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La economía
política del rentista
(Crítica de la
economía
marginalista)
Escrito: 1927
Fuente digital de la versión al español:
Roketeil.com
Traducción: A. Dorado el 1 y 3 de agosto, 2013
- parte I y II.
Digitalización /HTML: Rodrigo Cisterna, 2014
Capítulo I.
Fundamentos metodológicos de la Teoría de la
Utilidad Marginal y del Marxismo
Una teoría bien ordenada debe presentar un conjunto definido cuyas partes
queden unidas mediante un sólido vínculo lógico. Por lo tanto, una crítica
consistente debe ocuparse inevitablemente con los fundamentos de la teoría,
con su método, pues este y no otra cosa es lo que liga las distintas partes de la
estructura teórica. Por lo tanto, comenzaremos con una crítica de los
presupuestos metodológicos de la teoría de la utilidad marginal, con lo que no
denotaremos su carácter deductivo, sino sus rasgos característicos dentro del
marco del método abstracto deductivo. En nuestra opinión, cualquier teoría de
política económica si es que ha de ser teoría en absoluta, es una materia
abstracta; en este sentido el Marxismo concuerda perfectamente con la Escuela
Austriaca.
Así pues, estamos tratando con varios tipos de fenómenos individuales y con
un número de series de tipos sociales: no hay duda de que existe una cierta
conexión causal entre estas dos categorías (individuales y sociales) y entre las
varias series de la misma categoría, particularmente entre las varias series de
fenómenos sociales dependientes unos de otros. El método de Marx consiste
precisamente en averiguar la ley de relaciones causales entre los diversos
fenómenos sociales. En otras palabras, Marx analiza la naturaleza causal de la
resultante de las diversas voluntades individuales, sin analizar estás últimas en
sí mismas; analiza las leyes subyacentes a los fenómenos sociales, sin atender
a su relación con el fenómeno de la conciencia individual.
Pues ya puede ser muy venerable este punto de vista en virtud de su solera,
que sigue siendo una completa falacia. La sociedad (se asuma de forma
consciente o inconsciente) no es un mero agregado aritmético de individuos
aislados; por el contrario, la actividad económica de cada individuo específico
presupone un entorno social definido en la que la relación social de cada
economía individual encuentra su expresión. Los motivos del individuo que
vive sólo son completamente distintos de los del "animal social" (zoon
politikon) El primero vive en un ambiente natural, de cosas en toda su prístina
sencillez. El otro no sólo está rodeado de "Materia" sino de un peculiar "social
milieu". La transición del humano aislado a la sociedad es posible sólo en virtud
de ese "magma social". Y de cierto, si sólo tratáramos de una mera
yuxtaposición de economías individuales, sin nexos de contacto entre ellas, en
el que el magma social que tan correctamente ha denominado Rodbertus la
"Comunidad Económica" quedaría ausente, no existiría sociedad alguna. Por
supuesto, teóricamente se podría abarcar un número de economías aisladas y
remotas en un único concepto y después meterlas con calzador, por así decir,
dentro de una totalidad. Pero esa totalidad o conjunto no sería ninguna sociedad,
un sistema de economías íntimamente interconectadas unas con otras y en
constante interacción.
Así, por ejemplo, las evaluaciones individuales del precio comienzan con
precios que ya han sido fijados; el deseo de invertir capital en un banco depende
del tipo de interés en el momento; la inversión de capital en una industria u otra
se determina por la tasa de beneficio que rinda dicha rama industrial; la
estimación del valor de una parcela depende de su renta y de la tasa de interés,
etc. No hay duda, los motivos individuales ocasionan "efectos contrarios", pero
esos efectos hay que recalcar que ya de inicio están permeados por un contenido
social, y por lo tanto no se pueden sencillamente derivar "leyes sociales" del
sujeto aislado. Pero si no comenzamos con el individuo aislado en nuestro
análisis, pero consideramos el factor social en sus motivos como dados, nos
encontraremos en un círculo vicioso; cuanto intentemos derivar lo "social", o
sea, lo "objetivo" en este contexto, de lo "individual, o sea "Lo subjetivo"
estamos derivándolo de lo social, o haciendo algo peor todavía que desnudar a
un santo para vestir a otro, como se dice popularmente.
