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Química, universo, 51

LA

Tierra y vida CIENCIA


PARA
TODOS

QUÍMICA

ALFONSO
ROMO DE VIVAR

GUILLERMO
DELGADO
QUÍMICA, UNIVERSO, TIERRA Y VIDA
La Ciencia
para Todos

Desde el nacimiento de la colección de divulgación científica del


Fondo de Cultura Económica en 1986, ésta ha mantenido un ritmo
siempre ascendente que ha superado las aspiraciones de las personas
e instituciones que la hicieron posible. Los científicos siempre han
aportado material, con lo que han sumado a su trabajo la incursión
en un campo nuevo: escribir de modo que los temas más complejos y
casi inaccesibles puedan ser entendidos por los estudiantes y los lec-
tores sin formación científica.
A los diez años de este fructífero trabajo se dio un paso adelante,
que consistió en abrir la colección a los creadores de la ciencia que se
piensa y crea en todos los ámbitos de la lengua española —y ahora
también del portugués—, razón por la cual tomó el nombre de La
Ciencia para Todos.
Del Río Bravo al Cabo de Hornos y, a través del mar océano, a la
península ibérica, está en marcha un ejército integrado por un vasto
número de investigadores, científicos y técnicos, que extienden sus
actividades por todos los campos de la ciencia moderna, la cual se
encuentra en plena revolución y continuamente va cambiando nues-
tra forma de pensar y observar cuanto nos rodea.
La internacionalización de La Ciencia para Todos no es sólo
en extensión sino en profundidad. Es necesario pensar una ciencia en
nuestros idiomas que, de acuerdo con nuestra tradición humanista,
crezca sin olvidar al hombre, que es, en última instancia, su fin. Y, en
consecuencia, su propósito principal es poner el pensamiento cientí-
fico en manos de nuestros jóvenes, quienes, al llegar su turno, crearán
una ciencia que, sin desdeñar a ninguna otra, lleve la impronta de
nuestros pueblos.
Comité de selección de obras

Dr. Antonio Alonso


Dr. Francisco Bolívar Zapata
Dr. Javier Bracho
Dr. Juan Luis Cifuentes
Dra. Rosalinda Contreras
Dra. Julieta Fierro
Dr. Jorge Flores Valdés
Dr. Juan Ramón de la Fuente
Dr. Leopoldo García-Colín Scherer
Dr. Adolfo Guzmán Arenas
Dr. Gonzalo Halffter
Dr. Jaime Martuscelli
Dra. Isaura Meza
Dr. José Luis Morán López
Dr. Héctor Nava Jaimes
Dr. Manuel Peimbert
Dr. José Antonio de la Peña
Dr. Ruy Pérez Tamayo
Dr. Julio Rubio Oca
Dr. José Sarukhán
Dr. Guillermo Soberón
Dr. Elías Trabulse
Alfonso Romo de Vivar • Guillermo Delgado

QUÍMICA, UNIVERSO,
TIERRA Y VIDA

la
ciencia/51
para todos
Primera edición (La Ciencia desde México), 1987
Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1999
Tercera edición, 2003
Cuarta edición, 2011

Romo de Vivar, Alfonso, y Guillermo Delgado


Química, universo, Tierra y vida / Alfonso Romo de Vivar, Guillermo Delgado. —
4ª ed. — México : FCE, Instituto de Química-UNAM, SEP, Conacyt, 2011.
175 p. ; ilus. ; 21 × 14 cm — (Colec. La Ciencia para Todos ; 51)
Texto para nivel medio y medio superior
ISBN 978-607-16-0735-5

1. Química 2. Astronomía 3. Biología 4. Divulgación científica I. Delgado, Guillermo,


coaut. II. Ser. III. t.

LC QD31 Dewey 508.2 C569 V.51

Distribución mundial

La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica,


al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría
de Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

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el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-0735-5
Impreso en México • Printed in Mexico
ÍNDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

I. Átomos y moléculas en el universo . . . . . . . . . 19


Hidrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Helio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
La atmósfera primitiva de la Tierra . . . . . . . . 34
Componentes del cuerpo humano . . . . . . . . 36
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

II. El átomo de carbono, los hidrocarburos y otras mo-


léculas orgánicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Isótopos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
El carbono en estado libre . . . . . . . . . . . . . 43
Compuestos del carbono . . . . . . . . . . . . . 47
Los cometas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Compuestos oxigenados del carbono . . . . . . . 60
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

III. La radiación solar y las reacciones fotoquímicas . . 73


Reacciones fotoquímicas . . . . . . . . . . . . . 77
Celdas fotovoltaicas . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Fotosíntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

