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Sucre – Bolivia
2009
Universidad Mayor, Real y Pontificia de
San Francisco Xavier de Chuquisaca
Sucre – Bolivia
2009
Al presentar esta tesis como un requisito para obtención del Grado Académico de Magíster en
Administración de Justicia, otorgado por la Universidad Mayor, Real y Pontifica de San Francisco
Xavier de Chuquisaca.
Manifiesto mi acuerdo para que el documento sea utilizado como material productivo, de
acuerdo a lo que establece el Reglamento de Ciencia y Tecnología y respetando para que uso no
suponga ganancia económica, ni potencial.
A Dios, por permitirme gozar de buena salud y de esa manera cultivar mis conocimientos en el
campo del derecho.
A mis docentes nacionales e internacionales, quienes supieron jerarquizar con sus conocimientos y
experiencias el programa en la maestría en administración de justicia.
A todo el personal del CEPI, quienes nos brindaron su valiosa colaboración y orientación durante el
desarrollo de este proceso de enseñanza y aprendizaje.
A mi tutor Dr. Roberto agreda Maldonado Ph. D., cuya orientación me permitió concluir en forma
oportuna este trabajo de investigación.
Índice
Resumen
Introducción
Capítulo 1
Marco teórico y conceptual nociones generales
1.1 La justicia y el derecho 1
1.1.1. Validez de la Norma y su trascendencia para el Derecho 3
1.1.2. Eficacia Social de la Norma 4
1.1.3. La justicia y el juez 5
1.1.4. La Norma, su Aplicación Práctica 6
1.1.5. El Juez en Materia Civil 7
1.1.5.1.Facultad Probatoria del Juez 8
1.1.5.2.Potestad Jurisdiccional del Juez 10
1.1.5.3.La Sentencia Judicial 11
1.1.5.4.El Derecho y la tutela jurisdiccional 13
1.2. Práctica racional del derecho: un atributo del juez 15
1.2.1. Presupuestos del Derecho administrado por el Juez 18
1.2.1.1.Presupuesto semántico del Derecho 18
1.2.1.2.Presupuesto pragmático del Derecho 19
1.2.1.3.Presupuesto del Juez 20
Mapa conceptual de síntesis del primer capítulo 23
Capítulo 2
Diagnóstico del problema: Ineficacia del procedimiento civil para impartir justicia en
controversias jurídicas emergentes del incumplimiento de un contrato de obra o prestación de
servicio
2.1. El contrato de obra: un instituto jurídico
De derecho civil 24
2.1.1 El Contrato de Obra: Su trascendencia en el ámbito del Derecho Civil. 25
2.1.2. Sistematización normativa del contrato de obra y prestación de
servicio u oficio en la legislación boliviana 26
2.2. El incumplimiento de un contrato de obra o
prestación de un servicio: ¿Es posible
judicializar el conflicto? 33
2.2.1. La Norma Procesal Civil Boliviana: su grado de aplicación en la
solución de conflictos originados por el Incumplimiento de contratos
de obra o prestación de servicios 34
2.2.2. Características del actual procedimiento civil: Su aplicación práctica
para la solución de controversias jurídicas emergentes del
incumplimiento de un contrato de obra 35
2.3. El por qué de la no judicialización de los conflictos
legales emergentes de contratos de obra y
prestación de servicios u oficio 37
2.4. Por qué debe adecuarse el procedimiento para la
solución de conflictos por incumplimiento de un
contrato de obra a un sistema oral civil 39
2.4.1. Carácter principista de la norma procesal civil: Su aplicación práctica. 39
2.4.1.1. Principio Dispositivo 41
2.4.1.2. Principio de Impulso Procesal de Parte 42
2.4.1.3. Principio de Congruencia y Exhaustividad 43
2.4.1.4. Principio de Bilateralidad 43
2.4.1.5. Principio de Contradicción 44
2.4.1.6. Principio de Economía Procesal 45
2.4.1.7. Principio del Debido Proceso 45
2.4.1.8. Principio de Igualdad 46
2.4.1.9. Principio de Oralidad y Escritura 47
2.4.1.10. Principio de Inmediación 47
2.4.1.11. Principio de Concentración y Dirección 48
2.4.1.12. Principio de Saneamiento y Moralidad Procesal 49
2.4.1.13. Principio de Impulso Procesal 50
2.4.1.14. Principio de Preclusión y Eventualidad 51
2.4.1.15. Principio de Publicidad 51
2.4.2. Sistema Procesal Oral: Características específicas del procedimiento. 52
2.4.2.1 Situación actual del sistema procesal boliviano 53
2.4.2.2. El Sistema oral como vía para la solución de controversias por
incumplimiento de contratos de obra y prestación de servicios u oficio 58
Red conceptual de síntesis del segundo capítulo 63
Capítulo 3
Características del procedimiento oral propuesto
3.1. El sistema procesal oral como institución jurídica 64
3.1.1. Legislación Comparada 65
3.1.1.1. El Proceso Oral Civil en la Legislación Peruana 66
3.1.1.2. El Proceso Oral en algunos Estados de Norte América 67
3.1.1.3. El Proceso Oral Civil en la Legislación Uruguaya 68
3.2. El procedimiento oral como vía de solución de
conflictos jurídicos emergentes del incumplimiento
de un contrato de obra y prestación de servicios 70
3.2.1. La Oralidad el Juez y el Proceso 72
3.2.2. La Celeridad en la Solución de Controversias: Un atributo del
Sistema Oral 74
3.2.3. La Oralidad como Vía para la solución de Controversia: Pasos
que debe seguirse para su implementación 74
3.3. La oralidad como vía para la solución de controversias:
pasos que debe seguirse para su implementación 74
3.3.1. Acciones Inmediatas 75
3.3.2. El Sistema Oral como Método para la Solución de Conflictos 76
Recomendaciónes 82
Referencias bibliográficas anotadas 83
Referencias bibliográficas generales 84
Ficha documental 87
Resumen
El presente trabajo de tesis demostró que existen problemas jurídicos no resueltos en los casos en
que particulares suscriben documentos de contratos civiles con cuantía menor a 5.000 bolivianos, y
se hallan desamparados judicialmente, ya que no existen los mecanismos legales en la
administración de justicia para resolver los menudos problemas legales que lesionan la vida y
condiciones de vida y de trabajo por el incumplimiento de obligaciones de ese monto.
Abstract
This thesis showed that there are unresolved legal issues in cases where individual civil contracts
signed documents with less than 5,000 bolivianos amount, and are homeless court, since there are
no legal mechanisms in the administration of justice to resolve petite legal problems that harm life
and living and working for breach of obligations that amount.
Law as a system of rules that is constantly improving the relationship of human beings to
make society a scenario of greater justice , equity, equality , harmony and brotherhood , has a duty
to respond and fill the gaps , correct errors and inconsistencies legal through precisely the
researchers, this precisely is the challenge that was assumed to systematize procedure agilité dispute
resolution for breach of civil contracts amount to 5,000 bolivianos.
In this new process for dispute resolution for breach of civil contracts amount to 5,000
bolivianos, states that it is necessary to implement the specific Oral Civil Judicial Procedure for
resolving legal disputes arising out of breach of contractual obligations or provide artisan an official
in the courts of civil instruction, and thus facilitate the prosecution of these activities in order to
deliver justice between the parties.
Ese tipo de contrato, permite a un artesano ejecutar una obra por cuantías que oscilan
generalmente hasta cinco mil bolivianos, relación contractual que también genera controversias
entre partes contratantes como efecto del incumplimiento del contrato por una de las partes.
De hecho, las contingencias que se originan por esa causa en la actualidad se la deben
resolver en la justicia ordinaria; sin embargo, los sujetos pactantes en esta clase de contratos se
abstienen de judicializar ese tipo de acciones porque a juicio de los interesados encaminar esas
demandas resultan excesivamente onerosas tomando en cuenta la cuantía que se discute.
Justificación
Dicho de otra manera, a través de ese marco legal, las partes en base a la autonomía de la
voluntad, exponen los elementos definitorios y descriptivos de una relación contractual, respecto de
los cuales extenderán su consentimiento y a partir de ese hecho nacen las obligaciones para los
contratantes, cuyas cláusulas compromisorias, pasan a tener fuerza de Ley para los pactantes.
En este caso bien podría afirmarse que el contrato suscrito entre quien prestará un trabajo u
oficio y el contratante se pone sobre la mesa de discusión se habla sobre los puntos a estipularse y
luego del ―regateo‖ se logra componer o ajustar los intereses de las partes. Significa que el contrato
recorre etapas que se irán sucediendo en el tiempo conforme a la naturaleza de la obra a ejecutarse.
Ahora bien, esta forma de estructurar un compromiso, sin duda es la expresión más genuina
del querer de los contratantes que se manifiesta mediante, el consentimiento manifestado a través de
las ofertas o propuestas de una de las partes y aceptado por la otra, de esa manera surgen los
elementos constitutivos de un documento que se conoce como contrato.
Esa forma de poner en evidencia una relación contractual entre un prestador de servicios u
oficio en el contexto legal boliviano constituye una práctica arraigada donde el artesano que ejerce
un determinado oficio llega a relacionarse con el contratante y de esa relación puramente
contractual surge un conjunto de obligaciones que las partes deben cumplirlas conforme a lo
pactado.
