Está en la página 1de 13

Cosas que los nietos

deberían saber
1ª edi­ción: abril de 2011

© Mark Oliver Everett, 2008


© De esta edición, Ediciones Puntocero, 2011
© De la traducción, Leila Macor, 2011

Re­ser­va­dos to­dos los de­re­chos.


Que­da ri­gu­ro­sa­men­te pro­hi­bi­da, sin au­to­ri­za­ción
es­cri­ta de los ti­tu­la­res del Copy­right, ba­jo las
san­ciones es­ta­ble­ci­das en las le­yes, la re­pro­duc­ción
par­cial o to­tal de es­ta obra por cual­quier me­dio
o pro­ce­di­mien­to, in­clui­dos la re­pro­gra­fía
y el tra­ta­mien­to in­for­má­ti­co.

Cosas que los nietos


Ediciones Puntocero
Caracas | Montevideo | Buenos Aires | Bogotá | Santiago de Chile
deberían saber
e-mail: con­tac­to@edicionespuntocero.com
ww­w.edicionespuntocero­.com Mark oliver everett
ISBN: 978-9974-8300-0-4

Di­se­ño de co­lec­ción
Ediciones Puntocero

Diagramación
Ediciones Puntocero

Fotografía de portada
RockySchenck.com

Traducción
Leila Macor

Co­rrec­ción
Magaly Pérez Campos

Im­pre­sión
Mastergraf

Prin­ted in Uruguay
Para Liz,
Hugh y Nancy,
donde sea que estén
índice

Cómo estar vivo .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

1. El verano del amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17


2. Los viejos tiempos / Cállate o muérete .. . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3. Mi primera novia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
4. Una adolescencia difícil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
5. Elizabeth en el piso del baño y papá en la basura . . . . . . . . . 62
6. Pinche de cocina .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
7. Espero que te guste pasar hambre .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
8. Venta de garaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
9. Siempre me enamoro de una loca .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
10. Un día en la playa / El huracán de Honolulú . . . . . . . . . . 101
11. Que te vaya bien .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
12. Herencia en venta .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
13. Estoy furiosa contigo: murió Nina Simone .. . . . . . . . . . . 167
14. Tiempos de rock .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
15. Luces intermitentes (para mí) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200
16. Cosas que los nietos deberían saber . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

¿Y ahora qué? .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

Agradecimientos .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
Cómo estar vivo
por juan morris

