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Mescalito

Hunter S. Thompson
Mescalito

Traducción de Juan Forn

Seix Barral Únicos


Legales
Título original: Screwjack

PARA MONA,
que hizo posible este exabrupto
Introducción

Querido Maurice:

Hola. Que tengas un buen día. Sí. Mahalo.


Prepárate. He vuelto finalmente del Yermo, donde
fui perseguido & atormentado por tremendos gatos
monteses radioactivos durante casi veintidós sema-
nas. Cuando por fin logré escapar me mandaron a
la Cámara de Descompresión junto a alguna gente
que fui incapaz de reconocer, de manera que me
derrumbé en pedazos & ahora no recuerdo nada ni
a Nadie, ni siquiera quién era yo todo ese tiempo,
que se remonta hasta el Día de la Marmota.*

* 2 de febrero. Según la festividad tradicional norteame-


ricana, si las marmotas asoman ese día pero vuelven a sus

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Por eso me atrasé con mi correspondencia. No puta descerebrada, y aun si lo fuera, no podría re-
podía ser localizado excepto por Las Fieras, y ellas cordarlo. A quién le importa. La mierda salpica, a
me odiaban, nunca supe Por Qué. No me dieron veces. Hay días en que no extraño para nada mi
ninguna explicación. memoria… La mayoría, de hecho. Es como saber
que fuiste un hijo de puta en tu Vida Previa, y en-
* * * tonces alguien te dice que trates de no aullar más
cuando duermes. La cosa empieza a asustarte…
¿Y qué? ¿Quién necesita explicaciones para algo Pero no a mí, Maurice.
semejante? Huir es lo único que importa en esos ca- En cuanto al ORDEN, creo que Screwjack debe-
sos, si exceptuamos las horribles cicatrices, pero ése ría ir al final & Mescalito primero, para que la ten-
es otro cantar. Hoy toca lidiar con El libro, cosa que sión dramática & la anomalía cronológica vayan
requiere toda mi atención y la tuya. intensificándose como en el Bolero, en un vertigi-
Una puta descerebrada no hablaría así, Mau- noso y salvaje crescendo que arrastrará implaca-
rice. No hay Verdad en ellas. Pero yo no soy una blemente al lector hacia las alturas & desde allí lo
dejará caer al abismo… Ése es el Efecto Buscado,
y si abrimos con Screwjack no ocurrirá, sencilla-
madrigueras (como suele ocurrir), significa que habrá seis se-
manas más de invierno. Si permanecen en la superficie, en mente. El libro se nos disolverá entre las manos.
cambio, se lo toma como un anuncio del advenimiento de la
primavera. La expresión se ha convertido en sinónimo de * * *
tiempo circular, como la cinta de Möebius (ése es precisamen-
te el eje de la película Groundhog Day, protagonizada por Bill Okey. Eso es más o menos todo por el momen-
Murray). (N. del T.) to. Podemos liquidar el asunto en un abrir y cerrar

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de ojos… Y ya. Tengo que salir ahora, a matar un 1


zorrino o él me matará a mí. Hay cosas que no M escalito
cambian nunca.
Así que me despido, tu siempre amable y se-
reno amigo,

Hunter

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16 de febrero de 1969

De vuelta en Los Angeles, de vuelta en el Con-


tinental Hotel… atosigado de píldoras y sándwiches
y Old Crow y una botella de Louis Martini Barbe-
ra recién terminada, mirando por el balcón del piso
once a una ambulancia policíaca que deja un surco
aullante por el Strip en dirección al Whisky-à-Go-
go, donde solía sentarme a la tardecita con Lionel a
charlar con las putas de franco… Mientras miraba
el panorama desde allá arriba, cuatro hippies en pan-
talones oxford, dos parejitas, haciendo autoestop
hacia Hollywood, me vieron acá arriba y me salu-
daron con la mano. Yo contesté el saludo y ellos me
dedicaron la V de la victoria, y yo se la devolví. En-

