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Unidad 2 - Las instituciones del período arcaico y clásico (poleis)

La tragedia en la “polis”

A través de la historia griega antigua vemos aparecer permanentemente el mito. Las tragedias griegas
no son mitos, pero podemos decir que el género trágico hace su aparición en Atenas a finales del siglo
VI a. C cuando el lenguaje del mito deja de estar sin conexión con la realidad política de la ciudad.

No olvidemos que la forma de gobierno correspondiente a la ciudad- estado (polis) surgió en Grecia
durante el siglo VIII a. C (comienzos del período arcaico, que abarca desde el siglo VIII a. C hasta fines
del siglo VI a. C, al cual le sigue el período clásico, siglos V a. C y IV a. C).

Siguiendo en el universo trágico veremos que se sitúa entre dos mundos referencia por una parte al
mito- concebido como perteneciente a una época remota pero aún presente en la conciencia y por otra
parte a los nuevos valores desarrollados con rapidez desde mediados del siglo VI a. C al siglo V a. C, en
Atenas. Esta dualidad de la tragedia es lo que constituye una de sus originalidades y el resorte mismo
de su acción.

En el conflicto trágico, el héroe, el rey o el tirano aparecen insertos aún en la tradición heroica y mítica
pero la solución del drama se les escapa: no es nunca el resultado de la acción, sino siempre la
expresión del triunfo de los valores colectivos impuestos por la nueva ciudad que se ha orientado hacia
la democracia.

Las tragedias griegas constituyen un objeto totalmente distinto.

Se trata de obras escritas, de producciones literarias individualizadas en el tiempo y en el espacio, que


no tienen paralelo alguno.

El “Edipo rey” de Sófocles (autor trágico 496- 406 a. C) no es una versión más del mito de Edipo (rey
legendario con un destino trágico).

Se tiene que tomar en consideración desde el primer momento el sentido y la intención del drama que
se representó en Atenas hacia el año 420 a. C. La intención se expresa a través de la obra del autor,
en sus estructuras, en su organización interna y no tenemos ninguna posibilidad de remontarnos de la
obra al autor. No tratamos de explorar el trasfondo histórico de cada pieza literaria.

Desde luego podemos pensar que la epidemia descrita al principio del Edipo rey debe algo a la peste de
Atenas del 430 a. C, pero también puede pensarse que Sófocles había leído “La Ilíada” de Homero que

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relata el episodio de una terrible epidemia que azotó a la comunidad de los aqueos.

La tragedia, desde el enfoque abordado utilizado por nosotros no la explica sólo a través de los
condicionantes sociales: como fenómeno social, estético y psicológico.

Debemos comprender como estos aspectos se articulan y combinan para constituir un hecho humano
único. Una misma invención que aparece en la historia bajo tres faces: como realidad social, con la
institución de los concursos trágicos, como creación estética con el advenimiento de un nuevo género
literario, como mutación psicológica, con el surgimiento de una conciencia y de un hombre trágico, tres
faces que definen un mismo objeto y que se deben a un mismo orden de explicaciones.

Por la misma razón que cualquier obra literaria las tragedias griegas están plagadas de prejuicios, de
pre- supuestos que forman algo así como el marco cotidiano de la civilización de la que constituyen una
de sus expresiones.

En razón de lo ante dicho es que han tratado, distintos historiadores, en confrontar las obras trágicas
con instituciones sociales o prácticas religiosas contemporáneas al momento en que eran presentadas
(siglo V a. C).

Desde la década de 1920 los helenistas (estudiosos que abordan la Grecia antigua) se volcaron hacia los
orígenes de la tragedia ática aportó y que hacen de ellas un arte, en las instituciones sociales, en la
psicología humana una invención.

Como género literario original que posee sus reglas y características propias, la tragedia instaura en el
sistema de las fiestas públicas cívicas en un nuevo tipo de espectáculo: traduce además como forma de
expresión, aspectos hasta entonces poco apreciados de la experiencia humana, marca una etapa en la
formación del hombre interior, del sujeto responsable.

En la tragedia hay una polaridad entre dos elementos: el coro, ser colectivo y anónimo- cuyo papel
consiste en expresar en sus temores, sus esperanzas y sus juicios los sentimientos de los espectadores
que componen la comunidad cívica. El otro: el personaje individualizado cuya acción forma el centro
del drama y que tiene aspecto de héroe del pasado, siempre más o menos ajeno a la condición
ordinaria del ciudadano.

La tragedia griega aparece como un momento histórico circunscrito y dotado.

Se la ve nacer en Atenas, desarrollarse y caer casi en un siglo ¿Por qué?. Lo trágico traduce una
consecuencia desgarrada, el sentimiento de las contradicciones que enfrentaban al hombre con sí
mismo.

A su vez hay que buscar en que plano se sitúan, en Grecia las oposiciones trágicas, cuál es su
contenido, en que condiciones surgieron.

El historiador francés Louis Gernet emprendió un análisis del vocabulario y de las estructuras de cada
obra trágica. Esta línea de trabajo es continuada luego por Jean Pierre Vernant y Pierre Vidal Naquet.