Antes de ser un libro, Cosas que los nietos deberían saber fue
una canción. En 2005, después de siete años de trabajar en un
disco que iba creciendo y juntando polvo en el sótano de su
casa y que siempre, inevitablemente, terminaba relegado detrás
de otros proyectos musicales más urgentes, Mark Oliver Everett
se decidió por fin a editar Blinking Lights and Other Revelations,
el sexto disco de su banda, Eels.
Y si en 1998 el álbum Electro-Shock Blues había sido
un descenso al cuerpo frío de su hermana tirado en el piso
del baño después de tragarse demasiados psicofármacos juntos
en busca de un resplandor químico, o a la larga agonía de su
madre bajo la radiación de un tratamiento estéril, tres discos
después Everett revisitaba esos mismos lugares como si se tratara
de la escena de un crimen ya prescripto, con menos crudeza y
más sabiduría, en un intento por restituirle un sentido a todo
eso. Una vez parado del otro lado de ese océano de oscuridad,
intentaba encontrar un lenguaje en el parpadeo ciego de las
estrellas en medio de la noche: la muerte como aprendizaje.
Everett terminó el disco una mañana en la que se estaba
lavando los dientes y, al mirarse en el espejo del baño, vio a su
padre reflejado. Fue un gesto en la cara, pero fue mucho más
9
que eso. A veces ni nuestro propio inconsciente puede aho- Después de terminar de lavarse los dientes, bajó al sótano de
rrarnos ese tipo de metáforas. Tenía 42 años. Y así como en El su casa y compuso Things the Grandchildren Should Know, una
primer hombre, la novela póstuma de Albert Camus, cuando hermosa y melancólica pieza de 4 minutos y medio, acompañada
el protagonista se encuentra por primera vez frente a la tumba de violines, contrabajo y una slide guitar, que funciona como el
de su padre y se da cuenta de que ese hombre ahí enterrado testamento de un hombre que, en la madurez, con el rapto de
es más chico que él, la sombra indescifrable y perturbadora de sabiduría que nos da la muerte cuando nos pasa demasiado cerca,
un padre que no conoció se convierte de pronto en ternura y ofrece su vida como un objeto descifrado. Es conmovedora la ne-
compasión por un joven muerto demasiado pronto, Everett vio cesidad de Everett de intentar explicarse a sí mismo, la declaración
en sí mismo ciertas cosas de su padre y encontró un principio de un hombre maduro explicando que le gusta acostarse temprano,
de entendimiento con ese hombre que había muerto hacía más salir poco de su casa, estar rodeado de la menor cantidad de gente
de veinte años y al que siempre había visto sentado en el sillón posible y no porque odie a la gente, sino porque es simplemen-
del living como a un extraño. te así, y enumerando las pequeñas verdades fundamentales que
En 1953, su padre, el científico Hugh Everett III, basándose aprendió en su vida, que no son muchas y que son muy simples
en el principio de indeterminación de la mecánica cuántica, en y que en realidad es casi una sola cosa: la canción de alguien que
su tesis doctoral había desarrollado la teoría de los universos aprendió a estar en paz consigo mismo y con su vida, que perdonó
paralelos. Como en la mecánica cuántica es imposible deter- a su padre, que puede mirar el sufrimiento que atravesó y sentirse
minar la posición y la velocidad exactas de una micropartícula, bien porque sacó algo bueno de todo eso.
el cálculo matemático sobre su trayectoria arroja una serie de «Nunca entendí del todo / lo que debió de ser para él vivir
resultados posibles que, mientras no se pruebe cuál de ellos es el en su cabeza / ahora siento que está conmigo / por mucho que
verdadero, todos lo son. Everett padre fue más allá y en su tesis esté muerto», canta Everett hacia el final de Things the Grand-
planteó que todos los diferentes resultados de ese cálculo eran children Should Know.
verdaderos, solo que cada uno lo era en un universo paralelo. Pero la vida de alguien no cabe en una canción, ni en
A mediados del siglo XX, esa teoría resultó demasiado un disco doble de treinta y tres canciones, así que en 2005,
poética para que alguien la tomara en serio y Hugh Everett se después de sacar Blinking Lights and Other Revelations y salir
pasó el resto de su vida adulta frustrado, rumiando cálculos de gira por el mundo vestido de traje, con un sombrero negro,
complejos en el living de su casa, desarrollando su teoría en una larga barba, un habano humeante y el acompañamiento
cuadernos que tenía apilados en la mesa del comedor. Varios de un cuarteto de cuerdas, Everett decidió encerrarse en su casa
años después, en sus canciones, Mark Everett retomó de al- de Los Feliz, en Los Angeles, y se pasó cuatro años escribiendo
guna forma la teoría de su padre y convirtió sus canciones en sus memorias. El testamento de alguien que después de pasar
pequeños universos paralelos donde algunos momentos de su siete años de maldiciones y sed en el desierto vuelve al pueblo
vida cobraban otro sentido. con algunas buenas noticias.
10 11
El libro empieza como empiezan todas las grandes narra- da algo valioso. Everett tiene algo bueno para darte, pero antes
ciones americanas del siglo veinte, con nuestro protagonista te tenés que pinchar.
cruzando el país a bordo de un auto destartalado, en el caso de David Foster Wallace, autor del gran libro Algo supuesta-
Everett un Chevy Nova dorado, modelo 71, solo que enseguida mente divertido que nunca volveré a hacer y uno de los mejores
ese viaje se pierde en sus distintas narraciones mentales y las escritores norteamericanos de los últimos veinte años, decía
imágenes, los viajes y las sensaciones comienzan a superponerse que la función de la literatura es darle calma a los perturbados
en una especie de collage sensorial dividido en breves capítulos y perturbar a los que están en calma. Everett eso lo tiene claro,
que podrían ser canciones. Está su relación esquizofrénica con solo que también sabe que en nosotros conviven los dos esta-
las discográficas, que aún hoy sigue siendo ríspida porque la dos y en sus canciones siempre trabaja en las dos direcciones,
carrera de Everett es lo más anticomercial posible: un disco simultáneamente. Y, sobre todo, tiene el talento y la valentía de
doble de treinta canciones, cuatro años de silencio, tres discos prestarle atención a esa conversación que solemos tener con no-
en catorce meses, etcétera. Está su crecimiento como artista sotros mismos cuando no estamos pensando en nada, exhumar
desde el comienzo, están sus primeros fracasos, están las mujeres los cadáveres de nuestra conciencia y convertirlos en pequeños
que pasaron por su vida y que tienen un capítulo aparte en el íconos religiosos que nos guíen: en canciones, en discos o en
libro (Siempre me enamoro de una loca) y están, sobre todo, las un precioso libro. Bienvenidos.
muertes que lo han rodeado siempre: su intento por reanimar
el cuerpo ya rígido de su padre, la sobredosis de su hermana, Juan Morris, marzo de 2011
la lenta agonía de su madre y, para darle más espectacularidad
a toda esta cadena de catástrofes familiares, en la mañana del
11 de septiembre de 2001, su prima y el esposo viajaban en el
avión que supuestamente se estrelló contra el Pentágono. 
El libro crece a partir de pequeños impulsos eléctricos que
lo llevan a Mark a armar un relato zigzagueante en el que con-
fluyen, en un solo párrafo, distintas épocas de su vida y distintos
estados, arrastrándote por un torrente caótico de recuerdos con
la certeza de que todo eso tiene una lógica, un sentido.
¿Y tiene sentido? Sí, lo tiene. Everett es un artista en carne
viva, que primero busca ponerte en un lugar incómodo –guita-
rras crudas que parece que saturaran, una voz envejecida, una
prosa aparentemente desnuda que te hace bajar la guardia– y
que después de sacarte de un estado confortable y alterarte, te
12 13
Lo que sigue es una historia real.
Solo se han modificado algunos nombres
y colores de cabello
1. El verano del amor

