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RESUMEN
En casi todas las ramas y áreas de la Psicología está aumentando una confusión y desconcierto en
cuanto a las aspiraciones y pretensiones de validez de sus procedimientos y estrategias
metodológicos y, por consiguiente, de sus conclusiones. Sin embargo, el lector normal no percibe
una lógica demostrativa que lo lleve desde los supuestos aceptados por el investigador hasta sus
conclusiones finales. El presente artículo trata de ilustrar los niveles y opciones, casi siempre
implícitos, adoptados por el investigador, que generan una brecha en el arco demostrativo. Se
tratan, básicamente, la opción epistemológica (que define la naturaleza del conocimiento: modelo
especular y modelo dialéctico) y la opción ontológica (que determina el concepto general de la
realidad a estudiar: agregados y sistemas). En la parte final, se ponen de relieve las ideas centrales
que caracterizan al enfoque cualitativo de investigación que, por su mayor novedad, no siempre es
bien entendido y aplicado en sus técnicas y procedimientos.
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El enfoque con que vemos una realidad depende de nuestro punto de vista, y éste depende de
nuestro punto de ubicación. Así, el enfoque con que vemos, por ejemplo, la estatua ecuestre que
está en el centro de la plaza dependerá de nuestra ubicación en la misma, ya que es una lógica
consecuencia de ella. Por ello, para explicar, justificar y demostrar la validez de nuestro enfoque,
tenemos que explicar, justificar y demostrar la validez de nuestra ubicación, es decir, cómo y por
qué llegamos ahí y, sobre todo, por qué seguimos ahí.
Los enfoques metodológicos que se emplean actualmente en las Ciencias Humanas son diferentes
entre sí porque, ordinariamente, implican una ubicación con dos opciones previas, que muy
raramente se hacen explícitas y menos aún se analizan o se tienen en cuenta las consecuencias
que de este análisis pudieran derivarse. Estas opciones previas son la opción epistemológica y la
opción ontológica.
Si dos científicos sociales concuerdan en la elección de estas dos opciones, fácilmente concordarán
también en las metodologías que aplicarán, es decir, en sus técnicas, procedimientos, estrategias e
instrumentos metodológicos.
Esta idea básica orientará el contenido de esta exposición, la cual, por lo mismo, se centrará en la
ilustración de los puntos de divergencia y de las razones que avalan a cada uno de ellos.
Todo investigador se fija como objetivo alcanzar unos conocimientos seguros y confiables para
resolver los problemas que la vida le plantea. Pero, en los medios académicos, se aspira también a
que estos conocimientos sean ciencia, es decir, que se puedan demostrar.
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Pero la demostración, para ser tal, debe ser completa, o no es demostración. Es decir, debe
abarcar todo el arco del proceso mental por medio del cual se llega a un determinado resultado.
Como la seguridad de una cadena depende de la solidez de cada uno de sus eslabones, y le basta
uno débil para romperse, así el valor de una demostración depende de la firme concatenación de
todo el arco demostrativo.
Los dos eslabones de la cadena que más frecuentemente se soslayan están constituidos por
la opción epistemológica, que define lo que entendemos por "conocimiento", y la opción
ontológica, que determina el concepto general de la "realidad" a investigar. La primera opción
está más relacionada con el sujeto y la segunda con el objeto. Estas dos opciones, en la práctica de
muchos investigadores, frecuentemente quedan implícitas, o se asumen y dan por supuestas en
forma más o menos acrítica; y se procede así porque no se tienen en cuenta la evolución y
progreso que otras disciplinas han realizado, especialmente a lo largo de este siglo, y que inciden
en forma determinante en su conceptualización.
Examinemos más de cerca cada una de estas dos opciones, los niveles en que se ubican y las
consecuencias que de estas elecciones se derivan.
Nivel Epistemológico.
