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De vez en
cuando,

la risa

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AURORA ELENA
OLMEDO

De vez en cuando, la risa


baila conmigo en la cornisa
y me moja la boca,
otras veces, se va y yo le
pregunto,
sólo le pregunto ¿Por qué?.

Aurora Elena
Olmedo

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Tapa Y diagramación: Aurora Elena Olmedo

Dirección: Esmeralda Longhi Suárez

Ilustraciones: Marta E. Videla de Olmedo

I.S.B.N.

Este libro se terminó de imprimir en Imprenta Favero

el

Independencia Nº 3570

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Provincia de Buenos Aires, Argentina.

Índice

1- Hace tantos sueños…


2- Mi vida sin usted
3- Nadie se da cuenta
4- Ángeles con sexo
5- Domingo por la tarde
6- Toda esta larga semana sin usted
7- Callada y morena
8- Versos, versos
9- El hombre que me ama
10- Precariamente tristes
11- Pobreza excelsa
12- Hombre que ríe
13- Batallas

5
14- De amigos, sólo amigos
15- Sueños que no deben soñarse
16- Desamor
17-De hijos y lactancias
18- Después
19- Entre tu modo y el mío
20- Gata triste
21- Usted
22- No debo ir a verte
23- Que te parece si…
24- Acuerdo para una última voluntad
25- Quien hubiera dicho
26- Cuando me lo dijeron
27- Nunca digas
28- Para decir adiós
29- Nostalgia urbana
30- Como sus besos

61-Un inquilino molesto


62-Con la ropa en la mano
63- Rimas
64- Por mi boca
65- No me despierten
66- Nací para inmortal
67- Deja que descanse, madre
68- Ambiguo
69- Voy a buscarte
70- Adiós y adiós

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Canciones a las seis de la tarde
(Queridas amigas …)

1- Los Cónyuges distantes


2- Y si te dicen
3- Buenos tardes, señor
4- Queridas amigas
5- Amor de siempre
6- Jazmines

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7- Y sin embargo
8- Yo te escribo
9- Amor por tu guitarra
10- Carta apócrifa a Facundo Quiroga
11- El más hermoso
12- Instante
13- De la realiza

Hace tantos sueños…

¡Hace tantos sueños


que te estoy soñando!
La memoria es un túnel
como un enorme útero que anochece
y da a luz muñequitos
con los ojos tristes.

Ahora que soy

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un poco menos buena,
me enoja la bravura,
las ganas de batalla,
el cansancio que solía hacerme llorar,
cuando quería ser lo que no soy
o cuando quería ser linda como esas
que son lindas hasta cuando lloran.
Y siempre estabas tú para reírte.

¡Hace tantas vidas


que no estoy viviendo!

Es tan raro pensar que no hay manera


de verte, al subir a un tren
o en un bar de lunas incansables
y poder hallarte detrás
de esa cofradía de extraños
que no tienen cerezas en la boca,
ni olor a corazón latiendo,
como tú ...Si, es tan raro.

Porque tú siempre quedabas,


siempre con tus frases inconclusas
reclinado
sobre un dintel sin tregua,
sumergido en tu miedo al desamor.

Es raro saber que nunca más


podré tocar tu risa,
y no saber si estás lleno de canas

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y no saber si extrañas la hondura
de mi boca indecente.
…………………………………
El alba apaga
un cigarrillo en el humo del mío
y cierro los ojos como una gata triste
y te sueño,
doblada en la azotea sin cornisa.

La penumbra asiste a mis caderas


pero no con la magia ecuestre,
ya no más con galopes mareados
por los versos de suburbios que solía
leerte o recitarte a tu pesar
como en una pesadilla literaria.

A veces me pregunto si es verdad


que estamos viviendo sin siquiera
saber uno del otro…
Y que hoy me dirijo irremediable
a una bruma de ausencia.

A veces te sueño con los ojos enormes,


mirando el hueco de mi brazo,
con una impiedad nocturna
jadeando por la tierra nublada.
Y otras veces te sueño,
arengando mis huestes
de mujeres distintas.
Y otras veces más, y otras tantas veces.

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¿Cómo será envejecer sin vernos?
Y el sueño me alivia,
te trae y me río… ¿Sabes?
¡Hace tantos sueños que te estoy soñando!

Mi vida sin usted

…pido a tus manos todopoderosas


¡su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

Delmira Agustini

Como un vino dulce se derrama


en la garganta ardida,
me derramo yo por los crepúsculos
como un grito tribal , como herejías
que se queman culposas de si mismas,
en la cama vacía.

Un verdugo incompetente
me arranca dulcemente las pupilas.
Mi vida sin usted es claustro abierto,
es una dura humedad por la matriz fría,
es buscar a tientas sus hombros y no hallarlos
en la cama vacía.

Mi vida sin usted se ha vuelto un monte


con criaturas voraces que se afilan
colmillos de luz por aparearse,

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mordiendo el aire, me abro y me abro estrías.
Mis piernas van a un túnel desprovisto
en la cama vacía..

Altiva por la pena ,


actriz de disfraz renacentista.
Voy a los tumbos con labios entrenados,
rasgando la ropa tras sus largos días,
con un motín de gorriones por mi vientre
en la cama vacía.

Como ciervas morenas infecundas,


suelto mis piernas que me caen suicidas.
Con ojos de amor , con tanto amor con alma,
con tanta inconfesa sed sin amnistía.
Es tanto el corazón , tanta carencia
en la cama vacía.

Esta pesadez de alambres,


esta única ofrenda por el agua tibia,
sobre mi avenida con el norte en celo,

con la menuda ebriedad de mi sangría,


sobre un sur que sangra de amor bueno
en la cama vacía.

Mestizo roedor por la piel dócil,


riendo funerales va mi piel molida .
Caracoles de bruces, con mi poncho abierto,

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me arrastro por un hilo de alegría.
Mestizo corazón que quiere tanto
en la cama vacía.

Con mi sed vertical, mi ademán cauto,


sé que no advierte mi temblor. Hundida
en un pudor líquido y con máscaras,
mi propia lengua lame cobardías.
Mi vida sin usted, caldera y cepo,
en la cama vacía.

Nunca le contaré…tanto amor triste,


tanta absurdidad y esta fatiga
no inaugura ni briznas de sospecha.
Mi vida sin usted es todavía
un grito cautivo en el silencio,
en la cama vacía.

Y con toros de encaje por mis hombros de humo,


a veces voy derecho a mi embestida
y me rozo el amor, ¡ lo sueño tanto!
y me toco con dolor la piel sombría.
Y quiero descansar por fin…Lo invito
a mi cama vacía.

Nadie se da cuenta

A veces
los árboles hacen el amor en las plazas,
con ojos vidriosos de sexo inconfesable,

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con gemidos feroces ungidos de ternura
y una pluralidad de labios
que inmisericordes muerden
la piel inexplicable.

Y nadie se da cuenta.
Los vemos arañando un cielo obsceno
que hace a veces de cama .
Están los ojos ebrios
ante el llanto final , ante la lengua dócil
que descansa después entre las piernas
expertas en piruetas
a pesar de la cárcel de raíces.

Hay un sueño que vive detrás de las pupilas.


Y pasamos por debajo de ellos
y no nos damos cuenta.

El hueco ávido se colma


y las jarras de espesas mieles bajan
como savia y espasmo.
Y un rumor de aire libre,
de jolgorio de alientos estallan por la tarde,
que como una inmensa yegua de ojeras y de plata
evoca un fruto dulce
y acaba con el viento con los pechos contentos.

Y hay un gozo hilarante


y todos se sonríen, se abrazan
y se suman al vuelo de la hamaca.

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Nadie sabe que pasa.

Pues nadie se da cuenta.

Y todos tienen ganas de besarse con ganas.


Esas ganas con vientres urgentes como muslos,
confesos de lujuria
secreta y exultante.

Y todos tienen ganas.


Y se sientan alegres,
calientes como hornos con la carne más dulce,
con cálices gozosos
que desbordan secretos genitales,
tan bellos como heridos
de una inquietud inexplicable.

Tan solo ven dos árboles


con las ramas piadosas,
enredadas, libadas,
sacudidas de sombras.

Y todos participan de la entrega amorosa,


todos, todos conviven con orgasmos hermosos.
Y un sudor con alivio
que confunden con brisa.

Y nadie se da cuenta.

Ángeles con sexo

(…que alegre me sería este Domingo triste…!)

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J.A.Buesa

Nos levantamos
y el Domingo se despierta tartamudo.
Nos arrastramos como un caracol dulce
por la casa sin patria
y una taza de café absuelve substituta ,
a la ciudad saturada de los solos.
Y vamos izados a las ganas.

¿Con quien haré el amor esta mañana?


Pero…
en un acto de naufragio redimido,
preferimos ir a comprar el pan
para que copule tierno con la oquedad solar
de la taza que amanece
con nosotros a cuestas.

Y allá vamos,
a comprar el pan, un regimiento
de eternizados ángeles con sexo.

Entramos y alguien nos pregunta


cuánto pan y esas cosas.
Extendemos la mano desvalida,
pesada de dulces feromonas
para pagar y entonces,

esperando un vuelto oportuno,


rozamos la piel de quien deja caer
como al descuido,

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monedas, el cambio…
y un amanecer de genitales.

Es menos que un instante,


un rozar , un parpadeo de gorriones
pero la piel sedienta se asoma al balcón,
hace piruetas y se rinde con sumisión excelsa.

Y hay una curvada ceremonia


de celo clandestino,
un rozar de alas abatidas,
un derrame compulsivo , un momento
por el centro glorioso.
Nos arrojamos
por la abertura frutal de la boca sin nombre,
libación de harina y la voz láctea
que asfixia y que redime.

Las aguas duras y los astros buenos


se suicidan de amor entre las piernas.
Y ya está.

Los órganos deliciosos


cumplen su misión calladamente.
Cerramos la mano y las monedas
absorben de las manos, los humores
mas bellos del Domingo.

Y nos vamos.
con el pan y el amor colgando

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tan felices del brazo.
Abrimos la puerta,
calentamos el café nuevamente
y partimos el pan tibio
y la rutina.

Y en tanto rito clandestino,


el domingo ya no tartamudea
y salimos en defensa de la risa.
Tal vez….Será que no entendemos…
pero tiene guirnaldas la mañana.

Fue la piel efímera por coitos invisibles,


como una pluma que pasa pero sana,
como una tregua agradecida,
un indulto fugaz al desencanto.
La risa deja su anemia por un rato

Y entre un bocado de pan


y un sorbo de café caliente, sonreímos al fin.

Un íntimo pudor se viste


de duende trasgresor que hace
reverencias dieciochescas e hilarantes
a la nada oscura que se marcha.
Y sueña un poco más,
y le hace el amor a la mañana,
así, como nosotros.
Y ya está.

Domingo por la tarde

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Domingo por la tarde
donde baten
las alas murciélagos melancólicos,
viscosos de besos invertidos.

Esa preñez de olvidos y nostalgias


que se lava la cara nuevamente
y se maquilla con colores de circo
como una dama alegre y lucrativa.

Y se muere de lentitud el mundo,


o los pobres mundos que agonizan
en un reloj
con tiempo de cemento.
Es un tren inmóvil donde viajan
maniquíes con gesto demorado.

Nada avanza.
Es una zanja hambrienta la soledad
de las manos,
un ejercicio inútil la búsqueda del otro,
una guerra de siestas con pupilas
clavadas al deseo.
Es domingo,
apenas por la tarde.
La paloma le hace el amor a la plaza.
Se suicida la risa.

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Toda esta larga semana sin usted

Tengo los labios mojados


para amarlo, a veces.
Y esta diminuta seda
que no me cubre lo suficiente
para cubrir el esplendor
de mi deseo vestido de viernes,
ligeramente sábado,
lo amo con la siesta de café sin humo
cuando me escondo un poco
de los domingos en taxi y con sotana
por la calle sin nombre.

Cuando puedo,
cuando los muslos con úteros gritones
no me traicionan lo suficiente,
rozo al descuido
la imaginada yema sus dedos.
Y me lleno de almendros
y de un brusco hedor suicida
que me invade las ingles
confusas de jueves,
sin sal y sin especias.

Y lo amo endeudada con su aliento,


que me surte de lejos,
como un viento sin solución,
soplado por ángeles sin atrios
y tardes sin anclas y sin patria.

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Toda esta larga semana,
todo este tanto amor
clavado a los cines con trasnoche.
Tengo el alma con asfalto,
por amarlo, a veces,
y caderas de pubis múltiples,
tristísimos de martes,
calladamente miércoles.
Todos estos tantos días sin tenerlo,
sobre mi pecho de hormigón de otoño,
toda esta larga boca que me ruega
y que no puedo llenar con sus semanas.

Y mientras el corazón segrega


un hilo de lágrima y ausencia,
y mientras mi boca emana
mieles carnívoras y heridas,
yo voy arrancando,
hojas de almanaques que me gritan
Domingo…Lunes…casi Martes…

Y en mi entreabierta memoria
de los pechos,
me cae un sensato miércoles de iglesia,
un jueves en celo e imparable,
y como un trozo de carne perfumada
que arranco del muslo cristalino,
cae el viernes como un orgasmo breve
y un sábado lleno
de café con ganas perdonables.

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en la mesa de llorones ceniceros.

Callada y morena

(Y usted que me quiere…)

Yo he tocado fondo,
como ya me he muerto, he nacido eterna.
No quiero deseos de desear sus labios.
No quiero este enjambre que en mis manos tiembla.
Sólo este silencio de dique y cerrojo,
de aldaba y de luna, golpea y golpea.
Como un rictus nuevo,
como una sentencia en mi mudez nueva.
Y usted que me mira y acaso sonríe.
Y usted que me quiere callada y morena.

