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En la sucesión de los días y los hechos muchas fechas se han destinado a la conmemoración de

una institución, de una persona o de una costumbre hecha símbolo de quienes la encomian,
pero la celebración que se hace para exaltar la figura del maestro tiene un especial significado,
no sólo desde el punto de vista afectivo, sino del natural, porque ella es un emblema para todo
los hombres.

Es difícil concebir una persona que no hubiese tenido un preceptor, no importa qué tanto
aprendió, pues preceptores son los que al nacer nos reciben en sus brazos, los que nos arrullan
en la cuna, los que nos conducen en los primeros pasos y los que nos enseñan los primeros
sonidos condicionados para una tarea de aprendizaje que se inicia en el hogar, continúa en el
colegio y termina cuando nos enseñan los métodos para el cuidado de la senilidad.

Todas estas etapas tienen un preceptor del que nadie se acuerda, ni siquiera para retribuir en
parte lo que este contribuyó a la evolución de cada una de las etapas por las cuales camina el
hombre en la época de ahora y en la de todos los tiempos.

En la vida de relación de los hombres, muchos vínculos se adquieren por razones diversas.
Entre el padre y el hijo, entre el que presta una ayuda y el que la recibe, entre el adoptivo y el
adoptante, y en la sucesión de estas relaciones se va creando una unión que da origen al
reconocimiento que es el más noble de los atributos de ser humano.

Pero no hay nada que obligue más, después del deber del hijo al padre, que la gratitud hacia el
maestro. Porque este recibe una designación de quien tiene una autoridad para hacerla, y
desde el primer momento se establece un vínculo imperceptible que con los años va creciendo
y conformado una cohesión que termina con un sentimiento de maestro a discípulo, aun
cuando ambos hayan sido inconscientes del fenómeno.

Maestro, por extensión del vocablo, denominan a quienes por convenciones deben ocupar un
puesto en el escalafón, esto porque el término es ambiguo e informe la acepción asignada. Pero
la institución del magisterio es insustituible y mediante ella, se alcanza, agotados los trámites
académicos, un título que no caducará jamás así se le diga profesor, maestro, dómine,
preceptor o institutor.

Se adquiere el título mediante el paso por las aulas universitarias y la práctica de la docencia,
que está reservada a pocas personas por cuanto no se puede ser verdadero maestro sin los dos
requisitos de vocación y erudición. La vocación es el llamado del ama, y la erudición, porque el
complemento de la naturaleza humana es conocer y por el conocimiento se completa la
suprema aspiración del hombre. Cumplidos estos requisitos, se conforma la misión del
maestro.
En esta fecha, pues, rendimos tributo de admiración a quienes hacen patria desde las aulas
escolares.
Esta es una de las fechas más significativas del calendario cívico escolar, pues se rinde un
merecido homenaje al maestro, al verdadero forjador de las juventudes que en el futuro
dirigirán los destinos de un país. Se escogió la fecha de el 6 de julio como el Día del Maestro
debido a que el Libertador, José de San Martín fundó la primera Escuela Normal de Varones
el 6 de julio de 1822.
Este reconocimiento otorgado a aquellas personas que realizan tan digna labor, quienes
llevan el conocimiento de generación en generación instruyendo a la población e inculcando
valores.
Pero ya desde los tiempos del Tahuantinsuyo, época en la que ya se rendía homenaje a
los sabios o amautas incas, los maestros de aquella época, que eran respetados y
venerados por la labor que cumplían.

Esta percepción no ha cambiado mucho en nuestros días, pues los maestros siguen siendo
el ejemplo permanente de sacrificada y noble entrega en bien de la educación de la
juventud. Y aunque en muchas ocasiones la función que cumplen es prácticamente
anónima, no deja de ser sumamente valiosa, ya que tiene la importante misión de sembrar
la semilla del conocimiento entre sus discípulos.

En nuestro país, el maestro vive diferentes realidades según en donde cumple su labor, a
lo largo y ancho de nuestra extensa y variada geografía.

