que se pensara en el concepto de “pólis normal” se planteaba
que la pólis era un estado-aldea en el sentido de que el punto de partida y de llegada no deja de estar ligado
a la lógica de la aldea, más allá de que se la elabora política, institucional e incluso también
arquitectónicamente como una ciudad. El modelo parte de la identificación de sitios semejantes separados
por distancias regulares, que es en lo que se apoya la teoría de Blintliff sobre la fundación de una nueva
comunidad una vez llegado a cierto límite poblacional. Este esquema tenía que ver con una cuestión de
supervivencia: cada pólis normal podía contener cuatro o cinco aldeas, pero nunca más lejos una de otra que
una hora a pie. Al hablar de conformación de la pólis siguiendo estos parámetros -de generación de una gran
aldea- Blintliff está aludiendo al proceso de sinecismo. Y la pregunta que surge es si el Ática y Lacedemonia
podrían haber seguido este esquema antes de conformarse como pólis excepcionales con centro en Atenas y
Esparta respectivamente.

Para el análisis del caso ático Blintliff se basa en las reformas de Clístenes con la identificación de los
distintos demos, su pertenencia a diferentes tritas y la pertenencia de estas últimas a las tribus, lo que
permite comprobar que en el Ática se estaba siguiendo un camino similar al de las poleis normales
previamente a la subordinación de las aristocracias de estas distintas póleis normales a la aristocracia
ateniense, con lo que se conforma la pólis excepcional que termina siendo Atenas. El caso de Lacedemonia
es más discutido debido a la dependencia que muestran las comunidades periecas que no permite distinguir
si la pólis es Lacedemonia con centro en Esparta o si la pólis es Esparta que controla a otras comunidades
como un “estado federal”. Esta segunda hipótesis se basa en la denominación de las comunidades periecas
en las fuentes como póleis. El contraargumento es que no podían ser estas comunidades póleis porque no
eran autónomas, pero en realidad la pólis no supone como criterio sine qua non la autonomía política, sino
que puede haber pólis independientes y pólis dependientes (como sería el caso de los periecos, y como sería

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también el caso de muchas póleis que van a quedar sometidas al imperio ateniense). La condición de
autonomía como requisito para la constitución de una pólis tiene sus raíces en la analogía de la pólis con el
estado, que trae como consecuencia la postulación de criterios modernos para un caso antiguo.

BASES ORG. DE LA ECONOMÍA CAMPESINA. EL LABRADOR COMO CIUDADANO-SOLDADO IDEAL

GALLEGO, J.: “Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita”
Campesinos griegos: de aldeanos a ciudadanos.

La incorporación de los labradores a la vida política y militar de la pólis, con plenos derechos para tomar
decisiones, supuso la conformación de un estado en el que las jerarquías sociales no constituyeron el
principal punto de anclaje: a diferencia de otros procesos, en el mundo griego el estado no emerge como
una instancia jerárquica sino como una organización segmentaria que parte de la generalización de
principios aldeanos que conservan su vigencia en el nuevo orden institucional. La integración y la
persistencia de la aldea al interior de la pólis y la libertad distintiva del campesinado dentro de sus
instituciones, que habilitarían su inserción en el orden político y militar como ciudadano-soldado, hicieron de
la comunidad aldeana un elemento del estado capaz de colaborar en la integración del territorio y la
población. Si bien el ordenamiento de la pólis operaba como marco estatal global, sin embargo, era la
organización de la aldea la que en cada caso aportaba el ámbito concreto de las prácticas campesinas; este
espacio formaba parte de la pólis, se había integrado en ella, pero conocía también una existencia previa y/o
independiente: el sinecismo de las aldeas en pólis no supone, entonces, la desaparición de aquellas. Este
sinecismo se dio de distintas maneras: a raíz de la unión política de comunidades preexistentes, como en el
caso ateniense; en otros casos, como el de Esparta, la unificación política y territorial terminó por engendrar
entidades más abarcadoras del tipo de la pólis en regiones donde previamente evolucionaban comunidades
de base aldeana; finalmente, algunas póleis sólo se unificaron en plena época clásica, como el caso de Élide.
Pero lo que importa destacar no es tanto la preexistencia de la aldea respecto de la ciudad sino su
persistencia en el marco de la organización cívica. Estas aldeas podían ocupar un lugar central o periférico
según la evolución de cada pólis: en Atenas todos los miembros de las aldeas se convirtieron en ciudadanos,
mientras que en Esparta alcanzaron el estatuto de periecos.

Sin embargo, si bien los procesos de unificación territorial anteriores al S.VI implicaron la centralización
política de comunidades con rasgos aldeanos previamente autónomas, dicha unificación no dio paso de
inmediato a lo que ha sido definido como un estado-ciudadano. Es como consecuencia de las luchas que
tienen lugar a raíz del monopolio aristocrático de las esferas políticas de la nueva organización establecida y
de la consiguiente exclusión del campesinado que el derecho de ciudadanía y el cuerpo cívico se
desenvuelven, permitiendo la inclusión de nobles y labradores en una instancia común que deja de lado la
polarización arcaica. Si la aparición de la pólis puede interpretarse como la generalización del encuentro
aldeano, dicha generalización no se da por la simple sumatoria de aldeas y la adopción de sus dispositivos
políticos a escala más amplia, sino que el modo por el cual las instituciones igualitarias se establecen como
pauta de gobierno de las comunidades griegas implica una revolución: el modelo de la organización aldeana
es retomado en este otro plano, pero tras una serie de conflictos y mutaciones que posibilitan la
instauración de la igualdad a la escala más amplia de un gobierno territorial e incluyendo a la aristocracia y al
campesinado dentro del estado recientemente formado.

La comunidad centrada en la participación ciudadana no es entonces la mera agregación de aldeas en una


unidad mayor, sino que es el producto de la presentación de un elemento nuevo con respecto a la situación

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anterior, que es la política. Junto al caso de Hesíodo, también se puede mencionar como ejemplo las
reformas de Solón en Atenas y otros casos similares. El papel activo en este proceso lo desempeñaron los
campesinos a partir de su lucha contra las formas de dependencia y de sujeción económica y también a
partir de su rol en la guerra, como componentes fundamentales de las falanges de infantería hoplítica que
comenzaron a afirmarse transformándose en los referentes militares de las póleis en desarrollo. La
comunidad aldeana aparece, así, como punto de partida de las configuraciones adoptadas por las
organizaciones sociales griegas en el desarrollo conducente al nacimiento del estado. La pólis que emerge
con estas transformaciones seguirá recorriendo un largo trecho, pero el cuadro que finalmente podemos
hacernos en plena época clásica se funda firmemente en torno a la igualdad como principio ordenador de la
ciudad-estado. Esta igualdad remite a la base agraria de la sociedad aldeana reconfigurada a partir de su
integración en el marco político más amplio de la pólis. De esta forma, mientras que la pujante posición del
campesino en el corazón del ordenamiento político nos recuerda sobre qué pilares se instituye la pólis social
y económicamente hablando, al mismo tiempo, este rol no debe desligarse de la persistencia de la aldea en
el estado que surge después del sinecismo. Y esto explica asimismo la vigencia de un imaginario igualitario
de cuño agrario que el ideal del campesino-ciudadano-soldado viene a sintetizar de manera notable.

Todo lo anterior se organizaría como una ideología comunitaria unificadora derivada en última instancia de
la singular situación a partir de la cual aparece la pólis en tanto que estado de tipo segmentario en el que la
sociedad aldeana no desaparece ni se subordina, sino que se transforma en cierto sentido en un referente
de la lógica del conjunto, asociando la posesión de la tierra con la participación política y militar y haciendo
de estas condiciones los requisitos necesarias para la pertenencia a la pólis como comunidad conformada
por la congregación de aldeas y hogares rurales.

Ahora bien, la fórmula que propone que los agricultores conformaban la base política de las ciudades
griegas, con ser globalmente viable, no resulta aplicable de igual modo a todos los casos: hubo póleis en las
que la ciudadanía plena era detentada por una élite terrateniente que vivía a expensas de una clase servil
sometida al pago regular de excedentes, como el caso espartano. Pero de una forma u otra, allí donde esta
clase latifundista monopolizaba el poder del estado, constituyendo un gobierno cerrado que excluía a los
granjeros libres de la participación política directa, es plausible que nos encontremos con grupos que en un
sentido amplio pertenecían a la comunidad, y por ende poseían ciertas prerrogativas en el plano cívico, pero
carecían de plenos derechos y poder de decisión en los asuntos políticos, como es el caso de los períoikoi.

GALLEGO, J.: “Campesinos en la ciudad. Bases agrarias de la pólis griega y la infantería hoplita”
El campesinado y la ciudad griega.

En tanto segmento del estado, la aldea hizo su aporte para que en cada pólis el afianzamiento territorial y
poblacional, pero también político, militar y religioso fuera una realidad. Si bien la comunidad se fundaba
sobre la apropiación privada de la tierra como uno de los elementos clave del sistema, el punto importante
es que para acceder a la posesión de un lote era necesario previamente pertenecer a la comunidad. En el
punto de acoplamiento entre el estado y el territorio la comunidad aldeana tuvo en la Grecia antigua un rol
primordial, otorgando al estado griego dicho carácter segmentario. Así, la diferencia fundamental que salta a
la vista entre Esparta y Atenas es que la vida política de las póleis periecas no estaba ligada
constitucionalmente a la del estado lacedemonio, como sí ocurría en Atenas con las aldeas áticas con
respecto del estado central. Las comunidades de periecos pueden ser entendidas como estados en cuanto a
su funcionamiento interno; sin embargo, en su vínculo con el estado lacedemonio remodelarían su carácter

34
asumiendo la función de subdivisiones cívicas11. Sin embargo, cabe destacar que tanto los perîoikoi
lacedemonios como los demótai áticos formaban parte de alguna de las comunidades dispersas por el
territorio a la vez que se encontraban integrados en una única pólis, lo que muestra que, aún cuando en
cada caso hubiera niveles disímiles de integración, morfológicamente no habría divergencias entre ambas
situaciones en lo que respecta a las condiciones y operaciones de la aldea. Pero el funcionamiento de las
aldeas periecas como subdivisiones cívicas no significa que sus integrantes deban ser vistos necesariamente
como ciudadanos en relación a la pólis lacedemonia en su conjunto: la definición de la ciudadanía se debe
circunscribir a los espatriatas. Y esta sería una diferencia fundamental en relación con las aldeas áticas, cuyos
miembros sí eran ciudadanos de la pólis ateniense en su conjunto.

En definitiva, una vez producido el proceso de sinecismo, el lugar de la aldea en la Grecia antigua pasa a ser
siempre un lugar relativo a su posición dentro de la pólis: a partir de ciertas características agrarias básicas,
las comunidades aldeanas pudieron recibir distintos nombres (pólis, dêmos, kóme) y adquirir, por ende,
diferentes estatutos, cuya significación concreta venía dada por su rol articulador entre el espacio social
“interior” de la aldea y el espacio global del estado. Y a esto debe agregarse que el proceso de formación de
la pólis significó no sólo una unificación territorial de las comunidades aldeanas y una organización política
igualitaria derivada de la matriz segmentaria de la aldea, sino también la conformación de la estructura
militar típica de la ciudad-estado, definida por la falange hoplítica. La prerrogativa principal que pone de
relieve esta configuración es la defensa del territorio, que no es otra cosa que asegurar las condiciones de
reproducción de la pólis: cada ciudadano-soldado debe defender su territorio si quiere que la comunidad se
perpetúe, lo que implica su reproducción como propietario.

En conclusión, la inclusión de los campesinos en la ciudad griega exhibe elementos generalizables en torno a
tres ejes fundamentales:

a) La posesión de la tierra en forma autárquica y sin cargas tributarias o rentísticas;


b) La integración de las milicias en la falange hoplítica basada en condiciones económicas habilitadas
por la tenencia libre de la tierra;
c) La participación política en grados variables en los diversos aspectos del gobierno del estado-pólis.

Los casos de Esparta y de Atenas sirven como indicadores del rango de posibilidades que tuvieron las
comunidades de labradores a lo largo del mundo helénico: incorporación completa al cuerpo de ciudadanos
desarrollando una actuación política efectiva, inserción plena en el derecho de ciudadanía pero con un rol
político más bien pasivo, inclusión políticamente restringida que pudo significar o bien que fueran
ciudadanos con derechos reducidos o bien que no lo fueran y que, en consecuencia, la vía de integración de
los granjeros fuera su rol hoplítico. El conjunto de estas posibilidades condicionó las formas de unificación
del espacio de cada pólis en tanto que instituyó, al mismo tiempo, el modelo específico de articulación d las
comunidades aldeanas en el marco de cada estado. Los campesinos griegos en la ciudad no fueron una clase
políticamente dominada o económicamente explotada, más allá de que en circunstancias precisas estos
elementos pudieran hacerse presentes.

11Desde el punto de vista “interno” se las puede interpretar como estados-pólis, mientras que desde uno “externo” cabe pensarlas
como distritos del estado que las incluye; de ahí que a veces aparezcan también como kômai.

35
THOMAS, R.: “La ciudad clásica”

Las pólis se constituyeron, sobre todo, a partir de sus ciudadanos; la ciudadanía era un factor esencial de la
identidad social, cultural y política de los griegos. El hecho de ser ciudadano espatriata, ateniense o corinto
llevaba consigo una serie de profundas consecuencias culturales y políticas; el hecho de pertenecer a una u
otra pólis situaba al ciudadano dentro del pequeño mundo de una comunidad singular, con un tremendo
poder para conformar su propia política, religión o cultura. La ciudadanía no era un derecho de nacimiento o
inalienable, sino que era una creación legal y política: podía ser redefinida para extender sus derechos a una
gran cantidad de nuevos ciudadanos, o para que los perdieran algunos de los miembros antiguos, o reducir
el acceso al poder político de muchos de ellos, así como también podía perderse por diferentes razones. El
significado exacto de la ciudadanía dependía de su una ciudad estado era una democracia radical (como
Atenas), en la que el poder político recaía sobre la masa del pueblo, o si era una oligarquía, regida por un
sector más reducido de la población (como puede pensarse a Esparta) o, finalmente, si se ubicaba dentro de
las múltiples posibilidades intermedias entre estos dos extremos.

A pesar de las evidentes diferencias entre los modelos espartano y ateniense, se pueden establecer algunos
paralelos comunes a todas las póleis:

a) Los ciudadanos convivían con numerosos extranjeros y esclavos, y la exclusión de éstos ponía de relieve
los privilegios de aquellos.
b) Había una concepción general de que toda pólis era libre, e igualmente sus ciudadanos y esto valía
igualmente para Atenas, donde los ciudadanos disfrutaban de una igualdad inaudita en otras ciudades
estado, como para Esparta, que se consideraba la máxima defensora de dicho ideal. La «libertad» se
entendía como libertad política por la cual cada comunidad tenía derecho a regirse por sí misma y no
tanto como un valor individual relativo a la vida privada. Pero no debe exagerarse el grado de
independencia: las pólis más pequeñas a menudo se vieron obligadas a entrar en el ámbito de influencia
de las mayores.
c) El respeto a la ley también se halla por igual en democracias y oligarquías: la idea de que la pólis debía
gobernarse de acuerdo con la ley y sus procedimientos estaba siempre, lo que variaba era quién la
administraba y que se entendía por «ley».
d) Los cultos religiosos articulaban, reflejaban y reforzaban los lazos de unión de la ciudad estado. La
condición social de los ciudadanos era clave y resultaba determinada o reforzada por la participación en
ciertos cultos o la exclusión de ellos. El culto religioso era, por tanto, espina dorsal de la vida cívica y se
vinculaba estrechamente con la política. Y la encargada de regular este culto, como en el resto de los
ámbitos de la vida en pólis, era la propia ciudad estado: no había distinción entre iglesia y estado. Los
rituales y sacrificios se ligaban estrechamente a las jerarquías ciudadanas en la Grecia Clásica. En su
heterogénea multiplicidad, eran reflejo del regionalismo y particularismo de su sociedad.

La pólis fue excepcional por la intensidad y la singularidad de su vida política, y sobre todo por el énfasis en
la ciudadanía y sus deberes. Era a la vez una comunidad y un estado, y los ciudadanos se subordinaban al
bien común. Quizás fuera mejor, por tanto, traducir pólis como ciudadanía-estado. En Sicilia, el general Nicia
dijo a sus agotadas tropas que “dondequiera que acampéis, os convertiréis de inmediato en una ciudad”:
antes que nada, estaban los ciudadanos; en términos políticos, la pólis equivalía al conjunto de ellos. Y la
pólis era maestra de sus ciudadanos, en el sentido de que la propia ciudad estado, sus instituciones políticas,
su constitución, sus leyes y sus cultos religiosos eran educativos, eran esenciales para la maduración de la
ciudadanía: eran, en sí mismos, cultura.

36
GALLEGO, J.: “El campesinado en la Grecia antigua. Una historia de la igualdad”

La interpretación de la pólis griega como una sociedad de labriegos autónomos basados en la organización
económica de la granja familiar se ha consolidado como una alternativa ante el modelo que veía en el modo
de producción esclavista el fundamento material de la misma. Esto no implica dejar de lado la posibilidad de
comprender determinadas relaciones productivas a partir del concepto de esclavismo, pero sí limitar su
eficacia explicativa respecto del funcionamiento de las formaciones sociales griegas. Ahora bien, una de las
cuestiones que ha generado dificultades es la caracterización de la situación social en la que se hallaban
estos agricultores. La polémica se ha constituido en alrededor del eje delineado por los términos campesino
-peasant- y granjero -farmer-, que son las nociones usualmente aplicadas al análisis de los labriegos
helénicos. Esto no es una mera cuestión de nombres, sino que consiste en la definición de la clase social y el
tipo de unidad productiva que se está examinando. Los estudiosos del campesinado caracterizan al
campesino en torno a tres ejes:

a) un pequeño productor que se basta a sí mismo para su manutención mediante el cultivo de la tierra
y la cría de animales, utilizando para ello la mano de obra familiar;
b) que vive en pequeñas comunidades rurales y la posesión de una cultura tradicional específica;
c) y que sirve de sustento a los terratenientes y al estado mediante la entrega regular de excedentes.

Pero la aplicación de esta noción para la definición del campesinado griego ha generado cuestionamientos.
En primer lugar, la relación de los agricultores con los mercados y la intensificación de la producción
teniendo en cuenta no sólo la subsistencia sino sobre todo el comercio son dos de los argumentos
esgrimidos para sostener que los labradores griegos no serían campesinos. En segundo lugar, estos labriegos
no se percibirían a sí mismos como formando una clase opuesta a los terratenientes, sino como una clase
que podía estar más cerca de los propietarios ricos que de los labriegos pobres. En tercer lugar, los
cultivadores griegos no habrían poseído una cultura tradicional específica. En cuarto lugar, la presencia de
esclavos en las granjas familiares ha sido otro de los argumentos esgrimidos para rechazar la aplicación del
concepto. Finalmente, la noción de campesino comportaría una situación de dependencia que impediría su
aplicación a los labradores griegos para quienes, entonces, la categoría más pertinente sería la de granjero.
Pero esta otra categoría, presentada como alternativa, también requiere revisión, ya que se ha postulado
que sólo se puede hablar de granjeros cuando la economía agrícola familiar se integra plenamente en un
mercado “completamente formado”, por lo que la noción sólo puede emplearse en el contexto de la
economía capitalista.

Y es que para la Grecia de los S.VIII a IV es necesario pensar en una diversidad de situaciones que iría desde
el labrador pobre que producía para su subsistencia, realizaba ocasionalmente algún trato mercantil pero
prefería los intercambios recíprocos y se empleaba circunstancialmente como jornalero temporario, hasta el
agricultor próspero que poseía algunos esclavos y podía integrarse en los mercados a partir de cierta
especialización de la producción. Ahora bien, de un polo al otro del espectro, lo característico sería la
inexistencia de una explotación habitual y sistemática, lo cual significó para los labriegos no tener que
producir excedentes regulares para los miembros de una élite social o política. De una manera u otra, los
labradores griegos desarrollaron diversas estrategias adaptativas que les permitieron protagonizar un
despegue agrícola y una movilidad social que terminaron siendo fundamentales para establecer el
funcionamiento de la pólis sobre determinadas nociones y prácticas de la igualdad.

37
LA DEFINICIÓN ARISTOTÉLICA DE LA PÓLIS Y EL CIUDADANO EN LA POLÍTICA

TEÓRICOS + FUENTES

“La comunidad constituida por naturaleza, para todo lo cotidiano, es el oîkos y la primera comunidad de
muchos hogares, los oîkos, en función de lo no cotidiano, es la aldea. La comunidad terminada de varias aldeas
es la ciudad, que existe para vivir, pero existe para vivir bien, por ende, toda ciudad es por naturaleza, si
también lo son las comunidades previas; de esto se deduce que la ciudad es algo por naturaleza y que el
hombre es por naturaleza un ser político” Aristóteles, La Política.

Hay una lógica segmentaria en la constitución de la pólis según Aristóteles: el primer segmento es el oîkos; la
aldea es la unión de segmentos semejantes, de oîkoi y la pólis es la unión de los segmentos semejantes, de
aldeas, que a su vez dependen de la unión de segmentos semejantes oîkos. Esta lógica agregativa o
segmentaria implica en Aristóteles un doble registro: uno en el que se destaca la semejanza y otro en el que
se destaca la jerarquía. La semejanza aparece a partir de la idea de que en el oîkos han sido criados con el
mismo alimento, y en la aldea han sido criados con la misma leche. Pero por otra parte se destaca que en el
oîkos está al mando el mayor, a semejanza de lo cual la aldea se va a regir por alguna figura derivada del
mando del mismo y que por derivación la pólis en los comienzos también estuvo regida mediante la basileia,
precisamente por ese motivo. Y es como parte de la explicación aristotélica del proceso de formación de la
pólis que coexisten estos dos planos en tensión. Este pasaje, además, es considerado como una muestra del
sentido teleológico que tiene la explicación aristotélica, en el sentido de que la comunidad termina en la
pólis, la pólis es lo que “debe ser”.

Aristóteles organiza este pasaje a partir de la descripción de tres tipos de comunidades:

1) La comunidad 1, que es el oîkos: una unidad doméstica de producción y consumo, que es a lo que se
refiere Aristóteles con la idea de una comunidad que se constituye en función de las necesidades
cotidianas.
2) La comunidad 2, que es la kome o aldea, definida como una comunidad de muchos hogares ya no en
función de las necesidades cotidianas sino en función de las definidas como no-cotidianas.
3) La comunidad 3, que surge de la agregación de varias comunidades de tipo 2 en una entidad más
abarcadora que es la pólis.

Parte de lo individual a lo colectivo, en un razonamiento donde lo individual es el oîkos y no el individuo


aislado en el sentido liberal. Esta sucesión de términos hace hincapié en la semejanza, señalando también el
aspecto igualitario equitativo que caracterizaría a la pólis. Pero al mismo tiempo, Aristóteles destaca la
existencia de jerarquías, insiste en que en el paso del oîkos a la aldea y de la aldea a la pólis también se van
organizando formas de poder que denotan jerarquías como parte del gobierno del hogar, como parte del
gobierno de la aldea y en la pólis temprana como parte del gobierno de la pólis arcaica. Esta mirada se puede
articular con la perspectiva hesiódica, cuando insistía en que la pólis justa es aquella que se rige por los
parámetros del oîkos y de la aldea. Pero Aristóteles introduce un salto cuando expresa que en el paso a la
pólis se establece una diferencia fundamental con aquello que sería propio del oîkos y de la aldea: el paso
del parentesco a la política. Esta nueva forma de organización, este paso que enmarca el surgimiento del
estado, no implica la anulación de las formas de organización anteriores -el parentesco-, sino su
subordinación y resignificación a partir de la lógica política. La instauración de la pólis implica la distribución
del espacio urbano conforme a la organización política, el loteo de campos conforme a un principio que
reafirma la idea equitativa y también implica asumir la tarea de la defensa. De allí que la instauración de la

38
pólis sea al mismo tiempo el momento en que sus integrantes se definen como ciudadanos (con capacidad
de decidir), propietarios (que reciben de la comunidad un lote para su usufructo) y soldados, configurando el
trípode esencial para la definición de los integrantes de una pólis. El desarrollo de la política no supone la
anulación del parentesco así como el paso de aldea a pólis no implica tampoco la anulación de la estructura
anterior, sino más bien la agregación y la unión: en alguna medida, la presencia de la aldea va a seguir siendo
un factor de importancia para entender el tipo de organización sociopolítica de la pólis, donde la aldea se
hace cargo de cuestiones que transcurren a nivel aldea incluso en el plano de la pólis, como es el caso de la
esfera judicial.

LA PÓLIS EN EL S.IV: ¿CRISIS O TRANSFORMACIÓN?

Al término de la Guerra del Peloponeso el ática había quedado como un campo devastado y no contaba con
las ventajas del imperio para abastecer a esa gran cantidad de población que había permanecido hacinada
en la ciudad durante el asedio espartano. El campesinado había quedado demolido y cada vez eran menos
los que se armaban como hoplitas. La solución –transitoria- a esta situación fue armar y financiar
mercenarios (fundamentalmente thétes y extranjeros), solución que profundiza el primer problema, la
necesidad de abastecimiento de una población ahora aumentada. En este contexto, la importancia de los
metecos aumenta porque el comercio toma relevancia como uno de los principales medios de
financiamiento para el estado ateniense. Luego de la gran derrota y la devastación que trajo consigo, los
filósofos dedicaron sus reflexiones a repensar la pólis en el marco del dominio macedonio; así, las posturas
se ven divididas en dos grandes tendencias: Isócrates representó a los críticos del imperialismo ateniense al
consideraban la causa del derrumbe y el modo de recuperar el esplendor era aliándose con Filipo. La otra
vertiente, representada por Demóstenes, priorizaba “conservar la libertad”, por lo que proponía la alianza
con los persas contra los salvajes macedonios.

Entre los espartanos había importantes facciones imperialistas que apoyaban la política agresiva de Lisandro
y del rey Agesilao. En 395 los antiguos aliados de Esparta se unieron contra ella en la Batalla de Corinto, que
acabó en 387. Pero la continuidad del comportamiento altanero de Esparta provocó que los resentimientos
ya existentes se radicalizaran. En 377 esto desembocó en la formación de una nueva confederación naval
ateniense y en la alianza entre Atenas y Tebas. En 371 Tebas era lo bastante grande como para derrotar a
Esparta en el campo de batalla y, al término de la Batalla de Leuctra, la hegemonía tebana era un hecho y la
humillación espartana también, profundizada con la liberación de mesenia por parte de Epaminondas, el
líder carismático con el que contaba Tebas. Pero esta efímera hegemonía se terminó en 362 con la Batalla de
Mantinea, en la que Atenas, Esparta, Argos y Élide enfrentaron a Tebas. El ejército tebano, con la puesta en
práctica de la técnica de la falange oblicua, triunfó de nuevo, pero Epaminondas murió en combate y la
hegemonía tebana llegó a su fin. La sucesión de sublevaciones entre 360 y 350 (Quíos, Cos, Rodas) fue
debilitando la Confederación Ateniense y el vacío de poder resultante iba a empezar a ser ocupado por
Macedonia bajo la resuelta dirección de Filipo II.

