Está en la página 1de 21

El origen de los movimientos sociales y su acción colectiva.

Su
componente juvenil en Chile, la relación con el Estado y los mecanismos
de disciplinamiento y control social.
Entrevista con Pedro Rosas.

Nicolás Quiroz
SEDEJ-PMSS
El origen de los movimientos sociales y su acción colectiva. Su componente juvenil en
Chile, la relación con el Estado y los mecanismos de disciplinamiento y control social.
Entrevista con Pedro Rosas. por Nicolás Quiroz, ONG SEDEJ - Eje Juventudes se
encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas
3.0 Unported.

Mayo 2013 – Santiago de Chile

2
1.- El origen de los movimientos sociales y su acción colectiva. En
definitiva, ¿qué es un movimiento social?

Nosotros podemos constatar que es a partir, precisamente, de la década


del 60, cuando comienza a hablarse del movimiento social, es decir, aparecen
fundamentalmente en Europa y en Estados Unidos de Norteamérica
manifestaciones de grupos de sectores sociales que no están directamente
vinculados a partidos políticos o demandas de naturaleza política que tengan
que ver con la toma del poder o la ocupación del aparato del Estado. Es decir,
hay un tipo de demanda que si bien contrasta con la oferta del sistema, se
plantea formas de mejoramiento de sus condiciones de vida en términos de la
economía, de la cultura, de fenómenos de naturaleza urbana simultáneamente
y que progresivamente van a ir derivando a otro tipo de fenómenos, que están
más vinculados de lo que tradicionalmente se entendía como la esfera de lo
privado o vinculado a cuestiones que tradicionalmente no eran tema, como por
ejemplo, cuestiones de naturaleza ambiental. Eso comienza a desplegarse a
partir de los años 60.

Hay dos líneas de explicación para lo anterior: una es la que entiende los
movimientos sociales como generadores de una sociedad y otros que
entienden los movimientos sociales como expresiones del descontento y la
manifestación de fallas sistémicas, que estarían generando esta respuesta en
el campo social, pero que demandan del mismo sistema una solución.

Es decir, los movimientos sociales pueden ser revolucionarios en una


perspectiva y pueden ser también sistémicos, en otra perspectiva. Por lo tanto,
no todo movimiento social es un movimiento que necesariamente apunte al
cambio de estructura.

En los Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, antes de los años


60 se fueron registrando movimientos de personas que se movilizan de manera
colectiva, es decir, hay acciones colectivas en función, por ejemplo, del voto
negro, del derecho al voto de las poblaciones negras; o en función de
reivindicaciones vinculadas a los derechos de la mujer; o reivindicaciones que
tienen que ver con –posteriormente cuando Estados Unidos está en guerra con
Vietnam- el movimiento contra la guerra.

No todas esas manifestaciones son anti-capitalistas, son


manifestaciones de corte socialista, son manifestaciones revolucionarias, pero
todas son manifestaciones que tienen por objetivo terminar con una cierta
política que expresan los gobiernos de los estados, por lo tanto, en ese sentido
los movimientos sociales son amplios. Uno podría decir que se trata de un

3
movimiento social que tiene fronteras difusas porque uno puede estar dentro
del movimiento social o en el borde del mismo y no hay mucha diferencia, son
fronteras bastante difusas y permeables, a diferencia de un partido político. Un
partido político tiene fronteras que son muy claras, los militantes tienen
establecido cuáles son sus funciones, tienen muy claros los objetivos. Los
movimientos sociales que se registran a partir de la década de los años 60 van
a ser movimientos que entroncan con demandas de los partidos políticos,
tienen coincidencia con las demandas clásicas de la izquierda, tanto política
como cultural, pero se trata de demandas que no implican la obligatoriedad de
la militancia, no implican por lo tanto la dedicación de un tiempo exclusivo
abocado a las acciones políticas.

Sin embargo, entendiendo esta laxitud de los movimientos sociales, esta


frontera difusa de los movimientos sociales, el movimiento sí tiene metas, tiene
objetivos a seguir y es capaz de movilizar a individuos dentro de ese
movimiento en función de esas metas y es así como los individuos
participantes se involucran en el movimiento en función de esas metas. Pero
una particularidad del movimiento es que los individuos no se involucran en
tanto que individuos, no son personas particulares planteando una demanda
particular en el escenario público, son individuos que conforman un actor
colectivo, esa es una característica de estos movimientos sociales: los
individuos configuran una especie de otra dimensión de su ser social,
configuran un actor colectivo, el movimiento social es un actor colectivo, no es
la suma de individuos aislados, por lo tanto, es distinto ese movimiento social a,
por ejemplo, una especie de movilización de consumidores. Ésa es una
distinción. Si uno va mirando movimientos que ponen en juego la acción
colectiva en función de demandas colectivas y no individuales y que tienen
cierto grado de altruismo, que tienen cierto grado de permanencia o proyección
en la temporalidad, es decir, buscan satisfacer mi necesidad y nuestras
necesidades y las necesidades de otros que vienen, en ese sentido el
movimiento social es más especial que un simple movimiento de
consumidores.

Pero a la vez el movimiento social se distingue del movimiento político,


en el sentido de que éste último busca tomar el poder, construir un liderazgo
orgánico, es decir, construir un gobierno y en eso se diferencia del movimiento
social.

Ahora, la frontera entre lo político y lo social es una frontera que uno


podría considerar bastante arbitraria, ¿qué diferencia lo político de lo social? A
lo mejor uno podría pensar que el movimiento social es un momento de la
conformación de un movimiento político; a lo mejor el movimiento social desde

4
otra perspectiva significa un estadio de participación en el marco de un proceso
político donde existe un movimiento político propiamente tal y este otro
movimiento que está expresando una vinculación, una necesidad de
participación de actores que están en tránsito desde lo social hacia lo político o
que no comparten la totalidad de la demanda política sino sólo su parcialidad.

