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MÉXICO Y LA PRENSA EXTRANJERA

México y la prensa extranjera

Omar Raúl Martínez (coordinador)

Omar Raúl Martínez


Fernando Moreno Peña
Sabás Huesca Rebolledo

Carlos Ramírez
Adolfo Aguilar Zinser

Carlos Lozano
Canadá Rubén Alvarez
Felipe López Veneroni
Carlos J. García
Luis Suárez

Edgar Celada
José Antonio Alonso
Eloy O. Aguilar
Héctor Barragán
Patricia Ramos
Emilio Zebadúa

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PRESENTACIÓN

Omar Raúl Martínez


¿Cuál es la imagen de México que se proyecta a través de los medios extranjeros? ¿Qué
tanta incidencia han tenido, tienen y podrán tener en el rumbo político y económico de nuestro
país? ¿Existe alguna diferencia entre la cobertura que realizan los medios norteamericanos
y los europeos o los centroamericanos? ¿Qué tipo de sucesos le interesa reportar más a la
prensa de nuestros virtuales socios comerciales? ¿Por qué la información en el exterior ha
cobrado mayor interés para el gobierno mexicano? ¿Cuáles son los principales obstáculos
a los que se enfrenta un corresponsal extranjero en México? ¿Qué implica cubrir una
nación tan diversa, compleja y difícil como la República Mexicana? ¿Hasta qué punto la
cobertura informativa y la interpretación de los hechos más relevantes de nuestro país se
sujetan -más que a una supuesta objetividad periodística- a una conguración simbólica del
mundo que corresponde con los intereses de dominación de los países industrializados?

A tales preguntas dan respuesta en este libro distinguidos investigadores y periodistas


mexicanos así como corresponsales extranjeros quienes, convocados por la Fundación
Manuel Buendía, la Universidad de Colima, la Revista Mexicana de Comunicación y varias
agrupaciones vinculadas al quehacer y estudio de los medios, tuvieron oportunidad de verter
experiencias, puntos de vista, reexiones y datos durante el Tercer Coloquio En Defensa de
la Palabra, que se realizó en la ciudad de Colima los días 10 y 11 de junio de 1993 justamente
para abordar un tema de insoslayable interés político: México y la prensa extranjera.

Estimular la discusión sobre esta vertiente de la comunicación social en


momentos en que la globalización económica alcanza a los medios masivos
de manera determinante, resulta no sòlo necesario sino imprescindible para
comprender las variables que inciden en el curso de la sociopolítica mexicana.

De ahí el motivo de reunir en un volumen las valiosas aportaciones que, durante el Tercer
Coloquio En Defensa de la Palabra, hicieron los periodistas Carlos Ramírez, Luis Suárez,
Carlos J. García, Rubén Álvarez, Emilio Zebadúa y Héctor Barragán; los investigadores
Adolfo Aguilar Zinser, Carlos Lozano y Felipe López Veneroni; y los corresponsales foráneos
Patricia Ramos, Edgar Celada, José Antonio Alonso y Eloy Aguilar.

De esta manera, México y la Prensa Extranjera constituye un caleidoscopio de voces


inspiradas en el ánimo por desentrañar la dinámica latente y/o maniesta que subyace en el
quehacer de los medios extranjeros y de sus hacedores.

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EJERCER LA CRÍTICA Y LA REFLEXIÓN

Fernando Moreno Peña


Doy la más afectuosa bienvenida a los participantes, investigadores y periodistas nacionales
y extranjeros, que participan en este Tercer Coloquio En Defensa de la Palabra. Estoy
seguro que sus puntos de vista serán de gran relevancia para el análisis y esclarecimiento
de un tema de especial interés como el de “México y la prensa extranjera”. Nuestra casa de
estudios como institución de educación superior, de carácter público, asume su vocación de
pluralidad.

La participación de la Universidad de Colima en este evento junto con la Fundación Manuel


Buendía y diez prestigiados organismos nacionales e internacionales, obedece a nuestro
convencimiento de que las instituciones de educación superior son el espacio idóneo donde
pueden ejercerse con plena libertad la crítica y la reexión.

Las Universidades tienen un papel importante que cumplir en la construcción de un país más
justo y democrático, primero por su indispensable papel como instituciones formadoras de
hombres, de ciudadanos y de profesionales, así como también por ser el lugar privilegiado
que la sociedad se otorga a sí misma para el debate de las grandes cuestiones de nuestro
tiempo, en un ambiente de libre expresión de las ideas.

Por ello saludo la distinguida presencia de Sabás Huesca, vicepresidente de la Fundación


Manuel Buendía. Doy especial bienvenida al columnista Carlos Ramírez, Premio de
Periodismo Manuel Buendía 1993, reconocimiento otorgado por 36 Universidades Públicas,
entre ellas esta casa de estudios. Asimismo, nos da gusto contar con la presencia de Adolfo
Aguilar Zinser, Luis Suárez, Carlos J. García, Carlos Lozano, Rubén Alvarez, Felipe López
Veneroni, así como con la objetiva visión que de México comparten Héctor Barragán, Emilio
Zabadúa, Patricia Ramos, Edgar Celada, Antonio Alonso y Eloy Aguilar.

Todos ellos investigadores, periodistas en México y corresponsales de diversos medios


y agencias informativas internacionales, harán un aporte de relevancia para conocer con
mayor exactitud la relación entre México y la prensa extranjera.

Una última reexión: don Daniel Cosío Villegas, agudo analista e ideólogo político, escribió
que la libertad de prensa no puede darse donde la autoridad tiene un poder incontrastable,
sea legítimo o arbitrario; imposible que orezca donde el ciudadano se sienta inseguro ya
porque desconoce sus derechos, ya porque el temor le impide reclamarlos; no puede brotar
si el gobernante es insensible al pulso de la opinión pública y si ésta carece de canales
abiertos para manifestarse sin esfuerzo ni riesgo, es decir, natural y diariamente.

Considero que eventos como este Tercer Coloquio En Defensa de la Palabra, en el que
participan periodistas, comunicadores, investigadores y estudiantes, permiten ensanchar los
canales de expresión de los mexicanos. Agradezco a la Fundación Manuel Buendía el haber
invitado a nuestra institución en la organización de este evento. Consideren a la Universidad
de Colima, estimados participantes, como su casa. Bienvenidos.

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LOS OJOS DEL MUNDO

Sabás Huesca Rebolledo

Manuel Buendía siempre tuvo a la Universidad de Colima (UDEC) como una de las mejores
y más avanzadas del país. Aquí justamente pronunció una de sus últimas conferencias.
La UDEC y la Fundación Manuel Buendía AC (FMBAC) han trabajado en proyectos conjuntos
desde hace un buen número de años. Como fruto de esa antigua relación han coeditado
libros y realizado coloquios, mesas redondas y congresos.

Juntos hemos rmado convenios de capacitación profesional de los que se han derivado
propuestas de modicación al plan de estudios, como sería el caso concreto del Seminario de
Derechos Humanos y Comunicación que recientemente organizaron la Fundación y la propia
Universidad, con el apoyo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y que se
está tomando como modelo en otras escuelas de nivel superior.

Desde su creación en septiembre de 1984, la Fundación se ha empeñado en contribuir al


mejor conocimiento de los medios de comunicación en México y a la formación de las nuevas
generaciones de periodistas e investigadores que ayuden a construir un mejor país: ese era
el ideal de Manuel Buendía.

Para lograr sus propósitos, la Fundación cuenta con diversos medios: la Revista Mexicana de
Comunicación, que pretende ser un foro donde se ventilen libremente las ideas y se analicen
con sentido crítico los temas de mayor actualidad en el ámbito de la comunicación; la Unidad
de Capacitación, que imparte regularmente cursos, seminarios, talleres y diplomados; el
Banco de Datos cuyo acervo crece cada día y está a disposición de los investigadores,
estudiantes y periodistas que lo requieran, y que gracias al apoyo de la UDEC continúa
enriqueciéndose y nos permite editar la revista Bitácora; la Unidad de Opinión Pública, cuyas
investigaciones nutren y amplían los alcances del análisis académico y profesional sobre los
medios; nalmente el programa editorial, con 34 títulos publicados. Todo esto da idea de la
multiplicidad de intereses que como periodista tenía Manuel Buendía.

Presos sus asesinos, no nos quedamos conformes. Como sabemos, el nombre le viene al
coloquio de aquel desayuno solidario que sus amigos ofrecieron a Manuel Buendía en 1980,
luego de que fuera amenazado de muerte por el entonces gobernador de Guerrero, Rubén
Figueroa. De esa reunión salió un libro que por cierto, y no casualmente, fue reeditado por
esta Universidad.

Esta es la forma como la Fundación sigue reclamando espacios. En su manera de no estar


conforme.

Es ya el tercer año consecutivo en el que nos reunimos con objeto de celebrar el Coloquio
En Defensa de la Palabra. Siempre será saludable detenernos un momento para reexionar
acerca de todo aquello relativo a nuestro campo de estudio; en esta ocasión el tema central
es “México y la Prensa Extranjera”.

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Los medios, testigos de las realidades

La modernización en los modos de informar reclama la libre circulación de las ideas. Hace unos
días recordamos el noveno aniversario del asesinato de Manuel Buendía. Desgraciadamente
no fue el primero ni el último que pierde la vida por exponer con valentía sus ideas. Esto no
puede seguir sucediendo en un país que bastante sangre ha derramado para conquistar la
libertad. Es fundamental que el proceso de modernización de la información desemboque en
una mayor libertad para la circulación de las ideas, en una democracia real, no sólo en la vida
política del país, sino en los propios medios de difusión.

Hemos visto con satisfacción que se están dando los primeros pasos para establecer
una relación más transparente entre los medios de comunicación y el gobierno. Se están
combatiendo prácticas de corrupción muy arraigadas en nuestros medios informativos. Lograr
su erradicación beneciará a la sociedad en su conjunto. Pero no es suciente; además
de transparentar los procesos informativos, hay que buscar nuevas maneras de informar,
acordes con la realidad actual. Formas que se traduzcan en información más oportuna,
imparcial y veraz. Habría que preguntarnos, también, si la información que llega actualmente
a la sociedad mexicana es suciente.

En el nuevo orden internacional que vivimos, la prensa juega un papel muy importante. Sin ella,
el mundo ignoraría los profundos cambios que se suceden. Urge, entonces, profesionalizar a
los hombres que la hacen posible. Durante mucho tiempo los periodistas se formaron sobre
la marcha, aprendiendo el ocio en las redacciones de los periódicos, entre el ruido de los
linotipos y el olor a tinta. Hoy, por fortuna, las cosas están cambiando. En todo el país existen
universidades como ésta, en donde se forman las nuevas generaciones de comunicadores.

La formación profesional del periodista resulta fundamental para que se apegue a la verdad
de los hechos, con una conciencia crítica y ética. Pero es un reclamo, también, profesionalizar
sus condiciones de trabajo; dotarlos de todas las facilidades para el mejor desempeño de sus
labores, tanto en el aspecto material como en el ámbito de las libertades.

Es preciso que todos los comunicadores luchemos por el respeto real de la libertad de prensa,
que es una de las mayores conquistas de la humanidad.

Es importante la libertad de prensa, pero también lo es la libertad de intereses. Es decir,


que haya medios de comunicación realmente independientes, sin vinculación con sectores
gubernamentales ni con los grandes consorcios económicos. Que reejen y sirvan a los
intereses de la sociedad. Más aún, que pertenezcan a la sociedad civil. Hay que buscar y
facilitar el acceso a los medios de todos los grupos sociales. El ujo libre y abierto de las ideas
sólo será factible en medios desvinculados de las clases políticas y económicas dominantes.
Quizá la mayor responsabilidad de los medios de comunicación consiste en permanecer
libres. Libres para investigar e informar sin ningún sometimiento a las presiones externas.

Pero así como los comunicadores debemos luchar para conquistar las libertades y gozar de

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las mayores facilidades para conocer y difundir ideas y acontecimientos, es preciso, también,
que tengamos muy en claro la responsabilidad social de la prensa. La búsqueda de la verdad,
la denuncia de las injusticias, la lucha contra los totalitarismos, son solamente algunos de los
compromisos de la prensa. Es preciso romper el círculo vicioso que todavía existe entre los
medios y las fuentes para evitar que se prostituya la información.

Hace ya más de veinte años, cuando la comunicación masiva apenas empezaba a


conformarse como ciencia, uno de sus máximos teóricos, Marshall McLuhan, mencionó que
la irrupción de los medios masivos de comunicación coadyuvaría a la formación de la Aldea
Global. Lo que en aquel entonces apenas se vislumbraba, hoy es una realidad. Los satélites,
las computadoras, las antenas parabólicas y muchos otros medios electrónicos sosticados
han derribado las fronteras.

En un mundo cada vez más interdependiente, los medios de comunicación llevan a todo
el planeta, a la velocidad de la luz, los pormenores de una guerra en Bosnia Herzegovina,
de un enfrentamiento social en Centroamérica o de un descubrimiento cientíco en las
profundidades del océano.

Se han abierto y multiplicado los canales de información y difusión. Es importante


aprovecharlos para estar al tanto del acontecer mundial; pero también para expresar nuestra
realidad y lograr que la voz de México se escuche en el concierto internacional. Desde el
más cómodo sillón de nuestra sala, somos testigos de serias transformaciones en el orden
internacional.

Nos damos cuenta que nuestro mundo ya no puede ser visto como un conjunto de planetas
separados, sino como un todo, como la Aldea Global que vaticinaba McLuhan. Cabe entonces
la pregunta de si son los medios de comunicación, con su inmediatez y su amplísima
cobertura, los responsables de crear un mundo interdependiente o si, más bien, este mundo
que estrecha cada vez más sus lazos en lo social, en lo económico y en lo político, exige
medios de comunicación de largo alcance. Pretender responder a esta interrogante es algo
parecido a lo de la gallina y el huevo. Lo cierto es que estamos inmersos en una globalidad,
y las naciones que no se incorporen a este proceso corren el riesgo de quedar aisladas.

Análisis políticos, sociales y económicos se hacen en torno a esta globalización. En el campo


que nos interesa -los medios de comunicación- el material para el análisis también es muy
amplio.

Hemos elegido precisamente el de México y la Prensa Extranjera porque este medio es una
de las ventanas a través de las cuales el habitante de otras naciones puede asomarse a la
realidad de nuestro país, y a través de ella el mexicano puede mirar el mundo cambiante.

El tema, desde luego, es muy amplio. Y estoy seguro de que en estos días será analizado
desde muy diversos puntos de vista por gente reconocida en el quehacer periodístico.

Y es particularmente relevante en los momentos actuales, cuando México ha iniciado un

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proceso de modernización que sin duda lo llevará a una mejor integración con su región
geográca, en primer término, y con el resto del mundo.

En el seguimiento de este proceso la prensa juega un papel muy importante. A través de


ella, por ejemplo, los ciudadanos de Canadá, Estados Unidos y México, han podido seguir el
desarrollo de las negociaciones para la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de
Norteamérica.

Este acuerdo comercial es probablemente uno de los procesos más visibles en la


internacionalización de nuestro país y, por otro lado, está acelerando la modernización en
muchos órdenes de la vida nacional. La información y los modos de informar no pueden
quedar a la zaga.

La mayor interrelación con el mundo, y en primer término con nuestros vecinos más cercanos,
nos obliga a replantear el asunto del lenguaje. El idioma, como vínculo entre nacionales, así
como las raíces culturales de las que nos sentimos francamente orgullosos, han de seguir
siendo sustento de nuestra propia identidad. Ello no implica, desde luego, que nos cerremos
a otros modos de ser y de pensar, a otras culturas con valores importantes. Es preciso lograr
un equilibrio, enriquecernos con los valores universales y mostrar al mundo nuestros propios
valores que, en la globalidad mundial que se avecina, harán posible la persistencia de lo
mexicano.

En el tema que nos ocupa hemos considerado no sólo la presencia de México en el mundo
a través de la prensa, sino también la presencia del mundo en México. En ambos casos es
importante tomar en cuenta la calidad de esta presencia. Y al hablar de calidad hablo de
veracidad, de oportunidad, de actualidad, de claridad en el mensaje, de todo aquello que
contribuye a un mejor entendimiento. Resulta clara, entonces, la importancia del papel que
juega el corresponsal extranjero en nuestro país o del enviado especial de nuestros medios
que cruza las fronteras en busca de información.

En el ámbito externo, es necesario entender la forma de ser de otros pueblos para informar
mejor nuestro acontecer nacional. No hay que perder de vista, por otra parte, que mucha de
la información nacional que se publica en otros países es recogida por los corresponsales
extranjeros. Ellos se enfrentan a una serie de circunstancias que no favorecen su trabajo:
desde el desconocimiento de nuestra propia indiosincracia, hasta la calidad de trabas
burocráticas que les impiden en ocasiones acceder a la información.

Es preciso entender que las facilidades que se brinden a los periodistas foráneos se traducirán
en una presencia más sólida de nuestro país en los medios internacionales. Estamos
conscientes de que nuestro mayor intercambio informativo sigue la pauta de nuestros
intercambios comerciales. Por razones de vecindad y peso especíco se llevan a cabo con
los Estados Unidos, pero no por ello debemos dejar de ser universales. Es importante buscar
un mayor ujo informativo con todos los países del orbe, con nuestra frontera sur y el resto
de América Latina; con nuestro segundo socio comercial en Norteamérica, con Europa, la
Cuenca del Pacíco y, en n, con todas las regiones.

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No olvidemos que el hombre contemporáneo construye su idea del mundo a partir de los
medios de comunicación. Aun cuando hay viajeros que recorren el orbe, no pueden ser
testigos de todas las realidades que se suceden cotidianamente. Los medios de comunicación
son los ojos del mundo que se mira a sí mismo.

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN .......................................................................................................2

EJERCER LA CRÍTICA Y LA REFLEXIÓN II............................................................3

LOS OJOS DEL MUNDO..........................................................................................4

UNA VISIÓN PANORAMICA

DE LA APERTURA ECONÓMICA A LA COBERTURA INFORMATIVA………..........….10

PRENSA EU: COMPONENTE DEL ESPECTRO INFORMATIVO EN MÉXICO…........15

SESIÓN DE PREGUNTAS……………………………………………………….........…….23

MÉXICO EN LA PRENSA EXTRANJERA

CRISIS Y CONFLICTOS: UNA ESTAMPA LATENTE EN EU……………...........………28

LA MIRADA DE ESTADOS UNIDOS Y CANADA……………………………...........……32

LA PRESENCIA DEL SILENCIO………………………………………………............……36

DE LA FASCINACIÓN A LA DRAMATIZACIÓN……………………………….............….44

CLAROUSCUROS…………………………………………………………….............……..46

SESIÓN DE PREGUNTAS………………………………………………..............…………49

LA PRENSA EXTRANJERA EN MÉXICO

MIRAR AL SUR………………………………………………………………..............…….52

ATRASO EN LA MODERNIZACIÓN DE OFICINAS DE LA PRENSA……..............…57

NO VER AL PAÍS COMO OBRA TEATRAL…………………………………..................60

LA PRENSA MEXICANA ANTE LA COMPETENCIAEXTERNA………….............…..63

LOS MEDIOS, VÍA PARA LA UNIDAD LATINOAMERICANA………….............……..66

COMPARTIR LAS DOS AGENDAS……………………………………............………..68

SESIÓN DE PREGUNTAS……………………………………………….............………73

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MÉXICO Y LA PRENSA EXTRANJERA: UNA VISIÓN
PANORÁMICA
DE LA APERTURA ECONÓMICA A LA COBERTURA INFORMATIVA

Carlos Ramírez
A Principios de los años sesenta, casi ningún periódico extranjero se preocupaba por lo que
ocurría en México. Nuestro país era considerado como una isla de estabilidad económica,
política y social, y por tanto no ameritaba una amplia cobertura.

A la vuelta de varios años, la situación ha cambiado. México es uno de los países en vías de
desarrollo con mayor presencia de informadores extranjeros.

¿Qué ha ocurrido en este tránsito?

Han ocurrido varias cosas:

En primer lugar, México ha dejado de ser un país cerrado desde el punto de vista del
mercado. El modelo económico y político planteó durante más de 40 años la necesidad de
crecer y desarrollarse hacia adentro. Como derivación de ese esquema económico, existía
un sistema político igualmente cerrado a los ojos de la opinión pública internacional.

En segundo lugar, lo que en sus orígenes fue curiosidad se ha convertido ya en una capacidad
de observación puramente profesional. Hasta hace poco, los expertos en asuntos mexicanos
en la comunidad académica de los Estados Unidos, han empezado a replantear muchas de
sus hipótesis en torno a la evolución política de México, ese vecino a veces incomprensible
para los norteamericanos.

En tercer lugar, en estos últimos años se da un proceso de integración y de globalización


económica en México orientado básicamente a las necesidades de la economía
norteamericana.

En cuarto lugar, México se encuentra embarcado, desde 1985, en la aplicación de un


experimento económico puramente neoliberal que ha provocado la preocupación y el interés
de la opinión pública estadunidense.

En quinto lugar, México ha conuido en las coordenadas de los intereses más importantes del
gobierno norteamericano, principalmente intereses de seguridad nacional, entre los cuales
podemos señalar los problemas del endeudamiento, de la inestabilidad política, del petróleo,
de las drogas y del narcotráco, y recientemente del Tratado de Libre Comercio.

Finalmente, el interés de la prensa internacional se localiza en un hecho fundamental que


debe preocupar a las autoridades nacionales: la existencia de un ujo cada vez mayor de
inversión extranjera, lo que hace más dependiente a la economía mexicana de los intereses

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y preocupaciones de los países que están invirtiendo.

La prensa extranjera en México:

a) Representa los intereses de la opinión pública norteamericana y europea básicamente.


Estos intereses podríamos dividirlos en dos: aquéllos relativos a las diversas instancias del
poder político y económico en Estados Unidos; y, por otro lado, está una opinión pública
norteamericana interesada en conocer lo que es México y por qué hay un mayor ujo de
indocumentados mexicanos producto de la crisis.

b) Reeja los intereses políticos y de seguridad nacional de Estados Unidos. Esto no


necesariamente se articula o se dene en códigos de ética, pero sí se implica en la medida
en que los grandes medios norteamericanos y europeos representan a grupos de poder muy
importantes en sus respectivos países.

c) Depende de los ujos de información preliminar que tienen en sus respectivos países.
En el caso de Europa, son algunas fuentes de información directa, periodísticas y algunas
agrupaciones de carácter económico-comercial. Pero los principales contactos de los medios
de comunicación extranjeros, antes de venir a México, tienen que ver con intereses de
inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos.