Lo efímero , el agua, lo fugaz del día.


Me cuelgo del aire, del instante apenas.
No…No…Yo no quiero carne perfumada….
Intento….el escudo, la lanza, la tregua.
Usted me intimida y araño la asfixia.
Yo no quiero urgencias
y mi voz se quiebra como un timbre roto
y vacío tanta garganta secreta
Y usted que me mira.
Y usted que me quiere callada y morena.

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Mi grito es antiguo,
medieval , mi vientre que mata las brevas
y hago un duelo dulce
con palabras de humo que ya no son ciertas.

Me armo de silencio
y anudo fatigas de asfalto con penas.
Y como aún respiro,
perdono a mi muerte y al adiós. Mis venas
trafican su sangre con héroes de acero.
Y usted que me quiere callada y morena.

No cuento con tiempo.


Quiero ser un muro, sin muslos alertas
como estos que ahora
como ciervos tibios de rubor me sesgan
y en los pechos dejan soles arrobados.
Y en mis pechos dejan llagas de cereza
que se ofrecen amplias de futuros dientes
y yo finjo siempre que no me doy cuenta.
Y usted que se obstina y me invade el silencio.
Y usted que me quiere callada y morena.

Mezquina de amores,
vengo de tan lejos a vivir de piedra.
Y usted va asolando , rompiendo mis vallas,
y ya no resuelvo esta boca abierta,
que ávida, indócil, se muerde y se expone
como vientre fértil, como oquedad nueva
y usted no respeta la mudez que estreno
y cabalga y mata mi impiedad excelsa
y derriba templos mientras yo no hablo.

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Y usted que me quiere callada y morena.

La sombra fue invicta,


soñaba hace mucho y maté a las estrellas .

Mi costado bello se murió implorando


No…No! Yo no quiero mi parte más tierna.
No soy. Yo ya he sido. Soy otra y soy fuerte.
No quiero aquel llanto que moja las hierbas.
Y usted me hace hierbas y entonces me quedo,
mojada y expuesta, mojada y las piernas
se vuelven estacas. Su amor me da rabia.
Y usted que me quiere callada y morena.

¡Que lástima el labio


que busca su aljibe , que hiende la fuerza!
¡Que atroz el cadalso de su acecho cauto
volviendo mi torre de homenaje, arena!
Y agita pupilas y abisma mi boca
con la sed sin jarra , mi humedad aumenta.
Y como el silencio me arrojo a la tarde
y callo y no lloro, no quiero y voy ciega,
rogándole al aire que usted no se acerque.
Y usted que me quiere callada y morena.

Un día hace mucho me quedé sin sangre.


Pidió agua la herida y hubo sal con leña
para mi abertura. Me arranco los ojos
para no mirarlo, y camino a tientas.
Altiva de viejos honores, le ruego…
No…no me permita que llegue y lo quiera.
Vengo del exilio , vengo del silencio.
Y usted que me quiere callada y morena.

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Soy sobreviviente, vuelvo del suicidio,
cuando abrí la tierra, yo la dejé abierta.
No quiero quererlo. . .Y usted no pregunta.
La amnistía tarda. No existe frontera
entre mi osadía de vencer sus cercos
y su amor atila pisando mi huella.
No debo quedarme. Indulte mi tiempo.
Vengo del destierro…vengo de mi guerra
y grito en silencio su nombre y no quiero.
Y usted que me quiere callada y morena.

Versos, versos...

Me cae
la noche vertical sobre los hombros.
La ciudad tiene
los pechos descubiertos de lujuria
y hasta escancia
una lágrima de amor sobre mi espalda.

Y yo me acuerdo de él
y yo no puedo
regresar sin tocarlo.

La vuelta es como un golpe


de hacha y sombra en mi talle.
La boca es este pozo
donde arrojo, futura,
la bondad derramada.

Desflorada de amores

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acumulo rescoldos en los pechos desiertos.
La tarde está demente
y me grita montada
en un potro de amores.

Y yo me acuerdo de él. Yo quiero verlo


una vez más , y tocarlo
con cántaros frutales
y escándalos de labios.

Saber que es cierto el hombre


que respiro a su lado.
Motín de lumbre y noche,
la tarde es una cómplice
secreta que me apaña.

Pobres de aliento, las vértebras


hambrientas de las calles
me emocionan de adioses
y el regreso me tienta.

Visceral y liviana, desvestida y alegre,


con la risa de aljibe ,felicísima y bella.
Y yo me acuerdo de él, y lo disfruto.
Y vuelvo de lonjas la renuncia,
me detengo y me vuelvo.

¡Yo no quiero, no quiero


regresar sin tocarlo!

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El hombre que me ama

El duelo de la luz está en mis ojos,


mi boca es lava dulce de insanía.
El hombre que yo amo está muy lejos
mas sé que me está amando todavía.

La piel trazuma miel como una jarra,


que anhela en su vaivén su cercanía,
las manos son depósitos de amores
alertas de emoción y rebeldía.

Se hiende el labio atroz de mordedura,


la boca está frutal de mediodía.
El hombre que yo amo está en el viento
mas sé que me está amando todavía.

La cuenca de mi boca está dispuesta,


nupcial la cama y cúspide vacía.
Yo sé que falta poco y la nostalgia
me ha dado en su piedad, una amnistía.

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Morena de piedad, suelta de risas,
me río de su incierta lejanía.
El hombre que yo amo está en la tierra
y sé que me está amando todavía.

Excelsa por la luz de su recuerdo,


soy libre y soy feliz en demasía,

poblado está el paisaje por extraños


mas él está llegando día a día.

Convicto corazón, cuando él me ama


y es tanto que desbordo de alegría.
El hombre que yo amo está en mis versos
y sé que me está amando todavía.

Mi boca es del sabor de los naranjos,


jugosa de esplendor como sandía,
las venas son caudales de ternuras
y ya no puedo más de poesía.

Mezquino está el adiós, fértil de besos


acierto así a regar su geografía.
El hombre que yo amo está muy cerca.
y sé que me está amando todavía.

Jinete de la luz, feroz de abrigo

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mis piernas son tropeles de osadía,
son ciervas desvestidas que galopan
la piel futura y dulce de agonía.

¡Que júbilo de amor él que descorre


su tórrida presencia en la piel mía!
¡El hombre que me ama está a mi lado
y me está amando tanto! todavía.

Precariamente tristes

Te acercas a mí
y huelo tu sed de gruta líquida,
y tu olor a café recién hecho,
el que beberás conmigo mientras encierro
a mi luminoso corazón de azufre.
Como un animal en su ambiente justo
quisiera ser. No tendría
esta catapulta de los juicios
ni atrio con listas de pecados
en los que yo no creo.
Y no se me caerían encima
todas las corduras con infiernos,
cuando advierto que estás
tan triste como yo, sonriendo ileso,
como yo, precariamente triste.

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Y ahora,
por viernes y de a ratos,
precisamente alegre.
Y podría pedirte que me ames
y podrías pedirme que te ame
con el agua y la espuma y la miel dura,
esta tarde con ojos maquillados.
Y seríamos por fin ,naturaleza,
en el beso del hambre,
en la sábana sin pezones tristes,
en el túnel que nutre
estos toros menudos sin alcoba.

Huelo tus labios como a huéspedes


que hasta mí crecen
en una intimidad ámbar,
buscando la cavidad atenta,
derramada en su esfera de azúcar.
Así es la felicidad,
enseñándole a crepúsculos abstemios
como es el amor sin más ropa
que mi risa fugaz de apenas viernes.
Y siento que me crecen desmedidas
ancas de plata y de silicio
que van corcoveando desvalidas
como una inmensa yegua bella
que desteje futura
en tus piernas, sus crines salvadoras.

Es viernes, la antesala
del lento paso , insomne solitario
de mi fin de semana.

30
Dejo en ti y en el aire
un hedor luminoso de jazmines
por el pubis nómada y brillante,
mi ancla boreal y sedentaria,
precariamente triste
porque falto y me faltas
a la patria final de nuestros sexos.

Nadie ve mi llanto imprescindible,


nadie mas que yo
resbala por tu olor vertical,

por la espalda de rabia y precipicio,


por tu amor de simientes inconclusas.
Y se sufre.
Nadie ve la hondura enamorada
ni la impiedad de la anudada
lengua desmayada.

Y siguiendo la lista
de los tantos pecados inventados,
falto a tu patria y falto a tu garganta,
faltas a mi asfixia y al resuello,
mientras vamos cruzando un viernes más,
ligeramente alegres y mañana,
otra vez ,
precariamente tristes.

Pobreza Excelsa

Ríete tanto, que mi alma al oírte


bata el espacio. Miguel Hernández

31
Éramos pobres
en el hueco vasto
feroz del alba,
buscándonos en el aliento magro
de la pena siniestra,
de los lobos afuera y acechando.
Éramos dos solos con montañas
de besos y de hijos despertando.
Atónitos surtidores de alimentos
cosechando el aire con el llanto.

Éramos pobres
con cantos condenados,
y estrías soñadoras en el alma.
Los surcos calcinados de las manos
bifurcaban el desierto
y un polvo de adioses perdurando.
Aún en los golpes
de tu dolor futuro y ya cansado.
Éramos pobres,
moliendo el rumbo que una vez soñamos.
Un hombre y una mujer
recogiendo las esquirlas de los tantos
ensueños que tuvimos,
una vez anhelando.
Éramos pobres como pájaros
a destiempo y sin cielos emigrando.

Un hombre y una mujer al alba,


bebiéndose las lagrimas temprano.

32
Con la única posesión del beso,
y un amor tan grande amurallado
que me atrevo a creer que era ese amor
eso que nos venía...salvando.

Hombre que ríe

¿Cómo no amar a alguien que se ríe,


y provoca mi risa a cataratas,
la misma que ayer fue silenciada?

No hubo nadie,
nadie más bello que aquel hombre alegre
germinando mi rostro seminal.
Amé su canto con fervor de lunas,
con los párpados cocidos a los pájaros.

Hubo un sol confeso en las pupilas.


Y amé su risa libre y en sus dientes
mordí un trozo de sol.
Nada más hizo falta. Era así el gozo.

Batallas

No te espero y vienes,
si espero es que faltas.
Si me vuelvo esquiva,
me ofreces el alma.
Me alejas la boca,
me dejas tan rara.

33
Me río y me marcho,
me sigues, te enfadas.
Me pides y vuelvo,
y yo quiero y nada.
Batalla de orgullos,
sin tregua ni pausa,
tu silencio es rubio,
mi bandera es blanca.
Busco la estrategia,
recreo la hazaña
de irme y enredas
mi cuello con anclas.
Te pido y me enojo,
te espero y tú nada.Me ruegas amores,
plegarias , plegarias.
Prometes, me acerco,
pregunto y te callas.
Si amores me busco
presentas batalla
y construyes cercos
y me asestas jaulas.
Tu locura es bella,
paciente mi calma.
Te afrento y te ofendo
y entonces me abrazas.
Me miras, me ruegas,
no quiero, te enfadas.
El milagro es nunca,
la ternura es mansa.
Peleo y me aparto.
Me cansas, me cansas.
Revuelo de orgullos,
amándote, me amas,

34
me alejo, te duele,
me acerco, te escapas.
Emprendo la huída,
me besas, me encantas.
Elijo y reelijo
las mejores armas.
La batalla es siempre.
Te rindes, me matas.
Me odias, me imploras.
Te gano y me ganas.

35
De amigos, sólo amigos.

Porque viniste cuando me moría…

36
M.E. Walsh

¿Me invitas un café?


Dime la hora.
Me gusta ser puntual, no… no tardes.
Detesto los largos calendarios. Sólo quiero
agradecer tu bello ofrecimiento.
A veces fui pájaro y hay sapos
que miran, y no entienden.
Me exalta tu amistad. Pero está bien…
Hablemos de hoy. Ayer no ha sido.
¿Tú has visto mi corona y las alfombras?
Esta reina triste y con ojeras
ya andaba rematando sus palacios.

Te agradezco el amor y tu alegría.


Poder contar contigo es un descanso.
Y es raro.
Ha logrado mejorar mis almanaques.

¡Estaba tan triste a tu llegada!


¿La razón? No tiene ya importancia.
Agradezco tu modo de tratarme...
la risa de campanas que me estrenas,
la ebria osadía que me vuelve
un poco mas linda, un poco bella.
Me has restituido la corona.

37
Me cae tu amor como un trofeo
y he dejado los grises de la tarde.
Verás… No tengo tanto frío.

Tan solo quiero hoy, que estés conmigo.


Así... incondicional...Tan sólo amigos.

No me hables de amor. ¡No! No te hieras.


Te ofrezco este amor de amiga dulce.

Recuerda que vengo de abdicar,


recuerda que aún huelo a traición,
no quiero el otro amor de los destierros.

Tú has logrado que descubra los espejos.


Tu amor me vuelve hermosa y necesaria.

Es lindo poder reír contigo.


Creí por un momento que la risa
era sólo un buen sueño de mi infancia.

No hables ya más. Así es perfecto.


No te vayas jamás.
Y si lo haces
te soborno o acaso te amenazo

38
Voy a llenar la calle de pancartas,
panfletos, graffities, pasacalles...
paredes pintadas que te griten:
S.O.S. la reina necesita de tu ayuda.

