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[p 1]

ESTUDIOS BÍBLICOS ELA:


ASÍ COMENZÓ TODO
(GÉNESIS)
3
[p 2]
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas están
tomadas de la versión Reina Valera Revisada 1960
© 1992 por Ediciones Las Américas, A. C.
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción parcial o total.
Primera edición, 1992
EDICIONES LAS AMÉRICAS, A.C.
Domicilio: Prol. Reforma 5514,
72130 Puebla, Pue., México
Dirección postal: Apartado 78, 72000 Puebla
Tels: 248–39-23; 248–23-23, FAX 249–59-84
ISBN 968-6529-10-1

EX LIBRIS ELTROPICAL
4
[p 3]
CONTENIDO
1. La Creación del Mundo
Génesis 1–2
2. La Entrada del Pecado en el Mundo
Génesis 3–5
3. Destrucción y Caos
Génesis 6:1–8:19
4. Un Nuevo Comienzo
Génesis 8:20–11:9
5. Los Descendientes de Sem
Génesis 11:10–32
6. El Llamamiento de Abram
Génesis 12:1–20
7. El Pacto con Abram
Génesis 13:1–15:21
8. Los Descendientes de Abraham
Génesis 16:1–25:18
9. Conflicto entre Jacob y Esaú
Génesis 25:19–30:43
10. El Regreso de Jacob
Génesis 31:1–36:43
11. Las Adversidades de José
Génesis 37:1–41:36
12. La Exaltación de José
Génesis 41:37–50:26
5

[p 4] ASI COMENZO TODO GENESIS

LA CREACION LA ENTRADA DEL DESTRUCCION Y EL ORIGEN DE LOS JUDIOS 11:10–50:26


DEL PECADO EN EL CAOS 6:1–8:19
MUNDO 1:1– MUNDO 3:1–
2:25 5:32

El principio de la La primera tenta- Las causas del dilu- Los descendientes de El regreso de Ja-
creación 1:1– ción 3:1–5 vio 6:1–6 Sem 11:10–32 cob 31:1–36:43
2
La segunda vícti- El juicio 6:7 El llamamiento de Se despide de La-
Los días de la ma de la tenta- Abram 12:1–20 bán 31:1–55
Salvación para un
creación 1:3– ción 3:6–7
2:3
hombre jus- El pacto con Se reconcilia con
Las consecuencias to 6:8–7:9 Abram 13:1–15:21 Esaú 32:1–33:20
El primer ma- del pecado 3:8–
trimonio 2:4– 24 El diluvio 7:10– La separación de Masacre en Si-
25 8:19 Lot 13:1–18 quem 34:1–31
La primera pro-
le 4:1–26 Un nuevo comien- La liberación de Lot por Betel 35:1–29
zo 8:20–9:1 Abram 14:1–24
Caín y Linaje de Esaú 36:1–43
El pacto con El caso de Eliezer 15:1–
Abel 4:1–2 Las adversidades de Jo-
Noé 9:2–17 4
El primer homici- sé 37:1–41:36
La maldición de La promesa 15:5–8
dio 4:3–8 Despreciado por sus her-
Canaán 9:18–29
La maldición de Los detalles 15:9–21 manos 37:1–36
Los descendientes
Caín 4:9–24 Los descendientes de Judá y Tamar 38:1–30
de los hijos de
Nacimiento de Noé 10:1–32 Abraham 16:1–25:18
Sirve a Potifar 39:1–19
Set 4:25–26 Ismael 16:1–16
El caos lingüísti- Prisionero 39:20–41:36
Desde Adán hasta co 11:1–9 La circuncisión 17:1–
Noé 5:1–32 La exaltación de Jo-
27
sé 41:37–50:26
La destrucción de Sodoma
y Gomorra 18:1–19:38 Segundo en el man-
do 41:37–57
Isaac 21:1–25:18
Llegan sus hermanos dos
Conflicto entre Jacob y veces 42:1–45:28
Esaú 25:19–27:46
Jacob y sus hijos en Egip-
Jacob en Mesopota- to 46:1–49:33
mia 28:1–30:43
Sepolio de Jacob 50:1–
14
Vida de José: últimos even-
tos 50:15–26
6
[p 5]

1
La Creación del Mundo
Génesis 1–2
Génesis es el libro de los orígenes. Se dice que es el semillero de la Biblia. En él se encuentran en forma
embrionaria todos los grandes temas bíblicos. Habla del origen del hombre, el universo, el pecado, el castigo,
y el plan de Dios de bendecir a todas las naciones por medio de su simiente.
EL AUTOR
Génesis forma parte íntegra de un conjunto de cinco libros conocidos como el Pentateuco. Tanto las Escri-
turas como la tradición judía atribuyen a Moisés la paternidad literaria del Pentateuco. Vea, por ejemplo,
Exodo 17:14; 24:4; 34:27; Números 33:1–2 y Deuteronomio 31:9.
PROPOSITO Y TEMA
El propósito es doble: revelar al Dios eterno como Creador del universo y demostrar su soberanía y gracia
al [p 6] seleccionar a Israel como su pueblo escogido
ESTRUCTURA DEL LIBRO
La estructura gira alrededor de una sola palabra: generaciones, que se usa once veces como título de una
sección. Tomando esto en cuenta, y el hecho de que hay una porción inicial, el libro tiene el siguiente arreglo.

LA CREACION 1:1–2:3

LAS GENERACIONES DE LOS CIELOS Y LA 2:4–4:26


TIERRA

LAS GENERACIONES DE ADAN 5:1–6:8

LAS GENERACIONES DE NOE 6:9–9:29

LAS GENERACIONES DE SEM, CAM Y JAFET 10:1–11:9

LAS GENERACIONES DE SEM 11:10–26

LAS GENERACIONES DE TARE 11:27–25:11

LAS GENERACIONES DE ISMAEL 25:12–18

LAS GENERACIONES DE ISAAC 25:19–35:29

LAS GENERACIONES DE ESAU, PADRE DE 36:9–37:1


LOS EDOMITAS

LAS GENERACIONES DE JACOB 37:2–50:26

EL PRINCIPIO DE LA CREACION 1:1–2


El primer versículo de la Biblia establece en forma definitiva que el mundo no comenzó por sí mismo.
Dios lo creó. La frase con que se inicia el relato no se refiere a la eternidad, sino al principio del mundo como
se describe en este capítulo.
[p 7] EL UNIVERSO NO ES PRODUCTO DE
7
LA EVOLUCION
SINO DE LA MANO CREADORA DE DIOS
La palabra hebrea Elohim que se usa en este versículo es un término genérico. Significa “el fuerte” o “dei-
dad suprema”. En su estructura, encierra pluralidad en la unidad. Este concepto se confirma en Génesis 1:26
y da lugar para creer que la Trinidad, que se desarrolló como doctrina en el Nuevo Testamento, estaba pre-
sente en ese nombre ya desde el principio del mundo.
El Fuerte o Todopoderoso creó los cielos y la tierra de la nada. La falta de materia prima no fue problema.
Véase Hebreos 11:3.
Génesis 1:2 indica que la creación mencionada en el primer versículo estaba incompleta. La primera
cláusula introduce dos adjetivos para describir la condición de la tierra y hace caso omiso de los cielos. Los
adjetivos que utiliza son: “desordenada” y “vacía”. El primero implica “sin forma” y el segundo “sin habitan-
tes”.
La última parte del versículo presenta dos deficiencias más: había tinieblas sobre todo lo creado hasta ese
momento y lo que yacía debajo de las tinieblas era el abismo. Todo el lenguaje de este texto describe una tur-
bulencia de aguas sobre las cuales “el Espíritu de Dios se movía”, protegiendo y participando de la obra crea-
dora.
Aunque no es el propósito de Génesis definir la doctrina de la Trinidad, es interesante observar la partici-
pación de los tres miembros de ella en la creación. Otros pasajes bíblicos aclaran bien esta premisa. Basta
mencionar el salmo 139 para ilustrar el papel que el Padre tuvo en la creación. Job 26:13 [p 8] y Salmos
104:30 mencionan la participación del Espíritu Santo en el proceso. Otros pasajes enfocan al Señor Jesucristo
como el creador de todo lo que existe (Juan 1:3, Colosenses 1:16).

¡PENSEMOS!

Se nos indica la gran tarea que estaba por delante. Era ne-
cesario:

quitar las tinieblas,

calmar las aguas,

dar forma a la tierra y

poblar la tierra.

LOS DIAS DE LA CREACION 1:3–2:3


En Génesis 1:3–2:3, Dios ahuyenta las tinieblas, arregla las aguas, pone todas las demás cosas en orden y
crea habitantes para poblar la tierra. Una clave para entender el orden de eventos de los días de la creación
es considerar que el Señor está alistando la tierra para el uso del hombre, quien es la cumbre de su creación.
La huida de las tinieblas. 1:3–5
En el primer día, Dios creó luz para eliminar las tinieblas que cubrían la faz de la tierra. La luz apareció
sólo porque él lo ordenó: “Sea la luz, y fue la luz”. En el salmo 33, testimonio elocuente del poder creador de
la divinidad encontramos en el versículo 9 las siguientes palabras alusivas: “Porque él dijo, y fue hecho; él
mandó y existió”. Algunos aseveran que era imposible tener luz en el primer día de la creación, porque el sol
no fue creado sino hasta el cuarto día. Pero, ¿no es lógico pensar que aquel que es la luz [p 9] puede alum-
brar al mundo entero sin otra fuente lumínica?
Dios calificó de “buena” a la luz que había creado y separó la luz de las tinieblas. También les puso nom-
bre. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas “noche”.
LA LUZ Y LAS TINIEBLAS SE USAN EN LA
BIBLIA COMO SIMBOLOS DEL BIEN Y DEL MAL
8
DEBEMOS ANDAR EN LUZ PARA MANTENER
NUESTRA COMUNION CON DIOS. 1 JUAN 1:7
El arreglo de las aguas. 1:6–10
El segundo día Dios comenzó el arreglo de las aguas para que el hombre pudiese habitar la tierra y usarla
para sus cultivos y la cría de animales.
La necesidad de crear una expansión en medio de las aguas implica que antes estaban contiguas las aguas
que cubrían la superficie de la tierra y las que estaban en las nubes. Evidentemente existía una neblina muy
espesa que impedía la visibilidad y hacía que la tierra fuera inútil para ser ocupada por el hombre. A su pa-
labra se hizo la expansión y las aguas de abajo se separaron de las de arriba. “Y llamó Dios a la expansión
cielos” (1:8). Sobre ella quedó suspendida una gran masa de agua en forma de vapor que regaba la tierra
antes de comenzar a llover en el tiempo del diluvio. Las aguas sobre los cielos son las nubes.

¡PENSEMOS!

Vea el contraste entre lo dicho con respecto a la obra reali-


zada el segundo día y lo que se dijo al finalizar el trabajo del
primero. ¿Qué calificativo le falta? ¿Por qué?

[p 10] La creación de plantas y árboles. 1:11–12


La obra creadora del tercer día no menciona la expansión porque su actividad se limitó a las aguas que
estaban debajo de los cielos. Por orden divina se juntaron en un lugar y se descubrió lo seco, el cual fue lla-
mado “tierra” y la reunión de las aguas “mares” (1:10). Habiéndose completado el arreglo de las aguas, aun
antes de terminar el tercer día, Dios calificó de “bueno” su trabajo.
Ya con un espacio seco y listo, Dios procedió a colocar plantas y árboles en la tierra para el uso del hom-
bre. Las plantas debían producir hierba que diera semilla y los árboles fruto “cuya semilla está en él” (1:11–
12). La expresión “según su género” pone límites que las distintas variedades reproductivas no pueden tras-
pasar.
La aparición de las lumbreras. 1:14–19
No sabemos a ciencia cierta qué fuente de luz usó Dios durante los primeros tres días de la creación. Del
cuarto día en adelante no cabe la menor duda, porque aparecieron las dos grandes lumbreras para llevar a
cabo sus funciones específicas.
Antes de considerarlas, tomemos en cuenta que el enfoque de la creación cambia de la tierra a los cielos.
El sol y la luna aparecieron “en la expansión de los cielos”. Anteriormente observamos que el trabajo creador
en la tierra había quedado incompleto. Ahora vemos la misma situación con referencia a la obra creadora en
los cielos. El sol y la luna ya existían como parte de la creación de “los cielos y la tierra” en Génesis 1:1. En el
cuarto día se completó el proceso. Recibieron órdenes y comenzaron a llevar a cabo sus funciones.
[p 11] LOS PROPOSITOS DEL SOL Y LA LUNA SON:
1. DISTINGUIR ENTRE EL DIA Y LA NOCHE
2. SERVIR DE SEÑALES
3. SEPARAR LAS ESTACIONES
4. DAR LUZ A LA TIERRA
Conviene notar que la frase: “Y fue la tarde y la mañana el día cuarto” es igual a lo que se ha dicho al fi-
nalizar el trabajo de cada día de la creación. No comienza con el día que aparecieron el sol y la luna. Esos
días no representaban eras geológicas, sino días de 24 horas.
LOS DIAS DE LA CREACION TIENEN 24 HORAS.
EN EL A.T., LA PALABRA “DIA”
USADA CON UN ADJETIVO NUMERAL
9
SIEMPRE SIGNIFICA UN DIA SOLAR.
Aves y Criaturas Marinas. 1:20–23
En el quinto día el Creador comenzó el proceso de poblar la tierra y el mar. En resumen, podemos decir
que aparecieron por orden divina las aves y criaturas marinas. Observemos que Dios había preparado con
anterioridad la expansión para el vuelo de las aves, y los mares para los seres del mar. Después les ordenó
fructificar y multiplicarse y Ilenar sus respectivos habitats.
El día cumbre de la creación. 1:24–31
Al inicio del sexto día, Dios hizo tres clases de animales terrestres: ganado, reptiles y bestias. Cada cual
fue hecho según su género. Esa ley fijada en el principio de la creación [p 12] sigue en vigor. Hay límites bien
marcados que impiden que las diferentes especies se entremezclen en la reproducción.
EL HOMBRE TIENE UN LUGAR UNICO
EN LA CREACION.
FUE CREADO A LA IMAGEN DE DIOS
Antes que el hombre fuera creado, se Ilevó a cabo una sesión cumbre. El Señor dijo: “Hagamos al hombre
a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. En esa consulta participaron los tres miembros de la Tri-
nidad. Como ya hemos observado, cada uno jugó un papel muy importante en la creación. Era lógico que
consultaran entre sí antes de compartir su imagen con una de sus criaturas (1:27–28).
Esa semejanza no es física, porque Dios no tiene forma física. Sin duda se refiere a los aspectos distintivos
del hombre: su intelecto, vida, personalidad, emociones y capacidad de comunión espiritual con Dios. Cuan-
do el hombre pecó, perdió su condición santa, pero aún retiene su intelecto, emociones y voluntad (Génesis
9:6; Santiago 3:9).
EL MANDATO (1:28) DE:
FRUCTIFICAR,
MULTIPLICARSE,
LLENAR LA TIERRA,
VINO ANTES DE LA CAIDA DEL HOMBRE.
Otra evidencia de la posición privilegiada del hombre es que Dios le dió dominio sobre el resto de la crea-
ción (1:28–30; 2:19). Es más, le ordenó sojuzgarla, y señorear “en [p 13] los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Asimismo le dio el derecho de comer de todas las
plantas, pero no le permitió consumir carne sino hasta después del diluvio (9:3).
El Creador terminó su gran obra mencionando el mismo calificativo que había aplicado a cada una de las
anteriores, pero ahora es evidente que tiene en mente el trabajo en su totalidad: “Y vio Dios todo lo que había
hecho y he aquí que era bueno en gran manera.”

¡PENSEMOS!

¿Qué calificativos aplica usted a la creación? Al contem-


plarla, ¿qué emociones surgen en su alma? En palabras conci-
sas y a grandes rasgos, procure recordar lo que fue creado ca-
da día.

El séptimo día. 2:2


El séptimo día Dios reposó “de toda la obra que hizo” (2:2). No es que estuviera cansado, porque el Todo-
poderoso no se cansa. Hay buena evidencia en otros pasajes bíblicos de que él quiso dar ejemplo a los seres
humanos.
10
En Génesis 2:4 se introduce otro nombre para el Señor: “Jehová” que es su nombre más importante en el
Antiguo Testamento. Significa “el Autoexistente” y “el Redentor de Israel” (Exodo 3:14 y 6:6). Aparece men-
cionado 6,823 veces en el Antiguo Testamento.
Después de crear al hombre del polvo de la tierra, Dios lo puso en un huerto que había plantado en Edén
(2:8). Estaba ubicado probablemente en lo que hoy conocemos como Irak. Llegamos a esta conclusión porque
dos de los cuatro ríos mencionados que se localizan en su territorio son los bien conocidos Tigris (Hidekel) y
Eufrates (2:14).
El hombre recibió privilegios casi ilimitados en cuanto a [p 14] comer de los árboles del huerto, salvo una
restricción: el árbol de la ciencia del bien y del mal. Se le advirtió: “el día que de él comieres, ciertamente
morirás” (2:17).

¡PENSEMOS!

¿Qué lecciones prácticas se desprenden del hecho de que


Dios reposó de su obra? Según Génesis 2:15, el trabajo se inició
antes de la caída en el pecado. ¿Qué dice esto en cuanto al va-
lor del trabajo?

EL PRIMER MATRIMONIO 2:18–25


Tomando en cuenta la soledad del hombre, Dios le adormeció, sacó una costilla de su costado y de ella
hizo a la mujer como su ayuda idónea. Los puntos más sobresalientes de ese matrimonio modelo son los si-
guientes:
UN MATRIMONIO MODELO
1. Iniciado por Dios (2:18).
2. Una relación heterosexual (2:22).
3. Una relación monógama (2:21–22).
4. La mujer fue tomada del costado del hombre, no de sus pies (2:21–22).
5. Una relación interdependiente (2:18, 23).
6. Una relación permanente (2:24a y b).
7. Una relación íntima (2:24c).

¡PENSEMOS!

¿Qué podemos hacer para acercarnos más a ese modelo?


¿Qué significado observa en las palabras: “Por tanto dejará el
hombre a su padre y a su madre”?
11
[p 15]

2
La Entrada del Pecado en el Mundo
Génesis 3–5
LA PRIMERA TENTACION 3:1–5
¡Hubiera sido ideal vivir en el huerto de Edén! Con razón también se le Ilama paraíso. Allí el hombre go-
zaba de una comunión íntima con Dios y con poco esfuerzo de su parte, las plantas y árboles producían todo
lo necesario para la vida material. Todo iba muy bien hasta que apareció un día un visitante. Se menciona
por primera vez en Génesis 3:1 donde se le Ilama “la serpiente” y se dice que era más astuta que todos los
animales.
Inmediatamente se puso de manifiesto su verdadero carácter, tergiversando y exagerando las cosas. Pre-
guntó a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (3:1). Ella quiso corre-
girlo, pero cayó en la trampa del tentador al mezclar la verdad con la mentira. Correctamente dijo que Dios
les había dado permiso de comer de todos los árboles con una sola excepción. Si [p 16] querían evitar la
muerte, no debían comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (2:17). Pero ella también mostró su capa-
cidad de exagerar, agregando otra excepción: “ni le tocaréis” (3:3).
La serpiente contradijo lo que Dios había declarado, diciendo: “No moriréis” (3:4). Continúa su mentira,
acusando a Dios de sentirse intimidado por el hombre y la mujer; “porque sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (3:5).
¿A quién debía creer la mujer, a la serpiente o a Dios? Desafortunadamente, aceptó la mentira del tenta-
dor. En su caída dio tres pasos fatales: “Vio,…tomó…y comió” (3:6).
LA SEGUNDA VICTIMA DE LA TENTACION 3:6–7
Hay instancias en que no conviene ser generoso. El que está enfermo hace bien en no compartir su en-
fermedad con otros. El que peca debiera pecar a solas también. Pero desafortunadamente no ocurre así en la
vida. La mujer estableció la pauta para todos los seres humanos: “y dio también a su marido, el cual comió así
como ella” (3:6).
NADIE PECA A SOLAS EN LA VIDA.
EL PECADO ES MUY CONTAGIOSO
Y CONTAMINA A OTROS
El resultado inmediato del pecado fue que sus ojos fueron abiertos, conocieron que estaban desnudos y se
cubrieron con hojas de higuera para procurar tapar su desnudez. Se Ilenaron de un enorme sentido de cul-
pabilidad.

[p 17] ¡PENSEMOS!

Apocalipsis 12:9 identifica a “la serpiente antigua” como


“diablo y Satanás”. ¿Con qué otras criaturas es comparado?
¿Cuáles son algunas de sus metas? San Pablo dijo en 2 Corin-
tios 2:11: “pues no ignoramos sus maquinaciones”. ¿Cuáles
son algunas de ellas? ¿Cuál debe ser nuestra respuesta a la ten-
tación? ¿Cómo podemos evitar contagiar a otros con nuestros
pecados? ¿Cuál va a ser el fin de Satanás?

