Cuadrilla de ctiangaüores aguardando un tren, para entrar al
aoord-vje.
D e todos los gremios que hormiguean al borde de
la vida m e t r o p o l i t a n a , el de clian'íadores de las estaciones terroviarias es el m á s aetivo, v [)Osilile- m e n t e , el que deja mejores frutos a los que lo ejercen. C u a n d o Ilesa uno a las estaciones, la a v a l a n c h a , lo a c o m e t e , en oferta del breve pero i m p o r t a n t e / -uentas c l a r a s , servicio de aligerarle las m a n o s , conduciendo al onservan amis- coche la valija, o c a r g a n d o el baúl. F o r m a n ver- tades. d a d e r o s escuadrones de hombres que acechan J:I veteraiK) ce lo" ohangado- con i n q u i e t u d el arribo de los trenes. Y apenas les. ''El Gu rr^ro'J que hace el convoy se va d e t e n i e n d o , ellos lo t o m a n al un cuarto It siglo carga los a b o r d a j e , a grito vivo, llamando la atención de equipaies de ios p r ó c e r a s más notables, con e) consabi- los viajeros, oireciéndose p a r a a y u d a r l e , lluego do axito V a'^lansc los a n d e n e s se ¡jueldan de movi- m i e n t o , del ir y venir d e esos olire- ros de blusa azul, que van u n a y cinco veces desde el t r e n a la calle, o c u p a d o s en cada caso en u n a co- misión nueva. E s t e gremio, que p o r su estruc- t u r a debe ser idéntico en t o d a s par- tes del globo, tiene, emiiero, en B u e n o s Aires, cierto sello de imi)or- t a n c i a , y h a s t a si se quiere, de más distinción que e n el rest i del m u n do. Aquí estos h o m b r e s conocen p r o f u n d a m e n t e la psicología del viajero, que en o t r a p a r t e , suele ser un engaño. Y bajo tal concepto echan sus a v a n c e s casi seguros de que van a buen puerto. L a a m a b i l i d a d del c h a n g a d o r ferroviario porteño, no es u n a ama-
Los comentarlos y . . . ta lucua de ciases...
biliflad ser\'íl, y m á s bien parece familiar deáeo de merecer la inme- d i a t a confianía del forastero, en !-uvos O!os e x t r a v i a d o s en e' se- (•reto a n h e l o de a b a r c a r de u n a mi- rada todo lo que se presenta a n t e áu i'ista, leen los c h a n g a d o r e s esa Ultima ¡ n c e r t ' d u m b r e de t o d o el ijue llega a u n a ciudad y necesita irientarse de golpe. En seguida, la 'crga pintoresca de esos simpáticos servidores os descubre todo el e n i g m a le la metrópoli Os dice or dónde debéis dirigir 'I-estros pasos, d i n d e os a r a n meior comida, y l'inde serán menos cx- ,dotados v u e s t r o s bol- Uno de estos trabajadores, auarrtando equipases todo un día. reúne sul'i lente pr,.ducto como para considerarse un pe- sillos. Y cu.ando subís queño industíial. al carruaje que os ha de