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Crisis identitaria; futuro fatal.

Juan Vicente Antón Pastor


1. Introducción.
2. Análisis.
-Bloque A) Creación de la identidad y de la sociedad.
-Bloque B) De ahora, en adelante.
3. Conclusiones.
4. Bibliografía.
Introducción
Este ensayo busca mostrar la encrucijada en la que se encuentra nuestra sociedad, donde
nos encontramos y que debemos hacer ante los problemas, que se nos presentan, y que
seguro, se nos presentarán. en este trabajo reflexionaremos sobre en qué mundo nos
encontramos y que haremos con nuestro incierto futuro.

Pero también deberemos entender como se ha construido nuestra identidad desde la


sociedad, y como hoy día sigue en un proceso de cambio, a través de la obra de Castells
El poder de la identidad (Segundo Volumen de “La era de la información” del autor
español), haciendo hincapié en que somos, para poder luego ver a través de LA VIA que
camino deberemos seguir.

Del mismo modo, intentaremos ampliar el enfoque a través de otros trabajos que ya
citaremos conforme haga falta, buscando dar más visiones que las de nuestros dos
principales autores. No es posible hacer un enfoque a las asignaturas anteriores como en
el otro trabajo, pero será parte de la asignatura el enlazar los conocimientos del curso
con nuestro trabajo, concluyendo que donde nos encontramos es la acumulación de
todos los acontecimientos y decisiones pasadas, y que para intentar comprenderlas y
avanzar, deberemos ser capaces de echar la vista atrás.

Análisis

Bloque A) Creación de la identidad y de la sociedad.


Como señala el propio Manuel Castells en la introducción del libro El Poder de la
identidad, su visión parte desde un mundo globalizado a nivel económico y que junto a
la revolución tecnológica ha globalizado otros aspectos como el “poder”, que ya no
reside en los estados-nación, sino que se traslada, en gran parte a grandes corporaciones
y financieros. Además ha modificado otros factores como la organización del trabajo y
en definitiva la vida en sociedad; construyendo lo que él denomina: sociedad red.

Un hecho interesante de la visión de la que parte Castells, son los elementos que
destaca como contraculturales de la sociedad red. Son una suerte de movimientos,
asociaciones y comunidades culturales que rechazan las consecuencias acaecidas en lo
cultural de la sociedad red como es el individualismo “colectivo” . Ejemplos de ello son
el ecologismo, o el feminismo... Pero existe otras manifestaciones que también rechazan
por completo las exigencias y características de esa cultura “global”, estos movimientos
se asientan sobre ensalzamiento de los valores y comportamientos tradicionales, que
establecen cohesión y orden social a nivel local. Manifestaciones, de este tipo de
respuestas contrarias, son los fundamentalismos religiosos o el exaltamiento del amor a
la patria.Así pues encontramos como bien señala Castells: “Una oposición entre
globalización e identidad está dando forma a nuestro mundo y a nuestras vidas”.

Castells nos habla de la formación de la sociedad a través de la identidad de los


individuos, que cuenta con varios estratos, desde una perspectiva interna o personal,
hasta el creado por el grupo en el que vivimos. Así podemos distinguir entre el concepto
de rol, que no es ni más ni menos que las normas estructuradas por las instituciones y
organizaciones de la sociedad, dándonos un papel como individuos útiles para ese
colectivo. Las identidades, por el contrario son más complejas, pues aunque atienden a
un atributo cultural y pueden originarse en las instituciones, sólo a través del propio
individuo se construyen y las interioriza.

Pero estamos en Sociología, y por lo tanto debe quedarnos claro el hecho de que estas
identidades siempre están sujetas a un entorno exterior donde, para nuestro bien o para
mal, siempre se encontrarán en un contexto marcado por las relaciones de poder. Con
esta premisa podríamos poner en duda que si, un individuo creciera aislado del grupo,
podríamos hablar en algún caso de identidad o solo de comportamiento (atendiendo a
otros factores pedagógicos y psicológicos que desconocemos).