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5. Hegemonía macedónica y el período helenístico (338 - 31 a.C.)

338: Batalla de Queronea. Atenas, Tebas y Beocia contra Macedonia, que los derrota al mando de Alejandro, hijo de Filipo. Se
terminan las últimas resistencias al dominio macedónico. 338-336: Crisis interna en Persia por el asesinato de Artajerjes. Filipo la
trata de aprovechar pero muere asesinado en 336. En Persia asume Darío III. 337: Macedonia impulsa la “Liga de Corinto” (todos
menos Esparta) para mantener la paz en Grecia y vengarse de los Persas (legitima la hegemonía de Filipo en Grecia). 336: Después de
una crisis sucesoria, asume Alejandro el trono de Macedonia.
334: Después de asegurar el trono en Macedonia y su hegemonía en Grecia, Alejandro cruza el Helesponto hacia Asia. 333: Conquista
de Anatolia en la Batalla de Iso (↓Darío III, ↑ Alejandro). 332-331: Conquista por parte de Alejandro del Mediterráneo oriental.
Fundación de Alejandría en Egipto. Alejandro coronado faraón (ascendencia divina!). 330: Batalla de Persépolis (en la que se impone
la destrucción en lugar de la instauración del tributo a Macedonia como en todas las demás conquistas: Persépolis era el centro
espiritual del Imperio Persa → venganza por las Guerras Médicas). Muere Darío III asesinado por traición y Alejandro se erige como
su vengador y defensor de la dinastía, ganando el apoyo de los persas. 327-325: Expedición a India.
323: Alejandro muere en Babilonia sin descendencia clara (su hermano era deficiente mental y su hijo un bebé) → luchas por el
trono desembocan en ≠ regencias: Perdicas, Antíparo, Poliperconte, Casandro. Imperio en crisis, sublevaciones (Atenas 319). 323-30:
Época Helenística (fin del período clásico). 317: Casandro expulsa a los herederos de Alejandro y se queda con el imperio europeo
(Antígono con el asiático). 307: Demetrio (hijo de Antígono) interviene en Grecia para “liberar a las ciudades griegas”: éxito. Antígono
y Demetrio se auto coronan reyes de Macedonia. Pero Casandro, Lisímaco, Ptolomeo y Seleuco se autoproclaman reyes también y se
reanuda la lucha por el Imperio de Alejandro. 301-276: En 379 Antígono (nieto, hijo de Demetrio) rey de Macedonia. Nace un “Nuevo
Orden” → Reinos Ptolomeos (Egipto, Palestina, Libia, Chipre), Seléucidas (oriente próximo y medio) y Antigónidas (Macedonia y
norte de Grecia). Con estos reinos se extiende la cultura helenística. 270: Empiezan las relaciones entre Roma y los reinos
helenísticos. Entre fines del S.II y principios del S.I los reinos helenísticos empiezan a caer y a afianzarse los romanos y los partos.
30: Con la muerte de Cleopatra VII se da el fin del período helenístico. Se suicida junto con Marco Antonio por triunfo de Octavio-
Augusto en Roma.

La Batalla de Queronea abre un nuevo período en la historia del mundo griego, signado por la hegemonía
macedónica. En 336, Filipo II muerte y, tras una crisis sucesoria, asume el trono de Macedonia su hijo
Alejandro, quien será el protagonista de una inmensa expansión territorial del Imperio. En 323 Alejandro
muere y con su muerte se empiezan a dividir los reinos entre los generales. A esto le siguen cincuenta años
de lucha despiadada, hasta que hacia el 280 el mapa político se estabiliza con los reinados seléucidas,
ptolomeos y antigónidas.

LOS GRIEGOS ANTE EL AVANCE MACEDÓNICO

APUNTES DE CLASE

Isócrates y Demóstenes, además de repensar la pólis en el marco del “siglo de la filosofía griega”, la
repiensan bajo la coyuntura del dominio de Macedonia. Ambos persiguen recuperar el esplendor ateniense,
pero parten de apreciaciones distintas. Isócrates es crítico del imperialismo ateniense por considerarlo la
causa del derrumbe; coincidiendo con Platón, postula que el modo de recuperar el esplendor es aceptar el
nuevo mando y establecer una alianza entre Atenas y la Macedonia de Filipo II. Demóstenes, por su parte,
expresa que quiere recuperar la grandeza «conservando la libertad», es decir, sin ponerse en manos de un
“bárbaro”, como considera a Filipo. Por lo tanto, su propuesta gira en torno a aliarse con los Persas contra
los salvajes macedonios.

POMEROY, S.; BURSTEIN, S.M.; DONLAN, W.; ROBERTS, J.T.: “La Antigua Grecia”

Debido a los intereses que los atenienses tenían en la Calcídica, la tensión de sus relaciones con Filipo databa
de los primeros años de su reinado, y las relaciones empeoraron ante el avance macedónico, que fue
eliminando los principales focos de influencia ateniense en la Calcídica y en el golfo de Terma. Pero la lenta
recuperación de la catástrofe económica causada por la Guerra del Peloponeso supuso un freno muy fuerte

40
a cualquier tipo de operación militar seria por parte de Atenas en el norte del Egeo. Su política exterior se vio
constreñida además por una importante innovación política introducida por el político ateniense más
destacado de la época, Eubulo, quien convenció a sus conciudadanos de que aprobaran una ley en virtud de
la cual todos los excedentes pasaban a destinarse en proyectos tales como la reparación de las calzadas y las
fortificaciones, destinándose el resto a efectuar repartos de dinero entre los ciudadanos atenienses con
motivo de las festividades religiosas. Esta situación trajo como consecuencia que sólo ante la inminencia de
una invasión de Filipo en el Ática en 352 los atenienses se decidieran a tomar medidas más serias. Pese a
algunos intentos expedicionarios, Atenas no logró frenar la injerencia cada vez mayor que el rey de
Macedonia ejercía sobre la Grecia central y septentrional, por lo que los partidarios de una política más
agresiva empezaron a dejar oír cada vez con más fuerza sus exigencias.

El impulsor más destacado de este tipo de política fue Demóstenes, antiguo partidario de Eubulo que había
quedado decepcionado con su actitud. Si bien instó a los atenienses a votar por la creación y el
mantenimiento de una poderosa fuerza naval con la que hacer la ansiada guerra, el triunfo de Filipo en la
Guerra Sagrada hizo que reconozca la necesidad de firmar la paz para evitar el desastre total. Así, en 346 el
político Filócrates fue el encargado de negociar la paz con Filipo. Los términos del tratado no ofrecen
ninguna duda con respecto a su significado: Atenas renunciaba públicamente a sus pretensiones, admitía
que sus aliados focenses y tracios quedaban excluidos de la protección del tratado y acordaba que tanto ella
como lo que quedaba de la Segunda Confederación Ateniense se convertirían en aliados perpetuos de Filipo
y sus descendientes. La impotencia de Atenas frente al creciente poderío de Macedonia en Grecia quedaba,
así, a la vista. Sin embargo, la victoria diplomática de Filipo duró poco: el apoyo alcanzado en Atenas para el
tratado había sido fruto del temor de la guerra con Macedonia y sus consecuencias, por lo que se disipó en
cuanto desapareció la amenaza.

Las críticas de los atenienses contra Filipo fueron socavando la paz de Filócrates, echando por tierra la fama
de los hombres relacionados con ella: Filócrates huyó al exilio tras haber sido acusado de soborno y
Demóstenes, uno de los embajadores que habían ido a Macedonia a negociar con Filipo, intentó por todos
los medios proteger su posición. Sólo la necesidad que tenía Filipo de mantener la paz en Grecia durante su
campaña en Tracia le impidió actuar con más vigor sobre Atenas; no se decidió a declararle la guerra hasta
340, pero la ruptura de hostilidades se retrasó un año más. La llamada de Demóstenes en pos de formar una
alianza griega contra Macedonia tuvo poca resonancia: sólo Corinto, Mégara y Mesenia, así como unas
cuantas ciudades al norte y al oeste del Peloponeso atendieron a la solicitud de Demóstenes. Esparta,
todavía resentida por la liberación de Mesenia que habían realizado los tebanos treinta años antes,
permaneció al margen de la alianza. Cuando en 338 se libró la Batalla de Queronea en Beocia, sólo estaban
allí para enfrentarse a Filipo las tropas de Atenas, Tebas y la Liga Beocia, además de algunas unidades
procedentes del Peloponeso. Las bajas de los griegos fueron cuantiosas, y el golpe definitivo lo asestó la
caballería de los Compañeros del Rey, al mando del hijo y heredero de Filipo, Alejandro, que a la sazón sólo
tenía 18 años. El famoso Batallón Sagrado de los tebanos fue aniquilado y la victoria de Filipo sobre sus
adversarios griegos fue total. No sabemos si Filipo había acariciado siempre el proyecto de conquistar Grecia
o no, pero después de su triunfo en Queronea cualquier resistencia a su autoridad por parte de los griegos
habría resultado inútil. Sólo quedaba por decidirse la forma que asumiría la dominación de Grecia por los
macedonios.

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EL AVANCE MACEDÓNICO: ENTRE MONARQUÍA E IMPERIO. ALEJANDRO Y LA EXPANSIÓN ORIENTAL

POMEROY, S.; BURSTEIN, S.M.; DONLAN, W.; ROBERTS, J.T.: “La Antigua Grecia”

La conquista de los estados griegos por Macedonia se debió en parte a las divisiones internas y a las
tensiones económicas que impidieron el desarrollo de una política coherente en Atenas. En parte, también,
se debió a la desconfianza mutua de los griegos, que no permitió que las principales pólis (Atenas, Esparta y
Tebas) opusieran un frente unido eficaz. Otro papel importante fue el deseo que abrigaban muchos griegos
de aplicar una cura radical para los males de la Hélade, como pudiera ser, por ejemplo, el establecimiento de
una monarquía o la organización de una cruzada contra Persia como la que podría encabezar un monarca.
Sin embargo, también se debe atribuir parte del éxito a las singulares dotes militares y diplomáticas del
personaje que accedió al trono de Macedonia en 359, Filipo II. La ascensión de Filipo coincidió con una
revolución en la táctica militar que puso fin al dominio del hoplita griego en los campos de batalla. Al
introducir esas innovaciones12 en Macedonia, Filipo convirtió al país, prácticamente de la noche a la mañana,
en la principal potencia militar del sudeste de Europa. Durante los 24 años que duró su reinado, Filipo
transformó Macedonia y de una monarquía al borde de la desintegración hizo un estado unificado y creó un
imperio que se extendía desde el Danubio hasta el sur de Grecia. No se puede saber si sus planes de
extender el poderío de Macedonia hasta Asia eran tan grandiosos como los que más tarde realizaría
Alejandro. No obstante, es evidente que sin el legado de Filipo, que le dejó una Macedonia unida y
poderosa, las hazañas de Alejandro y sus sucesores habrían sido imposibles.

Podría decirse, en un sentido muy real, que las grandes hazañas de Alejandro fueron todas negativas:
destruyó el imperio persa, acabando así con un sistema estatal que había dirigido las relaciones entre los
pueblos de Oriente Próximo y Medio durante más de dos siglos; acabó también con el importante papel
desempeñado por los estados griegos en la política del Mediterráneo oriental. Serían sus sucesores, no
Alejandro, los que diseñaran el nuevo ordenamiento político que sustituiría al imperio persa y los que
crearan el marco de las relaciones sociales y culturales de buena parte del Asia occidental durante el resto
de la Edad Antigua.

LA ÉPOCA DE LOS REINOS HELENÍSTICOS Y LA COSMÓPOLIS. LA PÓLIS DEPENDIENTE

POMEROY, S.; BURSTEIN, S.M.; DONLAN, W.; ROBERTS, J.T.: “La Antigua Grecia”

De ciudadanos de unas póleis minúsculas situadas en los márgenes del imperio persa, los helenos pasaron a
convertirse en socios de la dominación de un vasto territorio que se extendía desde el Mediterráneo a los
confines de la India. Lo que hermanaba a aquella enorme «cosmópolis» (ciudad-estado que abarca el mundo
entero) era el empleo del griego como lengua común del gobierno y de la cultura y la existencia de una serie
de islas de cultura helénica en las colonias diseminadas por toda la zona. La Época Helenística ocupa los tres
siglos que van desde la muerte de Alejandro en 323 al suicidio de Cleopatra VII de Egipto en 30 a.C. (se
suicida junto con Marco Aurelio como consecuencia del creciente poderío de Octavio-Augusto en el Imperio
Romano). Este período vio cómo gentes de diferentes culturas intentaban construir sus comunidades por
unos procedimientos que habrían resultado impensables en tiempos de la pólis puramente helénica.

12Las principales innovaciones fueron la reorganización de la infantería con la introducción de la falange armada con una lanza de 5
metros que sacaba ventaja por sobre la falange hoplita griega, la introducción de la caballería y la infantería ligera y la catapulta.
Pero, además, Filipo dio pasos de cara al fortalecimiento de los lazos que unían al ejército, en los existentes entre el rey y la nobleza
macedónica y en torno al saneamiento de tierras y fundación de colonias. Con todas estas medidas, consiguió lo que ningún otro rey
de Macedonia había podido alcanzar hasta entonces: una base amplia y leal dispuesta a apoyar su política interior y exterior.

42
Cuando Alejandro murió de repente en 323, el poderío macedónico se extendía desde Macedonia a la India.
El imperio persa había desaparecido pero no había surgido una estructura política nueva que lo sustituyera.
Sólo la personalidad carismática de Alejandro mantenía unido su vasto imperio. La supervivencia del mismo
exigía que se eligiera rápidamente un nuevo monarca, pero no existía ningún heredero indiscutible. Así, las
luchas sucesorias durarían casi medio siglo. Primero mediante regencias y más tarde mediante acuerdos o
imposiciones, los generales de Alejandro empezarían a disputarse y dividirse el imperio. Y es recién hacia 280
que el mapa político se estabiliza con los reinos seléucidas, ptolomeos y antigónidas.

Aunque la creación de los nuevos reinos macedonios cambió el carácter y la configuración del mundo
conocido por los griegos, un aspecto de la vida helénica permaneció en gran medida inalterable: la pólis
siguió constituyendo el marco básico de la vida de la mayor parte de los griegos. Antiguas póleis como
Atenas, Siracusa y Éfeso experimentaron un crecimiento y una prosperidad notables. Al mismo tiempo, la
incidencia de la guerra entre las póleis desapareció casi por completo, y la solución pacífica de los conflictos
internacionales a través del arbitraje se convirtió casi en algo rutinario. Incluso el típico particularismo de la
pólis clásica se vio superado en parte por la aparición de las Ligas Etolia y Aquea. Éstas lograron formar unos
estados federales fuertes, capaces de tratar más o menos en pie de igualdad con Macedonia y los demás
reinos macedónicos, ampliando el número de sus miembros hasta incluir entre ellos a ciudades situadas
fuera de su sede original en la Grecia central y en el norte del Peloponeso.

SHIPLEY, G.: “El mundo griego después de Alejandro 323-30 a.C.”

¿Qué pasa con las póleis en el marco del imperio macedónico? La idea que subyace al texto de Shipley,
dejando de lado los numerosos ejemplos que cita, es que las póleis siguen existiendo y funcionando (así
como sus instituciones) con la única novedad de que sobre ella está el poder superior de la monarquía
macedónica, a la que hay que tributar. Pero el cambio, en la práctica, es casi nulo: discute con la idea de
crisis o extinción de la pólis planteada por otros autores.

Los nuevos centros de poder surgieron en la persona de los reyes, pero las antiguas ciudades no fueron
dejadas de lado y todavía surgieron algunas nuevas. Los cambios políticos del período 338-276 implicaron
graves consecuencias para las viejas ciudades-estado de Grecia. La realeza era anatema para las póleis
arcaicas y clásicas: fuera de Esparta, cuyos dos reyes no eran en cualquier caso particularmente diferentes
de los ciudadanos comunes y corrientes, en la ideología griega sólo los bárbaros como los persas tenían
reyes. El renacimiento de la realeza, por lo tanto, desbancó algunas apreciadas convicciones de los griegos.
Pero los reyes, a su vez, encaraban tres problemas particulares:

a) En primer lugar, las póleis habían sido gobernadas por ciudadanos bien conocidos por sus
conciudadanos, mientras que los nuevos gobernantes eran foráneos desconocidos y políticos
principiantes.
b) En segundo lugar, las antiguas autoridades estaban sancionadas por «constituciones ancestrales»,
mientras que los conquistadores militares tenían que crear su propia legitimidad.
c) En tercer lugar, las póleis eran centros urbanos con territorios relativamente pequeños, mientras
que las zonas controladas por los reyes se extendían sobre vastos territorios.

Todo esto hacía necesaria la creación de nuevas estructuras de apoyo:

1. Las fuentes literarias creaban y manipulaban las imágenes de los reyes y los ideales de la realeza,
representando un diálogo entre los nuevos detentadores del poder y aquellos que debían

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soportarlo. El rey se beneficiaba de mantener viva la memoria del pasado, pero estas actividades no
eran meras «relaciones públicas»; los reyes eran, o deseaban ser vistos como, griegos y
consideraban natural utilizar su riqueza para promover la cultura que definía la helenidad.
2. El fenómeno del culto al soberano, que se convirtió en un rasgo habitual de la vida, no representa
una violenta desaparición de una práctica existente sino una remodelación de los significados
religiosos existentes para expresar y formular las relaciones entre las comunidades urbanas y sus
nuevos amos.
3. El lenguaje del ritual, como el arte, se utilizaba para expresar nuevas relaciones sociales. Los reyes
desde cierto punto de vista eran “preservadores” que asumían la tarea de conservar los valores de la
ciudad clásica. Era mucho más sensato que imponer la voluntad propia por la fuerza; pero sería
quizás erróneo imaginar que tomaron decisiones deliberadas para aprovechar el ritual existente
cínicamente. Antes que una estrategia calculada, podría haberles parecido el modo más natural de
cumplir con su papel.

Las ciudades, sin embargo, no estaban forzosamente reducidas a la impotencia, pues los reyes dependían de
su apoyo práctico e ideológico, y a veces era posible un intercambio. Así como las ciudades rivalizaban entre
sí en ofrecer regalos y alabanzas a los reyes, de igual modo los reyes podían realzar su reputación de modo
más pronunciado al ser considerados como benefactores de las ciudades.

Se ha encontrado insuficiente el argumento de que la pólis llegó a su fin en Queronea en 338. Muchas póleis,
particularmente en el Peloponeso y el Egeo, permanecieron libres de la dominación macedónica y
disfrutaron de relaciones diplomáticas con reyes que, al menos formalmente, las trataron como estados
soberanos. Muchas ciudades, incluso bajo la férula de los reyes, retuvieron la facultad, por ejemplo, de
organizar su propia defensa ante ataques externos. Estar subordinado a un rey no sólo tenía consecuencias
negativas, y tampoco las causas de los problemas sociales en la Grecia del S.III han sido definidas, y sería
precipitado atribuirlas todas a la influencia de las monarquías. Las ciudades-estado en una época de mayor
independencia habían creado mucha opresión, y el cuadro para los S.III y II no es uniforme. El sistema de la
pólis, incluso como elemento de las monarquías territoriales, resultaba flexible en gestionar recursos y en
encaminar con éxito la competencia de los individuos hacia fines sociales. Los monarcas helenísticos, en
cambio, fueron todos con demasiada regularidad seleccionados por la intriga, el asesinato y las fuerzas
mercenarias, un sistema que resultaría finalmente poco adaptable frente a amenazas externas, como incluso
ocurrió con el Imperio Romano.

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753 - 509 509 - 31 31 a.C. - 235 d.C. 235 - 284 284 - 379 (379 - 604)

• MONARQUÍA • REPÚBLICA • PRINCIPADO • CRISIS DEL S.III • DOMINADO •ANTIGÜEDAD


• 7 Reyes, • Expansión • Pax romana • ¿Mito • Tetrarquía, TARDÍA
Reformas Servio • Emperador: historiográfico? Constantino, • Rol de los
Tulio Primus inter pares • Dioclesiano Cristianismo obispos

1. Las comunidades del Lacio arcaico y el surgimiento de Roma (753 - 509 a.C.)

S. IX: Cultura vilanoviana (etruscos) desarrollada en las 7 colinas. S. IX – VIII: Expansión vilanoviana hacia Bolonia y Campania. 900 –
800: Proceso de urbanización de Etruria. 775: Fundación de la primer colonia griega en Magna Grecia (Pitecusa).
753: Fundación de Roma (mito de Rómulo y Remo). 753: Con la fundación de Roma comienza la monarquía de los 7 reyes. Es un
punto muy discutido, porque la extensión del período hace los reinados demasiado largos para la expectativa de vida del momento;
además, los primeros cuatro reyes, por la asociación de cada uno con una función específica, parecen más míticos que históricos: 1º
Rómulo, creador de las instituciones; 2º Numa Pompilio, creador de los espacios rituales del calendario cívico-religioso; 3º Tulio
Hostilio, rey conquistador, expande la frontera de Roma; 4º Anco Marcio, rey del desarrollo urbano. Últimos 3 reyes = “Reyes
etruscos” sí son históricos: 5º Servio Tulio; 6º Tarquinio “el viejo”; 7º Tarquinio “el soberbio” (así llamado porque gobierna de forma
despótica originando la revuelta aristocrática, la expulsión de la monarquía y el surgimiento de la República).
≈ 530: Reformas de Servio Tulio divide a la población en clases según el censo: classis e infraclassem, según alcanzara el nivel
hoplítico o no. Las tribus pasan a estar divididas territorialmente en lugar de las tradicionales gentilicias de Rómulo. Estas reformas
se dan dos generaciones después de las de Solón y una antes de la de Clístenes en Atenas y son la base para la posterior creación de
los comicios centuriados (con lo que se forja la división de la ciudadanía romana).

En este período de la historia de Roma cabe detenerse sobre tres aspectos fundamentales:

1) La discusión acerca de los orígenes de Roma. Tanto Cornell como Alföldy discuten la fecha tradicional del
753 a.C., pero difieren acerca de las influencias en la organización política. Mientras Alföldy pone de
relieve la influencia etrusca, Cornell resalta la griega. Para este último, los orígenes de Roma se sitúan en
el surgimiento de Roma como pólis en torno al 625 a.C. Esta transformación se da, para Cornell, a través
de un proceso de sinecismo de las aldeas latinas del territorio y se verifica arqueológicamente por la
destrucción de las “cabañas” y la pavimentación del foro. Otros indicios no arqueológicos vienen dados
por la aparición del Calendario (que nos da un indicio de un Estado organizando la vida cívica).
2) Las reformas de Servio Tulio. La división que realiza entre classis e infraclassem sirven de base para la
posterior creación de los comicios centuriados (hay muchos comicios, pero estos son importantes
porque son los más “democráticos” al participar de ellos todos los ciudadanos). Cada clase (dividida por
el censo) contaba con un número determinado de centurias. Cada una de las 193 centurias tiene un
voto. Los sectores más poderosos económicamente sumaban 98 centurias definiendo, en la práctica, los
comicios.
3) El conflicto entre Patricios y Plebeyos. En el surgimiento de la República existía un estamento de
“patricios”. La conformación de los plebeyos como estamento no viene dada previamente, sino en el
mismo conflicto entre patricios y no-patricios. A partir de la segunda secesión plebeya de 449, donde
aparte de crear estructuras políticas paralelas se negaban a prestar servicio militar (lo que suponía una
gran amenaza) se reconoce el acceso a los plebeyos al gobierno a partir de la creación de magistraturas
exclusivamente plebeyas (asamblea y tribunos con poder de intercessio). Después de una serie de leyes y
reformas el conflicto se cierra en torno al 287 con el rango legal de los plebiscitos y se consolida una élite

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patricio-plebeya. Esta alianza da por resultado la conformación de la nobilitas como élite mixta, que se
va a quebrar recién en 133 con el conflicto entre optimates y populares.

COMUNIDADES DEL LACIO ARCAICO Y MITO FUNDACIONAL DE ROMA

TEÓRICO: “7 colinas, sinecismo, cultura villanoviana, etruscos y mito fundacional”

La historia de Roma, según la arqueología, comienza en 7 colinas de compleja topografía (Palatino,


Capitolino, Aventino, Quirinal, etc.) que, en la Edad de Bronce (S.X, IX) son el asiento de aldeas con sus
necrópolis que tienen como elemento característico la dispersión. El proceso de unificación de estas aldeas
va a venir dado por razones económicas y sociales. La antropología y los estudios topográficos nos dicen que
esta era una región anegadiza con mucha vegetación, donde obviamente pululan bestias, para las que el
ganado que tenían las poblaciones era un imán. Podríamos decir que la loba, la famosa loba de Rómulo y
Remo, tiene su importancia a partir de acá: por el miedo de estas comunidades hacia las bestias no sería raro
pensar en una sacralización de la loba ya desde tiempos arcaicos. Los orígenes de Roma están siempre
presentes a lo largo de la evolución de la ciudad, de su gente y de Roma como Estado. Roma no fue nunca
fundada a partir de un hecho unitario, sino que va a ser un proceso de transformación de múltiples
asentamientos que se conglomeraron al estilo de lo que se llama sinecismo en la historia de Grecia. Con este
proceso hay dos teorías: una primera dice que el sinecismo se produce a partir de la unificación de estos
asentamientos, mientras que otro sostiene que el Palatino va creciendo en hegemonía sobre el resto
fagocitándolos. Desde el punto de vista lingüístico, Roma es una mezcla de latín y sabinos, pueblos ambos de
origen indoeuropeo. Pero los etruscos, que terminan incorporándose al mundo romano, no son
indoeuropeos y tienen orígenes muy discutidos.

Italia para el bronce estaba habitada por pueblos “originarios” y van a llegar los indoeuropeos en dos
oleadas. La primera es en torno al 1200, la Cultura de las Terramaras, que se instala en la llanura del Po. La
segunda llega a partir del 1000 y es la Cultura Villanoviana, que se instala en la región de la Toscana y
difunde la tecnología del hierro por Italia. De acá se cree hoy que vienen los etruscos, que son villanovianos
evolucionados. El problema es que los villanovianos son indoeuropeos y los etruscos no y acá hay una
discusión: su lengua nos dice que no son indoeuropeos, pero los restos arqueológicos que dejaron sí. Las
ciudades etruscas (Tarquinia, Perugia, Cortona, etc., son 12) no configuran un reino ni un imperio, sino que
son ciudades que no configuran un estado unitario y que con sus ejércitos llevan a cabo su propia expansión
por motivos económicos y estratégicos. Una de esas zonas estratégicas es Roma, por hallarse en el medio
entre etruscos y griegos. Cuando los etruscos conquistan Roma es que contactan con los griegos (con las
apoikías de la Magna Grecia) quienes van a tener una influencia fundamental también en el origen de Roma
como ciudad estado.

