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Mapas recoge y traduce algunos ensayos, que con lucidez y una gran fuerza ex-
presiva han sabido reconocer las posibilidades políticas contenidas en el relieve
sinuoso y controvertido de los nuevos planos de la existencia.
© 2013, del texto, cada una de las autoras y autores.
© 2013, de la edición, Traficantes de Sueños.
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mapas
Índice
Autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19
Introducción. Capitalismo, poder constituyente e hipótesis
comunistas para la transformación antisistémica.
Carlos Prieto del Campo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
15
16 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Prieto del Campo, Carlos, es rector del Instituto de Altos Estudios Na-
cionales de Ecuador. Militante de los movimientos sociales europeos,
editor de la edición en castellano de la New Left Review y director de
la colección Cuestiones de antagonismo entre 2000 y 2011. Licenciado en
Derecho por la UNED, Doctor en Filosofía por la Universidad Complu-
tense de Madrid.
19
20 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
del Sur global con los comportamientos de los diversos países durante
la crisis. Se trataba de analizar por qué los países en vías de desarrollo
han capeado con un menor impacto los momentos más duros de la cri-
sis durante 2009 y 2010, como demuestra fehacientemente el caso de
Ecuador. Tras esa mitigación del impacto, la recuperación está siendo
de nuevo mucho más robusta y equilibrada gracias a la intervención
original de sus Estados mediante políticas económicas y sociales inédi-
tas, alejadas del consenso neoliberal. Todo ello refleja evidentemente
una nueva constelación de fuerzas en muchas de esas sociedades y en
el seno de esos Estados producto de las luchas políticas y de las movili-
zaciones sociales de los últimos veinte años.
23
24 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Press, 2004; y Social Movements, 1768-2008, 2nd edition (con Lesley Wood), Boulder (CO),
Paradigm Publishers, 2009, William H. McNeill, The Pursuit of Power, Nueva Jersey,
Wiley-Blackwell, 1983; Robert W. Cox, Production, Power and World Order. Social Forces
in the Making of History, Nueva York, Columbia Universtiy Press, 1987 y The Political
Economy of a Plural World, Abingdon & Nueva York, Routledge, 2002; Michael Mann,
The Sources of Social Power, 4 vols., Cambridge, Cambridge University Press, 1986, 1993,
2012 y 2013. Sobre el concepto de lo común, su dinámica económica y su relación con el
capitalismo como sistema histórico, véanse entre otros trabajos de una inmensa literatura,
Elinor Ostrom, Governing the Commons, Cambridge, Cambridge University Press, 1990;
Elinor Ostrom y T. K. Ahn, Foundations of Social Capital, Cheltenham y Northampton
(MA), Edward Elgar, 2003, y Elinor Ostrom y Charlotte Hess, Understanding Knowledge
as a Commons, Cambridge (MA), MIT Press, 2007; y Michael Hardt y Antonio Negri,
Commonwealth, Cambridge (MA), The Belknap of Harvard University Press, 2009.
2 Sobre el concepto de ciclo sistémico de acumulación y de capitalismo como sistema
histórico, véanse Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century, Londres, Verso, 1994
y Adam Smith in Pekin, Londres, Verso, 2007; A ilusão do desenvolvimento, Petrópolis,
Editorial Vozes, 1997; y con Beverly J. Silver, Chaos and Governance in the Modern World
System, Minneapolis, Minnesota University Press, 1999.
Introducción 25
5 Antonio Negri, La fabbrica della strategia. 33 lezioni sulle tesi di Lenin, Padova, Cleup,
1976; y Marx oltre Marx. Quaderno di lavoro sui Grundrisse, Milán, Feltrinelli, 1979; y Louis
Althusser, Élements d’autocritique, París, Librairie Hachette, 1974.
30 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
6 Véase al respecto Robert Brenner, The Economics of Global Turbulence, Londres, Verso,
2006 así como el debate sobre esta obra recogido en la New Left Review 54, noviembre-
diciembre de 2008: Nicholas Craft, «Profits or Doom?, pp. 49-60; Michel Aglietta, «Into a
new Growth Regime», pp. 61-74; y Kozo Yamamura, «More System, please», pp. 75-85;
así como Jacques Sapir, La fin de l’eurolibéralismo y Faut-il surtir de l’euro?, Éditions du
Seuil, 2006 y 2012; Ewald Engelen et al., After the Great Complacence. Financial Crisis and
the Politics of Reform, Oxford y Nueva York, Oxford University Press, 2011; Leo Panitch
y Sam Gindin, The Making of Global Capitalism. The Political Economy of American Empire,
Londres, Verso, 2012; y Michel Aglietta, La crise. Les voies de sortie y Zone Euro. Éclatement
ou fédération, París, Michalon Éditions, 2010 y 2012; y Michel Aglietta y Thomas Brand, Un
New Deal pour l’Europe. Croissance, euro, compétitivité, París, Odile Jacob, 2013.
32 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
3.1. De acuerdo con la hipótesis liberal, esta lectura del «desarrollo» acae-
cido desde 1989 se tradujo políticamente desde mediados de la década
de 1990 en los siguientes parámetros interpretativos, que teorizados en
virtud del paradigma de la hipótesis comunista pueden enunciarse del
siguiente modo:
las mujeres, los indentured servants, los marinos, los cimarrones, los pobres
urbanos y rurales, los proletarios desde los albores del siglo XVI. La polí-
tica en este sistema histórico es la renegociación continua de esta matriz
productiva a través de los protocolos de comportamiento social en torno
a las condiciones de reproducción de las clases dominadas: los derechos
se articulan a partir del derecho fundamental a negociar, arrancar e im-
poner a las clases y elites dominantes derechos contra una estructura de
poder dinámica que tiende a ralentizar su reconocimiento, a recortar su
contenido, a acceder a su concesión bajo una gran presión social y a deses-
tabilizar su existencia por todos los medios que le ofrecen la variabilidad
de la estructura de poder de la relación-capital una vez que estos han lo-
grado estabilizarse y cristalizarse en las diversas versiones de pacto social.
La política en el capitalismo es desde el siglo XVII la tortuosa afirmación
del derecho a tener derechos y de aquí parte la configuración del concepto
de poder constituyente como dispositivo teórico-práctico de intervención
colectiva durante los últimos tres siglos. El poder constituyente opera como
la coalescencia de sucesivas sedimentaciones de derechos que se estrellan
contra la reproducción de la estructura de poder del capital y de sus sucesi-
vos ciclos sistémicos de acumulación y que deben ser afirmados mediante
la ruptura de los equilibrios de la estructura política que gestiona la rela-
ción de las formaciones sociales con el mercado mundial y con las crista-
lizaciones de poder que se generan en el interior de territorios discretos
de ejercicio del poder de clase mediante otra forma Estado: la violencia de
ambos mecanismos solo puede contrarrestarse en el capitalismo mediante
la democratización de los mecanismos locales de regulación de los flujos y
relaciones económicas y la destrucción de las formas pretéritas de gestión
de los mismos por parte de las clases y elites dominantes histórica y geo-
gráficamente existentes en una coyuntura o momento sincrónico dados. El
concepto de poder constituyente indica que la sociedad solo puede prote-
gerse del capitalismo mediante la socialización del poder político a través
de la introducción de nuevas cartas de derechos: el derecho a tener dere-
chos es el derecho a cambiar la relación de fuerzas en la reproducción de
la estructura de estructuras de poder del capitalismo histórico. El ritmo del
poder constituyente desde los inicios del largo siglo XIX opera lentamente
con esta lógica constitutiva de lo común a partir de cada uno de los ciclos
de luchas, revueltas y revoluciones que jalonan la historia del capitalismo
hasta el día de hoy en las postrimerías del largo siglo XX.
del tejido social inducidos por los diversos ciclos sistémicos de acumula-
ción de capital. Il faut defendre la societé. Así, pues, el poder constituyente es
el intento de dotar de estatuto jurídico a los derechos reivindicados en el
ciclo previo de luchas, resistencias, rebeliones y eventual y raramente revo-
luciones: ese conjunto de luchas perfila en el nuevo catálogo de derecho el
núcleo de lo común creado por la riqueza comúnmente producida a partir
de los sucesivos modelos de la cooperación social del trabajo. La cuestión
esencial es comprender cómo se produce el signo-derecho en la semiótica
social, cómo el signo del antagonismo se transforma en pretensión y rei-
vindicación masiva de derechos normativizados en un ciclo histórico de
estructuración dinámica de la relación-capital y de despliegue multidimen-
sional del antagonismo en esa estructura social: es el ritmo de la lucha de
clases y del antagonismo de los movimientos sociales produciendo reali-
dad jurídica en el seno de un modelo de reproducción social que es antiju-
rídico por definición, porque la codificación jurídica del poder de las clases
dominantes es siempre violencia multiplicada por el poder del Estado y
la pretensión de normativización de los derechos de las clases dominadas
siempre pretensión desmesurada de los sujetos subalternos. Lo jurídico
genuino en el capitalismo es en última instancia el producto de un poder
constituyente que rompe la violencia bruta de las relaciones de poder y
explotación de la estructura social capitalista; su correlato especular es la
juridificación de la violencia de clase como producto privilegiado de su
máquina discursiva articulada por el conjunto de dispositivos instituciona-
les que efectivizan aquella. Las clases dominantes siempre han producido
norma jurídica como duplicación universal de la violencia desnuda de la
estructura de poder del capital de la que derivan su posición fáctica de pri-
vilegio; las clases dominantes han considerado siempre la normativización
de los derechos producidos por el antagonismo de clase como un disposi-
tivo de regulación social que más tarde o más pronto deberá ser abolido o
neutralizado y ese despliegue estratégico contra la normativización de los
derechos de las clases dominadas ha constituido uno de los parámetros
reguladores de la lucha de clases y por supuesto ha conformado la trama y
la urdimbre de la teoría jurídica en el capitalismo histórico desde mediados
del siglo XVII y, sobre todo, en sus dos últimos siglos, esto es, en el largo
siglo XIX y en el largo siglo XX. Esta es la segunda hipótesis comunista de
la transformación antisistémica.
7 Véase, entre una literatura vastísima, Eric Helleiner, States and the Reemergence of Global
Finance. From Bretton Woods to the 1990s y Jonathan Kirshener (ed.), Monetary Orders.
Ambiguous Economics, Ubiquitous Politics, Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1996
y 2003.
44 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
5.3. Esta nueva dinámica de las formas Estado, producto de nuevos proce-
sos constituyentes como los acaecidos durante los últimos años en Amé-
rica Latina o los que se producirán en las diferentes grandes regiones del
mundo en los próximos años, opera de acuerdo con una lógica virtuosa
(1) de transformación radical de las formaciones sociales nacionales, (2) de
redefinición drástica de su inserción en el mercado global y de su relación
político-económica y diplomática con otros actores poderosos de la econo-
mía global, y (3) de articulación con otras unidades políticas regional, cul-
tural y geográficamente próximas para dirimir la orientación colectiva de
las políticas de integración regional y de inserción colectiva en el mercado
mundial. La condición de posibilidad para que estos procesos puedan des-
encadenarse pasa por la calidad de los procesos constituyentes, sean estos
nacionales, como sucede actualmente en las experiencias latinoamericanas
y árabes, o bien potencialmente transnacionales, como bien podría suceder
en el caso europeo8.
5.5. Así, pues, una forma Estado atravesada por un poder constituyente
se ha transformado en sentido antisistémico y radicalmente democrático
en la presente coyuntura histórica si y solo si (1) el conjunto de sus políti-
cas públicas tiene un impacto altamente transformador en su constitución
50 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
creativos, proteicos y sumamente originales qué puede ser hoy una política
antisistémica en lo que atañe (1) a los procesos de intervención y gestión
del poder estatal y administrativo; (2) a la deconstrucción/extinción de la
vieja forma Estado a partir de la actual composición de clase y de la rique-
za ontológica de la cooperación social del trabajo susceptible de inventar
nuevos modelos de organización de la Administración pública; y (3) al con-
trol y/o expropiación de la propiedad privada en sus actuales formas en
tanto que lo común y lo público se entrelazarán en estos nuevos procesos
constituyentes de forma creativa desde el punto de vista administrativo,
macroeconómico y ecológico. Los movimientos, bien cuando se organizan
para intervenir en la esfera política y/o para convertirse en alternativa de
poder o bien cuando controlan la forma Estado mediante el correspondien-
te proceso electoral victorioso, deben pensar y organizar su constitución
como sujeto político que pretende ser un actor que se apropia del Estado,
que hiperpolitiza su funcionamiento en clave democrático-radical y que
lo disuelve/deconstruye y relanza en un proyecto definitivamente trans-
formador. Que la actividad de esa nueva forma Estado presente un fuerte
componente posnacional no quiere decir que el proyecto sea antinacional o
antinacionalista, quiere decir que la constitución de nuevas formas Estado,
irremediablemente clásicas dada la actual correlación de fuerzas, a partir
de los Estados realmente existentes es una multiplicación de los proble-
mas para construir los bloques constituyentes que precisa esta coyuntura
histórica. Es así en América Latina, donde la creación de nuevas unidades
estatales a partir de procesos de secesión debilitaría irremediablemente los
diversos procesos de transformación nacionales, y es así en Europa, donde
los procesos constituyentes deberán ser posnacionales si quieren doblegar
la actual governance de las elites europeas. Es radicalmente falso, pues, afir-
mar que Estados-nación producidos en las actuales circunstancias como
escisiones de los Estados-nación existentes, aun capturados por izquierdas
nacionalistas cuyo espacio de lucha es el nuevo territorio de estas nuevas
unidades, puedan contribuir a proceso constituyente alguno que esté en
condiciones de incidir en la transformación de la constitución material de
las sociedades actuales. No habrá proceso constituyente radicalmente igua-
litario y democrático a partir de las formas Estado producto de la fisión de
las actuales.
