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Nº: 238

Colegio Pucalán Montessori

La tuberculosa navegación de Equis: naufragio y exilio en


La nave de los locos de Cristina Peri Rossi.

Profesora responsable: Riva Quiroga

Equipo de alumnos: Antonia Labadía, Daniela Ortega, Catalina Segú.

Texto: La nave de los locos, Cristina Peri Rossi

Número de palabras: 1786


La nave de los locos, de Cristina Peri Rossi, exhibe una alegoría sobre la escritura y
la lectura, en tanto corresponden a la vivencia desarraigada de la experiencia humana. De
esta manera, esa alegoría pasa por la navegación, la cual se manifiesta en la inabarcabilidad
de la realidad, es decir, la instalación del extranjero convulsivo como sentido ante la
expresión incomunicable y solitaria de nuestra humanidad. Así, la contemporaneidad
constituye el cuerpo-espacio del naufragio romántico, el fracaso del vómito o escritura de la
experiencia, y del surrealista, en tanto el origen del viaje es sueño que se vacía en su intento
por escribirse.
Desde Equis, el protagonista de la obra, podemos reconstruir una incógnita del
enigma de la existencia, que puede ser igual a cualquier cosa. Es un ser que se enfrenta al
mundo desde la amenaza de la vivencia de sí mismo, en tanto no existe en su incognicidad,
constituyéndose como experiencia numeral y nominativa. Así, su despertencia se traduce en
la dificultad de éste en construir encuentros, ya que X siempre será otro, configurando al
extranjero y suponiendo su despertenencia1. Equis contiene en su existencia ese sentimiento
de desarraigo, experimentándose así como un ser que no se siente de ninguna parte, un
exiliado del mundo. Ser X significa ser una persona cualquiera, pues extranjeros somos

todos: “Todos somos exiliados de algo o de alguien ­contemporizó Equis­. En realidad, ésa

es la verdadera condición del hombre.”2. De ahí la melancolía, ese estado contradictorio


que comprende el desvanecimiento de lo humano frente al triste vacío de no poder
reconstruir el momento que nos ha construido. Desde este lugar, X es un sujeto tuberculoso
que se pierde en la noche3, en el vacío del naufragio. Así, encontramos en su melancolía a
un sujeto mareado que a la vez rige la marea, el ser imposibilitado de permanecer idéntico a

1
“Extranjero. Ex. Extrañamiento. Fuera de las entrañas de la tierra. Desentrañado: vuelto a parir. No
angustiarás al extranjero. Pues. Vosotros. Vosotros. Vosotros. Los que no lo sois. Sabéis. Vosotros sabéis.
Nosotros empezamos a saber. Cómo se halla. Cómo. El alma del extranjero. Del extraño. Del introducido.
Del intruso. Del huido. Del vagabundo. Del errante.” Cristina Peri Rossi: La nave de los locos. Barcelona,
Seix Barral, 1995, p. 10.
2
Cristina Peri Rossi, “La nave de los locos”, Barcelona, Ed. Seix Barral, p. 106
3
Es interesante cómo en el romanticismo, la tuberculosis pasa a ser la condición del viajero que se pierde en
la noche (alegoría de la muerte). Desde ello, nos parece imprescindible instalar el simbolismo de la luna en su
relación con la obra de Peri Rossi, desde “su estrecha asociación a la noche (maternal, ocultante,
inconsciente, ambivalente por lo protectora y peligrosa). Por eso la luna se asocia a la imaginación y la
fantasía” Y se constituye como inconciencia difuminando la forma:“dimana el tono lívido de su luz, de modo
que semivela los objetos”. Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de símbolos. Madrid. Ed. Siruela, pp. 289-290.
sí mismo4, en tanto vaga en la contradicción de buscar en el viaje y así se consume y
cosifica su navegada experiencia. ¿Y qué significa su extrañeza, ese estar en otro? Equis es
pasajero, viajero, errante y sólo le queda vagabundear en el viaje que supone la
(in)corporación del error, es decir, la propia conciencia de su vivencia ensayada, la
condición azarosa de navegar en un texto que es oceánico, tembloroso y contradictorio, y
así, marearse en su melancolía.
Por eso estamos condenadas a ser incógnitas, enfermas, andróginas y olvidadas.
Vagamos, tal como Equis recorre solo el mundo, sin aprehender el dolor en nuestra propia
soledad, sino escribiendo sobre ella y su sentido en Equis, sobre la infinidad de conflictos
que desnudan la caída del lenguaje como si nos desnudaran en el fracaso. No nos
imaginamos puestas sino ex-puestas en aquél, en tanto la obra exhibe una nave mareada en
un escenario heterotópico5, como si quisiéramos recoleccionar experiencias en la caída del
texto, en el viandante intento de encuentro expuesto en el Tapiz de la creación6 que
constituye el viaje descontrolado y (dis)funcional que traza la pérdida del otro. La nave de
los locos se configura así en torno a la imagen de este tapiz, donde se encuentran las
representaciones pictóricas del mito bíblico de la creación del mundo. En distintos
segmentos se tejen diversos parajes del viaje de Equis, que se instala en el tapiz entregando
enlaces de un mundo que se integra en sí mismo mediante la experiencia del ser. El tapiz es
vestido de un origen, una reproducción del mundo que supone armonía, la cual se
contradice en los elementos reales del (des)orden de la humanidad. En el tapiz se intentan
ordenar elementos fragmentarios que se confirman en la pérdida, el error de la
reconstrucción de ese caos que encierra al mundo, confusión que constituye la experiencia
fragmentaria de la realidad. De tal forma es como Equis en el viaje, a partir de su extraña
naturaleza, debe recoleccionar sus fragmentos. Aquél se encuentra proyectado en la nave,
constituyendo el cuerpo textual, que es el tejido total que encadena nuestra lectura,
completando una ilusión engañosa que le hace creer que lo están leyendo, cuando no hacen