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO 3:8–24


12
Dios había advertido a Adán y su mujer que “el día” que comieran del fruto prohibido morirían. ¿Qué
significaba aquella muerte? No murieron físicamente aquel día. Es probable que la muerte física estaba in-
cluida en el juicio, cuyo proceso comenzó entonces. Pero, ¿qué pasó en ese día en particular?
Perdieron la comunión con el Señor: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que paseaba en el huerto, al aire del
día; y el hombre y la mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (3:8).
Antes no tenían miedo de la presencia de Dios pero ahora, sí.
LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE
(Romanos 6:23).
LA PERDIDA DE LA COMUNION CON DIOS
ES UNA MUERTE MAS TRISTE
QUE LA MUERTE FISICA.
[p 18] LA SENTENCIA 3:14–24

PARA LA SERPIENTE PARA LA MUJER 3:16 PARA ADAN 3:17–19


3:14–15

1. Maldita serás 1. Multiplicaré en gran manera los 1. Maldita será la tierra por tu causa;
entre todas las bes- dolores en tus preñeces.
2. Con dolor comerás de ella todos los días.
tias y entre todos los
2. Con dolar darás a luz los hijos;
animales. 3. Espinos y cardos te producirá,
3. Y tu deseo será para tu marido,
2. Sobre tu pecho 4. Y comerás plantas del campo.
andarás, 4. y él se enseñoreará de ti.
5. Con el sudor de tu rostro comerás el pan.
3. Y polvo comerás.
6. Al polvo volverás.
4. Pondré enemistad
entre tu simiente y
la simiente de la
mujer.
5. Esta te herirá en
la cabeza.

¿Cómo respondió Dios a esa actitud del hombre de ocultarse de su presencia? Podría haberlo dejado solo.
Eso era lo que merecía. Si lo hubiera tratado así, el hombre habría seguido totalmente alejado de Dios hasta la
fecha. “No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11). Pero no sucedió tal cosa. “Mas Jehová Dios Ilamó al
hombre, y le [p 19] dijo: ¿Dónde estás tú?” (3:9) ¡Bendito sea el nombre de nuestro Señor que por gracia to-
ma la iniciativa de buscar al pecador!
La respuesta del hombre evidenció que había participado en comer del fruto del árbol prohibido, pero allí
comienzan las excusas. El hombre echa la culpa a la mujer, y en forma indirecta a Dios mismo al decir: “La
mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (3:12).

¡PENSEMOS!

Reflexione acerca de su conversión a Cristo. ¿De qué ma-


nera lo buscó a usted el Señor? Parece que los seres humanos
no hemos mejorado mucho. Está de moda todavía la tendencia
de echar la culpa a otros por nuestros propios pecados. ¿Qué
habría hecho usted, si hubiera estado en el lugar de Adán? ¿Por
qué culpó la mujer a Satanás (3:13)?

En Génesis 3:15 se vislumbra por primera vez el evangelio. “La simiente de la mujer” es una referencia a
nuestro Señor Jesucristo. La simiente de Satanás son sus seguidores (Juan 8:44 y Efesios 2:2). En la cruz, Sata-
nás hirió a Cristo en el calcañar, una herida leve, pero Cristo le dio un golpe mortal, hiriéndolo en la cabeza.
13
Después de escuchar esa lista de juicios, Adán dio a su mujer el nombre de Eva, que significa: “madre de
todos los vivientes” (3:20).
Antes de echar a Adán y Eva del huerto, el Señor se mostró misericordioso una vez más. Les hizo “túnicas
de pieles, y los vistió” (3:21). Las pieles, obtenidas por el derramamiento de la sangre de animales, fueron
provistas para la restauración de su comunión con Dios y probablemente un tipo de nuestro Señor Jesucristo
(Hebreos 9:22).
[p 20] Jehová puso querubines al oriente del huerto de Edén, “y una espada encendida que se revolvía por
todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (3:24). Los querubines se asocian con la santidad de
Dios. Véanse Ezequiel 1:5y Apocalipsis 4:6.
LA PRIMERA PROLE 4:1–26
Hasta entonces no habían nacido niños. No sabemos si el hombre y la mujer habían tenido relaciones
sexuales en el huerto. La Biblia sencillamente no lo menciona. Pero ahora sí, y el resultado fue el nacimiento
de Caín. La mujer demuestra fe y gratitud a Dios al decir: “Por voluntad de Jehová he adquirido varón” (4:1).
El segundo en nacer fue Abel. Este fue pastor de ovejas y el primero, labrador de la tierra. Después de pa-
sar algún tiempo, ambos trajeron ofrendas a Jehová. Cada cual del producto de su trabajo; Caín del fruto de
la tierra y Abel de los primogénitos de sus ovejas. Por razones no dadas en el contexto, Dios se agradó de Abel
y su ofrenda, “pero no miró con agrado a Caín ni a la ofrenda suya” (4:4–5). Es probable que la ofrenda de
este último no fuera aceptada debido a su actitud hacia Dios.
Caín se enojó mucho. Sin embargo, Jehová le ofreció la oportunidad de arrepentirse haciéndole la adver-
tencia de que si no hacía el bien, el pecado estaría a sus puertas para sorprenderle (4:6–7).
EL PRIMER HOMICIDIO VV. 8–10
Después Caín invitó a Abel a salir al campo, y allí lo mató. No hay evidencia de una provocación de parte
de [p 21] Abel. Es muy posible que Caín guardara algún rencor en su corazón aun antes de presentar su
ofrenda al Señor. Eso explicaría el hecho de que se enojara tanto cuando ésta fue rechazada. El asesinato de
su hermano hizo patente que había en su corazón una raíz de amargura muy profunda.
EL HIJO SABIO ALEGRA AL PADRE,
PERO EL HIJO NECIO ES TRISTEZA DE SU MADRE.
(Proverbios 10:1).
El pecado de Caín no pasó desapercibido. Jehová, quien todo lo ve, se fijó en él y le preguntó por su her-
mano. Su contestación refleja su espíritu hosco: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (4:9) Dios lo
hizo responsable del derramamiento de la sangre de Abel, diciéndole: “La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra” (4:10).
El Castigo de Caín vv. 11–16
1. Maldito seas tú de la tierra (4:11).
2. La tierra no te producirá (4:12a).
3. Serás errante y extranjero en la tierra (4:12b y c).
En el caso de Adán, la tierra fue maldita por su pecado. Las cosas empeoraron con Caín. El peso de su cul-
pa cayó sobre él mismo (4:11), y siendo él labrador de la tierra (4:2), fue ahuyentado de ella.
Para evitar que fuese asesinado, Dios le puso una señal. Después, “Salió Caín de delante de Jehová y habi-
tó en tierra de Nod, al oriente de Edom” (4:16). Allí su mujer, que evidentemente era hija de Adán (5:4) le
dio hijos.
[p 22] Uno de sus descendientes, Lamec, trajo sobre la familia dos penas muy drásticas. Introdujo la bi-
gamia al mundo y se vanagloriaba de su espíritu vengativo (4:19–24).
Generalmente atribuimos sólo mal a Caín y sus descendientes, pero también hicieron su contribución a
las bellas artes y artes manuales (4:19–24).
14
Dios dio a Adán y Eva otro hijo, Set, para reponer a Abel (4:25). Set también tuvo un hijo, y le puso por
nombre Enós (4:26). En sus días, “los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (4:26). En esa
instancia, vemos la primera evidencia de crecimiento espiritual después de la muerte de Abel.
DESDE ADAN HASTA NOE 5:1–32
La genealogía de Adán en este capítulo sólo menciona a su hijo Set. No hay ninguna referencia a Caín. La
razón más probable es que como la Biblia entera gira alrededor de la historia de Jesucristo, Set está en su li-
naje y Caín no. Véase Lucas 3:23–38.
Hay un contraste interesante entre los adjetivos descriptivos referentes a los comienzos de Adán y Set.
Adán fue creado según la imagen de Dios (1:26). Adán “engendró un hijo a su semejanza” (5:3), la cual era
pecaminosa debido a la caída.
La lista es triste. Cada referencia a los patriarcas, con la excepción de Enoc (5:22), termina con la frase,
“y murió”. Cada vez que se repite la frase, trae a la memoria la consecuencia del pecado. Compare Génesis
2:17 con Romanos 5:12. No obstante la certidumbre de la muerte, aquellos hombres vivían un promedio de
912 años.

[p 23] ¡PENSEMOS!

“Lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas


6:7). ¿Cuántas evidencias de esa verdad se ven en la vida de
Adán? (Génesis 3–5:32) ¿Cómo se aplica esa verdad en la ac-
tualidad? En una concordancia bíblica busque las referencias
que se hacen de Caín. ¿Qué conclusiones podemos sacar de
ellas? ¿Qué pasó con Enoc? ¿Qué relación especial tuvo él con
Dios?

Génesis 5 termina con una declaración profética que ofrece esperanza: “Lamec…engendró un hijo; y
llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa
de la tierra que Jehová maldijo” (5:28–29).
15
[p 25]

3
Destrucción y Caos
Génesis 6:1–8:19
El alivio que Lamec profetizó acerca de su hijo Noé, tardaría algún tiempo en realizarse. El capítulo seis
de Génesis comienza con evidencias asombrosas de la decadencia moral de los seres humanos.
LAS CAUSAS DEL DILUVIO 6:1–6
LA MALDAD DE LOS HOMBRES
ERA MUCHA EN LA TIERRA
CONTINUAMENTE PENSABAN SOLO EN EL MAL
El descenso espiritual comenzó en el huerto de Edén cuando nuestros padres Adán y Eva, hicieron caso
omiso a la palabra de Dios y en su lugar acataron las palabras engañosas de Satanás. Empeoró con el asesina-
to de Abel por su hermano Caín, y no obstante el ejemplo de fe de Set, en [p 26] tiempos de Noé era ya insos-
tenible.
También el aumento de la población tuvo que ver con ese mal (6:1). El crecimiento demográfico en sí se
debió a la longevidad de los hombres. Como suele suceder en las relaciones humanas, “los hombres” miraban
con admiración a las hermosas hijas de los hombres, y “tomaron para sí mujeres” (6:2).
Pero aquellos no eran hombres comunes y corrientes. El texto bíblico los llama “hijos de Dios” (6:2). En el
Antiguo Testamento, esa expresión se refiere a los ángeles casi exclusivamente. Véase Job 1:6; 2:1; 38:7. Por
supuesto eran ángeles caídos que habían hecho su morada en hombres y así cohabitaban con mujeres para
engendrar seres humanos, que llegaron a ser varones de renombre en la tierra (6:4). Se cree que debido a ese
pecado tan grave, esos ángeles caídos fueron encarcelados en el infierno. Véase 2 Pedro 2:4 y Judas 6. Por lo
tanto, no es muy probable que tal pecado se repita, pero por lo acontecido podemos ver el enorme peligro de
caer en el desenfreno.
NO CONTENDERA MI ESPIRITU CON EL
HOMBRE PARA SIEMPRE
Génesis 6:3
El corazón del hombre se había endurecido tanto, que el Espíritu Santo estuvo a punto de abandonarlo a
su maldad, dejando de convencerle de pecado. “Más serán sus días ciento veinte años” (6:3). Probablemente
tenemos en estas palabras una referencia al período de tiempo que quedaba antes del comienzo del juicio del
diluvio. Al finalizar esos años ya no habría más gracia para esos seres humanos tan [p 27] perversos y co-
rruptos.
Tal era la degeneración de los hombres, que la Biblia agrega: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (6:6). Esta referencia a que Dios se arrepintió es un antropo-
morfismo, o sea la atribución de una característica humana al Señor.
LA CUMBRE DE LA CREACION DESCENDIO
AL ABISMO, PISOTEANDO A SU CREADOR
Y DESPRECIANDO EL PRIVILEGIO
DE LLEVAR LA IMAGEN DIVINA,
POR LO QUE NO QUEDABA MAS REMEDIO
El juicio pronunciado 6:7
16
Al describir el juicio, Dios no vuelve a ofrecer a los hombres otra oportunidad de arrepentirse; serían raí-
dos de sobre la faz de la tierra:

1. Los hombres, 3. Los reptiles, y


2. Las bestias, 4. Las aves.

PERO NOE HALLO GRACIA


ANTE LOS OJOS DE JEHOVA.
NOE, VARON JUSTO,
ERA PERFECTO EN SUS GENERACIONES;
Y CAMINO CON DIOS.
Salvación para un hombre justo 6:8–7:9
Noé era muy diferente de los demás hombres, lo que lo hace admirable a nosotros los creyentes en Cristo.
El “qué dirán” de sus compatriotas no ejercía ninguna influencia [p 28] sobre él. Según Hebreos 11:7 se salvó
por la fe, la cual se evidenciaba en su andar diario.
Antes de comenzar la destrucción, Dios confió a Noé sus planes del juicio inminente (6:13). Le ordenó
preparar el arca de madera, dándole las dimensiones (6:14–16). (Un codo equivale a unos cuarenta y cinco
centímetros.) Le anunció que el instrumento del juicio sería un diluvio (6:17), que de acuerdo al pacto que
haría con él, entraría en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos (6:18). Le instruyó a meter
también en el arca dos animales de cada especie; macho y hembra, incluyendo a aves, bestias y reptiles.
Habría de llevar además suficiente alimento para las personas y las otras criaturas (6:19–21).
HIZO NOE CONFORME A TODO
LO QUE DIOS LE MANDO.
Una vez terminada la construcción del arca, Noé y toda su casa recibieron la orden de entrar (7:1a). Se da
la razón que tuvo el Señor para escoger a Noé: “porque a ti he visto justo” (7:1b). Después se amplían las
instrucciones referentes a los animales. En 6:19 Dios le dijo que metiera en el arca “dos de cada especie.” En
7:2–3 sus órdenes cambian al parecer. No hemos de sospechar una contradicción. En el primer incidente, la
preservación de la especie estaba en mente. En el segundo, se amplió el número de animales limpios para
hacer provisión para los sacrificios. Véase 8:20.
Noé entró en el arca con su familia y los animales siete días antes de comenzar a caer las aguas del dilu-
vio. Dios le dijo que haría “llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches” (7:4b). Una vez más vemos
esa frase que describe la [p 29] obediencia característica de Noé: “E hizo Noé conforme a todo lo que le man-
dó Jehová” (7:5).
Probablemente los demás hombres se burlaron del patriarca cuando subió al arca. El “pregonero de justi-
cia” (2 Pedro 2:5) había estado predicando la misma locura por ciento veinte años. ¿Por qué hacerle caso
ahora?
El diluvio 7:10–8:19
En ese triste estado se encontraban cuando comenzaron las lluvias siete días después. “Aquel día fueron
rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (7:11). No sabemos si
los pecadores hicieron algún esfuerzo para salvarse, pero ya era demasiado tarde. Además Jehová había ce-
rrado la puerta (7:16).
Llovió durante cuarenta días y noches (7:12). Las aguas cubrieron todos los montes (7:19), y subieron
por encima de ellos unos siete metros (7:20). “Y murió toda carne” (7:21). “Prevalecieron las aguas sobre la
tierra ciento cincuenta días” (7:24).

¡PENSEMOS!

Génesis 6:6 dice: “Y se arrepintió Jehová.” En cambio Malaquías


3:6 dice: “Porque yo Jehová no cambio”. Sabemos que la Biblia no con-
17
tiene contradicciones. ¿Cómo explica usted estos dos pasajes? La Biblia
dice que Noé era varón justo. ¿Qué piensa respecto a los otros que se
salvaron, eran justos también? ¿Qué lecciones prácticas podemos sacar
del ejemplo de Noé? ¿Cree que era la voluntad de Dios destruir a todos
los seres humanos? ¿Cuál fue su propósito al salvar a algunos sola-
mente?

[p 30] LA CRONOLOGIA DEL DILUVIO

FECHA

EVENTO MES DIA CITA BIBLICA

Noé entra en el arca 2 10 7:7–9

Comienzan las lluvias 2 17 7:10–11

Se detienen las lluvias 3 27 7:12


fuertes 40 días más
tarde.

Decrecen las aguas 7 17 7:24; 8:4


prevalecientes y el
arca descansa sobre
el monte 110 días
después.

Se ven las cimas de 10 1 8:5


los montes 74 días
más tarde.

Envió un cuervo y 11 11 8:6–9


una paloma 40 días
después. Ambos re-
gresaron.

Envió la paloma 7 11 18 8:10


días después, y regre-
só con una hoja de
olivo.

Envió la paloma la 11 25 8:12


tercera vez a los 7
días y no regresó.

Noé vio tierra seca. 1 1 8:13

Se secó la tierra y Noé 2 27 8:14–19


salió del arca.

Un año y 17 días en el arca.


18
[p 31]

4
Un Nuevo Comienzo
Génesis 8:20–11:9
¿Puede imaginar las emociones que embargaban a Noé después de pasar un año y diecisiete días encerra-
do en un espacio limitado, con 45, 000 animales? ¿Qué habría hecho usted al salir del arca?
Noé hizo lo más correcto y loable. Edificó un altar y ofreció a Jehová un enorme holocausto. Para su sa-
crificio “tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia” (8:20). Dios se agradó de su ofrenda, y como un
presagio del pacto que haría con él, dijo en su corazón: “No volveré más a maldecir la tierra por causa del
hombre…Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el
invierno, y el día y la noche” (8:21–22).
A continuación, el patriarca y sus hijos recibieron una bendición del Señor y a la vez tres imperativos; los
mismos que había dado en Génesis 1:28: “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra” (9:1). Ya era tiempo
de proceder a un nuevo comienzo. La tierra había quedado casi despoblada una vez más. Con éste venía otra
prueba para el hombre.
[p 32] Los primeros hombres fracasaron. ¿Tendrían éxito los descendientes de Noé?
EL PACTO CON NOE 9:2–17
Al darle instrucciones acerca de la hechura del arca, Dios dijo a Noé: “Mas estableceré mi pacto contigo”
(Génesis 6:18). No le dio más detalles, excepto la promesa de salvarle a él, los demás miembros de su familia
y a los animales y aves (6:18–20). En este capítulo encontramos los detalles del pacto de Dios con Noé. Los
puntos más sobresalientes son:
1. El temor humano estaría sobre los animales (9:2).
2. El hombre podría comer de todo, incluyendo carne (9:2–3).
3. No podrían comer carne con su sangre (9:4).
4. La sangre del hombre sería demandada por Dios (9:5–6).
5. Noé y sus hijos se multiplicarían abundantemente (9:7).
6. No habría otro diluvio total (9:8–12).
7. El arco iris sería la señal del pacto (9:13–17).

¡PENSEMOS!

¿Por qué no podían comer la carne con su sangre? Com-


pare Génesis 9:4 con Levítico 17:10–11. ¿Por qué demandaría
Dios la sangre del hombre? (9:5–6) Esto se llama pena capital.
¿Está en vigor hasta la fecha? ¿Qué relación tienen estos versí-
culos con el aborto?

