Está en la página 1de 3

El desarrollo capitalista en los países “vacíos”

Se denomina así a aquellas áreas que se mantuvieron en los márgenes de la colonización, con poca
población y sin desarrollar estructuras socioeconómicas vigorosas, como las regiones euroafricanas
y euroindígenas. Se puede incluir en este grupo al Sur de Brasil, Uruguay, la zona pampeana de
Argentina, la Amazonia, Chile, Costa Rica. En esta zona, que comprende en general lo que se conoce
como el Cono Sur, tuvo gran importancia la inmigración europea desde mediados del siglo XIX. El
Sur brasileño, Uruguay, Chile y Argentina compartieron estructuras agropecuarias similares, lo que
no pasó con Costa Rica, pero en general estas zonas tienen en común que no atravesaron crisis
estructurales con el paso hacia un capitalismo dependiente con las reformas liberales o la
abolición de la esclavitud.

Costa Rica obtuvo su independencia en 1821, sin tener un producto de exportación firmemente
establecido, habiendo oscilado entre la producción cacaotera y tabacalera entre los siglos XVII y
XVIII. No habiendo heredado importantes instituciones coloniales, por haber sido una zona con poca
densidad demográfica hasta ese entonces (1,12 hab./Km2), se dedicó plenamente a la actividad
cafetalera. Esta actividad económica se realizó en base a capitales acumulados durante el período
colonial a partir de la minería de metales preciosos, la extracción de palo Brasil, el cacao y el tabaco.
La expansión cafetalera tropezó en sus inicios con el relativo aislamiento y el atraso que sufría esta
antigua provincia hispánica: no había una red de transporte que asegurase el comercio, ni mano de
obra capacitada en cantidad suficiente. Hacia 1830 se comenzó subsidiar el cultivo del café y a
facilitar el acceso a terrenos de cultivo, ya sea mediante arriendos accesibles o distribución gratuita.

Desde 1840 en adelante, le cultivo del café se extendió desde los alrededores de San José, la capital
hacia los valles fértiles del Este, siguiendo el ferrocarril hacia el Atlántico. No hubo en este período
inicial la necesidad de reformas liberales drásticas, ya que no había un status quo conservador que
reaccionase en contra. Lo que se dio fue una transformación gradual de los modos de producción y
comercio, en la estructura agraria y el aparato estatal en formación.

La expansión de la base territorial para la producción de café tuvo tres procesos: la apropiación de
tierras, la compraventa de terrenos, y la disolución de las formas de propiedad comunal de las pocas
comunidades indígenas existentes. Sin embargo, no se dio una gran concentración de tierras, dadas
las limitaciones de los propietarios mayoritarios en recursos técnicos y humanos; la producción
siguió fragmentada en pequeñas propiedades o fincas hasta bien entrado el siglo XX. La escasa mano
de obra se debía a la poca población (menos de seis hab./Km2 hacia 1900), otro factor determinante
era que muchos eran plenos propietarios de parcelas de tierra, lo que disminuía la oferta laboral;
por otro lado, esto significaba que los trabajadores obtenían jornales relativamente elevados con
respecto a otras regiones con la misma producción. El Estado tenía una política de no intervención
en cuanto al mercado laboral: patrón y empleado acordaban las condiciones de trabajo, mientras
durase el tiempo en que este último fuese contratado.

Si bien no había grandes propietarios concentrando la mayor parte de las tierras, el procesamiento
del café requería de maquinarias y una cantidad de mano de obra capacitada que el pequeño
productor no podía costear, debiendo volverse dependientes de los grandes productores, que
monopolizaban el comercio del café y el crédito y en última instancia, del mayor beneficio del
producto. Muchos trabajadores tenían u propia parcela de tierra, no obstante, no se dio una
situación en que este trabajador hiciese las veces de “siervo”, sino que era un trabajador asalariado.

La mano de obra cada vez más costosa, el alza del precio de la tierra, la creciente demanda externa
y la necesidad de optimizar los beneficios mediante la innovación tecnológica, hicieron surgir la
necesidad de contar con capital, que provino del crédito extranjero. A partir de 1840, casas
comerciales de Londres y Liverpool comenzaron a facilitar créditos pagaderos con futuras cosechas.

Se instalaron casas comerciales a tal fin en San José, donde los comerciantes locales más poderosos
y a la vez, beneficiarios del café, establecieron un sistema de endeudamiento usurario con los
pequeños productores. Este sistema contribuyó al establecimiento de una escala social donde había
una elite de cafetaleros exportadores. Es probable que muchos hayan perdido su finca por las
deudas, pero no hay registro de que haya sido a gran escala. En 1857, el gobierno de Juan Mora hizo
un convenio con el comerciante argentino Crisanto Medina para la creación de un Banco Nacional,
con emisión de moneda. Los cafetaleros comerciantes vieron amenazado el sistema de usura y
realizaron un golpe de estado que derrocó al presidente, que fue fusilado.

Los vínculos comerciales entre C. Rica y G. Bretaña se mantuvieron hasta la 1 Guerra Mundial. El
otro actor extranjero en el proceso de capitalismo fue EEUU, que participó en la creación del
Ferrocarril del Atlántico, estrechamente ligado al desarrollo cafetalero.

