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Las lombrices, una alternativa para

reciclar la basura orgánica en


abono
Crece el interés por esta actividad, que se diversifica en abierto beneficio
del medio ambiente y los agricultores
31 de Diciembre de 2013 | 00:00

EL LICENCIADO EN ECOLOGÍA HORACIO P. DE BELÁUSTEGUI ENSEÑA EL ARTE DE LA LUMBRICULTURA


HACE MÁS DE DOS DÉCADAS Y ASEGURA QUE SI LOS DESECHOS ORGÁNICOS SE RECICLAN EN LA CASA
EVITAMOS LA CONTAMINACIÓN Y OBTENEMOS UN PODEROSO ABONO NATURAL

Menú del día: una buena cantidad de desperdicios de frutas y verduras, migajas
de pasteles y pan, y una ración de estiércol de gallina o conejo, mezclada con hojas,
césped recién cortado y restos de café. Miles de lombrices rojas “californianas” se
arrastran dentro de cajones de verdura en el patio de la Fundación Biosfera, cerca del
Hospital de Niños. Esperan deseosas el manjar que el ecólogo platense Horacio P. de
Beláustegui preparó para alimentarlas. El banquete lleva ya un mes de maduración y
quedó convertido en una composta que está lista para ser consumida. Las voraces
lombrices, que llegan a ingerir por día hasta una cantidad de comida equivalente a
su propio peso, lo devolverán a la tierra convertido en un poderoso abono natural, al
que se conoce como “humus de lombriz” o “vermicompost”.

Hay muchas formas de hacer lumbricultura. El humus de lombriz que se produce


ayuda a las plantas a crecer, a la vez que mejora la fertilidad del suelo

Gracias a esa cualidad de su incansable sistema digestivo, estos anélidos han


reivindicado en las últimas décadas su rol en el equilibrio del planeta, desde que se
redescubrió su potencial como procesadores naturales de basura orgánica. ¿Cómo lo
hacen? Simplemente las lombrices ingieren todos los residuos y luego que pasan por
su aparato digestivo, sus excreciones se convierten en un lombricompuesto que
ofrece muchos beneficios a las plantas.

“Estimula el crecimiento, aporta nutrientes y hay ensayos que muestran que se


obtienen mejores rendimientos en plantaciones de lechuga y tomate. Además, a
diferencia de los fertilizantes químicos, contribuye a la protección del ambiente. Por
centímetro cuadrado hay millones de colonias de bacterias y microorganismos que
enriquecen el suelo con la biodiversidad”, dice de Beláustegui, mientras levanta un
puñado de lombrices en plena faena.

Ese es hoy el principal potencial de la lumbricultura, una actividad que despierta un


interés creciente, al ritmo que en el mundo aumenta la preocupación por el desarrollo
sustentable y el medio ambiente. Es que no sólo constituye una sana alternativa para
reciclar en el hogar basura orgánica, de naturaleza vegetal, sino que en algunos casos,
hasta es posible generar ganancias con un emprendimiento de bajo costo.

En La Plata hay al menos dos empresas que se dedican a la producción y venta de


humus de lombriz. Se comercializa por kilo y por volumen. En el mercado, y
dependiendo del productor, una bolsa de unos 50 litros se consigue a un precio que
varía entre 50 y 100 pesos. «Pero el costo de producción es mínimo», resaltan.

“Cuando uno quiere desarrollar la lumbricultura a través de una PyME, debe


mensurar qué es lo que tiene (es decir los elementos básicos) y adónde apunta con la
producción -explica de Beláustegui-. Una unidad productiva de dos metros de largo
y un metro de ancho, por medio metro de alto, en nueve meses nos va a generar algo
así como 600 kilos de lombricompuesto y habrá consumido aproximadamente una
tonelada y media de materia orgánica”, sostiene de Beláustegui.

AMPLIA GAMA DE APLICACIONES

Son muchas más las personas que año tras año toman cursos y se involucran en una
labor que ofrece un variado abanico de otras aplicaciones: se cultivan lombrices para
venderlas como carnada de pesca, para alimentar a otros animales (por su alto valor
proteico), para fabricar harinas y, en algunas casos, para el tratamiento de grandes
concentraciones de desechos orgánicos, como las basuras procedentes de las
ciudades.

“Hay muchas formas de hacer lumbricultura. Puede hacerse en un balde en la casa,


a nivel doméstico, o en grandes extensiones, a nivel industrial”, explica Martín
Nigoul, quien durante cuatro años practicó esta actividad en el Zoológico de La Plata
para favorecer el crecimiento de la flora del parque.

“Nosotros juntábamos el estiércol a diario -recuerda Nigoul-. Usábamos el estiércol


del elefante y de los dos rinocerontes que había en ese entonces. Teníamos «camas»
de cuatro por tres metros, y ahí hacíamos la explotación, dividiendo el sector por la
mitad. Cuando de un lado estaba listo (el proceso) se sacaban las lombrices y se
ponían del otro”.
“Lo hacíamos de forma artesanal”, cuenta Nigoul. Es que aparte de las “camas” donde
se realizaba la explotación, lo único que necesitaban “era una carretilla para el
estiércol y una horquilla para mover el material”.