La embriaguez de Noé 9:18–24


Después de salir del arca con sus hijos Sem, Cam y Jafet, Noé comenzó a labrar la tierra. Al cosechar de la
viña que había plantado, “bebió del vino y se embriagó, y estaba [p 33] descubierto en medio de su tienda”
(9:18–21). Entró Cam, “el padre de Canaán”, vio la desnudez de su padre, y se lo contó a sus dos hermanos
que estaban afuera (9:22).
Algunos opinan que Noé desconocía la potencia del vino, aunque es más probable que sí conociera sus
efectos. Parece que tenía algún tiempo de labrar la tierra, porque Cam ya tenía un hijo, Canaán, que ya era
un joven. En este contexto, la Biblia no abunda acerca del pecado de Noé. Por otros textos bíblicos sabemos
19
que la embriaguez es un pecado deplorable. Es probable que el calor producido por el licor hiciera que Noé
se descubriera.
Lo que sí comenta este pasaje es el pecado de Cam. Al parecer vio con satisfacción la desnudez de su pa-
dre y luego se deleitó en contarlo a sus dos hermanos. Sem y Jafet tomaron la ropa de Noé, y andando para
atrás cubrieron su desnudez teniendo la vista puesta en dirección contraria para no verlo (9:23). Aunque la
prohibición de descubrir la desnudez del padre o la madre (Levítico 18:7) no había sido dada aún en el tiem-
po de Cam, la reacción de todos indica cierto conocimiento de lo inapropiado de su conducta.
Al despertar Noé de su embriaguez y enterarse de lo que había hecho Cam, pronunció una maldición so-
bre su nieto Canaán. Sería “siervo de siervos” de Sem y Jafet (9:24–25). No se da una explicación de por qué
la maldición cayó sobre Canaán en vez de Cam, pero se supone que mostraba el mismo desdén hacia las co-
sas sagradas. Por su parte, Sem y Jafet recibieron la bendición de su padre.
BENDITO POR JEHOVA MI DIOS SEA SEM
Y SEA CANAAN SU SIERVO
[p 34] Jehová sería el Dios de Sem y la fuente de su bendición. Los judíos o semitas son sus descendientes
directos. En los próximos capítulos se presentará evidencia de esto (9:26).
ENGRANDEZCA MI DIOS A JAFET,
Y HABITE EN LAS TIENDAS DE SEM,
Y SEA CANAAN SU SIERVO.
La palabra “Jafet” significa engrandecimiento. Su descendencia se esparciría por la tierra y prosperaría.
“Habite en las tiendas de Sem”, significa que las bendiciones espirituales dadas por Dios a Sem caerían sobre
los jafetitas también (9:27).
Hemos visto el cumplimiento principal de esa profecía después de la crucifixión de nuestro Señor Jesu-
cristo, quien siendo hijo de Dios, pertenecía a la descendencia de Sem por parte de María. Por su lado, los
descendientes de Jafet han gozado un enorme derramamiento de bendición espiritual por medio de él.
Noé sobrevivió al diluvio trescientos cincuenta años. Su vida entera constó de novecientos cincuenta años
(9:28–29).
Hasta ahora el nuevo comienzo ha sido triste. Noé se embriagó, su hijo Cam se deleitó en ver la desnudez
de su padre, y Canaán recibió la maldición de Noé en vez de su bendición. Sería siervo de siervos a Sem y
Jafet. La clave para entender esa tendencia está en las palabras: “dijo Jehová en su corazón: “Porque el intento
del corazón del hombre es malo desde su juventud” (8:21). Desde Noé, todos los seres humanos descendemos
de sus tres hijos. ¡Qué privilegio y qué reto! Pronto veremos cómo se comportaron.
[p 35] LOS DESCENDIENTES DE LOS HIJOS DE NOE 10:1–32
Las generaciones de Jafet se mencionan primero. Sus hijos fueron:
Gomer-Madai-Javán-Tubal-Mesec-Tiras (10:2)
No se dice mucho acerca del esparcimiento de estos hijos de Jafet. Sabemos que de ellos “se poblaron las
costas” (10:5). Se extendieron “por territorio euroasiático desde los mares Negro y Caspio hasta España” (Bi-
blia de Estudio Ryrie).
Cam tuvo sólo cuatro hijos:
Canaán-Fut-Mizraim-Cus-(10:6–20)
Poblaron Africa y después se asentaron a lo largo de la costa mediterránea de ese continente. Nimrod, hijo
de Cus, (10:9–12) llegó a ser uno de los más famosos descendientes de Cam. De Mizraim descienden los filis-
teos (10:13–14), enemigos perpetuos de los Israelitas. Los cananeos habitaban en Palestina mientras los israe-
litas peregrinaban hacia esa tierra con órdenes de destruirlos (Deuteronomio 7:1–26).
Los hijos de Sem fueron:
Aram-Lud-Arfaxad-Asur-Elam (10:21–31)
20
Al leer lo que Moisés escribió acerca de estos semitas, es evidente que quería hacer hincapié en los des-
cendientes de Arfaxad (10:24–30). Poco se dice de Aram (10:23), y los otros tres no se mencionan más en
este capítulo.
[p 36] ARFAXAD ENGENDRO A SALA
Y SALA ENGENDRO A HEBER 10:24
Esta frase es de suma importancia para el resto de la Biblia. Es muy probable que la palabra hebreo pro-
venga de Heber. A éste le nacieron dos hijos, Peleg y Joctán (10:25). Peleg significa división: “porque en sus
días fue repartida la tierra (10:25), probablemente una referencia a la dispersión mencionada en 11:9. En la
última parte del capítulo 11 surgen más detalles acerca de los descendientes de Peleg. Joctán fue el padre de
muchos hijos. Parece que todos llegaron a ser fundadores de tribus arabes. De estos descendientes de Noé se
originaron todas las naciones después del diluvio (10:32).
EL CAOS LINGUISTICO 11:1–9
En aquel entonces todos los seres humanos tenían un solo lenguaje y todos hablaban las mismas palabras
(11:1). “Hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron alli” (11:2). La región de Ararat (8:4) es
el centro del cual la raza humana comenzó a esparcirse después del diluvio. Sinar estaba situada al sureste de
Ararat. Era un valle muy fértil. La región es mejor conocida por su asociación con Babilonia.
Los hombres decidieron hacer ladrillos y usarlos para erigir “una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue
al cielo; y hagámonos un nombre por si fuéremos esparcidos sobre la faz de la tierra” (11:3–4). Sus deseos
estaban en contra de la voluntad de Dios, quien les había dicho en 9:1 que debían llenar la tierra. Al apiñarse
en una sola ciudad estarían [p 37] desobedeciendo este mandato. Tampoco pensaban glorificar a Dios al de-
cir “hagámonos un nombre”. Jehová estaba muy descontento con esa actuación de los hombres, e impuso un
castigo muy drástico (11:5–7).
DESCENDAMOS, Y CONFUNDAMOS ALLI
SU LENGUA, PARA QUE NINGUNO
ENTIENDA EL HABLA DE SU COMPAÑERO.
Dios los esparció por toda la tierra y confundió sus lenguas. Suspendieron la edificación de la ciudad, cu-
yo nombre era Babel, que significa confusión (11:8–9).

¡PENSEMOS!

¿Tuvieron éxito espiritual los descendientes de Noé? ¿A


qué se debió su fracaso espiritual? ¿De cuál de los tres hijos de
Noé descendieron los judíos? Repase Génesis 11:4 y apunte
todas sus observaciones acerca de la idea de edificar la Torre de
Babel.

[p 38]
21
[p 39]

5
Los Descendientes de Sem
Génesis 11:10–32
Hay momentos muy cruciales y decisivos en la vida. Desde el punto de vista de la soberanía de Dios, estos
momentos son parte del plan divino. Este es el caso de Sem, Cam y Jafet. Cam recibió una maldición de Dios.
Sem y Jafet recibieron su bendición aunque Sem recibió una mayor porción. ¿Por qué? La respuesta más co-
rrecta es que se debió únicamente a la gracia de Dios y nada más. Jehová no tuvo que consultar con nadie
para tomar la decisión y no tenía que rendir cuentas a nadie.
Ya se ha establecido en Génesis 10 que del linaje de Sem nació un niño de nombre Heber. Era bisnieto de
Sem (10:21–24). Heber tuvo dos hijos, Peleg y Joctán. Se habla mucho de los hijos de este último en Génesis
10. En cambio, poco se dice de los hijos de Peleg. Lo único que se menciona es que “en sus días fue repartida
la tierra” (10:25).
Pero en el capítulo once, los descendientes de Peleg se destacan y no se dice absolutamente nada referente
a Joctán [p 40] y sus generaciones (11:16–26). Hay una razón especial para esto porque los eventos toman
un giro distinto. Dios estaba preparando el escenario para la presentación de Abram, hijo de Taré, descen-
diente de Peleg y no de Joctán (11:16–26).
EN LOS DIAS DE PELEG
COMENZARON A REDUCIRSE
LOS AÑOS DE VIDA DE LOS HOMBRES
Peleg tuvo otro distintivo. En sus días comenzaron a acortarse las edades de los hombres que habitaban
sobre la faz de la tierra. Sus antepasados inmediatos vivieron unos cuatrocientos treinta años (11:13–17),
pero Peleg vivió únicamente doscientos treinta y nueve años (11:18–19).

¡PENSEMOS!

En los tres párrafos anteriores se mencionan por lo menos


tres cosas importantes acerca de Peleg. ¿Cuáles son? De las
tres, ¿cuál es la más importante? ¿De cuál de los hijos de Noé
nació Peleg? ¿Por qué fue escogido él en vez de su hermano,
Joctán, para pertenecer al linaje de Abram?

Tenemos en la Biblia muy poca información biográfica acerca de Taré. Los puntos más destacados son:
1. Era de Ur de los caldeos (11:28; 31).
2. Era padre de tres hijos: Abram, Nacor y Harán (11:26–27).
3. Era abuelo de Lot (11:27; 31).
4. Murió en Harán (11:31–32).
5. [p 41] Vivió pocos años (11:32).
6. Fue idólatra (Josué 24:2).
Sem todavía vivía cuando nació Taré. Tenía trescientos veinte años. La Biblia nunca menciona la fe de
Sem, pero es lógico creer que la fe de Noé ejerció una influencia positiva en su vida. Al menos le salvó la vida
durante el diluvio. ¡Qué triste el hecho de que tres siglos más tarde, su descendiente Taré practicaba la idola-
tría!
Harán su hijo murió algo joven, estando la familia todavía en Ur de los caldeos (11:28). El texto bíblico
dice literalmente: “Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento”. Es raro que un hijo
22
muera antes que su padre. Vale la pena tomar nota de la brevedad e incertidumbre de la vida y de la impor-
tancia de estar preparado para el encuentro con Dios.
TODA CARNE ES COMO HIERBA,
Y TODA LA GLORIA DEL HOMBRE
ES COMO FLOR DE LA HIERBA.
LA HIERBA SE SECA,
Y LA FLOR SE CAE (1 PEDRO 1:24).
Harán dejó un solo hijo, Lot, (11:27–28) el cual llegó a ser más famoso que su padre. Parece que éste
quedó al cuidado de su abuelo después del fallecimiento de Harán (11:31). Taré salió de su tierra, Ur de los
caldeos, con Abram, Sarai y Lot para ir a Canaán, pero murió en Harán a los doscientos cinco años (11:31–
32).
El viaje por Harán se debió al hecho de que el camino más directo entre Ur y Canaán pasaba por un de-
sierto muy [p 42] inhóspito y poco propicio para los rebaños. Harán quedaba a medio camino, a unos nove-
cientos sesenta kilómetros al noroeste de Ur. Algunos opinan que Taré salió de Ur con el propósito de aban-
donar la idolatría. El hecho de haber ido a morar en Harán le resta credibilidad a esa teoría, porque esa ciu-
dad también estaba entregada a la adoración a la luna.
Nacor y Abram tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Nacor era Milca. En este contexto no
hay referencia a sus descendientes, pero en Génesis 22:20–24 es evidente que Nacor fue muy prolífico. De
Milca tuvo ocho hijos, y otros cuatro de su concubina, Reúma. Parece que cuando los demás salieron para ir
a Canaán, Nacor y Milca se quedaron en Ur. No están en la lista de Génesis 11:31.
Es interesante que aquí se toma nota del hecho de que “Sarai era estéril, y no tenía hijo” (11:30). El lla-
mamiento de Abram no se menciona en forma directa en el capítulo once de Génesis, pero sí hay una refe-
rencia indirecta en el versículo 31 donde leemos: “y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de
Canaán”. Hechos 7:2–3 dice claramente que el llamamiento llegó a Abram estando todavía en Ur de los cal-
deos.
Es muy posible que Abram también haya conocido a Sem. Tenía ciento diez años cuando falleció su ante-
pasado. De modo que en Sem tenemos un eslabón directo entre Noé y Abram, dos hombres de fe que han
impactado para bien a muchas generaciones.

¡PENSEMOS!

¿A qué se debió la decadencia de fe en el tiempo de Sem?


¿Qué desea usted en cuanto a la fe de sus hijos, de sus nietos y
de sus bisnietos? ¿Qué pasos está dando para realizar su deseo?
Haga una lista de los personajes más importantes que vivieron
entre Sem y Abram.
23
[p 43]

6
El Llamamiento de Abram
Génesis 12:1–20
Hasta este punto, los acontecimientos magnos fueron la creación del hombre, el diluvio, y el nuevo co-
mienzo después de éste. Ese nuevo principio se debió al fracaso espiritual del hombre. En la nueva oportuni-
dad que el Señor le concede, el hombre vuelve a fracasar. ¿Qué iba a hacer Dios? No podía volver a destruir
al mundo con otro diluvio porque así lo había prometido a Noé (9:11). Pero tenía que hacer algo, o los hom-
bres quedarían sumidos en el paganismo para siempre.
El Altísimo hizo algo muy sorprendente, que de nueva cuenta pone de manifiesto lo mismo que sucedió
en el huerto de Edén. Dios siempre toma la iniciativa en su relación con el hombre. En este caso, decidió re-
velarse a un hombre llamado Abram, que significa “padre exaltado”, para establecer una relación muy espe-
cial con él y sus descendientes (12:1–3).
En el primer versículo de Génesis 12 observamos una [p 44] transición muy importante. Si no la tuviéra-
mos, podríamos creer que el llamamiento de Abram había sucedido en Harán. El pasaje aludido dice: “Pero
Jehová había dicho a Abram”. Eso habla de una fecha anterior.
Hechos 7:2 lo pone aun más claro: “Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nues-
tro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán”.
El contenido del llamamiento de Abram es muy significativo:
LO QUE ABRAM DEBIA DEJAR 12:1
1. SU TIERRA
2. SU PARENTELA
3. LA CASA DE SU PADRE
Su nación, Ur de los caldeos, era una tierra pagana, entregada a la adoración de la luna. Con razón Dios
quería sacarlo de allí. Ya hemos visto que su padre se había contaminado de la idolatría de sus paisanos (Jo-
sué 24:2). Había llegado el tiempo de abandonar todo eso y comenzar de nuevo bajo la dirección de Jehová.
PROMESAS PARA ABRAM 12:1–3
1. Una tierra (todavía desconocida). Vea Hebreos 11:8.
2. Formaría una nación grande
3. Sería bendecido
4. Su nombre sería engrandecido
5. Sería bendición para otros
6. Serían bendecidos los que le bendijeran
7. [p 45] Serían malditos los que le maldijeran
8. Serían benditas en él todas las familias de la tierra
La tierra que el Señor le prometió era Canaán y la nación que fundaría era la judía. Las principales pie-
dras para edificar esa nación fueron Abraham, Isaac y Jacob.
“Y se fue Abram, como Jehová le dijo” (12:4). En esas palabras tenemos un bello testimonio de la fe del
patriarca. Creyó la promesa del Señor sin saber a dónde iba.
Es un hecho histórico comprobable que quienes han bendecido a los descendientes de Abram, Isaac y Ja-
cob han recibido bendición. Los que los han despreciado y maldecido han recibido lo mismo.
TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA
24
HAN SIDO BENDECIDAS POR MEDIO
DE LA SIMIENTE DE ABRAM,
QUE ES CRISTO (GÁLATAS 3:8 Y 16).
Génesis 12:4 dice que “era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”. Taré tenía se-
tenta años cuando comenzó a engendrar hijos (11:26). La suma de esas dos cifras nos da ciento cuarenta y
cinco años. Hechos 7:4 afirma que Taré ya había muerto en Harán y Génesis 11:32 dice que tenía doscientos
cinco años cuando murió. Es obvio que hay un problema de números aquí, para el cual se sugieren varias
alternativas. Una versión de la Biblia llamada “el Texto Samaritano” dice que Taré tenía ciento cuarenta y
cinco años cuando murió. Parece ser una explicación lógica.
Abram era un hombre muy rico. Estudiaremos más evidencias de esto en capítulos futuros, pero basta
tomar nota aquí [p 46] de la frase: “Tomó pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano y todos
sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán” (12:5a). Seguramente Abram
salió de Ur de los caldeos con una buena escolta, pero hubo un aumento considerable de sus bienes en Harán.
La frase “ganancia de bienes y adquisición de personas” corrobora esa aseveración.
“Y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron” (12:5b). Por lo dicho aquí y por la
afirmación en 11:31 parece que siempre tenían a Canaán en mente como su destino. Sin embargo, no hay
evidencia para afirmar que Abram supiera que esa era la tierra que Jehová le daría.
Al llegar a Canaán, viajaron hasta Siquem, donde se encuentra el encino de More (12:6), que queda entre
los montes de Ebal y Gerizim, cerca de la actual ciudad de Nablus. En esos dos montes se tomaron varias deci-
siones muy importantes en la historia de Israel. Fue ahí donde los israelitas se congregaron para escoger entre
bendición y maldición (Deuteronomio 11:29, 30); donde Josué dio su último encargo al pueblo (Josué 24) y
donde un día se dividió en dos el reino de Salomón (1 Reyes 12).
El texto dice: “hallaron al cananeo en la tierra”. Se refiere a los descendientes de Canaán. En conformidad
con la maldición pronunciada sobre éste (9:25), y por la maldad de sus descendientes, iban a ser destruidos
por los israelitas, los hijos de Sem.

¡PENSEMOS!

Reflexione bien sobre los detalles de Génesis 11:27–12:6.


Procure ponerse en el lugar de Abram y apunte todas las evi-
dencias de fe que ve en su salida de Harán. ¿Qué conclusiones
saca del hecho de que llevó consigo a su sobrino Lot?

[p 47] “Y apareció Jehová a Abram” (12:7a). Es muy posible que esa aparición fuera una recompensa por
la fidelidad de Abram, a la vez que un enorme privilegio para el patriarca.
Dios tenía un mensaje especial para Abram. Le iba a dar esa tierra a su descendencia (12:7b). En 12:1 le
habló de ir a una tierra “que te mostraré”. El verbo en hebreo que se usa aquí es “daré.” La oferta de la tierra
no era para Abram, sino para su descendencia, porque el verbo está en tiempo futuro. La tierra no estaba
disponible para ellos en ese momento. La ocupaban los cananeos y todavía no era tiempo de destruirlos.
Además, el patriarca no tenía un heredero que recibiera la herencia. He aquí otro testimonio poderoso de la
fe de Abram. Hebreos 11:9 dice que “por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida”. La ocupó por
fe para que sus descendientes recibieran la promesa.
En el mismo lugar de Siquem donde Dios le había aparecido, Abram edificó un altar al Señor (12:7c). Se-
guramente su corazón se hallaba conmovido por la aparición divina y quiso adorarle y dejar un testimonio
de lo ocurrido. Algunos opinan que el encino de More era un sitio para la adoración de dioses paganos y que
Dios apareció a Abram para mostrar su poder sobre todo lo que se hace llamar dios. De ahí en adelante, el
lugar sería un centro para la adoración a Jehová.
LA EDIFICACIÓN DE ALTARES AL ALTISIMO
LLEGÓ A SER
UNA COSTUMBRE PARA ABRAM.
25
De Siquem viajó unos treinta y dos kilómetros más al sur hasta Betel “y edificó allí altar a Jehová e invocó
el nombre [p 48] de Jehová” (12:8). El verbo empleado aquí tiene la acepción más fuerte de proclamar o pre-
dicar. De modo que se puede decir que Abram proclamó el nombre de Jehová en Betel como testimonio a los
cananeos.

¡PENSEMOS!

¿Cuántos testimonios había ya en Canaán? El acto de le-


vantar altares, ¿cómo se aplica a nosotros? Abram demostró
mucha valentía al proclamar el nombre de Jehová en un lugar
totalmente entregado a la idolatría. ¿Cómo es us entorno de
trabajo? Saben sus compañeros de trabajo que usted es cristia-
no? ¿Cómo proclama el nombre del Señor delante de ellos?

Por lo que hizo Abram all llegar a Betel vemos un ejemplo de su carácter nómada. “Plantó su tienda”
(12:8b). Cuando partió de allí se usa otra frase que ilustra lo mismo. El verbo que se emplea significa que
“arrancó sus estacas” para dirigirse hacia el Neguev (12:9), que era un lugar desierto.
EL VIAJE A EGIPTO 12:10–20
“Hubo entonces hambre en la tierra” (12:10a). El hambre azotaba a la Palestina a menudo (véanse casos
similares en 26:1; 41:56). Abram partió de Canaán para Egipto porque el hambre era grande (12:10b, c).
Algunos creen que la fuga a Egipto para escapar de la hambruna en Canaán refleja poca fe de parte de
Abram. Por otro lado, es interesante notar que se dirigió hacia el sur y que no regresó hacia el noreste de
donde había venido.
Pero la partida para Egipto no fue el aspecto más triste. Sin lugar a dudas, lo que sucedió en ese país es
digno de censura. Abram tenía miedo de que los egipcios lo mataran para quedarse con su mujer, que era de
hermoso parecer. [p 49] Decidió rogarle la ella que dijera que eran hermanos para salvar su vida.
En efecto, cuando llegaron a Egipto, sus habitantes vieron su hermosura. Los príncipes la alabaron delan-
te de Faraón y fue llevada a la casa real. Dios afligió a la familia del monarca con grandes plagas para prote-
ger a Sarai (12:14–17).
Después, el Faraón reprendió a Abram por no haberle dicho la verdad y se la devolvió con estas palabras:
“Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete” (12:19b). En Génesis 20 hay un caso parecido, y allí se revela
que Sarai a la verdad era su hermanastra, hija de su padre pero no de su madre (20:12).

¡PENSEMOS!

¿Qué le parece, hizo bien Abram en hacer ese arreglo con


Sarai? ¿Cometió algún pecado? ¿Le parece lícito mentir para
salvar la vida? ¿Qué hubiera hecho usted?