Entonces, el concepto de movimiento social es un concepto elástico,


pero que no es totalmente contradictorio en el sentido de que un movimiento
social siempre va a desplegar una acción antisistémica o por lo menos contra
medidas de orden sistémico. En ese sentido, no cualquier cosa es movimiento
social, debe haber acción colectiva, debe haber conjunción de metas, es decir,
tienen que estar las metas claras, debe haber una asignación general de roles,
es decir, hay algunos que son organizadores de movimiento social y otros que
forman parte del movimiento social, hay organizaciones del movimiento social,
hay gente que se ocupa de plantearse las metas, de elaborar un discurso, de
elaborar la crisis.

Siempre una sociedad que está atravesada por fisuras de clases, o


fisuras de castas o de grupos sociales que se encuentran instalados en
distintos lugares desde el punto de vista de la asignación de recursos y
privilegios, están cruzados por la incomodidad y la insatisfacción, el
descontento está siempre instalado en toda sociedad, pero no siempre en esas
sociedades se dan movimientos político-sociales.

Es decir, la mera injusticia no provoca acción colectiva, la injusticia


puede provocar resentimiento, ira, angustia, puede provocar rebeliones
espontáneas, puede provocar motines aislados, como dice Hobsbawm, puede
provocar ironía en formas culturales de resistencia, pero no necesariamente
provoca movimiento de acción colectiva que busquen terminar con la injusticia,
por lo tanto, en las sociedades que están tensionadas por estas fracturas y
divisiones internas va a emerger en un momento determinado una crisis y ésta
tiene que ser elaborada; es decir, alguien tiene que nombrar la crisis, explicar la
crisis, articular los responsables de la crisis y las formas de solución de la
crisis, esos son actores políticos. Pero si esos actores políticos no buscan la
solución de la crisis entonces no son un partido político, son individuos en una
acción colectiva que lleva adelante una crítica política, en ese plano emerge el
movimiento social. Es cuando se empieza a elaborar esta crisis y es capaz de
movilizar a actores colectivos en función no sólo de la crítica sino también del
cambio.

2- Los movimientos sociales y su componente juvenil. La posibilidad de


movilización, el recambio social y la responsabilidad de construir futuro.

5
Desde la expresión del descontento hacia la organización política y
social. El reconocimiento jurídico y la conquista de derechos esenciales.

Los movimientos sociales en general son amplios, es decir, tienen


componentes de las más diversas naturalezas, pero si uno constata que un
movimiento social requiere de adhesión voluntaria y participación en ciertos
grados, desde el punto de vista del tiempo de dedicación a la acción colectiva,
entonces los jóvenes son los que están en mejores condiciones; los jóvenes no
están sujetos a regímenes de control corporal que les impida participar en
muchas movilizaciones; no es el caso de quienes están físicamente
encuadrados en un espacio, sea éste de una fábrica o del lugar donde esa
persona trabaja.

En el caso de las dueñas de casa, de la mujer que hace las tareas del
hogar está encuadrada en el marco de sus funciones y tareas y por lo tanto
tampoco tiene tanta movilidad; los jóvenes son aquellos que se desplazan de
un lugar a otro y tienen mayores posibilidades de participación en las acciones
colectivas que las generaciones adultas, pero no sólo eso, ése es un factor que
tiene que ver con la posibilidad de movilización.

Además, los jóvenes han significado siempre una especie de


representación del recambio social, siempre los jóvenes han aparecido como
aquella parte de la sociedad llamada a hacerse cargo del futuro de la misma;
aquella parte de la sociedad que se encuentra en un proceso de formación, que
está a la espera de algo, que va a hacer el relevo de las generaciones
anteriores, que tiene una percepción de un mundo cambiante sin estar
amarrados a las viejas o tradicionales formas de interpretación de la realidad.
Son capaces de construir nuevas interpretaciones, pero esto no quiere decir
que todos los jóvenes o toda la juventud sea esencialmente revolucionaria,
también existen jóvenes conservadores y son los encargados de ser el relevo
de los elementos de conservación social.

Es ingenuo y errado históricamente pensar que los jóvenes por el sólo


hecho de ser jóvenes son elementos revolucionarios, son un elemento que
cada vez es más importante pero también es más importante por efecto de los
medios de comunicación, por el desarrollo de los mercados que tienen a los
jóvenes como consumidores, son importantes porque la expansión de los
derechos en la sociedad contemporánea los alcanza como sujetos de derecho.

Entonces, los jóvenes desde la década de los años 60 en adelante


adquieren una gran relevancia desde el punto de vista mediático, desde el
punto de vista del mercado, desde el punto de vista de las comunicaciones,

6
desde el punto de vista de la necesidad de la participación política de ellos en
los procesos de transformaciones sociales; pero también participan en la
conservación del sistema, por lo tanto comienzan a ser relevantes desde todo
ángulo y no sólo desde las perspectivas del cambio.

Lo que ocurre es que los jóvenes como sujetos en el marco de


sociedades oligárquicas, tradicionales, sociedades conservadoras -sociedades
donde las necesidades de la población en su conjunto no están satisfechas,
donde las necesidades de participación o la voluntad de participación política
no está dada por parte de las estructuras existentes-, son parte de esa
insatisfacción y empiezan a manifestar un deseo y una voluntad de acción
colectiva en el marco de lo político. En ese marco, restringido por la sociedad
tradicional, restringido por la acción coercitiva o excluyente de las clases
dominantes es que los jóvenes se van a expresar en manifestaciones de
descontento, de crítica, de molestia, de ira y de organización política y social.