6.1. Los procesos constituyentes actuales tienen que tener, por consiguien-
te, un contenido inequívocamente de clase, excluyentemente de clase, por-
que esta es la condición sine qua non para controlar los procesos pri-
mordiales de reproducción social en el contexto presente: de la creación
de dinero y del control de la masa monetaria, a la institucionalización,
52 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
9 Véanse al respecto David Harvey, Rebel Cities, Londres, Verso, 2012; Spaces of Capital.
Towards a Critical Geography, Nueva York, Routledge, 2001; The Urban Experience y The
Urbanization of Capital, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1989 y 1985; Eric
Hobsbawm, How to Change the World. Tales of Marx and Marxism, Londres, Abacus, 2011;
y Bob Jessop, The Future of the Capitalist State y State Power, Cambridge, Polity Press,
2002 y 2007.
Introducción 53
10 El debate sobre las clases medias como columna vertebral de las sociedades contemporáneas
es uno de los más falaces y engañosos de la sociología moderna, porque intenta aplastar la
diversidad de la composición técnica y política de la fuerza de trabajo mediante un concepto
uniformador y homogenizador que convierte la estratificación compleja de la división
del trabajo del capital y simultáneamente la potencia de la cooperación social del trabajo
en un constructo sociológico amorfo ligado a características fenomenológicas totalmente
insuficientes para comprender la realidad laboral, social y política derivadas de sus rasgos
subjetivos, técnicos, intelectuales y ontológicos. En el imaginario de estas conceptualizaciones,
las clases medias son el correlato conservador de la actual estructura de poder de clase, de la
organización capitalista del trabajo y del tensionado sistema de representación parlamentario.
Las clases medias son homogéneas, quieren estabilidad, altos niveles de consumo y un
apacible entorno urbano en el que disfrutar de un hedonismo consciente, ya que su inserción
en el mercado de trabajo, su nivel estable de renta y la conciencia de su competencia técnica
les hace merecedoras de tal estatus. Dado este dato sociológico, su comportamiento político
es moderado, su capacidad de organización sindical baja o nula y su potencial contribución
a nuevos procesos de poder constituyente nulo. Es, en definitiva, el sueño estúpido de
quienes escriben sobre ellas; es en definitiva el colmo del conservadurismo social de corte
socialdemócrata retrógrado. La realidad es muy distinta. Las clases medias son el obstáculo
epistemológico que permite no pensar la composición de clase en un momento histórico
dado y por ende las estrategias de poder de la relación-capital para jerarquizar la fuerza de
trabajo colectiva y las realidades de la cooperación social del trabajo y, en fin, los procesos
de autonomía política y poder constituyente de la clase. Toda la historia del fordismo y del
posfordismo puede leerse a contrapelo del concepto de clases medias –desde Thorstein
Veblen, The Engineers and the Price System (1919) y Adolf Berle y Gardiner Means, The Modern
Corporation and Private Property (1932), a James Burnham, The Managerial Revolution (1941)
y Ralph Dahrendorf, Class and Class Conflict in Industrial Society (1959), pasando por Serge
Mallet, La nouvelle classe ouvrière (1963) y J. K. Galbraith, The New Industrial State (1971), por
citar obras que teorizan el concepto hasta el inicio de la crisis definitiva del fordismo– y ahí está
el acontecimiento político decisivo de esas dos fases, esto es, la revolución mundial de mayo
de 1968 para destartalar el concepto de clases medias tal y como lo emplean estos autores. La
realidad es muy distinta, porque dentro del concepto amorfo de clases medias se verifica toda
una serie de procesos complejos de estratificación y jerarquización de lo que me gusta llamar
intelectualidad de masas, esto es, de la fuerza de trabajo de los sujetos cognitivos, toda una
serie de dinámicas de relación con el aparato productivo y con el mercado y toda una serie de
relaciones críticas con el conocimiento y con el saber en los procesos de organización y división
del trabajo que ha tenido durante los últimos cincuenta años manifestaciones riquísimas que
54 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
el concepto de clases medias intenta eludir y olvidar. El concepto de clases medias quiere
reducir la complejidad de la composición de clase a una realidad sociológicamente plana
ligada únicamente a los niveles de renta y consumo y a opciones políticas conservadoras que
eluden todo tipo de transformación antisistémica de la estructura económica o constitucional.
Elude también cualquier vinculación de esos estratos con los procesos productivos o su
inserción en los mismos, vinculándolos a opciones políticas que aseguren la perpetuación
de su estatus. Si tuviéramos que pensar en dos textos que leen y critican el concepto ya en el
posfordismo, bastaría con pensar en Le nouvel esprit du capitalisme (2002), de Luc Boltanski y
Éve Chiapello, y en Crisis de la clase media y posfordismo (2006), de Sergio Bologna, uno de los
principales exponentes del operaismo italiano.
Introducción 55
corto plazo en Europa y los países árabes. Pero igualmente debemos pensar
en los multiplicadores de la espontaneidad, en los aceleradores de las partí-
culas antagonistas que ahí se manifiestan: en realidad, la política es acelerar
el tiempo, percorrere i tempi o rimanere in dietro, decían los operaistas italianos.
Y acelerar el tiempo significa también en la política producir revoluciones epis-
témicas en las formas de organización, en la gramática de la intervención de
la esfera pública. Los actuales sistemas de partidos presentes en las diversas
formaciones sociales europeas o latinoamericanas o en los países árabes deben
desaparecer o transformarse hasta lo irreconocible al calor de la emergencia de
nuevos sujetos políticos: ello supone un contundente proceso, o mejor un
conjunto abigarrado de procesos, de erosión de sus lógicas, de disputa del
espacio simbólico y político que ocupan al hilo del surgimiento de otros
actores y por supuesto de la ubicación de estos nuevos actores y sujetos
políticos poderosos en el centro de esa lucha por la desarticualación de las
actuales formas de representación y de la ambición de hacer política en to-
das las formas posibles, por cualquier medio necesario. Que desaparezcan
o se debiliten los viejos sistemas de partidos no supondrá obviamente que
sus actuales protagonistas y los actores económicos a quienes representan
se desvanezcan en el aire: implicará, por el contrario, que las luchas y las
máquinas de guerra de los movimientos sociales en Europa o en los países
árabes y/o la capacidad de incidir políticamente de los Estados ocupados
por los movimientos de transformación en América Latina cambiarán las
condiciones de existencia de aquellos, debilitarán sus modalidades de jue-
go, trastrocarán su relación e inserción con el Estado y la sociedad, con-
vertirán en hegemónicos a otros actores y sujetos políticos en sistemas de
partidos reinventados, que definirán nuevas condiciones de supervivencia
y existencia de un nuevo conjunto de actores políticos.
La noción de exclusión
61
62 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
3 Ibid., p. 262.
4 J. Breman, Footloose Labour: Working in India’s Informal Economy, Cambridge, Cambridge
University Press, 1996.
La exclusión social 67
5 World Bank, World Development Report, 1995: Workers in an Integrating World, Washing-
ton, Banco Mundial y Oxford, Oxford University Press, 1995.
6 J. Breman, «Labour Get Lost: A Late-capitalist Manifesto», Economic and Political Weekly,
vol. XXX, núm. 37, 1995, pp. 2294-2299.
7 J. Breman, «A Question of Poverty», discurso de despedida en el Institute of Social Stu-
dies, La Haya, 25 de octubre de 2001.
68 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
11 Ibid., p. 265.
La exclusión social 71
Desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XX, el colonialismo
mantuvo a una gran parte de la gente en los territorios conquistados
cautivos de un modo de producción agrario-rural que siguió siendo
de naturaleza mayormente no capitalista. En términos más generales,
podría sostenerse que la economía global, como surgió en la era colo-
nial, se estructuró en términos de una severa y creciente desigualdad.
Mientras que en el Occidente industrializado y urbanizado la forma
jerárquica de la sociedad perdió la legitimidad con la decadencia del
orden agrario-rural tradicional, el colonialismo fue la expresión de
nuevos modelos de desigualdad a escala trasnacional fundados en
principios de discriminación y racismo. El sociólogo hindú André
Béteille llamó la atención sobre la paradoja de que las sociedades oc-
cidentales estaban adquiriendo un nuevo y exhaustivo compromiso
con la igualdad precisamente en el momento histórico en que se desa-
rrollaba también, en su forma más acabada y completa, la teoría y la
práctica del imperialismo.14
14 A. Béteille, The Idea of Natural Inequality and Other Essays, Nueva Delhi, Oxford Uni-
versity Press, 1983.
La exclusión social 73
16 J. Breman, Control of Land and Labour in Colonial Java: A Case Study of Agrarian Crisis and
Reform in the Region of Cirebon during the First Decades of the Twentieth Century, Dordrecht,
Foris, 1983, pp. 39-71.
17 Karl Kautsky, On the Agrarian Question; reeditado como The Agrarian Question, Zwan
Publications, Londres, 1988 (1899).
La exclusión social 75
18 Daniel Thorner, The Agrarian Prospect in India, Bombay, Allied Publishers, 1976.
76 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Dar una pequeña parcela de tierra —y con ella una dignidad y una nue-
va perspectiva de la vida, así como una fuente secundaria e independiente
de ingresos— a los miembros del estrato inferior de los sin tierra. Incluso
en los países más densamente poblados de la región sería posible dar a los
sin tierra por lo menos pequeñas parcelas que ahora están sin cultivar. En
algunos casos la tierra está disponible para ellos en la vecindad de las pro-
piedades existentes. El modelo existente de parcelas cultivadas no necesita
ser gravemente perturbado y en algunos lugares no habría que perturbarlo
en absoluto.20
19 Por mencionar solo unos cuantos: T. J. Byres, «The New Technology, Class Formation
and Class Action in the Indian Countryside», en J. Breman y S. Mundle (eds.), Rural Trans-
formation in Asia, Nueva Delhi, Oxford University Press, 1991, pp. 3-76; G. Myrdal, Asian
Drama. An Enquiry into the Poverty of Nations (3 vols.), Nueva York, Pantheon, 1968; W. F.
Wertheim, «Betting on the Strong», en East-West Parallels. Sociological Approaches to Modern
Java, La Haya, W. van Hoeve, 1964, pp. 259-277.
20 G. Myrdal, Asian Drama, cit., vol II, p. 1382.
La exclusión social 77
a su papel como agentes locales del régimen del Nuevo Orden, y que ha
optado sistemáticamente por una política de desarrollo de «apostar por
el fuerte». El viejo mito colonial de los «ancianos del pueblo» que actua-
ban como representantes del pueblo sin voz propia, el masih bodoh, se
convirtió en un instrumento para crear una base de legitimidad para la
explotación y la represión de las clases subalternas en las áreas rura-
les. La progresiva carencia de tierra en el pasado reciente no ha sido
simplemente una consecuencia del constante incremento de la pre-
sión demográfica sobre los recursos agrarios, sino también del hecho
de que muchos hogares quedaran excluidos del cultivo de la tierra.
La Ley Agraria Básica promulgada en 1960 nunca se puso en práctica.
De hecho, este esfuerzo por asegurar una distribución más igualitaria
de la tierra imponiendo un techo a la propiedad se convirtió en un
motivo de discordia que acabó en el golpe militar de 1965. Este telón
de fondo de una progresiva división entre los ricos y los pobres en el
medio rural es necesario para comprender el impacto sobre los pue-
blos de Java de la crisis económica que se produciría pocos años antes
del fin del siglo pasado.
produjo una contracción de por lo menos una cuarta parte del producto
interior bruto local en Cirebon del Este y de por lo menos una sexta
parte en Subang del Norte. Ha habido algunas señales de una ligera re-
cuperación económica a partir de mediados de 2000, pero estas buenas
noticias parecen basarse más en el éxito de los esfuerzos por controlar
la inflación que en un aumento del empleo o de los salarios reales. Por
el momento no hay demasiada evidencia factual de recuperación de los
sustancialmente disminuidos niveles de vida.24
Desde mi punto de vista, otra razón por la que esto no ocurrió fue la
creciente oportunidad para escapar a los polos de crecimiento urbano.
La rápida expansión de nichos de empleo, a poca o mucha distancia del
hogar, ayudó a rebajar la presión que crecía en la economía rural. Gran-
des masas de trabajadores migrantes acudieron desde el interior de
Java a estos polos de crecimiento sin consumar una ruptura definitiva
con su entorno de origen. Como resultado, el lazo con el pueblo ha per-
manecido intacto aunque debilitado. La constante movilidad de estos
trabajadores en circulación, la mayoría de los cuales pertenecen a las
clases subordinadas, les ha hecho menos sensibles al poder económico
y social de las elites del pueblo. Esto se expresa en una terquedad que
es una fuente de irritación para los empleadores y funcionarios rurales.
Después de espabilar en la economía urbana, los nómadas laborales
tienen la reputación de ser más exigentes y menos maleables que sus
colegas que han permanecido aferrados a los pueblos. Para movilizar
la oposición desde abajo en apoyo del proceso de reforma política ha-
brá que tomar en cuenta a la masa de gente «flotante», y en un sentido
mucho más literal que cuando el término fue acuñado por quienes ocu-
paban el poder durante el régimen de Suharto.
los análisis del proceso de desarrollo en la segunda mitad del siglo XX.
