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10 cosas que nadie te dice antes de empezar a

vivir con tu pareja


Están dando el gran paso y no queremos aguarte la fiesta, pero si queremos
que la tengas clara. ¿Lista?

Después de mucha reflexión o después de un amor intempestivo y


apasionado han decidido que van a juntar caminos y se van a vivir
juntos. Pura ilusión y más emoción.

Solo para que no digan que nadie les advirtió, aquí dejamos una lista de
cosas que suelen pasar cuando se conforma un nido de amor y para las
que tal vez nadie nos prepara.

1- La clave está en empezar de cero

Una de las cosas más importantes es que puedan armar espacios y


recuerdos nuevos para los dos. Si deciden que se mudarán a la casa que
ya le pertenece a alguno es probable que el proceso de adaptación sea
más complicado pues uno se sentirá invadiendo y el otro (así nunca lo
acepte) se sentirá un poco invadido. Para evitar comentarios del tipo
“yo aquí estoy acostumbrado/a a hacerlo así”, es mejor buscar un
espacio neutral.

2- Las finanzas son de cuidado

Mientras cada quien tiene su casa el dinero en pareja suele ser una
cuestión de ocio y esparcimiento: comidas, viajes, invitaciones… nada
de qué preocuparse. Ahora que viven juntos, las finanzas y el dinero se
pueden llegar a convertir en un tema delicado. ¿Quién paga qué y cómo
repartimos los gastos? Lo único que les podemos decir es que
independientemente de su situación económica o de las posibilidades
de cada uno, lo realmente importante es asegurarse de que ambos
estén cómodos y conformes con el acuerdo al que lleguen.

3- Dime qué comes y te diré cuánto me afecta

Una simple ida al supermercado puede terminar en pelea o al menos en


disgusto silencioso: “¿Quién diablos considera que 3 paquetes de
salchichas grasosas, chips y salsa cheddar más falsa que la Barbie son
todo lo que se necesita para sobrevivir?” Cuando vemos a nuestra
pareja introduciendo en el carrito cosas que jamás se nos pasarían por
la cabeza, podemos seriamente llegar a replantear el origen de nuestra
relación.

3- El baño pasa de ser tu templo de paz a un campo de batalla

Bueno, esto tal vez si te lo habían dicho, pero nunca sobra recordártelo. A
menos de que tengan la suerte de contar con baños separados
prepárate para que la rutina de acicalamiento diaria sea fuente de
discordia. La afeitada, el maquillaje, el tiempo que cada uno le dedica a
su ducha diaria y una infinidad de pequeños detalles que nunca
consideraste posibles empiezan a emerger como potenciales peleas.
Y si tienes que reducir el tiempo en el baño, conoces estas 10 cosas que
puedes hacer en la noche para verte más linda en la mañana.

4- Entenderás el verdadero significado de “durmiendo con el enemigo”

Nada que hacer. Hasta las parejas más sanas tienen desacuerdos y
momentos en que queremos matar al otro. Lastimosamente, los días de
“me voy a mi casa y hablamos en un par de días” ya no existen y toca
resoplar y patalear sabiendo que no hay escapatoria posible. A afrontar
los problemas como adultos que esta noche también dormimos juntos.

5- Si antes no tenías espacio para tu ropa, ahora ni lo sueñes

Ceder y compartir: las dos palabras que definen la convivencia también


aplican para tu preciado clóset. Lo sentimos mucho, pero así es.

6- A veces querrás huir y mandar todo al diablo

Si después de un largo día de trabajo el hogar te recibe con platos sucios


hasta más no poder, una toalla aún mojada encima de la cama y un
hombre que te dice “no hay nada de comer”, lo más probable es que
quieras volver a cerrar la puerta y nunca más volver. Paciencia, de eso
también se trata el convivir.

7- Dormir sola se vuelve un pequeño lujo

Nada tiene que ver con el amor, el cariño o la delicia de dormir abrazados,
pero a veces dormir sola es será un bien muy preciado y bastante
escaso. Una noche de toda la cama para nosotras y de ningún ronquido,
movimientos ajenos o paradas al baño puede ser una mini versión de
las vacaciones.

8- Sí. Tú también tienes muchas mañas y manías insoportables

Adiós a creer que somos perfectas y todo lo hacemos bien. Así como tú no
soportarás que él deje su ropa tirada en el baño, él también te hará
notar una cantidad de cosas que para ti eran muy normales pero
pueden sacar a otra persona de quicio. Such is life…

9- Entenderás de verdad su relación con su familia

Y no siempre te encantará. Puedes descubrir que es más dependiente de


sus padres de lo que creías y te empezarás a involucrar más en sus
problemas familiares lo cual puede resultar muy complicado. Así
mismo, el también verá a tu familia con otro lente, tal vez ese que
siempre quisimos ocultar. Prudencia y comunicación.