Pero frente a ese esquema que se considera clásico, tradicional, normal, se han ido erigiendo
estructuras que parecen escapar a esa concepción, generando comportamientos singulares y aún no
muy bien clarificadas por la Ciencia del Derecho; es el caso de un tipo de contrato arraigado en el
mercado artesanal que genéricamente está clasificado como Contrato de la Obra, que en el contexto
jurídico nacional se tornó ostensible y masivo pero que no está en los anales de la jurisprudencia,
debido a que los conflictos emergentes por el incumplimiento del contrato casi nunca se judicializa.
En ese contexto de análisis a través del presente trabajo de investigación se logra demostrar
la factibilidad respecto a que las controversias legales por incumplimiento de obligaciones
contraídas por los pactantes en contratos de obra hasta bolivianos cinco mil, pueden resolverse en
base a un procedimiento oral y de esa manera impartir justicia pronta y oportuna en este tipo de
actos jurídicos.
La Ley, es una regla social que nace del seno mismo de la sociedad para imponérsela a ella
en forma obligatoria. Así comprendida la Ley, es también necesario destacar su evolución
dinámica; en ese sentido, cabe destacar que el sistema legal boliviano en los últimos tiempos, fue
incorporando en su legislación importantes institutos jurídicos destinados a normar hechos jurídicos
de carácter sustantivo y adjetivo.
Situación problémica
Existen una gran cantidad de artesanos que son carpinteros, albañiles, panaderos, zapateros,
chaperos, tapiceros, plomeros, vidrieros, metal mecánicos, etc. quienes con las personas interesadas
es decir los contratantes suscriben contratos, aunque la mayor parte de las veces contratan en forma
verbal, con el objeto de realizar trabajos circunscritos a sus oficios o servicios muchas veces con
responsabilidad hasta de bolivianos 5. 000 y ocurre que no cumplen o realizan lo pactado solo en
parte, por lo que lógicamente, se suscitan conflictos recurriendo los afectados a instancias
policiales, amistades y hasta se enfrentan físicamente, sin solucionar verdadera y definitivamente el
conflicto. Frente a estos hechos existe la necesidad de resolver estos conflictos de manera judicial.
Esta situación es contradictoria y multifactorial.
La norma cumple una función esencial al interior de la sociedad, en todo aquello que está
relacionado con la necesidad de imponer derechos y obligaciones destinados a armonizar el
comportamiento de los individuos que forman parte de una sociedad.
A partir de tales premisas, el contrato fue definido como el acuerdo de dos o más partes,
destinado a constituir, regular o extinguir entre sí una relación jurídica patrimonial; en ese contexto,
las partes pueden determinar libremente el contenido del contrato dentro de los límites impuestos
por Ley.
La autonomía de la voluntad de las partes, además les permite a los contratantes, concluir un
contrato conforme a sus intereses y supeditado al tipo de cláusulas que hayan decidido establecer,
de hecho, el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes.
Ahora bien, toda esa estructura jurídica de carácter sustantiva, tiene la virtud de asegurar la
eficacia de un contrato y el incumplimiento de ese pacto, genera efectos jurídicos los mismos que al
judicializarse en muchos casos resulta más gravoso para la parte demandante, por falta de un
procedimiento ágil, expeditivo y menos oneroso.
Ese antecedente que muestra la realidad de los contratos irresolubles que estadísticamente
presenta un índice elevado, debe ser resuelto en el tiempo más breve debido a que un sector
importante de la sociedad, que en el trabajo artesanal o la prestación de un oficio tiene su medio de
vida y no garantizarle una justicia pronta y oportuna para la solución de controversias en caso de
incumplimiento de contrato, constituye otra forma de injusticia.
Problema científico
Objeto de estudio
La realidad que se estudió en la presente investigación tiene que ver con el Derecho Civil, en la
parte referida a los contratos civiles, específicamente, los contratos de obra o de servicios de
responsabilidad hasta bolivianos 5.000.
Campo de acción
Plantear un régimen legal procedimental civil y oral para resolver controversias jurídicas
emergentes del incumplimiento de contratos de obra o prestación de servicios u oficios entre las
partes contratantes hasta bolivianos 5.000. Determinar el tipo de contratos civiles a ser
considerados de menor cuantía.
Objetivo general
Objetivos específicos
Realizar revisión bibliográfica del tipo de contratos civiles a ser considerados de menor cuantía.
Idea a defender
La solución del problema a juicio del investigador pasa por establecer un marco legal apropiado, en
base a un procedimiento ágil y sumarísimo que permita a las partes resolver sus conflictos en forma
inmediata por lo que formula la presente hipótesis: Es necesario implementar el Procedimiento
Civil Oral Judicial específico para la solución de controversias legales originadas por el
incumplimiento de obligaciones contractuales de tipo artesanal o prestación de un oficio con
responsabilidad hasta bolivianos 5.000 y de esa manera facilitar la judicialización de esas
actividades con la finalidad de impartir justicia entre las partes contratantes.
Diseño metodológico
Método bibliográfico
Para precisar los alcances de las disposiciones legales que regulan la resolución de conflictos
jurídicos por incumplimiento de contratos de obra o servicios con responsabilidad hasta bolivianos
5.000.
Método comparativo
Estudio de caso
Revisión de procesos con las características anotadas en los tres juzgados de instrucción en lo civil
que existen en la primera sección de la provincia de Quillacollo, departamento de Cochabamba.
Método análisis y revisión de expedientes
Orientada a revelar y explicar los fenómenos que se manifiestan en la realidad; utilizando para tal
efecto la observación directa en los juzgados de instrucción en lo civil de la ciudad de Quillacollo,
departamento de Cochabamba, república de Bolivia, como un medio destinado a obtener
información acerca del tema objeto de la presente investigación.
Capítulo 1
Pero para que esa tarea rinda y los resultados sean fructíferos, el sistema debe estar
permanentemente remozado, es decir tiene que crearse condiciones propicias para que el juzgador
tenga a la mano, las herramientas adecuadas y acorde a la realidad evolutiva de la sociedad.
Sin embargo, es esencial destacar que a las carencias que tradicionalmente sufren los
procesos legislativos para modernizar sus reglas, se suman otro tipo de exigencias que nacen como
efecto del desarrollo dinámico y complejo de la sociedad donde los conflictos legales tienden a
incrementarse.
De esa manera la justicia como valor esencial alcanza mayor dimensión no sólo por
eficiencia de la norma o el procedimiento que debe aplicarse a la hora de administrarla; además en
base al mejoramiento de los sistemas, el mismo Estado cumple de mejor manera su rol, lo contrario
daría lugar a que el Estado de a poco se desprenda de la trascendental misión de la administración
de justicia. Esto daría lugar a la pérdida de legitimidad. También puede considerarse así cuando los
órganos jurisdiccionales o no funcionan o lo hacen deficientemente.
Dentro de ese marco de análisis, es innegable que la justicia civil, requiere de un respaldo
normativo capaz de resolver las necesidades de los individuos en tanto que ciudadanos de una
sociedad avanzada. En ese contexto, no es exagerado señalar que interesa de sobremanera la
situación de las normas no solo en su etapa de elaboración, de hecho, es también esencial marcar su
trascendencia en el proceso de su aplicación y al momento de ponderar su grado de utilidad práctica
y jurídica.
De esa manera en el ámbito de la justicia civil, adquieren mucha trascendencia; los términos
como la validez, la vigencia o la eficacia del Derecho, los cuales son empleados por los juristas y
doctrinarios para referirse a requerimientos formales y políticos del proceso de elaboración de la
norma, de los que se ha hecho depender, en ocasiones, la posibilidad real de aplicación de las
normas, su realización social, e incluso su aceptación en la sociedad.
Pero además de lo antes señalado, no debe descartarse el valor social de las normas, en
correspondencia con el ideal de Justicia que a través de una correcta aplicación por los
administradores de justicia se persigue. Asimismo, la eficacia se asegura con el cumplimiento de
ciertos requisitos formales en el proceso de creación, así como con la observancia de principios
técnicos jurídicos que rigen en un ordenamiento jurídico determinado.
Es así que, no basta sólo con que las normas expresen con claridad y precisión su mandato,
sino que debe crearse los medios e instituciones, tanto en el orden del condicionamiento social-
material, proveniente del régimen socioeconómico y político imperante, de los órganos que hacen
falta para su aplicación, como las normativas legales secundarias que sean necesarias para
instrumentar la disposición normativa y que propicien, a su vez, la realización de los derechos y
deberes que de tales situaciones resulten, es decir que la norma sea eficaz.
En ese contexto, la eficacia resulta ser una condicionante para la existencia de la norma y tal
es así, que el desuso u obsolescencia las convierten en inaplicables y provocan su posterior
derogación formal, aunque no su expulsión inmediata del ordenamiento jurídico, ya que perviven y
ante un cambio de circunstancias o intereses, los operadores pueden, reinterpretarlas, rescatarlas y
aplicarlas por cuanto están formalmente vigentes.
La norma, entonces, no sólo será forma jurídica creada y aplicada, sino que será forma de
expresar valores sociales y tendrá como objetivo la eficacia del ideal de Justicia imperante en una
determinada sociedad.
La norma adquiere categoría, desde el momento que es perfectamente aplicable a la sociedad, dicho
de otra manera, la eficacia social de una norma, está exteriorizada por la efectiva vinculación de la
regla con la naturaleza social del sistema jurídico, en consecuencia la norma alcanza una real
ponderación cuando ella es correctamente aplicada por el operador de justicia y acatada por los
destinatarios.