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tonces uno de ellos me gritó: “¿Qué estás haciendo tando en Face the Nation cómo mantuvo sus con-
allá arriba?”. Y yo contesté: “Estoy escribiendo so- tactos con los comunistas negros, con su papada
bre ustedes, los enfermitos de las calles”. Seguimos cimbreante y sus modales de fiolo, para el rego-
así un rato, sin comunicarnos mucho, me sentí co- cijo condescendiente de George Herman y Daniel
mo Hubert Humphrey en Grant Park.* Schorr… Y poco más tarde McGarr* recordando
Si Humphrey hubiese tenido balcón en aque- en el Luau de Beverly Hills los tiempos en que
lla suite del piso veinticinco del Hilton, quizá se Farmer era un radical y cuánto lo alarmaba que se
habría comportado de otra manera. No es lo mis- hubiera alejado tanto de la vanguardia… Lo alar-
mo mirar por una ventana. Asomarse a un balcón maba, dijo, porque temía que pudiera pasarle lo
es como estar en un trampolín. De todas maneras, mismo a él… Lo que nos lleva de vuelta a aquel
me impresionó un poco la distancia entre aquella déjà-vu mío en el balcón: Humphrey mirando la
pandilla callejera y yo; para ellos era otro pez gor- multitud allá abajo en Grant Park, antes de que
do asomándose al vacío desde el balcón… Lo que
me recordó a James Farmer** en la tele hoy, con-
y acompañó a Martin Luther King en su cruzada, hasta que
en 1968 aceptó postularse como senador para los republica-
* Durante la Convención Demócrata de 1968 en Chica- nos y, luego de perder, aceptó el cargo de Subsecretario de
go, Humphrey (vicepresidente de Lyndon Johnson) desplazó Educación que le ofreció Nixon. (N. del T.)
a Mc Govern como candidato presidencial demócrata para las * Gene McGarr, compañero de aventuras del autor du-
elecciones y fue abucheado por miles de jóvenes opositores a rante la segunda mitad de los años sesenta. Cuando apareció
la guerra de Vietnam, reunidos en Grant Park. (N. del T.) el libro de Thompson sobre los Hell’s Angels, solía acompa-
** James Farmer, abogado y militante pacifista, fue uno ñarlo a las presentaciones televisivas (era el encargado de lle-
de los fundadores del Comité por la Igualdad Racial en 1942 var la petaca de ron y las anfetaminas). (N. del T.)

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se anunciara su candidatura presidencial, cuando ya no alcanza… Especialmente atosigado de píldo-


aún teníamos opciones… Y entonces vi que los ras y marihuana y semiborracho y pasado de fecha
cuatro hippies se subían a un taxi (sí, habían para- de entrega, con los de Nueva York aullándome al
do a un taxi), así que bajé a comprar otra botella oído… La presión se acumula como una tormenta
en el King’s Cellar de la esquina donde el emplea- eléctrica en mi cerebro. Agotado y despelucado de
do miró mi tarjeta Diners y dijo: “¿Usted no es el no dormir, o por lo menos no lo suficiente. Con lla-
tipo que hizo aquello con los Hell’s Angels?” Y me madas pendientes y reuniones pendientes y dineros
sentí redimido… Selah. pendientes y efectos químicos pendientes, esperan-
do que la presión acumulada encuentre una brecha
de salida y me ponga en movimiento, desoxide los
18 de febrero rieles, me lleve a destino, quiebre este maldito há-
bito de no llegar nunca al final de nada –nada.
Aún en LA, tomando notas… una y media de Y ahora suena la alarma de incendios en el pa-
la mañana y el pánico químico me comprime el ce- sillo… Terrible estridencia, pero los pasillos están
rebro mientras contemplo este artículo sin termi- vacíos. ¿Se está incendiando el hotel? Nadie con-
nar, una semana (no, tres días) con los pilotos de testa el teléfono en la recepción, la operadora tam-
pruebas de la Base Edwards en el desierto… Me te- poco contesta… sólo la alarma chilla. Qué sabemos
mo que ya no funciona la combinación de escribir y de incendios en hoteles: 75 VÍCTIMAS FATALES
juerguear con viejos amigos, el embriagador y exas- SALTAN AL VACÍO PARA EVITAR LAS LLAMAS (y yo

perante síndrome de derrochar el tiempo poster- en el piso once)… Pero aparentemente es una fal-
gando la escritura hasta las dos o tres de la mañana sa alarma. La operadora al final contesta y me in-