Para ser justos, algunas de las obras de los representantes de esta escuela más
de una vez presenten concepciones esencialmente correctas de la esencia de la
estructura social en su conjunto. Pero, de hecho, la Escuela comienza primero
con un análisis de los motivos de los sujetos individuales, sin consideración a
los nexos sociales entre ellos. Este punto de vista es bastante característico de
los últimos teóricos de la burguesía, y es precisamente el punto de vista que la
Escuela Austriaca aplica de forma regular a lo largo de todo su desarrollo.
Y es el propio BB el que admite esta posibilidad: "no, sin duda, acciones sin
motivación causal, sino ciertamente el reconocimiento de acciones causales sin
el reconocimiento de la motivación presente". Pero BB asume que la "fuente de
conocimiento objetivista, en el mejor de los casos sólo puede contribuir en muy
pequeña medida, y en una medida que es especialmente exigua para sus propios
propósitos de conocimiento total, pues nos ocupamos en el campo económico
de manera particular con acciones humanas conscientes y calculadas". (Zum
Abschluss der Marxschen System, p.202)
Así que sólo nos queda, por lo tanto, un modo adecuado a nuestro juicio de
análisis, que no es sino la combinación de la deducción abstracta y del método
objetivista. Esa combinación es extremadamente característica de la economía
política marxista. Sólo mediante este método será posible fundar una teoría que
no implique contradicciones constantes y repetidas, sino que nos aporte un buen
medio para el examen de la realidad capitalista.
Aquí nos anticiparemos a una objeción que puede presentarse: se podría decir
que aceptar el principio histórico nos llevaría directamente a un tipo de teoría
puramente descriptiva e ideográfica, es decir, precisamente el punto de vista
defendido por la llamada "Escuela Histórica". Pero esa objeción supone
confundir varias cosas. Tomemos al azar cualquier método general de las
ciencias ideográficas más características, por ejemplo, la estadística: tenemos
la "ley empírica" de las estadísticas de población que suponen que hay entre
105 y 108 varones nacidos por cada 100 mujeres. Esta "ley" es puramente
descriptiva y no implica relación causal alguna. Por otro lado, cualquier ley
teórica en la economía política debe poder formularse así: y A, B y C están
presentes, D, debe asimismo resultar; en otras palabras, la presencia de ciertas
condiciones, "causas", implica la aparición de ciertas consecuencias. Es patente
que estas "consecuencias" pueden tener también un carácter histórico, es decir,
pueden sobrevenir en realidad sólo en un momento dado. Desde un punto de
vista puramente lógico, da bastante lo mismo dónde y cuándo esas condiciones
se dan, e incluso tiene menos importancia aún si se dan en absoluto, en ese caso
estamos "tratando con leyes eternas"; pero, en la medida en que ocurren en la
realidad, son "leyes históricas", pues están conectadas con "condiciones" que
suceden sólo en una cierta fase del desarrollo histórico. Pero una vez que estas
condiciones están presentes, sus consecuencias también se indican.
Precisamente este carácter de las leyes teóricas económicas hace posible su
aplicación a naciones y épocas en las que la evolución social ya ha alcanzado
un cierto nivel; fue posible por tanto que los marxistas rusos pudieran vaticinar
de forma esencialmente correcta "el destino del capitalismo en Rusia" aunque
el análisis marxista se basara en evidencia empírica concreta recogida en
Inglaterra.
La economía política como ciencia puede tener sólo como objeto una
sociedad de mercancías: una sociedad capitalista. Si nos ocupamos de una
economía que esté organizada de cualquier modo que se nos ocurra, por
ejemplo, la economía oikos o doméstica de Rodbertus, o la primitiva sociedad
comunista, con los feudos o con una economía socializada y planificada de un
"Estado" socialista, no podemos encontrar un solo problema cuya solución
pueda encontrarse en el dominio de la economía política teórica. Estos
problemas están conectados con la economía mercantil, particularmente con su
forma capitalista: los problemas del valor, del precio, del capital, de los
beneficios, de la crisis, etc. Esto por supuesto no ocurre con accidente; es
precisamente en este momento, a la vista de la preponderancia más o menos
acentuada del sistema de la "libre competencia" que la naturaleza elemental del
proceso económico logra expresiones particularmente impactantes, quedando
relegadas tanto la voluntad individual como los fines individuales al trasfondo
en contraposición a la cadena que se va desarrollando objetivamente de los
distintos fenómenos sociales. Es sólo en la producción de mercancías como tal,
en su expresión más elevada, la producción capitalista, cuando podemos aplicar
el fenómeno descrito por Marx como el "fetichismo mercantil" y analizado por
él en "El Capital".
