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LA
QUÍMICA
ALFONSO
ROMO DE VIVAR
GUILLERMO
DELGADO
QUÍMICA, UNIVERSO, TIERRA Y VIDA
La Ciencia
para Todos
QUÍMICA, UNIVERSO,
TIERRA Y VIDA
la
ciencia/51
para todos
Primera edición (La Ciencia desde México), 1987
Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1999
Tercera edición, 2003
Cuarta edición, 2011
Distribución mundial
Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com
www.fondodeculturaeconomica.com
Tel. (55) 5227-4672; fax (55) 5227-4640
ISBN 978-607-16-0735-5
Impreso en México • Printed in Mexico
ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
9
Formación de azúcares y otros compuestos or-
gánicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
10
VIII. Hormonas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Crecimiento y supervivencia de las plantas . . . . 135
Mensajeros químicos en insectos y plantas . . . . 141
Hormonas sexuales en los seres humanos . . . . 145
Esteroides con actividad anabólica . . . . . . . . 150
Hormonas humanas a partir de sustancias vegetales 152
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
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Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te con-
vertirás.
INTRODUCCIÓN
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rie de cambios químicos que seguirán ocurriendo a lo largo de la
vida; el amor, el miedo, la ambición, tienen su origen en procesos
químicos; también lo tienen las enfermedades que padece todo
ser vivo cuando los mecanismos normales son alterados.
En el ser humano la muerte viene cuando deja de producir-
se el proceso de oxidación llamado respiración; después ocurre
una serie de procesos de degradación que hace que los elemen-
tos que formaron el cuerpo se vuelvan a incorporar a la tierra:
el bióxido de carbono que se libera en la descomposición del
organismo, asciende a la atmósfera, lugar de donde será toma-
do por los vegetales para elaborar de nuevo compuestos orgáni-
cos, los cuales, al ser consumidos por los herbívoros, se incor-
porarán una vez más a la cadena alimenticia, reiniciándose así
el ciclo vida-muerte-vida que ha venido aconteciendo en nues-
tro planeta desde hace millones de años.
La complicada química que se desarrolla en el cerebro ha
convertido a los seres humanos en seres inteligentes y, como ta-
les, capaces de realizar procesos químicos a voluntad en labora-
torios y fábricas, con lo que logran producir en forma rápida y
eficiente una gran cantidad de compuestos que incluyen mate-
riales de construcción, alimentos y medicinas.
La habilidad que ha logrado el hombre para controlar los
procesos químicos ha hecho posible el aumento de la pobla-
ción, ya que hoy en día es más fácil proporcionar habitación,
alimento y medicinas que hace uno o dos siglos. Con esto se
ha logrado también prolongar el promedio de vida. Más aún, ha
hecho posible, gracias a la moderna tecnología metalúrgica y de
plásticos, la producción de gran cantidad de enseres domésti-
cos que facilitan la labor del ama de casa, a la que le queda más
tiempo libre tanto para dedicarse a otras actividades como para
disfrutar de las maravillas que ofrece el mundo moderno.
Por otro lado, la energía contenida en los combustibles fó-
siles es liberada y controlada en modernas máquinas que mue-
ven los grandes barcos que cruzan los océanos o los rápidos avio-
nes que permiten cruzar el Atlántico en unas cuantas horas, a
16
diferencia del viaje transatlántico efectuado por Cristóbal Colón
en 1492, en el que invirtió más de dos meses.
En el uso de los recursos energéticos del planeta, la moder-
na tecnología ha llevado al hombre a la exploración de los espa-
cios extraterrestres, al estudio de la Luna, de los planetas y del
cometa Halley, por ejemplo.
Con éstos y muchos más éxitos, la humanidad ha sobresti-
mado su poder de dominio sobre la naturaleza, y en su afán de
uso y abuso de los recursos del planeta ha alterado la naturale-
za con su depredación, la ha desequilibrado por medio de pes-
ticidas que, ciertamente, han aumentado las cosechas, pero que
al mismo tiempo han alterado el ecosistema. Las fábricas y vehícu-
los automotores producen humos nocivos que contaminan la
atmósfera de las ciudades y producen la lluvia ácida que seca los
bosques y contamina los lagos de la nación. Lo mismo sucede
en otras naciones, que reciben los humos transportados por el
viento.
La máquina ha sido también aplicada a la guerra; el hombre
no sólo ha empleado su potencialidad para el bienestar humano,
la utiliza también para provocar su muerte.