Razones de interés

Las razones del interés de la prensa norteamericana sobre México pueden denirse así:
En primer lugar, quieren observar al que fue considerado durante mucho tiempo su “vecino
distante” -para usar esta frase bastante afortunada de Alan Riding, quien fuera corresponsal
de The New York Times en México durante casi una década.

La segunda razón de interés es el proceso de integración económica, comercial y productiva


-desde luego con muchos matices políticos y sociales- que se le presenta a México y a
Estados Unidos en el contexto del TLC.

En tercer lugar, encontramos un elemento que podríamos considerar no de interés sociológico,


sino prácticamente de pánico que tiene la opinión pública norteamericana, producto de una
serie de apreciaciones tradicionales e históricas con respecto a sus vecinos del sur. Allá hay
un criterio generalizado de que los mexicanos somos culpables de muchas de las desgracias
que ocurren en territorio norteamericano, por el ujo incontrolado de indocumentados, por el
tráco de drogas provenientes del profundo sur de América Latina -pero que tiene que pasar
obligadamente por nuestro país- y, desde luego, por la falta de control en su frontera sur que
comparte alrededor de dos mil kilómetros con México.

En este sentido, las razones tienen que ver con el interés de inuir en el rumbo económico y
político de México. La mayor parte de los despachos y análisis de la prensa extranjera busca
involucrarse en la orientación, interpretación y solución de algunos de los problemas que se
viven en la República Mexicana.

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El problema es que el peso especíco de la prensa extranjera en México es mayor del que
puede tener la información mexicana en los medios de comunicación internacionales.

Hace poco el secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime Serra Puche, se quejaba
de que la prensa extranjera tenía mayor presencia en México que la que pudiera tener el
punto de vista mexicano en los medios de otros países. Él contaba que una información
proveniente de un medio de comunicación foráneo lograba con mucha facilidad acaparar las
ocho columnas de los diarios mexicanos. En sentido contrario, él tenía que pasar muchas
dicultades para tener siquiera una ligera mención en la página 57 de The New York Times.

Esta asimetría debe ser todavía analizada y evaluada.

El interés de la prensa extranjera se da en términos que podríamos llamar de conicto. No va


más allá de lo que podría considerarse una visión de descubrimiento. Después de la época
de los años sesenta, cuando el corresponsal del The New York Times vivía en Cuernavaca
sin muchas preocupaciones, a partir de los setenta la presencia y el interés de la prensa
extranjera ha tenido una evolución bastante interesante.

Una retrospectiva

En época de Echeverría la atención se origina por el conicto político derivado de un discurso


tercermundista, que fue vendido a la opinión pública de Estados Unidos como una visión
antinorteamericana de la realidad. Aquella era una visión de México bastante nacionalista en
lo interno, aunque con muchas concesiones en lo internacional. El ejemplo más claro de esta
relación prensa-realidad mexicana se encuentra en el libro Vecinos distantes de Alan Riding,
que puede considerarse el primer descubrimiento de México por parte de periodistas y la
opinión pública norteamericana.

En el sexenio Lopezportillista viene el conicto del petróleo. México es apreciado como un


país rico, pero también es visto desde el principio como una nación irresponsable, incapaz
de tener un uso adecuado, inteligente y más redituable -en términos de desarrollo- de uno de
los recursos naturales más importantes.

Es en este momento cuando las agencias de inteligencia y seguridad nacional de Estados


Unidos empiezan a estudiar a nuestro país con más detenimiento.

Luego viene una serie de problemas y conictos que atraen la preocupación de los Estados
Unidos y de la prensa norteamericana. Los medios europeos, sobre todo los españoles y los
ingleses, comienzan a descubrir realmente a México a nales de los años ochenta.

Los problemas que atraen a la opinión pública norteamericana son, en primer término, el
aspecto económico que se deriva del conicto de la deuda. Después de la devaluación de
1976 y del mal uso de los recursos del petróleo, el país entra en un colapso nanciero que
deriva en la crisis de 1982.

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Posteriormente, en el gobierno de Miguel de la Madrid estalla lo que sería el principal
problema y conicto con Estados Unidos, vinculado a uno de los temas que en los últimos
días ha vuelto a llamar la atención social: el asunto del narcotráco y la presencia de la droga
en la vida política y social mexicana.

En 1985, cuando se efectuaron las elecciones federales de mitad de sexenio -que coinciden
con el gran conicto del narcotráco a raiz de la muerte del agente de la DEA, Enrique
Camarena Salazar-, se aprecia un interés de la prensa norteamericana por inuir en la
política de México al alentar la alternancia en el poder legislativo, favoreciendo en todos sus
despachos al Partido Acción Nacional (PAN).

En la época reciente viene el TLC, una de las iniciativas más importantes que va a profundizar
y arraigar de manera estructural la integración de México a la economía norteamericana. En
ese sentido el interés de la opinión pública extranjera se ha acrecentado sobre México.

Los despachos de la prensa norteamericana, hasta antes del inicio de las negociaciones del
TLC, revelaban una especie de gesto dominante o de dominación porque los mexicanos no
hacíamos aquello que los norteamericanos deseaban.

Ahora que el gobierno impulsa un proyecto de integración que responde a muchas de las
expectativas de absorción de la economía norteamericana sobre la mexicana, el tono de
muchas de las informaciones de prensa es que los mexicanos no están haciendo más de lo
que se espera en Estados Unidos.

La prensa extranjera de otras partes del mundo -la latinoamericana, la europea (España e
Inglaterra) e incluso la japonesa- tiene sobre todo una curiosidad por México en cuanto a su
política económica.

En este proyecto de integración hay dos matices que valen la pena considerar. De una parte,
la necesidad de que el proyecto de modernización mexicana tenga el beneplácito de los
medios de comunicación extranjeros, por lo cual existe una extraordinaria manifestación
de preferencias del actual gobierno de la República con respecto a la prensa extranjera,
inclusive por encima de la prensa nacional.

En segundo lugar, hay el interés de convertir a la prensa extranjera en un instrumento


que fortalezca las expectativas de los mexicanos por la capacidad de resonancia de una
declaración de un funcionario mexicano en un medio de comunicación foráneo.

Desde el punto de vista de la política de comunicación social del gobierno, tiene más
importancia y efectos en las expectativas nacionales un despacho publicado en The Financial
Times, The Wall Street o The New York Times, que el que pueda tener en un periódico de
circulación nacional.

Este interés se puso de maniesto, por ejemplo, a nes de 1991, cuando se publica una

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editorial del The Wall Street Journal, pidiendo a México que se repitieran las elecciones en
Guanajuato. Y ese mismo día se instrumenta el relevo de Ramón Aguirre Velázquez como
candidato triunfante y se establece el primer interinato derivado de un conicto poselectoral.

Otro elemento relativo a la importancia y a la necesidad de estudiar el fenómeno de la prensa


extranjera, es la próxima asociación entre The Wall Street y El Norte de Monterrey. Será el
primer caso en que inversión extranjera se asocie con capital de un medio nacional. ¿En
qué momento puede ocurrir un conicto de intereses o de principios de nacionalidad? No lo
sabremos sino hasta que empiece a circular en la ciudad de México a nales de este año.

Retos

Terminaré con los retos que se le presentan a los medios nacionales por esta inevitable
y creciente participación de los medios de comunicación extranjeros en la vida política
nacional.

El primer reto es darle una verdadera dimensión a la prensa extranjera, la cual responde a sus
propios intereses y que en muchos casos no representa -aunque pueda tener cierto estímulo
externo- ni los intereses del gobierno norteamericano ni de las empresas privadas. La prensa
extranjera formará parte de los nuevos grupos de presión que asistirán como derivación de
la globalización de la economía mexicana.

Además, debemos acostumbrarnos a vivir con la prensa extranjera. Un grave error sería
cerrarle las puertas porque no nos entienden. Por ello es preciso desdramatizar los despachos
-algunos brillantes, otros puntillosos y pocos objetivos- de la prensa extranjera en México.
Así como nosotros defendemos la libertad de expresión para nosotros mismos, debemos
también de respetárselas a otros medios.

Finalmente, como parte del reto interno, es necesario acelerar la profesionalización de


la prensa mexicana. Antes de quejarnos de los mayores benecios y privilegios hacia los
medios foráneos, debemos ser lo sucientemente profesionales como comunicadores para
darnos a respetar y ganarnos un lugar en la vida política nacional.

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LA PRENSA ESTADUNIDENSE EN EL ESPECTRO DE MÉXICO

Adolfo Aguilar Zinser

La prensa extranjera ocupa un papel cada vez más importante en la vida de México. Yo
quisiera referirme en particular, en esta visión a vuelo de pájaro, a la prensa norteamericana
que en sí misma no sólo es la más importante expresión de la prensa extranjera en México,
sino que además, en una buena medida, marca la pauta de lo que informan o comentan
sobre nuestro país los medios de comunicación a nivel internacional.

En primer lugar, partimos de un desinterés histórico de la prensa norteamericana por México.


Sucesos tan trascendentales como la guerra con Estados Unidos y muchos otros a partir de
entonces, ocupan un lugar incidental en la historia norteamericana.

Para nosotros es obsesivo el papel que EU juega en México, mientras que los norteamericanos
consideran a nuestro país un pequeño detalle: una nota de pie de página en su historia. Sin
embargo, la presencia de México en el subconsciente norteamericano, por decirlo de alguna
manera, es decisiva y se denota en muchos aspectos vinculados en el comportamiento
precisamente de la prensa.

La prensa saca a relucir muchos de estos elementos subconscientes del encuentro entre
ambas sociedades. El hecho de que México no haya ocupado conscientemente un papel
relevante en el espectro de la información norteamericana, hizo que la prensa de Estados
Unidos no se ocupara de nuestro país por mucho tiempo, con la excepción de momentos
críticos, asociados a catástrofes o a situaciones verdaderamente dramáticas. Este tipo
de interés por México -de gran atención durante un suceso y total pérdida de interés
transcurridas las manifestaciones más evidentes de ese proceso- era el patrón informativo
sobre nuestro país que uno detecta al analizar los ujos informativos en los principales diarios
norteamericanos.

En los años setenta ocurre un fenómeno que instala a México como un tema recurrente en
la prensa estadunidense: el de la migración de indocumentados mexicanos. Es el primer
proceso de sedimentación de una información constante sobre algún aspecto de nuestra vida
en los medios del vecino país.

En esa época, el papel que la prensa estadunidense juega en México es relativamente poco
importante. Quisiera rescatar aquí una noción que me parece trascendental para entender la
evolución de este proceso.

Para nuestro país -el gobierno, el Estado, la clase política mexicana, los intelectuales, los
líderes de opinión y la prensa mexicana-, lo que aparecía publicado en Estados Unidos sobre
México no tenía importancia, no jugaba un papel decisivo en el debate político nacional.
A nuestra nación no le interesaba demasiado proyectar una u otra imagen a la prensa
norteamericana: había una especie de displicencia mutua.

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Para entonces llega a México un corresponsal de The New York Times que tendría un papel
muy importante en la relación de la prensa norteamericana y la mexicana: Alan Riding, quien
casualmente contrae nupcias con la corresponsal de The Washington Post, Marlitz Simons.
Ellos forman una pareja de periodistas extranjeros cuya relevancia consistiría en haber ido
desentrañando a México con un espíritu de crónica, más que de constante información.

¿Cuál era el principal obstáculo para un corresponsal extranjero en México en los años
setenta? El central era que no había ninguna fuente de información verdaderamente accesible
para ellos. Al gobierno no le interesaba el trato con la prensa extranjera; al contrario, había
una cierta hostilidad y hasta un miedo. No se estilaba ni era políticamente bien visto que un
secretario de Estado hiciera declaraciones a un corresponsal extranjero.

Existía entonces una incomunicación con los periodistas de otros países. En los círculos
intelectuales y académicos en México, en las organizaciones políticas, en los partidos y en
los sindicatos, privaba la actitud de un nacionalismo a ultranza hacia la prensa extranjera.

Ningún mexicano se atrevía a criticar al gobierno de su país frente a un corresponsal de The


New York Times o de The Washington Post. Esto era una blasfemia: no sólo era considerado
de mal gusto, sino como un desacato a sus deberes y a sus valores patrios. Por tal motivo,
los corresponsales buscan sus fuentes de información tratando de diluirse con la sociedad
mexicana. Su actividad se hace extremadamente difícil: se quejan del aislamiento, tienen
poco contacto con los diversos grupos sociales, sus conversaciones son muy ocialistas y no
obtienen información exclusiva. Los únicos que logran vencer estos obstáculos, porque se
mimetizan a la sociedad mexicana, son Alan Riding y Marlitz Simons.

En el siguiente periodo, tres asuntos inciden en el comportamiento de la prensa


norteamericana respecto a México: el descubrimiento de pozos petroleros, nuestra política
exterior en Centroamérica, y la decisión del Presidente José López Portillo de no permitir el
regreso del Sha de Irán a México. Reza Pahlavi había sido admitido en un gesto casi de asilo
político sin que se le formalizara, pero al abandonar el país para recibir tratamiento médico
en Nueva York, el gobierno mexicano ya no le permite el reingreso y esto es considerado por
Estados Unidos como una ofensa mayúscula: el Sha de Irán le signicaba una papa caliente
en sus manos. Todo lo anterior da la pauta para que en EU se vea a México con el síndrome
de Irán: como un país al que se aproximan sucesos de gran envergadura y de gran conicto
interno.

Empieza a reportarse con mucha agudeza la situación social del país: el desempleo, la
miseria, la marginación y los problemas políticos que surgen.

La prensa norteamericana consigna las posibilidades de que en México se inltre la


subversión centroamericana, lo cual genera mayor atención, sobre todo al darse cuenta que
el boom petrolero, lejos de fortalecer la economía mexicana, lleva a un endeudamiento y a
una situación de virtual caos económico y nanciero.

La noción de que el país ya no se puede administrar y de que políticamente está siendo

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rebasado el régimen político mexicano, comienza a impregnarse en sus informaciones.
Esto da lugar a un periodo muy álgido en las relaciones México y prensa norteamericana,
caracterizado por un denostamiento de esta última hacia nuestro país. En reportajes muy
dramáticos sobre la realidad mexicana y opiniones cada vez más críticas de un sector de
la clase política norteamericana -básicamente la derecha-, se considera a México como un
adversario por su política exterior en Centroamérica y su cerrazón al Sha. Así, comienza a
gestarse en el aparato de seguridad norteamericano, en los círculos políticos cercanos al
gobierno del entonces Presidente Ronald Reagan, la idea de que es necesario dramatizar los
problemas mexicanos para propiciar un cambio.

Este periodo nos da la pauta para reexionar sobre un aspecto muy importante: ¿Cuál
es la relación que existe entre la prensa norteamericana y su gobierno? Si se revisan los
comentarios de funcionarios gubernamentales y de muchos analistas políticos mexicanos
durante esta fase, encontramos la tendencia a considerar que hay una conspiración contra
México auspiciada por el gobierno y por los aparatos de inteligencia política de Estados
Unidos.

En realidad es muy difícil establecer esta hipótesis porque las relaciones entre prensa y
gobierno de aquel país no son para nada comparables con las que hay en el nuestro. En
México, la inuencia del gobierno es directa e inmediata y se da a través de mecanismos
múltiples muy ecaces: desde el control político ejercido sobre el medio, la corrupción de los
periodistas, la consigna, hasta el condicionamiento al quehacer de la prensa.

La prensa norteamericana no tiene esta relación con su gobierno; si así fuera, jamás hubiera
ocurrido el Watergate que culminó con la renuncia del presidente de los Estados Unidos.
La prensa norteamericana muy fácilmente absorbe las nociones de la seguridad nacional
norteamericana, pero como un concepto, no como una consigna.

Cuando Estados Unidos coloca un asunto en el plano de la seguridad nacional, sus medios
tienden a amoldarse a ese enfoque. Así, la conducta de la prensa norteamericana frente a
México se da en función de los intereses de seguridad de estadunidenses.

Esta lectura puede romperse fácilmente como ocurrió en Centroamérica, cuando la prensa
norteamericana tomó un camino muy distinto al del gobierno. En el caso de México, no se ha
roto de manera dramática: ha ido uctuando aparejadamente. En esos años, la administración
Reagan consideraba de interés para el gobierno norteamericano un cambio en México y tras
de ello se fue la prensa: comenzó a buscar los lugares, los incidentes, las circunstancias en
donde este giro podría ocurrir.

Después de ese despertar de la prensa norteamericana a la complejidad y al dramatismo


de la vida mexicana, viene el sexenio del Presidente Miguel de la Madrid, caracterizado por
un enconchamiento de México y una incapacidad total de hacerle frente al problema de la
opinión pública internacional.

Por estas circunstancias, la prensa norteamericana jugaba un papel muy importante en la

17
formación de opinión pública interna en México a cuyo aparato gubernamental le importaba
muchísimo lo que se dijera o dejara de decir. El gobierno mexicano entabla una relación de
búsqueda de entendimiento con la prensa norteamericana, pero a través de procedimientos
completamente arcaicos e inadecuados. La trata de presionar, de restringirle sus espacios
de acción, de contrarrestarla mediante informaciones que supuestamente desdecían lo que
armaba, en suma: métodos de contrapropaganda.

El fenómeno se agudiza dramáticamente durante la administración Delamadridista. Esta


búsqueda por el control, marca muy claramente la pauta de cómo se da el fenómeno
de la domestización de la prensa norteamericana, que se convierte en un factor político
nacional, pues comienza a ocupar un espacio en el debate interno, así como en el juego de
percepciones y de fuerzas.

Miguel de la Madrid tiene un problema fundamental respecto a sus relaciones con los Estados
Unidos: nunca logra en los seis años de gobierno que su mensaje llegue allá. Su mensaje
era el cambio de giro en la política exterior mexicana en Centroamérica y en la política
económica. Pero como se siguen conservando algunos de los rasgos del nacionalismo
antinorteamericano que se cultivó durante mucho tiempo por esferas ociales en México,
los estadunidenses nunca se dan por aludidos. Por el contrario, se acelera y acentúa
la acometividad del aparato ocial de EU. La hostilidad hacia el gobierno de México en
cuestiones políticas continúa a pesar de que se da, de manera bastante rme y consolidada,
una especie de tutelaje nanciero y económico.

Luego ocurren sucesos muy dramáticos: es asesinado el agente de la DEA, Enrique


Camarena, y empiezan los procesos electorales en Chihuahua, Nuevo León y Coahuila.
Estos acontecimientos dan lugar a una información que va congurando la idea de que en
México se da un proceso de cambio de régimen en favor de la derecha, representada por las
fuerzas en el norte del país, agrupadas en torno al Partido Acción Nacional (PAN).

La cobertura de la actividad política del PAN y la presencia del embajador John Gavin -muy
activo en la política interna de nuestro país en esos años-, hacen todavía más doméstico
el papel de la prensa norteamericana en México. De ahí se desprende otro fenómeno
interesante: la prensa norteamericana comienza a tener fuentes de información distintas a
las tradicionales.

Surgen intelectuales, académicos y escritores mexicanos que, por sus posiciones críticas,
son recurrentemente citados en la prensa y televisión norteamericanas. Esos voceros
empiezan a ganar credibilidad y a ocupar un espacio paradójicamente más prominente que
el de las autoridades mexicanas.

Este efecto es aún más dramático en las esferas ociales, ya que en México las declaraciones
de los funcionarios ocupan los mayores espacios. En cambio, en Estados Unidos el funcionario
mexicano es relegado a un segundo término.

En este contexto ocurre la crisis de 1988. Con las elecciones presidenciales de ese año, se

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da un giro de ciento ochenta grados en la cobertura de la prensa norteamericana. Lo más
trascendental es que los acontecimientos del mismo día de la elección, las manifestaciones
críticas respecto a ese proceso, la convicción de muchos mexicanos y de corresponsales
extranjeros de que había habido un fraude electoral masivo, deja, en primer lugar, atónito al
gobierno norteamericano porque modica completamente la premisa bajo la cual preveía un
cambio. Nunca imaginaron el triunfo de un candidato de la izquierda, y mucho menos de un
personaje como Cuauhtémoc Cárdenas, identicado en Estados Unidos con un nacionalismo
a ultranza por el recuerdo de su padre como expropiador del petróleo.

Con esto, la prensa norteamericana comienza a ver con mucha cautela el escenario político
mexicano. La mayor parte de los corresponsales extranjeros mandan información respecto
a la existencia de un fraude masivo en las elecciones del 88. Se genera mucha información
fuera del gobierno. The Washington Post publica que en México se robaron las elecciones.
Meses antes, en una situación similar en Filipinas, la prensa norteamericana había jugado un
papel decisivo en la caída de Ferdinando Marcos.

Luego, The Washington Post arma en su editorial que estas han sido las elecciones más
limpias en la historia de México, porque fueron menos sucias que otras. Un argumento
verdaderamente sosta, cuando ese mismo día aparece una información de su corresponsal
en México donde se denuncia el robo de urnas y de boletas, aparecen fotografías de boletas
halladas en ríos, y se da cuenta del debate que se origina en el país.

A partir de eso, la prensa de Estados Unidos asume editorialmente una postura de identidad
con los intereses de la seguridad norteamericana. ¿Qué tal si hay un cambio en México?
Es mejor no buscarle cuatro pies al gato, hay que asumir una actitud cautelosa. Entonces,
al percatarse de los fenómenos mencionados, el gobierno de México, con mucha astucia,
cambia completamente su enfoque hacia la prensa estadunidense.

¿Cuál ha sido la estrategia de comunicación seguida por el gobierno del presidente Salinas
hacia la prensa norteamericana a partir de las elecciones presidenciales de 1988?

Luego de ver la incapacidad de Miguel de la Madrid para transmitir a los norteamericanos su


mensaje de paz (México no quiere pelearse con Estados Unidos, busca una profunda reforma
económica y ha abandonado sus posturas agresivamente nacionalistas), Carlos Salinas se
propone, en primer lugar, mandar ese mensaje de manera inequívoca y sin ningún matiz.

De esta forma, la imagen del nuevo Presidente mexicano es abierta, franca y decididamente
la de un mandatario pronorteamericano: con estudios en la Universidad de Harvard, con
pleno dominio del idioma inglés y una relación mucho más uida, abierta y cordial con
los periodistas estadunidenses. Le dedica más tiempo a la prensa extranjera, le concede
entrevistas exclusivas y ejerce su poder de persuasión. Salinas comienza a generar así la
imagen de un Presidente de México comprometido con una alianza con Estados Unidos.