Ese hecho por sí mismo es bastante para mostrar que una investigación del
capitalismo debe tomar en cuenta sus rasgos fundamentales, aquellos que
distinguen el "organismo de producción" capitalista, de cualquier otro; pues el
estudio del capitalismo no es sino el estudio de lo que distingue el capitalismo
de cualquier otra estructura social. Una vez que pasamos por altos las
peculiaridades típicas del capitalismo, pasamos a categorías generales que
pueden ser aplicadas a cualquier sistema de producción social y que por lo tanto
no pueden explicar el proceso evolutivo históricamente condicionado del
"capitalismo moderno" Es precisamente en virtud de su capacidad para olvidar
este principio, nos decía Marx, "donde radica toda la sabiduría de los
economistas modernos, que demuestran la eternidad y la armonía de las
condiciones sociales existentes". También debe notarse que el capitalismo es la
forma desarrollada de la producción de mercancías, caracterizada no por el
intercambio por sí mismo, sino por el intercambio capitalista. En este sistema
el potencial de trabajo se presenta como una mercancía y las condiciones de
producción (la estructura económica de la sociedad) incluyen no sólo las
relaciones entre los productores de mercancías sino también aquellas que se dan
entre la clase capitalista y los asalariados. Un análisis del capitalismo por lo
tanto implica no sólo un análisis profundo de las condiciones generales de la
economía mercantil (este elemento invariado sería equivalente a la teoría de la
producción simple de mercancías) sino también una investigación de la
estructura específica del capitalismo. Una teoría económica verdaderamente
científica no puede ser desarrollada a menos que las cuestiones se formulen
como hemos presentado anteriormente. Sólo si el objeto es glorificar y
perpetuar las condiciones capitalistas, y no investigarlas teóricamente, uno
puede omitir el análisis y el énfasis de sus características típicas. Por lo tanto,
Marx presenta el Capital con las siguientes palabras "La riqueza de las
sociedades en las que tiene preponderancia el modo de producción capitalista
se nos aparece como un inmenso cúmulo de mercancías, siendo su unidad una
sola mercancía. Nuestra investigación debe por lo tanto comenzar con el
análisis de la mercancía".
Las palabras de Marx en "El Capital" son parecidas: "Pero el capital no son
"cosas". Es una interrelación definida en la producción social que pertenece a
una formación concreta histórica de la sociedad. Esta relación se expresa
mediante una cierta cosa y le confiere a esta cosa un carácter social específico.
El capital no es la suma del material y de los medios de producción elaborados.
El capital implica que los medios de producción se han convertido en capital, y
que los medios de producción por ellos mismos no son más capital que el oro o
la plata lo son en sí mismos". (Capital, vol. III, part VII, pp. 947, 948.)
"El capital como tal es el término con el que denotamos una suma de
productos totales que sirven como medios para la adquisición de mercancías.
El concepto más estrecho de capital social puede ser separado de esta
concepción general de capital. Asignamos el término capital social a una serie
de productos que sirven como medio de adquisición de mercancías
socioeconómicas; o, para decirlo más sucintamente, un grupo de productos
intermedios".
Como dice Engels con cierta pero merecida mala intención, "un tipo que se
ponga a clasificar la Economía Política de la Tierra del Fuego con las mismas
"leyes" que las que rigen en Inglaterra hoy en día, no dirá más que banalidades
y lugares comunes". Esas banalidades pueden organizarse de modo más o
menos ingenioso, como es el caso de BB, pero incluso estas no pueden explicar
las peculiaridades del orden capitalista, al haber sido eliminadas de antemano.
