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FEBRERO

La palabra «mes» proviene del latín «mensis», misma raíz del griego «men» ‘luna’ (pues
un mes era una luna), pues antiguamente se utilizaba el calendario lunar de veintiocho
días.

Los romanos dieron nombre a los meses del año y expandieron su uso a casi todos los
lenguajes europeos. La leyenda dice que Rómulo dividió el año en diez meses
(comenzando en marzo con el arribo de la primavera). Estos meses eran: «martius»
(marzo, de Marte, dios de la guerra), «aprilis» (abril, de «aperire» ‘ver’), «maius» (mayo,
de Maya, diosa de la floración. Otra versión señala que deriva de «maiores ‘mayores’».
«iunus» (junio, de Juno, esposa de Júpiter y diosa del matrimonio. Otra versión indica de
proviene de «iuniores» ‘jóvenes’). «quintilis» (quinto). «sextilis» (sexto). «september»
(séptimo), «octuber» (octubre), «november» (noviembre), «december» (diciembre).

El periodo de invierno (lo que ahora es enero y febrero) no contaba, era ignorado; no
había actividades religiosas ni agrícolas. Sin embargo, los romanos pronto añadieron dos
meses al final del año. Se le atribuye a Numa (rey que sucedió a Rómulo) este calendario.
Aunque parece que tal adición se dio por influencia etrusca. Los meses añadidos al final
fueron: enero (de Jano, dios de las puertas) y febrero (de «februa» ‘festival de
purificación’).

En el siglo II antes de nuestra era (a. n. e.) los cargos públicos se sustituían cada año, de
ahí que debieron iniciar la entrada en funciones de manera anticipada: en lugar del 1 de
marzo se cambió al 1 de enero. Por este motivo el año principiaría el 1 de enero.

Tiempo después, el calendario fue modificado por Julio César; pues este calendario,
conocido como «juliano», no concordaba con el ciclo solar. Gracias a la ayuda de
Sosígenes, astrónomo de Alejandría que conocía muy bien el año solar (medido
perfectamente pos los egipcios), se asignó una mejor duración de los días y meses,
estableciéndose que febrero tuviera un día más (para ajustarse al sol). Este calendario
entró en vigor el año 46 a. n. e.

El mes «quintilis» se renombró «julio», en honor de Julio César (nacido en dicho mes).
Después del asesinato de Julio César, su hijo adoptivo, Augusto, accedió al poder. El
senado romano modificó el nombre del mes «sextilis» por el de «agosto», como un
homenaje a Augusto.

En el calendario juliano, «quintilis», ahora julio, tenía treinta y un días; y «sextilis» treinta.
Cuando Augusto se dio cuenta de ello, mandó quitar un día a febrero para añadírselo a
agosto. No era propio que su mes tuviese menos días que el de su padre.

Por otro lado, hablemos ahora del Día de San Valentín. El papa Gelasio I (?-496 d. n.
e.) fue el primero en señalar, en el calendario, la fiesta de San Valentín. El objetivo era abolir
las Lupercales (fiesta pagana que se organizaba desde tiempos de la antigua Roma y que
recordaba a Lupercus, protector de pastores y rebaños), rememorando a la loba que
amamantó a Rómulo y Remo. Con el fin de borrar la Lupercalia, Gelasio I estableció una
fiesta en honor de San Valentín, el santo que caía el día antes. Las leyendas apuntan que
la conmemoración recordaba a un antiguo obispo, llamado Valentín de Termi, quien se
enfrentaría dos siglos antes al emperador romano, al oficiar bodas entre soldados, a pesar
de la prohibición. Como castigo, Claudio II ordenó su ejecución. La celebración de la fiesta
de San Valentín se mantuvo en el seno de la Iglesia hasta 1969, cuando el papa Pablo
VI decidió homenajear únicamente al santo y dejar de lado a los enamorados; tradición que
recuperó de nuevo el papa Francisco tras su llegada al Vaticano.

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