Pero durante las décadas de los años 60 y 70 la participación juvenil


está vinculada poderosamente a la existencia de los partidos políticos de
izquierda. Esto no es abstracto, la ebullición del movimiento social y de los
jóvenes no es igual en Europa que en América Latina, es distinto, porque
estamos en sociedades que están destrabándose de viejas amarras
neocoloniales, post-coloniales, que tienen que ver con la forma del capitalismo
que se implanta en todos nuestros países. Y por lo tanto los jóvenes se hacen
parte de las luchas colectivas de los trabajadores, de los campesinos, de las
mujeres, luchas en tanto que trabajadores jóvenes, y también tienen algunas
reivindicaciones en tanto que jóvenes propiamente tales, pero éstas son
menores al lado de sus reivindicaciones más estructurales. Yo diría que sus
manifestaciones culturales, desde el punto de vista estético, desde el punto de
vista de la música y del arte, la danza y la pintura, etc., comienzan a ser más
relevantes como generación, pero eso no está inevitablemente ligado a la
edad, eso no está ligado a la cuestión etaria; es decir, hay personas viejas que
forman parte de vanguardias culturales y hay personas jóvenes que forman
parte de grupos retardatarios en términos culturales, por lo tanto todo esto no
es una cuestión mecánica.

Lo que ocurre es que los jóvenes en el Tercer Mundo comienzan a ser


un sector extremadamente vulnerado por los cambios estructurales de la
economía capitalista. La población adulta es una población que ha logrado
mediante sus luchas, mediante el copamiento parcial del aparato del Estado,
ha logrado reformas legales, reformas políticas, ha logrado mejoramientos
económicos, ha ido logrando progresivamente con esfuerzo y lucha, muchas
veces sangrientas, el reconocimiento de derechos, no sólo en el ámbito de los

7
Derechos Humanos, sino también en el ámbito de los derechos económicos,
sociales, culturales, lo que se llama de segunda y tercera generación, pero los
ha conseguido en tanto que miembros de segmentos sociales que se movilizan
en función de sus derechos. Una cosa es el reconocimiento jurídico
internacional del derecho y la adhesión de un país a esa carta y otra cosa es
que los pueblos efectivamente, los actores sociales, conquisten esos derechos
en cada país y es en esa última dinámica donde los jóvenes han participado.

Pero los jóvenes han quedado fuera por razones estructurales de


espacios de producción, espacios de participación, espacios de realización de
sus proyectos vitales y el proceso de desindustrialización en Chile va a dejar a
los jóvenes a la orilla del camino, con un modelo educativo que ya no sirve para
el proceso de integración económica y laboral y eso implica frustración en el
ámbito de la vida privada, de la construcción de la familia, en el ámbito de la
obtención de la vivienda, en el ámbito de la obtención del derecho a tiempo
libre y esparcimiento. Cuestiones que habían sido aspiraciones de otros
movimientos políticos y sociales pero que ahora están absolutamente ligados a
los jóvenes porque el cambio estructural deja a una población de América
Latina fuera de estas posibilidades y ya una vez que se instala el
neoliberalismo los va a considerar solamente como consumidores y ya verán
esos jóvenes cómo resuelven el problema de su acceso al consumo.

Y van a aparecer otras problemáticas ligadas a la marginalización, a la


economía informal, al problema de las drogas, etc. Pero para esos jóvenes
desde el punto de vista sistémico no hay posibilidades y se van a manifestar
poderosamente en contra del sistema.

3- La trayectoria política del movimiento social juvenil en la historia


reciente de Chile, los llamados “A hacer el cambio”.

3.1- La juventud de los 60`y 70 hacia el cambio social y cultural. La


militancia y los partidos políticos. Los jóvenes en la lucha política.

Yo diría que en los años 60 la juventud se involucra fuertemente en la


dinámica política, la juventud participa de la configuración de grandes
proyectos colectivos que abarcan mucho más que sólo a los jóvenes, proyectos

8
de transformación social. Unos tienen que ver con la concepción de política
vinculada al humanismo cristiano, la Democracia Cristiana, la Izquierda
Cristiana, el MAPU, y otros tienen que ver con un concepto socializante que
deviene de la izquierda marxista y muchos jóvenes van a ingresar al Partido
Comunista, a los distintos partidos socialistas; pero también los jóvenes de
derecha van a tener una mayor participación, es decir, la sociedad puesta en
tensión obliga a tomar posiciones y por lo tanto, los jóvenes van a tomar esas
posiciones y van a ser parte de la lucha política en el país.

Por ejemplo, la Democracia Cristiana llama a la Marcha de la Patria


Joven con Frei, es decir, se entiende que Chile es un país de jóvenes y un país
de jóvenes que tienen voz; por su parte los discursos de Allende son discursos
muy enfocados también en la juventud, Allende dialoga permanentemente con
los jóvenes, los convoca, los llama, los reprende incluso, identifica en su
discurso político a la juventud burguesa, a la juventud obrera y proletaria,
siempre está Allende haciendo ironía o criticando a la juventud universitaria por
ser una juventud que no se involucra plenamente con el proceso, los llama a
ser responsables en términos de los estudios y de la lucha política.

O sea, los jóvenes son un tema que está presente en el discurso de la


política chilena y responden a la convocatoria. Mucha militancia joven hay en
los distintos partidos, y no sólo en la izquierda, la historia comienza de pronto a
señalar que la izquierda aumentó su votación exponencialmente del 60 en
adelante, etc., pero la verdad es que todos los partidos políticos marcaron esa
participación, todos aumentaron la votación, todos aumentaron las
inscripciones, todos fueron capaces de convocar más allá de sus militantes y
en esa convocatoria los jóvenes fueron muy relevantes.

La década del 70 es ya una década donde se ha definido el escenario en


el cual hay que expresarse y hay que movilizarse, el escenario de la lucha
política por llegar al gobierno, el escenario de la lucha política por llegar a la
toma del poder y, por supuesto, ahí se van a producir fisuras, diferencias y
debates, discursos contrapuestos respecto de si se usa la institucionalidad o si
se construye el socialismo desde fuera de la institucionalidad y que van a ser
debates interesantes y ricos en el país desde el punto de vista del valor teórico,
pero que finalmente van a desembocar en un pragmatismo político que tiene
que ver con constatar que efectivamente hay un sector de la izquierda chilena
que llega al gobierno y que es necesario fortalecer ese proceso y comienzan a
generarse construcciones de espacios de poder tanto desde el gobierno como
desde fuera del mismo, sin que eso implique dramáticas contradicciones ni
enfrentamientos, con un marco crítico pero sin llegar a tensiones
contradictorias.

