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Génesis - Lectura PDF
Génesis - Lectura PDF
[p 1]
EX LIBRIS ELTROPICAL
4
[p 3]
CONTENIDO
1. La Creación del Mundo
Génesis 1–2
2. La Entrada del Pecado en el Mundo
Génesis 3–5
3. Destrucción y Caos
Génesis 6:1–8:19
4. Un Nuevo Comienzo
Génesis 8:20–11:9
5. Los Descendientes de Sem
Génesis 11:10–32
6. El Llamamiento de Abram
Génesis 12:1–20
7. El Pacto con Abram
Génesis 13:1–15:21
8. Los Descendientes de Abraham
Génesis 16:1–25:18
9. Conflicto entre Jacob y Esaú
Génesis 25:19–30:43
10. El Regreso de Jacob
Génesis 31:1–36:43
11. Las Adversidades de José
Génesis 37:1–41:36
12. La Exaltación de José
Génesis 41:37–50:26
5
El principio de la La primera tenta- Las causas del dilu- Los descendientes de El regreso de Ja-
creación 1:1– ción 3:1–5 vio 6:1–6 Sem 11:10–32 cob 31:1–36:43
2
La segunda vícti- El juicio 6:7 El llamamiento de Se despide de La-
Los días de la ma de la tenta- Abram 12:1–20 bán 31:1–55
Salvación para un
creación 1:3– ción 3:6–7
2:3
hombre jus- El pacto con Se reconcilia con
Las consecuencias to 6:8–7:9 Abram 13:1–15:21 Esaú 32:1–33:20
El primer ma- del pecado 3:8–
trimonio 2:4– 24 El diluvio 7:10– La separación de Masacre en Si-
25 8:19 Lot 13:1–18 quem 34:1–31
La primera pro-
le 4:1–26 Un nuevo comien- La liberación de Lot por Betel 35:1–29
zo 8:20–9:1 Abram 14:1–24
Caín y Linaje de Esaú 36:1–43
El pacto con El caso de Eliezer 15:1–
Abel 4:1–2 Las adversidades de Jo-
Noé 9:2–17 4
El primer homici- sé 37:1–41:36
La maldición de La promesa 15:5–8
dio 4:3–8 Despreciado por sus her-
Canaán 9:18–29
La maldición de Los detalles 15:9–21 manos 37:1–36
Los descendientes
Caín 4:9–24 Los descendientes de Judá y Tamar 38:1–30
de los hijos de
Nacimiento de Noé 10:1–32 Abraham 16:1–25:18
Sirve a Potifar 39:1–19
Set 4:25–26 Ismael 16:1–16
El caos lingüísti- Prisionero 39:20–41:36
Desde Adán hasta co 11:1–9 La circuncisión 17:1–
Noé 5:1–32 La exaltación de Jo-
27
sé 41:37–50:26
La destrucción de Sodoma
y Gomorra 18:1–19:38 Segundo en el man-
do 41:37–57
Isaac 21:1–25:18
Llegan sus hermanos dos
Conflicto entre Jacob y veces 42:1–45:28
Esaú 25:19–27:46
Jacob y sus hijos en Egip-
Jacob en Mesopota- to 46:1–49:33
mia 28:1–30:43
Sepolio de Jacob 50:1–
14
Vida de José: últimos even-
tos 50:15–26
6
[p 5]
1
La Creación del Mundo
Génesis 1–2
Génesis es el libro de los orígenes. Se dice que es el semillero de la Biblia. En él se encuentran en forma
embrionaria todos los grandes temas bíblicos. Habla del origen del hombre, el universo, el pecado, el castigo,
y el plan de Dios de bendecir a todas las naciones por medio de su simiente.
EL AUTOR
Génesis forma parte íntegra de un conjunto de cinco libros conocidos como el Pentateuco. Tanto las Escri-
turas como la tradición judía atribuyen a Moisés la paternidad literaria del Pentateuco. Vea, por ejemplo,
Exodo 17:14; 24:4; 34:27; Números 33:1–2 y Deuteronomio 31:9.
PROPOSITO Y TEMA
El propósito es doble: revelar al Dios eterno como Creador del universo y demostrar su soberanía y gracia
al [p 6] seleccionar a Israel como su pueblo escogido
ESTRUCTURA DEL LIBRO
La estructura gira alrededor de una sola palabra: generaciones, que se usa once veces como título de una
sección. Tomando esto en cuenta, y el hecho de que hay una porción inicial, el libro tiene el siguiente arreglo.
LA CREACION 1:1–2:3
¡PENSEMOS!
Se nos indica la gran tarea que estaba por delante. Era ne-
cesario:
poblar la tierra.
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
2
La Entrada del Pecado en el Mundo
Génesis 3–5
LA PRIMERA TENTACION 3:1–5
¡Hubiera sido ideal vivir en el huerto de Edén! Con razón también se le Ilama paraíso. Allí el hombre go-
zaba de una comunión íntima con Dios y con poco esfuerzo de su parte, las plantas y árboles producían todo
lo necesario para la vida material. Todo iba muy bien hasta que apareció un día un visitante. Se menciona
por primera vez en Génesis 3:1 donde se le Ilama “la serpiente” y se dice que era más astuta que todos los
animales.
Inmediatamente se puso de manifiesto su verdadero carácter, tergiversando y exagerando las cosas. Pre-
guntó a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (3:1). Ella quiso corre-
girlo, pero cayó en la trampa del tentador al mezclar la verdad con la mentira. Correctamente dijo que Dios
les había dado permiso de comer de todos los árboles con una sola excepción. Si [p 16] querían evitar la
muerte, no debían comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (2:17). Pero ella también mostró su capa-
cidad de exagerar, agregando otra excepción: “ni le tocaréis” (3:3).
La serpiente contradijo lo que Dios había declarado, diciendo: “No moriréis” (3:4). Continúa su mentira,
acusando a Dios de sentirse intimidado por el hombre y la mujer; “porque sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (3:5).
¿A quién debía creer la mujer, a la serpiente o a Dios? Desafortunadamente, aceptó la mentira del tenta-
dor. En su caída dio tres pasos fatales: “Vio,…tomó…y comió” (3:6).
LA SEGUNDA VICTIMA DE LA TENTACION 3:6–7
Hay instancias en que no conviene ser generoso. El que está enfermo hace bien en no compartir su en-
fermedad con otros. El que peca debiera pecar a solas también. Pero desafortunadamente no ocurre así en la
vida. La mujer estableció la pauta para todos los seres humanos: “y dio también a su marido, el cual comió así
como ella” (3:6).
NADIE PECA A SOLAS EN LA VIDA.
EL PECADO ES MUY CONTAGIOSO
Y CONTAMINA A OTROS
El resultado inmediato del pecado fue que sus ojos fueron abiertos, conocieron que estaban desnudos y se
cubrieron con hojas de higuera para procurar tapar su desnudez. Se Ilenaron de un enorme sentido de cul-
pabilidad.
[p 17] ¡PENSEMOS!
1. Maldita serás 1. Multiplicaré en gran manera los 1. Maldita será la tierra por tu causa;
entre todas las bes- dolores en tus preñeces.
2. Con dolor comerás de ella todos los días.
tias y entre todos los
2. Con dolar darás a luz los hijos;
animales. 3. Espinos y cardos te producirá,
3. Y tu deseo será para tu marido,
2. Sobre tu pecho 4. Y comerás plantas del campo.
andarás, 4. y él se enseñoreará de ti.
5. Con el sudor de tu rostro comerás el pan.
3. Y polvo comerás.
6. Al polvo volverás.
4. Pondré enemistad
entre tu simiente y
la simiente de la
mujer.
5. Esta te herirá en
la cabeza.
¿Cómo respondió Dios a esa actitud del hombre de ocultarse de su presencia? Podría haberlo dejado solo.
Eso era lo que merecía. Si lo hubiera tratado así, el hombre habría seguido totalmente alejado de Dios hasta la
fecha. “No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11). Pero no sucedió tal cosa. “Mas Jehová Dios Ilamó al
hombre, y le [p 19] dijo: ¿Dónde estás tú?” (3:9) ¡Bendito sea el nombre de nuestro Señor que por gracia to-
ma la iniciativa de buscar al pecador!
La respuesta del hombre evidenció que había participado en comer del fruto del árbol prohibido, pero allí
comienzan las excusas. El hombre echa la culpa a la mujer, y en forma indirecta a Dios mismo al decir: “La
mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (3:12).
¡PENSEMOS!
En Génesis 3:15 se vislumbra por primera vez el evangelio. “La simiente de la mujer” es una referencia a
nuestro Señor Jesucristo. La simiente de Satanás son sus seguidores (Juan 8:44 y Efesios 2:2). En la cruz, Sata-
nás hirió a Cristo en el calcañar, una herida leve, pero Cristo le dio un golpe mortal, hiriéndolo en la cabeza.
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Después de escuchar esa lista de juicios, Adán dio a su mujer el nombre de Eva, que significa: “madre de
todos los vivientes” (3:20).
Antes de echar a Adán y Eva del huerto, el Señor se mostró misericordioso una vez más. Les hizo “túnicas
de pieles, y los vistió” (3:21). Las pieles, obtenidas por el derramamiento de la sangre de animales, fueron
provistas para la restauración de su comunión con Dios y probablemente un tipo de nuestro Señor Jesucristo
(Hebreos 9:22).
[p 20] Jehová puso querubines al oriente del huerto de Edén, “y una espada encendida que se revolvía por
todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (3:24). Los querubines se asocian con la santidad de
Dios. Véanse Ezequiel 1:5y Apocalipsis 4:6.
LA PRIMERA PROLE 4:1–26
Hasta entonces no habían nacido niños. No sabemos si el hombre y la mujer habían tenido relaciones
sexuales en el huerto. La Biblia sencillamente no lo menciona. Pero ahora sí, y el resultado fue el nacimiento
de Caín. La mujer demuestra fe y gratitud a Dios al decir: “Por voluntad de Jehová he adquirido varón” (4:1).