[p 50]
26
[p 51]

7
El Pacto con Abram
Génesis 13:1–15:21
Abram había sido llamado y probado. Su calificación era buena. Había demostrado su fe al edificar altares
y proclamar el nombre de Jehová. Aunque su éxito se había visto un tanto manchado por la mentira en Egip-
to, seguía siendo un hombre de fe, la cual volvió a manifestar.
LOS ANTECEDENTES 13–14
La separación de Lot 13:1–18
Parece que cuando murió Taré, Lot quedó bajo el cuidado de su tío Abram. Salió con él de Harán (12:4) y
también de Egipto (13:1).
Tan pronto como Faraón despidió a Abram de Egipto, éste se dirigió al Neguev. De nuevo se hace mención
de su enorme riqueza (13:2).
Desde el Neguev se encaminó hacia Betel, y al llegar al lugar del altar que había construido antes, invocó
el nombre de Jehová (13:3–4). Probablemente su adoración en esa [p 52] ocasión expresaba gratitud a Dios
por haberle manifestado misericordia en Egipto.
Posteriormente hubo contienda entre los pastores de ganado de Abram y los de Lot. Abram mostró una
actitud magnánima al decir a Lot: “¿No está toda la tierra delante de ti?” (13:5–9). Lot escogió la mejor tie-
rra, la que comprendía la llanura del Jordán, y se fue hacia el oriente. Así fue como se separaron el uno del
otro (13:10–13).
LOS HOMBRES DE SODOMA ERAN MALOS
Y PECABAN CONTRA JEHOVA
EN GRAN MANERA 13:136
Después de la separación de Lot, Abram recibió una reafirmación de la promesa que le había hecho el Se-
ñor de que recibiría la tierra de Canaán (13:14–15). Ese acto aclara que la promesa de la tierra era para
Abram y sus descendientes, no para Abram y su parentela.
Lot había actuado en forma egoísta al alzar sus ojos y ver toda la llanura del Jordán. Ahora Dios le ordena
a Abram: “Alza tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente”
(13:14b).
Lo que sigue en el versículo 15 es indispensable para entender el papel clave que jugaría la tierra de Ca-
naán en la vida de Abram y sus descendientes como lo relata el resto de la Biblia. Dios se la dio a Abram y su
desecendencia en posesión perpetua. Sin embargo, debido a su desobediencia, los israelitas han sido sacados
de ella en muchas ocasiones, pero nunca han dejado de ser sus dueños.
[p 53] TODA LA TIERRA QUE VES
LA DARE A TI Y A TU DESCENDENCIA
PARA SIEMPRE
En este contexto encontramos una nueva dimensión en cuanto a la familia de Abram. El Señor le prometió
que ésta llegaría a ser muy numerosa, “como el polvo de la tierra” (13:16).
El nómada Abram plantó su tienda en el encinar de Mamre, en Hebrón, y como era su muy buena cos-
tumbre: “edificó allí altar a Jehová” (13:18).
No obstante la separación de Lot, que al parecer se realizó conforme a la voluntad de Dios, Abram siem-
pre estaba pendiente del bienestar de su sobrino. Eso se pone de manifiesto por los acontecimientos del capí-
tulo catorce.
27
La liberación de Lot por Abram 14:1–24
Anteriormente se ha dicho que Lot “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (13:12). Sodoma era una
ciudad totalmente sumida en la maldad.
En ese entonces la ciudad tenía un problema serio al nivel de sus relaciones exteriores. Formaba parte del
reino de Quedorlaomer, rey de Elam, y por doce años lo había servido (14:1–4). Ese rey era poderoso y rei-
naba sobre muchas naciones. La sede de su gobierno era Elam, región que luego se llamó Persia. Eso nos ayu-
da a entender la enorme extensión territorial que comprendía su reino. Elam quedaba al sureste de Babilonia
y Sodoma al sur del Mar Muerto (Mar Salado).
En el decimotercer año de su sometimiento, Bera rey de Sodoma y cuatro naciones aliadas se rebelaron
contra [p 54] Quedorlaomer. A su vez, éste se unió a los reyes de otras tres naciones de la región de Mesopo-
tamia y se dirigió al valle de Sidim, que es el Mar Salado, donde hubo una serie de batallas desastrosas para el
rey de Sodoma y sus aliados quienes sufrieron una derrota completa (14:5–10).
Los vencedores tomaron toda la riqueza de Sodoma y Gomorra y “a Lot, hijo del hermano de Abram”
(14:11–12). Uno de los sobrevivientes llevó las noticias a Abram el hebreo, que también contaba con aliados.
Al escuchar las nuevas, el patriarca armó a sus trescientos dieciocho criados y siguió a los enemigos hasta
Dan, región que se encuentra al norte de Canaán. Allí los atacó en una gran batalla, pero las tropas se dieron
a la fuga y Abram los siguió hasta Hoba que se encuentra al norte de Damasco, donde logró una victoria total
sobre ellos: “y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gen-
te” (14:13–16).

¡PENSEMOS!

Busque en un mapa la ubicación de Elam, Sinar, Babilonia,


Sidim y Dan. Procure diseñar su propio mapa mostrando la
ruta que posiblemente tomaron Quedorlaomer y sus aliados
cuando invadieron el valle de Sidim. En 14:13 por primera vez
se usa el término étnico “hebreo”, que después se aplica con-
sistentemente a la descendencia de Abram. Este nombre viene
de uno de sus antepasados mencionado en 11:10–14. ¿Cómo se
llamaba? ¿Cómo es posible que un hombre acompañado de
sólo trescientos dieciocho hombres pudiera lograr una victoria
tan grande? Apunte por lo menos otros cinco acontecimientos
bíblicos que ilustran la misma intervención divina.

[p 55] Al regresar Abram de esa osada expedición, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de
Save (uno de los valles que rodean a Jerusalén). Quería darle un recibimiento digno de tan noble hazaña.
También se presenta Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, quien sacó pan y vino. Además,
pronunció una bendición con las siguientes palabras: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los
cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tus manos” (14:17–20). Sus
palabras dan a entender que conocía la fama de Abram como hombre de Dios y a El Elyon, Dios Altísimo, en
cuyo nombre presentó la bendición. También proporciona evidencia de que había un grupo de creyentes en
el Señor en la región de Jerusalén, probablemente aun antes de que Abram llegara.
El patriarca respondió a semejante bendición dando a Melquisedec “los diezmos de todo” (14:20c). Sin
duda fue un acto de adoración al Dios Altísimo como expresión de gratitud por su triunfo en el conflicto.
Probablemente fueron dados al sacerdote para ayudarle en el sostenimiento del refugio que estaba en Salem.
El rey de Sodoma dijo a Abram: “Dame las personas, y toma para ti los bienes” (14:21). Abram rehusó re-
cibir cosa alguna de sus manos, haciendo referencia a un voto que había hecho al Dios Altísimo de no recibir
nada de Bera. Además dio su razón: “para que no digas: Yo enriquecí a Abram” (14:22–23). Sólo tomó comi-
da para sus criados y dio a sus aliados, Aner, Escol y Mamre, la libertad de tomar su parte en los despojos
(14:24).
28

¡PENSEMOS!

Estudie de nuevo todo lo dicho acerca de Melquisedec en


Génesis 14 y apunte todos los detalles que [p 56] observe. ¿Qué
similitud ve entre él y Abram? ¿Por qué no quiso Abram recibir
nada del rey de Sodoma? ¿Cuáles son algunos peligros de reci-
bir favores de gobiernos paganos? ¿Hay algún caso bíblico
donde un siervo de Dios recibió algo de parte de un rey paga-
no? ¿Cuál es?

El caso de Eliezer 15:1–4


Después del triunfo sobre Quedorlaomer y sus aliados, es posible que Abram temiera que volvieran bus-
cando venganza. Tal vez por eso Dios aparece a él en una visión, diciendo: “No temas, Abram; yo soy tu es-
cudo, y tu galardón será sobremanera grande” (15:1). El mismo Jehová que le había dado la victoria, le ofre-
ce protección de cualquier ofensiva de parte de sus enemigos.
La promesa de un galardón tan grande provoca en Abram una reacción que le hace preguntar: “Señor Je-
hová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo?” (15:2a) La pregunta de Abram se refiere a la promesa de
Dios en Génesis 13:15–16. “¿Me darás ‘descendencia como el polvo de la tierra’ y un ‘galardón que será so-
bremanera grande’, sin tener yo hijo?” La expresión “Señor” usada aquí es Adonai, que significa “dueño,
señor, soberano”.
Ahora Abram ofrece una solución. Refiriéndose a su mayordomo Eliezer que evidentemente había nacido
en su casa, continuó: “¿Será mi heredero un esclavo nacido en mi casa?” (15:2b–3) Hay evidencia de que en
aquel entonces los matrimonios ricos que no podían tener hijos acostumbraban a adoptar a un siervo y cons-
tituirlo en heredero.
La sugerencia lógica de Abram no satisfizo al Señor, quien le replicó así: “No te heredará éste, sino un
hijo tuyo será el que te heredará” (15:3b–4).
[p 57] LA PROMESA 15:5–21
Todas las bendiciones pronunciadas por Jehová para Abram hasta ese momento habían sido promesas. En
el capítulo quince de Génesis tenemos el relato del pacto formal.
Jehová llevó a Abram fuera, le hizo mirar al cielo, le pidió que contara, si podía, las estrellas y le prome-
tió: “Así será tu descendencia” (15:5).
“Y CREYO A JEHOVA, Y LE FUE
CONTADO POR JUSTICIA” 15:6
Esta frase se cita en tres lugares claves en el Nuevo Testamento: Romanos 4:3, Gálatas 3:6 y Santiago 2:23.
En cada caso, el propósito es probar que la justificación es por la fe y no por las obras.
¿Qué es lo que creyó Abram para que le fuese contado por justicia? Creyó lo que Dios le había dicho refe-
rente a su descendencia. No podemos pensar que Abram entendiera todos los detalles del evangelio. Sin em-
bargo, una comparación de Gálatas 3:6–9 y 16 con Génesis 12:3b nos permite suponer que el patriarca en-
tendía que las promesas relativas a su simiente tenían implicaciones salvíficas. Jehová se revela de nuevo a
Abram como el que le sacó de Ur de los caldeos para darle la tierra. Abram responde con una pregunta: “¿En
qué conoceré que la he de heredar?” (15:8) Tales preguntas no indican falta de fe en el poder de Dios para
llevar a cabo lo que había prometido. Abram sólo quería saber algo del proceso.
[p 58] Los detalles del pacto 15:9–21
1. Para ratificar el convenio, debía preparar tres animales: una becerra, una cabra y un carnero, cada uno de
tres años, partidos por la mitad puestos uno enfrente del otro. Abram trajo también una tórtola y un palomi-
no, pero no fueron partidos (15:9–10). Los animales partidos daban la idea de que así sucedería con quien
quebrantara el pacto. Jeremías 34:18–19.
2. Abram tuvo que ahuyentar a las aves de rapiña que descendían sobre los cuerpos muertos (15:11).
29
3. Mientras dormía profundamente, cayó sobre él el temor de una grande oscuridad (15:12).
4. Su descendencia moraría por cuatro siglos en tierra ajena, pero al cumplir esos cuatrocientos años saldrían
de ese lugar (15:13–14).
5. A la puesta del sol y ya oscurecido se veía:
a. Un horno humeando.
b. Una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos (15:17). El humo y el fuego que repre-
sentaban la presencia de Dios, quien juró ser fiel a sus promesas.
6. Dijo Jehová a Abram:
A TU DESCENDENCIA DARE ESTA TIERRA,
DESDE EL RIO DE EGIPTO (EL NILO)
HASTA EL RIO GRANDE, EL RIO EUFRATES
15:18
Sin embargo, en esa época, la tierra estaba ocupada por diferentes grupos de gente que Dios toleraría
hasta el tiempo [p 59] de Josué. Los israelitas nunca han poseído toda la tierra, pero lo harán cuando Cristo
regrese.

¡PENSEMOS!

Busque en una concordancia las diferentes citas bíblicas


que mencionan una simiente. ¿Cuántas de ellas se refieren a la
simiente de Abram? Procure localizar en el mapa del mundo el
río Nilo y el río Eufrates y diseñe su propio mapa de la tierra
ofrecida a Abram. ¿Por cuánto tiempo serán dueños de esa tie-
rra los descendientes de Abram? Haga una lista de las prome-
sas hechas a Abram en Génesis 15.

[p 60]
30
[p 61]

8
Los Descendientes de Abraham
Génesis 16:1–25:18
Abram ya había recibido varias promesas acerca de su descendencia, pero aun no tenía hijos. Había tra-
tado de adoptar a Eliezer como su hijo, pero había recibido la palabra de Dios indicando que de su cuerpo
saldría su simiente (15:4). El pacto ya se había formalizado con referencias adicionales a que tendría hijos en
abundancia, pero no se había visto el cumplimiento todavía. ¿Qué hacer ahora?
EL NACIMIENTO DE ISMAEL 16:1–16
Esta cuestión atenazaba a Sarai también, y a ella se le ocurrió una solución. Por ese entonces, poseía a una
esclava egipcia, cuyo nombre era Agar. Es probable que hubiera regresado con Abram y Sarai cuando volvie-
ron de Egipto, a donde habían huido por causa del hambre en Canaán (12:10). El hecho de que abandonaran
la tierra prometida en [p 62] tiempos de necesidad, puede ser interpretado como falta de fe. ¿Sería que esta-
ban a punto de cosechar el pago por ella?
Sarai ofreció a Abram su sierva como concubina para que de ella tuviera un hijo (16:1–2). Esta sugeren-
cia estaba de acuerdo con las costumbres de aquel entonces. Según ellas, el fruto de tal unión sería conside-
rado como hijo de la esposa legal. Pero Dios repudia lo que no es de su agrado aunque sea algo aceptable en
una determinada cultura. Abram tomó a Agar como mujer, se llegó a ella, y ella concibió. “Cuando vio que
había concebido, miraba con desprecio a su señora” (16:3–4).
Al darse cuenta Sarai de esa actitud, le reclamó a Abram, y luego con el permiso de él, la volvió a su esta-
do de esclava. Sarai la afligía de tal manera, que Agar optó por escapar (16:4–6).
Estando en el desierto, la halló el ángel de Jehová y le ordenó regresar a su señora y someterse a ella
(16:7–9). Además, le hizo promesas de gran magnitud:
1. Su descendencia sería incontable (16:10).
2. Daría a luz un hijo, cuyo nombre sería Ismael, que significa “Dios oye” (16:11).
3. Su hijo sería un hombre fiero, “su mano será contra todos” (16:12a).
4. La mano de todos también sería contra él (16:12b).
5. El habitaría delante de todos sus hermanos (16:12c).
Los pueblos árabes descienden de Ismael. Es bien conocido el conflicto permanente entre ellos y los judíos,
y parece que no tendrá solución sino hasta que venga Cristo a establecer su reino milenial.
[p 63] LLAMO EL NOMBRE DE JEHOVA QUE
CON ELLA HABLABA:
TU ERES DIOS QUE VE (EL ROI) 16:13
Ese nombre con que se llama a Dios es muy importante, no sólo por el significado dado arriba, sino por el
hecho de que ella identificó al ángel de Jehová como Dios. En el versículo 10, él usó una prerrogativa de la
deidad al decir: “Multiplicaré tanto tu descendencia”. Sólo Dios puede hacer esto. Esto es lo que se llama una
teofanía, o automanifestación de Dios. Generalmente el término se asocia con la aparición de la segunda per-
sona de la Trinidad antes de su encarnación. Véanse otros ejemplos de teofanías en Génesis 21:17–21;
22:11–18; Exodo 3:2; Jueces 2:1–4. Es interesante notar que no se menciona la aparición del ángel de Jehová
después de la encarnación de Jesucristo.
Cuando nació el niño, Abram le puso el nombre sugerido por el ángel de Jehová. Tenía aquél ochenta y
seis años “cuando Agar dio a luz a Ismael” (16:15–16).
LA REVELACION DE EL SHADAI 17:1–8
31
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, le apareció Jehová diciendo estas palabras: “Yo soy el Dios
Todopoderoso” (17:1–2). El término en hebreo es “El Shadai”. “El” es un nombre común para designar a
Dios. Se asocia con poder o fuerza, y cuando aparece como prefijo o sufijo, en casos como “Elohim” (1:1) o
“Ismael” (16:11), se refiere a Dios. “Shadai” es un derivado de una palabra afín que quiere decir “montaña”.
De modo que el cuadro presentado aquí es el del Todopoderoso parado firmemente sobre una montaña.
[p 64] En medio de esta aparición de Dios, Abram se postra sobre su rostro, demostrando así una actitud
de reverencia digna de ser emulada por todo creyente en el Señor (17:3). “El Shadai” vuelve a repetir a
Abram varias de las provisiones del pacto hecho con él anteriormente, y asigna al patriarca otro nombre,
Abraham, que quiere decir “padre de muchedumbre de gentes” (17:4–8).

¡PENSEMOS!

¿Qué quiere decir el nombre Ismael? ¿Qué lecciones prác-


ticas se desprenden de la revelación de Dios a Agar como El
Roi? ¿Qué grupo de naciones descienden de Ismael? ¿Cree que
los árabes tienen algún derecho a apoderarse de Palestina?
¿Cuántos años transcurrieron entre el nacimiento de Ismael y
la revelación de Dios a Abram como “El Shadai”? ¿Por qué usó
Dios ese nombre en ese momento? ¿Cuál es el significado del
nuevo nombre de Abram?

La señal del pacto 17:9–27


Dios ya había aclarado la parte del pacto que le correspondía a él, pero ¿cuál sería la parte del hombre?
“Será circuncidado todo varón de entre vosotros” (17:9–10)
Las condiciones de la circuncisión (17:10–27)
1. Habían de circuncidar la carne de su prepucio (17:11).
2. Se llevaría a cabo a la edad de ocho días (17:12a).
3. Incluía a todo varón (17:12b).
a. El nacido en casa (17:12c).
b. El comprado por dinero, aunque no fuera de su linaje (17:12d).
4. Sería un pacto perpetuo (17:13).
5. [p 65] El incircunciso sería cortado de su pueblo (17:14).
Es menester entender que la circuncisión era una señal. Simbolizaba la purificación de la fuente de vida,
pero no tenía en sí misma ningún poder purificador. Los descendientes de Abraham han fallado en compren-
der esto, lo cual siempre les ha ocasionado problemas graves. Jeremías 4:4, Deuteronomio 10:16 y 30:6
hablan de la importancia de la circuncisión del corazón. En Hechos 15:2 se señala que unos judaizantes que-
rían imponer la circuncisión como condición de la salvación.
Sarai también experimentó un cambio de nombre. De allí en adelante sería Sara (17:15). El cambio es
menos significativo que el de Abraham. Sarai significa “mi princesa”, mientras Sara quiere decir “princesa”.
En ese mismo contexto, por primera vez, Dios especifica que Sara tendría un hijo, y que el pacto se establece-
ría con él (17:16–21). Sara también sería madre de naciones y reyes vendrían de ella (17:16). Esta promesa
es parecida a la que Dios hizo a Abraham en 17:6, en lo que se refiere a las naciones y reyes provenientes de
Isaac, pero no es igual, porque las naciones y los reyes árabes provienen sólo de Abraham, no de Sara.
El ruego del patriarca a favor de Ismael en 17:18 fue oído. Esto no quiere decir que el pacto se cumpliría
a través de Ismael, sino que él también recibiría bendición. Vea la respuesta en 17:20. Al terminar de emitir
las promesas referentes a Sara y su hijo Isaac, de inmediato Abraham obedeció el mandato de Dios acerca de
la circuncisión. El mismo día fueron circuncidados él y todos los varones de su casa, incluyendo tanto a los
nacidos allí como a los que habían sido comprados (17:23–27).
[p 66] LA DESTRUCCION DE SODOMA Y GOMORRA 18:1–19:38
32
Un día estaba Abraham sentado a la puerta de su tienda en el calor del día, y le apareció Jehová. Al alzar
sus ojos miró a tres hombres junto a él, corrió para recibirlos, se postró en tierra, y les rogó que no se aleja-
ran de su siervo (18:1–4).
Con la ayuda de Sara, Abraham les preparó un banquete, lo puso delante de ellos, y lo comieron debajo
de un árbol (18:4–8). Le preguntaron por Sara su mujer y les contestó que estaba allí en la tienda (18:9).
Jehová le prometió que “según el tiempo de la vida” él volvería, y Sara tendría un hijo. Estando Sara a la
puerta de la tienda, oyó eso, y se rió (18:10–12). Parece que su risa fue de incredulidad, debido a la edad
avanzada de ella y de Abraham. Tal cosa no le agradó al Señor, y le preguntó a Abraham por qué se había
reído Sara. Sin embargo, le repitió la promesa de que tendría un hijo “según el tiempo de la vida”. Sara negó
haberse reído, pero Dios la corrigió diciendo: “No es así, sino que te has reído” (18:13–15).
¿HAY PARA DIOS ALGUNA COSA DIFICIL?
Los visitantes de Abraham se levantaron y se encaminaron hacia Sodoma en compañía de Abraham. Pues-
to que él sería una nación grande y fuente de bendición para muchos pueblos (18:16–17), Jehová decidió no
encubrir de Abraham lo que estaba a punto de hacer. Véanse otros pasajes que mencionan al patriarca como
amigo de Dios (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8 y Santiago 2:23).
[p 67] YO SE QUE MANDARA A SUS HIJOS
Y A SU CASA DESPUES DE SI
QUE GUARDEN EL CAMINO DE JEHOVA. 18:19
Mientras Abraham y sus visitantes caminaban juntos, Jehová le contó que el clamor contra Sodoma y
Gomorra aumentaba más y más debido a sus graves pecados. Los acompañantes se fueron y Abraham quedó
a solas con Jehová. Había cosas que tenían que hablar sin testigos (18:20–22).
Abraham quería saber si Dios destruiría al justo con el impío. En escala descendente, comenzando con
cincuenta personas y bajando a diez, Abraham quería saber si Dios salvaría a la ciudad tomando en cuenta a
los justos que estuvieran en ella. Cuando llegó al número menor, Jehová respondió: “No la destruiré por
amor a los diez” (18:23–32).
Se fue Jehová y Abraham regresó a su lugar (18:33). Es evidente que no se hallaron diez justos en las ciu-
dades amenazadas.

¡PENSEMOS!

¿Qué le parece a usted la pregunta de Abraham? ¿Destru-


ye Dios al justo por culpa del impío? Apunte todos los ejemplos
bíblicos que conozca.