Según Castells, tenemos 3 tipos de formación de las identidades


que divide en:

a) Identidad legitimadora: introducida por las instituciones


dominantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominación frente a los
actores sociales. Las identidades legitimadoras generan una sociedad civil, es decir un
conjunto de instituciones, organizaciones y actores sociales, que reproducen la identidad
que racionaliza las fuentes de dominación estructural. (Inspirada en la idea de Gramsci
de la “legitimidad civil”)

b) Identidad de resistencia: generada por aquellos actores que se


encuentran en posiciones/condiciones devaluadas o estigmatizadas por la lógica de la
dominación, por lo que construyen trincheras de resistencia y supervivencia basándose
en principios diferentes u opuestos a los que impregnan las instituciones de la sociedad.
Es el caso por ejemplo de las feministas que buscan cambiar las estructuras del
patriarcado desafiando ese esquema familiar y rompiendo con sus normas de
reproducción, sexualidad y personalidad.
c) Identidad proyecto: cuando los actores sociales, basándose en los materiales
culturales de que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en
la sociedad y, al hacerlo, buscan la transformación de toda la estructura social.

Son las primeras, las identidades legitimadoras, las que a su vez permiten crear una
sociedad civil a través de una serie de aparatos (iglesias, partido, sindicatos,
asociaciones) que prolongan la dinámica del estado, y a su vez, están arraigados. Este
último apunte, quiere decir, que busca mantenerse, las instituciones, aunque la sociedad
en sí cambie. Y es que estas instituciones son parte de la formación de la identidad del
individuo, evitándose que las fuerzas que buscan cambiarlo emerjan entre estas
personas (como el ejemplo del socialismo en la ideología de Gramsci).

Por el contrario, en la identidad de resistencia se conduce a la formación de comunas o


comunidades que conforman grupos de resistencia colectiva contra la opresión. Por
ejemplo los movimientos gay, o los grupos de indígenas que se resisten a abandonar
sus costumbres y a regirse bajo los mismos parámetros que las sociedades
contemporáneas, los migrantes, etc. es decir, el movimiento de exclusión de los
exclusores, por los excluidos.

En esta se construyen identidades contra una serie de autoridades, dándose así, una serie
de comunicación entre ambas fuerzas (es difícil evitar pensar en los sucesos de
autoafirmación nacionalistas), y donde nuestro autor deja una interesante incógnita: ¿En
estos casos las sociedades seguirían llamándose sociedades o pasarían a ser una
conglomeración de tribus?

Desde una perspectiva más sociológica podríamos pensar que los individuos siguen
perteneciendo a una comunidad respecto a las similitudes cognitivas y actuaciones que
han interiorizado, por lo que las diferenciaciones objetivas entre sociedades serían ,más
bien, un producto del ámbito legislativo que social. Pero al mismo tiempo existiría un
componente de “sentimiento interno” en cada individuo que mantendría o no esa unión.
Para Guillermo Sunkel, este sentimiento de pertenencia tendría su apoyo en una base de
cohesión social que mantendría al individuo afín al grupo, o por el contrario, lo haría
considerarse ajeno buscando una nueva forma de creación identitaria. El caso
paradigmático de esta postura, siguiendo la explicación Castells, son los afroamericanos
negros que han conseguido unas condiciones materiales óptimas y se han configurado
como clase media, de esta forma, buscan alejarse del influjo del “gueto”, deshacerse de
esa marca que llevan incrustada en su color de piel.

Su tercera forma de construcción de la identidad se engarza en el proyecto de vida con


un fin de transformación, pero no de enfrentamiento como en la anterior. Entraría tanto
las perspectivas de cambio, que antes hemos ejemplificado, como otros ejemplos de
carácter más conciliador (pone como ejemplo los mesías de las diferentes religiones que
cumplen con un papel de pacificación y orden).

La sociedad actual estaría formada por un compendio de individuos socializados a


través de estas vías, siendo especialmente dominante la primera de estas, lo que nos
asegura un grado de estabilidad social mínimo garantizado (legitimando el sistema
social en el que nos encontramos). Podríamos poner como ejemplo principal las clases
medias con una renta media que vive la mayor parte de su vida en una relativa
estabilidad. Por supuesto, no son círculos cerrados y encontraremos variantes y personas
con varios enfoques, pues no nos debemos cerrar a un tipo puro de identidad.

