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LA MODELACIÓN “FÍSICONÚMÉRICA” DEL RÍO MAGDALENA

A propósito del contrato que firmó recientemente el gobierno nacional para la


recuperación de la navegabilidad del Rio Magdalena, surge nuevamente en
nuestro país el debate sobre las bondades y limitaciones de la modelación física y
de la modelación numérica. Las opiniones se dividen entre los que defienden la
modelación física y los que defienden la modelación numérica, mientras que el
debate debería ser, como integrar los dos métodos.
Evidentemente, ambos métodos presentan ventajas y desventajas, pero por
fortuna para la ingeniería hidráulica, las virtudes del uno son las debilidades del
otro, por lo que su integración puede arrojar excelentes resultados, no solo en
reducción de tiempo, sino en la exactitud de los resultados obtenidos. En el caso
de la modelación física, ya se sabe que los principales problemas técnicos (a parte
del tiempo y espacio requeridos) están relacionados con la simulación de la
rugosidad y el número de Reynolds, ya que, por ejemplo, la diferencia que se
puede presentar para el numero de Reynolds, entre los valores reales y los del
modelo, pueden generar un efecto de escala que genera discrepancias cuando los
resultados se proyectan para grandes caudales, mientras que en los modelos
numéricos, si están bien implementados y calibrados, no sufren de ese efecto de
escala (Zanichelli1).
Por otra parte, los modelos numéricos presentan buenos resultados siempre y
cuando estén adecuadamente calibrados y sus condiciones de frontera estén bien
definidas, de tal manera, que las “constantes”, que en realidad no lo son, puedan
ser ajustadas dentro de ciertos rangos, por ejemplo, coeficiente de rugosidad
versus profundidad hidráulica. Es por ello, que allí radica la principal debilidad de
los modelos numéricos, pues para lograr una adecuada calibración se necesita,
primero, un nivel de información del que normalmente no se dispone, por lo que es
común que se implementen modelos numéricos con base en constantes sacadas
de la literatura disponible y no obtenidas a partir de información física real, como
debe ser, y, segundo, se necesita interpretar los resultados obtenidos, pues no son
resultados directos lo que se obtiene de una simulación numérica, sino resultados
que necesitan ser interpretados, o traducidos si se quiere, antes de ser
proyectados al caso real que se modela.
Como si lo anterior fuera poco, existe una tendencia mundial, y Colombia no es la
excepción, a sobrevalorar los resultados arrojados por los modelos numéricos, por
considerar que el solo hecho de que un computador arroje los resultados es
suficiente garantía de que esos resultados son exactos y, lo que es más grave,
“literales”, ignorando, o queriendo ignorar, el hecho de que los resultados que

1 Gianluca Zanichelli; Elpidio Caroni; and Virgilio Fiorotto, River Bifurcation Analysis by Physical and
Numerical Modeling, JOURNAL OF HYDRAULIC ENGINEERING © ASCE / MARCH 2004, Vol 130 : 3
arroja un computador dependen de la calidad de los parámetros de entrada y, más
importante aún, de la interpretación que se haga de los resultados obtenidos. Esta
tendencia es lo que George Box llama “Mathematistry”, que no es otra cosa que el
abuso de las matemáticas complejas para construir modelos demasiado
sofisticados, simplemente porque se pueden hacer (hacer un modelo matemático
por computador no requiere sino un computador y el tiempo de quien lo hace, y los
datos de entrada se sacan de la literatura disponible en internet). Esta tendencia
también esta asociada con una creciente tendencia a sobre ajustar los datos
(over-fitting) y a obtener números precisos (Baldassarre 2), es decir, obtener
números con varias cifras decimales a partir de datos que tienen una sola cifra
decimal. El ejemplo más conocido de esta tendencia son los modelos climáticos, y
en algunos casos los modelos hidrológicos, con plataformas SIG.
Por lo general, la tendencia descrita en lo que deriva es en un mal uso de modelos
que en principio pueden estar bien concebidos, como es el caso del modelo
HIDROSIG desarrollado en Colombia por la Universidad Nacional, el cual es una
excelente herramienta para la modelación hidrológica, que permite, como lo dice
su presentación en la respectiva página web, “estimar y analizar variables
hidrológicas, climatologías y geomorfológicas”, pero lo que se observa entre los
profesionales que usan esta herramienta, es una creciente tendencia a asumir los
datos obtenidos a partir de este modelo como datos exactos, cuando es obvio que
los resultados obtenidos a partir de HIDROSIG son apropiados a nivel de
prefactibilidad, pero sería riesgoso emplearlos a nivel de factibilidad.
En conclusión, la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena es posible si
en lugar de iniciar un debate “Modelación Física vs. Numérica”, nos esforzamos
por utilizar los recursos de la nación disponibles, que no son pocos, en
implementar una plataforma dinámica para la cuenca del rio Magdalena, que
integre modelos físicos, de puntos críticos del cauce, con modelos numéricos
(hidrológicos de la cuenca e hidráulicos del cauce), con la red de estaciones del
IDEAM (hidrológicas y climatológicas), con la base de datos del IGAC y con las
aplicaciones basadas en la plataforma SIG. Dinámica, porque una plataforma de
esta naturaleza debe estar en capacidad de recibir datos de forma fluida, para
aprovechar la enorme ventaja que brindan las aplicaciones GPS que se pueden
montar en los remolcadores que recorren a diario el rio, como se hace en las rutas
marítimas en la actualidad, para detectar bancos de arena (que son variables), lo
que permite emitir, diariamente, boletines con las rutas recomendables.

2 Guiliano Di Baldassarre, The Misery of Mathematistry or the Beauty of Simplicity, UPDATE MAGAZINE
UNESCO-IHE INSTITUTE FOR WATER EDUCATION – 2014, Delft, the Netherlands.

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