L. Gernet pudo señalar entonces que la verdadera materia de la tragedia es el ideario social propio de la
ciudad, especialmente el pensamiento jurídico en plena elaboración.

La presencia de un vocabulario técnico legal entre los trágicos subraya la afinidad entre las líneas
productos de la tragedia y ciertos casos que afectaban a la competencia de los tribunales.

Los poetas trágicos utilizan este vocabulario legal jugando con sus incertidumbres, con sus cambios,

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con su imprecisión que traducen igualmente sus conflictos con una tradición religiosa, una reflexión
moral.

Lo que muestra la tragedia es una justicia en lucha contra otra justicia, un derecho aún no fijo que se
desplaza y se transforma en su contrario.

La tragedia es algo totalmente distinto a un debate jurídico. Su objeto es el hombre que vive por sí
mismo ese debate, obligado a realizar una elección decisiva, a orientar su acción en un mundo de
valores ambiguos, donde nada es jamás estable ni único.

Esta es la primera posibilidad de conflicto, en el mundo trágico. La segunda, es que si la tragedia


obtiene sus temas de las leyendas de los héroes sin embargo se distancia de los mitos heroicos en que
se inspira y que transpone con mucha libertad. Cuestiona, confronta los valores heroicos con los modos
de pensamiento nuevos que señalan la creación del derecho en el marco de la ciudad.

El momento trágico es aquel en que aparece una fisura en la experiencia social donde por un lado
aparezca el pensamiento político y jurídico y las tradiciones míticas y heroicas, presentes ya. Es aquí
donde aparecen las oposiciones. Sin embargo los conflictos de valores se perciben dolorosamente aún.

El dominio propio de la tragedia se sitúa en la frontera donde los actos humanos van a articularse con
las potencias divinas, donde revelan su sentido verdadero, ignorado incluso por aquellos que han
tomado la iniciativa y cargan en su responsabilidad.

Se comprende mejor entonces que la tragedia sea un momento y pueda fijarse su esplendor entre dos
fechas que definen dos actitudes respecto del espectáculo trágico.

Solón (legislador ateniense, siglo VI a. C) abandona indignado una de las representaciones teatrales.
Para él, que asumió la tarea de poner orden en la ciudad anarquizada, en el mundo arcaico, el pasado
“heroico” aparecía demasiado cercano para que pudiera ofrecerse sin peligro como espectáculo en la
escena. La segunda fecha, la del final de la tragedia, la ubicaríamos con Agatóm autor que escribía
tragedias (fines del siglo V a. C) cuya intriga provenía de su imaginación.

Existía pues una ruptura definitiva en la tradición legendaria, puede el autor seguir escribiendo según
sus ideas pero en él, en su público y en toda la cultura griega el resorte trágico está roto. Es aquí
cuando quedan fijas para la posteridad como las grandes obras trágicas (las que nos han llegado de
ellas) los trabajos de Esquilo (524- 456 a. C) Sófocles (c. 496- 406 a. C) y Eurépides (c. 485- 406 a. C),
todas obras escritas y representadas en la Atenas clásica (siglo V a. C).

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La tragedia y la comedia en la polis: autores y obras

A fines del siglo VI a. C en Atenas iban a desarrollarse dos novedades que estaban en
gestación desde algunos decenios: el avance hacia la ciudad democrática y el teatro dándole
una forma institucional.

Los treinta años que corren entre el 508 a. C (reformas de Clístenes) al 478 (finales de la
Segunda Guerra Médica) son aquellas del comienzo del funcionamiento de las instituciones y
del poderío de la democracia ateniense.

Modificaciones esenciales tuvieron lugar en el teatro en los primeros veinte años del siglo V a.
C. Cuatro tipos de representaciones dan lugar a los concursos teatrales: el ditirambo, la
comedia, el drama satírico y la tragedia.

Los tres primeros corresponden al establecimiento musical y literario de las manifestaciones


de culto en homenaje al dios Dionisos en las Grandes Dionisias celebradas a fines del mes de
marzo.

La tragedia:

La gran innovación ateniense, cuyos resultados nos son mejor conocidos, es la tragedia. Su
comienzo puede ser datado, entre 536- 533, cuando el poeta Tespis presenta la primera
tragedia, desde entonces al siglo IV, en las Grandes Dionisias, reorganizadas bajo la tiranía
de Pisístrato.

Parece que existían coros trágicos en el Peloponeso, asociados a cultos heroicos. Pero la
tragedia ofrece un gran abanico de temas presentados bajo una forma elaborada.

Toda una tradición que va desde Aristóteles a Nietszche y más allá la hace nacer del culto a
Dionisos, de las exhibiciones de su cortejo o de un diálogo entre el coro y su director. Esto
corresponde a los otros tres tipos de representaciones: son anteriores a la tragedia y esto
explicaría que todo lo que se integra al teatro, por eso debe estar relacionado con Dionisos.

Pero nada en los temas ni en el espíritu de la tragedia nos recuerda particularmente a


Dionisos (a excepción de “Las bacantes” de Eurípides ).

Es necesario buscar en otra parte y la epopeya (La Ilíada- La Odisea) con escenas
sólidamente construidas provee el mayor punto de partida y casi la totalidad de los temas de
la tragedia.