Del mismo modo, los otros grupos se encontrarían en las diferentes minorías que buscan
un cambio en el orden establecido a través de diferentes medios. Sería necio pensar en
que estos grupos se reducirían a las clases bajas, que cuentan con una peor posición,
pues para el autor los perfiles de cambio vienen a través del posicionamiento de poder
en nuestro proceso identitario, por lo que desde espectros de alto poder la búsqueda de
cambio también pertenecería a aquellos que buscan superar a los poderes que le
rodean(competitividad entre altas esferas de los partidos, hijos de clases altas que toman
caminos de reivindicación y revolución contrarios a su rol preestablecido…).

Como reflexión personal, entrar en una crisis de alcance medio que ha afectado a una
gran parte de las clases medias (llevándolas a un nivel de vida bastante más bajo)
debería suponer un cambio en el proceso identitario, que, a un nivel teórico podría
explicar la “extremización” (sin un sentido peyorativo, simplemente la bifurcación del
espectro ideológico hacia sus esquinas) de los perfiles políticos del electorado. ¿Vendría
este cambio unido a la creación de nuevos perfiles de “resistencia” y “proyecto” a traer
un cambio en nuestra sociedad? Podría ser una explicación factible, pero faltarían otros
muchos factores: estabilidad social, función conciliadora(o represiva) del Estado, grado
de cooperación asociativa…

Bloque B) De ahora, en adelante.

Comprendiendo a través de Castells el proceso de identidad en el que nos formamos


hemos podido llegar a comprender un poco mejor en que sociedad nos encontramos,
pero podemos ver que esos procesos traen consigo una serie de irregularidades que
afectan a los individuos.

Edgar Morín nos ayudará a entender ese vacío en el que nos podemos encontrar al
analizar nuestras vidas, donde, citando a Ortega: “No sabemos lo que nos pasa y eso es
lo que pasa”.

Para el autor francés el presente solo es perceptible en su superficie, añadiendo que en la


actualidad el conocimiento se ve desbordado por la rapidez de los cambios y por la
propia complejidad de la globalización. Y es que esa es la base de nuestro sistema
actual: Globalización, occidentalización y desarrollo. Esta complejidad es la que nos
engulle, a los habitantes del mundo occidental, en dos tipos de carencias cognitivas: la
ceguera del conocimiento que compartimenta los saberes y los “individualiza”; y un
posicionamiento de superioridad que nombra como occidentalocentrismo (en referencia
a nuestro genuino etnocentrismo antropológico y cultural).

Esta forma de pensamiento es la más cercana al proceso de legitimación de Castells, es


decir, reproduce la identidad que racionaliza las fuentes de dominación estructural. Pero
no por ello debemos pensar que los otros perfiles quedan fuera de esta “ceguera”
cultural, pues como Morín indica ni él mismo queda fuera de ser abducido por lo local y
lo contingente.

Entrando aún más en el tema, nos encontramos en un proceso de globalización que no


es ni más ni menos que la continuación del proceso de mundialización en el que nos
encontramos (lo que en clase hemos tratado como las primeras globalizaciones), para el
autor, desde el S.XV, con la conquista de las Américas (Aunque podríamos ir aún más
atrás con los viajes de Marco Polo y las expediciones de las cruzadas).

Lo importante es saber que la globalización ha diseñado la infraestructura de una


sociedad-mundo. Pero, al fin y al cabo, una inacabada unión donde solo se ha formado
un movimiento tecno-económico junto a la homogeneización cultural, lo que provoca
la resistencia étnica, nacional, cultural y religiosa (). Este hecho guarda relación con una
de las conclusiones de Manuel Castells, donde comenta que una de las reacciones en
referencia a las consecuencias de la sociedad red es que cada vez los grupos de etnia,
raza o clase, mantienen una tendencia a la escisión, configurándose en grupos cada vez
más pequeños, debido a una afinidad de valores culturales y proximidad cognitiva o
bien porque comparten una identidad legitimadora.

