Está en la página 1de 2

Agua

Era tan ardiente que quemaba, pero el sentir la cayendo en mi piel


era un sentimiento tentador. Era relajante y al mismo tiempo
provocador. El agua recorría todo mi cuerpo empezando por mi
cuello bajando hasta mi piel. Tenía que salir, pero el agua era una
tentación, “Quédate”- me decía- y no sabía cómo decirle que no.

Luego llegaste, por la espalda me apretaste entre tus brazos. Nos


pegaste uno con el otro, con el agua ayudando. Empezaste a besar
mi cuello, eran pequeños pero repetitivos, con una suavidad
conquistadora. Tocabas mi oreja pidiéndome que cayera y me
uniera a ti. No podía, eres una tentación que debía superar.

Moviste tus manos a mis caderas y las acariciaste lentamente,


dándome de probar sin dejarme morder. Me empujaste
forzosamente hacia atrás, tomando mi cuerpo como tuyo.
Manoseaste mi pecho sin piedad haciéndome gemir de placer para
tu gusto. Continuaste apretándome y besándome hasta halarme
por un hombro y voltearme.
Entonces me besaste en los labios mientras tus brazos me
agarraban por la espalda y caderas. Yo acaricie tu cuello hermoso
pelo marrón mojado por el agua seductora que nos exploraba.
Después me cargaste completa para mantenerme más cerca de ti.
Y así nos agarrábamos y tocábamos, juntos mientras podíamos.

Y bajo el agua ardiente que nos unía, sabía que no podía durar.
Intenté disfrutarlo y olvidar al resto del mundo, pero no pude. Fue
entonces que me di cuenta de que tan bellos eran tus ojos bajo la
tenue luz de su apartamento.

También podría gustarte