A propósito de este mismo punto de vista el profesor García Villegas, afirma que la eficacia
jurídica del Derecho debe analizarse desde dos ángulos: una que expresa la idea de la obligatoriedad
o castigo y otra la realización social de la norma, es decir que son cumplidas voluntariamente.
Así contextualizado este análisis relacionado con la eficacia social de las normas, es preciso
complementar indicando que la regla jurídica, es un instrumento capaz de contribuir al
ordenamiento social de una manera general y obligatoria, declarando facultades y derechos de los
sujetos y de cuya administración depende en gran medida su eficacia y donde el juzgador tiene la
misión de darle sentido a la norma al momento de aplicarla.
El Derecho guía solo si es eficaz, pues no basta con que la norma sea dictada conforme a
requisitos formales que estén vigentes en determinado espacio y tiempo, además es necesario que la
regla tenga una adecuada aceptación de quienes son destinatarios.
Así encaminado este estudio teórico doctrinal, es esencial profundizar aquellos conceptos
que están dirigidos a traducir la misión práctica del Juez, en tanto sea entendida como una
aplicación justa del Derecho, actuación judicial que indudablemente está orientada a esperar una
decisión eminentemente jurisdiccional.
De esa manera, cabe hacer resaltar que los litigios entre particulares que hayan de
sustanciarse con arreglo a la norma, deberá elegirse siempre, entre las diversas posibilidades en
pugna, aquella norma jurídica que se oriente en el sentido de la idea de justicia equitativa y proba.
De hecho, esos valores concentran la atención de todo el que quiera comprender la metódica
actuación del administrador de justicia cuyo máximo empeño está predispuesto en la necesidad de
una correcta aplicación de la norma jurídica y de esa manera producir un derecho justo, es decir
enjuiciar con arreglo a la ley, la buena fe, la equidad y la rectitud.
Por otra parte, en esa relación natural que existe entre justicia y juez, es oportuno destacar
que la contienda judicial que depara un juicio, en el curso natural de los hechos permiten
comprender que las aspiraciones humanas se hallan condicionadas a un enfrentamiento en el plano
jurídico, bien en su modo real de manifestarse, como en la polémica entre los abogados de dos
partes litigantes.
Realizada esa precisión, es absolutamente comprensible que las normas que el juzgador debe
aplicar para emitir un fallo judicial son siempre reglas jurídicas limitadas, que responden a ciertos
principios que rigen la actuación del juez.
1.4.1. La Norma, su aplicación práctica
La función del juez, tiene que ver con la administración de justicia y esa actividad la realiza al
amparo de la independencia judicial que es un rasgo distintivo del sistema boliviano, ello permite al
operador de justicia tomar decisiones con absoluta imparcialidad, fallos judiciales que a la postre se
convierten en verdaderos precedentes legislativos.
A propósito de la sentencia judicial y su valor normativo es necesario resaltar que ese rasgo
deviene del llamado Derecho Consuetudinario que no es más que la Ley no escrita hecha por la
gente y principalmente por el Juez, en sus resoluciones judiciales, que constituyen precedentes
jurídicos, normas que se diferencian del sistema de derecho basado en la tradición romana y que se
compone de los códigos escritos.
Históricamente, se conoce que muchas leyes que se hallan comprendidas dentro el derecho
positivo, fueron creadas por una serie de fallos judiciales especialmente en áreas importantes del
Derecho Civil, de esa manera la aplicación práctica de la norma conlleva la creación de un marco
legal que le sirve al legislador y al juez como un precedente.
Realizada las anteriores precisiones indudablemente surge la figura del Juez como principal actor
del proceso de aplicación práctica de la norma y la consiguiente creación del Derecho. En ese
contexto, es pertinente destacar el rol del operador judicial tomando en cuenta su función como Juez
en materia Civil, precisión que permitirá distinguir su trabajo en tanto que administrador de justicia
ya sea en un sistema escrito u oral.
En ese entendido, importa señalar que la función que cumple la jurisdicción en un Estado de
Derecho y el rol del Juez en el proceso civil, no puede ser entendidos si no se parte de la previa
concepción de que su carácter, está forjado dentro un marco procedimental propio, por ello es
trascendental distinguir su función jurisdiccional civil.
Por otra parte, adquiere trascendencia este análisis a partir de algunos criterios
especializados expuestos por distintos doctrinarios con los cuales se coincide –entre ellos, el
profesor Meneses Pacheco—que la figura del Juzgador hace resaltar que, una cosa es, que se
produzca un aumento de los poderes procedimentales del Juez y otra muy diferente es que ese
aumento esté relacionado con aquella potestad de la que debe estar investido el juzgador, debido
ante todo, a que un Juez en materia Civil, no es un simple instructor del proceso.
Este estudio relacionado con la Justicia como valor administrado por un juez, obliga a profundizar
aspectos que tienen que ver con la asignación de facultades que derivan en la aplicación de ciertos
actos procedimentales de suma importancia para el curso de un determinado conflicto jurídico, en
ese orden no puede dejar de mencionarse a la facultad probatoria de la que está dotado un Juez.
―La Prueba debe ser considerada como el medio a través del cual el Derecho pretende
determinar la verdad de las proposiciones en el marco del proceso judicial, es decir, la verdad de los
enunciados fácticos en cuanto presupuesto normativo de aplicabilidad de las normas. Cuando esa
aproximación a la realidad indispensable para la justicia de la decisión, no develada por las partes a
través de sus pruebas, es el Juez desde su posición institucional quien debe asumir dicha tarea,
efectuando una labor complementaria del material probatorio. Entra en juego una especie de criterio
de plenitud del material probatorio de acuerdo con el cual todas las pruebas relevantes deben ser
adquiridas a iniciativa de parte o, si es necesario a iniciativa del Juez‖ 1
Si se admite ese punto de vista como elemento esencial de la función judicial, entonces se
está frente a un sistema judicial que permite producir decisiones más justas donde se respeten
plenamente los derechos subjetivos o interés legítimo de los justiciables.
Vista de esa manera la función jurisdiccional del Juez, surge de manera nítida la figura del
operador de justicia cuya intervención será tanto mayor cuando más contenido tenga el objetivo de
Justicia que se intenta conseguir.
A todo lo expuesto, debe agregarse que la prueba aportada por el Juez, lejos de buscar el
beneficio de una de las partes, tiene un interés objetivo: de hecho, no está destinada a convencer
sobre la factibilidad de la pretensión de alguna de las partes, sino que busca alcanzar dentro de los
estrictos términos en la que situaron las partes el objeto del litigio aquella verdad extraprocesal.
Tales garantías, se erigen como límites a la potestad probatoria del juzgador, precisamente
en razón a la exigencia del debido proceso y por ende constituyen un ideal regulativo de lege
ferenda y un criterio interpretativo no despreciable de lege lata que obliga al operador de justicia a
conjugar armoniosamente la norma con el debido proceso.
Pero tales presupuestos no son en sí mismos reales y efectivos, adquieren esa cualidad si se
desarrollan en el marco de la fase contradictoria del proceso, donde las partes puedan discutir sobre
la prueba ofrecida.
Otro de los rasgos que jerarquiza la función judicial es sin duda la potestad jurisdiccional de la que
está investido el Juez, en tal virtud, afirma el profesor Bordali, que la potestad del manejo de iter
procesal, está a dentro de la esfera de sus atribuciones institucionalmente configuradas.
Según el citado autor, el Juez maneja los tiempos dentro el proceso, independientemente de
la actividad que ejerciten las partes y esa potestad deriva en la actuación de oficio del juzgador
aspecto que está catalogado como uno de los principios procedimentales fundamentales dentro lo
que se ha venido en llamar el iter procesal y de esa manera se reconoce al Juez la facultad para
promover de oficio todas las medidas necesarias para impulsar el proceso.
Según todo lo enfocado en este análisis relacionado con la potestad jurisdiccional de Juez,
conviene reafirmar que en el Proceso Civil al igual que en otras áreas de la ciencia del Derecho,
requiere como condición necesaria para que la justicia esté correctamente administrada de
elementos normativos capaces de garantizar una eficiente potestad jurisdiccional de quienes tienen a
su cargo la tarea de dirimir contiendas judiciales, es decir, es necesario que el proceso se funde en la
mejor aproximación posible a la realidad empírica, aun cuando se trate de una aproximación
relativa en función de la extensión y utilidad epistémico (científica) de las pruebas disponibles.
Es fundamental distinguir que más allá de cualquier conceptualización teórica relacionada con el
Derecho, debe estudiarse el sentido del Derecho. Valoración que no es meramente teórica, de hecho
tiene implicaciones de orden práctico que permiten describir la forma como efectivamente se aplica
el Derecho en la praxis, donde la sentencia tiene importancia no solo porque pone fin a una
contienda judicial, de hecho un fallo de esa naturaleza, también define derechos en base a la sana
crítica y al leal saber.
Una sentencia, se caracteriza por ser una resolución judicial dictada por un Juez o Tribunal
que pone fin a la litis. Una descripción más amplia de la sentencia, permite comprender que se trata
de una determinación que declara o reconoce el derecho o razón de una de las partes, obligando a la
otra a cumplirla.
