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La justicia propia

Filipenses 3: 7-9)

La justicia propia es la actitud del hombre por la cual imagina que puede resolver todos sus
problemas a través de sus propias fuerzas. Vamos a ver algunas actitudes de la justicia
propia.

La justicia propia se manifiesta cuando el creyente cree que tiene el suficiente poder para
no pecar más. Si cae en pecado, se levanta y dice: “nunca más caeré”. En otras palabras,
está diciendo que tiene suficiente fuerza para dejar de pecar. Si fuera así ¿Por qué cayó? El
mundo está lleno de justicia propia.
La justicia propia es querer ser tu propia cabeza o desligarte de quien en realidad es la
cabeza. En el Reino de Dios ya existe una cabeza, que es Cristo (Efesios 4:15). Cuando
somos insertados en el Cuerpo de Cristo y queremos imponer nuestra propia función, eso
es justicia propia. Cuando rechazo el formar parte del equipo y quiero trabajar solo, eso es
justicia propia. Finalmente, cualquiera que rechaza al Señor Jesús como su Cabeza
manifiesta justicia propia.
c. La justicia propia es cuando creo que mi esfuerzo me hace merecedor de algo. Cuando
creo que todos tienen la obligación de saludarme, cuando pienso que soy el único
merecedor de un ascenso en el trabajo, cuando considero que el elogio debería ser dirigido
a mí de primera mano y a nadie más, todo esto apunta a la justicia propia. d. La justicia
propia es cuando creo que puedo y tengo el derecho de juzgar a la gente, cuando creo que
mi veredicto es el único correcto. Tengo el suficiente conocimiento y la justicia para decir lo
que es correcto y lo que está mal. Cuando llegas al colmo de decir que eres tu propio juez,
entonces es una evidencia clara de que todo está cuesta abajo hacia un valle profundo de la
justicia propia. e. La justicia propia es cuando crees que tu esfuerzo produce en ti mayor
unción o que fuiste elegido por alguna actitud especial que hay en ti. En toda la Palabra de
Dios la orientación siempre es que miremos al Señor Jesús, sea para la transformación de
nuestra vida, sea para la inspiración, sea para no perder el rumbo, para todo, pero cuando
alguien está lleno de justicia propia, se mira a sí mismo, Jesús dejó de ser el centro de su
vida y él mismo pasó a ser ese centro, eso es justicia propia. Su confianza está en sí mismo
o en lo que hace y no en la dependencia en Cristo. La justicia propia no solo daña nuestra
relación con Dios, si no también trae problemas en las relaciones entre hermanos, entre
esposos, etc.

1. LA JUSTICIA PROPIA PRODUCE REPULSIÓN EN DIOS (Isaías 64: 6) Desde que el


hombre cayó en pecado, la naturaleza humana se destruyó y corrompió, por eso Dios dijo
que como venimos del polvo de la tierra, para el polvo de la tierra volveríamos (Génesis
3:19). En otras palabras, no hay solución a la naturaleza caída del ser humano, esto se
estableció desde su caída en el Edén. Esta es la razón por la que la Palabra de Dios dice
que sólo hay salvación en Jesús, no hay otro nombre, dado entre los hombres, por lo cual
podamos ser salvos (Hechos 4:12). Entonces, la cuestión no es cuánto Dios sabe que
nuestra justicia no vale nada, si no cuánto sabemos que nuestra justicia no vale nada. Para
Dios, nuestra justicia es como el trapo de la inmundicia (Isaías 64: 6).”Trapo de la
inmundicia” era como se llamaba a las actuales toallas higiénicas femeninos en la época en
que ese texto fue escrito. Una toalla higiénica usada produce asco a cualquiera de nosotros,
de la misma manera, Dios tiene asco de nuestra justicia propia. ¿El Señor necesita decir
algo más para dejar claro cuánto la justicia propia del hombre lo deja indignado? Creo que
no.

2. EL ORIGEN DE LA JUSTICIA PROPIA Génesis 2:25 nos muestra dos aspectos


importantes: Primero, afirma que el hombre estaba desnudo. Esto significa que: Dios veía al
hombre completamente como él era, no había secretos; había debilidades en la vida del ser
humano, no era perfecto. Segundo, cuando el texto dice que “no se avergonzaban” significa
que el hombre no tenía noción de su situación. Él no podía ver su propia desnudez o al
menos entender lo que eso significaba. LA VIDA EN EL ÉDENLa situación del ser humano
era como de un niño de dos años: vivía feliz, disfrutando de su vida en el Edén, sin
preocuparse ni consigo mismo, ni con lo que la gente pensaba de él. Simplemente
disfrutaba de lo que estaba a su disposición. La Palabra de Dios dice que en el jardín del
Edén había dos tipos de árboles, agradables a la vista y buenos para el alimento (Génesis
2: 9). Está claro en el texto que el árbol del conocimiento del bien y del mal era agradable a
la vista (Génesis 3: 6). Estos estaban uno al lado del otro. Podemos deducir, entonces, que
el árbol de la vida, era bueno para el alimento, pero quizás no tenía un aspecto muy vistoso.
Sabemos que el árbol de la vida apunta a Jesús y que eso (sin apariencia) está escrito
sobre Jesús en los profetas. (Isaías 53:3, Zacarías 9:9) El hombre se dejó llevar por aquello
que era más agradable a su vista, por encima de la confianza en el carácter de Dios, así es
hoy, desde entonces el hombre se volvió en juez de Dios, el hombre define lo que cree que
es bueno o malo, no es lo que Dios dice que es. Dios había dicho que no comieran de este
árbol, pero era agradable y bueno para comer, entonces Satanás apeló a la duda sobre el
carácter de Dios, la justicia propia es aprovechada por el maligno en tu vida para mostrarte
una imagen errada del carácter de Dios. Adán y Eva no confiaron en el carácter de Dios y
comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal. La primera consecuencia de eso fue
ver cosas que ellos no veían antes.