El mito fundacional de Roma parte de la Guerra de Troya que ganan los aqueos; hay algunos troyanos que
huyen, protegidos por una diosa y perseguidos por otra. Eneas aparece como hijo de una diosa (Venus,
Afrodita para los griegos) y de un mortal. Eneas estaba casado y tenía un hijo, Ascanio. Durante el
desparramo que se arma con el incendio de Troya Eneas huye, perdiendo en el camino a su esposa,
acompañado por su padre y su hijo. Emulando a Odiseo, en el viaje le pasa de todo. Una etapa de ese
recorrido que vale la pena destacar es su pequeña estancia en Cartago, donde tiene un affaire con Dido, a
quien después Eneas deja (es como una mojada de oreja para los cartagineses) porque él sabía que su
destino era fundar una ciudad en Italia. Al llegar a la península itálica Eneas se va a pelear con un rey llamado
Latino; finalmente van a llegar a un arreglo y Latino le entrega a Eneas su hija Lavinia, se casan y Eneas funda
una ciudad en homenaje a ella (Lavinium, el relato legitima fundaciones antiguas en la península itálica). De

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la unión de ambos nace un chico que se confunde con un tal “Iulo” (iulo, julio, gens Julia! Importante, el
relato se está construyendo a fines de la República, legitimación de Julio Cesar y Octavio). Pero Tito Livio dice
a la vez que de la unión de Eneas y Lavinia nace Ascanio. Ascanio entonces tendría un doble origen: troyano
y latino. De Lavinium sale otra ciudad que se llama Alba Longa, en la que hubo una dinastía de reyes llamada
Silvios. En un momento dos hermanos, Amulio y Numitor, pelean por la sucesión del trono de Alba Longa y
triunfa momentáneamente el malo. Para asegurar su trono mata a sus descendientes y convierte en vestal a
la hija de Numitor Rea Silva. Pero ella va a quedar embarazada (en una tradición por violación, en otra por
intervención del dios Marte, el Ares griego). De ahí nacen Rómulo y Remo que para que no los maten los
ponen en una canasta, al mejor estilo Moisés (la canasta es típica de aquellos que no tienen linaje y que
triunfan por la aventura). Acá entra la loba, que los amamanta y después son criados por un pastor y su
mujer. En un momento se dan cuenta de que son nietos de un rey postergado y parten a Alba Longa,
deponen a su tío abuelo y restauran en el trono a Numitor. Este acoge a los mellizos y los induce a fundar
una nueva ciudad, que sería Roma. Los mellizos se disputan este honor y la interpretación de los auspicios no
deja claro a quién le correspondía fundarla. En esta tensión, Remo se ríe de Rómulo y salta el pomerium
(sagrado, no se podía!), por lo que Rómulo lo mata. Así Rómulo se convierte en el primer rey de Roma.

INFLUENCIAS EN EL ORIGEN DE ROMA COMO CIUDAD-ESTADO

CORNELL, T. J.: “Los orígenes de Roma”

Pitecusa, el primer asentamiento griego en Italia se estableció en torno al año 770 a.C., preparó el camino de
la colonización griega en el Mediterráneo occidental, proceso que supuso algo más que una mera aventura
comercial: una generación después de la llegada de los primeros griegos, se fundaron una multitud de
nuevas y florecientes colonias establecidas por toda la costa sur de Italia y Sicilia, hasta que en el S.V el sur
de Italia se denominaba ya “Magna Grecia”. La llegada de los griegos a Italia tuvo profundas repercusiones
sobre la vida social, económica y cultural de los pueblos nativos. La helenización de Etruria, el Lacio y
Campania comenzó en el S.VIII y ejerció una influencia fundamental sobre los cambios estructurales que se
produjeron en el período orientalizante, y en especial sobre la formación del ordenamiento aristocrático. No
podemos tener la seguridad de si el contacto con las colonias griegas fue la causa de la estratificación social
y de la aparición de la aristocracia en Italia o si simplemente aceleró n proceso que habría acabado por
producirse de cualquier forma, pero no cabe duda que la influencia griega fue muy importante en la
configuración de la sociedad de Italia, particularmente a la hora de proporcionarle un modelo cultural con el
que identificarse. En adelante, el helenismo se convertiría en una influencia que llegaría a todos los niveles,
en el factor más importante de los cambios y la evolución de la historia de Roma (y de Italia). El arte, la
cultura y la religión comenzaron ya a transformarse durante el período orientalizante; pero el cambio más
profundo se produciría en la esfera política durante la segunda mitad del S.VII: la formación de la ciudad-
estado.

Uno de los signos más importantes del desarrollo de las ciudades-estado de la Italia central es el cambio en
el aspecto físico de los asentamientos. En Roma, el primer signo definido de cambio se produjo a mediados
del S.VII cuando las cabañas situadas en las inmediaciones de la Vía Sacra fueron demolidas quedando en su
lugar una especie de solar donde se emplazaría el primer Foro. Unos años más tarde, en torno al 625, se
renovó el pavimento y se extendió. Hacia el año 500 Roma debía ser uno de los lugares más suntuosos del
Mediterráneo occidental, una ciudad cuya apariencia física estaba en consonancia con su carácter de Estado
más poderoso de Italia central. El rasgo principal de esa transformación es la sustitución de cabañas por
edificios no perecederos de piedra y la aparición en varios lugares de santuarios monumentales. Este cambio

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en la urbanización ha sido interpretado como una «revolución urbana», punto crucial que según algunos
autores (Gjerstad) marcaría el comienzo de la historia de Roma. Sin embargo, la idea de que la ciudad nació
en único momento decisivo ha sido desechada y sustituida por la idea de un proceso gradual de evolución
espontánea, más acorde con los testimonios arqueológicos.

La pavimentación del Foro y el Comicio constituyen etapas decisivas para el desarrollo de Roma no sólo
porque cambiaron el aspecto físico del poblado, sino porque simbolizan la formación de una comunidad
política: el Foro era un punto de reunión central que servía a la vez de mercado y de centro cívico; la
aparición de la casa en lugar de la cabaña constituye una novedad técnica importante, pero mayor
significación política tiene la construcción de edificios públicos monumentales destinados a un uso común o
cívico. Los edificios religiosos tienen una importancia especial, ya que si bien existen testimonios de actividad
cultual en varios puntos de Roma desde tiempos muy remotos, estas construcciones son testimonios de
actividad religiosa común y del establecimiento de cultos públicos. Los datos arqueológicos dan testimonio
de una drástica reorganización de Roma durante las últimas décadas del S.VII en forma de sinecismo. Así, en
Roma la formación de la ciudad-estado coincidió con las grandes innovaciones introducidas en la
organización del espacio urbano y en las técnicas arquitectónicas. Es este proceso el que califica como una
verdadera fundación de Roma.

La formación de la ciudad-estado vino acompañada de otros cambios sociales y culturales que mantienen
una relación causa-efecto con ella. Una de esas novedades fue el desarrollo de la escritura, requisito
indispensable de la ciudad-estado, sin el cual no pueden entenderse la existencia de unas instituciones
artificiales bastante complejas en las que los ciudadanos se dividían, ni el censo y las reformas de Servio
Tulio. Otro ejemplo producto de una mentalidad familiarizada con la escritura es la aparición del calendario,
que da el indicio de la existencia de una autoridad política centralizada organizando la vida cívica. Otras
transformaciones que se pueden citar en el período son los cambios en las prácticas funerarias (desaparición
de los ajuares funerarios), que responden al orden de lo cultural e ideológico y no a lo estrictamente
económico. Este cambio coincide con una transformación en la organización de la sociedad: las nuevas
familias aristocráticas se convirtieron en elementos rivales de una comunidad cada vez más numerosa, con
lo que las actividades de la minoría se convirtieron en el centro de atención de la colectividad, pasando el
excedente de riqueza a emplearse ya no en el consumo privado sino en el gasto público. El desarrollo
monumental de los santuarios públicos colectivos, en torno al S.VII, es otro cambio en la misma dirección.

Finalmente, las transformaciones en torno a las instituciones derivadas de la organización en tribus y curias
constituyen un elemento fundamental de la vida política y la organización militar de Roma. Eran unidades
artificiales instituidas deliberadamente con fines administrativos y político y no habrían podido existir antes
de la fundación de la ciudad-estado: de hecho, la formación de la misma coincide con la aparición de las
tribus y las curias. Otro hecho importante es que la estructura compleja y regular de las tribus y las curias
parece ser un rasgo exclusivo de Roma: aunque sabemos de la existencia de curias en otras comunidades
latinas, no se conoce en Italia ningún paralelismo de la triple división de las tribus y su correspondiente
subdivisión en curias que encontramos en Roma; en particular da la impresión de que en las ciudades
etruscas no había nada equivalente a las tribus romanas. En Roma, la propia ciudad-estado estaba dividida
artificialmente en tribus. Esta distinción es exactamente análoga a la que encontramos en el mundo griego
entre pólis (ciudad-estado) y éthne (estados étnicos). Estas divisiones tribales son típicas de las póleis, pero
no de los éthne, y son fruto de la «racionalidad arcaica» que representa la organización en pólis. La
conclusión es inevitable: durante el S.VII Roma empezó a adoptar algunos de los rasgos propios de la pólis
griega.

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ALFÖLDY, G.: “Historia Social de Roma” (Cap. 1: La sociedad romana primitiva)

La «formación de Roma», un proceso en el cual esta comunidad devino en una ciudad-estado, se efectuó
como muy tarde a comienzos del S.VI. La ciudad se vio sustancialmente ampliada y separada del campo a su
alrededor por una linde fija -pomerium-, adquirió instituciones estables y fue instituido un sistema estable de
gobierno bajo la forma de monarquía electiva. Este proceso es claramente inseparable de un acontecimiento
histórico de decisiva importancia para Roma: la extensión de la dominación etrusca a la ciudad del Tíber. La
comunidad urbana de Roma se moldeó bajo el dominio etrusco y a imagen etrusca; las instituciones y la
forma de gobierno fueron establecidas según el modelo etrusco, y el poder fue ejercido por reyes etruscos;
Roma tomó de ese pueblo no sólo sus tradiciones religiosas y culturales sino también su estructura social en
gran parte. Esta influencia, junto con reminiscencias latinas indoeuropeas de los tiempos anteriores a la
dominación etrusca y el importante influjo de los griegos, particularmente en el plano cultural desde el S.VIII
son tres factores fundamentales para el análisis de la evolución romana.

Pero la conversión de Roma en una ciudad-estado fue algo que ésta debió a los etruscos. Este pueblo nunca
llegó a formar un Estado unificado: la fórmula de la que se valieron para organizar su vida en común fue una
liga de doce ciudades, cada una de las cuales estaba regida por un rey. La sociedad se descomponía en dos
grandes grupos: nobleza y una capa inferior privada prácticamente de libertad. Los nobles, de cuyas filas
salía también el rey, poseían las tierras más fértiles y también las minas; dominaban por completo la vida
política, puesto que integraban el consejo de ancianos y cubrían las magistraturas. Los estratos bajos
estaban compuestos por los grupos dependientes de la nobleza, los artesanos, los mineros y los campesinos.
Este modelo de sociedad fue en gran medida adoptado por Roma, donde el primitivo sistema social, con la
nobleza patricia dominándolo todo por un lado, y sus clientes y esclavos por otro, se ajusta enormemente al
prototipo etrusco.

El orden social arcaico de Roma que había cristalizado durante el S.VI bajo el gobierno de los reyes etruscos
no fue exclusivo de la época monárquica, sino que siguió vigente en gran medida tras la abolición de la
realeza, sólo que las funciones del monarca fueron repartidas entre la aristocracia. Los rasgos definitorios de
este orden social arcaico son:

a) La estructura de la sociedad estaba fuertemente marcada por la división horizontal, que nacía del
papel central de la familia en la vida social y que llevaba al agrupamiento de familias sobre la base
del parentesco en un complicado sistema de clanes, curias y tribus.
b) Frente a ello, la división vertical de la sociedad resultaba relativamente simple ya que, al menos en
sus comienzos, sólo conocía la existencia de una nobleza y de un pueblo dependiente de ella.
c) En consonancia con todo esto, el frente de tensiones en el sistema social arcaico presentaba una
relativa simplicidad: sus conflictos podían sólo producirse cuando los sectores dependientes
declaraban la guerra a la aristocracia, luchando por la equiparación política o la mejora de su
situación económica.

MONARQUÍA DE LOS 7 REYES, REFORMAS DE SERVIO TULIO Y TRANSICIÓN A LA REPÚBLICA

TEÓRICO: “Reyes latinos y sabinos, influencia de los griegos en el orden político romano”

Generalmente los etruscos aparecían como pueblo eminentemente relacionado a la religión. Hoy esta
hipótesis está más actualizada y se ha profundizado en el análisis económico de este pueblo. Con toda
seguridad, se puede decir que los etruscos eran principalmente comerciantes. Estas áreas en donde se

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asientan y con las que se relacionan (Cerdeña, por ejemplo) son espacios de interacción cultural, de formas
sociales y prácticas económicas que exponen las diferencias entre los pueblos. Muchas veces estas
diferencias llevan a la asimilación, pero cuando es el comercio la vía de relación por lo general lleva a la
competencia, que muchas veces desemboca en la guerra. Los etruscos se movían en estas guerras navales
entre la alianza con los cartagineses en contra de los griegos y viceversa, hasta que finalmente pierden su
influencia en el mar, manteniendo los griegos su influencia en el Mediterráneo occidental. Al hablar de
etruscos, aparte de su carácter expansionista marítimo, también hay que mencionar el terrestre que tiene
que ver, justamente, con la ocupación del Lacio, de las zonas de vadeo del Tiber, con el objetivo de
conectarse con las ciudades griegas. Cuando conquisten Roma llegan a la zona de Campania y a partir de ahí
se profundiza el contacto con los griegos. Por lo tanto el tema de las influencias para el surgimiento de Roma
(etruscos vs. griegos) debe tomarse como una mezcla de ambos. Los etruscos se reconocían como parte de
una federación de ciudades identificada por una religión común.

Es en este contexto que Roma va surgiendo como comunidad política unificada. La leyenda se crea, entre
otras cosas, para reconocer al primer rey, al que la tradición atribuye la fundación de la ciudad y su
organización institucional. Para esto, se dice, eligió 100 hombres de los mejores linajes y para reproducir la
ciudad se construye el miro del Rapto de las Sabinas. La alianza Latinos-Sabinos resultante de ahí es el nexo
mítico de una realidad antropológica que dejó huella en la historia de Roma con la alternancia de los
primeros cuatro reyes. Cuando Rómulo desaparece (de forma mágica, se lo venera como a un dios), el rey
que sigue es Numa Pompilio, sabino, quien organiza la religión y el calendario. Sigue Tulio Hostilio, latino,
que organiza el ejército. El último es Anco Marcio, sabino, a quien se le atribuye la organización del comercio
y la construcción de puertos sobre el Tiber. Estos primeros cuatro reyes se pierden en el relato mítico, pero
sí podemos tomar por históricos los últimos tres, que son de origen etrusco: Tarquino el viejo, Servio Tulio y
Tarquino el soberbio, quienes gobiernan hasta el 510/509, año -hoy discutido- del nacimiento de la
República. Es en este proceso que Roma conoce a Grecia: no había conocido a Pericles ni la pólis genuina.
Roma conoce el mundo helenístico, conoce una Grecia modificada por su interacción con oriente y Roma se
apodera de esa cultura griega en un proceso de expansión militar de un pueblo de campesinos devenidos en
soldados que se ponen en contacto con centros culturales y artísticos muy ricos. La influencia del modelo
griego es fuertísima y se puede rastrear incluso en los Graco, donde en un mundo de transformaciones entre
el S.II y I se crea una Roma distinta que termina por destruir la República.

LÓPEZ BARJA, P.; LOMAS SALOMONTE, F.: “Historia de Roma”

Relato de los orígenes de Roma desde Eneas hasta la expulsión de los reyes y el comienzo de la República.
Continuidad religiosa entre el mundo Griego y el Romano por Troya y Eneas. Sistema electivo de los reyes
mediante el interrex, orígenes no-electivos del reinado de Servio Tulio con final trágico al estilo Edipo y
ascenso de Tarquino el Soberbio, que produce su expulsión y el comienzo de la República mediante el
nombramiento por parte de la aristocracia de dos cónsules.

Discuten con la postura del surgimiento del Estado a partir del paso de las relaciones de parentesco a las
territoriales (con reformas de Servio Tulio): Roma nunca fue un Estado, sino una civitas o res publica, es
decir, un grupo de individuos sometidos a unas mismas leyes, a una misma construcción política. Se inclinan
por la teoría de Cornell que, basada en los restos arqueológicos, define el surgimiento de Roma como un
proceso de sinecismo entre el 625 y el 525 en el que la clave son las obras públicas. Así, fue en el S.VI -y no
en el VII- cuando se fundó Roma en el sentido político del término. Acá Servio Tulio cumple un rol

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fundamental, con tres medidas que hacen a la conformación de Roma como comunidad política: la
acuñación de moneda, las tribus «territoriales» y el censo y las clases.

Le otorgan un papel fundamental a este último punto y a la aparición del ejército hoplítico, con el que
comenzó a funcionar una asamblea de ciudadanos-soldados que, aunque tiene un escaso peso al principio,
señala el surgimiento de la política entendida como la toma de decisiones mediante el debate público. La
historia del S.V gira, así, en torno al conflicto entre patricios y plebeyos, debido a la exclusión de una parte
de la aristocracia de la posibilidad de formar parte de la élite gobernante reservada para una minoría
constituida a partir del linaje. El predominio de los patricios se fundaba sobre la apropiación del ager
publicus y las deudas. Se fija el final del conflicto convencionalmente en el año 287, cuando la Ley Hortensia
equipara plebiscitos y leyes. El éxito militar amplió la disponibilidad del suelo en beneficio de muchos
ciudadanos y terminó de cerrar el conflicto con la conformación de la nobilitas patricio-plebeya, que marca
el inicio del proceso de expansión. En este proceso, 3 son las formas de anexión: tribus, municipium y
colonias.

CORNELL, T. J.: “Los orígenes de Roma”

La reforma tribal llevada a cabo por Servio Tulio en torno al 530 a.C. transformó las bases de la ciudadanía
romana y redefinió los vínculos que unían al ciudadano romano con la comunidad: sustituyó las antiguas
tribus romúleas y las curias dominadas por las viejas familias aristocráticas y a las que sólo se podía acceder
por nacimiento. En adelante la pertenencia a una tribu y, por consiguiente, el derecho a poseer la ciudadanía
romana, dependería de la residencia y de estar registrado en el censo, que estaba organizado
territorialmente a través de las tribus. La reforma original tuvo un carácter marcadamente militar, con la
difusión por Italia a lo largo del S.VII de la organización del ejército en torno a la falange hoplita.

Los comicios centuriados, basados en la reforma de Servio Tulio pero posteriores a ella, distribuyeron a los
ciudadanos romanos entre las distintas clases de forma que la primera clase de ciudadanos ricos, que eran
una minoría de la población, aportaba casi tantas centurias como todas las demás clases juntas. Era la
adaptación del sistema serviano de una función militar a unos fines políticos y fiscales específicos. El objetivo
era crear una asamblea claramente sometida a los intereses de los elementos ricos y conservadores. Este
proceso tuvo lugar a fines del S.V. Sin embargo, si bien la organización centuriada fue introducida como un
sistema meramente militar y sólo después adaptada a fines políticos, debe tenerse en cuenta que el servicio
militar constituía una función integral de todos los ciudadanos, por lo que cualquier cambio introducido en la
base de la organización militar necesariamente repercutía en la esfera política. Lo que introdujo Servio Tulio
fue una nueva forma de organizar al ejército, que habría ido acompañada de una nueva definición de la
ciudadanía (clase e infraclase por censo). La reforma serviana sería comparable así a la llevada adelante por
Clístenes en Atenas. No se sabe si el sistema centuriado tenía por objetivo funcionar como asamblea política
desde el momento de su puesta en vigor, pero parece perfectamente razonable pensar que sí debido al
origen del poder de Servio Tulio, que se convirtió en rey mediante la usurpación (o evitando el camino
convencional) sin el apoyo del Senado y basando su poder en el apoyo del ejército hoplítico.

LA ROMA ARCAICA EN HISTORIA DE ROMA DE TITO LIVIO

TEÓRICOS + FUENTES

En el marco del surgimiento del estado romano un elemento importante a tener en cuenta son los
elementos políticos que implican un proceso de integración de grupos sociales que antes no participaban de

51
la toma de decisiones. En particular interesan en este punto las reformas de Servio Tulio, que organizan los
grupos sociales en función de un criterio de riqueza, timocrático, y a partir de ahí se designan niveles de
participación tanto política como militar. Las reformas de Servio Tulio tienen un interés fundamentalmente
militar y las mismas hacen que se duplique prácticamente la cantidad de hombres disponibles para el
ejército. Una diferencia fundamental con el gran paralelo de esta reforma, que son las impulsadas por Solón
en Atenas es que las de Servio Tulio no habilitan un proceso de participación política directo de los sectores
más bajos. Las reformas de Solón tienen un criterio militar y político, doble, las de Servio Tulio en principio
sólo un criterio militar (aunque después sirven de base para el uso político por los Comicios Centuriados).
Dice Tito Livio, a propósito de Servio Tulio:

“Servio Tulio, aborda a continuación, una vez que es elegido (…) Servio, protegido por una sólida escolta fue el
primero que llegó a ser rey con el consentimiento del Senado sin que el pueblo lo eligiera (…) Servio adquirió
renombre para la posteridad por hacer la división de todos los ciudadanos en clases gracias a las cuales hay
una diferencia en los diversos rangos y fortuna. En efecto, estableció el censo, institución de enorme utilidad
para la futura magnitud de tan grande Imperio. (…) [Censo] A partir del cual las cargas militares y civiles se
repartían, no tanto por individuo como anteriormente, sino según capacidad económica, Con base en el censo
pudo fijar las clases y las centurias. Ordenamiento este, brillante, tanto de la óptica militar como civil”.

Más allá de los anacronismos (Senado, Imperio, etc.) el fragmento es interesante en varios aspectos. En
primer lugar, porque marca el origen anómalo del reinado de Servio Tulio: la monarquía romana era electiva;
existía un consejo de ancianos que se llamaban a sí mismos “patres” y que, a la muerte de un monarca, se
hacían con el poder durante un año, girando los patres en el trono cinco días cada uno para elegir al mejor
(interrex). Esta es una institución que tiene pervivencia en la época republicana. Pero Servio Tulio llega al
poder sin una elección y, probablemente, en un período políticamente inestable, de acceso al poder de
ciertos tiranos que habrían llegado a coronarse reyes un poco por la fuerza un poco rompiendo el esquema
tradicional. En segundo lugar, interesa la referencia a la división en clases por criterio de riqueza, creando
una clase classis, capaz de participar en el ejército, y una infraclassem, integrada por todos aquellos que
quedaban por debajo de esa posibilidad. Este esquema se va modificando progresivamente en el período
republicano hasta comienzos del S.IV donde el sistema ya funciona sobre las cinco clases.

EL CONFLICTO ENTRE PATRICIOS Y PLEBEYOS

TEÓRICO “Transición a la República y conflicto de los órdenes”

Las reformas de Servio Tulio se relacionan en Tito Livio con la organización civil, son la base de los Comicios
Centuriados que se crean en el contexto de la transición a la república. Pero con esta transición hay una serie
de problemas: en las fuentes se señala por medio de un hecho puntual que es la violación de Lucrecia, que
da por resultado la expulsión de los reyes. Es una alianza aristocrática que los expulsa y nombra dos cónsules
que ejercen el poder de forma compartida durante un año. Estos cónsules inicialmente podían formar parte
del patriciado o de la plebe, pero progresivamente -con la serrata patricia- se va a ir dando la
monopolización de esta magistratura por parte de la aristocracia. O sea que el paso de Monarquía a
República se da prácticamente sin conflicto. Y lo que no queda claro, porque en las fuentes el conflicto
aparece 100% intra-aristocrático, es cómo se explica la participación del pópulus. Probablemente habría que
pensar que la expulsión de la monarquía fue producto de una alianza entre sectores patricios y no patricios.

Pero lo principal es que todas las fuentes nos transmiten el paso de Monarquía a República sin solución de
continuidad, pero en realidad lo que se ve es más de un siglo de conflictos a partir de la fecha tradicional de
inicio de la República. Ese siglo abarca desde la secesión plebeya de 494 hasta las Leyes Valerio Horacias de

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449. Este siglo gira en torno al conflicto de los órdenes, al conflicto entre patricios y plebeyos. Y a partir de
esta conexión es que se puede pensar que la República no fue fundada de un año para otro por un golpe
aristocrático, sino que fue resultado de un proceso de luchas de varias décadas. Además, Cornell apunta que
es probable que los primeros cónsules no ocuparan el poder sólo por un año, que ni siquiera se llamaran así
e incluso hay algunos historiadores que piensan que los primeros que ocuparon los lugares de los monarcas
fueron los militares, justamente por haber sido su expulsión un hecho militar. Todo esto da la idea de una
transición como proceso y no de un cambio abrupto como se sostuvo tradicionalmente.

El conflicto entre patricios y plebeyos se abre en el 494 y termina en 367. Las fuentes señalan que el 494 es
un año de una situación militar difícil para Roma, por lo que la secesión -con la negativa de la plebe a ser
enrolada en el ejército- implica un peligro grave. El causante de esta secesión es la opresión de los
magistrados sobre el pueblo y la situación económica crítica que muchos de ellos tienen, siendo
progresivamente reducidos a la esclavitud por deudas que tenían con sus acreedores. Entonces la plebe se
separa y funda una nueva comunidad con instituciones propias en el área del Monte Sacro: crean una
asamblea que se llama concilio de la plebe y un tribuno que hace las veces de caudillo, de líder de esta
comunidad. Tampoco hay que pensar, sin embargo, que todo el pueblo romano se separa de los patricios:
como resultado de esta secesión, el populus se partió y una parte de estos sectores quedaron ligados a la
aristocracia en su función de “clientes”. Las leyes Valerio Horacias de 449 son muy importantes porque
reconoce estas instituciones plebeyas.

Como se ve, no hay ninguna referencia al factor desencadenante del conflicto, que es la cuestión de las
deudas, cuestión que emergerá sistemáticamente. Pero desde el punto de vista formal, la resolución del
conflicto de los órdenes se inclina hacia el control de los poderes aristocráticos por parte de la plebe como
mecanismo de igualación político y económico, es decir, la respuesta sería más bien política. Es recién un
siglo después, con las Leyes Licinio Sextias de 367, que hay alguna referencia no a las deudas, sino por lo
menos al problema de la tierra, que es en definitiva lo que desencadena el problema de las deudas. Estas
leyes son importantes porque abren un proceso de alianzas que se va a dar entre las familias patricias y los
plebeyos ricos que están en condiciones de acceder a todos los cargos políticos. Esa nueva clase aristocrática
se llama nobilitas. La estabilización del conflicto de los órdenes habilita entonces el proceso de expansión.

