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POV de Braden

(ON DUBLIN STREET – La Escena del Club)

Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

Corregido por LizC

E
l club estaba lleno de gente, la música latía con fuerza y las
bebidas no paraban. Esto era parte del trabajo que le agotaba,
usar el encanto con el fin de lograr que hombres y mujeres
jóvenes compraran bebidas en su bar.

Lo que Braden realmente quería era encontrar a Jocelyn y llevarla a


casa hasta la cama y así poder hacer su propia socialización de uno-a-
uno.

Vio hacia atrás a la pista de baile en donde acababa de dejarla.


Había parecido enojada la última vez que la chequeó y no tenía idea de
que había hecho para molestarla. Si, se había puesto un poco autoritario
con respecto a su elección de ropa esta noche, pero pensó que habían
superado eso.

Algo había pasado para que se pusiera así después de eso.

Frunció el ceño cuando no pudo verla en la multitud de bailarines.


Estirando el cuello, su mirada se movía desde el suelo hasta la barra. Ellie
estaba de pie sola en un lado y Adam estaba charlando con una mujer al
azar por el otro.

Jocelyn no estaba por ningún lado.

Un mal presentimiento se trasladó a través de él y apretó los dientes,


tratando de calmarse. Desde que había empezado a salir con Jocelyn
Butler había perdido su famosa calma. La americana lo estaba volviendo
loco. La mayoría del tiempo lo disfrutaba. Ninguna mujer lo había hecho
sentir de la manera en que ella lo hacía. Había momentos, sin embargo,
que la fuerza de sus sentimientos por ella, incluyendo la posesividad que le
había traído, le molestaba.

Le inquietaba porque por primera vez en su vida no tenía control


sobre una situación. No tenía idea de si podía convencer a Jocelyn darle a
su relación una verdadera oportunidad después de tres meses. Y
últimamente la idea de perderla... la idea de que ella acabara de
deslizarse entre sus manos…

Lo aterrorizaba.

Ansioso, ignoró a las jóvenes mujeres riendo que estaban tratando de


coquetear con él y se dirigió hacia la pista de baile, con los ojos barriendo
el espacio en búsqueda de una familiar cabeza rubia oscura.

Se detuvo cuando la encontró, alivio atravesándolo mientras bebía de


su rostro sonriente.

Su mirada se dirigió a ver quién estaba recibiendo esa sonrisa.

La música se hizo sorda; la habitación era un poco inestable.

Gavin.

Ese pequeño bastardo traidor.

Ese pequeño bastardo traidor que había follado a su esposa.

Ese pequeño bastardo traidor quién ahora estaba tirándose a su novia


con los ojos.

¡Ese pequeño bastardo traidor al que Jocelyn estaba sonriendo!

La rabia más fuerte que cualquier cosa que Braden hubiese sentido
antes, inundó su sangre, convirtiéndola en caliente. No tenía idea de
cómo había cruzado la pista de baile. En un momento estaba a unos
metros de distancia y al siguiente sus nudillos estaban palpitando por el
impacto de golpear la nariz de Gavin.

Su pecho se agitaba con el esfuerzo por controlar su respiración


mientras todo el mundo alrededor de ellos se apartó con jadeos y gritos. En
algún lugar detrás de él, el volumen de la música disminuyó.

Braden miró a Gavin, que se llevó una mano a la nariz sangrante.


Él le había golpeado.

Mierda.

—¿Qué demonios fue eso? — La voz de Jocelyn destrozó su incredulidad


y cuando la miró su ira pasó a primer plano otra vez. Sólo el pensamiento
de ella estando cerca de Gavin.

—Eso es Gavin. El amigo que se cogió a Analise. ¿Por qué mierda


estabas hablando con él como si lo conocieras?

Jocelyn se puso pálida por la sorpresa ante su revelación. Le lanzó una


mirada de disgusto a Gavin que ni siquiera se acercaba a calmar el
temperamento de Braden.

—Es entrenador en mi gimnasio. Me ayudó una vez. Juro que no lo sabía.

El resoplido de Gavin atrajo sus miradas.

— Al parecer te has movido hacia cosas mejores, Bray. —Desnudó a


Jocelyn con su mirada—. Espero que la historia se repita de nuevo por que
he querido estar entre sus piernas por semanas. ¿Qué te parece, Joss? ¿No
te apetece follar con un verdadero hombre?

Una neblina de furia.