A la caída de la tarde llegaron dos ángeles a Sodoma. Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad y los in-
vitó a hospedarse en su casa. Ellos respondieron que se quedarían en la calle, pero Lot insistió y aceptaron
entrar en ella, donde les sirvieron un gran banquete.
Antes de que los ángeles se acostaran, los habitantes [p 68] perversos y corruptos de la ciudad rodearon la
casa, pidiendo conocer a los forasteros (19:4–5). El término usado aquí se refiere en la Biblia a tener relacio-
nes sexuales. En este contexto, es evidente que se hace referencia a relaciones homosexuales. Debido a ese
pecado, fueron destruidas Sodoma y Gomorra. Para conocer mejor la actitud de Dios acerca de este pecado,
véanse Levítico 18:22, Romanos 1:26–27 y 1 Corintios 6:9.
Aunque Lot ofreció en lugar de los forasteros a sus dos hijas para que los hombres hicieran con ellas lo
que les pareciera, los malvados rehusaron e insistieron en tener a los varones. Lot resistió, pero fue duramen-
te maltratado. Sus paisanos intentaron romper la puerta, pero los varones intervinieron milagrosamente sal-
vando a Lot y protegiéndose a sí mismos de semejante abuso. Los malvados quedaron ciegos, imposibilitados
de encontrar la puerta (19:6–11).
Los varones anunciaron a Lot que iban a destruir la ciudad por orden de Jehová, pero le dieron oportuni-
dad de salvar a sus hijos, yernos e hijas. Lot rogó a sus futuros yernos, a los que habían de tomar a sus hijas,
que lo acompañaran, “pero pareció a sus yernos como que se burlaba” (19:12–14).
33

¡PENSEMOS!

Lea cuidadosamente Génesis 19:1–14. Califique la espiri-


tualidad de Lot y apunte todas sus observaciones.

No obstante el carácter de Lot, él, su mujer y sus dos hijas se salvaron por la misericordia de Dios y la di-
ligencia de los ángeles, quienes literalmente los sacaron de la ciudad. Les advirtieron que no vieran para atrás
ni pararan en la llanura, sino que escaparan al monte para no perecer (19:15–17).
[p 69] Lot rogó a los ángeles que le permitieran huir a una ciudad cercana en vez de ir al monte. Su peti-
ción fue concedida y enseguida comenzó la destrucción de Sodoma y Gomorra. Llovió sobre ellas azufre y
fuego procedentes de Jehová y todo fue raído, incluyendo las ciudades, la llanura y los moradores (19:18–
25).
LA MUJER DE LOT VOLTEO PARA MIRAR ATRAS
Y SE CONVIRTIO EN ESTATUA DE SAL
LA HISTORICIDAD DE ESTE EVENTO
SE COMPRUEBA EN LUCAS 17:28–32.
Al parecer Abraham intercedía constantemente a favor de Lot y su familia mientras se llevaba a cabo este
juicio. Al subir de mañana a su acostumbrado lugar de oración, vio el humo que se elevaba “de la tierra co-
mo el humo de un horno” (19:27–28). Génesis 19:29 hace constar que Lot se salvó en parte por la interce-
sión de Abraham.
El pasaje termina con el triste caso de incesto que cometió Lot con sus dos hijas (19:30–36). Aunque ellas
tomaron la iniciativa, él no queda exento de culpa. Durmió con cada una de ellas en estado de ebriedad des-
pués de tomar el vino que le ofrecieron. Sin embargo, pudo haberse rehusado a beber. Es probable que sus
hijas se hubieran contaminado por las costumbres de la gente de Sodoma.
HIJO MIO, SI LOS PECADORES
TE QUISIEREN ENGAÑAR, NO CONSIENTAS.
PROVERBIOS 1:10
[p 70] De ese terrible pecado nació un hijo a cada una de las hijas de Lot. Sus nombres fueron Moab y
Ben-ami y sus descendientes formaron otros tantos pueblos. Los moabitas moraban al oriente del Mar Muerto
y los amonitas al noreste del mismo (19:37–38). Ambos llegaron a ser enemigos de los israelitas (2 Crónicas
20:10–11).
Abraham y Abimelec 20:1–18
El capítulo veinte de Génesis es otro relato de la tendencia de Abraham a caer en la maldad debido a la
presión. Salió de Mamre para plantar su tienda en Gerar, cuyo rey era Abimelec. Una vez más mintió acerca
de Sara, diciendo que era su hermana. Aquí hay evidencia de que ambos participaron en la mentira (20:1–5).
Por eso, Abimelec la tomó por mujer, pero Dios vino al rey en sueños y le informó que había tomado la
esposa de otro (20:3–5). Además le advirtió que si no la devolvía, moriría junto con todos los suyos. En 20:9–
10 se narra el triste caso de un siervo de Dios siendo reprendido por un rey pagano. Abraham alega en su
defensa algo que no es más que una simple excusa y finalmente ora por el monarca y Dios “sanó a Abimelec
y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos” (20:11–18).
ISAAC 21:1–25:18
De acuerdo al tiempo anunciado, Jehová visitó a Sara, quien concibió y dio a luz a un hijo, a quien Abra-
ham llamó Isaac (21:1–3). Su nombre quiere decir se ríe. Conforme al pacto abrahámico (17:12), fue cir-
cuncidado a los ocho días de nacido (21:4). El relato bíblico dice que Abraham tenía cien años cuando nació
su heredero (21:5). Su nacimiento trajo profundo gozo al patriarca y su esposa (21:6–8).
[p 71] Ismael se burlaba de Isaac y Sara pidió a Abraham que echara del hogar a Agar con su hijo. Tal sú-
plica entristeció al padre, pero Dios le dijo: “No te parezca grave a causa del muchacho y tu sierva; en todo lo
que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (21:9–12). En esta ocasión, el
34
Señor vuelve a confirmarle la promesa de hacer una nación de Ismael, porque también era descendiente de
Abraham (21:13, compare con 17:20).
Al día siguiente, muy de mañana, Abraham despidió a Agar y su hijo. Andando en el desierto de Beerseba,
se les acabó el agua que tenían. La mujer echó al muchacho debajo de un arbusto y se apartó a distancia de
un tiro de flecha para no presenciar su muerte (21:14–16). El niño comenzó a llorar. Dios lo escuchó y apa-
reció un ángel del Señor para consolarla y asegurarle que él haría una nación del muchacho. De inmediato
hallaron agua cerca. Ismael creció y llegó a ser tirador de arco. Su madre le buscó esposa de la tierra de Egip-
to (21:17–21).
En aquel mismo tiempo, Abimelec y Ficol, príncipe de su ejército, hablaron a Abraham diciendo:
DIOS ESTA CONTIGO EN TODO CUANTO HACES
GENESIS 21:22
Abimelec quiso hacer pacto con Abraham y le pidió que no le faltara a él, ni a su hijo, ni a su nieto, sino
que los favoreciera tal como el rey lo había hecho con el patriarca. Este se hizo con toda formalidad, pero no
sin que Abraham reconviniera a Abimelec por un pozo que sus siervos le habían quitado (21:23–34). Este
pacto se realizó en Beerseba, que quiere decir “pozo de siete, o del juramento” (21:31).
[p 72] La presentación de Isaac como ofrenda 22:1–24
Después de esperar tantos años para recibir la promesa de su simiente, Dios probó a Abraham al máximo.
Le pidió que tomara a su hijo, su “único”, y lo llevara a la tierra de Moriah para ofrecerlo en holocausto
(22:1–2). Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13), pero a veces envía o permite pruebas para probarnos.
Abraham se fue obedientemente, llevando leña para el fuego pero sin cordero. Después de caminar tres
días, vio el lugar de lejos, y dejando allí a sus criados, siguió solo con Isaac. Mientras caminaban, el hijo dijo
a su padre: “He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (22:3–7).
Y RESPONDIO ABRAHAM: DIOS SE PROVEERA
DE CORDERO PARA EL HOLOCAUSTO.
22:4–8
Llegaron al sitio indicado. Abraham edificó un altar, ató al muchacho, lo puso sobre él, y alzó su mano
para degollar a su hijo. Cuando estaba a punto de descargar el puñal sobre el joven, oyó la voz del ángel de
Jehová que le impidió llevar a cabo el sacrificio. Abraham alzó sus ojos y vio a sus espaldas un carnero traba-
do en un zarzal por sus cuernos, “y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su
hijo” (22:9–13).
Y LLAMO ABRAHAM EL NOMBRE DE
AQUEL LUGAR, “JEHOVA PROVEERA”.
[p 73] El ángel de Jehová llamó la segunda vez a Abraham y reconfirmó con él el pacto, añadiendo ahora
que multiplicaría su descendencia como la arena del mar. La repetición vino en esa ocasión por el acto de
obediencia de parte de Abraham de no rehusar al Señor su único hijo (22:15–18).
Volvió Abraham a Beerseba y habitó allí. Después de estas cosas, supo que a su hermano Nacor le habían
nacido hijos, entre ellos Betuel, padre de Rebeca (22:19–24).

¡PENSEMOS!

Repase el capítulo 22 de Génesis y apunte todos los tipos


bíblicos que encuentre allí. Compárelo con Juan 3:16 y
Hebreos 11:17–19. Explique el evangelio a la luz de esa expe-
riencia de Abraham.

Muerte y sepultura de Sara 23:1–20


Sara murió en Hebrón cuando tenía ciento veintisiete años de edad. Abraham hizo duelo por ella y cuan-
do terminó de velarla y llorar por su muerte, comenzó a negociar con los heteos para comprarles una pro-
35
piedad para enterrarla. Los hijos de Het eran descendientes de Cam y Canaán (Génesis 10:15). Abraham se
presentó delante de ellos con la debida cortesía, identificándose como “extranjero y forastero”, y les rogó
venderle la cueva de Macpela (23:1–9). Ellos por su parte, le ofrecieron regalársela, pero Abraham insistió en
comprarla. Al fin se la vendieron, pero no sólo la cueva, sino toda la heredad, en cuatrocientos siclos de plata.
Para aquel entonces era un precio bastante alto. Se hizo el pago en presencia de testigos, y Abraham quedó
como dueño de la heredad y la cueva (23:10–20).
La compra de la heredad es señal de que Abraham nunca consideró la posibilidad de volver a Mesopota-
mia para enterrar a su esposa, sino que demostró fe en la promesa de [p 74] Dios de darle la tierra a él y a sus
descendientes.
Sara no fue la única en ser sepultada en la cueva de Macpela, sino que sirvió también de tumba para
Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob.
La Esposa para Isaac 24:1–67
Siendo ya viejo Abraham, llamó a uno de sus criados, el que gobernaba sobre todo lo que tenía, y le hizo
jurar que viajaría a su tierra para encontrar allí mujer para Isaac
El criado quería saber qué hacer en caso de que la mujer no quisiera regresar con él, indicando que sería
mejor que Isaac fuera allá en persona, pero Abraham le ordenó que por ningún motivo volvería su hijo a esa
tierra (24:1–8). La respuesta enfática de Abraham referente al regreso de su hijo a Mesopotamia se basa en
todo lo que había ocurrido. La promesa acerca de la tierra tomaba en cuenta a los descendientes de Abraham.
“¿Cómo se podría haber llevado a cabo si el hijo se casara en Mesopotamia?
Según la costumbre de aquel entonces, el criado puso su mano debajo del muslo de Abraham su señor, y
juró cumplir sus órdenes. Luego tomó diez camellos de su amo y toda clase de regalos, y llegó a Mesopota-
mia, a la ciudad de Nacor (24:9–10).
Cuando Eliezer llegó a su destino, oró al Señor que la doncella a quien él pidiera agua, la diese a él y a sus
camellos. Apareció una muchacha muy hermosa que en efecto hizo todo lo que él le había pedido a Dios. Dar
de deber a diez camellos significaba mucho esfuerzo, porque esos animales toman mucha agua. Luego, el
criado le dio unas joyas de gran valor, y le preguntó acerca de su familia. Ella le dijo que era hija de Betuel,
hijo de Nacor y de su esposa Milca (24:11–24). Además, le informó que había mucho forraje en su casa y
lugar para posar (24:25).
[p 75] EL HOMBRE ENTONCES SE INCLINO,
Y ADORO A JEHOVA.
Por intervención de Rebeca, Eliezer y los hombres que lo acompañaban fueron invitados a pasar la noche
en casa de Betuel.
Labán, hermano de Rebeca, dio paja y forraje a los camellos, y agua para que Eliezer y los hombres que
con él venían se lavaran lo pies. También le dieron de comer, pero antes de hacerlo, el criado les contó cómo
Jehová lo había guiado en su camino y les declaró el propósito que lo había traído. A continuación preguntó
a la familia cuál era su voluntad acerca del asunto (24:26–49).
Labán y Betuel respondieron en forma afirmativa y dieron crédito a Jehová por la manera en que había
guiado todo el asunto (24:50–51). El siervo también adoró al Señor al recibir una respuesta tan maravillosa
(24:52). La entrega de alhajas de gran valor como dote matrimonial era una costumbre.
La participación de Labán en esta decisión estaba de acuerdo con las tradiciones de entonces. En esa so-
ciedad, el hermano y el padre de la novia la entregaban en matrimonio.
La respuesta de fe de parte de Betuel y Labán da la idea de que Abraham tenía cierto conocimiento de que
la fe se hallaba presente en esa parte de su familia. Probablemente por eso quería escoger esposa para su hijo
de entre sus parientes y no de entre las mujeres cananeas. Véase 2 Corintios 6:14.
Satisfechos, comieron, bebieron y durmieron. A la mañana siguiente el criado intentó emprender el viaje
de regreso. Le suplicaron que permaneciera entre ellos por un plazo de diez días, pero él insistió en retirarse.
Entonces dejaron a Rebeca [p 76] decidir el asunto. Como ella estuvo de acuerdo en irse, la despidieron en-
viando con ella a su nodriza. Antes de emprender el viaje, pronunciaron sobre Rebeca la siguiente bendición:
“Sé madre de millares de millares. Y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos” (24:53–60). Enton-
ces se levantó Rebeca con sus doncellas y siguieron al siervo de Abraham (24:61).
36
A su regreso, el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Isaac “tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y
se consoló después de la muerte de su madre” (24:62–67).

¡PENSEMOS!

Reflexione sobre esta hermosa historia. ¿Qué lecciones es-


pirituales se desprenden? Apunte todas sus observaciones.
¿Cuál es la frase que el criado repite con más frecuencia?

Los Ultimos Días de Abraham 25:1–18


“Abraham tomó otra mujer”, dice Génesis 25:1. Su nombre era Cetura. En 1 Crónicas 1:32 hay una refe-
rencia a ella como concubina, y en Génesis 25:6 se menciona que tuvo “hijos de sus concubinas”. Parece que
Abraham creía en el matrimonio monógamo porque tuvo relaciones con Agar sólo por insistencia de Sara y
en la narración bíblica de su biografía, no se hace referencia a otras mujeres en su vida. Hay la posibilidad de
que Cetura fuese la mujer con la cual se casó legalmente después de la muerte de Sara, y que la llamen con-
cubina porque él no quiso elevar a nadie al nivel de la madre de Isaac, el hijo de la promesa.
De ese matrimonio nacieron seis hijos. Es posible que al volver a casarse, Abraham estuviera pensando en
la promesa de 17:4 de que sería padre de una muchedumbre de gentes o naciones. De estos últimos hijos se
formaron muchas otras [p 77] naciones a través de los años.
Abraham dio todo lo que tenía a Isaac, y envió a los otros hijos lejos de él, probablemente para evitar que
se disputaran entre sí la posesión de Canaán. Isaac era el heredero único de esa tierra. Pero Abraham no en-
vió a sus otros hijos con las manos vacías. Les dio dones, probablemente lo necesario para establecerse en
otros lugares (25:2–6).
Abraham murió cuando tenía ciento sententa y cinco años. Para entonces, sus nietos Jacob y Esaú ya tení-
an quince años. Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron en la cueva de Macpela (25:7–10). La presencia de
Ismael indica que había habido una reconciliación entre él y su hermano.
Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo de manera muy especial a Isaac, quien se fue a vivir
“junto al pozo del Viviente que me ve” (25:11), donde se había aparecido El Roi (Dios que ve) a Agar (16:7–
14) y a donde Isaac solía ir a meditar (24:62–63). De modo que vivió en un lugar muy especial, precisamen-
te donde Dios había contestado su oración.
Las Generaciones de Ismael 25:12–18
La razón de que se mencione otra vez a Ismael obedece al hecho de que era hijo de Abraham y había re-
cibido la promesa de que Dios haría de él una gran nación (21:18). Sus descendientes se establecieron en el
centro y parte norcentral de Arabia, al este de todos sus hermanos. Ismael murió a los ciento treinta y siete
años (25:12–18). No se dice nada de su fe, pero es posible que la hubiese adquirido debido a la relación con
su padre.
37
[p 79]

9
Conflicto entre Jacob y Esaú
Génesis 25:19–30:43
La Biblia nos llama a la unidad y critica las divisiones y disensiones. Es una lástima cuando dos hermanos
no se llevan bien. Cuando hubo disensión entre los ganaderos de Lot y los de Abram, éste dijo a Lot: “No haya
ahora altercado entre nosotros dos,… porque somos hermanos” (13:8).
Desafortunadamente nunca hubo buenas relaciones entre Jacob y su hermano Esaú, lo cual causó gran
dolor de corazón a sus padres Isaac y Rebeca y aun disensión entre ellos.
Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, quien por algún tiempo fue estéril. El oró por ella, y
Dios lo escuchó, haciendo que Rebeca concibiera a dos gemelos que desde el vientre ya luchaban dentro de
ella. Esto desesperaba a Rebeca que dijo: “¿Para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová” (25:19–22).
Dios le dijo: “dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos [p 80] serán divididos desde tus entrañas; el un
pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor” (25:23).
Cuando nacieron los niños, el primero era rubio y velludo; y le llamaron Esaú. Al nacer el segundo, su
mano estaba trabada al calcañar de Esaú por lo que le llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando nacie-
ron los gemelos (25:24–26).
Abraham alcanzó a conocer a sus nietos. Tenía ciento sesenta años (21:5) cuando Rebeca los dio a luz.
Hacía unos veintitrés años que Sara había muerto; tres años antes del matrimonio de Isaac con Rebeca.
Los dos hijos de Isaac y Rebeca eran muy diferentes. Esaú era cazador, hombre del campo. Jacob era un
muchacho más quieto, que permanecía en las tiendas. Esaú era el hijo predilecto de Isaac, porque le gustaba
comer de su caza, mientras que Rebeca amaba a Jacob (25:27–28).
Un día, Jacob guisó un potaje y cuando regresó Esaú cansado del campo, pidió a su hermano que le diese
de comer de su guisado rojo. Jacob respondió: “Véndeme en este día tu primogenitura”. Esaú, pensando que
iba a morir, menospreció su herencia y la vendió a Jacob por esa sola comida (25:29–34).

¡PENSEMOS!

Aun antes de nacer Esaú y Jacob, Dios había dicho a Rebe-


ca: “El mayor servirá al menor” (25:23d). Al comprar la pri-
mogenitura, Jacob ya comienza a ver la realización de esas
palabras proféticas. ¿Qué le parece la manera en que Jacob
adquirió la primogenitura? Califique su acción. La primogeni-
tura tiene gran significado bíblico. Lea los siguientes pasajes y
apunte sus observaciones: Genesis 43:33, Deuteronomio 21:17,
[p 81] 1 Crónicas 5:1 y Hebreos 12:15–17. ¿Cree que los pa-
dres deben tener hijos favoritos? ¿Qué daño produce entre los
hijos? ¿Cómo se puede evitar?

ISAAC Y ABIMELEC 26:1–35


También en los días de Isaac hubo hambre en la tierra, y éste acudió a Abimelec rey de los filisteos, en Ge-
rar. Se le apareció Jehová y le ordenó no ir a Egipto, sino quedarse en la tierra que Dios le daría tal como se la
ofreció a Abraham. Además, le prometió:
1. Multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo
2. Dar a su descendencia todas esas tierras
3. Bendecir a todas las naciones en su simiente (26:1–5).
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Isaac obedeció a Jehová y se quedó en Gerar. Cuando los hombres de aquel lugar le preguntaron por su
mujer, cometió el mismo error de Abraham. Mintió diciendo que era su hermana. Un día, Abimelec, mirando
por una ventana, vio a Isaac acariciar a Rebeca, y lo confrontó acerca del asunto. Dijo Isaac que tenía miedo
de que lo mataran por causa de su mujer (26:6–11).
Permitieron a Isaac seguir viviendo entre ellos, pero Abimelec advirtió a todo el pueblo que no tocaran ni
a Isaac ni a Rebeca. Dios prosperó grandemente a Isaac, y los filisteos le tuvieron envidia. Hubo varias riñas
entre los pastores de Isaac y de Abimelec sobre unos pozos que Abraham había cavado y los filisteos habían
cegado. Al final cavaron uno sobre el cual no hubo disputa, e Isaac lo llamó Rehobot, que significa “lugares
amplios o espaciosos” (26:12–22).
[p 82] Al llegar Isaac a Beerseba, se le apareció Jehová, y le ratificó el pacto que había hecho con su pa-
dre. Isaac siguió en las pisadas de su padre, y allí edificó un altar a Jehová e invocó su santo nombre. Plantó
alli su tienda y sus siervos abrieron otro pozo (26:23–25).
Aunque los filisteos le habían echado de entre ellos, vino Abimelec con su amigo Ahuzat y Ficol, capitán
de su ejército. Cuando Isaac les preguntó por qué habían venido a él, le dijeron:
HEMOS VISTO QUE JEHOVA ESTA CONTIGO
Hicieron el pacto de respetarse mutuamente y de no hacerse daño el uno al otro, lo juramentaron, y se
despidieron en paz (26:26–31).
Cuando Esaú tenía cuarenta años tomó para sí dos mujeres de entre los heteos, Judit, hija de Beeri, y Ba-
semat, hija de Elón. “Fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca” (26:34–35). El hecho de casarse con
dos mujeres paganas es otra evidencia de la indiferencia espiritual de Esaú.
JACOB ARREBATA LA BENDICION 27:1–46
En su vejez Isaac quedó ciego. Probablemente presentía que su muerte se acercaba y llamó a Esaú para
encargarle algo muy especial. Le pidió que saliera a cazar y trajera la presa para prepararle el guisado que a
él le gustaba. Al terminar, debía traérselo para que comiera y lo bendijera antes de morir (27:1–4).
[p 83] Rebeca estaba escuchando cuando hablaba Isaac con Esaú, y en cuanto hubo salido al campo para
traer la caza, habló con su hijo Jacob y le contó lo que Isaac había hablado con Esaú y le pidió que escogiera
de entre el ganado a dos cabritos buenos. De la carne de éstos se proponía preparar para Isaac viandas como
a él le gustaban. Una vez preparadas, Jacob se las presentaría a su padre para que lo bendijera antes de morir
(27:5–10).
Para eliminar las dudas de Jacob acerca de la diferencia de piel entre los dos hermanos, Rebeca tomó las
pieles de los cabritos y lo cubrió con ellas donde no tenía vello. Ya vestido con la ropa de Esaú y cubierto de
las pieles, entró Jacob delante de su padre con las viandas. Isaac se sorprendió de que Esaú hubiera regresado
tan pronto, y así lo expresó. Para hacer aun más gravoso su pecado, Jacob atribuyó a Jehová el hecho de
haber logrado la caza con rapidez (27:11–20).
El padre quiso comprobar que en efecto era Esaú y le rogó que se acercase. Al palparle, concluyó: “La voz
es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú?” Todavía con duda Isaac preguntó: “¿Eres tú mi hijo
Esaú?” Jacob respondió: “Yo soy” (27:21–24). Entonces lo bendijo Isaac creyendo que era Esaú. La bendición
incluía:
1. Prosperidad en sus cosechas (27:28).
2. Señorío sobre sus hermanos (27:29a y b).
3. Maldición para los que le maldijeran (27:29c).
4. Bendición para los que le bendijeran (27:29d).
39

¡PENSEMOS!

