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MUNDIAL
El mundo en guerra
La Primera Guerra Mundial, también conocida
como Gran Guerra, fue una confrontación bélica,
ocurrida principalmente en Europa, que empezó
el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de
noviembre de 1918
El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco
Fernando, heredero del imperio austro-húngaro,
y su esposa son asesinados durante una visita a
Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, por el estudiante
serbio anarquista Gravilo Princip.
El 28 de julio, los austrohúngaros iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de
Serbia. Mientras Rusia se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado
neutral, y Luxemburgo en su camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al
Reino Unido a declarar la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los
franceses a pocos kilómetros de París, iniciándose una guerra de desgaste en las que las
líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1917. Este frente es conocido
como Frente Occidental. En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias
frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de
invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio otomano entró en la guerra, lo
que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y
Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos en 1917.
El 3 de agosto de 1914, el mundo entra en guerra. Otras naciones toman parte de ella a
continuación: el Reino Unido se une a Francia; Turquía, a favor de los alemanes, atacaron
a los puertos rusos del Mar Negro; Japón, interesado en las zonas alemanas en el Lejano
Oriente, se engrosa el bloque contra Alemania
Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917
con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y la firma de un acuerdo de
paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales después de la Revolución de
Octubre, en marzo de 1918. El 4 de noviembre de 1918, el Imperio austrohúngaro solicitó
un armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el
Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas
ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de
1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.
Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el
austrohúngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una
parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se
desmantelaron. El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron completamente y varias
naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial también
se fraguó la Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer Estado
autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Se fundó la Sociedad de
Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se repitiese; sin
embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial. Entre sus razones se
pueden señalar: el alza de los nacionalismos, una cierta debilidad de los Estados
democráticos, la humillación sentida por Alemania tras su derrota, las grandes crisis
económicas y, sobre todo, el auge del fascismo.
Revolución francesa
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló entre república, imperio y
monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del feudalismo y
del absolutismo en ese país, y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en
ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La
revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la
medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de volverlo ilegítimo.
Causas
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución:
*un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo
cambiante, y que, tras varios intentos de adoptar medidas destinadas a atajar la crisis política y
económica, capituló ante la violenta reacción de la nobleza.
*una aristocracia (la nobleza y el alto clero) aferrada a sus privilegios feudales, que bloqueó todas
las reformas estructurales (de Machault, de Maupeou, de Turgot) que se intentaron implantar
desde la Corte.
*el auge de una clase burguesa nacida siglos atrás, que había alcanzado un gran poder en el
terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político. Su riqueza y su cultura la había
elevado al primer puesto en la sociedad, posición que estaba en contradicción con la existencia de
los estamentos privilegiados, nobleza y clero.
*la exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado, empobrecidos por la subida
de los precios –en particular de los cereales y del pan, base de la alimentación— y por el
incremento continuo de los impuestos y derechos señoriales y reales. El diezmo que cobraba el
clero, apenas servía para mantener el culto y socorrer a los pobres. El campesinado contestaba
además el origen de la propiedad de los derechos y servidumbres feudales (recogidos en los
llamados «libros terriers»), que les parecían abusivos e injustos.
*la regresión económica y las crisis agrícolas cíclicas (la que estalló en 1788 fue la más violenta de
todo el siglo XVIII), agravados por las malas cosechas en los años que precedieron a la Revolución.
*la quiebra financiera provocada por los vicios del sistema fiscal, la mala percepción y la
desigualdad de los impuestos, los gastos de la Corte, los costes de las guerras, y por los graves
problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la guerra de Independencia de los
Estados Unidos. Esta intervención militar se convertiría en arma de doble filo, pues, pese a ganar
Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la anterior derrota en la guerra de los
Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con una importante deuda externa. Los problemas
fiscales de la monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado
precipitaron los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas por
Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de libertad política,
de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas
sobre la separación de poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las
instituciones del Antiguo Régimen, ayudando a su desplome.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada por un
sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados,
nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un
aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de
terratenientes y campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses
precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo
contenidas, se desataron en una gran crisis económica a consecuencia de los dos hechos
puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia con la causa de la independencia
estadounidense (que ocasionó un gigantesco déficit fiscal) y el aumento de los precios agrícolas.
APORTACIONES AL MUNDO
1.- LOS DERECHOS HUMANOS
Estos fueron aprobados el 26 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional Constituyente Francesa
El 22 de noviembre de 1792 se reúne un parlamento elegido por sufragio universal masculino en el que
se instaura este sistema político.
La República francesa se basa en un solo principio explícito, enunciado en el apartado cuarto del
artículo 2 de la Constitución: "gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", que se tomó
prestado directamente de Lincoln.
La Constitución establece que la soberanía reside en la nación y ya no en el rey, que se titula "rey de los
franceses". Proclama la libertad de pensamiento y de prensa, y la libertad religiosa. Suprime la nobleza
y las distinciones hereditarias, las órdenes de caballería, las corporaciones y gremios, y establece el
libre acceso a los oficios y funciones que hasta ahora se reservaban a la nobleza o se heredaban.
El mantenimiento de los lugares de culto pasa a depender del Estado que remunerará a los religiosos.
La Revolución Francesa es considerada como el indicador del final de una época histórica y el punto de
arranque de una nueva etapa: la Edad Contemporánea.
El estallido de la Revolución señala una línea divisoria entre dos sistemas sociopolíticos opuestos: en el
Antiguo Régimen, anterior a la Revolución Francesa, el absolutismo monárquico regía una sociedad
feudal; en el Nuevo Régimen surgido tras la misma, en cambio, reconocemos muchos de los rasgos que
caracterizan la organización política y social de nuestro mundo contemporáneo.