Atenas era el lugar donde los rapsodas recitaban a menudo a Homero.

El acto creativo de Tespis podría comprenderse de la siguiente manera, según G. F. Else


(1967): elige un héroe épico, interpreta su destino y centra la acción sobre un momento

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decisivo de éste, utiliza la poesía combinado con cantos corales. La idea de alternar el diálogo
y el canto coral provendrían del ditirambo. La transformación del héroe en un ser humano que
sufre y enfrenta al destino cuyo sentimiento es sentido por el coro que deviene intermediario
entre el héroe y el espectador, he aquí el elemento trágico por excelencia.

El autor trata un drama cuyos espectadores conocen las circunstancias y el desenlace pues
todos estos mitos les son familiares ( Guerra de Troya y conflictos de los Atridas, hazañas de
Heracles, desgracias de Edipo y su familia).

A su vez hace una triple elección: concentra toda la atención sobre una acción única,
selecciona los elementos de la leyenda que mejor le convienen; trata a su manera el aspecto
interno de los héroes: sentimientos, psicología, reflexión, virtudes y debilidades, así llega a
dar el drama su significación personal.

La representación:

Contingencias materiales obligan a reforzar los efectos de la representación. El público acude


en gran cantidad, la decoración y la iluminación es inexistente, los actores varones y en
número de uno, dos,
luego tres.

Así se justifican las máscaras, los largos vestidos, los coturnos y la estructura escénica: uno o
dos personajes alternando monólogos, diálogos rápidos, intercambio de propósitos con el
coro.

El coro juega un rol considerable en los comienzos de la tragedia pero ignoramos como
evoluciona: canto, ritmos y gestos nos escapan totalmente pero deben dar a estas
representaciones un aspecto que percibimos mal hoy.

En los concursos es la presentación del coro tanto como la del autor la que se premia.

La significación.

Mas que una innovación literaria la tragedia es un hecho social y político, por el momento no
podemos hablar más que desde su fin, en el correr del siglo IV a. C. En las Grandes Dionisias
como en las fiestas heneas, la ciudad regla todo.

Fiesta religiosa, fiesta del espíritu pero también fiesta de la comunidad ciudadana. Un cierto
espíritu de comunión reinaba allí en las heneas, mas modestas e íntimas y en las Grandes
Dionisias antes del surgimiento de la expansión ateniense. Todos vienen allí, comprendidos los
extranjeros, los metecos, las mujeres y aún los esclavos. La agitación, las intervenciones del
público, la consumición de un frugal alimento, marcan el desarrollo de estos espectáculos que
se suceden sin interrupción desde la mañana hasta promediar la tarde, durante seis días.

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Todo está destinado para atraer un enorme público: la fiesta de Dionisos, el carácter único de
cada representación, la curiosidad de ver como será tratado un tema conocido, el placer de
los concurrentes de estar reunidos por un interés común.

Los autores de tragedia que nos han llegado hasta nosotros son tres: Esquilo (525- 456 a. C)
contemporáneo de las guerras médicas y del comienzo de la vida política democrática de
Atenas. Sófocles (496- 406 a. C) contemporáneo de la época del esplendor de Atenas y de la
guerra del Peloponeso. Eurípides (480- 406 a. C) igual en tiempo que el anterior. Todos ellos
atenienses.

Esquilo (525-456 a. C).

Combatiente en las guerras médicas. Se conservan sus obras: Los Persas (472 a. C), Los
siete contra Tebas (467 a. C), Las Suplicantes (463 a. C), La Orestíada, trilogía compuesta
por Agameròn, Las Coéforas, Las Euménides (458 a. C), Prometeo.

La violencia de las situaciones crudamente señaladas, el impulso de los hombres de evitar su


destino trágico acompañando la búsqueda de una justicia divina cuyo sentido les escapa; los
héroes preocupados de proteger su ciudad, de asegurar el buen orden, son condenados a
elecciones dolorosas y difíciles, ignorando la voluntad divina. Su obra es en la que está
presente omnipotente el misterio del destino.

En la etapa del imperio ateniense (478- 431 a. C) es la persona de Sófocles la que se destaca
pero es también donde el teatro adquiere su mayor expresión cívica y cultural,
es el momento donde Atenas se ha transformado en un gran centro cultural del
mundo griego.

Esta cultura que impregna no sólo a las elites sino al hombre de la calle es esencialmente
oral. Poco rol juegan allí los libros (en forma de rollos de papiros). Pero desde la infancia se
aprenden los versos de Homero, en el ágora y en la Asamblea la palabra es el instrumento
privilegiado. El teatro es para el siglo V a. C la expresión mas resonante de esta cultura
colectiva.

Estamos lejos de contar con la totalidad de los nombres de los autores que han concursado y
el azar en parte ha dirigido la elección de las obras que nos han llegado. Sin embargo desde
mediados del siglo V a. C, las fuerzas de Esquilo han tenido el derecho de ser repuestas. A
comienzos del siglo IV a. C es el caso de Sófocles y Eurípides. La elección de estos grandes
autores (que no siempre fueron premiados) es pues en parte la elección de sus
contemporáneos.

Sófocles (496- 406 a. C).