Sueños que no deben soñarse

Ya no sé si fue verdad.
Fue tan lindo
pero tan breve
que no me alcanza para rellenar
ni diez segundos del Domingo,
como un tren que pasa
tragando los andenes
y deja los bancos de la estación
con marionetas tristes.

Se cayó de bruces el techo,


fue algo confuso surgido
de amores inconfesos,

39
un abrazo de arena
resbalando por esta rara
manera de querernos.

Un laberinto de pudores
con espejos velados en la entrada.
Y fue lindo,
interminablemente tarde,
como un ilusión óptica,
y luego transparente,
y luego invisible.
Pero fue demasiado lindo
y creo,
firmemente creo,
que los sueños lindos

no deben probarse,
que hay sueños
a los que no tendríamos que acercarnos,
ni tener ni un parpadeo de adelanto,

40
que hay sueños
que no deben soñarse,
porque lo efímero duele,
porque duele mucho tener
sólo un instante,
algo o a alguien que se quiere
y perder porque es hábito la pérdida.

Y ahora sólo me quedan


fantasmas de saldo
y una brevedad,
una escasa brevedad
que no se hace cargo
de mi boca atónita,
de mi cuerpo incrédulo,
de esta rara sensación
de haber sobrevivido
y luego amanecer a la oscuridad
de cada día.
Porque uno sin querer planea
la resurrección y anticipa el gozo .

Creo que fue un abrazo.


Ya no lo sé.
Quizás por estas ganas inmortales de vivir
y de un sueño que ayude,
imaginé que dulce me abrazaba.

41
42
Desamor

Tal vez por alguna dudosa penitencia


falto a tu sexo
y falto a mi existencia.

Hubo una noche prescindible


cuando no pude terminar.
No pude salvarme del cansancio.

Será
que el gemido precursor se está arrojando
por cada balcón
que encuentra suelto,
y no sé despunta por tu aliento.

43
Ha envejecido la humedad al tacto.
Y creo
que son los funerales mas tristes
que han dado los pezones .
Es una masacre de los muslos
que no tienen consuelo.

No tiene estrategia mi deseo


y los párpados son fuelles
de insomnios con ojos distraídos.

Será que no te quiero…


No lo sé,
y falto a tu sexo y a mi amor.

De hijos y lactancias

Haremos de este hijo generador


sustento,

44
Y hará de nuestra carne materia
decisiva.
M.
Hernández.

Vuelves y me encuentras sólo madre,


convicta de hijos y no infancia.
Con la voz como un trueno en los espacios
y en los ojos... brasas.
Experta de consejos por los ecos.
En las manos, caricias a mansalva
que me ocultan prolífera de partos,
cuidando el territorio, sucedánea
de adargas, y torres protectoras.
Protegiendo la casa.
Me encuentras
sólo madre tibia de lactancias.
Con hijos maduros como frutos
que a mi lado resbalan.
( Y dices que aún guardo sus cunas
en un resto del alma)
Lejana de belleza hoy,
lejana, lejana...
una recolectora de sus sueños
los sueños que en los hijos se desgranan.
El corazón transido y transparente
como en los partos en la madrugada,
y un silencio de charol y encaje
en luna y jarabe por la casa.
Vuelves y me encuentras
atando adolescencias encumbradas,
con las trenzas como hierbas,
sintiéndome acaso, innecesaria.

45
Mujer elemental, contando historias
de nueve antojos y emplumadas panzas,
como un trompo sediento de caricias
que ellos creen que nunca me hacen falta.
Sin belleza, sin brillos, casi rústica
por la casa, descalza...
Buscando un resquicio en sus urgencias,
dando a luz esbozos de nostalgias,
mujer de un escenario invulnerable
pero a solas...tan blanda.
“Ya están grandes”, me dices,
“pero ¿ves? ... haces falta...”
Y me siento a llorar pero me río
y corro a prepararles las tostadas...
Y me miras enorme de ternura
y sonriendo me abrazas...
Y me escondes las cunas y los versos
Y me amas...me amas.

Después

“Volveremos a vernos en las horas finales...”


Después se nos acabarán las manos
y cansados de preñar paisajes póstumos
nos dejaremos de ver
como al descuido.

46
Ejerciendo el adiós de las gaviotas.
Nos dejarán los versos
la extremaunción anónima,
la mísera culpa de sabernos poetas,
y un cortejo de plumas
caducarán los versos que forjamos.
Porque volveremos a vernos en las horas finales.
Después,
solo después,
cuando ese después sea un despojo,
volveremos a estar como de ajenos,
como huéspedes de cuartos olvidados,
prestándonos la risa, como un postrer tesoro.
Y en el hueco de algún calendario inconcluso
seremos dos espejos
devolviéndonos el pobre testimonio
De alguna cobardía,
de una apenas nostalgia.

Ya sin rostros plurales,


testificando el beso necesario.
Y todo estará listo.
Seremos las dos sombras
diluyéndose al alba
de las manos desiertas.
Y en los pechos ya mansos,

47
habrá un después... te espero,
un después por si acaso.
Un después,
casi nada.

Entre tu modo y el mío

“La vida nos acerca y a la vez nos separa”


J. A. Buesa

Entre tu modo y el mío


entre tu hombro y tus manos,
entre tus pupilas breves,
y mis ojos largos, largos,
entre mi canto y mi acento,
entre mi curso y tu trazo,
entre mi verso y tu prosa,
entre mi ahogo y tu llanto,
entre tu amor y mi amor
existen abismos vastos,
una grieta de sal dulce
uniéndose y apartando.

48
Un grito como en silencio
entre tu beso y mis labios,
entre mi sitio y tu esquina,
entre mi patio y tu espacio,
existen orografías
de mundo empecinados,
una grieta de sal dulce
para un adiós renovado.
Entre tu gente y mis rostros,
entre tu tregua y mi pacto,
entre tu sed y mi vino,
entre mi encaje y tu manto,
entre tu voz y mi grito,
y mi yugo y tu trabajo,
y mi locura sin tiempo
y tu cordura por años
entre tu modo y el mío
entre mi vuelo cansado,
entre tus anclas gloriosas,
entre tu remo y mis barcos,
existen sentencias dulces
y abismo vastos, muy vastos.

Gata triste

Doblada
como una gata triste,
varada en la pausa de la luna
en la noche de los humos largos.

Desde un largo callejón de amores


grito una soledad ausente,

49
y una entraña por demás
desconsolada.

Lamiendo el vello enternecido,


recreo en la mente instintiva
los besos profundos como pozos
en la heredad alegre,
poblada de fecundas libaciones.

Ahora en el exilio,
con aljibes sin pudor,
desangelados.Derramo
mi cuerpo blando en la ventana,
como una gata triste,
derramada en alguna cornisa
donde aún transitan
desencantados devotos,
bebiendo la luna como un vino
que se vuelca del vaso.

Usted
( Versos secretos)

Pasó a mi lado usted y hubo un silencio


de claustros y desierto vaciando mi querencia.
Tembló el pecho vertiendo de agua clara
desatando el fragor de una tormenta.
Para que usted, confeso de arrogancia
asido de esplendor y sienes huecas,
pasara con la frente como torres

50
como siempre, urgente de belleza.
Se mudó la luz que encandilaba el alma,
los soles rodaron por las hierbas
para ensanchar aún más la llaga dulce
dulcísima de amor entre mis cuencas.
Para que usted lejano y muy hermoso,
desbocara los duendes de mi anemia.
Pasó a mi lado usted arrasando el aire,
los soles, el gentío, las veredas..
Si a su lado parecíamos tan solo
medievales siervos de su gleba.
¡Que mudez de bronce ata mi garganta,
cuando usted, señor está tan cerca!
Cuando al verlo pasar sin la pausa
de un dejo, sólo un dejo de clemencia,
sin demorar lo ausente de sus ojos
en mi sombra siquiera....
Mis labios disfrazan su humo dulce,
los muslos melodiosos ocultan su indecencia
pues un témpano, usted, cierra el resquicio
remoto de añorarlo entre mis trenzas.
Yo no he nacido para amar cediendo el cetro,
ni para estrenar débiles puertas,
ni para asolar los muros y contarle
que amo cada sesgo de su piel de piedra.
Yo no he nacido para amar luceros altos,
me resisto a llorar, señor, su ausencia.,
para no renunciar a mi linaje
en el callado grito que tengo en mi tristeza.
Y aunque ánforas de llanto traicionen mis pupilas
Señor, jamás usted se dará cuenta.
Nunca verá usted mi frente pobre.
Nunca deja el trono ávido a su reina.

51
Sé que suelo domar fierezas dulces
fecundada de lejos sin su ofrenda.
Mi lírico universo hiende el aire
y el sol muere de lonjas en su tierra.
Pero usted, no podría entenderlo,
usted es un transeúnte de la tierra.

No hay sed crepuscular en sus fatigas


ni piedad a mi dignidad morena.
…………………………………………
¿Qué haría usted, señor, sin mi cansancio
Sin mi pluma abundante, y mi destreza
de amarlo y convertirlo en verso alado,
eterno en mis rimas más secretas.
¿Quien sabría de usted sin estos versos,
usted que ama la gloria y anda a tientas?
¿Que haría usted sin mi legado,
sin mi pluma feroz de tinta eterna.
Yo lo he vuelto superior de tanto amarlo.
Usted trascenderá por mi tristeza.
¡Que pobreza la suya sin mi canto!
¡Es mi corona la que lleva puesta!
¡Quien sabría de usted si en su pedestre
hastío de lunas, yo bebiera!
Ah... sabrán de usted cuando este canto
pueble de partos un papel cualquiera.
Y este poeta corazón que lo ama tanto
lo habrá hecho trascender en mi poema.

No debo ir a verte

52
Me bebo cien tazas de café y escribo.
Me bebo tu olvido. No debo ir a verte.
Me arraigo a esta mesa umbría y ajena.
Y me ato a la silla. Me quedo a quererte.
Convoco a las hadas, pronuncio tu nombre…
me encierro en el cuarto, no puedo tenerte…

Que te parece si…

Que te parece si esta madrugada


en vez de aburrir a la almohada
con monólogos, me digo,
me levanto con suero de sol tibio
y te pido que hagamos el amor
en la llanura vasta y prodigiosa
de la mesa,
con su nuevo mantel verde
y su volado de albas presumidas
y su lisura virgen.

Que tal, si desayuno nueces blandas


y duras también para el amor,
y algunos alcauciles prematuros,
como tantos dicen, para el buen olvido.

Que te parece…
si nos ponemos ropa antigua,
aquella que estrenamos para encontrarnos,
por primera vez ,
con la risa tonta y con vergüenza,
en la esquina imprudente
de las trenzas largas,

53
que enseñó a besarnos
con los labios de uvas,
en los glúteos cantores
y en el zumo ebrio del amor a tientas,
aquel que aún no conocíamos.

Que te parece si al café le echo gotitas


de endorfina robada a algunos gozos,
y después nos vamos a barrer la plaza,
a rodar por el arenero de los sueños de antes.

Que te parece si somos como somos


y dejamos de lado panes tristes
y tomamos envión con las hamacas
para aterrizar en el día de los otros
después de habernos salvado de los otros.
Que te parece si hacemos el amor,
o si hablamos de amor, me digo,
y que alguien nos escuche y se avergüence
con algún grito con poca partitura.
Que te parece si reímos, e insisto,
¿Qué te parece si reímos?

Acuerdo para una última voluntad

Sólo te pido ayuda


para no oxidar la voz con despedidas,
con lenguajes prematuros que suicidas
desmenuzan adioses, por las dudas
Sólo te pido ayuda
para poder llevarme al sueño amargo

54
el espejismo de tus besos largos
por mi mansa orografía ya desnuda.
Sólo te pido ayuda
cuando decante sus perfiles, la agonía.
De Becker me hablarás, de su poesía
y cerraré los ojos con Neruda.
Sólo te pido ayuda,
para esta historia sin fe ni moraleja
para ejercer la risa, si me dejas
y no querer amarte, por las dudas.
Sólo te pido ayuda.
Cuando ya no pueda más, querré tu boca
por mis dedos, por la luz azul y poca,
por mis hombros, por mis cúspides menudas.
Sólo te pido ayuda.
Y aún desecho la idea de tu muerte
Estás linda, dirás . . . Seremos fuertes
cuando acuda la sombra, cuando acuda . . .
Sólo te pido ayuda
cuando la anemia, cuando la voz mía
desgranando tu nombre día a día
muerda el indulto, la paz y quede muda.

De versos me hablarás . . . En tu agonía


querré quererte menos, por las dudas.

Quien hubiera dicho

Quien hubiera dicho que esta historia


no alcanzaría los indultos.
Nosotros que anduvimos pateándonos el sol,
que acusábamos batallas sin bandera,

55
y miradas furtivas y campañas de encono.
Quien hubiera dicho que terminaríamos
de brasas y de amor hasta los huesos.
La piel esta transida.
Y andan diciendo que me buscas
porque he clausurado tus entierros.
La risa nos adorna si ensayamos
frases de amor ante el espejo.
Me parece que es tarde. ¡Gente grande!
escondiendo un pudor, ruborizada...!

Cuando me lo dijeron
Llevo las manos vacías,
por lo que hubo en mis
manos.
A.
Porchia
Cayó como un cemento en mi blandura.
El infierno temido y ahora cierto.
Fue como saborear por el desierto
un puñado de sal en la hendidura.

Dijeron que mi amor...no me quería.


La estéril fruta de mi boca abierta
alcanzó a elaborar la frase experta,
mordiendo un polvo izquierdo de insanía.