9
Formación de azúcares y otros compuestos or-
gánicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86

IV. La energía de los compuestos orgánicos . . . . . . 87


La hemoglobina . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
El cerebro humano . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Descubrimiento del fuego . . . . . . . . . . . . . 94
Envejecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

V. Usos mágicos y medicinales de las plantas . . . . . 99


Flora mexicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Flora sudamericana . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Química de productos naturales . . . . . . . . . 106
Zoapatle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

VI. Fermentaciones y modificaciones químicas . . . . 115


Pulque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
Colonche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
Tesgüino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Pozol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Fermentación alcohólica . . . . . . . . . . . . . 120
Fermentación láctica . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Otras fermentaciones . . . . . . . . . . . . . . . 121
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

VII. Jabones, saponinas y detergentes . . . . . . . . . . 125


Saponificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Acción de las impurezas del agua sobre el jabón . . 127
Detergentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Saponinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

10
VIII. Hormonas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Crecimiento y supervivencia de las plantas . . . . 135
Mensajeros químicos en insectos y plantas . . . . 141
Hormonas sexuales en los seres humanos . . . . 145
Esteroides con actividad anabólica . . . . . . . . 150
Hormonas humanas a partir de sustancias vegetales 152
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156

IX. Guerras químicas, accidentes químicos . . . . . . 158


Guerra química en la naturaleza . . . . . . . . . 158
Uso de sustancias químicas para la guerra . . . . 161
Sustancias tóxicas en accidentes industriales . . . 172
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

Abreviaturas de las publicaciones referidas . . . . . . . . . 175

11
Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te con-
vertirás.
INTRODUCCIÓN

Las reacciones químicas ocurren espontáneamente en el univer-


so, produciendo en forma lenta sustancias sencillas. En nuestro
planeta, las reacciones químicas también suceden espontánea-
mente, pero de manera mucho más rápida y formando molécu-
las más complicadas, debido sobre todo a la presencia de oxíge-
no en el aire y en las aguas de mares, ríos y lagos.
Así, el hierro dejado a la intemperie se cubre de una capa
de herrumbre causada por la oxidación espontánea; una reac-
ción de oxidación más vigorosa se produce con violencia explo-
siva, tal como ocurre con la combustión de la pólvora y de la
dinamita.
Por su parte, los vegetales producen una gran variedad de
compuestos utilizando como materia prima el bióxido de car-
bono de la atmósfera y el agua y los minerales del suelo, y como
fuente de energía, la luz solar.
En cuanto a la vida animal, se mantiene gracias a la com-
bustión lenta de los alimentos que se lleva a cabo en el organis-
mo. En esta reacción química se produce bióxido de carbono,
que se expulsa en la respiración, liberando la energía necesaria
para efectuar las complejas reacciones químicas que los orga-
nismos necesitan para mantenerse vivos.
Más aún, la vida y la muerte son procesos químicos. La vida
comienza con la fecundación, con la que desencadena una se-

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rie de cambios químicos que seguirán ocurriendo a lo largo de la
vida; el amor, el miedo, la ambición, tienen su origen en procesos
químicos; también lo tienen las enfermedades que padece todo
ser vivo cuando los mecanismos normales son alterados.
En el ser humano la muerte viene cuando deja de producir-
se el proceso de oxidación llamado respiración; después ocurre
una serie de procesos de degradación que hace que los elemen-
tos que formaron el cuerpo se vuelvan a incorporar a la tierra:
el bióxido de carbono que se libera en la descomposición del
organismo, asciende a la atmósfera, lugar de donde será toma-
do por los vegetales para elaborar de nuevo compuestos orgáni-
cos, los cuales, al ser consumidos por los herbívoros, se incor-
porarán una vez más a la cadena alimenticia, reiniciándose así
el ciclo vida-muerte-vida que ha venido aconteciendo en nues-
tro planeta desde hace millones de años.
La complicada química que se desarrolla en el cerebro ha
convertido a los seres humanos en seres inteligentes y, como ta-
les, capaces de realizar procesos químicos a voluntad en labora-
torios y fábricas, con lo que logran producir en forma rápida y
eficiente una gran cantidad de compuestos que incluyen mate-
riales de construcción, alimentos y medicinas.
La habilidad que ha logrado el hombre para controlar los
procesos químicos ha hecho posible el aumento de la pobla-
ción, ya que hoy en día es más fácil proporcionar habitación,
alimento y medicinas que hace uno o dos siglos. Con esto se
ha logrado también prolongar el promedio de vida. Más aún, ha
hecho posible, gracias a la moderna tecnología metalúrgica y de
plásticos, la producción de gran cantidad de enseres domésti-
cos que facilitan la labor del ama de casa, a la que le queda más
tiempo libre tanto para dedicarse a otras actividades como para
disfrutar de las maravillas que ofrece el mundo moderno.
Por otro lado, la energía contenida en los combustibles fó-
siles es liberada y controlada en modernas máquinas que mue-
ven los grandes barcos que cruzan los océanos o los rápidos avio-
nes que permiten cruzar el Atlántico en unas cuantas horas, a