Sófocles muy temprano, entró en competición con Esquilo. Es su contemporáneo en la época,

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pero las tragedias conservadas (siete piezas sobre ciento veintitrés), son posteriores al 450 a.
C y nos referimos al tiempo de Pericles. Era hijo de un rico armero de Colono (demo de
Atenas), tuvo una cuidada educación y participó como todo ciudadano en la vida pública: fue
funcionario de la administración del tesoro de Atenas en el 443 a. C, designado estratega en
el 441 a. C.

El tema de sus obras son tomados, como los de Esquilo, de los ciclos de Troya (Ayax,
Filotectes) y de Tebas (Edipo rey, Edipo en Colono, Antígona) retoma el ciclo aqueo (Electra)
y agrega el de Heracles (Las Tarquinias).

Su intervención es decisiva en la evolución de la tragedia griega y del teatro en general.


Centra sus fuerzas alrededor de la personalidad de un héroe cuyo carácter es definido.

El coro deviene espectador y debe traducir las reacciones del auditorio. El héroe debe elegir:
permanecer fiel a sí mismo o aceptar un compromiso. Es lo que da a las piezas de Sófocles en
carácter de actualidad y que tergiversa la percepción histórica.

¿Cómo interpretar la dialéctica profunda entre la justicia de los dioses y la libertad


de los hombres que en el coro de sus tragedias estas palabras justicia y libertad,
toman resonancias tan diferentes a través de las épocas?

La experiencia teatral juega un gran rol durante los treinta años de la guerra del Peloponeso
(437- 404 a. C) y está más fuertemente ligada, que las otras artes, a los acontecimientos de
la guerra, como testimonia la carrera de Aristófanes (autor importante de comedia) y la de
Eurípides.

La expresión de un historiador francés: “Es cierto que sin la guerra, Eurípides hubiera sido un
gran poeta, pero se reveló como un poeta diferente”, se aplica aún más a Aristófanes (445-
386 a. C) autor cómico ateniense.

Las primeras cinco piezas se inscriben en el cuadro de la guerra de los diez años, primera faz
de la guerra del Peloponeso (431- 421 a. C), que le servirá de telón de fondo; Los
acarmenses (425 a. C), Los caballeros (424 a. C), Las nubes (423 a. C) Las avispas (422 a.
C), La paz (421 a. C).

Las obras siguientes tienen temas más amplios pero bajo un aspecto paródico cuestionan el
funcionamiento político de la ciudad en ese momento y sus valores: Las aves (414 a. C),
Lisístrata (411 a. C), Las Tesmoforìas (411 a. C), Las ramas (405 a. C), La asamblea de las
mujeres (392 a. C), Pluto (388 a. C).

Estos temas tomados de la actualidad inmediata, y a veces la más grave, son tratados con el
criterio bufonesco exigido por el género cómico, y las bromas alcanzan a los dioses y los
políticos.

Se lo ha tachado de conservador político porque se apoyó un momento sobre los aristócratas,


intentó idealizar al pequeño campesino, despreció las profesiones de ágora, no comprendió a

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Sócrates ni a Eurípides.

Pero simplemente reflejó la opinión de su época y la sociedad. El pesar y la idealización de la


generación precedente (los hombres de Maratón, a la que perteneció Esquilo) es un
fenómeno frecuente, en particular en las sociedades con fuerte presencia rural.

De hecho Aristófanes es inclasificable y no tendrá discípulos ni sucesores. Supo sacar partido


notable de un género bien particular, la COMEDIA, por el uso de su lenguaje y de una
poderosa imaginación.

Si las últimas piezas permiten interpretar la realidad cotidiana de la posguerra, Aristófanes es


ante todo un hombre “del siglo de Pericles”, aquél donde Atenas se sentía suficientemente
segura de su poderío y de su régimen para permitir las burlas en el cuadro de las fiestas de
Dionisos.

Eurípides (autor trágico. Ateniense 480- 406 a. C).

El caso de Eurípides es bien diferente, pues fue poco apreciado por sus contemporáneos y su
éxito se afirmó en la época siguiente de la cual anunció las tendencias.

Sus noventa y dos piezas no le valieron más que cuatro premios y uno después de su
muerte, pero se conservaron dieciocho, se conservaron gracias al favor que gozó más tarde:
Alcestis (438 a. C), Medea (431 a. C), Hipólito(428 a. C), Los Heraclidas, Andrómaca,
Hécuba, Heracles, Las Suplicantes, Electra, Las Troyanas (415 a. C), Ifigenia en Táuride,
Helena (412 a. C), Ion, Las Fenicias, Orestes (408 a. C), Ifigenia en Aulide, Las Bacantes, El
Cíclope.

Eurípides se presenta como un innovador, reduciendo el rol del coro, criticando sus
predecesores, abordando los mitos con gran liberalidad.

La guerra está presente en su obra, siempre en segundo plano, manifestando su desprecio a


Esparta en Andrómaca, estigmatizando los horrores de la guerra en Las Troyanas.

Los siglos clásicos nos han habituado a admirar en Eurípides la descripción perspicaz,
atormentada, las contradicciones de la pasión (en Medea, en Hipólito) y dar valor a sus
análisis psicológicos de caracteres. Es falsear en parte el sentido de la tragedia, los autores
trágicos antiguos no buscaban los efectos que se aprecian hoy.

