A. EL HECHO DE SU RESURRECCIÓN. ¡Jesús resucitó! Se evidenció como el sorprendente
cumplimiento de lo anunciado por el mismo Jesús, que primero tendría que morir para luego resucitar al tercer día. 1. Su muerte real. Es un hecho histórico que Jesús murió. Toda la evidencia destruye categóricamente los argumentos de quienes pretenden negar la resurrección - que seguramente no murió de verdad sino que sólo se desmayó; o que se robaron su cuerpo para elaborar la mentira de su resurrección; o que vieron un fantasma. a. Los expertos soldados romanos se aseguraron de su muerte. Primero fue la cruel tortura y su espalda lacerada y sangrante por los latigazos; desangrado por los clavos en sus manos y pies; colgado en la cruz para una lenta asfixia, hasta la entrega de su espíritu con el último respiro; la muerte acelerada por la lanza clavada en su costado y sus piernas quebradas para que el cuerpo se descuelgue y así asegurar la muerte. b. Su cuerpo fue puesto en una tumba resguardada por los soldados romanos que hacía imposible el robo de ese cuerpo. Habiendo una inmensa mayoría de judíos y romanos contrarios a Jesús y los cristianos, y teniendo todo el poder en sus manos, les hubiera sido cosa muy fácil dar con los ladrones y con el cuerpo de Jesús para desmentir su resurrección. Pero, a diferencia de grandes líderes religiosos en la historia, hasta el día de hoy no existe una tumba de Jesús a la que sus seguidores hagan peregrinajes ni ceremonias. 2. Su resurrección corporal. a. Se evidenció en al menos diez apariciones, a más de 500 discípulos, cuyo recuento se registra en la Biblia. Con tantos testigos y en diversas situaciones y lugares, es imposible que se tratara de un fantasma o de una psicosis colectiva. Lo vieron con su cuerpo resucitado, hablaron con él, lo tocaron, y hasta comieron juntos en la playa. Y como escribe el médico Lucas con su mentalidad científica en Hechos 1:2,3 sobre lo que hizo Jesús con sus apóstoles escogidos – “después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”, a más de prometerles el bautismo y poder del Espíritu Santo en pocos días. b. Y la más grande evidencia es la transformación de vida y predicación vigorosa de los discípulos. Sólo un Cristo resucitado pudo transformarlos, de ser un grupo de personas temerosas y acobardadas que huyeron del lugar de la crucifixión, a ser los valientes testigos de Cristo y proclamadores de su resurrección. Los judíos esperaban a su Mesías como un líder político con la unción de Dios que los vendría a liberar de la esclavitud romana y devolverles la vieja gloria del reino de David. Jamás aceptarían seguir a un líder muerto en una cruz que, como dijo Pablo, era “locura para los gentiles” y “piedra de tropiezo para los judíos”. Y menos aun esconder su cuerpo, inventar una mentira de su resurrección y hacer de esa mentira la razón de su adoración y la consagración de sus vidas a servirle aun hasta el sacrificio y el martirio. Sólo un Cristo vivo pudo transformar al cobarde Pedro que le negó, al dudoso Tomás que no creía, y a Pablo que le perseguía con saña. Y en estos casi dos mil años, millones de cristianos han creído y seguimos creyendo en un Cristo vivo, dándole nuestras vidas, dispuestos aun hasta morir por él como nuestro único Señor y Salvador. ¡Aleluya! B. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO SIGNIFICA TRES COSAS PARA SUS DISCÍPULOS: 1. Asegura nuestra justificación. (Rom.4:23-25) LEER: 4:7,8 – la felicidad del perdón. 4:20-24 - la fe en Dios que cumple sus promesas es la fe que nos justifica; “creemos en el que levantó de los muertos a Jesús”. 4:25 – Jesús, entregado y muerto por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. Vea Rom.5:1 – justificados por la fe tenemos paz con Dios.
2. Nos confiere el poder que le resucitó. Al identificarnos con él en su muerte y resurrección
por medio de la fe, opera en nosotros una vida nueva. Rom.5:10 – Somos reconciliados por su muerte, pues su muerte satisfizo la justicia de Dios, pagando nuestra culpa y condenación; pero somos salvos por su vida, el Cristo resucitado nos salva con su vida en nosotros, dándonos una vida nueva y eterna. ¿Creíste y aceptaste que Cristo murió por ti? Ahora, ¿aceptas que El vive y vive su vida en ti? Rom.6:11-14 - Col.2:12 y 3:1-4, 5-17
3. Confirma nuestro futuro. La resurrección corporal de Jesús confirma la realidad de la vida
plena que gozaremos en las moradas eternas que El está preparando para nosotros - Jn.14:3. 1Cor.15:20-23 – Cristo, las primicias; nosotros, la gran cosecha y fruto que le seguirá. 15:35-44 – Cómo será nuestro cuerpo de resurrección. 15:50-58 – Tenemos la victoria POR Jesucristo; estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, no es en vano.
Y así como cumplió los anuncios de su resurrección al tercer día con su cuerpo glorificado, se cumplirán todas sus afirmaciones sobre nuestra vida eterna con El.
La resurrección de Cristo en el pasado, y nuestra resurrección a una vida nueva en el presente
y el futuro, son motivo de la más certera esperanza y de la celebración más grandiosa. ¡ALELUYA!