El segundo en nacer fue Abel. Este fue pastor de ovejas y el primero, labrador de la tierra. Después de pa-
sar algún tiempo, ambos trajeron ofrendas a Jehová. Cada cual del producto de su trabajo; Caín del fruto de
la tierra y Abel de los primogénitos de sus ovejas. Por razones no dadas en el contexto, Dios se agradó de Abel
y su ofrenda, “pero no miró con agrado a Caín ni a la ofrenda suya” (4:4–5). Es probable que la ofrenda de
este último no fuera aceptada debido a su actitud hacia Dios.
Caín se enojó mucho. Sin embargo, Jehová le ofreció la oportunidad de arrepentirse haciéndole la adver-
tencia de que si no hacía el bien, el pecado estaría a sus puertas para sorprenderle (4:6–7).
EL PRIMER HOMICIDIO VV. 8–10
Después Caín invitó a Abel a salir al campo, y allí lo mató. No hay evidencia de una provocación de parte
de [p 21] Abel. Es muy posible que Caín guardara algún rencor en su corazón aun antes de presentar su
ofrenda al Señor. Eso explicaría el hecho de que se enojara tanto cuando ésta fue rechazada. El asesinato de
su hermano hizo patente que había en su corazón una raíz de amargura muy profunda.
EL HIJO SABIO ALEGRA AL PADRE,
PERO EL HIJO NECIO ES TRISTEZA DE SU MADRE.
(Proverbios 10:1).
El pecado de Caín no pasó desapercibido. Jehová, quien todo lo ve, se fijó en él y le preguntó por su her-
mano. Su contestación refleja su espíritu hosco: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (4:9) Dios lo
hizo responsable del derramamiento de la sangre de Abel, diciéndole: “La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra” (4:10).
El Castigo de Caín vv. 11–16
1. Maldito seas tú de la tierra (4:11).
2. La tierra no te producirá (4:12a).
3. Serás errante y extranjero en la tierra (4:12b y c).
En el caso de Adán, la tierra fue maldita por su pecado. Las cosas empeoraron con Caín. El peso de su cul-
pa cayó sobre él mismo (4:11), y siendo él labrador de la tierra (4:2), fue ahuyentado de ella.
Para evitar que fuese asesinado, Dios le puso una señal. Después, “Salió Caín de delante de Jehová y habi-
tó en tierra de Nod, al oriente de Edom” (4:16). Allí su mujer, que evidentemente era hija de Adán (5:4) le
dio hijos.
[p 22] Uno de sus descendientes, Lamec, trajo sobre la familia dos penas muy drásticas. Introdujo la bi-
gamia al mundo y se vanagloriaba de su espíritu vengativo (4:19–24).
Generalmente atribuimos sólo mal a Caín y sus descendientes, pero también hicieron su contribución a
las bellas artes y artes manuales (4:19–24).
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Dios dio a Adán y Eva otro hijo, Set, para reponer a Abel (4:25). Set también tuvo un hijo, y le puso por
nombre Enós (4:26). En sus días, “los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (4:26). En esa
instancia, vemos la primera evidencia de crecimiento espiritual después de la muerte de Abel.
DESDE ADAN HASTA NOE 5:1–32
La genealogía de Adán en este capítulo sólo menciona a su hijo Set. No hay ninguna referencia a Caín. La
razón más probable es que como la Biblia entera gira alrededor de la historia de Jesucristo, Set está en su li-
naje y Caín no. Véase Lucas 3:23–38.
Hay un contraste interesante entre los adjetivos descriptivos referentes a los comienzos de Adán y Set.
Adán fue creado según la imagen de Dios (1:26). Adán “engendró un hijo a su semejanza” (5:3), la cual era
pecaminosa debido a la caída.
La lista es triste. Cada referencia a los patriarcas, con la excepción de Enoc (5:22), termina con la frase,
“y murió”. Cada vez que se repite la frase, trae a la memoria la consecuencia del pecado. Compare Génesis
2:17 con Romanos 5:12. No obstante la certidumbre de la muerte, aquellos hombres vivían un promedio de
912 años.
[p 23] ¡PENSEMOS!
Génesis 5 termina con una declaración profética que ofrece esperanza: “Lamec…engendró un hijo; y
llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa
de la tierra que Jehová maldijo” (5:28–29).
15
[p 25]
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Destrucción y Caos
Génesis 6:1–8:19
El alivio que Lamec profetizó acerca de su hijo Noé, tardaría algún tiempo en realizarse. El capítulo seis
de Génesis comienza con evidencias asombrosas de la decadencia moral de los seres humanos.
LAS CAUSAS DEL DILUVIO 6:1–6
LA MALDAD DE LOS HOMBRES
ERA MUCHA EN LA TIERRA
CONTINUAMENTE PENSABAN SOLO EN EL MAL
El descenso espiritual comenzó en el huerto de Edén cuando nuestros padres Adán y Eva, hicieron caso
omiso a la palabra de Dios y en su lugar acataron las palabras engañosas de Satanás. Empeoró con el asesina-
to de Abel por su hermano Caín, y no obstante el ejemplo de fe de Set, en [p 26] tiempos de Noé era ya insos-
tenible.
También el aumento de la población tuvo que ver con ese mal (6:1). El crecimiento demográfico en sí se
debió a la longevidad de los hombres. Como suele suceder en las relaciones humanas, “los hombres” miraban
con admiración a las hermosas hijas de los hombres, y “tomaron para sí mujeres” (6:2).
Pero aquellos no eran hombres comunes y corrientes. El texto bíblico los llama “hijos de Dios” (6:2). En el
Antiguo Testamento, esa expresión se refiere a los ángeles casi exclusivamente. Véase Job 1:6; 2:1; 38:7. Por
supuesto eran ángeles caídos que habían hecho su morada en hombres y así cohabitaban con mujeres para
engendrar seres humanos, que llegaron a ser varones de renombre en la tierra (6:4). Se cree que debido a ese
pecado tan grave, esos ángeles caídos fueron encarcelados en el infierno. Véase 2 Pedro 2:4 y Judas 6. Por lo
tanto, no es muy probable que tal pecado se repita, pero por lo acontecido podemos ver el enorme peligro de
caer en el desenfreno.
NO CONTENDERA MI ESPIRITU CON EL
HOMBRE PARA SIEMPRE
Génesis 6:3
El corazón del hombre se había endurecido tanto, que el Espíritu Santo estuvo a punto de abandonarlo a
su maldad, dejando de convencerle de pecado. “Más serán sus días ciento veinte años” (6:3). Probablemente
tenemos en estas palabras una referencia al período de tiempo que quedaba antes del comienzo del juicio del
diluvio. Al finalizar esos años ya no habría más gracia para esos seres humanos tan [p 27] perversos y co-
rruptos.
Tal era la degeneración de los hombres, que la Biblia agrega: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (6:6). Esta referencia a que Dios se arrepintió es un antropo-
morfismo, o sea la atribución de una característica humana al Señor.
LA CUMBRE DE LA CREACION DESCENDIO
AL ABISMO, PISOTEANDO A SU CREADOR
Y DESPRECIANDO EL PRIVILEGIO
DE LLEVAR LA IMAGEN DIVINA,
POR LO QUE NO QUEDABA MAS REMEDIO
El juicio pronunciado 6:7
16
Al describir el juicio, Dios no vuelve a ofrecer a los hombres otra oportunidad de arrepentirse; serían raí-
dos de sobre la faz de la tierra:
¡PENSEMOS!
FECHA
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Un Nuevo Comienzo
Génesis 8:20–11:9
¿Puede imaginar las emociones que embargaban a Noé después de pasar un año y diecisiete días encerra-
do en un espacio limitado, con 45, 000 animales? ¿Qué habría hecho usted al salir del arca?
Noé hizo lo más correcto y loable. Edificó un altar y ofreció a Jehová un enorme holocausto. Para su sa-
crificio “tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia” (8:20). Dios se agradó de su ofrenda, y como un
presagio del pacto que haría con él, dijo en su corazón: “No volveré más a maldecir la tierra por causa del
hombre…Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el
invierno, y el día y la noche” (8:21–22).
A continuación, el patriarca y sus hijos recibieron una bendición del Señor y a la vez tres imperativos; los
mismos que había dado en Génesis 1:28: “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra” (9:1). Ya era tiempo
de proceder a un nuevo comienzo. La tierra había quedado casi despoblada una vez más. Con éste venía otra
prueba para el hombre.
[p 32] Los primeros hombres fracasaron. ¿Tendrían éxito los descendientes de Noé?
EL PACTO CON NOE 9:2–17
Al darle instrucciones acerca de la hechura del arca, Dios dijo a Noé: “Mas estableceré mi pacto contigo”
(Génesis 6:18). No le dio más detalles, excepto la promesa de salvarle a él, los demás miembros de su familia
y a los animales y aves (6:18–20). En este capítulo encontramos los detalles del pacto de Dios con Noé. Los
puntos más sobresalientes son:
1. El temor humano estaría sobre los animales (9:2).
2. El hombre podría comer de todo, incluyendo carne (9:2–3).
3. No podrían comer carne con su sangre (9:4).
4. La sangre del hombre sería demandada por Dios (9:5–6).
5. Noé y sus hijos se multiplicarían abundantemente (9:7).
6. No habría otro diluvio total (9:8–12).
7. El arco iris sería la señal del pacto (9:13–17).
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 38]
21
[p 39]
5
Los Descendientes de Sem
Génesis 11:10–32
Hay momentos muy cruciales y decisivos en la vida. Desde el punto de vista de la soberanía de Dios, estos
momentos son parte del plan divino. Este es el caso de Sem, Cam y Jafet. Cam recibió una maldición de Dios.
Sem y Jafet recibieron su bendición aunque Sem recibió una mayor porción. ¿Por qué? La respuesta más co-
rrecta es que se debió únicamente a la gracia de Dios y nada más. Jehová no tuvo que consultar con nadie
para tomar la decisión y no tenía que rendir cuentas a nadie.
