Cuando tu tío era pequeño se preguntaba: ¿Para qué servía
todo esto de la comunión? ¿Que era lo que estaba pasando? y ¿Porqué me pedían que haga algo tan raro como comer un trozo de pan? Por más vueltas que le di querido Felipe, no pude encontrar respuesta alguna... quizás era muy pequeño para entenderlo... Quizás sólo hacia lo que me pedían mis padres... Lo cierto sobrino, es que con el pasar de los años me di cuenta, que con esa pequeña acción que hice en aquel entonces, todo en mi fe cambió ¡Y no solo eso!, sino que también cambio mi forma de relacionarme con el resto de las personas que tenia a mi lado: mis amigos, mi familia ¡ Y hasta con los extraños! Un día, ya con unos años más, leí por primera vez el Nuevo Testamento de mi propia voluntad, y me di cuenta que ese hombre que hablaba del amor y del entendimiento entre los hombres nos pedía que lo recordásemos así: “Tan solo con un pequeño trozo de pan” Y así, con esa humildad, representarnos un símbolo de todo su amor, de su vida y de su último deseo, que sencillamente era perdimos que cada día seamos mejores personas y aprendamos a ayudar y acompañar a aquel que está a nuestro lado. A aquel compañerito que nos trata bien y también a aquel que no lo hace. Porque dentro de todos nosotros está una pequeña parte de ese hombre: De Jesús, que con sus palabras nos dejó a todos, su amor plasmado dentro de nuestros corazones...
Todo esto mi querido sobrino, es ese pequeño trozo de pan...