Teoría Política I Profesor: Joaquín Ortega Osmel Osuna V-26740387 Versión libre sobre la clase magistral: En alguna parte de Historia Constitucional de Venezuela, obra escrita por Gil Fortoul y dedicada a Cipriano Castro, a quien se le da el título de Restaurador de Venezuela, se menciona que a finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en el país existía un debate sobre si la sociedad venezolana era una sociedad fallida o no, debido al gran desinterés de los ciudadanos en el destino de la Republica y a su dejadez hacia la actividad política. Igualmente, en Una Nación Llamada Venezuela, Carrera Damas hace referencia al mismo fenómeno, a la duda que aún existía hacia finales del siglo XIX sobre la viabilidad de la sociedad venezolana, incluso hace mención a Alberto Adriani, quien concluyo que la mala calidad de los ciudadanos venezolanos se debía a su contenido de sangre negra. Al leer algunos extractos de las obras mencionadas, pareciera que los venezolanos a lo largo de casi dos siglos no han cambiado demasiado, parecen ser las mismas personas, pero en tiempos distintos y con medios tecnológicos más avanzados, pero al fin y al cabo, la misma sociedad, con los mismos vicios. Pese a esto, pareciera existir una crisis de identidad en los venezolanos, quienes al preguntarles que los hace venezolanos, hacen referencia a platos de comida, deportes o concursos de belleza, sin detenerse a pensar en valores o símbolos más significativos. Una sociedad cargada de mitos generados por la historia patria o historia oficial, que aun siendo narrada de forma heroica no termina de convencer. Pero aun así, en el mismo periodo de tiempo y en el mismo territorio se ha desarrollado un sistema político que a lo largo de la historia ha sufrido distintas perturbaciones, llegando incluso a ser inestable y a variar en la forma en que se organiza. Cada vez que un gobernante nuevo o una forma de gobernar se imponen en el país, cambia la forma en que se concibe al Estado, las instituciones e incluso la forma de hacer política. Pareciera que quienes entienden la forma de ser de los venezolanos son los que tienen mayor éxito, como sería el caso de los adecos luego de 1958 o del chavismo desde la década de los noventa hasta el presente. También es notoria la permanente falta de consenso entre las elites en cuanto a las normas del juego, están lejos de tener una competencia agonal, toda la competencia es existencial, se busca eliminar al otro y cada cierto tiempo se cumple un ciclo, toda nueva constitución tiene fecha de caducidad, indefinida, pero se hace efectiva cuando los adversarios logran hacerse con el poder. Dicha inestabilidad y falta de consenso impiden un verdadero desarrollo institucional, ni siquiera el nombre oficial del país genera consenso, en menos de 100 años Venezuela paso de llamarse Estados Unidos de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela. La moda ideológica que logra imponerse llega con una idea de “es todo o nada”. El sistema democrático estuvo amenazado desde un principio, los principales partidos políticos del momento se vieron en la necesidad de firmar un pacto que los obligara a defender la democracia que tanto costo conseguir, sobrevivió a conspiraciones, a guerrillas, pero al final su principal amenaza fue ella misma, pues permitió que a través de sus mecanismos la desmontaran poco a poco, la crisis actual en parte se debe a la debilidad de las instituciones democráticas que se amoldaron a los deseos de una mayoría electoral en detrimento del ordenamiento dictado por la constitución. Sorprende que en apenas 40 años dicho sistema cayó sin mayor resistencia. Que los venezolanos sean en su mayoría informados pero sin una comprensión profunda de las cosas, les ha costado caro, pues la falta de información los ha llevado a tomar malas decisiones y a repetir patrones sin notarlo. En cuanto a la doble moral del venezolano, en los últimos tiempos parece que la idea del buen líder o el tipo ideal de líder político, debe ser un hombre heterosexual, de familia, católico, deportista, sencillo y muy amistoso, o al menos ese es el tipo de líder que desde algunos partidos políticos opositores proyectan, esta clase de líder moralmente correcto o con ciertas características conservadoras parece tener éxito en algunos sectores de la sociedad, sectores medios y altos, pero no necesariamente en sectores denominados “populares” ¿Este tipo de líder es el verdadero reflejo de la sociedad venezolana? Pues parece que no, pero al cuestionar a las personas sobre las características que debe tener un líder, describen lo ya mencionado, algo que no necesariamente son o los representa ¿Por qué? Habría que estudiarlo. Todo lo mencionado anteriormente es estudiado por -y a su vez es parte- de la cultura política, la cual estudia creencias, valores, mitos, leyendas, siendo un campo multidisciplinario, lo que le da muchas ventajas en su estudio. En la clase magistral del pasado jueves se dijo que la cultura política es más rica que la ideología política pues observa la idiosincrasia, esa que puede ser un punto de partida para entender las complejidades políticas de determinado lugar. La ideología política suele estar parcializada, en distintas ocasiones se dice que “son los lentes con los que se observa al mundo” y pues por eso mismo no aporta una visión muy amplia sobre los fenómenos políticos. La cultura política al ser descriptiva, adaptativa e interdisciplinaria, permite tener una visión mucho más amplia. Logra entender los localismos. ¿Los venezolanos lograran cambiar su forma de ser para poder aplicar un sistema democrático viable? O ¿Tendrán que construir dicho sistema con sus particularidades para así hacerlo viable? ¿Qué cosa debe acoplarse a qué? Las respuestas para algunos parecen obvias, pues partirían del debate de que fue primero ¿la sociedad o el Estado? Pero aun así sería interesante abrir el debate.