Conducía en medio de la oscura noche de Virginia, por


la autopista impecablemente asfaltada que tiempo atrás había
sido una vía de tren. Cuando pasé sobre aquel puente que se
elevaba sobre una quebrada, pensé con detalle en la forma en
que una noche de esas me lanzaría por él. Estaba seguro de
que no viviría hasta cumplir los dieciocho, así que nunca me
molesté en hacer planes para el futuro. Los dieciocho habían
llegado y se habían ido ya hacía un año y yo aún respiraba. Pero
todo iba de mal en peor.
Era verano de 1982. Hacía ese asqueroso, pegajoso y hú-
medo calor que te empapa de sudor la espalda de la camisa
solo por hacer un corto trayecto en automóvil. Ya en pleno
verano todo era un desastre. Al novio de mi hermana Liz se
le cruzaron los cables en nuestra cocina una noche y me atacó
con un cuchillo de carnicero. Poco después, Liz hizo el primero
de sus muchos intentos de suicidio. Se tragó un montón de
pastillas. Su corazón se detuvo en el momento en que llegamos
al hospital, pero pudieron reanimarla.
Muy poco después de aquello, Liz y mamá se fueron de
viaje para visitar a unos parientes y yo me encontré con el cuerpo
de papá, muerto, tirado ahí de lado en la cama de mis padres,
17
completamente vestido con sus usuales camisa y corbata, con justo la parte del edificio donde estaba su oficina. Pero no creo
los pies casi en el piso, como si se hubiera sentado para morir- en esas cosas. La vida está llena de altibajos. Ha habido algunos
se. Tenía cincuenta y un años. Quise practicarle resucitación extremos en mi caso, pero considerando que yo no tenía un
cardiopulmonar siguiendo las instrucciones de la operadora del plan, y menos aún tenía autoestima de esa que se necesita para
911 luego de colocar el cuerpo de mi padre, ya tieso, en el piso sobrevivir en este mundo, las cosas podrían haber sido peores.
de la habitación. Fue raro tocarlo. Fue la primera vez que tuvi- Solo estoy merodeando por este mundo, a ver qué pasa.
mos contacto físico, al menos que yo pudiera recordar, además No sé lo que sucede cuando morimos y no espero descu-
de la ocasional quemadura de cigarrillo en el brazo cuando me brirlo mientras viva. Probablemente nada, pero nunca se sabe.
cruzaba con él apretujándonos en el angosto pasillo de casa. Por ahora sigo vivo y me he dado cuenta de que algunos de los
Pensé que lanzarme por el puente podía ser la mejor for- momentos más horribles de mi vida me han conducido a algu-
ma de lidiar con la aplastante, descarriada y vacía sensación de nos de los mejores, o sea que no soy un tipo que va a engullir
ser yo. Era una manera dramática de suicidarse, por supuesto, los melodramas de los demás como si fueran tan interesantes.
pero es que era muy joven todavía. Con el tiempo empecé a Cada día es solo otro día y ya.
pensar más asiduamente en pegarme un tiro, o sea, evolucioné Fue difícil dejar a mamá y a Liz, pero era el momento de
a una técnica menos espectacular que lanzar el automóvil por hacerlo. Desde hacía tiempo me había convertido en el hombre
un puente de mi ciudad natal. De hecho, se puede trazar el de la casa porque no había otra autoridad y la muerte de papá
desarrollo de mi vida de esa forma: por ejemplo, ahora lo que terminó por cimentar mi estatus. Pero sabía que si no salía de
considero con frecuencia es tomar pastillas. Esas cuestiones allí pronto, tal vez nunca lo lograría.
dramáticas son cosa de niños. Ya maduré. Por muy difíciles que se pusieran las cosas, siempre podía
Hacia el fin del verano, al que ya había empezado a referirme aislarme en mi habitación en el sótano (que tenía las paredes
calificándolo como el «Verano del amor», me fui de la ciudad por pintadas de negro), leyendo El hombre invisible de Ralph Ellison
primera vez con mi Chevy Nova dorado del 71. El automóvil, y con los auriculares puestos a todo dar con Live at Leeds de
que llamé «Oro Viejo» y llevaba una señal de STOP como un The Who o Plastic Ono Band de John Lennon o lo que fuera
