Orosio
Los Historiarum adversum paganos libri vir! fueron escritos por
Orosio alrededor de 418 por incitacién de su maestro, Agustin. El
principio del gobierno de una providencia, el tema y el objetivo apo-
logético del escrito son los mismos que los de Agustin en La ciudad
de Dios, al menos en el tercer libro, Pero la obra de Orosio es mas
Tica en cuanto al contenido especificamente histérico y pone mayor
énfasis sobre el problema de la comparacién entre felicidad ¢ infe-
licidad en las épocas pagana y cristiana, respectivamente. Aun cuando
elescrito de Orosio coincide temporalmente con la obra de Agustin,
su posicion frente al Imperio Romano no es la misma. Dejando
de lado el orgullo de Orosio de ser “romano y cristiano’, que, bus-
cando refugio, puede encontrar en todas partes “su patria, su ley y
su religién’, la generacién mds joven parece haberse reconciliado
ya con las nuevas condiciones de vida bajo los barbaros. Orosio.
opina que en el fondo éstos no son gente tan mala, que se habian
civilizado rapidamente y que trataban a los romanos que queda-
ban como camaradas y amigos, “de forma que ya entre ellos hay
* Las citas corresponden ala edicidn en espafiol: Orosio, Historias, 2 vols,
traduccién y notas de Eustaquio Séncher Salor, Madrid, Biblioteca Chisica Gredos,
tga. [N.del E.]
1 Laobra de Grosio fue reconocida oficialmente a través de una bula papal en el
afte 494; desde ese momento sirvi6 como manual de historia y fue citado durante
toda la Edad Media por hombres como el obispo Ouro von Freising (Quionis |...)
Historia ite duabus Civitatibus, ed, de Hofmeister, Hannover/Leipzig, 1912). Alfredo.
el Grande escribid una versién anglosajona de Orosio. Sélo a partir de Dante fue
que los seguidores de Joaquin pusieron en duda la construceidn agustiniana de la
historia,DAD | HISTORIA DEL MUNDO Y SALVACION
algunos ciudadanes romanos que prefieren soportar libertad con
pobreza entre los barbaros que preacupacion por tributos entre los.
romanos’.’ Por cierto, durante largo tiempo los barbaros fueron
una amenaza, pero, en vez de tomar cuanto podian, cuando el
mundo entero estaba abierto para ellos, exigieron hacer una alianza
con Roma, y que se les diese tierra suficiente como para establecer
una pequefia colonia, ofreciendo por su lado sus servicios para la
defensa del Imperio. Por otra parte, muchos de ellos (hunos, sue-
vos, vandalos, burgundios) se convirtieron en fieles cristianos, y asi
parece que hay que alabar la gracia de Dios porque, debido a la inva-
sidn de los barbaros, tantos pueblos conocieron la verdad —lo que,
“si bien cuestiona nuestro poder’, sin esta circunstancia no habria
sucedido—. Aun cuando ellos han sido la causa de que cayese sobre
un mundo decadente tanta desgracia, precisamente esta desgracia
podria ser la manana de un nuevo mundo que conserve las bendi-
ciones de la civilizacién romana —la Romania-, si bien no la domi-
nacién romana}
Para Orosio —como para Agustin la historia ¢s precisarente his-
toria de la salvaci6n, porque es la historia de una raza pecadora,
que abuso de su libertad contra el creador. Porque el hombre esta
manchado con el pecado original, la historia de su redencién sdlo
puede consistir en disciplina y castigo, lo cual es tan justo como
misericordioso:
Con raz6n podra comprobar cualquiera que contemple al género
humano por siy en si mismo que este mundo, desde el comienzo
de la humanidad, se rige por periodos buenos y malos alternan-
tes. Dado que sabemos que desde el primer hombre hubo ya
pecado y castigo a ese pecado, y dado también que esos que empie-
zan sus historias en épocas medias no describen sino guerras y
desgracias, aunque no recuerden los hechos anteriores; esas gue-
Tras, ;qué otra cosa pueden Mamarse sino males que van de un
lado al otro?, y en cuanto a las desgracias del tipo que entonces
habia, lo mismo que las que ahora hay en la medida en que las
2 Orosio, Historias, op. cit, libro vi, 41,7, 274.
3 CEG, Boissier, La fin du paganisme, Paris, 1894.18. pp. 3DROsID | 213
hay, no son sin duda sino pecados manifiestas u ocultos castigas
a esos pecados.*
El propésito de la abarcadora teologia de la historia de Orosio es la
exposicion del papel de la pasion y el castigo del hombre pecador
que, empunando la “antorcha de la concupiscencia”, ha puesto el
mundo en llamas, asi como los lamentas del mundo y los juicios
de Dios desde la creacién hasta el dia de hoy (es decir, durante un
periodo de 5618 afios). Esta v
en que un verdadero Dios, que —por un tinico acontecimiento y
on de Ia historia descansa en la fe
enundeterminado tiempo-se ha revelado, ha ordenado el proceso
hist6rico en direccién a un tinico fin: reconducir al hombre a su
creador. Les paganos podran afirmar: si Dios tuvo el poder de crear
el mundo, instaurar la paz en él y revelarse a si mismo, ;qué nece-
sidad habria entonces de extender miles de afios este perfodo inter-
medio de la historia, es decir, un tiempe de condenacién y
sufrimiento, en vez de realizar—ya en el comienzo mismo—su meta?
Orosio responde a esto que slo gentes limitadas se niegan a acep-
tar que un gran poder va asociado con una gran paciencia, Después
de que el hombre abusé del don divino de la libertad, debe estar
agradecido a la benevolencia de su creador que, en vez de aniqui-
larlo, le permite ser sometido a pruebas, por las que tiene la opor-
tunidad de arrepentirse y de ser redimido.
Sobre el trasfondo del pecado original, toda historia humana—sea
de Babilonia o de Roma— cursa en lo esencial hacia lo mismo. Pues
lo que es construido por la mano del hombre decae con el correr del
tiempo y encuentra un final. Al contemplar cuidadosamente el otrora
poderoso edificio de la Republica Romana, sélo seria un tema de dis
cusién saber “si es verdad que esta vacilante situacién actual de aquel
gran poderio antiguo |...| se debe mds a la debilidad de su propia
vejez que al ataque de fuerzas externas” Por cierto, parece que las
catastrofes de] presente han quebrado los muros de contencién,
superando asi los limites naturales, “pero yo he visto que los dias del.
pasado no sélo eran tan oprimentes como los actuales, sino que
4 Orosio, Historias, op. cit. libro 1,1, 10-1, p. 84
5 Thid., libro 1, 6,144 p. 5.