El segundo elemento es la búsqueda inmediata de una identidad personal con el Presidente


George Bush. Las elecciones de Estados Unidos coinciden con las mexicanas en esa ocasión

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y el Presidente Bush y Carlos Salinas inician el Espíritu de Houston: una nueva relación
de amistad y de entendimiento. Y la prensa norteamericana reproduce estas imágenes.
Detrás de ello se abre todo el programa económico de privatizaciones y se van gestando
las condiciones para la rma del TLC como el sello de la alianza entre México y Estados
Unidos.

Sin embargo, el gobierno mexicano sigue encontrando obstáculos muy serios porque tiene
bastante eco la opinión de los críticos al gobierno de México en los principales medios de
comunicación. Si revisamos, durante el periodo posterior a 1988, hay más citas de críticos al
gobierno que de posiciones ociales.

El gobierno diseña una estrategia para contrarrestar la presencia de los críticos en la prensa
norteamericana y lo hace adoptando los métodos norteamericanos, combinándolos en alguna
medida con las formas mexicanas. Se desarrolla la idea de considerar como sospechoso o
culpable de traición a la patria a cualquiera que se exprese críticamente de México en EU. Se
busca disuadir a nuevos actores de la opinión pública para que no hablen en aquel país.

El segundo elemento de esta campaña es tratar de identicar las posturas críticas al gobierno
de México en la prensa norteamericana con posiciones partidarias -nacionalistas a ultranza-
de izquierda cardenista. Esta estrategia no sólo se sigue en México, se instrumenta además
con más o menos ecacia en los Estados Unidos y a ella se unen algunos intelectuales
amigos del Presidente Salinas desde que era estudiante en la Universidad de Harvard.

Esta estrategia también modica y cambia el comportamiento del gobierno de México respecto
a los corresponsales extranjeros: los corteja, los invita a eventos sociales, los relaciona con
toda la élite mexicana, comienza a darles acceso a informaciones condenciales y a absorber
su actividad.

Antes, un corresponsal debía luchar para ver quién le hacía una declaración; ahora hay
mayor acceso: se la dan desde el Presidente de la República hasta el último funcionario
del gobierno. Un periodista extranjero no tiene -sea de The Washington Post, The New York
Times, The Wall Street Journal o de cualquier otro periódico importante de Estados Unidos-
ninguna dicultad para hablar con el Presidente.

El tercer instrumento que ha utilizado el gobierno mexicano son los lobbystas en Estados
Unidos. Se trata de despachos de relaciones públicas a los que se contrata para que inuyan
en los consejos editoriales de los principales periódicos y puedan congurar así una imagen
positiva de México en los medios norteamericanos.

De esta manera, cuando un corresponsal en México envía una nota crítica, el editor dice:
“no, este muchacho se equivoca, está mal informado. Yo hablé ayer con el secretario de
Hacienda, Pedro Aspe, y esto no es cierto o no es la versión que debemos publicar”. Existe,
entonces, un marcado contraste entre el acceso de los funcionarios mexicanos a los editores
estadunidenses y el trabajo de los corresponsales en México. Ello provoca que éstos últimos
se inhiban cada vez más al hacer un trabajo de investigación crítica.

20
Finalmente, varios intelectuales norteamericanos han sido cortejados al punto de hacerlos
voceros ante la propia prensa, en la cual han llegado a publicar artículos donde explican los
avances de la modernización mexicana.

La idea de que México es un país en proceso de modernización y de que el Presidente


Salinas tiene un gran proyecto de identidad con los intereses norteamericanos, ocupa en este
momento un lugar central en las informaciones de la prensa del vecino país del norte. Habría
que hacer dos reexiones nales al respecto: uno de los grandes obstáculos que enfrenta
hoy día la prensa norteamericana para entender la realidad mexicana, además de los sutiles
cercos impuestos por la hábil estrategia de propaganda del gobierno mexicano (estrategia por
cierto muy cara: el año pasado los lobbystas en EU le costaron 100 millones de dólares), es
que para un periodista extranjero, el México diverso es inaccesible por razones culturales.

Nosotros no sabemos, por ejemplo, lo que pasa hoy en el estado de Chiapas, pero algo
muy grave ocurre como para que el Ejército Mexicano monte un operativo militar de dos mil
hombres. Imagínense la dicultad para un periodista extranjero entender una realidad tan
compleja como la de los indígenas chiapanecos, eso sin contar el esfuerzo que implicaría
trasladarse para allá y el desinterés de sus editores, a quienes quizás les preocupe más la
Bolsa de Valores.

La entrada de la administración Clinton abre una nueva perspectiva a las posibilidades de


información sobre México en la prensa de ese país.

Concluiré apuntando lo que considero es la trilogía de las contradicciones en las que va a


entrar la prensa estadunidense respecto a México.

En primer lugar, el TLC abre grandes lones de información contradictoria sobre nuestro país.
A raíz del Tratado de Libre Comercio, ciertos sectores de Estados Unidos tienen interés en
dramatizar la situación de los trabajadores mexicanos, los bajos salarios, las condiciones
laborales, los problemas del medio ambiente, todo lo cual abre un espacio de indagación
sobre las condiciones de vida en México.

El segundo elemento es el problema de la democracia mexicana, asociada al tercero, que


es el de la estabilidad. ¿Qué le garantiza más a los Estados Unidos?, ¿un cambio hacia
un sistema democrático de alternancia en el poder en 1994 o la continuidad del proyecto
salinista? El gobierno norteamericano cree que lo que más le conviene en este momento es
la continuidad del gobierno de Carlos Salinas y del PRI, pero aún así hay serias dudas y éstas
empezarán a transmitirse en los próximos meses.

Ya circulan trabajos periodísticos cada vez más críticos sobre la situación mexicana. Se
maniesta un desencantamiento con la administración salinista en algunos medios como
Newsweek y The New York Times, donde han aparecido notas desfavorables.

La prensa norteamericana ya es, de hecho, un componente de la prensa mexicana. Los

21
medios de Estados Unidos son indispensables para saber lo que ocurre en el proceso de
debate en nuestro país. Además, hoy, como nunca antes, es esencial para el gobierno lo
que se lee sobre México fuera de la República. Esto quiere decir que la clientela del aparato
gubernamental mexicano ya rebasó sus fronteras geográcas y por tanto, le interesa tanto lo
que se publica en El Financiero para los empresarios mexicanos, como en The Wall Street
Journal para los inversionistas norteamericanos, porque ambos son clientes del mismo
proyecto político y económico.

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SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

PARA CARLOS RAMÍREZ: ¿QUÉ OPINA DE LA PROFESIONALIZACIÓN DE LOS


REPORTEROS?

Carlos Ramírez

El tema de la profesionalización es importantísimo, cuantimás tratándose de las nuevas


generaciones de periodistas que se forman en las universidades. Esta profesionalización
exige que los programas de estudio sean acordes con las necesidades de los medios.

¿PORQUÉ EL RECHAZO DE OTROS PAÍSES A NUESTRA PRENSA, SI SE MENCIONÓ


QUE TENEMOS EXCELENTES PERIODISTAS?

CR: Creo que en general no ha habido rechazo. En lo particular observo, en mayor medida,
una presencia acentuada tanto de periodistas como de analistas políticos como es el caso de
Adolfo Aguilar o de Jorge G. Castañeda, quienes se han abierto lugar y presencia en los más
importantes medios de comunicación extranjera.

¿LA SITUACIÓN QUE VIVE LA PRENSA MEXICANA RESPECTO DE LA EXTRANJERA NO


ES LA MISMA QUE ENFRENTAN LOS PERIODISTAS DE LOS ESTADOS RESPECTO DE
LOS DE LA CAPITAL?

CR: Ciertamente para los funcionarios locales es más atractivo verse en las páginas de El
Financiero que en un diario estatal. También un reportero enviado a cubrir algo en Colima
tiene mayor apoyo material e informativo que un reportero local. Sólo la profesionalización de
los medios de comunicación, nacionales y estatales, podrá romper este círculo vicioso. A n
de cuentas una declaración puede tener mayor valor y penetración si se hace en un medio
local, dado el conocimiento de su propia realidad.

¿QUÉ TANTO RIESGO CORRE LA PRENSA MEXICANA DE VERSE DESPLAZADA POR


LA EXTRANJERA CON EL TLC?

CR: La última de desrregulación tendiente a agilizar la inversión extranjera, incluyó dos


rubros que antes tenían cierta protección: la educación y los medios de comunicación. ¿Qué
tanto podrá verse desplazada la prensa mexicana? Habría que ver el interés de la prensa
extranjera por invertir en México. No veo atractivo poner un negocio de esta índole. Hasta
ahora, ha sido suciente con la presencia de corresponsales. Inclusive la asociación de
capital entre The Wall Street Journal y El Norte parece ser una sociedad bastante cuidadosa,
sin que implique un gran desembolso de dinero.

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PARA ADOLFO AGUILAR: ¿SE PUEDE DECIR QUE LA INFORMACIÓN TAMBIÉN SE
GLOBALIZA Y SUPEDITA AL NUEVO ORDEN MUNDIAL?

Adolfo Aguilar Zinser

Es muy interesante la pregunta. Debemos poner en perspectiva dos fenómenos: uno es el


funcionamiento de la prensa norteamericana y sus relaciones con el poder político y con la
sociedad; el otro se vincula al funcionamiento de la prensa mexicana y sus vínculos con el
poder y la sociedad civil. En el juego de la globalización y de la interdependencia que se está
generando entre México y los EU, la prensa jugará un papel decisivo. Los medios masivos,
pues, necesariamente formarán parte del proceso de integración, en la medida que los
norteamericanos generen mayor demanda de información sobre México por estar asociados
a través de un Tratado de Libre Comercio.

Ahora, el problema ha sido que en algún sentido la prensa norteamericana ha sustituido la


falta de libertad de prensa en México, pues publica o publicaba cosas que no se difundían
en nuestro país. Esa es, pues, una primera relación perversa: la prensa norteamericana
sustituyendo -a su manera, con sus sesgos, sus vicios y todo lo que uno quiera criticar-
espacios de libertad de expresión en México.

El segundo elemento dinámico es el impulso del gobierno mexicano por detener la crítica en
la prensa norteamericana. Mientras los norteamericanos nos exportan su sistema de prensa,
nosotros queremos exportarles nuestras formas de control, lo cual ha llevado al gobierno de
México a gastar una cantidad considerable de dinero. En la prensa norteamericana no es
fácil -quizá sea posible, pero no conozco un caso en particular- sobornar a un periodista o
intimidar a un periódico con los métodos que se estilan en nuestro país. Entonces el gobierno
mexicano debe instrumentar otras vías indirectas, que son igualmente muy costosas, la más
importante de todas es el pago de lobbystas, cuya instrumentación supone cierto grado de
corrupción. Si uno ve la lista de lobbystas del gobierno de México, algunos de ellos, incluso, son
funcionarios de la administración Clinton. Se crean intereses con repercusiones pecuniarias,
pues los sueldos que se pagan a estas ocinas de consultoría son estratosféricos: hasta
ciento cincuenta mil dólares al mes. No está claro hasta dónde se ha exportado la corrupción,
pero hay cierta inquietud en algunos medios norteamericanos sobre la cantidad de dinero
mexicano invertido en los circuitos de relaciones públicas estadunidenses, lo cual puede ser
motivo de controversias próximamente.

USTED HA HABLADO DE LA RELACIÓN DEL GOBIERNO DE MÉXICO CON LA PRENSA


EXTRANJERA: ¿PODRÍA HABLAR DE LA RELACIÓN DE LA PRENSA MEXICANA CON LA
PRENSA EXTRANJERA?

AAZ: En realidad la prensa mexicana juega un papel decisivo en este proceso. Algunos
medios como El Financiero y El Norte han comenzado a ganar espacios que corresponderían
precisamente a la prensa extranjera. Primero, publicando lo que aparece en el exterior sobre
México; y en segundo lugar, informando con corresponsales en el extranjero sobre lo que se
dice de nuestro país. Hacer tales tareas de forma ponderada, con una visión no ocialista,

24
nos ayudará a ver lo que se habla de los mexicanos en el extranjero.

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ BUSCAN UNA ASOCIACIÓN THE WALL STREET JOURNAL Y
EL NORTE?

AAZ: Hábilmente algunos medios de prensa mexicanos, como El Norte, buscan este tipo
de fusiones a n de utilizarlas como cuña para abrir espacios de libertad de expresión. La
asociación de The Wall Street Journal y El Norte de entrada imposibilita al gobierno limitar a
El Norte porque estaría limitando al The Wall Street Journal y eso tiene consecuencias muy
graves, difíciles de controlar. Una asociación de este tipo sería todavía más importante en la
televisión. Algunos de los telenoticieros en español de EU, por ejemplo, dicen mucho más de
lo que pasa en México que los propios informativos nacionales.

Con Jacobo nos enteramos de lo que pasa en Bosnia -quizá lo más cercano al país es San
Antonio, Texas o Guatemala-, pero el señor Zabludovsky nunca mandará un corresponsal a
Chiapas o informará con sentido crítico e independiente sobre los asesinatos que ocurrieron
en Guadalajara. La TV norteamericana en español sí lo hace, pero transmite en México por
cable e incluso con información editada. Los propios corresponsales de la cadena de TV en
español en Estados Unidos han denunciado cómo editan sus notas cuando van a entrar en
el noticiero que pasa en Guadalajara.

Sería un incentivo que tuviéramos televisión libre en México. Si hubiera mayor competencia
en este rubro, ocurriría lo mismo que en la economía: Televisa tendría que cambiar sus
patrones. Pero evidentemente ello no va a ser fácil. No obstante hay una búsqueda en la
prensa: hay periódicos más modernos, ágiles y con una visión más amplia del papel de la
información.

USTED SUFRIÓ -DE FORMA SUTIL- REPRESIÓN A LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y


LINCHAMIENTO INTELECTUAL, ¿PODRÍA ABUNDAR AL RESPECTO?

AAZ: Quisiera contarles una anécdota sobre la manera cómo el gobierno ha intentado -unas
veces de manera sutil, otras de forma descarada- limitar nuestros espacios de acción en la
prensa norteamericana. Los procedimientos que se utilizan en México son mucho más rudos,
más intimidatorios.

Yo y otros escritores mexicanos como Jorge G. Castañeda, escribimos opiniones en algunos


periódicos norteamericanos, además de que somos citados por los medios, en particular por
Los Angeles Times.

Hace poco menos de tres años, dos meses antes de aparecer un artículo mío en Los Angeles
Times, salió otro escrito por Jorge G. Castañeda.

Luego un intelectual norteamericano -el profesor Wayne Cornelius, amigo del Presidente
Salinas, a quien conoció cuando estudiaba en Harvard y con quien hay una relación de trabajo
muy estrecha por su Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de California, en San

25
Diego- envió una carta a Los Angeles Times diciendo: “Cuando publiquen un artículo editorial
de Jorge G. Castañeda, pónganle el mismo pie que cuando publican uno de Adolfo Aguilar
Zinser, que diga que son los voceros de Cárdenas, y por tanto no hablan objetivamente sobre
México. Ustedes no pueden, por calidad periodística, engañar a sus lectores, haciéndoles
creer que lo escrito por el señor Aguilar Zinser y el señor Castañeda son opiniones objetivas
sobre su país, porque son puntos de vista partidarios con una intención política”. Esto causó
gran consternación en el periódico Los Angeles Times, pues viniendo de un profesor muy
respetado, era una acusación bastante seria. La carta se conocía en Los Pinos y fue publicada
en México. Era evidente que el académico había actuado siguiendo instrucciones de la ocina
de prensa de la Presidencia de la República. El asunto se les revirtió: el periódico Los Angeles
Times no sólo deshizo el argumento del señor Cornelius, sino que además desenmascaró
una campaña del gobierno de México e intelectuales estadunidenses tendiente a convencer
a editores de que ya no publicaran textos de autores identicados con posiciones partidistas
en México, porque no eran objetivas y por tanto no merecían la atención de la opinión
pública norteamericana. Este es el caso de una búsqueda sutil de clausurar espacios. Yo les
puedo citar muchos otros ejemplos: cartas de la Presidencia de la República, transmitidas
a los periódicos e incluso monitoreo de los periodistas norteamericanos. Por ejemplo, se
monitorean todas sus fuentes y cuando se insiste en algunos de nosotros, esos reporteros
son sutilmente convencidos por las ocinas de prensa del gobierno de la República de que se
trata de críticos con una postura intrascendente para la prensa estadunidense. Esto ha tenido
un efecto real, en algunos casos contrarios a las intenciones, pero en otros sí ha contribuido
de manera signicativa a cerrar espacios.

En el momento actual la prensa norteamericana es mucho menos receptiva que antes hacia
las posiciones críticas al gobierno del Presidente Salinas.

¿LA DIFERENCIA DEL SOBORNO ENTRE LA PRENSA DE EU Y DE MÉXICO PUDIERA


NIVELARSE UNA VEZ FIRMADO EL TLC?

AAZ: Pues sí, pero no sabemos si para que todos sean sobornables o ninguno lo sea. Creemos
que la homologación será para que ninguno sea sobornable. Los espacios de actuación del
gobierno de México sobre la prensa mexicana son cada vez más restrictivos. Periodistas
como Manuel Buendía o Carlos Ramírez han inaugurado una nueva forma de relacionarse
con las esferas del poder, y como ellos hay varios en todos los medios de información.
Estamos muy lejos de la época en que había un control absoluto de la prensa por esos
procedimientos. Pienso que la Fundación Manuel Buendía ha contribuido de manera muy
signicativa al proceso de fortalecimiento de la moral del periodista. Además, ha rearmado
la idea de que el informador puede actuar con energía y con valentía, y que sus derechos
como tal van a ser defendidos por la sociedad misma cuando los ejerce limpiamente. Esa es
la tendencia natural de la prensa mexicana que vive un proceso de depuración real.

La asociación informativa con los EU reforzará ese camino. Pero insisto: no se trata de
recibir una gracia del exterior, es algo que está ya en la convicción de los nuevos periodistas
mexicanos. No necesitamos que los norteamericanos vengan a enseñarnos cómo hacer
periodismo limpio, pues ya se practica en México.

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¿POR QUÉ A LA PRENSA DE ESTADOS UNIDOS NO SE LE PUEDE SOBORNAR?

AAZ: No digo que la prensa norteamericana no pueda ser sobornada, claro que existe el
fenómeno, incluso es asunto de debate público en los EU. Pero la estructura de funcionamiento
de la prensa estadunidense tiene una dinámica de relación con el poder completamente
distinta, lo que la hace menos susceptible a la corrupción del poder político. En Estados
Unidos quien más corrompe a la prensa no es el poder político, sino las empresas. Se intenta
bloquear información sobre ilícitos esquemas nancieros o daños a la ecología. Son actos
reprobables de corrupción como los que existen en México, pero tienen una dinámica distinta.
No sería deseable que el gobierno mexicano aprendiera esos caminos y los utilizara. Sería
mejor que todos aprendiéramos lo bueno -mucho o poco- de la prensa norteamericana.

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MÉXICO EN LA PRENSA EXTRANJERA
CRISIS Y CONFLICTOS: ESTAMPA LATENTE

Carlos Lozano

¿Qué imágenes proyectan los medios de comunicación estadunidenses sobre México?


¿Qué tanta cobertura ofrecen sobre este país y desde qué perspectiva? ¿Cómo afecta esa
cobertura las actitudes del público norteamericano sobre los mexicanos y la formación de la
política exterior de ese país hacia el nuestro?

Aunque este tipo de preguntas han sido pertinentes desde hace mucho tiempo, sin duda han
adquirido mayor relevancia en los últimos años en la medida en que se desarrollan tendencias
de una superior integración económica de México con los Estados Unidos, además de que
aspectos como el narcotráco, la migración indocumentada y los problemas ambientales han
adquirido también mayor prominencia en la agenda pública de ambos países.

Inexplicablemente, a pesar de que resulta esencial tener respuestas claras y consistentes


para esas interrogantes, escasean los estudios empíricos que ofrezcan hallazgos conables
y verdaderamente generalizables. Una revisión a la literatura demuestra que falta todavía
mucho camino por recorrer en el conocimiento de la información que sobre México transmiten
los medios norteamericanos y en torno al impacto de esa información en las élites políticas y
en el público en general.

Las conclusiones de algunos estudios disponibles sobre el tema (cfr Bailey 1989; Clement y
Sonntag, 1989; Lozano, 1988 y 1990; Morris, 1985) tienden a enfatizar la importancia que ha
adquirido la cobertura sobre México en la prensa de Estados Unidos en la última década, y
en especial el enfoque negativo y sensacionalista que caracteriza esa información.

Clement y Sonntag, por ejemplo, señalan que en el periodo de 1981 a 1985 ocurrió un
crecimiento dramático en el número de noticias sobre México publicadas por los principales
semanarios norteamericanos, debido a que por primera vez se percibió que la crisis en
México amenazaba intereses vitales de Estados Unidos.

Por su parte, Bailey coincide con ellos al expresar que la atención de los medios informativos
estadunidenses (The New York Times, The Washington Post y las cadenas ABC y CBS)
hacia México “aumentó en 1979, se elevó en 1982 y resurgió en 1985-1986”, así como que la
mayor parte de la cobertura fue negativa, poco balanceada y supercial (Bailey, 1989:100).

Lozano (1988), por su lado, encontró que en siete años de cobertura sobre México (1980-
1986) las revistas Time y Newsweek destacaron temas de crisis y conictos como los de
“indocumentados”, “tráco de drogas” y “crisis económica”:

28
En los primeros siete años de la década de los ochenta, era más factible que los siete
millones de lectores de Time y Newsweek leyeran artículos describiendo a México en
términos conictivos que reportes neutrales o positivos.

En un estudio posterior sobre la cobertura de los primeros seis meses de gobierno de Salinas
de Gortari en The New York Times, la revista Time y los noticieros televisivos de las cadenas
ABC, CBS y NBC, Lozano (1990) concluyó que la información sobre México seguía siendo
esporádica y continuaba centrándose en acontecimientos sensacionalistas y dramáticos,
“desde matanzas ocasionadas por ritos satánicos, hasta espectaculares acciones contra
líderes sindicales o narcotracantes”.

