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El alma buena
de Se-Chuan
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Wang, aguatero
Los tres dioses
Shen-Te/Shui-Ta
Yang Sun, aviador sin trabajo
Señora Yang, su madre
La viuda Shin
Una familia de ocho personas:
El hombre
La mujer
El sobrino
El hermano
La cuñada
La sobrina
El abuelo
El niño
El carpintero Lin-To
La propietaria Mi-Tzu
El policía
El vendedor de alfombras y su mujer
Prostituta joven
Prostituta vieja
El barbero Shu-Fu
El bonzo
El desocupado
El mozo de café
Los transeúntes del prólogo
4
La acción transcurre en la ciudad medio europeizada Se-Chuan.
PRÓLOGO
I
UNA PEQUEÑA CIGARRERÍA
EL HOMBRE:
Cuando vi que los buenos eran despreciados,
Emprendí la marcha por la senda equivocada.
Pero ella nos conduce de caída en caída.
¿Qué hacer? ¿Quién nos indicará el camino?
Entonces digo: ¡No sigas más!
¿Ves aquel humo gris
Remontarse hacia cielos cada vez más helados?
¡Ése es tu sino!
LA SOBRINA:
Los viejos:—según dicen— no abrigan ya esperanzas,
El tiempo que mitiga, ese tiempo les falta.
Mas todas las puertas de par en par están abiertas
Para la juventud, abiertas —según dicen—
hacia el vacío.
Yo también digo: ¡No sigas más!
¿Ves aquel humo gris
Remontarse hacia cielos cada vez más helados?
¡Ése es tu sino!
El frágil barquichuelo
Se hundirá en el océano.
¡Tantos náufragos ávidos
Se aferran a sus bordes!
II
LA CIGARERRÍA
INTERMEDIO
En nuestro país
Quien quiera demostrar que es un ser útil
Necesita suerte
Y grandes influencias.
Pero los buenos
A nadie tienen y los dioses son impotentes.
¿Por qué los dioses no tienen acorazados, tanques,
Cañones, submarinos, fortalezas volantes,
Para hundir a los malos y salvar a los buenos?
Ellos y nosotros nos quejaríamos menos.
Los buenos
Poco tiempo pueden ser buenos en nuestro país.
Cuando la fuente queda vacía riñen los comensales.
Los mandamientos de los dioses Nada pueden contra la carestía.
¿Por qué los dioses no van a los mercados
Y distribuyen alimentos a manos llenas?
Con el vino y el pan reconfortados
Por fin seríamos buenos y fraternales.
Se coloca la máscara de Shui-Ta y canta imitando su voz.
INTERMEDIO
INTERMEDIO
Se alejan, fatigados.
VIII
LA FÁBRICA DE TABACO DE SHUI-TA
A una seña del Primer dios se abre el techo. Una nube rosada
desciende y después de unos instantes vuelve a ascender llevando
lentamente a los dioses al cielo.
SHEN-TE: ¡Socorro!
LOS DIOSES:
Cumplida ya nuestra tarea
Debemos regresar al más allá.
¡Loada sea, loada sea
El alma buena de Se-Chuan!
EPÍLOGO
EL ACTOR:
Querido público, no os enfadéis,
El desenlace nada vale, ya lo sé.
Soñábamos con un cuento dorado
Y una fábula amarga sólo fue.
Temerosos frente al telón caído
Vemos en vuestros labios mil preguntas.
Nuestra suerte está ahora en vuestras manos.
Sólo quisimos gustar y divertir.
¿Por qué calláis entonces? ¿Vuestra frialdad
Marca nuestro fracaso? ¿Es el temor
Lo que nos paraliza? Podría ser.
¿Cuál es la solución? No hemos podido
Encontrarla, ni pagando con oro.
¿Hacen falta otros hombres? ¿Hace falta
Otro mundo? ¿Hacen falta otros dioses?
¿O acaso ninguno? ¡Henos aquí,
Angustiados hasta el fondo del alma!
A fin de poner término a estas dudas
Buscad vosotros mismos algún medio
Para que un alma buena pueda hallar
La solución feliz que exige su bondad.
Amado público, busca tú un buen final,
Tiene que existir alguno, tiene que existir,
¡Tiene que existir!
FIN
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