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INTRUDUCCION

DOCTRINA DE LA SOBERANIA
DETERMINA QUE LA SOBERANIA SERIA ABSOLUTA E INDIVISIBLE AL IGUAL QUE EL
PODER CON ELLA DESIDE QUE ES EL PODER PUBLICO Y DESIDEN LA CONTIENDA
DEFINE QUE ES EL ORDEN Y ES L SEGURIDD PUBLICA Y QUE SE HA VIOLADO,
TAMBIEN EXALTA AL SOBERANO POR QUE EL TIENE LA CAPACIDAD DE DESIDIR POR
TANTO TODO JURIDICO DESCANSA EN UNA DECISIÓN.

En tiempos de Clausewitz, incluso los teóricos más radicales distinguían entre guerra y paz. La guerra
era un estado de excepción que se diferenciaba claramente de la paz.
Con el advenimiento de la guerra del partisano en el siglo XX fue posible que se diluyera la barrera
que tan claramente delimitaba los dos dominios y que germinara, tristemente, una enemistad absoluta.
Se caracteriza esta enemistad absoluta y no meramente política porque no conoce acotación alguna
ni se ciñe a las normas que, de manera tácita o explícita, han regido los asuntos bélicos desde la guerra
de Troya, al menos. Además, se propone la lucha partisana o de guerrillas como una legítima defensa
que «justifica todos los medios». Tal, más o menos, es lo que nos viene a decir Carl Schmitt en su
Teoría del partisano.
Traigo a colación estas reflexiones del gran jurista alemán porque quizás en ningún dominio se deja
ver con tanta claridad el daño que la guerra de guerrillas le ha hecho al país como en el de, en otro
tiempo, la clara distinción entre guerra y paz. El haber la guerrilla mezclado «todas las formas de
lucha» para vencer en la guerra ha hecho que sus contrincantes emplearan todos los medios a su
alcance para procurar la paz.
Ahora, cuando la guerrilla de las Farc ha tomado la decisión de cesar las hostilidades y ponerle fin a
su lucha armada, resulta casi lógico –tras años de que calara el discurso y el proceder de la lucha
partisana en el país– que sus acérrimos adversarios se plieguen a todas las formas de defensa y ataque
para evitar que esta banda de guerrilleros logre firmar la paz, pues es –según sus contrincantes– la
manera que tiene esta facción para ganar la guerra: cooptando el establecimiento desde dentro para
escorarlo hacia los feudos, los procedimientos, las políticas y los modelos de la izquierda
latinoamericana.
No es cuestión de echar la culpa a unos u otros, sino de intentar comprender por qué los enemigos de
la paz quieren continuar la guerra. Ese es, a mi juicio, el mayor lastre que nos ha dejado más de media
centuria enfrascados en una guerra de guerrillas: la imposibilidad de distinguir con claridad la paz de
la guerra, el exacerbar la enemistad política a enemistad absoluta y el creer con firmeza que lograr la
paz es, de alguna manera, continuar la guerra.
Un partisano es un guerrillero que se opone a un ejército de ocupación.
Un partisano es un hombre que ama la libertad.
Un partisano es libertad.

La Teoría del partisano de Carl Schmitt


constituye uno de los análisis más lúcidos de esta sugerente figura, la cual irrumpe en la historia con
la guerrilla española que puso en jaque al ejército regular de Napoleón. «Gracias a este choque se
abrieron nuevos espacios de guerra, se desarrollaron nuevas nociones de beligerancia y surgió una
nueva teoría de la guerra y la política». Partiendo de esa chispa inicial, Schmitt reconstruye la
evolución del partisano: de las teorías de Clausewitz al revolucionario de profesión, de Lenin a la
«nación en armas» de Mao, hasta llegar al terrorismo en la Argelia francesa. Uniendo el rigor del
jurista con la penetración del filósofo, Schmitt precisa los caracteres distintivos del combatiente
irregular, esto es, de aquel que se sitúa al margen de la «enemistad convencional», con sus guerras
domesticadas y circunscritas, para entrar en el ámbito de la «enemistad verdadera». El partisano cobra
así, a sus ojos, el rango de un protagonista clave de la historia universal en el contexto del nuevo
«nomos de la tierra», para acabar convirtiéndose, con la absolutización del partido y la
criminalización del adversario de guerra, en portador de una «enemistad absoluta».

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, y después de pasar por Núremberg, Carl Schmitt fue
forzado a dejar la universidad. Desde entonces, su docencia quedaría fijada en libros y conferencias.
Entre los países que le recibieron con especial mimo y atención, podríamos incluso utilizar la palabra
veneración, fue España. A nuestro país vino en diversas ocasiones y sus libros eran rápidamente
traducidos al castellano. Normal, su discurso político encajaba muy bien con el régimen franquista.