Aunque análisis de contenido como los anteriores concuerdan en señalar que las imágenes
sobre México difundidas por los medios informativos norteamericanos ofrecen un panorama
confuso, desarticulado y con frecuencia conictivo sobre un país considerado estratégico
para los intereses de los Estados Unidos, eso no nos permite determinar su impacto en la
formación de una política exterior denida sobre México o de una opinión pública adversa a
nuestro país.

Aunque no parece que haya estudios especícos basados en encuestas o entrevistas con
las élites o con el público norteamericanos, hay algunos más generales que demuestran la
importancia fundamental que juega la información de otros países en la política exterior de
Estados Unidos.

En un reciente artículo sobre la lectura de noticias internacionales en los Estados Unidos,


Perry (1990) destaca la importancia de la prensa en el proceso de conocimientos y formación
de actitudes hacia otros países por parte de las audiencias norteamericanas. Basado en una
encuesta tipo panel, desarrollada en 1984 y 1986 con una muestra representativa de adultos
de Alabama, el investigador estadunidense concluyó que existe una correlación importante
entre el consumo de noticias internacionales y el conocimiento sobre los países que aparecen
en ellas:

El hecho de que la lectura de noticias internacionales parezca contribuir indirectamente [en


la formación de] actitudes favorables [hacia otros países], sugiere que la información sobre
otras naciones puede reducir la xenofobia.

El problema con lo anterior, según otros autores, es que la tendencia en la prensa estadunidense
en general ha sido reducir cada vez más el espacio asignado a las noticias internacionales.
Emery (1989) señala que mientras en 1971 el espacio destinado a información internacional
en los periódicos norteamericanos era del 10.2% del espacio total del contenido, para 1977
había bajado al 6.3% y para 1982 al 6%. Esta tendencia a la baja, al parecer, siguió durante
los ochenta, pues en su estudio de diez de los diarios más importantes de Estados Unidos
(entre otros The New York Times, Los Angeles Times, The Boston Globe, The Washington
Post, The Miami Herald y The Christian Science Monitor) Emery detectó que sólo dedicaban
el 2.6% de su espacio noticioso a la información internacional:

29
Los periódicos están fallándole a sus lectores en el área de asuntos internacionales. Es
claro que la industria periodística está contribuyendo al creciente nivel de ignorancia sobre el
mundo que asusta a los maestros y líderes cívicos estadunidenses.

De esta manera, ¿qué tanta profundidad se puede esperar en la información proporcionada


sobre México? ¿Qué tipo de imágenes se pueden formar las élites políticas y los lectores en
general de un país que aparece muy esporádicamente en la cobertura y que cuando lo hace
se presenta como un lugar donde hay graves crisis y conictos?

Aunque todavía no tengamos respuestas especícas, los hallazgos de O’Heffernan sobre


el impacto de la información internacional en la élite que desarrolla la política exterior de
Estados Unidos resultan muy esclarecedores. Avanzando más allá del análisis de contenido
de las noticias internacionales, O’Heffernan entrevistó a un numeroso grupo de altos
funcionarios públicos relacionados con la elaboración de la política exterior estadunidense
de 1977 a 1988, desde el ex Presidente James Carter hasta miembros de la administración
de Ronald Reagan.

Las encuestas y entrevistas profundas indagaron sobre la inuencia directa de los medios de
comunicación en la formación de la política exterior de los Estados Unidos.

Con base en los testimonios directos de los personajes involucrados en la política exterior
de ese país, O’Heffernan concluyó que el impacto de la información internacional en ellos
sucede en dos formas:

En primer lugar, los medios masivos juegan roles activos en el desarrollo y la ejecución de la
política exterior [...] En situaciones especícas, los medios se convierten en jugadores activos
del proceso de establecimiento de políticas, afectando directamente la toma de decisiones
sobre política exterior. También [...] el gobierno juega un rol determinado en la cobertura de
los medios y de hecho los utiliza como herramientas de elaboración de políticas.

En segundo lugar, los medios masivos ejercen inuencias que permean el proceso de política
exterior moldeando el tono, el estilo y el énfasis de la política estadunidense en distintas
formas y diversos grados, tanto en situaciones especícas como en lo general.

De acuerdo con O’Heffernan, los medios estadunidenses funcionan: a) como una fuente
rápida y útil de información para la toma de decisiones en materia de política exterior (en
caso de acontecimientos imprevistos); b) como establecedores de agendas para el gobierno
norteamericano y otros países (incorporando un tema, una región o un país en la agenda
del gobierno estadunidense a pesar de que éste no la había considerado como relevante);
c) como elementos directos e indirectos en la negociación diplomática entre Estados Unidos
y otros países (o grupos especícos dentro de éstos), por ejemplo, cuando líderes políticos
en conicto de un determinado país ventilan sus diferencias en programas televisivos como
Nightline de Ted Koppel; y d) como vehículos de señales diplomáticas a otros países sobre lo
que desea, hará o no hará el gobierno estadunidense en relación con determinados temas o
problemas bilaterales.

30
Gracias a esta investigación de O’Heffernan, podemos estar ciertos de que lo que se publica
o deja de publicarse en la prensa norteamericana sobre México tiene su impacto en la política
exterior de ese país sobre el nuestro. Los propios creadores de esa política aceptan que la
información proporcionada por sus medios de comunicación tiene una inuencia signicativa
en el proceso de elaboración de políticas. Si la información proporcionada sobre México es
fragmentaria, descontextualizada, negativa y esporádica nos podemos imaginar qué tipo de
inuencia puede estar ejerciendo en dicha élite.

Queda mucho por investigar en este campo de las imágenes de México en la prensa
norteamericana. Se requieren más análisis de contenido que sistematicen el conocimiento
sobre esas imágenes y que abarquen una mayor cantidad de medios masivos en periodos
más amplios o más recientes para que aborden tanto coyunturas como procesos.

Se precisan encuestas y entrevistas con miembros del público norteamericano para indagar
sobre el impacto especíco de esos contenidos en sus actitudes y opiniones hacia México y
hacia la política exterior de su país.

Se requieren, asimismo, entrevistas con corresponsales extranjeros, diplomáticos y


funcionarios públicos involucrados en la elaboración de la política exterior sobre el caso
especíco de México.

Los estudios aquí reseñados muestran los avances signicativos que se han logrado en
el tema. Pero también indican claramente los rumbos y enfoques que se requieren de las
investigaciones futuras para entender, en forma integral, la importancia de la información
sobre México en los medios informativos del vecino país.

31
LA MIRADA DE EU Y CANADÁ

Rubén Alvarez

En los últimos años, la presencia de México en los medios de comunicación de Norteamérica


se ha incrementado notablemente.

Las razones de este incremento se deben al cambio que se ha registrado en los medios de
Estados Unidos y Canadá respecto a su forma de ver y comprender -no siempre con éxito-
los sucesos que ocurren al sur del Río Bravo.

Los patrones del análisis que se efectúan sobre nuestro país se han modicado y el número
de corresponsales -tanto de publicaciones como de estaciones de radio y de televisión- de
aquellos países se ha incrementado en busca del desciframiento de la realidad mexicana,
muchas veces incomprensible para las mentalidades anglosajonas.

Cuando efectué mi primer viaje a Estados Unidos, hace ya algunos años, una de las
principales sorpresas y malestares que tuve fue descubrir, en por lo menos tres de los
principales diarios de ese país -The New York Times, The Washington Post y The Wall Street
Journal-, que las noticias sobre México eran mínimas y las que se publicaban tenían que ver
con la crisis petrolera, el narcotráco, la corrupción o la violencia mexicanas.

Me parecía inaceptable que siendo México un país con el que Estados Unidos comparte
una de las fronteras más activas y largas del mundo, el espacio destinado a los asuntos
mexicanos en los medios de comunicación estadunidenses fueran francamente ridículos.

En contraste, la prensa mexicana se había caracterizado por ofrecerle a su público información


variada y amplia sobre diversos acontecimientos mundiales: la información concerniente a
Estados Unidos ocupaba lugares de privilegio.

Además, ocurría un hecho elemental: México no era un punto interesante, informativamente


hablando. Del otro lado, se producía en nuestro país la consecuencia lógica según la cual,
cuando a Estados Unidos le da un resfriado, a nosotros nos da pulmonía. Es decir, mientras
aquí seguíamos con atención y hasta con exageración sucesos de la política estadunidense,
en Estados Unidos, por lo menos hace más de cuatro años, se veía a México sólo como un
país más del subcontinente que no merecía mayor atención que, pongamos por caso, Chile,
Brasil o Argentina.

Una explicación de esto se puede encontrar en el hecho incontrovertible de que México,


hasta 1986, era una de las economías más cerradas del mundo. En los últimos ocho años se
ha registrado una apertura económica y comercial sin precedentes, que ha tenido un reejo
claro en los medios de comunicación de Estados Unidos y a partir de 1990, de Canadá.

Así como el Tratado de Libre Comercio denirá signicativamente las relaciones de México
con Estados Unidos y Canadá, también lo hará con la frecuencia y la profundidad del

32
escutrinio que la prensa de estos dos últimos países hace de la realidad mexicana.

La cobertura que los medios impresos de Estados Unidos hacen del acontecer cotidiano en
México ha ido aumentando paralelamente al avance del proceso negociador del TLC, de su
posterior rma, y de las actuales negociaciones suplementarias.

Para reejar esta tendencia basta un análisis cuantitativo de las notas que sobre México o
temas mexicanos han publicado los periódicos The Globe and Mail y The Toronto Star, de
Canadá; y The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal, de Estados
Unidos, durante los años 1990, 1991, 1992 y 1993.

En 1990 The Globe and Mail publicó 116 unidades informativas referentes a México o a
temas mexicanos, de las cuales apenas dos fueron artículos editoriales, cuatro reportajes y
el resto noticias.

En ese mismo año, The Toronto Star publicó 94 notas informativas: ningún editorial y ningún
artículo.

Pese a lo reducido de las publicaciones, la frecuencia aumenta considerablemente a partir del


segundo semestre, cuando se dio a conocer el interés del gobierno canadiense por participar
en las negociaciones de libre comercio entre México y Estados Unidos.

La repercusión del TLC en la presencia de México en las páginas de esos dos periódicos, se
reejó en 1991 cuando en The Globe and Mail se publicaron 537 informaciones sobre México
o temas mexicanos, y en The Toronto Star la cifra se disparó a 614.

En 1992, conforme se acentuó la recesión y se observó que las negociaciones del TLC
concluirían con un acuerdo, el número de notas se redujo a 354 en The Globe and Mail y a
439 en The Toronto Star.

En lo que va de 1993 la baja se mantiene: de enero a marzo The Globe and Mail publicó 43
notas y The Toronto Star apenas 38.

Una descripción temática señala la economía como el tópico más importante para ambas
publicaciones, ya que según sus editores casi un 90 por ciento apareció en las páginas
económicas.

Estos datos se obtuvieron gracias a los propios periódicos, cuyos representantes Drew
Fannagan de The Globe and Mail, y Thomas Mc Geer de The Toronto Star, coincidieron en
que la disminución de la cobertura mexicana se debe principalmente al proceso político y
económico que vive Canadá.

En Estados Unidos, los periódicos seleccionados para reejar la presencia de México, fueron
The Wall Street Journal, The Washington Post y The New York Times.

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Los años considerados fueron los antes citados y sigue la línea cuantitativa.

TOTAL DE NOTAS PUBLICADAS SOBRE MEXICO

PERIODICO 1990 1991 1992 ENERO-MARZO DE 1993

The Wall Street Journal 843 917 1,104 459

The New York Times 752 1,846 2,215 647

The Washington Post 587 1,231 1,298 413

FUENTE: Banco de datos en Compact disc (CD-Rom) de los tres periódicos.

El análisis cuantitativo muestra que la presencia de México en estos medios se ha incrementado


conforma se intensica el proceso de negociación del TLC. En lo que corresponde a 1993,
apoya la tesis de que la cobertura sobre la realidad mexicana aumentará en paralelo a la
consolidación de la integración comercial entre los tres países.

Un desglose somero de estas cifras muestra también que los temas más cubiertos por los
tres periódicos son estrictamente económicos y relacionados con el proceso del Tratado de
Libre Comercio.

Como muestra basta ejemplicar con una relación temática arbitraria correspondiente a
1992:

De dos mil 215 notas sobre México o referentes a asuntos mexicanos publicadas por The New
York Times, tres se reeren a procesos políticos en los que se argumentó fraude electoral;
556 a temas económicos; 345 trataron temas relacionados con el TLC; diez abordaron
partidos políticos de oposición; nueve se rerieron al PRI en particular y una al PRD; cien
versaron sobre Carlos Salinas de Gortari, once sobre Cuauhtémoc Cárdenas y 109 sobre
temas políticos relacionados con Estados Unidos y América Latina.

En sus últimos editoriales sobre México, los tres periódicos coincidieron en urgir al Presidente
Clinton lleve el TLC a su conclusión, particularmente la etapa de la aprobación por el
Congreso.

Esta descripción, aunque ilustra la importancia que México y sus asuntos tienen para los
medios estadunidenses, reeja claramente los huecos que permanecen en ese escrutinio.

Se podría considerar que el TLC, la reforma económica del Presidente Salinas y el estado
de la macroeconomía mexicana son temas ya incorporados a la cobertura diaria de los tres
periódicos mencionados.

De igual forma, es posible asegurar que tales tópicos no han sido estudiados a fondo ya que

34
continúan abordándose desde la óptica de la posible integración comercial de la zona bajo la
estructura del TLC.

En ese sentido quedan por abordarse la cultura y la sociedad mexicanas que, hasta ahora,
son los grandes ausentes en esos medios y constituyen los principales elementos para iniciar
el conocimiento real del acontecer mexicano.

35
LA PRESENCIA DEL SILENCIO: MÉXICO
EN LA PRENSA BRITÁNICA

Felipe López Veneroni

Las ideas que expondré a continuación no son resultado de una investigación o trabajo
sistemáticos. Sin embargo, parten de y recogen una experiencia de cuatro años en la Gran
Bretaña, del contacto con México y lo mexicano a través de los medios de información de
esa nación y también de discusiones formales e informales sostenidas, durante ese lapso,
con académicos, estudiantes y profesionales de los medios de aquel país, muchos de ellos
conscientes de la necesidad de cuestionar el problema del manejo de la información más
allá de sus aspectos puramente técnicos, o de las implicaciones inmediatamente jurídicas
y económicas de su ejercicio. A lo largo de ese periodo he podido constatar lo difícil y lo
peligroso que resulta el enunciar, desde cualquier lado del debate, proposiciones de carácter
generalizado respecto del llamado poder de los medios y de la respuesta social a éstos; así
mismo de la importancia de ubicar el desenvolvimiento de la información como producto y
como forma cultural, en su perspectiva a un tiempo histórica y social.

Cuando planteamos la pregunta por la presencia de una cultura en los medios de información
de otra, también estamos haciendo una pregunta por los límites y las condiciones en los que
opera ese manejo informativo, los cuales están dados en una frecuencia de sensibilidad
que diere de la mecánica del ejercicio de aquél, ubicándose en un campo más complejo:
el de la percepción cultural que entraña el sistema de representaciones de una colectividad.
Toda forma de manejo de la información es, ante todo, un producto de este sistema de
representaciones. Parte importante de su lógica interna y del papel que puede o no jugar
en cuanto a la formación o deformación de contenidos e imágenes, depende del valor y
de la legitimidad que los diversos agentes de una cultura de antemano han otorgado a la
información y sus productos, como modos especializados de operar un discurso socialmente
ya establecido.

Con esto sostenemos la tesis de que los productos de la información -entre ellos,
fundamentalmente, el periodismo- no son nunca una reproducción dedigna y factual de la
realidad y, por tanto, que el grado de validez y veracidad de la información no depende de su
capacidad para captar la esencia de la cosa misma ni para expresarla en su determinación
exacta.

Más bien, los productos y el manejo de la información constituyen uno de los múltiples
modos por los cuales toda cultura elabora una determinada representación de la realidad y,
al hacerlo, construye los límites y la forma de su geografía conceptual. En otras palabras,
si bien cualquier contenido informativo ayuda a formar ciertas imágenes y a generar ciertas
representaciones, el modo en que plantea y elabora sus contenidos, la forma como jerarquiza
la información y como emite o deja de emitir una serie de juicios sobre los fenómenos y los
problemas que trata, presupone ya un determinado punto de vista y una determinada forma
de comprender y representar la realidad.

36
Así el producto informativo ha de congurarse y reconocerse en la interpretación que una
colectividad ya ha hecho de sí misma -de su lugar en un tiempo y espacio precisos- y por
tanto de lo que es distinto y opuesto a ella.

Las formas de las voces

Comenzaría por decir algo que seguramente no será novedoso: la imagen de México en la
información británica no es homogénea ni precisa, sino más bien parcial y contradictoria.
Se puede hablar de dos formas fundamentales de nuestra presencia en los medios de
información británica: una, de carácter necesariamente general e indiferenciado, se diluye
en el ujo corriente de los noticiarios de radio y televisión, así como de las secciones de
información internacional de los diarios.

Involuntaria o voluntariamente, este nivel converge en una percepción social sobre México
alimentada por el cine, la literatura y la publicidad, producto, sobre todo, de una visión
norteamericana que llega a las costas inglesas a través de múltiples canales, incluyendo el
gastronómico.

En este primer caso, entonces, rara vez aparecemos en el ujo normal de la información
noticiosa. Cuando lo hacemos, es fundamentalmente en referencia a lo que algunos ingleses
llaman the worst-casescenario, es decir, básicamente cuando ocurre alguna gran tragedia
natural o como resultado de la ineptitud y del descuido humanos. En estos casos el tratamiento
tiende a obviar cualquier contexto, ya sea geográco, histórico o social; se atiende al hecho
en su inmediatez brutal, lo que contribuye a magnicarlo de manera imprecisa.

Este escenario es a tal punto nebuloso y común que, recientemente, en alguna reunión entre
becarios mexicanos en la Gran Bretaña, cuando alguien se quejó de que hacía mucho no se
leía ni escuchaba nada sobre México, otro connacional le dijo: “Alégrate, mano, porque eso
quiere decir que no ha habido ni terremotos ni incendios ni asesinatos”. Dicho por los nativos:
No news is good news.

Por otra parte, hay una lectura diferente, de carácter selectivo y discriminatorio, fundamentada
y más o menos equilibrada, que se produce en ciertos programas especiales de radio y
televisión, por comentarios especializados en secciones de periódicos y revistas, sobre
todo en los últimos años en que México ha sido objeto de varios suplementos y ediciones
especiales, particularmente en revistas y periódicos del tipo The Economist, The Financial
Times o incluso del The Guardian y The Independent. El factor determinante de valor
noticioso en estos casos ha sido, sobre todo, la transformación de carácter económico que
se ha impulsado a lo largo del sexenio pasado y del actual.

En este sentido la información tiene un carácter más analítico y contextual; trata de marcar
los contrastes que a un tiempo distinguen y diferencian la situación contemporánea respecto
al proteccionismo, al subdesarrollo, al autoritarismo gubernamental y la desconanza, tanto
pública como privada, hacia lo extranjero, que parecería haber caracterizado al país de 1929
en adelante.

37
Se celebra la decisión del gobierno por controlar su propio aparato burocrático, por deslindar
sus funciones de las del partido en el poder, de poner n a los privilegios de los líderes
sindicales y de abrirse al GATT y al TLC, entre otros. Se señala también que la formación
de nuestros políticos ha cambiado, que se ha vuelto más técnica y profesional y, de hecho
en un artículo reciente en The Guardian, se indicó que el gabinete económico del gobierno
mexicano era académicamente el mejor formado del mundo.

En general todos estos factores se toman como signos alentadores de una transformación
que promete benecios para el país y que lo coloca, por así decirlo, en una nueva esfera
dentro de la comunidad internacional. México, se señala, ha comenzado a sobresalir, a
cobrar importancia en el campo de las relaciones económicas internacionales y también
como ejemplo de que es posible salir, según ellos, de un prolongado estado de crisis y
letargia, apegándose a los dictámenes del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional
y de las principales instituciones crediticias del mundo desarrollado.

Se reconoce asimismo que el gobierno está respondiendo, en mayor o menor medida, a las
demandas de la sociedad civil de una mayor apertura a la democracia, una mejor impartición
de la justicia y un saneamiento real en el manejo tanto del poder político como de las nanzas
públicas.

Estos reportajes y series no dejan, sin embargo, de ser críticos de ciertos aspectos de la
vida nacional. Muchas veces con fundamentos intachables y otras de manera más bien
especulativa; se señalan deciencias claras que todavía persisten en la relación Estado-
sociedad civil, poniendo especial énfasis en la falta de transparencia de los procesos
electorales o bien en el esclarecimiento y el deslinde de responsabilidades en casos de
corrupción, participación de funcionarios en el narcotráco y en la falta de garantías para
un ejercicio totalmente libre de la información. Estos comentarios suelen estar respaldados
por diferentes voces y medios críticos, o bien por entrevistas a estudiosos y académicos
mexicanos.

La primera de las formas mencionadas de manejo informativo es, sin embargo, la que tiene
una mayor penetración o alcance. Lo que la gran mayoría de nativos británicos sabe o
conoce de nuestro país se debe a este ujo corriente de noticias, ya sea en la televisión o
en los periódicos, los que a su vez se dividen en dos grandes grupos: los llamados serios
o formales -del tipo Times, The Guardian, The Financial Times o The Independent-, que
procuran un periodismo y un manejo de la información balanceada y fundamentada; y los
populares o tabloides -del tipo The Sun, The Daily Mirror, The Star, The Daily Express-, más
bien dados al escándalo, al estridentismo y a los argumentos o jaciones ad hominem, sobre
todo en función de miembros de la nobleza y de los artistas y deportistas del momento. Los
tabloides, por otra parte, son los de mayor circulación.

En la segunda forma de manejo informativo, la frecuencia de referencias al país y el alcance


de la información que se divulga es más restringida, lo que provoca un público más selectivo
y exigente en su lectura. Los trabajos o el tratamiento de la información en esta esfera está

38
determinada por intereses muy especícos y casi siempre en función de algún acontecimiento
o suceso cuya novedad o singularidad amerita una atención especial, en la medida en que
rompe con los parámetros de expectativa que normalmente se tienen sobre un país en
desarrollo.

Ahora bien, si tomamos en conjunto la presencia de nuestro país en los medios de información
británicos y tratamos de encontrar algo que la dena en términos genéricos, yo diría que el
factor que la determina es, fundamentalmente, un vasto silencio.