“La tragedia, dice Aristóteles en su Poética, es la representación no de los hombres sino de la


acción y
de la vida”.

La última tragedia de Eurípides, Las Bacantes, que marca su “conversión” nos coloca con
claridad en la atmósfera irracional, ansiosa y desgarrada de los últimos años del
siglo V a. C.

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Sin embargo el arte del razonamiento, el gusto de las máximas bien ubicadas, el arreglo
entre las partes, traiciona en Eurípides la marca de las corrientes filosóficas nuevas y de la
educación de los sofistas.

Mal comprendido por sus contemporáneos, simboliza así sus mismas contradicciones. Cierto,
sus versos están aislados pero testimonian un coraje y una libertad de espíritu que no eran
frecuentes en esas épocas terribles e inestables. Es en sus piezas que se encuentra por vez
primera una crítica a la guerra, a la reducción, a la esclavitud, una decisivo ataque al poder
autoritario.

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Tucídides: historia y política

Tucídides, como Eurípides, fue un hombre de su época. Vivieron el esplendor del imperialismo
ateniense y vieron la caída de Atenas como consecuencia de la guerra del Peloponeso (431-
404 a. C). En ese momento se produjeron grandes cambios en el pensamiento de los
intelectuales atenienses: se tornaron más reflexivos y racionales.

ucídides es uno de ellos. Era a la vez historiador y teórico político.

Conocedor de la historia griega, no ignoraba ni la larga sucesión de controversias intelectuales


sobre la legitimidad política ni la larga sucesión de conflictos políticos acaecidos. En Grecia era
un hecho común la guerra o enfrentamientos entre las ciudades- estado por distintos motivos.

Los escritores griegos se movían entre la teoría y la práctica, esto les llevaba, en parte, a una
filosofía política abstracta.

Su afirmación, más importante la realiza al comienzo de su obra al decir: ”Tucídides de


Atenas ha escrito la historia de la guerra de los peloponeses y atenienses, cómo pelearon
entre sí, dando comienzo a su obra tan pronto empezaron las hostilidades y teniendo la
convicción de que llegaría a ser grande y la más importante de todas cuantas le
habían precedido...” (Prefacio, I).

En ese momento, Tucídides era un hombre con la edad suficiente para juzgar la importancia
de los acontecimientos.

En Atenas, como consecuencia de las guerras, dentro de las magistraturas eran


preponderantes los estrategas que no solo dirigían las acciones guerreras sino también la
política de la ciudad- estado pero debían someter sus decisiones a la Asamblea.

Tucídides, hijo de Oloros, pertenecía a una familia aristocrática, que tenía como antepasado a
Milcíades el vencedor de Maratón. Estos orígenes explican sus tendencias conservadoras:
ellas no le impidieron honrar al demócrata Pericles.

Tucídides, fue elegido estratega en el 424 a. C y era necesario tener treinta años para
obtener esta magistratura. Había nacido antes del 460 a. C y muere en los primeros años del
s. IV a. C (c. 395 a. C). Hereda de su padre la propiedad de minas de oro en la región del río
Strymon, en Tracia. Esta será la fuente de su fortuna personal y de la independencia personal
que poseía; pudo así seguir las lecciones de los sofistas y consagrarse luego a largas
investigaciones históricas y a la redacción de su obra: Historia de la Guerra del Peloponeso.

En la primera etapa de esta guerra, en el año 430 a. C, estando en Atenas le alcanza la peste
pero se salva (episodio que detalla en el Libro II).

En el 424 a. C, elegido estratega, llegó muy tarde a Anfípolis (ciudad ateniense en Tracia) con

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su flota, para impedir que el general espartano Brasidas se apoderara de la ciudad. Las
tropas atenienses tomaron a sus desdichados jefes prisioneros, juzgados en Atenas, entre
ellos Tucídides, fueron condenados al exilio.

Tucídides permaneció veinte años en el exilio, hasta que al fin de la guerra y vencida Atenas
en el año 404 a. C, vuelve a esta ciudad.

Este destierro fue beneficioso para su obra. Se instaló en Tracia, cerca de las minas de oro del
monte Pangeo y realizó numerosos viajes: quizás incluso a la Magna Grecia (sur de Italia) y
al Peloponeso.

Expatriado, podía informarse libremente acerca de los enemigos de Atenas y su ocio forzado
le dejaba todo el tiempo para la elaboración de su obra.

No finalizó su Historia, se detuvo en los acontecimientos del año 411, y el libro VIII, el último,
no parece haber sido revisado por su autor.

Su concepción de la Historia era diferente a la de Heródoto, la diferencia es mayor que entre


Sófocles y Eurípides. En esta Atenas del s. V a. C, la evolución de los espíritus, debida a los
filósofos y sofistas, fue muy rápida.

El Prefacio de Tucídides comprende un cuadro de la historia de los períodos anteriores de su


Historia, también llamado Arqueología. El historiador se vuelve hacia el pasado para
demostrar que la Guerra del Peloponeso, como había comprendido, es un conflicto más
importante, por la amplitud de los medios utilizados, el número y la extensión del teatro de
operaciones, que todas las que habían precedido.