Ya se ha establecido en Génesis 10 que del linaje de Sem nació un niño de nombre Heber. Era bisnieto de
Sem (10:21–24). Heber tuvo dos hijos, Peleg y Joctán. Se habla mucho de los hijos de este último en Génesis
10. En cambio, poco se dice de los hijos de Peleg. Lo único que se menciona es que “en sus días fue repartida
la tierra” (10:25).
Pero en el capítulo once, los descendientes de Peleg se destacan y no se dice absolutamente nada referente
a Joctán [p 40] y sus generaciones (11:16–26). Hay una razón especial para esto porque los eventos toman
un giro distinto. Dios estaba preparando el escenario para la presentación de Abram, hijo de Taré, descen-
diente de Peleg y no de Joctán (11:16–26).
EN LOS DIAS DE PELEG
COMENZARON A REDUCIRSE
LOS AÑOS DE VIDA DE LOS HOMBRES
Peleg tuvo otro distintivo. En sus días comenzaron a acortarse las edades de los hombres que habitaban
sobre la faz de la tierra. Sus antepasados inmediatos vivieron unos cuatrocientos treinta años (11:13–17),
pero Peleg vivió únicamente doscientos treinta y nueve años (11:18–19).
¡PENSEMOS!
Tenemos en la Biblia muy poca información biográfica acerca de Taré. Los puntos más destacados son:
1. Era de Ur de los caldeos (11:28; 31).
2. Era padre de tres hijos: Abram, Nacor y Harán (11:26–27).
3. Era abuelo de Lot (11:27; 31).
4. Murió en Harán (11:31–32).
5. [p 41] Vivió pocos años (11:32).
6. Fue idólatra (Josué 24:2).
Sem todavía vivía cuando nació Taré. Tenía trescientos veinte años. La Biblia nunca menciona la fe de
Sem, pero es lógico creer que la fe de Noé ejerció una influencia positiva en su vida. Al menos le salvó la vida
durante el diluvio. ¡Qué triste el hecho de que tres siglos más tarde, su descendiente Taré practicaba la idola-
tría!
Harán su hijo murió algo joven, estando la familia todavía en Ur de los caldeos (11:28). El texto bíblico
dice literalmente: “Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento”. Es raro que un hijo
22
muera antes que su padre. Vale la pena tomar nota de la brevedad e incertidumbre de la vida y de la impor-
tancia de estar preparado para el encuentro con Dios.
TODA CARNE ES COMO HIERBA,
Y TODA LA GLORIA DEL HOMBRE
ES COMO FLOR DE LA HIERBA.
LA HIERBA SE SECA,
Y LA FLOR SE CAE (1 PEDRO 1:24).
Harán dejó un solo hijo, Lot, (11:27–28) el cual llegó a ser más famoso que su padre. Parece que éste
quedó al cuidado de su abuelo después del fallecimiento de Harán (11:31). Taré salió de su tierra, Ur de los
caldeos, con Abram, Sarai y Lot para ir a Canaán, pero murió en Harán a los doscientos cinco años (11:31–
32).
El viaje por Harán se debió al hecho de que el camino más directo entre Ur y Canaán pasaba por un de-
sierto muy [p 42] inhóspito y poco propicio para los rebaños. Harán quedaba a medio camino, a unos nove-
cientos sesenta kilómetros al noroeste de Ur. Algunos opinan que Taré salió de Ur con el propósito de aban-
donar la idolatría. El hecho de haber ido a morar en Harán le resta credibilidad a esa teoría, porque esa ciu-
dad también estaba entregada a la adoración a la luna.
Nacor y Abram tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Nacor era Milca. En este contexto no
hay referencia a sus descendientes, pero en Génesis 22:20–24 es evidente que Nacor fue muy prolífico. De
Milca tuvo ocho hijos, y otros cuatro de su concubina, Reúma. Parece que cuando los demás salieron para ir
a Canaán, Nacor y Milca se quedaron en Ur. No están en la lista de Génesis 11:31.
Es interesante que aquí se toma nota del hecho de que “Sarai era estéril, y no tenía hijo” (11:30). El lla-
mamiento de Abram no se menciona en forma directa en el capítulo once de Génesis, pero sí hay una refe-
rencia indirecta en el versículo 31 donde leemos: “y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de
Canaán”. Hechos 7:2–3 dice claramente que el llamamiento llegó a Abram estando todavía en Ur de los cal-
deos.
Es muy posible que Abram también haya conocido a Sem. Tenía ciento diez años cuando falleció su ante-
pasado. De modo que en Sem tenemos un eslabón directo entre Noé y Abram, dos hombres de fe que han
impactado para bien a muchas generaciones.
¡PENSEMOS!
6
El Llamamiento de Abram
Génesis 12:1–20
Hasta este punto, los acontecimientos magnos fueron la creación del hombre, el diluvio, y el nuevo co-
mienzo después de éste. Ese nuevo principio se debió al fracaso espiritual del hombre. En la nueva oportuni-
dad que el Señor le concede, el hombre vuelve a fracasar. ¿Qué iba a hacer Dios? No podía volver a destruir
al mundo con otro diluvio porque así lo había prometido a Noé (9:11). Pero tenía que hacer algo, o los hom-
bres quedarían sumidos en el paganismo para siempre.
El Altísimo hizo algo muy sorprendente, que de nueva cuenta pone de manifiesto lo mismo que sucedió
en el huerto de Edén. Dios siempre toma la iniciativa en su relación con el hombre. En este caso, decidió re-
velarse a un hombre llamado Abram, que significa “padre exaltado”, para establecer una relación muy espe-
cial con él y sus descendientes (12:1–3).
En el primer versículo de Génesis 12 observamos una [p 44] transición muy importante. Si no la tuviéra-
mos, podríamos creer que el llamamiento de Abram había sucedido en Harán. El pasaje aludido dice: “Pero
Jehová había dicho a Abram”. Eso habla de una fecha anterior.
Hechos 7:2 lo pone aun más claro: “Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nues-
tro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán”.
El contenido del llamamiento de Abram es muy significativo:
LO QUE ABRAM DEBIA DEJAR 12:1
1. SU TIERRA
2. SU PARENTELA
3. LA CASA DE SU PADRE
Su nación, Ur de los caldeos, era una tierra pagana, entregada a la adoración de la luna. Con razón Dios
quería sacarlo de allí. Ya hemos visto que su padre se había contaminado de la idolatría de sus paisanos (Jo-
sué 24:2). Había llegado el tiempo de abandonar todo eso y comenzar de nuevo bajo la dirección de Jehová.
PROMESAS PARA ABRAM 12:1–3
1. Una tierra (todavía desconocida). Vea Hebreos 11:8.
2. Formaría una nación grande
3. Sería bendecido
4. Su nombre sería engrandecido
5. Sería bendición para otros
6. Serían bendecidos los que le bendijeran
7. [p 45] Serían malditos los que le maldijeran
8. Serían benditas en él todas las familias de la tierra
La tierra que el Señor le prometió era Canaán y la nación que fundaría era la judía. Las principales pie-
dras para edificar esa nación fueron Abraham, Isaac y Jacob.
“Y se fue Abram, como Jehová le dijo” (12:4). En esas palabras tenemos un bello testimonio de la fe del
patriarca. Creyó la promesa del Señor sin saber a dónde iba.
Es un hecho histórico comprobable que quienes han bendecido a los descendientes de Abram, Isaac y Ja-
cob han recibido bendición. Los que los han despreciado y maldecido han recibido lo mismo.
TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA
24
HAN SIDO BENDECIDAS POR MEDIO
DE LA SIMIENTE DE ABRAM,
QUE ES CRISTO (GÁLATAS 3:8 Y 16).
Génesis 12:4 dice que “era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”. Taré tenía se-
tenta años cuando comenzó a engendrar hijos (11:26). La suma de esas dos cifras nos da ciento cuarenta y
cinco años. Hechos 7:4 afirma que Taré ya había muerto en Harán y Génesis 11:32 dice que tenía doscientos
cinco años cuando murió. Es obvio que hay un problema de números aquí, para el cual se sugieren varias
alternativas. Una versión de la Biblia llamada “el Texto Samaritano” dice que Taré tenía ciento cuarenta y
cinco años cuando murió. Parece ser una explicación lógica.
Abram era un hombre muy rico. Estudiaremos más evidencias de esto en capítulos futuros, pero basta
tomar nota aquí [p 46] de la frase: “Tomó pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano y todos
sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán” (12:5a). Seguramente Abram
salió de Ur de los caldeos con una buena escolta, pero hubo un aumento considerable de sus bienes en Harán.
La frase “ganancia de bienes y adquisición de personas” corrobora esa aseveración.
“Y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron” (12:5b). Por lo dicho aquí y por la
afirmación en 11:31 parece que siempre tenían a Canaán en mente como su destino. Sin embargo, no hay
evidencia para afirmar que Abram supiera que esa era la tierra que Jehová le daría.
Al llegar a Canaán, viajaron hasta Siquem, donde se encuentra el encino de More (12:6), que queda entre
los montes de Ebal y Gerizim, cerca de la actual ciudad de Nablus. En esos dos montes se tomaron varias deci-
siones muy importantes en la historia de Israel. Fue ahí donde los israelitas se congregaron para escoger entre
bendición y maldición (Deuteronomio 11:29, 30); donde Josué dio su último encargo al pueblo (Josué 24) y
donde un día se dividió en dos el reino de Salomón (1 Reyes 12).
El texto dice: “hallaron al cananeo en la tierra”. Se refiere a los descendientes de Canaán. En conformidad
con la maldición pronunciada sobre éste (9:25), y por la maldad de sus descendientes, iban a ser destruidos
por los israelitas, los hijos de Sem.
¡PENSEMOS!
[p 47] “Y apareció Jehová a Abram” (12:7a). Es muy posible que esa aparición fuera una recompensa por
la fidelidad de Abram, a la vez que un enorme privilegio para el patriarca.
Dios tenía un mensaje especial para Abram. Le iba a dar esa tierra a su descendencia (12:7b). En 12:1 le
habló de ir a una tierra “que te mostraré”. El verbo en hebreo que se usa aquí es “daré.” La oferta de la tierra
no era para Abram, sino para su descendencia, porque el verbo está en tiempo futuro. La tierra no estaba
disponible para ellos en ese momento. La ocupaban los cananeos y todavía no era tiempo de destruirlos.