Por silencio no me reero a un vacío absoluto, sino a una serie de proposiciones y


representaciones que más que descubrirnos nos encubren y más que describirnos nos
callan. Es decir, no sólo se habla poco y parcial o fragmentariamente de México, sino acaso
más importante: no hay interés porque México hable por sí mismo. Nuestra voz, como tal, no
se escucha; lo que se escucha en y a través del periodismo y la información británicas son,
a lo mucho, referencias a nuestro país producto ya sea de lo que sus enviados alcanzan a
interpretar, o bien de lo que las salas de redacción reelaboran respecto de lo que las cuatro
o cinco agencias internacionales de noticias tienen a bien informar.

Con esto no quiero decir que haya una suerte de animadversión intencional por parte de la
prensa británica hacia México, ni tampoco que haya una falta de profesionalismo en el modo
en que ésta opera.

Pero desde luego no hay un interés genuino por presentar nuestra realidad como lo que es:
un complejo de acciones e interacciones sociales que tiene su propia génesis histórica, que
ciertamente enfrenta contradicciones muy graves pero también que ha logrado sobrevivir y
transformarse internamente y, sobre todo, que es una cultura que no ha cancelado una visión
del futuro, sino que se encuentra en evolución.

El sentido de las voces

¿Cuáles son las condiciones que favorecen la generación de un escenario de esta naturaleza?
Una primera respuesta creo que puede y debe darse en términos del contexto de la real
politik. Es decir, no podemos olvidar que, en el contexto de la sociedad tecnológico-industrial,
la información es una industria y una forma de poder político al mismo tiempo; como tal
depende en muy buena medida de su acumulación y concentración en el menor número de
manos, que a su vez responden a intereses determinados. Basta ver el tono general que
se le dio a la cobertura de la guerra del Golfo para comprobar esta direccionalidad; además
de que, según datos de la propia UNESCO, 90 por ciento de la información que circula en
el globo la operan en esencia cuatro agencias informativas, todas pertenecientes a países
desarrollados.

Desde este punto de vista concuerdo con quienes argumentan que la imagen de un país
como México en el contexto internacional, está condicionada por los intereses de la prensa
de los países dominantes, que suele distorsionarla o en todo caso obviar las condiciones por
las cuales un país como el nuestro vive una subordinación económica, y reducir o ignorar la

39
diversidad de nuestras expresiones sociales, artísticas y políticas.

Pero en estas imputaciones hay un discurso tácito que no necesariamente ha sido discutido
y analizado por los investigadores en materia de medios y por quienes ejercen el periodismo.
La pregunta que surge es: dado un cambio en las relaciones del poder informativo y de los
intereses detrás de éste, ¿realmente habría un cambio perceptible de la imagen de nuestros
países en las diferentes prensas extranjeras?

Si la imagen de México no es una imagen precisa ni homogénea se debe en buena parte a


que los medios de información tampoco son homogéneos ni cumplen una misma función.
Como en cualquier otro país, en la Gran Bretaña hay medios que asumen de manera ética
y profesional la labor de informar, por lo que no publican o hacen proposiciones sin tener
elementos de comprobación o fundamentos para avalar sus enunciados. Son medios que
realmente se preocupan por investigar a fondo los hechos a n de generar una conciencia
y una atención sostenida respecto de asuntos y fenómenos que son de un genuino interés
público y que pretenden seguir una línea de autonomía frente al poder político y nanciero
que les permita centrar los términos de un debate inteligente y constructivo en torno a los
acontecimientos. Pero también hay aquéllos que, como ya señalamos, asumen la información
no como un servicio público, sino como un negocio y como un espectáculo y confunden los
conceptos de verdad con el escándalo; los conceptos de libertad de expresión con abuso de
la integridad individual; y el periodismo de investigación profunda con la intromisión, a veces
ilegal, de la privacidad de ciertos individuos al destacar aspectos personales que en nada
ayudan a un debate verdaderamente crítico y serio.

Habría también que reconocer los límites concretos dentro de los cuales operan los medios y
estructuran una forma particular de discurso. Estos límites son de carácter técnico y también
de carácter contextual. La estructura operativa de los medios de cualquier parte del mundo
está determinada por una economía muy precisa en cuanto al tiempo o al espacio físico del
que disponen para manejar su información, en particular la de carácter noticioso.

En este sentido es lógico que a menor cantidad de tiempo o de espacio, más selectiva sea
la presentación y jerarquización de la información. Siendo la Gran Bretaña uno de los países
más representativos de lo que es o fue el desarrollo tecnológico industrial, y colocándola en
una órbita que gravita en torno a la Comunidad Económica Europea, el Grupo de los Siete y
lo que fuera su antiguo imperio, da legítima preferencia a los acontecimientos y las noticias
provenientes de aquellos países que tengan un interés inmediato para la realidad política,
económica y social de Inglaterra.

Por otra parte, no podemos dejar de admitir que, aun a pesar de esta inclinación general,
en muchas ocasiones la falta de información sobre nuestro país es resultado de la escasa
oferta de productos informativos conables y legítimos, provenientes de fuentes propiamente
mexicanas. Tanto nuestro periodismo como nuestras representaciones diplomáticas en el
extranjero no siempre están en posición o disposición de ofrecer una información alternativa,
ya sea por falta de recursos, por ociosa o muchas veces simplemente por falta de
imaginación.

40
Esto no justica, sin embargo, que normalmente se presente información sólo en relación con
tragedias o desastres. Pero aquí entra el factor simbólico al que me referí en un inicio.

Mi tesis es que independientemente de la posición especíca de los medios y de su estructura


operativa, hay toda una predisposición basada en un orden de conguración simbólica que
antecede y está más allá de la mecánica de la información, que presupone toda una visión
del mundo, una educación de los usos del lenguaje dentro de un sistema de clasicaciones
y subdivisiones que opera más allá de la conciencia misma con la que se aprehenden los
fenómenos y se les presenta.

Desde esta perspectiva hay que reconocer, primero, que México no es el único país que sigue
este curso de representación y que el modo como se genera esta imagen no es privativa
de los medios ingleses. Por el contrario, presupone una forma de reducción del mundo de
acuerdo con un principio clasicador: el de una necesaria desigualdad que al mismo tiempo
resalta y justica la distinción.

Independientemente de la actitud que pueda adoptar la prensa británica, ésta forma parte
de un universo conceptual que sólo puede construir una representación del mundo como
espacio bipolar en el que se ocupan posiciones especícas que, a su vez, denen un campo
de consenso y con ello los términos de validez del discurso. Si no es entre occidente y
oriente, es entonces entre socialismo y libre empresa; y una vez caída esta división, resurge
con mayor claridad la división entre norte-sur y entre desarrollo y subdesarrollo.

No se trata únicamente de establecer una suerte de superioridad económica o militar. Es


también y sobre todo una suerte de racionalidad de hábitos y costumbres, de prácticas
culturales, de las que el ejercicio mismo de la información forma parte.

Estar del otro lado

Desde este territorio conceptual México no es sino uno de los múltiples países que están, por
así decirlo, del otro lado del desarrollo: en tanto no forma parte ni de la CCE ni del Grupo de
los Siete no es que no sea importante, sino simplemente que no puede ser visto, ni ser tratado
ni quedar incluido en los mismos términos discursivos con los que los países dominantes se
reeren a sí mismos y se identican unos con otros.

Nosotros, con Africa y Asia, formamos parte de esa masa amorfa e indiferenciada que, junta,
constituye más del 75 por ciento de la población mundial. Desde esta perspectiva no hay
posibilidad de que nuestros países puedan tener voz y rostros propios.

Desde el punto de vista europeo-occidental, que es también el vigente en los Estados Unidos,
se nos tiene sujetos a una encrucijada imposible de resolver: por un lado se desearía que
los nuestros fueran los países de la eterna inocencia, apegados a tradiciones etnográcas
autóctonas, paraísos intactos, estáticos y al margen de la evolución; pero por el otro se
nos recrimina el subdesarrollo, la desigualdad de nuestra estructura social, nuestra propia

41
dinámica interna que, efectivamente, está plagada de contradicciones y asimetrías.

En ambos casos el mensaje es claro: no pueden ni quieren pensar en nosotros en términos


de igualdad. Así ellos se autodenen como el parámetro; nosotros no pasamos de ser una
variable y una suerte de subproducto excedente del desarrollo.

Cierto, no se trata de pensar en términos de que todos los países o todas las culturas sean
iguales. Pero lo que sí se podría lograr es que hubiese condiciones equitativas en las que
pueda orecer una pluralidad de discursos.

Así, una gran mayoría de británicos y de hecho europeos nos ubican dentro de una
metanarrativa en la que México es, ha sido y probablemente siempre será el país de la esta
y la siesta, del exceso y el retroceso. Un país endeudado que se da el lujo de posponer la
solución de sus problemas de manera permanente para mañana. Vivimos asediados por
el narcotráco, la corrupción, el desempleo y la emigración de miles de campesinos a los
Estados Unidos y sin embargo no dejamos de cantar, gritar y llorar el amor.

En esta forma de percepción popular, violencia e indolencia se conjugan en una geografía


que reduce la diversidad del país a una playa y a un desierto enormes, en medio de los
cuales se alza la mole de la ciudad más grande y contaminada del mundo.

Socialmente se nos percibe como un país que religiosamente consume cerveza, tequila y
limón; que se alimenta de frijoles agridulces, de tacos cuyo sabor la imaginación popular
inglesa confunde con el curry del Punjab y algo que allá llaman chili con carne. Finalmente,
que nuestra independencia la celebramos el cinco de mayo bailando amenco y rompiendo
piñatas con la egie del Tío Sam.

Pero esta forma de vernos no es imputable ni privativa de la prensa o de la información. Tal


visión está fraguada como parte de toda una racionalidad histórica que ha establecido un
juicio de sí misma por el cual se valida en la forma lógica de su discurso y su estructura.
Y dentro de los múltiples parámetros que se requieren para sostener la imagen de valor y
trascendencia que dicha visión se ha hecho de sí misma, está justamente la representación
de lo otro y de los otros, de aquéllo que ya se ha dejado atrás. En este sentido la prensa no
puede escapar a una concepción de nuestro país como un modelo de la otredad; nosotros
somos un seguro del desarrollo, de lo que los otros países aparentemente y a pesar de sus
propias contradicciones y asimetrías ya han dejado atrás.

Incluso en aquellos casos en que se informa algo especial en referencia a nuestro país y
se le concede ya sea un suplemento, un número extraordinario, un reportaje o una sección
especial, el criterio predominante que anima a estos trabajos es, precisamente, la relevancia
que México tiene, por ejemplo, para la economía de los países desarrollados, para el contexto
de las nanzas internacionales, etcétera. Lo que se nos señala aquí no es tanto el triunfo o
el logro concreto de un país y su gente, o de alguna medida acertada por parte del Estado,
sino el que tal país esté tratando de parecerse más y más a lo que las naciones desarrolladas
entienden por bienestar. El punto sobre el que se emite el juicio y la razón que subyace en el

42
interés repentino son externos al contexto interior de los propios países en cuestión.

En cierto sentido aun el mejor de los periodismos tiende a miticar el subdesarrollo


justamente para miticar su forma especíca de desarrollo y para legitimar lo que, por lo
demás, no deja de operar dentro de una forma de irracionalidad. Me reero a que hoy más
que nunca se cuenta con los adelantos técnicos, con la infraestructura material y con la
capacidad de producción sucientes para revertir efectivamente el desequilibrio ambiental,
alimentario y educativo que afecta a la mayor parte del mundo, sin traer efectos sensibles en
los niveles de vida y bienestar de las sociedades desarrolladas. Me reero también a que las
condiciones de pobreza y subdesarrollo, de autoritarismo y belicosidad entre las naciones y
las regiones más pobres son, en muy buena medida, producto de la intervención económica
y militar por parte de los países desarrollados, en especial Inglaterra. Más aún, que muchas
de las irregularidades y asimetrías en las que vive la gran mayoría de las sociedades, son
activamente sostenidas y promovidas por estas naciones que, hoy, se autodenen como los
mejores modelos de productividad económica, organización política, sensibilidad cultural y
libertad de expresión.

Este es un contexto paradójico e inevitable hasta cierto punto, el punto en que sigamos
nosotros mismos concediendo a la tecnología y a la acumulación de capital el papel central
sobre el cual se denen desarrollo, cultura, razón y sentido vital. Y digo paradójico porque
si analizamos con atención la situación actual del mundo, encontraremos que entre más
se desarrollan las tecnologías para informar, entre más rápidos y ecaces son los medios
electrónicos, entre más sistemas tenemos para enlazarnos simultáneamente con todos los
puntos del planeta, más que acercarse y homogeneizarse el mundo tiende a fragmentarse y
a dividirse.

Hoy como nunca las sociedades, sobre todo aquellas que se conciben a sí mismas como
desarrolladas, parecen seguir la tendencia de cerrarse en sí mismas y cerrar el marco de
sus discursos. Sea por razones étnicas, religiosas o geográcas, el mundo contemporáneo
dista mucho de parecer la aldea global que McLuhan predijo como resultado casi natural de
la evolución tecnológica y de lo medios.

Nos encontramos, pues, con el otro límite que inevitablemente enfrenta el ejercicio del
periodismo y de la información: el de las propias formas de concepción y representación
cultural que cada sociedad o conjunto de sociedades teje y tiende sobre sí misma y que de
antemano condicionan la forma como se denen los fenómenos y los problemas, además del
modo como éstos se abordan y se les da sentido. Acaso una de las primeras funciones del
periodismo crítico radique no tanto en subrayar su autonomía estructural y su reclamo a una
suerte de libertad abstracta, sino su pertenencia a un discurso que lo trasciende y en buena
medida lo condiciona y limita. Si ha de cambiar su función debe de comenzar por hacer
explícitos los límites dentro de lo que gravita y más que imponer sobre la voz de los otros su
modelo especializado de manejo del discurso, es preciso que aprenda a escuchar lo que los
otros, nosotros, hablamos con nuestra propia voz.

43
DE LA FASCINACIÓN A LA DRAMATIZACIÓN

Carlos J. García

La prensa extranjera desempeña un papel cada vez más importante en y para México.
Es un prisma a través del cual el país, inevitablemente, se distorsiona. La historia, los
aspectos positivos y los problemas son magnicados, simplicados o, inclusive, aclarados
en ocasiones.

Desde mediados de la administración anterior, importantes aspectos de la política económica


se han basado en variables externas. Este hecho ha determinado un incremento muy
signicativo en la cobertura de los medios internacionales sobre nuestro país, tanto en
términos cuantitativos como cualitativos.

Entre 1988 y 1991, el éxito de las reformas emprendidas por la presente administración,
aunado a la puesta en práctica de una estrategia integral de comunicación internacional,
determinó un cambio muy positivo en la cobertura. Se inicia lo que se podría llamar un periodo
de fascinación donde prácticamente México es redescubierto por la prensa extranjera.

Además, la decisión de buscar la rma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos
y Canadá ofreció un tema rector, un “hilo conductor” que contribuyó al incremento de las
notas informativas y a que se buscara ahondar en la realidad del país.

Entre principios y mediados del año pasado la situación comenzó a variar: se diluye la
fascinación inicial. La cobertura sobre el TLC dejó de ser eminentemente positiva, tratándose
en forma negativa cuestiones como el trabajo infantil y la situación ambiental del país.

La atención hacia cuestiones electorales crece, y la inuencia de la prensa extranjera se hace


sentir. Las explosiones de Guadalajara generan una amplia cobertura, mientras que el juicio
de Alvarez Machain y la reanudación de relaciones con el Vaticano son los temas tratados en
forma más positiva.

A nales de 1992, la victoria de Clinton en Estados Unidos modica el panorama para el TLC.
Aunque a nivel editorial los principales diarios de aquel país mantienen un rme apoyo al
proyecto, ciertos sectores promueven una dramatización de temas controversiales.

Esto, aunado a un desaceleramiento de la economía por la recesión en los países


industrializados, así como a la manifestación de algunos problemas políticos y sociales, sirve
a la prensa extranjera para expresar dudas y críticas.

En febrero de 1993 The Economist publica un survey donde se emiten severos juicios; por
ejemplo, que México de ninguna manera puede ser considerado una verdadera democracia.
El prestigiado lingüista Noam Chomsky dice en The Nation que prácticamente somos una
narcodictadura. The Financial Times lanza la alarma, hace dos meses, de que la situación
económica del país es muy delicada.

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Así, el papel de la prensa extranjera se modica, y el proceso de sucesión presidencial que
ocurrirá el próximo año le dará la oportunidad de convertirse en una especie de juez sobre el
desarrollo reciente de México.

A pesar de los esfuerzos realizados, la cobertura sobre México en Europa y Asia sigue siendo
reducida y, salvo honrosas excepciones, continúa predominando el uso indiscriminado de
estereotipos para informar sobre la compleja realidad del país.

En esta era de comunicaciones globales, de interdependencia económica y de transición


total, los medios de comunicación internacionales jugarán necesariamente un papel cada vez
más importante. Su inuencia muchas veces se antoja exagerada, pero es indiscutible que
constituyen una de las principales herramientas de promoción con la que cuentan muchos
países.

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CLAROSCUROS

Luis Suárez

Quienes con alguna frecuencia hemos viajado por el extranjero, generalmente como enviados
especiales de medios periodísticos, hemos acumulado la imagen de que sólo se habla de
México cuando ocurren sucesos negativos: cataclismos naturales, escándalos, casos de
corrupción, matanzas, todo ello en marcos de un primitivismo latinoamericano y por ende
(nosotros con sombrero zapatista) mexicano.

Eso se difundía de México. Eso o nada. ¿Es que nada pasaba?

Por supuesto que sí, desde el punto de vista negativo, pero también del positivo. Hemos
acumulado entonces un cierto resentimiento contra las agencias de noticias -no contra sus
reporteros, ya que los hay excelentes y bien intencionados, pero sí contra los centros mayores
del control y reexpedición y reconstrucción o deformación de las noticias-, pues escogen y
propagan muchas veces lo que les conviene de sus abastecimientos noticiosos. Y luego los
medios donde se insertan esas noticias, a su vez también seleccionan.

Eso causa un cierto dolor. Sin embargo, no pueden ignorarse los factores que en un mundo
de creciente competencia en la comunicación -y hoy como en todo- inducen a la exageración
y difusión de ese tipo de informaciones alarmantes y sensacionalistas. Es decir, de noticias
que sobre un tema u otro deben llamar la atención.

Me hizo sonreír, pero también reexionar, lo dicho -en el simposio organizado por la
Asociación de Editores de Periódicos Diarios de la República Mexicana- por el corresponsal
de EFE, José Antonio Alonso, ante la importancia de la información aceptable por los medios,
de la remitida por las agencias, cuando contestó a unas preguntas: Nadie aceptaría que en
los cables se dijera algo así como: “ayer no hubo guerra en Suecia”. Sólo, en todo caso, que
“ayer hubo guerra en Suecia”. El sí y el no se confunden y adquieren la importancia relativa
en el contenido de las noticias, respecto de lo que se arma y lo que se niega que ocurrió.
Sería propio y armativo, por ejemplo, que hablando de un país donde sí hay un conicto
armado, se dijera: “Ayer no hubo guerra en la ex Yugoslavia...”. Es decir, en este caso, las
noticias también se relacionan con el deseo. Porque, independientemente de los oscuros
intereses que haya detrás, todos deseamos que termine ese conicto y todas las guerras,
aunque nos cueste más trabajo dar noticias que llamen la atención. Por lo demás, y a veces
desgraciadamente, no faltan.

También me llamó la atención lo dicho en aquel simposio por el colega Eloy Aguilar, quien
está al frente de la Associated Press en México. Reriéndose a la necesidad de dar noticias
constructivas, él dijo allí: “Ya no se puede ser sólo mensajero de la mala noticia para la
primera plana”. Y destacó la necesidad de reconocer que nadie puede ser absolutamente
objetivo, porque hoy cada quien tiene su verdad. No obstante sí se puede ser justo.

Comparto esa apreciación, porque esa es la gran responsabilidad que ahora debemos exigir

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a los medios periodísticos del exterior. Sin embargo, conviene precisar que cuando pedimos
se sea justo no signica publicar sólo aquéllo que nos halaga. No, porque, entre otras cosas,
el mundo se ha hecho tan chico precisamente por la comunicación, que ya no vale aquello de
que “la ropa sucia se lava en casa”. Pero sí es obligado separar la verdadera información de
los chismes, los insultos, las incursiones en las vidas privadas de las personas, el sumarse
a campañas pensadas para denigrar a un país, a un sistema, a un gobierno, y no realmente
para proporcionar información. Aunque los trabajos periodísticos resulten adversos y pongan
en evidencia irregularidades del sistema político, siempre resulta obligado contemplar todos
los elementos que conforman la extensa gama de los hechos.

Actualmente podemos registrar un esfuerzo de la administración salinista por mejorar la


imagen de México en el exterior, a través de los medios extranjeros. Esto es resultado
fundamentalmente de la reestructuración política y económica en nuestro país. A diferencia
de años atrás, hoy día se generan informaciones de la más variada índole. La prensa
foránea ya no sólo recoge noticias sobre cataclismos naturales, escándalos de corrupción
o matanzas, sino que además registra con particular interés el curso del Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos y Canadá. Para estos dos países, pero también para los que
forman la Comunidad Europea y el resto de América Latina, las acciones del socio mexicano
de ese Tratado interesa mucho, y no únicamente, como en el pasado, lo negativo.

No obstante este giro, todavía la imagen del mexicano y de lo mexicano grasiento, nos sigue
golpeando negativamente en alguna importante proporción. La imagen, tan compleja, no
estereotipada, lo mismo favorece que perjudica. Para todo y para todos hay.

En el actual gobierno de nuestro país se advierte una preocupación mayor por la imagen
de México y la suya propia en el exterior. Es natural. Y los medios extranjeros adquieren
una mayor importancia. Las embajadas mexicanas han sido reforzadas con agregados o
consejeros de prensa que son verdaderos periodistas.

Y en cuanto al número de periodistas extranjeros en México, la Secretaría de Relaciones


Exteriores indica que en nuestro país trabajan, debidamente acreditados, 193 corresponsales
jos, representantes de medios escritos, electrónicos y de agencias informativas: 89 son de
América del Norte; 61 de países europeos; 20 de América Latina; y 23 de Asia y Africa.