10- Verás que no eres tan egoista como siempre pensaste

Tal vez una de las cosas más bonitas de vivir con alguien es darse cuenta de
que también podemos desprendernos del ego y comprobar que a veces
no nos cuesta nada pensar en otra persona primero que en nostros
mismos. Dar sin esperar nada a cambio, sentir absoluta felicidad por la
felicidad del otro y aprender a ser feliz con los pequeños pero muy
grandes detalles de la vida construida en dos, hacen que todo valga la
pena.

Y como sabemos que esto te interesó, no querrás perderte Los hábitos


sexuales de las parejas felices ni mucho menos las señales de que estás
en una relación infeliz.

A veces hay sexo


"Entre el estés, el cansancio, los hijos y hasta el error a la hora de escoger
al compañero de vida, el sexo se termina yendo al carajo."

La gente de nuestra edad no está teniendo sexo. Y no hablo solo de los


casados, aunque también de ellos. Del matrimonio dicen maravillas: la
magia de las rutinas, la felicidad de los hijos, la emoción de comprar
casa juntos. De lo que no hablan es de la disminución del sexo.
Estudios hablan de un promedio de cuatro encuentros sexuales a la
semana en parejas estables, número que baja a menos de uno con el
paso del tiempo.

Pero no se necesita recurrir a la ciencia. Hable con cualquier amigo casado


y pregúntele por la vida sexual con su pareja. Entre el estrés, el
cansancio, la monotonía, los hijos y hasta el error a la hora de escoger
al compañero de vida, el sexo se termina yendo al carajo.

Yo no tuve necesidad de preguntar, una amiga me botó el dato en la cara a


la mitad de un almuerzo. “Mi esposo no me come”, dijo como quien
habla del clima o de un problema menor en el trabajo. Fue lanzar la
primera frase y abrir el grifo: que pasan meses sin tirar, que los papás
tienen más sexo que ellos, que ella lo busca y él la evita, que optó por
hacerse la pendeja pero un día no pudo más y le dijo que empezaban a
acostarse con frecuencia o el matrimonio se acababa. Hoy tienen sexo
dos veces por semana pero, por lo que alcancé a entender, lo hacen
más por cumplir con la cuota que porque les nazca comerse.

Como me había compartido el secreto en busca de un consejo, lo primero


que le aclaré es que la falta de sexo no tenía nada que ver con que ella
fuera o no bonita. Cerca de los cuarenta el deseo sexual se nos baja y
pueden ponernos a Paulina Vega, por nombrar una mujer deseada por
todo el mundo, que igual nos lo pensaríamos más de una vez. A esta
edad muchas veces preferimos ver la belleza de una mujer y pasar a
otra cosa. Y si a eso le suman que después de años de estar juntos el
espacio para la novedad es poco, y que son pocas las parejas que se
ponen la tarea de no dejar morir las ganas, razones sobran para la
abstinencia.

La cabeza de un hombre de 38 años, edad del esposo de mi amiga, es


compleja cuando de sexo se trata, y cualquier cosa puede causar un
fallo. Mucho alcohol, mucho estrés, poca o mucha confianza, muy
bonita, muy fea, muy mojada, muy seca, muy pasiva, muy dominante.
Además, con pareja estable o en una nueva relación, el precio a pagar
por tener sexo puede ser muy alto y no siempre estamos dispuestos a
realizar tal inversión. A veces es complejo: la mujer a la que amamos
no nos inspira el suficiente sexo; a veces es sencillo: cuando invitamos
a alguien a la casa a ver películas es precisamente porque lo que
queremos es ver películas.

Yo me pinto al tipo de esta historia sufriendo dos de cada siete días de la


semana porque tiene que cumplir con sus deberes, como si tener sexo
con su mujer fuera un castigo y no un placer. Muchos hemos pasado
por ahí y hemos sido incapaces de confesar que tenemos a alguien que
quiere comernos pero que preferimos pasar. Yo tuve una novia con la
que al comienzo no podíamos parar de comernos pero que al final, de
tanto pelear, éramos capaces de reconocer la belleza del otro y aún así
no tocarnos ni un pelo. Terminamos descubriendo algo muy obvio,
pero que solo viviéndolo se puede entender: aunque una relación que
se precie de ser estable no se puede basar en el sexo, sin sexo está
condenada al fracaso. Si hay admiración, cariño, respeto y confianza,
pero no hay deseo, lo que se tiene es apenas una bonita amistad.

Ni idea cómo irá mi amiga, hace meses no hablo con ella. Solo sé que al
final del almuerzo me sentí en deuda porque sentí que nada de lo que le
dije le había traído paz. Para suavizar las cosas le comenté que mirara
el lado positivo, que si el esposo no se la comía entonces ella no tendría
que sacar la clásica excusa del dolor de cabeza. Como el chiste no le
causó gracia, me ofrecí a pagar la cuenta que antes habíamos acordado
pagar por mitades, lo que la ofendió más. Ojalá haya tenido sexo esa
noche.

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