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Melendi GD2
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La Argentina tiene una forma de organización que responde al Estado nación, a la que
estamos habituados de tal manera que se puede considerar como algo natural. Pero para
arribar a la formación del Estado nacional que hoy conocemos, debemos entender que es
el producto de procesos históricos complejos.
Recorriendo las páginas de la historia la escuela nos enseñó que los “indios” eran
barbaros, sucios, borrachos, que no les gustaba trabajar, que adoraban a muchos dioses y
eso estaba mal, que el proceso de evangelización era beneficioso para esos salvajes porque
se convertían en cristianos, hay una historia que no nos contaron, que está en los márgenes
de la historia. O como la mentalidad de la maestra rural que enseña a los niños criollos la
historia de la oligarquía exterminó de manera cruel a los pueblos originarios. (Hernandez
Arregui, 2004). Como argentinos nos falta el pasado, a partir de fines del siglo XIX y a
comienzos del XX, se construyó una historia oficial, una forma de ver muy particular de la
realidad del pasado, algunos hombres se convertían en estatuas de bronce y a otros en
villanos.
Este recorte de la historia, nos privó de la historia del pueblo, de la cultura popular,
fue pisoteada. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz:
se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento
se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. La región sigue
trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como
fuente y reserva del petróleo y del hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias
primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho
más de lo que América Latina gana produciéndolos. (Galeano, 1971)
Para la generación del 37, el modelo de país a construir estaba en Europa o lo que
mejor se consideraba el lugar de la civilización. Ya que por entonces Europa encarnaba la
civilización, el progreso, lo imitable. Nuestro territorio encarnaba la barbarie, lo primitivo
todo aquello que nos ataba a las culturas aborígenes y gaucha que nos impedía avanzar
hacia un futuro de progreso.
Bibliografía
Alliaud, A. (2007). Los maestros y su historia. Buenos Aires: Granica.
Caciabue, M. G. (2018). UT1 El siglo XIX y la corformación del Estado argentino. UNAHUR.
Galeano, E. (1971). Las venas abierta de América Latina (Primera ed.). México: Siglo Veintiuno
Editores México.