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REALISMO SOCIALISTA

Desde 1925 se pretendía evitar que a través de la literatura y de las artes se creara una visión negativa del
nuevo poder, por lo que surgió un decreto del partido comunista donde se siente legitimado para controlar el
mundo literario, artístico y crítico censurando todo lo anti-revolucionario.
La subida al poder de Stalin en 1929 tuvo fuertes consecuencias para la literatura. Por un lado, las
editoriales y periódicos privados cerraron o quedaron a cargo del Estado monopolizados y centralizados. Se
promovió el movimiento del AGITPROP (agitación y propaganda) para mover a la población a simpatizar
con el movimiento socialista y el nuevo Estado, es decir, la literatura se entiende pragmática y
utilitariamente. Además, el poder autoriza perseguir la propaganda anti-revolucionaria.

En su deseo de controlar y monopolizar todo lo tocante a la literatura, Stalin forma la Asociación Rusa de
Escritores Proletarios (RAPP: Russian Association of Proletarian Writers), que es una especie de semilla de
lo que en 1932 se convierten en la Unión de Escritores Soviéticos, organismo encargado de controlar la
política cultural y literaria, estableciendo un único método artístico: el realismo socialista. El nombre de la
tendencia literaria viene de una conferencia de Gronsky en 1932, pero fue en 1934 cuando tuvo una
formulación oficial y canónica. En los estatutos de la Unión de Escritores Soviéticos aparece la siguiente
definición: “El realismo socialista es el método fundamental de la literatura y de la crítica literaria soviética.
Exige del artista una interpretación verdadera y concreta de la realidad en su desarrollo revolucionario. Y
tiene por objetivo colaborar a la transformación ideológica de los trabajadores educándolos en el espíritu del
socialismo”. Para Andrei Sinianovsky, el fundamento del realismo socialista se basa en su finalidad, es decir,
modificar la mentalidad de los ciudadanos para inculcar el comunismo: “Nuestro arte, igual que toda nuestra
cultura y nuestro sistema, es completamente teleológico. Está sometido a la finalidad suprema y con ello
ennoblecido. En último término solo vivimos para acelerar la llegada del comunismo”.

La Unión de Escritores Soviéticos busca unos antecedentes y precursores literarios: ¿Qué hacer? (1861)
de Chernishovski, La madre (1905) de Gorki y Cemento (1925) de Gladkov.
Katerina Clark muestra una lista de libros canónicos: Chapaev (1923) de Furmanov, The Rout (1927) de
Fadeev, The Life of Klim Samgin (1925-36) de Gorky, How the Steel Was Tempered (1934) de Ostrovsky,
The Iron Flood (1924) de Serafimovich, y El Don Apacible (1928-40) y Tierras rotuladas (1932-60) de
Sholokov. Podemos sumar a la lista Poema pedagógico de Makarenko y La central eléctrica de Marieta
Shaguinian.
La temática del realismo socialista versa sobre situaciones cotidianas tales como: el trabajo en una
fábrica, la construcción de una central eléctrica, la realización de nuevas medidas agrícolas, etc.

Clark menciona que las políticas culturales de Stalin se centraron en dos mitos: Moscú y la Gran Familia.
1. Moscú. La novela ha de situarse en alguna provincia local, pero nunca en Moscú. Moscú se dibujaba
como una capital altamente centralizada y un ejemplo de ciudad socialista hacia la cual tenían que
aspirar las demás.
2. La Gran Familia. El mito de la gran familia representa el Estado stalinista. En esta familia hay padres
(fuertes, líderes ilustrados políticamente) e hijos (ciudadanos con mucho potencial, pero no
preparados para liderar por su inmadurez política). La novela socialista es una suerte de
Bildungsroman (novela pedagógica o de aprendizaje) en donde el hijo es guiado por el padre hasta
que el último cede su puesto al hijo en aras de que el país progrese. El hijo es el protagonista de la
obra, un héroe positivo que actúa sin dudar sacrificando incluso su vida personal por la causa, es
decir, por el triunfo de la revolución. Según Clark, actúa en dos dimensiones, ordinaria y
extraordinario. Por un lado, es un hombre soviético como otro cualquiera preso de sus impulsos y
pasiones; por otro lado, se distingue de los demás por su energía e iniciativa. Esto le convierte en un
modelo más digno de emular que su padre. De acuerdo con E.Dobrenko, este hijo es capaz de crear
nuevos valores culturales y, por tanto, nuevas culturas y formas de vida superando los obstáculos y
venciendo al enemigo. Afirma Clark que “This dual identity in the positive hero
(ordinary/extraordinary) is a characteristic of social realism. Novels kept oscillating between
“realistic” representation and a hyperbolically heroic world”.

El escritor se convirtió en un funcionario que trabajaba para el Estado. Sus obras debían mostrar los
“héroes” de su país, esto es, figuras emblemáticas cuya autobiografía servía de modelo de emulación para los
lectores. Por su importante función dentro del estado soviético, los escritores gozaban de ciertos beneficios
como casas lujosas, honorarios y una especial distribución de los bienes según E.Dobrenko. Dado que se
trataba de una literatura dirigida a las masas, el lenguaje debe ser comprensible y accesible, lo que supuso el
fin de la literatura vanguardista. Solo se permite escribir adhiriéndose al realismo socialista, de tal forma que
los escritores que se quedaron en el país sin unirse al nuevo sistema fueron o bien reprimidos o bien
obligados a escribir para el cajón. Por otro lado, también hubo escritores compañeros de viaje (poputchik)
que si bien es cierto que apoyaron la revolución en un principio, con el paso del tiempo se fueron
desvinculando. Los escritores han de escribir sobre el poder y sus decisiones obviando los aspectos negativos
colaterales ya que estos serán censurados. Esta presión abrió las puertas a un estancamiento de la literatura y
los escritores incluso tendrán miedo de escribir.

El problema del realismo socialista es que la sociedad no cambia tanto, por lo que los personajes y temas
se agotan y estancan. Para Andrei Sinisavski, este anquilosamiento fue más un problema propio de los
autores que de la literatura. Concluye el autor que Mayakovski era capaz de reinventar continuamente el
realismo socialista, mientras que los demás escritores ponían su mirada en las novelas de Tólstoi, Chéjov,
Maupassant y Balzac siendo incapaces de crear algo innovador dentro del propio realismo socialista. No
obstante, la crisis literaria se supera cuando Rusia es atacada por Alemania y entra en la IIGM; se renueva el
tema bélico, la defensa del socialismo y la unión soviética.
Más adelante, tras la muerte de Stalin en 1953, se produjo la época del deshielo y de relajación de la
censura, la cual se contenta con que las obras no sean antisoviéticas. Autores como Platonov, Grossman,
Solzhenitsyn empezaron a publicarse. E. Drobrenko sostiene que la emergencia de obras de disidencia
política, el desarrollo de otras vertientes literarias y el regreso de todo aquello prohibido durante el
estalinismo erosionó el canon. La prosa urbana de Yuri Trifonov re-examina las consecuencias de la
revolución y del estalinismo. Vasil Bykov desarrolla una prosa vinculada con las descripciones de la guerra.
La prosa villana, de la mano de Valentin Rasputin y Vasilii Shukshin, introduce temas como la destrucción de
la forma de vivir tradicional y la colectivización estalinista.

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