Una sociedad requiere de un territorio con numerosas intercomunicaciones


permanentes, pero debe contar además con su propia economía “mundializada”, y sobre
todo una conciencia de humanidad a escala que permita la creación de autoridades
legítimas dotadas de poder de decisión; en palabras de Pepe Mújica: “el problema de los
océanos, no es un problema sólo de los océanos, sino de la humanidad entera”. Sí, es
cierto que hay que tener en cuenta la existencia de multitud de formaciones, sobre todo
multinacionales y grupos financieros, que buscan la creación de una sociedad mundo
que les permita campar a sus anchas, y, que mantienen, en última instancia, privilegios
hacia algunos países (y donde se ensalzan los intereses individuales sobre el consenso).

Empezando por la ONU y pasando por la OMC, UNESCO o el Tribunal Internacional,


son algunos de estos organismos, que en sus limitaciones, nos muestran como estamos
ante una crisis de unificación que nos conecta pero no nos une .De esta forma, resulta
imposible llegar a la conversión de nuestra sociedad en una Tierra- Patria. Además, a
esto se le une un problema de conciencia, de acción individual y el respaldo
institucional, como propone Robert Bellah(1985: 286).

Uno de los problemas clave es que el desarrollo se impone como base de esta
globalización, con unas condiciones de expansión neoliberal que amplifican todos los
aspectos negativos. De esta forma, el rechazo de las minorías (no tan pequeñas) no hace
más que acrecentarse, dándose cada vez con más frecuencia los conflictos de carácter
etno-religioso, de crisis culturales; pero también de conflictos internos en las sociedades
“primermundistas” como consecuencia de las crecientes desigualdades y las diferencias
culturales (El conflicto étnico de Estados Unidos va a peor, a pesar de contar con un
presidente de color “al frente” del país).
La idea de desarrollo se intenta en estos momentos unir a la de
“sostenibilidad”, pero el capitalismo se ha puesto por encima de la humanidad,
empeorando las diferentes crisis con las que nos encontramos y dejando una perspectiva
de futuro cada vez más desesperanzadora (el apoyo a movimientos ecologistas es una
nimiez en comparación con lo que se está consumiendo y contaminando, dejando
proyectos de sostenibilidad como una cortina de humo ante la realidad).

En ese caso, ¿nos encontramos abocados hacia el abismo? Para Morín la globalización
ha traído todos estos problemas pero no debemos dejar de lado que en este momento en
el planeta Tierra hay una mayor interdependencia de cada uno de nosotros con todos, en
un extraño proceso individualización por otro lado, sí, pero que multiplica la simbiosis y
los mestizajes interculturales frente a los procesos de homogeneización.

Por lo tanto, la conciencia es todavía débil y dispersa, pero existe, y es la base de donde
debemos sobrepasar lo que la historia aún no ha conseguido llegar. Citando esa vez a
Hölderlin: “Donde crece el peligro también crece aquello que se salva”.

Necesitaremos de una nueva organización que enfoque los problemas que están
acusando el planeta y que no harán más que agravarse: El peligro nuclear, la
degradación de la biosfera, los conflictos político-étnico-religiosos. Son solo algunos de
los principales problemas que debemos afrontar, a través del improbable pero necesario
cambio que debemos buscar. Necesitamos evolucionar y “metamorfosearnos”,
evolucionar si no queremos acabar con nuestra propia existencia.

Hará falta modificar nuestras trayectorias y corregir errores, pero sobretodo basarnos en
l innovación y las iniciativas globales. Deberemos romper las dualidades que no nos
permiten avanzar, dejar de diferenciar globalización/desglobalización,
crecimiento/decrecimiento, desarrollo/involución, conservación/transformación.
Cojamos lo mejor de cada casa según convenga. Para nuestro autor, esto nos lleva a la
necesidad de multiplicar los procesos culturales y dotar de importancia la viabilidad de
los recursos locales, microeconómicos, pero haciendo hincapié en que no estamos en
una competencia si no en el compromiso global. Reforzar la solidaridad unida a la
cohesión social, introduciendo la autoridad legitimadora en una sociedad global e igual,
a través de primero el refuerzo de las identidades de proyecto enfocadas a la mejora
colectiva, y no a los perfiles individuales.