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forma que fue “sólo un cortocircuito”. Pero los pa- mos dos casas que colgaban en el vacío colina arri-
sillos siguen vacíos; esto pasó en Washington tam- ba, una nube de polvo caía aún de sus cimientos.
bién, en el acto de Nixon. Falsa alarma y nadie en Era sólo cuestión de tiempo, y no había ningún re-
los pasillos salvo un tipo gritando por el conducto medio capaz de evitar que ambas se desplomaran
de ventilación: “¿Alguien me la quiere chupar?”. sobre la autopista tarde o temprano. Siguen so-
Los cimientos se desmoronan. cavando las colinas para ofrecer más terrenos a la
Ayer un drogón trató de secuestrar el dirigible construcción, siguen cavándose sus tumbas. Los
de Good Year para llevarlo al festival de rock & roll incendios forestales arrasan con todo en verano, las
en Aspen… llevaba una guitarra y un cepillo de lluvias generan aludes en invierno… erosión ma-
dientes y una radio a transistores que según él era siva, fuego y barro, y un terremoto anunciado pa-
una bomba… “Mantuvo en vilo a las autoridades”, ra abril. Pero a nadie le importa un carajo.
dice el LA Times, “durante más de una hora, ale- Hay semillas de marihuana por toda la alfom-
gando que era George Harrison de los Beatles”. Se bra de mi habitación de hotel… cuando me agaché
lo llevaron arrestado, pero no pudieron decidir cuá- para atarme los zapatos y tuve una visión a ras del
les eran los cargos así que fue a parar al manicomio. piso fue como si alguien hubiera iniciado una plan-
Mientras tanto las colinas siguen desmoro- tación casera. Me recuerda aquella habitación de
nándose, arrastrando casas, sepultando caminos. hotel de Missoula, Montana, que llené de ladi-
Ayer cerraron dos carriles de la Pacific Coast High- llas… las fui juntando una por una, y las soltaba en
way entre Sunset y Topanga… Cuando pasamos mi habitación… hasta que me tuve que ir a Butte.
por ahí en el convertible británico de juguete de Y aquella otra vez en ese hotel en que llené uno
McGarr rumbo a la casa de Gover en Malibú, vi- de mis zapatos de marihuana y los ácidos de John

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Wilcock*: tremenda escena en la frontera cana- unos amigos de Gover en Topanga se incendió
diense, yo con toda esa droga, incapaz de recordar anoche, no salvaron nada salvo un Cézanne. ¿Dón-
dónde vivía cuando me preguntaron mi domici- de iremos a parar así?
lio… creí que había llegado mi fin, pero después
me soltaron.
Y ahora, por puro accidente, leo “Propiedad 18-19 de febrero
de Fat City” (léase Oscar-trueque-autopreserva-
ción-pillaje) en el costado de mi máquina de escri- Está por amanecer, niebla espesa en mi cere-
bir. ¿La robé en algún lado? Sólo Dios sabe… Se- bro y no me queda ni una Dexedrina. Primera vez
millas por toda la alfombra y una máquina de en por lo menos cinco años sin mis pequeñas bom-
escribir ajena. Vivimos en una jungla de desastres bas energéticas. No queda nada en el frasco salvo
inminentes, caminamos perpetuamente por cam- cinco Ritalin y una oblonga cápsula de mescalina
pos minados… ¿Caerá mi avión mañana? ¿Y si lo y anfetas. Ignoro en qué proporciones y qué clase
pierdo? ¿El siguiente caerá también? La casa de de anfetas son. Ignoro el efecto que tendrá en mi
cabeza, en mi corazón, en mi organismo. Pero el
* John Wilcock fundó el Village Voice, acompañó a Ti- Ritalin es inservible a esta altura, no tiene la po-
mothy Leary en su experimento psicotrópico mexicano cuan- tencia suficiente… así que tendrá que ser la cáp-
do a Leary lo echaron de Harvard, ayudó a Andy Warhol a
sula. Oscar* viene a las diez, para llevarme al ae-
crear la revista Interview, escribió cuatro libros de viaje From-
mers “Con 5 dólares al día” (Grecia, Japón, India y México)
y en 1971 publicó La autobiografía y vida sexual de Andy War- * Oscar Zeta Acosta, abogado y activista chicano, impe-
hol. (N. del T.) nitente compañero de aventuras y desventuras de Thompson