9
Por lo tanto, es un escenario en el cual los jóvenes y la política
constituyen una ecuación. Juventud y política en la década del 70, es una
ecuación que asegura la transformación histórica, que asegura la continuidad
de los cambios y que busca frenar la continuidad de un régimen que se siente y
se identifica como un régimen fenecido, viejo, a la antigua. Por otro lado, los
jóvenes también, otro sector de jóvenes, va a apostar a la preservación del
sistema, pero incluso en esos jóvenes se va a construir un modelo o un diseño
de nueva sociedad que tiene que ver también con la construcción de un nuevo
tipo de orden social, que va a ser la obra de pensadores como Jaime Guzmán
y Kast, por ejemplo, en adelante vinculados a la dictadura y que también eran
jóvenes en esa época. Es decir, la juventud está involucrada en la política y
está siendo vocera de representaciones políticas de vanguardia o para el
cambio social o para la conservación del orden social y en ese caso muy
radical en la protección del sistema y de los cambios.

Si uno mira desde otra perspectiva la década de fines de los años 60 y


de los años 70 en Chile, es de jóvenes que están innovando en el diseño, por
ejemplo. Hay dos grandes escuelas del diseño: la escuela polaca y la escuela
chilena y en ambas participan jóvenes. En Chile se revoluciona la danza, en
Chile se revoluciona la canción y son jóvenes, no rompen con la tradición, más
bien dialogan con la tradición, pero adquieren nuevas formas. En Chile aparece
el rock comprometido socialmente, graba una canción Víctor Jara con Los
Blops, dos cosas que parecían representar mundos distintos y lejanos, el
mundo de estos hippies de clase alta y el mundo del cantor popular, de la clase
popular, la clase baja. Pero los jóvenes se encuentran en una voluntad de
cambio, pero que es también una voluntad de cambio desde lo estético, o sea,
no es sólo la política formal, es también la transformación de las estructuras
culturales y de las formas de hacer cultura.

Entonces, el diseño, la danza, el teatro, la música, expresan la actividad


de estos jóvenes que son jóvenes comprometidos con los cambios sociales y
políticos y que están siendo la voz y están a la vez movilizando a jóvenes
masivamente y que no necesariamente quieren militar. Hay movilizaciones
políticas donde participan músicos, cantantes, y van cientos de miles de
personas y no solamente los militantes de los partidos, se es capaz de
movilizar a la población en función de estas convocatorias y los jóvenes son
esa energía que contribuye a esta movilización.

3.2- Los jóvenes en dictadura: Los cambios estructurales que afectan a


los jóvenes; Cesantía y privatización de los derechos esenciales. El

10
proyecto de despolitización de la dictadura y la resistencia juvenil en la
marginalidad.

Los jóvenes en dictadura van a expresar la síntesis del impacto que


tienen las transformaciones estructurales que la dictadura implementa. Los
jóvenes van a ser quienes van a padecer la cesantía, van a padecer la
privatización de la educación, van a padecer la ausencia de políticas públicas
para la vivienda, lo que implica la imposibilidad de concretar proyectos de
familia. El joven, entonces, va a aparecer ahora como un problema, es decir,
los jóvenes son un problema para la dictadura porque pueden ser,
eventualmente, peligrosos porque están politizados y hay que despolitizarlos.
El joven es un problema para la economía, porque el joven deriva en la
cesantía. El joven después de los años 80 no está destinado a incorporarse a
la actividad laboral, no tiene un lugar porque Chile se ha desindustrializado y ha
ocurrido una expansión del sector terciario y por lo tanto una precarización
importante del empleo. El joven va a ese destino.

Asimismo el liceo técnico, el liceo industrial o el liceo comercial, ya no


son el camino para la incorporación porque no tiene puerta de salida, no hay
por dónde, ¿hacia dónde te lleva una escuela industrial en un país donde ya no
hay industrias?

El sistema en su conjunto genera una franja que es extremadamente


vulnerable y que está compuesta por todos los trabajadores cesantes, por las
mujeres, por los niños, pero fundamentalmente por los jóvenes porque éstos
constituyen un componente potencialmente peligroso y por lo tanto se crean
iniciativas políticas institucionales, se crea la Secretaría Nacional de la
Juventud por ejemplo, a efecto de poder desarrollar iniciativas de contacto, de
ligazón con esos jóvenes que están desperdigados. Pero como son jóvenes
marginales, son jóvenes que generan obviamente sus propias redes, sus
propios contextos, y van a buscar vínculos con otros actores no institucionales,
es decir, partidos políticos proscritos.

La iglesia hizo un trabajo territorial y periférico de base, tiende sus


propias redes territoriales y barriales y van a aparecer espacios de sociabilidad
no necesariamente vinculados a la política y no necesariamente vinculados a la
actividad productiva, es decir, los grupos de esquina. Van a ir algunos jóvenes
a formar parte de los talleres culturales, de las juventudes clandestinas de
algunos partidos, pero yo diría que la franja más importante tiene que ver con
un sector poblacional-juvenil que se encuentra marginalizado y que, finalmente,
aparece claramente expresado en una canción de Los Prisioneros que es
“Pateando Piedras”. Y por lo tanto la imagen del joven pateando piedras va a
representar a la mayoría de la juventud de la década de los años 80 en Chile.