Además, el patriarca no tenía un heredero que recibiera la herencia. He aquí otro testimonio poderoso de la
fe de Abram. Hebreos 11:9 dice que “por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida”. La ocupó por
fe para que sus descendientes recibieran la promesa.
En el mismo lugar de Siquem donde Dios le había aparecido, Abram edificó un altar al Señor (12:7c). Se-
guramente su corazón se hallaba conmovido por la aparición divina y quiso adorarle y dejar un testimonio
de lo ocurrido. Algunos opinan que el encino de More era un sitio para la adoración de dioses paganos y que
Dios apareció a Abram para mostrar su poder sobre todo lo que se hace llamar dios. De ahí en adelante, el
lugar sería un centro para la adoración a Jehová.
LA EDIFICACIÓN DE ALTARES AL ALTISIMO
LLEGÓ A SER
UNA COSTUMBRE PARA ABRAM.
25
De Siquem viajó unos treinta y dos kilómetros más al sur hasta Betel “y edificó allí altar a Jehová e invocó
el nombre [p 48] de Jehová” (12:8). El verbo empleado aquí tiene la acepción más fuerte de proclamar o pre-
dicar. De modo que se puede decir que Abram proclamó el nombre de Jehová en Betel como testimonio a los
cananeos.
¡PENSEMOS!
Por lo que hizo Abram all llegar a Betel vemos un ejemplo de su carácter nómada. “Plantó su tienda”
(12:8b). Cuando partió de allí se usa otra frase que ilustra lo mismo. El verbo que se emplea significa que
“arrancó sus estacas” para dirigirse hacia el Neguev (12:9), que era un lugar desierto.
EL VIAJE A EGIPTO 12:10–20
“Hubo entonces hambre en la tierra” (12:10a). El hambre azotaba a la Palestina a menudo (véanse casos
similares en 26:1; 41:56). Abram partió de Canaán para Egipto porque el hambre era grande (12:10b, c).
Algunos creen que la fuga a Egipto para escapar de la hambruna en Canaán refleja poca fe de parte de
Abram. Por otro lado, es interesante notar que se dirigió hacia el sur y que no regresó hacia el noreste de
donde había venido.
Pero la partida para Egipto no fue el aspecto más triste. Sin lugar a dudas, lo que sucedió en ese país es
digno de censura. Abram tenía miedo de que los egipcios lo mataran para quedarse con su mujer, que era de
hermoso parecer. [p 49] Decidió rogarle la ella que dijera que eran hermanos para salvar su vida.
En efecto, cuando llegaron a Egipto, sus habitantes vieron su hermosura. Los príncipes la alabaron delan-
te de Faraón y fue llevada a la casa real. Dios afligió a la familia del monarca con grandes plagas para prote-
ger a Sarai (12:14–17).
Después, el Faraón reprendió a Abram por no haberle dicho la verdad y se la devolvió con estas palabras:
“Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete” (12:19b). En Génesis 20 hay un caso parecido, y allí se revela
que Sarai a la verdad era su hermanastra, hija de su padre pero no de su madre (20:12).
¡PENSEMOS!
[p 50]
26
[p 51]
7
El Pacto con Abram
Génesis 13:1–15:21
Abram había sido llamado y probado. Su calificación era buena. Había demostrado su fe al edificar altares
y proclamar el nombre de Jehová. Aunque su éxito se había visto un tanto manchado por la mentira en Egip-
to, seguía siendo un hombre de fe, la cual volvió a manifestar.
LOS ANTECEDENTES 13–14
La separación de Lot 13:1–18
Parece que cuando murió Taré, Lot quedó bajo el cuidado de su tío Abram. Salió con él de Harán (12:4) y
también de Egipto (13:1).
Tan pronto como Faraón despidió a Abram de Egipto, éste se dirigió al Neguev. De nuevo se hace mención
de su enorme riqueza (13:2).
Desde el Neguev se encaminó hacia Betel, y al llegar al lugar del altar que había construido antes, invocó
el nombre de Jehová (13:3–4). Probablemente su adoración en esa [p 52] ocasión expresaba gratitud a Dios
por haberle manifestado misericordia en Egipto.
Posteriormente hubo contienda entre los pastores de ganado de Abram y los de Lot. Abram mostró una
actitud magnánima al decir a Lot: “¿No está toda la tierra delante de ti?” (13:5–9). Lot escogió la mejor tie-
rra, la que comprendía la llanura del Jordán, y se fue hacia el oriente. Así fue como se separaron el uno del
otro (13:10–13).
LOS HOMBRES DE SODOMA ERAN MALOS
Y PECABAN CONTRA JEHOVA
EN GRAN MANERA 13:136
Después de la separación de Lot, Abram recibió una reafirmación de la promesa que le había hecho el Se-
ñor de que recibiría la tierra de Canaán (13:14–15). Ese acto aclara que la promesa de la tierra era para
Abram y sus descendientes, no para Abram y su parentela.
Lot había actuado en forma egoísta al alzar sus ojos y ver toda la llanura del Jordán. Ahora Dios le ordena
a Abram: “Alza tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente”
(13:14b).
Lo que sigue en el versículo 15 es indispensable para entender el papel clave que jugaría la tierra de Ca-
naán en la vida de Abram y sus descendientes como lo relata el resto de la Biblia. Dios se la dio a Abram y su
desecendencia en posesión perpetua. Sin embargo, debido a su desobediencia, los israelitas han sido sacados
de ella en muchas ocasiones, pero nunca han dejado de ser sus dueños.
[p 53] TODA LA TIERRA QUE VES
LA DARE A TI Y A TU DESCENDENCIA
PARA SIEMPRE
En este contexto encontramos una nueva dimensión en cuanto a la familia de Abram. El Señor le prometió
que ésta llegaría a ser muy numerosa, “como el polvo de la tierra” (13:16).
El nómada Abram plantó su tienda en el encinar de Mamre, en Hebrón, y como era su muy buena cos-
tumbre: “edificó allí altar a Jehová” (13:18).
No obstante la separación de Lot, que al parecer se realizó conforme a la voluntad de Dios, Abram siem-
pre estaba pendiente del bienestar de su sobrino. Eso se pone de manifiesto por los acontecimientos del capí-
tulo catorce.
27
La liberación de Lot por Abram 14:1–24
Anteriormente se ha dicho que Lot “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (13:12). Sodoma era una
ciudad totalmente sumida en la maldad.
En ese entonces la ciudad tenía un problema serio al nivel de sus relaciones exteriores. Formaba parte del
reino de Quedorlaomer, rey de Elam, y por doce años lo había servido (14:1–4). Ese rey era poderoso y rei-
naba sobre muchas naciones. La sede de su gobierno era Elam, región que luego se llamó Persia. Eso nos ayu-
da a entender la enorme extensión territorial que comprendía su reino. Elam quedaba al sureste de Babilonia
y Sodoma al sur del Mar Muerto (Mar Salado).
En el decimotercer año de su sometimiento, Bera rey de Sodoma y cuatro naciones aliadas se rebelaron
contra [p 54] Quedorlaomer. A su vez, éste se unió a los reyes de otras tres naciones de la región de Mesopo-
tamia y se dirigió al valle de Sidim, que es el Mar Salado, donde hubo una serie de batallas desastrosas para el
rey de Sodoma y sus aliados quienes sufrieron una derrota completa (14:5–10).
Los vencedores tomaron toda la riqueza de Sodoma y Gomorra y “a Lot, hijo del hermano de Abram”
(14:11–12). Uno de los sobrevivientes llevó las noticias a Abram el hebreo, que también contaba con aliados.
Al escuchar las nuevas, el patriarca armó a sus trescientos dieciocho criados y siguió a los enemigos hasta
Dan, región que se encuentra al norte de Canaán. Allí los atacó en una gran batalla, pero las tropas se dieron
a la fuga y Abram los siguió hasta Hoba que se encuentra al norte de Damasco, donde logró una victoria total
sobre ellos: “y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gen-
te” (14:13–16).
¡PENSEMOS!
[p 55] Al regresar Abram de esa osada expedición, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de
Save (uno de los valles que rodean a Jerusalén). Quería darle un recibimiento digno de tan noble hazaña.
También se presenta Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, quien sacó pan y vino. Además,
pronunció una bendición con las siguientes palabras: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los
cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tus manos” (14:17–20). Sus
palabras dan a entender que conocía la fama de Abram como hombre de Dios y a El Elyon, Dios Altísimo, en
cuyo nombre presentó la bendición. También proporciona evidencia de que había un grupo de creyentes en
el Señor en la región de Jerusalén, probablemente aun antes de que Abram llegara.
El patriarca respondió a semejante bendición dando a Melquisedec “los diezmos de todo” (14:20c). Sin
duda fue un acto de adoración al Dios Altísimo como expresión de gratitud por su triunfo en el conflicto.
Probablemente fueron dados al sacerdote para ayudarle en el sostenimiento del refugio que estaba en Salem.
El rey de Sodoma dijo a Abram: “Dame las personas, y toma para ti los bienes” (14:21). Abram rehusó re-
cibir cosa alguna de sus manos, haciendo referencia a un voto que había hecho al Dios Altísimo de no recibir
nada de Bera. Además dio su razón: “para que no digas: Yo enriquecí a Abram” (14:22–23). Sólo tomó comi-
da para sus criados y dio a sus aliados, Aner, Escol y Mamre, la libertad de tomar su parte en los despojos
(14:24).
28
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 60]
30
[p 61]
8
Los Descendientes de Abraham
Génesis 16:1–25:18
Abram ya había recibido varias promesas acerca de su descendencia, pero aun no tenía hijos. Había tra-
tado de adoptar a Eliezer como su hijo, pero había recibido la palabra de Dios indicando que de su cuerpo
saldría su simiente (15:4). El pacto ya se había formalizado con referencias adicionales a que tendría hijos en
abundancia, pero no se había visto el cumplimiento todavía. ¿Qué hacer ahora?