parche en el piso oxidado, se lo compré por cien dólares a mi que yo estuviera escuchando ese año. Incluso en aquella época
rubia prima Jennifer, que estaba buenísima y que años después terrible del «Verano del amor», conseguía huir de mí mismo
moriría en el avión que se estrelló contra el Pentágono el 11 de cuando iba al volante del Oro Viejo y contemplaba la puesta de
septiembre de 2001. Era aeromoza. Esa mañana había enviado sol escuchando a Sly Stone cantar Hot Fun in the Summertime
una postal desde el aeropuerto de Dulles que decía, con grandes desde el reproductor de mierda que tenía pegado con cinta
caracteres al frente: «¿No es maravillosa la vida?». adhesiva debajo del tablero.
Mi padre trabajaba en el Pentágono en la época en que nací. Fui a Richmond y me inscribí en la universidad. No tenía
Si creyera en maldiciones, me preguntaría si el avión destruyó el menor interés en estudiar, pero a todo el mundo parecía im-
18 19
portarle mucho eso y total yo no tenía ningún otro plan. Como la casa: mi padre leía el periódico, Liz ponía Neil Young una
mis notas de secundaria eran muy malas debido a mi absoluto y otra vez en su habitación, mamá se reía con su risa tonta,
desinterés, me aceptaron solo medio tiempo. Me sentía comple- encantada por algo que ni siquiera era tan divertido. Cuando
tamente solo y miserable. pienso en la sensación de estar en medio de todo eso, quedo
Una noche, caminaba por uno de los edificios del campus abrumado por el anhelo; es como que daría cualquier cosa por
cuando escuché sonidos de piano. Entré y descubrí que estaba pasar una noche allí otra vez.
en la sección de música de la universidad. No me interesaba La vida está tan llena de impredecible belleza y de extrañas
estudiar música allí, pero me moría por tocar algo, lo que fuera. sorpresas. A veces siento que la belleza es tanta que no la puedo
Empecé a meterme a hurtadillas de día y de noche en uno de soportar, ¿conoces esa sensación? ¿Cuando algo es simplemente
los salones de práctica de piano, siempre preocupándome de que demasiado hermoso? ¿Cuando alguien dice algo o escribe algo o
me descubrieran porque se suponía que no podía estar allí. Pero toca algo que te remueve hasta hacerte llorar, y tal vez hasta te
eran los únicos momentos en que me sentía bien: aporreando cambia para siempre? Está bien que un no creyente tenga que
las teclas, inventando cortas canciones sobre la marcha. Algunas cuestionar sus propias dudas. Eso podría ser lo que me condujo a
veces me imaginaba que había un montón de gente escuchando la música en primer lugar. Fue como magia. De golpe podía tras-
y disfrutando lo que yo tocaba. Una noche me sumergí tanto cender las situaciones de mierda en las que estaba inmerso e incluso
en el toque que rompí una de las cuerdas graves del piano, que convertirlas en algo positivo solamente poniéndoles música.
sonó como un disparo de escopeta. Me fui rápidamente del Tal vez no me gusta la gente tanto como parece gustarle al
edificio para no meterme en problemas. resto del mundo. Da la impresión de que la raza humana está
Me hundía cada vez más en la desesperación. No tenía el enamorada de sí misma. ¿Qué clase de ego necesitas para pensar
más mínimo interés en ninguna de mis clases. La música era que fuiste creado a imagen y semejanza de Dios? O sea, inven-
mi único alivio. Comencé a sentir algo que casi podría des- tar la noción de que Dios debe ser como nosotros. Por favor.
cribirse como lujuria por escribir y grabar música. Caminaba Como bien dijo una vez Stanley Kubrick: el descubrimiento
aturdido por las calles de Richmond, soñando con recuperar de vida inteligente en el espacio exterior sería catastrófico para
el piano de mi madre y hacerme con una grabadora de cintas los humanos, por la simple razón de que no podríamos pensar
y un micrófono. más en nosotros mismos como el centro del universo. Creo
que lentamente me estoy convirtiendo en uno de esos viejos
*** cascarrabias que piensan que los animales son mejores que las
personas. Pero de vez en cuando la gente me sorprende grata-