Pero la decisión judicial que emana de un Juez, además de sus connotaciones de orden
formal, queda sujeta a ciertos requisitos que debe reunir, en ese contexto, un fallo judicial de esa
naturaleza está sujeto a un determinado periodo de tiempo para ser dictada, debe ser congruente, de
tal manera que logre resolver todas pretensiones jurídicas que las partes invocaron a lo largo del
litigio. A propósito de este singular detalle, el profesor Bordali, en su obra ―El Debido Proceso‖
expone lo siguiente:
―El fallo no debe contener más, ni algo distinto, de lo pedido por las partes, está limitado por
los hechos alegados. Sin embargo, podría realizar una calificación jurídica diversa de la hecha por
las partes. La redacción de la sentencia corresponde al juez que la haya dictado (si se trata de un
órgano jurisdiccional unipersonal) o a uno de sus miembros, si se trata de un órgano colegiado (en
este caso, previa deliberación y votación de la sentencia por parte de los miembros del tribunal).
Una vez firmada la sentencia por el juez o por todos los miembros del tribunal, se da a conocer
mediante lectura en audiencia pública o mediante notificación por escrito a las partes. Dado que la
sentencia es una resolución decisoria, en la mayoría de los casos es posible impugnarla mediante un
recurso judicial. Cuando no es posible la presentación de ningún recurso, ya sea porque los
interpuestos han agotado la vía judicial, o porque se ha acabado el plazo para interponerlos, la
sentencia se denomina Sentencia Firme‖.3
A propósito del papel del Juez y la Sentencia en sí misma, el autor antes citado expresó el
siguiente razonamiento: La lógica juega un papel preponderante en toda actividad intelectual; pero
su función no es exclusiva. Ni el juez es una máquina de razonar ni la sentencia una cadena de
silogismos. ―Es, antes bien, una operación humana, de sentido preferentemente crítico, pero en la
cual la función más importante incumbe al juez como hombre y como sujeto de voliciones‖4.
Cuando una solución es justa a un magistrado, rara vez le faltan los argumentos jurídicos
que la puedan motivar. De hecho, el buen juez siempre encuentra el buen derecho para hacer
justicia y resolver de mejor manera los conflictos jurídicos sometidos a su jurisdicción y
competencia.
El Derecho y la tutela jurisdiccional
Siguiendo con este enfoque relacionado con la justicia y el juez, es fundamental referirse al Derecho
y a la tutela jurisdiccional, función que se halla a cargo de jueces y tribunales, quienes por mandato
legal tienen la misión de administrar justicia, en cuyo cometido emiten fallos en las diversas etapas
del proceso.
La intuición de la justicia permite priorizar el análisis de los hechos del caso y de esa manera
seleccionar los considerados relevantes y desdeñar los irrelevantes. También preside la elección de
la norma jurídica general cuyo sentido, por coincidir con el sentido de justicia inherente al caso.
La tutela jurisdiccional, no es otra cosa que resolver una contienda judicial en base a una
sentencia y en ese proceso la decisión imparcial del administrador de justicia tiene como finalidad
suprema, tutelar una determinada pretensión jurídica y a partir de ese hecho, el Derecho como
institución impone sus reglas en procura de que esa tutela sea real y efectiva.
En esa relación de causa y efecto, el juzgador que tiene a su cargo la solución de la litis,
necesariamente pondrá fin a un conflicto tomando en cuenta los elementos principales y normativa
aplicable al caso, recurrirá a la doctrina y jurisprudencia. En suma el operador de justicia, utilizará
su propia sistemática en la interpretación y aplicación del Derecho.
Un enfoque analítico desde esta perspectiva permite realizar un estudio crítico de la función del
Juez en tanto que operador de justicia y por tanto constructor de una práctica racional del Derecho.
Dicho de otra manera, el Derecho y la Justicia hallan su máxima expresión en el momento mismo
en que un juez dirime una controversia, en pleno ejercicio de su jurisdicción y competencia y brinda
la tutela jurisdiccional demandada por los litigantes.
Ahora bien, la solución de una contienda jurídica pasa por la determinación adoptada por el
juez a través de un texto que se denomina sentencia. La dimensión de una resolución judicial
fundada en Derecho fue puesta de relieve por el profesor Jiménez Asencio, en base al siguiente
punto de vista:
―Ni una sentencia se ha de escribir como el Quijote ni tampoco debe leerse como tal, lo que
no implica que deba descuidarse su redacción. La sentencia es una pieza de orden técnico o
―artístico‖, si se quiere y se toma en el sentido de que debe conformarse a las reglas del arte
jurídico; esto es lo genuino de toda sentencia, que viene a decir el derecho para el caso en la medida
en que el derecho es configurador del orden político y social. Atenidos a un juicio técnico de la
sentencia que abone su bondad por atenerse al derecho, factible es desde luego, estoy por decir que
imprescindible, establecer la crítica de las normas jurídicas a las que la sentencia se haya atenido.
Pero entonces la crítica no se ha de dirigir contra el autor de la sentencia, sino directamente contra
el derecho positivo, que deberá ser cambiado. Que un juez se atenga al derecho establecido aunque
inadecuado no puede ser objeto de crítica, sino todo lo contrario. Finalmente, conviene señalar que
las deficiencias en llevar a ejecución lo juzgado no siempre, mejor dicho casi nunca, se debe a
desidia del juez que debe llevarlo a efecto. Las carencias respecto de los medios indispensables se
deben a la Administración del Estado que, a través del Ministerio de Justicia, es la que tiene que
suministrarlos‖.6
La práctica racional del Derecho, constituye apego a los principios elementales del Derecho,
lo que establece un requisito esencial en el campo de la administración de justicia y el jurista que
oriente su trabajo apegado a tales principios, no solo que se erige en un verdadero apóstol de la
justicia, además tiene la responsabilidad de interpretar el sentido de la Justicia.
El Juez que se empeña por buscar en las leyes, las soluciones a los conflictos que debe
dirimir. Tiene la sabiduría para encontrar en ellas una salida, siempre, aun cuando la misma norma
no la contenga de modo explícito. Es su interpretación del planteamiento, que puede resolver, con
ayuda de los principios, todo tipo de conflictos que se sometan a su composición, pues tiene la
virtud de encontrar la única respuesta correcta – este punto de vista fue emitido por el profesor
Gonzáles Pérez – quien además enfatiza lo siguiente: ―Esos jueces, no obstante, son las personas
encargadas de asumir el reto que el nuevo orden significa. Con ellos se afronta los problemas de la
justicia‖7
El juez en la práctica, encara su trabajo en base a exigencias que tienen que ver no sólo con
el conocimiento del Derecho, sino también de otras disciplinas, sumando a esos factores, la
averiguación profunda de las implicaciones de todo orden que pueda tener relevancia y alternativas
de solución del caso, con la aplicación de los principios y valores que la sociedad construye
conforme a su desarrollo dinámico.
El Juez de hoy no puede ignorar que el legislador se equivoca, pero ello no significa que el
Juez, deba aplicar dicha norma en la sentencia, sino en cuyo caso deberá aplicar los valores,
principios, su prudente arbitrio, sana critica o su conocimiento intuitivo o lógico jurídico.
En lo que atañe al Derecho, la elección debe ser comprensiva, en lo posible, de todos los
elementos que lo integran (valores, principios, normas y aplicaciones). Si alguno de ellos se
sacrifica, sólo será por su contrariedad real con uno superior. Pero, además, lo que hace que la
labor del juez sea hoy más difícil y exigente que nunca; es que el Juez de la actualidad no ha de
desatender que el Derecho no sólo está compuesto por manifestaciones abstractas como las normas,
los principios y los valores. Por el contrario, la inmensa mayoría de su contenido está integrada por
presentaciones concretas: reglamentos y actos administrativos, contratos, reglamentos privados,
sentencias, en fin, situaciones jurídicas palpables inmersas en infinidad de actividades humanas que
el Juez no puede desconocer.
La práctica racional del Derecho, no es un fin en sí mismo, de hecho nace como efecto de la
intervención de los operadores de justicia y la necesidad de aplicar una norma sustantiva o adjetiva
a un caso dado y todo cuanto se produzca como fundamento para la toma de decisiones por el
juzgador debe estar recubierto de una alta dosis de racionalidad.
Lo ideal dentro la práctica judicial es indudablemente una lógica práctica racional del Juez
tiene su explicación en el sentido práctico de entender el rol del juzgador como un aglutinamiento
de presupuestos que el operador de justicia debe ir articulando al texto que elaborará en el momento
que le toque definir una pretensión jurídica.
De esa manera la doctrina reconoció que la práctica del derecho en los tribunales de justicia
estará supeditada a presupuestos semánticos -de significado- y pragmáticos -de funcionalidad
jurídica- ligados esencialmente con la Ciencia del Derecho, con la Sociología y con las personas
individual y colectivamente consideradas.
Este abordaje teórico doctrinal del sentido práctico de las decisiones judiciales, permite analizar el
rol del juez identificando su vocación desde el punto de vista de la aplicación u observancia del
presupuesto semántico en la contextualización de sus decisiones en el momento de aplicar el
Derecho para la solución de una litis.
El presupuesto semántico como requisito para una práctica racional del Derecho debe ser
entendido, como el estudio del uso instrumental del lenguaje jurídico. Esto quiere decir que el
juzgador se halla compelido a utilizar un lenguaje jurídico mediante el cual se haga comprender a
las partes el camino seguido y el resultado obtenido, es decir que debe permitir al Juez conformar
racionalmente las nociones jurídicas que usará en su veredicto.
