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Saber cuál es la estructura adecuada para una organización depende de varios factores
de contingencia, como son: la estrategia, la edad y el tamaño, la tecnología, el entorno y
el poder.
En primer lugar, la estructura de una organización debe facilitar el logro de los objetivos,
por tanto la estrategia y la organización deben estar estrechamente vinculadas. Así, la
mayor parte de los aspectos estratégicos tienden a centrarse en tres aspectos:
innovación, minimización de costes e imitación. De esta manera, las organizaciones
innovadoras necesitan la flexibilidad y el libre flujo de información de la estructura
orgánica, en tanto que las que minimizan los costes buscan la eficiencia, la estabilidad
y los controles rígidos de la estructura mecanicista. Las imitadoras usan las
características estructurales de ambas, la mecanicista para mantener controles rígidos
y bajos costes, y la orgánica para imitar las direcciones innovadoras de la industria.
En base al poder, cabe decir que son factores de poder al diseñar la organización el
control externo, las necesidades de poder de los miembros y la moda y la cultura (poder
social). Así, un control externo alto suele concentrar la toma de decisiones en los altos
directivos, al tiempo que formaliza (por la necesidad de niveles de exigencia muy bien
definidos), lo cual se correspondería con una estructura mecánica. Las necesidades de
poder de los miembros, suelen generar organizaciones excesivamente centralizadas,
también ligadas a estructuras mecánicas. Respecto a la moda sobre los usos y
modelos organizacionales, se deriva que éstos imponen la organización del momento,
aunque a veces no sea la más adecuada.
De acuerdo a la teoría de rasgos, los más convenientes para las estructuras orgánicas
son el dinamismo (el líder debe ser ambicioso, enérgico y con iniciativa), la confianza en
sí mismo, extraversión y la inteligenica, porque en la estructura orgánica el trabajo en
equipo es fundamental.
Además, un líder alto-alto (Estudios del Estado de Ohio) resultaría el más efectivo
liderando una organización orgánica, ya que tiene un nivel alto de estructura de
iniciación (define su rol y el de los miembros del grupo en la búsqueda de objetivos) y
un nivel alto de consideración, es decir, tiene relaciones laborales basadas en la
confianza mutua y el respeto hacia las ideas y sentimientos de los miembros del grupo.
Una dificultad de este estilo es conseguir esa confianza mutua.
También en una organización orgánica el líder debe ser orientado hacia los empleados
(Estudios de la Universidad de Michigan), porque éstos destacan las relaciones
interpersonales, tienen un interés personal en las necesiadades de sus seguidores y
aceptan las diferencias individuales entre los miembros del grupo.
Con respecto a la teoría de fijación de metas, ésta está directamente relacionada con la
estructura orgánica porque es típico trabajar por objetivos y no de forma mecanicista.
Por ello, la propuesta de metas específicas y su aceptación por los miembros
organizativos es clave como forma motivacional eficaz. Un posible inconveniente sería
proponer objetivos demasiado exigentes que generasen una potencial desmotivación.