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P. ¿Realmente un pequeño dron puede ser peligroso para una moderna aeronave?

R. Sí, por varias razones. La principal es que el impacto de un aparato, por pequeño que sea en
comparación con un gran avión, contra su estructura puede causarle daños fatales bloqueando
algunos sistemas imprescindibles para el despegue y el aterrizaje: inhabilitando pequeñas
partes del ala, por ejemplo, que impiden que el avión se desplome en esos momentos en que
los que se desplaza a menor velocidad (flaps, slats…). La absorción del dron por uno de los
motores podría poner en muy serio riesgo la capacidad de la nave para seguir en el aire.

P. ¿Qué otros peligros supone la presencia de drones en el entorno aeroportuario?

R. Durante el despegue, alejamiento, aproximación y aterrizaje, la tripulación de un vuelo ha


de estar especialmente atenta al funcionamiento de los sistemas del avión. Una distracción tan
perturbadora como la aparición inesperada de un objeto volante puede provocar una reacción
brusca en los pilotos que ponga en peligro la estabilidad del vuelo en una fase en la que,
además, hay muchos otros aviones en la misma área que podrían verse afectados.

P. ¿Sucede lo mismo por el impacto con aves?

R. Los aeropuertos disponen de equipos electrónicos y de rapaces entrenadas para alejar a


otras aves del entorno aeroportuario. Pese a todo, se producen colisiones con animales en el
aire, pero está demostrado que, aunque el daño es más aparatoso cuando impacta un pájaro,
el choque con un dron profundiza más en la estructura del avión, pudiendo alcanzar
mecanismos del ala, por ejemplo, que harían ingobernable el avión.

P. ¿Lo sucedido en Gatwick es frecuente?

R. No es extraño, aunque pocas veces con consecuencias tan graves para la operativa de un
aeropuerto. En todo el mundo, en los últimos años se reciben casi semanalmente alertas por
proximidad de drones en los entornos aeroportuarios, espacios en los que por ley está
prohibido su sobrevuelo.

P. ¿Se trata de un peligro teórico?

R. No. Existen casos de impactos de drones con aviones comerciales. El resultado más habitual
ha sido la destrucción de partes estructurales de la aeronave, tales como el radomo (el morro
del avión, detrás del cual se ubican distintos radares), el borde de ataque el ala (su parte
delantera, implicada en la sustentación del aparato), microfracturas en las ventanas de la
cabina de mando… Aunque no se produzca el impacto, la tripulación puede decidir abortar el
aterrizaje por la presencia del dron, una maniobra no exenta de riesgos si se produce muy
cerca del suelo y teniendo en cuenta que hay que conseguir en pocos segundos la aceleración
necesaria para volver a levantar una estructura de decenas de toneladas.

P. ¿Quiénes están detrás del uso de estos drones?

R. No hay muchos datos oficiales al respecto, pero está documentada la presencia de


pequeños drones de recreo tripulados por aficionados que de forma irresponsable eligen estas
zonas para hacerlos volar. Además, también se han utilizado drones con cámaras para intentar
lograr perspectivas más espectaculares de los despegues y aterrizajes. Lo más grave es que
fácilmente se pueden convertir en armas terroristas, portadoras de explosivos.

P. ¿Hay otros peligros semejantes a éste?

R. Resulta muy preocupante el aumento de denuncias de pilotos por el uso de punteros láser
dirigidos contra la cabina de vuelo en las fases de aterrizaje. Además de la lógica distracción
que producen, pueden dejar sin visión a las tripulaciones durante algunos segundos por
deslumbramiento. Incluso, algunos vuelos han tenido que volver al aeropuerto tripulados por
sólo uno de los dos pilotos al quedar el otro inhabilitado por el daño que le ha producido a su
visión.

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