Es, pues, imperativo que los habitantes del planeta nos una-
mos y tratemos de cambiar la mentalidad de los dirigentes de
las naciones para que, en vez de gastar los recursos, patrimonio
de la humanidad, en acumular armas para una posible destruc-
ción, los utilicen en bien de todos, para que la vida en el planeta
sea más justa, sin los grandes desequilibrios ahora existentes en-
tre los que tienen el poder y los que carecen de él.
17
I. Átomos y moléculas en el universo
19
notable periodicidad de las propiedades físicas y químicas, de
manera que pudo predecir dichas propiedades en elementos aún
desconocidos y que más tarde fueron descubiertos revelando
gran coincidencia con las predicciones. Sin embargo, con el tiem-
po empezaron a aparecer algunas inconsistencias evidentes en la
tabla periódica moderna (figura i.1). Por ejemplo, el argón (Ar)
que ocupa el número 18 en la tabla periódica tiene un peso ató-
mico (39.95) superior al del potasio (K) que ocupa el lugar 19 y
tiene un peso atómico de 39.1 unidades de masa atómica (uma),
por lo que de acuerdo con el ordenamiento por pesos atómicos
sus posiciones deberían estar invertidas. Una mejor manera de
ordenar los elementos es por su número atómico (Z), el cual
corresponde al número de protones (peso atómico = 1 y carga
+1), que contiene su núcleo, los que quedan neutralizados por
igual número de electrones (peso atómico 0 y carga -1).
El núcleo de los elementos contiene además de protones otros
componentes de peso uno y carga cero, llamados neutrones
(10n). Algunos elementos, a pesar de tener el mismo número ató-
mico, tienen diferente peso atómico por contener en su núcleo
diferente número de neutrones. A estos elementos se les llama
isótopos, por ocupar el mismo lugar en la tabla periódica, por
ejemplo, el carbono (C) que tiene número atómico 6 y peso ató-
mico 12, se representa como 126C, siendo el subíndice su núme-
ro atómico (Z) y el superíndice su peso atómico; cuando el nú-
cleo del carbono adquiere un neutrón adicional tendremos el
isótopo carbono-13 que se representa 136C y si adiciona un se-
gundo neutrón tendremos el carbono-14 (146C) cuyo núcleo tie-
ne ocho neutrones.
La tabla periódica, que hasta 1940 contaba con 92 elementos,
comenzó a ampliarse con elementos obtenidos en forma sinté-
tica. En Berkeley, California, en los Estados Unidos, se sinteti-
zaron los elementos del 96 al 106, los que se denominaron con
nombres de lugares como americio, californio y berkelio; a otros,
en honor a científicos notables como curio (por Marie y Pierre
Curie), fermio (por Enrique Fermi) y nobelio (por Alfred Nobel).
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En la década de los ochenta del siglo xx el grupo alemán
de Darmstadt tomó la estafeta y comenzó a sintetizar elementos
cada vez más pesados; para 1988, cuando ya habían sintetizado
los elementos 107, 108 y 109, el científico Günter Herrmann, al
advertir que preparar elementos más pesados se vuelve más y
más difícil, mencionó que estos elementos deben existir en la
naturaleza, pero en 1988 no había manera de sintetizarlos; sin
embargo, ese mismo grupo en 1994 logró sintetizar los elemen-
tos 110 al 112 por medio de la fusión de cualquiera de los dos
elementos estables más pesados que existen, el plomo (Pb) de
Z = 82 y peso atómico 208 y el bismuto (Bi) de Z = 83 y peso
atómico 209. Estos elementos, que se consideran blanco, son
fundidos con otros elementos, que actúan como “proyectiles” y
proporcionan sus protones, los que sumados a los del blanco da-
rán el número requerido de protones del nuevo elemento. Para
preparar el elemento Z = 110 se partió de plomo (Z = 82) con
peso atómico 208 y para el elemento Z = 111 se partió de bis-
muto (Z = 83) con peso atómico 209. Para ambos se usó como
proyectil a uno de los isótopos pesados del níquel (Ni, Z = 28)
de pesos atómicos 62 y 64, respectivamente, de acuerdo con las
siguientes ecuaciones:
62
28
Ni + 208 82Pb → 269110 Z + 10n
64
28
Ni + 20983 Bi → 272111 Z + 10n
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