DUPLÁ, A.: “La república romana arcaica (509 – 264 a.C.)”

El conflicto entre patricios y plebeyos se origina en torno al S.V, con una gran masa campesina empobrecida
que se enfrenta a grandes propietarios agrícolas y exige el acceso al ager publicus. Sólo a partir de la
segunda mitad del S.V comienza a configurarse una élite no patricia, cuyo rechazo al exclusivismo patricio le
acercará al movimiento plebeyo. El patriciado representaba el estamento aristocrático en una sociedad
arcaica, como es Roma en los S.VI y V, y su hegemonía era patente en todos los ámbitos de la comunidad.
Cuando esta hegemonía es contestada por sectores sociales excluidos, en un contexto de crisis económica,
los patricios reaccionan desarrollando un estricto código aristocrático. El esquema binario desde tiempos
remotos no es real: es más bien el propio enfrentamiento el que va conformando el perfil de ambos grupos a
lo largo del S.V, con la crisis económica como agravante. Además, los cambios experimentados en el S.VI
fueron fundamentales para el surgimiento de un amplio sector no patricio: la labor de patronazgo ejercida
por los últimos reyes-tiranos en Roma (comparada a la acción de Pisístrato en Atenas) resulta determinante.

La llamada “serrata”, el cierre exclusivista del patriciado, cristaliza en las XII Tablas y entra en crisis en las
décadas posteriores. El resultado de la serrata es cerrar el acceso a los no-patricios pudientes y con
aspiraciones y acercarlos a los sectores plebeyos, conformando así el verdadero conflicto patricio-plebeyo.

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Los plebeyos aceptan durante cierto tiempo su exclusión de los altos cargos pero finalmente la presión de las
nuevas élites plebeyas conseguirá su objetivo de acceder al poder. En este sentido, la serrata fracasa: pero
es precisamente la integración de los líderes políticos plebeyos en la nueva clase dirigente la que permitió
conservar el poder a los patricios. En última instancia, todo el proceso muestra la flexibilidad de la vieja
oligarquía patricia, que le permite seguir disfrutando de la dirección del Estado, aunque a partir de ahora
compartida.

Los orígenes del movimiento plebeyo en el S.V son indisociables de la lucha de Roma frente a las presiones
militares en el Lacio. Los combates y consiguientes acuerdos con los latinos o la creación de nuevas tribus
territoriales plantearon nuevas condiciones para el disfrute de las ventajas de la guerra por parte de la
población no patricia. El elemento militar está presente desde el primer momento en la definición de la
plebe: las secesiones están protagonizadas por ciudadanos movilizados y los tribunos de la plebe parecen
una alternativa clara a los oficiales de la legión. La conflictividad social giraba desde el primer momento en
torno al problema de las deudas y la tierra. En ese contexto se suceden, a lo largo del siglo, una serie de
sediciones y coyunturas críticas que van dando consistencia al movimiento plebeyo. A mediados del S.V
existía ya una organización propiamente plebeya, con su asamblea, sus magistrados y sus modos particulares
de hacer política. Recurriendo a la presión y a la fuerza unilateral, se impuso de facto a la clase dirigente
romana una asamblea, unos magistrados y unos mecanismos políticos propios (Mommsen: “Estado dentro
del Estado”).

Es la conquista de Veyes y la posterior redistribución de su territorio lo que marca el fin de las agitaciones
plebeyas en torno al ager publicus. La aprobación y puesta en práctica de las leyes Licinias-Sextias supone
una reforma de la estructura institucional de la República y abre la última y definitiva fase del movimiento
plebeyo. La estatalidad inestable del S.V queda definitivamente superada. En cierto modo, la nueva realidad
supone la integración del movimiento plebeyo en el entramado institucional y la pérdida de su dimensión
revolucionaria alternativa. En el año 287, en una situación de abierto enfrentamiento social debido a
dificultades económicas, la plebe protagonizó una nueva sedición. El plebeyo Hortensio fue nombrado
dictador y propuso una ley que proponía rango legal a todos los plebiscitos. Esta ley confirma el cierre legal
del enfrentamiento tradicional patricio-plebeyo, aunque la beligerancia de la plebe pobre continúa en pie.

A partir de 367 se configura en Roma una nueva clase dirigente, la nobilitas patricio-plebeya, formada por un
reducido grupo de familias plebeyas pudientes y un reducido número de familias patricias. Frente a la
antigua aristocracia de sangre, la nobilitas cristaliza la red de relaciones tejidas desde hacía décadas entre
sectores prominentes de patricios y plebeyos, que se consolida y cobra nuevo impulso a partir de las leyes
Licinias-Sextias. La nueva clase dirigente liderará la expansión romana y la transformación de Roma en una
potencia mundial. La coincidencia de intereses entre sectores patricios y plebeyos muestra un alto grado de
racionalidad política, es su visión a largo plazo lo que les permite compartir el poder y asegurar una
estabilidad sociopolítica que redunda en su propio beneficio.

DEUDAS, PATRONAZGO Y EL PROBLEMA DEL NEXUM

FINLEY, M. I.: “La esclavitud por deudas y el problema de la esclavitud”

Las deudas en la antigüedad no tenían una diferencia significativa entre las obligaciones «legales» y
«morales». Algunas surgían en la misma clase social, dentro del grupo de parentesco o en la familia. El punto
clave con respecto a la deuda es que en la ley primitiva se asimila normalmente al delito y por lo tanto al
crimen. Pero sólo en casos excepcionales, esto es, cuando la deuda era entre clases, conducía en la práctica

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a la esclavitud. Es fácil comprender por qué el pobre caía en la deuda, el problema es entender por qué el
rico habría de prestar. La respuesta convencional es que busca provecho gracias al interés que carga, pero
Finley dice que la deuda se arregla para crear un estado de esclavitud, así como entre iguales pudo haber
tenido como propósito el mantener lazos de solidaridad: la mano de obra y la solidaridad, históricamente,
fueron anteriores al beneficio en forma de interés. En Grecia y Roma arcaicas, la mano de obra de los ricos
consistía esencialmente en trabajadores dependientes (clientes, hilotas, etc.) y esclavos por deudas. Es decir,
la deuda era un recurso por parte del acreedor para obtener más mano de obra dependiente.

Se puede establecer un paralelo claro entre la crisis de Solón y el conflicto del nexum. Este último provocaba,
en palabras de Solón, la caída en esclavitud de hombres temblorosos ante sus amos en la propia ciudad. La
esclavitud por deudas fue abolida por una acción política y su reaparición impedida por el poder político
creciente de la clase emancipada, en cuanto entró a formar parte de la comunidad que se gobernaba a sí
misma. Las clases pudientes, a su vez, resolvieron su continua necesidad de mano de obra empleando, en
una escala cada vez mayor, esclavos personales provenientes del exterior.

GARCÍA MAC GAW, C.: “Patrones y clientes en la República romana y el Principado”

El patronazgo está fundado en una relación recíproca entre patronos y clientes, es el complejo de relaciones
entre aquellos que usan su influencia, posición social o algún otro atributo para asistir y proteger a otros, o
aquellos a quienes éstos últimos a su vez protegen. Los medios por los cuales esta relación se constituye y la
forma que toma difiere considerablemente de acuerdo a las sociedades en que se encuentra. Implica ≠ de
poder, tiende a formar un sistema amplio, y normalmente no se limita a una transacción única y aislada sino
que se extiende en el tiempo. Este sistema de relaciones ha funcionado en el mundo romano como un
mecanismo de control social, pero tal vez pueda afirmarse que siempre funciona de tal manera. La clave de
su funcionamiento está en la carencia de los recursos, cuya disponibilidad no aparece suficientemente
garantizada. La incapacidad de proveer tales recursos no nos habla del fracaso del funcionamiento del
sistema, sino de las condiciones de su existencia. Puede presentarse tanto en sociedades en donde priman
las relaciones de parentesco como en la Roma republicana e imperial, y esto es porque la existencia del
Estado no garantiza un acceso directo a sus recursos para la totalidad de los ciudadanos, y ni siquiera para el
conjunto de las aristocracias provinciales. En su lugar se desarrollan vínculos clientelísticos que permiten, a
través de los contactos que habilitan los patronos, niveles de acceso a la participación en los recursos
hegemonizados por el Estado y concentrados por una aristocracia o burocracia cortesana.

Por las particularidades de la sociedad romana primitiva, el clientelismo se encuentra fuertemente


relacionado con los aspectos legales, debido a que la defensa ante la prosecución estaba basada en las
capacidades privadas de los afectados. Así se explica la necesidad de inserción por parte de los grupos
sociales más desprotegidos en redes mayores de protección para garantizar ciertos derechos mínimos. Al
menos la forma tardía que asume el clientelismo refuerza la idea de una relación voluntaria, por lo que no
debería ser equiparada a una relación de servidumbre. Es importante tener en cuenta que el patronazgo
resulta un rasgo significativo de la sociedad romana, pero ello no implica necesariamente que esta
estructura haya resultado la base para la dominación política de largo término de la nobleza dirigente.

También este sistema funcionaba como mecanismo de integración regional, donde la relación se establecía
entre un patrono perteneciente a la clase ligada al poder y una ciudad o comunidad cliente. La relación viene
a instalarse a falta de mecanismos institucionalizados de integración regional que permitan una participación
o representación en la estructura de poder central. Este sistema, que en cierto grado opera como un

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reemplazo de los mecanismos institucionalizados, puede tanto reforzar los vínculos políticos de integración
como volverse potencialmente disruptivo en situaciones de conflicto político interno.

Tanto en el período republicano como en el principado las relaciones clientelísticas funcionaron como
mecanismos privados que ayudaron a reforzar los canales institucionales en los sectores en donde la
maquinaria estatal era defectuosa o estaba directamente ausente. Esto permite entender la ausencia de una
burocracia amplia en estos dos períodos, cuyas funciones recaían en las relaciones personales que se
establecían entre los diferentes niveles de los funcionarios y los súbditos romanos.

2. Expansión imperial y crisis de la República (509 - 31 a.C.)

509: Expulsión de los reyes e inicio de la República. Conflicto entre patricios (poseedores del linaje) y plebeyos. 494: Secesión
plebeya, se niegan a prestar servicio militar, lo que suponía un gran riesgo para la civita. “Estado dentro de otro Estado”.
450: Ley de las XII Tablas, primer código de leyes establecido por escrito. 449: Leyes Valerias-Horacias: Otorgan a los tribunos de la
plebe el derecho a la intercessio y los plebiscitos adquieren carácter de ley. 445: Plebiscito Canuleyo: anulación de la prohibición de
casamiento entre patricios y plebeyos sancionado en las XII Tablas. 367: Leyes Licinias-Sextias: Refinancian las deudas, limitan el
usufructo del ager publicus estableciendo un máximo de posesión por individuo y sanciona el acceso de los plebeyos a las
magistraturas superiores (consulado, pretoría, cuestoría, etc.). 300: Ley Ogulnia: Admisión de los plebeyos en los colegios
sacerdotales. 287: Ley Hortensia: Confiere rango legal a los plebiscitos.
146: Se da el cierre del proceso de expansión con la 3ª Guerra Púnica. Consecuencias expansión  reformas gracianas. 133: 1ª
Reforma Graciana. Tiberio Graco. 123: 2ª Reforma Graciana. Cayo Graco. 107: Guerra Civil, Cayo Mario. Transformación en el sistema
militar romano. 90 – 88: Guerra Social (o “de los Aliados”) pone en el centro de la escena la cuestión de la ciudadanía y como telón
de fondo el conflicto entre las ≠ facciones de la aristocracia romana. Se reconoce la ciudadanía a todos los itálicos: Roma pasa a tener
las dimensiones y complejidades de un Estado-Nación, pero con la organización política de 500 años atrás. Conflicto entre optimates
y populares sobre con qué carácter incorporar a los nuevos ciudadanos. + Ejércitos “privados”,  nueva Guerra Civil.
88 – 74: 1ª Fase de la Guerra Civil: Mario vs. Sila. 74 – 72: 2ª Fase de la Guerra Civil: Pompeyo vs. Craso vs. Cesar. Triunvirato. 58 –
51: Campaña de César en las Galias: cruza el Rubicón, entra en zona itálica y toma Roma. Guerra Civil. 45: Fin de la Guerra Civil,
poder de Roma en manos de César. 44: César muere apuñalado por un grupo de Senadores. Guerra Civil: Octavio - Marco Aurelio.
Triunvirato (con Lépido). 38 – 31: Termina el mandato de 5 años del Triunvirato. Guerra Civil Octavio - Marco Aurelio, gana Octavio.

Saldado el conflicto entre patricios y plebeyos y conformada una nueva élite dirigente, la nobilitas, se abre el
proceso de expansión de Roma. A través de este proceso Roma pasa de ser una civita en el S.VI a ser una
potencia del Mediterráneo en sólo 200 años. Roma forma parte del Lacio, una confederación latina con un
cosmos, una lengua y una cultura común. Pero por su superioridad, la relación con el resto de las civitas del
Lacio estaba siempre en tensión. En torno al S.IV ≠ movimientos de pueblos se traducen en conflictos
militares frecuentes. Las regiones montañosas presionan sobre las ciudades ya asentadas y los romanos y los
latinos se alían y fundan colonias para defenderse. Es de destacar el año 396 en el que Roma gana la 3ª
Guerra contra Veyes, duplicando su superficie. Invasión de los Galos mediante, en la 1º Guerra Samnita los
latinos se alían en contra de Roma. De todas formas Roma resulta vencedora y con esto se produce el declive
de la federación a favor del crecimiento de la hegemonía romana. Las 1º Guerra Púnica enfrenta a Roma y
Cartago (junto con Macedonia, la otra gran potencia militar del Mediterráneo) y la victoria romana supone
un punto de inflexión, por ser la primera ocupación de tierras por fuera de la península itálica y requerir la
construcción de una flota que sería impulso para nuevas conquistas. Las 3 Guerras Macedónicas oponen a
Roma y Macedonia. Roma resulta vencedora en todos estos enfrentamientos y con la 3º Guerra Púnica en el
146 a.C. se cierra el proceso de expansión, quedando África bajo control romano.

Las consecuencias de esta gran expansión son el aumento de los tributos, las tierras y los esclavos, lo que
trae aparejados conflictos por la apropiación de los recursos producto de la política del imperium. Es a estos

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conflictos a los que intentan dar respuesta las reformas gracianas. El conflicto de intereses que traen
aparejadas desemboca, a su vez, en la guerra civil entre optimates -conservadores- y populares -reformistas-
que pondrá fin a la República. Muertos Tiberio y Cayo Graco y en plena guerra civil, surge como producto de
las guerras en África la figura de Cayo Mario, que impulsa de forma violenta la política de los Graco.
Proyectado gracias a sus victorias militares al Consulado, va construyendo una red de alianzas clientelares, lo
que lleva al Senado a no autorizarle el reclutamiento de tropas para la campaña militar. Mario impulsa una
leva sin el apoyo senatorial, abriendo una transformación en el sistema militar romano: ahora los ejércitos
son cada vez más de un funcionario particular, y menos de la República. Se convierte de esta forma en el
primer gran jefe militar al estilo de Sila, Pompeyo y César. La guerra civil puede dividirse en dos fases:

1ª) Mario vs. Sila. Gana Sila y organiza, con apoyo del Senado, una reforma conservadora que vacía
de poder al tribunado de la plebe. Sila es elegido por el Senado como dictador vitalicio (categoría
que no existía!) pero a los dos años, enfermo, renuncia. Al año siguiente, muere.

2ª) Pompeyo, militar del ejército de Sila, derrota a las fuerzas de Sertorio en Hispania: la Guerra Civil
se había cerrado en Italia, pero continuaba abierta en otras regiones. Pompeyo y Craso “heredan” la
conducción de la facción optimate. César (sobrino de Mario), la de los populares. Se alían los tres y
forman el Primer Triunvirato con Pompeyo en Italia, Craso en Asia y César en las Galias.

El éxito de la campaña de César en las Galias hace que ↑ botín, ↑ ejército y ↑ seguidores, produciendo un
desequilibrio de poder con Pompeyo y Craso. César, poderoso, cruza el Rubicón, entra en zona itálica y toma
Roma. La Guerra Civil se va a ir cerrando en la medida en que los ejércitos cesarianos derrotan a los de
Pompeyo y sus aliados. En el año 45 a.C. termina la Guerra Civil y el poder de Roma queda en manos de
César, que es nombrado dictador vitalicio. Sin embargo, sólo un año después muere apuñalado por un grupo
de Senadores. Su heredero político era Marco Aurelio pero en su testamento César lega todo a Octavio, su
sobrino nieto. Se da una guerra civil entre ambos que gana Octavio pero negocia con Marco Aurelio y ambos
reconquistan Roma. Organizan un Segundo Triunvirato: Octavio en Italia, Galia e Hispania, Marco Aurelio en
Asia, Lépido en África. Cuando termina el mandato de 5 años del Triunvirato (y habiendo absorbido Octavio
los dominios de Lépido) se reanuda el conflicto entre éste y Marco Aurelio hasta que se acuerda otro
mandato compartido por cinco años más. Pero Octavio lee públicamente el testamento de Marco Aurelio en
donde aparece su deseo de convertirse en monarca casándose con Cleopatra y entronando a Cesarión (hijo
de ella y César). Usa esto políticamente y organiza una campaña contra Marco Aurelio, ubicándose Octavio
como defensor de la República. Se abre nuevamente el conflicto, que gana Octavio, suicidándose Marco
Aurelio y Cleopatra.

LA “CRISIS” DEL S.II Y LAS REFORMAS GRACIANAS

CRAWFORD, M.: “La República romana”

El núcleo de la ley agraria propuesta por Tiberio Graco era el restablecimiento de una prohibición antigua
que establecía en 500 iugera el máximo de tierra pública que podía poseer una persona. El destino de una
propuesta similar anterior indujo a Tiberio a presentar su propuesta directamente ante el concilium plebis,
sin consulta previa al senado: estaba en su derecho a hacerlo, pero no era ésa la costumbre; y ante tal
determinación, el único camino abierto para la oposición era persuadir a otro tribuno para que vetara la
propuesta. Uno de los diez fue persuadido para hacerlo. Tiberio Graco entonces lo hizo destituir por el voto
del concilium plebis; la medida no conocía precedentes, pero tampoco podía definirse como ilegal. La ley fue
promulgada y se constituyó una comisión de tres hombres para llevar adelante el relevamiento. Sin

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embargo, el desarrollo de esta propuesta puso al descubierto las consecuencias de la dispersión de los
ciudadanos romanos por la península itálica: la ciudadanía, teóricamente total, se había apartado de la
posibilidad de facto de votar debido al alejamiento progresivo de las colonias. El resultado fue que la
representatividad de la asamblea disminuyó.

Así, durante el S.II se hicieron cada vez más evidentes dos áreas de gobierno que necesitaban de una
atención urgente: la relación de Italia con Roma y la organización del mando romano en el oriente griego.
Las medidas de Cayo Graco son la continuación de las de su hermano Tiberio pero intentan abordar también
el problema creciente de la ciudadanía de los itálicos. Y es que en las colonias, romanos e itálicos eran
indistinguibles en términos prácticos, por lo que la perpetuación de las distinciones jurídicas provocó el
estallido del conflicto. Producto de las airadas oposiciones que generaron sus medidas, ambos hermanos -
primero Tiberio, luego Cayo- murieron linchados en la asamblea por la oposición senatorial abriendo el
período de guerra civil que acabaría en la disolución del orden republicano.

Las reformas gracianas deben analizarse en relación al conflicto más general entre optimates y populares:
Tiberio y Cayo eran miembros de la más alta aristocracia, pero sin embargo impulsaban una reforma agraria
que apuntaba a redistribuir la tierra. La explicación de esto encuentra dos vertientes: una primera expresa
que las medidas son impulsadas por puro altruismo, por el “bien común”, mientras que la segunda relaciona
las reformas gracianas con la conformación del ejército romano y la “crisis” del S.II: la situación de posguerra
venía marcada por la generalización de la tierra arrasada, por lo que estos dominios pasaban a ser parte del
ager publicus, tierras estatales administradas por el senado (apropiación por parte de la élite dominante).
Así, se había ido generando un proceso de concentración de las tierras en el que los perjudicados eran los
pequeños y medianos campesinos, que se veían cada vez más privados del acceso a las mismas. Como
consecuencia de ello se fueron empobreciendo progresivamente, lo que no permitía llegar al rango del
censo hoplita y dificultaba las levas para el ejército.

TEÓRICOS + FUENTES

Una generación después del cierre del conflicto de los órdenes en 367 con las Leyes Licinias Sextias, en 338
con el cierre de la Segunda Guerra Púnica se dan grandes transformaciones que en general se presentan
como la “crisis del S.II”; pero no es una crisis por decrecimiento sino todo lo contrario, es una crisis
consecuencia del proceso de expansión. De acuerdo a la interpretación tradicional, esta crisis estaría ligada a
la transformación de la sociedad romana en una sociedad plenamente esclavista. Pero lo que nosotros
tendemos a ver son cuatro aspectos centrales como consecuencia del proceso de expansión militar:

1) La cuestión de las tierras: Los romanos unificaron la península itálica como si fuera el territorio de
una ciudad-estado, con la estructura política de una civitas, teniendo las dimensiones de un estado
nación. Esto trajo aparejado problemas con la ciudadanía (una distancia progresiva entre la
ciudadanía de iure y la ciudadanía de facto). A partir de la Segunda Guerra Púnica, desarrollada en
territorio italiano, la situación generalizada fue de tierra arrasada que hizo que el estado romano
planteara una suerte de tabla rasa con respecto a la distribución de la tierra, reconociendo los
derechos de propiedad a todos aquellos que pudieran presentar su título, cosa que la mayoría de los
ocupantes no pudo hacer, trayendo como consecuencia el traslado de las tierras hacia el ager
publicus, controlado por el Senado.
2) La cuestión de los tributos: El proceso de expansión supuso además una transformación muy
importante en el plano económico no sólo por la incorporación de tierras en el exterior sino también
por la progresiva introducción de tributos monetarios. A esto se suma la apropiación directa de los

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particulares, el botín in situ, que incluye, en general, a los hombres que son incorporados en ese
saqueo y esclavizados.
3) La cuestión de los hombres: En relación con lo anterior, el proceso de expansión supone un flujo de
hombres como esclavos enorme.

Todos estos recursos implicaron un enriquecimiento enorme de los grupos que estaban ligados al control del
poder político y militar en Roma. Entre el S.III y II, entonces, la consecuencia del proceso de expansión militar
es una polarización social creciente.

4) La cuestión ideológica: Con la ocupación de territorios y con el flujo de hombres que se dio a partir
de la reducción a la esclavitud se produjo una importante circulación de nuevas ideas. Especialmente
la esclavización de los griegos, muchos de los cuales sirvieron como pedagogos, supuso una
importante influencia para la formación de las élites romanas.

Y entre estas élites romanas se encuentran los hermanos Graco, como una fracción de la aristocracia que
propone una determinada política para salir de esta crisis originada por el proceso de expansión. Y es que
este proceso hace a la polarización, la organización en status y el reforzamiento de lo que serían las clases
sociales ya propiamente dichas en función de las diferentes capacidades económicas. La transformación
fundamental en la sociedad romana es su paso de una sociedad con poca diferenciación social, campesina,
equivalente a las comunidades del mundo griego clásico (ya no para el período helenístico), que se
desarticula en función de esta polarización, con un nivel de enriquecimiento muy importante en la clase
aristocrática que supone una gran diferencia respecto de los sectores más bajos que permanecen en iguales
condiciones o que mejoran en un grado pequeño sus capacidades económicas.

Plutarco dice en La Vida de Tiberio que Tiberio cuando vuelve de la guerra de España por la Galia narbonense
y pasa el norte de Italia hasta llegar a Roma, ve los campos devastados: “donde antes había campesinos
itálicos, ahora hay esclavos trabajando y el campo está despoblado”. En la visión historiográfica tradicional el
impulso de Tiberio a las reformas viene explicado por este altruismo reflejado en Plutarco. Pero la tesis de
un historiador alemán propuso la idea de que en realidad la política de Tiberio habría sido organizar una
clase de pequeños productores campesinos, de hoplitas movilizables, ante una crisis que, al empobrecer al
campesinado, dificultaba las levas para el ejército. Entonces su objetivo habría sido reconstruir el tejido
social de los hoplitas mediante la redistribución del ager publicus para poder hacer frente a la crisis militar
que estaba atravesando la República. A partir de la oposición que generan sus medidas que desembocan el
linchamiento de Tiberio, la aristocracia romana profundiza su fractura, dividiéndose en optimates y
populares y protagonizando un conflicto que alcanzó las dimensiones de una Guerra Civil que acabó por
derrumbar la República.

ROMA ¿SOCIEDAD ESCLAVISTA?

FINLEY, M. I.: “Esclavitud antigua e ideología moderna”

El modo de producción esclavista fue el invento decisivo del mundo grecorromano. El «trabajo para otros»
implica no sólo que «otros» se hacen con parte de los resultados, sino también que éstos suelen regir, de
manera directa, el trabajo que se hace y la forma de hacerlo. El trabajo obligatorio adopta ≠ formas:
esclavitud por deudas, clientela, peonaje, ilotaje, servidumbre, esclavitud mueble, etc. Pero sea cual fuere la
forma, la obligación es radicalmente distinta de la que hay tras el trabajo contratado: sólo con el desarrollo
del capitalismo apareció el trabajo asalariado como la forma característica de trabajo para otros. La fuerza

59
de trabajo se convirtió así en una de las principales mercancías del mercado. En la esclavitud, por el
contrario, la mercancía era el trabajador mismo. Para algunos autores, todas las formas de trabajo
involuntario podrían clasificarse bajo la categoría de «esclavo»; sin embargo, la obligación extraeconómica y
la no propiedad de los medios de producción son sólo un aspecto de estas sociedades. Define tres elementos
necesarios para el surgimiento de una sociedad esclavista:

1) Propiedad privada de la tierra con concentración suficiente en pocas manos para necesitar
trabajadores extrafamiliares que mantengan en un nivel constante la fuerza de trabajo.
2) Fomento suficiente de la producción mercantil y los mercados.
3) Falta de mano de obra interna, que obliga a los patronos a dirigirse al exterior13.

Estas tres condiciones hacen de Roma una sociedad esclavista sólo regionalmente y entre los S.II a.C. y II d.C.