Así que la "economía hipotética" construida por BB, cuyas "Leyes" él trata de
explicar, está tan alejada de nuestra pecadora realidad que no rinde un átomo
de eso, de realidad. Y no es que los inventores de esta tendencia sean del todo
inconscientes de ello. Por ejemplo BB, en la última edición de su libro, dice:
"Me hubiera gustado particularmente acabar con la laguna que aún queda
en la investigación de la naturaleza y la importancia de la llamada "categoría
social", de las relaciones de poder y autoridad que emanan de las instituciones
sociales… este capítulo de la economía política aún no ha sido escrito
satisfactoriamente… ni siquiera por la teoría de la utilidad marginal"
(Prefacio a la Tercera edición de Kapital und Kapitalzins, vol. II, pp. 16, 17)
Por supuesto podemos predecir que este "capítulo" no puede ni podrá ser
escrito nunca "satisfactoriamente" por los representantes de la teoría de la
utilidad marginal, puesto que no consideran la "categoría social" como un
ingrediente orgánico de la categoría "puramente económica", sino que la
consideran una sustancia extraña ajena a la economía. Aquí Sotlzmann se
vuelve a oponer, como uno de los representantes del método "social-orgánico"
a BB, a quien nos hemos referido repetidas veces: "El llamado objetivismo entra
en una nueva fase en la que deviene no sólo social sino también histórico; ya
no existe un océano entre la ciencia lógica sistemática y la ciencia histórico-
realista, ahora tienen un campo común de trabajo, ambas tienen como objetivo
el estudio de la realidad histórica". Pero esa tarea de unir el método clásico
abstracto con el objetivismo y el historicismo fue resuelta mucho antes por Karl
Marx y sin accesorios éticos. Parece que la "anticuada" teoría del proletariado
es superior a las demás también en esto.
Por otro lado, BB y toda la Escuela Austriaca toman el consumo como punto
de partida de su análisis.
Pero está bastante claro que este punto de vista evita de antemano cualquier
posibilidad de comprender los fenómenos sociales su evolución. La fuerza que
motiva estos últimos es el incremento de las fuerzas productivas, de la
productividad del trabajo social, la extensión de las funciones productivas de la
sociedad. Sin consumo no hay producción: nadie va a negar esto, es cierto que
las necesidades son siempre el motive de cualquier actividad económica. Por
otro lado, la producción tiene también una influencia decisiva en el consumo.
Marx explica cómo se hace sentir esta influencia de tres maneras: en primer
lugar, en que la producción crea el material para el consumo; en segundo lugar,
en que determina el modo del consumo, es decir, su carácter cualitativo; en
tercer lugar, en que crea nuevas necesidades.
Esta relación entre clases es, a su vez, moldeada y alterada bajo la influencia
del crecimiento de las fuerzas productivas.
Por supuesto, sería muy difícil revelar las "leyes de movimiento" donde no
hay movimiento alguno, donde un conjunto de productos pareciera que "baja
del cielo".
Puede por tanto asumirse de antemano que el punto de vista del consumo que
subyace a todo el sistema Austriaco acabará siendo completamente infructuoso
en todas aquellas cuestiones que atañen a la dinámica social, es decir, los
problemas más importantes de la economía política. "Ellos (los representantes
de la escuela austriaca, NB) son incapaces siquiera de formular y no ya digamos
de resolver, cuestiones tan fundamentales como la evolución de la técnica en
una sociedad capitalista, el origen del beneficio capitalista, etc.", dice
Charasoff. En este sentido la confesión de uno de los principales representantes
de la Escuela Austriaca Josef Schumpeter, serán de interés. Fue lo bastante
valiente y honrado como para reconocer con toda franqueza que la Escuela
Austriaca nada tenía que aportar en todos los temas que tocaran a procesos
evolutivos. "Vemos, por lo tanto", dice él, "que nuestro sistema estático de
ningún modo explica todos los fenómenos económicos, por ejemplo, el interés
y la ganancia del empresario".
(Ibid., p.587.)
(Ibid., p.587.)
4-Conclusiones.
Hemos investigado las tres falacias iniciales de la Escuela Austriaca: su
subjetivismo, su punto de vista no histórico, y el énfasis que da al consumo.