En Costa Rica se produjo la singularidad de que no hubo una concentración de la tierra, por parte
de la oligarquía local, sí una concentración del capital. En otros países hispanoamericanos y el Brasil,
se dio el caso de que también había escasez de tierras aptas para el café, pero mano de obra local
más abundante, pero con menor demanda. Esto generó en Costa Rica un control social y político
menos costoso y más equilibrado que en Guatemala o El Salvador, por ejemplo.

En Argentina, se presentaron crisis frecuentes, desde la revolución en 1810, hasta la década de


1880, donde se logró una estabilidad política que duró hasta la crisis de 1929.

Estos conflictos posteriores a 1810, no tenían relación con las reformas liberales como en otras
regiones hispanoamericanas, más bien con el crecimiento y desarrollo económico de la región que
comprende la actual provincia de Buenos Aires. El comercio y la actividad agropecuaria (primero la
ganadería y luego la agricultura) se expandieron rápidamente, sumado a la actividad del puerto de
Buenos Aires. Este crecimiento convirtió a la región en un centro de poder político y económico que
entró en conflicto con las provincias, que tenían un asentamiento más antiguo y cuyos sistemas y
vinculaciones eran muy diferentes de este nuevo polo de poder económico y político.

Fortunas mercantiles considerables se forjaron en la ciudad, desde 1778, cuando se creó el


Virreinato del Río de la Plata. La vinculación con el Alto Perú era vital para los porteños y se
interrumpió a partir de 1810, con el inicio de las guerras de independencia. Esto constituyó una
oportunidad para la actividad ganadera del Litoral y la Banda Oriental, que tenían economías
arruinadas. Desde el siglo XVII, la ganadería consistía en la caza de ganado cimarrón, que abundaba
naturalmente en las llanuras pampeanas. Se exportaba el cuero y el sebo, consumiéndose la carne
localmente. Desde mediados del siglo XVIII comienza a desarrollarse la estancia, unidad económica
más organizada que las vaquerías; en 1815 también comienza a exportarse por el puerto de BsAs el
tasajo, la carne salada, que se elaboraba en saladeros. Hasta 1852, la inversión pasó por el ganado,
estancias y saladeros, ya que la tierra tenía muy poco valor. Con la expansión de la frontera agraria,
al ser empujados los aborígenes cada vez más hacia el sur, se tuvo acceso a excelentes praderas
naturales, que fueron acaparadas por latifundistas y comerciantes extranjeros, gracias a un Estado
permanentemente endeudado, que las usaba para pagar deudas o recompensar acciones militares.

Las “leyes de enfiteusis” (1822-26) determinaron que las tierras dadas en garantía por el empréstito
Baring habían sido alquiladas, no vendidas, pero la campaña de Rosas contra los indígenas en 1833,
continuó la política de venta de tierras. El bloqueo francés (1839-39), las sequías y la competencia
del litoral y Brasil hicieron decaer la actividad de los saladeros porteños. Surgió como alternativa la
exportación de la lana, que a diferencia del tasajo se podía exportar a Europa. Se difundió la raza
merino, que se adaptó a la zona y además llegó una inmigración escocesa-inglesa-irlandesa, ante la
demanda de mano de obra especializada. Pronto la frontera agrícola necesitaba expandirse
nuevamente, lo que llevó a una nueva Campaña del Desierto (1879-1881), que con un sangriento
saldo empujó al indígena más allá de la frontera de Río Negro.

Comenzó entonces una nueva etapa de expansión agrícola ganadera, entre 18809 y 1914, que se
basó en la inmigración europea, la inversión (sobre todo ingles) y la extensión de la red ferroviaria
e infraestructura como puertos. La expansión cerealera se dio en Entre Ríos y Santa Fe, con la
instalación de colonias a partir de 1856-1890. Se implementó un sistema de arrendamiento y se
produjo una nueva fase de la producción al incorporarse el lino, además del trigo y el maíz.

Las provincias de Cuyo y Noroeste se dedicaban a la viticultura, artesanía y minería, incluso


retomando relaciones con las antiguas regiones del Alto Perú virreinal.

El azúcar, por ejemplo tuvo una política proteccionista.

Las oligarquías del interior y porteñas, invertían su excedente en industrias que tuviesen que ver
con la exportación de materias primas, como frigoríficos y curtiembres.

La política estatal durante este período era de laissez-faire, en beneficio de la oligarquía


terrateniente y el capital extranjero.

El agricultor arrendatario debía devolver al terrateniente la tierra cultivada con alfalfa, lista para el
menos riesgoso negocio de la ganadería, en un movimiento típicamente capitalista, que mnimizaba
riesgos y maximizaba ganancias. El agricultor necesitaba herramientas, animales de tiro y obreros
asalariados, por lo que también obraba como empresario capitalista, que se endeudaba con los
comerciantes para obtener insumos. Este sistema crediticio también era manejado por los
terratenientes, además del sistema monetario.

También podría gustarte