El actual debate sobre la inclusión y la exclusión dentro del contexto de
la globalización de la economía política puede verse como una nueva
variante del viejo tema del dualismo. El grado de aumento en términos
de producción, consumo y distribución tiene un impacto fuertemen-
te diferenciado sobre las clases sociales que se vieron, activa o pasi-
vamente, implicadas en las transformaciones globales. Desde la caída
de Suharto, Indonesia ha dado los primeros pasos vacilantes hacia la
transición a una sociedad civil basada en un orden democrático. ¡El
progreso que se haga en este camino dependerá en gran medida de que
la exclusión social de largo alcance de las clases subalternas dé un giro
a mejor a comienzos de un nuevo siglo!25
durante las dos últimas décadas del siglo XX, algo más del 10 por 100
pudo haber dejado la ciudad después de que se les despidiera. A don-
de quiera que fueran, normalmente de vuelta a sus lugares de origen,
raramente consiguieron obtener acceso a trabajos similares en el sector
formal de la economía. Su futuro fue tan oscuro como el de la amplia
mayoría de los que decidió permanecer en Ahmedabad. Otro 10 por
100, en su mayoría perteneciente al personal técnico o administrativo
de las fábricas, pudo encontrar trabajos con ingresos y cualificaciones
similares. Aparte de este pequeño segmento, que de alguna manera se
las arregló para consolidar su estatus en el sector formal, todos los de-
más —según mis cálculos no menos de 75.000 trabajadores— fueron
reconducidos al sector informal, una transferencia que implicó una es-
pectacular caída de sus fortunas.26
Otros que trabajan por cuenta propia al aire libre pueden determinar
la duración de su jornada de trabajo. Los vendedores callejeros ofrecen
sus mercaderías hasta mucho después del anochecer y tienen que estar
levantados y listos para reponer sus productos al amanecer. Por último,
encontramos a gran número de trabajadores que tienen que emplear
parte del día o de la noche realizando un segundo trabajo para com-
plementar sus bajos ingresos. Los antiguos trabajadores textiles tienen
que enfrentarse no solo a jornadas de trabajos más largas sino también
más irregulares. Aunque solían trabajar en tres turnos de ocho horas,
el programa de turnos estaba elaborado por adelantado y las horas ex-
tras se pagaban aparte. Semejantes bonificaciones son cosa del pasado
y el ciclo regular de sus vidas laborales ha sido reemplazado por unas
erráticas interrupciones de impredecibles y largos periodos de ociosi-
dad durante los que no cobran. El hecho de que se presenten a trabajar
no es ninguna garantía de que realmente serán empleados en un día
concreto. A menudo es incierto si empezará el día de trabajo y cómo se
desarrollará, y se espera que los trabajadores se adapten a estas grandes
y a menudo impredecibles fluctuaciones. Los días libres y las bajas se
han convertido en un lujo y nunca son remuneradas.
Más que ningún otro criterio, la enorme caída de los ingresos ilustra
el grado en que se ha deteriorado la calidad de vida de los antiguos
trabajadores textiles. Los tejedores que ahora se ganan la vida en pe-
queñas empresas, hacen el mismo trabajo pero por una paga mucho
más pequeña. Tampoco pueden estar siempre seguros de que habrá
trabajo para ellos. Antes de que las fábricas cerraran, la mayoría de los
antiguos trabajadores textiles ganaban un salario diario entre 90 y 100
rupias por una jornada de ocho horas seis días a la semana, que su-
ponía entre 2.000 y 3.000 rupias mensuales. Ahora ganan menos de la
mitad, mientras que una considerable minoría tiene que apañarse con
menos de la tercera parte de lo que ganaba anteriormente. La caída de
los ingresos es tan espectacular que otros miembros del hogar se ven
obligados a trabajar. El salario que traía el hombre de la casa era sufi-
ciente como para permitir que se observaran o impusieran las costum-
bres, pero tras el cierre de las fábricas textiles ya no ha habido libertad
financiera para semejantes sensibilidades. El trabajo en casa permitía
a las mujeres musulmanas y a algunas hindúes tener un papel activo
en obtener un ingreso para el hogar sin tener que romper el código
social de comportamiento público. Coser y bordar ropas, hacer palos
de incienso y liar cigarrillos son los principales ejemplos de actividades
en las que todos los miembros del hogar, especialmente las mujeres
La exclusión social 97
y los niños, pueden tomar parte. Pero en muchos casos las mujeres y
los niños también se ven obligados a realizar trabajos fuera del hogar.
Se emplean en talleres textiles, pero también pueden tener que buscar
trabajo como servicio doméstico. Recoger papel y otros desperdicios
(como chatarra o envases de plástico), que tiene un estatus muy bajo y
produce pocos ingresos, es el oficio de las mujeres y niñas dalit.
En el pasado eran miembros del Plan de Seguro del Estado para Em-
pleados (PSEE), puesto en marcha por el gobierno en 1948 para emplea-
dos de empresas públicas y privadas. Los empleadores y los empleados
contribuyen a los fondos del PSEE, mientras que el gobierno también
hace una considerable aportación. Bajo los estatutos del plan, las fami-
lias de los trabajadores tienen derecho a servicios médicos proporcio-
nados gratuitamente. El PSEE tiene sus propios hospitales y clínicas de
barrio con sus propios médicos que atienden a los pacientes y recetan
las medicinas. Cuando los trabajadores se jubilaban o no podían conti-
nuar trabajando debido a incapacidades, se mantenía la cobertura del
seguro para ellos y sus mujeres, pero aquellos que perdían el trabajo
por otros motivos quedaban automáticamente excluidos del plan. Para
su gran angustia y resentimiento, esto fue lo que sucedió a los tra-
bajadores textiles cuando fueron despedidos. El beneficio que los
trabajadores obtenían de su pertenencia al PSEE era mucho mayor
que la contribución que pagaban al fondo, y que oscilaba entre el 10 y
el 15 por 100 de su salario. Ahora que ya no están asegurados tratan de
confiar en la autoayuda y solo acuden a dudosos médicos o curanderos
si no tienen más opción. Estos practicantes, que a menudo no están
adecuadamente formados, cobran mucho más por una consulta o una
inyección que el plan del seguro. Y no hay ni dinero ni capacidad profe-
sional para el tratamiento del estrés y de otros problemas mentales que
surgieron durante y después del periodo de despido.
Grados de vulnerabilidad
libremente, sino también porque están más ocupadas que sus compa-
ñeros varones con toda clase de tareas del hogar y en aprovechar su
trabajo a través de un empleo retribuido.
No todos los trabajadores que han perdido sus empleos en las fábricas
textiles han caído por debajo del umbral de la pobreza. También están
aquellos que no tienen que confiar única o principalmente en la venta
de su mano de obra no cualificada. Entre ellos se hallan los propietarios
de pequeños medios de producción como rickshaws motorizados, carre-
tillas, puestos callejeros, parcelas de terreno o pequeñas edificaciones
en zonas hiperdegradadas que no solo utilizan esta propiedad sino que
la alquilan. Aunque el porcentaje de trabajadores con acceso a diversas
formas de pequeño capital no debe exagerarse, sus hogares están sin
duda mejor que los de aquellos que no poseen ningún medio de pro-
ducción. En el extremo contrario del abanico se encuentra un segmento
extremadamente vulnerable de antiguos trabajadores textiles que, de-
bido a la mala suerte o a la discapacidad, carecen de medios de pro-
ducción y de consumo. Los hogares a los que pertenecían se han roto.
Hay ejemplos de hombres que abandonan a su mujer e hijos incapaces
de seguir cuidando de ellos, pero también hay casos de hombres arro-
jados de sus casas poco después de perder sus empleos en las fábricas
textiles. Estas gentes, los ultraexcluidos, vagan por las calles como al-
mas en pena mendigando y afligidos por una grave pauperización. Sus
irregulares e inadecuadas comidas dependen de los ramroti, los centros
de distribución de alimentos dirigidos por religiosos.
* Los temas abordados en este texto se tratan también en Michael Denning, «La vida sin
salario», New Left Review, enero-febrero de 2011, Madrid, Ediciones Akal.
109
110 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
1 ILO, Women and Men in the Informal Economy. A Statistical Picture, Ginebra, 2002.
2 Ibid.
112 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Tal vez los mapas más significativos han surgido de los movimien-
tos sociales y de las propias organizaciones de trabajadores informa-
les (SEWA, Streetnet, Homenet, Colleto). Desde luego, del mismo
modo que las marchas y manifestaciones de los «desempleados» apa-
recieron en el siglo XIX de modo simultáneo a los informes estatales
sobre el desempleo, también en el momento en que economistas del
desarrollo como Keith Hart descubrían el «sector informal» tomaba
forma la primera gran organización de trabajadores sectoriales infor-
males: los autoempleados.3 En 1972 una activista de la Gandhian Tex-
tile Labor Organization, Ela Bhatt, comenzó a organizar a las mujeres
porteadoras y vendedoras ambulantes de la ciudad de Ahmedabad
alrededor de un sindicato, la Self-Employed Women’s Association
(SEWA). El sindicato le había encargado la realización de «un informe
sobre las familias afectadas por el cierre de dos grandes plantas tex-
tiles». «Mientras los hombres estaban ocupados en la agitación para
conseguir la reapertura de las fábricas, las mujeres conseguían el di-
nero y alimentaban a las familias. Vendían fruta y verdura por las
calles; cosían en casa por unidades a través de intermediarios; traba-
jaban como temporeras en mercados al por mayor, cargando y des-
cargando género; o reciclaban sobras en las calles de la ciudad […]. Se
trataba de trabajos sin definición. Por primera vez aprendí lo que era
estar autoempleada. Ninguna de las leyes laborales les eran aplica-
bles; mis estudios legales no servían en aquellos casos. Irónicamente
—recuerda tres décadas después— vislumbré la enormidad del sector
informal mientras trabajaba para el sector formal».4
3 Keith Hart, «Informal Income Opportunities and Urban Employment in Ghana», Jour-
nal of Modern African Studies, vol. XI, núm. 1, marzo de 1973, pp. 62, 68.
4 Ela Bhatt, We Are Poor but So Many. The Story of Self-Employed Women in India, Oxford, 2006.
La vida sin salario tras la crisis del capitalismo y los nuevos movimientos de los trabajadores 113
es, tiras de tejido desechadas por las fábricas textiles— para confec-
cionar khols (colchas), comenzaron por representarlas, por describirlas, a
pesar del escepticismo de las propias trabajadoras militantes: «para com-
prender mejor los problemas de las trabajadoras del chindi decidimos
efectuar una encuesta en siete poles o calles en las que se tejía la mayoría
de las khols. Karimaben (una de las trabajadoras militantes del chindi)
no tenía paciencia para la encuesta. Se quejaba en estos términos: «To-
das nosotras sabemos exactamente cuál es el problema». Sin embargo, la
SEWA insistía en «proceder metódicamente y en efectuar las encuestas»,
recogiendo y comunicando las conclusiones a las trabajadoras del chindi
y utilizando sus resultados para luchar por el incremento de los precios
del destajo tanto ante los comerciantes de las khols como ante los fun-
cionarios del Ministerio de Trabajo. Bhatt sostiene que «estas encuestas
nos ayudaban a comprender de modo pormenorizado las cosas antes de
emprender acción alguna y su elaboración nos permitía identificar a las
líderes potenciales de la comunidad; […] nos han proporcionado una
visión mucho más compleja del mundo de las “autoempleadas”».6
Así, pues, antes que contemplar a los asalariados que se «ganan el pan»
como la infraestructura productiva sobre la que se erige la superestruc-
tura reproductiva, imaginemos al núcleo familiar proletario y desposeí-
do como la «infraestructura» no asalariada del trabajo de subsistencia
—el «trabajo femenino» de cocinar, limpiar y cuidar— que sostiene
la «superestructura» de los buscadores de salarios migrantes que son
embajadores, o tal vez rehenes, de la economía asalariada. Estas «mi-
graciones» de buscadores de salarios pueden ser cortas en distancia e
intervalo —los tranvías o autobuses diarios desde las viviendas a las
fábricas, de los apartamentos a la oficina, de lo que llegaría a ser llama-
do commuting (personas que utilizan varios medios de transporte al día
para llegar al puesto de trabajo)— o pueden ser extensas —los despla-
zamientos «proletarios globales» anuales de trabajadores estacionales
en barcos de vapor, ferrocarril y automóvil— e incluir la radical se-
paración de la inmigración aérea unida únicamente por años de giros
postales y llamadas telefónicas.
Cuando alguien me pregunta cuál ha sido la parte más complicada del pe-
riplo de la SEWA —cuenta Bhatt en su relato sobre el sindicato— puedo
contestar sin dudarlo: eliminar los obstáculos conceptuales. Algunas de
nuestras mayores batallas han girado en torno a la disputa contra las ideas
y las actitudes preconcebidas de funcionarios, burócratas, expertos y aca-
démicos. Las definiciones son parte de la batalla. El Registro de Sindicatos
no nos consideraba «trabajadoras», por lo cual no nos podía registrar como
«sindicato». Las laboriosas trabajadoras chindi, las bordadoras, los conduc-
tores de carros, los traperos, las matronas y los recolectores de productos del
bosque pueden contribuir al PIB de la nación, ¡pero Dios no quiera que se les
reconozca como trabajadoras! Sin empleador no puedes ser clasificado como
trabajador y si no eres trabajador no puedes formar un sindicato. Nuestra
lucha por ser reconocidos como un sindicato de ámbito nacional continúa.8
9 Global Employment Trends 2011. The challenge of a jobs recovery, 2011, Ginebra, ILO; http://
bit.ly/mvSeHZ.
120 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
El trabajo de guarda jurado es uno de los trabajos que más rápido crece
en el mundo, en parte debido a la reducción neoliberal del gasto públi-
co. Los guardas jurados superan en número a la policía pública en pro-
porción de 2/3 a 1 en gran parte de las Américas, Asia y África y suelen
cobrar la mitad que la policía pública. El aumento del contingente de
guardas jurados ha de considerarse básicamente un gasto del capital,
ya que vigilan no solo fábricas y oficinas, sino especialmente aquellos
espacios a los que se ha dado en llamar «propiedades privadas públi-
cas»: centros comerciales, aeropuertos, museos, atracciones turísticas y
otros espacios «privados» a los que el «público» está invitado.
Esta línea divisoria entre los servicios para las empresas y los ser-
vicios para el hogar también se refleja en la división internacional del
trabajo de la prestación de servicios. Los servicios para las empresas
han tendido a ser deslocalizados gracias a la creación del «espacio de
oficina global», que es similar a la cadena de montaje global; las líneas
de comunicación digital permiten la transferencia fácil de servicios de
datos de toda clase, desde la contabilidad financiera y la preparación
de nóminas a los historiales médicos y a la industria global de los call-
centers. Por otra parte, la subcontratación de los servicios para el hogar se
produce mediante el movimiento de las trabajadoras, y no por mor del
desplazamiento de la producción, especialmente a través de la masiva
migración internacional de trabajadoras domésticas del sur de Asia a
los países del Golfo y Europa, de Europa del Este y África a Europa
Occidental, y de México y América Central a Estados Unidos y Canadá.
