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Cuando hablamos de Inclusión implica generar cambios sistemáticos enfocados a

construir un “Sistema Educacional Inclusivo”, por tanto, se intenta reducir los


mecanismos que promueven la discriminación, exclusión o cualquier tipo de barrera en
el acceso, participación, desarrollo y aprendizaje de cualquier persona y así favorecer el
reconocimiento y la valoración de las diferencias, de conocimientos, experiencias y de
culturas, así mismo la flexibilización y contextualización de las estrategias de enseñanza
y aprendizaje, la expresión y resolución de conflictos, entre otros.

De ahí que lograr una educación genuinamente inclusiva, implica generar un profundo
proceso de cambio, que involucra transformaciones en las polit́ icas, en la cultura y en las
prácticas de los distintos actores de la institución escolar y del sistema educacional en su
conjunto, para dar respuestas educativas pertinentes que tengan en consideración la
diversidad del estudiantado.

El enfoque de educación inclusiva en el aula , no es un modelo teórico a actual, sino una


adecuación de lo que surge en Europa, como respuesta a las diversas y múltiples tipos de
discriminación y maltratos que eran objeto numerosos ciudadanos, entre ellos, las
personas en situación de discapacidad. Es así como se fundamenta y se asume la
Educación Inclusiva desde una perspectiva de discapacidad, lo cual contribuye en
términos epistémicos a confundir y disociar el objetivo planteado en teoría que es que la
educación sea capaz de contribuir y oficializar las propuestas formativas más centradas
en las reales necesidades, intereses y motivaciones de la heterogeneidad presente en todos
nuestros estudiantes.

Actualmente, en los establecimientos educacionales tenemos Programas de Integración


Escolar cuyo objetivo principal es entregar apoyos a los estudiantes que presentan
Necesidades Educativas Especiales (NEE), ya sea transitorias o permanentes, con el fin
de equiparar oportunidades para su participación y progreso en los aprendizajes del
curriculum nacional, y a través de ello contribuir al mejoramiento de la enseñanza para
la diversidad de todo el estudiantado y la diversificación del aprendizaje la cual no se
implementa en todos los establecimientos Decreto 83.

Por consiguiente, aun es una gran desafío la categorización y esztigmatizaion a través


de un diagnostico, ya que muchas veces éstos se filtran y los estudiantes son
denominados por su condición y no por su nombre, lo cual es discriminación totalmente
opuesto al paradigma que se propone.

ólo debe concentrarse en la elaboración de herramientas técnicas que


le permitan eliminar las barreras de acceso y participación de ciertos
estudiantes a la educación sino analizar críticamente los propios
sistemas de inclusión/exclusión y las representaciones y supuestos
culturales adscritos a los diferentes marcadores de la subjetividad
como por ejemplo, condición socioeconómica, formas de aprendizaje,
nacionalidad, etnia, género, entre otros, que pueden repercutir en
acciones de discriminación y opresión social. Del mismo modo,
requiere que la formación en inclusión educativa considere los
aportes de otras disciplinas y no sólo de la educación especial. La
diversidad existente en cuanto a participantes del proceso educativo
implica considerar el aprendizaje y la enseñanza desde distintas
miradas que abordan ámbitos sociales y culturales más amplios y que
requieren de una formación interdisciplinar.

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