Al comenzar el actual gobierno, los temas que recibieron mayor atención en los medios del
exterior fueron: narcotráco, sistema político, derechos humanos, deuda externa, migración
de indocumentados, economía nacional, medio ambiente y fronteras.

Esa variedad temática podría probablemente redistribuirse y sintetizarse -luego de los trágicos
sucesos del aeropuerto de Guadalajara, donde murió el Cardenal Posadas Ocampo- en los
siguientes rubros: narcotráco, economía y derechos humanos.

La prensa extranjera fue particularmente crítica y hostil en casos como el asesinato del agente
de la DEA, Enrique Camarena; y después de algunas elecciones, como las efectuadas en
Sonora, Nuevo León y Chihuahua. Se ha ocupado mucho de las relaciones de México con

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los Estados Unidos.

Podemos decir que, en general, hoy la imagen de México se ha revalorizado en el exterior.

¿Qué puede desvalorizar? Sucesos como los de Guadalajara. Por eso se difundieron muchas
versiones, y una de ellas en el sentido de que el Cardenal fue expresamente asesinado para
crearle a México la imagen de un país dominado por el narcotráco, a n de debilitar sus
posiciones defensivas en el sentido de que en el tema no se hagan concesiones que afecten
porciones de la soberanía, como ha ocurrido en otros países.

En cualquier caso, lo negativo que se publique afuera, en vez de asustarnos debiera


incitarnos a reexionar para hacer frente al reto que signica la existencia de serios y
llamativos problemas.

México habría de fortalecer una red que proporcione en el exterior informaciones oportunas y
verídicas. Ese sería un papel de los consejeros de prensa en las embajadas mexicanas; pero
también una responsabilidad de los corresponsales extranjeros acreditados en nuestro país,
así como de los mexicanos en el extranjero.

Por último, según la Secretaría de Relaciones Exteriores, durante el periodo de mayo de 1992
a mayo de 1993, las notas periodísticas remitidas por los representantes u ocinas de México
en el exterior, suman 52,542, de las cuales 12,906 (el 24.5%) registraron una tendencia
favorable al país; 5,881 (el 11.2%), la mostraron negativa, y 33,755 notas (el 64.2%), hicieron
patente una postura imparcial o simplemente informativa.

Naturalmente esta clasicación, y dado el punto ocial que calica, puede generar la pregunta
sobre si se trata de notas negativas o positivas respecto del país o de su gobierno. Es difícil
establecer la frontera. A veces lo negativo arrasa con todo y con todos. En ocasiones lo
positivo se entiende como aquello que favorece o apoya al gobierno.

En los grandes centros del poder informativo, cuando el gobierno mexicano privatiza
empresas, la nota puede ser positiva; si reitera, por ejemplo también, que el petróleo seguirá
siendo de los mexicanos y que no entra en las negociaciones del TLC, la tendencia podría
ser -y así ha sido- negativa.

Los ejemplos en uno u otro sentido ponen en evidencia el gran poder de la centralización en
los grandes medios donde se aderezan informaciones objetivamente ciertas... cuando no son
meras interpretaciones o invenciones.

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SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

PARA LUIS SUÁREZ: DE LOS DATOS QUE DIO, ¿PODRÍAN DISTINGUIRSE LOS
GÉNEROS A QUE SE REFIERE? ¿QUÉ TEMAS PARTICULARMENTE ABORDAN LAS
NOTAS?

Luis Suárez

De las más de 52 mil notas aparecidas en los medios mencionados, puedo describir lo
predominante: Journal of Commerce hizo referencia a las negociaciones del TLC, dando
énfasis a los procesos legislativos hacia su raticación y a los problemas económicos de
Estados Unidos que impedían priorizarlo. The Wall Street Journal y The New York Times
destacaron el avance en las negociaciones del Tratado, y el inicio de los acuerdos paralelos
en materia ambiental y laboral.

Se conrma que se ha ido sustituyendo una serie de imágenes y versiones sobre México, por
un asunto que ha interesado centralmente: el Tratado de Libre Comercio.

En The Washington Post y Los Angeles Times, igualmente, la mayoría de notas y


comentarios aludieron a los acuerdos paralelos, a la consolidación del TLC y a sus efectos
positivos, además de la problemática de la población hispana, los aspectos fronterizos y de
migración.

The Globe and Mail, de Canadá, dio un amplio marco al debate en torno al acuerdo comercial,
pero particularizando sobre sus efectos en la economía canadiense; criticó las débiles leyes
ambientales y laborales de México. The Toronto Star cuestionó seriamente el TLC y analizó
las posibles repercusiones de las propuestas sobre acuerdos paralelos.

El País y ABC, ambos periódicos españoles, dedicaron gran parte de sus notas a la presencia
de México en la Exposición de Sevilla ‘92 y a la promoción de la cultura mexicana en aquel
país, y también, desde luego, a la conclusión del TLC.

El diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung destacó el caso Alvarez Machain, las
actividades electorales de México, la conclusión de las negociaciones del TLC y sus efectos,
con muchas referencias al nuevo desarrollo de la economía mexicana. En Inglaterra, The
Financial Times aludió mucho al avance del TLC, a su rúbrica y al inicio de acuerdos
complementarios y a una gira que hizo el Presidente Salinas por Europa. Le Figaro y Le
Monde, de Francia, abordaron la mayoría de las veces el TLC.

De manera que el acuerdo comercial nos arrebató todo lo que somos. Ahora sólo somos TLC
para la prensa.

Es preciso subrayar que en los medios extranjeros prevalece aún la visión tradicional de
un México turbulento: un México Bárbaro. Esa idea no ha desaparecido a pesar de la

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preeminencia del TLC.

Además, no hay ponderación ni objetividad: a medida que las autoridades de nuestro país se
han alejado de la cuna de la Revolución Mexicana, la crítica se ha ido haciendo más favorable
al gobierno y sigue siendo negativa para las administraciones que hicieron el reparto agrario
y la nacionalización del petróleo. Y cuando se vuelve a un periodo de reprivatizaciones,
estos periódicos -ligados a grandes corporaciones- favorecen la imagen de nuestro aparato
gubernamental.

Por otra parte, no dispongo de datos para deslindar totalmente lo que es informativo u
opinativo, pues también las notas informativas contienen opinión. No puede hacerse un
encasillamiento estricto.

¿DE QUÉ HA SERVIDO TANTO DINERO PARA PRODUCIR UNA BUENA IMAGEN DE
MÉXICO EN EL EXTRANJERO? ¿NO HA SIDO UN FRACASO ESTA CAMPAÑA DE
RELACIONES PÚBLICAS?

Carlos J. García

Creo que Televisa-ECO ha tenido algún impacto en bastantes países de América Latina,
pero por su propia naturaleza no transmite muchas cosas sobre México, sino información
internacional como señalaba Adolfo Aguilar. Generalmente no toca cuestiones delicadas
sobre la problemática nacional, lo cual no contribuye al conocimiento de nuestro país en el
exterior.

Respecto a la inversión para resaltar una buena imagen de México en otros países, es
necesario entender que las cifras dadas por don Adolfo Aguilar no se vinculan con el gasto
hecho para instrumentar la estrategia de comunicación, son dos cosas totalmente diferentes.
Por una parte está el gasto orientado al cabildeo cuyo n es apoyar decisiones políticas y
que denitivamente es muy oneroso; la otra vertiente es el desembolso -muy reducido- hecho
para estrategias de comunicación a n de promocionar la presencia de México en los medios
internacionales.

Considero que tu no puedes dejar de salir de casa por el hecho de suponer que te van a pegar.
Que hablen bien o mal de ti no importa, mientras sigan hablando. En ese sentido es muy
importante que se mantengan estrategias para seguir promocionando la imagen de México
y se le continúe prestando atención. Por ello no se puede pensar de ninguna manera que
tareas publirrelacionistas sean un desperdicio: no signican un gasto, sino una inversión.

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¿PORQUÉ LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN MASIVA NO HABLAN DE NUESTRA CULTURA DE
LA MISMA FORMA COMO LO HACEN CON LA POLÍTICA O LA ECONOMÍA DE NUESTRO
PAÍS?

Felipe López Veneroni

Desde la perspectiva de mi experiencia en Gran Bretaña, creo que la respuesta podría darla
a través de una analogía: ¿Por qué intervino todo un bloque de países industrializados para
defender a Kuwait de la invasión de Irak? Básicamente porque había petróleo. En Bosnia
no hay petróleo, nadie interviene, todo mundo se lava las manos. Lo mismo ocurre con la
información: casi no se reeren aspectos culturales o artísticos y sólo se destacan aquellas
cuestiones de carácter inmediatamente político o económico. Se abordan hechos de un país
sólo en la medida que afecten la estructura o la distribución del poder y la concentración
del capital de los países centrales. En tanto Teléfonos de México entra a formar parte de la
Bolsa de Valores, alzan la oreja; de otra manera ni siquiera tratarían estricta o seriamente los
problemas de economía o política de nuestro país.

¿HACIA DÓNDE TIENDE A ORIENTARSE LA GLOBALIZACIÓN DE LA PRENSA MUNDIAL?


¿HACIA EL ESTADO COMO UNA ALIANZA DE SU LIBERACIÓN? ¿HACIA LA SOCIEDAD
COMO UN MICROPODER? ¿HACIA UN POSESIONAMIENTO NEUTRAL O PRIVADO O
PODER AUTÓNOMO O COACTIVO DE SECTORES ESPECÍFICOS?

Felipe López Veneroni

Siempre he sido terriblemente escéptico de dos cosas que considero hasta cierto punto
mitológicas. La primera es la idea de la revolución tecnológica: no creo que haya tal cosa. La
otra es la globalización: no podemos confundir el hecho de que existan mecanismos técnicos
más precisos para hacer circular la información con la idea de globalizar, que supondría un
verdadero acercamiento, un esfuerzo de entendimiento entre todos los miembros de una
comunidad.

En n, creo que la prensa -como ella misma se ve en términos generales- desearía lograr
un posesionamiento neutral o privado como poder autónomo, pero creo que nalmente es el
peso mismo de la zona cultural, del contexto histórico donde está inscrita, la que determina
sus posibilidades y su valor.

Los países europeos -que se creen generadores de los derechos universales, uno de los
cuales es la libertad de expresión- suponen que sus parámetros deben ser adoptados por
toda la prensa del mundo. Ciertamente las sociedades de esas naciones le creen mucho
a su prensa porque le reconocen hasta cierto punto una autonomía. Una legitimidad de tal
naturaleza todavía no se da en México porque tenemos un contexto diferente: existe otra
serie de relaciones que han hecho imposible un desarrollo totalmente autónomo de la prensa,
a pesar de muchos periodistas independientes.

51
LA PRENSA EXTRANJERA EN MÉXICO
MIRAR AL SUR

Edgar Celada

El presente trabajo es una visión de lo que una pequeña agencia alternativa centroamericana
hace y puede desarrollar en México. Mi reexión tratará de establecer las diferencias de
nuestro trabajo respecto de las grandes agencias noticiosas.

Coneso que acudo bajo la impresión de tener ante mí una de esas tareas en las cuales
no se sabe por dónde empezar, ni qué aportes puede hacer -ante la presencia de colegas
de grandes medios internacionales y nacionales- el corresponsal de una pequeña agencia
informativa, de esas que surgieron en Centro y Sudamérica en la década de los ochenta bajo
el denominador común de practicar el periodismo alternativo.

Considero, sin embargo, que a la postre puede resultar benecioso para la reexión colectiva
el que haya una voz tal vez disonante en este esfuerzo por acercarnos a lo que signica ser
periodista extranjero en México, de hablar un poco sobre las condiciones y las preocupaciones
de nuestro trabajo en esta hospitalaria tierra.

Sin duda encontraremos muchos puntos en común entre la labor de mis colegas
representantes de grandes medios y la que desarrolla una agencia pequeña como ACEN-
SIAG. Por eso creo más interesante y enriquecedor buscar las diferencias. Estas se originan
no sólo en el tamaño de los medios, en la intensidad del tráco informativo o en el modo
de tratar este gran objeto noticioso llamado México. Me parece que lo distintivo esencial se
encuentra en la intencionalidad de nuestro trabajo, esto es, en el qué, por qué, para quién y
para qué informa sobre este país una agencia como la que represento.

Agencias como EFE y AP, por ejemplo, más allá de sus peculiares políticas informativas, no
escapan de las exigencias del mercado internacional de la información, de la competencia.
Sus corresponsales seguramente viven con la espada de Damócles de la nota del día
pendiendo sobre el teclado de sus computadoras. No tienen escapatoria, lo mismo que
los diarios nacionales. Están obligados a ganar la nota y lanzarla al enorme ujo de la
información captada en todo el mundo. La oportunidad del contenido y la calidad de la
forma del despacho noticioso deben ser tales que, en manos de los editores y redactores
de las secciones internacionales de los diarios o de los noticiarios televisivos y radiales, se
transformen en notas publicadas.

Para una agencia como ACEN-SIAG existen también, evidentemente, aquellos requisitos de
oportunidad y calidad, pero están ausentes las urgencias de lo cotidiano. Entre otras razones
porque este tipo de periodismo alternativo no puede proponerse competir con los gigantes
internacionales de la información. Ese sería, sencillamente, un camino suicida.

Las grandes agencias, debido a su propia naturaleza, siempre dejarán lagunas informativas

52
más o menos grandes. Aun sus servicios especiales, algunos de ellos verdaderamente
buenos, no son capaces de llenar las amplias posibilidades informativas que ofrecen países
como México. Supongo que ello obedece, entre otras causas, a cierta estandarización del
producto que ofrecen a abonados diversos en todo el mundo.

Si se nos permitiera incorporar a nuestro léxico cierta terminología en boga, bien podríamos
decir que las grandes agencias dejan nichos informativos, cuya captura puede ser lograda
por los medios alternativos. La dicultad estriba cabalmente en identicar esos nichos y
cubrirlos mediante un trabajo periodístico tan profesional como el de los grandes medios.
Parte de esa dicultad es también cómo vender a los abonados (diarios, revistas, noticiarios
radiotelevisivos) la idea de diversicar su oferta informativa mediante la incorporación de lo
nuevo que puedan aportarle las agencias alternativas.

Una determinante de esta dicultad es el menosprecio que todavía tiene nuestra prensa
latinoamericana por la información tercermundista. Aun a riesgo de ser señalado de
desenterrador de los no tan viejos ideales del Nuevo Orden Informativo Internacional, debo
recordarles que los ujos noticiosos Sur-Sur siguen siendo escuálidos.

No pretendo ir muy lejos por este camino, ni olvido el compromiso de hablar sobre nuestro
trabajo en México. Para allá voy. ¿Qué saben los mexicanos de Centroamérica? ¿Qué conocen
los centroamericanos de México? La triste realidad es que, pese a la vecindad geográca y a
los lazos históricos y culturales que unen a ambas zonas, México y Centroamérica han vivido
durante mucho tiempo dándose la espalda. En el mejor de los casos se han colocado uno al
lado del otro... para ver hacia el norte.

Por supuesto que esta incomunicación, este ignorarnos unos a otros es parte de males
mucho mayores, asociados al carácter del desarrollo de nuestros países, al cambiante lugar
que ellos ocupan en el mundo simultáneamente fraccionado y unido por la expansión del
capitalismo. Sin olvidar esto, ni acudir a algún voluntarismo romántico, cabría reconocer
también la dosis de responsabilidad que cabe a los periodistas en este estado de cosas.

Me aproximo de esta forma a las preguntas formuladas líneas arriba. Aquí hay un por qué
a punto de ser resuelto: si vivimos en tiempos de internacionalización, si a la integración
latinoamericana le llegó la hora de pasar de la retórica a los pasos de su instrumentación
práctica, uncida al carro del libre comercio, si este es el diagnóstico acertado, entonces
signica también que debemos conocernos. Signica que la información sobre los procesos
económicos, sociales y políticos de nuestros países aparece ya como una necesidad, no
sólo para aquellos sectores empresariales involucrados directamente en las corrientes
neointegracionistas, sino cada vez más para el ciudadano común.

Mucho se ha escrito sobre los afectos que puede tener para el mexicano el Tratado Trilateral
de Libre Comercio. ¿Quién se ha ocupado, en cambio, de las salvaguardas adoptadas por
el gobierno de México para frenar las importaciones de carne de bovino, sobre el impacto de
esa medida proteccionista en Centroamérica y sobre las medidas crediticias compensatorias
ofrecidas a la región por México? ¿Quién ha dado seguimiento a un tema tan sensible en

53
las relaciones de México con sus vecinos del sur? ¿Estarán interesadas en hacerlo grandes
agencias informativas con sede en Estados Unidos, España, Francia o Alemania?

Este es un ejemplo concreto de esos nichos informativos a que hice referencia hace
un momento. Como éste podríamos encontrar innidad, al grado de poder agruparlos
temáticamente y dar cuerpo a servicios novedosos y necesarios. Desde hace poco más
de un año ACEN-SIAG empezó a desarrollar lo que hemos llamado Servicio Informativo de
Integración Regional y de las Relaciones Centroamérica-México, cuyas siglas son SIRCAM.

Se trata de un proyecto que todavía está dando sus primeros pasos, a lo largo de los
cuales ha conrmado la posibilidad y la necesidad de la especialización noticiosa, en este
caso de México hacia Centroamérica. Como ustedes saben, los niveles de cooperación
gubernamental mexicana hacia el Istmo han alcanzado, durante este sexenio, niveles sin
precedentes. En el ámbito empresarial crece también el interés por los países vecinos. En
una publicación de CANACINTRA, divulgada el mes pasado, se dice con mucha franqueza
que aquellas empresas mexicanas que “no la hagan” en el mercado norteamericano pueden
encontrar campo para su expansión en Centroamérica.

En esta región, mientras tanto, se percibe a México como una puerta de entrada al NAFTA
(TLC) y al mismo tiempo como una economía con la que habrá muchas dicultades para
competir en un esquema de apertura comercial. Los viejos prejuicios antimexicanos -
alentados por más de un gobierno conservador, incluso hasta hace pocos años- se mezclan
con la desinformación y la ignorancia.

La penetración alcanzada por la televisión mexicana en los países del área, por otra parte,
tiende a difundir visiones bastante maquilladas y superciales -por no decir deformadas- de lo
que acontece en el país. Se promueve el liderazgo regional de México pero no precisamente
a partir de sus admirables tradiciones históricas, de su persistente lucha por la democracia ni
de los alentadores aportes de su intelectualidad. A ese México virtualmente se le ignora.

Aludo, pues, a la inmensa gama de posibilidades que se abren ante quien tiene como misión
informar sobre México y los mexicanos.

Recuérdese que hace algunos minutos hablé de la intencionalidad de la información. Vuelvo


ahora sobre el tema. Para una agencia como ACEN-SIAG, surgida en los peores años de
la persecución contra la prensa democrática de Guatemala, no hay problema en reconocer
que privilegia aquéllo que, de un modo o de otro, apuntalé el frágil proceso democrático de
nuestro país, aquéllo que favorezca el desarrollo de Centroamérica, en paz y con democracia.
De ahí también la importancia que se atribuye a ensanchar los espacios para la información
sobre México: vencer los prejuicios, la desinformación y la ignorancia sobre este país, es la
parte de ese compromiso con la democracia, la paz y el desarrollo que orienta nuestro trabajo
periodístico.

Trataré de ilustrar lo anterior con un ejemplo. En Guatemala la ofensiva del neoliberalismo


encontró el terreno abonado por largos años de dictaduras rabiosamente anticomunistas

54
(que paradójicamente no escaparon de la ebre estatizante de los años sesenta y setenta).
Con simplismo, algunos medios de prensa y académicos tienden a persistir en la idea
de la confrontación de liberales contra estatistas. En el ánimo de contribuir a salir de ese
anacronismo, encontramos oportuno escribir para los lectores guatemaltecos sobre el
liberalismo social. Más allá del debate mexicano acerca de este tema, más allá de sus
motivaciones domésticas, informar sobre esto resultaba oportuno en cuanto sugiere la
posibilidad de que nuestros países busquen caminos propios, sobre todo ahora que la onda
neoliberal thatcheriana-reaganeana terminó por hundirse.

Este ejemplo permite insistir en las diferencias a las que aludí al principio. Así pues, tenemos
un mismo objeto-sujeto de información, pero el qué, por qué, para quién y para qué, marcan
distinciones sustanciales en cómo nos acercamos a él. Por lo demás déjenme decirles que
es una fortuna poder ver a México -como a cualquier país del mundo- de manera diversa,
porque sólo de ese modo se puede entender y querer a esta nación policroma en la que cada
vez nos sentimos menos extranjeros.

***

Hasta aquí lo que escribí en México. Ayer que escuché las primeras ponencias, me quedé
con algunas preocupaciones. Por eso anoté algunas líneas complementarias. En el
enfoque de las exposiciones de la sesión introductoria, me llamó mucho la atención esta
homologación entre prensa extranjera y prensa estadunidense, y en el mejor de los casos
entre prensa extranjera y prensa primermundista. No quiero escandalizarme, entiendo que
esta homologación corresponde a la realidad de los nexos económicos y políticos de México
con Estados Unidos o con el Primer Mundo. Pero en todo caso conrma lo que dije antes:
el hecho de ver a la prensa extranjera casi exclusivamente como prensa norteamericana o
medios europeos, es reejo de esa falta de atención a los ujos informativos Sur-Sur. Por ello
se puede sacar la conclusión de que a los corresponsales de medios latinoamericanos nos
toca una responsabilidad especial: difundir una visión latinoamericana de México.

Esta responsabilidad, por supuesto, toca otro aspecto del fenómeno: la visión noticiosa
de México predominante en Centroamérica es la que transmiten las grandes agencias
noticiosas con sede en Estados Unidos o en Europa. La presencia de Notimex o Prensa
Latina, por citar dos agencias latinoamericanas, es todavía poco signicativa en la región.
En tanto se ha hablado ya de las características de la información de la cadena Televisa,
el asunto se plantea entonces, en cómo incidir en ese gran desequilibrio de la información
Sur-Sur y atenuar la óptica a través del prisma que manipulan otros. Modicar esta situación,
por supuesto, no dependerá tanto de lo que hagamos los corresponsales latinoamericanos,
sino de los propios medios de nuestros países en el sentido de disminuir su acendrada
dependencia de las agencias primermundistas. Y no es que estos centros noticiosos pequen
de desconocimiento, pues incluso una buena parte de su trabajo lo realizan periodistas
latinoamericanos. El meollo radica en que los medios acomodan los despachos de acuerdo
con su visión informativa. Entonces se trata, en buena medida, de un problema de mentalidad.
¿Cómo hacer para que los medios centroamericanos le den más importancia, valoren más

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el signicado de los acontecimientos en México? ¿Cómo hacer para que no sólo privilegien
la información sobre una matanza en el aeropuerto de Guadalajara? En el fondo de esas
preguntas y sus posibles respuestas, subyace el problema de la mentalidad. Y por mucho
que los corresponsales latinoamericanos hagamos, será difícil resolverlo si no hay un cambio
de actitud.