Finalmente cabe destacar que el uso real del Derecho está básicamente dado por la adopción
consciente forzada o no, que pueda tener el juzgador, de los conceptos y contenidos normativos
concretizados en las expresiones jurídicas.
Pero eso, es apenas una pauta que obviamente es útil para tratar de evitar la existencia de
confusiones normativas. El principio de regularidad de las normas es una regla que evita que otra
norma vaya en contradicción con los enunciados propuestos por el Juez: es decir, en la praxis el
operador de justicia sabrá seleccionar la disposición normativa que se adecua al momento procesal.
Al margen de las consideraciones anteriores, la práctica racional del Derecho, además exige que el
mismo juez tenga entre sus recursos, aquellos que están orientados a sistematizar su trabajo
aplicando presupuestos de tipo social o individual, así, recurrirá a la formulación de criterios
psicológicos, sociológicos, antropológicos y en todas aquellas áreas relacionadas con la conducta
humana.
Básicamente son tres tipos de roles que el Juez debe adoptar como presupuestos para
ejercitar su función juzgadora, un rol de tipo laboral el mismo que está asignado en función a su
cargo; otro predeterminado por la función pública que desempeña y finalmente el derivado
directamente de su actividad material e intelectual concreta ejecutada con el fin de llevar a efecto su
función jurisdiccional esto es la aplicación del Derecho.
Todas aquellas apreciaciones de orden institucional relacionados con las estructuras donde
trabaja el Juez, o las funciones que desempeña como funcionario público, o finalmente el tipo de
especialización concreta en el desarrollo de sus actividades intelectuales de juzgador no constituyen
las únicas referencias en cuanto a los llamados presupuesto personales de Juez y que tienen que ver
con la práctica racional del Derecho, es también necesaria la existencia de otros presupuestos
personales e individuales del operador jurídico.
En efecto, también pesa a la hora de evaluar la función del juez expresado como una
práctica racional del Derecho, aquellos aspectos que están relacionados con la voluntad y el
interés que tenga el operador jurídico en seguir y cumplir una serie de pautas de índole científico.
―Las normas de racionalidad, como las de moralidad, de ninguna manera se ven afectadas o
invalidadas por el hecho de que la gente las viole. Esto básicamente nos lleva a dos punto sencillos
de señalar: que personalmente fuera de las observaciones de tipo psicológico, el real y efectivo
desarrollo de una serie de pautas racionales en el campo jurídico dependerá de la elección y
adopción de la racionalidad científico – jurídica y de los modelos científicos estrictos como
finalidades a conseguir, alcanzar y mantener en el campo jurídico, por parte de los participantes de
esta labor.‖ 9
Otro aspecto que se puso de relieve a lo largo del presente capítulo, es aquel relacionado con
algunas acciones propias del Juez, particularidades que se fueron hilvanando como resultado de la
experiencia del investigador, en ese orden, lo que se teorizó en este trabajo de investigación son
aspectos relacionados con el panorama jurídico, con diferentes enfoques, interpretaciones y
resultados.
En todo este complejo espectro, es importante hacer constar que en toda colectividad y en su
derecho, lo racional y lo irracional, constituyen en la práctica, una mezcla indisoluble y siempre
variable y las decisiones judiciales, que traducen y aplican a una situación concreta los dictados
abstractos de la Ley pasa a ser un atributo del Juez.
En el capítulo 1, se hizo relación de la teoría y la práctica de la función del juez o tribunal en
materia civil y sus características esenciales de su accionar con el Derecho (aplicación de leyes y
de jurisprudencia) en dirección hacia la justicia (toma de opción por la justicia). En el siguiente
capítulo se expondrá el diagnóstico de realidad teórica jurídica y de la realidad del problema del
incumplimiento de contrato de obra o servicio con responsabilidad hasta de cinco mil bolivianos.
Diagnóstico del problema: ineficacia del procedimiento civil para impartir justicia en
controversias jurídicas emergentes del incumplimiento de un contrato de obra o prestación de
servicio
Otro hecho destacable en este tipo de actos jurídicos, es que los pactantes a menudo utilizan
cláusulas compromisorias simples donde la autonomía de la voluntad de las partes contratantes
también los induce a prescindir de ciertas condiciones y resumen su relación contractual a la
obligación de ejecutar una obra a cambio de una determinada contraprestación.
Esa relación simple y sin mayores compromisos para los pactantes, en la actualidad, se
convirtió en una fuente generadora de las mayores injusticias para los contratantes, quienes ante la
falta de un mecanismo procedimental adecuado no encuentran soluciones prontas y oportunas para
la solución de controversias que se generan como efecto de un eventual incumplimiento de contrato.
En ese contexto, cabe hacer resaltar que un instituto jurídico como el Contrato de Obra, en
sus efectos no puede quedar reducido solo a la voluntad de los pactantes, como toda relación
contractual, también debe dotársele de un procedimiento ágil y expeditivo capaz de asegurar a los
titulares de este tipo de contratos la mediación de la justicia ante la presencia de un hecho
controvertido.
Este instituto jurídico, se halla normativamente regulado por el Código Civil Boliviano en su parte
sustantiva. La estructura legal que sustenta este ámbito del Derecho Civil, presenta sus
particularidades propias que lo convierten en un área especializado no sólo por los sujetos que
deben intervenir en esta clase de relación contractual, pues además, es también singular para el
Derecho y la Justicia, la naturaleza de la contraprestación que debe hacer efectivo el contratista.
Visto de esa manera el Contrato de Obra, motivo de este trabajo de investigación, importa
hacer resaltar que es bien diversa la consideración del concepto mismo del contrato, de la
autonomía privada, del consentimiento y de muchos otros factores, según se analice desde la
perspectiva del contrato tradicional o de otras formas como la Standard por ejemplo.
En ese contexto, una descripción textual de las disposiciones que regulan los llamados
contratos de obra, hará posible conocer en forma precisa el campo donde se origina este tipo de
vinculación contractual y ese análisis permitirá justificar la hipótesis propuesta. En tal virtud, será
pertinente desarrollar un adecuado análisis de la actual normativa que regula el contrato de obra o la
prestación de un servicio u oficio y que se hallan contenidas en el Código Civil Boliviano.
Tiene notable relevancia para el presente trabajo, desarrollar un análisis del actual sistema legal que
regula la vigencia de los contratos de obra o prestación de servicios en el sistema legal boliviano,
esa aproximación teórica permitirá exponer los elementos definitorios y descriptivos de la relación
contractual que se origina a partir de la suscripción de un pacto de esa naturaleza y cuales los
aspectos conflictivos que se originan por un eventual incumplimiento de los mismos.
Los diferentes preceptos legales que sirven de estructura al Instituto Jurídico de los llamados
contratos de obra en el Código Civil Boliviano, son los siguientes:
―I.- Por el contrato de obra el empresario o contratista asume, por si solo o bajo su dirección e
independientemente, la realización del trabajo prometido a cambio de una retribución
convenida.
II.- El Objeto de este contrato puede ser la reparación o transformación de una cosa, cualquier
otro resultado de trabajo o la prestación de servicios.‖
A propósito de esta particularidad el Dr. Walter Gumucio, en su obra Código Civil, expone
el siguiente comentario:
―El contrato de obra llamado también de locación de obras es un contrato por el cual una de
las partes se obliga a hacer alguna cosa para la otra y sin subordinación frente a ésta, todo mediante
un precio en dinero. Locación de obra es un contrato por el cual una de las partes denominada
locador de obra que puede ser empresario, constructor, contratista, profesional liberal, autor, artista,
se compromete a alcanzar un resultado material o inmaterial asumiendo el riesgo técnico o
económico, sin subordinación jurídica y la otra parte denominada el locatario de la obra que puede
ser el dueño, propietario, comitente, patrocinado, cliente, se obliga a pagar un precio determinado o
determinable, en dinero. En el Derecho moderno se denomina contrato de obre o de empresa; el que
ejecuta la obra se llama empresario y el que la paga, dueño de la obra o comitente. El contrato de
obra presenta los siguientes caracteres: 1) es bilateral porque origina obligaciones a cargo de ambas
partes; y por lo tanto oneroso; 2) es consensual porque no requiere para su celebración ninguna
formalidad, salvo casos de excepción; 3) es de tracto sucesivo, porque se supone que las
contraprestaciones recíprocas son aproximadamente equivalentes.‖10
En este tipo de actos jurídicos lo que en realidad sobresale no es la cuantía o el monto que se
contrata, de hecho la prestación y la contraprestación emerge como condición objetiva de la
relación contractual.
―Cuando las partes no han convenido en el monto de la retribución que debe pagarse al contratista
ni en el modo de determinarlo se los establece sobre la base:
1) De las tarifas vigentes o de los usos cuando se trata de servicios prestados por personas que
ejercen una profesión u oficio.
―I. La retribución debe ser hecha a la conclusión o entrega de la obra si no se hubiera convenido
otra cosa.
II. Sin embargo, cuando para el ejercicio de una actividad la ley requiere estar habilitado por un
título profesional, quien preste servicio sin llenar ese requisito no puede exigir retribución
alguna.‖
Se trata de otra regla que limita la autonomía de la voluntad de las partes y aclara las
condiciones que deben reunir los sujetos contratados para la ejecución de una determinada obra o la
prestación de un servicio u oficio.