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diferencia del viaje transatlántico efectuado por Cristóbal Colón
en 1492, en el que invirtió más de dos meses.
En el uso de los recursos energéticos del planeta, la moder-
na tecnología ha llevado al hombre a la exploración de los espa-
cios extraterrestres, al estudio de la Luna, de los planetas y del
cometa Halley, por ejemplo.
Con éstos y muchos más éxitos, la humanidad ha sobresti-
mado su poder de dominio sobre la naturaleza, y en su afán de
uso y abuso de los recursos del planeta ha alterado la naturale-
za con su depredación, la ha desequilibrado por medio de pes-
ticidas que, ciertamente, han aumentado las cosechas, pero que
al mismo tiempo han alterado el ecosistema. Las fábricas y vehícu-
los automotores producen humos nocivos que contaminan la
atmósfera de las ciudades y producen la lluvia ácida que seca los
bosques y contamina los lagos de la nación. Lo mismo sucede
en otras naciones, que reciben los humos transportados por el
viento.
La máquina ha sido también aplicada a la guerra; el hombre
no sólo ha empleado su potencialidad para el bienestar humano,
la utiliza también para provocar su muerte.
Es, pues, imperativo que los habitantes del planeta nos una-
mos y tratemos de cambiar la mentalidad de los dirigentes de
las naciones para que, en vez de gastar los recursos, patrimonio
de la humanidad, en acumular armas para una posible destruc-
ción, los utilicen en bien de todos, para que la vida en el planeta
sea más justa, sin los grandes desequilibrios ahora existentes en-
tre los que tienen el poder y los que carecen de él.

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I. Átomos y moléculas en el universo

En 1948 el científico George Gamow postuló como origen del


universo una gran explosión, que a partir de una enorme con-
centración de materia formó las innumerables galaxias que aho-
ra pueblan el universo. Una de dichas galaxias es la Vía Láctea,
formada por más de 100 000 millones de estrellas, entre las que
se encuentra nuestro Sol.
Cuando la temperatura del universo era de alrededor de mil
millones de grados, se comenzaron a formar los núcleos de los
elementos. Primero se formaron los más simples, el hidrógeno
(H) y el helio (He); posteriormente, en el interior de las estrellas
se fueron formando los núcleos de los elementos, que actual-
mente forman parte de los cuerpos celestes, de nuestro planeta
y de los seres vivos. Así, es posible afirmar que el origen de todo
lo que nos rodea y origen de la vida misma, son las estrellas.
Después de la gran explosión el universo se ha ido expan-
diendo y enfriando paulatinamente hasta llegar a una tempera-
tura de 3 K (–270 °C) que es la que tienen en la actualidad los
espacios interestelares. Los elementos que existen en el univer-
so se han ido descubriendo poco a poco. A mediados del siglo
xix se conocían 66 de ellos y varios científicos intentaron clasi-
ficarlos. El gran químico ruso Dmitri Mendeléiev (1834-1907)
los ordenó de acuerdo con su peso atómico en lo que se conoce
como la tabla periódica de los elementos, en la que se revela una

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notable periodicidad de las propiedades físicas y químicas, de
manera que pudo predecir dichas propiedades en elementos aún
desconocidos y que más tarde fueron descubiertos revelando
gran coincidencia con las predicciones. Sin embargo, con el tiem-
po empezaron a aparecer algunas inconsistencias evidentes en la
tabla periódica moderna (figura i.1). Por ejemplo, el argón (Ar)
que ocupa el número 18 en la tabla periódica tiene un peso ató-
mico (39.95) superior al del potasio (K) que ocupa el lugar 19 y
tiene un peso atómico de 39.1 unidades de masa atómica (uma),
por lo que de acuerdo con el ordenamiento por pesos atómicos
sus posiciones deberían estar invertidas. Una mejor manera de
ordenar los elementos es por su número atómico (Z), el cual
corresponde al número de protones (peso atómico = 1 y carga
+1), que contiene su núcleo, los que quedan neutralizados por
igual número de electrones (peso atómico 0 y carga -1).
El núcleo de los elementos contiene además de protones otros
componentes de peso uno y carga cero, llamados neutrones
(10n). Algunos elementos, a pesar de tener el mismo número ató-
mico, tienen diferente peso atómico por contener en su núcleo
diferente número de neutrones. A estos elementos se les llama
isótopos, por ocupar el mismo lugar en la tabla periódica, por
ejemplo, el carbono (C) que tiene número atómico 6 y peso ató-
mico 12, se representa como 126C, siendo el subíndice su núme-
ro atómico (Z) y el superíndice su peso atómico; cuando el nú-
cleo del carbono adquiere un neutrón adicional tendremos el
isótopo carbono-13 que se representa 136C y si adiciona un se-
gundo neutrón tendremos el carbono-14 (146C) cuyo núcleo tie-
ne ocho neutrones.
La tabla periódica, que hasta 1940 contaba con 92 elementos,
comenzó a ampliarse con elementos obtenidos en forma sinté-
tica. En Berkeley, California, en los Estados Unidos, se sinteti-
zaron los elementos del 96 al 106, los que se denominaron con
nombres de lugares como americio, californio y berkelio; a otros,
en honor a científicos notables como curio (por Marie y Pierre
Curie), fermio (por Enrique Fermi) y nobelio (por Alfred Nobel).

