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1. Consideraciones previas.
Juan Pablo II
1. Consideraciones previas.-
La cuestión que está en peligro hoy día en nuestra sociedad es: el derecho a la
vida. En nuestro país, se eliminan cada año 90.000 hijos en el vientre de sus
madres. Es una tragedia demasiado cruel para mantenerla oculta en la censura de
las conciencias humanas.
¿Cuándo comienza la vida humana? ¿Desde cuándo existe un ser humano o una
persona humana?
La Iglesia católica afirma que el derecho a la vida del nuevo ser arranca desde
el momento de la fecundación, es decir, desde el momento en que se constituye la
realidad biológica del cigoto o célula huevo, resultante de la fusión del óvulo y del
espermatozoide. Es importante subrayar que esta postura es compartida
igualmente por otras personas, aunque no estén incluidas dentro del campo
católico. La fecundación constituye un salto cualitativo en relación con las células
germinales precedentes antes de la fusión. El cigoto resultante tiene una
relevancia equiparable a la del recién nacido por las siguientes razones:
Otra mentira sería que existe poca cultura contraceptiva. En países donde
está difundida la contracepción, a pesar de ello, se hacen más abortos que en los
que no lo está. Y no se registra ningún descenso. Monesi y Eugenio Roccella han
publicado una serie de estadísticas impresionantes llegando a la siguiente
conclusión: “El crecimiento simultáneo del aborto y de la contracepción es una
tendencia común en países desarrollados”. Por el contrario, el número de abortos
crece cuando se difunde una mentalidad abortista, cuando cae el valor que se
atribuye a la vida. Y allí donde se vuelve a educar en el respeto a la dignidad de los
más pequeños y al valor de la vida el número de abortos voluntarios disminuye
drásticamente, por ejemplo, Eslovaquia donde las interrupciones de embarazo han
caído de 50.000 en 1988 a 16.000 en 2001. El motivo es que se ha dado un
reencuentro con la libertad después de la barbarie comunista y ha crecido una
nueva mentalidad, de raíz cristiana, tanto que en la nueva constitución democrática
se garantiza el derecho a la vida, subrayando que es digna de ser protegida
también antes del nacimiento.
En primer lugar, habría que aclarar que no es lo mismo legalización del aborto
que despenalización. Son dos términos frecuentemente utilizados como sinónimos,
pero que no lo son en realidad. Una acción es legal cuando se mueve dentro de los
cauces legales, y el que la realiza tiene derecho a ejecutarla, incluso reclamando
que se proteja el ejercicio de esa acción. Esto significa en el caso del aborto, que
la despenalización del aborto no significa su legalización. Las legislaciones que han
despenalizado meramente el aborto no imponen una pena al que lo practica en las
circunstancias previstas, pero aquél no es un acto que tenga validez jurídica. No se
reconoce el derecho a provocar el aborto y, menos aún, que se pueda reclamar la
protección de este derecho.
1ª Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud física o
psíquica de la madre.
3ª Que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas,
siempre que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas de
gestación y que el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica del aborto,
sea emitido por dos especialistas del centro o establecimiento sanitario, público o
privado, acreditado al efecto y distintos de aquel por quien o bajo cuya dirección
se practique el aborto.
En la práctica, estos supuestos han sido un cajón de sastre, donde todo vale
hasta el punto de que España ha llegado a ser el país de Europa donde es más fácil
practicar un aborto, especialmente, en ciertas autonomías, por ejemplo, Cataluña,
Barcelona, donde se han cometido verdaderas atrocidades.
Las cosas no han mejorado, pues, la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de
la Interrupción Voluntaria del Embarazo aprobada el jueves 25 de febrero de
2010, publicada en el BOE el día 3 de marzo de 2010, y que entrará en vigor el
próximo 5 de julio de 2010 es una brutalidad jurídica, técnica y moral. Todo ello,
sin atender al fuerte rechazo social que ha recibido esta ley desde un principio, y
pese a las grandes manifestaciones que ha habido en su contra.