4
Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de símbolos. Madrid. Ediciones Siruela. PP. 289-290.
5
Michel Foucault en “Los espacios otros” expone la noción de “lugares otros” entre los cuales se encuentran
las utopías y las heterotopías. Foucault establece un espacio común entre utopía y heterotopía, el espejo, como
inversión de la realidad distópica. La pluralidad de lugares, la multiplicidad de sentidos para la realidad es la
heterotopía, un espacio en el que se instala la “desviación” en relación a la norma, la moral. Las naves de
locos son ejemplo de este espacio heterotópico. Véase: Invernizzi Santa Cruz, Lucía. Entre el tapiz de la
expulsión del paraíso y el tapiz de la creación. Revista Chilena de Literatura Nº30, 1987.
6
Catedral de Gerona
más que perderlo en la fragmentación de un otro que nos precipita en la contradicción de
una ola que cae y otra que la procede en su subida. Es en la cicatriz que deja el otro donde
se encuentra el protagonista, el cual, en el encuentro con lo extraño, se arruina. Así, la vida
vagabunda de Equis recopila conquistas de pasados en el otro que son ruinas en nuestras
heridas y se pierden en su cuerpo, se alinean experiencias de realidad, huellas de una
memoria original, un tapiz perdido en el caos de palabras fragmentarias en el vacío, grietas
de nuestras vivencias que fracasan en la melancólica reconstrucción del pasado. Es así
como nos atrevemos a establecer que el mareo embriagado es la condición de Equis, ya que
su vida se configura en esa apasionante caída y en la locura que lo trastorna, en tanto “ha
comprendido que en definitiva, su existencia, como la de casi todo el mundo, es una
incesante dialéctica entre la pérdida y la conquista, donde muchas veces extraviamos –por
azar, desgracia u olvido- cosas que amamos, y ganamos cosas que nunca quisimos
obtener”7. De esta manera, el constante movimiento y cambio encierra la voluntad de
conquista en la pérdida del otro. Así, este lugar móvil y tempestuoso expone el cuerpo de
Equis al delirio de este viaje ilusorio seducido por el diálogo entre su extrañeza y el
encuentro.
Equis sueña en un viaje que pareciera propulsarse desde lo oscuro, por ello “En el
sueño, recibía una orden.“La ciudad a la que llegues, descríbela””8. Los sueños de Equis
se encuentran ensimismados en sus propios pensamientos, desde los cuales nombra y crea
al mundo, en tanto éste se encuentra enfrentado a la nadificación de la realidad dentro de su
cotidiana exploración.
El sueño y la vigilia se reúnen en el surrealismo9 tal como se instalan en la
contradictoria vivencia de Equis, quien desplaza sus sueños a la dimensión real de su
existencia, transformándolos en conciencia de su estar. El deseo aterrado de la conciencia
se expresa en ésta a través de la escritura automática 10. No obstante, la advertencia del
deseo en el campo de la conciencia, produce un efecto de aislamiento en el cual se instala el
naufragio perdido ante el diálogo que mantiene lo racional y lo irracional 11, saltando ante el
naufragio de nuestra experiencia, al vacío del océano que nos atrapa. Equis, entonces, se
7
Cristina Peri Rossi, La nave de los locos, Barcelona, Ed. Seix Barral, 1995, p. 98
8
Ibid. p.9
9
“Tan sólo la imaginación me permite llegar a saber lo que puede llegar a ser” Surrealismo, superrealismo,
sobrerrealismo. André Breton: Manifiesto surrealista de 1924. En: Mario de Micheli, Las vanguardias
artísticas del siglo XX, Madrid, Editorial Alianza.
10
propuesta por André Breton en el Manifiesto surrealista.
convierte en un cadáver que pierde la salida en la barca/arcada, en el viaje, en la náusea, en
esa automaticidad que remite al espejismo de estas conjeturas desbordadas. ¿Acaso no es
ésta la condición de X, viajero loco, extranjero, exiliado, dilatado en el encuentro que
rebasa sus límites y lo precipitan en sueños reales?
Así, La nave de los locos representa alegóricamente el naufragio de la razón,
instalándose la patología del cuerpo textual. La locura aparece porque este viaje, a la deriva
del sujeto racional, se pierde en la noche y los sueños, pasando a ser estos ese escenario
oceánico que no sólo marea, sino también oculta y desordena la silueta de las vivencias
textuales, ya que así es la única forma de ser libres 12. Tal vez, ese infinito del mar que
soporta la nada de una nave solitaria y tuberculosa a la deriva, sea a la vez la nada que nos
soporta y la nave que se revela a nadie.
Quizás caemos en la condena a estar tan locas que comprendemos que en nosotras
coexisten infinitos fragmentos de pasados olvidados, fragmentos que configuran las
palabras del texto que es cuerpo en el navío, el tejido enfrentado a su extraviado llenado,
encarnado en la locura tuberculosa. Nos encontramos dentro de una “nave, sustituida por el
manicomio. Cárceles hediondas donde encerrar a los transgresores”13. Así, nuestro cuerpo,
cargado de tejidos dañinos, porta órganos locos que lo destruyen en ese silencio que la tos o
la sangre quiebra.
Entonces, ¿qué nos convence de que Equis sea un hombre?
Quién hubiera pensado que nuestro somos es mujer. Nunca elegimos cargar un
útero, ni sentirnos mareadas porque la luna así lo dijo. Y si el útero es un órgano rebelde
que portamos involuntariamente, bajo qué azar nuestra vida recae en la vergüenza de ser
dos, ¡en nuestro permanente estado de embarazo que nos obliga a cargar con la posibilidad
de crear vida! Demos gracias a la contradicción, apelado público, porque también son
llamados a envidiarnos, en tanto tenemos el poder de gestar en nuestra propia nave, a un
otro. Portamos la dualidad de la nave/vena en la sangre que es quiste y creación de nuestra