LA MANIFESTACIÓN DE LA JUSTICIA PROPIAEste momento de la comparación fue el


divisor de aguas para la vida del ser humano y aún hoy es fundamental. En el caso de
Adán, ese fue el momento en que las cosas realmente lo llevaron cuesta abajo ¿Por qué no
fueron detrás de Dios, arrepentidos de lo que hicieron y le pidieron hacer ropa para ellos? Si
ellos conocieran a Dios sabrían que Él es misericordioso y listo para perdonar (Salmo 86: 5)
Teniendo ese entendimiento, habrían buscado al Señor pidiendo perdón. Si hubieran hecho
eso ¿Qué habría ocurrido? No sabemos, porque eso no sucedió.No tenemos como cambiar
esa historia ocurrida en el Edén, pero no debemos repetirla en nuestras propias vidas. Es
suficiente lo que Adán y Eva hicieron, lo que provocaron para ellos mismos y a su
descendencia.Hoy podemos vivir la vida que Dios vive, vestir la vestimenta que Dios tiene
(La gracia de Cristo) y experimentar la libertad de caminar por el jardín, como Dios anda, sin
ningún problema de conciencia, pues en la cruz, la obra que Cristo hizo en nuestro favor fue
completa, está consumada.

3. LAS CONSECUENCIAS INMEDIATAS DE LA JUSTICIA PROPIA (Génesis 3: 8-12)


Tu sabes que la justicia propia anula la gracia de Dios. Vivimos en la justicia propia o en la
gracia de Dios, optar por una de ellas anula a la otra. Es como la luz y las tinieblas.
Entonces vamos a estar atentos a sus señales.

a. MIRÁNDOSE A SÍ MISMOPrimera señal de la manifestación de la justicia propia es


mirarse a sí mismo. La Biblia no dice cuánto tiempo vivió el hombre en el Edén sin comer
del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero en todo ese tiempo, haya durado lo que
sea, el hombre nunca se miró a sí mismo. Había muchas cosas para que él observe, para
que él se alimente y para que sea edificado. Todas las veces que estamos bajo la influencia
de la justicia propia, el foco somos nosotros mismos, olvidamos lo que sucede a nuestro
alrededor y en lo que estamos involucrados y sólo tenemos ojos para nosotros mismos, ya
sea para condenarnos o para hacernos autosuficientes. Solo viendo la gracia en Cristo
podemos seguir caminando

b. ESCONDERSEEl segundo signo de la manifestación de la justicia propia es esconderse.


En el Edén, cuando Adán se enfocó en sí mismo, sucedió algo muy malo, no le gustó lo que
vio. Percibió que estaba desnudo y como ya hemos citado, desnudez en la Palabra de Dios
apunta a muchas cosas, entre ellas, debilidades. Adán se dio cuenta de que no era
perfecto. Él vio que había una diferencia abismal entre él y el Señor: Dios era perfecto y él
era imperfecto. La justicia propia nos aleja de Dios, la gracia nos lanza a sus brazos (Juan
21: 1-7). Pedro fue hacia Jesús, se lanzó para alcanzar a Jesús. Quien no confía en su
gracia se esconde, huye, quien confía en su gracia, corre hacia Él, porque sabe que su Dios
es perdonador.

c. MIEDOLa tercera señal de la manifestación de la justicia propia es el miedo. Adán tenía


miedo de Dios, pensaba que el Señor le castigaría por estar desnudo, pero Dios siempre
estuvo con él y siempre vio que estaba desnudo y nunca había hecho nada con él. ¿Por
qué lo haría ahora? Como ya dije, era un sentimiento ilógico. Adán no tuvo miedo por haber
hecho lo que Dios le dijo que no hiciera, pero si tuvo miedo al darse cuenta de que estaba
desnudo.La justicia propia saca la lógica de las cosas. Bajo la influencia de la justicia propia,
estoy enfocado en mí mismo, sólo consigo verme. Me enfoco sólo en mí y obstaculizo
enormemente mi visión de que es verdad. Llega el miedo de que no podrás, de que no eres
lo suficientemente listo, pero la Biblia dice “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.

CONDENACIÓN Vimos que en la primera etapa hay tres consecuencias que la justicia
propia produce en nuestras vidas, que evidencian la condena. No fue Dios quien condenó al
hombre, su propia justicia lo hizo. Dios hasta entonces, no había dicho nada. De un
momento a otro, de la nada, el trabajo perdió la gracia, la familia ahora era enemiga y Dios,
paso a ser un ser temido. Esto se llama condenación. Cada vez que sentimos condenación
ya sabemos quién está actuando.Si sientes condenación, detente inmediatamente, expulsa
ese sentimiento y salta al barco de la Gracia de Dios, que la condenación se vaya
inmediatamente. La gracia del Señor es el lugar de descanso, la condenación es el lugar del
cansancio.¿Estás cansado? Es porque la justicia propia está dominando tu vida. Renuncia y
salta a los brazos del Padre. Lo que Él tiene que ofrecerte es pura gracia, alégrate, Él te
ama. Supimos de alguien que salió de la Iglesia porque dice que aquí ya no está la
presencia de Dios, es una pena porque por mucho tiempo vivió condenada, creyendo que
algo que hacemos o no hacemos detiene la presencia de Dios, en otras palabras, esta
persona piensa que lo que hacemos determina la presencia la presencia de Dios en su
Iglesia, eso es justicia propia basada en la ley, la presencia de Dios no está determinada
por lo que hacemos si no por su amor.

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