El lombricompuesto es muy apreciado por los agricultores debido, además, a que


crea un hábitat desfavorable para los parásitos y las plagas. “También se usa para
enriquecer terrenos que quedaron desnaturalizados por el abuso de fertilizantes
químicos o decapitados por eliminación de horizontes fértiles”, explica de
Beláustegui.

OPCION PARA EL HOGAR

Pero para el ecólogo platense lo más importante es que la lumbricultura permite


reciclar buena parte de los desechos hogareños. “Con dos cajoncitos, en un patio muy
pequeño, una persona puede hacerse cargo de la parte orgánica de los residuos de su
casa, a la vez que genera un buen compost para sus propias plantas”, dice el experto,
que desde 1994 dicta cursos de lumbricultura. “Con dos cajoncitos, en un patio muy
pequeño, una persona puede hacerse cargo de la parte orgánica de los residuos de su
casa, a la vez que genera un buen compost para sus propias plantas”

¿Qué hace falta para empezar? No mucho. Lo primero, claro, es capacitarse. Luego
quedan unos pocos pasos. Conseguir las lombrices no representa un esfuerzo
mayúsculo: pueden comprarse en puestos especializados o a través de Internet,
donde unas 2000 lombrices californianas (su nombre científico es Eisenia foetida)
se venden a 130 pesos. También comercializan kits ya preparados, que incluyen la
caja lombricera, bolsas con humus en elaboración y muestras de vermicomst listo
para utilizar, a modo de prueba. Todo eso por un valor que no supera los 200 pesos.

Una vez adquiridas se reproducen fácilmente y en ciertas condiciones cuadriplican


su población cada tres meses. Además son más dóciles de lo que se imagina: mientras
tengan comida y espacio, no se escapan. Se calcula que, en promedio, en 24 horas un
kilo de este tipo de lombriz puede procesar mil gramos de basura orgánica, ya que
expulsa entre el 50 y el 60 por ciento de lo que digiere convertido en abono natural.

EN CASA, PASO A PASO

“Esto se puede hacer en la casa de cualquiera. No se necesita una infraestructura


gigante ni mucho menos”, insiste de Beláustegui, mientras muestra un folleto de la
fundación de calle 16 entre 65 y 66, donde se detallan los pasos básicos de uno de los
tantos métodos para hacer lumbricultura en el hogar.
Manos a la obra. «Esto empieza por separar en la casa residuos de naturaleza
orgánica vegetal de lo que no es orgánico. Lo orgánico es todo lo que surge de la
cocina, del césped, la poda, el mate, las cáscaras», explica. «Eso es lo que se va a
compostar y se va a transformar en el alimento de las lombrices. En realidad, no es
sólo eso, sino que formará todo un ecosistema integrado por bacterias y hongos que
se recicla en el lombricompuesto, que son las heces de las lombrices».

Hay que elegir bien el recipiente para el lumbricario. Se puede armar en un cantero,
en una caja o en un cajón. Especialistas explican que un error habitual que suelen
cometer quienes se inician en la lumbricultura sin demasiados conocimientos,
consiste en utilizar recipientes no aireados, que se degradan, no permiten extraer los
jugos que genera el proceso, tienen olor y atraen insectos. Una opción es utilizar
cajones de verduras, a los que se debe revestir con media sombra y luego cubrir con
una capa de paja.

El siguiente paso consiste en colocar diariamente los residuos orgánicos. ¿Qué


desperdicios se pueden compostar? La lista es larga e incluye la mayoría de los
residuos de alimentos, aunque no se puede utilizar carne (ver infografía). Después,
hay que tapar los desechos con una nueva capa de paja y finalmente poner encima
otra media sombra, para impedir que las moscas pongan huevos.

En este punto, el de la fermentación, hay que armarse de un poco de paciencia: recién


después de alrededor de un mes de actividad microbiológica, la materia orgánica se
habrá transformado en una composta lista para alimentar a las lombrices. Como
estos animales carecen de sistema masticatorio, sólo ingieren cosas blandas y frescas
y por eso es necesario procesarles todo biológicamente.

Aquí es donde entran en acción las lombrices californianas. Su incansable tarea se


desarrollará durante 8 meses, lapso en que su complejo sistema digestivo habrá
contribuido a producir el abono orgánico que, tras una previa tamización, se puede
usar para las plantas o para comercializar. Ojo, el humus obtenido se mezcla con la
tierra; no se debería plantar directamente en él.

“Una vez que está terminado el proceso, las lombrices se van solas. Migran a los otros
cajones porque van detrás del alimento y espacio. Tienen hábitos nocturnos; cuando
llueve migran”, cuenta de Beláustegui.

Ya bien entrado el siglo XXI, en una época en que la desertificación avanza sobre el
planeta y en la que el manejo de los desechos orgánicos se ha convertido en un
problema urgente, las lombrices reivindican su papel y recuperan el rol que ya les
habían asignado los antiguos griegos hace miles de años: el de ser «los intestinos de
la tierra»

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