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ropuerto a tomar el vuelo a Denver y Aspen… Así al aullante mientras el otro lo pateaba para que se
que si me hundo en las alucinaciones él se encar- soltara de la verja de alambre; cuando se soltó, se
gará de sacarme del hotel. El vuelo en sí será otro arrodilló a su lado y le sacudió dos puñetazos en la
tema. ¿Cuánto puede prevenir un hombre? (Bue- cabeza. Estuve tentado de manotear una de las bo-
no, ya me la tragué, a la condenada… Pronto se ha- tellas vacías para tirársela a los polis pero me con-
rá cargo de todo. No tengo idea de lo que se viene; tuve. Más tarde, más ruido… esta vez un drogón,
con el cansancio y devastación general que tengo cantando a todo lo que le daban los pulmones; al-
puede pasar cualquier cosa. Carezco de resisten- go medieval, me pareció. Ajeno a los demás, can-
cia, de manera que cualquier reacción será extre- tando su canción, en medio de la calle.
ma. Nunca he tomado mescalina.) Como la escena de los balazos en aquella pelí-
Mientras tanto, allá afuera en el Strip, la fun- cula, ¿Alfie? Y también la escena inicial, con ese ti-
ción zoológica no se detiene. Miré un rato cómo po que entraba en su casa de plástico, vomitando
cuatro oficiales de policía vapuleaban a dos adoles- y puteando por las noticias, y entonces sacaba una
centes, después los esposaban y se los llevaban. pistola y disparaba al techo… enloquecido por las
Terribles aullidos llegaban hasta mi balcón. “Per- noticias y las presiones del ascenso social… antes
dón, señor, no quise… Dios, basta, por favor” de irse al Classic Cat o a visitar a la esposa de al-
WHACK. Uno de los policías tironeaba de los pies gún amigo… y de allí a la escena de los balazos…
Sí, ya me estaba haciendo efecto.
Dios, las 6:45 y la mescalina ya se ha apodera-
en Miedo y asco en Las Vegas. Autor de los libros Autobio-
graphy of a Brown Buffalo y The Revolt of the Cockroach Peo- do seriamente de mí. La carcaza metálica de la má-
ple. Supuestamente fallecido en 1974. (N. del T.) quina de escribir ha virado de un verde opaco a

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una especie de azul fluorescente, las teclas cente- saliera al balcón ahora, creo que levitaría suave-
llean, rutilantes… Yo más o menos levito de la silla mente hasta apoyar los pies en la calle allá abajo.
y quedo suspendido –no estoy sentado– frente Y se está poniendo peor, tengo espasmos en un
a la máquina. Un brillo extraordinario lo recubre músculo del muslo, cada vez que cimbrea es como
todo… La sensación física es como la primera me- si se hubiera soltado de alguno de sus extremos…
dia hora de un ácido, una especie de vibrato gene- Puedo verlo y sentirlo, pero como dos sensaciones
ralizado, envolvente, pero la vibración viene de disociadas. No hay conexión entre la mente y el
adentro, no se ve el menor signo externo de ella. cuerpo… aunque puedo seguir tipeando, y a bas-
Me asombra que pueda seguir tipeando. Siento tante velocidad, mayor a la normal. Sí, definitiva-
que la máquina y yo carecemos de peso; ella flota mente me está haciendo efecto, se parece mucho
tal como floto yo, dos refulgentes juguetes. Aluci- al ácido, un placentero letargo corporal mientras
nante, todavía puedo mantener la ortograf… tuve el cerebro lidia con algo contra lo que jamás lidió
que pensarla, ésa. Alu-ci-nante. Dios mío, ¿cuán- (uf, eso fue difícil de redactar). Todo el trabajo lo
to peor se va a poner? Ya son las siete, tengo que está haciendo la cabeza en este momento, ajustán-
dejar la habitación en una hora. Si esto es el co- dose a los nuevos estímulos como un soldado ve-
mienzo de uno de esos viajes de ácido, creo que terano que cayó en una emboscada y, después de
debería descartar la idea de subirme a un avión. un momento de pánico, recupera sus instintos,
El avión despegando y yo amarrado a una bu- aunque no tenga el dominio de la situación: aten-
taca, en este estado; una experiencia insufrible, to a la menor posibilidad y esperando a la vez lo
para volarte la tapa de los sesos. No tengo resto peor… Y aquí viene lo peor. No existe la más re-
para alejarme de la tierra más de lo que estoy; si mota posibilidad de que me levante de esta silla,

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sería incapaz de dar un paso, lo único que puedo cualquier momento. Si la cosa se pone peor voy a
hacer es tipear… la sangre me circula por el cuer- hacer una escena para que me traigan cerveza…
po a frenética velocidad. Pero no se siente ningún mantengamos la distancia del teléfono, concentré-
bombeo, sólo la intensidad de su circulación… La monos en el punto rojo de las teclas… esta máqui-
velocidad interior… y el rumor, ese murmullo sin na es mi cable a tierra, sin ella perdería el rumbo
sonido, ese vibrato, y todo es cada vez más des- por completo. Debería llamar a Oscar y hacerlo ve-
lumbrante. El punto rojo que tiene cada una de las nir con unas cervezas, para que me mantenga lejos
teclas de esta máquina de escribir parece hecho de de ese balcón. Mierda, esto es verdaderamente fan-
sangre arterial, palpitan y titilan como si tuvieran tástico, el frío me sube por las piernas y siento una
vida propia. bola de terror anidando en mi estómago, cuánto
Tengo ganas de vomitar, pero la parálisis es más voy a alucinar… Encendamos la radio, haga-
más fuerte. Mis pies están helados, mis manos mos foco en algo, no en las palabras, en las ruines
están heladas, mi cerebro en una prensa a ros- mentiras habituales… Dios mío, está saliendo el
ca… fantástico esfuerzo para levantar una lata de sol, la habitación entera encandila, una nube cubre
Budweiser y dar un trago, bebo como si aspirara el sol, es como si la nube pasara por dentro de es-
hondo, y una bocanada de frío llega hasta el es- ta habitación cuando se traga toda la luz, ya se fue
tómago… mucha sed, pero sólo queda ese resto de porque de vuelta rebalsamos de luz, se ha ido, es-
cerveza en la lata y es demasiado temprano para tará en alguna parte allá afuera… Tipear se está
pedir al servicio de habitación. Cristo santo, voy a poniendo complicado, pero hay que seguir, es mi
tener que lidiar con toda esa mierda de empacar, cable a tierra, mi sostén mental, no lo dejemos ir.
pagar, dar propinas, esa mierda complicadísima en Cualquier mal paso generaría un alud, que no fa-