11
Y se trata de una juventud que va a ser convocada a la protesta, va a ser
convocada al empleo mínimo, va a ser convocada al Plan Ocupacional Para
Jefes de Hogar que son en su mayoría jóvenes, una juventud que va a ser
convocada al servicio militar obligatorio, que va a tratar de ser incorporada
precariamente en la institucionalidad y en el sistema del mundo adulto. El
mundo adulto va a tener a los jóvenes durante los años 80 y va a aparecer un
concepto que es el de “joven en moratoria”, la juventud en moratoria, es decir,
se trata de jóvenes a los cuales se les debe algo, la sociedad les debe algo a
ellos, pero este joven también tiene que dar algo a la sociedad y está en una
permanente espera: no es adulto, ya no es niño, ya no va a ser trabajador
porque no hay dónde trabajar, no va a ir a la universidad porque salió de un
colegio que se está desarmando y la educación progresivamente se va a ir
convirtiendo en un objeto de consumo con la privatización de la enseñanza
técnica y superior.

Pero hay un segmento de los jóvenes de los años 80 que queda


desaparecido política y socialmente. La erupción que se produce a través de
las protestas populares moviliza a gran cantidad de jóvenes, pero viene la
transición y ésta ahora tiene el mismo problema que la dictadura: ¿qué hacer
con esta energía joven? Y se crea, entonces, un programa que es el Programa
Chile Joven. Y este programa intenta ser una respuesta para la “pacificación de
la juventud”, estos jóvenes que han operado violenta y públicamente entonces
ahora deben ser pacificados, deben ser metidos en el ámbito de la actividad
productiva, deben ser jóvenes útiles, pero deben ser capacitados.

¿Y en qué se les capacita? En más empleo precario, talleres cortísimos,


de baja calificación –reparación de bicicletas, peluquería, etc.-, y finalmente el
horizonte es de una mala empleabilidad, de una mala remuneración y por lo
tanto de la perpetuación de la crisis de realización de sus proyectos. Entonces,
se trata de una juventud que salta de una dictadura que no le ofrece nada y
que además lo reprime a una “democracia” que les ofrece muy poco y,
además, los desmoviliza social y políticamente porque les dice: usted, joven, yo
lo capacito y trabaja, pero usted va a participar solamente cuando vote. Es
decir, aquí se está privatizando las posibilidades de acción colectiva de los
jóvenes.

4- El disciplinamiento y control social del Estado hacia los jóvenes


durante la dictadura y la transición política.

El disciplinamiento opera fundamentalmente desde fuera, es decir, el


disciplinamiento siempre lo es del cuerpo; el disciplinamiento que se ejerce

12
mediante la fuerza o la amenaza de la fuerza a efecto de tener un conductismo
vital o productivo o social “deseable”. Es decir, yo disciplino para lograr que
estos individuos hagan lo que yo quiero que hagan. O sea, el disciplinamiento
es la imposición de los sentidos.
Hay disciplinamiento durante la dictadura porque se opera
fundamentalmente sobre el cuerpo o sobre el temor de la afectación al cuerpo.
En el sentido de que la dictadura impone un régimen de acción, en lo público,
que está demandado por el temor a la represión. En cambio, en las políticas de
control posteriores a la dictadura, no se opera fundamentalmente sobre el
cuerpo o con el temor a la represión, el sistema opera sobre la base de la
institucionalización de mecanismos de construcción de subjetividad y por lo
tanto el aparato institucional, el gobierno, el Estado, intenta convencer a los
individuos que es bueno retirarse al espacio privado porque lo público es cosa
de especialistas y profesionales. Es bueno manifestarse en tanto que
consumidores y reclamar los derechos como consumidores, porque la
ciudadanía es una ciudadanía jurídica, pero no social y por lo tanto el individuo
podrá reclamar y participar de un movimiento social en la medida en que
respeto ese marco y acepto y por lo tanto el proceso de control social ya no
está fuera de los individuos como durante la dictadura, comienza a estar dentro
de los individuos.

Esa es la diferencia entre el disciplinamiento y el control social. El control


social establece dispositivos de control que son capaces de internalizarse y de
construir subjetividad, en cambio la dictadura nunca logró eso. La dictadura
genera resistencia. La transición, en cambio, genera sumisión, genera
abstinencia, anomia. El terror de los sociólogos de los años 80 y la amenaza de
los sociólogos, como Tironi, que decían: estos que están protestando son
anómicos, pero eso no ocurre ahí, va a ocurrir con la “democracia” que esos
mismos sociólogos ayudaron a construir. Ahí aparece entonces esa anomia,
efectivamente, cuando los individuos se aíslan de sí, desconocen de sus lazos
reticulares, desconocen su identidad, desconocen su pasado, pierden su
memoria colectiva, se desagregan, se separan y ya no actúan juntos.

Y lo anterior ocurre durante un largo período de tiempo que va a


comenzar progresivamente a ser revertido por la acción, nuevamente, de los
jóvenes en Chile. Jóvenes estudiantes que van a expresar una crítica muy
puntual respecto de problemas de cobertura y que se transforma después en
problemas de definiciones y de sentido y de sistema. Progresivamente las
demandas de los jóvenes empiezan a crecer hasta conformar un movimiento
social compuesto por jóvenes estudiantes.

13
Lo que nosotros constatamos en la década de los 90 es que avanzan los
mecanismos de control social, crecen los dispositivos de control social, estos
programas como Chile-Joven y otros. Pero los dispositivos de disciplinamiento
entonces se sofistican y el disciplinamiento social ya no abarca a la mayoría de
la población, sino que abarca a los sectores duros desde el punto de vista de
su crítica, desde el punto de vista de que son portadores de cierta memoria de
combatividad y de lucha, de proyectos, y que accionan además mecanismos de
intervención social o de acción directa que cuestionan simbólicamente el modo
en que se da la transición chilena y, finalmente, el orden dominante.

No se puede decir que estos grupos iban a derrocar el orden dominante.