Se trata pues de exaltar su tema, como solían hacerlo los sofistas por el procedimiento de la
amplificación oratoria, pero los argumentos que emplea denotan un pensamiento racional, un
método riguroso de determinación y de interpretación de los hechos que no está lejano con el
método de Hipocrátes el médico, su contemporáneo.

Tucídides intenta extraer de la poesía épica el “núcleo” de verdad que podía contener. Sin
embargo frente a las obras de Homero toma sus precauciones y duda de los testimonios del
“aedo”. (Prefacio, IX).

En el Prefacio, X plantea que en el futuro frente a las ruinas de Esparta y Atenas no se


dudaría que esta última hubiera sido más importante. Las excavaciones arqueológicas
realizadas desde el s. XIX en parte le dan la razón.

El método que ha utilizado Tucídides está expresado en el Prefacio a su obra (Prefacio XX a


XXII).

Critica a Hecateo y Heródoto sus predecesores. En cuanto a su método en lo que se refiere a


los discursos indica que son un medio para comunicar no sólo los móviles y los caracteres de
los hombres que los pronuncian, sino también el encadenamiento de los hechos, al menos
como el autor se los representa, dicho de otro modo su manera de ver la Historia, pues

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Tucídides espíritu lúcido y agudo ha reflexionado profundamente sobre el transcurrir de los


acontecimientos, causas y efectos, psicología de los ciudadanos dirigentes y dirigidos de las
ciudades.

Tucídides nos plantea sus objetivos acerca del método: alcanzar la verdad, ver
claramente lo que ocurre y desea a su vez que su obra sea útil a los estadistas como
lección para el futuro accionar. Piensa que para que su labor posea este valor es necesario
que los acontecimientos narrados sean controlados con criterio imparcial.

La geografía ocupa en la obra de Tucídides un lugar menor, comparada con la de Heródoto.


Todas las descripciones de lugares como la rada de Siracusa, su puerto y fortificaciones
tienen por fin aclarar el relato, permitir al lector comprender la situación. En él el historiador
está antes que el geógrafo; la geografía aparece en su obra como fuente auxiliar de la
Historia.

A diferencia de sus predecesores Tucídides se ha preocupado por asegurar firmemente la


cronología de los acontecimientos que relata.

A comienzos de su relato sobre la guerra en el Libro II Tucídides fija los datos por distintos
sincronismos: número de años del sacerdocio de Hera en Argos, nombre del primer éforo de
Esparta, nombre del arconte epónimo de Atenas, magistrados anuales (Libro II, II). Los años
siguientes se encuentran a partir de esta fecha, como el segundo, tercero de la guerra, etc.

En el interior de cada año distingue la mala estación, alrededor de cuatro meses, durante la
cual las operaciones militares normalmente son interrumpidas y la buena estación de ocho
meses, desde el despertar de la primavera hasta el momento de las cosechas, la vendimia, el
fin del verano.

Menciona los hechos económicos. En varias ocasiones indica con precisión los recursos
materiales y financieros de Atenas y Esparta. Mencionará que es el oro persa que hará
inclinar la balanza del destino en favor del Peloponeso, ya que permitirá a los espartanos
aumentar y mantener su flota. Pues en esta guerra la victoria pertenecerá a las ciudades o
grupo de ciudades que adquiera el dominio del mar.

Sin embargo, para Tucídides, la inteligencia humana aliada a la audacia y la energía es más
importante que ningún otro factor.

Tucídides escruta las facultades intelectuales, la voluntad y el carácter de sus personajes


(Libro II, LXV).

Pero no se ha preocupado solamente de los casos individuales, sino que menciona los rasgos
particulares del carácter ateniense y los del carácter lacedemonio (espartano) diferentes uno
de otro.

Tucídides, que fue estratega, tiene experiencia con las dificultades que presenta la guerra. No
es sólo un historiador de gabinete. En él la acción impedida por el destierro, se ha convertido
en reflexión y meditación.

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Algo que asombra, en su obra, que el éxito o fracaso de la acción influya sobre su juicio
histórico. El desastre final de Atenas en la guerra del Peloponeso no prueba realmente que
Pericles, estratega ateniense, se equivocó al establecer la táctica de la guerra
(Libro II, LXV).

Tucídides jamás se guía por las apariencias. No toma los dichos de los contendientes e indica
la razón profunda del conflicto: el crecimiento del imperio ateniense hasta un punto que
resultó intolerable para Esparta y sus aliados.

Como ateniense, su juicio lúcido percibe en el imperialismo de su ciudad el origen de los


males sufridos por los griegos durante esta guerra de treinta años que finalizó destruyendo
las fuerzas vivas de la Hélade.

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Segunda actividad

Realizar un informe de tres carillas, para cada autor, indicando sobre los siguientes temas:

Relacionar la obra de Sófocles en la problemática de la ciudad- estado, teniendo en


cuenta las afirmaciones realizadas en los textos de tercera y cuarta semana.
Indicar en los libros de Tucídides, dados a leer, los temas mencionados en el texto
presente.

