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La Hipnosis Clínica Reparadora puede curar las

enfermedades psicosomáticas.
Por el Lic. Armando Scharovsky
Psicólogo

La gente suele confundir las Enfermedades Psicosomáticas con las


Enfermedades Imaginarias. Por eso casi todos rechazan ofendidos esa
calificación para una dolencia sufrida en carne propia. Pero si bien una
enfermedad psicosomática está generada por un problema psicológico en
lugar de un germen, eso no la vuelve menos real.

Al contrario. Si usted se tuerce un brazo, podrá aliviar su dolor con un analgésico o un


antiinflamatorio. Pero si usted se siente culpable de haber abofeteado a su hijito, y su
psiquis ha decidido castigarlo con un dolor inhabilitante en su brazo, el alivio
farmacológico será mínimo. No estamos diciendo que su dolor es imaginario. Su dolor es
real, bien real. Pero para removerlo deberá seguramente revisar porqué esta allí.
El ejemplo dado es mínimo porque corresponde a situaciones momentáneas, que
muchas veces se solucionan con el mero transcurso del tiempo.
Pero existen otras dolencias que corresponden a circunstancias acaecidas a muy
temprana edad, y que marcan completamente a una persona: asma, fobias, alergias,
dolores, fibromialgias, etc., más allá del componente físico que tienen, que puede y debe
ser combatido y aliviado con los recursos de la Medicina, tienen un alto grado de
determinante psíquico, que necesita del auxilio de un tratamiento psicológico.
Es en esos casos donde la Hipnosis aparece como un recurso valiosísimo: las
argumentaciones y razonamientos que se hacen con el paciente en vigilia se dirigen al
hemisferio cerebral izquierdo, el lógico. Pero sucede que las misteriosas conexiones que
convierten un evento traumático en una disfonía psicosomática, o en una caída del
cabello inexplicable, están radicadas en el hemisferio cerebral derecho, el mágico, el
holístico. Y es exactamente allí donde se dirigen los recursos movilizados del paciente en
hipnosis.
El paciente llega muchas veces con un síntoma misterioso que la medicina u otros
modelos terapéuticos no han podido esclarecer o, peor aún, con un veredicto de
incurabilidad dictado por algún profesional que no pudo encontrarle una explicación.
Veamos un caso real para facilitar la comprensión del lector:

ELENA:

A nuestro último curso de Hipnosis Clínica Reparadora dictado en Noviembre 2011 en


Medellín, Colombia, acudió como alumna esta psicóloga guatemalteca de 38 años de
edad. En nuestros cursos siempre efectúo algunas terapias para que sirvan de ejemplo.
En este caso, el problema de Elena era el de su transpiración de las manos y del cuerpo
que la ha venido torturando desde pequeña. Cuando daba exámenes en la escuela y en
la Universidad las hojas de papel en que escribía se rompían por su sudor y al momento
de contarnos su problema, las gotas de su frente y de sus brazos caían ostensiblemente
sobre el piso. Había ensayado hasta ese momento todos los tratamientos inimaginables:
no solamente los provenientes del campo de la medicina sino también de las terapias
alternativas, los curanderos, etc.
Nuestra teoría es que, aunque concientemente Elena no sabía porqué le pasaba esto,
dentro de su mente estaba toda la información. Fue colocada en Hipnosis, que se trata de
una cómoda relajación, donde nunca se pierde el conocimiento ni el control de lo que se
dice, pero en la cual el trance facilita la comunicación con las distintas capas del
inconciente (Sí: capas. Piense en la mente de las personas como en una cebolla con
capas de distinta profundidad y se estará acercando a la verdad).
En ese estado logramos el fenómeno de la “regresión hipnótica”: el yo que está situado
en el presente, se desplaza imaginariamente hacia atrás en el eje del tiempo y vuelve a
revivir las cosas que sucedieron hace mucho. Y en ese proceso de revivificación de los
recuerdos, reaparecen las emociones perdidas y el paciente vuelve a llorar como un niño.
Este es un proceso difícil de describir con palabras. Si puede, trate de contemplar la
primera pista del DVD que acompaña a mi libro “HIPNOSIS CLÍNICA REPARADORA, una
terapia de desbloqueo emocional” de Ediciones Natural.
Comenzamos entonces a desgranar historias olvidadas o reprimidas y nos vamos
acercando como en un caracol imaginario al centro del mismo. No le imponemos al
paciente ninguna interpretación nuestra, tan solo le pedimos a su inconsciente que nos
permita acercarnos a través de recuerdos y sucesos vinculados al origen de su problema.
En este caso, a su excesiva transpiración.
¿Qué apareció? Una violación sufrida en la infancia a manos de un familiar cercano,
que ella ignoraba concientemente, y que fue revivida con todo el dramatismo imaginable.
¿Y cómo puede una agresión de esa índole justificar este síntoma? Para comprender
eso, el lector debe saber que los niños agredidos no se consideran víctimas. Ellos se
sienten intrínsecamente sucios, distintos a sus compañeritos pero para peor. Por eso no
juegan con sus amigos en los recreos, por eso se aíslan: porque creen que de alguna
manera incomprensible son ellos quienes han causado ese suceso. Y a partir de ese
momento se instaló la represión. El recuerdo de la violación fue eliminado de los registros
concientes y en su lugar comenzó el problema de la transpiración excesiva. ¿Para qué?
Para evitar que la abracen. Es patético, pero esa niña lastimada se sintió responsable y
comenzó a sudar de esa manera no como defensa, sino para proteger a los demás de sí
misma, que estaba “sucia”
Cuando la parte adulta de Elena, que ya es mamá, comprendió desde adentro,
emocionalmente, no como una elaborada construcción intelectual, el drama de Elenita,
pudo darle protección. Y esto es también otro concepto que es preciso esclarecer: el niño
que fuimos sigue vivo y llorando como una entidad autónoma, dentro del adulto que
somos. Y cuando logramos el milagro de que la parte adulta de nuestro paciente acepte
darle protección afectiva a su parte niña, se produce el milagro de la curación. Y no nos
ruboriza usar una palabra tan fuerte como “curación”.
Nosotros decimos que hacemos verdaderos by pass afectivos. En esta operación
quirúrgica se lleva sangre desde un lugar en el corazón donde existe ese recurso hacia un
lugar donde está haciendo falta. Y en nuestras terapias logramos muchas veces que la
parte niña que está necesitada de afecto y protección los reciba de la parte adulta, que
muchas veces los prodiga hacia terceros, pero nunca hacia sí misma.
EPÍLOGO: El 13 de Diciembre Elena nos escribió” Quiero además contarle que pese a
mis serias dudas de poder superarlo, las manos no me sudan desde que llegué a mi
país… y eso que hace temperatura de 38 grados: las tengo realmente secas, hasta me
pican...amanezco rascándomelas de la sensación rara que tengo…”

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