11
Peri Rossi narra que a Equis: “Esta comparación no se le ocurre en el sueño, porque los sueños tienen
realidad propia y no las necesitan: sólo en la ambigüedad del día se nos ocurren las comparaciones, para
fijar la sinuosa tela de lo real: el sueño tiene tal convicción que hace prescindibles los tropos.”
12
“La navegación libra al hombre a la incertidumbre de su suerte; cada uno queda entregado a su propio
destino, pues cada viaje es, potencialmente, el último.” Michel Foucault, Historia de la locura en la época
clásica, Fondo de Cultura Económica, México, vol. I, p. 25
13
Cristina Peri Rossi, La nave de los locos, Barcelona, Ed. Seix Barral, p. 176
existencia: condena a una herencia involuntaria 14. Cabe preguntarnos si no es el útero un
tubérculo que también posibilita la escritura inconsciente, la expresión del deseo reprimido,
el conjuro de lo íntimo.
Hemos sido exiliadas, castigadas, marginadas y subordinadas a la identidad del
hombre; sin embargo, La nave de los locos supone el travestismo de la autora en un él que
es una incógnita. Podemos observar que el conflicto mismo que vive la creadora de Equis
lo transmite, en el error maternal, a sus personajes, y nosotras nos refugiamos en ese azar y
condena15. En la obra, Lucía porta este estigma y tumor que carga en la humillación que