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La teoría política griega

Los griegos inventaron la política, también crearon la teoría política y entre estos dos
términos hay una relación clara.

La polis fue, idealmente, una counidad de iguales, los politai, que resolvían la política en
discusiones abiertas y organizadas.

Estos debates originarían comentarios y reflexiones sobre los temas tratados. La teoría
política griega era una abstracción de esta tendencia reflexiva: la teoría política de los griegos
era reflexión sobre la naturaleza de la polis, dirigida como una actividad intelectual
autoconsciente que hay que distinguir y a un nivel más general, de las discusiones sobre
temas políticos concretos.

Si nos ceñimos a las obras supervivientes, la teoría política griega es la de Platón y Aristóteles
(s. IV a. C). Esta claro que la teoría política, en el sentido planteado había aparecido antes.
Los primeros intentos de analizar la polis se dieron en el siglo V a. C. Un análisis que se
elevara sobre las discusiones políticas particularmente aparece como una forma distinta de la
actividad intelectual en el período que transcurre entre las guerras médicas y la Guerra del
Peloponeso. Tal es el caso de la tragedia: es un teatro interesado en temas políticos como la
naturaleza de la justicia entre el ciudadano particular y las constituciones que lo rodean.

Pero sería absurdo caracterizar “La Oristíada” de Esquilo como obra de teoría política. Esquilo
no estaba interesado en ofrecer un análisis del concepto de justicia.

Hay una diferencia neta entre el modo que tienen los trágicos de abordar los temas políticos y
la forma de enfocar, mas rigurosamente analítica, que se desarrolló a mediados del siglo V a.
C. La aparición de esta última señala el comienzo de la teoría política griega como tal.

Los primeros teóricos auténticos de la polis fueron los sofistas y Sócrates.


Todo intento de valorar el pensamiento político de estos hombres debe contar con fuerte
cautela ante los testimonios existentes. Las obras de los sofistas, en general, nos llegan
fragmentadas.

En el caso de Sócrates, Platón es la fuente más importante, junto con Jenofonte y Aristóteles.
Socrátes que no escribió nada aparece en casi todos los diálogos de Platón, pero hay que
tener precaución dada la admiración de Platón hacia Sócrates.

Es tradicional establecer una diferencia entre los sofistas y Sócrates. Es cierto que Sócrates
denigró el papel de pedagogo que practicaban los sofistas y que no exigió ninguna retribución
a quienes hablaban con él.

Su contribución fue más bien una teoría una teoría a propósito del análisis de los conceptos
políticos. Creía que la comprensión verdadera de un concepto sólo se obtenía con una línea

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argumental que supiese justificarse en cada etapa. Para ello, el análisis debía adoptar de
discusión con los demás, no dando nada por supuesto y afirmando la recíproca convicción en
cada paso del argumento.

Y la experiencia de Sócrates fue decisiva para el camino intelectual de Platón.


Para Platón, el filósofo aparentemente inútil, está dotado para la actividad política y
constituye la tesis de la primera gran obra platónica de teoría política constructiva, La
República, diálogo en que Platón reúne una vasta gama de temas –política, moral, estética,
educación- ya tratados en obras anteriores. La tesis fundamental de Platón aparece hacia el
final del Libro V de la República en donde fundamenta el rol de los filósofos en el gobierno de
las ciudades.

Platón elabora una polis ideal con tres estamentos: gobernantes, soldados y trabajadores. Su
obra se levanta sobre el principio de que la verdadera armonía social sólo podía conseguirse
si unas personas, libres de conflictos internos, se organizaban en una polis pacifica, regidas
por los que paseen sabiduría (los filósofos).

Platón piensa que una persona es apta para una sola tarea. Los oficios y la política son
actividades distintas y deben ser desempeñadas por personas diferentes.

La ciudad ideal de Platon se dividía en estamentos separados por la vocación no por el dinero.
Estos cumplían distintos roles: un pequeño grupo de filósofos tenía la función de gobernar; los
guerreros o guardianes debían mantener el orden y proteger al estado de amenazas
exteriores, era un grupo más numeroso y el último era la masa de productores libres
apolíticos, que debían proveer las necesidades materiales de la polis y eran los únicos
autorizados atener propiedades privadas.

Platon da pocos detalles de este grupo y dedica la mayor parte de La República a:

1. Explicar las reglas de acuerdo con las cuales deben vivir los filósofos gobernantes y los
guardianes.
2. Analizar la cuestión epistemológíca del conocimiento absoluto.
3. Desarrollar el largo y arduo programa pedagógico que prepararía a cada cual para
asumir su función política y definida.

La elite de los estamentos eran los filósofos y los guardianes. Entre ellos primaba una
igualdad radical: prescinde de las barreras del sexo, da la igualdad a las mujeres para
participar en los grupos de filósofos y guardianes.

En la vida cotidiana de estos grupos no existía la propiedad privada, ni los matrimonios, ni


vida familiar y los niños eran educados en común. Todo era propiedad de todos. Los filósofos
se distinguían de los guardianes en que debían asistir mas tiempo a una institución filosófica
específica que les daba acceso al conocimiento último el que era imprescindible para
preservar a la sociedad de acuerdo con estos fundamentos originales e inmutables.