Algunas noches, después de todos estos años, me siento mente y hasta me enamoro de alguien, así que imagínate.
aquí a recordar mi infancia y en lo maravilloso que era que las ¿Y entonces qué clase de ego hay que tener para escribir
cosas marcharan bien y que estuviéramos todos juntos allá en un libro sobre tu vida y suponer que le interese a alguien?
20 21
¡Uno enorme! Pero no tan grande como para pensar que fui familia tratándolo todo como un constante proyecto artístico
creado a imagen y semejanza de Dios. A menos que Dios sea en marcha, para el disfrute de todos. ¡Gócenlo! ¡De nada!
un flacucho peludo y con mala postura (y no quiera Dios Además, dada mi historia familiar, bien puedo haber cum-
que olvide usar la todopoderosa «D» mayúscula). Y yo sé que plido mi «mediana edad» hace tiempo. O sea, creo que tal
no soy el tipo más famoso del mundo. La gente no se pone vez es mejor que escriba todo esto ahora, solo por las dudas,
a inventar rumores sobre mí diciendo que tengo un hámster en caso de que no consiga rebatir las estadísticas. Prefiero no
atascado en el culo o algo por el estilo. Algunos creen que esperar demasiado.
deliberadamente saboteé mi fama debido a algunas de mis Ahora bien, puedo hacerlo de diferentes maneras. Podría
decisiones «profesionales», pero en realidad ese no es el caso. intentarlo con una onda «poética». Algo así:
Nunca quise ser famoso por el solo hecho de serlo. Decidí
intentar hacer algo bueno en el mundo, lo mejor que podía De pie ante el porche, noté el acre olor del césped recién cor-
en cualquier caso, y ese fue mi único objetivo. Por lo tanto tado. Podía sentir el tenue zumbido de las cortadoras de césped
hago solamente lo que quiero hacer y paso buena parte de mi por todo el vecindario. El aire acondicionado goteaba sobre mí
tiempo en la Tierra diciendo que «no» a todas las estupideces mientras esperaba. Finalmente, Mary bajó. Nunca logré entrar.
que me piden y que sé que no me convienen. No soy un tipo Rompió conmigo allí mismo. Caminé a casa escuchando el canto
famoso, de los que usualmente escriben libros sobre sus vidas, de las cigarras, ajenas a mi dolor.
pero he pasado por algunas situaciones extremas y decidí que
es hora de escribirlas. Esta no es la historia de un famoso. Es O podría subir la apuesta y ponerme en verdad muy flo-
solo la historia de un tipo que en ocasiones estuvo en situacio- rido. Como esto:
nes similares a las de alguien famoso. Hay como un gran ego,
una cosa que dice «YO SOY MUY IMPORTANTE» inherente al En la distancia, escucho el tenue zumbido de las cortadoras
hecho de escribir este libro que me pone incómodo. Pero no de césped. Chicos con el pecho dorado, depilados con cera, sudan
lo haría si no pensara que se trata de una historia peculiar. En bajo el sol; es su última experiencia de genuino trabajo físico an-
serio, no soy tan importante. tes de que armen sus petates y se despachen para Yale o Brown.
Gracias a mi educación ridícula, a veces trágica y siempre Puedo escuchar las pisadas de Mary bajando las escaleras, siento
inestable, me fue concedido el don de tener una aplastante inse- su vacilación. Noto un grillo –¡Oh, no! Es un saltamontes– en mi
guridad. Algo que se percibe en la gente con problemas mentales zapato. No sé lo que siente Mary por mí, pero este pequeñín me
es su persistente aislamiento. Creo que se debe a que tienen ve como lo que soy realmente. Nos conectamos durante un instante
que luchar tanto para ser quienes son, que encuentran muchas y luego da un brinco, allá lejos. Ahora estoy solo. Mary aparece.
dificultades para salir de sí mismos. No soy la excepción. Pero Romperá conmigo, lo veo en su cara. Tomará el amor desenfrenado
por suerte encontré la forma de lidiar conmigo mismo y con mi y totalmente incondicional que le he ofrecido y lo lanzará al sue-
22 23
lo, lo destruirá hasta convertirlo en miles de pequeños fragmentos 2. Los viejos tiempos / Cállate o muérete
inútiles. Tengo que recobrar el equilibrio. Tengo que recobrar el
equilibrio. (Fin del capítulo).