1 Tal y como ha afirmado Josette Sheeran, directora del Programa Mundial de Alimentos
de Naciones Unidas: «Hay alimentos en los estantes, pero las personas no pueden pagar-
los en el mercado» (The Guardian, 26 de febrero de 2008). El titular de la edición de The
New York Times del 2 de diciembre de 2002: «Los pobres de India se mueren de hambre
mientras los excedentes de trigo se pudren». El titular de la edición de The Wall Street
Journal del 25 de junio de 2004, «Want Amid Plenty, An Indian Paradox: Bumper Har-
vests and Rising Hunger». Se pueden ver más análisis académicos en B. Guha-Khas-
nobis, S. S. Acharya y B. Davis (eds.), Food Insecurity: Vulnerability and Human Rights
Failure, Hammondswoth, Palgrave Macmillan, 2007; B. Guha-Khasnobis, S. S. Acharya
y B. Davis (eds.), Food Security: Indicators, Measurement and the Impact of Trade Openness,
Oxford, Oxford University Press, 2007.
127
128 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
2 Associated Press, 18 de febrero de 2007. Para más detalles, véase el informe del relator
especial sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, Implementation of General Assem-
bly Resolution 60/251 del 15 de marzo, entitled, «Human Rights Council», A/HRC/4/30, 19 de
enero de 2007.
Lecciones de la crisis alimentaria mundial de 2008 129
7 «Food crisis: Rice blames it on a better diet in India, China», The Economic Times (India),
29 de abril de 2008. Esta opinión había sido articulada anteriormente por la directora
ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas; véase J. Sheeran, The
Guardian, cit. Según la página dedicada en India al Programa Mundial de Alimentos,
«casi el 50 por 100 de las personas que pasan hambre en el mundo viven en India, un país
de bajos ingresos y que sufre déficit alimentario». Mientras que el crecimiento económico
probablemente ha aumentado los ingresos y el consumo alimentario de muchas perso-
nas, son muchas más las que parecen haber empeorado su situación. «El consumo de
cereales descendió desde un máximo de 468 gramos per cápita diarios en 1990-1991 a 412
gramos per capita diarios en 2005-2006, lo que indica un descenso del 13 por 100 durante
este periodo. El consumo de legumbres descendió desde 42 gramos per cápita diarios (72
gramos en 1956-1957) a 33 gramos per cápita diarios durante el mismo periodo» («Agri-
cultural production and food availability», Economic Survey of India, 2007-2008, Ministerio
de Finanzas, Gobierno de India, 2008). El ciudadano indio medio come alrededor de 178
kg. de grano anuales en comparación con los 1.046 kg. consumidos por el estadounidense
medio, es decir, casi seis veces más. El consumo per cápita de grano en Estados Unidos
aumentó desde los 946 kg. anuales en 2003 a 1.046 en 2007, mientras que el consumo
per cápita de grano en India permaneció estático en el mismo periodo (Subidh Varma,
(2008), «The US eats 5 times more than India per capita», The Times of India, 4 de mayo).
Según el Informe Arjun Sengupta de la Comisión Nacional para las Empresas del Sector
Informal, el número total de pobres y vulnerables aumentó desde los 732 millones en
1993-1994 a 836 millones en 2004-2005, mientras que el 77 por 100 de la población activa
de India vive con poco más de un dólar estadounidense al día (véase también Indulata
Prasad y Anuradha Mittal (2008), «The Blame Game: Who is Behind the World Food Price
Crisis?», Policy Brief, julio, The Oakland Institute, Oakland, http://www.oaklandinstitute.
org/pdfs/Blame_Game_Brief.pdf).
Lecciones de la crisis alimentaria mundial de 2008 131
Liberalización comercial
11 En 2007, Malawi decidió dar media vuelta y rechazar las recomendaciones programá-
ticas recibidas reintroduciendo las subvenciones para los fertilizantes y las semillas. Los
agricultores utilizaron más fertilizantes, las cosechas aumentaron y la situación alimenta-
ria de Malawi mejoró enormemente, The New York Times, 2 de diciembre de 2007.
134 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
12 Citado en Neth Dano, «Diverse Proposals by Political Leaders at “Food Crisis Sum-
mit”», SUNS-South North Development Monitor #6489, 5 de junio de 2008.
13 Adil Ali, «India’s Export Ban on Foodgrains: A Measure to Ensure Availability of Food
for its Poorest Citizens», Oakland, The Oakland Institute, mayo de 2008.
Lecciones de la crisis alimentaria mundial de 2008 135
Durante mucho tiempo los bosques han sido una importante fuente
de alimentación (por ejemplo, frutos, helechos, tubérculos, fauna) para
muchos habitantes rurales que vivían en condiciones próximas a la sub-
sistencia.18 La constante deforestación provocada por la tala de árboles, los
17 Fred Magdoff, «The World Food Crisis», Monthly Review, vol. 60, núm. 1, mayo de 2008,
pp. 1-15.
18 Robert Nasi con David Brown, David Wilkie, Elisabeth Bennett, Caroline Tutin, Gijs van
Tol y Tim Christophersen, Conservation and Use of Wildlife-Based Resources: The Bushmeat
Lecciones de la crisis alimentaria mundial de 2008 137
Crisis, Secretariado de la Convención sobre Diversidad Biológica, Montreal, Center for In-
ternational Forestry Research (CIFOR), Bogor, Technical Series 35, 2007, 50 pp.; disponible
en http://www.cbd.int/doc/publications/cbd-ts-33-en.pdf.
19 Fred Magdoff, «The Political Economy and Ecology of Biofuels», Monthly Review, núm.
60-3, julio-agosto de 2008.
20 Financial Times, «Soil Under Strain», 17 de julio de 2008.
21 Julie Jargon, «Reaping What Foreign Growers Sow: US Farmers Score Big Profits Se-
lling Crops from Abroad», The New York Times, 15 de julio de 2008.
138 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Acontecimientos recientes
33 Ibid., p. 135.
34 Ibid., p. 136.
Lecciones de la crisis alimentaria mundial de 2008 143
35 Oxfam, «The Time is Now: How World Leaders Should Respond to the Food Price
Crisis», Briefing Note, Oxfam, Oxford, 2008; Sophie Young y Anuradha Mittal, Food Price
Crisis: A Wake Up Call for Food Sovereignty, Oakland, The Oakland Institute, 2008, http://
www.oaklandinstitute.org/pdfs/Food_Prices_Brief.pdf
36 N. Dano, «Diverse Proposals by Political Leaders at “Food Crisis Summit”», cit.
144 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Los investigadores del IRRI dicen que saben cómo crear variedades de
arroz resistentes a la amenaza de la chicharrita del arroz (Niparvata lu-
gens), pero que los recortes presupuestarios les han impedido hacerlo.
En la década de 1980, el IRRI empleaba a cinco entomólogos (expertos
en insectos), que supervisaban a un personal de 200 personas, en con-
traste con un entomólogo que supervisa el trabajo de solo 8 personas
en mayo de 2008. De ahí que no cause sorpresa que los pasillos de la
sede del IRRI tengan muchos despachos vacíos. Pero incluso un golpe
de fortuna repentino para la investigación agrícola necesitaría tiempo
para producir resultados.
149
150 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
China e India —los dos países más poblados del mundo— han ex-
perimentado un éxito tremendo en el crecimiento económico durante
la era neoliberal. Sin embargo, incluso ese crecimiento, ha producido
a su vez tremendas patologías sociales, entre las que hay que mencio-
nar: (1) el desempleo de masas, a medida que los campesinos se ven
obligados a abandonar la agricultura pero son incapaces de encontrar
oportunidades de trabajo adecuadas en la industria y en los servicios;
(2) desigualdades cada vez mayores de renta y de riqueza, debido al
aumento del desempleo que acompaña al incremento cada vez mayor
de los beneficios de los estratos privilegiados de la sociedad; y (3) un
desplome de las normas e instituciones tradicionales de la comunidad
y la solidaridad, sin formas alternativas adecuadas de protección social
que valgan como sustitutos.
El problema de Marx
a una amenaza cada vez más creíble de ser sustituidos. Si todo lo de-
más siguiera como está en el mercado de trabajo estadounidense, esto
significaría que la integración global socava el poder de negociación
de los trabajadores estadounidenses y por ende tiende a imponer sa-
larios más bajos.
El problema de Keynes
El problema de Polanyi
Unidos pasó del 8 al 21 por 100 del PIB entre 1913 y 1950, para llegar
al 32 por 100 en 1992. El Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial fueron también creados a mediados de la década de 1940
para promover tales ideas programáticas en todo el mundo, esto es,
para poner en práctica políticas que eran prácticamente las contrarias
de las que alientan hoy en día. El propio John Maynard Keynes fue
una de las principales fuerzas intelectuales que contribuyó al diseño
inicial de ambas instituciones.
2 Este parágrafo se apoya en Robert Pollin, «Tools for a New Economy: Proposals for a
Financial Regulatory System», Boston Review, enero-febrero de 2009, pp. 10-13.
La lucha para derrotar al neoliberalismo global 161
Ni que decir tiene que Yunus y el Grameen Bank han hecho impor-
tantes contribuciones al combate contra la pobreza de masas. Al mis-
mo tiempo, los verdaderos logros de las microfinanzas están siendo
3 Este parágrafo se apoya en Robert Pollin, «Micro-Finance, Macro-Finance and Egalitarian
Development», en Phillip Arestis y John Eatwell (eds.), Finance and Industry: Essays in Honor
of Ajit Singh, Londres, Palgrave Macmillan, 2009, pp. 52-73.
La lucha para derrotar al neoliberalismo global 163
Estos tipos son más bajos que los que suelen aplicar los prestamistas,
pero siguen siendo severamente altos. Los defensores de tal modelo
replican que, teniendo en cuenta los riesgos para el prestamista, esos
tipos son adecuados; y que unos tipos más bajos no atraerán a ese mer-
cado a los banqueros que buscan ganancias. Afirman también que los
tipos subvencionados invitan a la búsqueda de renta, de tal suerte que
aquellos que disfruten de conexiones políticas, y no quienes lo necesi-
tan, terminarán siendo los receptores reales del crédito subvencionado.
7 Nimal A. Fernando, «Understanding and Dealing with High Interests Rates on Mi-
crocredit: A Note to Policy Makers in the Asia and Pacific Region», Asian Development
Bank, 2006, p. 1.
8 Daniel Pearl y Michael M. Phillips, «Grameen Bank, Which Pioneered Loans for the
Poor, Has Hit a Repayment Snag», The Wall Street Journal, 27 de noviembre de 2001, p. A1.
166 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Ahora bien, tanto si las condiciones del crédito son laxas como si son
exigentes, las microempresas dirigidas por personas pobres general-
mente no pueden tener éxito solo porque dispongan de mejores opor-
tunidades de endeudamiento. Para que un número importante de
microempresas tenga éxito, deben tener acceso a carreteras decentes
y a medios asequibles de transporte de sus productos a los mercados.
Necesitan asesoramiento en marketing para llegar a los clientes y un
mercado doméstico a su vez efervescente y dotado de un buen fun-
cionamiento, es decir, suficientes personas con suficiente dinero para
comprar lo que esas empresas tienen que vender. Por último, las mi-
croempresas se benefician en gran medida de una oferta ampliada de
empleos con salarios dignos en sus economías locales. Esta es la única
manera óptima de mantener un mercado doméstico vibrante. Asimis-
mo, cuando el mercado de empleos asalariados es fuerte, ello significa
que el número de personas que trata de sobrevivir como microempre-
sarios baja, lo cual reduce la competencia entre las microempresas y de
tal suerte mejora sus posibilidades de éxito.
11 Algunas cifras y referencias básicas sobre este comportamiento, así como referencias
adicionales, se encuentran en Robert Pollin, Contours of Descent: U. S. Economic Fractures
and the Landscape of Global Austerity, cit., cap. 5.
168 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
13 Todas las cifras en este y en los siguientes parágrafos proceden del World Development
Indicators del Banco Mundial, 2006.
170 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Como he afirmado más arriba, una de las instituciones clave del mo-
delo del Estado desarrollista, básicamente desmantelada bajo el neo-
liberalismo, es el banco público de desarrollo. Los bancos públicos de
desarrollo proporcionan créditos baratos a largo plazo a las empresas
nacionales para que amplíen sus capacidades productivas y de mar-
keting a un ritmo sostenible. Esta es la política que Amsden describe
como de una «importancia abrumadora» para la senda de desarro-
llo tanto de los países que se apoyaban en este tipo de instituciones
para asignar el crédito, como de aquellos en los que tenían menor
importancia. En este último conjunto de países, Amsden escribe que
«cuando fue necesario, se movilizó todo el sector bancario para dirigir
el crédito a largo plazo hacia las industrias seleccionadas, lo cual im-
plicaba que este actuaba como un banco de desarrollo sustitutorio».14
Amsdem describe Indonesia como uno de los países que hicieron un
uso eficaz de su banco público de desarrollo, el Indonesian Develop-
ment Bank, junto con los casos de México, Chile, Corea del Sur y Bra-
sil. E incluye también a Tailandia entre los países que no se apoyaron
en un banco de este tipo pero utilizaron «todo el sistema bancario»
para canalizar el crédito subvencionado con objetivos de desarrollo.
Los otros casos incluidos en esta categoría citados por Amsden son
Malasia, Taiwán y Turquía.
Tabla 4.1. Crecimiento del PIB de Ecuador por sector, 2006-2011 (%)
Por sector:
Agricultura, caza y pesca 5,10 4,10 5,40 1,50 -0,20 5,90
seguridad social
Transportes y almacenamiento 5,20 3,10 5,40 3,70 2,50 5,60
* Los datos de 2011 comparan los primeros dos cuatrimestres del año con el mismo pe-
riodo del año anterior. Las cifras proceden de las cuentas de la renta nacional de Ecuador.