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lle el pulso, concentración, foco; Dios, no puedo significa que empezaron las noticias, no, por favor
sonarme la nariz, no la puedo encontrar, pero la que no mencionen a Nixon, sería demasiado para
veo, mi mano sabe dónde está pero el ojo y la ma- esta mente vapuleada… Esfuerzo bestial para en-
no no coordinan, tengo hielo en la nariz, la radio lo contrar otra estación de radio con este dial, pase-
hace tintinear, música de flauta, todo es tan crista- mos a FM ya mismo, evitemos las noticias, algo
lino y trémulo y vertiginoso que no puedo mover- sereno, en idioma extranjero… ya estarán pasan-
me… Uno de los puntos rojos saltó de la máquina, do por televisión las noticias, pero no voy a en-
es una cápsula espacial flotando a través de la pá- cenderla, no voy a mirar en su dirección siquiera…
gina al son de un asqueroso soul impostado que no quiero ni ver la cara de Nixon… MIERDA, llamé
viene de la radio, Melvin Laird* cantando para us- a Oscar, fantástica tarea la de discar, y daba ocu-
tedes The Weight, O yes we get wearee weeri wea- pado… colguemos el teléfono, no nos deliremos,
rih… Meloso y pegajoso como fijador para el pelo. ignoremos este extraño temblor, riamos, sí, ape-
Anthony Hatch** está en Jerusalén, Dios mío, eso lemos al sentido del humor, escabullámonos…
Cristo santo, tengo que ponerle llave a la puerta
* Melvin Laird, secretario de Defensa de Nixon, aconse- y colgar el cartel NO MOLESTAR, que no entre na-
jó al Presidente (junto al entonces asesor de Seguridad, Henry die. Acabo de oír a una de las mucamas arrastran-
Kissinger) dejar que toda la culpa de la masacre de My Lai ca-
yera sobre los oficiales de bajo rango (que debían alegar locu- do su carro por el pasillo, probando los picapor-
ra temporal), en lugar de buscar responsabilidades más arriba
en la cadena de mandos. Cuando Hunter Thompson dice The
Weight se refiere obviamente al peso de esa culpa. (N. del T.) Clark. En 1969 hizo un viaje a Israel en busca de material pa-
** Tony Hatch, compositor de música ligera que en los ra un musical “piadoso” que protagonizaría Clark, titulado
años sesenta alcanzó fama por sus colaboraciones con Petula Rock Nativity. (N. del T.)

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tes… jo, jo, hola, y mi famosa sonrisa… Sí, final- mos foco en ese sonido, montémonos en él… no
mente conseguí hablar con Oscar, viene hacia acá tengo cerveza suficiente, la sed me condenará a pe-
con unas cervezas… El problema ahora es no ene- lear con el personal… no, si queda algo de hielo,
mistarme con el personal del hotel pidiendo cerve- en el balcón, ahí quedó, vamos… cuidado, no aso-
za a gritos a estas horas de la madrugada… zona marse, no mirar… alzar con cuidado los hielos que
de desastre inminente, no pelear con el personal, queden, retroceder ahora, volver a la silla, LISTO,
no en este catastrófico estado… debo hacer durar pero mis piernas son de gelatina, imposible mover-
este último sorbo de cerveza hasta que Oscar lle- me excepto rodando, no nos desviemos de nuestro
gue con más… un amortiguador humano, eso ne- camino, no nos acerquemos al teléfono, sigamos ti-
cesito, alguien que me contenga o me domine… de peando, control, un poco de control… Dios, me
vuelta las noticias, hasta en FM. Y ahora el frag- vibran las manos ahora, cómo voy a tipear así, las
mento musical auspiciado por Máquinas de Coser teclas parecen almohadones plásticos esponjosos y
Singer, dura quince minutos, nuestra Gran Ofer- los puntos rojos que titilan como en cámara rápi-
ta de Cumpleaños en Washington no nos deja da, al son de las palabras que escribo… gracias a
mentir, nuestras máquinas pueden embutirlo en Dios por la Sonata en Fa Mayor para Oboe y Gui-
una bolsa cerrada con doble costura con tal rapi- tarra de Charles Starkweather…*, nada de publi-
dez que creerá que encegueció de repente… Dios
bendito no es posible que no quede un solo acorde
de pacífica humanidad por la radio… creí haber * Charles Starkweather, asesino serial que en 1958 dejó
una seguidilla de once muertos en el trayecto entre Nebraska
pescado uno, pero no era más que basura publici- y Wyoming, junto a su novia menor de edad Caril Ann Fu-
taria… ahí está, un violín, quedémonos ahí, haga- gate (tres de esos muertos eran la madre, la hermana y el pa-