Lea de nuevo los versículos 1–29 y apunte todas las evi-


dencias del engaño de parte de Rebeca, y todas las mentiras de
Jacob. Dios le había prometido bendición. [p 84] ¿Qué debía
haber hecho para recibirla? ¿Cuáles son algunas mentiras re-
petidas con frecuencia en nuestro medio ambiente? En una
concordanica bíblica busque dos pasajes que hablen de la men-
tira. Estúdielos bien. ¿Qué podemos hacer para evitarla en
nuestra vida diaria?

Cuando Esaú volvió del campo y se dio cuenta de lo que había hecho su hermano se enfureció. Dijo:
BIEN LLAMARON SU NOMBRE JACOB, PUES
YA ME HA SUPLANTADO DOS VECES: SE APODERO
DE MI PRIMOGENITURA, Y HE AQUI
AHORA HA TOMADO MI BENDICION (27:30–36).
Esaú reclamó una bendición de su padre e Isaac le bendijo, pero no podía deshacer lo que ya había hecho.
Antes de proferir su bendición, Isaac contó a Esaú los detalles de la bendición a Jacob, y la que pronunció
sobre Esaú difiere totalmente de la de Jacob. Sus detalles son:
1. Pobreza material. La mejor traducción de (27:39) es “será tu habitación lejos de las grosuras de la tierra”.
Su morada en Edom en tierras infértiles apoya esta interpretación.
2. Una vida violenta (27:40a).
3. Servidumbre a su hermano (27:40b).
4. Alivio del yugo de su hermano de vez en cuando (27:40c).
“Cuando te fortalezcas” se puede traducir también; [p 85] “cuando te sacudas”. La historia también co-
rrobora esta interpretación, porque los edomitas, descendientes de Esaú, nunca se libraron totalmente del
dominio del Israel, pero de vez en cuando lograban un breve alivio. Véanse Números 20:14–21 y 2 Samuel
8:14.
Después de ese acontecimiento, Esaú se propuso matar a su hermano. Esperaría la muerte de su padre pa-
ra no ocasionarle más dolor. Rebeca se dio cuenta, y comenzó a preparar a Jacob para que huyera a Mesopo-
tamia donde debía pasar algún tiempo mientras se calmaba la ira de Esaú. Es interesante notar la sutileza con
que Rebeca relató sus planes a Isaac (27:41–46).
LA HUIDA DE JACOB 28:1–9
Después de la plática con Rebeca, Isaac llamó a Jacob y le encargó que no se casara con una de la hijas de
Canaán sino que se fuera a la casa de Betuel, padre de Rebeca para que tomara mujer de entre las hijas de
Labán, hermano de ella (28:1–2)
Jacob jamás volvió a ver a su madre con vida. Isaac lo bendijo de nuevo con las promesas ofrecidas por
Dios a Abraham y confirmadas a él mismo (28:3–4). Después lo despidió y se dirigió a Padan-aram donde
vivía Labán, hijo de Betuel y hermano de Rebeca (28:5). Esaú observó que Isaac bendecía a Jacob y que las
hijas de Canaán no agradaban a su padre. Entonces tomó una mujer de la familia de Ismael, pensando que
quizá habría algún residuo de fe en ella. Sin embargo, no despidió a las hijas de Het (28:6–9). Hay algo aquí
sumamente triste. Es evidente que no había comunicación en la familia de Isaac. Esa decisión de Esaú no fue
un paso de obediencia completa. ¡Cuál habría sido su actuación si sus padres le hubieran instruído acerca de
la [p 86] importancia de no casarse con incrédulas? Esaú no lo supo hasta que escuchó lo que Isaac dijo a
Jacob.
También, es posible que Esaú tuviera conocimiento del deseo expresado por Abraham de que Isaac no se
casara con una cananea. En este caso hay dos posibilidades. Primera, la actitud de su madre hacia él no le
permitió ver la superioridad espiritual de las mujeres de la casa de Labán. Lo que sí es bien cierto es que Esaú
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se caracterizaba por su insensibilidad hacia las cosas espirituales. Véase Hebreos 12:15–17. Al fin y al cabo
uno mismo es responsable de sus decisiones en la vida (Romanos 14:12).
DE MANERA QUE CADA UNO DE NOSOTROS
DARA A DIOS CUENTA DE SI
EL SUEÑO DE JACOB EN BETEL 28:10–22
En su viaje de Beerseba a Harán, Jacob llegó a cierto punto donde se quedó a dormir. La historia revela
que el lugar era Betel, que distaba de Beerseba unos ciento quince kilómetros. Es muy posible que Jacob
hubiera viajado unos tres o cuatro días para llegar hasta ese lugar. Tomó una piedra y la puso por cabecera, y
se quedó profundamente dormido (28:10–11).
En su sueño, vio una escalera tendida del cielo a la tierra donde los ángeles de Dios bajaban y subían. En
su extremo superior estaba Jehová. El Señor se le reveló como Jehová, el Dios de Abraham, y de Isaac; le repi-
te las bendiciones del pacto abrahámico, y añade (28:12–15):
[p 87] HE AQUI, YO ESTOY CONTIGO, Y TE GUARDARE
POR DONDEQUIERA QUE FUERES,
Y VOLVERE A TRAERTE A ESTA TIERRA
La aparición de Jehová en esta ocasión es una enorme manifestación de su gracia. Ya hemos visto que Ja-
cob era un hombre engañoso y mentiroso. No merecía nada, pero Dios lo escogió para mostrar su misericor-
dia por medio de él (Romanos 9:10–12).
Se maravilló Jacob del sueño y llamó a ese lugar “Betel”, que significa “casa de Dios”. Tomó la piedra que
había usado como cabecera, y la alzó por señal. El derramamiento de aceite encima de la piedra fue un acto
de consagración del altar (Levítico 8:10–12). También hizo voto al Señor.
Las condiciones:
1. Si Dios fuera con el,
2. Y le guardara en el viaje,
3. Y le diera pan y vestido,
4. Y le volviera en paz a casa de su padre;
Las promesas
1. Jehová sería su Dios
2. La piedra puesta por señal sería “casa de Dios”.
3. El diezmaría a Dios de todo lo que le diera (28:16–22).
LA ESTANCIA DE JACOB EN MESOPOTAMIA 29:1–30:43
El encuentro con Raquel. 29:1–14
Tal como el criado de Abraham conoció a Rebeca a la [p 88] orilla de un pozo, así fue el encuentro entre
Jacob y Raquel. Pero hay diferencias bien marcadas. El criado oró a Dios pidiendo su dirección (24:12–14).
Sin embargo, aunque Jacob conocía a Jehová, su devoción no se manifiesta aquí. Lo que sí es evidente es su
diplomacia y aplomo.
Se presenta a los pocos pastores, que se habían reunido para abrevar sus ovejas, como “hermano”. Me-
diante esa entrevista supo que procedían de Harán, que conocían a Labán, quien se encontraba bien, y que la
que pastoreaba las ovejas era su hija Raquel (29:1–6).
La actitud de Jacob es muy interesante y significative. El era pastor y sabía que todavía quedaban algunas
horas del día para apacentar a las ovejas. Parece que le molestó ver a los pastores perder su tiempo a la orilla
del pozo. La sugerencia de que abrevaran sus ovejas y volvieran a apacentarlas no fue una falta de cortesía,
sino que como tenía unos setenta y siete años era mayor que ellos, quienes probablemente eran muy jóvenes.
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No quería que presenciaran el encuentro con su prima Raquel. De todos modos, no se fueron, y vieron
cuando Jacob con fuerza extraordinaria removió la gran piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de
Labán (29:7–10).
Después Jacob besó a Raquel y lloró en alta voz. Le dijo que era hijo de Rebeca, hermana de Labán. Ella
corrió a su casa para dar la noticia de la llegada de su primo. Labán corrió para recibirlo, le hizo una gran
recepción con abrazos y besos y lo llevó a su casa donde pasó un mes como huésped (29:11–14).

¡PENSEMOS!

Compare el encuentro entre Jacob y Raquel con el encuen-


tro entre el criado de Abraham y Rebeca (24:14–56) y apunte
todas sus observaciones.

[p 89] El casamiento con Lea y Raquel. 29:15–30


Al finalizar ese mes, Labán pidió a Jacob que le dijera cuál sería su salario si decidiera quedarse. En ese
corto tiempo Jacob se había enamorado de Raquel, y entonces ofreció servirle siete años por ella. Se pusieron
de acuerdo, y los siete años parecieron al enamorado “como pocos días” (29:15–20).
Cuando llegó el momento del enlace, Labán engañó a Jacob, y le dio a su hija mayor Lea en vez de Raquel.
Cuando se lo reclamó Jacob, respondió que era la costumbre de su tierra. Esto no pareció Jacob, respondió
que era la costumbre de su tierra. Esto no pareció bien a Jacob y Labán le dijo que le daría a Raquel si cum-
plía con la semana de Lea (Jueces 14:1–17). Así lo hizo Jacob, y al cabo de ella tenía dos esposas. Sirvió a La-
bán otros siete años (29:20–30).
Los hijos de Jacob 29:31–30:24
Jacob amaba más a Raquel que a Lea. A Jehová no le agradó esto e hizo que la primera fuera estéril. Lea
dio a luz a los primeros cuatro hijos de Jacob, pero después del cuarto, dejó de tener hijos por algún tiempo
(29:31–35).
Viéndose estéril, Raquel dio a Jacob a su sierva Bilha para que de ella tuviera hijos. Lea hizo lo mismo con
su sierva Zilpa. Ambas siervas tuvieron hijos de Jacob.
La expresión “sobre mis rodillas,” indica que Raquel pondría a cualquier hijo nacido de Bilha sobre sus
rodillas como señal de que sería como hijo propio. Ambas hermanas tuvieron dos hijos así.
Al dejar de dar a luz Lea, Dios se acordó de Raquel, y tuvo hijos propios. El primero fue llamado José. Su
nombre significa “que el Señor añada” o “él ha quitado”. Probablemente Raquel tenía en mente ambas cosas.
Dios había quitado su esterilidad y le rogaba que le diera otro hijo (30:22–24).
[p 90] La pluralidad de esposas de parte de Jacob no indica que Dios estuviera de acuerdo con la bigamia.
El estableció su norma en la creación. Hizo una sola mujer para Adán. No obstante su desacuerdo con ciertas
prácticas, estableció reglamentos para guiar a los seres humanos en sus relaciones interpersonales. Véase
Deuteronomio 21:15–17.

LISTA DE LOS HIJOS DE JACOB

Nacidos de Nacidos de Raquel Nacidos de Bilha Nacidos de Zilpa


Lea

Rubén José Dan Gad


Simeón Benjamín Neftalí Aser
Leví
Judá
Isacar
Zabulón
Dina

El capítulo cuarenta y nueve da más detalles acerca del papel que había de jugar cada hijo de Jacob en la
historia de Israel. Basta mencionar aquí tan solo el significado de los nombres de Rubén y Zabulón para en-
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tender que había mucha envidia entre Lea y Raquel. Al dar a luz a Rubén dijo Lea: “Ha mirado jehová mi
aflicción; ahora, por tanto me amará mi marido” (29:32). Al nacer su último hijo Zabulón, todavía se nota
que se sentía despreciada en estas palabras: “ahora morará conmigo mi marido” (30:19–20).
Generalmente, las genealogías bíblicas no mencionan mujeres. Es probable que Dina aparezca en esta lis-
ta por lo que había de acontecer en su vida más tarde (34:1–31).

[p 91] ¡PENSEMOS!

La Biblia dice en Gálatas 6:7: “Todo lo que el hombre sem-


brare, eso también segará”. ¿Qué evidencia aparece en Génesis
29:15–30 de que Jacob estaba cosechando lo que había planta-
do? Este patriarca tuvo hijos de cuatro mujeres. Ya hemos visto
que Dios no aprueba la bigamia. Apunte todos los pasajes bíbli-
cos que conozca que apoyan la monogamia. Lea cuidadosa-
mente 29:30–30:15 y apunte los distintos incidentes del con-
flicto entre Raquel y Lea.

El trato entre Jacob y Labán 30:25–43


Después del nacimiento de José, Jacob dijo a Labán que deseaba volver a su tierra. Sólo pidió que le diera
sus mujeres y sus hijos. Labán le pidió que se quedara, mencionó que Jehová lo había bendecido grandemente
por su causa y ofreció darle el salario que pidiera (30:25–28).
HE EXPERIMENTADO QUE JEHOVA
ME HA BENDECIDO POR TU CAUSA
Jacob le recordó que desde que había empezado a servirlo, sus bienes se habían multiplicado en gran ma-
nera. Expresó también su deseo de comenzar a trabajar para su propia familia y le pidió que le diera:
1. De sus ovejas, las manchadas y salpicadas de color y las de color oscuro.
2. De sus cabras, las manchadas y salpicadas de color.
A simple vista, esa propuesta le ofrecía poca oportunidad [p 92] de prosperar. Por lo general, las ovejas de
esa región son blancas y los cabritos de color oscuro. ¿Cómo podría juntarse un gran rebaño en semejantes
condiciones?
Para empeorar las cosas, Labán apartó aquel mismo día todos los animales manchados y rayados, los puso
en manos de sus hijos y se apartó de Jacob avanzando tres días de camino.
Dios frustró todos los planes de Labán y causó que casi todos los animales que nacían fueran manchados
y rayados. Así llegó a ser muy rico Jacob en ovejas, siervas y siervos, camellos y asnos. Pasajes bíblicos como
Proverbios 3:9–10 prometen bendición material para los que obedecen a Dios, pero debemos cuidarnos de
creer que podemos exigir prosperidad del Señor a cambio de obediencia. Véase Filipenses 4:10–19.
43
[p 93]

10
El Regreso de Jacob
Génesis 31:1–36:43
Una de las cosas más importantes en las relaciones humanas es la confianza. Cuando ésta se pierde, la re-
lación se arruina. Eso pasó entre Jacob y Labán, y tarde o temprano tenía que sobrevenir una ruptura total
entre ellos.
LA SALIDA DE JACOB 31:1–55
Los hijos de Labán se quejaban de la riqueza excesiva de Jacob. Según su parecer, la había sustraído de su
padre. Jacob notó que el semblante y actitud de Labán no eran como antes. Además, Jehová le habló diciéndo-
le que ya era tiempo de que regresara a la tierra de sus padres y a su parentela, prometiéndole estar con él
(31:1–3).
Jacob llamó a Raquel y a Lea para que se reunieran con él en el campo y repasó con ellas todo lo que
había acontecido desde que hizo el trato con su padre Labán. También les contó como Jehová le había apare-
cido para decirle que regresara a su tierra (31:4–13).[p 94]
Raquel y Lea le dieron su apoyo y expusieron sus puntos de vista. Se sentían vendidas por su padre, des-
heredadas y tenidas por extrañas (31:14–16).
Al oir las palabras de apoyo de Raquel y Lea, Jacob las subió junto con sus hijos sobre los camellos y em-
prendió viaje con todo lo que tenía para regresar a su tierra y la casa de su padre (31:17–18).
Labán no se enteró de la partida de Jacob porque andaba transquilando sus ovejas. Antes de salir, Raquel
hurtó los ídolos de su padre sin que lo supiera su esposo (31:19–20). No se sabe si lo hizo porque todavía era
idólatra, pero existe la teoría de que la posesión de los ídolos le garantizaba la participación en la heredad de
su padre.
Jacob pasó el río Eufrates y se dirigió al monte de Galaad.
Al tercer día, Labán fue informado de su huída y lo persiguió hasta alcanzarlo en ese monte. Mientras
tanto, el Señor le había aparecido en un sueño para advertirle que no hablara descomedidamente a Jacob
(31:21–25).
Al llegar hasta donde estaban, Labán lo reprendió por haber huído sin haberle permitido despedirse de
sus hijas y nietos. También lo acusó de haber hurtado sus ídolos. Jacob le dio permiso para buscarlos, y dijo
que moriría aquel que los tuviera porque no sabía que estaban en poder de Raquel. No los halló Labán, y Ja-
cob le reclamó fuertemente por todo el abuso que había recibido a través de los veinte años que había estado
a su servicio (31:26–42).
Labán pidió que hicieran un pacto, y tomaron piedras e hicieron un montículo sobre el cual comieron.
Jacob llamó el lugar “Galaad” que significa “majano del testimonio”, y también “Mizpa”, que significa “ata-
laya”. Este convenio de no agresión se hizo en un ambiente de sospechas. Después de esto, comieron pan y
durmieron en el mismo lugar aquella [p 95] noche. Al día siguiente se levantó Labán, besó a sus hijas y nietos
y regresó a su casa (31:43–55).
ATALAYE JEHOVA ENTRE TU Y YO,
CUANDO NOS APARTEMOS EL UNO DEL OTRO
LA RECONCILIACION CON ESAU 32:1–33:20
Al seguir Jacob su camino, le salieron al encuentro ángeles de Dios. Probablemente para confirmar lo que
Jehová le había dicho hacía veinte años en Betel: “He aquí yo estoy contigo” (28:15). Esa protección la iba a
necesitar porque se acercaba a la tierra de Edom, donde moraba su hermano Esaú.
No obstante, no era indispensable que pasara por Edom para llegar a Betel, porque se encontraba a bas-
tante distancia hacia el sureste. Es posible que buscara la manera de reconciliarse con Esaú y decidió que ese
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era el momento oportuno. Deseaba tener paz en su corazón y con su hermano, ya que pronto serían vecinos.
Véase Mateo 5:23–25a.
Envió mensajeros para avisar a su hermano y les instruyó para que se dirigieran a Esaú llamándole señor,
y que le dijeran que iban en representación de su siervo Jacob. Sus enviados volvieron diciendo que Esaú ve-
nía con cuatrocientos hombres para recibirle. Desde luego, esa noticia le produjo mucho temor a Jacob. Se
acordó de la amenaza que había proferido su hermano contra él (27:41) y con justificada razón sentía miedo
(32:1–7a).
Jacob distribuyó a su gente y animales en dos campamentos, para facilitar que en caso de ataque, unos u
otros [p 96] escaparan. Luego oró en forma sincera y humilde delante de Dios. Los puntos más sobresalientes
de su oración son:
1. Se dirige al Dios de Abraham e Isaac (32:9a).
2. Se acuerda de las promesas (32:9b).
3. Se presenta diciendo “menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu
siervo” y hace mención de lo poco con que se fue y de lo mucho que ahora poseía (32:10).
4. Pide a Dios que lo libre de su hermano (32:11).
5. Hace referencia a las promesas divinas de bendecirle y aumentar grandemente su simiente (32:12).
Durmió aquella noche, y a la mañana siguiente envió a Esaú un buen presente que consistía de quinien-
tos cincuenta de sus animales. El motivo era evidente. Quería aplacar la ira de Esaú (32:13–20).
Aquella misma noche, después de hacer pasar el vado de Jaboc a sus dos mujeres, sus dos siervas y sus
once hijos, se quedó a solas (32:22–23a).
El pasaje de las Escrituras dice que luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Gracias a su perseve-
rancia, Jacob ganó la lucha, pero sufrió una herida permanente al descoyuntarse su muslo, por lo que cojea-
ba. Probablemente quien luchó con Jacob era Cristo, en su estado previo a la encarnación (32:24–26).
En respuesta a una pregunta, Jacob contestó que su nombre era Jacob. Entonces el varón le contestó di-
ciendo que en adelante se llamaría Israel: “porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”
(32:27–29). Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, que significa “el rostro de Dios” (32:30–32).[p 97]

¡PENSEMOS!