Un cielo vulnerado. Sin clemencia.


La voz plural clamaba y a mi lado
algo oscuro se hundió por el costado.
E hice un pacto de honor con mi apariencia.

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incrédulo de adiós, fuerte y silente.
Perplejo corazón que no entendía.
Rogué a la muerte un dejo de amnistía
y no morirme así, públicamente.

No, no quise llorar. Con reverencia,


un gesto no importante hice de prisa.
Indulto de una mueca por sonrisa.
Y hubo un trago de orgullo y de insolencia.

Busqué mi corazón, saqué el cuchillo,


sangrando por la herida desprovista.
Con un alto ademán de reina artista
me puse el corazón en el bolsillo.

Pregunté sin querer “¿Por qué me hieres?”


La gente era plural, temí un quebranto.
( “¡No, no deben notar que sufro tanto!
Nadie debe saber que no me quieres!”)

Ya no la quiere más , alguien decía.


(Ven, dime que no es cierto…que no es cierto)
Nadie nunca sabrá que yo me he muerto.
(Si yo te quiero tanto, todavía.)

La risa fue un bastón. Cerré la mano.


Quedé sola , por fin, anocheciendo.
“...No puede ser verdad...me están mintiendo”
Y llorando, grité su nombre en vano.

57
58
Nunca digas

Transformada en crisol de ardido rojo,


con melena de sol para tu asombro,
apenas soy, apenas si te nombro
cuando el talle despierta sin sonrojo.

Ebria de luna, vuelta ya tu antojo


como un dulce tizón del desenfreno,
descubro el corazón un poco bueno
si del velo de seda me despojo.

Nunca digas, amor, que fui en tus brazos


un revuelo de pálpitos distintos
que añoraban eternos tus abrazos.

No divulgues jamás que fui en tu lecho


un manojo de rosas y de instintos
y un resuello final sobre tu pecho.

Para decir adiós


Imaginé el horror por un momento
Blas de Otero

Tuve que detener al rostro


porque quería extinguirse
en la bruma caliente del exilio.
Me até con alambres los ojos grandes.
La vida estaba fría y con ojeras.

59
Quise adelantarme a los olvidos
y una sucesión de princesas tristes
me decían adiós con los pechos desiertos.

El avión como un falo con rabia


cortaba el aire ingenuo
y hacía gemir a la humedad
de la pista brutal hacia el océano.

Futuras lápidas querían tomar forma,


esculpirse en mis dientes
y en las manos me crecieron indetenibles,
kilómetros de dedos
que querían retener bondadosos ,
la antigua vida mía.

Me detuve y me até porque quería


arrasar los espejos y expulsarme
de los gestos usuales.

Pero nada de eso hacía falta


para decir adiós.
Solamente subirse al avión
y sujetarse un cinturón. Eso era todo.

Nostalgia urbana

De la calle colgaban
los músculos blandos
de una nostalgia anunciada.
Yo iba
rodando como un ovillo sin punta,

60
en diagonal,
como una luna triste y sin pestañas,
nombrando almanaques,
por la calle de las lucecitas rotas.

Las piernas saltaban


como dos cachorros incansables,
mordiendo las mantas de una cama.

Moreno el cemento,
la nostalgia se puso
el vestido del domingo
y hubo un ruego en la carne perfumada.

Hubo una plegaria


que se bebió el vino de cartón,
en las ansias rituales de la noche.

Crucé por el adiós como dormida.


Me pregunto quien inventó los adioses,
seguramente alguien que quiso
anticipar el duelo y practicarlo.
………………………………………….

De la calle colgaban
las vendas rotas de pezones tristes,
las vendas cómplices de cicatrices.
Sí, yo iba con los ojos
como dos botellas después de copular,
y el corazón cansino y atorado
de mi avidez de verte.

Todo el exilio

61
se me caía encima.
Me eché al hombro
el saco con tus besos
que hedían a añoranza.
De la calle colgaban
los músculos blandos
de la orfandad ,
la tierra ausente.
Tanta ceremonia sin historia
que ahora me deja
sin mí en el espejo.

Como sus besos

La gente me ve pasar
con el cabello revuelto
tan largo de adiós, tan largo
que se asombran sin quererlo.
Pero yo ya no hago caso
de lo que piensan pues llevo,
pues llevo el cabello largo
tan largo como sus besos.
Que los besos que él me daba
apurados y a destiempo
me volvieron un aljibe
de su boca y desde adentro.
Y tan largo él me besaba
y yo toda un largo fuego
para hacer tizón su boca
muriendo de amor, muriendo.
............................
Destejo la oscura alfombra

62
de mi pelo y la destejo
para dar versos de pena
desmarañados al viento.
Que mi amor tan bello y rubio
en tanto fragor de negro
restallaba como esquirlas
salpicado de luceros.
Mis hebras de noche eran
crines buenas en sus dedos
Trenzada de ahogo era
mi pelo, su abrevadero.
Trenzado de sombra fresca
cubriéndolo al sol de enero
y suelto la manta bruna
para abrigarlo en invierno.
Trenzado de hechizo y monte
norte y sur de amor al cuello
lo enamoraba jugando
cayendo suelto, cayendo.
Por eso ya no hago caso
cuando murmuran diciendo
que mi pelo es la cascada
deshilachada de tiempo
Que un lío de ocre oscuro
se desfleca como un cerro
de hierbas entrelazadas
llamando a su amor, gimiendo.
Surco el aire y abro surcos
de un bruno trigal al viento,
pues llevo el cabello largo,
tan largo como sus besos.

63
No tienes que partir

Le hablé a mi alma... “Cállate, silencia


el grito del adiós, se fue y no ha vuelto”.
Fue como desatar lo que está suelto
y la pausa final de la sentencia.

Fue para Octubre, largo de inclemencia,


llaga de soles por mi amor revuelto.
Juicio y destierro fue su adiós resuelto
y yo no podía resolver su ausencia.

Sentí como un martillo por las sienes.


Apenas comprendiendo tanto alarde
de adiós, de un tiempo triste aun no vivido.

“No tienes que partir”- rogué. “Y si tienes


deseos de quedarte...” Ya era tarde.
Octubre condenado . Él se había ido.

64
65
Desnudez

Duele esta desnudez.


Palomas impuras
beben el sudor
del cuello adelgazado,
en el mismo epicentro
del hombre y la caricia.

No tienen pudor mis vasos llenos,


esta ceniza vulnerada,
mi saciedad de cielos.

La carne ulcerada de deseo.


Libaciones con restos de sonrisas
y una dentadura de algodones.

Duele un hombre que no está.


Duele el útero.
La inquietud del vacío,
la levedad efímera del grito
y esta rareza desmedida.
Permanece en mí la quemadura inicial,
la antigua cicatriz alegre,
los muslos musicales.
Cabalga un sueño superior.

Y duele esta desnudez de techo abierto


si no logro la cima
y no soy pan
para la ansiada y sublime mordedura.

66
Contradicciones

Era como el cristal cayendo a trizas,


la lúcida locura que aún no entiendo.
Era como el sol que amaneciendo
opacaba los días de cenizas.
Era como la humildad de la arrogancia,
era como un vacío pero lleno,
como un duende del mal a veces bueno
y un tren lento de amor en la distancia.
Era como esperar lo que no llega,
que al llegar era nómada y estaba,
era como morir porque lo amaba,
viviendo para ver como una ciega.
Era siempre el adiós de los regresos,
principio y final y siempre historia.
La duda y su extensa trayectoria
y la certeza dulce de sus besos.
Era la risa larga y vespertina,
la magia de la espera descubierta,

67
era su mano grande por la abierta
oquedad de mi risa femenina.
Era como el andar de los cansados
el amor del amor sin mas cabida
para este tropel en estampida
de todos mis besos apurados.
Era una risa triste en cada esquina,
era un sueño legal clamando usura,
era como la sal en la hendidura
en mi carne honesta y clandestina.

Cansado de amurarse a los empeños,


absurdo el corazón confundió el modo,
y pobre el corazón dándolo todo,
no supo más que hacer con tantos sueños.
¡Como engaña el amor si quiere tanto!.
Que pobre esclavitud de beso y luna,
cuando ebria de ese amor e inoportuna
ya no supe que hacer con tanto llanto...
La traición fue fatal y elaborada
y así la muerte como un árbol llevo
muriéndome de pié, aun vivo y debo

68
vivir, viendo a mi muerte enamorada

Vacío

Este deseo desconsolado,


esta tibia paloma que aletea
abriendo su pico delicioso
y no encuentra sustento...

Este duelo maduro del vacío,


el infinito túnel palpitante,
este lento hilo que forma
raras formas tristes.

Me llora entre las piernas,


una piedad púrpura
que come migajas
como un desvalido perro de azúcar.

69
Estas manos exiliadas
sin alma,
la orgía intacta,
la huérfana matriz que llora
con ojos de incrédula suicida
ante la muerte que se ríe
desde el otro lado del espejo.

De adiós

“Te digo adiós y acaso


te quiera todavía...”
J.A. Buesa

Me quede mirándote de adiós.


con pupilas de calles en declive,
cuando el agua pluvial sortea obstáculos
y arrulla su caída pero sigue.
Es lluvia mi calle y no se inunda
y es su cauce cantor y no se rinde.
Me quedé mirándote de calles
con pupilas de agua y dolor libre.

Me quedé mirándote de adiós


con pupilas de barcos que se alejan.
Desperdiciado amor de puerto abierto,
de sueños con forma de escolleras.
Se desprendieron barcos sentenciados
pero los barcos son huéspedes sin tierra.
Me quede mirándote de barcos
con ojos de sal, quilla y estela.

70
Me quede mirándote de adiós
con la mirada fija en los perros,
con la mirada larga que suplica,
con la devoción de los silencios,
mansedumbre fiel que ofrece vida
a cambio de la paz de los regresos.
Me quede mirándote de perros
lamiendo mi cauce de amor bueno.

Me quede mirándote de adiós,


encandilada de luz, adiós a tientas.
Esbozo y candilejas parpadeando
el alma como hilo de oro en velas.
Como una luz es puente en la distancia
y es sombra imperdonable de la ausencia.
Me quede mirándote de luz,
en un vuelo de sol por las tinieblas.

Me quede mirándote de adiós,


con el asombro cauto de las rocas,
como inmune de inercias ancestrales.
Corazón traidor de sangre sólida.

71
Solemne escultura de silencio.
Los adioses hablados siempre sobran.
Me quede mirándote de rocas
erguida de azul, llorando de olas.

Me quede mirándote de adiós.


La voz no existió más. Era otra historia
En honor a mi amor de los silencios,
la tierra dijo adiós con la voz ronca.
Por los ojos cayeron desvestidas
de bruces palabras habladoras.
Un degüello de voz me dejo muda
y me quede mirándote de estrofas.
Ya no fue necesaria la elocuencia.
El adiós por los ojos. No hubo otra
manera de decirlo. Adiós de calles
de barcos y de perros... cualquier forma
cabían en mi adiós... Quede mirando
perpleja de adiós, de luz, de roca...
Me quedé mirándote y no pude
saber quien de los dos rodó en la sombra.
A tientas, hurgando en la frontera,
no quise mirar más…Ya estaba sola.

Decidí dejar de amarte


(Ferreyra, Ferreyra . . .)

Decidí dejar de amarte


pero estaba
tan triste la gente que no pude
añadir aún más desesperanza.
Decidí dejar de amarte

72
pero estaba
las calles bifurcadas de horizontes
y tan intensa de cristal la escarcha
y además estábamos de invierno
y el sol hecho jirones por la espalda.
Decidí dejar de amarte
pero estaban
anudados de melancolías, los árboles
y era tan largo el humo de las fábricas
y tan extensa de adiós la despedida
y los niños tan faltos de lactancia
y los grandes tan cansados de sudores
de ser bueyes que no aran,
que no quise añadirme más tristeza
y no quise lágrimas.
Decidí dejar de amarte
pero mi suelo vertía sangre blanca,
y era invierno y había gente que en silencio
fecundaba llagas
y estaban desiertos de muelles
y las alcantarillas eran ojos de pupilas blandas
y el mar de mi ciudad era un vientre
sin hijos ni fauna.
Y estaba el invierno y los obreros
condolíanse de sus palas
y los niños descalzos de calderas
arañaban brasas.
Y por eso no quise,
añadir mas duelos ni mas zanjas.
Entonces decidí amarte
porque estabas
bello de los pies a la cabeza,
y aún me hacía reír, tu risa clara.

73
Y entonces yo decidí
yo decidí que te amaba
y aunque estaban tristes las calles, y la gente,
y el sol, los niños y las fábricas
yo ya no quise añadirme mas tristeza,
y era invierno y te amé y sonrío el alba

Desde lejos

Marcharía a otras tierras si con eso pudiera


olvidarme de un hombre, del amor de mi vida.
Y tal vez desde lejos, del adiós convencida
recordando muriese, recordando viviera.

Marcharía a otras tierras si el dolor ya no fuera


un constante reclamo y la dicha un instante,
y tal vez desde lejos con su risa distante
resignada al olvido, casi, casi sonriera.

Concebida en un beso que algún día él me diera


enhebrando el abrazo que algún día yo tuve,
en su pecho caliente dónde dulce yo estuve
con recuerdos candentes, todo en mi yo sintiera.

Marcharía a otras tierras si con eso pudiera


olvidarlo, olvidando lo que fui por quererlo,
tanto amarlo y amarlo para acaso perderlo,
sólo un sueño de olvido a la vida pidiera.