BRADLEY, K.: “Esclavitud y sociedad en Roma”

Existen tres métodos para definir una sociedad esclavista:

a. El método del análisis demográfico, con el que una sociedad es esclavista cuando los esclavos
ejercen un importante papel en la producción y representan una alta proporción de la población
(20%) [Hopkins].
b. El método cualitativo, para el que los puntos clave son la tenencia masiva de esclavos por los
romanos de clase alta y la obtención de grandes ingresos a su costa [Finley].
c. El método que señala a la esclavitud sólo como una de las variantes que puede adoptar el trabajo
dependiente. Pueden existir vínculos de esclavitud o servidumbre, aunque ambas categorías se
engloban en el término «mano de obra no libre». Puesto que los romanos de familias adineradas
obtenían la mayor parte de sus ingresos explotando el trabajo de sus semejantes, es posible definir
su mundo como una sociedad esclavista [Ste. Croix].

Según estos métodos, de carácter económico todos ellos, puede definirse a la Italia romana como una
sociedad esclavista entre los siglos I a.C. y I d.C.

Ahora bien, lo que plantean estas concepciones se debe abordar desde el punto de vista económico, ya que
los conceptos predominantes son la producción, el beneficio y el superávit. Sin embargo, estos enfoques
dejan de lado el amplio significado cultural que tuvo la esclavitud en la sociedad romana. En una sociedad
esclavista son las instituciones las que definen la importancia estructural de la esclavitud. La visibilidad
cultural e institucional de la esclavitud en Roma demuestra que para los propietarios la posesión de esclavos
era una fuente indudable de beneficio personal: las ventajas sociales y económicas de los propietarios se
derivaban de su capacidad casi ilimitada de controlar y coaccionar a sus propiedades humanas.

Así, en un entorno en el que la libertad cívica no estaba al alcance de todos, el hecho de poseer esclavos
servía para validar y reforzar el estatus de los hombres libres. Desde un punto de vista cultural, por lo tanto,
la esclavitud no fue nunca un rasgo fortuito de la organización social romana. No obstante, resulta difícil
encontrar cualquier región o período romano en el que la posesión de esclavos no funcionara como un
medio para manifestar el poder y el dominio. Si consideramos que la posesión de esclavos sirvió siempre

13Es por estas tres razones que para Finley no puede caracterizarse a la Atenas pre soloniana como una sociedad esclavista: incluso
con la esclavitud por deudas muy extendida, el carácter de “sociedad esclavista” sólo se alcanza cuando las reformas de Solón
prohíben la esclavitud por deudas, con lo que terminan con la disponibilidad de mano de obra interna.

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para expresar la potestas en una sociedad altamente receptiva a la gradación de estatus, categoría y
autoridad, entonces Roma fue siempre una sociedad esclavista.

GARCÍA MAC GAW, C.: “La ciudad-estado y las relaciones de producción esclavistas en el Imperio Romano”

Argumenta la necesidad de abandonar el concepto de modo de producción esclavista para la historia de


Roma, tanto para la República como para el Imperio. La intención es articular los factores económicos que
según otros autores definen a la sociedad romana como esclavista con factores de índole jurídica y política,
ya que son éstos también dominantes en las sociedades mediterráneas. Se inclina por la caracterización de
la sociedad romana como una sociedad del modo de producción antiguo. Según los defensores de la tesis
esclavista, la lógica de la organización de las sociedades precapitalistas subyace en la forma material en que
se organiza el proceso de trabajo y la manera en que se establece la apropiación y distribución de los
recursos resultantes de dicho proceso. Sin embargo, las formas en que se organizan la apropiación y la
distribución de los recursos excedentes es de carácter extraeconómico y esto es contradictorio con la
afirmación anterior. Porque la naturaleza propia de los modos de producción precapitalistas es una simbiosis
de aspectos económicos y extraeconómicos. Así, el aspecto dominante que caracterizará a la clase
terrateniente romana es su función política y no la forma directa en que ella extrae los excedentes sobre los
grupos dependientes. La idea de un modo de producción tributario es funcional a esta argumentación, pero
presenta el inconveniente de la simplificación en exceso. Es por esto que se deben tomar los elementos
extraeconómicos para poder diferenciar los diferentes modos de producción precapitalistas entre sí.

Otro argumento contra la tesis del modo de producción esclavista para Roma es que el esclavismo como
modo de producción se caracterizaría por la apropiación del excedente producido por la fuerza de trabajo
esclava a partir de la organización de un sistema racional de explotación ligado al sistema de la villa y el
latifundium esclavista que Finley periodiza entre los S.II a.C. y II d.C. Así, la crisis de este sistema de
explotación habría dado por resultado la crisis del S.III y con ello el comienzo de la transición al orden feudal.
Esta relación directa entre el sistema esclavista y la villa está en la base de la construcción del concepto de
modo de producción esclavista. Sin embargo, un análisis más detenido de la villa indica que no fue la única
forma de explotación del trabajo esclavo y que es sólo una forma, entre otras. Además, la palabra villa era
utilizada por los autores antiguos para agrupar una gama amplia de estructuras rurales diferentes. Un último
factor, pero no menos importante, es que lo que distingue al sistema de explotación de la villa desde el
punto de vista de la racionalidad económica no es tanto la forma en que se explota a la fuerza de trabajo
esclava sino su capacidad de aprovechar el subempleo de la fuerza de trabajo libre disponible en los
alrededores: es esta fuerza de trabajo libre la que hace de la villa una organización del trabajo
económicamente viable, ya que resolvía los picos de demanda estacionales de fuerza de trabajo que el
esclavismo no podía cumplir. Las reiteradas referencias a los coloni indican que resultaba habitual la
utilización del pequeño arrendatario libre para poner las tierras en explotación y que éste era un sistema
ampliamente difundido.

El esclavismo refuerza la situación de la clase aristocrática terrateniente romana, pero no transforma las
condiciones generales de la organización del conjunto social. El excedente apropiado supone una
multiplicidad de sistemas, entre los cuales ninguno alcanza para caracterizar al conjunto. La clase dominante
romana no se define sólo por su condición de propietaria, sino también de clase política. El sistema de villa
en realidad refuerza el lugar social, esencialmente político, de la clase dominante. Finley dice que los
esclavos constituían el principal volumen de los ingresos inmediatos de la propiedad, esto es, los ingresos
“distintos” de los que procedían de las fuentes políticas. Pero el propio autor considera al imperio como una

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unidad política antes que económica, por lo que ¿por qué se debe reconocer a la sociedad romana como
esclavista si el volumen mayor de los excedentes acumulados por los romanos provenía, probablemente
hasta el S.I d.C. de los tributos de la guerra, redistribuidos a las clases dirigentes que controlaban los resortes
del poder?

LA CONSTITUCIÓN ROMANA EN LAS HISTORIAS DE POLIBIO

TEÓRICOS + FUENTES

Polibio describe el sistema político romano como la articulación de tres subsistemas, que es lo que él llama
“constitución mixta”: un sistema monárquico, un sistema aristocrático, fundado en el poder del senado, y un
sistema popular o democrático. Ve el poder monárquico manifestado en el poder militar y el que tienen los
cónsules y pretores fuera del territorio de la ciudad de Roma, por la imposibilidad de controlar las acciones
de estos jefes militares, salvo a posteriori cuando termina el desempeño de sus magistraturas. La
constitución mixta ponía además en el senado un centro del poder que era la administración del tesoro de
Roma y el poder de lo que los romanos llamaban autoritas, en el que una opinión estaba por encima de la
del resto. Esa capacidad del consejo influía enormemente sobre las acciones de los cónsules. La tercera parte
del poder de esta constitución mixta era el populus: el pueblo tenía la facultad de votar las leyes y de elegir a
los magistrados, los cónsules para llegar al poder tenían que ser elegidos en los comicios; esto quiere decir
que, al margen de todas las formas de control social, había mecanismos de acción política que iban más allá
de la capacidad del control de la aristocracia sobre las masas.

La discusión gira alrededor de hasta qué punto puede ser considerada la República romana una democracia.
La posición de la historiografía tradicional es afirmativa, justamente por esa capacidad del populus de influir
sobre el poder aristocrático. Pero hay un elemento que es necesario tener en cuenta, y es que esta
democracia era una democracia calificada: sólo podían participar de la vida política los ciudadanos, y dentro
de este grupo en diferentes grados. El problema es que todo el grupo de no-ciudadanos que fueron
incorporados al Imperio por el proceso de expansión no tienen ninguna participación política porque no son
ciudadanos, entonces la civitas debió haberse dado algún mecanismo para canalizar a estos grupos y hacer
escuchar su voz, porque probablemente no sean importantes los grupos de menos capacidad económica,
pero entre estos no-ciudadanos incorporados al Imperio había una cuota importante de grupos
aristocráticos. Este mecanismo para García Mac Gaw es el del patronazgo y las redes clientelares.

3. El Principado: emperador, aristocracia y burocracia. Autoritarismo y crisis militares (31 a.C. - 235 d.C.)

27 – 14: Gobierno de Octavio.


14 – 69: Dinastía de los Julio-Claudios (Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón).
69 – 96: Dinastía de los Flavios (Vespaciano, Tito, Domiciano).
96 – 192: Dinastía de los Antoninos (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pio, Lucio Vero, Marco Aurelio, Cómodo).
192 – 235: Dinastía de los Severos (Séptimo Severo, Caracalla, Geta, [Macrino], Heliogábalo, Alejandro Severo).
212: Emperador Carcalla (dinastía antonina) emite un edicto: la Constitutio Antoniniana.

Durante el gobierno de Octavio se estabiliza la situación política y el Senado reconoce el título de Augusto
para Octavio, con lo que se da inicio al Principado. Emperador = 1º patrono de la red clientelar, lo que
disminuye el conflicto aristocrático y mantiene la estabilidad política durante el Principado. Con los reinados
de Marco Aurelio y Cómodo (dinastía de los Antoninos) entre 161 y 192 se quiebra el equilibrio que había
garantizado la paz romana: crisis política (Emperador vs. Senado), económica (precio de la guerra vs.

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recursos del Estado), religiosa y moral. La crisis se ve agudizada con los movimientos de los pueblos
bárbaros, cuadro que abre paso a las reformas severianas. Las reformas severianas, sin embargo, no son
suficientes para reestabilizar al Imperio, cosa que recién se logra, a costa de una gran transformación, con
Diocleciano. En paralelo a las reformas se da en el Imperio un proceso de burocratización creciente: los
dinastas severianos provienen del ámbito militar, son jefes militares. La burocratización va de la mano de un
proceso de militarización como vía de ascenso social: estos nuevos grupos van a competir e ir desplazando a
la clase senatorial. El fin de la dinastía, con la caída de Alejandro, se produce en el marco de una Guerra Civil
que se profundiza sin resolverse el problema sucesorio. Así se abre la crisis del S.III. La monarquía se
transforma en una monarquía militar.

Las reformas de Diocleciano post crisis del S.III tomarán como base las medidas llevadas adelante por el
emperador Carcalla, que emite un edicto: la Constitutio Antoniniana, que hace extensivo el derecho de
ciudadanía romana al conjunto de los hombres libres del Imperio. Ya no hay ciudadanos y no-ciudadanos,
sino libres y no-libres. Pasan a ser, así, todos súbditos, las leyes son iguales para todos y es el status el que
marca la diferencia para la condena. Mientras en la República se mantenían los derechos locales (p.e. un
conflicto entre los judíos se resolvía mediante el derecho judío), ahora sólo hay un derecho, el imperial. Se
da de esta forma un proceso de homogeneización (tanto por arriba como por abajo) y van desapareciendo
las diferencias entre conquistadores y conquistados. Ahora todos los romanos forman un mismo cuerpo y el
“otro” pasa a ser externo: los bárbaros. Con la ciudadanía universal se pierde la inmunidad impositiva de la
que gozaban los itálicos. Así, la crisis del S.III es un período que evidencia problemas de todo tipo. El más
visible es la sucesión de muchos emperadores en poco tiempo y que casi todos mueren asesinados. A esto se
agrega una crisis económica. La salida implica una serie de medidas por parte de Diocleciano que terminan
transformando el Imperio: económicas (impulsa una reforma tributaria en la que todos los ciudadanos
quedan sujetos al pago de tributo); políticas (experimento -fallido- de la Tetrarquía); religiosas (intento de
unificación religiosa del Imperio, última gran persecución a los cristianos).

TRANSICIÓN DE LA REPÚBLICA AL PRINCIPADO

TEÓRICOS + FUENTES

El conflicto militar protagonizado por Octavio y Marco Antonio se cierra en el año 31 con la Batalla de Accio,
con lo que se termina unificando el poder bajo la figura de Augusto. Aquí se inicia un nuevo período de las
instituciones republicanas que es el Imperio. Sin embargo, en la práctica, los miembros de la sociedad
romana no necesariamente tienen que haberlo visto como un quiebre tan importante como el que nosotros
caracterizamos actualmente, y esto por dos cuestiones:

a) En primer lugar, “Augusto” es un título que le fue otorgado a Octavio como aquél que tenía la
autoridad de opinión por encima de todos los senadores y la sociedad romana; también el título de
príncipe apunta a lo mismo, el príncipe es el primero entre todos los senadores y hasta este
momento, príncipes habían sido los senadores más antiguos que abrían y cerraban las discusiones
en el senado.
b) En segundo lugar, en el conflicto con Marco Antonio Augusto se plantea como el Restaurador del
orden republicano, planteando a la facción antoniniana como una facción monárquica al estilo de las
monarquías helenísticas, reforzando esta idea mediante la propaganda política. Pero además
Augusto a partir de diferentes elementos, trató de reforzar esta idea de restauración en sus propias
prácticas: no abolió ninguna magistratura, por ejemplo, sino que lo que hizo fue desvirtuar el alcance
y el funcionamiento de las mismas, algo que en cierta medida ya había hecho César. El consulado

63
seguía existiendo y los cónsules se seguían eligiendo anualmente por medio de la votación en la
asamblea, que también seguía funcionando.

En la práctica esto se fue abandonando progresivamente (las reuniones de los comicios para votar a los
cónsules se fueron espaciando, los cónsules fueron elegidos de común acuerdo entre el emperador y el
senado primero y sólo por el emperador después, las decisiones imperiales pasaron a ser equivalentes de las
leyes, etc.), pero por momentos coexistieron los dos elementos. Todo esto permite ver por qué, en realidad,
el salto de la República al Principado no fue vivido como algo traumático sino más bien “bienvenido” por
numerosos miembros de la sociedad romana, en tanto significó el fin de las situaciones de conflicto que
venían de larga data, de hace más de un siglo entre los miembros de la aristocracia, entre las diferentes
facciones en guerra, de manera casi ininterrumpida. Entonces el acceso al poder por parte de Augusto
significó una pacificación y una solución a la situación de conflicto de manera estable.

Estos son mecanismos institucionales para la construcción de la figura del emperador. Así como éstos,
también cabe destacar mecanismos de otros tipos:

1. Ideológicos: Giran en torno a la construcción de la imagen del emperador, fuertemente apoyada en los
diseños que elabora Augusto. Lo primero a señalar es la construcción del imperio como un Imperio
Itálico, ya no sólo romano. Para esto, Augusto se apoya en un cuerpo de intelectuales que lo
acompañan. Tito Livio junto con Dionisio de Halicarnaso son los dos grandes historiadores de la época
que configuran la imagen histórica de la tradición romana. A quien cabe destacar es a Virgilio, un poeta
que tiene dos composiciones fundamentales: la Geórgica y la Eneida, que se puede leer como una
operación ideológica consciente para reafirmar el dominio de los romanos sobre un pueblo que se
presentaba como culturalmente superior, los griegos. Con la Eneida y la conquista hay una especie de
revancha histórica por la manera en que los griegos habrían tratado impiadosamente a los troyanos. En
el plano simbólico del poder se construyó la imagen del emperador que nosotros tenemos actualmente,
con una capa púrpura y una corona de laureles, expresión romana del triunfo que antes estaba
reservada en ocasiones especiales para los cónsules y ahora es usada por el emperador cada vez que
aparece en público. Por último, vale mencionar el desarrollo de rituales ligados a procesos progresivos
de divinización del emperador (+ apoteosis después de su muerte). El culto al emperador se transforma
en culto de alcance imperial.
2. Sociales: El elemento fundamental es el progresivo ascendiente que tienen las aristocracias provinciales
en el poder imperial. Con la gran purga que hace Augusto en el senado post Guerra Civil, conforma una
alianza con las clases municipales que pasan a formar parte del senado. Este aparente “proceso de
italianización” en realidad es un proceso de romanización, de integración de estos sectores provinciales,
especialmente a nivel de la aristocracia.
3. De la estructura administrativa: Lo primero que cabe señalar es que con el principado se da una
modificación en el control de las provincias, que pasa a ser compartido por el senado con el emperador.
En un principio, a pesar de que el senado está en cierta forma organizado por Augusto, podríamos decir
que el Principado es una especie de cogobierno entre la clase senatorial y el emperador14. Hacia el Bajo
Imperio hay un proceso de concentración de poder en la figura del emperador licuando el del senado,
pero durante el Alto Imperio se puede hablar de una articulación del poder entre la corte central en

14 Aunque algunos emperadores se separan más del senado y estos son los que, en general, nos llegan de forma más deslucida, como
el caso de Nerón. Y no es una casualidad, ya que normalmente la clase letrada que escribía la historia estaba ligada con la clase
senatorial.

64
Roma, la clase senatorial y ecuestre obviamente ligada a la corte y, en un tercer círculo, las aristocracias
provinciales, en la medida que ejercen el gobierno en escala micro.

El gobierno del Imperio pasó de un despotismo a un proceso de integración progresivo, proceso inseparable
de la romanización. Tanto es así que hacia el S.II d.C. se puede hablar de una aristocracia mediterránea,
donde un miembro de una curia de Hispania era más cercano culturalmente a uno del Líbano que a un
campesino que viviera a 100 km de la ciudad donde él residía. Esta homogeneización a escala imperial
especialmente entre los grupos superiores va de la mano del desarrollo de prácticas clientelares, donde
como primer patrono aparece la figura del emperador. Eso supuso un proceso de pacificación debido a la
centralización en una figura capaz de permitir o no el acceso de los demás a los diferentes recursos; en la
medida que esto no existió en la República, hubo numerosos conflictos por ocupar el cargo. Desde el punto
de vista económico, el Principado supone un proceso de centralización de la renta tributaria en la figura del
emperador, administrada en las diferentes instancias de poder por los magistrados.

Todas estas son instancias que se van institucionalizando desde la época de Augusto hasta el Bajo Imperio.
Lo que se ve como paralelo a este proceso es una burocratización creciente, una rutinización de ciertas
prácticas, de institucionalización de ciertos cargos y formas por parte de los funcionarios del estado. La clase
ecuestre y la senatorial terminan siendo la instancia de participación en la estructura del estado como si
fueran una nobleza de toga. En la época de los Severos se va a aplicar un cambio importante, y el proceso de
burocratización va a crecer exponencialmente y extender su influencia desde la propia estructura del
aparato estatal hacia abajo.

PAX ROMANA: DE MEDIADOS DEL S.II AC A LOS ANTONINOS (S.II DC)

TEÓRICOS + FUENTES

El período que va de la mitad del S.II de la República al final del S.II o la finalización del gobierno de los
antoninos supone el período de mayor estabilidad y de crecimiento económico, de paz social que el Imperio
atravesó. Esto aparece reflejado tanto por la moderna historiografía como por aquellos que vivieron en esas
épocas: cuando uno lee las fuente del S.I, S.II hay una referencia a Roma como el centro del mundo, el
espacio en donde, en paz, se organiza un sistema que garantiza la libertad y la riqueza. Esta imagen es
justamente la de la pax romana que construyen los mismos romanos. Tradicionalmente, la historiografía
aceptó esa visión; pero modernamente la arqueología ha permitido poner en revisión esa imagen y
compararla con algunos datos para ver hasta qué punto ese período efectivamente podría haber sufrido un
proceso de crecimiento económico.

A través del análisis de distintos gráficos: sobre los naufragios, indicadores de una mayor actividad
comercial, el grado de polución de plomo, que indica el aumento de la fabricación de herramientas,
construcciones y acuñación de moneda, los restos de madera en Germania, que nos hablan de un aumento
en la producción incluso en una provincia recién incorporada, los huesos de animales, indicio de un aumento
en la cantidad de animales incorporados en la dieta que lleva a una mejora en la alimentación y uno sobre el
largo del fémur de grupos humanos, que muestra un aumento en la estatura producto de un mejoramiento
económico, el paneo general es de una economía que experimenta un crecimiento notable en el período.
Pero estos gráficos tomados individualmente no dicen nada sobre si este crecimiento económico implicó un
“efecto derrame”, una mejora económica desde los grupos más altos a los más bajos. Cuando se toman de
conjunto, sin embargo, el panorama se completa. Especialmente con el análisis de los últimos dos, la idea de

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un crecimiento económico generalizado se comprueba debido a que la mejora tuvo que incluir a sectores
sociales diversos para poder tener una incidencia masiva en el registro.

Esto está ligado con un aspecto de los acercamientos historiográficos más generales de la historia del mundo
clásico en relación a la economía del mundo antiguo, donde prevalece una visión primitivista que plantea un
desarrollo económico muy escaso, que la capacidad de aumento y mejora en las condiciones de vida es muy
relativa porque es una sociedad con un bajo nivel en el desarrollo de las fuerzas productivas y que los
intercambios comerciales serían muy escasos. Sin embargo, es importante destacar que el desarrollo
económico y poblacional alcanzado por el Imperio en este período es asimilable al alcanzado por Europa en
el Renacimiento, como para dimensionar del despegue que se trata. Es cierto que, en relación con el nivel
que después va a alcanzar la sociedad europea, sigue siendo un subdesarrollo, pero es el mayor nivel
alcanzado por cualquier sociedad europea y esto es importante destacarlo; porque si bien esto no cuestiona
la perspectiva de los primitivistas, en cierto grado la relativiza. Nadie diría que esto supone un desarrollo
cuasi capitalista antes del capitalismo, pero sí un avance del proceso de desarrollo alcanzado como no
alcanzó ninguna otra sociedad occidental de la época, y solamente comparable a ciertos momentos del
Imperio Chino y sus áreas centrales y algunas otras regiones pero, en general, es algo sumamente inusual.

ORGANIZACIÓN SOCIAL EN EL PRINCIPADO

ALFÖLDY, G.: “Historia social de Roma” (Cap. 5: El orden social en la época del principado)

La estructura social de los tiempos del Principado se diferenció relativamente poco de la republicana en
época tardía y tal continuidad fue debida, en primer término, a la naturaleza del sistema económico romano,
que apenas si había experimentado alteraciones en el paso de la República al Imperio. Los años del
Principado podrían calificarse como la época dorada de la economía romana. De todas formas, se
produjeron una serie de cambios de los que es necesario tomar nota:

a) Italia fue perdiendo su primacía económica, ya desde mediados del S.I d.C., a favor de gran parte del
Imperio, sobre todo el norte de África, Hispania y Galia en occidente.
b) Con el fin del proceso de expansión y conquistas se puso un límite al florecimiento material, en tanto
que la expansión que había generado a finales de la República nuevas fuentes de materias primas, de
mano de obra, mercados para la colocación de sus productos y con todo ello constantes posibilidades de
desarrollo fue lentamente tocando a su fin.
c) El entramado social en la época del Principado no fue un mero reflejo de esa estructura económica
relativamente atrasada, sino que estaba mediatizado por factores sociales, políticos y jurídicos con el
acento puesto en el origen de la persona y la posesión o carencia de ciudadanía romana.
d) En correspondencia con la función tenida por la agricultura, el criterio económico decisivo de división
social no fue simplemente el dinero, sino la propiedad de la tierra: la verdadera capa alta de la sociedad
se componía de hacendados ricos, quienes al mismo tiempo constituían el estrato superior de las
ciudades.
e) Con el desarrollo de la monarquía imperial a partir de Augusto el sistema social terminó de completarse:
la posición rectora del princeps en la sociedad romana estaba basada en aquellos principios que desde
siempre habían servido para afianzar los puestos dirigentes en la sociedad: poder, prestigio y riqueza.
f) Los vínculos sociales entre el emperador y los distintos grupos de población se inspiraban en buena
medida en los modelos republicanos, cuyos contenidos fueron adaptados al régimen unipersonal,
adoptando así estos grupos sociales nuevas funciones y una redefinición parcial de su posición. La

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actividad pública de los senadores, por ejemplo, revistió un carácter completamente nuevo, ya que su
servicio al estado se consideró cada vez más como servicio al emperador.
g) También la mayoría de las provincias romanas se configuró una división social que más o menos venía a
responder a Italia. La consecuencia de esto fue que en adelante las personas de más elevada posición
social dentro del Estado romano dejaron de identificarse con las capas altas de Italia y empezaron a
reclutarse entre las primeras familias de las provincias. Con todo, no era irrelevante de qué parte del
Imperio procedía el individuo: determinados privilegios y prejuicios siguieron jugando un rol importante
sin poder ser borrados totalmente a lo largo del Imperio.

Así pues, atendiendo a su articulación y división internas, como mejor habría de explicar el orden de la
sociedad romana durante las dos primeras centurias del Imperio, sería a través del concepto de estructura
en órdenes y estratos. El concepto de “clase” difícilmente resultaría adecuado para definir este orden social,
pues una clase social se configura en base al lugar ocupado en el proceso de producción, lugar determinado
según la propiedad o no propiedad de los medios de producción. Decisivo es, sin embargo, el hecho de que
la sociedad romana no se articulaba en absoluto solamente atendiendo a los criterios económicos, sino
también en función de puntos de vista sociales y jurídicos que no coincidían plenamente con los anteriores.
Esta constitución interna explica por qué las tensiones y conflictos durante la época del Principado casi
nunca condujeron a revueltas abiertas: cada uno de los grupos integrantes de la población baja estaba ligado
de distintas maneras a las capas superiores y en consonancia con ello se dedicó a perseguir su propio
interés. Las razones sociales que latían en el fondo de la gran sublevación judía del 66-70 d.C. residían en la
opresión extremadamente dura que sufría la población palestina; las masas de sublevados se nutrieron de
campesinos desesperados y los grupos más consecuentes aspiraban no sólo a sacudirse el yugo de Roma
sino también a la supresión del dominio terrateniente y del alto clero local. Pero este levantamiento, así
como ninguno de los del período, tuvo fuerza suficiente como para conmocionar el orden social; la crisis de
la sociedad romana imperial tuvo otras raíces.

EL PRINCIPADO: ¿GOBIERNO SIN BUROCRACIA?

El punto histórico de partida es el inicio del Principado con Augusto (27 a.C.). En la República, las provincias
estaban controladas por el Senado a través del procónsul. Con Augusto se van a dividir las provincias en tres
tipos:

1) Provincias senatoriales controladas por los procónsules, eran las provincias más antiguas, ya
pacificadas.
2) Provincias imperiales controladas por el emperador a través del pro-pretor.
3) Provincias del tipo de Egipto, de las cuales depende la provisión de Roma, que se controlan vía
legados.