Uno desearía que los medios centroamericanos tuvieran corresponsales en México de la


misma forma en que muchos medios mexicanos tienen corresponsales en Centroamérica.
Pero obviamente hay incapacidad nanciera. Estos son los nudos que amarran la posibilidad
de que en la región centroamericana pueda tenerse una información más viva y diversicada
de lo que ocurre en México.

56
ATRASO EN LA MODERNIZACION DE
OFICINAS DE PRENSA

José Antonio Alonso

En México se habla con frecuencia de una apertura informativa que ciertamente existe tanto
en el gobierno como en los más amplios círculos sociales. Hay mucho interés por el impacto
de la información mexicana en el extranjero.

Una de las consecuencias de ese interés es la consideración de las fuentes de información


mexicanas hacia los corresponsales de otros países en México. Ningún corresponsal
extranjero puede decir que es mal tratado por las fuentes mexicanas.

A riesgo de cometer una injusticia que supone toda generalización, las fuentes de información
en México valoran muy positivamente nuestro trabajo. Esto no signica que no encontremos
trabas, pero en general las dicultades que tenemos son exactamente las mismas que tiene
la prensa nacional. Uno de los problemas que me parece muy grave, y que se ha agudizado
en los últimos meses, es la falta de modernización, desde el punto de vista periodístico, de
los gabinetes de comunicación gubernamental, además de la contracción cada vez mayor de
su actividad.

Me explico con una comparación y permítanme el ejemplo europeo: en cualquier gabinete


de comunicación de cualquier ministerio o secretaría en Europa, hay una persona que
es absolutamente responsable de sus declaraciones, de sus comentarios y de cualquier
información que se le facilita a los medios. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores
español o del Ministerio de Gobernación francés es una persona que asiste a todas las
reuniones de su gabinete y tiene autorización para transmitir toda la información ocial.

En México esta gura no existe. Los responsables de las secretarías en México, salvo muy
honrosas excepciones, se desempeñan como remitentes de boletines. Cualquier solicitud de
información recibe sistemáticamente dos posibles respuestas, inadmisibles desde el punto
de vista periodístico: aténganse al boletín o llamen mañana.

En el primer caso la falta de responsabilidad del remitente ofende al medio porque lo


considera un boletinero, ocio al que se niega todo reportero profesional. En el segundo
caso supone un desconocimiento de la forma de operar de los medios y especialmente de
las agencias extranjeras, pues mañana el asunto que nos interesa ya no va a ser periodístico
sino histórico.

En algunos casos la falta de independencia de los gabinetes de prensa los lleva a pedir por
escrito la consulta, caso en el cual la solicitud se hunde en el profundo mar de la burocracia
administrativa. Hay, por lo tanto, un marcado abismo entre el interés nacional por los medios
extranjeros y la información internacional por un lado, y, por el otro, los métodos de relación
entre la prensa y el gobierno en México. Este abismo parece estar atrapado aun en una rutina
administrativa y jerarquizada que a veces se interpone a los trabajos.

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Este problema da pie a la sospecha de que en muchos casos el sistema se utiliza
deliberadamente para interponer ltros a la información y, en su caso, para anularla. El
resultado, si es que esa era la intención, es totalmente contrario: si una noticia no puede ser
conrmada por la fuente ocial, estamos obligados a utilizar otros recursos. Una información
rápida es una información creíble y esto es lo que da a un país una imagen de apertura
informativa.

Especialmente las agencias internacionales sufrimos una necesidad común a toda nuestra
profesión: la prisa. Si una información no se da a tiempo por carecer de los datos sucientes
y porque pueda crear más dudas de las que satisface, es mejor no darla.

Ahora bien, en este proceso de desinformación -porque informar a medias es desinformar-


tanta culpa tienen los portavoces ociales como nosotros, los periodistas y, en un tono de
mea culpa particular, las agencias de información.

La actitud de los medios de comunicación extranjeros ante este problema tiene que ser una
queja continua en cada noticia. Esto debemos hacerlo dándole importancia y relieve en
nuestras informaciones no a los datos que nos han sido facilitados, sino a los que nos han
sido negados o postergados hasta el día del juicio nal como sucede muchas veces. Cierto
que no podemos prescindir de los boletines, pero hemos de resaltar especialmente lo que
ese comunicado no dice y acostumbrar a los voceros a la consideración de que nuestras
preguntas no son gratuitas o que van en contra de sus intereses, sino que son esenciales
para elaboración de una información coherente y digerible para el público.

No quisiera, por otra parte, transmitir la idea de que los portavoces ociales son las más
importantes fuentes de información ni mucho menos los únicos para las agencias extranjeras.
Les he criticado porque son ellos los que constituyen el sector noticioso en donde se observa
un mayor atraso en la modernización de los medios.

***

Ahora quisiera pasar a la línea de fuego.

Es una crítica muy habitual decir que el mundo está colonizado por las grandes agencias
informativas, y por las cadenas televisivas y radiofónicas internacionales.

En principio, el término primermundismo me resulta muy sospechoso, porque es preciso


recordar que se trata de un concepto originario de Francia, un país primermundista.

Se dice que los ujos Norte-Sur en Iberoamérica son pobres. No obstante, la agencia EFE
-al igual que AP- tiene un servicio iberoamericano que emite aproximadamente 550 noticias
diarias hacia los países de habla hispana. Estas informaciones, hechas por periodistas
iberoamericanos, pasan por la central sólo por razones tecnológicas: hay que subirlas al

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satélite. Pero no son modicadas en absoluto. En la sede de EFE en México se cuenta con
ocho redactores y reporteros y ninguno de ellos es español.

Además, la agencia más conocida en Centroamérica es ACAN-EFE: una sociedad formada


por la agencia española y por varios dueños de periódicos centroamericanos, quienes
participan en la confección y difusión noticiosas.

Por otra parte, se critica la visión europea de los periodistas como si realmente la hubiera.
Eso es falso. ¿Se puede hablar, por ejemplo, de una visión americana? ¿Cuál sería? ¿La
óptica estadunidense o la peruana o la venezolana o la mexicana? En Europa no hay una
visión europea porque, por ejemplo, la perspectiva de España es muy diferente a la de
Dinamarca.

Por todo lo anterior, me resisto a pensar que existe una colonización informativa. Lo que hay
son potencias comerciales o empresariales. Quizá no hay fuertes agencias latinoamericanas
por la imposibilidad de tener corresponsales en más de 95 países, disponer de tres satélites
y así poder emitir centenares de noticias.

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NO VER AL PAÍS COMO OBRA TEATRAL

Eloy O. Aguilar

Hace varios años un amigo de la agencia escribió el libro Golpes de Estado y Terremotos,
basado en sus experiencias como corresponsal en varios países, incluyendo algunos de
América Latina.

Desgraciadamente, por más que queramos negarlo, en esa época para los diarios de Estados
Unidos y de otros países desarrollados, las naciones del Tercer Mundo eran folclóricos lugares
habitados por coroneles con pechos llenos de medallas, peones de haciendas y mujeres a
la Carmen Miranda o Katy Jurado y en los cuales de vez en cuando ocurrían terremotos. Era
una visión creada por Hollywood y aceptada por el público en general. Inclusive era también
adoptada por periodistas estadunidenses.

¿Cómo operaba la prensa extranjera en México hace dos o tres décadas?

En muchos casos, en ese entonces, el corresponsal llegaba a este país por la mañana y
antes de llegar a su hotel ya era un experto en los últimos sucesos del territorio, pues durante
el trayecto desde el aeropuerto, ya había entrevistado al chofer del taxi.

Esto es una exageración, por supuesto, pero las exageraciones, como las caricaturas,
ayudan a presentar una realidad.

Seguimos con la nuestra: al día siguiente entrevistaba a un funcionario de su embajada en


nuestro país y ya tenía todo el material que requería.

¿De quién era la culpa? ¿Del periodista que llegaba con sus propias ideas de democracia,
de lo bueno y de lo malo, comparando todo lo que veía con lo que había en su país? ¿De su
medio que le exigía lo exótico, lo diferente y lo folclórico? ¿Del periodista que sólo comparaba
la vida de los pobres nativos quienes ni siquiera conocían un buen papel higiénico y cuyos
gobiernos tenían que ser dirigidos para que no fueran presa fácil del comunismo?

Todavía recuerdo cuando visité, junto con un veterano periodista estadunidense, un campo
de refugiados salvadoreños expulsados de Honduras poco antes de que empezara la guerra
entre los dos países en 1969. Al ver a los pobres refugiados, el amigo me dijo: “Tu y yo
tenemos la suerte de venir de Estados Unidos”.

Francamente me molestó su comentario en medio de las circunstancias porque sentí que él


ponía una barrera entre nosotros y ellos.

Él era reportero de un importante diario que iba ocasionalmente a América Central cuando
algo relevante sucedía. Yo, en ese momento, era un corresponsal asignado a la región
centroamericana que conocía tanto El Salvador como Honduras y me identicaba más con

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la tragedia que todos vivían.

Parafraseando un poco y para ser caritativos, culpemos a la época y no a la profesión.

Afortunadamente la electrónica y la tecnología han convertido al mundo en una aldea pequeña


en la que todos nos conocemos. Y al conocernos mejor, hemos cambiado los estereotipos
nacionales y culturales. Nos vemos más iguales tanto los individuos como los países. Ya
somos vecinos y, como tales, ya no nos vemos como cosas raras unos a otros.

La prensa extranjera ahora vive en México. Hay periódicos de Texas, por ejemplo, con
corresponsales jos en Monterrey. ¿Por qué? Porque muchos pueblos e industrias de la
ciudad texana dependen del dinero de regiomontanos.

En los últimos años, los principales medios de Estados Unidos han abierto ocinas en la
ciudad de México y enviado corresponsales de planta que necesitan hablar perfectamente el
español.

Los medios le exigen ahora al reportero internacional un mejor conocimiento de lo que escribe.
Debe saber explicar un Tratado de Libre Comercio y cómo afectará éste al texano que vive en
McAllen y al industrial de Chicago. Tiene que saber explicar el signicado del problema del
narcotráco en México y lo que hace su gobierno para combatirlo. Para eso necesita conocer
la historia del país, su cultura, su política y su modo de ser y de entender.

En el caso de las agencias internacionales de noticias, en una de las cuales yo trabajo,


puedo decir que siempre han tenido un importante papel en la difusión de la imagen del país.
Siempre han sido los sensores que dan el primer aviso de las noticias más importantes y de
las señales visibles de cambios importantes en una nación.

El corresponsal, reportero de golpes de Estado y de terremotos, está cediendo el lugar


al periodista que va más allá e investiga y se adentra en la historia, la política, la cultura,
la idiosincrasia y la economía del país sobre el que escribe. Ya no pueden ser sólo los
mensajeros de malas noticias. Ya no se puede seguir viendo a un país extranjero como quien
ve desinteresadamente una obra de teatro.

El corresponsal debe liberarse de prejuicios, de ideas preconcebidas, incluso, a veces de su


propia formación cultural para poder ser lo más justo posible en sus apreciaciones.

No creo en la famosa objetividad, porque en el momento que se usa un adjetivo se deja de


ser objetivo. Y como decía un colega mío: la objetividad es una cosa muy subjetiva. En todas
las agencias tratamos de informar según vemos la realidad. Presentar los hechos con la
mayor honestidad posible es lo esencial.

Quienes expresan que las agencias informativas manipulan, no conocen cómo se procesa la
información. Quisiera que esas personas trabajaran conmigo en el proceso informativo para
que constataran la rapidez con la cual se reportea, edita y envía la información. No hay un

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buró político en las agencias.

¿Por qué los medios latinoamericanos no usan la información de países de la región? Esto
habría que preguntárselo no a las agencias, sino a los directores de los periódicos. Nosotros
mandamos toda la información posible de un país y los editores deciden lo que se difunde.
Desgraciadamente muchos de estos medios manejan tales informaciones conforme a sus
intereses, porque la mayoría de los periódicos y canales de radio y TV son comerciales.

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LA PRENSA MEXICANA ANTE LA COMPETENCIA EXTERNA

Héctor Barragán

¿Por qué ha adquirido tanto peso la prensa extranjera en México? Al menos hay dos
razones que responden a esta interrogante. La primera es la internacionalización del país,
consecuencia de las dos crisis nancieras de 1976 y 1982 por malos manejos de la economía,
el boom del petróleo, las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio y el creciente peso de
la economía mexicana en el concierto internacional.

Recordemos que México es el segundo socio comercial de Estados Unidos, sólo abajo de
Canadá y por arriba de Japón y de todos los países de Europa Occidental a nivel individual,
y que la economía mexicana es la décima más grande del mundo, más importante, incluso,
que la canadiense, según el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

La segunda razón es el subdesarrollo de la sociedad civil mexicana, una sociedad secuestrada


por el poder público, legado del patrimonialismo español e indígena. En este contexto debe
ubicarse la problemática actual de la prensa mexicana. Pero, ¿cuál es la situación de
nuestros diarios y revistas?

La prensa mexicana tiene un problema: su relación con el poder; es una relación viciosa teñida
de censura, autocensura y prejuicios ideológicos. Cavó su tumba por olvidar al lector. Lector
y anunciante generalmente constituyen una variable marginal de las políticas editoriales de
la mayoría de los diarios, por eso están inermes frente al poder público.

También explica su vulnerabilidad ante la competencia extranjera. El desdén y el menosprecio


suelen ir de la mano de la prebenda y el chantaje en esa relación viciosa gobierno-prensa.
El resultado es una información pobre que sólo interesa, y cada vez menos, a las élites. La
razón es simple: en una sociedad más plural ya no funciona esa relación.

La aún vigente y al parecer moribunda relación entre el gobierno y la prensa perdió


credibilidad, ya a nadie le conviene.

La prensa mexicana es una institución más en una sociedad que se aleja con pesadez de su
caparazón patrimonialista. Sus límites son obvios y hoy se moderniza aunque ciertamente va
a la zaga al igual que todas las instituciones político-sociales de México. Sin pretender una
relación mecánica ni justicar el orden de cosas, la prensa nacional marcha al ritmo que le
marca nuestra sociedad: sola no va muy lejos, no puede forjar partidos políticos o decretar la
separación de los poderes Legislativo y Judicial respecto del Ejecutivo. No obstante, puede
contribuir a la construcción de una sociedad libre y plural.

En términos rigurosos, la prensa es básicamente un instrumento de la sociedad, un lugar


común de reexión, pero no sustituye a la conciencia de la sociedad, ni mucho menos a sus
instituciones sociales y políticas.

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En cierta medida, una sociedad pasiva y despolitizada, con un gobierno autoritario como
el nuestro, tiene una prensa que responde a tales limitaciones. En cambio, una sociedad
educada con sólidos principios y altamente politizada suele tener medios impresos y
audiovisuales que sirven de contrapeso al poder, cualquiera que sea su origen: gobiernos,
sindicatos, monopolios, la iglesia, empresas, en n.

El cuarto poder, como se le llama a la prensa, está circunscrito en términos generales al


desarrollo de su sociedad. No es casual que la prensa mexicana sea para las élites y en
consecuencia se practique una especie de periodismo de ping pong: la COPARMEX opina
y la CTM arremete; la Iglesia dice y Gobernación desdice; el columnista tal responde por el
funcionario X, que a su vez envía un dato venenoso al funcionario Y, el cual responde por
medio de un escudero propio... y así hasta el innito. Es un cuarto poder caricaturizado.

No obstante, ese estado de las cosas parece llegar a su término, aunque todavía falta un largo
camino por recorrer y lo más difícil: hacer tarea de autocrítica y una reforma interna. Nuestros
diarios padecen un rezago impresionante en la era de las comunicaciones. Por esa razón
los rotativos mexicanos presentan la noticia igual que en los gloriosos años cuarenta, olvidan
que la televisión y la radio son medios más ecaces por su rapidez, difusión y oportunidad.

La prensa mexicana no encuentra todavía un nicho propio que le permita competir


ventajosamente con los medios electrónicos. El lector ya no acude al diario en busca
de la noticia, sino de una brújula que lo guíe y lo lleve, que sea a la vez vínculo y punto
de conuencia con su comunidad: he aquí el nicho de la prensa, en esa área compiten
ventajosamente frente a la radio y a la televisión.

Hay un desfase entre lo que publica la prensa y lo que requiere el lector. Por ello, su futuro
es incierto: las élites muestran una creciente preferencia por la prensa estadunidense y
británica. Los funcionarios cortejan y se dejan cortejar por periódicos y revistas extranjeras
así como rehuyen a los diarios nacionales. Este fenómeno más bien reeja las deciencias
de nuestra cultura política y desdén hacia el suelo mexicano que las lagunas -que por cierto
sí son grandes- de los periódicos nacionales. De cualquier manera es una señal de alarma
que debe inducir a la reexión.

Si la prensa extranjera ya atrae a nuestros lectores, es decir, a las élites, no pasará mucho
tiempo para que nos arrebate a los anunciantes. Por eso, el gran desafío de los medios
escritos es hacer un periodismo que no solamente llegue al escaso público lector sino que
abra nuevos mercados: los jóvenes y las mujeres. El grueso de los potenciales lectores casi
no tienen espacio en los diarios mexicanos, es urgente darles atención. Al mismo tiempo
se requerirían secciones especializadas para el ejecutivo, el hombre de empresa, la ama
de casa, el niño, el universitario, el deportista. En esta lógica, el periódico familiar tenderá a
imponerse sobre los demás, claro está, sin menosprecio de las publicaciones especializadas
que tienen un nicho propio. Se hace necesario un énfasis en los asuntos más cercanos a
los lectores: la seguridad pública, la salud, la ecología, los eventos sociales y culturales, con
especial acento en la literatura.

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La incursión exitosa de la prensa extranjera en estas áreas, en particular The New York
Times, que ha realizado experimentos estimulantes, puede servir de guía a los empresarios
y a los escritores mexicanos de diarios y revistas. Estos fenómenos apenas dibujan una
tendencia que va de la mano, quizá, de una irreversible reforma de la economía. El sistema
político mexicano, además, deberá considerar la transformación de las relaciones entre los
medios de comunicación y el gobierno.

Actualmente la fortaleza de los medios es resultado en gran parte de su cercanía con el


poder, pero en adelante dependerán cada vez más de la aceptación de su público.

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LOS MEDIOS: VÍA PARA LA UNIDAD LATINOAMERICANA

Patricia Ramos
Antes de entrar en materia, quisiera hablar acerca del fenómeno CNN. Hace diez años
cuando Ted Turner tuvo la idea de transmitir veinticuatro horas de noticias al día, se le llamó
loco. Las cadenas estadunidenses dudaron incluso que este experimento pudiera sobrevivir
por mucho tiempo. No sólo sobrevivió, sino que diez años después es todo un éxito al grado
de haber sido copiado y seguido por otras cadenas de televisión en el mundo: Televisa-ECO,
NBC en español y Telemundo.

Este fenómeno nos habla de la importancia de las noticias en el idioma de Cervantes, a


través del cual puede darse la verdadera unión y la fuerza de todos los hispanoamericanos.

La atención informativa de un país hacia otro obedece evidentemente a intereses. El hecho


de que el público hispano en los Estados Unidos sea cada vez creciente y de que esté en
puertas el inicio del TLC, nos habla del interés que pueden tener los medios extranjeros hacia
México.

Si bien es cierto que estamos en una época de globalización, antes se necesita medir nuestra
fuerza regional. Para ahondar un poco en la tarea de regionalizar la información, quisiera
resaltar la importancia de un espíritu latinoamericanista.

Yo nací en Colombia y como latinoamericana me interesa exportar lo bueno de nuestro


continente. Si bien es cierto que existen drogas, violencia, analfabetismo y pobreza, también
tenemos otras razones por las cuales hablar de América Latina. Este sentimiento he podido
introducirlo en una cadena de noticias como la CNN en español, vista en 22 países de la
región. Para nosotros no sólo es noticia lo negativo, también producimos reportajes sobre los
logros de los países, sean de carácter ecológico, cultural, político o económico.

En varios países de Centroamérica hemos intentado hacer cosas diferentes. Hace tiempo
fui de vacaciones a Colombia -mi país-, donde entonces se celebraba un Carnaval en Cali
tan fascinante que le llamé a mi jefe a Atlanta para proponerle grabar un reportaje. La idea
se aceptó. Y al día siguiente recibimos llamadas de mucha gente que decía: ¿En Colombia
no se están matando? ¿No es el Beirut de América Latina? Les extrañaba ver orquestas,
carrozas y desles por las calles, corridas de toros con grandes matadores o un reinado de
belleza. Esta es la forma de demostrar que también existe la otra cara de la moneda.

Esto me parece una oportunidad para fomentar una verdadera integración Latinoamericana.

Uno sólo puede amar lo que conoce y únicamente puede sentirse vinculado a través de la
información de la contraparte. Nosotros no podemos sentirnos unidos con el Cono Sur si no
sabemos qué pasa en Argentina, Venezuela, Guatemala o Panamá. El propósito de CNN
ha sido llevar a los hechos la gran idea de Marshall McLuhan de la Aldea Global. Ahora con
sus transmisiones en español, intenta una verdadera unidad latinoamericana como lo está
haciendo otro noticiero de la televisión privada mexicana.

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Un experimento de esta índole en el futuro nos puede llevar a los países latinoamericanos a
una verdadera unicación cultural, tan necesaria y primordial antes de entrar al Tratado de
Libre Comercio.

Pareciera que las naciones de nuestra región están muy lejos unas de otras. Las noticias sobre
México en Colombia son, por ejemplo, muy pocas. Un periódico como El Tiempo de Bogotá,
considerado uno de los más importantes de ese país, dedica si acaso una columna diaria a
México. ¿Por qué? Quizás porque todavía no hay una estrecha interrelación económica. Tal
vez cuando se rme un acuerdo comercial entre el Grupo de los Tres -México, Colombia y
Venezuela- y se amplíen los lazos. El Tiempo publicará más información de México. Tengo
la esperanza de que así sea.