Tomando en cuenta que fue Dios quien luchó con Jacob,


tenemos que concluir que el Señor le permitió ganar la lucha.
Esta experiencia es una figura de la intercesión eficaz. Dios
está siempre presto a oir nuestras oraciones, pero espera de
nosotros seriedad en el ministerio precioso de ser colaborado-
res suyos por medio de la oración. Reflexione en los pasajes
siguientes: Efesios 6:10–20, Santiago 5:16–18 y Lucas 18:1–8.

EL ENCUENTRO CON ESAU 33:1–20


Alzó Jacob sus ojos y vio que venía Esaú con los cuatrocientos hombres. Al acercarse, el primero se inclinó
siete veces, que era la señal de homenaje para un rey. Jacob no quería arriesgarse. Esaú corrió a su encuen-
tro, y le dio un recibimiento muy efusivo sin mostrar ninguna señal del rencor que había experimentado
(33:1–4).
Asimismo, todas las mujeres y niños que venían con Jacob se inclinaron delante de Esaú. Después de mu-
cha insistencia de parte de Jacob, su hermano aceptó el presente que le había enviado con sus criados (33:5–
11).
Esaú quería volver a su casa, y ofreció ir delante de Jacob y su escolta, pero éste le dijo que por sus anima-
les no podría caminar al paso de Esaú y sus acompañantes, por lo que llegaría después a Seir con los suyos
(33:12–15).
Esaú emprendió su camino pero Jacob tomó uno distinto y llegó a Sucot, donde edificó una casa y cabañas
para el ganado. Por el relato que sigue, es evidente que permaneció allí unos diez años, porque cuando salie-
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ron de la casa de Labán, su hija Dina era pequeña y en este capítulo se hace referencia a ella diciendo que ya
era una señorita. Posteriormente, se trasladó a Siquem, y compró terrenos para plantar [p 98] sus tiendas.
También erigió allí un altar al poderoso Dios de Israel (33:16–20).
LA MASACRE EN SIQUEM 34:1–31
Un día salió Dina, hija de Jacob y Lea, a conocer a las hijas del país. La vió Siquem hijo de Hamor, prínci-
pe de aquella tierra, la tomó y la deshonró. Después, por intervención de su padre, procuró tomarla por es-
posa (34:1–4).
Pero los hijos de Jacob se entristecieron y enfurecieron cuando se enteraron de que su hermana había si-
do mancillada. Para vengarse, engañaron al rey y a su hijo ofreciendo dársela por mujer con tal de que él y
todos los varones de su tierra fuesen circuncidados. La condición fue aceptada por los siquemitas cuando
Siquem y su padre Hamor los convencieron. Todos los hombres fueron circuncidados y al tercer día, cuando
más adoloridos estaban, Simeón y Leví, hijos de Jacob, mataron a todos los hombres a espada. Luego rescata-
ron a Dina de la casa de Siquem (34:5–26).
Saquearon la ciudad y regresaron con el botín, incluyendo mujeres y niños. El asunto no agradó a Jacob y
les reprendió con las palabras siguientes: “Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de
esta tierra” (34:26–30). Simeón y Leví le contestaron con una pregunta: “¿Había de tratar a nuestra hermana
como a una ramera?”
Dios tampoco se agradó de la crueldad de Simeón y Leví. Cuando Jacob en forma profética bendijo a sus
hijos antes de su muerte, se acordó de los eventos de ese día en Siquem (49:5–7).
LA LLEGADA A BETEL 35:1–15
Hay evidencia bíblica que indica que la voluntad de Dios [p 99] era que Jacob fuese a Betel tan pronto se
reconciliara con su hermano. Después de los acontecimientos de Siquem, Dios le mostró claramente que vol-
viera a Betel, donde le había aparecido cuando se dirigía a la casa de Labán (35:1).
Antes de emprender el viaje, Jacob provocó un avivamiento entre los miembros de su familia. Les ordenó
deshacerse de todos sus ídolos, limpiarse y mudar sus vestidos y así lo hicieron (35:2–4).
Dios los protegió durante el camino y cuando llegaron a Betel, el patriarca edificó un altar, donde Jehová
volvió a aparecérsele para confirmarle las bendiciones del pacto abrahámico. Jacob erigió una “señal de pie-
dra” para señalar el lugar donde Dios le había hablado (35:5–15).
La muerte de Raquel e Isaac 35:16–29
De ahí se trasladaron a Efrata, a distancia de media legua, donde Raquel dio a luz a Benjamín y a conse-
cuencias del parto murió. Fue sepultada en el mismo lugar. Benjamín significa “hijo de honor o de buena
fortuna” (35:16–20).
Salió Israel de ahí y plantó su tienda en Migdal-edar. Mientras permanecían alí, su hijo Rubén durmió
con Bilha, la concubina de su padre, lo cual no pasó desapercibido a Israel (35:21–22 y 1 Crónicas 5:1).
Posteriormente, viajaron a Mamre, donde todavía vivía su padre Isaac, quien murió a los ciento ochenta
años, siendo sepultado por sus hijos Jacob y Esaú (35:27–29).

¡PENSEMOS!

A Dios no le agradan ni el adulterio ni los matrimonios en-


tre creyentes e incrédulos. ¿Por qué se enojó Jacob con Simeón
y Leví cuando vengaron la humillación de su hermana Dina?
Apunte de nuevo las bendiciones del pacto abrahámico. Re-
flexione sobre el [p 100] regreso de Jacob de Mesopotamia.
¿Qué evidencias ve del cumplimiento de las promesas hechas
por Dios en Betel? Véase 28:11–19. ¿Cuál fue la consecuencia
del pecado de Rubén con Bilha, la concubina de Jacob?

La descendencia de Esaú 36:1–43


46
Ya se ha tomado nota del hecho de que Esaú tomó primero a dos mujeres de entre los heteos (26:34–35)
que causaron grande amargura de espíritu a Isaac y Rebeca. Al darse cuenta que no eran del agrado de sus
padres, tomó mujer de entre los ismaelitas (28:8–9). De sus tres mujeres, Ada, Aholibama y Basemat, le na-
cieron cinco hijos.
Uno de sus nietos se llamó Amalec (36:12 y Exodo 17:8), cuyos descendientes fueron enemigos acérrimos
de los israelitas (1 Samuel 15:1–3). “Esaú es Edom” dice 36:8. Los edomitas persistieron en la misma clase de
rivalidad con los israelitas que había entre Esaú y Jacob.
TRES EQUIVOCACIONES DESASTROSAS DE ESAU:
MENOSPRECIO SU PRIMOGENITURA (HEBREOS 12:16–17).
EMPARENTO CON PAGANOS (COMPARE GENESIS 26:34–35 CON 2 CORINTIOS 6:14).
MALDIJO A LOS DESCENDIENTES DE ABRAHAM, ISAAC Y JACOB (COMPARE GENESIS 12:3
CON NUMEROS 20:14, 18, 20–21).
CONSECUENCIAS:
EDOM SERIA DESTRUIDO POR DIOS (ABDIAS VV. 1–21).
47
[p 101]

11
Las Adversidades de José
Génesis 37:1–41:36
Las Escrituras nos exhortan a estar gozosos cuando pasemos por diversas pruebas. La razón que se da es
que la prueba de nuestra fe produce paciencia. Es bien conocida la paciencia de Job, pero según esa regla,
también José debe haber sido un hombre paciente en extremo.
DESPRECIADO POR SUS HERMANOS 37:1–36
Sus aflicciones comenzaron en su propio hogar. Era el hijo predilecto de su padre, pero sus hermanos lo
despreciaban. El apacentaba ovejas con ellos, e informaba a Jacob de su mala conducta. José soñó que veía a
sus hermanos arrodillados delante de él y tuvo la ocurrencia de contárselo. En su último sueño, aun sus pa-
dres aparecían inclinándose a él. Sus sueños no ayudaron en nada a mejorar las relaciones entre él y sus
hermanos (37:1–11).
[p 102] Y AUN LE ABORRECIERON MAS
A CAUSA DE LOS SUEÑOS
Y SUS PALABRAS
Un día, su padre Israel lo envió para ver cómo estaban sus hermanos. Viajó del valle de Hebrón a Siquem
donde apacentaban las ovejas. Le costó encontrarlos, pero con la ayuda de un hombre se orientó. Sus herma-
nos lo vieron de lejos y comenzaron a conspirar contra él para darle muerte. Gracias a la intervención de
Rubén no lo hicieron, pero lo echaron en una cisterna para que muriera. Rubén quería librarlo para que vol-
viera a su padre (37:12–24). El hecho de que se sentaran a comer tan pronto como hubieron echado a José
en la cisterna, es una evidencia clara de su brutalidad. Mientras comían, vieron que unos comerciantes is-
maelitas venían de Galaad con dirección a Egipto, y decidieron vender a José como esclavo a cambio de vein-
te piezas de plata (37:25–28).
Rubén no estaba presente cuando se hizo la transacción. Cuando regresó a la cisterna y vio que su her-
mano había desaparecido, rasgó sus vestidos en señal de duelo. Los hermanos tomaron la túnica de José, ma-
taron a un cabrito, tiñeron la túnica con su sangre, y la enviaron a Jacob, quien creyó que alguna mala bestia
lo había devorado. El patriarca estuvo inconsolable por muchos días. Es triste observar la hipocresía de sus
hijos. Los mismos que habían perpetrado la mala jugada, ahora procuraban consolarlo (37:29–35).
Por su parte, el joven (José tenía diecisiete años cuando sucedieron estos eventos 37:2) fue adquirido en
Egipto por Potifar, capitán de la guardia de Faraón (37:36).

[p 103] ¡PENSEMOS!

La túnica de diversos colores que Jacob hizo para José


habla de predilección del padre. ¿Cree que Jacob hizo bien al
mostrar esa preferencia? Los sueños de José fueron proféticas
proque se cumplieron al pie de la letra. ¿Le parece que hizo
bien en contarlos a sus hermanos? Es posible que José los pro-
vocara en forma indebida. ¿Cómo califica la reacción de ellos?
¿Qué lecciones prácticas se desprenden para ayudarnos en la
crianza de nuestros hijos?

LA PENOSA EXPERIENCIA DE JUDA CON TAMAR 38:1–30


Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir en Adulam, que estaba situado a unos veinticuatro kilóme-
tros al noroeste de Hebrón. Allí tomó a una mujer cananea y tuvo tres hijos con ella (38:1–5).
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El mayor, Er, cuya esposa era Tamar, fue tan malo que Jehová le quitó la vida. Tamar quedó viuda, y fue
dada a Onán para que procurara levantar descendencia a su hermano, pero cuando éste se llegaba a ella,
“vertía en tierra por no dar descendencia a su hermano”. Lo que hacía desagradó al Señor y también le quitó
la vida (38:6–10).
El matrimonio de una viuda con el hermano del difunto se llama “levirato”. Era una práctica común en
aquel entonces, y después se incorporó a la ley mosaica (Deuteronomio 25:5–10). Judá dijo a Tamar que re-
gresara a la casa de su padre mientras crecía Sela, su hijo menor y cuñado de ella. Sin embargo, no fue entre-
gada a él por mujer cuando el chico creció. Tamar urdió un plan. Se disfrazó de ramera y se puso a la orilla
del camino por donde sabía que Judá pasaría para trasquilar sus ovejas. El tuvo relación sexual con [p 104]
ella, sin saber de quién se trataba, de la cual nacieron gemelos. Uno de ellos se llamó Fares, y su nombre se
encuentra en la genealogía de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 1:3).
Judá cometió dos errores. No cumplió la promesa de dársela a Sela (38:11) y adulteró con ella. Sólo por
gracia no fueron apedreados hasta la muerte (Levítico 20:12).
DIOS PUEDE MANIFESTAR SU GRACIA
EN FORMA SOBERANA
PERO JAMAS APRUEBA EL ADULTERIO
JOSE RESISTE LA TENTACION 39:1–23
Dios enalteció a José delante de los ojos de Potifar, capitán de la guardia egipcia y lo nombró mayordomo
de su casa. Potifar entregó en poder de José todas sus posesiones.
JEHOVA BENDIJO LA CASA DEL EGIPCIO
A CAUSA DE JOSE
José era un joven bien parecido. La mujer de Potifar se enamoró de él y le pidió que durmiera con ella. Jo-
sé resistió con éxito la tentación. Dijo a la mujer: “¿Cómo, pues haría yo este grande mal, y pecaría contra
Dios?” (39:1–9). Un día, ella lo asió por su ropa. Él huyó, pero sus vestidos quedaron en manos de ella. La
mujer los usó como evidencia para acusarlo delante de Potifar, quien lógicamente se enfureció y lo echó “en
la cárcel donde estaban los presos del rey” (39:10–20).

[p 105] ¡PENSEMOS!

Póngase en el lugar de José. ¿Cuáles hubieran sido sus re-


acciones frente al aparente abandono de parte de Dios? ¿Qué
podemos hacer nosotros para estar preparados para resistir la
tentación? Lea cuidadosamente Santiago 4:7–10 y 1 Pedro 5:6–
11 y apunte todas sus observaciones con respecto a la tenta-
ción.

JOSE EN LA CARCEL 39:20–41:36


Es evidente que Dios no había abandonado a José. Sólo que tenía un ministerio diferente para él. En la
cárcel también le dio gracia ante los ojos del jefe de los presos, y éste le entregó el cuidado de todos ellos
(39:21–23).
JEHOVA ESTABA CON JOSE Y PROSPERABA
TODO LO QUE EL HACIA
José interpreta los sueños del copero y del panadero 40:1–23
Faraón se enojó con su copero y panadero particulares debido a faltas cometidas contra él, que era el rey
de Egipto. Fueron enviados a la misma prisión donde estaba José y puestos bajo su cuidado. Cierta noche, am-
bos tuvieron sueños, y José los vio tristes el día siguiente. Al enterarse de que el motivo eran sus sueños, les
dijo: “¿No son de Dios las interpretaciones?” (40:1–8). El ejemplo de José de ensalzar a Jehová en toda cir-
cunstancia es algo sumamente bello. Tenía años ya de estar fuera del calor del hogar, y había sufrido muchos
contratiempos, pero aun así, engrandece a su Dios delante de estos hombres.
49
[p 106] Les pidió que le contaran lo que habían visto e interpretó correctamente ambos sueños. Les in-
formó que el jefe de los coperos sería restituido a su cargo en el término de tres días y le pidió a éste que no se
olvidara de él cuando estuviera delante del rey, para que intercediera por él y lo sacara de la cárcel (40:9–
15).
Viendo que el jefe de los coperos recibió una interpretación favorable, el jefe de los panaderos también le
contó su sueño. Desafortunadamente, para él no resultó para bien, porque José le dijo que sería ahorcado.
Ambos sucesos se llevaron a cabo tal como José había dicho (40:16–22).
“Y EL JEFE DE LOS COPEROS NO SE
ACORDO DE JOSE, SINO QUE SE LE OLVIDO”.
¿QUE PASO CON DIOS? ¿DONDE ESTABA EL?
José interpreta el sueño de Faraón 41:1–36
Todavía transcurrieron dos años después de aquellos eventos, mismos que José pasó en la cárcel. Un día
Faraón tuvo un sueño y despertó sobresaltado. Volvió a dormirse pero recurrió el mismo sueño. Al día si-
guiente su espíritu estaba muy agitado. Llamó a los magos y sabios de su reino para averiguar lo que signifi-
caba, pero ninguno pudo interpretarlo (41:1–8).
Fue entonces cuando el jefe de los coperos se acordó de José, y contó al rey lo que le había sucedido a él y
el jefe de los panaderos en la cárcel y cómo José les había dado la interpretación acertada (41:9–13).
Faraón mandó traer a José apresuradamente. Antes de presentarse delante del rey, José se afeitó y cambió
de vestidos. Los egipcios tenían la costumbre de rasurarse bien. [p 107] De modo que José hizo bien en tomar
esa precaución, aunque tuvo que hacerlo de prisa.
Cuando se presentó delante de Faraón, éste le contó que había tenido un sueño, que no había quien se lo
interpretase, y que había oído que él podía hacerlo. La respuesta de José es clásica (41:14–16).
“NO ESTA EN MI; DIOS SERA
EL QUE DE RESPUESTA PROPICIA A FARAON”.
El resumen de los sueños fue así. El rey había visto a siete vacas flacas devorar a siete vacas gordas así
como a siete espigas menudas que devoraban a siete espigas llenas y hermosas (41:17–24). José le dijo al rey
que los sueños eran uno solo, y una vez más ensalzó a Dios.
“DIOS HA MOSTRADO A FARAON
LO QUE VA A HACER”.
Su interpretación fue la siguiente. Las siete vacas gordas y las siete espigas llenas y hermosas representa-
ban siete años de gran abundancia. Las siete vacas flacas y las siete espigas menudas representaban siete años
de hambre tan aguda, que la gente no se acordaría de la abundancia previa. La repetición del sueño quería
decir que las cosas ocurrirían con certeza y prontitud (41:25:–32).
Además de dar la interpretación correcta, José propuso una sugerencia muy acertada. Aconsejó al rey que
colocara a un hombre prudente y sabio como mayordomo sobre todo el país que se encargara de almacenar
provisiones durante [p 108] los buenos años para que hubiese suficiente durante la hambruna. También re-
comendó el nombramiento de gobernadores que guardaran en ciudades estratégicas la quinta parte de lo que
se recogiera durante los siete años de opulencia (41:33–36).

¡PENSEMOS!

El buen consejo de José fue tan inspirado como la interpretación


de los sueños. ¿Hay alguna evidencia de que José tuviera en mente
promover su propia causa? Es probable que se sintiera contento con
sólo salir libre de la cárcel. Como un buen siervo de Dios, solo quería
ser un instrumento en manos de su Señor. ¿Qué es lo que lo mueve a
usted cuando sirve al Señor? Observe que en todas sus experiencias,
José daba la gloria a Dios.
50
[p 109]

12
La Exaltación de José
Génesis 41:37–50:26
En forma consistente, las Escrituras enseñan que el creyente debe humillarse delante de Dios para ser en-
salzado por él cuando llegue el tiempo. El mismo principio bíblico se expresa en otro pasaje: “los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:11). El pasaje clásico sobre este tema es Filipenses
2:5–11, una porción histórica y profética a la vez. Lo que sucedió en la vida de José ilustra en forma dramáti-
ca este glorioso concepto.
NOMBRADO PRIMER MINISTRO 41:37–57
Faraón y sus siervos escucharon complacidos las palabras de José. El monarca lo nombró primer ministro
de su gobierno, segundo en el mando, así como encargado de recoger los bienes de los años de abundancia
para distribuirlos en el tiempo de hambre. Al nombrarlo estaba reconociendo que el espíritu de Dios estaba
en él, y que era [p 110] él quien le había “hecho saber todo esto” (41:37–41).
Se hizo una ceremonia pública para instalar a José en su nuevo cargo. Faraón quitó el anillo de su mano,
lo puso en la suya, lo vistió de lino finísimo, colocó un collar de oro en su cuello, lo hizo subir en el segundo
carro, y pregonaron que todos debían arrodillarse delante de él.
Faraón también le dio un nombre egipcio, llamándolo Zafnat-panea, así como una esposa, cuyo nombre
era Asenat, hija de Potifera sacerdote de On (41:42–45a). No debemos suponer por este acto que José aceptó
la idolatría que imperaba en aquel país, porque no fue él quien escogió a su mujer, sino que ésta le fue entre-
gada por decreto del soberano. El nombre y esposa que le fueron asignados lo congraciaron aun más delante
del pueblo egipcio.
Una vez nombrado, José no perdió tiempo. Hizo un estudio de toda la tierra de Egipto. Tenía treinta años
en ese entonces, lo cual quiere decir que había pasado trece años en esclavitud (compárense 37:2 con 41:46).

¡PENSEMOS!

Esos trece años fueron usados por Dios para entrenar a su


siervo. Reflexione sobre otros casos bíblicos que demuestran
que el Señor permite que sus siervos pasen por un proceso lar-
go de entrenamiento para su servicio. ¿Qué experiencias ha
tenido que ilustran el mismo principio?