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cidad, ni de noticias, música pura… la salvación los. Dónde están mis anteojos negros, ahí, arras-
tiene muchas caras, recordemos enviar un cheque trémonos, la nube ha terminado de pasar en serio
a esta estación de radio cuando nos recuperemos… ahora, fuego blanco en las paredes, las teclas de
¿KPFK?* Creo que era ésa. La escalada crítica de la máquina encandilan… mientras allá abajo el
cerveza aumenta, lo único que queda en esta lata tránsito se mantiene constante por Sunset Strip,
es saliva… mierda, la mitad de mi cerebro está eva- Hollywood, California, código postal desconoci-
luando cómo conseguir más, pero no vamos a per- do… Venimos de una gira por la Unión Soviética
mitírselo. De ninguna manera. Pensemos en otra y Dinamarca, digamos, cuidado, no hay que aba-
cosa, gracias a Dios por la música, si pudiera llegar lanzarse a las noticias, mantengamos la pureza, sí,
hasta el baño y manotear una toalla y tirarla enci- como esa flauta, esa música… ¿Cigarrillos hay?
ma del puto televisor, están pasando las noticias, Otra área crítica… y ahí está de vuelta esa maldita
puedo olerlas. Siento los ojos del tamaño de pome- mucama probando el picaporte, qué mierda quie-
re. Dinero no tengo, y si llega a entrar va a pasar el
drastro de ella). Murió en la silla eléctrica al año siguiente, a resto de sus días bajo los efectos del ataque de pá-
la edad de veintidós años. Oliver Stone y Quentin Tarantino nico. No estoy de humor para lidiar con mucamas,
se inspiraron en la pareja para el guión de Natural Born Ki- fuera de aquí, van de habitación en habitación co-
llers y Bruce Springsteen hizo lo propio en su canción Nebras-
ka. (N. del T.) mo alimañas tullidas… Sonriamos, bien, incorpo-
* KPFK, o Pacific Radio, emisora fundada por los Gru- rémonos, recuperemos el control, jo, jo… ¿Cuán-
pos de Paz durante la Segunda Guerra Mundial en Berkeley, do amaina el efecto de esta mescalina? Más bien se
con filiales en Santa Monica y otros puntos de la Costa Oes-
te, adquirió en los años cincuenta y sesenta un perfil alterna- está acrecentando. Sé que no puede ser peor que
tivo. (N. del T.) un ácido, pero todas las evidencias me dicen lo