Estos grupos no estaban en condiciones, si nos referimos a los grupos
armados que prosiguen su lucha después de la llegada de la democracia
pactada, grupos que habían luchado en la resistencia contra Pinochet con gran
legitimidad en la población y con algún apoyo de la población también. Con
más apoyo en unos momentos y menos en otros, pero siempre con legitimidad
y con respeto de parte de la población y aún de quienes no compartían sus
estrategias, es decir, ocupaban un lugar político. Y ellos son desalojados de la
política, instalados fuera de la sociedad como un peligro para la sociedad
misma y, por lo tanto, pueden operar sobre estos individuos, sobre estos
actores colectivos, sobre estas organizaciones, todos los dispositivos del
disciplinamiento, paralelamente con la instalación de los mecanismos del
control social: mientras a la población se le convence de que es mejor la esfera
privada que la pública y mientras a la población se le convence de que la
política es cosa de técnicos y profesionales y no de la gente y que la gente
tiene que ser consumidor y trabajar y ser feliz en su casa.

Y mientras a la gente se le convence de aquello a estos grupos se les


aísla, se les somete a sistemas de castigo físico, es decir, hay permanencia de
la tortura; se les somete a situaciones de arbitrariedades jurídicas, desde el
punto de vista del castigo institucionalizado, el castigo penal, es decir, se les
juzga, tienen doble procesamiento, se les condena a penas excesivas, se les
somete a regímenes de aislamiento extremo en cárceles de alta seguridad; se
crean dispositivos especiales para su encuadre, persecución, detención,
encarcelamiento como la llamada Oficina de Seguridad Pública, que es una
nueva forma de organismo de seguridad donde ya no están los militares sino
que los civiles trabajando junto con investigaciones y con carabineros.

Por lo tanto, el dispositivo del disciplinamiento se hace más sofisticado,


se focaliza, tal cual se focaliza la política pública. Se focaliza el dispositivo de
disciplinamiento en estos actores rebeldes del proceso de transición y se les
logra sacar de la circulación pública durante más de 10 años. Y en ese tiempo,

14
entonces, los mecanismos del control social aparecen ya plenamente
instalados e institucionalizados. Aparentemente sin cuestionamiento. Porque si
uno mira la producción teórica, la crítica del período, por supuesto que hay
cuestionamiento, la obra de Moulian por ejemplo; hay críticas desde distintos
ámbitos del arte, de la cultura, en fin, respecto de lo que está pasando con
Chile. El discurso masivo del “no estar ni ahí” con la política es un discurso que
refleja la apatía, pero también refleja en alguna medida la decepción por la
forma y sentido que adquirió el proceso político.

Y finalmente en distintos actores de la sociedad se va reponiendo la


necesidad de volver a la política y no sólo con el partido sino que volver a la
política con la manifestación de amplios sectores, es decir, volver a una política
con la sociedad incluida o el regreso de un movimiento social con la política
incluida. Yo diría que estamos en la construcción de ese espacio.

5- La política pública del Estado y el mercado hacia los jóvenes. ¿Qué nos
queda de participación política?

En Chile existe claramente política pública de parte del Estado hacia los
jóvenes durante la dictadura, durante la transición, si pensamos que la
transición terminó con Bachelet y existe política pública durante el gobierno de
Piñera. Lo que pasa es que la política pública tiene que ver, por un lado, con el
control social que está indicado por la Ley de Responsabilidad Penal pero
también tiene que ver con formas de inclusión, es decir, una política pública
que busque incorporar a los jóvenes mediante el voto voluntario e inscripción

15
obligatoria busca, precisamente, incorporar a los jóvenes a la política. Es decir,
hay una dinámica de incorporación y control social permanente en la política
pública, y esto en la perspectiva de que los jóvenes sean efectivamente
agentes valuados, valorables, para efectos del sostenimiento y expansión del
sistema político, para efectos de la reproducción del sistema económico. Es
claro que no se ve en los jóvenes el motor de la transformación social, se ve en
los jóvenes el fundamento de la sustentación del orden, en términos de que los
jóvenes representan el factor que puede legitimar el orden político vigente, por
lo tanto es necesaria una política pública para mantener a los jóvenes
conectados, integrados, vinculados, participando dentro de los espacios
institucionales.

Y, por otro lado, hay una política pública que no la hace el gobierno, hay
una política pública que la hace el mercado, porque en el neoliberalismo el
Estado se va restringiendo en sus funciones y el mercado va creciendo como
asignador de roles y funciones incluso en términos de la participación, porque
se redefine la participación. La participación ya no está vinculada a los asuntos
públicos de la política pública, o los asuntos del gobierno a la ciudad, o los
asuntos del gobierno a las cosas colectivas y comunes, la participación
comienza a entenderse como la participación en el consumo, en la producción,
en los ciclos de circulación del capital y eso es participar hoy día y por eso
mismo aparece como una red social no a la vinculación de los individuos para
discutir los asuntos públicos, sino como red social aparece la participación en
empresas de comunicaciones que te tienen vinculado mediante la necesidad
de vínculos de los individuos para el sostenimiento de estas empresas.
Entonces, se llama red social a un negocio. Es como si confundiéramos un bar
con el parlamento, o sea, en el bar también se puede discutir política pero las
precisiones de la ley y la construcción de la ley en la democracia burguesa
tradicional se hace en el parlamento y no en los bares, aunque en los bares se
pueda discutir de política.

Si lo pensamos en otro sentido, si el espacio público es el lugar público


donde las personas se encuentran, entonces ese espacio público donde lo
público se debate y los asuntos de todos son discutidos abierta y públicamente,
hoy día ese espacio, que es lo propio de una red social, se lleva al ámbito
privado donde un individuo, desde su soledad, mediado por un mecanismo del
cual alguien tiene propiedad finalmente y que es pagado, establece el vínculo
con otro individuo, no hay contacto.

Bueno, uno dice: esto es lo mismo que el teléfono. Yo pago para hablar
con otra persona y nos podemos poner de acuerdo por teléfono respecto de
hacer una ley o la revolución al otro día en la mañana, a primera hora. Y lo que

16
ocurre es que en estos dispositivos, y los dispositivos mismos, son parte del
mercado. El dispositivo no es un medio, porque podría serlo. El dispositivo es
un fin, es decir, yo soy importante no por lo que hablo en la red social, no soy
importante porque nos pongamos de acuerdo respecto de algo, soy importante
porque tengo 40 mil amigos, es decir, la participación en la red –que es una red
de consumo- me otorga identidad y por eso no es un medio, es un fin en sí
mismo. Y en ese plano de cosas eso no es una red social.