Apenas era siquiera consciente de los puñetazos que le estaba dando a


ese hijo de puta hasta que Adam lo quitó de encima, murmurando
palabras de calma en sus oídos. La neblina se despejó mientras la
seguridad del club agarró a Gavin. Con la amenaza de asesinato en su
tono, advirtió al pedazo de mierda que se mantuviera alejado de Jocelyn.

Gavin tocó su cara, haciendo una mueca.

—Nunca me golpeaste por aprovecharme de tu antigua dama Bray.


Bromeo sobre tu última presa y termino en el piso en cuestión de segundos.
¿Está su vagina hecha de oro o qué?

Braden se lanzó hacia él solamente para ser retenido por Adam y su


bartender Nolan una vez más. Luchó contra su agarre, desesperado por
sacar esa expresión petulante de la cara del bastardo.
—Sáquenlo de aquí —le ordenó Adam a los de seguridad antes de darle
a Gavin su propia amenaza—. Te veo en la calle, y haré que tus dientes se
claven en tu cráneo.

Mientras la seguridad se llevaba a Gavin fuera, la realidad de lo que


acababa de suceder golpeó a Braden de una sola vez.

Había levantado sus manos contra alguien. En este momento sus nudillos
estaban en llamas porque había golpeado a alguien.

Después de que había casi matado al hermano de su ex novia por


haberla violado, Braden había alejado las peleas por completo. En las
raras ocasiones en que él y Adam se enfrentaban a un desafío, a la
provocación de una pelea, se había alejado o mantenido al margen y
dejaba que Adam lo manejara. Nunca había querido ser ese hombre
nuevo.

Y esta noche había perdido el control.

Furioso, se deshizo del agarre de su amigo.

—¿Estás bien amigo? —le preguntó Adam.

Braden miró más allá de él hacia Jocelyn quien se quedó mirándolo en


shock y preocupación.

Había perdido el control a causa de ella.

¿Qué demonios estaba haciendo con él?

En lugar de contestar, Braden extendió la mano y agarró la muñeca de


Jocelyn. Sin decir una palabra, se volvió y no muy suavemente la condujo
a través de la pista de baile y subió a su despacho, donde la arrastró
dentro. Tropezó contra su escritorio mientras cerraba la puerta detrás de
ellos y volvió la cerradura.

Su piel estaba sonrojada ya sea por el calor o por lo que acababa de


presenciar. Braden no sabía lo que era. Todo lo que sabía era que toda la
sangre en su cuerpo estaba disparada hacia su polla y se sorprendió por el
impulso primario que tenía de tomar a Jocelyn contra el escritorio. Quería
marcarse a sí mismo en ella, cogerla muy profundo y hacer que se viniera
con tanta fuerza que no habría duda a quién pertenecía.
Mientras su posesividad ardía en sus entrañas, él estaba enojado consigo
mismo por ello. Enojado con ella por eso. Sus ojos recorrieron su cuerpo
perfecto y el vestido sexy que llevaba. Era una tentación andante, pero
eso no era lo que le molestaba. Lo que le molestaba era el pensamiento
de ella dejando acercar a un hombre lo suficientemente, lo
suficientemente cerca, para darse cuenta de que Jocelyn Buttler era
malditamente magnífica. Divertida, inteligente, desafiante, emocionante,
sorprendente, vulnerable, compasiva, terca... la clase de mujer que ningún
hombre podía resistir.

No quería que ningún otro hombre sino él supiera sus secretos.

Braden se dirigió hacia ella, teniendo dificultad de controlar el mal genio


que todavía ardía cerca de la superficie de sus emociones.

—Primero, te pones ese vestido para que cada hombre en este lugar
quiera joder contigo. Entonces comienzas a coquetear con el hombre que
me traicionó.

Ella tenía las manos apretadas contra su pecho mientras se inclinaba


hacia ella, y vio su propio fuego en las profundidades de color gris claro de
sus ojos indignados.

—¡Hey! —gritó, como siempre rehusándose a ser intimidada por él. Que
Dios lo ayude pero sólo lo hacía ponerse más duro por ella—. Primero:
córtala con lo del vestido. Me gusta, así que jódete. Y Dos: ¡Ni siquiera
sabía quién era!

Braden recordó la manera en que le estaba sonriendo a Gavin.

—¡Y aun así estabas coqueteando con él!

Ella se estremeció al oír su rugido, pero continuó empujandolo con más


fuerza contra él.