Esto se vuelve aún más evidente cuando se toman las cifras de los dos
primeros cuatrimestres de 2011. En su conjunto, en esos primeros seis
meses la economía creció a una tasa espectacular del 8,7 por 100. El
sector minero contribuyó considerablemente al crecimiento durante
este periodo, pero el principal impulsor del crecimiento volvió a ser
el sector de la construcción que creció al 21,1 por 100. La expansión de
la construcción fue responsable de más del 40 por 100 del crecimiento
global del PIB de Ecuador durante los primeros seis meses de 2011.
La lucha para derrotar al neoliberalismo global 173
Referencias bibliográficas
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mic and Policy Research, 2011.
5. Redefinir el desarrollo y
la calidad de vida.
Nuevas estrategias económicas en Ecuador
Jayati Ghosh
175
176 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Dentro de América Latina, uno de los países de los que menos se habla
bien puede ser el que proporcione el modelo económico más interesan-
te. Ecuador podría ser uno de los lugares más excitantes del planeta en
el momento actual en términos de una nueva forma de pensar —y de
realizar un trabajo activo— dirigida hacia un paradigma de desarrollo
alternativo, que esté basado en nuevas relaciones entre la economía, la
sociedad y la naturaleza. El ejemplo de Ecuador es especialmente im-
portante, porque muestra lo que se puede lograr incluso por parte de un
país pequeño, que funciona bajo numerosas limitaciones en tiempos eco-
nómicos inciertos, si hay suficiente voluntad política y apoyo popular.
Antecedentes
Entre 1997 y 2007, Ecuador estuvo gobernado por cinco gobiernos suce-
sivos, que monótonamente siguieron las políticas económicas exigidas
por el modelo económico neoliberal dominante a escala global. Esto
conformó una economía internamente desarticulada verdaderamente
típica en términos internacionales, caracterizada por un sector expor-
tador primario (petróleo, producción de plátanos y café mediante una
estructura agroeconómica característica del modelo de hacienda) con-
trolado por compañías multinacionales o elites locales, por una falta
notable de industria, y por un modelo económico nacional fundamen-
talmente atrasado basado en la producción campesina y en un sector
servicios dotado de una baja productividad.
10
8
Ecuador
6
0
LAC
-2
-4
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Fuente: Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean 2011,
ECLAC, Santiago, Chile.
27
25
Ecuador
23
21
19
LAC
17
15
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Fuente: Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean 2011,
ECLAC, Santiago, Chile.
Redefinir el desarrollo y la calidad de vida 183
Todo esto está muy bien, pero tener una constitución progresista no
es desde luego suficiente. Las constituciones pueden ser buenas en sí
mismas, pero inadecuadamente llevadas a la práctica en la letra o el
espíritu, algo de lo que es un buen ejemplo la Constitución de la India.
En Ecuador, sin embargo, el proceso de planificación del desarrollo ha
estado explícitamente alineado con los requerimientos constituciona-
les, y ya ha habido algún progreso en los cuatro últimos años.
3 SENPLADES, Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013; National Plan for Good Living:
Building a Plurinational and Intercultural State, versión resumida: ambos en Quito, Secre-
taría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES), Gobierno de Ecuador, Repú-
blica de Ecuador, 2009. Disponible en www.senplades.gob.ec.
184 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Finanzas públicas
Fuente: Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean (LAC) 2011,
ECLAC, Santiago, Chile.
35
2011
2010 30.8
29.3
30
2009
26 27.3 28 26.8
26.1
25 23.4
22.3 23.2
21.2
20 19.7
15
10
Ingresos públicos Gastos públicos Ingresos públicos Gastos públicos
en Ecuador en Ecuador en ALC en ALC
Fuente: Preliminary Overview of the Economies of Latin America and the Caribbean 2011,
ECLAC, Santiago, Chile.
Otras medidas
Desde luego, todavía hay un largo camino por recorrer para pro-
porcionar a los trabajadores y trabajadoras una protección adecua-
da o incluso para garantizar sus derechos laborales: el informe de
noviembre de 2011 de la Confederación Sindical Internacional (CSI)
señala que «la ley limita los derechos a la organización, a la negocia-
ción colectiva y a la huelga» y que «en la práctica, las mujeres y las
personas de origen indígena y afroecuatoriano sufren discriminación
en el empleo».6 Sin embargo, la dirección del cambio es importante,
especialmente en un contexto general de excedente de trabajo. El mis-
mo informe de la CSI señala aprobatoriamente que «el gobierno hace
significativos esfuerzos para afrontar los problemas de las personas
discapacitadas».
160 9
140 8
Índice del salario mínimo real (eje izquierdo)
123
Tasa de empleo urbano (eje derecho) 7
100
6
80
Tasa de desempleo urbano (eje izquierdo)
5
60
40 4
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Fuente: Economic Survey of Latin America and the Caribbean 2011, ECLAC, Santiago, Chile.
El Gráfico 5.4 muestra que los salarios mínimos reales han aumentado
durante toda la década pasada y que la tasa de crecimiento se aceleró a
partir de 2006. Se estima que estos se han incrementado en más de un
tercio entre 2006 y 2011. Las tasas de desempleo urbano siguen sien-
do, sin embargo, elevadas y su reciente descenso puede que esté más
relacionado con la reducción del índice de empleo que con el aumento
de las oportunidades de trabajo. Hay que señalar, no obstante, que el
incremento de los salarios mínimos y su aplicación en la práctica, así
como los intentos de formalización de la mano de obra, no han provo-
cado tasas de desempleo significativamente más elevadas, como por
regla general sugieren quienes se oponen a estas políticas.
La economía y la naturaleza
7 Carmelo Ruiz Marrero, «Yasuní: The Battle’s Not over Yet», Latin America Energy and
Environment Monitor, núm. 3, 6 de septiembre de 2010, http://energyandenvironmentmo-
nitor.blogspot.com/
Redefinir el desarrollo y la calidad de vida 193
Todo esto puede sonar demasiado bien para ser verdad, y ciertamen-
te el proceso de transformación económica y social acaba de empezar.
René Ramírez Gallegos (actual secretario nacional de Educación Su-
perior, Ciencia, Tecnología e Innovación, y hasta hace poco secretario
nacional de Planificación y Desarrollo), describe el proceso en marcha
desde principios de 2007 como una «revolución ciudadana»; una es-
pecie de camino intermedio entre aquellos que buscan «gestionar el
capitalismo» para llevarlo en una dirección más igualitaria, y aquellos
que pretenden una completa revisión y transformación del sistema ca-
pitalista en algo totalmente diferente. El propósito es utilizar al Estado
como un instrumento para transformar los modelos de acumulación,
producción y distribución de manera que puedan satisfacerse las nece-
sidades de los ciudadanos ahora y en el futuro. El proceso es natural-
mente desigual y supone un desafío, pero el alcance de la ambición y
de los éxitos ya logrados es notable.
197
198 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
5 Ibid., p. 12.
6 Artículo 78 y Disposición Transitoria (de la Educación) Décimo Tercera de la Constitu-
ción de 1998 y artículo 71 de la LOES del 2000. Véase Analía Minteguiaga, Informe diagnós-
tico sobre el sistema de educación superior en Ecuador, Informe de consultoría SENPLADES,
2008, inédito.
Tercera ola de transformación de la educación superior en Ecuador 201
de juego que las preexistían y, más bien, funcionaron bajo una suerte
de re-tradicionalización. Además, en buena parte de estas, se abandonó
la aplicación del principio de laicidad, absolutamente indispensable en
un ámbito científico de libre circulación de ideas y generación de pen-
samiento crítico.
Por ello, recobrar del carácter público se vincula con redefinir qué
actores participan en las decisiones colectivas y vinculantes del sector
(qué expresas habilitaciones e inhabilitaciones deben asegurar) y ade-
más re-conectar el Estado con el campo de la educación superior bajo
una nueva matriz de sentidos que exceda el tradicional discurso de la
universidad versus el Estado. Así, en el más absoluto respeto a la auto-
nomía de las universidades, se trata de una estatalidad que tenga como
horizonte normativo la separación de los intereses de clase, corpora-
ción, grupo, y/o estamento y su reconstitución como actor fundamental
dentro la sociedad para alcanzar el bien común.
En el marco antes señalado, esta tercera sección presenta cuáles han sido
y cuáles son los desafíos concretos para la transformación del sistema
de educación superior en Ecuador. En la perspectiva de la recuperación
20 Vale acotar que la transformación de la educación superior tiene que estar articulada
con el intelecto social y la construcción del sistema de ciencia, tecnología e innovación
vinculado. En este artículo se tratará únicamente el componente relacionado con la edu-
cación superior. Para analizar las relaciones globales de los diferentes sistemas, véase Ra-
mírez Gallegos, Bio-conocimiento abierto y común para el buen vivir. Democracia, acumulación
y sostenibilidad ambiental en el Ecuador, Quito, Senescyt, 2013 (mimeo).
210 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
En este marco, no podrán ser entendidas las reformas que se están im-
plementando en Ecuador, sino se entiende que la transformación del
sistema de educación superior está articulado a la construcción de una
sociedad del conocimiento, razón por la cual la universidad tiene que
pensarse desde, con y para la sociedad. Esto implica reconocer que la
riqueza del conocimiento está en la propia sociedad en donde existen
diferentes saberes y que la universidad debe dialogar con dicha plura-
lidad para retroalimentar y generar, a su vez, más conocimiento siste-
mático con el fin de enriquecer la democracia y la materialidad que lo
sustenta. La mirada colonial de la universidad que se «vincula» con la
Tercera ola de transformación de la educación superior en Ecuador 211
Es por estas razones, que una de las disputas políticas más relevan-
tes que se debió enfrentar a partir del 2008 fue, por un lado, la descor-
porativización de los órganos rectores del sistema y, por el otro, la crea-
ción de una Secretaría de Estado dentro del Poder Ejecutivo nacional
que se encargue de hacer política pública para el campo de la educación
superior y para el complejo científico-tecnológico nacional.
vez, el CEAACES formado por seis miembros, de los cuales tres son
académicos delegados por el Presidente de la República y tres acadé-
micos designados por concurso público de merecimiento y oposición
por el mismo CNE. Todos ellos deben cumplir los mismos requisitos
que un/a rector/a universitario/a, sin embargo no pueden ser autorida-
des universitarias. En la misma línea de mudanzas, la Asamblea Uni-
versitaria, recobrando su espíritu original, se integra por los distintos
estamentos de su comunidad (rectores, estudiantes, académicos y tra-
bajadores) y asume importantes funciones de asesoría a los órganos
gubernativos del sistema de educación superior.
2006 2011
18,80% 19,70%
14,50%
9,50%
8,20%
6,50%
29 Ley que deberá posteriormente ser discutida y sancionada por la Asamblea Nacional.
218 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
33 No era extraña encontrar profesores que tenían cargas horarias de 20 a 25 horas por
semana. Si los profesores dedicaban una sola hora a preparar clase, ya se puede percibir un
nivel de explotación solapado. En Ecuador por ley sólo se debe trabajar 40 horas semanales.
34 En Ecuador, tener este nivel de salario personal implica pertenecer al 10 por 100 más
rico de su población.
35 En Ecuador, el 40 por 100 de los profesores titulares tienen nivel de licenciatura y
apenas el 2 por 100 tiene PhD (doctorado). El reglamento exige que todo profesor deba
tener al menos nivel de maestría para ser profesor universitario (auxiliar y agregado) y
únicamente los profesores que tengan título de PhD podrían ser profesores principales
titulares del máximo nivel. Se estableció como plazo para el cumplimiento de este objeti-
vo el 2017. Empero, vale señalar que el mandato viene desde el 2010.
222 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Por otra parte, y algo que no es menor, se establece tres años para
que las universidades destinen la mayoría de los recursos a lo acadé-
mico (pago de docentes e investigadores) frente a lo administrativo.
Quizá como consecuencia de un arreglo clientelar, en donde las uni-
versidades juegan un papel fundamental en la generación de empleos
burocráticos, actualmente en Ecuador, el 64 por 100 del gasto corriente
se destina a gasto administrativo. El reglamento establece que dicho
porcentaje debe ser como máximo el 35 por 100 y el resto debe estar
destinado a temas exclusivamente académicos: salarios, investigación,
becas, entre otros.
40 El proceso de evaluación nace con un mandato constitucional (núm. 14). Este obligaba
a la institución encargada de la evaluación y acreditación de la educación superior a
evaluar el desempeño institucional de las IES con fines a su «depuración» (Minteguiaga,
«Los vaivenes en la regulación y evaluación de la educación superior en ecuador. el caso
del Mandato 14 en el contexto constituyente», cit.). La evaluación dio como resultado una
categorización de las universidades que van desde la A hasta la E (5 categorías). Asimis-
mo, siguiendo las recomendaciones de dicho informe, a las universidades de categoría
E se les volvió a evaluar luego de 4 años del mandato constitucional y sobre la base de
los resultados obtenidos, el CEAACES tomó la decisión que de las 26 universidades que
pertenecían a esta categoría, 14 debían ser clausuradas por incumplir los requisitos mí-
nimos de calidad.
226 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
41 El restante 3 por 100 decidieron no aplicar al plan de contingencia por motivos per-
sonales.
42 La Constitución del 2008 tiene únicamente 5 pre-asignaciones que están destinadas a
educación, salud, gobiernos autónomos descentralizados, ciencia y tecnología y educa-
ción superior. Antes del 2008, más del 90 por 100 del presupuesto del Estado tenía una
asignación previa, que estaba normada en diferentes leyes del Estado.