REVOLUCION INGLESA
La Revolución Inglesa del siglo XVII representa la primera manifestación de una crisis del
sistema de la época moderna, identificado con el absolutismo.
El poder monárquico se vio severamente limitado, cedió la mayor parte de sus
prerrogativas al Parlamento e instauró el régimen parlamentarista que permanece hasta
hoy.
El proceso comenzó con la Revolución Puritana de 1640 y terminó con la Revolución
Gloriosa de 1688.
Ambas revoluciones son parte de un mismo proceso revolucionario, de ahí el nombre de
la Revolución Inglesa del siglo XVII y no Revoluciones Británicas.
Este movimiento revolucionario creó las condiciones necesarias para la Revolución
Industrial del siglo XVIII, allanando el camino para el avance del capitalismo británico.
Debe ser considerada como la primera revolución burguesa en la historia europea que se
anticipó en 150 años de la Revolución Francesa.
REVOLUCION INDUSTRIAL
La Revolución Industrial
o Primera Revolución
Industrial es el proceso
de transformación
económica, social y
tecnológica que se
inició en la segunda
mitad del siglo XVIII en
el Reino de Gran
Bretaña, que se
extendió unas décadas
después a gran parte
de Europa occidental y América Anglosajona, y que concluyó entre 1820 y 1840.
A partir de 1800 la riqueza y la renta per cápita se multiplicó como no lo había hecho nunca en la
historia, pues hasta entonces el PIB per cápita se había mantenido prácticamente estancado durante
siglos. En palabras del premio Nobel Robert Lucas:
Por primera vez en la historia, el nivel de vida de las masas y la gente común experimentó un
crecimiento sostenido. No hay nada remotamente parecido a este comportamiento de la economía en
ningún momento del pasado.
A partir de este momento se inició una transición que acabaría con siglos de una mano de obra basada
en el trabajo manual y el uso de la tracción animal siendo estos sustituidos por maquinaria para la
fabricación industrial y el transporte de mercancías y pasajeros.
Esta transición se inició a finales del siglo XVIII en la industria textil y la extracción y utilización de
carbón.
La expansión del comercio fue posible gracias al desarrollo de las comunicaciones con la construcción
de vías férreas, canales o carreteras.
El paso de una economía fundamentalmente agrícola a una economía industrial influyó sobremanera
en la población, que experimentó un rápido crecimiento sobre todo en el ámbito urbano.
La introducción de la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769) en las distintas industrias
fue el paso definitivo en el éxito de esta revolución, pues su uso significó un aumento espectacular de
la capacidad de producción.
Más tarde el desarrollo de los barcos y ferrocarriles a vapor así como el desarrollo en la segunda mitad
del XIX del motor de combustión interna y la energía eléctrica supusieron un progreso tecnológico sin
precedentes.
Como consecuencia del desarrollo industrial nacieron nuevos grupos o clases sociales encabezadas por
el proletariado —los trabajadores industriales y campesinos pobres— y la burguesía, dueña de los
medios de producción y poseedora de la mayor parte de la renta y el capital. Esta nueva división social
dio pie al desarrollo de problemas sociales y laborales, protestas populares y nuevas ideologías que
propugnaban y demandaban una mejora de las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas,
por la vía del sindicalismo, el socialismo, el anarquismo, o el comunismo.
Aún sigue habiendo discusión entre historiadores y economistas sobre las fechas de los grandes
cambios provocados por la Revolución Industrial.
El comienzo más aceptado de lo que podríamos llamar Primera Revolución Industrial, se podría situar a
finales del siglo XVIII, mientras su conclusión se podría situar a mediados del siglo XIX, con un período
de transición ubicado entre 1840 y 1870.
Por su parte, lo que podríamos llamar Segunda Revolución Industrial, partiría desde mediados del siglo
XIX a principios del siglo XX, destacando como fecha más aceptada de finalización a 1914, año del
comienzo de la Primera Guerra Mundial.
El historiador marxista Eric Hobsbawm, considerado pensador clave de la historia del siglo XX sostenía
que el comienzo de la revolución industrial debía situarse en la década de 1780, pero que sus efectos
no se sentirían claramente hasta 1830 o 1840.
En cambio, el historiador económico inglés T.S. Ashton declaraba por su parte, que la revolución
industrial tuvo sus inicios entre 1760 y 1830.
Algunos historiadores del siglo XX, como John Clapham y Nicholas Crafts, argumentan que el proceso
de cambio económico y social fue muy gradual, por lo que el término «revolución» resultaría
inapropiado. Estas cuestiones siguen siendo tema de debate entre historiadores y economistas
APORTACIONES AL MUNDO
1. Máquina de vapor
En 1768, James
Watt construyó el primer
modelo de una máquina de
vapor. Se trata de un
motor de combustión
externa que transforma la
energía de vapor de agua
en trabajo mecánico o
cinético. Tuvo un
importante rol para mover
máquinas y aparatos.
2. El teléfono
3. El automóvil
5. Bombilla de luz
Su objetivo fue acabar con el régimen de la nobleza, establecer un parlamento, la libertad de prensa y
la de opinión.
La interpretación que prevalece de los eventos revolucionarios alemanes de 1848 considera que sus
objetivos no se lograron a cabalidad.
Pese a ello las consecuencias y el desenvolvimiento posterior de la situación política alemana son
consecuentes con muchos de sus objetivos estructurales.