Para Garnsey y Saller los objetivos de Roma eran dos: recaudar impuestos y mantener fronteras pacíficas,
por lo que la injerencia político cultural sobre estos territorios es casi nula. Y estos dos objetivos se cumplen
sin necesidad de recurrir a una organización burocrática, sino a través de los curiales (élite gobernante local),
los cuales el emperador institucionaliza en decuriones. Estos curiales recaudan impuestos –a Roma no le
interesa cómo, por lo que sobreviven mecanismos anteriores- y se ocupan de la administración pública
financiándose a través del sistema de liturgias.

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López Barja no coincide con el planteo de estos autores porque expresa que se basa en una definición de
burocracia weberiana, inviable para el análisis de sociedades preindustriales. La discusión, sin embargo, gira
más en torno a qué entiende cada autor por burocracia que al funcionamiento mismo del sistema.

GARNSEY, P. Y SALLER, P.: “El imperio romano. Economía, sociedad y cultura”

Los romanos controlaban un imperio muy extenso; sin embargo, no crearon una administración imperial que
hiciera juego con sus dimensiones. Un aparato funcionarial rudimentario era suficiente para un gobierno al
que sólo preocupaban dos aspectos esenciales: mantener la ley y el orden y recaudar impuestos. Si bien los
primeros emperadores ampliaron el régimen senatorial, esto no entraña por sí mismo un sistema
administrativo más racionalizado o burocrático, sino que el Imperio romano siguió estando sub-gobernado.
Los emperadores instituyeron censos provinciales regulares, eliminaron gradualmente el sistema
republicano de concesión a compañías privadas el contrato para la recaudación de impuestos y, en general,
recaudaron impuestos con más eficacia que cualquiera de los gobiernos republicanos que les precedieron en
un imperio mucho más extenso. Pero estas innovaciones no formaban parte de ninguna campaña en pos de
la uniformidad administrativa como la que hubiera podido poner en marcha un gobierno burocrático.

Fue la administración ecuestre donde tuvieron lugar los mayores cambios no sólo por su crecimiento, sino
en el nombramiento de ecuestres para que gobernasen, por ejemplo, Egipto. A partir del reinado de Claudio,
el título de prefecto fue reemplazado por el de procurador, un título civil que apuntaba a reflejar el éxito del
proceso de pacificación en las regiones de que se tratara. El secreto del gobierno sin burocracia era el
sistema romano de ciudades que se gobernaban a sí mismas y podían cubrir las necesidades del Imperio.
Detrás de este fenómeno, se encontraba el pragmatismo romano más que el idealismo cultural griego.

Una ciudad era esencialmente una comunidad urbana dotada de autogobierno, con una constitución regular
que se centraba en un consejo y unos magistrados, y con un territorio rural situado bajo su jurisdicción y su
control. Esa era la definición que importaba a los efectos de los intereses imperiales: no tomaba en cuenta
instituciones culturales, actividades recreativas, y edificios públicos. La institución clave que permitía a las
ciudades atender a las exigencias del gobierno central, así como a sus necesidades propias, era el sistema de
liturgias. La munificencia privada era necesaria a causa de la debilidad de las finanzas ciudadanas y a los ricos
les convenía que las finanzas fuesen débiles, ya que la alternativa (impuestos regulares) no comportaba
recompensas políticas, sociales ni quizás tampoco económicas. El sistema de liturgias legitimaba la
dominación de la sociedad y la política locales por parte de los ricos. Al gobierno central le preocupaba el
estado de las finanzas municipales, pero para atender a esa cuestión no recurrieron a la multiplicación de los
funcionarios sino a una supervisión más atenta de las élites locales. Tanto los poderes como la
independencia de los gobernadores se vieron reducidos bajo el Principado y los pasos más importantes en
esa dirección los dio Augusto. La subordinación de los gobernadores al emperador fue institucionalizada a
comienzos de su reinado, en el año 23 a.C., cuando se le concedió a Augusto el maius imperium, poder
superior al de los provinciales.

LÓPEZ BARJA, P.: “El gobernador provincial, de Cicerón a Plinio el Joven”

Roma ha sido puesta como ejemplo de “gobierno sin burocracia”, debido al escaso número de personas que
desempeñaban funciones públicas, ya que estas últimas no estaban encuadradas en un sistema jerárquico,
claramente diseñado, por lo que ni siquiera se las podría considerar “funcionarios” propiamente hablando.
Pero esta es una conclusión excesivamente radical que responde a lo que Weber denominó “dominación
legal con administración burocrática”, donde Roma no cumple con los criterios. Para Weber eran esenciales

68
conocimientos técnicos (en Roma pesaban más las relaciones personales) y cierto desarrollo de los medios
de comunicación que ninguna sociedad preindustrial puede cumplir. Es por eso que una mejor definición de
burocracia para este caso es la aportada por Finer y que viene dada por los siguientes criterios: jerarquizada,
en funciones permanentemente, especializada en ámbitos diferentes, cualificada por vocación o educación,
retribuida por su trabajo a tiempo completo y sometida a normas. Según estos criterios, la Roma del S.II d.C.
contaba con una burocracia imperial.

El problema es que se tiende a comparar a Roma con la China de la dinastía Han porque, en efecto, son dos
imperios aproximadamente contemporáneos, similares en tamaño y población y fundamentalmente
agrarios. La cantidad de funcionarios en uno y otro es muy dispar, pero esto sólo nos dice que Roma no era
un imperio fuertemente burocratizado. En parte, esta diferencia en la cantidad de funcionarios aparece
compensada por el ejército, donde el romano era por mucho más numeroso que el chino. Además, para
alistarse en la legión era requisito saber leer y escribir, algo que se explica por el uso que se hacía de la
escritura en el ejército romano pero también porque habitualmente se empleaba a soldados en tareas de la
administración civil.

El caso romano es un claro ejemplo de aquellos imperios en donde se ha logrado construir una
administración directa de las provincias, gracias a lo cual ha disminuido la importancia del factor militar en la
dominación en beneficio de otros de tipo ideológico, económico o bien político. Para garantizar la paz (y, con
ello, la recaudación de impuestos) el requisito primordial lo constituyó la “romanización”. En este proceso, el
rol de la ciudadanía fue fundamental: por su extensión a todo el imperio, en el trono y el senado romano
abundaron los hispanos, africanos, galos o asiáticos tanto como los itálicos. La homogeneización de las clases
dirigentes romanas y las provinciales resulta así un punto clave para la estabilidad política y la administración
sin burocracia15.

4. La crisis del S.III como paradigma historiográfico (235 - 284 d.C.)

235 – 284: Crisis del S.III: Período que evidencia problemas de todo tipo. El más visible es la sucesión de muchos emperadores en
poco tiempo, en la que casi todos mueren asesinados. A esto se agrega una crisis económica. La salida implica una serie de medidas
por parte de Diocleciano que terminan transformando el Imperio: económicas (impulsa una reforma tributaria en la que todos los
ciudadanos quedan sujetos al pago de tributo); políticas (experimento -fallido- de la Tetrarquía); religiosas (retoma el paganismo e
impulsa una persecución a los cristianos) [Debate Fernández Ubiña sobre el “mito historiográfico” de la Crisis del S.III].

El autor explica que los males son endémicos al Imperio: el sistema romano tenía muchas contradicciones
internas, entre las que resaltan el carácter parasitario de la Ciudad de Roma y la superposición de la
autoridad entre el Emperador y el Senado. Sin embargo, la postura de Fernández Ubiña es, cuanto menos,
opinable, puesto que de hecho sí hubo crisis, al menos política, y esto el autor lo admite. La salida a la crisis,
a su vez, implica una serie de medidas que transforman profundamente al Imperio y que dan cuenta de que
había efectivamente problemas económicos (reforma impositiva), políticos (tetrarquía), religiosos (intento
de unificación religiosa del Imperio, última gran persecución del cristianismo) que atender.

15Similitud con el planteo de Gallego con la asimilación de las élites periecas por parte de Esparta para lograr su dominación. Roma
se hace visible en las provincias a través de la transformación del espacio urbano y no, por ejemplo, mediante la presión tributaria,
ya que los mecanismos anteriores se mantenían.

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FERNANDEZ UBIÑA, J.: “La crisis del S.III: realidad histórica y distorsiones historiográficas”

Durante el período que separa el ascenso al trono de Cómodo (180 d.C.) y el de Diocleciano (fines de 284)
Roma conoció algunos de los momentos más trágicos y caóticos de su historia: las invasiones de los
germanos y los persas, las guerras civiles, los estragos de la peste, la despoblación de algunas regiones, el
aumento de la presión fiscal y el empobrecimiento de amplias masas populares situaron al Imperio en
condiciones muy difíciles. No sólo estos momentos críticos, sino el S.III en su conjunto ha venido a
considerarse como el preludio fatídico de la decadencia y fenecimiento de la civilización clásica. La «crisis del
S.III» es, sin embargo, un mito historiográfico. Las fuentes no avalan tantas y tan extendidas miserias en tan
prolongado período de tiempo. En realidad, todos los elementos de las contradicciones internas que definen
el Principado habían mantenido un equilibrio inestable durante los S.I y II, y ya entonces habían propiciado
momentos no menos críticos que los documentados para la tercera centuria. Considerándolo de cerca, se
llega a la conclusión de que la historia del Imperio no fue más que una sucesión de crisis en el seno de un
apogeo completamente superficial. El siglo no puede ser calificado completamente como de “decadencia” o
“crisis”; contrariamente, extensas regiones del Imperio conocieron períodos de bienestar: el largo reinado
de los Severos (193-235) fue en general de estabilidad política y de recuperación económica y desde Galieno
(253-268) se ponen en práctica eficaces medidas reformistas que permitirán la definitiva recuperación del
Imperio bajo Diocleciano y Constantino.

Lo que realmente entró en crisis fue el sistema augústeo, cuyas contradicciones estallaron en múltiples
momentos críticos, revolucionarios a veces, desde la propia dinastía Julio-Claudia. El Imperio afrontó en
ocasiones dificultades importantes, pero no hubo una crisis centenaria ni universal. La transformación
imperial de los S.II-IV puede contemplarse en su globalidad, en la “larga duración”, mediante el análisis de la
evolución ideológica, institucional y socioeconómica, pero ni siquiera así vale privilegiar al S.III: el sistema
augústeo afrontó entonces numerosos problemas o «crisis» de alcance local o temporal, que apenas pueden
precisarse. El principado contenía en sus contradicciones las formas supuestamente «decadentes» del
mundo antiguo; el Imperio romano sólo es comprensible como preparación al imperio cristiano, es decir, el
Bajo Imperio.

FIN DEL ALTO IMPERIO: LA DINASTÍA DE LOS SEVEROS Y LA CRISIS DEL S.III

TEÓRICOS + FUENTES

El fin del período del Alto Imperio se da con la dinastía de los Severos, que acelera procesos de cambio en
diferentes áreas de la estructura de gobierno. Vale resaltar una serie de transformaciones importantes:

a) Aumento de la militarización de la sociedad, del poder de los ejércitos en relación al estado: se


empieza a desarrollar el control definitivo del ejército sobre la estructura de poder. Los
emperadores, de los Severos en adelante, van a ser militares.
b) Reforzamiento de la burocracia, proceso de burocratización: se empieza a ver una estandarización
de las funciones y las magistraturas imperiales que se manifiesta en una sistematización de los
procedimientos de gobierno. Supone un avance sobre el control de los aparatos del estado, y se
corresponde con el avance de los sectores militares sobre los aparatos de poder estatal.
c) Reforma fundamental: Constitutio Antoniniana impulsada por el emperador Caracalla, que equivale
a la igualación jurídica de todos los habitantes libres del imperio a través del derecho romano,
extendiendo la ciudadanía a todos los hombres libres del imperio. Lo que aparentemente era una
“iniciativa igualatoria” en realidad es poner a todos los ciudadanos en un mismo nivel, igualarlos

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como súbditos del emperador y como sujetos de capitación. Junto con esto se desarrolla un criterio
de desigualdad que es la condición de humillores y honestiores frente al derecho, que implica la
sanción del derecho en diferente grado de penalidad según el nivel social del ciudadano.
d) Si bien la dinastía de los Severos es una dinastía “militar”, paradojalmente impulsa aspectos de
formalización jurídica de manera importante: empiezan a codificarse de manera más dinámica las
legislaciones, base sobre la que después se van a organizar los códigos teodosianos y justinianos.

Para muchos historiadores la dinastía de los Severos es el inicio del proceso de crisis que se va a acentuar
con la crisis del S.III, a la que se puede dividir en dos partes: el período agudo, que se conoce como la época
de la anarquía militar que va hasta 270, que es un período de crisis política muy aguda en relación a los
períodos subsiguientes, donde el promedio de los emperadores que acceden al poder es de no más de dos
años, y una segunda desde 270, donde se cierra ese período agudo de crisis política y se empieza a
estabilizar la situación hasta que, con el acceso al poder de Diocleciano, se cierre definitivamente. Si bien es
cierto que hay momentos de crisis, el Imperio, en cierto grado, también conoce una estabilidad muy grande
con crisis puntuales más o menos largas pero que nunca llegan a períodos muy agudos. Desde el punto de
vista historiográfico esta crisis es muy importante porque marca un antes y un después: Principado,
Dominado, Alto Imperio, Bajo Imperio. Para la historiografía marxista más ortodoxa la crisis del S.III significa
el inicio del período de “decadencia” del Imperio, el fin de la época de oro. Este inicio del proceso de
decadencia se cierra con la idea de la “caída” del Imperio Romano de Occidente, que por poner una fecha se
da con la muerte del último emperador, Rómulo Augústulo, en 476. Además, hay una discusión entre los
enfoques sobre qué es lo que implica el inicio de este proceso de decadencia, si se explica por aspectos
externos (como las invasiones bárbaras) o internos (cristianización, levantamientos campesinos, crisis
económica, peste de antonino, enfoques ecológicos, etc.).

Pero otra perspectiva es la que supone la idea de un período de Antigüedad Tardía en donde, si bien puede
haber una crisis política del Imperio, se resuelve o se estabiliza con la reconstrucción del aparato estatal
desde la tetrarquía. Esto supone además que ciertas condiciones imperantes en la sociedad romana habrían
pervivido, incluso caído el estado imperial, a través de los reinos romano-germánicos: si bien había un corte
político-militar, habría una continuidad en muchos aspectos, como arguyen las perspectivas fiscalistas. La
idea de tardo-antigüedad planteada por Peter Brown, entre otros, fue planteada especialmente desde el
plano cultural, por la pervivencia del matiz cultural de una fuerte impronta de la dominancia del cristianismo
del S.IV en adelante, en la sociedad, sus prácticas y, progresivamente, en el estado, que tiene una
continuidad durante los reinos romano-germánicos y desde el plano de la cultura se refuerzan estas visiones
continuistas. Esto viene a matizar la idea de un “fin” del Imperio en 476.

Ahora bien, ¿cómo se manifiesta la crisis del S.III? Por tres cuestiones principales: crisis de sucesión dinástica,
por un lado, con un aceleramiento de las guerras civiles y conflictos militares entre grupos que compiten por
el acceso al poder, y esto está en relación con el sistema sobre el que se está organizando el aparato
imperial, por lo que otra cuestión será la incapacidad del aparato militar de dar una respuesta a una presión
exterior. No es la primera vez que hay presión exterior, pero el problema es que esta vez viene de lugares
diferentes en un período acotado de tiempo junto a -y esto se podría contar como tercera cuestión- una
situación de debilidad del estado. Para algunos autores las causas de esta crisis vienen dadas principalmente
en el plano económico para después repercutir en lo político-militar, pero García prefiere invertir el orden:
en el plano político y militar el resquebrajamiento del imperio en diferentes áreas va a ir en contra del
proceso de integración que era propio del período de estabilidad política: lo que antes hacía del
mediterráneo un espacio de integración va a suponer, como consecuencia de la crisis política y militar, una

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situación de fractura. Y esa situación de fragmentación del Imperio es la expresión más acabada de la crisis
política, además de tener una consecuencia económica que se refleja, de los Severos en adelante, en un
proceso de inflación, de aceleración de la emisión monetaria como respuesta por parte de estas regiones
aisladas a coyunturas desfavorables como períodos de sequía.

5. S.IV, Tetrarquía y dominado: reorganización fiscal y burocracia imperial (284 - 379 d.C.)

284 – 312: Tetrarquía. 306 – 313: Queda abolido el sistema de Tetrarquías. 313 – 324: Imperio dividido entre Licinio y Constantino.
313: Edicto de Milán (Cristianismo = religión lícita, devolución propiedades confiscadas, beneficios como el resto -exención
tributaria-)  disidencias religiosas: nicenos vs. arrianos. + acuerdo político entre los dos caudillos! 325: Concilio de Nicea (ortodoxia
nicena). 330: Fundación de Constantinopla, distinción entre Oriente y Occidente (Roma).
337: Muere Constantino. Constante Occidente (niceno), Constancio Oriente (arriano). 361: Muere Constancio II (Constante había
muerto unos años antes) y Juliano (apóstata) es el último representante masculino de la dinastía. Asume el trono y rompe con la
política de sus antecesores: reconstruir el Imperio pagano de Augusto y Marco Aurelio, regresar a la idea de princeps republicano.
363: Muere Juliano y reaparecen las amenazas exteriores debido a sus políticas. La elección del próximo emperador queda en manos
del ejército por la extinción del linaje constantiniano y la negativa de Juliano a nombrar un sucesor. 364: Valentiniano se asocia a su
hermano Valente con el título de 2º Augusto y le confía Oriente. Esta partición es una novedad porque excede el ámbito militar y
fiscal: Valentiniano y Valente (arrianos) se reparten el ejército, la administración y los recursos del Estado. Cada Augusto se ve
limitado a la jurisdicción de su dominio. 376: Reaparece la amenaza de los bárbaros a través de un choque producido por la invasión
de los hunos, que desplaza a los godos y hace que franqueen en masa el Danubio. 378: Emperador Valente (Ori) ↓ en Adrianópolis.

Entre el 284 y el 312 el gobierno del Imperio asume la forma de una tetrarquía donde, lejos de ser dividida
en cuatro, la autoridad imperial queda multiplicada por cuatro. Los Augustos deciden, los Césares ejecutan.
El Imperio se divide en cuatro zonas geográficas pero sólo con fines militares y fiscales, ya que sigue siendo
patrimonium indivisium. Constancio en Galia y Bretaña; Maximiano en África, España e Italia; Galerio al sur
del Danubio y Diocleciano en Oriente. El Emperador ya no es más un princeps, sino que es llamado dominus
(así se denominaba al patrón del esclavo!). Diocleciano, además de esta reforma política, impulsa una
reforma impositiva y una religiosa, que tenía por objetivo la unificación religiosa del Imperio, por lo que lleva
adelante la última gran persecución del cristianismo. Es necesario tener en cuenta que estas persecuciones
no eran nunca sistemáticas, por orden imperial, salvo en este caso y en el de Nerón. El Cristianismo era un
riesgo para la supervivencia de Roma, que venía garantizada por el culto a los dioses tradicionales. El
monoteísmo cristiano no lo permite, por lo que atentaba contra Roma. Ir en contra del panteón cívico era ir
en contra del Imperio: las crisis del mismo son adjudicadas a los cristianos.

Diocleciano va a organizar una gran reforma del aparato del estado que va a marcar las características del
mismo durante todo el período tardo-antiguo. La reforma, además del aspecto religioso, va a constar de:

1) Una reforma administrativa-burocrática: Es administrativa y política, lo primero que trata de asegurar es


un sistema de sucesión donde estuviera garantizado de antemano el proceso sucesorio intentando evitar
luchas. A esto se sumaba la necesidad de tener un control más ajustado sobre el amplio territorio. Otro
elemento importante fue la multiplicación de las provincias y su agrupamiento en diócesis al mando de
vicarios. El objetivo de esto apuntaba a un mayor control político sobre el territorio y los gobiernos
locales, además de alejar progresivamente la figura del emperador hasta hacerlo inaccesible. Sumado a
esto se van a separar definitivamente la carrera burocrática-administrativa de la militar, sacándole a la
jefatura militar el gobierno de las provincias y pasando éste a ser ocupado por funcionarios civiles,

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intentando romper los lazos de fidelidad entre funcionarios provinciales y subsumirlos a la figura del
emperador.
2) Una reforma militar: Además de estos elementos, la reforma en lo estrictamente militar supuso también
una incorporación masiva de nuevos soldados a tropas imperiales sumado esto a un proceso de
“barbarización” del ejército a partir de la incorporación de etnias, de grupos no-romanos, lo que supuso
a su vez un proceso de romanización y una vía de ascenso social de estos sectores a través del ejército,
proceso de ascenso que se profundiza a lo largo de todo el período tardo-antiguo.
3) Una reforma fiscal: Reorganiza el sistema impositivo a partir de la sistematización de algo que ya existía
en algunas regiones hasta llevarlo a escala imperial. Organiza un nuevo sistema tributario, la iugatio-
capitatio, un impuesto que grababa tanto sobre las tierras como sobre las personas, haciendo
equivalente (y quitándole su anterior exención) a Italia, basando esto en la anterior Constitutio
Antoniniana. Lo importante acá es que para esa capitatio se volvía fundamental que las personas
(principalmente los coloni, que eran los que podían tener más movilidad y se escapaban para dejar de
capitar) no se movieran de las tierras en donde se los había censado, porque sino el sistema de
proyección presupuestaria caía. La solución va a ser la adscripción de estos jornaleros a las tierras, en
una progresiva profundización que algunos dicen evolucionaría hasta convertirse en siervos de la gleba.
Pero en realidad aquí no es el “señor” el que ata al colono a la tierra, sino el propio Estado.

A partir de todas estas medidas el estado logró dar una respuesta eficaz a la crisis del S.III permitiendo una
cierta estabilidad desde el período de la tetrarquía hasta la muerte de Teodosio en 395, aunque es cierto
que ya la dinastía teodosiana es una dinastía que empieza a desbalancearse a partir de la presión de los
bárbaros. La respuesta, si queremos ser negativos, está en todo esto: aumento de la tributación,
confiscación de los productores, obligaciones con el fisco… Ahora, si se quiere ver el lado positivo, hay que
decir que finalmente la sociedad romana siguió funcionando de manera eficiente a lo largo de un siglo; en
este sentido, fue una reforma altamente positiva. Sin embargo, tuvo costos importantes, y la sociedad
romana es totalmente distinta desde la época de la tetrarquía a lo que había sido antes.

La gran pregunta del período es: ¿por qué occidente cae y oriente no? Y para esto hay razones de distinto
orden:

a) Económicas: Oriente es más rico, por lo que el emperador allí tiene más recursos para pagar los
rescates que le exigen los ejércitos bárbaros que amenazan a sus tierras.
b) Geoestratégicas: Constantinopla está en el borde de Europa y Asia, es un lugar de paso. La ciudad de
Constantinopla es inexpugnable, no cae hasta 1453 a manos de los turcos, tiene la flota marítima
más importante del Mediterráneo, impidiendo esto que los pueblos germanos tuvieran la capacidad
de controlar las aguas del Mar Negro y del Mediterráneo oriental.
c) Militares: Los persas para esta época no son un problema militar porque también han sido
golpeados fuertemente por la presión de los hunos. El conflicto tradicional entre persas y romanos
disminuye y ambas potencias priorizan la lucha contra los hunos. Ahora bien, los persas demarcan
una frontera en la región de Armenia, que funciona como zona tapón y que impide la llegada de los
hunos. Esto explica por qué el Imperio romano de oriente fue capaz de disponer de recursos que
progresivamente el Imperio de occidente perdió.

FINALES Y “PERVIVENCIAS” DEL ESCLAVISMO. EL COLONATO ROMANO

FINLEY, M.I.: “Esclavitud antigua e ideología moderna” (Cap. 4: La decadencia de la esclavitud)

73
A la hora de explicar la decadencia de la esclavitud en torno al S.III existen tres tendencias dominantes: la
primera se basa en un argumento humanitarista y puede descartarse de cuajo. La segunda aparece
representada como la «teoría de las conquistas», según la cual cuantas más partes del mundo incorporaba el
Imperio más y más tribus y naciones quedaban inmunes a la esclavización. Sin embargo, también se debe
descartar este argumento, ya que las conquistas habían terminado en el momento de la muerte de Augusto
y, sin embargo, la deficiencia de esclavos no comenzó a aparecer sino hasta doscientos años después. La
tercera explicación es la propuesta por Jones: es un subproducto de la teoría de las conquistas que se basa
en el aumento, entre el S.IV a.C. y el II d.C., del precio de los esclavos, producto de la disminución de
disponibilidad de los mismos como corolario del fin del proceso de expansión. Pero también debemos
descartar esta teoría ya que es absurdo inferir tendencias que abarcan más de seis siglos a partir de un
puñado de precios aislados. Además, los precios de los esclavos estaban sujetos a enormes variaciones
privadas.

La causa de la caída de la esclavitud debe buscarse en el seno de la sociedad misma, la explicación debe ser
de orden estructural. Las condiciones sugeridas para el desarrollo de la esclavitud eran: propiedad de la
tierra con concentración suficiente para exigir una fuerza de trabajo continua, evolución suficiente de la
producción mercantil y los mercados y la inexistencia de una oferta alternativa «interna» de mano de obra.
Uno de estos tres factores debería haber cambiado para que la esclavitud decayese.

1) Que la propiedad privada se mantuvo durante todo el Imperio romano no necesita demostración,
como tampoco que hubo una tendencia continua a la acumulación de propiedades en el sector más
adinerado de la población, con el emperador y la familia imperial en lo alto de la pirámide.
2) La rigidez del mercado, tomando el Imperio romano en su conjunto, no precisa argumentación
detallada. Una sociedad en que la gran mayoría estaba compuesta de campesinos pobres, inquilinos
y esclavos tenía poco poder adquisitivo.
3) El cambio fundamental en la estructura político militar (la implementación creciente de ejércitos
mercenarios) que se dio a lo largo de la historia imperial romana fue quizás el factor decisivo en el
remplazo paulatino de los esclavos por otros tipos de mano de obra, aunque este en realidad fue un
lento proceso de prácticas que se transformaban paulatinamente.

Aunque el Estado dejó de necesitar la fuerza combativa de los campesinos, en cambio siguió necesitando su
dinero y en crecientes cantidades, y todo el peso de los impuestos recayó en la tierra, aunque la carga no
comenzó a ser realmente pesada hasta el S.III. Además, a comienzos del S.IV Italia perdió su exención
tributaria. En segundo lugar, casi a fines del S.II entró en escena un factor exterior: las serias agresiones
extranjeras contra el Imperio que acontecían por primera vez en más de doscientos años. De esta forma, la
doble carga de los impuestos y la guerra condujo a muchos campesinos al bandidaje o a buscar protección
cerca de algún poderoso individuo local, abriendo paso a la institución del patronazgo: a cambio de
protección y de cierto desahogo, el campesino aceptaba la autoridad de un señor rural sobre sí y sobre su
propiedad, y por tanto la pérdida de independencia que le quedaba. Así, la existencia de una fuente
«interna» de abastecimiento de mano de obra hacía innecesario que los possesores fuesen más allá de la
recluta complementaria de mano de obra esclava.

