Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Crisis Identitaria Futuro Fatal.
Crisis Identitaria Futuro Fatal.
Del mismo modo, intentaremos ampliar el enfoque a través de otros trabajos que ya
citaremos conforme haga falta, buscando dar más visiones que las de nuestros dos
principales autores. No es posible hacer un enfoque a las asignaturas anteriores como en
el otro trabajo, pero será parte de la asignatura el enlazar los conocimientos del curso
con nuestro trabajo, concluyendo que donde nos encontramos es la acumulación de
todos los acontecimientos y decisiones pasadas, y que para intentar comprenderlas y
avanzar, deberemos ser capaces de echar la vista atrás.
Análisis
Un hecho interesante de la visión de la que parte Castells, son los elementos que
destaca como contraculturales de la sociedad red. Son una suerte de movimientos,
asociaciones y comunidades culturales que rechazan las consecuencias acaecidas en lo
cultural de la sociedad red como es el individualismo “colectivo” . Ejemplos de ello son
el ecologismo, o el feminismo... Pero existe otras manifestaciones que también rechazan
por completo las exigencias y características de esa cultura “global”, estos movimientos
se asientan sobre ensalzamiento de los valores y comportamientos tradicionales, que
establecen cohesión y orden social a nivel local. Manifestaciones, de este tipo de
respuestas contrarias, son los fundamentalismos religiosos o el exaltamiento del amor a
la patria.Así pues encontramos como bien señala Castells: “Una oposición entre
globalización e identidad está dando forma a nuestro mundo y a nuestras vidas”.
Pero estamos en Sociología, y por lo tanto debe quedarnos claro el hecho de que estas
identidades siempre están sujetas a un entorno exterior donde, para nuestro bien o para
mal, siempre se encontrarán en un contexto marcado por las relaciones de poder. Con
esta premisa podríamos poner en duda que si, un individuo creciera aislado del grupo,
podríamos hablar en algún caso de identidad o solo de comportamiento (atendiendo a
otros factores pedagógicos y psicológicos que desconocemos).
Son las primeras, las identidades legitimadoras, las que a su vez permiten crear una
sociedad civil a través de una serie de aparatos (iglesias, partido, sindicatos,
asociaciones) que prolongan la dinámica del estado, y a su vez, están arraigados. Este
último apunte, quiere decir, que busca mantenerse, las instituciones, aunque la sociedad
en sí cambie. Y es que estas instituciones son parte de la formación de la identidad del
individuo, evitándose que las fuerzas que buscan cambiarlo emerjan entre estas
personas (como el ejemplo del socialismo en la ideología de Gramsci).
En esta se construyen identidades contra una serie de autoridades, dándose así, una serie
de comunicación entre ambas fuerzas (es difícil evitar pensar en los sucesos de
autoafirmación nacionalistas), y donde nuestro autor deja una interesante incógnita: ¿En
estos casos las sociedades seguirían llamándose sociedades o pasarían a ser una
conglomeración de tribus?
Desde una perspectiva más sociológica podríamos pensar que los individuos siguen
perteneciendo a una comunidad respecto a las similitudes cognitivas y actuaciones que
han interiorizado, por lo que las diferenciaciones objetivas entre sociedades serían ,más
bien, un producto del ámbito legislativo que social. Pero al mismo tiempo existiría un
componente de “sentimiento interno” en cada individuo que mantendría o no esa unión.
Para Guillermo Sunkel, este sentimiento de pertenencia tendría su apoyo en una base de
cohesión social que mantendría al individuo afín al grupo, o por el contrario, lo haría
considerarse ajeno buscando una nueva forma de creación identitaria. El caso
paradigmático de esta postura, siguiendo la explicación Castells, son los afroamericanos
negros que han conseguido unas condiciones materiales óptimas y se han configurado
como clase media, de esta forma, buscan alejarse del influjo del “gueto”, deshacerse de
esa marca que llevan incrustada en su color de piel.
Del mismo modo, los otros grupos se encontrarían en las diferentes minorías que buscan
un cambio en el orden establecido a través de diferentes medios. Sería necio pensar en
que estos grupos se reducirían a las clases bajas, que cuentan con una peor posición,
pues para el autor los perfiles de cambio vienen a través del posicionamiento de poder
en nuestro proceso identitario, por lo que desde espectros de alto poder la búsqueda de
cambio también pertenecería a aquellos que buscan superar a los poderes que le
rodean(competitividad entre altas esferas de los partidos, hijos de clases altas que toman
caminos de reivindicación y revolución contrarios a su rol preestablecido…).
Como reflexión personal, entrar en una crisis de alcance medio que ha afectado a una
gran parte de las clases medias (llevándolas a un nivel de vida bastante más bajo)
debería suponer un cambio en el proceso identitario, que, a un nivel teórico podría
explicar la “extremización” (sin un sentido peyorativo, simplemente la bifurcación del
espectro ideológico hacia sus esquinas) de los perfiles políticos del electorado. ¿Vendría
este cambio unido a la creación de nuevos perfiles de “resistencia” y “proyecto” a traer
un cambio en nuestra sociedad? Podría ser una explicación factible, pero faltarían otros
muchos factores: estabilidad social, función conciliadora(o represiva) del Estado, grado
de cooperación asociativa…
Edgar Morín nos ayudará a entender ese vacío en el que nos podemos encontrar al
analizar nuestras vidas, donde, citando a Ortega: “No sabemos lo que nos pasa y eso es
lo que pasa”.
