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Son vicios redhibitorios (en términos generales) aquellos defectos ocultos que afectan la cosa
vendida, que de haber sido conocidos por el comprador este no la habría adquirido o habría pagado un
precio menor. Dicho en otros términos, son los defectos ocultos de las cosas existentes al momento de
su venta que la hacen impropia para su destino o disminuyen de tal modo su uso que de haberlos
conocido el comprador, no la habría comprado o habría pagado menos por ella (Código Civil, artículo
1518).
La responsabilidad del vendedor por saneamiento por los vicios ocultos aparece enumerada en el
artículo 1486, se explica en el 1503 (ordinal 2) y se desarrolla entre los artículos 1518 y 1525 del Código
Civil. Estas disposiciones forman parte de la regulación del contrato de compraventa, aunque el
saneamiento por vicios ocultos es aplicable, en general, a todos los contratos traslativos a título oneroso.
Así, el saneamiento por vicios ocultos consiste en la obligación que tiene el vendedor de responder
frente al comprador por los vicios o defectos redhibitorios que tuviere la cosa al momento de la venta.
El vendedor no solamente debe procurar al comprador la posesión pacífica de la cosa vendida; debe
garantizar igualmente la posesión útil de la cosa. De allí que si la cosa adolece de vicios o defectos
ocultos que le impidan al comprador utilizarla en la forma que podría esperar legítimamente, es lógico
que surja responsabilidad por saneamiento a cargo del vendedor. En efecto, de nada le serviría al
comprador la entrega realizada si la cosa tiene defectos ocultos que hagan imposible o limiten, por
causas económicas, su utilización.
1. REQUISITOS.
Los requisitos que deben concurrir para la configuración de los vicios redhibitorios son: la existencia
de un vicio; que este sea grave, oculto, desconocido por el comprador y anterior al momento de
transmisión de propiedad. Pasamos a referirnos a cada uno de estos requisitos.
1. La existencia de un vicio.
i. Determinación. La determinación de lo que es o no un vicio ha sido objeto de discusión
por la doctrina.
Según la tesis clásica el vicio es un defecto anomalía de la cosa, es decir, para que el
vendedor quede obligado al saneamiento, no basta con que la cosa sea impropia para el
uso al que se determinó, sino que ha de tener un vicio o defecto.
Por su parte, según la tesis funcional existirá vicio cuando la cosa sea impropia para el
uso al que está destinada. A diferencia de la anterior tesis no se requiere establecer
primero la existencia de un vicio y luego que esto hace que no tenga utilidad para el
comprador. Así, bastara con que la persona no pueda servirse para lo que la cosa está
destinada para que se considere que existe un vicio. “Lo que es esencial para el
comprador no es la cosa misma sino la utilidad que espera obtener de ella”.
ii. Noción de vicio. La palabra vicio que se utiliza para definir la redhibición hace referencia
a un defecto que modifica, altera, afecta al objeto o que perjudica el cabal
funcionamiento del mismo para el uso al que se le destina. En caso de productos
naturales esto puede suceder por la presencia de elementos nocivos. En caso de
productos manufacturados el vicio, generalmente, consistirá en un defecto de diseño o
fabricación. Aunque no se requiere que se trate de un vicio material, el mismo tiene que
ser inherente a la cosa vendida lo que no excluye que el defecto solamente se ponga de
manifiesto por las condiciones de su utilización.
1. El vicio ha de afectar cualitativamente la cosa, no cuantitativamente. Si
solamente se trata de un defecto por la cantidad, tratándose de cosas
que se cuentan, pesan o miden, se podrá intentar acción resolutoria por
incumplimiento, pero no saneamiento por vicios ocultos.
2. El demandado no puede pretender excluir su responsabilidad
demostrando que el producto ha sido elaborado de conformidad con
las reglas técnicas. Es un principio de carácter general que la
autorización administrativa para realizar una actividad bajo ciertas
condiciones no es causa de justificación que pueda liberar al agente de
la obligación de reparar los daños que puedan sufrir terceros como
consecuencia de la actividad permitida. Por lo que las autorizaciones
administrativas no eximen a sus beneficiarios de la responsabilidad civil
que les incumba.
3. Muchas veces la utilización de la cosa amerita tener ciertas precauciones
si se quiere evitar que se produzca un daño en cuyo caso, si el producto
no es defectuoso, la responsabilidad en que pueda incurrir el vendedor
no sería a título de saneamiento por vicios ocultos, sino por no haber
advertido al comprador de manera suficiente y adecuada acerca de los
riesgos derivados de la utilización de la cosa.
4. No debe confundirse vicio o defecto con la peligrosidad de la cosa. Una
cosa, sin ser defectuosa, puede ser peligrosa. Así, por el hecho de que
una bombona de gas explote, no puede inferirse que la explosión se
haya producido por un defecto de fabricación. Otras veces, un producto
sin ser peligroso puede generar un daño por un defecto de fabricación,
así, por ejemplo: un juguete.