Esos tres puntos lógicos de partida, conectados, como están con los tres rasgos
mentales básicos del rentista burgués, inevitablemente traen consigo los tres
errores fundamentales de la Escuela Austriaca, que encontramos repetidos una
y otra vez en las distintas partes de su "sistema" teórico", los círculos viciosos
resultantes del método subjetivista; su incapacidad de explicar las formas
históricas específicas del capitalismo, debido a su punto de vista no histórico, y
por último su fracaso total a la hora de tratar con los problemas que presenta la
evolución económica, un problema íntimamente conectado con su filosofía de
consumo. Pero sería un error asumir que todos esos "motivos", operan de modo
independiente, sus puntos de partida psicológicos y lógicos son cantidades
complejas en los que varios elementos se unen y fusionan, con los efectos
siendo más poderosos o más débiles dependiendo de los demás factores
concurrentes. Por lo tanto, cada falacia concreta que vamos a desvelar en el
análisis exhaustivo subsiguiente de la teoría de BB no será el resultado del
simple "marco mental" de los nuevos teóricos de los rentistas, sino de varios
simultáneamente. Y sin embargo esto no debe impedirnos seleccionar de todos
los factores relacionados los tres fundamentales que en todas las exposiciones
son la fuente de las incontables pifias de BB. Estás pifias no demuestran más
que la total incapacidad de la burguesía de final de siglo para el pensamiento
teórico.
Capítulo Segundo
La Teoría del Valor
1-La importancia del problema del valor.
Por lo tanto, el problema del valor una y otra vez ha atraído la atención de los
teóricos económicos en mucha mayor medida que cualquier otro problema de
la economía política. Adam Smith, David Ricardo. Karl Marx - todos tomaron
el análisis del valor como el fundamento de sus investigaciones. La Escuela
Austriaca también hace del valor la piedra angular de su sistema, pero con la
intención poco disimulada de combatir a los clásicos y a Marx y crear su propio
sistema teórico.
Se sigue que la teoría del valor en realidad todavía ocupa la oposición central
en las discusiones teóricas presentes, aunque John Stuart Mill consideraba
amortizada la cuestión. (John Stuart Mill, ibid., p.209.)
Pero en oposición a Mill, BB, cree que la teoría del valor sigue siendo una de
las "menos claras, más confusas y más disputadas áreas de nuestra ciencia”.
(Böhm-Bawerk, Grundzüge, etc., p.8), pero espera que los estudios de la
Escuela Austriaca pongan fin a este estado de confusión. "Me parece que ciertos
esfuerzos realizados recientemente" nos cuenta "han introducido pensamiento
fértil en este confuso fermento, y aportarán fructíferos y clarificadores
desarrollos" (Ibid., p.8.)
Trataremos de someter tal "pensamiento fértil" a un donoso escrutinio; pero
digamos ya desde el principio que los críticos usuales de la Escuela Austriaca
suelen señalar que los últimos confunden el valor con el valor de uso; por lo
tanto, que su teoría pertenece más a las regiones de la psicología que a la
economía política, etc.
Por muy "peculiar" que suene todo esto, debemos no obstante señalar que
este puro psicologismo tan característico de BB es perfectamente compatible
con un fetichismo vulgar y toscamente materialista. En otras palabras, con un
punto de vista esencialmente acrítico e ingenuo.
Por lo tanto, estamos tratando con dos categorías del valor; una representa
una cantidad básica, la otra una cantidad derivada. Es por tanto necesario en
primer lugar poner a prueba la teoría del valor subjetivo. Además, es en esta
parte de la teoría austriaca donde se despliega más ingenio y originalidad en su
tentativa de ofrecer un nuevo fundamento para la teoría del valor.
¿Cuáles son pues los cambios en los motivos y en la "vida práctica" de los
sujetos económicos, mutaciones que deben ir en paralelo con el proceso
evolutivo descrito anteriormente?
Marx a nuestro juicio tiene toda la razón en no adoptar el valor de uso como
fundamento de su análisis de los precios. Por otro lado, es un error fundamental
de la Escuela Austriaca que el "principio central" de su teoría no tenga nada que
ver con la realidad capitalista actual. Y como veremos más adelante, esta
circunstancia influye en toda la estructura de la teoría.
