Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El síndrome del burnout está caracterizado generalmente por el estrés que provoca la
práctica deportiva, fatiga crónica e ineficacia. A continuación se exponen los síntomas
que conlleva:
Múltiples factores son los que pueden originarlo, desde un enfoque global se podrían
destacar tres causas:
Sobre entrenamiento: exigencias más allá de las necesarias para llegar a la competición.
Este es el paso previo al bornout porque en a veces no se cumplen las expectativas
creadas por el jugador.
1
Presiones externas: Referidas a las presiones de la sociedad y la familia. Estas se suelen
dar más en deportistas jóvenes, por ejemplo, cuando se ve a un padre gritando a su hijo
y demandando. En estas situaciones es evidente que el hijo de ese padre no está
disfrutando.
Dentro de este contexto, las dimensiones que hacen al desarrollo de todo deportista,
independientemente de su edad, género, y nivel de ejecución o de competencia en el que
se encuentre, tienen que ver con la adquisición de:
2
Sistemas de comprensión de las situaciones deportivas y respuestas a los diversos
momentos y entornos de una contienda o situación competitiva (habilidades
estratégicas).
Las dimensiones mencionadas hasta el momento tienen que ver con aspectos visibles de
la práctica deportiva, tanto para el que la ejecuta, como para compañeros, rivales y
entorno en general.
Sin embargo, existe una dimensión que no se ve, pero que atraviesa a todas las
descriptas y que tiene que ver con las habilidades mentales. Dentro de éstas, el conjunto
de herramientas psicológicas que el atleta pone de manifiesto antes, durante y después
de la práctica o competencia deportiva determina la calidad de su experiencia, tanto a
nivel cognitivo como emocional.
El modo en que un individuo se dispone frente a las diversas situaciones que el entorno
le propone. Siguiendo los aportes de De Diego y Sagredo (1992), la podemos definir
como la “disposición del ánimo expresada exteriormente de alguna forma, siendo los
estados de ánimo, la manifestación de la afectividad, la forma en la que respondemos a
todo aquello que nos afecta de alguna interiormente” (página 143).
Por lo tanto, la injerencia del pensar es fundamental a la hora de hablar acerca del
desarrollo de la actitud en el atleta. Elegir qué pensar, evitar ideas contaminantes y
abogar por otras constructivas es el pilar central para la construcción de otra variable
3
psicológica que es sostén del desarrollo actitudinal: la autoconfianza. Definir la
autoconfianza es central si hablamos de fortaleza mental en deportistas, ya que es “la
creencia interna de que uno es capaz de hacer algo, basándose en la idoneidad de las
propias capacidades para realizarlo con éxito” (De Diego y Sagredo, 1992, p. 146).
La relación entre rendimiento y autoconfianza tiene mucho que ver con el desarrollo
actitudinal del atleta. A medida que los niveles de autoconfianza crecen, el rendimiento
deportivo también, hasta un punto ideal en el cual, si siguieran aumentando los niveles
de autoconfianza, el nivel de rendimiento comenzaría a decaer. Por lo tanto, se puede
establecer un continuo de autoconfianza que iría desde niveles escasos a niveles
excesivos, donde ambos extremos están mediados por un nivel óptimo de
autoconfianza; es decir que el deportista debiera tener confianza plena en sus
capacidades y rendir al máximo nivel (Dosil, 2004, p. 341).
Continuando con los aportes de De Diego y Sagredo (1992 pp. 148-149), se mencionan
algunos rasgos cognitivos y emocionales del atleta en relación a sus niveles de
autoconfianza. Esclarecidos estos ítems, será más sencillo describir los componentes
específicos del desarrollo actitudinal y comprender sus respectivos estadios.
1- Autoconfianza escasa: Teme tanto al fracaso que rehúye participar o actuar sin
convicción. Se ve a sí mismo como perdedor. Tiene la firme creencia de que,
independientemente de cuánto entrene, va a seguir haciéndolo mal. Altos niveles
de ansiedad y bajos niveles de concentración. Alto riesgo de abandono de la
práctica deportiva.
2- Autoconfianza óptima: Juega en base a sus posibilidades reales y se propone
objetivos basados en estas. Desarrollo conjunto de niveles de autoconfianza y
habilidades físico-técnicas. Interpreta los errores y las derrotas positivamente,
como parte del deporte, como información para mejorar en el futuro. No se
limita a sí mismo por el miedo a ganar o perder.
3- Autoconfianza excesiva: El nivel de autoconfianza es mayor de lo que le
garantizan, realmente, sus posibilidades. Estas creencias inadecuadas del
deportista pueden venir reforzadas por mensajes de su entorno, como padres,
entrenadores, etcétera. Esta creencia interna inadecuada puede ser también
reflejo externo de muy poca confianza interna. La agresividad y el cinismo
pueden ser una respuesta a la gestión interna de miedos y dudas. Confunde lo
4
que es ahora con lo que le gustaría ser. Elude situaciones que puedan dañar su
imagen con lesiones ficticias, discusiones con el árbitro, etcétera.
La evidencia indica que es sumamente importante prevenir que se llegue a este estado
de abandono. El carácter de transitoriedad que se le confiere a todos los estados
mentales brinda la posibilidad de que el atleta modifique sus niveles y tipo de energía,
del mismo modo que la orientación de sus objetivos y niveles de autoestima, a los fines
de acercarse y sostenerse en el nivel óptimo de actitud desafiante.
El entorno del deportista, con la ayuda de los conceptos vertidos por la psicología del
deporte y la actividad física, tiene mucho para cooperar con su desarrollo.