Como un canto a la vida en sus brazos yo era,


todo amor, vida y risa, tanta y tanta ternura,
y yo amaba sus brazos al poblar mi cintura
Y hoy no veo sus brazos como un día yo viera.

74
Si de amor nadie muere, sin morir yo quisiera
olvidarme del hombre que aún mi vida no olvida.
Marcharía a otras tierras si con eso la vida
otro amor más hermoso, más hermoso me diera.

Desencuentro

Había brújulas dormidas


cuando salí a buscarte.
Bajaron lluvias azotadas
para que mis ojos
gotearan sus sueros desbastados.
Corriendo calles anegadas
por mis sales copiosas,
caí con el frente
muriéndome así de alcantarillas.
El mundo giró sobre mi ruego,
los pies se enredaron a las anclas
de no sé que naufragio.
Inútil la búsqueda, no pude
ni siquiera colgarme de tu sombra.
Había brújulas dormidas
cuando salí a buscarte.

Era un adiós

El aire hablaba y todo el tiempo


repetía lo mismo. La luna no quería
morir sin verme en pie.
Pero a mí me dolía
la piel como un dolor que no cesa.

75
Tuve un sueño y después
me desgastó una nada.
Ya no concebía esperas redentoras.
Me dolía el dolor de mis palabras
y si acaso me salvaba, quedaría sin aire.

Me dolía el movimiento de los párpados,


el rastro peculiar de las pupilas
por el magro paisaje.
El sueño que tenía
me había dado aliento,
una gloria enhiesta por delante,
una sonrisa a cuenta .
Era un adiós,
quien sabe uno de los últimos.

No podía salvarme.

Esta mañana
El mal que no he hecho,
¡Cuánto mal ha hecho! Porchia.

¿De que me sirve encontrarte


por azar, esta mañana?
Si ya soy grande y no sueño
y tú estás triste y no hablas
¿De que me sirve el capricho
de tu modo cuando callas,
si ya no hay sal en tu aliento
y tienes la sangre calma?
Ahora que soy persona
altamente humanizada,

76
que arrastro mi corazón
pesado, pesado de ancla.
Ahora que soy persona
alta, usual y cotidiana,

que no despliego en mi vuelo


más que unas rústicas alas...
Ahora que ya no voy
saltando en grillos de plata,
saltando de verso en verso,
rayuelas enamoradas.
De que me sirve encontrarte
si está triste tu mirada,
si hay un páramo en tus labios
acusándome nostalgias.
Si ya no añoro tu lecho,
porque añorar me da rabia,
no hay guerras con rendimiento
ni un duelo de luz y espadas.
Ahora que estoy discreta,
que ando seria, sobria y mansa
y ya no corro a buscarte
muriendo de risa y lava.
De que me sirvió el adiós
si las manos van cansadas
buscando la piel ausente
como rodando distancias.
Si tanta risa ofrecías
Y tanto en mi risa daba,
que nos quedamos sin labios
para que nadie llorara.

77
¿De que me sirve el recuerdo
ahora que soy tan casta,
y no desperdigo versos
y soy firme, fuerte y sabia?
……………………………
¿De que me sirve encontrarte
por azar, esta mañana?
Si ya soy grande y no sueño
y tú estas triste y no hablas.

La luz

La luz contorsionada
como una mujer que goza,
da sobre mi corazón tendido
al rodar de la luna.

Miro un cielo de turno


como si fuera aquel que ha sido mío.
La tierra ausente nace de mi misma
como una luz que va pariendo
un surco.

El cristal me atrapa
el gesto inmoral de la distancia.

Y me quedo con la luz de la luna,


que intenta un telar inextricable
en la noche sin tierra.

78
Aprendizaje
… aprendiendo en mi mismo, que un sueño
no puede volver otra vez a soñarse.
José Hierro
No puedo nombrarte.
No pueden mis labios resbalar tu nombre,
disfrutar mi boca surcando tu nombre.
No quiero siquiera
saber que aún me llamas. Ya sé que me llamas,
que gritas silencios , que nadie responde.

No puedo decirlo.
Traiciono los pactos, me vendo sin precio.
En mis labios vastos, en los labios nuevos
besando la sangre del sol de la tarde,
me puebla la tarde, me alivia la tarde
con tu amor de lejos.

Se vuelven heridas de amor estos labios

79
que amaron tu nombre con todas las formas
que el amor se puebla.
Ahora entendemos. La luna no debe soñarse.
No debes, no debo. Apenas
la estela , tan sólo el reflejo de la luna cuenta.

Domestica el duelo,
estrecha la mano del adiós . Ya es siempre.
Bebamos en nombre de ese amor el vino,
algún vino dulce.
No te hablo del olvido. Tuvimos belleza tan grande,
tan grande…queriéndonos tanto como nos quisimos.
No sueñes regresos.
No existe el regreso. Deja muy tranquila la luna y su altura.
Tú sabes que siempre me llevas a cuestas.
Si….Yo sé lo mucho que tu amor espera.
Te llevo conmigo, dorado y sonriente, desdoblando esquinas,
cantando mi nombre. Te llevo conmigo dorado y sin penas.

Este aprendizaje un poco a los golpes de versos y palas,


de trinos, de años que nunca se acaba.
y un pudor sin gritos.
No, nunca debimos soñar con la luna, que la luna es alta
y ya somos grandes
y ya estamos grandes y aún aprendiendo, al fin lo
aprendimos.

¿Qué es triste? No importa.


Si tú eres soldado de eterna alegría,
si soy activista de tanta alegría.
¿Qué puede pasarnos?
Tan sólo el recuerdo de una tarde suave,
un murmullo bello en el amor bueno que nunca se olvida.

80
Que no te de pena. Ya no tengo pena.
Si fue nuestra risa la marca y el sello
de tanto amor lindo de grillos saltando por la risa clara.
Por eso aprendimos,
que es mejor de lejos, que la luna es luna,
que el adiós es lejos, que ahora es distancia.

Acaso imagines
lo bello, lo bello que fue conocerte. Saber que tu vida
amaba mi vida. Que el amor es bueno.
Ya ves. Yo no puedo mirar tantas huellas.
Tú fuiste sortija, rayuela y la pausa de una tarde eterna.
Y ya somos grandes, por eso entendemos.

Nadie te conoce como te conozco.


Nadie se imagina como eres de inmenso, que un día de ocre
salvaste mis ganas de reir con ganas.
Y un día robaste el sol muy temprano
y cuando era frío, y cuando era jaula lo oscuro y lo triste,
me diste un sol puro, surtidor de luces regalando el alba.

Un día, algún día


me hallare contando esta historia cierta, de rubor y
estrellas.
Blandiendo bastones, sonriendo y ausente , esta historia
nuestra.
Las manos pequeñas tendré sobre el pecho.
¿Quién puede quitarnos la magia y el canto, el bien que nos
dimos?
Un día, algún día contaré la historia con tanta certeza.

Todo estará en orden.

81
Tú domando el tiempo con tu risa fuerte de potros y amores.
Yo, escribiendo versos, tú esquivando canas.
Ya no habrá preguntas…Son cosas que tuvo
la luna y su altura y un aprendizaje . Y al fin ya sabremos
que son sólo cosas que pasan, que pasan…

Los hidalgos de barro

( Nos dejaron pobres los hombres y los buitres...)

Me llamas reina e inclinas


con dieciochesca armonía
la frente y tu reverencia
baña en luz el alma mía.

(Que nadie sepa amor, lo que nos pasa.


Que nadie escuche estos grillos cantores en las vísceras
huecas,
esas flautas celosas dando aullidos de lobos
en las bocas desiertas.
Que estas grietas nupciales que hienden nuestras manos
se disfracen y ahuyenten los ecos vecinales.
Ese alerta vocerío de arcilla que hasta hoy,
hasta hoy nos creía exentos de pobreza.
Tratemos ya de no llover el alba con llanto desbocado,
cascadas calcinadas asolando los párpados.
Nuestros párpados que sangran con heridas de asombro.
¡No, no pactemos con las brunas brujas del destierro!)

Me prometes sedas rubias


para mi lecho nupcial,
ajuares de fino encaje
y zapatos de cristal.

82
(Otras veces, sólo otras veces
yo te desalojo, me resumo en células primeras
y transito tu lava,
tu colmena fecunda de semillas futuras
Me convierto en la ínfima transeúnte de tu sangre
y pueblo tu cintura
y aun no estoy concebida, aun no irrumpo
en candentes ternuras expiatorias
y entonces ya no existo
y ya no necesito ser tan, pero tan fuerte.
Y entonces, sólo entonces soy pobre y soy endeble
y lluevo el alba toda con llantos femeninos.)

Me dices que te enamora


esta altiva rebeldía,
herencia que me ha dejado
mi azulina rebeldía.

(Será que es nuestro tiempo de mustias hojarascas,


de sopores calientes al peso del derrumbe.
Es tiempo de liturgias sin templos y sin fieles,
de muñecos de barro y cántaros sin vino.
Quizá sea nuestro tiempo de apenas candilejas.
¡No, no te atrevas a arrancar de mi frente erguida,
el peso sublimal de mi corona!

¡No, no desnudes tus hombros que todos notarán


tu desnudez de cobre,
tu cuerpo de hermosas transparencias.
No, no desnudemos la anemia.
Que el resto cohabitador de la tierra, hordas resignadas
deambule servilmente por nuestros ademanes monárquicos,

83
por el espejismo develado del linaje.
¡Nuestros hijos tampoco,... No... No deben saberlo!
¡Nadie debe saber que estamos desvalidos,
inermes ,abrazados, lloviéndonos el alba.)

Me llamas reina y prometes


tanto oro como amor.
No habrá sombras en la casa
sólo brillo y mucho amor.

Poema de amor

No tienes nada y me darías un


mundo.
Te debo un mundo. A. Porchia.

Tienes tú la forma como mis caderas,


la mitad morena de mi amor obsceno,
la pisada honda de mi amor que grita,
la mudez absorta de mi aliento bueno.

Yo tengo pudores revolucionados,


tengo el fin vicioso de una guerra incierta,
tengo derramados ciervos por los muslos,
cayendo en aljibes de tu boca abierta.

Yo sé, porque hago que no sé y sé todo


Cárcel de esplendores haces de la nada,
jaula de cristales para que te quede
rústica y eterna mi vida estaqueada.

84
Yo ya no me arranco tu mitad que insiste,
yo muy poco hago por cerrar tus ojos,
¡Que poco me asusta tu fragor de olores
rodando mis labios como pozos rojos!

Tengo porque tienes, el amor caliente,


tengo porque tienes, la ternura exacta.
También tengo cuencas como manantiales
y la piel mordida y hasta el alma intacta.

Y será por eso que el amor persiste,


que me duele el vientre y el sudor es puro,
que en la pieza dulce de tu amor soldado
humedezco el mundo de un feroz conjuro.

Tu silencio me ama, me respira y sufre,


me sufre tu carne perfumada y mía,
mi amor infinito te posee de lejos
mientras duele el duelo de mi cercanía.

Te hiero en la sangre cuando no te abrazo,


te duelen mis manos si estoy y te esquivo,
y al ver el revuelo de mi amor, te vuelves
como un carcelero por mi amor cautivo.

Tu abrazo de alivio que alborota y deja


tanto amor sin llanto y un grito acabado
me enamora el alma, me crea y procrea
la gloria insolente de estar a tu lado.

Sin título

Deja el atavío de soldado.

85
Abre
como una cueva final tu boca buena,
desanuda las fauces encantadas
y sorpréndeme. Convénceme
con argumentos de cavernas.
Olvida la sortija y los semáforos,
las luces, las agendas, los itinerarios.
Ya deja el enjambre y las alarmas,
la brújula siniestra y el cemento.
Abulta tus labios con los besos
por mi cuarto y mi pecho.
La gloria final y mucha tregua
te vuelven superior a mi costado.
Te nombro mi amor por sólo un día,
te vuelvo responsable del presente
y un breve futuro sin relojes.
No tardes que se vuelan
de amor los almanaques.

Los labios

Parada sobre el filo de tus besos,


los labios se ensanchan
hasta la humedad urgida,
desde adentro.
Poblada de panes prodigiosos,
me obstino en tus labios.

Abdico de amor
y aunque estoy grande
derramo mi lava enamorada
desde una furia dulcísima y trigada.
Escanciando los vinos, voy besándote.

86
Soy final y feroz , morena y amplia.
No puedo pedir más.
Estoy completa.

Sobre tu cuerpo y mi cuerpo

Sobre tu cuerpo y mi cuerpo


hay celdas de años descalzos,
hay desaires de una ofrenda
y entierros casi anunciados.
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
hay un frío prolongado,
un sino de nunca, nunca
y un peso feroz de asfalto.
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
se ahoga un grito encallado,
hay océanos y exilios,
estepas y desterrados.
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
sucumbió magro el descanso,
y hubo cárceles de ausencia
y sal feroz como naufragio.
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
no hay tregua buena de ocasos,

sólo muros habladores


desmoronados en llanto.
Hubo mucho de quimeras,
de amores imaginados
y un linaje de imposibles
en huecos de amor precarios.
Una sombra descarada

87
por los muslos despoblados,
una barbarie de otoños
rasgando lonjas y labios.
Sobre tu cuerpo cabalga
mi sangre como soldado,
hay fronteras extranjeras
y universos asolados.
Todos mármoles que escancian
cuando cerca y sin embargo,
un sino de nunca, nunca
tragando los calendarios.
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
no hay futuro, no hay pasado,
no hay años prometedores,
solo pobrísimos años.
Sobre tu cuerpo florecen
hielos, hielos sin mis labios
y sobre el mío, glaciares
sangrando de amor y partos.
Hay llaga y artillería,
un surco de polvo blanco,
y besos casi posibles
en lejanísimos labios.