O podría ser honesto contigo. Así:

Un día de julio fui a casa de Mary a pasar un rato. Abrió


la puerta, pero ni siquiera llegué a entrar. Rompió conmigo en el
porche.

No quiero que pierdas tu tiempo leyendo mierda florida, Soy hijo de un humilde mecánico. Un mecánico cuántico.
así que, por respeto a ti, gentil lector, me quedo con el estilo Mi padre, Hugh Everett III, autor de la teoría de los universos
directo. paralelos, fue un hombre tranquilo, al menos durante los más o
Nunca había tenido interés en escribir un diario. Estaba menos dieciocho años que viví con él. Resulta que era depresivo
tan ocupado intentando vivir la vida que me tocó, que nunca por una infancia triste y luego fue despreciado por chiflado;
tuve uno. Además no me sentía preparado para revivir muchas pero fue reconocido después, aunque demasiado tarde, como
de las cosas por las que pasé, pero eso fue exactamente lo que un genio. Supe mucho más sobre él a través de libros y revistas
me entusiasmó de repente cuando mi amigo Anthony me in- luego de su muerte, de lo que jamás habría sabido a partir de las
sistió por enésima vez que escribiera un libro sobre mi vida. pocas docenas de frases que me dijo durante nuestros dieciocho
Tengo un extraño mecanismo que se activa cuando pienso que años de convivencia.
algo no es posible: debo conseguirlo. Aunque signifique revivir El padre de mi padre fue el coronel Hugo Everett Jr., del
minuciosamente todos los momentos que mi memoria selectiva ejército estadounidense. Era un hombre imponente: alto, con
sea capaz de reunir. una redonda calva y una chivita plateada cuidadosamente recor-
En primaria yo era un niño pequeño y flaco con pelo largo tada en la barbilla. Como abuelo, era un viejito simpático que
que a menudo confundían con una niña y que además era el me llevaba a ver los trenes que pasaban por Berryville, Virginia,
último o penúltimo que elegían para participar en los equipos donde él vivía. En ocasiones nos encerraba a mi hermana y a
deportivos de la escuela. Ahora soy un hombre grande, que pasa mí en su centenario armario de los abrigos, apagaba las luces y
la segunda mitad de su primera crisis de mediana edad escon- nos anunciaba que un fantasma llamado «El Gazunk Real» se
diéndose detrás de guardaespaldas que intentan protegerlo en nos iba a aparecer. Algunos dirán que aquello era un maltrato
sus conciertos de rock del acosador obsesivo de turno. ¿Cómo aterrador, pero recuerdo que era divertido. No obstante, en los
llegué a esto? años cuarenta mi abuelo envió a mi padre a la escuela militar.
24 25

También podría gustarte