Base bíblica: 2 Crónicas 14:2-7. Introducción La paz y la prosperidad son dos bienes invaluables. Todos los seres humanos, indiscutiblemente, buscamos ambas cosas. Lo interesante de esto, es que la gente dedica casi toda su vida a encontrarlos y pocos consiguen hacerlo. Las personas trabajan arduamente para tener paz en su área económica y familiar; se cuidan con la esperanza de que un diagnóstico negativo no le robe nunca la paz y la tranquilidad. Sin embargo, el mucho trabajo o el esfuerzo que alguien pueda hacer, no certifica que la paz y la prosperidad se hagan presentes. Amado lector, considere la historia del rey Asa (tercer rey de Judá), quien disfrutó de absoluta paz y prosperidad, y reflexione en las siguientes determinaciones que cambiaron radicalmente las condiciones de su vida y de su reino: 1. Erradicó la idolatría. “Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera”. La idolatría tiene diversos rostros. En tiempos del rey Asa se manifestaba abiertamente en lugares dedicados desde los cuales se ofrecía culto y adoración a dioses paganos. La idolatría en nuestros días es solo un poco diferente pero conserva la misma esencia: Dios ha sido desplazado del centro. Otras cosas aparecen en nuestra lista de prioridades y los mandamientos de Dios han sido cambiados por un sistema de creencias cultural o incluso, personal. Cada quien ama lo que quiere y cree como quiere creer. Esta fue una de las acciones más importantes del rey Asa. Su misión consistió en darle a Dios el lugar que Él siempre debió tener. Usted debe cuidarse de cualquier género de idolatría que intente permear su vida. Con “género de idolatría” quiero referirme a los tipos de idolatría que podrían ser: morales cuando se trata de un mal hábito. Afectiva cuando se trata de una persona; o espiritual cuando se trata de un objeto de alto valor o significado. Esta última es muy común entre la gente que ama sus bienes materiales por encima de Dios. 2. Recuperó la identidad espiritual. “y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres…”. Buscar a Dios es el camino que nos trae de regreso a las raíces de nuestra espiritualidad. El rey Asa ordenó al pueblo que buscara otra vez a Jehová el Dios de sus padres. Él sabía que la recuperación de la paz y la prosperidad del pueblo dependían de su búsqueda de Dios. A diferencia de otros reyes, el rey Asa modificó su estrategia de gobierno. Él ordenó que todo Judá buscara de corazón al Señor. No hay nada tan importante como su búsqueda de Dios. Los problemas y los desafíos que usted pudiera enfrentar, serán superados en la medida en que le dé a Dios el primer lugar. Dios desea que usted haga de cada lugar donde se encuentre, un altar especial para buscar su rostro. Mientras conduce o mientras espera en una sala, procure mantenerse orando. Olvidarse de Dios es el comienzo de la destrucción, pero cuando usted le da el primer lugar a Dios, su corazón se hará lo suficientemente sensible para escuchar su voz y así podrá gozar de una vida ordenada y prospera. No dará golpes al aire, sino que sus acciones darán el fruto que espera. 3. Obedeció a Dios. “…y pusiese por obra la ley y sus mandamientos”. Finalmente, el rey Asa ordenó que se obedeciera la ley del Señor y sus mandamientos. Sin duda, obedecer a Dios es la decisión más importante que usted puede tomar. Para los judíos, el secreto de la bendición radica en la obediencia a su Señor, en segundo lugar, en la diligencia. Un amor profundo por Dios le permitirá vivir de acuerdo a lo que Dios espera de usted y no de acuerdo a lo que considera bueno en su propia opinión. ¿Qué tan obediente es al Señor? ¿Le resulta fácil hacer lo que Dios le pide o le cuesta someterse a las demandas de las Escrituras? Cualquiera que sea su respuesta, considere que, el principio de la obediencia lo mantendrá en el camino correcto y además, prosperando. La determinación de obedecer al Señor se ve amenazada cuando los intereses personales se imponen sobre las demandas de las Escrituras. La carne y las tentaciones del mundo son enemigos de aquel que obedece. Estos enemigos, continuamente operan con el fin de despertar en su interior una rebeldía espiritual que trastorne negativamente su relación con Dios, más el deseo de su Señor, es que nada impida que usted goce de una disposición constante para hacer lo correcto. Conclusión La paz y la prosperidad vienen como resultado de un intenso amor por Dios. En la medida que lo conocemos, su deseo es que quitemos toda especie de idolatría que aún sobrevive en nuestra vida. Buscarlo es una muestra clara de nuestra necesidad de su Espíritu y obedecerlo es una forma de adorarlo y de engrandecer su nombre.