Uno de los problemas clave es que el desarrollo se impone como base de esta
globalización, con unas condiciones de expansión neoliberal que amplifican todos los
aspectos negativos. De esta forma, el rechazo de las minorías (no tan pequeñas) no hace
más que acrecentarse, dándose cada vez con más frecuencia los conflictos de carácter
etno-religioso, de crisis culturales; pero también de conflictos internos en las sociedades
“primermundistas” como consecuencia de las crecientes desigualdades y las diferencias
culturales (El conflicto étnico de Estados Unidos va a peor, a pesar de contar con un
presidente de color “al frente” del país).
La idea de desarrollo se intenta en estos momentos unir a la de
“sostenibilidad”, pero el capitalismo se ha puesto por encima de la humanidad,
empeorando las diferentes crisis con las que nos encontramos y dejando una perspectiva
de futuro cada vez más desesperanzadora (el apoyo a movimientos ecologistas es una
nimiez en comparación con lo que se está consumiendo y contaminando, dejando
proyectos de sostenibilidad como una cortina de humo ante la realidad).
En ese caso, ¿nos encontramos abocados hacia el abismo? Para Morín la globalización
ha traído todos estos problemas pero no debemos dejar de lado que en este momento en
el planeta Tierra hay una mayor interdependencia de cada uno de nosotros con todos, en
un extraño proceso individualización por otro lado, sí, pero que multiplica la simbiosis y
los mestizajes interculturales frente a los procesos de homogeneización.
Por lo tanto, la conciencia es todavía débil y dispersa, pero existe, y es la base de donde
debemos sobrepasar lo que la historia aún no ha conseguido llegar. Citando esa vez a
Hölderlin: “Donde crece el peligro también crece aquello que se salva”.
Necesitaremos de una nueva organización que enfoque los problemas que están
acusando el planeta y que no harán más que agravarse: El peligro nuclear, la
degradación de la biosfera, los conflictos político-étnico-religiosos. Son solo algunos de
los principales problemas que debemos afrontar, a través del improbable pero necesario
cambio que debemos buscar. Necesitamos evolucionar y “metamorfosearnos”,
evolucionar si no queremos acabar con nuestra propia existencia.
Hará falta modificar nuestras trayectorias y corregir errores, pero sobretodo basarnos en
l innovación y las iniciativas globales. Deberemos romper las dualidades que no nos
permiten avanzar, dejar de diferenciar globalización/desglobalización,
crecimiento/decrecimiento, desarrollo/involución, conservación/transformación.
Cojamos lo mejor de cada casa según convenga. Para nuestro autor, esto nos lleva a la
necesidad de multiplicar los procesos culturales y dotar de importancia la viabilidad de
los recursos locales, microeconómicos, pero haciendo hincapié en que no estamos en
una competencia si no en el compromiso global. Reforzar la solidaridad unida a la
cohesión social, introduciendo la autoridad legitimadora en una sociedad global e igual,
a través de primero el refuerzo de las identidades de proyecto enfocadas a la mejora
colectiva, y no a los perfiles individuales.
Confluye este aporte con las ideas de Zigmunt Bauman sobre las diferencias en cunto a
generar una identidad en la época pre moderna y las dificultades o complejidad que
existe a la hora de producir una identidad en la edad moderna.
Conclusiones
Las conclusiones que mostraremos no son más que las que el propio Morín
ya nos ha advertido a lo largo de su obra. Necesitamos transformarnos para no caer en el
desastre. La Vía es la unión de los principios que el autor nos afirma como necesarios
para poder reconstruir el grupo donde vivimos y asegurar que podamos perdurar, de una
forma u otra, en el tiempo. No deben ser avances aislados, si no un crecimiento
colectivo que aproveche los diferentes enfoques. Debemos esperar los improbables
cambios, sabiendo que la humanidad cuenta con inherentes cualidades de creación casi
infinitas, que si nos han conducido hasta donde somos hoy, podrán llevarnos aún más
allá. Que podremos aprovechar las virtudes del peligro y de la crisis como un reto del
que salir victoriosos y más sabios, conscientes, del lugar común donde nos
encontramos. Y así, tener esperanza en que en el tiempo, conseguiremos la armonía de
la humanidad.
Sin embargo, nuestro futuro seguirá con un grado de incertidumbre a pesar de que
consiguiéramos todos estos avances; sin destruirnos en el proceso. No sabemos lo que
nos depara, si de verdad existe una verdadera voluntad desde las altas esferas y grupos
de verdadero poder para diezmar la población, o qué encontraremos en el supuesto de
que nos expandamos por el universo, o si nuestra existencia puede ser simplemente una
fugaz coincidencia que terminará por algún tipo de desastre natural o creado.
No sabemos lo que nos espera, así que no nos queda más remedio
que construir ese futuro dentro del libre albedrio en el que vivimos, en la medida que
podamos; ya que posiblemente haya fuerzas reaccionarias que quieran mantener su
estatus quo. Tenemos que reconstruir nuestra forma de pensar, reconfigurar, como
proponíamos al comienzo, nuestra identidad como “humanos” y cambiar la sociedad si
queremos afrontar las incertidumbres que nos esperan. Y así, a pesar de que el final se
visualice ante nosotros, tendremos un fin que alcanzar. Desde luego, esta empresa no es
fácil, pero habrá que ponerse a ello.
Bibliografía:
- Noguera, A (2011) La teoría del poder y del estado en Antonio Gramsci. Nómadas.
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas.Vol.29 20- 38 págs.