La tabla muestra, entre otras cosas, que la necesidad concreta de una categoría
importante puede ser menor en volumen que la concreta necesidad de una
categoría menos importante, siempre que la necesidad haya sido satisfecha. "la
saciedad en las series verticales puede reducir la urgencia de las necesidades
más importantes a 3, 2 o 1, en tanto que un menor nivel de saciedad en la serie
VI, puede elevar la urgencia de esta necesidad, teóricamente menos
importante, al grado cuatro o cinco".
Es aquí donde los austriacos se encuentran con un serio problema; que aún
no han resuelto ni nunca resolverán. Primero debemos señalar lo enormemente
importante que es la selección de una unidad de valor desde el punto de vista
de BB. "El hecho es que nuestro juicio de valor puede, en relación un mismo
tipo de mercancías, en la misma época y bajo las mismas condiciones, ser de
grado variable, dependiendo de si se someten a valoración unas pocas
unidades o grandes cantidades de mercancías consideradas como un
conjunto”. (Böhm-Bawerk: Grundzüge, etc., p.15.)
Y otra cuestión. Ya hemos visto que el valor total de las unidades según BB
no es en absoluto equivalente a una unidad multiplicada por el número de
unidades. En el caso de las series 6, 5, 4, 3, 2, 1, el valor de seis unidades (de
toda la "oferta") equivale a 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6. Esa es una perfectamente
lógica conclusión de los supuestos fundamentales de la teoría de la utilidad
marginal; pero es totalmente falaz. Y la culpa la tiene el punto de partida de la
Teoría de BB, que ignora el carácter social e histórico de los fenómenos
económicos. De hecho, nadie que esté en la producción moderna calcula el
valor de la "oferta" o sea, del conjunto de mercancías, según el método de BB.
No sólo el espejo teórico manipulado por el capital distorsiona la "vida práctica"
sino que su imagen no refleja en absoluto los hechos. Cada vendedor de n
unidades considera estas unidades como n veces tanto como una sola unidad. Y
lo mismo vale para el comprador. Un industrial considera que la decimoquinta
máquina en su fábrica tiene la misma importancia y el mismo valor que la
primera, y que el valor total de las 50 no es 50 + 49 + 48 … + 2 + 1 = 1275;
sino, sencillamente, 50 x 50 = 2500."]
Capítulo III.
La Teoría del Valor por sustitución.
Ahora arribamos a un puerto en la que esta nueva teoría encalla y se va a
pique tan sin remedio, que ni un curtido marinero como Böhm-Bawerk puede
hacer nada.
Hasta ahora habíamos considerado sólo los casos más simples de valoración
de mercancías. Hemos asumido con Böhm-Bawerk que la valoración de las
mercancías dependía de la utilidad marginal de la mercancía en cuestión. De
hecho, la cuestión no es tan simple, y esto es lo que tiene que decir el propio
Böhm-Bawerk:
"Alguien me roba la única gabardina que tengo para afrontar los rigores del
invierno. No puedo suplirla inmediatamente con otra gabardina, porque sólo
tenía una. Tampoco estoy muy dispuesto a sufrir la pérdida que me ocasiona
ese robo donde más puedo sentirla … así que "transferiré" la pérdida a otros
tipos de mercancías, lo que haré comprándome un nuevo abrigo a cambio de
mercancías que en otro caso podría haber adquirido" (Ibid. p.38)
"los cuarenta florines que puede tener que pagar por su nueva gabardina
pueden salir de su dinero en efectivo, lo que puede resultar en una reducción
de otros lujos o gastos; si no es ni rico ni muy pobre, tendrá que pasar sin
algunas cosas algún tiempo. Y si esto no es posible, tendrá que vender o
empeñar parte del menaje; sólo en casos de extrema pobreza se tendrá que
quedar sin gabardina. En todos estos casos, salvo en el último, la valoración
de las mercancías no es por tanto una valoración aislada, sino que está
íntimamente en relación con la valoración de otras mercancías" (…) "Me
inclino a pensar que en la mayoría de las evaluaciones subjetivas que se
realizan están presentes estas valoraciones conjuntas. Pues rara vez estimamos
las mercancías que nos son indispensables por su utilidad directa, sino casi
siempre por su "utilidad en sustitución" de otros tipos de mercancías". (Ibid. P.