EL NACIMIENTO DE ISMAEL 16:1–16
Esta cuestión atenazaba a Sarai también, y a ella se le ocurrió una solución. Por ese entonces, poseía a una
esclava egipcia, cuyo nombre era Agar. Es probable que hubiera regresado con Abram y Sarai cuando volvie-
ron de Egipto, a donde habían huido por causa del hambre en Canaán (12:10). El hecho de que abandonaran
la tierra prometida en [p 62] tiempos de necesidad, puede ser interpretado como falta de fe. ¿Sería que esta-
ban a punto de cosechar el pago por ella?
Sarai ofreció a Abram su sierva como concubina para que de ella tuviera un hijo (16:1–2). Esta sugeren-
cia estaba de acuerdo con las costumbres de aquel entonces. Según ellas, el fruto de tal unión sería conside-
rado como hijo de la esposa legal. Pero Dios repudia lo que no es de su agrado aunque sea algo aceptable en
una determinada cultura. Abram tomó a Agar como mujer, se llegó a ella, y ella concibió. “Cuando vio que
había concebido, miraba con desprecio a su señora” (16:3–4).
Al darse cuenta Sarai de esa actitud, le reclamó a Abram, y luego con el permiso de él, la volvió a su esta-
do de esclava. Sarai la afligía de tal manera, que Agar optó por escapar (16:4–6).
Estando en el desierto, la halló el ángel de Jehová y le ordenó regresar a su señora y someterse a ella
(16:7–9). Además, le hizo promesas de gran magnitud:
1. Su descendencia sería incontable (16:10).
2. Daría a luz un hijo, cuyo nombre sería Ismael, que significa “Dios oye” (16:11).
3. Su hijo sería un hombre fiero, “su mano será contra todos” (16:12a).
4. La mano de todos también sería contra él (16:12b).
5. El habitaría delante de todos sus hermanos (16:12c).
Los pueblos árabes descienden de Ismael. Es bien conocido el conflicto permanente entre ellos y los judíos,
y parece que no tendrá solución sino hasta que venga Cristo a establecer su reino milenial.
[p 63] LLAMO EL NOMBRE DE JEHOVA QUE
CON ELLA HABLABA:
TU ERES DIOS QUE VE (EL ROI) 16:13
Ese nombre con que se llama a Dios es muy importante, no sólo por el significado dado arriba, sino por el
hecho de que ella identificó al ángel de Jehová como Dios. En el versículo 10, él usó una prerrogativa de la
deidad al decir: “Multiplicaré tanto tu descendencia”. Sólo Dios puede hacer esto. Esto es lo que se llama una
teofanía, o automanifestación de Dios. Generalmente el término se asocia con la aparición de la segunda per-
sona de la Trinidad antes de su encarnación. Véanse otros ejemplos de teofanías en Génesis 21:17–21;
22:11–18; Exodo 3:2; Jueces 2:1–4. Es interesante notar que no se menciona la aparición del ángel de Jehová
después de la encarnación de Jesucristo.
Cuando nació el niño, Abram le puso el nombre sugerido por el ángel de Jehová. Tenía aquél ochenta y
seis años “cuando Agar dio a luz a Ismael” (16:15–16).
LA REVELACION DE EL SHADAI 17:1–8
31
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, le apareció Jehová diciendo estas palabras: “Yo soy el Dios
Todopoderoso” (17:1–2). El término en hebreo es “El Shadai”. “El” es un nombre común para designar a
Dios. Se asocia con poder o fuerza, y cuando aparece como prefijo o sufijo, en casos como “Elohim” (1:1) o
“Ismael” (16:11), se refiere a Dios. “Shadai” es un derivado de una palabra afín que quiere decir “montaña”.
De modo que el cuadro presentado aquí es el del Todopoderoso parado firmemente sobre una montaña.
[p 64] En medio de esta aparición de Dios, Abram se postra sobre su rostro, demostrando así una actitud
de reverencia digna de ser emulada por todo creyente en el Señor (17:3). “El Shadai” vuelve a repetir a
Abram varias de las provisiones del pacto hecho con él anteriormente, y asigna al patriarca otro nombre,
Abraham, que quiere decir “padre de muchedumbre de gentes” (17:4–8).
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
A la caída de la tarde llegaron dos ángeles a Sodoma. Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad y los in-
vitó a hospedarse en su casa. Ellos respondieron que se quedarían en la calle, pero Lot insistió y aceptaron
entrar en ella, donde les sirvieron un gran banquete.
Antes de que los ángeles se acostaran, los habitantes [p 68] perversos y corruptos de la ciudad rodearon la
casa, pidiendo conocer a los forasteros (19:4–5). El término usado aquí se refiere en la Biblia a tener relacio-
nes sexuales. En este contexto, es evidente que se hace referencia a relaciones homosexuales. Debido a ese
pecado, fueron destruidas Sodoma y Gomorra. Para conocer mejor la actitud de Dios acerca de este pecado,
véanse Levítico 18:22, Romanos 1:26–27 y 1 Corintios 6:9.
Aunque Lot ofreció en lugar de los forasteros a sus dos hijas para que los hombres hicieran con ellas lo
que les pareciera, los malvados rehusaron e insistieron en tener a los varones. Lot resistió, pero fue duramen-
te maltratado. Sus paisanos intentaron romper la puerta, pero los varones intervinieron milagrosamente sal-
vando a Lot y protegiéndose a sí mismos de semejante abuso. Los malvados quedaron ciegos, imposibilitados
de encontrar la puerta (19:6–11).
Los varones anunciaron a Lot que iban a destruir la ciudad por orden de Jehová, pero le dieron oportuni-
dad de salvar a sus hijos, yernos e hijas. Lot rogó a sus futuros yernos, a los que habían de tomar a sus hijas,
que lo acompañaran, “pero pareció a sus yernos como que se burlaba” (19:12–14).
33
¡PENSEMOS!
No obstante el carácter de Lot, él, su mujer y sus dos hijas se salvaron por la misericordia de Dios y la di-
ligencia de los ángeles, quienes literalmente los sacaron de la ciudad. Les advirtieron que no vieran para atrás
ni pararan en la llanura, sino que escaparan al monte para no perecer (19:15–17).
[p 69] Lot rogó a los ángeles que le permitieran huir a una ciudad cercana en vez de ir al monte. Su peti-
ción fue concedida y enseguida comenzó la destrucción de Sodoma y Gomorra. Llovió sobre ellas azufre y
fuego procedentes de Jehová y todo fue raído, incluyendo las ciudades, la llanura y los moradores (19:18–
25).
LA MUJER DE LOT VOLTEO PARA MIRAR ATRAS
Y SE CONVIRTIO EN ESTATUA DE SAL
LA HISTORICIDAD DE ESTE EVENTO
SE COMPRUEBA EN LUCAS 17:28–32.
Al parecer Abraham intercedía constantemente a favor de Lot y su familia mientras se llevaba a cabo este
juicio. Al subir de mañana a su acostumbrado lugar de oración, vio el humo que se elevaba “de la tierra co-
mo el humo de un horno” (19:27–28). Génesis 19:29 hace constar que Lot se salvó en parte por la interce-
sión de Abraham.
El pasaje termina con el triste caso de incesto que cometió Lot con sus dos hijas (19:30–36). Aunque ellas
tomaron la iniciativa, él no queda exento de culpa. Durmió con cada una de ellas en estado de ebriedad des-
pués de tomar el vino que le ofrecieron. Sin embargo, pudo haberse rehusado a beber. Es probable que sus
hijas se hubieran contaminado por las costumbres de la gente de Sodoma.
HIJO MIO, SI LOS PECADORES
TE QUISIEREN ENGAÑAR, NO CONSIENTAS.
PROVERBIOS 1:10
[p 70] De ese terrible pecado nació un hijo a cada una de las hijas de Lot. Sus nombres fueron Moab y
Ben-ami y sus descendientes formaron otros tantos pueblos. Los moabitas moraban al oriente del Mar Muerto
y los amonitas al noreste del mismo (19:37–38). Ambos llegaron a ser enemigos de los israelitas (2 Crónicas
20:10–11).
Abraham y Abimelec 20:1–18
El capítulo veinte de Génesis es otro relato de la tendencia de Abraham a caer en la maldad debido a la
presión. Salió de Mamre para plantar su tienda en Gerar, cuyo rey era Abimelec. Una vez más mintió acerca
de Sara, diciendo que era su hermana. Aquí hay evidencia de que ambos participaron en la mentira (20:1–5).
Por eso, Abimelec la tomó por mujer, pero Dios vino al rey en sueños y le informó que había tomado la
esposa de otro (20:3–5). Además le advirtió que si no la devolvía, moriría junto con todos los suyos. En 20:9–
10 se narra el triste caso de un siervo de Dios siendo reprendido por un rey pagano. Abraham alega en su
defensa algo que no es más que una simple excusa y finalmente ora por el monarca y Dios “sanó a Abimelec
y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos” (20:11–18).
ISAAC 21:1–25:18
De acuerdo al tiempo anunciado, Jehová visitó a Sara, quien concibió y dio a luz a un hijo, a quien Abra-
ham llamó Isaac (21:1–3). Su nombre quiere decir se ríe. Conforme al pacto abrahámico (17:12), fue cir-
cuncidado a los ocho días de nacido (21:4). El relato bíblico dice que Abraham tenía cien años cuando nació
su heredero (21:5). Su nacimiento trajo profundo gozo al patriarca y su esposa (21:6–8).
[p 71] Ismael se burlaba de Isaac y Sara pidió a Abraham que echara del hogar a Agar con su hijo. Tal sú-
plica entristeció al padre, pero Dios le dijo: “No te parezca grave a causa del muchacho y tu sierva; en todo lo
que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (21:9–12). En esta ocasión, el
34
Señor vuelve a confirmarle la promesa de hacer una nación de Ismael, porque también era descendiente de
Abraham (21:13, compare con 17:20).
