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CON UNA

MIRADA
NUEVA

ENCUENTROS
El buen ladrón
(Lc23,33-34;39-43)
Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo
crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y
el otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen"
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
¿no eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero
el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando
en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos
el pago de lo que hicimos, en cambio, éste no ha faltado en
nada. Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu
Reino". Jesús le contestó: "te lo aseguro, hoy estarás
conmigo en el paraíso".
RE_Thinking
En la actitud del buen ladrón encontramos lo que a todo el mundo
le abre las puertas del Cielo: la humildad, la petición humilde de
ayuda porque reconocemos que, sin la ayuda de Dios y de la
gracia, no podemos sobreponernos a nuestras miserias y llegar al
cielo. Basta con pedirlo para recibir los dones divinos (en otra
ocasión, decía Jesucristo a sus discípulos: pedid y se os dará).
El Señor está pendiente de nosotros, hemos de quererle con
locura, porque así es como nos quiere Él. En este pasaje del
evangelio se ve como el corazón de Dios, aún agonizando y a las
puertas de la muerte, está lleno de misericordia, siempre dispuesto
a perdonar, a echarnos una mano, para que nunca perdamos la
esperanza. Hemos de saber que Dios nos espera, hasta el último
momento antes de la muerte, para que le pidamos perdón y Él nos
salva. Como decía el Papa Francisco, Dios no se cansa de
perdonarnos, somos nosotros los que nos cansamos de pedir
perdón. Siempre que volvemos a Dios, nos espera con los brazos
abiertos preparados para un abrazo. Siempre, siempre, estamos a
tiempo de volver a Dios, porque Él siempre, siempre, nos está
esperando.
Hoy quiero volver a pedirte perdón, y si otra vez vuelvo a
pecar, concédeme el valor de volver a pedirte perdón. Otra
vez. Sin cansarme: ¡nunca!

Ser paciente, Jesús, como Tú esperaste al buen ladrón. ¡

Muchas veces me cuesta perdonar a un amigo cuando me


ha hecho daño, aunque sea por una tontería, Jesús
ayúdame a tener un corazón que sepa amar y perdonar de
verdad, como Tú. Y ahora sigue tú...

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