provoca la negación del útero y, así, alcanzar cierta coexistencia igualitaria 16. Lucía “ama

enfermizamente”17  cuando su intimidad se expresa, y desfallece al sentirse violada por lo

opuesto. Esa privación revela la imposibilidad de reunión en el somos.


¿No pasa entonces, la voluntad de X, por conquistar lo femenino despojando a la
mujer de dicha condición y otorgándole virilidad?18 Equis se sintió violentado con la mirada
penetrante de Lucía, quien elige naufragar entre su mismo género ante la desilusión del otro
extremo sacando fuerzas e instalando en sí la virilidad fragmentada de cada hombre,
abrazándola en su sentido de mujer. Frente a ella se detuvo una incógnita que observó el
conflicto entre ambos cuerpos: “Descubría y se desarrollaban para él, en todo su
esplendor, dos mundos simultáneos, dos llamadas distintas, dos mensajes, dos
indumentarias, dos percepciones, dos discursos, pero indisolublemente ligados, de modo
que el predominio de uno hubiera provocado la extinción de los dos” 19 Dos20 mundos se
superponen tratando de igualarse en una meta utópica, una mujer y un hombre, la
diferencia.

14
“se necesitan dos para nacer pero solo uno tiene la culpa”. Cristina Peri Rossi, La nave de los locos.
Barcelona. Ed. Seix Barral, p.176
15
“La cadena del condón. La cadena del azar.”. Ibid. p. 175
16
“La humillación es saberse victima del azar, otra opresión. Jamás, Jamás volveré a acostarme con un
hombre. A través de ellos el azar entra en nuestras vidas, sometiéndonos. Venenosa intromisión. Jamás.
Jamás.” Ibid. Pág. 176
17
Susan Sontag, La enfermedad y sus metáforas.
18
“Vestida de varón, con la mirada azul muy brillante, acentuada por la línea oscura que dibujaba los ojos,
las mejillas empolvadas y dos discretos pendientes en las orejas, era un hermoso efebo el que miraba a Equis
y se sintió subyugado por la ambigüedad”. Cristina Peri Rossi, La nave de los locos.
19
Cristina Peri Rossi, La nave de los locos. Barcelona. Ed. Seix Barral
20
“Dos: Eco, reflejo, conflicto, contraposición: inmovilidad momentánea cuando son fuerzas iguales;
corresponde al transcurso. Simboliza el primero de los núcleos materiales, la naturaleza por oposición al
creador…” Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de símbolos. Madrid. Ed. Siruela, pp. 335-336.
En este encuentro somos seres iguales, somos Equis y mujeres enfrentadas desde la
gestación a una diferencia que alcanza la total armonía en el conflicto. Somos mujeres
ensayadas de Cristina Peri Rossi, embarazadas de Equis, incógnitas en un siglo doble, y
seremos olvidadas en este texto que navega intentando no NAU[fracasar]FRAGAR en una
nave llena de locos.
Bibliografía

 Casares, Julio. Diccionario ideológico. Barcelona, Gustavo Gili, 2001.

 Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. Madrid, Siruela, 2002

 Cristina Peri Rossi: La nave de los locos. Barcelona, Seix Barral, 1995.

 De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX, Madrid, Alianza, 1996.

 Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica, México, Fondo de


Cultura Económica, 1998, vol. I.

 Invernizzi Santa Cruz, Lucía. Entre el tapiz de la expulsión del paraíso y el tapiz de
la creación. Revista Chilena de Literatura Nº30, 1987.

 Sastre, Jean Paul. El existencialismo es un humanismo. México, Quinto Sol, 1983.

 Sontag, Susan. La enfermedad y sus metáforas. Madrid, Taurus, 1996.

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