88
Sobre tu cuerpo y mi cuerpo
hay sendas de amor descalzo,
un sino de nunca, nunca
separando, separando.

Te di las manos

Te di las manos y te cupo el mundo,


te ofrecí mis pupilas y dejaste
de ser ciego de soles.
Te di a beber de mi garganta
y en la tarde
te dejé un resquicio de silencio.
Tal vez por eso tanto amor,
tal vez por eso te me pegas
de amor por la cintura.
Te tengo a mi lado. Nada puede
ahora parecerse a los hastíos.

Tengo un adiós

Tengo un adiós como un hijo


que yace en mi entraña protegido,
en una cárcel subterránea.
Nadie inventa

89
la llave redentora que lo salve.
Tenerlo se parece a lo infinito.

Tengo un viejo amor enamorado


oxidando el corazón que se amordaza
a un reloj de arena,
de savia y de lágrima.
Está condenado a lo perpetuo.
Por eso la cárcel está oscura,
está bajo tierra,
como un refugio de raíces
de lodo y sepultura.
Un adiós bajo sangre,
bajo todo el amor y la manía
de un loco de adoquín y de cornisa.

Alegría

Ah...No trates de seguir mi itinerario


porque loca mi ruta me adelanta.

90
Ya el destino final...Septiembre canta
junto al ancho corazón de un campanario.

Voy a ver a mi amor, quien silenciario


ignora que lo quiero y de esta tanta
ternura que me inventa loca y santa
deshojando de amor mi calendario.

Y emplumada de azahar ,de lloro exenta


como una barca alada, al cielo pido
que me dejen volar, que estoy contenta,
¡Que dulce el corazón que en la mañana
cimbreando como un junco estremecido
se suicida de amor y no se daña!

91
92
Volvámonos de trigo

Silenciemos, amor, el canto de los cuervos.


Silencia el grito hueco de los sótanos
y nunca permitamos los surcos sin cosecha.
Y si acaso te invitan a los duelos del hambre,
ya cuéntales que es tarde, que no hay trato ni precio.
Que el sudor y la magia del amor y el cansancio
anidaron mi mente y me han dado una idea.

¡Volvámonos de trigo ya que hay huestes trajeadas


que tratan de robarnos formalmente los panes!
Que nos basten los brazos como espigas fecundas
y abastezcan los hijos sus entrañas cantoras.
Sí hay hordas disfrazadas de pudor demagogo
y amenazan el aire, mi terreno y mis partos,
con murallas de panes, con hornos por trincheras
cuidaremos la casa cuando quieran saquearla.

Que la tierra sembrada en tu cuerpo parezca


los campos absolutos de una tierra optimista.
Que te alcance mi sangre para el vaso en la mesa
y mis pechos eternos por los hijos sedientos.
Amor, si estamos juntos de trigal y muralla
yo seré tu vigía y tú el manto en mi espalda.
Pues yo tengo de hombre lo que me has enseñado
y tu tienes de partos lo sangrado conmigo.
No temas, nuestros hijos, tendrán luz por tus ojos

93
y tendrán por mi cuerpo un tizón en sus lechos.

El cansancio secreto que acude a nuestras albas


será su patrimonio, su herencia y su linaje.
¡Volvámonos de trigo, que carne cultivada
se desgaje en la mesa de harina milagrosa!
Que las hebras amantes de tu cuerpo y el mío
enarbolen banderas de molinos y acequias
y tu eterno cansancio y mis manos tenaces
alberguen nuestros hijos de un mundo que no mira.

Y si acaso te invitan a los duelos del hambre


ya cuéntales que es nunca, que no hay trato no precio.
Amor, si estamos juntos, no hay derrumbe ni entrega.
Ya verás que amanece... Y habrá cedido el sitio.

Silencia, amor, el canto de los cuervos


que una idea trigada he anidado en mi mente.

94
Por la frente
(De abuelos y de amores)

Arropando los huesos


para no sublevar los calendarios,
escapando a la entraña del asilo,
caminan de amor por una plaza.
Quebrados de eróticos bastones,
y un vuelo de palomas encendidas,
caminan blandiendo los futuros
al aire poblador de los sonrojos.

A modo de panal,
a modo de aleteo de perdones,
sonriendo la tiza y el silencio
un hombre bello y una mujer bella
esquivan almanaques
de a traiciones y se toman
al descuido las manos.

95
La vida arrulla un vuelo
de esplendores.
Un velo de tranvía embiste
el ensueño al fin, insobornable.
La plaza cobra un ocre de ternura,
cegada va la lumbre sonrojada.
La frente se humedece con un beso.

Secreta

Puedo amar esta noche con piedad infinita,


puedo amar al primero que atinase a llegar .
A . Storni
Tengo un secreto mudo,
un silencio de fieras dulces
acalladas en mis sombras desprovistas,
donde llora un silencio roedor ,
en tanta entraña avergonzada.
Tengo un deseo empecinado,
por la incrédula piel que me traiciona.
Los pudores mercenarios
que hoy justo no me asisten.

96
Una luna feroz que escancia abismos
me entretiene de ausencias.

Solvento una mentira para un público


que nada imagina , que me cree
los espejos histriónicos.

Pero si alguien, así, como al descuido


hoy golpeara mi puerta,
le abriría furtiva y evidente ,
con alegre ternura.
Y si el viera el rodar de mis caderas
como lunas de carbones domésticos,
y supiera un instante que en los labios
hay botines profanos ,tristísimos de besos…

Y alcanzase a entender que me trazuman


cuchillos de luz como unos últimos
venenos desmayados.
Y tengo dolores tibios de pan dentro del vientre...

Le advertiría, lejana de belleza,


que lo estaba esperando y por si acaso,
por las dudas....
que no se le ocurra enamorarse...

Cerraría la puerta y suavemente


tomaría su rostro con ternura,
y habría lonjas de piedad para mi abrazo.

97
Y callada y furtiva
dejaría que entrase por mis sábanas

y lenta, lentamente le expondría


esta inquietud de los pezones,
esta impiedad de soledades,
que traiciona mi discreción de siempre.
Y descalza y feroz yo soltaría,
mi cabello en crines carceleras.
Y sacándome escudos y modales,
reiría mi aliento encandilado.
Y así en un susurro casi cómplice, vulnerado,
pediría que nunca a nadie cuente,
por favor ,que a nadie nunca cuente....
el ecuestre destello de mis muslos
y la magia frutal de mi alegría.
Pediría que guarde mi secreto,
que a nadie le cuente que he franqueado
mi adarga , mi torre y mi baluarte.
Y con el último resuello que me quede,
cierva única, feliz y desvestida

98
podría llorar agradeciendo
la paz definitiva y acabada.
Las piernas finales como ángulos
en el alivio final de mi deseo.

Y entonces le diría al forastero,


sintiéndome lejanamente bella,
después de la secreta ceremonia,
que calle , que olvide que me ha dado,
una tregua, la pausa del alivio.
Y entonces con la voz adormecida
le pediría que olvide y que se vaya…
por favor , que se vaya, que se vaya…

Respiras

Respiras
por la piel incansable,
y la construyes.
por mis surcos de miel
como una ofrenda.

99
Asciendes en mí
y eres un astro de ámbar
en los cálices
de mi cuerpo que ahora
son dos muslos gigantes,
un andamio de gozo.
Hay una cierva
morena y feraz que se prepara
y quiere ser fecunda y concebida.
Hay una bestia sublime
y casi dulce
que anticipa el jadeo
y se abre poderosa
como una miel voraz,
en dos mitades.

Me faltas

Tengo los pechos azules


cuando regreso de verte por la tarde,
aturdida y descalza.
El mar me ha lamido el cuerpo
como un perro dulce,
que no mata sus ganas.

100
Murmuro tu nombre y me resbalan
espermas imposibles en mis sedas.
Y no vuelves a mí
y hay un ultraje imperdonable
en mi piel desvestida
que ya no puede más,
que aún espera.
Me faltas
en cada rincón de mis carencias
con olor
a sangre bautizada.
Cada tarde azul
a la orilla de este mar con tijeras de vicio,
espero y más me faltas,
y bajo recurrente
con belfos hambrientos a buscarte
y me duele en el vientre
un tigre con las vísceras expuestas.

¡Que esta noche es cierto!

Ven, amor, detén la noche,


que esta noche sueño.
La mano de pájaro aunque está cansada,
hoy me pide versos.
¡Que milagro es éste
que hasta en verso pienso,
después de la anemia, de la mano inerme,
de tanto cemento!

101
¡Que esta noche es luna,
que esta noche quiero
y si tú detienes la noche y me ayudas,
esta noche puedo!
¿No sientes el aire
vuelto poesía urdiendo un comienzo?
Y aunque es algo tarde,
se me inflama el pecho
por tanta poesía
que llevo y que tengo?
Esta noche es buena ,
no puedo dormirme sin escribir versos,
que huele a milagro
y nazco secreta como hace ya tiempo.
Ven, amor, te pido,
¿no ves que me crecen de rimas los dedos?
Me ahoga de lunas, es tanto el lirismo
que hoy llevo adentro.
Que esta noche es pura,
que hay magia de anzuelos

102
pescando palabras que me van salvando
de tanto destierro.
Que hay risa en las calles,
que de gloria muero
y escribo y escribo como un lápiz ángel
y esta noche quiero.
No ves que me asisten
catervas de versos,
que esta noche es risa, que puedo y que canto,
¡que esta noche es cierto!

Aún nos duele el sur

Aún nos duele el sur , esposo mío.


Te siento el corazón que se estremece
con sólo nombrarlo. Ya amanece.
Y con ojos solares te sonrío.

La luz de la mañana es generosa.


Hay un cielo futuro por los hijos.

103
Conmovida de parto y regocijos,
la sangre se defiende poderosa.

Aún nos duele el sur como una espada,


aún nos sangra en secreto un suelo herido.
Y jugando al juego del olvido
salgamos a reír la madrugada.

Las aves jubilosas se derraman.


Me asiste la ternura de tu abrazo.
Mira el verso de luz que acude y trazo
poblado por los hijos que nos llaman.

¡Cuanto amor trazuma tu mirada!


Corazones convictos de aquel trigo.
Despréndete del ánimo mendigo
que quiso convencerte de la nada.

104
Y aunque el alma de sur aún nos estalla,
expertos de batalla y resistencia
pactemos la nostalgia por la herencia
volviéndonos de pan en la batalla.

Aún nos duele el sur, esposo mío.


Perplejos nos tomamos de la mano.
El sol cura la luz. Nada fue en vano.
Ya ves, me duele el sur y aún sonrío.

Ofrendas

Tengo tantos lenguajes para amarte,


lenguajes con curvas de caderas,
lenguajes de rabias pervertidas,
de ternuras atentas.

Tengo tantas maneras de nombrarte,


con labios secretos como bosques
con labios de morenas ambiciones,
con labios de tierra estrangulada
en ánforas ansiosas.
Tengo tantos denuedos para darte,
de bestia sublime que dulcísima
prepara la bella mordedura.

Denuedos por la piel iluminada


preparando un centro interminable.
Así son las ofrendas de mi amor,
casi duele el amor parte por parte

105
106
Me voy

Caminé por tu dolor descalza para no molestarte.


Deambulé a tientas en la pausa
cosiendo las pupilas al futuro.
Juego de amantes con collar de anclas.

Fielmente respetando el duelo estéril


por tu tiempo hábil de tristeza.
Yo que reía como ofrenda

107
con la garganta atestada por los pájaros,
y un sueño de a piedad como lactancia.

Yo, que hilaba al alba


madejas infinitas de coraje,
para no sucumbir en la estampida
de diarias y huesudas decepciones.

Respeté tu miseria y mi insistencia,


tu jaula de cristal, mi amor de bueyes,
y aun asestaste culpas embrionales.
Y empecé a vivir de los indultos
y casi mordí los calabozos.

Pero estoy desertando a tus exequias.


Aleteo de adiós, quiero salvarme.
Me duelen los años de subasta.
Caminé descalza por tu dolor, caminé a tientas...
caminé como un tren de andenes ebrios
pero ahora me salvo.

108
Canto de amor y vida

No hables. Quiero estar contigo.


A.Porchia
Tienes brazos eternos, hombre mío,
pozo de mar y sal, tu piel entera
Y hueles a jardín y a humo umbrío.

Ah... Como no comprendes que te quiera


si basta con mirar aquí en mis ojos
un esplendor nupcial de primavera.

Y en este raro devenir de antojos


te añoro como un cáliz no nacido
Desflorándome el vuelo de tus ojos.

¡Que júbilo de vino me ha encendido


este mágico sol de la ternura,
las brasas que reemplazan mi vestido!

Y en torrentes de ingrávida ternura


te tiendes a mi lado y ya te siento
como un lienzo de amor por tu cintura.

Hueco de manantial, tu beso lento,


la cuenca de tu mano está habitada
por las hierbas zumosas de tu aliento.

Sorbo de vino y miel por la cruzada.


Todo quiebra el sopor y misteriosa

109
cruza un ala de seda por la almohada.

Yo te propongo inaugurar la alada


bandera de una guerra milagrosa
acaso sin decirnos casi nada.

La contienda es sutil y silenciosa,


yo te envisto, mi yelmo queda a un lado,
para blandir la lanza de la rosa.
Y ya herida tu abrazo enamorado
me devuelve la calma más hermosa.