Al día siguiente, muy de mañana, Abraham despidió a Agar y su hijo. Andando en el desierto de Beerseba,
se les acabó el agua que tenían. La mujer echó al muchacho debajo de un arbusto y se apartó a distancia de
un tiro de flecha para no presenciar su muerte (21:14–16). El niño comenzó a llorar. Dios lo escuchó y apa-
reció un ángel del Señor para consolarla y asegurarle que él haría una nación del muchacho. De inmediato
hallaron agua cerca. Ismael creció y llegó a ser tirador de arco. Su madre le buscó esposa de la tierra de Egip-
to (21:17–21).
En aquel mismo tiempo, Abimelec y Ficol, príncipe de su ejército, hablaron a Abraham diciendo:
DIOS ESTA CONTIGO EN TODO CUANTO HACES
GENESIS 21:22
Abimelec quiso hacer pacto con Abraham y le pidió que no le faltara a él, ni a su hijo, ni a su nieto, sino
que los favoreciera tal como el rey lo había hecho con el patriarca. Este se hizo con toda formalidad, pero no
sin que Abraham reconviniera a Abimelec por un pozo que sus siervos le habían quitado (21:23–34). Este
pacto se realizó en Beerseba, que quiere decir “pozo de siete, o del juramento” (21:31).
[p 72] La presentación de Isaac como ofrenda 22:1–24
Después de esperar tantos años para recibir la promesa de su simiente, Dios probó a Abraham al máximo.
Le pidió que tomara a su hijo, su “único”, y lo llevara a la tierra de Moriah para ofrecerlo en holocausto
(22:1–2). Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13), pero a veces envía o permite pruebas para probarnos.
Abraham se fue obedientemente, llevando leña para el fuego pero sin cordero. Después de caminar tres
días, vio el lugar de lejos, y dejando allí a sus criados, siguió solo con Isaac. Mientras caminaban, el hijo dijo
a su padre: “He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (22:3–7).
Y RESPONDIO ABRAHAM: DIOS SE PROVEERA
DE CORDERO PARA EL HOLOCAUSTO.
22:4–8
Llegaron al sitio indicado. Abraham edificó un altar, ató al muchacho, lo puso sobre él, y alzó su mano
para degollar a su hijo. Cuando estaba a punto de descargar el puñal sobre el joven, oyó la voz del ángel de
Jehová que le impidió llevar a cabo el sacrificio. Abraham alzó sus ojos y vio a sus espaldas un carnero traba-
do en un zarzal por sus cuernos, “y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su
hijo” (22:9–13).
Y LLAMO ABRAHAM EL NOMBRE DE
AQUEL LUGAR, “JEHOVA PROVEERA”.
[p 73] El ángel de Jehová llamó la segunda vez a Abraham y reconfirmó con él el pacto, añadiendo ahora
que multiplicaría su descendencia como la arena del mar. La repetición vino en esa ocasión por el acto de
obediencia de parte de Abraham de no rehusar al Señor su único hijo (22:15–18).
Volvió Abraham a Beerseba y habitó allí. Después de estas cosas, supo que a su hermano Nacor le habían
nacido hijos, entre ellos Betuel, padre de Rebeca (22:19–24).
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
9
Conflicto entre Jacob y Esaú
Génesis 25:19–30:43
La Biblia nos llama a la unidad y critica las divisiones y disensiones. Es una lástima cuando dos hermanos
no se llevan bien. Cuando hubo disensión entre los ganaderos de Lot y los de Abram, éste dijo a Lot: “No haya
ahora altercado entre nosotros dos,… porque somos hermanos” (13:8).
Desafortunadamente nunca hubo buenas relaciones entre Jacob y su hermano Esaú, lo cual causó gran
dolor de corazón a sus padres Isaac y Rebeca y aun disensión entre ellos.
Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca, quien por algún tiempo fue estéril. El oró por ella, y
Dios lo escuchó, haciendo que Rebeca concibiera a dos gemelos que desde el vientre ya luchaban dentro de
ella. Esto desesperaba a Rebeca que dijo: “¿Para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová” (25:19–22).
Dios le dijo: “dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos [p 80] serán divididos desde tus entrañas; el un
pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor” (25:23).
Cuando nacieron los niños, el primero era rubio y velludo; y le llamaron Esaú. Al nacer el segundo, su
mano estaba trabada al calcañar de Esaú por lo que le llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando nacie-
ron los gemelos (25:24–26).
Abraham alcanzó a conocer a sus nietos. Tenía ciento sesenta años (21:5) cuando Rebeca los dio a luz.
Hacía unos veintitrés años que Sara había muerto; tres años antes del matrimonio de Isaac con Rebeca.
Los dos hijos de Isaac y Rebeca eran muy diferentes. Esaú era cazador, hombre del campo. Jacob era un
muchacho más quieto, que permanecía en las tiendas. Esaú era el hijo predilecto de Isaac, porque le gustaba
comer de su caza, mientras que Rebeca amaba a Jacob (25:27–28).
Un día, Jacob guisó un potaje y cuando regresó Esaú cansado del campo, pidió a su hermano que le diese
de comer de su guisado rojo. Jacob respondió: “Véndeme en este día tu primogenitura”. Esaú, pensando que
iba a morir, menospreció su herencia y la vendió a Jacob por esa sola comida (25:29–34).
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
Cuando Esaú volvió del campo y se dio cuenta de lo que había hecho su hermano se enfureció. Dijo:
BIEN LLAMARON SU NOMBRE JACOB, PUES
YA ME HA SUPLANTADO DOS VECES: SE APODERO
DE MI PRIMOGENITURA, Y HE AQUI
AHORA HA TOMADO MI BENDICION (27:30–36).
Esaú reclamó una bendición de su padre e Isaac le bendijo, pero no podía deshacer lo que ya había hecho.
Antes de proferir su bendición, Isaac contó a Esaú los detalles de la bendición a Jacob, y la que pronunció
sobre Esaú difiere totalmente de la de Jacob. Sus detalles son:
1. Pobreza material. La mejor traducción de (27:39) es “será tu habitación lejos de las grosuras de la tierra”.
Su morada en Edom en tierras infértiles apoya esta interpretación.
2. Una vida violenta (27:40a).
3. Servidumbre a su hermano (27:40b).
4. Alivio del yugo de su hermano de vez en cuando (27:40c).
“Cuando te fortalezcas” se puede traducir también; [p 85] “cuando te sacudas”. La historia también co-
rrobora esta interpretación, porque los edomitas, descendientes de Esaú, nunca se libraron totalmente del
dominio del Israel, pero de vez en cuando lograban un breve alivio. Véanse Números 20:14–21 y 2 Samuel
8:14.
Después de ese acontecimiento, Esaú se propuso matar a su hermano. Esperaría la muerte de su padre pa-
ra no ocasionarle más dolor. Rebeca se dio cuenta, y comenzó a preparar a Jacob para que huyera a Mesopo-
tamia donde debía pasar algún tiempo mientras se calmaba la ira de Esaú. Es interesante notar la sutileza con
que Rebeca relató sus planes a Isaac (27:41–46).
LA HUIDA DE JACOB 28:1–9
Después de la plática con Rebeca, Isaac llamó a Jacob y le encargó que no se casara con una de la hijas de
Canaán sino que se fuera a la casa de Betuel, padre de Rebeca para que tomara mujer de entre las hijas de
Labán, hermano de ella (28:1–2)
Jacob jamás volvió a ver a su madre con vida. Isaac lo bendijo de nuevo con las promesas ofrecidas por
Dios a Abraham y confirmadas a él mismo (28:3–4). Después lo despidió y se dirigió a Padan-aram donde
vivía Labán, hijo de Betuel y hermano de Rebeca (28:5). Esaú observó que Isaac bendecía a Jacob y que las
hijas de Canaán no agradaban a su padre. Entonces tomó una mujer de la familia de Ismael, pensando que
quizá habría algún residuo de fe en ella. Sin embargo, no despidió a las hijas de Het (28:6–9). Hay algo aquí
sumamente triste. Es evidente que no había comunicación en la familia de Isaac. Esa decisión de Esaú no fue
un paso de obediencia completa. ¡Cuál habría sido su actuación si sus padres le hubieran instruído acerca de
la [p 86] importancia de no casarse con incrédulas? Esaú no lo supo hasta que escuchó lo que Isaac dijo a
Jacob.
También, es posible que Esaú tuviera conocimiento del deseo expresado por Abraham de que Isaac no se
casara con una cananea. En este caso hay dos posibilidades. Primera, la actitud de su madre hacia él no le
permitió ver la superioridad espiritual de las mujeres de la casa de Labán. Lo que sí es bien cierto es que Esaú
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se caracterizaba por su insensibilidad hacia las cosas espirituales. Véase Hebreos 12:15–17. Al fin y al cabo
uno mismo es responsable de sus decisiones en la vida (Romanos 14:12).
DE MANERA QUE CADA UNO DE NOSOTROS
DARA A DIOS CUENTA DE SI
EL SUEÑO DE JACOB EN BETEL 28:10–22
En su viaje de Beerseba a Harán, Jacob llegó a cierto punto donde se quedó a dormir. La historia revela
que el lugar era Betel, que distaba de Beerseba unos ciento quince kilómetros. Es muy posible que Jacob
hubiera viajado unos tres o cuatro días para llegar hasta ese lugar. Tomó una piedra y la puso por cabecera, y
se quedó profundamente dormido (28:10–11).
En su sueño, vio una escalera tendida del cielo a la tierra donde los ángeles de Dios bajaban y subían. En
su extremo superior estaba Jehová. El Señor se le reveló como Jehová, el Dios de Abraham, y de Isaac; le repi-
te las bendiciones del pacto abrahámico, y añade (28:12–15):
[p 87] HE AQUI, YO ESTOY CONTIGO, Y TE GUARDARE
POR DONDEQUIERA QUE FUERES,
Y VOLVERE A TRAERTE A ESTA TIERRA
La aparición de Jehová en esta ocasión es una enorme manifestación de su gracia. Ya hemos visto que Ja-
cob era un hombre engañoso y mentiroso. No merecía nada, pero Dios lo escogió para mostrar su misericor-
dia por medio de él (Romanos 9:10–12).