Es sumamente importante aclarar, ante todo, el contenido de este concepto. El término "epi-
steme", usado por Aristóteles para señalar el conocimiento científico, significa
precisamente "sobre-seguro", sobre algo firme, estable (epi, prefijo griego, significa "sobre" como
en epi-centro, epi-tafio, y stem es una raíz del viejo sánscrito –madre de muchas lenguas
europeas–, que significaba "roca", "piedra", como todavía lo es en inglés "stone", en alemán
"stein" y en sueco "sten"; centenares de palabras nuestras latinas vienen de la misma raíz, como
estabilidad, estar, estatua, estado, estatuto, estilo (originariamente, columna de piedra), etc. De
modo que epistemología es el estudio de un saber firme, sólido, seguro, confiable, "sobre-roca".
La riqueza del pensamiento filosófico relacionado con nuestros procesos del conocer es
sumamente amplia. No vamos a entrar aquí en su análisis y fundamentación. Baste decir que,
tratando de identificar el criterio relevante que constituye la diferencia epistemológica de cada
una de estas "teorías de la verdad", podríamos centrar su pensamiento alrededor de los
siguientes conceptos: correspondencia o adecuación entre la mente y la realidad (forma clásica
aristotélica), evidencia y certeza interior del sujeto sobre algo (posición de
Descartes), coherencia en el sentido (como explica la filosofia de Hegel), utilidad o pragmática de
los resultados (autores americanos como James, Dewey, Rorty), teoría semántica de la
correspondencia en el sentido de Tarski, formas constructivistas de la teoría del consenso de
Habermas y formas dialécticas o interaccionistas (sujeto-objeto) de muchos autores modernos,
como Hanson, Toulmin, Polanyi, Feyerabend, Lakatos, Morin, el último Popper, y los mismos
físicos Heisenberg y Niels Bohr, entre otros.
Modelo Especular.
Este modelo es el que ha sido adoptado por los autores de orientación positivista. Para lograr
plena objetividad, absoluta certeza y una verdad incuestionable, los positivistas de los últimos tres
siglos (Locke, Hume, J.S.Mill, Comte, Mach y otros) se apoyaron en el análisis de la sensación como
en piedra segura (epi-steme), tratando de establecer un origen sensorial para todos nuestros
conocimientos. De esta manera, y siendo muy lógicos, consideraban que sólo las sensaciones o
experiencias sensibles eran un fenómeno adecuado para la investigación científica; sólo lo
verificable empíricamente sería aceptado en el cuerpo de la ciencia; la única y verdadera relación
verificable sería la de causa y efecto; la explicación de las realidades complejas se haría
identificando sus componentes: partículas, genes, reflejos, impulsos, etc., según el caso; los
términos fundamentales de la ciencia debían representar entidades concretas, tangibles,
mensurables, verificables, de lo contrario, serían desechados como palabras sin sentido; los
modelos matemáticos, basados en datos bien medidos, serían los ideales para concebir y
estructurar teorías científicas.
Modelo Dialéctico.
La supuesta pasividad del sujeto conocedor nunca fue compartida, a lo largo de la historia, por los
autores que estudiaron los procesos cognitivos. El mismo Aristóteles, que dio origen al modelo
especular, distinguió siempre entre un intelecto "paciente" y un intelecto "agente", al cual
asignaba una actividad que nunca tuvieron en cuenta los empiristas y positivistas. Es más,
Aristóteles dijo que "lo que está dado a los ojos es la intención del alma".
Con la llegada de Copérnico, toda la cultura occidental entendió que el movimiento que todos
observaban en el sol (que salía, subía, se movía, bajaba y se ocultaba) no estaba en el sol, sino en
el observador, es decir, que esa realidad empírica y sensorial era sólo aparente. Y Galileo habla de
la dificultad y casi imposibilidad que constituía para ellos el negar una realidad sensorial, empírica
y "evidente" para todos, basándose en la sola fuerza de la razón lógica (Diálogo de los dos
Sistemas Máximos).