―I. La provisión de la materia necesaria para la realización de una obra será hecha por el
contratista o por el comitente según convenio de partes.
La elocuencia del precepto contenido en el artículo antes citado, permite confirmar que este
instituto jurídico presenta la particularidad de que los resultados del acto contractual puede estar
sujeto a la voluntad de las partes o interpretarse conforme a esta regla, o finalmente se deriva a los
usos y costumbres como medio destinado a dilucidar una determinada situación contractual
relacionada con la provisión de materiales.
Artículo 737 (variación al proyecto).
II. El comitente puede disponer variaciones en el proyecto siempre que su monto no exceda
a la quinta parte de la retribución total convenida. En este caso el contratista tiene derecho a un
aumento proporcional en la retribución.‖
Se trata de otra medida legal con una enorme carga protectiva hacia la fuerza laboral, no
permitiendo que la autonomía de la voluntad de las partes cobre primacía para afectar intereses de
los pactantes.
―I. El comitente tiene derecho a controlar, a su cuenta, los trabajos de realización de la obra.
II. Cuando comprueba que no se la ejecuta conforme al convenio o a las reglas del arte
puede fijar un término para que el contratista se ajuste a tales condiciones y si no le hace puede
pedir la resolución del contrato, quedando a salvo el derecho del comitente al resarcimiento del
daño.‖
Según este precepto legal la resolución de un contrato de esta naturaleza, no está librada
exclusivamente a los términos del contrato, pues además adquieren influencia otros factores ligados
a la profesión o el arte del contratista. En tal caso la norma enseña que las partes fijarán un término
para que el contratista se ajuste a tales factores.
―La disposición del artículo anterior es inaplicable al caso en que el contrato no genera una
obligación de resultado sino de medios, como los servicios de un profesional liberal, salvo que éste
autorice el control.‖
En base a esta disposición legal se especifica una condición particular que debe primar entre
el comitente y el contratista cuando se trata de la prestación de un servicio por un profesional. De
esa manera una vez más se establece un límite a la autonomía de la voluntad y se deja en evidencia
el carácter protectivo de la norma, respecto a las condiciones que se establece como efecto de una
relación de trabajo.
―Si los aumentos o disminuciones en el valor de los materiales o de la mano de obra son mayores a
la décima parte de la retribución total convenida y derivan de circunstancias imprevisibles, dan
lugar al reajuste en la retribución; el cual puede ser acordado sólo en cuanto a aquella diferencia que
exceda de la décima parte.‖
La retribución es un término propio del Derecho Laboral, que en esta disposición normativa
se ha incorporado con la finalidad de regular la relación contractual de los pactantes, quienes deben
observar esta regla, cuya finalidad no es otra que evitar excesos en cuanto a la prestación y la
contraprestación.
Artículo 741 (responsabilidad por vicios o por falta de cualidades de la obra).
―I. Cuando la obra adolece de vicios o no reúne las cualidades prometidas, el contratista debe, a su
costa, eliminar tales vicios o dotar la obra de las cualidades convenidas y resarcir el daño
ocasionado por su culpa.
II. Si los vicios o la falta de cualidades hacen la obra impropia para el uso a que está
destinada, el comitente puede pedir la resolución del contrato.‖
Esta exigencia contractual, es una regla propia al campo del Derecho Civil que le da entera
vigencia a la autonomía de la voluntad de las partes en contratos de obra exclusivamente.
―I. Si, siendo los vicios conocidos o reconocibles, el comitente recibe la obra, el contratista no es
responsable de ellos.
Siguiendo con este análisis, es pertinente destacar que la normativa establecida para la
regulación de este instituto jurídico también cumple la finalidad de legislar aspectos relacionados
con la recepción de la obra, acto jurídico que está sujeto a un marco específico y no exclusivamente
a la voluntad de los contratantes.
―Cuando un edificio se arruina, en todo o en parte, por vicio del suelo o por defectos de la
construcción, o presenta evidente peligro de ruina, el contratista responde, si ha lugar, frente al
comitente y a sus causahabientes dentro del término de tres años contado desde la entrega formal de
la obra‖.
El precepto contenido en este artículo, constituye una medida legal relativamente flexible,
característica que se ha observado en toda la estructura legal de este instituto jurídico.
―Si la ejecución de la obra se ha hecho imposible por una causa no imputable a ninguna de las
partes, el comitente debe pagar al contratista por la parte de la obra realizada en proporción a la
remuneración total convenida y dentro de los límites en que para él la obra es útil‖.
De esta manera se dejó normativamente protegida la fuerza laboral del contratista que frente
a una contingencia sobreviniente, le está reconocido el trabajo desplegado, empero no solo para él,
sino que la protección legal es para ambas partes, ante la existencia de condiciones que no las
atingen, sino que no son atribuibles a ellas.
―I: Si, por causa no imputable a ninguna de las partes, la obra perece o se deteriora sin estar en mora
el comitente, la pérdida es a cargo del contratista cuando éste ha proporcionado la materia.
II. Si la materia ha sido proporcionada por el comitente, el perecimiento o deterioro de la
obra está a su cargo en cuanto a la materia proporcionada y al del contratista en cuanto al trabajo.‖
―I. El comitente puede rescindir unilateralmente el contrato, aún cuando se haya iniciado la
obra, resarciendo al contratista los gastos y trabajos realizados y la falta de ganancia.
II. El contratista puede también rescindir unilateralmente el contrato por justo motivo, con
derecho a ser rembolsado por los gastos y a la retribución por la obra realizada, y siempre que no
cause perjuicio al comitente‖.
De esta manera queda incorporada otra norma específica destinada a garantizar la mano de
obra del contratista, cuando cualquiera de los pactantes toma la determinación de resolver el
contrato.
Ese hecho real, constituye para el Sistema Procesal Civil boliviano un lastre que se fue
acentuando conforme al devenir del tiempo, dejando a su paso huellas de injusticia para los
pactantes de este tipo de contratos que por su naturaleza, están adecuados a una cuantía que en la
mayoría de los casos no pasa de cinco mil bolivianos, realidad que no permite a los sujetos
contratantes judicializar los conflictos emergentes por el incumplimiento de un contrato, porque una
demanda resulta onerosa para un artesano, en términos de tiempo y recursos económicos.
2.2.1. La Norma Procesal Civil Boliviana: su grado de aplicación en la solución de conflictos
originados por el Incumplimiento de contratos de obra o prestación de servicios
En efecto, en base a todo ese marco normativo entra en funcionamiento el Sistema Procesal
Civil, donde el Órgano Judicial tiene a su cargo la administración de justicia y de esa manera el
proceso en sí adquiere trascendencia. A propósito de esta particularidad el doctor Decker Morales,
emite el siguiente criterio:
―En la sustanciación del proceso, estamos convencidos que el juez ni las partes actúan
arbitrariamente, por el contrario, están reguladas por las normas procesales. Por eso, el proceso
tiene un contenido orgánico que permite examinarlo desde dos puntos de vista: el uno en su forma
estática, o sea la estructura y los elementos; el otro dinámico, o sea, su aspecto funcional‖11
Dentro este espectro jurídico, indudablemente la norma procesal civil constituye la base
esencial para que el juez pueda definir derechos, por eso es esencial que cada instituto jurídico
cuente con normas apropiadas, que le permita al operador de justicia contar con los instrumentos
idóneos para encausar una correcta administración de justicia.
En esta clase de instituto jurídico, los Contratos de Obra de Prestación de Servicios u Oficio,
cuya existencia está sujeta a una normativa sustantiva específica en el Código Civil Boliviano,
ingresan al tráfico procesal solo en base a una forzada adecuación a normas procedimentales
estructuradas para los procesos sumarios o sumarísimos, actos jurídicos que no necesariamente
facilitan la solución de controversias emergentes del incumplimiento de ese tipo de contratos debido
a que ese tipo de juicios están sujetos al sistema procesal escrito.
2.2.2. Características del actual procedimiento civil: Su aplicación práctica para la solución de
controversias jurídicas emergentes del incumplimiento de un contrato de obra
Esa forma atípica que caracteriza a esta clase de relación contractual, no está sujeto a un
procedimiento especial para la solución de las controversias jurídicas que se presentan como efecto
del incumplimiento de un contrato de obra, ese aspecto dificulta para una administración de justicia
en términos de oportunidad y perentoriedad.
Toda esa disposición normativa, está orientada a normar la estructura que tendrá a su cargo
de la solución de controversias, al mismo tiempo que establece reglas a fin de que el Órgano
Judicial administre los Procesos en General.
Libro Segundo, en este apartado, se clasifican los procesos en: Proceso Ordinario; Procesos
Sumarios y Sumarísimos.
Esa configuración de la parte normativa relacionada con los procesos civiles, conforman un
procedimiento escrito donde es enteramente dificultoso llevar adelante la sustanciación de casos
relacionados con los llamados contratos de obra o prestación de servicios u oficio, en rigor debido a
que los sujetos pactantes casi generalmente son artesanos y los montos contratados en este tipo de
ocupaciones alcanzan hasta cinco mil bolivianos, los interesados no judicializan el conflicto y
recurren a otras forma de solución extra judicial.
Libro Tercero, regula los Procesos de Ejecución, se trata de un instituto jurídico creado para
resolver conflictos jurídicos emergentes de aquellos actos o contratos mediante la que se establecen
obligaciones para los deudores en base a un título ejecutivo.