No obstante, aún cuando deba afrontar las más duras condiciones de tiempo, clima o
región, el maestro se entrega completamente a su labor educadora, pues es consciente de
que de él depende consolidar el cimiento sobre el que habrán de sostener los futuros
ciudadanos de nuestra patria, aquellos hombres de bien que engrandecerán el Perú a
través del estudio y del trabajo.
¿Existen diferencias entre profesores y maestros?
Profesores pueden ser muchos pero maestros llegan a ser unos pocos. La curiosidad es
clave para ampliar horizontes. Al revisar el Diccionario de la Lengua Española, notamos
que el significado de la palabra "profesor" es bastante escueto: "Persona que ejerce o
enseña una ciencia o arte". La palabra maestro, más bien, es pródiga en cualidades
semánticas: "Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su
clase", "Título que en algunas órdenes regulares se da a los religiosos encargados de
enseñar, y que otras veces sirve para condecorar a los beneméritos", además de englobar
también el concepto de profesor.
Y es que la labor del maestro no es cosa sencilla. Debe moldear con imaginación, estricto
cumplimiento de los objetivos académicos y mucha paciencia a quienes serán el futuro de
nuestro país, a quienes se encargarán de fortalecer una nación que se define por la
heterogeneidad de su población, por la convivencia de diferentes formas de pensar y de
actuar. De ahí que la tolerancia sea una de las virtudes más importantes a inculcar durante
el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La Historia reconoce como maestros destacados a una serie de personalidades como José
Carlos Mariátegui, José María Arguedas, José Antonio Encinas Franco, Germán Caro Ríos,
Carlos Cueto Fernandini, Horacio Cevallos, Emilio Barrantes o Augusto Salazar Bondy.
Pero más allá de los nombres, el verdadero reconocimiento va para aquellos maestros
quienes, tras un aparente anonimato, marcan una huella profunda en sus alumnos y son
ejemplo vivo de entrega y trabajo. Feliz día a todos los maestros del Perú.
Para el maestro, educar, más que una vocación es un proyecto, Feliz día a todos aquellos
que forjan el futuro del país.

Se ha establecido el 6 de julio de cada año como el Día del


Maestro, debido a que el general José de San Martín fundó
la primera Escuela Normal de Varones el 6 de julio de 1822.
Aunque la gloriosa historia del magisterio peruano, se remonta a la época del
sistema político incaico, cuando los amautas tenían a su cargo los yachaywasi,
los maestros peruanos contemporáneos han cumplido con la sacrificada labor
de formar la niñez y juventud de una sociedad, que desgraciadamente no ha
logrado alcanzar sus objetivos educativos. Sin embargo, la educación no es
solo la labor del magisterio nacional, sino que necesita de la praxis de una
política cultural destinada en primer término a descolonizar una persistente
educación de corte colonial.

Muchos han sido los insignes maestros que en su época debieron haber sido
designados ministros de educación para que cimentaran un proyecto educativo.
Es el caso, por ejemplo, de José Antonio Encinas que debido a su talento y
acción pedagógica, fue más hostilizado y desterrado por el odio oficial a la
inteligencia. Su insigne alumno en el Centro Escolar 881 de Puno, el escritor
Gamaliel Churata lo recuerda diciendo: “El alma de esta escuela, desde luego,
ha sido Encinas. Él supo despertar en sus alumnos la simpatía necesaria por el
trabajo fecundo, conduciéndolos más allá de los programas escolares con
evidente propósito de suscitar la manifestación de personalidades vivas.
Encinas era un joven más bien bajo que alto, de andar lento, frente ancha,
mirada penetrante y ruda y de mentón que denotaba su cualidad signo: la
voluntad. Está su máxima: ‘No hay no puedo en el diccionario’. Había logrado
que el serrano, de naturaleza introspectiva, denunciara con soltura constante su
aprehensión de la enseñanza. Así el profesor era llanamente interrumpido en el
curso de su disertación para absolver cualquier género de pregunta, pero con
mayor frecuencia de orden idiomático. Hoy no ocurre lo mismo”.
Los tiempos han cambiado, los retos son distintos pero en el fondo siguen
siendo los mismos y el magisterio peruano tiene nuevos compromisos históricos
ineludibles. Por ejemplo, plantear una política cultural descolonizante y, de
acuerdo a la nueva realidad nacional, latinoamericana y mundial, proponer un
proyecto educativo para el siglo XXI.
Este 6 de julio, es una de las fechas más significativas del calendario
cívico escolar, pues se rinde un merecido homenaje al maestro, al
verdadero forjador de las juventudes que en el futuro dirigirán los
destinos de un país. Se escogió la fecha del 6 de julio como el Día del
Maestro debido a que el Libertador, José de San Martín fundó la
primera Escuela Normal de Varones el 6 de julio de 1822.
Este reconocimiento otorgado a aquellas personas que realizan tan
digna labor, quienes llevan el conocimiento de generación en generación
instruyendo a la población e inculcando valores.
Pero ya desde los tiempos del Tahuantinsuyo, época en la que ya se
rendía homenaje a los sabios o amautas incas, los maestros de aquella
época, que eran respetados y venerados por la labor que cumplían.
Es por ello que se debe ver este día no como una simple fecha en el
Calendario Cívico Escolar, sino como una oportunidad de reconocer
a los profesores que tienen como misión trasmitir el conocimiento de
generación en generación, haciendo un apostolado de la docencia.
A pesar de que su labor es muchas veces subvalorada y no bien
remunerada, los profesores nunca abandonan a sus alumnos y superan
con creatividad y optimismo las limitaciones que encuentran para
llevar a cabo su tarea.
Por todo ello, se desea a todos los docentes del país un ¡Feliz Día del
Maestro!

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