—¿Yo? Me pediste que me tomara la noche libre para esto, y entonces


descubro que has invitado a todas tus compañeras de follada y novias, y
pasas toda la noche pavoneando tu trasero con más de una de ellas.
¿Qué es esto Braden? —El vio el fuego de repente morir en sus ojos, y algo
nuevo destelló en su lugar. Algo como dolor—. ¿Estoy siendo despachada
antes de tiempo?

Ahora entendía. El por qué había estado enojada antes, por qué había
encontrado a Gavin como una distracción. Braden la había herido sin
querer. Un dolor agudo le atravesó el pecho ante la idea y la agarró por
las caderas, sosteniéndola suavemente contra él.

Sus ojos se dilataron al sentir su erección clavándose en ella.

—Nena, no fue nada realmente lo de allá afuera. —le prometió y trató


de explicarse—. Quería mucha concurrencia esta noche, y a muchas de
esas chicas les gustan las fiestas, y tienen un montón de amigas a las que
les gusta la fiesta. Eso fue todo.

—¿Y el coqueteo?

—Ni siquiera me di cuenta. No quería lastimarte. —Nunca te lastimaría.

Así como así una dureza que reconoció de cuando se conocieron se


deslizó de nuevo en sus ojos. Ella se burló.

—No me lastimaste. No puedo ser lastimada por ti.

Fue sin duda lo peor que pudo decir.

Sus sentimientos estaban demasiado cerca de la superficie, muy difícil


de controlar, y más que nada quería exprimir todo ese despreciable
autocontrol de Jocelyn fuera de ella.

Braden estalló. Sabía una manera de llegar a la verdad. Nunca podría


esconderse de él cuando estaba dentro de ella. Nunca. Cuando se movía
dentro de ella todo lo que sentía por él estaba en sus ojos. Le importaba.
Profundamente. Y en este momento, más que nunca, Braden tenía que
verlo.

En un rápido movimiento la había presionado contra la mesa con su


vestido arrugado hasta la cintura.

—Maldición. No me mientas, Jocelyn.

—No estoy mintiendo. —Abrió la boca, excitación ardiendo en su mirada


mientras Braden comenzaba a desabrocharse los pantalones.
Su polla liberada se empujaba contra el impresionante calor entre las
piernas de Jocelyn.

—Mientes. —Le besó la suave piel de su cuello, inhalando su perfume.

La sintió temblar alrededor de él.

Sea por emoción o incertidumbre que se haya estremecido, de repente


no lo sabía. Lo detuvo, y la culpa lo inundó. La culpa por abandonarla esa
noche. La culpa por tratarla como una posesión, y peor aún, por pensar
por un segundo que lo traicionaría como Analise hizo.

—Lo siento por hacerte daño.

Ella asintió con la cabeza lentamente, aceptando en silencio la


disculpa, pero lo más importante reconociendo que le había hecho daño,
que a ella le importaba lo suficiente para que él sea capaz de hacerle
daño.

Era todo lo que quería, porque la necesitaba en ese momento


Necesitaba explicarle cómo pudo haber perdido su control, cómo había
podido dejar que su rabia tomara lo mejor de él después de todos estos
años.

—Nena —se apoyó en ella, sobre ella—. Lo golpeé. Lo golpeé. Verlo


contigo… Lo golpeé.

Jocelyn tomó su cara entre las manos, claramente dolida por él,
mientras sus ojos brillaban con compasión. En ese momento Braden se
sentía más seguro de ella de lo que nunca había hecho antes.

—No —susurró en sus labios—. No te hagas esto a ti mismo.

No lo hago. Tú lo haces. Me estás hacienda esto.

Te Amo.

Frustrado, Braden mantuvo las palabras dentro de él, sabiendo que ella
no estaba lista a escucharlas. En su lugar, le mostró cómo se sentía mientras
la besó con avidez. Derribó a ambos cuando la tomó en su escritorio,
sabiendo mientras empujaba dentro de ella, con sus gruñidos llenando sus
oídos, que nunca sería suficiente. Nunca estaría saciado. No hasta que ella
admitiera lo que ya sabía. Jocelyn era suya.
Mía.

Era sólo una cuestión de tiempo hasta que se diera cuenta, y una vez
que lo hiciera, Braden tenía el más oscuro sentido de presentimiento que
tendría un tiempo difícil tratando de evitar que se le deslizara de sus
manos.

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