43 En temas de pertinencia, se busca que las universidades oferten las carreras que nece-
sita el país en el marco de la atención de garantía de derechos y del proceso de industria-
lización. La eficiencia administrativa busca que las universidades destinen sus recursos a
temas relacionados con lo académico (no a lo burocrático) y que no exista sub-ejecución
presupuestaria. En los últimos tres años, las universidades han sub-ejecutado en prome-
dio aproximadamente 200 millones de dólares.
Tercera ola de transformación de la educación superior en Ecuador 227
9.000 8.228
7.000
5.000
3.566 3.231
3.000 2.355
1.000
(1.000) AB CD
3.500
3019
3.000
2.500
1979
2.000 1787
1460
1.500
1.000
500
0
AB CD
48 M. Nussbaum, Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, Buenos
Aires, Katz, 2010, p. 43.
49 Como instrumento de la construcción de una ética bio-céntrica, el sistema de edu-
cación superior contará con la Universidad Regional Amazónica (IKIAM). Una de las
estrategias fundamentales de acumulación planteada en el Plan Nacional para el Buen Vivir
(2009-2013) constituye en dar valor agregado a la información que contiene la bio-diver-
sidad del (quizá) más importante laboratorio natural que tiene el mundo: la Amazonía.
El conocimiento y la investigación de la biodiversidad permitirá dimensionar de una
mejor manera el valor de la vida que tiene nuestra Amazonía y con ello coadyuvar a la
construcción de una sociedad bio-céntrica.
Tercera ola de transformación de la educación superior en Ecuador 231
50 Desde este punto de vista, la reforma del régimen académico estará acompañada de
la creación de la nueva Universidad de las Artes (UniArte) que trata de ser un detonante
de la creatividad media de la ciudadanía ecuatoriana y con ello del sistema de educación
superior.
51 Toda carrera debe tener una base humanística. Empero, también, toda carrera huma-
nística debe comprender la episteme de las ciencias fundamentales.
232 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
237
238 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
4 United Nations, The Inequality Predicament: Report on the World Social Situation 2005,
Nueva York, Naciones Unidas, 2005; Jomo K. Sundaram y Jacques Baudot (eds.), Flat
World, Big Gaps: Economic Liberalization, Globalization, Poverty and Inequality, Londres, Zed
Books, 2007.
5 World Bank, The State in a Changing World: World Development Report, Nueva York,
Oxford University Press, 1997, p. 1.
El empobrecimiento de la medida, el análisis y las políticas de la pobreza 239
El desafío de la pobreza
«Pobre pobreza»
12 Jomo Kwame Sundaram y Anis Chowdhury (eds.), Poor Poverty. The Impoverishment
of Measurement and Analysis, Londres, Bloomsbury Academic, 2011. El libro fue lanzado
por United Nations Academic Impact (UNAI) en cooperación con el Departamento de
Asuntos Económicos y Sociales (DAES) de la ONU dentro de la Serie de Naciones Unidas
sobre el Desarrollo. Esta serie recoge, como se indica en su página web, trabajos realiza-
dos por los investigadores del DAES y en particular de los empleados en la División de
Políticas y Análisis del Desarrollo en el curso de la elaboración de su publicación princi-
pal, el World Economic and Social Survey. El libro ha sido coordinado y editado por Jomo
Kwame Sundaram, en ese momento Asistente del Secretario General del DAES, y Anis
Chowdhury, Jefe de Asuntos Económicos del DAES. [N. del E.]
244 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Referencias bibliográficas
21 Standing, Guy, «How Cash Transfers Promote Work and Economic Security», en Jomo
K. Sundaram y Anis Chowdhury (eds.), Poor Poverty: The Impoverishment of Analysis, Mea-
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Naciones Unidas, 2011.
250 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Sundaram, Jomo K., y Jacques Baudot (eds.), Flat World, Big Gaps: Eco-
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El empobrecimiento de la medida, el análisis y las políticas de la pobreza 251
255
256 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Se trata por tanto de entender qué quiere decir esa «sociedad alejada»
de las instituciones de la que nos habla Michael Walzer, y de repensar
los lazos entre lo social, cada vez más individualizado y personalizado,
y la esfera política, entendida como mecanismo delegativo de toma
de decisiones en nombre de la comunidad. Detenerse en las relacio-
nes sociedad-poder político es sin duda un elemento clave para poder
repensar la política y las políticas. En efecto, en la política, el factor
delegación, la transferencia del poder de las personas, de la comu-
nidad, a los políticos, a los representantes y detentadores del poder,
ha sido la piedra basal de la construcción de la legitimidad del po-
der en el Estado liberal. Y la lucha por la democratización del mismo
puso también un gran énfasis en ampliar la base del sufragio y en el
acceso de representantes de las clases populares a las instituciones
representativas. Si queremos repensar la política, deberemos empe-
zar por repensar esa lógica delegativa. Como bien afirma Ulrich Beck:
«El ciudadano que quiere resolver los problemas que no han sabido
ni prever ni evitar los especialistas, se los encuentra de nuevo entre
sus manos. No tiene otra solución que mantener la delegación (a los
políticos y especialistas), pero multiplicando esta vez los dispositivos
para controlarlos y vigilarlos».
Por otro lado, tal y como hemos mencionado, se han señalado tam-
bién los efectos perversos que podrían llegar a tener los grandes volú-
menes de información que sobre las personas, sus conductas, sus pre-
ferencias y sus hábitos irían acumulando las Administraciones a través
del uso de las TIC. Al lado del manejo de gran cantidad de datos admi-
nistrativos, el creciente uso de la videovigilancia, los nuevos programas
de detección de personas sospechosas, etc., si bien pueden mejorar las
prestaciones de las políticas de seguridad, plantean problemas no des-
deñables de violación potencial de la privacidad. En definitiva, este tipo
de vinculación entre procesos de innovación vía TIC, muy vinculados
a las políticas y sus procesos de prestación de servicios, no cambiarían
en absoluto las lógicas tecnocráticas y de «arriba a abajo» características
de los sistemas democráticos consolidados en la segunda mitad del si-
glo XX. El uso de las TIC más que reforzar la capacidad de presencia y
de intervención de la ciudadanía en los asuntos colectivos, podría más
bien acabar reforzando la capacidad de control y de autoridad de las
élites institucionales.
En ese contexto, Internet y las TIC son los factores fundamentales con
los que explicar esa nueva realidad, y asimismo constituyen el marco
natural que permite su desarrollo, autonomía y sus constantes posibi-
lidades de innovación y articulación. Gracias a las TIC es posible em-
pezar a hablar de pluralismo reticular o de promoción o potenciación
de la autonomía social capaz de generar inclusión y cohesión al mar-
gen de las medidas uniformizadoras y de los derechos abstractos de
ciudadanía. La pluralidad de formas de bienestar (el llamado welfare
mix que recoge el distinto grado de protagonismo público, mercantil o
social en las políticas sociales) no es, en ese marco, una respuesta ins-
trumental a problemas de sostenibilidad de las políticas de bienestar.
Va surgiendo, en cambio, una forma específica de ciudadanía social
que encuentra sus propios valores en la urdimbre asociativa y cívica
que se va tejiendo. Una ciudadanía comunitaria, territorializada o
no, y que cuenta con las grandes potencialidades y ventajas de de-
sarrollarse en el marco cada vez más consolidado de la sociedad de
la comunicación.
entre ellos y los intereses organizados. Ahora, la exigencia cada vez más
presente y expresada asimismo con fuerza por el 15M es más transpa-
rencia y más presencia directa de la ciudadanía, sin que todo ello pase
forzosamente por la intermediación de lobbies, sindicatos, patronales
o cámaras. Antes, los políticos justificaban su privilegiada posición por
el hecho de que tenían información, construían su criterio y tomaban
decisiones con respaldo mayoritario de los representantes. Ahora, la
gente, mucha gente, tiene información, construye su criterio y quiere
participar en las decisiones que le afectan. Como ya hemos menciona-
do, lo que Internet y las TIC ponen en cuestión es la necesidad de la
intermediación. Sobre todo, de la intermediación que no aporta valor, y
que además, en el caso de los políticos, goza de privilegios que ya no se
consideran justificados (sueldos, inmunidades, regalías…).
cultura libre, con éxitos tan evidentes como Wikipedia, muestra la fuer-
za de la acción colaborativa y conjunta, sin jerarquías ni protagonismos
individuales, combinando el ideal de la igualdad con la exigencia del
respeto a la autonomía personal y a la diferencia. Cada vez más gente,
más preparada, más precaria, con mejores instrumentos, más conecta-
da, servirá de voz a esa gran masa de la ciudadanía que sabe que las co-
sas van mal y que la situación actual no puede durar. Tratar de ponerle
nombre al movimiento, tratar de identificarlo y encasillarlo, significaría
ahora limitar su potencialidad de cambio y transformación.
¿Qué tiene que ver todo ello con los temas que aquí hemos ido apun-
tando, relacionados con la democracia y sus dilemas? Aún es pronto
para sacar demasiadas conclusiones al respecto, pero parece indudable
que van a ir apareciendo nuevas formas de hacer política, de ejercer la
representación y de tomar decisiones.
que ofrecen las TIC. Por tanto, con todas las cautelas necesarias, y siendo
consciente de que las formas de deliberación en asamblea son distintas
a las que se dan por teléfono o en un fórum virtual, se podría al menos
pensar hasta qué punto empiezan a darse las condiciones para avanzar
hacia formas de democracia, en las que sea posible acercarse a los viejos
ideales rousseaunianos sin las cortapisas del tamaño del «demos» y que,
al mismo tiempo, permitan eficiencia en la toma de decisiones.
Pero, ¿de qué democracia directa hablamos? No creo que sea ne-
cesario insistir en los problemas que genera una concepción de la de-
mocracia directa de tipo referendario, basada en la instantaneidad de
la toma de decisiones, sin mediaciones deliberativas ni institucionales.
Hace ya años, un magistrado de la Corte Constitucional italiana, Gus-
tavo Zagrebelsky, ponía de relieve la falta de adecuación entre los pre-
supuestos deliberativos de la democracia y la precipitación no exenta
de demagogia que rodea a los referéndum instantáneos, y para ello
utilizaba el ejemplo bíblico de la elección directa y popular que deci-
dió entre Barrabás y Jesucristo. La extensa literatura sobre democracia
deliberativa nos muestra la importancia extrema que los procesos deli-
berativos y participativos tienen en una concepción plena de lo que es
una democracia liberal. Siguiendo a Jürgen Habermas, se afirma que
las decisiones en democracia se cargan de valor y significación, más
sobre la base de la transfomación que sigue a la deliberación, que so-
bre la simple agregación de preferencias. Por lo tanto, toda incorpora-
ción de las TIC a los procesos de toma de decisiones públicas, debería
tener en cuenta ese profundo carácter deliberativo de la democracia.
De no ser así, podría ocurrir que esas decisiones fueran notablemente
inconsistentes entre sí, o bien que estuvieran demasiado afectadas por
situaciones emocionales coyunturales. Por tanto, deberíamos dirigir-
nos hacia perspectivas en las que fuera posible o imaginable, utilizar
los potenciales comunicativos y de toma de decisiones colectivas que
Internet sin duda presenta (y que ya han sido probados en contextos
privados u organizacionales), sin que ello hiciera perder capacidad y
calidad deliberativa a todo el nuevo proceso decisional inspirado en un
acercamiento a los valores de una democracia directa que siempre ha
sido vista como auspiciable, pero no viable.
Parece claro que en esta estrategia, en la que las TIC jugarían un pa-
pel central en la configuración de un sistema democrático basado en el
voto directo de la ciudadanía sin la intermediación de las instituciones
representativas tradicionales, existen problemas significativos. Uno de
los principales sería, sin duda, el papel de los parlamentos en ese nuevo
escenario, aunque algunos hablan ya de democracia postparlamenta-
ria. Pero, si nos referimos más en concreto a los problemas que pueden
surgir en la implementación de las propuestas de democracia directa
reseñadas, algunos de los que se han señalado como más significativos
son la falta de continuidad y de estrategia definida en la opinión de la
ciudadanía, la falta de información y debate suficiente, sin asunción de
responsabilidades sobre los efectos de las decisiones tomadas, el peligro
de falta de participación que permita el control del voto en ciertas deci-
siones por parte de minorías con intereses muy definidos, o el exceso de
complejidad en las políticas o decisiones a tomar, así como los problemas
derivados del propio uso de las TIC, su control, garantías, etc.
¿Conclusiones?
Referencias bibliográficas
287
288 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
1 Alain Touraine, Después de la crisis. Por un futuro sin marginación, Madrid, Paidós, Estado
y Sociedad, 2011.
2 Ibid., p. 29. Con la desaparición de los actores, Touraine se refiere a la desaparición
de sujetos colectivos, articuladores de demandas, representantes de conflictos en una
sociedad.
3 Pierre Rosanvallon, La contrademocracia. La política en la era de la desconfianza, Buenos
Aires, Manantial, 2007.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 289
Así es que nada más aventurado que hacer predicciones sobre los
movimientos sociales. Estos tienen por costumbre impugnar las pro-
yecciones y perspectivas de los analistas y una tendencia irremediable
a hacernos quedar mal. Así es que les anticipo mucha mesura y pru-
dencia ―no exenta de algún atrevimiento― respecto a los escenarios
previsibles de evolución de un movimiento tan singular.
Por último, y por lo que hace a las hipótesis de este trabajo, conven-
dría intentar aproximarse a una explicación de los porqués de la emer-
gencia de este fenómeno del movimiento de los indignados. En primer
lugar, la estructura de oportunidades políticas que ha posibilitado la
emergencia de esta reacción social tan importante tiene que ver con el
efecto disruptivo que sobre el sentido común neoliberal o, mejor, sobre
la racionalidad política neoliberal,9 ha tenido la crisis económica. Con-
viene recordar que al comienzo de la misma escuchamos aquellas de-
claraciones que pedían desde «refundar el capitalismo» a «congelarlo».