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contrario. Tengo que tomar un avión en dos horas. rodillas y vayamos hacia allá… Ah, al menos me
¿Podré? Dios mío, no puedo subir a un avión en puse los anteojos negros, pero la luz sigue siendo
este estado… No podría ni acercarme… Oh, no, y deslumbrante. Salir del hotel y tomar el avión no
esta aspereza qué es… tengo la boca y la garganta va a ser fácil… No hay en mí mucha esperanza, pe-
como pedregullo hirviendo, adónde se fue la sali- ro ésa no es manera de pensar, me las he arreglado
va… La botella de Old Crow, si pudiera verter lo para hacer todo lo que hice hasta ahora. Ocho y
que queda sobre estos hielos derretidos… la pau- veintitrés según la radio, se viene otra tanda de no-
sa que refresca… Sírvanle un trago al caballero, ticias, puedo oírlas agruparse en el cable del tele-
por favor, ¿acaso no ven que tiene el cerebro en visor… Nixon ordenó la entrada de brigadas en
cortocircuito y el pozo seco y ya le sale humo por Berkeley… sonríe… relájate, bebe tu trago. Gaitas
las orejas?, sírvanle un trago de una vez. No per- por la radio ahora, o son violines… están jodiendo
damos la calma, necesitamos CONCENTRACIÓN… con esos instrumentos, ésa no es manera de tocar,
eso, la música, melodía floral germana, Martin y por el pasillo se oye un tractor, no, una pala me-
Bormann canta al conejo blanco, emboscado en la cánica… Son las mucamas que han traído una pa-
selva por una legión de vietnamitas desnudos, la mecánica para arrancar la puerta de cuajo, como
whisky über alles, sírvanme ese trago, sírvetelo de quien destroza una telaraña… Este hotel se ha ido
una vez, levántate y hazlo. LISTO… Pero mis rodi- al carajo desde que lo compraron los de esa cade-
llas están soldadas y mi cabeza está a ocho metros na, ya no hay más pomelos en los veladores, ya no
de distancia de mis pies, no es fácil moverse en es- hay más pintura negra en las paredes y así estamos
ta habitación de menos de tres metros de altura. Y de encandilados. Estas paredes necesitan pelaje os-
tanta luz, los anteojos, los necesito, destrabemos las curo, y ladillas, para darle vida. Y la alfombra cru-

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je como pochoclo bajo mis pies, quién plantó estas teando sobre el teclado. Una nueva nube cubre el
semillas de marihuana, y por qué no las riegan… sol, o quizá sea esmog… el resplandor se ha apa-
Eso, he ahí una tarea, rociar esta alfombra, hace gado, nada destella en los edificios vecinos ni en
falta un aguacero tropical para que no se pierda la los techos ni abajo en la calle, sólo aire opaco y gris.
cosecha… que nunca falte agua, y podar las hojas Veo una mezcladora de cemento, gris y roja, allá
cuando corresponda. Atención a quién se le alqui- lejos por la calle. Parece un autito Matchbox de los
le la habitación, debe ser gente especial, amantes que venden en los aeropuertos. Debo conseguir
de la naturaleza, labradores, botánicos… y que esas uno para Juan*. Creo que alcanzaré el avión. Al-
malditas mucamas no aprovechen para colarse, por gún día, cuando las cosas sean como deben ser, po-
el amor de Dios. Detestan que crezcan cosas en la dremos repetir esto introduciendo una moneda en
alfombra, son como finlandesas de tercera genera- la cama vibradora de la habitación en cualquier ho-
ción, sus viejos músculos vueltos grasa colgante… tel de la cadena Holiday Inn, después de tomar
¿Grasa colgante? ¿Finlandesas? Un poco de una pastilla especial para la locura… Un momen-
cordura por favor. Ahí llega Oscar, con la cerveza. to, podemos hacer eso ahora. Podemos hacer cual-
Creo que me estoy estabilizando, es igual que des- quier cosa, ¿por qué no?
pués de la primera embestida del ácido. Si esto es
el pico, creo que voy a poder tomar ese avión, aun- * * *
que deteste hacerlo. Expelido a las alturas en un
tubo metálico, amarrado a una butaca, rodeado de
* Juan Fitzgerald Thompson, hijo de Hunter y Sandra
desconocidos… Sí, me parece avizorar un reman- Dawn Conklin. En el año 2005 fue el encargado de anunciar a
so, aunque mis manos sigan vibrando y revolo- la prensa y a las autoridades el suicidio de su padre. (N. del T.)

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Fotocopia con las notas de ayer del autor so- * * *


bre el programa musical que ofrecerá el vuelo de
hoy de Continental Airlines, auriculares individua- Alquilo un auto barato en el aeropuerto –evi-
les para cada pasajero y un selector de seis canales, to Batrollers y llego como un rayo a Big Sur –ha-
además de controles individuales de volumen en go arrestar a Michael Murphey* por el asesinato
cada asiento. Al tener el “programa” veinticuatro del último resto de música legítimamente hillbilly
horas de antigüedad produce efectos más bien de toda la Costa Oeste. ¿Quién puede culparme
dantescos en una cabeza ya previamente atosigada por azotar a aquel parapléjico en los baños? Cual-
de cacofonía, como ver un partido de la NFL con quiera hubiese hecho lo mismo. Selah.
una planilla de la AFL.*
* * *
* * *
Quiénes son estos cerdos –como adicto cer-
11:32 –levito de nuevo, no peso nada –muy tificado exijo que se me deje solo –bébete el acei-
extraño, Los Angeles allá abajo –auriculares y pe- te de eucalipto –y esta cantidad de perillas y bo-
rillas –cambio de canal, de Cristo a Leon Blum al
discurso de Haile Selassie a la Legión Canadiense.
* Michael Martin Murphey, creador de la “American
Cowboy Music”, trovador itinerante nacido en Texas que, a
* La AFL fue una fugaz liga alternativa que, entre 1960 fines de los años sesenta, se instaló brevemente en el desierto
y 1969, intentó disputarle a la NFL la hegemonía en el fútbol de Mojave. Sus canciones de ese período fueron populariza-
americano. (N. del T.) das por John Denver. (N. del T.)