Estas ideas sobre la actividad del sujeto conocedor se van generalizando, sobre todo, hacia fines
del siglo pasado, por obra de autores como Brentano, Dilthey, Husserl, Ehrenfels, Max Weber y
William James, entre otros. En el campo de la psicología, Freud establece la influencia de la
actividad del sujeto al hablar del mecanismo de proyección. Por su parte, los gestaltistas, con el
estudio del fenómeno fi, aclaran la naturaleza del movimiento aparente, base, posteriormente, del
cine. Y los grandes físicos de este siglo fundamentan la revolución de la física sobre la base de que
la relación sujeto-objeto (en este caso observador-átomo) cambia la naturaleza no sólo percibida
sino real del átomo. La teoría de la relatividad, por otra parte, supera las teorías newtonianas
vigentes desde hacía tres siglos, y hace ver que los fenómenos dependen y son relativos al
observador.
El enfoque dialéctico entre el sujeto conocedor y el objeto conocido es avalado hoy día de una
manera contundente por los estudios de la Neurociencia que señalan, como escriben Popper y
Eccles (ambos Premios Nobel en su campo) en su famosa obra El yo y su cerebro (l980), que
"...antes de que pueda darme cuenta de lo que es un dato de los sentidos para mí (antes incluso
de que me sea "dado"), hay un centenar de pasos de toma y dame que son el resultado del reto
lanzado a nuestros sentidos y a nuestro cerebro... Toda experiencia está ya interpretada por el
sistema nervioso cien –o mil– veces antes de que se haga experiencia consciente" (págs. 483-4). En
efecto, si el nervio óptico simplemente transmitiera al cerebro la imagen que está en la retina, al
estilo de un FAX, le bastaría un canal unidireccional, como le basta al FAX una línea telefónica.
Pero el nervio óptico tiene más de un millón de canales que funcionan en una u otra dirección. Y
en la naturaleza no encontramos órganos inútiles.
¿Por qué, entonces, –y ésta es la gran pregunta– tenemos la impresión de captar las cosas y la
realidad en general como están ahí fuera y no interpretadas por nosotros en base a nuestra
experiencia, valores, actitudes, intereses y creencias? ¿Por qué tendemos a caer en lo que
Bertrand Russell llama "el realismo ingenuo"?
De esta manera, es fácil comprender cómo Nietzsche, ya a fines del siglo pasado, dijo que "no
había hechos sino interpretaciones" y, refiriéndose irónicamente a los que no aceptaban la
actividad determinante del sujeto conocedor, añadió que era "porque creían en el dogma de la
inmaculada percepción".
Conviene enfatizar que la aceptación del modelo dialéctico implica un cambio radical en el
enfoque metodológico, especialmente si se trata del estudio de las ciencias humanas.
Nivel Ontológico
Cuando una realidad no es un agregado o yuxtaposición de elementos, sino que sus "partes
constituyentes" forman una totalidad organizada con fuerte interacción entre sí, es decir, cuando
constituyen un "sistema", su estudio y comprensión requiere la captación de esa estructura
dinámica interna que lo define y caracteriza.
El mundo de los sistemas, especialmente de los no-lineales, puede ser impredecible, violento y
dramático; un pequeño cambio en un parámetro puede hacer variar su dinámica poco a poco y, de
golpe, variar a un tipo totalmente nuevo.
El principio de exclusión de Pauli establece que las "leyes-sistema" no son derivables de las leyes
que rigen a sus componentes. Las propiedades, por ejemplo, de una molécula de agua (H2O), en
cuanto un todo, se gobiernan por leyes no relacionadas con aquellas que rigen a sus "partes"
separadas: hidrógeno, oxígeno; el "todo" es explicado por conceptos característicos de niveles
superiores de organización y tiene propiedades emergentes totalmente diferentes.
Ahora bien, nuestro universo está constituido básicamente por sistemas no-lineales en todos sus
niveles: físico, químico, biológico, psicológico y sociocultural. "Si observamos nuestro entorno
vemos que estamos inmersos en un mundo de sistemas. Al considerar un árbol, un libro, un área
urbana, cualquier aparato, una comunidad social, nuestro lenguaje, un animal, el firmamento, en
todos ellos encontramos un rasgo común: se trata de entidades complejas, formadas por partes
en interacción mutua, cuya identidad resulta de una adecuada armonía entre sus constituyentes,
y dotadas de una sustantividad propia que transciende a la de esas partes; se trata, en suma, de lo
que, de una manera genérica, denominamos sistemas" (Aracil, 1986, p. 13). Bertalanffy señala que
desde el átomo hasta la galaxia nuestro mundo está constituido por sistemas y, por consiguiente,
necesitamos usar una ontología de sistemas (1981, pp. 46-47).