Opiniones emitidas, todo hay que decirlo, por eximios representantes
del orden establecido. Era evidente que se cumplían algunas de las
condiciones que suelen argüirse para dar cuenta de la aparición de
la acción colectiva: la percepción de un cambio significativo en nues-
tra sociedad y la aparición de fracturas o grietas en el, hasta entonces,
inmaculado lienzo de la narración hegemónica y, con ello, la evidencia
de que las elites dominantes se encontraban perturbadas y divididas
respecto a lo que hacer.
El siglo XXI comenzó con los atentados de Al Qaeda sobre las Torres
Gemelas en Nueva York. El 11 de septiembre de 2001, el vuelo 11 de
American Airlines y el vuelo 175 de United Airlines, pilotados por te-
rroristas islamistas, impactaron sobre dos edificios emblemáticos de
Estados Unidos produciendo una conmoción mundial de consecuen-
cias incalculables, en aquel momento.
Entre los autores que han reflexionado sobre esta cuestión, desta-
caría a Luigi Ferrajoli que se refiere a la emergencia de poderes des-
regulados y salvajes consecuencia del proceso de deconstitucionaliza-
ción de nuestros Estados de derecho.12 Este proceso, desconocido por
la masividad de incumplimientos del orden constitucional, se explica
por la doble crisis destructiva de la representación política, por arriba
y por abajo. En todos los casos se pone en cuestión o se niegan otras
tantas separaciones entre esferas o niveles de poder: entre Estado y
pueblo, entre esfera pública y privada, entre fuerzas políticas e insti-
tuciones públicas, entre poderes mediáticos y libertad de la cultura y
de la información.13
14 Tony Judt, Algo va mal, (segunda edición), Madrid, Taurus, 2010, p. 77.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 303
15 La síntesis más aguda sobre la verdad de este modelo político y económico dice que
en estos países, todo lo que había de socialismo no era real y todo lo que había de real no
era socialista. No se puede explicar mejor.
304 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
18 http://reports.weforum.org/global-risks-2012/
306 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
22 Jacques Attali, ¿Y después de la crisis qué…? Propuestas para una nueva democracia mundial,
Barcelona, Gedisa, 2009.
23 Para una aproximación a interpretaciones sobre la crisis véase: Yanis Varoufakis, El
minotauro global. Estados Unidos, Europa y el futuro de la economía global, Madrid, Capitán
Swing, 2012. También Jeffrey Sachs, El precio de la civilización, Barcelona, Galaxia
Gutenberg/Círculo de Lectores, 2012.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 309
Antes del huracán Katrina, la junta estatal se ocupaba de 123 escuelas pú-
blicas; después solo quedaron 4. […] Los maestros de la ciudad solían enor-
gullecerse de pertenecer a un sindicato fuerte. Tras el desastre, los contratos
de los trabajadores quedaron hechos pedazos, y los 4.700 miembros del sin-
dicato fueron despedidos. Algunos de los profesores más jóvenes volvieron
a trabajar para las escuelas chárter, con salarios reducidos. La mayoría no
recuperaron sus empleos.
25 Ibid.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 311
Por otra parte, los resultados de las elecciones ya no garantizan una re-
presentación fidedigna de los conflictos sustantivos en el seno de la co-
munidad política, ni tampoco los actores están en condiciones de garan-
tizar consecuentemente el cumplimiento de sus programas. La elección
pierde así mordiente democrático y no va mucho más allá de permitir un
procedimiento participado de elección de los gobernantes. Argumentar
que esto es lo que la gente quiere pues sigue votando, no permite avan-
zar mucho en la explicación y sigue dejando el tema de la quiebra de la
legitimidad intacto. Es necesario seguir indagando, entonces.
28 Ibid., p. 31.
316 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
red, debemos admitir que esta «presencia colectiva» es mucho más que
la suma de esas experiencias y que, desde luego, su éxito no puede ex-
plicarse a partir de esa suma.
32 Ibid., p. 25.
318 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Esto significa que hay varias puertas de salida para el malestar crecien-
te en nuestras sociedades. La desafección a la política, la matriz conser-
vadora del sentido común hegemónico y la crisis de la representación
política hacen posible escenarios neopopulistas de diferente signo. A
mi juicio la crisis económica ha actuado como catalizador de este com-
puesto político-cultural tan inestable e impredecible. Por una parte, ha
consolidado la idea de la pérdida de relevancia de la política y de la
dinámica política. Esta desafección se ha sumado a la evidencia de que
la gestión de la mayor crisis económica desde hace 80 años se hacía, con
rotundidad, en interés del sistema financiero, es decir, de los responsa-
bles mismos de la crisis y de una exigua minoría en detrimento de los
intereses de la mayoría. El inmaculado lienzo de la explicación natural
y despolitizada de los procesos se agujereaba dejando al descubierto las
vergüenzas de la economía de mercado. La concentración de esfuerzos
por parte de las clases dominantes para debilitar, hasta hacerlo irreco-
nocible, el edificio de las políticas públicas universales, ha sido leído
por una parte de la sociedad, como un línea roja cuyo rebasamiento
hace inútiles las viejas convenciones del conflicto político.
35 Joan Subirats ha insistido en el cambio cualitativo que implica Internet. Lejos de ser
una simple herramienta sofisticada estaríamos ante un nuevo paradigma: Joan Subirats,
Otra sociedad otra política. Del «no nos representan» a la democracia de lo común, Icaria Asaco,
Barcelona, 2011.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 321
Las propuestas del 15M dan cuenta de una agenda que no puede inter-
pretarse como un programa electoral ni como una agenda coherente de
cambio. Lo más interesante tiene que ver, a mi juicio, con el modo y ma-
nera en que ese programa fue elaborado: mediante un ejercicio intenso de
deliberación democrática basada en multitud de asambleas sectoriales.
Destacan sobre todo los aspectos relacionados con una gestión alternativa
de la crisis (al menos en algunos aspectos, porque no hay nada sobre po-
lítica económica); medidas de control sobre las instituciones responsables
de la crisis (los bancos, especialmente); una reforma de radicalización de-
mocrática de la democracia y la defensa de algunos derechos básicos. La
ingenuidad programática de algunas propuestas han alimentado la idea
de la ausencia de reflexión estratégica en el movimiento, o incluso la au-
sencia de propuestas. Pero esto es medir la significación de un movimiento
mediante un indicador adecuado solo para otros actores. La identidad del
movimiento está construida alrededor de un eje moral: la indignación, el
estupor por la situación, convertido en acción política. Y este es su valor
fundamental: la politización de la indignación, la voluntad de encontrar
una salida desde la «política» a la situación de crisis y a su gestión.
a los que nos rodean. Unos nos consideramos más progresistas, otros
más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías
bien definidas, otros nos consideramos apolíticos…».38
Sin embargo, el estudio de las propuestas a las que antes hemos hecho
referencia cruzado con la variable de auto-posicionamiento político39 nos
ofrece una visión claramente diferente. En primer lugar, los participantes
en el 15M no tienen inconveniente en posicionarse en el eje izquierda-
derecha (en niveles significativamente más altos que la media de la po-
blación). Y cuando lo hacen, lo realizan de un modo inequívocamente
de izquierdas. La media de la ideología de los participantes en el 15M
es 2,84 frente al posicionamiento ideológico del conjunto de la población
que es 4,56. Es decir, los y las participantes del 15M se autodefinen como
claramente de izquierdas en ese eje de reconocimiento.
38 http://www.democraciarealya.es/manifiesto-comun/
39 El auto-posicionamiento político se refiere a la ubicación de la población en el eje izquier-
da-derecha, considerando que el valor 1 se corresponde con aquellos que se autodefinen
en la extrema izquierda y el valor 10 en la extrema derecha. El centro perfecto estaría, por
lo tanto, en el valor 5. Los datos para esta parte del trabajo han sido extraídos del estudio
que la Fundación Alternativas hizo sobre el 15M y que puede encontrarse en la web de esta
Fundación con el nombre: ZooMPolítico, Especial 15-M. He utilizado también la encuesta
de Metroscopia para El País y el barómetro del Centro de Estudios Sociológicos 2905,
de junio de 2011. Los resultados de los tres estudios arrojan resultados muy similares.
40 En rueda de prensa de 27 de septiembre de 2011, Esperanza Aguirre, presidenta de la
Comunidad de Madrid del Partido Popular, refiriéndose al movimiento 15M, afirmaba
que «bajo la apariencia de inocentes movilizaciones se esconde la deslegitimación de
nuestro sistema representativo y, en definitiva, constituyen la semilla del totalitarismo».
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 325
en el PSOE, pero un 55,2 por 100 de los votantes en el PP. En todos los
casos, el apoyo al 15M se encuentra por encima del 50 por 100 de los
votantes, incluido el Partido Popular.
sectores afectados por las políticas de recortes son cada vez más, pero
encuentro, porque prácticas como la huelga general y la intervención
de actores como los sindicatos, o el traslado a las instituciones de una
parte de la agenda del 15M, de lugar a la aparición de otras prácticas
más estratégicas e inclusivas. En este contexto más dinámico y com-
plejo no es fácil que el 15M encuentre un perfil específico. Puede verse
tentado a intentar conseguirlo sobre la base de un juego de acercamien-
to y diferenciación a los conflictos emergentes ―como en el caso de
la huelga general del 29 de marzo de 2012, donde el 15M propuso un
itinerario diferenciado y de encuentro respecto a la de los sindicatos.
En este escenario, el movimiento ha perdido la iniciativa estratégica y
ve condicionada su agenda por otros actores. No es fácil persistir como
actor político significativo.
poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, cit., pp. 202-203.
45 Como ejemplo de la utilización y tergiversación de la «marca 15M» por parte de gran-
des multinacionales, véanse las campañas publicitarias lanzadas por Coca-Cola y Movis-
tar en el último trimestre de 2011. Véase igualmente el contra-anuncio anónimo creado
en respuesta por simpatizantes del movimiento 15M, como ejemplo de las reacciones que
ha supuesto.
Neoconservadurismo, neoliberalismo y protesta social 331
Agradecimientos
Referencias bibliográficas
Otras fuentes
335
336 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
En el año 2008, Ecuador firmó una nueva Constitución. Con ella in-
trodujo el concepto de Estado plurinacional e intercultural, e interpuso
un nuevo marco de derechos, ciudadanía y ordenamiento del territorio.
Logró reconocer a los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuato-
rianas y montubias como sujetos colectivos de derechos. La Constitu-
ción incluye las acciones afirmativas y las reparaciones a las víctimas
de la discriminación como derechos específicos. Muchos de estos dere-
chos fueron demandados por distintos sectores sociales, entre ellos, los
afroecuatorianos.
4 CODAE, Los derechos ciudadanos de los afrodescendientes en la Constitución Política del Ecua-
dor, Quito, Ed. Imagine Comunicaciones, 2007, p. 3.
5 Ibid., p. 3.
6 Algunos de estos instrumentos son: la Convención Internacional Contra Todas las
Formas de Discriminación Racial (1964), la Declaración y el Plan de Acción de la Tercera
Cumbre Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial y otras Formas Conexas de
Intolerancia (2001) y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
7 CODAE, Los derechos ciudadanos de los afrodescendientes en la Constitución Política del Ecua-
dor, cit., p. 4.
338 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
8 Mercedes Prieto, Liberalismo y temor: imaginando a los sujetos indígenas en Ecuador postco-
lonial, 1895-1950, Quito, FLACSO-Sede Ecuador, 2004.
9 Peter Wade, Raza y etnicidad en Latinoamérica, Quito, Abya Yala, 2000.
10 Andrés Guerrero, Haciendas, capital y lucha de clases andina: disolución de la hacienda
serrana y lucha política en los años 1960-64, Quito, Editorial El Conejo, 1983.
340 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
durante todo el siglo XIX. Los ganadores de estas pugnas fueron, por
supuesto, aquellas élites que propugnaban el modelo europeo de pro-
greso y modernidad eurocéntrica.
13 Piedad Peñaherrera de Costales, 1964. Historia social del Ecuador, Quito, IEAG, 2t, 1964.
14 Jesús García, «Comunidades Afroamericanas y transformaciones sociales», en Daniel
Mato (ed.), Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales, Buenos Aires,
CLACSO, 2001.
342 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Los indicadores de pobreza reflejan tres cosas. La primera tiene que ver
con las distancias existentes entre los mestizos y blancos respecto a los
afroecuatorianos, distancias que en lugar de acortarse se alargan en 10
años, pues se evidencia que la condición de afrodescendiente se rela-
ciona de por sí con una pobreza que muchos explican como estructural,
poco probable de acortarse en una década. La segunda cosa es la rela-
cionada con la disminución misma de la pobreza en el país, la misma
que disminuye de manera proporcional en el promedio nacional para
los blancos y los afrodescendientes, pero disminuye mucho más (un 50
por 100 más) en los mestizos, lo que da a entender que los esfuerzos del
gobierno por superar la línea de la pobreza son mejor aprovechados
en un segmento socio-racial. En tercer lugar se demuestra la inequidad
en cuanto a los logros sociales. Lo normal sería que en el país blancos,
mestizos, afrodescendientes e indígenas lograran el mismo indicador
de satisfacción social, pero los datos censales demuestran todo lo con-
trario. Parece evidente una relación entre pobreza y condición socio-
cultural. Este último punto se evidencia más aún con las disparidades
resultantes del censo de 2010 respecto al cruce de indicadores sociales
básicos y etnicidad, y para la muestra se presenta un cuadro con las
condiciones de la vivienda según autoidentificación del jefe del hogar.
42 Alberto Acosta, «El Estado Plurinacional, puerta para una sociedad democrática. A
manera de prólogo», cit., p. 19.
43 Boaventura de Sousa Santos, Refundación del Estado en América Latina, perspectivas desde
una epistemología del sur, Quito, Abya Yala, 2010, p. 37.
44 Raúl Llasag, «Plurinacionalidad: una propuesta constitucional emancipadora» en Ra-
miro Ávila Santamaría (ed.), Neo constitucionalismo y sociedad, Quito, Ministerio de Justicia
y Derechos Humanos, 2009.