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En la década de los ochenta del siglo xx el grupo alemán
de Darmstadt tomó la estafeta y comenzó a sintetizar elementos
cada vez más pesados; para 1988, cuando ya habían sintetizado
los elementos 107, 108 y 109, el científico Günter Herrmann, al
advertir que preparar elementos más pesados se vuelve más y
más difícil, mencionó que estos elementos deben existir en la
naturaleza, pero en 1988 no había manera de sintetizarlos; sin
embargo, ese mismo grupo en 1994 logró sintetizar los elemen-
tos 110 al 112 por medio de la fusión de cualquiera de los dos
elementos estables más pesados que existen, el plomo (Pb) de
Z = 82 y peso atómico 208 y el bismuto (Bi) de Z = 83 y peso
atómico 209. Estos elementos, que se consideran blanco, son
fundidos con otros elementos, que actúan como “proyectiles” y
proporcionan sus protones, los que sumados a los del blanco da-
rán el número requerido de protones del nuevo elemento. Para
preparar el elemento Z = 110 se partió de plomo (Z = 82) con
peso atómico 208 y para el elemento Z = 111 se partió de bis-
muto (Z = 83) con peso atómico 209. Para ambos se usó como
proyectil a uno de los isótopos pesados del níquel (Ni, Z = 28)
de pesos atómicos 62 y 64, respectivamente, de acuerdo con las
siguientes ecuaciones:
62
28
Ni + 208 82Pb → 269110 Z + 10n
64
28
Ni + 20983 Bi → 272111 Z + 10n

Aunque en las ecuaciones señaladas su preparación se ve


simple, la dificultad aumenta exponencialmente conforme au-
menta Z. Para ejemplificar esta dificultad puede mencionarse
que sólo una colisión en un billón entre 20983 Bi y 6428 Ni produci-
rá el elemento 111.
No obstante las dificultades en la preparación de elementos
pesados, en la primera década del siglo xxi en Dubna, Rusia, se
sintetizaron los elementos 113 (Ununtrio), 114 (Ununquadio),
115 (Ununpentio), 116 (Ununhexio) y 118 (Ununoctio), de-
jando a la tabla periódica bastante ampliada pero con un hueco

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ROMO DE VIVAR_Química,Universo,Tierra_PDF_GHG.indd 21 08/11/11 01:21 p.m.


Aunque pasen inadvertidas, la vida cotidiana está conformada
por un sinnúmero de reacciones químicas, que abarcan lo mismo
los complejos procesos fisiológicos del ser humano, que la elaboración
de los alimentos que consume y los medicamentos que combaten
las enfermedades, e incluso la fabricación de productos de uso diario
como los jabones y los cosméticos. No obstante, la investigación
y el empleo del conocimiento químico no ha involucrado siempre
un beneficio para la humanidad, pues el hombre ha inventado también
poderosas herramientas de muerte como las armas nucleares
o las bioquímicas, que además han dañado nuestro entorno.
Así, esta obra invita al lector a descubrir que la ciencia puede hallarse
en los lugares más insospechados, y con ello a formar conciencia
sobre las repercusiones de su uso en nuestra vida diaria.

Alfonso Romo de Vivar es doctor en química orgánica e investigador emérito


por la unam, además de ser fundador de la Revista Latinoamericana de Química.
Ha sido merecedor del Premio Nacional de Química (1977)
y del Premio Mario Molina (2011).

Guillermo Delgado es químico egresado de la unam y se ha desempeñado


como editor de la Revista de la Sociedad Química de México. En 2003 recibió
el Premio Nacional de Química.

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PARA
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