Si el valor de cada elemento de una estructura dinámica o sistema está íntimamente relacionado
con los demás, si todo es función de todo, y si cada elemento es necesario para definir a los otros,
no podrá ser visto ni entendido "en sí", en forma aislada o descontextualizada, sino a través de
la posición y de la función o papel que desempeña en la estructura. Más aún se evidenciará esta
situación cuando estos procesos se entrelazan, interactúan y forman un todo coherente y lógico,
como sucede con los valores, actitudes, intereses y creencias de una persona, una familia, un
grupo social o una cultura específica. Todo esto exige un enfoque holista e interdisciplinario de la
realidad.
De aquí, la necesidad de idear, como han tratado de hacer muchos autores (cfr Bertalanffy, 1981,
p.34) unas matemáticas gestáticas, en las que lo fundamental no fuera la noción de cantidad, sino,
más bien, la de relación. Esto es también lo que han tratado de hacer las matemáticas actuales,
con la creación de las técnicas estadísticas multivariables más refinadas, como el análisis factorial,
el análisis de regresión múltiple, el análisis de varianza, el análisis discriminante, la correlación
canónica, el "cluster analysis", etc., lo mismo que con el desarrollo de las ecuaciones diferenciales;
pero estas técnicas necesitan(porque así se lo exige la naturaleza misma de la matemática
cuantitativa) partir de la medición de elementos aislados, aceptar la aleatoriedad de los mismos,
aplicar la propiedad aditiva y aplicar la propiedad conmutativa, características todas reñidas con la
ontología sistémica.
Por esta razón, Hegel critica la matemática, como instrumento cognoscitivo universal, por "el
carácter inesencial y aconceptual de la relación cuantitativa" (1966, p.30); es decir, porque no nos
da ni la esencia ni la naturaleza de las realidades; y, por su parte, Einstein solía repetir que "en la
medida en que las leyes de la matemática (matemática actual) se refieren a la realidad, no son
ciertas, y en la medida en que son ciertas, no se refieren a la realidad" (Davies, 1973, p.1).
Sin embargo, las técnicas matemáticas, aunque limitadas e imperfectas en su estado actual,
buscan un objetivo muy valioso: expresar con un modelo (el modelo matemático) la forma y
orden, es decir, la estructura, patrón estructural o configuración de una realidad compleja. En fin
de cuentas, el lograr una teoría explicativa es el fin de la ciencia. El mismo Einstein solía decir que
"la ciencia consistía en crear teorías". Por otra parte, hay muchas investigaciones que no buscan la
elaboración de teorías, sino simplemente la exploración panorámica (survey) u opinión de una
comunidad sobre un determinado tópico como, por ejemplo, establecer la jerarquía de valores, el
nivel de asociación de dos variables, la intención del voto en un momento determinado, etc.
Por esto, podríamos concluir esta parte estableciendo el siguiente principio: en la medida en que
el elemento o fenómeno a estudiar pueda ser descontextualizado de la estructura o sistema
personal o social sin que pierda su esencia o desvirtúe su naturaleza, las técnicas matemáticas
actuales pueden y deben ser usadas legítima y eficazmente.
El Enfoque Cualitativo
El enfoque cualitativo de investigación es, por su propia naturaleza, dialéctico y sistémico. Estos
dos presupuestos, epistemológico y ontológico, conviene hacerlos explícitos, en todo proyecto o
desarrollo de investigación, a través de un breve "marco epistemológico", para evitar
malentendidos en los evaluadores de los mismos.
Señalaremos a continuación algunas de las ideas centrales que caracterizan a las investigaciones
cualitativas.
Ante todo, es necesario enfatizar que el "marco" teórico que se antepone a cualquier investigación
cualitativa es, generalmente, sólo "teórico-referencial", es decir, fuente de información y nunca
modelo teórico en el cual ubicar nuestra investigación. Servirá para contrastar, después, nuestras
conclusiones con las de otros autores y, así, entenderlas mejor, pero nunca para forzar e imponer
una interpretación.