Estado plurinacional e interculturalidad y afrodescendientes 357
común a una etnia, cultura o religión. Llasag aclara que la nación cí-
vica puede coexistir con varias naciones culturales dentro del mismo
espacio geopolítico del mismo Estado. El reconocimiento de la pluri-
nacionalidad conllevaría entonces la noción de autogobierno y autode-
terminación de una nación, pero no necesariamente la independencia o
separación del Estado o de la nación cívica hegemónica o matriz. Y este
es un punto importante a considerar, pues en la literatura sociológica
cuando se debate sobre los principios de autodeterminación y autono-
mía de los pueblos indígenas y minorías culturales o nacionales emerge
la tensión respecto a los posibles peligros que estas propuestas podrían
tener para la estabilidad del Estado-nación. Sin embargo, tal y como lo
explica Héctor Díaz-Polanco,45 las propuestas indígenas de autonomía y
autodeterminación no conllevan necesariamente el separatismo, ni la
fragmentación de la unidad nacional del Estado. Más bien precisan un
principio basado en el derecho internacional que consagra a las mino-
rías culturales el poder de administrar sus propios destinos dentro de
un territorio especial o autónomo que hace parte de un Estado unitario
en tanto al poder y al gobierno.
47 Boaventura de Sousa Santos, Refundación del Estado en América Latina, perspectivas desde
una epistemología del sur, cit., p. 37.
48 Ibid., p. 38.
49 Catherine Walsh, «Estado plurinacional e intercultural: complementariedad y compli-
cidad hacia el bien vivir», en Alberto Acosta y Esperanza Martínez (eds.), Plurinacionali-
dad: ¡democracia en la diversidad!, Quito, Abya-Yala, 2009.
Estado plurinacional e interculturalidad y afrodescendientes 359
50 Boaventura de Sousa Santos, Refundación del Estado en América Latina, perspectivas desde
una epistemología del sur, cit., p. 149 y 150.
360 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Articulado alcanzado
Tema Propuesta para artículos en la Constitución de
2008
Deberes del Estado Fortalecer la unidad nacional en su Artículo 1
diversidad étnica y cultural
51 Agustín Lao Montes, «Sin Justicia no hay paz: “Afroreparaciones en perspectiva histó-
rico mundial”», en Claudia Mosquera y Jaime Arocha (eds.), Afroreparaciones, memorias de
la esclavitud y justicia social contemporánea, Bogotá, Universidad Nacional, 2006.
52 Aníbal Quijano, «Colonialidad del Poder y Des/colonialidad del Poder», Conferencia
dictada en el XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, Buenos Aires,
2009, pp. 1-15.
53 Catherine Walsh y Juan García, «El pensar emergente del movimiento afroecuatoria-
no» en Daniel Mato (coord.), Estudios y Otras prácticas intelectuales latinoamericanas, Cara-
cas, CLACSO, 2002.
362 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Acosta, Alberto, Bitácora constituyente: ¡Todo para la patria, nada para no-
sotros!, Quito, Abya-Yala, 2008.
Acosta, Alberto, «El Estado Plurinacional, puerta para una sociedad
democrática. A manera de prólogo», en Alberto Acosta y Esperanza
Martínez (eds.), Plurinacionalidad: democracia en la diversidad! Quito,
Abya-Yala, 2009.
_____ Breve historia económica del Ecuador, Quito, Corporación Editora
Nacional, 2011.
Antón, John, El proceso organizativo afroecuatorianos. 1979-2009, Quito,
FLACSO, 2011.
Antón, John y Lisa North, «Informe Cualitativo Sobre la Pobreza y Des-
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_____ «Afrodescendientes: sociedad civil y movilización social en
Ecuador», The Journal of the Society for Latin American and Caribbean
Anthropology, núm. 1-12, Berkeley, University of California Press,
2007, pp. 223-245.
Bello, Álvaro, Etnicidad y ciudadanía en América Latina, Santiago de Chi-
le, CEPAL, 2004.
368 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
371
372 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
De acuerdo con este propósito cuatro son las lecciones que se preten-
den obtener a través del presente trabajo. Para comprender el contex-
to de estas lecciones, comenzamos por situar al lector en el escenario
en el que tiene lugar el nombramiento de una Comisión encargada de
consultar a la ciudadanía sobre las prácticas de acomodo razonable
asociadas a diferencias culturales, también conocida como Comisión
Bouchard-Taylor, en alusión a los dos presidentes que la encabezaron.
Las lecciones tercera y cuarta están relacionadas con dos de los pre-
supuestos teóricos que cruzan el Informe final de la Comisión, dado a
conocer con el título de Fonder l'avenir. Le temps de la conciliation [Fundar
el futuro. Los tiempos de la conciliación]. Por una parte, se examina la
propuesta del pluralismo integrador y sus diferencias con el multicul-
turalismo canadiense (tercera lección) y, por otra, se analiza la apuesta
por una laicidad abierta (cuarta lección).
3 A.-G. Gagnon, «La evolución del federalismo canadiense», Istor. Revista de Historia Inter-
nacional, núm. VIII (32), 2008, pp. 49-72.
4 E. Brouillet, «La evolución de las relaciones jurídicas entre Canadá y Quebec o la difícil
cohabitación de dos lógicas nacionales», Istor. Revista de Historia Internacional, núm. VIII
(32), 2008, pp. 73-122.
5 Guy Laforest, «La Comisión Bouchard-Taylor y el lugar de Quebec en la trayectoria del
Estado Nación moderno», cit., p. 76.
6 E. Brouillet, «La evolución de las relaciones jurídicas entre Canadá y Quebec o la difícil
cohabitación de dos lógicas nacionales», cit., pp. 99 y 100.
Cuatro lecciones de la Comisión Bouchard-Taylor 375
11 Ibid.
12 G. Bouchard y Ch. Taylor, Fonder l´avenir. Le temps de la conciliation, cit.
378 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Todos los foros y audiencias, cuya duración aproximada fue de tres ho-
ras cada uno, fueron retransmitidos, en directo o en diferido, por algu-
nas cadenas de televisión, alcanzando en varias ocasiones el liderazgo
en el rating de audiencia.
Sexta. Para los ciudadanos que así lo decidan, es bueno que mantengan su
pertenencia primera, ya que los grupos étnicos de origen realizan continua-
mente un papel de mediación entre sus miembros y el resto de la sociedad.
Cuatro lecciones de la Comisión Bouchard-Taylor 393
43 G. Bouchard y Ch. Taylor, Fonder l´avenir. Le temps de la conciliation, cit., pp. 42 y 43.
394 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
48 E. Brouillet, «La evolución de las relaciones jurídicas entre Canadá y Quebec o la difícil
cohabitación de dos lógicas nacionales», Istor. Revista de Historia Internacional, núm. VIII
(32), 2008, pp. 73-122.
49 F. Rocher, M. Labelle, A-M. Field y J-C. Icart, Le concept d’interculturalisme en contexte
québécois: généalogie d’un néologisme, Memoria presentada a la Commission de consulta-
tion sur les pratiques d’accommodement reliées aux différences culturelles, 2007.
50 Ibid., y A-G. Gagnon y Iacovino, Ciudadanía, federalismo y multiculturalismo. Debate sobre
la aportación de Quebec, México, Universidad de Guadalajara, 2008.
398 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Aquí la neutralidad del Estado debe ser diseñada de tal manera que
permita la expresión de las convicciones, en lugar de ocultarlas y
que esté dirigida a las instituciones, pero no a los individuos; es un
modelo de neutralidad flexible que justifica una política de acomodos
razonables de las prácticas religiosas.
Reflexión final
Referencias bibliográficas
1 J. Pierre y B. G. Peters, Governance, Politics and the State, Londres, MacMillan Press LTD, 2000.
2 D. Osborne y T. Gaebler, La reinvención del gobierno, Barcelona, Paidós, 1994.
413
414 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
3 G. Stoker, «El buen gobierno como teoría: cinco propuestas», Revista Internacional de
Ciencias Sociales, núm. 155, 1998, p. 3.
4 R. A. W. Rhodes, «The New Governance: Governing Without Government», Political
Studies, núm. 44, 1996, p. 652.
5 Rhodes, Understanding Governance: Policy Networks, Governance Reflexivity and Accounta-
bility, Buckingham, Open University Press, 1997.
Gobernanza y gobernanza local: algunas preguntas clave 415
Ahora bien, sin negar la importancia del capital social como ingre-
diente «estructural» que aumenta la probabilidad de que surjan las
nuevas formas de gobernanza, debe subrayarse asimismo que el lide-
razgo público puede erigirse en un factor clave, en ocasiones imprescin-
dible, para el desarrollo exitoso de las mismas en términos de eficacia y
estabilidad. Y ello por razón de las funciones esenciales que los líderes
pueden llegar a desempeñar.14
15 Ibid.
Gobernanza y gobernanza local: algunas preguntas clave 421
32 T. Börzel, ¿Qué tienen de especial las «policy networks»? Explorando el concepto y su utilidad
para el estudio de la gobernación europea, 1997 [disponible en http: //seneca.uab.es/antropologia/
redes/redes.htm]; I. Blanco y R. Goma, Gobiernos locales y redes participativas, Barcelona, Ariel,
2002; D. Marsh, «The Development of the Policy Network Approach», en D. Marsh (ed.),
Comparing Policy Networks, Buckingham, Open University Press, 1998.
Gobernanza y gobernanza local: algunas preguntas clave 429
33 S. N. Eisenstadt y L. Roniger, Patrons, Clients, and Friends: Interpersonal Relations and the
Structure of Trust in Society, Cambridge, Cambridge University Press, 1984; M. Caciagli,
«Il clientelismo nel terzo mondo», Rivista Italiana di Szienza Politica, vol. 19, núm. 2, 1989 y
M. Caciagli, Clientelismo, corrupción y criminalidad organizada, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1996.
Gobernanza y gobernanza local: algunas preguntas clave 431
38 G. Stoker, «El buen gobierno como teoría: cinco propuestas», Revista Internacional de
Ciencias Sociales, núm. 155, 1998, p. 6.
39 Ibid., p. 7.
436 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Por último, debe destacarse que aun cuando los responsables muni-
cipales y los líderes políticos desarrollen las tareas apropiadas corres-
pondientes a la coordinación, guía e integración de redes, los sistemas
de gobernanza pueden fracasar, por razón de las tensiones y los pro-
blemas con las organizaciones de la sociedad civil. En este sentido, los
errores de los dirigentes, las diferencias de escala temporal y de hori-
zontes entre los principales asociados y la gravedad de los conflictos
sociales que tengan que enfrentar, pueden poner las bases del fracaso
de gobernanza.
Referencias bibliográficas
3 Véase DFID, «Better government for poverty reduction: More effective partnerships
for change», documento de consultoría, Departamento para el desarrollo internacional,
Londres, 2003; Wil Hout and Richard Robison (eds.), Governance and the Depoliticisation
of Development, Londres, Routledge, 2009; Nicolas Meisel y Jacques Ould-Aoudia, «Is
‘Good Governance’ a Good Development Strategy?» Working Paper, núm. 2007/11, no-
viembre, Direction générale du trésor et de la politique économique (DGTPE), París,
2007; Alina Mungiu-Pippidi, «Corruption: Diagnosis and Treatment», Journal of Demo-
cracy, núm. 17 (3), 2006, pp. 86-99.
4 Este parágrafo se apoya en Andrews (2010), Aron (2000), Kuetz y Schrank (2007), Lang-
hein y Knack (2008), Rothstein y Teorell (2008) y Thomas (2010).
444 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
5 Véase el abundante trabajo de Mushtaq H. Khan, por ejemplo, Khan (2006; 2009; 2010).
446 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
6 Véase Fukuyama (2008), Goldsmith (2005), Kim y Jacho-Chávez (2009) y Rodrik (2008).
448 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Sin embargo, las respuestas no son claras, toda vez que los países re-
ceptores de ayuda son recompensados por políticas que no son cohe-
rentes, cuando no resultan lisa y llanamente contradictorias, tales como
las políticas de estabilización; la desregulación de los mercados; el
descenso de los tipos impositivos, sobre todo para los inversores ex-
tranjeros; la garantía de la sanidad y el bienestar públicos; el mante-
nimiento de la estabilidad macroeconómica, que suele ser entendida
principalmente como garantía de una baja inflación; el abasteci-
miento de servicios fiables e infraestructuras adecuadas; y el aval de
las aptitudes y la integridad de los funcionarios públicos.
10 Resulta interesante que la agencia británica de desarrollo, la DFID (2003: 12) parece
haberse dado cuenta de que «si conseguir un buen gobierno es un cometido a largo
plazo basado en el desarrollo económico y social, una cuestión más útil sería cómo
conseguir el crecimiento y el desarrollo económico a pesar de la débil gobernanza».
En vez de esforzarse por una reforma sistémica exhaustiva para respaldar una agenda
política global integral, podría ser más pragmático y más susceptible de tener éxito un
enfoque gradual más modesto que se remitiera a unas pocas reformas, importantes
pero factibles, poniendo en el punto de mira diferentes limitaciones o cuellos de botella
claves (DFID, 2003).
11 Andrews (2010) sostiene que la agenda de la buena gobernanza impone sin darse
cuenta un modelo de gobierno inadecuado que los gobiernos eficientes de hoy
aparentemente emulaban para desarrollarse. En efecto, esa agenda errónea «da una
patada a la escalera» que quieren utilizar otros gobiernos que aspiran a acelerar el
desarrollo. Según Andrews, el principal problema del modelo es la falta de un marco
teórico convincente para comprender mejor los papeles y las estructuras del gobierno
en el desarrollo; ese marco es necesario antes de poder estimar la eficacia del gobierno o
de proponer modelos concretos de cómo debería ser el gobierno. Toda vez que no faltan
pruebas de la existencia de múltiples caminos hacia el desarrollo, la idea de un modelo
único y exclusivo es, en efecto, muy problemática.
454 Crisis del capitalismo neoliberal, poder constituyente y democracia real
Referencias bibliográficas