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DIOS GRIEGO: APOLO

1.- ¿El dios de que eres Apolo?


Soy el dios de la belleza masculina y de las artes, especialmente de la música. También soy
el dios del sol, la profecía y la medicina.

2.- ¿Cuál es tu familia y donde naciste?

Soy hijo de Zeus y Leto, una de las diosas menores. Nací en la isla de Delos que
quiere decir brillante. Tengo una hermana gemela llamada Artemisa, quien también
es una diosa.

3.- ¿Cuál es el símbolo que mejor te representa?

El arco y la flecha son mis preferidos, porque soy muy bueno con ellos, en realidad
soy el mejor.

4.- ¿Ocupaste alguna vez el arco y las flechas en alguna


batalla?

Si muchas veces, pero la más memorable fue cuando mate a Pitón, una serpiente
monstruosa que causaba catástrofes entre la población de Delfos y la cual quería
hacerle daño a mi madre.

5.- ¿Tienes algún instrumento musical favorito?

Soy muy bueno con todos los instrumentos musicales, pero mi favorito es la Lira, el
cual es un instrumento de cuerdas.

6.- ¿Te casaste Apolo, tienes alguna historia romántica que


contarnos?

Yo me case muchas veces. En una ocasión, perseguí a una jovencita que se llamaba
Dafne, ella pidió ayuda a gritos a su padre (un dios al igual que yo), entonces la
ayudó convirtiéndola en un árbol de olivo antes que yo pudiera besarla.
RESUMEN DE LA HISTORIA DE APOLO

NACIMIENTO E INFANCIA
El nacimiento de Apolo y su hermana melliza Artemisa fue fruto de la relación entre Zeus y Leto,
una divinidad menor. Al descubrir la nueva infidelidad de su esposo, Hera amenazó con
descargar su ira sobre la tierra que acogiera a Leto para dar a luz. La joven inició entonces un
largo peregrinaje por diversas regiones, pero en todas ellas, temerosos de despertar la cólera
de Hera, rechazaban darle acogida. De este modo, Leto llegó a la isla errante de Delos, un lugar
que cambiaba constantemente de posición en el mar y que, en consecuencia, podía escapar
con más facilidad de la venganza de la reina de los dioses. En esta isla Leto dio a luz a dos
mellizos, Apolo y Artemisa.

Agradecido por haber acogido el nacimiento de sus hijos, Zeus puso fin al peregrinar eterno de
la isla de Delos y la fijó en el Océano, protegiéndola de las posibles represalias de la diosa Hera.
Posteriormente, la isla de Delos fue consagrada al culto al dios Apolo y llegó a convertirse en
uno de los santuarios más importantes de esta divinidad.

Tras el nacimiento de los dos bebés, Hera no depuso su ira contra Leto. Deseosa de cobrarse
su venganza, la diosa envió contra Leto a la monstruosa serpiente Pitón, guardiana del santuario
profético de Delfos. Sin embargo, el joven Apolo, tras armarse con el arco y las flechas que
Hefesto había forjado para él, se enfrentó a Pitón y le quitó la vida. De este modo, Apolo se
convirtió en la divinidad tutelar del oráculo de Delfos, asumiendo el carácter de dios profético.
Según algunos mitógrafos, Hera hizo aún un nuevo intento para acabar con la vida de Leto,
encargando al gigante Ticio que la asesinara. Una vez más fue Apolo, en esta ocasión con
ayuda de su hermana Artemisa, el encargado de proteger a su madre. Los mellizos derrotaron
al gigante y lograron que Zeus le castigara encadenándolo al Tártaro, la región más profunda
del infierno.

MITOLOGÍA

Como dios de la música, Apolo fue el protagonista de diversos mitos. Aunque se le representa
con gran cantidad de instrumentos y se le supone el dominio de todos ellos, el que caracteriza
a Apolo por encima de todos los demás es la lira. Este instrumento de cuerda fue entregado a
Apolo por el dios Hermes, que lo había construido al vaciar el caparazón de una tortuga y tensar
sobre él los ligamentos de un buey recién sacrificado. Apolo se consideraba a sí mismo el
músico más extraordinario de cuantas criaturas existían. Todo aquel que rivalizaba con él en
este campo tenía que asumir su derrota o sufrir las iras del dios. El dios Pan se atrevió a competir
con Apolo en un certamen musical, y aunque él aceptó su derrota, el rey Midas, soberano de
frigia, que estaba presente en el acto, puso en cuestionamiento la victoria del dios de la música,
por lo que éste le castigó haciéndole crecer dos orejas de burro en la cabeza. Más trágico aún
resultó el destino del sátiro Marsias, que, orgulloso de su habilidad con el aulós, pequeño
instrumento de viento, desafió a Apolo a un certamen musical. Aunque Marsias se demostró
como un hábil flautista, Apolo acabo por vencer gracias a que la lira podía acompañarse de
forma simultánea con el canto del intérprete mientras el instrumento de viento no tenía esta
posibilidad. Como castigo por la insolencia demostrada al desafiar a un dios, Apolo colgó al
sátiro de un árbol y le arrancó la piel.
RELACIONES Y DESCENDENCIA
Los amores de Apolo fueron variados y fecundos. El dios de la belleza y las artes nunca escogió
una consorte de forma estable, sino que se complació en satisfacer sus deseos con una gran
variedad de parejas esporádicas.

Una de las relaciones amorosas del dios Apolo que han resultado más célebres por su
abundante representación en las artes de diversas épocas es la que le unió con la ninfa Dafne.
El relato más completo, y el más hermoso, de este mito lo encontramos en las Metamorfosis del
poeta latino Ovidio. Según esta versión, el dios Apolo se burló del pequeño Cupido por su
escasa habilidad con el arco y las flechas, afirmando que su propia habilidad con estas armas
no tenía rival entre el resto de los dioses. Cupido, ofendido ante esta afirmación, concibió una
venganza: extrajo de su carcaj una flecha de oro y una de plomo. La flecha de oro producía el
efecto de hacer caer presa del amor a todo aquel alcanzado por ella. La de plomo causaba el
efecto contrario, la víctima del flechazo rechazaba cualquier proposición amorosa que se le
hiciera. Cupido, para cobrarse su venganza, alcanzó a Apolo con la flecha de oro, mientras
disparaba la de plomo a la ninfa Dafne, una divinidad de gran belleza de la que el dios de la
música cayó de inmediato enamorado. Pese a la insistencia del dios, Dafne, movida por el efecto
de la flecha de plomo, rechazó todas las proposiciones de Apolo. Las propuestas de Apolo se
hicieron cada vez más apremiantes, de modo que la ninfa echó a correr para escapar de los
deseos del dios. Al sentirse incapaz de escapar de su perseguidor, Dafne elevó una plegaria a
la diosa Gea para que ésta la ayudara de alguna manera. En respuesta a sus súplicas, Gea
transformó a la ninfa en un árbol, el laurel, de modo que ésta pudo escapar a los deseos
sexuales de Apolo. El dios, sin embargo, continuó sintiendo una gran devoción por el árbol que
antaño fuera su amada Dafne, y escogió el laurel como uno de sus símbolos. De este modo, el
laurel se convirtió en la planta que coronaba las sienes de poetas y músicos, así como en uno
de los productos asociados a las artes adivinatorias de la pitonisa del oráculo de Delfos.

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