Se maravilló Jacob del sueño y llamó a ese lugar “Betel”, que significa “casa de Dios”. Tomó la piedra que
había usado como cabecera, y la alzó por señal. El derramamiento de aceite encima de la piedra fue un acto
de consagración del altar (Levítico 8:10–12). También hizo voto al Señor.
Las condiciones:
1. Si Dios fuera con el,
2. Y le guardara en el viaje,
3. Y le diera pan y vestido,
4. Y le volviera en paz a casa de su padre;
Las promesas
1. Jehová sería su Dios
2. La piedra puesta por señal sería “casa de Dios”.
3. El diezmaría a Dios de todo lo que le diera (28:16–22).
LA ESTANCIA DE JACOB EN MESOPOTAMIA 29:1–30:43
El encuentro con Raquel. 29:1–14
Tal como el criado de Abraham conoció a Rebeca a la [p 88] orilla de un pozo, así fue el encuentro entre
Jacob y Raquel. Pero hay diferencias bien marcadas. El criado oró a Dios pidiendo su dirección (24:12–14).
Sin embargo, aunque Jacob conocía a Jehová, su devoción no se manifiesta aquí. Lo que sí es evidente es su
diplomacia y aplomo.
Se presenta a los pocos pastores, que se habían reunido para abrevar sus ovejas, como “hermano”. Me-
diante esa entrevista supo que procedían de Harán, que conocían a Labán, quien se encontraba bien, y que la
que pastoreaba las ovejas era su hija Raquel (29:1–6).
La actitud de Jacob es muy interesante y significative. El era pastor y sabía que todavía quedaban algunas
horas del día para apacentar a las ovejas. Parece que le molestó ver a los pastores perder su tiempo a la orilla
del pozo. La sugerencia de que abrevaran sus ovejas y volvieran a apacentarlas no fue una falta de cortesía,
sino que como tenía unos setenta y siete años era mayor que ellos, quienes probablemente eran muy jóvenes.
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No quería que presenciaran el encuentro con su prima Raquel. De todos modos, no se fueron, y vieron
cuando Jacob con fuerza extraordinaria removió la gran piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de
Labán (29:7–10).
Después Jacob besó a Raquel y lloró en alta voz. Le dijo que era hijo de Rebeca, hermana de Labán. Ella
corrió a su casa para dar la noticia de la llegada de su primo. Labán corrió para recibirlo, le hizo una gran
recepción con abrazos y besos y lo llevó a su casa donde pasó un mes como huésped (29:11–14).
¡PENSEMOS!
El capítulo cuarenta y nueve da más detalles acerca del papel que había de jugar cada hijo de Jacob en la
historia de Israel. Basta mencionar aquí tan solo el significado de los nombres de Rubén y Zabulón para en-
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tender que había mucha envidia entre Lea y Raquel. Al dar a luz a Rubén dijo Lea: “Ha mirado jehová mi
aflicción; ahora, por tanto me amará mi marido” (29:32). Al nacer su último hijo Zabulón, todavía se nota
que se sentía despreciada en estas palabras: “ahora morará conmigo mi marido” (30:19–20).
Generalmente, las genealogías bíblicas no mencionan mujeres. Es probable que Dina aparezca en esta lis-
ta por lo que había de acontecer en su vida más tarde (34:1–31).
[p 91] ¡PENSEMOS!
10
El Regreso de Jacob
Génesis 31:1–36:43
Una de las cosas más importantes en las relaciones humanas es la confianza. Cuando ésta se pierde, la re-
lación se arruina. Eso pasó entre Jacob y Labán, y tarde o temprano tenía que sobrevenir una ruptura total
entre ellos.
LA SALIDA DE JACOB 31:1–55
Los hijos de Labán se quejaban de la riqueza excesiva de Jacob. Según su parecer, la había sustraído de su
padre. Jacob notó que el semblante y actitud de Labán no eran como antes. Además, Jehová le habló diciéndo-
le que ya era tiempo de que regresara a la tierra de sus padres y a su parentela, prometiéndole estar con él
(31:1–3).
Jacob llamó a Raquel y a Lea para que se reunieran con él en el campo y repasó con ellas todo lo que
había acontecido desde que hizo el trato con su padre Labán. También les contó como Jehová le había apare-
cido para decirle que regresara a su tierra (31:4–13).[p 94]
Raquel y Lea le dieron su apoyo y expusieron sus puntos de vista. Se sentían vendidas por su padre, des-
heredadas y tenidas por extrañas (31:14–16).
Al oir las palabras de apoyo de Raquel y Lea, Jacob las subió junto con sus hijos sobre los camellos y em-
prendió viaje con todo lo que tenía para regresar a su tierra y la casa de su padre (31:17–18).
Labán no se enteró de la partida de Jacob porque andaba transquilando sus ovejas. Antes de salir, Raquel
hurtó los ídolos de su padre sin que lo supiera su esposo (31:19–20). No se sabe si lo hizo porque todavía era
idólatra, pero existe la teoría de que la posesión de los ídolos le garantizaba la participación en la heredad de
su padre.
Jacob pasó el río Eufrates y se dirigió al monte de Galaad.
Al tercer día, Labán fue informado de su huída y lo persiguió hasta alcanzarlo en ese monte. Mientras
tanto, el Señor le había aparecido en un sueño para advertirle que no hablara descomedidamente a Jacob
(31:21–25).
Al llegar hasta donde estaban, Labán lo reprendió por haber huído sin haberle permitido despedirse de
sus hijas y nietos. También lo acusó de haber hurtado sus ídolos. Jacob le dio permiso para buscarlos, y dijo
que moriría aquel que los tuviera porque no sabía que estaban en poder de Raquel. No los halló Labán, y Ja-
cob le reclamó fuertemente por todo el abuso que había recibido a través de los veinte años que había estado
a su servicio (31:26–42).
Labán pidió que hicieran un pacto, y tomaron piedras e hicieron un montículo sobre el cual comieron.
Jacob llamó el lugar “Galaad” que significa “majano del testimonio”, y también “Mizpa”, que significa “ata-
laya”. Este convenio de no agresión se hizo en un ambiente de sospechas. Después de esto, comieron pan y
durmieron en el mismo lugar aquella [p 95] noche. Al día siguiente se levantó Labán, besó a sus hijas y nietos
y regresó a su casa (31:43–55).
ATALAYE JEHOVA ENTRE TU Y YO,
CUANDO NOS APARTEMOS EL UNO DEL OTRO
LA RECONCILIACION CON ESAU 32:1–33:20
Al seguir Jacob su camino, le salieron al encuentro ángeles de Dios. Probablemente para confirmar lo que
Jehová le había dicho hacía veinte años en Betel: “He aquí yo estoy contigo” (28:15). Esa protección la iba a
necesitar porque se acercaba a la tierra de Edom, donde moraba su hermano Esaú.
No obstante, no era indispensable que pasara por Edom para llegar a Betel, porque se encontraba a bas-
tante distancia hacia el sureste. Es posible que buscara la manera de reconciliarse con Esaú y decidió que ese
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era el momento oportuno. Deseaba tener paz en su corazón y con su hermano, ya que pronto serían vecinos.
Véase Mateo 5:23–25a.
Envió mensajeros para avisar a su hermano y les instruyó para que se dirigieran a Esaú llamándole señor,
y que le dijeran que iban en representación de su siervo Jacob. Sus enviados volvieron diciendo que Esaú ve-
nía con cuatrocientos hombres para recibirle. Desde luego, esa noticia le produjo mucho temor a Jacob. Se
acordó de la amenaza que había proferido su hermano contra él (27:41) y con justificada razón sentía miedo
(32:1–7a).
Jacob distribuyó a su gente y animales en dos campamentos, para facilitar que en caso de ataque, unos u
otros [p 96] escaparan. Luego oró en forma sincera y humilde delante de Dios. Los puntos más sobresalientes
de su oración son:
1. Se dirige al Dios de Abraham e Isaac (32:9a).
2. Se acuerda de las promesas (32:9b).
3. Se presenta diciendo “menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu
siervo” y hace mención de lo poco con que se fue y de lo mucho que ahora poseía (32:10).
4. Pide a Dios que lo libre de su hermano (32:11).
5. Hace referencia a las promesas divinas de bendecirle y aumentar grandemente su simiente (32:12).
Durmió aquella noche, y a la mañana siguiente envió a Esaú un buen presente que consistía de quinien-
tos cincuenta de sus animales. El motivo era evidente. Quería aplacar la ira de Esaú (32:13–20).
Aquella misma noche, después de hacer pasar el vado de Jaboc a sus dos mujeres, sus dos siervas y sus
once hijos, se quedó a solas (32:22–23a).
El pasaje de las Escrituras dice que luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Gracias a su perseve-
rancia, Jacob ganó la lucha, pero sufrió una herida permanente al descoyuntarse su muslo, por lo que cojea-
ba. Probablemente quien luchó con Jacob era Cristo, en su estado previo a la encarnación (32:24–26).
En respuesta a una pregunta, Jacob contestó que su nombre era Jacob. Entonces el varón le contestó di-
ciendo que en adelante se llamaría Israel: “porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”
(32:27–29). Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, que significa “el rostro de Dios” (32:30–32).[p 97]
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
11
Las Adversidades de José
Génesis 37:1–41:36
Las Escrituras nos exhortan a estar gozosos cuando pasemos por diversas pruebas. La razón que se da es
que la prueba de nuestra fe produce paciencia. Es bien conocida la paciencia de Job, pero según esa regla,
también José debe haber sido un hombre paciente en extremo.
DESPRECIADO POR SUS HERMANOS 37:1–36
Sus aflicciones comenzaron en su propio hogar. Era el hijo predilecto de su padre, pero sus hermanos lo
despreciaban. El apacentaba ovejas con ellos, e informaba a Jacob de su mala conducta. José soñó que veía a
sus hermanos arrodillados delante de él y tuvo la ocurrencia de contárselo. En su último sueño, aun sus pa-
dres aparecían inclinándose a él. Sus sueños no ayudaron en nada a mejorar las relaciones entre él y sus
hermanos (37:1–11).