Teoría del partisano Teoría del partisano. Acotación al concepto político (2013), tiene su origen en la
conferencia que en 1962 Schmitt pronunció en la Universidad de Zaragoza en el Tercer curso sobre
defensa nacional, una actividad organizada por la cátedra “General Palafox”, y que fue bautizada
como “Teorías modernas sobre el partisano”.
En esta obra, destacan tanto la brevedad, apenas 115 páginas, como la contundencia y claridad del
discurso de Schmitt. Puede uno estar o no de acuerdo, pero nadie le puede arrebatar a este alemán
que formó parte del Partido Nacionalsocialista, la fuerza y precisión de su discurso. Decir, también,
que por su obra fue amenazado por las SS, algo que le costaría no formar parte de la primera línea
pública.

En Teoría del partisano, Schmitt toma como punto de partida el contexto histórico y político en el
que los Estados permanecían en sus relaciones mutuas en el estado de naturaleza hobbesiano. Esto se
traduce, en que mientras una paz relativa gobernaba la política interna de un país, la política exterior
estaba marcada por la guerra. Los conflictos bélicos entre distintos Estados, Schmitt los define como
“un duelo de caballeros”, en los que se distinguía entre civiles y militares, entre combatientes y
criminales, y lo que es más importante, entre guerra y paz, esto último, implica la posibilidad de que
entre los distintos Estados se alcancen “verdaderos tratados de paz”.

Con la quiebra del nomos antiguo continental, el fin del estado de cosas que acabamos de describir,
nace la figura que será el objeto de análisis en esta obra de Schmittt, nos estamos refiriendo al
partisano, que será descrito de la manera que sigue:

El combatiente que criminaliza a su adversario y se propone exterminarlo por todos los medios. Es el
combatiente irregular que se confunde con la población civil y ataca por sorpresa a las tropas regulares
en la retaguardia. No porta sus armas a la vista, no se identifica como combatiente, y su lucha
imprevisible no renuncia a nada que pueda dañar al enemigo”

Para Carl Schmitt, la figura del partisano se inicia en España, en la Guerra de la Independencia que
la invasión napoleónica desencadenó. Partisanos, que además de cumplir con las características antes
dadas, añadieron la nota final a la definición: el nacionalismo, ya que ellos nace como una forma de
resistencia contra el invasor extranjero en la población.

Nacida en España, por casualidad histórica o no, la figura del partisano toma a lo largo del XIX y el
XX una relevancia universal, porque sus métodos reaparecen en otros movimientos políticos. Schmitt,
en este sentido, señala a Lenin, “que destruyo sin miramientos todos los acontecimientos tradicionales
de la guerra”, a Stalin en su lucha contra el ejército alemán, a Mao Zedong, a la guerra dirigida en
Cuba por Fidel Castro y Che Guevara, y a la forma en la que el Vietcom plantó cara al poderoso
ejército americano.
Con el partisano, se pierde esa definición de guerra como un “duelo entre caballeros”:

El partisano moderno no espera ni gracia ni justicia del enemigo. Dio la espalda a la enemistad
convencional con sus guerras domesticadas y acotadas, y se fue al ámbito de otra enemistad
verdadera, que se enreda en un círculo de terror y contraterror hasta la aniquilación total”

Ahí, en el último concepto, en esa “aniquilación total”, es en donde debemos poner nuestro ojo
intelectual. No se trata ya de guerras entre Estados, guerras reguladas en las que se distingue entre el
civil y el militar, entre el soldado y el criminal, entre la guerra y la paz. La guerra que el partisano
desemboca, se convierte en una guerra ilimitada en la que ningún acuerdo de paz será ni verdadero
ni duradero. El odio al enemigo, su crinminalización hasta eliminar el rango de persona, es absoluto,
tanto, que pasa de generación en generación como una oscura y temible herencia.

Más allá del uso político que pueda dar Schmitt a su análisis, uso político y biográfico, nos interesa
este ensayo por la actualidad que contiene, como ejemplo, basta ver el terrorismo internacional que
nos sacude, y, cómo no, la forma en la que ese terrorismo es combatido por los países que lo sufren,
ya que ambas partes han adoptado la forma de guerra del partisano, quedando en el medio de sus
disputas el ciudadano de a pie que se convierte en una víctima necesaria y justificada. Aquí, en la
conceptualización de un fenómeno que padecemos, está el valor de esta obra, pero también, en el
interés que late en cada página por buscar una acotación jurídica que regule y prevenga los daños. En
definitiva, estamos ante un ensayo que abre toda una caja de Pandora al ponernos ante una la fea
realidad que nos sacude.

Teoría del partisano. Acotación al concepto de lo político. Carl Schmitt, Trotta, 2013. Prólogo de José
Luis López de Lizaga y Epílogo de Franco Volpi.

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