Confluye este aporte con las ideas de Zigmunt Bauman sobre las diferencias en cunto a
generar una identidad en la época pre moderna y las dificultades o complejidad que
existe a la hora de producir una identidad en la edad moderna.
Conclusiones
Las conclusiones que mostraremos no son más que las que el propio Morín
ya nos ha advertido a lo largo de su obra. Necesitamos transformarnos para no caer en el
desastre. La Vía es la unión de los principios que el autor nos afirma como necesarios
para poder reconstruir el grupo donde vivimos y asegurar que podamos perdurar, de una
forma u otra, en el tiempo. No deben ser avances aislados, si no un crecimiento
colectivo que aproveche los diferentes enfoques. Debemos esperar los improbables
cambios, sabiendo que la humanidad cuenta con inherentes cualidades de creación casi
infinitas, que si nos han conducido hasta donde somos hoy, podrán llevarnos aún más
allá. Que podremos aprovechar las virtudes del peligro y de la crisis como un reto del
que salir victoriosos y más sabios, conscientes, del lugar común donde nos
encontramos. Y así, tener esperanza en que en el tiempo, conseguiremos la armonía de
la humanidad.

Habiendo explicado ya estas esperanzadoras metas que el filósofo


nos muestra, creo conveniente comentar uno de los puntos finales que, a mi parecer son
de gran importancia y que el autor también desarrolla.

Al igual que en una de nuestras últimas prácticas vimos como la


revolución tecnológica afectaría al actual sistema de producción y pondría (y ya está
poniendo) en peligro los puestos de trabajo, Morín se atreve a ir aún más allá y plantea
qué problemas futuros veríamos a nivel de la población. La prolongación de las vidas
humanas unida a la aplicación de los avances llevaría posiblemente a la prolongación
indefinida de la vida, dando lugar a una Poshumanidad, rompiendo con muchos de los
problemas que ahora debemos afrontar. Si somos capaces de mantener nuestra
existencia sin agotar los recursos, encontrar un equilibrio en los conflictos y lanzarnos
hacia el avance de la creación humana estaremos un paso más cerca de la divinidad
imaginada por el hombre. Pero una humanidad imperfecta, pues para Morín si queremos
conservar nuestra humanidad deberemos encontrar el equilibro al combinar la razón y la
pasión, buscando una capacidad para tomar las decisiones más justas sin perder nuestros
sentimientos en el proceso.

Sin embargo, nuestro futuro seguirá con un grado de incertidumbre a pesar de que
consiguiéramos todos estos avances; sin destruirnos en el proceso. No sabemos lo que
nos depara, si de verdad existe una verdadera voluntad desde las altas esferas y grupos
de verdadero poder para diezmar la población, o qué encontraremos en el supuesto de
que nos expandamos por el universo, o si nuestra existencia puede ser simplemente una
fugaz coincidencia que terminará por algún tipo de desastre natural o creado.

No sabemos lo que nos espera, así que no nos queda más remedio
que construir ese futuro dentro del libre albedrio en el que vivimos, en la medida que
podamos; ya que posiblemente haya fuerzas reaccionarias que quieran mantener su
estatus quo. Tenemos que reconstruir nuestra forma de pensar, reconfigurar, como
proponíamos al comienzo, nuestra identidad como “humanos” y cambiar la sociedad si
queremos afrontar las incertidumbres que nos esperan. Y así, a pesar de que el final se
visualice ante nosotros, tendremos un fin que alcanzar. Desde luego, esta empresa no es
fácil, pero habrá que ponerse a ello.

Bibliografía:

-Castells, M (1997) EL PODER DE LA IDENTIDAD. Madrid, Alianza Ed.

-Tesis sobre crisis identitaria http://www.eumed.net/tesis-


doctorales/2009/vrr/crisis%20de%20las%20identidades%20en%20las%20sociedades%
20contemporaneas.htm

- Noguera, A (2011) La teoría del poder y del estado en Antonio Gramsci. Nómadas.
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas.Vol.29 20- 38 págs.

- Morín, E (2011) La vía. Barcelona, Editorial Paidos

- Morín, E (2007) ¿Hacia el abismo? Barcelona, Ed. Paidos

-Zigmunt Bauman(2001). La Sociedad Individualizada.

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