[p 102] Y AUN LE ABORRECIERON MAS
A CAUSA DE LOS SUEÑOS
Y SUS PALABRAS
Un día, su padre Israel lo envió para ver cómo estaban sus hermanos. Viajó del valle de Hebrón a Siquem
donde apacentaban las ovejas. Le costó encontrarlos, pero con la ayuda de un hombre se orientó. Sus herma-
nos lo vieron de lejos y comenzaron a conspirar contra él para darle muerte. Gracias a la intervención de
Rubén no lo hicieron, pero lo echaron en una cisterna para que muriera. Rubén quería librarlo para que vol-
viera a su padre (37:12–24). El hecho de que se sentaran a comer tan pronto como hubieron echado a José
en la cisterna, es una evidencia clara de su brutalidad. Mientras comían, vieron que unos comerciantes is-
maelitas venían de Galaad con dirección a Egipto, y decidieron vender a José como esclavo a cambio de vein-
te piezas de plata (37:25–28).
Rubén no estaba presente cuando se hizo la transacción. Cuando regresó a la cisterna y vio que su her-
mano había desaparecido, rasgó sus vestidos en señal de duelo. Los hermanos tomaron la túnica de José, ma-
taron a un cabrito, tiñeron la túnica con su sangre, y la enviaron a Jacob, quien creyó que alguna mala bestia
lo había devorado. El patriarca estuvo inconsolable por muchos días. Es triste observar la hipocresía de sus
hijos. Los mismos que habían perpetrado la mala jugada, ahora procuraban consolarlo (37:29–35).
Por su parte, el joven (José tenía diecisiete años cuando sucedieron estos eventos 37:2) fue adquirido en
Egipto por Potifar, capitán de la guardia de Faraón (37:36).
[p 103] ¡PENSEMOS!
[p 105] ¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
12
La Exaltación de José
Génesis 41:37–50:26
En forma consistente, las Escrituras enseñan que el creyente debe humillarse delante de Dios para ser en-
salzado por él cuando llegue el tiempo. El mismo principio bíblico se expresa en otro pasaje: “los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:11). El pasaje clásico sobre este tema es Filipenses
2:5–11, una porción histórica y profética a la vez. Lo que sucedió en la vida de José ilustra en forma dramáti-
ca este glorioso concepto.
NOMBRADO PRIMER MINISTRO 41:37–57
Faraón y sus siervos escucharon complacidos las palabras de José. El monarca lo nombró primer ministro
de su gobierno, segundo en el mando, así como encargado de recoger los bienes de los años de abundancia
para distribuirlos en el tiempo de hambre. Al nombrarlo estaba reconociendo que el espíritu de Dios estaba
en él, y que era [p 110] él quien le había “hecho saber todo esto” (41:37–41).
Se hizo una ceremonia pública para instalar a José en su nuevo cargo. Faraón quitó el anillo de su mano,
lo puso en la suya, lo vistió de lino finísimo, colocó un collar de oro en su cuello, lo hizo subir en el segundo
carro, y pregonaron que todos debían arrodillarse delante de él.
Faraón también le dio un nombre egipcio, llamándolo Zafnat-panea, así como una esposa, cuyo nombre
era Asenat, hija de Potifera sacerdote de On (41:42–45a). No debemos suponer por este acto que José aceptó
la idolatría que imperaba en aquel país, porque no fue él quien escogió a su mujer, sino que ésta le fue entre-
gada por decreto del soberano. El nombre y esposa que le fueron asignados lo congraciaron aun más delante
del pueblo egipcio.
Una vez nombrado, José no perdió tiempo. Hizo un estudio de toda la tierra de Egipto. Tenía treinta años
en ese entonces, lo cual quiere decir que había pasado trece años en esclavitud (compárense 37:2 con 41:46).
¡PENSEMOS!
En los años de abundancia José recogió y almacenó las provisiones tal como había recomendado a Faraón
(41:46–49).
Los dos hijos de José 41:50–52
Antes de que llegara el primer año de hambre, nacieron a José dos hijos, “los cuales le diera a luz Asenat”.
Los [p 111] nombres que les dio son una expresión de su profunda fe en Dios y de que había comprendido el
motivo de sus experiencias. Al primogénito le puso Manasés, que quiere decir “el que hace olvidar”. Clara-
mente estaba pensando en lo que había sufrido con sus hermanos y en los contratiempos en Egipto. Nombró
al segundo Efraín, que significa “fructífero”. El mismo expresó el significado en las palabras siguientes:
“DIOS ME HIZO FRUCTIFICAR EN
LA TIERRA DE MI AFLICCION”.
La hambruna llegó como se esperaba. Afectó a todos los países de la región, pero en Egipto había suficien-
te pan. Cuando los habitantes acudieron al rey para expresarle su necesidad, les recordó que el responsable
era José y que debían ir a él, quien abrió los graneros para vender el trigo (41:53–57).
51
LA PRIMERA VISITA DE LOS HERMANOS DE JOSE 42:1–38
Al darse cuenta Jacob de que había alimento en Egipto, llamó a sus hijos y los envió, a excepción de Ben-
jamín, para que adquirieran trigo en ese país (42:1–4)
Cuando arribaron, llegaron ante José y se inclinaron delante de él (compare 42:6 con 37:7–8). Ellos no lo
reconocieron, pero él sí, y les habló en forma áspera acusándolos de ser espías (42:5–12).
En su defensa, ellos le contaron que en realidad eran doce hermanos, pero que habían dejado al menor
con su padre y el otro no aparecía. José insistió en tratarlos como [p 112] enemigos y les dijo que para com-
probar su veracidad tendrían que enviar a uno de ellos para traer al otro hermano. Los puso en la cárcel por
tres días, seguramente mientras pensaba en el asunto (42:13–17).
Pasado ese tiempo, habló con ellos y afirmó que él temía a Dios y les dijo que llevaran alimento a su casa
pero que debían dejar a uno de ellos como rehén, para garantizar que traerían al otro hermano (42:18–20).
HACED ESTO Y VIVID: YO TEMO A DIOS
Los hermanos comenzaron a hablar entre sí y recordaron el grave pecado que habían cometido al desoír
los ruegos de José cuando lo vendieron como esclavo. No sabían que él entendía su idioma porque anterior-
mente se había dirigido a ellos por medio de un intérprete. Al oir sus palabras de remordimiento, José se
apartó de ellos para llorar. Después mandó a Simeón al calabozo, ordenó que se les llenaran sus sacos con
trigo, que pusieran su dinero en ellos, y que les diesen comida para el camino (42:21–25).
Partieron de ahí y cuando llegaron, contaron a su padre todo lo que había acontecido. El no quería per-
mitir que Benjamín regresara con ellos explicando que Simeón y José no aparecían y que si algo sucediera al
menor: “haréis descender mis canas con dolor al Seol” (42:26–38).
LA SEGUNDA VISITA DE LOS HERMANOS DE JOSE 43:1–45:28
La presión del hambre hizo que al fin Jacob permitiera que se llevaran a Benjamín. Judá ofreció respon-
der por él. [p 113] Jacob les dijo que tomaran “de lo mejor de la tierra…, y llevad a aquel varón un presente,
un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras”, productos que no se encontra-
ban en Egipto. También les indicó que llevaran doble cantidad de dinero y enseguida los encomendó al Dios
Omnipotente (43:1–15).
Cuando arribaron a Egipto y José vio que su hermano Benjamín los acompañaba, dijo a su mayordomo
que los llevara hasta su casa para que comieran con él. Por supuesto que al llegar a la casa del primer minis-
tro se sintieron temerosos, creyendo que iba a ordenar que los apresaran por no haber pagado el costo de las
provisiones que habían llevado anteriormente. Cuando supieron que iban a compartir la mesa con José, pre-
pararon sus regalos (43:16–25).
Al llegar José, trajeron sus presentes y se inclinaron delante de él. El les inquirió acerca de la salud de su
padre y después si el que los acompañaba era su hermano menor: “Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo
mío” (43:26–29).
Tanto se conmovió al ver a su hermano, que tuvo que salir del salón para llorar. Después lavó su rostro, e
instruyó a sus siervos para que sirvieran la comida. La costumbre era que él comiera aparte y los egipcios que
lo acompañaban separados de los hebreos, porque para aquéllos era abominación juntarse con los judíos.
José asignó a Benjamín una porción cinco veces mayor. Los hermanos estaban atónitos porque los sentó de
acuerdo a la edad de cada uno, pero aun así, comieron, bebieron y se alegraron con él (43:30–34).
Cuando se disponían para regresar, José dijo a su mayordomo que les devolviera el dinero en el costal de
cada uno y que además pusiera su copa de plata en el de Benjamín. Así lo hizo y cuando hubieron partido.
José ordenó que se les diera alcance en el camino y se les acusara de haber robado su copa. Como no daban
crédito a tal acusación, [p 114] pidieron al enviado que revisara sus costales y aceptaron que muriera aquél
en cuyo saco se encontrara, así como que los demás serían sus siervos (44:1–9).
El hombre buscó la copa en el costal de cada uno, comenzando con el del mayor. La encontró en el de
Benjamín. Regresaron a casa de José y se postraron delante de él, quien les preguntó si no sabían que él era
adivino (44:10–15).
52
¡PENSEMOS!
¡PENSEMOS!
[p 124] ¡PENSEMOS!
José murió a los ciento diez años y fue embalsamado. Antes de morir, expresó ante sus hermanos su fe en
el hecho de que saldrían de Egipto algún día para regresar a Canaán. Hizo jurar a los hijos de Israel que lle-
varían sus huesos de regreso a la tierra prometida (50:22–26). Su petición atestigua que conocía la promesa
hecha a Abraham en Génesis 15:13–14. Su cumplimiento se ve en Exodo 13:19 y Josué 24:32. Ese acto está
registrado en Hebreos 11:22 como evidencia de fe.
¡PENSEMOS!
Redacte una frase que resuma el papel clave de cada una de las siguientes per-
sonas mencionadas en Génesis.
1. Adán _____________________________
3. Caín _____________________________
4. Abel _____________________________
5. Set _____________________________
6. Noé _____________________________
7. Sem _____________________________
8. Nimrod _____________________________
9. Peleg _____________________________