Ceremonia

Estaban las estrellas como en celo


concibiéndoles planetas a los cielos.
Ceremonia de la noche enajenada,
me tendí de amor entre tus brazos.
Tizón, medio fulgor, parí un crepúsculo
de amor urgente y mágico en tus piernas.
Montada en luciérnaga increíble

110
me creyeron de luz, desvergonzada.

Un inquilino molesto

Te llevo en mi corazón
como un inquilino molesto y necesario.
Ocupas el cuarto mejor en mi cabeza
e invades la íntima frontera.
Pero a pesar
de tu obstinada permanencia,
no puedo echarte pues, arbitrario el corazón,
se aferra a tu contrato enamorado.

Y me envicias el aire,
y me vives de cerca
y nuestras firmas de locación son el pretexto,
el arma mejor que nos excusa
a tenernos cerca y enlazados
a este pacto de amor no declarado.
El saludo es solemne y nos sufrimos
creyéndonos de otros,

111
respirándonos el aliento que dejamos,
inventándonos el sueño de vernos
cada día, con la llave necesaria.

Cuestión de inquilinos y contratos,


mi corazón es pensión casi mezquina
que se queja
pero no quiere saber de desalojo.

Te llevo en mi corazón
como un inquilino molesto,
te transporto, me habitas, te contagio,
me vuelves, te estaqueas a ese cuarto
y cargamos como grúas incansables
nuestra habitada soledad
sin decir nada.

Con la ropa en la mano

Con la ropa en la mano,


con los dientes húmedos
y los zapatos trajeados
de disfraces formales,

112
salimos a la tarde
y nos arrojamos
a la ciudad
que con voz gangosa
anunciaba
reveses de risas
y de páramos.

Salimos a la noche
a celebrar las ingles
y los pechos,
y los ojos vidriosos
y la risa y el llanto.

Nadie,
nadie era tan feliz,
nadie era tan bello,
como fuimos nosotros.

Yo llevaba
en la seda deshojada,
en la breve intimidad
de la piel láctea,
olor a la lluvia y a la tierra
cuando llueve en verano,
cuando llueve de lava sin anemia.

Y así salimos.
Salimos al ladrillo sin aire
de la ciudad ardida.

113
Nos arrojamos
al crepúsculo sin nombre,
sin ropa, sin futuro,
sin ningún documento,
con peces en el vientre
y una extraño sentimiento,
como un aguacero
de lágrimas antiguas.

Un agorero pájaro
con naipes en vez de alas,
en la rama de la plaza
miraba
tanto gozo condenado,
tanta calentura con sonrisas
y prefirió callarse,
por las dudas.

114
Rimas

Recoge la sabia exuberante


y viértela en mi tronco esperanzado,
que yo me brotaré en ramas, y acaso
tú puedas ser el pájaro anidado.

Si eres hombre único y primero


y yo herencia de barro perfumado
déjame renacer desde el principio
en un brote de amor por tu costado.

¡Que cumbre de bondad resiste sombras


y naces desde mí como encantado!
¡Que hermosa va la piel enrarecida
vertiendo su temblor inacabado!

¡Que solos nos verán rodando eriales


cabalgando un espacio inacabado!
¡Que a nadie se le ocurra la insolencia

115
de inculparnos del místico pecado!

Lento tu abrazo de letal encanto,


llaga de luz tu beso enamorado.
¿Qué haces por allí? ¡No pierdas tiempo!
No me busques, si estoy aquí, a tu lado.

Por mi boca

Hoy
que te quieres morir
por un rato,
hundirte en la siesta del desierto
bajo las águilas ebrias
de ese dios que derrama
lágrimas de acero,
yo te pido que vivas desde mí,
desde este corazón con bondades rapaces,
desde este cuerpo
de barro enamorado.

116
Pero si quieres morir,
muere por mi boca,
abierta como una flor
mojada e inmensa,
como una dúlcisima caníbal
con indultos,
como una misericordia
con piadosos labios.

Y si quieres seguir
muriendo por un rato,
muere por mi pecho,
desde los diurnos olivos que maduran
ofreciendo sus frutos con descaro,
dos palomas ardidas
que atraviesan
con su desnudez depredadora
la llaga sin luz de tu tristeza.

Y si aún deseas
continuar muriendo,
muere por mis piernas,
muere desde el sueño hueco
de mi centro fértil,
desde un dolor obsceno que te ofrece
refugio, una cueva que infinita
agoniza de gozos cristalinos.

Y si quieres todavía
morir la tarde,

117
como un si fuera
un efímero suicidio que ha dejado
esperando la resurrección
en la puerta blanda,
muere por mi vientre,
por mis manos, por mi lengua,
muere por mis huesos imparables,
por mis caderas de jazmines con dientes,
por mi cuello con más sur que norte.
Pero muere desde mí
y a tu regreso,
me hallarás a tu lado
como una nodriza sin pudores,
libando tu sangre y tu piel clara,
a tu lado.
Pero hazlo desde mí,
desde mi boca,
y muere por mi boca
y vive en ella,

118
hasta que al fin, amanezca.

No me despierten
Voy a dormir, nodriza, acuéstame
A. Storni.

No me despierten que tengo


sueños descansando.
Sueños con sabor a un sueño lindo,
vuelo de pájaros.
No me despierten que tengo
fiesta de sábado,
tengo a mi padre, tengo un amor dulce
que se ríe y se ríe a mi costado.
Y mi corazón persiste en el deseo
de seguir soñando.
Quiero dormir cansada
como ahora que duermo descansando
Y tengo jolgorio de mi infancia,
tengo abuelos, tengo los veranos,
tengo eso de querer como es mañana
y saber que es dulce imaginarlo.
Tengo ganas de vivir en este sueño,
en este sueño mágico.
Nadie es culpable de estas grietas,
de este lirismo largo,
que a veces no me deja concebir
horas de sueños reposados.
Si acaricias mi cabeza, yo te pido,
hazlo despacio,
estuve tan cansada y ahora estoy
alegre con párpados cerrados,

119
jugándole una broma a la cordura,
sueño y río de a ratos.
Si me tocas la cabeza, por favor
hazlo despacio,
si me tapas, te pido que me cubras
con ternura, los brazos.
Si me hablas de amor, di una mentira
pero inventa en mis labios
un sueño de magia y de castillos
de algún mundo lejano.
No temas por mí si no despierto
pues no quiero despertar, sí acaso
ves que me muevo, solo intenta
una canción de cuna a mi costado,
una caricia suave por la frente
como un vuelo de pájaro.
Pero no me despiertes que yo tengo
sueños descansando.

Nací para inmortal

Nací para inmortal pero si muero


Quiero hacerlo embrional, tibia y sonriente,
con frazada de luz e incandescente,
descansando por fin, del sueño entero.

Nací para inmortal mas si me muero


moriré siendo un honor para mi vida,
yo quisiera morir como dormida
soñando con el sueño que yo quiero.

Quiero morir soñando la paciencia


por un sueño feroz que no fue cierto,

120
y alardeando la antigua valentía.

Y aun sangrando el dolor y la carencia.


moriría el corazón como despierto
añorando hasta el final lo que quería

Deja que descanse, madre...

Déjame reposar sobre tu hombro


que he llegado con la ayuda de mis piernas.
Como no acepto los pactos
él quebró en su rencor, mi ala izquierda.
Tengo fardos de lunas y de risas
los pies vueltos cornisa y sin tierra.
Y Quiere anclas en mi pecho libre
y un andamio vacío de tristeza.
Estoy tan cansada... Solo deja
que en tu hombro descanse mi cabeza.
Me duele la luz ... Solo unas horas
que recobre las fuerzas...

121
Acostumbrada a volar, amando el aire,
transitada de grillos por las venas...
Quiere mi risa para claudicarla.
Quiere un pacto de pena.
Acaricia mi frente y devuélveme
la cuna y la hamaca . No... no temas.
Yo vivo de milagros ... Solo un rato,
mas no dejes que vuelva.
Y saldré a volar como volando
surcando el norte de la risa eterna.
No dejes que se acerque por ahora,
que ha urdido ya sus estrategias.
Estoy tan cansada...Yo te pido
Deja que duerma...
Me quiere sobornar con llantos dulces,
y si me distraigo, arma cadenas.
Por eso me río desde el viento
y con mis alas borro toda huella.
Pero ahora he llegado caminando
Y arrastrando las piernas,
Me distraje feliz con unos versos
y quebró en su dolor, mi ala izquierda.

Ambiguo

Tengo tu corazón como un andamio,


camino a tientas sobre un cáliz de fieras
Sobre mi piel de a bosques desertores,
sobre mi boca abierta.
Para la piel final, fiebre de a lonjas
A tu lado....y alerta.

122
Voy a buscarte

Con una carga extraña


de horas malgastadas,
voy a buscarte
ahora que he perdido
la ciudad ,
que he dejado ahogar

el mejor ángulo
de tu boca abierta,
que he dejado de ser
mi propia idea
de la valentía.
Voy a buscarte
quien sabe porque
de todo lo que dejé
que me sacaran,
de todos

123
los aterrizajes forzosos
y de todas las mujeres
sobrevivientes
que parí en silencio,
lo mejor que tuve,
lo mejor de mi largo
siglo de batalla,
has sido tu risa
y tu palabra.
Por eso
voy a buscarte.

Adiós y adiós

Tengo que decir adiós,


como un ladrón que esconde.
No sabrás que me ido,
no sabré lo que sientes.
Seguirás dando vueltas
por mis cuadras sin curvas.
No veré como lloras
No sabrás si yo lloro.
No tendré más tu risa
de aljibes de verano,
la bella dentadura
conteniendo los besos.
No verás ya mi risa
de hamacas infinitas.
No seré ya tu excusa
de un futuro con canas.
Quedarán tus palabras
"¡Tan bella cuando ríes!"

124
Quedarán mis palabras
"¡Que hermoso cuando cantas!"
No sabremos la vida
que hubiera sido juntos.
No tendremos el juego
de bastones eróticos.
Me seguirás buscando
jugando adolescente.
No sabré de tu cama,
no sabrás como el muslo
palpita desde el centro.
Y seguirás pensando
que me sigo escondiendo
en mi cueva pasada.
No sabrás que abandono
celosas madrigueras.
Tendremos la ventaja
de no vernos doblados.
No veré tus arrugas,
no verás mis arrugas.
Te quedará por siempre
mi pelo despeinado
jugando entre las lágrimas
de tu eterno ...."Algún día...,
No oirás si mi voz
con el tiempo se quiebra,
ni verás que mis ojos,
pesarán de futuros
recuerdos que no fueron.
Nos quedará la duda,
te quedarán mis labios
con la risa del grillo.

125
Y guardaré en mis versos
tu nombre disfrazado.
Me seguirás buscando
donde fui por mis libros,
por la calle que ha sido
tu eterna calesita.
Tendremos la ventaja
de no vernos cansados,
sin canas o temblores
en la risa perenne
que fue el lazo tan nuestro,
un código increíble,
los amantes verbales.
No veré como sufres,
yo ya sé como sufres.
Dudarás que yo sufra.
Dudarás que te quise
aunque tanto te quise.
Dudarás de mi abrazo
trepada a tus alturas.
No nos veremos viejos.

126
no nos oiremos sordos.
Seremos como eternos,
con tus besos enormes
y mis manos temblando
escondidas al pecho.
Seremos como eternos
sin habernos vivido,
y en tu tosca y alegre memoria
lograrás la sonrisa.
Y apoyada en tu hombro,
me recordarás feliz.

Canciones

a las 6

de la tarde

(Queridas amigas…)

127
Los cónyuges distantes

Y llegas con la noche desbocada en tu aliento,


las pupilas veladas con sudor y añoranza
y recelas del tiempo que por tiempo no alcanza
para amarte al cansancio, por luchar tu sustento.

Yo quisiera esta noche desbravar tu fatiga.


He poblado la casa con colores y espejos.
Me he vestido de seda, sin encajes ya viejos
cuando el grito es aroma que mi piel desperdiga.

Yo te entrego la pausa de los pechos desiertos,


el ánfora más pródiga por tus labios frutales.
Yo reclamo la tregua de tus brazos plurales
cuando llegue la hora de los vientres abiertos.

Ya no sé qué inventarme para armar la mañana,


para no claudicarme cuando ya te hayas ido.
Y envejezcas al día y regrese transido
y yo corra a envolverte con mis brazos de lana.

128
No es tiempo de derrota, tan solo una rotura
del vértigo el mundo, trasunto de estampida.
Si te atreves al gesto de la mano extendida
¡hay cántaros de vida urgiendo mi cintura!

Yo sé que tengo el tiempo como un rodar de luna


por los fértiles años, al compás de algún parto,
cuando tú me esperabas, y yo ya en otro cuarto,
entre el pecho abundante y canciones de cuna.

Esta noche no animo la ronda de cebollas,


poca luz y una vela pongo sobre la mesa,
arrojo delantales, trasunto una princesa
y un réquiem provisorio le he cantado a las ollas.

Si hay cálices vacíos cerniendo nuestro suelo,


si hay lumbres consteladas, amor, en cada mano,
yo te quiero y te quiero, sin un sueño profano.
¡Empieza en mi cintura a recobrar el cielo!

Y si te dicen

129
Me preguntas si es verdad lo que te han dicho,
esas tantas versiones andadoras,
de que muero por un hombre que es hermoso
en una soledad que me devora.

Y que me he convertido en un espectro


y estoy lánguida y gris como una sombra
que no deja de soñar con su perfume,
que lo sigue en secreto y que lo nombra.