39)
En el segundo caso:
Nuestro ejemplo es apropiado para analizar los dos casos citados por Böhm-
Bawerk. Aún hemos de analizar otro caso que atrae su atención, a saber, la
compra para reventa posterior, en la que:
(Ibid., p.403.)
Al investigar la cuestión del nivel del valor (n del t, aquí Bujarin habla del
valor como "patrón que determina los precios"), hallamos que Böhm-Bawerk
lo hace depender del nivel de la utilidad marginal. Ahora podemos avanzar para
analizar qué factores definen este nivel.
Hallamos, por tanto, que la relación entre la oferta social y la demanda social
de bienes es un factor determinante del nivel de la valoración individual
subjetiva (o del nivel de la "utilidad marginal") pues es esta relación la que
determina el precio. Cuanto mayor sea el precio de un artículo nuevo, mayor es
la valoración subjetiva del antiguo.
"La mercancía más versátil" dice Wieser, "es el dinero…. No hay ninguna
otra mercancía que nos dé una oportunidad de formarnos una más clara noción
de la utilidad marginal (Friedrich von Wieser, Der natürliche Wert, Vienna,
1889, página 13.)
En vista del valor de uso dual del dinero, a saber, como mercancía y como
dinero, su valoración solamente atañe a su última función. Si ya en el análisis
del valor de las mercancías normales, es posible discernir la presencia de
relaciones sociales, que impiden cualquier interpretación exclusivamente
individualista de los fenómenos económicos (repasar nuestro análisis de la
utilidad por sustitución) estos fenómenos sociales encuentran su más plena
expresión en el caso del dinero. Pues el dinero es la "mercancía" cuya
valoración subjetiva, según la terminología austriaca, es el valor de cambio
subjetivo. Al exponer las contradicciones y el absurdo lógico de esta noción,
hemos revelado el error fundamental de toda su teoría del dinero. Gustav
Eckstein expone este error con mucha gracia:
"El valor objetivo de cambio del dinero, por tanto, resulta de su valor de uso
subjetivo, y este consiste en su valor de uso subjetivo que a su vez depende de
su valor de cambio objetivo. El resultado final parece tan coherente como el
famoso teorema que decía que la indigencia es resultado de la pobreza".
"El valor total de todo el grupo se determina por regla general por el grado
de utilidad marginal que son capaces de producir conjuntamente" (Ibid., p. 56)
(Ibid., p.57)
(Friedrich von Wieser: Der natürliche Wert, p.72; también, Peter Struve, op.
cit., vol. II, Moscow, 1916, en ruso)
I-Las mercancías dadas pueden rendir utilidad sólo cuando se emplean juntas
y no pueden remplazarse. En cada caso el portador del valor total es todo el
grupo complementario.
II- Los distintos miembros del grupo pueden ser destinados a otros usos
diferentes del grupo complementario. "En este caso el valor del artículo
individual ya no fluctúa entre "nada" y "todo" sólo entre la magnitud de la
utilidad marginal que puede rendir sola, como el mínimo, y la magnitud de la
utilidad marginal total de los demás miembros, como máximo" (Ibid., p.58.)
Esto es lo que llamamos renta de la tierra: una capitalización que nos dará su
precio. No hace falta probar que cada porción de una finca se valora de esta
forma, capitalizando la renta de la tierra; cualquier ejemplo práctico confirmará
este hecho. Pero esa evaluación presupone la tasa de interés como dada; el
resultado de la capitalización depende plenamente de esta.
"De todos los grupos sucesivos de mercancías productivas del más remoto
orden depende uno y el mismo resultado, a saber, la utilidad marginal del
producto final" (Ibid., p.64.)
Se sigue que:
(Ibid., p.65.)