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tones, cómo no va a alucinar un ejemplar mascu- Wells* por los auriculares. Este canal está satura-
lino aturdido por el estruendo de las turbinas do de ecos y conversaciones telefónicas, insisto
–necesito una bolsa de ácidos y una tarjeta de –Dios mío, no veo las alas del avión, y el precin-
crédito –evaluar los riesgos y corregir el curso to de mi whisky se ha congelado– un cuerpo que
de la nave –este avión no parece moverse –sólo levita tiende a la autodestrucción, se agusana. Es-
ronronear –los auriculares –y el vibrato tinti- toy cada vez peor (12:15). Debo avisarle al pilo-
neante clásico del ácido –Saquen ese animal to, este avión es tortuoso a esta altitud. Ominosa
muerto del asiento –pónganlo debajo –¿dónde sensación de habernos desviado de nuestro curso
está mi bebida? Estos cerdos nos llevan de paseo –hay fuego en mi cenicero –y cosas rarísimas
–cárguelo a mi tarjeta –extraños ecos reactivos por mis auriculares.
por los auriculares –Gabriel Heatter* aullando
al fondo, conversaciones telefónicas –gente in- * * *
sólita conversando. Éste es el programa de ayer
–nuevas canciones para hoy –un hiato sobre- Notas manuscritas posteriores, en el aeropuer-
vuela entre los asientos y ahora tenemos a Kitty to de Denver, el efecto ha amainado pero no pue-
do relajarme, necesito un avión que me lleve a As-
* Gabriel Heatter, famoso periodista radial, fue el pri- pen pero todos los vuelos están cancelados por
mero en dar a conocer la tarea de Alcohólicos Anónimos por
la radio (en 1939). Durante la Segunda Guerra, acuñó su fra-
se más famosa “Good News Tonight”, con la cual logró le- * Kitty Wells era la reina de la música country hasta el
vantar la moral de su audiencia durante los momentos más di- advenimiento de Patsy Cline y Dolly Parton. Hacia fines de
fíciles del conflicto. (N. del T.) los sesenta, su estilo era ya un poco anacrónico. (N. del T.)

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culpa de una tormenta de nieve –y si no es a As- geno –enfermo, trastornado –dos Ritalin que no
pen, que sea a Los Angeles –última oportunidad sirven de nada –me desbarranco –no tengo de
de enderezarme –esfuerzo final –mientras la qué aferrarme –burbujas en el cerebro –debo
otra mitad de mí se asoma al abismo. Alguno de abrir la ventanilla, una bocanada de aire aunque los
esos cerdos tiene que conseguirme un vuelo –es- demás entren en crisis. Apesta a alcohol en esta es-
toy transpirando obscenamente, tengo el pelo pe- trecha cabina, nadie habla –miedo y asco, y ma-
gado al cráneo y la cara empapada –la droga se ha reo, y alucinaciones, y nubes. Ni un solo as en la
extinguido, no más vértigo, la energía se agota, ac- manga –consumido. Mejor volver a Los Angeles
tividad mental inconexa –el dirigible de Good que a Grand Junction –¿para qué ir hasta allá?
Year como postrera opción pero no está disponi- Caos en el aeropuerto de Denver –sudor y esca-
ble. Cuidado con las [ilegible] aves de rapiña que lofríos y todos los vuelos cancelados –y las mu-
se mezclan entre la gente normal –conseguir un camas trabajando –y los cerdos mentirosos de los
lugar en ese charter que sale en cinco minutos mostradores –“te alquilo un auto, chico” –dis-
–mi estómago ruge, voy de una punta a la otra del culpe, pero como adicto certificado no puedo con-
aeropuerto clamando por un Alka-Seltzer –nadie ducir en la nieve –¡debo volar!
despega de Denver. Ahora estoy en el asiento del
copiloto de un Aerocommander –lo raro se ali- Los Angeles, 1969
menta de sí mismo –con un volante en mis ma-
nos y pedales en el piso y cuarenta y un relojitos
enfrente, luces titilantes y sonidos incomprensi-
bles por la radio –fumando, boqueando por oxí-

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