Las redes sociales, entendidas de la forma en que se entienden hoy, son


absolutamente un fin y un fin que reporta millones de dólares para los dueños
de las redes y que no son estas personas y que están metiendo
permanentemente publicidad en esos dispositivos.

6- El protagonismo de los jóvenes de hoy: las demandas impulsadas y la


forma de hacer política. La generación hija del neoliberalismo, el traspaso
generacional y la ausencia de la memoria del dolor.

Creo que los jóvenes no tienen sobre sí la carga de una dictadura que
disciplinó y la carga de una transición pactada que estableció un férreo control
social sobre las identidades colectivas. Es decir, los jóvenes son hijos del
neoliberalismo, son hijos de la transición pactada, pero no participaron del
pacto, por lo tanto, sobre ellos no operan las leyes simbólicas de amarre; los
jóvenes no tienen la necesidad de aquietar sus demandas por miedo al retorno
de la dictadura porque no vivieron la dictadura. La memoria de los jóvenes es
una memoria colectiva que desafía la memoria del dolor de las generaciones
anteriores y creo que esa es una cuestión clave; es decir, una persona de los
años 80 no se hubiera subido arriba de un guanaco, no.

Una persona de los años 80 hubiera combatido a distancia, hubiera


tirado piedras y eso es porque una persona de los años 80 sabe que podría ser
tomada, enviada a una comisaría, muerta y después arrojada a un basural. A
los jóvenes de ahora no les pasa eso, aunque los jóvenes han visto y han
sabido de represiones crueles, o sea, la muerte de los comuneros mapuches,
la muerte de un estudiante en una manifestación estudiantil en el norte de
Chile, a comienzo de los 90.

Son eventos que ocurren en circunstancias poco centrales. Los jóvenes


entonces se expresan ahora con mucha algarabía y no tienen esa carga de
temor y hoy día hay también un elemento de ingenuidad, no es sólo virtuosismo
político, hay una dosis de ingenuidad que tiene que ver con la ausencia de una
memoria del dolor, esa es la clave. Y la conexión con una memoria de crítica y
con una memoria respecto de las posibilidades de la transformación social. O
sea, los jóvenes saben que la sociedad se puede cambiar, pero ellos nunca la

17
han cambiado porque sus padres y las generaciones anteriores les han dicho
que eso se puede hacer. Es decir, hay una memoria social del cambio.

Pero esa memoria social del cambio les viene acompañada con una
memoria también dolorosa, con una memoria del miedo que está en el cuerpo,
pero los jóvenes no tienen experiencias traumáticas, el trauma de vivir la
experiencia dolorosa y ellos no tienen experiencias dolorosas que revivir. En
cambio, sí tienen una transmisión de una memoria proyectiva, no digo que una
memoria comunista o socialista o revolucionaria, es una memoria que tiene que
ver con la posibilidad política de la transformación, simplemente. Y además
esto es muy interesante porque los jóvenes tienen la memoria respecto del rol
del Estado, los jóvenes demandan al Estado cuestiones que la constitución
dice que el Estado no puede hacer y, por lo tanto, ¿de dónde viene eso?, ¿de
la nada?, no, viene del traspaso de una tradición de demandas al Estado, del
Estado como objeto de copamiento y de transformación. Esa es una memoria
presente en estos jóvenes, son múltiples los mecanismos que desembocan en
una memoria donde la figura del Estado es una figura fantasmal, respecto del
Estado actual.

Sin embargo, eso tiene una virtud, la virtud de decir: bueno, si el Estado
no hace esto porque la estructura política lo impide, entonces cambiemos la
estructura política y ahí aparece entonces la demanda del cambio de la
Constitución, el cambio de rol respecto de las obligaciones del Estado, etc. Y
en ese sentido comienza progresivamente a articularse la demanda social con
la demanda política.

La demanda social que puede ser descontento, irá un tanto


desarticulada e inorgánica, con una demanda que al ser política requiere de un
espacio de organicidad, o sea, juntarse a discutir el cambio de la ley o una
nueva constitución requiere mecanismos de articulación y de construcción de
redes sociales que involucran la inteligencia social y la construcción de lo
político, esa es una construcción típicamente política. Por lo tanto, creo que se
avanza lentamente hacia la síntesis entre lo político y lo social o lo que un
historiador, como Sergio Grez, dice: la historia social con la política incluida,
desde el punto de vista historiográfico.

Nosotros, creo, asistimos hoy día a la construcción de ese sujeto, un


sujeto colectivo que se expresa socialmente pero que empieza a dotarse de un
entramado político en su interior. Ese sujeto no es unívoco, no es uniforme, es
multifacético y se expresa en grupos de acción solidaria, social, cultural y
grupos también de organizaciones políticas, dentro de los cuales están los

18
partidos, hay colectivos o cualquier persona que quiera, pero se está
produciendo la fusión de esas partes.

Los jóvenes han logrado poner en tela de juicio uno de los pilares que
tiene que ver con la acumulación económica a partir de un bien de naturaleza
social como es la educación, por lo tanto eso ha marcado el carácter radical de
las movilizaciones. Se trata de un bien social, la educación privatizada, en
manos privadas, manejado como negocio. Ha sido cuestionada ya no desde el
punto de vista de si eso es bueno o malo, sino desde el punto de vista del
sentido y de la calidad que tiene eso como bien económico, eso es lo que se ha
cuestionado finalmente. Pero aún es una demanda de naturaleza social, es
decir, no hay una propuesta que implique una transformación del sistema, hay
una crítica respecto del modelo educativo y general en términos del modelo de
sociedad, pero no se pasa aún a una crítica de naturaleza política que señale el
camino para la transformación con una nueva propuesta de sociedad y cuáles
serían las formas de construcción de esa nueva sociedad y qué rol les cabe a
los movimientos sociales, a los actores políticos, a la ciudadanía y a los
mismos jóvenes dentro de esa transformación; es decir, la construcción de una
táctica y una estrategia para la construcción de una nueva sociedad, eso no
está presente hoy día.