Esta ley, según Böhm-Bawerk, también sirve para explicar la ley "clásica" de
los costes de producción de tal modo que el valor de las mercancías cuya
utilidad marginal no es la inferior (los grupos B y C) en nuestro ejemplo, no se
determinan por su propia utilidad marginal, sino por el valor de los medios de
producción (coste de producción) que dependen a su vez del valor y de la
utilidad marginal del producto marginal, es decir, del producto que tenga la
menor utilidad marginal. En otras palabras, la mencionada ley de sustitución
sigue operativa aquí. Con la excepción del "producto marginal" los costes de
producción son, por tanto, el factor determinante de todos los tipos de
"mercancías relacionadas con la producción" pero su propia magnitud, es decir,
el valor de los medios de producción se determina por el valor del producto
marginal, por su utilidad adicional:
(Ibid., p.71.)
Pues vaya con la forma general del valor de las mercancías productivas según
esta escuela. Vamos a criticar esta teoría, comenzando con su idea fundamental,
a saber, la dependencia del valor de los medios de producción del valor del
producto. La caída de los precios de las mercancías implicada en el progreso de
la industria es el hecho empírico más importante sobre el que trabajaba la
"vieja" teoría, que decía que los costes de producción eran un factor
determinante del valor (o precio) del producto. La conexión entre la reducción
de los costes de producción y la caída de los precios de las mercancías está muy
clara. Debemos llamar la atención a Böhm-Bawerk sobre este fenómeno por
encima de todo como piedra de toque de toda su teoría. Böhm-Bawerk tiene lo
siguiente que decir:
El nexo causal, emana, como hemos visto, del campo de las mercancías
productivas. La cuestión ahora es si estamos tratando sólo con la cantidad total
de medios de producción, como asume Böhm-Bawerk, o de si una reducción de
su valor ya está implicada simultáneamente con su número incrementado, como
resultado de lo último (lo que significaría que el valor del producto es la
magnitud por determinar)
Las estimaciones que los agentes hacen de los productos de ningún modo son
según la "utilidad marginal"; y esto es cierto, como hemos visto, incluso para
las mercancías de consumo; es incluso más cierto en la fabricación de los
medios de producción. Una sociedad anárquica, en la que no hay una relación
planificada entre las distintas fases productivas, en la que las relaciones
económicas se regulan en última instancia por el consumo social, llevará
inevitablemente a un estado de cosas que podemos denominar como "producir
para producir". Esta circunstancia tiene efecto, por un lado, en la psicología de
los agentes del modo de producción capitalista (análisis que es parte de la tarea
de Böhm-Bawerk) en una manera bien distinta de la que piensa Böhm-Bawerk.
Y aquí debemos de nuevo señalar una grave falacia lógica. Hemos visto antes
que el valor de los medios de producción según Böhm-Bawerk se determina por
el valor del producto: "en última instancia" la utilidad marginal del producto
marginal es el factor decisivo. ¿Pero qué determina la cuantía de esta utilidad
marginal? Ya sabemos que la cuantía de la utilidad marginal está en una ratio
inversa a la cantidad del producto a evaluar. Cuantas más unidades haya de un
tipo de mercancía, menor será la estimación por cada unidad en la "oferta" y
viceversa. La cuestión surge naturalmente, ¿cómo se determina esta cantidad?
Nos dice nuestro profesor
"La cantidad total de mercancías en una región del mercado se determina a
su vez… en una gran medida y particularmente por el nivel de los costes de
producción. Pues cuanto más altos sean, menos son, relativamente, el número
de artículos que la oferta proporciona a la demanda".
(Ibid., p.521)
Para terminar, dejadme decir unas palabras en relación con la fórmula general
de Böhm-Bawerk para determinar el valor de los medios de producción. Como
hemos visto el valor de la unidad de los medios de producción… se determina
por la utilidad marginal y el valor del producto que, entre todos los que podrían
haber sido usados económicamente para la producción de la unidad de medio
de producción en cuestión tiene el menor valor marginal. Considerando, por un
momento, la producción capitalista observamos enseguida que la palabra
"económicamente" ya presupone la categoría del precio como dada. Es de
nuevo un error "inmanente" de los austriacos; nace, como ya hemos señalado,
de su no querer entender la función de las relaciones sociales en la formación
de la psique individual del moderno hombre económico.