Libro Cuarto, establece reglas para la sustanciación de los llamados Procesos Especiales, entre los
que figuran: el Proceso Concursal; los Interdictos; el Desalojo; los Procedimientos Voluntarios;
Procesos Arbitrales; Procesos de Responsabilidad; Procesos y Recursos Previstos en la Constitución
Política del Estado.
De esa gran cantidad pocos comentan que intentaron acudir a la vía judicial para resolver
controversias legales emergentes del incumplimiento de contrato de obra o servicios, pero que
no lograron llegar al estado de sentencia debido a que las partes decidieron arribar a una
transacción o en su caso lo abandonaron.
Las causas por las que no recurren a la vía judicial, -mencionan los dirigentes y personas
particulares- que era una pérdida de tiempo y el costo que representa sostener un juicio no
compensa con el monto litigado.
Juzgado primero en lo civil 689 casos, de los cuales ninguno contempla procesos por
incumplimiento de contrato o de obra de servicio hasta cinco mil bolivianos con sentencia.
Juzgado segundo en lo civil 680 casos, de los cuales ninguno contempla procesos por
incumplimiento de contrato o de obra de servicio hasta cinco mil bolivianos con sentencia
ejecutoriada.
Juzgado tercero en lo civil 678 casos, de los cuales ninguno contempla procesos por
incumplimiento de contrato o de obra de servicio hasta cinco mil bolivianos con sentencia
ejecutoriada.
Todo lo que permite colegir que no se recurrió a los juzgados de instrucción en lo civil para
la solución de los problemas de incumplimiento de contrato de obra o de servicio con
responsabilidad hasta cinco mil bolivianos. Toda vez que podían hacerlo, tomando en cuenta la
previsión de la Constitución Política del Estado anterior y la actual en lo referente al órgano
judicial, la Ley de Organización Judicial y la Circular de la Corte Suprema de Justicia de fecha 6 de
abril de 2004, que establece que la jurisdicción y competencia de los juzgados de instrucción en lo
civil comprende procesos judiciales de 1 a 80.000 bolivianos; y de 80.000 más 1 boliviano a los
juzgados de partido en lo civil.
2.4. Por qué debe adecuarse el procedimiento para la solución de conflictos por
incumplimiento de un contrato de obra a un sistema oral civil
La naturaleza de los contratos que se pactan para la ejecución de obras o prestación de servicios, el
resultado del trabajo de campo realizado y la experiencia del investigador, constituyen los
fundamentos fácticos que permiten justificar el por qué es necesario establecer un sistema oral para
la solución de controversias emergentes de contratos de este tipo.
Ahora bien, si está adecuadamente establecido el por qué y para qué del presente trabajo de
investigación, es fundamental poner de relieve las características del sistema legal procesal civil,
conocimiento que permitirá demostrar que sí es factible establecer un mecanismo de solución de
controversias por incumplimiento de un contrato de obra o prestación de servicio, en base a un
procedimiento oral.
Encuadrar este análisis relacionado al funcionamiento del sistema procesal oral en materia civil,
obliga en principio a la realización de un estudio pormenorizado de los principios procesales, los
mismos que son de inexcusable observancia a la hora de aplicar el Derecho.
Servir de bases previas al legislador para estructurar las instituciones del proceso en uno u otro
sentido; pero no solo eso, también adquiere trascendencia porque los principios procesales,
deben ser aplicados.
Facilitar el estudio comparativo de los diversos ordenamientos procesales vigentes y los que
rigieron en otras épocas;
Esa versión doctrinal, pone en evidencia la importancia de los principios procesales, razón
por la que su estudio para el presente trabajo de investigación constituye un aporte teórico
trascendental, pues a partir de la descripción de toda la gama de principios que sustentan al proceso
civil se puede comprender la necesidad de implantar un sistema oral en la legislación boliviana
destinada a encauzar un procedimiento alternativo para la solución de conflictos legales emergentes
del incumplimiento de contratos de obra y de prestación de servicios u oficio.
Lo que hasta aquí se expuso, tiene la finalidad suprema de encaminar esta investigación
haciendo resaltar, la importancia de la norma procesal civil, su carácter principista y cual su utilidad
para casos específicos donde el conflicto legal se manifiesta como efecto de obligaciones de menor
cuantía, producto de la ejecución de una obra o la prestación de un servicio.
Principio Dispositivo
El amplio apoyo doctrinal seleccionado para sustentar la parte teórica del presente trabajo de
investigación permite realizar una adecuada descripción de este principio, en tanto que fundamento
básico para identificar el Derecho Privado que se tutela a través de la normativa civilista.
Dentro esta valoración de fin específico del Principio Dispositivo, no puede dejar de
mencionarse que la autonomía de la voluntad de los individuos marca su finalidad específica, de ahí
que la actividad jurisdiccional de la persona, sólo puede iniciarse a pedido de parte.
El particular actúa libremente para individualizar el interés que le impulsa para reclamar por
su derecho. La determinación del objeto del proceso, está a cargo de la persona que quiere hacer
valer su pretensión jurídica. Finalmente, el Órgano Jurisdiccional debe ser congruente al
momento de resolver intereses privados de las partes.
Es clara la normativa procesal civil así como la propia jurisprudencia cuando señalan que en esta
materia, la disponibilidad del derecho material corresponde a las partes. Dicho de otra manera,
cuando se trata de resolver un interés privado el juzgador no debe ir más allá de lo que desean las
partes.
A propósito de esta particularidad que se halla expresada en el Principio de referencia, el
Doctor Morales Guillén, en su clásico libro sobre el ámbito civil, enfatiza que mediante este
principio, las partes delimitan el ―Thema Decidendum”, por el que el Juez, no puede fallar más
allá de lo pedido por las partes, de hacerlo corre el riesgo de pronunciar una decisión más allá de lo
pedido. Pero tampoco puede omitir pronunciamiento sobre algunos de los puntos propuestos.
En suma un juez puede apartarse de los planteamientos jurídicos de los litigantes, cuando los
considere erróneos, pero no de los hechos y razones que exponen como fundamento fáctico de sus
pretensiones. Por eso se habla de la vinculación del Juez a la pretensión.
Se trata de dos enunciados que predominan en el vocabulario del jurista, toda vez que será esta
autoridad jurisdiccional quien debe cuidar que exista una relación inmediata entre las pretensiones
de las partes y la resolución judicial que emerge en el proceso y que se conoce como sentencia.
A modo de complementar lo señalado por el autor antes citado, es oportuno enfatizar que
efectivamente esas premisas se utilizan para realizar una cautelosa síntesis de los actuados, para
luego emitir un pronunciamiento sobre lo que se litigó ni más, ni menos.
Principio de bilateralidad.
Principio de Contradicción
Es obvio que el principio de bilateralidad se atenúa en procesos especiales tales como los
interdictos o los juicios ejecutivos y/o coactivos, casos en los que el juez tiene la potestad de intimar
a una de las partes a tiempo de admitir la demanda, esto debido a que los títulos ejecutivo y
coactivos por determinación legal adquieren la condición de una sentencia extrajudicial.
En ese contexto el principio de economía procesal resulta ser uno de los propósitos que
orienta el trabajo del juez. Este principio hace resaltar que está inspirado en la concepción tan
divulgada y aceptada por la población de que ―la justicia que tarda, no es justicia‖.
El carácter principista de la norma procesal civil, no emerge de un inusitado trazo doctrinal, esa
cualidad está ampliamente difundida como resultado de la práctica jurisdiccional que se va dando
en el tiempo y los juzgadores tienen a su cargo, hacer de esos principios su más valiosa
herramienta.
Comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin
de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualesquier tipo de acto emanado del
Estado que pueda afectar sus derechos.
Una de las aspiraciones más notables de la justicia administrada, indudablemente tiene que
ver con el principio del debido proceso, máxima procesal al que todo sujeto aspira y que el sistema
judicial a través de sus instancias correspondientes, está llamado a garantizar.
Principio de igualdad
El principio de igualdad, desde el punto de vista jurídico tiene un enorme significado para las partes
que intervienen en un juicio. Se trata de un principio que asegura la igualdad de los sujetos
procesales, permitiendo que tengan las mismas oportunidades de atacar y defenderse, dicho de otra
manera que sean tratados procesalmente de la misma manera.
En ese orden, quienes intervienen en el proceso no gozan de privilegio o fuero alguno ante el
juzgador, será esa autoridad quien se encargue que los contendientes tengan los mismos derechos,
las mismas posibilidades y cargas procesales
En suma al estar ubicadas las partes en igualdad de condiciones, queda plenamente ratificada
que ante la majestad de la Ley, nadie es más ni menos, precisamente en atención a ese principio el
operador de justicia está compelido a que ese principio tenga preeminencia en el proceso civil, por
lo que debe esforzarse por mantenerlo vigente en todo momento.
Se recomienda en atención a este principio que el Juez, debe hacer un esfuerzo por
mantenerse equidistante, sin favorecer con su actuación a ninguna de las partes –este punto de vista
fue emitido por el profesor Alvarado – por lo que a juicio del indicado doctrinario: ―No debe, pues
de otro modo arriesgar su propia función jurisdiccional‖15
Otro principio que está estrechamente vinculado al proceso civil es el de oralidad y escritura, su
aplicación está en función a que predomine la forma oral o escrita en un determinado sistema
procesal.