La razón de este proceder es que un marco teórico nos impone ya desde el principio todo un
mundo teórico, conceptual e interpretativo que pudiera no ser el más adecuado para entender la
realidad que estamos estudiando. Y su falta de lógica está en el hecho de que da en gran parte por
resuelto lo que todavía no se ha estudiado.
Tampoco se formula UNA hipótesis a verificar, ya que se está abierto a TODAS las hipótesis
plausibles y se espera que la MEJOR emerja del estudio de los datos y se imponga por su fuerza
convincente.
Sin embargo, sí se fijan unos objetivos a lograr: algunos son más bien generales y otros específicos,
pero todos deben ser relevantes. Estos objetivos determinarán, en parte, las estrategias y
procedimientos metodológicos. No obstante, tampoco los objetivos serán intocables. También
aquí se sigue el famoso principio de "Los tres príncipes de Serendip": "si estás buscando una cosa
buena y encuentras otra mejor, deja la primera por la segunda".
El método fenomenológico es el más indicado cuando no hay razones para dudar de la bondad de
la información y el investigador no ha vivido ni le es nada fácil formarse ideas y conceptos
adecuados sobre el fenómeno que estudia, como, por ejemplo, el mundo axiológico de los
drogadictos, las vivencias de las personas atracadas que estuvieron a punto de morir, la ruptura de
una relación amorosa cuando no se ha vivido, etc.
El método etnográfico es el mejor para entrar a conocer un grupo étnico, racial, de ghetto o
institucional (cárcel, hospital, empresa, escuela, etc.) que forman un todo muy sui géneris y donde
los conceptos de las realidades que se estudian adquieren significados especiales.
El método de historias de vida se aconseja para los estudios longitudinales de ciertos grupos
sociales, donde la visión diacrónica de la realidad constituye una gestalt en el tiempo que no se
puede fraccionar sin perder las relaciones esenciales que la configuran como tal.
La Muestra: Cada uno de estos métodos tiene su forma propia de entender la muestra que nos
ofrecerá la información necesaria para realizar la investigación. Pero, en general, la opción
ontológica asumida por todos ellos (que es estructural-sistémica) nos exige una muestra que no
podrá estar constituida por elementos aleatorios descontextualizados (como es, la mayoría de las
veces, la información recogida a través de cuestionarios preconcebidos), sino por "un todo"
sistémico con vida propia, como es una persona, una institución, una etnia o grupo social, etc. Por
ello, se impone la profundidad sobre la extensión, y la muestra se reduce en su amplitud
numérica. Sin embargo, conviene escogerla de forma que estén representadas de la mejor manera
posible las variables de sexo, edad, nivel socioeconómico, profesión, etc., según el caso.
Las variables: Tampoco hay variables preconcebidas, ya sea que se consideren independientes o
dependientes, pues provendrían, igualmente, del estudio de realidades exógenas a la nuestra. Las
verdaderas variables de nuestra realidad emergerán también cuando, después de la
categorización, iniciemos el proceso de teorización, es decir, cuando se analicen-relacionen-
comparen-y-contrasten las categorías.
Los instrumentos: Los instrumentos, al igual que los procedimientos y estrategias a utilizar, los
dicta el método escogido, aunque, básicamente, se centran alrededor de la entrevista semi-
estructurada y la observación directa, ayudadas por toda la variedad de medios audiovisuales
disponibles hoy en día. Sin embargo, la metodología cualitativa entiende el método y todo el
arsenal de medios instrumentales como algo flexible, que se utiliza mientras resulta efectivo, pero
que se cambia de acuerdo al dictamen, imprevisto, de la marcha de la investigación y de las
circunstancias.
Los Resultados (Informe Final): Los resultados de una investigación cualitativa se exponen en lo
que se llama el "Informe Final". Este informe no se limita a exponer unos resultados aislados de la
investigación como tal, sino que también ilustra el proceso por medio del cual se llegó a las
estructuras particulares de los casos estudiados y a la estructura general, o estructuras generales,
que los integran.
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