7- Los movimientos sociales en el desarrollo latinoamericano: La


incidencia de los movimientos sociales en los gobiernos actuales.

La política pública es el conjunto de decisiones y sentidos que emanan


desde la autoridad política para satisfacer necesidades sociales y eso está en
manos de los gobiernos, gobiernos elegidos por sus respectivas poblaciones
en cada uno de los países. La política pública, entonces, depende del bloque
que se encuentre en el poder y el grupo que administre el gobierno, que es el
que define y administra la política pública y en el caso de países como
Argentina, como Uruguay, como Bolivia, se trata de gobiernos que tienen una
plataforma y un programa político centrado en la satisfacción de las
necesidades de los sectores populares, que han llegado al gobierno
precisamente gracias a la acción de movimientos sociales y movimientos
políticos que tienen como demanda la transformación de las condiciones de
precariedad en las cuales habían vivido, las condiciones de exclusión o
marginalidad, y por lo tanto, son gobiernos que están obligados a dar respuesta
a esas demandas, ese es un elemento fundamental. No son gobiernos
revolucionarios, es decir, no apelan a la destrucción del capitalismo por
diversas razones, por razones internacionales, por la correlación de fuerzas

19
internas, porque llegaron al poder como resultado de la acción concentrada de
distintos grupos de interés, y con distintos posicionamientos políticos e
ideológicos, pero son grupos que dialogan e intentan responder a la demanda
de los sectores populares, eso genera múltiples tensiones y es complicado.

Y dentro de esas demandas aparecen los jóvenes como un sector que


había estado marginado, vulnerado, excluido y al cual hay que dar respuesta y
satisfacción, porque finalmente la relación entre demanda y satisfacción de la
demanda es lo que da sustentabilidad política a estos gobiernos, son gobiernos
que han llegado a ocupar su lugar gracias a una votación y por eso la única
manera de mantenerse es concitando el respaldo popular. Esta es una cuestión
media tramposa, porque hay que seducir al pueblo para mantener su apoyo
electoral, pero hay otros que están haciendo las mismas apuestas y creo que
aquí se articula un fenómeno donde la política del Estado y la política de los
movimientos sociales necesariamente deben trabajar de manera conjunta.

Es decir, el movimiento de los Sin Tierra, en Brasil, no puede


confundirse con el partido en el poder; el Movimiento Al Socialismo –en Bolivia-
no puede confundirse con el aparato del Estado de Evo Morales y, por eso
mismo, el aparato del Estado que controla Evo Morales debe negociar y
articularse con el Movimiento Al Socialismo en tanto frente que articula a
muchos movimientos sociales y políticos de base. Ese proceso de negociación
creo que es fructífero, en el sentido de que replica una experiencia que en
América Latina se vivió en los años 40 y 50 hasta los 60s, cuando colapsa el
Estado de compromiso y el nacional desarrollismo y el populismo y las
alternativas revolucionarias finalmente tienen que enfrentarse con la reacción
oligárquica o burguesa o de la doctrina de Seguridad Nacional.

Pero se está replicando esa experiencia nuevamente, en el sentido de


que los gobiernos deben reconocer que necesitan apoyo popular y deben
reconocer que el movimiento popular o los movimientos sociales que los han
apoyado para llegar al poder son interlocutores válidos y deben ser consultados
a la hora de tomar decisiones para definir la política pública.

¿Qué pasa en Chile? Nada de eso. En Chile gana una coalición de


derecha, conservadora, neo-liberal, comprometida con los intereses del
capitalismo de dentro y de fuera pero que, sin embargo, también se adecua a
los nuevos tiempos, es decir, habla más desenfadadamente, no está amarrada
a cuestiones del ámbito privado, por lo tanto no aparece tan conservadora
como la derecha tradicional y eso resulta atractivo para un sector de la
población que vota por ella.

20
Por otro lado, la no satisfacción de las demandas populares por parte de
los gobiernos de la Concertación en Chile, los gobiernos de centro o de la
izquierda renovada, generan obviamente un rechazo de la población, no hay
otra alternativa entonces que votar por esa derecha.

Entonces hay dos sectores que apoyan a ese gobierno de derecha, y la


gente se ve seducida efectivamente por la autoridad, por el discurso de la
seguridad y el orden, por la lucha contra la delincuencia, por la conservación de
ciertos valores tradicionales y además esa gente ve que esta derecha no es tan
retrógrada y vota por ella y hay otro sector de la población que se ve
decepcionada y castigada por la política pública de la Concertación y por lo
tanto ya no vota a favor de ese conglomerado y vota por la derecha
posibilitando que Piñera llegue al poder.

Y Piñera tiene que hacer política pública, ¿pero qué política pública hace
Piñera? ¿Piñera va a dialogar con el movimiento social? Piñera no llega al
poder gracias a movimiento social alguno, llega al poder gracias a estrategias
electorales, gracias a la decepción electoral de un sector de la población y se
instala en La Moneda con el apoyo de los partidos políticos de la derecha y con
el apoyo del empresariado. Por lo tanto, la política pública actual del gobierno
de Chile es una política pública que beneficia al mercado y que es, finalmente,
el que sostiene al gobierno de la derecha en Chile. Lo demás es política de
contención, mantener a la población en ciertos márgenes, mantener la
gobernabilidad, mantener a raya a ciertos actores sociales, pero
fundamentalmente se trata de una política pública que busca satisfacer los
intereses del mercado y punto, no es una política pública de naturaleza social.
Y esa es la gran diferencia que este gobierno tiene con los gobiernos de
Uruguay, Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela.

21

También podría gustarte