JONES, A. H. M.: “El colonato romano”

En base al análisis de dos leyes promulgadas a fines del S.IV (una por Teodosio I en la década del ’90 y otra
por parte de Valentiniano I fechada en 371) en las que se decreta la abolición del impuesto general, “de
forma que sólo se ha de pagar el impuesto de la tierra” y la adscripción de los coloni a las tierras que

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trabajaban, situación que deja a los coloni como “esclavos de la tierra, no por la atadura de los impuestos”
Jones afirma que los coloni habían sido adscritos a sus tierras en virtud del impuesto general o capitatio que
pagaban, por lo que la misma fue en esencia una medida fiscal, destinada a asegurar y facilitar la recolección
del nuevo impuesto y no dirigida específicamente a adscribir a los ocupantes a sus tierras. Pero si la
adscripción de la población era en su origen una medida de salud pública, demostró ser un gran favor para
los propietarios: en el S.IV había escasez de brazos para el trabajo agrícola; la población había sido reducida
en muchas áreas por las guerras continuas, devastaciones, hambres y plagas del S.III y las levas para los cada
día más grandes ejércitos habían mermado. La dependencia de los coloni adscritos respecto de sus
terratenientes se incrementó después con sucesivas leyes, quedando reducidos a un status cuasi servil. A su
vez, los esclavos agrícolas se convertían poco a poco en siervos: Constantino sólo prohibió la venta de
esclavos más allá de las fronteras, pero Valentiniano I asimiló los esclavos agrícolas al estatus de ocupantes
adscritos y directamente prohibió su venta aparte de la tierra.

RELACIONES ENTRE IMPERIO E IGLESIA CRISTIANA. DE CONSTANTINO A CONSTANCIO II Y TEODOSIO.

En 306 queda abolido el sistema de tetrarquías: de monarquía multiplicada, pasa a ser una monarquía
dividida, es decir, una anarquía. A partir de 310 la situación se va esclareciendo con la eliminación de los
tetrarcas restantes y sus seguidores, hasta que en 313 el Imperio queda dividido entre Licinio y Constantino,
que rehace trabajosamente la unidad hasta que termina deponiendo a Licinio. La máxima genialidad de
Constantino es haber realizado con éxito la síntesis de su acción política, la reunificación del Imperio y la
edificación de una monarquía. Esto lo logra midiendo acertadamente las ventajas de la cristianización del
Imperio. Un punto importante es en 313 el Edicto de Milán: concesión del estatuto de religión lícita al
cristianismo  fin de la persecución, restitución de las propiedades confiscadas, exención fiscal. Este Edicto
no debe ser visto exclusivamente como una cuestión religiosa: hay dos caudillos haciendo un acuerdo
militar, y ahí entra la religión; en la Antigüedad, la política y la religión no son esferas separadas. Pero a
partir de esta legislación de Constantino y de los beneficios que trae aparejada se empiezan a evidenciar
disidencias dentro del cristianismo, todas luchando por su primacía. La disputa principal se daba entre dos
corrientes: los arrianos (Dios padre con esencia única, el Hijo no comparte esa esencia) y los nicenos (el
Padre y el Hijo comparten sustancia, son =).

Por otra parte, las razones de Constantino para hacer lícito al cristianismo difieren según quién las cuente: la
versión confesional creerá en una conversión a partir del relato del Puente Milvio, mientras que otra hará
hincapié en el maquiavelismo político y la espera de obtener un rédito político a partir de ello. En 325 se
produce el Concilio de Nicea (1º concilio ecuménico) donde Constantino adopta el credo niceno,
convirtiéndolo en el oficial. Sin embargo, esto no supone la victoria definitiva de los nicenos, puesto que a la
muerte de Constantino el Imperio queda dividido entre Constante en occidente y Constancio II en oriente,
siendo el primero niceno y el segundo arriano.

Constancio II resuelve la disputa imponiendo el credo homeo (postura intermedia en el arrianismo, que
esquivaba la disputa por la “esencia” diciendo que Padre e Hijo son “semejantes”) por coacción. Este
consenso, sin embargo, dura poco: a la muerte de Constancio II asume Juliano, el último representante
masculino de la dinastía que rompe con la política de sus antecesores: su ideal era reconstruir el Imperio
pagano de Augusto y Marco Antonio, quiere regresar a la idea de princeps republicano, pero a la vez es hijo
de su propio tiempo: con esta idea se contradice su concepción del emperador sagrado y descendiente del
Sol. Su modelo imperial lo obliga a llevar adelante una campaña contra Persia al estilo antiguo, misión poco
compatible con la política de disminución fiscal y restauración urbana. Con la muerte de Juliano en 363

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reaparecen las amenazas exteriores debido a sus políticas. Valentiniano se asocia a su hermano Valente con
el título de 2º Augusto y le confía Oriente.

Pero el gran golpe que supuso la derrota de Valente en Adrianópolis en 378 hacía inviable otro reinado
arriano, por lo que acaba imponiéndose Teodosio, que asume en 378 el Imperio de Oriente (más tarde
quedará como único emperador). En el 380 impone el nicenismo como ortodoxia. Mediante el edicto de
Tesalónica en 380 se da la oficialización del cristianismo: pasa de ser una religión lícita a ser la religión oficial
del Imperio Romano. Y no sólo se oficializa, sino que hay una clara identificación sobre la ortodoxia cristiana:
convierte en ortodoxia al nicenismo, declarando herejes al resto y comenzando la persecución a los arrianos.
Así, el Imperio queda cristianizado en lo político; ahora la tarea –que va a quedar en manos de los obispos-
es la cristianización de la población: convertir al mundo romano en un mundo cristiano.

EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER ECLESIAL

Contexto de Palestina entre el S.I a.C. y I d.C.

Gobierno de Pompeyo; territorio de Judea gobernado por un rey local hasta que en el 63 Pompeyo decide
poner fin a las luchas al interior de la clase dirigente y nombra a un hombre propio. La aceptación de ese
nuevo gobernante no es completamente saldada, por lo que en el 40 a.C. Roma nombra un nuevo
gobernante: Herodes el Grande, que en el 37 entra en Jerusalén, derrota los restos de la dinastía anterior y
gobierna. Herodes el Grande reconstruye el templo de Salomón destruido siglos atrás con el fin de ganarse
el favor de los judíos. Sin embargo, al mismo tiempo, no tiene problemas en nombrar partes del templo en
honor a los emperadores romanos.

En el 4 a.C. Herodes muere y Augusto decide repartir el reino entre los hijos de Herodes; a cargo de Judea
queda Arquelao hasta el 6 d.C., cuando Roma se hace cargo directamente a través de ≠ prefectos: Poncio
Pilato es el quinto, entre 26 y 36 d.C. Había sido nombrado por Tiberio pero como éste se retira ese mismo
año, en la práctica el poder queda en manos de Cejano, que impulsa una política poco tolerante en general y
con los judíos en particular. Se supone que Julio César había eximido a Judea del culto al emperador debido a
su monoteísmo, a cambio de que los judíos incluyan siempre al emperador en sus plegarias. Esto es lo que
parece haber desagradado a Cejano, que designa a Pilato con el objetivo de provocar al pueblo judío. Así, la
relación entre Judea y Roma se daba en términos nada amistosos, con una tensión permanente. En el 70
estalla directamente la guerra abierta y Roma conquista Jerusalén, cambiando su nombre.

Es en este contexto general que surgen en Judea distintos sujetos que plantean distintas respuestas al
problema de la dominación romana. No es sólo uno, sino que es una amplia gama de individuos que se
reconocen a sí mismos mediadores con la divinidad. Y es en esta coyuntura que supuestamente vivió Jesús;
el escenario hace que sea totalmente esperable, uno en muchos, y que no represente una ruptura con su
tiempo.

ESTRADA, J. A.: “Las primeras comunidades cristianas”

Divide a la evolución del cristianismo en dos períodos principales:

a) Período “espiritual”.
b) Período “institucionalista” (cuyo momento determinante se da con el Edicto de Milán en 313 bajo
Constantino).

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Esta periodización se corresponde con la que se puede establecer tomando en cuenta la relación entre Roma
y el cristianismo, coincidiendo el período espiritual con la época de las persecuciones y el período
institucionalista con la de la tolerancia y el fin de las mismas. Además, también se puede establecer un
paralelo con respecto a los dos grandes períodos historiográficos de los inicios del cristianismo: a) Hasta el
313 es el período de los apologetas, que predican la defensa del cristianismo de los ataques de los
intelectuales romanos. b) Desde el 313 ya no hay de qué defenderse, por lo que es un período de activa
producción teológica y de reflexión sobre el dogma cristiano (acá surgen con fuerza las disidencias).

El período espiritual no necesita la institucionalización por la creencia de la inminente salvación con el


retorno de Cristo. Pero el problema es que en la práctica esto no pasa, y aún vertientes como la de Pablo,
que le confiere a la idea del retorno un valor más espiritual y simbólico, tienen problemas. Por lo tanto se
hace necesaria la institucionalización, que deriva en una reorganización del cristianismo. A partir de acá se
dan las disputas entre los distintos credos, en defensa cada uno de que el propio es el cristianismo
“verdadero”. Las primeras resoluciones de estos problemas van a venir de la mano de los emperadores, que
definen cuál es el credo ortodoxo. Así, Teodosio declara la ortodoxia nicena. Antes de esto no existe una
ortodoxia, sino que son diferentes facciones que se disputan interpretaciones sobre los hechos. Los
movimientos de tipo profético eran un problema para el cristianismo que pretendía institucionalizarse, ya
que las distintas realidades imposibilitaban la construcción y el mantenimiento de una jerarquía eclesiástica.

Se pueden delinear tres grandes corrientes del cristianismo primitivo:

1) La Tradición Judeo-Palestinense: Su centro neurálgico era Jerusalén; se esforzaban por mantener la


vinculación con Israel y el templo, ya que seguían viéndose como parte integrante de Israel y no
querían romper con el judaísmo porque defendían a Jesús como mesías prometido del judaísmo.
Tenían como líder a Santiago.
2) La Corriente Judeo-Cristiana Helenista: Su ciudad clave era Antioquía. Es el de la mayoría de la
diáspora del Imperio romano, mucho más liberales y abiertos que los palestinenses. Su teología
estriba en la superación del culto, del templo y del sacerdocio judío y eran la corriente judeo-
cristiana más receptiva al apóstol Pablo. Tenían como líder a Esteban, el primer mártir del
cristianismo.
3) La Corriente Pro-Pagana: Es el grupo más radical y tenían como líder a Pablo, quien a la larga fue el
de mayor influjo en el cristianismo primitivo y tuvo en Roma su centro fundamental de difusión, en
el que vivió y murió Pablo. Representa la superación de Israel y la ruptura mayor con sus tradiciones,
tomando distancia de los judeo-cristianos y siendo tajantes respecto de la superación de la Ley, la
circuncisión y el mismo Israel. Pablo era para muchos un apóstol radical, que había roto
completamente con el judaísmo. La superación de la Ley resultaba inadmisible para quienes querían
preservar las tradiciones y mandatos del Antiguo Testamento. Representa la corriente más pro
pagana y menos pro judía.

Es en este contexto de disputas que surgieron las primeras autoridades, los apóstoles, testigos de Cristo
resucitado, inspirados a asumir un liderazgo en las comunidades. Los apóstoles tenían un origen carismático
y experiencial, no son delegados de las comunidades ni sus representantes, sino personas que afirmaban
haber tenido un encuentro con Cristo resucitado, del que derivaban su autoridad. Lógicamente las
comunidades cristianas copiaron las estructuras y funciones de las sociedades de las que provenían: judías y
helenistas, y asumieron de ellas los títulos para sus dirigentes y las funciones y tareas que éstos ejercieron.
Por un lado, estaban las comunidades de origen hebreo, como la iglesia de Jerusalén. En ellas había un

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gobierno colegial de ministros a los que se llamaba «presbíteros»; eran representantes de las familias
principales, encargados de las comunidades y miembros importantes en las sinagogas. Junto a estas
comunidades estaban las iglesias de mayoría gentil o pagana, gobernadas por un colegio de obispos y
diáconos, términos ambos usuales en la sociedad romana. Una de las claves del éxito cristiano en la sociedad
romana está en su excelente organización, inspirada en la estructura administrativa del Imperio.

La doble estructura organizativa y jerárquica presbiteral-episcopal del cristianismo resultaba inviable a largo
plazo. Es por esto que en el último cuarto del S.I se dio un doble proceso: por un lado, se tendió a la
homogeneización de la estructura ministerial, por otro se buscó una legitimación teológica a las estructuras
ya existentes que, de ser posible, se vinculara al mismo Jesús, a pesar de que éste ni creó ni fundó
ministerios locales, entre otras cosas porque tampoco fundó iglesias. Así culminó el complejo proceso
institucional de dos siglos: la comunidad perdió protagonismo a favor de sus dirigentes y éstos concentraron
el poder, desbancando a los profetas, maestros y demás carismáticos. Finalmente, se impuso la tríada de
obispos, presbíteros y diáconos con una graduación y una subordinación cada vez más delimitada y
jerárquica, creando el perfil de la carrera clerical. Entonces, a finales del S.II, se desarrolló la teología de la
sucesión apostólica, sobre la base de los obispos como seguidores y sucesores de los apóstoles.

DE CONSTANTINO A CONSTANCIO II Y TEODOSIO: ORTODOXOS Y HEREJES

FERNANDEZ UBIÑA, J.: “Constantino y el triunfo del cristianismo en el Imperio Romano”

A mediados del S.III el Imperio romano sufrió tantas adversidades y contratiempos que estuvo a punto de
fragmentarse y desaparecer. Los cristianos fueron víctimas propiciatorias de estas desgracias, pues en la
mentalidad antigua su causa principal era la impiedad. De ahí que las medidas tomadas para superar las
crisis estuvieran teñidas de religiosidad. Las reformas del emperador Diocleciano (284-305) vienen a
responder a estos problemas y, entre otras cosas, instaura una tetrarquía compuesta por dos Augustos
(Diocleciano en la parte oriental y Maximiano en la occidental) asistidos por sendos Césares (Galerio y
Constancio Cloro). Cuando los dos Augustos abdicaron en 305, su lugar fue ocupado por los césares, de
manera que ese año Constancio Cloro, padre de Constantino, fue nombrado Augusto en la parte oriental del
Imperio. Dado que el sistema no era dinástico, el lugar de los antiguos césares no fue ocupado por ningún
familiar de los tetrarcas sino por Maximino Daya en oriente y Valerio Severo en occidente.

De este modo, tanto Constantino como Majencio (hijo de Maximiano) quedaron descartados de las altas
esferas del poder y fue esto lo que arruinaría el régimen tetrárquico. La muerte repentina de Constancio
Cloro hizo estallar el orden tetrárquico y Constantino fue proclamado emperador por las tropas de su padre.
Maximiano y su hijo Majencio siguieron su ejemplo y también se proclamaron emperadores en occidente. El
triunfo de Constantino sobre Majencio (312) y de Licinio sobre Maximinio (313) dejó el Imperio en sus
manos, la parte occidental para el primero y la oriental para el segundo. Pero las relaciones entre ambos
césares, que ambicionaban el poder único del Imperio, no tardaron en deteriorarse y los cristianos hubieron
de tomar partido por uno u otro. En número creciente optaron por Constantino, cuyas medidas a favor del
cristianismo eran sin dudas más ventajosas que las de Licinio. Dado el ambiente religioso en que se iniciaron
las hostilidades, no sorprende que tras la derrota definitiva de Licinio en Crisópolis (324) los apologetas
cristianos diesen un tinte teológico a la guerra, satanizaran al perdedor y exaltaran al triunfador como un
protegido de Dios. Y el fervor cristiano de Constantino se acentuó, en efecto, durante la etapa de la
monarquía absoluta (324-337) en la que fue marginada la religión romana y prohibidas sus ceremonias. Lo
que se proponía el emperador era que la nueva religión cumpla las funciones institucionales que siempre
asumió el paganismo y que los clérigos ocupen el vacío dejado por las viejas magistraturas sacerdotales. Esta

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mentalidad explica la orientación cultual que toma definitivamente el cristianismo, cada día más identificado
con las manifestaciones externas del poder y más alejado de la sencillez evangélica de sus orígenes.

ZURUTUZA, H.: “La intolerancia religiosa de Constancio II”

Constancio II fue un emperador cristiano pero se encontró frente a problemas nuevos que no llegó a
resolver, problemas diferentes a los que tuvo que enfrentar su padre. Precisamente la mayor dificultad la
hallará en el mismo ámbito cristiano que Constantino había aceptado y protegido: más allá de la persistencia
del paganismo o del fenómeno judío, se preocupó por las discusiones teológicas que alteraban la Iglesia
desde el Concilio de Nicea. Y es que Constancio estaba convencido de que la unidad de la Iglesia era el factor
decisivo para la unidad del Imperio y para la paz social que debía restablecerse en el mundo romano. Pero la
realización de tal programa se impuso con coerción, valiéndose de todos los medios que el brazo secular
ponía a su disposición como gobernante. Al quedar como único protagonista después de la muerte en 350
de su hermano Constante y de la derrota definitiva y posterior suicidio del usurpador Magnencio (353),
Constancio definió su propia ortodoxia, profundizando así las fisuras del conflictivo espacio cristiano,
alterado desde la adopción del símbolo niceno. Convencido de ser instrumento de Dios, ya que desde su
perspectiva las victorias que conseguía probaban su ortodoxia, puesto que el Señor no podía proteger a un
herético, durante su reinado se reforzó la injerencia del príncipe en los asuntos de la Iglesia poniéndose del
lado de una parte del cuerpo eclesiástico: los arrianos, que tampoco configuraban un conjunto
doctrinalmente homogéneo.

El S.IV, con la multiplicación de controversias y fracturas al interior de la comunidad cristiana, fue el


escenario de numerosos exilios. La más temprana y manifiesta intolerancia cristiana no tuvo como víctima a
los paganos, sino a los cristianos considerados heréticos. Y es que la controversia arriana, además de ser un
debate teológico, devino también en un conflicto de competencias entre sedes episcopales, un
enfrentamiento entre figuras carismáticas, a la vez que una confrontación entre matrices culturales
diferentes: pars occidentis vs. pars orientis, por lo que el exilio constituyó una clara manifestación de
intolerancia, además de ser un instrumento de represión contra el oponente. En el concilio de Nicea de 325
se sancionó el símbolo de la fe que, aprobado por los obispos como canon de ortodoxia, desencadenó
represalias contra todos los que se negaron a suscribirlo. En pocos años esta situación desembocó en un
violento enfrentamiento entre Constancio II y los obispos, visibilizando una crítica situación en la que los
participantes estaban compitiendo por la distribución del poder en el nuevo Imperio cristiano.

La política del emperador se caracterizó en este período por una serie de defenestraciones de las sedes
episcopales ortodoxas y, sobre todo, por la instalación de arrianos, reclutados especialmente entre
personajes de origen oriental, en aquellos sitios que habían quedado vacantes. En este clima tenso los
debates no fueron solamente discusiones teóricas entre los letrados eclesiásticos: los clérigos, los laicos e
incluso los monjes en Oriente se involucraron en la discusión, interviniendo con violencia, provocando
desórdenes, verdaderas batallas en las ciudades con participación de masas enfurecidas armadas. Entonces
los enfrentamientos doctrinales entre cristianos que, en tanto que ciudadanos romanos eran al mismo
tiempo cuestiones del Imperio, degeneraron en tumultos de orden público, amenazando la cohesión social.
Constancio II recurrió al alejamiento y confinamiento geográfico de los disidentes del homeísmo,
convirtiendo estos dispositivos en una práctica habitual. Aunque el exilio expresa una relación de poder, de
dominación y es casi siempre el referente del relegado, la difusión de la producción escrituraria generada en
condiciones adversas proporcionó un instrumento de efectos devastadores que los exiliados no dejaron de

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utilizar, textos de denuncia que al proyectar convincentes efectos de verdad en las comunidades cristianas
terminaron instituyendo un consenso definitivamente favorable a la posición nicena.

ESCRIBANO PAÑO, M. V.: “El cristianismo marginado. Heterodoxos, cismáticos y herejes del S.IV”

Con Constancio como Augusto único del Imperio, la intervención del príncipe en el devenir de la disputa
arriana fue determinante. La victoria de los homeos –y por tanto del arrianismo- se consumó en el Concilio
de Constantinopla en 360, convocado por el emperador en la capital de oriente para sancionar el final de la
disputa: se retomó la fórmula del credo datado con algunos matices (el Hijo es semejante al Padre), se
abolieron todos los credos anteriores y se prohibió expresamente crear otros nuevos. Así, Constancio creía
haber unido el Imperio bajo el credo arriano en su versión homea. Pero la política de tolerancia puesta en
práctica por el helenista Juliano, al anular las órdenes de exilio, comportó el resurgimiento de la lucha por las
sillas episcopales y la vuelta a la disputa teológica. En nombre de la tolerancia, Juliano autorizó a regresar y
practicar su culto a los cristianos que habían partido al exilio. La finalidad de esta medida era fomentar las
disensiones en el seno de la Iglesia y contribuir así a su debilitamiento, entro de un plan general
anticristiano. Con el asenso de un emperador cristiano pero inexperto en teología como era el general
Joviano dio una nueva oportunidad a los partidos religiosos orientales, que rivalizaron entre sí para ganarlo
para su influencia. El desorden religioso se agravó con la confusa y vacilante política religiosa de Valente:
mientras en occidente su hermano Valentiniano evitaba inmiscuirse en los asuntos de la Iglesia, lo que
equivalía a consentir que los mayoritarios nicenos recuperasen su ventaja, en oriente, con una Iglesia mucho
más dividida, se reproducía la situación vivida con Constancio. Pero pese a la persecución imperial el
neonicenismo se fortaleció en la resistencia a Valente y en el combate teológico frente a los homeos.

Poco antes de morir en 378 Valente autorizó a volver del exilio a los nicenos. La actuación teológica de
Teodosio supuso un claro corte con respecto al pasado: frente a la política arrianizante y ambigua de sus
predecesores, manifestó, desde Tesalónica y antes de entrar en Constantinopla, su disposición a imponer la
ortodoxia nicena en el Imperio e hizo de ello el distintivo de su régimen, en una clara ruptura con Valente. Su
nombramiento por el Augusto occidental Graciano (que había sucedido a Valentiniano en 375) respondía a la
situación de emergencia creada en la parte oriental del Imperio después de que las tropas godas abatieran
en 378 al emperador Valente, y con él a buena parte de los ejércitos de oriente, en Adrianópolis. Al cabo de
un año de estancia en Constantinopla en una constitutio en 381 el emperador condenaba como heréticos a
fortinianos, arrianos y eunomianos; prohibía sus reuniones, los privaba de sus iglesias, ordenaba su
devolución a los obispos ortodoxos que observaban la fe nicena y mandaba a expulsar fuera de las ciudades
a quienes persistieran en el error. La promulgación de esta ley se vio coronada con el Concilio convocado por
Teodosio en Constantinopla, cuyo resultado fue la condena de la herejía arriana y la redacción de un símbolo
que complementaba el de Nicea: declaraba la unidad consustancial de las tres personas de la Trinidad. Esta
disposición y las sucesivas leyes contra la herejía dictadas por la cancillería de Teodosio que penalizaban con
la infamia, el exilio y la confiscación a los disidentes, tuvieron por efecto la paulatina desarticulación de la
iglesia arriana y la extinción de los últimos focos de resistencia en oriente. En occidente el nicenismo se
había impuesto mucho antes y ya en 387 el arrianismo era una fe en curso de extinción, sin iglesia ni
organización, tanto en oriente como en occidente. El homeísmo perduró más allá de los límites del Imperio
entre godos y alamanes y cuando volvió a entrar en el solar imperial, era considerada una religión de
bárbaros.

6. Una polémica historiográfica: la delimitación de la Antigüedad Tardía

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379: Teodosio (niceno) es nombrado 2º Augusto de Occidente por Graciano. 380: Concilio de Tesalónica: ortodoxia nicena 
persecución a los arrianos. 381: Concilio de Constantinopla: condena a la herejía arriana + leyes contra las herejías  los arrianos
van desapareciendo. 388 - 392: Teodosio aleja a Valentiniano II a las Galias donde muere violentamente. Se dan algunos intentos de
usurpación a los que Teodosio pone fin y Teodosio queda como único emperador. 476: ≠ En la relación con los bárbaros en oriente y
occidente, oriente los rechaza, a occidente no le da y los instala en sus propios ejércitos. Con la muerte de Rómulo Augústulo se
extingue el linaje de los emperadores romanos en Occidente. El imperio de Oriente se resigna a esta situación y se da un
reconocimiento de facto de los reyes ostrogodos que suceden a Rómulo (Odocaro).
527 - 565: Con el reinado de Justiniano en Oriente hay un intento de recuperar los territorios del Imperio de Occidente: “Política de
Reconquista”. Esta cosecha un gran éxito inicial, aunque después fracasa en su enorme propósito. Sin embargo, el balance es exitoso
porque se recuperan los territorios del norte de África y una parte de Italia y España para el ya por entonces Imperio Bizantino.
590 - 604: Gregorio Magno Papa.

El concepto de “Antigüedad Tardía” es una construcción que hace referencia al período que va desde el S.IV
con Teodosio hasta fines del S.VI con Gregorio Magno como papa u obispo de Roma. Esta categoría
propone para este lapso (en contraposición con las teorías tradicionales de la “decadencia y caída” del
Imperio Romano en 476) una sociedad que ya no es plenamente romana pero que tampoco puede tomarse
como medieval: es una sociedad que se encuentra en transición entre estructuras clásicas -y ya a principios
del S.V también habría que contar a las estructuras “bárbaras”- y feudales. Implica reconocer, más que una
súbita caída, un proceso de lenta transformación y cambios, una sociedad marcada tanto por la continuidad
con el período anterior como por transformaciones que terminarán de configurar el período que viene. En
Roma, por ejemplo, hay un marcado descenso poblacional, pero las redes comerciales romanas se
mantienen durante todo el período. Lo importante a resaltar es la continuidad, no sólo de muchas
instituciones y estructuras políticas y económicas, sino también en el plano cultural, a partir del rol que van
adquiriendo los obispos en este contexto.

El concepto de Bajo Imperio ya no existe o existe en las escrituras obsoletas, porque quería decir que Roma
era importante hasta los antoninos y que ya con los Severos y la crisis del S.III caía indefectiblemente, pero
entonces, ¿qué pasaba? ¿No hay más romanos? ¿No hay más senado? ¿Qué pasa con las élites locales?
¿Qué pasa con el control de las instituciones? Aparece acá, entonces, la necesidad metodológica de trabajar
en clave de Antigüedad tardía los siglos tardíos del Imperio.