El proyecto de Platon era jerárquico y contrario por definición a toda forma de cambio.

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Aristóteles de Estagira y Atenas (384 – 322 a. C)

Vida y Obra:

Para Aristóteles el fin de toda vida humana y de toda organización social humana era la polis
griega.

Hoy es mas conocido como filosofo de la lógica y la política, pero para su época era también
científico (le interesaba todo pero de ello más la botánica y la zoología).

La formación, la producción y el legado intelectual de Aristóteles se generó especialmente en


Atenas, la “ciudad de la sabiduría”, según Platón. Fue alumno de la Academia, institución de
enseñanza de Platón desde los diecisiete años, permaneció allí varios años, enseñó retórica,
luego hacia el 325 a. C fundó su propio instituto de estudios superiores el Liceo.

Había nacido en Estagira, ciudad griega situada en Calcídica. Su padre fue Nicómaco médico
del rey Amintas de Macedonia. En el c. 340 a pedido del hijo de Amintas, el rey Filipo II de
Macedonia le pide que sea el tutor de su hijo Alejandro, el que más tarde sería conocido
Alejandro Magno. Allí permanece hasta 335 a. C cuando regresa a Atenas. Había viajado por
el Egeo oriental (islas, sobre todo Lesbos) y la Tróade costa norte de Asia Menor. Estuvo
casado dos veces teniendo dos hijos, uno de cada esposa, Pitias (una niña) y Nicómaco.

En Atenas permaneció trece años. Los bellos paseos del gimnasio del Liceo dieron a sus
discípulos el nombre de peripatéticos.

En el año 325 a. C, Calístenes, pariente de Aristóteles, que había seguido la expedición de


Alejandro a Asia en calidad de historiador, rehusó prosternarse delante de Alejandro y fue
condenado a muerte. A partir de allí las relaciones epistolares entre Aristóteles y Alejandro
cesaron completamente.

Después de la muerte de Alejandro, cuando los Atenienses volvieron combatir por su libertad
contra Macedonia, y siendo Aristóteles considerado amigo de los macedonios debió huir, ya
que se intentaba un proceso de impiedad a Calcis en la gran isla de Eubea. Allí murió en el
322 a. C.

La obra de Aristóteles es inmensa, cerca de cuatrocientas obras constituían una enciclopedia


erudita y filosófica. De ellas nos restan cuarenta y siete obras incompletas y fragmentos de
un centenar de obras.

Lo que nos ha sido conservado de Aristóteles son los escritos reservados para sus discípulos.
Éstas tienen un carácter técnico, voluntad de precisión perfecta y extremo rigor que anima el
pensamiento de Aristóteles lo lleva a emplear frecuentemente un vocabulario abstracto,
especial y difícil.

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Aristóteles no despreciaba la historia del acontecimiento como se observa en su “Constitución


de los Atenienses”, pero había comprendido la importanciade las instituciones, de las
estructuras políticas y sociales y también como Tucídides de los factores económicos.

Lo expresado precedentemente se observa bien en la política, síntesis de las reflexiones de


una vida, obra fundamental, desgraciadamente no finalizada.

Estudia en principio (LibroI) las formas elementales de la sociedad, la economía doméstica y


familiar. Hace y plantea consideraciones sobre la esclavitud, tema que retomará
mas tarde.

En el Libro II, habiendo recopilado y estudiado ciento cincuenta y ocho constituciones del
mundo griego y no griego, las analiza y plantea el tema de las mejores constituciones
conocidas (Politeai).

En el Libro III, analiza la naturaleza de la polis y las formas posibles de estructuración o


constituciones. Aclara permanentemente que es un ciudadano. Utiliza varios criterios para
clasificar teóricamente los posibles tipos de constituciones (politeai).

Toma un tema que ya había planteado Heródoto en el conocido “Debate persa” (Historias,
Libro III, LXXX) con respecto a las mejores formas de gobernar.

Ellas son las de una sola persona, varias personas y los muchos o más. Las divide en buenas
y correctas o en corruptas.

En el libro IV atrae la atención hacia lo que constituye la realidad histórica de las


constituciones.

El Libro V de la República plantea la cuestión de la “estabilidad” de las constituciones. Estudia


las revoluciones, sus causas y las formas de prevenirlas.

Es aquí que encontramos las observaciones más agudas de toda la obra, especialmente lo
que llamamos asuntos de “psicología social”. Debemos notar que cambio político y cambio
social son inseparables en el mundo griego.

Para Aristóteles las causas de las revoluciones deben buscarse en las mentes de los
individuos, pocos o muchos, con base objetiva suficiente o con menos de la razonable.

La injusticia o la malevolencia reales o imaginadas, son las causas más poderosas del
descontento y de la inestabilidad.

En el Libro VI trata el estudio de las constituciones existentes en una detallada morfología de


la democracia y la oligarquía, así como de sus síntomas “patológicos” y posibles curas para
ello.

Dejando para el Libro VIII el tema de la educación del ciudadano, en el Libro VII nos habla de
la polis ideal.

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Tercera actividad

Analizar y comentar los Libros III y V, de la Política de Aristóteles.

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