A muchos países de América Latina se les cuestiona el tener un pensamiento muy parroquial,
muy poco universal y hablo incluso de Colombia, donde las noticias sobre un pueblo perdido
en la sierra, pueden ser más importantes que hechos relevantes ocurridos en Centroamérica.
Quiero pensar que esto cambiará. Los periodistas del futuro necesitan pensar que somos un
solo mundo con voces múltiples.

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COMPARTIR LAS DOS AGENDAS

Emilio Zebadúa

El diario mexicano El Financiero publica un semanario en Inglés que circula simultáneamente


en la ciudad de México y en la ciudad de Los Angeles, en Estados Unidos. Weekly
International, que difunde información de carácter económico y de negocios, combina
elementos tradicionales del ocio periodístico nacional con características propias de la
prensa extranjera, y por tal razón supongo que formo parte de este panel.

El Financiero/Weekly International Edition comparte con los medios del exterior la tarea
de producir información dirigida principalmente al público extranjero. Pero a diferencia de
periódicos y agencias extranjeras forma parte de una organización mexicana, lo cual le
imprime una dinámica particular de trabajo y de análisis de la realidad nacional.

Por tener un cuerpo de reporteros de origen extranjero, estar escrito en Inglés, con un estilo y
bajo parámetros del periodismo norteamericano, pero con información recabada diariamente
dentro de una organización nacional, con la participación de editores mexicanos, El Financiero
Internacional es único en su género. Es un semanario sobre noticias económicas y nancieras
a las que pueden dárseles arias lecturas: una estrictamente para hacer negocios -que es la
intención de muchos de sus suscriptores-, o bien, para hacer, incluso, análisis político-crítico
de la situación mexicana.

El semanario internacional de El Financiero es una fuente particular de referencia para seguir


el desarrollo de México de una manera sistemática y periódica. Es lo que más se asemeja,
con una periodicidad semanal, a un periódico de record que documenta los acontecimientos,
las iniciativas y los resultados de los cambios en México y así es considerado, tengo la
impresión, por nuestros lectores en Norteamérica, principalmente empresarios, funcionarios
de gobierno, banqueros, académicos, y despachos de abogados y contadores.

Estamos conscientes de que la presentación de informaciones por cualquier medio (televisión,


radio o impresos) implica un proceso de selección. No todo lo que sucede es difundido por la
prensa, ni todo lo que se publica tiene trascendencia para los lectores.

Alguien reexionó alguna vez sobre el dilema que se le presentaría a un diario si ocurriese
cualquier otro evento al cierre de la edición. ¿Dónde cabría? Por eso se dijo que el conjunto
de todo lo sucedido corresponde exactamente al espacio que tiene el periódico. Bueno,
sabemos que eso no es cierto y que el proceso editorial implica esa selección que adecúa lo
que los reporteros y editores consideran importante con el espacio disponible. El contenido
de un periódico o de un noticiero implica, por tanto, un proceso característicamente intelectual
de análisis de la realidad, que parte del acontecer cotidiano. Pero también responde a
elementos editoriales y subjetivos. Evidentemente los editores o encargados del proceso de
selección informativa, antes o después del hecho noticioso, no se sustraen por entero a las
fuerzas políticas, económicas y hasta culturales que en determinado momento rigen dentro
del país.

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Si el gobierno, por ejemplo, inaugura una presa o celebra una rueda de prensa, el periodista
no siempre puede ignorar la existencia del hecho, fuera de las opiniones divergentes que
pudiera provocar. Si una asociación de empresarios anuncia una propuesta de reforma
legislativa o comenta una medida gubernamental, el periódico también está forzado a tomar
nota del suceso o anuncio independientemente de que considere o no su importancia.

La suma independiente de este tipo de eventos -que muchas veces dominan la prensa,
acompañados en muchos casos por una explicación ideológica de los propios protagonistas-
crea, días tras día, una imagen de un proceso particular.

El gobierno, que usualmente cuenta con un plan y piensa mucho cómo presentar estos
hechos, es claro y consistente al hilar sus acciones para exponerlas como parte de un
proyecto y darles un sentido que muchas veces no tienen. Cuando esos elementos de
explicación se cuelan en la prensa, se difunde una perspectiva que corresponde con los
intereses gubernamentales o con los de grupos de empresarios u otros protagonistas.

Como resultado de esta realidad de la cual no se sustraen ni las agencias de noticias -por muy
objetivas en sus notas y veloces en su transmisión-, ciertas personalidades e instituciones
tienen una ventaja inherente de acceso a los medios. Obtener una entrevista con el Presidente
de la República es más fácil para una agencia que para un ciudadano común. Los editores,
conscientes de esa tendencia, pueden compensarla solicitando a sus reporteros manejar
fuentes alternas para escribir reportajes donde se complemente o contrarreste la información
obtenida inicialmente.

Cada medio de prensa en particular se inserta en esta agenda según sus propios recursos,
si no es que de acuerdo con su propia predilección política o intereses de otra índole. La
prensa extranjera, por la distancia que guarda su cuerpo de editores del país donde laboran
sus corresponsales, posee una aparente independencia de la agenda que domina en esa
nación.

Los editores de la agencia EFE, de The New York Times o The Financial Times, que se
encuentran en Madrid, Londres o Nueva York, aparentemente por su distancia pueden tener
un mayor grado de objetividad sobre lo que importa en México. Pero la globalización -que
hace que los editores extranjeros también compartan los elementos de la agenda de México-
ha provocado que vaya desapareciendo esta aparente independencia.

Además, los creadores de las noticias que forman parte de la agenda nacional, como
miembros del gobierno o representantes empresariales o académicos destacados, se han
puesto, con relativo éxito, hacer visitas rigurosas a las ocinas de grandes periódicos y
agencias noticiosas durante sus viajes internacionales. Entonces, hoy día, el Presidente no
solamente visita empresarios y funcionarios de gobierno en Estados unidos, sino también
tiene reuniones privadas con los editores de The New York Times, de la agencia AP, etcétera,
con el evidente n de enfatizar los puntos que en su opinión deben importarles en su
tratamiento informativo sobre México.

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En cuanto a la diferencia entre los editores en los países sede y sus corresponsales en
nuestro país, es preciso anotar lo siguiente: Los corresponsales comparten las dos agendas:
la nacional -la de México en esta caso- y la internacional, y su tarea en ocasiones es hacerla
coincidir. Las agendas coinciden cuando la noticia tiene gran difusión o impacto. La muerte
de un Cardenal en el aeropuerto de Guadalajara, puede ser un caso: en Estados Unidos hay
interés en saber lo que sucede en México sobre el narcotráco, y ese tema en nuestro país
resulta de obvia importancia. Es una noticia reconocida por cualquiera de los parámetros del
periodismo internacional.

Sin embargo, cuando los corresponsales parecen estar demasiado cerca de las fuentes
nacionales y de los intereses locales, sus editores muchas veces les recuerdan -no
necesariamente de manera abierta- que su lealtad es primero con el diario y luego con
sus fuentes. En ocasiones, a los corresponsales que parecen que parecen demasiado
identicados con los sucesos locales, se les traslada a otra sede. De esta manera vemos
cómo algunos periodistas que son expertos sobre asuntos latinoamericanos por haber vivido
algunos años en México o en Perú o en otros países, la próxima vez escriben desde Berlín,
Sudáfrica u otras realidades muy distintas.

Ahora, de cualquier manera, todos los corresponsales forman parte de una rotación periódica
después de un número de años, lo cual les impide, en la lógica de los editores y dueños de
periódicos y agencias, ser capturados por los intereses locales.

El peso que tienen hoy día la información en los medios internacionales para un país
como México, vuelve más importante la labor del corresponsal. Por tanto los gobiernos,
los empresarios y cualquier otro grupo con acceso a periodistas extranjeros, tienen interés
en contar con su cobertura. La buena imagen que puedan proyectar también les abre
puertas para créditos en los mercados internacionales y apoyo diplomático de las potencias
desarrolladas.

La gente del Departamento de Estado o de los bancos de Nueva York, no sólo lee periódicos
locales, sino además diarios como The New York Times, The Wall Street Journal, The
Financial Times. La inuencia de tales periódicos no se mide en tanto que la mayoría de los
ciudadanos de Estados unidos no los lea. Su importancia se considera en función de que
son consultados por quienes toman las decisiones desde el punto de vista económico. Por
ello a la Ocina de Prensa de Los Pinos o a la Dirección de Comunicación de una asociación
empresarial en México, les importa mucho más lo que se publica en The New York Times que
lo que pueda aparecer en cientos de periódicos de Texas, Arkansas o Arizona.

Como resultado de ello, los corresponsales de los medios más inuyentes están sujetos -
quieran o no- a una serie de presiones en sus sedes de trabajo y desde su casa matriz para
describir esa agenda en sus materiales periodísticos que son interesantes por ocasionales.
Del alto número de notas que se publican sobre México, muy pocas tienen gran impacto.

Las fuentes de los corresponsales de esos grandes periódicos y agencias noticiosas suelen

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ser de la más alta jerarquía en el país. Tienen acceso desde al Presidente de la República.
Hasta a funcionarios menores, y sus notas reejan ese gran acceso del que gozan. El trato
que reciben los corresponsales extranjeros en México es mucho mejor y más abierto del que
goza la mayoría de los reporteros y editores de periódicos mexicanos.

Gracias al acceso a esas fuentes y a las preguntas asociadas principalmente al desarrollo


económico de México, se conforma la agenda nacional.

En este contexto, El Financiero International Edition ha consistido en que, aprovechando


el periodo de tiempo con que cuenta para su edición y la diversidad de temas a los cuales
tiene acceso y ha determinado como política editorial, vaya ampliando el número de fuentes
de distintos niveles para dar la perspectiva de un México en transformación, en donde se
incluyan tanto los éxitos de los grandes negocios, como de la política económica, así como
los conictos existentes.

El Financiero Internacional cuenta con un equipo de reporteros y editores mexicanos y


extranjeros que escriben desde nuestras ocinas en México, en Monterrey y en algunas
otras sedes de provincia -en diversa ciudades de la frontera de México y Estados Unidos-
, e incluso en Washington. El lenguaje y el estilo son los de un periódico norteamericano.
Buscamos una independencia similar a la de un periódico primermundista. Ciertamente
estamos enmarcados en la dinámica de un periódico mexicano que nos permite recibir tanto
las presiones naturales hacia un medio nacional, como las ventajas de tener acceso a un
amplísimo número de fuentes. Su agenda no se circunscribe a los temas centrales del debate
que se lleva a cabo en el mundo sobre lo que sucede en México o los marcos políticos del
gobierno o de grupos de la sociedad civil.

Los reporteros de Weekly International Edition, al actuar con la libertad de los corresponsales
extranjeros y con la información de los periodistas mexicanos, describen una realidad bastante
amplia y diversa, sin tantas limitaciones de tiempo y de espacio a las que se enfrentan los
periódicos y las agencias mexicanas y extranjeras.

Escribimos reportajes semanales sobre temas de actualidad, pero que no necesariamente


tienen importancia noticiosa inmediata. A diferencia de un diario que está obligado a registrar
el suceso cotidiano y la declaración inmediata, el semanario de El Financiero puede dar
seguimiento a otros asuntos. Tampoco tenemos que esperar una declaración o un anuncio de
gobierno o de un grupo empresarial para investigar. De alguna manera tenemos libertad un
tanto académica para escoger el tema a reportear con profundidad, independientemente de
que haya o no noticia. Como resultado de este proceso sui generis, presentamos un análisis
semanal que se acerca mucho a un registro de los cambios en el país. Cada semana cubrimos
asuntos relacionados con temas laborales, conictos empresariales, nuevas condiciones de
trabajo bajo la reestructuración económica, cambios en la composición de la fuerza laboral,
relaciones de poder político y económico, la situación en los distintos mercados laborales del
país, así como temas agrarios y agrícolas.

Finalmente, porque ese es el eje central en nuestro semanario, hacemos un tratamiento

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sistemático de los grandes y pequeños negocios que se llevan a cabo en México y que están
cambiando la estructura político-social del país. También se aborda con particular interés la
política económica del gobierno -que muchas veces orienta esos cambios-, las altas y bajas
de la bolsa -porque algunos de nuestros lectores viven de eso-, y perles de las principales
corporaciones nacionales y extranjera con negocios en México, así como del comercio
exterior del país.

El Financiero/Weekly International Edition procura presentar una imagen completa y objetiva


de nuestro país, y ofrecer en consecuencia un complemento útil a la prensa extranjera y a la
propia prensa nacional.

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SESIÓN DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿POR QUÉ DICE QUE LAS AGENCIAS DE NOTICIAS MANIPULAN LA INFORMACIÓN O


QUE SÓLO ENVÍAN LO QUE CONVIENE A SUS INTERESES?

José Antonio Alonso

Es una percepción imprecisa y supercial, en parte creada por la propia incapacidad de los
medios para aprovechar hasta 550 noticias a una media de 400 palabras cada una. Los
editores de los diarios deben conciliar el tamaño y la importancia de las notas de acuerdo con
su línea editorial, y sobre todo con algo que luego olvidamos: la publicidad.

Las grandes agencias trasmiten toda la información, pero luego los medios locales o
nacionales ven comprimidos sus espacios por necesidades de publicidad. Así pues, las notas
no sólo se publican por la intención política o por su necesidad regional.

¿QUÉ PERCEPCIÓN TIENEN LAS FUENTES DE INFORMACIÓN DE UN CORRESPONSAL


DE UNA AGENCIA CENTROAMERICANA? ¿NO SE LE VE O TRATA CON DESDÉN POR
NO PERTENECER A LAS “GRANDES” AGENCIAS?

Edgar Celada

El periodista extranjero es bien tratado en México. Yo en particular no me puedo quejar


de desatenciones o por algún tipo de cortapisas. Incluso, en algunos ámbitos, tanto del
gobierno como del sector empresarial, se recibe bien el hecho de que uno sea periodista
centroamericano y trate de informar de un aspecto tan especíco como es la relación de
México con Centroamérica, porque los otros medios casi no se dedican a eso.

Por otro lado, el colega de EFE resalta la amplísima gama de cosas que puede informarle al
público de España. Pero, obviamente, al lector español no le va a interesar mucho si México
cerró la frontera a la exportación de carne de bovino centroamericano. Allá puede ocupar un
espacio pequeño, si es que aparece. Mas al lector centroamericano si le interesa y en ese
sentido el empresario mexicano que trata de invertir en América Central nos recibe bien, pues
desea aprovechar la oportunidad de dar a conocer sus proyectos.

En Centroamérica, en particular en mi país, algunos tienden a ver a México como el hermano


mayor. Entonces al notar que llega Bimbo a Guatemala y Maseca a Costa Rica, la gente se
pregunta: ¿qué quieren los mexicanos en Centroamérica? ¿Nos vienen a colonizar o quieren
contribuir al desarrollo de nuestros países? ¿Cuál es el papel de la expansión de México? Y
nuestra función es explicarlo. Por esa razón, el funcionario de Relaciones Exteriores o el de la
Secretaría de Gobernación o la gente de la CANACINTRA, ven con simpatía nuestra tarea.

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Antonio Alonso

Se dice erróneamente que AP escribe para Estados Unidos y la agencia EFE para España.
El Servicio Internacional de EFE se envía a cuatrocientos clientes en España, y a más de
dos mil en Latinoamérica. No escribimos para el lector español, sino para todo el auditorio de
habla hispana.

Por otra parte, defender que existe una visión del mundo europeo o americano no tiene
mucho sentido.

No se pueden hacer conceptos geográcos y adaptarlos a discusiones culturales o a visiones


políticas del mundo.

Edgar Celada

José Antonio puntualiza que EFE no escribe exclusivamente para los españoles ni AP sólo
para los estadunidenses. Pero no se nos puede escapar que los patrones de información
de EFE están marcados, en principio, por lo que le interesa a España saber del mundo.
Esto no podemos perderlo de vista. No soslayo, por ejemplo, la importancia de la Agencia
Centroamericana de Noticias-EFE, en la cual centroamericanos escriben sobre temas de
la región, pero su cúmulo informativo corresponde a realidades de ciertos sectores del
periodismo centroamericano, en su mayoría editores de grandes medios. Ello reeja, pues,
la necesidad de una producción informativa correlacionada con los diversos intereses de
América Latina. A esto me refería cuando decía que equis noticia puede no interesar al lector
español. Sería lamentable pretender un mundo homogéneo, pues ya sabemos hacia dónde
conducen esos experimentos de querer uniformar el pensamiento. Un mundo cada vez más
diverso siempre resulta fructífero: es bueno encontrar variedad de canales para conocer lo
que se piensa en China, España o América Latina. Pienso que el asunto hay que enfocarlo
por ese lado.

PARA EL SEÑOR BARRAGÁN: ¿QUÉ TANTO RIESGO CORRE LA PRENSA ANTE EL


AVANCE DE LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS?

Héctor Barragán

Si no atendemos a nuestro público con una información veraz y objetiva, difícilmente va


a poder contarse con una prensa ágil, interesante, que llegue al lector. Esa prensa está
condenada al fracaso. Muchos periódicos van a ir a la quiebra si no entienden que se deben
a sus lectores.

También mucho depende de la profesionalización de quienes directamente se dedican al


ocio periodístico: necesitan documentarse, estudiar, vericar datos, recurrir a estadísticas
cuando sea necesario y preguntar a la gente idónea para poder entender y explicar los
hechos.

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Por otro lado, el salario de los periodistas generalmente es muy pequeño porque los editores
todavía no han comprendido que ese tipo de periodismo ya ha llegado a su n.

¿QUÉ PERCEPCIÓN TIENEN RESPECTO DEL TRABAJO DE CABILDEO ORIENTADO A


LA FIRMA DEL TLC? ¿CÓMO SE DA ESTE FENÓMENO? ¿REALMENTE FUNCIONA?

Emilio Zebadúa

El gobierno mexicano ha gastado cantidades exorbitantes en relaciones públicas a raíz del


TLC, para maquillar la imagen de nuestro país en los Estados Unidos. Pero el cabildeo tiene
varios matices. Por ejemplo, al asumir hasta el último momento que George Bush ganaría
las elecciones presidenciales en EU, el gobierno mexicano fue el más sorprendido con los
resultados, y lo dejó momentáneamente sin acceso a los nuevos gobernantes estadunidenses.
Uno de los mecanismos que utilizó el Presidente Salinas para establecer contacto fue
concederle una entrevista exclusiva al corresponsal de The New York Times, misma que
apareció en primera plana del periódico en donde abiertamente le mandaba un mensaje a
Clinton: externaba su disposición a dialogar sobre los puntos que el Partido Demócrata había
propuesto durante la campaña respecto al Tratado de Libre Comercio. Poco tiempo después
se efectuó una reunión privada entre representantes del gobierno mexicano y del Presidente
Electo Clinton. Así pues, muy claramente un periódico, un corresponsal y una prerrogativa
del Presidente de la República –conceder una entrevista exclusiva-, colaboraron en ese
mismo mecanismo de lobbing.

Debe tenerse conciencia de este tipo de gestiones porque nalmente reejan cómo opera
en realidad la relación prensa-gobierno, cuyas acciones no son producto del azar como
parecería.

Héctor Barragán

Quisiera agregar que el lobbing no es un fenómeno exclusivamente mexicano: lo practican


todos los países de la tierra y eso está permitido por las leyes norteamericanas. El país que
más gasta en cabildeo en Estados Unidos, no es México, sino Japón y la diferencia es abismal.
Los japoneses invierten varios cientos de miles de dólares al año y esto les permite promover
sus negocios. Es un mecanismo que llegó para quedarse. Mientras tengamos la posibilidad
de inuir en el Congreso y en los circuitos de decisión de las autoridades norteamericanas,
creo que es válido poner en práctica un mecanismo tan ecaz como el lobbing.

Eloy Aguilar

En Estados Unidos varias organizaciones gastan millones de dólares en este tipo de acciones
para asegurarse de que tendrán el voto de los senadores o diputados. El establecimiento de
ocinas para cabildeo, por otra parte, es perfectamente legal.

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Emilio Zebadúa

No es una cuestión sobre si es legal o no en Estados unidos. El problema está en quién


autoriza el gasto del gobierno mexicano cuando hablamos de 30 millones de dólares. En mi
opinión habría de debatirse en México si el gobierno está autorizado a gastar eso.

PARA PATRICIA RAMOS: AL PERIODISTA DE TELEVISIÓN POR LO GENERAL SE LE HA


CATALOGADO CASI COMO UN LECTOR ACRÍTICO DE INFORMACIÓN. ¿QUÉ OPINIÓN
TIENE DEL TRABAJO INFORMATIVO EN ESTE MEDIO? ¿CÓMO TRABAJA EN CNN?

Patricia Ramos

Hablar de televisión es un mundo totalmente diferente, pues los informadores tenemos la


gran capacidad de ilustrar y de hacer escuchar y, prácticamente, sentir los hechos. En una
ocasión alguien me preguntó cuál era el único defecto de la televisión y respondí: “que no
admite errores”.

Antes de convertirnos en simples lectores de comunicados, los periodistas televisivos


debemos aprender a escribir y analizar las causas de los hechos.

Dentro de las escuelas de comunicación se piensa que al hacer televisión o radio nos vamos
a ahorrar el lío de escribir y no es así: la pluma sigue siendo la columna vertebral.

La televisión ciertamente necesita menos cuartillas, pero es necesario escribir, siempre


apoyándose en la lectura de los periódicos. En nuestros países siento que, además, harían
falta clases sobre responsabilidad, ética y lógica.

Por otro lado, ¿qué es lo más importante en un medio de información? Para mí la credibilidad:
es algo que no se compra en ninguna parte y se gana con profesionalismo, luego de años.
Se puede ser un monstruo en las noticias, pero si no hay credibilidad pareciera entonces que
falta lo más importante.

Nunca he recibido presiones en la CNN. Se exige sólo una especie de objetividad -si es que
hay alguna aproximación a ella- que consiste en entrevistar a las contrapartes del asunto en
cuestión y también a un analista que examine en perspectiva el tono global del problema.
Nosotros exponemos todos los datos y hacemos un comentario al nal. De esta suerte se
ponen en la mesa de información todos los platillos necesarios para que cada quien forme
su opinión.

La CNN transmite un promedio de tres notas semanales sobre México -doce al mes— en
torno a diversos temas de varios colores, sabores y tamaños. A raíz del TLC se habla de
ampliar nuestra red de cobertura en México.

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