En el S.VII el cristianismo ha conseguido construir una estructura de poder de fundamento religioso pero de
implicancias políticas, económicas, culturales y sociales que le garantizan un puesto de privilegio, si no de
primacía, en la conducción de los destinos del territorio del viejo Imperio romano. Actores fundamentales en
todo esto son los obispos, entre los cuales se destaca Gregorio Magno quien, de 590 - 604, es obispo de
Roma. Lo que lo distingue es su capacidad de consumar las apetencias que la mayor parte de sus
predecesores habían esbozado sin llegar a adquirirlas del todo. Durante su papado, se convierte en referente
social, político y económico de un vasto territorio dependiente de Roma que se extiende hasta Sicilia. Por su
accionar se asemeja, a decir de ciertos autores, a un Papa medieval, y por ello hay quienes encuentran en él
el indicio decisivo del fin de la Antigüedad tardía.

EL PROBLEMA DE LA “DECADENCIA Y CAÍDA” DEL MUNDO ANTIGUO

CAMERON, A.: “El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía”

El S.V fue testigo de uno de los sucesos nunca acaecidos más famosos de la historia: la denominada «caída
del imperio romano de Occidente» que, según se afirma, tuvo lugar en 476. Pero este año carece por
completo de significación dentro del contexto de cambios económicos y sociales que se produjeron en esta
época; es muy probable que ni siquiera la población de Italia notara al principio una gran diferencia: los

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cambios que se estaban produciendo tendrían un efecto duradero que hace más provechoso adoptar una
perspectiva más estructural. En términos políticos, la caída de Rómulo Augústulo era perfectamente
previsible. En cuanto a Odocaro, procedía de una de las muchas tribus germánicas que contaban con una
nutrida representación en las tropas federadas del ejército romano (o lo que quedaba de él). Con la
instauración de los reinos bárbaros entramos en una etapa histórica que tradicionalmente se ha considerado
como los albores de la Edad Media. Pero los rasgos permanentes del pasado son tantos que podemos
considerar toda esta época, hasta finales del S.VI, una mera continuación del mundo mediterráneo de la
Antigüedad tardía; y los testimonios arqueológicos de que disponemos muestran a todas luces que las
actividades comerciales y las comunicaciones con países lejanos siguieron su curso habitual.

Por consiguiente puede resultar definitivamente erróneo pensar que se produjo una separación efectiva de
Oriente y Occidente, de reinos romano-germánicos e Imperio Bizantino: los propios reinos occidentales
conservaron muchas instituciones romanas y, según parece, consideraban que sus vínculos con el
emperador de Constantinopla respondían a la habitual relación de patrocinio y clientela; los reyes, por lo
demás, ostentaban títulos típicamente romanos. La vieja clase alta romana pervivió en gran medida, y sus
miembros fueron adaptándose como pudieron a los nuevos regímenes. Hasta finales de esta época, buena
parte del territorio que circunda al Mediterráneo oriental se hallaba sujeta a un mismo sistema
administrativo y de gobierno, al cual pagaba sus impuestos y del cual esperaba que lo defendiera mediante
obras de defensa y el empleo de su poderío militar. En muchas regiones la cultura seguía siendo en gran
medida urbana, como había sido siempre. Y, mientras pervivieron las ciudades, todo el aparato que
acompañaba la cultura tuvo también ocasión de sobrevivir. Sería la decadencia de estas ciudades -que halló
su prístina manifestación en el decaimiento de dichas instituciones- la que realmente vendría a marcar la
transición de la Antigüedad a la Edad Media. La otra institución que daba cierta sensación de unidad de
costumbres, no sólo de creencias, era la Iglesia.

A pesar del nuevo sistema jurídico más centralizado, y de las amenazas de castigos más severos, el gobierno
del Bajo Imperio probablemente no fuera más totalitario, ni la vida cotidiana más brutal de lo que fuera a
comienzos de la época imperial. Las estructuras estatales características de los primeros tiempos del imperio
siguieron hasta cierto punto vivas y la Iglesia, principal rival del estado en la lucha por el control de la
sociedad, siguió compartiendo el protagonismo con los poderes temporales. Las comunicaciones y el
comercio con lugares distantes siguieron su curso, incluso tras la pérdida de las provincias de Occidente a
finales del S.V. Se trataba de una sociedad premoderna y preindustrial, como siempre, pero en Oriente -y
también en muchas regiones de Occidente- seguía siendo una sociedad claramente romana; todavía no
había empezado la Edad Media. El Imperio romano no llegó a su fin a través de un proceso de cambio
revolucionario. No se produjeron levantamientos ni hubo impulso revolucionario alguno que diera lugar a su
hundimiento y la lucha de clases, si es que existió (y evidentemente las desigualdades sociales eran
enormes), tuvo un carácter mayormente pasivo e inerte.

BROWN, P.: “El mundo de la Antigüedad Tardía. De Marco Aurelio a Mahoma”

Las invasiones bárbaras no acabaron con la sociedad romana occidental, pero alteraron drásticamente el
tono vital de las provincias occidentales. Inmediatamente después del saco de Roma, la iglesia católica
afirmó su unidad: los hombres tenían la sensación de que no podían permitirse las vigorosas contiendas
religiosas de una época más segura. Los últimos paganos, por consiguiente, se unieron a la Iglesia. Su cultura
y patriotismo contribuyeron al fortalecimiento de las fronteras del catolicismo. Unido a esta nueva
solidaridad religiosa apareció el fortalecimiento de los lazos locales; la política de los cortesanos romanos en

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las nuevas cortes bárbaras era meramente local y, para dirigir la sociedad local en las condiciones reales de
finales del S.V, era necesario ser su obispo: sólo la solidaridad de la comunidad católica podía unir al noble
local con sus súbditos.

La ascensión al poder de Heraclio y su victoria sobre Persia tuvo lugar en una atmósfera de cruzada: había
navegado hasta Constantinopla con un ícono de la virgen en el calcés del palo mayor; había lanzado sus
expediciones contra Persia como una cruzada para recobrar del infiel la reliquia de la Santa Cruz, capturada
por los persas en Jerusalén en 614. Estos gestos han llevado a algunos investigadores a describir a Heraclio
como el primer gobernante «medieval de Bizancio», pero en lo que respecta a la política real de este
emperador, tal concepción es errónea. Heraclio no era un innovador, sino en realidad un monarca
básicamente conservador, un heredero de las tradiciones autocráticas de Justiniano que intentaba obtener
el mejor partido de una situación desesperada. Más que llevar a cabo ningún cambio consciente de política,
la gran guerra de Bizancio y Persia reveló simplemente con mayor definición un estado de cosas que se había
ido creando en las generaciones precedentes. La atmósfera del mundo mediterráneo había cambiado desde
mediados del S.VI. Miremos a Bizancio, a Italia, a la Hispania visigoda o a las Galias, recibimos la misma
impresión: al igual que el viajero de un tren cae en la cuenta, al final de un largo y pesado viaje, de que el
paisaje exterior ha cambiado, en las generaciones cruciales entre los reinados de Justiniano y Heraclio
podemos percibir el nacimiento definitivo del mundo bizantino. Las fronteras se endurecieron y el Imperio
Bizantino adquirió la solidez y el espléndido aislamiento que lo caracterizaron a lo largo de toda la Edad
Media. Al otro extremo del Mediterráneo tuvo lugar una evolución similar: los reyes católicos de la Hispania
visigoda fundieron el Estado y la Iglesia y gobernaron las ciudades a través de sus obispos.

El endurecimiento de las fronteras refleja una rigidez interior. Después de Justiniano, el mundo
mediterráneo llegó a considerarse a sí mismo no como una sociedad en la que el cristianismo era
meramente la religión dominante, sino como una entidad del todo cristiana. Los paganos desaparecieron de
las clases superiores e incluso del campo: la idea medieval de una sociedad cristiana flanqueada
incómodamente por un gueto comenzó en este período. Este cambio era el síntoma de una rápida
simplificación de la cultura. El rasgo más importante del mundo antiguo, especialmente en su fase más
tardía, había sido la existencia de una nítida frontera entre las culturas aristocrática y popular. A fines del
S.VI estos límites fueron del todo eliminados: la cultura del cristianismo de la calle llegó a ser por primera vez
idéntica a la de la élite de los obispos y gobernantes. En el Occidente, la élite secular desapareció sin más y
aquellas dinastías senatoriales que no habían fenecido del todo pero que iban a ser reemplazadas por
cortesanos de orígenes romano-germánicos corrieron hacia los obispos. El entorno y el medio que habían
sustentado la tradición clásica a lo largo de todo el S.VI se desvanecieron rápidamente en el VII.

Desde la época de Teodosio I hasta el reinado de Justiniano I, los emperadores habían conseguido manipular
la opinión pública astutamente: por distintos medios, habían conseguido que el provincial medio, sean
cuales fueran su lengua, su nivel cultural y sus preferencias teológicas, sintiera que era un «ciudadano» de
un único imperio cristiano. Y ese fue el mayor éxito político del mundo de la Antigüedad tardía. Pero a fines
del S.VII un nuevo y rápido surgimiento de la devoción popular hizo más difícil encauzar las lealtades. La
comunidad cristiana había visto crecer sus fuerzas desde mediados del S.VI: como resultado de las reformas
de Justiniano, el obispo acabó por desbancar a los consejeros ciudadanos al frente de las ciudades. El obispo
fue quien reconstruyó las murallas y negoció con los bárbaros. En los años de emergencia, en el giro del S.VI
al S.VII y durante esta última centuria, fueron los patriarcas quienes mantuvieron vivas para el Imperio a las
grandes ciudades.

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Y esto fue más que una mera evolución social. La nueva devoción popular señaló el resurgimiento de un
antiguo tema: el ideal de una cultura religiosa total. Esto no había ocurrido anteriormente. El Estado romano
oriental había mantenido una fachada subpagana en muchos aspectos de su vida pública; amplias zonas de
la educación y de esa vida pública se habían mantenido seculares. Paradójicamente, la llegada de los
ejércitos árabes completó la cristianización de la vida pública de las ciudades del Próximo Oriente: bajo la
férula mahometana, el nuevo estilo de la cultura cristiana, que había sido preparado a finales del S.VI, logró
consolidar las poblaciones cristianas del Próximo Oriente y las preservó hasta los tiempos modernos. En esta
nueva cultura el hombre quedaba definido solamente por su religión; no debía fidelidad al Estado,
pertenecía sólo a una comunidad de creyentes. La llegada de los árabes cortó simplemente los últimos hilos
que habían ligado a los provinciales del Próximo Oriente con el Imperio romano. En el Imperio árabe nadie
era un «ciudadano» en el sentido clásico. Ello significaba la victoria final de la idea de comunidad religiosa
sobre la concepción clásica del Estado. Los obispos, que negociaron con los generales mahometanos en
nombre de sus ciudades durante las relampagueantes conquistas del 640 y 650, quedaron confirmados
durante un lapso de mil años en la posición que habían ido ganando imperceptiblemente desde el reinado
de Justiniano. El mundo antiguo había muerto en la imaginación de los habitantes del Mediterráneo oriental.

EL ROL DE LOS OBISPOS. GREGORIO MAGNO: OBISPO POLIÉDRICO

TEJA, R.: “Emperadores, obispos, monjes y mujeres. Protagonistas del cristianismo antiguo”

El obispo en la Antigüedad es difícil de definir. El mundo grecorromano creó numerosas figuras que
conforman la enorme riqueza de la civilización antigua, pero el obispo no es identificable o asimilable con
ninguna de ellas. Es una especie de poliedro: según el punto de vista del observador, puede aparecer como
sacerdote, político, rétor, jurista, juez… pero el resultado final es una conjunción de todas ellas. Es por eso
que el obispo es la creación más original del mundo antiguo en su etapa final, y la que quizá mejor
caracteriza a la sociedad tardo-antigua. Mientras en Occidente el obispo se consolidó por su capacidad de
dar respuesta a los problemas de supervivencia en una sociedad sometida a los invasores y privada de una
autoridad estatal eficaz, en Oriente el obispo se afirmó en medio de una estructura política poderosa y
frente a las intervenciones sistemáticas del poder imperial. Ello explicaría el que la mayoría de los obispos
orientales procediesen de las aristocracias urbanas representadas por los rangos curiales y que su acceso a la
carrera eclesiástica se presentase para ellos como la posibilidad de conservar y reforzar el papel político y la
influencia social que en la vida civil encontraba la competencia siempre creciente de las estructuras estatales
a través del poder reforzado de los funcionarios. Así, el obispo de la Antigüedad tardía se presenta como una
figura eminentemente laica, heredera del político del mundo clásico grecorromano, aunque las bases de su
poder fuesen religiosas.

Al mismo tiempo que el obispo se consolidaba como un poder emergente, en contraste muchas veces con el
poder del emperador y de los funcionarios, surgió entre los propios obispos la tendencia a elaborar un
soporte ideológico de la figura episcopal en la que se definen claramente su papel y sus competencias
respecto de la comunidad y los restantes poderes políticos. Fue en la segunda mitad del S.IV cuando los
obispos se vieron en la necesidad de reflexionar sobre sí mismos y de elaborar esta imagen de episcopado
que debía reforzar sus funciones políticas, sociales y religiosas en competencia con otros poderes
recurrentes. Y es que en el S.IV el episcopado se ha convertido en un puesto altamente apetecido por el
prestigio que reporta y los beneficios de tipo social y económico que conlleva.

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CAMERON, A.: “El mundo mediterráneo en la Antigüedad Tardía”

Durante los ochenta años transcurridos aproximadamente entre el denominado Edicto de Milán (313) y la
promulgación de la legislación antipagana de Teodosio I (391-392), la Iglesia cristiana y sus obispos fueron
ganando una posición fortísima dentro del estado romano. Por aquel entonces el cristianismo constituía un
factor muy importante dentro de la sociedad en general, aunque todavía estuviera muy lejos de ser la
religión profesada por la totalidad de la población. Y precisamente la importancia concedida al fenómeno de
la cristianización en todas sus formas constituye una parte importante del moderno concepto de
«Antigüedad tardía».

Sabemos de la existencia en esta época de numerosos obispos influyentes, cuyo poder se extendía más allá
del ámbito que en la actualidad consideraríamos puramente religioso; el precedente lo sentó el propio
Constantino, al concederles jurisdicción secular, y así en determinadas zonas alcanzaron una hegemonía que
fue incrementándose a medida que iban aumentando las dificultades con las que chocaba el mantenimiento
de la administración civil. Con el transcurso del tiempo la importancia de los obispos, lejos de disminuir, fue
aumentando más y más. Por lo general procedían de las clases altas más cultas y a menudo habían recibido
una esmerada educación en el terreno de la retórica clásica, que seguía constituyendo el núcleo esencial de
la enseñanza superior. Dada la confusa situación reinante en Occidente durante el S.V, los obispos se vieron
a menudo desempeñando el papel de defensores de los valores de la civilización. Y, a lo largo del S.VI, fueron
adaptándose a las necesidades impuestas por los nuevos amos de la situación.

La importancia cada vez mayor del papado, evidenciada en el caso de Gregorio Magno (490-604) fue
asimismo fruto no sólo de la situación política de la época, sino también de la habilidad y la energía personal
de la que hicieron gala muchos otros obispos. Era natural a todas luces que la diócesis de Roma ocupara una
posición eminente, tanto en el ámbito de la autoridad secular como en el terreno religioso; igualmente el
patriarca de Constantinopla, si bien no era técnicamente superior a los otros patriarcas de Oriente, tenía
siempre la posibilidad de intervenir de un modo más personal en la política estatal y de mantener una
relación más estrecha con el emperador.

TEÓRICOS + FUENTES

El cristianismo ya había sido oficialmente aceptado, había dejado de ser religio elicita para pasar a ser religio
licita, aceptada jurídicamente; se habían devuelto propiedades, bienes, pero era sólo una religión más en el
ecléctico mundo romano. A partir de una serie de acciones por parte de Teodosio, fundamentalmente el
Edicto de Tesalónica, el Imperio Romano se convierte en Imperio Cristiano oficialmente. A partir de esto es
que el paganismo finaliza oficialmente para siempre, aunque es necesario hacer algunas digresiones en
cuanto al mundo rural: el mundo pagano fenece oficialmente sobre todo en las ciudades, hay edictos
promulgados por Teodosio que hacen cerrar los templos paganos, perseguir prácticas de este origen, etc.
Ahora se logra una cohesión ideológica política legitimada por esta religión triunfante, que aparecería por fin
como una religión legítima. La ciudad es un ámbito donde el cristianismo pesa con fuerza, pero en las
periferias rurales y algunas zonas (como el norte de la Galia) el paganismo estaba en auge: había islas en los
campos, en los bosques, en donde el paganismo subsistía. Lo que hay que tener en claro en este punto es
que, en general, es la ciudad, el fenómeno urbano, el que reproduce el poder con claridad y eficacia y que
los senadores, transformados en obispos, ayudan a mantenerlo y reproducirlo. Los campos y las periferias,
por el contrario, se van a ver todavía influidos por este paganismo.

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Uno de los conflictos característicos de esta etapa va a ser la tensión creciente entre los obispos y el
emperador. La Iglesia iba imponiendo su poder en los centros urbanos, y ahí es cuando evidentemente
empiezan las controversias sobre el control del poder y se van dando cuenta de que la silla episcopal tiene
una cierta densidad. La Iglesia quiere que el emperador dependa de ella y el emperador quiere dirigir los
concilios y meterse en los problemas de la Iglesia. Entonces, ¿cuál es la solución? Acá aparecen las mujeres
como puente, ya que la mayoría de los senadores perduran como paganos debido a que quedan como
ciudadanos completos de derecho, participan del cursus honorum, acceden a las magistraturas, al poder
militar, al control de la tierra, de las prebendas. Acá la condición de pagano es algo que trasciende lo
religioso, es una cuestión que nace en el seno de estas familias que desde hace siglos venían controlando el
poder y la acumulación de riquezas. Ser ciudadano pleno significaba ser pagano; ser cristiano, no ir a la
guerra, la doctrina cristiana habla de paz, no de violencia. Y acá se da un juego interesante: si quiero
perdurar en el control del estado, entonces no me cristianizo16.

Algunos ejemplos de obispos pueden ser Ambrosio de Milán, Fulgencio el africano o Gregorio Magno,
Gregorio el grande, que para algunos es el primer Papa. Hombre de la Iglesia, en su epitafio llamado cónsul
dei, cónsul de Dios: un término político romano, porque también es un hombre político y no es casual: le
preocupa lo teológico, le preocupa el dogma, pero le preocupa el control de las regiones, no sólo en relación
a su evangelización. También le preocupa el control de las tierras, el control patrimonial, de aquellas familias
que pertenecían a la élite. Es un obispo vinculado a lo social, a lo político y a lo económico17, tal como dice
Ramón Teja: el obispo tardoantiguo es poliédrico, es un cuerpo con muchas caras. Es hombre piadoso, sin
dudas, pero también le preocupa lo social, es hombre especulativo, quiere el control del poder, es hombre
que también mira lo económico. Y es uno de los grandes temas del período. Los obispos del período (entre el
S.IV y el S.VI) deben ser considerados como si fueran síntesis de ese traspasamiento del poder senatorial de
las élites locales a las cátedras episcopales. Estas cátedras se convierten en una manera de retener el poder
y reproducirlo.

En Gregorio, en particular, es interesante analizar que tiene tres niveles discursivos:

a) Un nivel teológico, en obras morales (que se pueden vincular a Hobbes) como Las Homilías.
b) Tiene las cartas, de un nivel intermedio, cuidado, dirigido a ciertos sectores diversos de las distintas
comunidades.
c) Y hay algo que es muy interesante y que en la actualidad se lo estudia como una expresión, si cabe -
el término es muy polémico para la época- de “cultura popular”, los diálogos.

Es decir, tenía un discurso para las jerarquías y un discurso para las comunidades. Los diálogos son un
conjunto de historias sobre milagros, demonios, apariciones, monjes, donde hay diálogo entre Gregorio y un
monje que se van haciendo preguntas. Uno de los valores de los diálogos es que estableció reglas sobre
cómo debía funcionar un monasterio. Ahora bien, ¿qué lo llevó a desarrollar este tipo de práctica
escrituraria más simple? Esto tiene que ver con su ambición de rol dirigente, ahora sí, en el plano religioso.
Los diálogos forman parte de un intento de Gregorio frente a esta dispersión que tiene Italia (los escribe

16Fraschetti plantea la idea de que Constantino, si bien estaba romanizado, cuando llega a Roma siente el desprecio de una élite
soberbia, que en realidad se refugia en el paganismo para decir “nosotros somos los más antiguos”. En realidad no es que el
paganismo aparece luchando contra el cristianismo: son las élites de occidente que veían a Constantino como una especie de
palurdo, un milico un tanto rústico, era muy snob el mundo romano.
17Para un ejemplo de esto se puede citar cuando los longobardos pusieron sitio a Roma, momento en el que Gregorio, como hombre
de fortuna, compra al Rey y al ejército con un pago muy importante para evitar el saqueo y la destrucción de la ciudad.

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entre longobardos, disputas con el imperio oriental, con los emperadores bizantinos) para lograr un
cemento, una cohesión, tomando las tradiciones, leyendas, milagros que mezclan realidades históricas con
supersticiones. Pero, como hombre letrado, hombre político, la simpleza de su escritura en los diálogos no
es por torpe, sino que busca los mecanismos de adaptación para que estos diálogos circulen y le den
cohesión al mundo itálico en un momento en que este se encuentra especialmente fragmentado.

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ÍNDICE

G R E C I A

1. La Grecia de la Edad del Bronce durante el II milenio a.C. (2000 - 1150)

EL PROBLEMA DE LOS INDOEUROPEOS: ARQUEOLOGÍA Y LENGUAJE


LA CIVILIZACIÓN CRETO-MINOICA (1700 - 1500)
LOS REINOS MICÉNICOS Y LA ECONOMÍA PALACIEGA (1600 - 1200)
EL COLAPSO DE LOS REINOS MICÉNICOS (1200 - 1150)

2. Los comienzos de la Edad de Hierro y la así llamada Edad Oscura de Grecia (1150 - 700)

LA ARQUEOLOGÍA Y LOS POEMAS HOMÉRICOS


EL BASILEÚS, EL OÎKOS Y LA COMUNIDAD ALDEANA
LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA Y EL PROBLEMA DE LOS VÍNCULOS DE RECIPROCIDAD

3. El surgimiento de la pólis en la Era Arcaica: de la aldea a la ciudad (750 - 490/480)

CARÁCTER SEGMENTARIO DEL ESTADO-PÓLIS: DIFERENCIAS CON LOS ESTADOS DE TIPO JERÁRQUICO
LAS BASES RURALES DE LA CIUDAD: LA MIRADA DE HESÍODO EN TRABAJOS Y DÍAS
STÁSIS. LA GUERRA Y LA FALANGE HOPLITA. LEGISLADORES Y TIRANOS
EXPANSIÓN MARÍTIMA Y NUEVOS ASENTAMIENTOS
REGÍMENES POLÍTICOS Y CONDICIONES AGRARIAS. LOS ORÍGENES DE LA IGUALDAD

4. La pólis en la Época Clásica: los modelos y sus crisis (490/480 - 338)

ESPARTA Y EL MODELO DE PÓLIS OLIGÁRQUICA: MILITARISMO E HILOTISMO


ATENAS Y EL MODELO DE PÓLIS DEMOCRÁTICA: IMPERIALISMO Y ESCLAVISMO
LA PÓLIS “NORMAL”: LA PARTICIPACIÓN DE LOS AGRICULTORES
BASES ORG. DE LA ECONOMÍA CAMPESINA. EL LABRADOR COMO CIUDADANO-SOLDADO IDEAL
LA DEFINICIÓN ARISTOTÉLICA DE LA PÓLIS Y EL CIUDADANO EN LA POLÍTICA
LA PÓLIS EN EL S.IV: ¿CRISIS O TRANSFORMACIÓN?

5. Hegemonía macedónica y el período helenístico (338 - 31 a.C.)

LOS GRIEGOS ANTE EL AVANCE MACEDÓNICO


EL AVANCE MACEDÓNICO: ENTRE MONARQUÍA E IMPERIO. ALEJANDRO Y LA EXPANSIÓN ORIENTAL
LA ÉPOCA DE LOS REINOS HELENÍSTICOS Y LA COSMÓPOLIS. LA PÓLIS DEPENDIENTE

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R O M A

1. Las comunidades del Lacio arcaico y el surgimiento de Roma (753 - 509 a.C.)

COMUNIDADES DEL LACIO ARCAICO Y MITO FUNDACIONAL DE ROMA


INFLUENCIAS EN EL ORIGEN DE ROMA COMO CIUDAD-ESTADO
MONARQUÍA DE LOS 7 REYES, REFORMAS DE SERVIO TULIO Y TRANSICIÓN A LA REPÚBLICA
LA ROMA ARCAICA EN LA HISTORIA DE ROMA DE TITO LIVIO
EL CONFLICTO ENTRE PATRICIOS Y PLEBEYOS
DEUDAS, PATRONAZGO Y EL PROBLEMA DEL NEXUM

2. Expansión imperial y crisis de la República (509 - 31 a.C.)

LA “CRISIS” DEL S.II Y LAS REFORMAS GRACIANAS


ROMA ¿SOCIEDAD ESCLAVISTA?
LA CONSTITUCIÓN ROMANA DE LAS HISTORIAS DE POLIBIO

3. El Principado: emperador, aristocracia y burocracia. Autoritarismo y crisis militares (31 a.C. - 235 d.C.)

TRANSICIÓN DE LA REPÚBLICA AL PRINCIPADO


PAX ROMANA: DE MEDIADOS DEL S.II AC A LOS ANTONINOS (S.II DC)
ORGANIZACIÓN SOCIAL EN EL PRINCIPADO
EL PRINCIPADO: ¿GOBIERNO SIN BUROCRACIA?

4. La crisis del S.III como paradigma historiográfico (235 - 284 d.C.)

FIN DEL ALTO IMPERIO: LA DINASTÍA DE LOS SEVEROS Y LA CRISIS DEL S.III

5. S.IV, Tetrarquía y dominado: reorganización fiscal y burocracia imperial (284 - 379)

FINALES Y “PERVIVENCIAS” DEL ESCLAVISMO. EL COLONATO ROMANO


RELACIONES ENTRE IMPERIO E IGLESIA CRISTIANA. DE CONSTANTINO A CONSTANCIO II Y TEODOSIO
EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER ECLESIAL
DE CONSTANTINO A CONSTANCIO II Y TEODOSIO: ORTODOXOS Y HEREJES

6. Una polémica historiográfica: la delimitación de la Antigüedad Tardía (379 - 604)

EL PROBLEMA DE LA “DECADENCIA Y CAÍDA” DEL MUNDO ANTIGUO


EL ROL DE LOS OBISPOS. GREGORIO MAGNO: OBISPO POLIÉDRICO

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