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1.

El regreso a los orígenes

El camino hacia el éxito está más cerca de la humildad que del orgullo
excesivo. Cuando alcanzamos el éxito nos sentimos verdaderamente
realizados, y con justificada razón. Pero en muchas ocasiones un éxito
tras otro puede llegar a perjudicarnos si no somos capaces de asimilarlo
con humildad. Es más, a la soberbia que en ocasiones suele acompañar al
éxito la llamamos el síndrome del éxito.

¿Por qué? Porque se supone que el éxito será eterno y sencillamente se


duerme uno en sus laureles. Se piensa que como en el pasado ya se tuvo
éxito, éste va a perdurar eternamente. ¡Cuidado!

Si esto ocurre hay que hacer un alto en el camino, detenerse a pensar


y reflexionar sobre aquello que se está dejando de hacer y que se hacía
en el pasado—en el origen—, cuando se iniciaba el camino del éxito.

Reflexione sobre esto:

•¿Qué esfuerzo realizó para llegar a donde está hoy?


•¿Qué es lo que hacía usted al principio de su carrera profesional?
•¿Qué hábitos tenía?
•¿Qué ideal es perseguía?

Seguramente en un principio lo arriesgaba todo; era mucho más audaz


y atendía muy de cerca a sus seres queridos, a sus amigos o a sus
clientes.

Con cada uno de sus clientes estaba atento, pero ahora el mercado ha
crecido, las utilidades han llegado a su organización, y usted se ha
dormido en sus laureles y no tiene tiempo, por lo que ha dejado de
realizar aquello que hacia en sus orígenes.
Regresar a nuestros orígenes puede ser la clave para recuperar la ruta
del éxito y esto se aplica en todos los campos de la vida.

Hablemos por ejemplo del matrimonio: recuerde usted cómo arreglaba


cuando iba a ver a su pareja durante la época del novia ¡Qué barbaridad!
¡Se colgaba hasta el molcajete

Ahora que han pasado los años de consumado el matrimonio, usted. ha


subido de peso. Reconozca sus kilos de más. La señora, por supuesto,
vive buena parte de la mañana con su mascarilla de aguacate y a los
tubos bien puestos en la cabeza. Ambos han olvidado que matrimonio
tuvo una etapa de conquista y que cuando se enamorar’ fue debido a la
atención y el servicio que se dieron tino al otro.

En el mundo empresarial llamamos entropía organizacional al acto de


olvidar lo que se hizo en los orígenes. Es el desorden en un sistema
cerrado. Se trata sencillamente del descuido, del olvidarnos cual fue
nuestro origen y eso nos lleva al fracaso en la mayor parte de las
ocasiones. Intente recordar cómo atendía usted al primer cliente de su
empresa. ¡Qué barbaridad!; usted le daba gusto hasta en el más mínimo
detalle. Hoy el cliente ya se hizo algo usual, se convirtió en rutina y
sencillamente se nos ha olvidado cómo lo tratábamos originalmente.
Sucede también con nuestra familia; con frecuencia tratamos mejor a las
visitas que a los miembros de nuestro hogar. Reflexione un poco y verá
cómo esto sucede en muchos campos de nuestra vida.

Si usted quiere recuperar la ruta al éxito, por favor, regrese a sus


orígenes. El trato que dé a sus clientes, su familia y sus amigos deberá
ser como si fuera la primera ocasión que están llegando a su casa o a su
organización. Intente conquistarlos. Curiosamente se le da la mejor
atención al cliente nuevo, mientras que al cliente viejo, ese que ya dejó
buenas utilidades y que en buena medida es parte de nuestro éxito, lo
hemos olvidado en el camino. Recuérdelo siempre: es importantísimo
regresar a nuestros orígenes.

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