En los años de abundancia José recogió y almacenó las provisiones tal como había recomendado a Faraón
(41:46–49).
Los dos hijos de José 41:50–52
Antes de que llegara el primer año de hambre, nacieron a José dos hijos, “los cuales le diera a luz Asenat”.
Los [p 111] nombres que les dio son una expresión de su profunda fe en Dios y de que había comprendido el
motivo de sus experiencias. Al primogénito le puso Manasés, que quiere decir “el que hace olvidar”. Clara-
mente estaba pensando en lo que había sufrido con sus hermanos y en los contratiempos en Egipto. Nombró
al segundo Efraín, que significa “fructífero”. El mismo expresó el significado en las palabras siguientes:
“DIOS ME HIZO FRUCTIFICAR EN
LA TIERRA DE MI AFLICCION”.
La hambruna llegó como se esperaba. Afectó a todos los países de la región, pero en Egipto había suficien-
te pan. Cuando los habitantes acudieron al rey para expresarle su necesidad, les recordó que el responsable
era José y que debían ir a él, quien abrió los graneros para vender el trigo (41:53–57).
51
LA PRIMERA VISITA DE LOS HERMANOS DE JOSE 42:1–38
Al darse cuenta Jacob de que había alimento en Egipto, llamó a sus hijos y los envió, a excepción de Ben-
jamín, para que adquirieran trigo en ese país (42:1–4)
Cuando arribaron, llegaron ante José y se inclinaron delante de él (compare 42:6 con 37:7–8). Ellos no lo
reconocieron, pero él sí, y les habló en forma áspera acusándolos de ser espías (42:5–12).
En su defensa, ellos le contaron que en realidad eran doce hermanos, pero que habían dejado al menor
con su padre y el otro no aparecía. José insistió en tratarlos como [p 112] enemigos y les dijo que para com-
probar su veracidad tendrían que enviar a uno de ellos para traer al otro hermano. Los puso en la cárcel por
tres días, seguramente mientras pensaba en el asunto (42:13–17).
Pasado ese tiempo, habló con ellos y afirmó que él temía a Dios y les dijo que llevaran alimento a su casa
pero que debían dejar a uno de ellos como rehén, para garantizar que traerían al otro hermano (42:18–20).
HACED ESTO Y VIVID: YO TEMO A DIOS
Los hermanos comenzaron a hablar entre sí y recordaron el grave pecado que habían cometido al desoír
los ruegos de José cuando lo vendieron como esclavo. No sabían que él entendía su idioma porque anterior-
mente se había dirigido a ellos por medio de un intérprete. Al oir sus palabras de remordimiento, José se
apartó de ellos para llorar. Después mandó a Simeón al calabozo, ordenó que se les llenaran sus sacos con
trigo, que pusieran su dinero en ellos, y que les diesen comida para el camino (42:21–25).
Partieron de ahí y cuando llegaron, contaron a su padre todo lo que había acontecido. El no quería per-
mitir que Benjamín regresara con ellos explicando que Simeón y José no aparecían y que si algo sucediera al
menor: “haréis descender mis canas con dolor al Seol” (42:26–38).
LA SEGUNDA VISITA DE LOS HERMANOS DE JOSE 43:1–45:28
La presión del hambre hizo que al fin Jacob permitiera que se llevaran a Benjamín. Judá ofreció respon-
der por él. [p 113] Jacob les dijo que tomaran “de lo mejor de la tierra…, y llevad a aquel varón un presente,
un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras”, productos que no se encontra-
ban en Egipto. También les indicó que llevaran doble cantidad de dinero y enseguida los encomendó al Dios
Omnipotente (43:1–15).
Cuando arribaron a Egipto y José vio que su hermano Benjamín los acompañaba, dijo a su mayordomo
que los llevara hasta su casa para que comieran con él. Por supuesto que al llegar a la casa del primer minis-
tro se sintieron temerosos, creyendo que iba a ordenar que los apresaran por no haber pagado el costo de las
provisiones que habían llevado anteriormente. Cuando supieron que iban a compartir la mesa con José, pre-
pararon sus regalos (43:16–25).
Al llegar José, trajeron sus presentes y se inclinaron delante de él. El les inquirió acerca de la salud de su
padre y después si el que los acompañaba era su hermano menor: “Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo
mío” (43:26–29).
Tanto se conmovió al ver a su hermano, que tuvo que salir del salón para llorar. Después lavó su rostro, e
instruyó a sus siervos para que sirvieran la comida. La costumbre era que él comiera aparte y los egipcios que
lo acompañaban separados de los hebreos, porque para aquéllos era abominación juntarse con los judíos.
José asignó a Benjamín una porción cinco veces mayor. Los hermanos estaban atónitos porque los sentó de
acuerdo a la edad de cada uno, pero aun así, comieron, bebieron y se alegraron con él (43:30–34).
Cuando se disponían para regresar, José dijo a su mayordomo que les devolviera el dinero en el costal de
cada uno y que además pusiera su copa de plata en el de Benjamín. Así lo hizo y cuando hubieron partido.
José ordenó que se les diera alcance en el camino y se les acusara de haber robado su copa. Como no daban
crédito a tal acusación, [p 114] pidieron al enviado que revisara sus costales y aceptaron que muriera aquél
en cuyo saco se encontrara, así como que los demás serían sus siervos (44:1–9).
El hombre buscó la copa en el costal de cada uno, comenzando con el del mayor. La encontró en el de
Benjamín. Regresaron a casa de José y se postraron delante de él, quien les preguntó si no sabían que él era
adivino (44:10–15).
52

¡PENSEMOS!

¿Cuál de los hermanos intercedió a favor de José cuando lo


iban a matar? (37:17–24) Califique la acción de Judá en el
mismo evento (37:26–28). Según los acontecimientos del capí-
tulo 38, ¿qué clase de hombre era Judá? ¿Cuáles fueron sus
pecados? ¿Quién se hizo responsable de Benjamín cuando Ja-
cob permitió que fuera llevado a Egipto?

La intercesión de Judá 44:16–34


Judá intervino con vehemencia. Explicó a José todos los eventos relacionados con la llegada de Benjamín a
Egipto, incluyendo la resistencia de Jacob a dejarlo ir. También mencionó que él era el responsable y había
prometido a su padre que protegería a su hermano. Rogó a José que le permitiera quedar detenido en lugar
de él. Por último, le dijo que no podría regresar ante su padre sin Benjamín: “por no ver el mal” que sobre-
vendría al anciano (44:16–34).
TE RUEGO… QUE QUEDE AHORA TU
SIERVO EN LUGAR DEL JOVEN
Esas elocuentes palabras de Judá son una figura de la [p 115] obra vicaria que realizó Jesucristo, el más
ilustre descendiente de Judá. Véanse 2 Corintios 5:21, 1 Pedro 2:21–22 y 3:18.
José se revela a sus hermanos 45:1–28
Al escuchar las palabras de Judá, José ya no pudo contenerse y ordenó a todos, excepto a sus hermanos,
salir de su presencia. Comenzó a llorar a gritos, de tal manera que lo oyeron los egipcios, incluyendo a Fa-
raón (45:1–2).
Y DIJO JOSE A SUS HERMANOS: “YO SOY JOSE”
Lógicamente, los hermanos se turbaron. Creían que José se vengaría de ellos, pero él les explicó que aun-
que ellos lo habían vendido como esclavo, era Dios quien lo había enviado delante de ellos (45:3–8).
DIOS ME ENVIO DELANTE DE VOSOTROS
PARA PRESERVAROS POSTERIDAD
SOBRE LA TIERRA Y PARA DAROS VIDA
POR MEDIO DE GRAN LIBERACION (45:7)
Después les encargó que volvieran a su país y trajeran a su padre. Ofreció darles la tierra de Gosén, la
parte oriental del delta del Nilo, una de las regiones más fértiles de Egipto. Cuando Faraón escuchó la noticia
de que habían llegado los hermanos de José, se alegró y apoyó todas sus promesas. Les dio provisiones y ca-
rros para que trajeran a Jacob y a sus familias.
Cuando regresaron a su casa y Jacob escuchó las noticias, [p 116] se alegró muchísimo al saber que José
estaba vivo y al ver los carros que había mandado para llevarlo. La Escritura dice que “su espíritu revivió”
(45:9–28).
LA FAMILIA DE JACOB LLEGA A EGIPTO 46:1–47:31
En su salida para Egipto, Israel llegó a Beerseba, y ofreció sacrificios a Dios, quien le apareció y le dijo que
no tuviera miedo de ir a esa tierra. Allí Dios lo haría una gran nación. Israel había salido con prisa de
Hebrón, pero antes de seguir hacia el sur, quiso invocar el nombre de Dios para estar seguro de su dirección
y bendición. Abraham había hecho un pacto con Abimelec en Beerseba y había adorado al Dios eterno, “El
Olam” (21:31–33). Isaac también había adorado a Jehová en el mismo lugar, había sido bendecido y había
edificado un altar allí (26:23–25).
Es interesante observar que de los tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, dos descendieron a Egipto, y el
otro probablemente pensó hacerlo. Abraham lo hizo en un tiempo de hambre en Canaán (12:10–20). Fue
53
entonces cuando mintió acerca de su relación con Sarai por primera vez. En circunstancias similares, Isaac
pensó descender a Egipto pero Dios se lo prohibió (26:1–2). En esta ocasión Jacob recibió aprobación en for-
ma clara (46:3–4).
El viaje de Jacob a Egipto tenía que ver directamente con el pacto abrahámico. En 15:13–16 Jehová anun-
ció a Abraham que aunque sus descendientes serían oprimidos cuatrocientos años en tierra ajena, volverían a
la tierra prometida en la cuarta generación. Egipto proveería preservación inmediata y un lugar donde la
nación se desarrollaría, pero al fin y al cabo también sería un lugar de prueba para su pueblo.
[p 117] “TE HARE VOLVER, Y LA MANO DE JOSE
CERRARA TUS OJOS” (46:4)
En este pasaje Dios le prometió hacerle volver, y le dijo que la mano de José cerraría sus ojos. La referen-
cia al regreso probablemente tenía en mente sus descendientes y se repitió aquí para reforzar el pacto abra-
hámico. Hay la posibilidad también de que sea una referencia al regreso de su cuerpo para ser enterrado en
Canaán (47:29–30). La promesa de que José cerraría sus ojos le dio la seguridad de que volvería a ver a su
hijo amado (46:1–4).
Jacob trajo consigo a toda su descendencia. Sesenta y seis personas lo acompañaron. Si agregamos a Ja-
cob, José y sus dos hijos, en total serían setenta personas (46:26–27). Si se incluyen las nueras, los yernos y
todos los nietos de Jacob el número es mayor.
Judá fue enviado para avisar a José que su padre había llegado. José unció su carro y vino a Gosén para
recibirlo. Se echó sobre su cuello y lloró largamente. Jacob dijo que moriría en paz porque había vuelto a
verlo (46:28–30).
José mostró sensibilidad cultural al instruir a sus hermanos para que dijeran que eran ganaderos. El tra-
bajo de pastor de ovejas era algo abominable para los egipcios. En realidad no les estaba sugiriendo que min-
tieran. Eran ganaderos, pero no le pareció sabio decir que también eran pastores (46:31–34).
José escogió a cinco de sus hermanos y los presentó delante de Faraón. Cuando el monarca les preguntó
por su oficio, se les olvidó la diplomacia que José había aconsejado, pero no parece que tuviera impacto ne-
gativo. Faraón les concedió morar en Gosén. Después José presentó a su padre delante de Faraón, el cual lo
trató con mucha cortesía. Jacob [p 118] bendijo a Faraón y se fue de su presencia. José dio posesiones a su
padre y a sus hermanos en la tierra de Egipto, y allí les cuidaba (47:1–12).
El hambre aumentó en Egipto y Canaán. Se acabó el dinero, y la gente tuvo que vender su ganado a Fa-
raón. Después le traspasaron sus tierras y se convirtieron en sus siervos. Sólo gozaban de exención las tierras
de los sacerdotes. José dio a la gente semilla para sembrar y se obligaban a traer a Faraón la quinta parte de
sus cosechas (47:13–26).
Mientras tanto, los descendientes de Israel prosperaban en gran manera. Se asentaron en Gosén y se mul-
tiplicaron grandemente. Vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años, y llegó su tiempo para morir. Llamó
a José y le rogó que no lo enterrara en Egipto, sino que lo regresara a su tierra. Después se reclinó sobre la
cabecera de la cama (47:27–31). Esa petición de parte de Israel era una demostración de que tenía fe en la
promesa divina de que daría la tierra de Canaán a Abraham, Isaac y Jacob y sus descendientes para siempre.
LA BENDICION A LOS HIJOS DE JOSE 48:1–22
Después de estos acontecimientos, Jacob enfermó. José se dio cuenta y tomó a sus dos hijos, Manasés y
Efraín, para ir a visitarlo. Al oír Jacob que venía, se esforzó por sentarse sobre la cama y le relató que el Dios
Omnipotente le había aparecido rodeado de luz en la tierra de Canaán, y le había prometido darle esa tierra a
él y a sus descendientes por heredad perpetua (48:1–4).
[p 119] AHORA TUS DOS HIJOS EFRAIN Y MANASES,
COMO RUBEN Y SIMEON, SERAN MIOS.
En ese acto, Jacob adoptó a los dos hijos de José, diciendo que serían suyos “como Rubén y Simeón”
(48:5–6), elevándolos al nivel de hijos para asegurar que los descendientes de José recibieran una doble por-
ción de la herencia. Es posible que en aquella ocasión la primogenitura fuera quitada de Rubén y transferida
a José. Compárese 35:22 con 1 Crónicas 5:1–2.
54
Es muy probable que la transferencia de la primogentura a José y sus dos hijos tenía que ver con el gran
amor que Jacob sentía hacia Raquel (48:7). Puede ser que ese acto fuera en reconocimiento a los grandes
beneficios que los hijos de Israel habían recibido por medio de José.
Después tomó a los dos hijos de José, y en el proceso de bendecirlos, puso su mano derecha sobre la cabe-
za de Efraín en vez de Manasés, quien era el primogénito. Sus palabras introductorias se dirigían a José aun-
que la bendición era para sus hijos. Primeramente ensalza al Señor quien le había cuidado y bendecido en
todos sus caminos. Los puntos sobresalientes de la bendición son:
1. Pide la bendición divina sobre ellos
2. Que sea perpetuado en ellos el nombre de Israel, de Abraham e Isaac.
3. Que sean multiplicados grandemente (48:13–16)
Viendo José que Israel había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, se disgustó y quiso cam-
biarla, pero su padre le dijo que él sabía lo que hacía. Bendijo a ambos, [p 120] pero dio mayor bendición al
menor. Muchos años después, Efraín se convirtió en un sinónimo del pueblo de Israel (Isaías 7:1–2). Su des-
cendencia llegó a formar multitud de naciones. Israel dijo a José que después de su muerte, Dios los haría
volver a la tierra. También le dijo que le había dado una parte más que a sus hermanos (48:17–22).
JACOB BENDICE A SUS HIJOS 49:1–33
Las palabras de Jacob no sólo confirieron bendiciones, sino también fueron pronunciamientos proféticos
Rubén
Impetuoso como las aguas. Una referencia clara a su inestabilidad. Aunque era el primogénito, debido a
su pecado con Bilha, no sería el principal (49:1–4).
Simeón y Leví
Por su crueldad con los hombres de Siquem, serían apartados y esparcidos en Israel. La heredad de Si-
meón se incluyó dentro de la de Judá (Josué 19:1). Los levitas nunca tuvieron heredades propias, sólo ciuda-
des esparcidas por la tierra (Josué 21:1–3).
Judá
Judá sería alabado por sus hermanos, y se inclinarían a él. Eso significa que llegaría a ser cabeza de las
tribus. Se compara con un león, haciendo referencia a su fuerza. El cetro, símbolo de autoridad, no sería qui-
tado de Judá. Esa profecía no se cumplió sino hasta 640 años más tarde, cuando David, que era su descen-
diente, asumió el trono de Israel. Nuestro Señor Jesucristo es “el León de la tribu de Judá” (Apocalipsis 5:5).
“Hasta que venga Siloh” es probablemente [p 121] una alusión a la segunda venida del “León de la tribu de
Judá” para traer paz y prosperidad en su reino milenial.
Zabulón
Zabulón habitaría en o hacia puertos marinos. Cuando recibió su heredad en tiempo de Josué, fue ubica-
do entre el Mar Mediterráneo y el Mar de Galilea. Las principales rutas comerciales pasaban por su territo-
rio.
Isacar
Isacar se compara con un asno fuerte. Llevaría carga, probablemente doble. Esto puede aludir a su gran
fuerza. Además le dice: “vio que el descanso era bueno”, probablemente porque era un tanto perezoso.
Dan
Según los términos usados en 49:16–18, Dan sería juez y también se caracterizaría por la traición y la
violencia, como “serpiente junto al camino, víbora junto a la senda”. Sansón era de la tribu de Dan (Jueces
13:2). Por la intervención de los danitas la idolatría se introdujo a Israel en tiempo de los jueces (Jueces 18).
Quizás por eso Dan no se menciona entre las tribus en Apocalipsis 7:4–8.
Gad
Gad sería perseguido por ejércitos, pero él también sería perseguidor. Su heredad quedaba al oriente del
Jordán. Muchas invasiones entraron por ese lado de Israel. Se mencionan la preparación militar y la valentía
de sus descendientes en 1 Crónicas 5:18 y 12:37–38.
55
Aser
Evidentemente tendría pan en abundancia. Recibió como [p 122] heredad tierras costeras muy ricas al
norte del monte Carmelo (Josué 19:24–31).
Neftalí
Neftalí se describe como una “cierva suelta”. Ese animal es conocido por su rapidez. También pronuncia-
ría dichos hermosos como orador elocuente.
José
Las bendiciones para José son un relato biográfico y una proyección profética. Hablan de la protección
del Dios Omnipotente sobre él en medio de muchos contratiempos y de los grandes beneficios que habían
brotado de él como de “rama fructífera junto a una fuente”. La proyección futura vislumbra una continua-
ción y ampliación de esas abundantes bendiciones. Como una ilustración de ellas, los líderes Josué, Débora y
Samuel pertenecían a la tribu de Efraín. Gedeón y Jefté, provenían de la tribu de Manasés.
Benjamín
Benjamín sería como un “lobo arrebatador”. Jueces 19 relata un caso muy penoso del carácter violento de
los descendientes de Benjamín.

¡PENSEMOS!

Reflexione sobre las diferentes bendiciones conferidas.


¿Quién recibió las mejores? ¿Cuál de los hijos de Jacob está en
el linaje de nuestro Señor Jesucristo? ¿Cuál es la metáfora que
se dice de él y que se repite referente a Cristo?

La muerte y sepultura de Jacob 49:28–50:14


Al finalizar el acto de bendecir a cada uno de sus hijos, [p 123] Jacob les dio instrucciones acerca de su
sepultura. Lo habían de llevar de regreso a Canaán y enterrarlo en la cueva en el campo de Macpela, lugar
donde habían sido sepultados Abraham, Sara, Isaac, Rebeca, y Lea. Su expresión: “Voy a ser reunido con mi
pueblo” refleja la idea de que hay vida más allá de la tumba. Para él sus seres queridos vivían.
El relato dice que después encogió sus pies en la cama y falleció, “y fue reunido con sus padres” (49:28–
33). Para hacer el viaje a Canaán fue necesario embalsamarlo, un proceso meticuloso que duró cuarenta dí-
as. Lloraron los egipcios por él setenta días. Al cumplirse ese tiempo, José consiguió permiso de Faraón para ir
a Canaán y enterrar a su padre. Fue acompañado por todos sus hermanos y un buen grupo de egipcios.
Habiendo llegado al lugar indicado, lo “endecharon allí con grande y muy triste lamentación” e hicieron
duelo por siete días más (50:1–14).
LOS ULTIMOS DIAS DE JOSE 50:15–26
Cuando regresaron a Egipto, los hijos de Jacob temían que José se vengara de ellos ya que su padre había
muerto. Le suplicaron que perdonara la maldad que le habían hecho. “José lloró mientras hablaban”. Proba-
blemente sus lágrimas se debían al hecho de que ya les había perdonado (45:4–8). En su respuesta, demostró
de nuevo que tenía un enorme entendimiento de la providencia divina (50:15–21).
VOSOTROS PENSASTEIS MAL CONTRA MI,
MAS DIOS LO ENCAMINO A BIEN…PARA
MANTENER EN VIDA A MUCHO PUEBLO (50:20)
56

[p 124] ¡PENSEMOS!

Reflexione acerca de la actitud consistente que José manifestaba a


sus hermanos. Piense en sus propias relaciones con su familia, los her-
manos en la iglesia y sus compañeros de trabajo. ¿Hay la necesidad de
perdonar a algunos de ellos o de pedirles perdón? No permita que una
raíz de amargura carcoma su vida espiritual y contamine a todos lo que
lo rodean. ¿Ha visto evidencias del cuidado providencial en su vida?
Apunte cuando menos cinco ejemplos.

José murió a los ciento diez años y fue embalsamado. Antes de morir, expresó ante sus hermanos su fe en
el hecho de que saldrían de Egipto algún día para regresar a Canaán. Hizo jurar a los hijos de Israel que lle-
varían sus huesos de regreso a la tierra prometida (50:22–26). Su petición atestigua que conocía la promesa
hecha a Abraham en Génesis 15:13–14. Su cumplimiento se ve en Exodo 13:19 y Josué 24:32. Ese acto está
registrado en Hebreos 11:22 como evidencia de fe.

¡PENSEMOS!

Génesis es el libro de los orígenes. Comienza con la creación de los cielos y la


tierra. Haga una lista de cuando menos cinco cosas más que tuvieron su inicio en
él. ¿Cuál es la historia principal que comienza en Génesis y se desarrolla en el resto
de la Biblia?

Redacte una frase que resuma el papel clave de cada una de las siguientes per-
sonas mencionadas en Génesis.

1. Adán _____________________________

[p 125] 2. Adán y Eva _____________________________

3. Caín _____________________________

4. Abel _____________________________

5. Set _____________________________

6. Noé _____________________________

7. Sem _____________________________

8. Nimrod _____________________________

9. Peleg _____________________________

10. Taré _____________________________

11. Abraham _____________________________

12. Lot _____________________________

13. Melquisedec _____________________________

14. Ismael _____________________________


57

15. Isaac _____________________________

16. Esaú _____________________________

17. Jacob _____________________________

18. Simeón y Leví _____________________________

19. Judá _____________________________

20. José _____________________________

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