Es verdad... Ya lo ves. No te han mentido.


No queda nada en mi más que cenizas.
Pueril reminiscencia de esa alegre
Y arrogante precursora de sonrisas.

Ya que importa. Lo has visto. ¡Es tan hermoso!


Es la espuela doliente entre mis rezos.
No creas que ignoro lo imposible
de estar un día, regada de sus besos.

130
Me preguntas si es verdad lo que te ha dicho
ese cruel vocerío que me aplasta.
No es verdad que me muero, aun suspiro!
Aun lo quiero! Y hoy verás... Eso me basta!

Buenas tardes, señor

Buenas tardes, señor... Yo vine a verlo


por un raro antojo... ¡Qué sé yo!
Un impulso cerril. Quiero contarle...
¿Por qué tengo en mi cuerpo este temblor?
Mi vida sin usted....Que estoy diciendo
Apenas si me sale ahora la voz.
¡Que hermosa sonrisa que usted tiene!
¡No sonría de ese modo, por favor!
¿Qué hace mucho tiempo no venía?
Ah...si usted supiera la razón!
Mi culpa es mi secreto y es por eso
que hoy pervivo en esta eterna desazón.
Entiendo la distancia inevitable,
que las reglas de buena educación
proponen inflexibles...Sin embargo
¡Que hermoso sería todo entre los dos!

131
¿Qué tengo los ojos muy brillantes?
Será por las luces del salón.
Le pongo cerrojos a las lágrimas
que tratan de aliviar tanto dolor
Sus cosas marchan bien ¡Cómo me alegro!
Mis cosas no podrían ir mejor.
¿Por qué será que cuando al verlo
me late tan fuerte el corazón?
Perdone la osadía de quererlo.
Usted sabe que en las cosas del amor
la lucha es en vano y uno deja
la vida por un poco de ilusión!
Ah...Usted me agradece la visita,
me extiende la mano y un pudor
enciende mi piel y siento brasas
rodando por mi culpa y mi emoción.
No insista, señor...Yo ya me marcho.
Usted está ocupado. Acaso estoy
robándole tiempo y reconozco
que es harto demandante su función.
Usted se despide y yo desmayo
en torrentes de súbita emoción
y luego sonríe y yo le imploro
¡No sonría de ese modo, por favor!

132
Queridas amigas

Queridas amigas, buenas tardes....


La mesa está servida y conmovido
me late un corazón moreno y breve
que alberga el triunfo bueno de un olvido.

Ya no lo quiero más. Ya ni recuerdo,


los años por su amor sin mas sentido
que el duelo implacable de lo incierto,
son parte de un pasado desvalido.

Tampoco fue mi amor, amor tan vasto,


Mi lado vulnerado había cedido.
No es cierto que moría por sus besos
y nunca he desgarrado mi vestido.

Verán, mi palidez ganó matices,


no soy la sombra gris de un tiempo herido,
Maduro el corazón levantó el ancla
después de haber sufrido lo sufrido...

133
(Y con digno ademán de reina alegre
se yergue mi esplendor. Como al descuido,
deslizo unas palabras pertinentes
burlándome del hombre que ha partido)

Yo nunca estuve enferma...Se decía


que el aire sobornaba enrarecido
buscando respirar su aliento dulce...
buscando al fin vivir lo no vivido.

Queridas amigas, ¡cuanta infamia!


Amor que fue un capricho inmerecido,
Yo no he llorado tanto , fue el invierno
lloviéndose en mi rostro distraído.

¿Qué fue de mi mirada suplicante?


¿de aquella que a su sombra armaba un nido?
¿de aquella que besaba el suelo helado
poblando el labio atroz con un gemido?

Tampoco exageren...Simplemente
jugaba el juego dulce del vencido.
El hombre era tan bello..No, no es cierto...
¡haber querido así como he querido!

134
(La sed crepuscular, la tarde es tarde.)
¿Amigas, es que acaso habían creído
caterva tan falaz de desaciertos?
(La lluvia insiste. Es tarde. Ha oscurecido)

(Un duelo azul de encaje en los cajones,


un breve exilio de humo en el transido
desierto de mi casa. Luz de adioses
y queda el testimonio difundido.

Las tazas del vacío por la mesa,


el blanco mantel, mi velo herido,
ustedes calmarán su sed curiosa,
yo asumo mi descargo redimido)

Queridas amigas vuelvan pronto.


Yo gano .Soy por fin quien siempre he sido.
(Me sello los labios .No, no quiero
que sepan cómo y cuánto yo he mentido!)

Amor de siempre

135
Me lo contaron y entonces
entre soles andariegos
me arrullaron con azahares
enamorados los vientos
y con gracia trashumante
la voz plural de un secreto
hizo eclosión en mi alma,
¡Ah... Dios mío que sea cierto!
Pues me han hablado de él
aquel de los ojos buenos,
él de las selvas nocturnas
poblando vastas su pecho.
Quien redimió en otros labios
la tibia urgencia del beso...
Y yo que ya no vivía
por venerarlo, de lejos.
Hoy tengo un nidal de trinos
y un cáliz de rosas llevo
y voy desgranando brevas
que se hacen miel en los dedos.
Porque un rumor me ha contado,
¡ah...Dios mío, que sea cierto!
que mi amor decía mi nombre
y sonreía! al hacerlo.

136
Jazmines

Del cielo llueven jazmines,


jazmines de lluvia clara,
de jazmines que me alfombran
de nácar la tierra mansa.
La risa vuela en un mástil
como una bandera sabia.
Bailo y bailo en la vereda
prendida a un farol que canta.
Irrumpe de luz mi asombro,
y el pecho que casi estalla,
dando corolas de blanco
rodando como cascadas.
Un despliegue de quimeras
reverberan en el alma.
La vida me esta arrojando
los jazmines a mansalva.
Los ojos más bellos tuve
devolviendo mi mirada,
devolviendo la poesía
y estoy bella y alta...alta.
Las pupilas se sublevan
ante risa tan nevada,
tan blanca como la lluvia
cubriendo de sol la espalda.
Y río y llueven jazmines,
jazmines de fina plata,
me abro paso entre jazmines...
¡jazmines de risa y nácar!

137
Y sin embargo

Es el día del adiós y sin embargo


la sangre me transita como ajena.
Ausente, distinta, imperturbable.
Me observo y aunque triste estoy serena.

Es el día del adiós y sin embargo


no tengo el alma alerta a la tristeza.
Acaso al fin descubro la utopía
forjada, doblegando mi entereza.

Hoy después de sufrir como he sufrido


tras saber que no vale lo llorado,
asumo el adiós pero no lloro
y acaso no me importe lo pasado.

Aprendí con dolor a resignarme


si asoma el desconsuelo en un descuido,
mi corazón no irrumpe en la caterva
antigua de feroces estampidos.

De toda la ternura concedida,


no queda en tu amor, tan solo un poco.

138
¿De que le serviría la insistencia
a este corazón cansado y loco?

Por eso es que me voy pero no lloro,


y no temo a tu ausencia y no te quiero.
Es como de repente despertarse
de un mal sueño y te pierdo y no me muero.

139
Yo te escribo

Yo te escribo estos versos porque quiero invitarte


a que sepas...Yo nunca tengo tiempo de hablarte.

Tengo magia en el alma si te pesa tu hastío


y un concierto de grillos con consigna de estío.

Yo te ofrezco el silencio si no quieres hablarme


y mi aliento apurado cuando quieras besarme.

Yo te ofrezco la boca de un sabor impaciente


y el abrazo al regreso de mi cuerpo candente.

Sólo un grande pequeño, torpe hombre sin cuna,


como un bello reflejo que da el agua a la luna.

Hombre hermoso que naces de mi propio costado

140
con tu amor vigilante que se ensaña a mi lado.

Yo sé cuanto me quieres. Mi paciencia adivina


me traduce el silencio de tu sed masculina.

Yo te ofrezco la tarde, te convido la boca


y me vuelvo mas fértil, mas frutal y mas loca.

Hombre bueno de hostiles y acabadas ternuras,


que a tu amor me estaqueas y en tu amor me perduras.

He aprendido a esperarte. Mi paciencia morena


me fecunda si vienes como un sol que me llena.

Yo te invito a que fluyas por mi lado sombrío


que descanses un poco, a tu modo. No al mío.

Con tu amor silencioso, me conmueves silente,


con tu amor de montañas que me das torpemente.

Hombre mío despoja ese sueño tan duro


del castillo de luces para un tiempo futuro.

Hoy me bastan los muros de esta casa y tu vuelta


y los hijos y un verso por la casa revuelta.

141
Yo te pido una tregua. Tengo un leño y un manto.
Tengo magia y un grillo. Tengo un verso y un canto.

Tengo un vuelo de hamaca, tengo salto y rayuelas,


tengo sueños de a ratos y un gran sueño con velas.

Y una pausa que late .Tengo el sol blando y manso


para darte un respiro. Yo te ofrezco el descanso.

Yo te escribo estos versos porque quiero invitarte


a que hablemos...Yo nunca tengo tiempo de hablarte.

Amor por tu guitarra

Ya nace la luna en callado parto


y llego y te encuentro cantando en tu cuarto.

Tu guitarra eleva sus notas expertas


y en tus brazos deja su oquedad incierta.

Cautivo en su acento musical te encuentras


y tu voz se hilvana en cascadas lentas.

142
Las cuerdas te atrapan las manos hermosas
como si esculpidas en trozos de rosas.

Tu guitarra gime con sabor a ausencia


y casi le envidio su hueca indecencia.

Desde su madera la música emana


y ella se ríe de mi espera vana.

Su cintura inerte te inventa un hechizo


y a ella te entregas cansino y sumiso.

¡Que raro conjuro tendrá tu guitarra


que bebes su esencia como de una jarra!

Se jacta insolente al ver mi impaciencia


y yo que le imploro clemencia, clemencia...!

No atinas, siquiera, a buscar mis ojos


y el cuarto adivina mis pobres antojos!

Es tarde. Me marcho. Cabalga la estrella


y tú que te quedas abrazado a ella.

143
La calle de a poco me atrapa en su sombra
y escucho aun como ella te aclama y te nombra.

Ah...Como quisiera trocar mi cintura


en una infinita y sutil partitura.

Carta apócrifa a Facundo Quiroga

1817, estoy de duelo.

Esta es mi carta apócrifa y remota


memoria de un arcaico calendario
que cuenta con qué amor el alma rota
se demora en su muerte y su calvario:
¡Que jactancia de lágrimas y derrota
me ha vuelta su recuerdo necesario!

Se decía, señor, que hubo en sus manos


anchos ríos de sangre y desconsuelo,
Y que hendía de púrpura los llanos.
Las voces maldecían el flagelo,
le endilgaban modales de tirano...
¡la tierra entera retumbó de duelo!.

Dicen, mi general, que ordeno un muro


alzado con sotanas y fusiles;
que su negro estandarte fue el conjuro
que desató el pavor de los rediles.
Tanto añoré su amor, su pecho duro,
sus ocultos desmayos varoniles.

144
Yo lo he visto pasar, erguido el porte,
como una luz punzó por mi ventana
con un revuelo ecuestre y la cohorte
que propagó la historia americana.
Yo lo he visto pasar con todo el norte
en el sol de su frente soberana.

¡Que secreto el secreto de mi pecho!


¡Ni sus ojos en mí, tuve siquiera!
Sólo el sueño culpable de mi lecho,
sólo el talle febril por tanta espera.
Y usted, lejano, ajeno al dulce acecho
del reclamo banal de mi quimera.

Por su muerte, señor, embozo un llanto


al vuelo escondedor de mi mantilla,
sembrada en su fiereza, lo amé tanto
pero queda infecunda mi semilla:
de usted sólo rescato este quebranto
y esta carta imposible, ya amarilla

El más hermoso

¿Por qué siento campanas que me aturden?

145
¿Por qué vuelo sin querer de rama en rama?
Y estoy loca , inconciente y casi lloro
pero río y alzo himnos de esperanza...
Es que estoy viviendo un sueño, el más divino,
él que nubla mis sentidos y me alcanza
para no morir en siglos de alegría,
para urdir dentro de mi todas las magias.

¿Que estoy ciega , temblando en un suspiro


infinito y fugaz como encantada?
Es que el hombre, el hombre mas hermoso
me ha tomado de la mano esta mañana

Instante

Como decirlo, fue solo un instante,


y la razón perdió su prepotencia.
El sueño, pobre loco de inconsciencia
arremetió con ínfula arrogante.

Por ende el alma no fue razonante


y perdió lucidez con inclemencia.
Arrobado corazón de pobre herencia

146
dulcísimo de luz, se volvió amante.

Y hubo un dejo de sol por los caminos.


Con no sé qué capricho misterioso
el pecho se quebró pausadamente.

Y el corazón con vuelcos femeninos


soñaba ser en ese instante hermoso
eternamente tuyo, eternamente.

De la realeza

Aunque abdico y sangra mi corona


y el cetro resbalando está de prisa.
Y la plebe me tilda de sumisa.
y el palacio de luz se desmorona.

147
Aunque abdique y acoples las medallas,
una reina de amor nunca se muere.
(Dirás que hay una reina que te quiere
y querrás vencerme en las batallas.)

Que vengan doncellas y acicalen


mi cuerpo. Aun soy bella y en mi pelo
derramen azahares si me peino.

Y que vengan plebeyos y me halaguen


y que cubren mi llanto con un velo.
Del vulgo tú y tu adiós, llevas mi reino.

148

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