Principio de inmediación
Se caracteriza porque hace posible el contacto directo entre el Juez, las partes y demás sujetos
intervinientes en el proceso. La inmediación adquiere su categoría como elemento valioso en el
sistema procesal civil a partir de la potestad jurisdiccional que ostenta el Juez, que no admite
intermediación alguna para conocer y resolver un caso sometido a su competencia.
La inmediación está prevista como obligatoria e irrenunciable y lo está bajo pena de nulidad
absoluta en muchas legislaciones del mundo. La inmediación especialmente en primera y segunda
instancia, impone al juez o tribunal la obligación de tomar personalmente la audiencia de recepción
de prueba.
La concentración y dirección se hallan íntimamente ligadas al proceso mismo, en tanto que actos
procesales protagonizados por partes y el Juez, aparecen concentrado en uno solo. Se encarga de
aproximar los actos procesales uno con otros, así, en una misma audiencia pueden recepcionarse
pruebas, intentar conciliación, es decir resolver todo cuanto se proponga en esa oportunidad.
Para ejercer este principio, el juzgador está investido de suficiente autoridad para tomar
determinaciones tendientes a garantizar el buen desenvolvimiento de las actuaciones procesales en
el menor tiempo posible, evitando en su caso, discusiones impertinentes, ajenas a las relaciones
procesales o intrascendentes no orientadas al esclarecimiento de la verdad de los hechos
controvertidos.
La doctrina se refiere a este principio como el de autoridad del Juez, para contraponerlo al
papel de mero espectador del proceso puesto que dicha autoridad jurisdiccional es el Director del
proceso. Se trata de una potestad reglada reconocida al Juzgador.
En virtud de este principio los jueces adquieren facultades suficientes para resolver in limine todas
aquellas cuestiones susceptibles de entorpecer el pronunciamiento sobre el fondo de la causa o
determinar en su caso, la inmediata finalización o la abreviación del proceso y se concluya de
manera oportuna.
“Este principio permite al juzgador revisar y sanear el proceso en cualquier etapa, de manera
que se puedan evitar nulidades o dictar sentencia sin pronunciamiento en cuanto al fondo.
Cuestiones de forma (competencia y capacidad, integración de la litis consorcio) son ejemplos
típicos del saneamiento del proceso. Además, por este principio el órgano judicial tiene la
obligación de ordenar de oficio que se subsane cualquier acto procesal que tenga algún defecto y
omisión, como disponer de oficio toda diligencia o trámite que fuere necesario para evitar
nulidades‖.16
Por otra parte, es también esencial considerar que en el proceso judicial el Estado y la
sociedad están vinculados a la eficacia y rectitud del mismo, en ese orden, es de sumo interés para
los nombrados que la actividad misma se enmarque a un plano razonable de rectitud, buena fe y
lealtad, de manera que quede eliminada cualquier inmoralidad procesal.
El profesor De Santo, citado por Cortez Domínguez, con relación a la eficacia del principio
de moralidad procesal expone lo siguiente:
―Obliga a los jueces a prevenir y sancionar todo acto contrario al deber de lealtad, probidad
y buena fe. Autoriza al juez a tiempo de pronunciar sentencia, declarar la malicia o temeridad que
hubiesen incurrido las partes o profesionales intervinientes en el proceso. Impone al juez, remitir
antecedentes a la justicia penal cuando resultare probada la connivencia o colusión. Autoriza la
imposición de sanciones pecuniarias, compulsivas y progresivas tendientes a que las partes cumplan
los mandatos judiciales y sanciones conminatorias a terceros‖.17
Lo que precede, es una gran lección al Derecho que el juzgador debe tomar en cuenta a la
hora de asumir decisiones judiciales pertinentes.
El funcionamiento de la norma procesal civil, está bajo una férrea influencia de los principios
procesales de inexcusable aplicación, dicho de otra manera, esos enunciados de validez procesal,
condicionan el comportamiento de juzgadores y partes intervinientes en un determinado proceso
judicial.
En esa línea de análisis, no es exagerado señalar que el proceso, es un organismo sin vida
propia, avanza al tiempo que se construye como efecto del camino que recorre en el proceso de
realización conforme a los actos procedimentalmente ejecutados por las partes y el Juez. Toda esa
fuerza que mueve al proceso se llama impulso procesal.
Este principio permite poner un límite en el tiempo a los actos procesales y al principio de
preclusión, que establece un orden entre los mismos e impide su regresión, haciendo posible el
desenvolvimiento de la relación procesal. Se conocen tres modos de impulsar el procedimiento: a
iniciativa de las partes; por determinación judicial, o por mandato legal.
El principio de la eventualidad puede caracterizarse como aquél en cuya virtud todas las alegaciones
que son propias de cada una de las etapas preclusivas en que se parcela el proceso deben deducirse
en forma simultánea y no sucesivamente.
El principio de preclusión que viene a ser un instrumento útil para el juzgador, se caracteriza
porque dentro de las distintas fases o tiempos del proceso, se encamina un acto procesal concreto,
de tal manera que si la parte no lo realiza oportunamente pierde la posibilidad de realizarlo.
Así, la ley marca por ejemplo, un plazo para contestar a la demanda y si el demandado no
aprovecha la posibilidad que le concede la ley, no podrá ya realizar las alegaciones propias de la
contestación a la demanda; y lo mismo cabe decir de la proposición de prueba o de cualquier otro
acto con contenido propio.
Principio de publicidad
Se coincide con varios jurisconsultos extranjeros y bolivianos –entre ellos Pantaleón Dalence-- que
afirman que la justicia es tardía, es otra forma de injusticia. La justicia pronta y oportuna constituye
una aspiración al que quieren llegar los litigantes y el propio sistema judicial, sin embargo esa
posibilidad en forma total, aún es remota conseguirla en la realidad jurídica boliviana.
De hecho el sistema procesal civil, aún se halla muy lejos de alcanzar ese objetivo,
principalmente porque no existen perspectivas de sistematizar un régimen oral ni siquiera para
aquellos juicios de menor cuantía que para la judicatura constituye una importante carga procesal.
Basado siempre en esa experiencia, se puede afirmar que la judicatura en el campo civil, a
diario debe conocer, sustanciar y resolver litigios relacionados con problemas de posesión,
propiedad, contratos, sucesiones, interdictos, y todas aquellas que por imperio de la normatividad
sustantiva y adjetiva es de competencia de los jueces de la materia conflictos jurídicos que se tornan
lentos, pesados y costosos, que ni duda cabe casi siempre violentan la convivencia social por la
ambigüedad y a veces indefinición de los derechos de las partes en litigio.
Superar ese panorama sombrío, implica buscar alternativas que permitan adecuar los
conflictos legales en materia civil a un sistema oral. Para poder medir la factibilidad de una
propuesta de esa naturaleza, obliga en principio realizar un análisis teórico de la oralidad en materia
civil, para que a partir de ese estudio se pueda sustentar con absoluta precisión las ventajas de ese
tipo de sistema procesal.
El ajuste de un sistema a otro, conlleva una serie de contratiempos, sin embargo el actual
funcionamiento del sistema judicial tiene sus enormes reparos principalmente por la considerable
carga procesal que obliga a los operadores de justicia civil proponer alternativas de solución y de
esa manera tratar de superar un modelo procesal profundamente escrito, claro está, atendiendo al
excesivo e injustificado tiempo que de ordinario debe transcurrir desde el comienzo del proceso
hasta el logro de una resolución eficaz, vale decir, con capacidad de producir transformaciones
reales en las vidas de quienes acudieron a tribunales.
Ese tipo de transformación tiene que estar fundado en la necesidad de encontrar soluciones
inmediatas a las demandas civiles promovidas en aquellos casos donde la cuantía es menor de tal
forma que el Juez, tenga la oportunidad de resolver en forma inmediata algún derecho reclamado,
en ese orden la reforma procesal que se propone, debe saber introducir el modelo de proceso civil
por audiencias, donde el predominio formal sea de la oralidad.
Uno de los puntos más relevantes a abordar en esta señalada reforma procesal civil está
ligado con la necesidad de poner fin con la extendida imagen o sensación de una Justicia lejana y
distante, donde el juez aparentemente figura y se sitúa al final de los dilatados trámites que
comprende el proceso civil actual.
Dada las experiencias que se dieron en otras legislaciones resta decir que el modelo oral
estructura el trabajo jurisdiccional, de modo que cada asunto puede ser mejor seguido y conocido
por el tribunal desde su inicio, cuestión especialmente relevante en lo que se vincula con la práctica
y valoración de la prueba.
A través de esta apretada síntesis, es posible sostener que en un sistema oral la inmediación
es completamente efectiva e inexorable, lo que en gran medida permitiría cambiar el
comportamiento jurisdiccional del Juez.
Finalmente cabe reflexionar que en este estudio se intenta seguir dos líneas fundamentales.
En primer lugar, realizar un diagnóstico y explicación de la situación actual real en relación con el
punto que a este trabajo interesa y en segundo lugar, se analizará el modelo de juez que se requiere
para un régimen procesal oral como el que se postula, asimismo, se hará resaltar la real importancia
de la inmediación judicial en las decisiones que debe realizar el juzgador, donde queda descartada la
conveniencia de la asunción de posiciones doctrinales que atentan tanto con la imparcialidad y
neutralidad del juzgador como contra la razonabilidad que al final, debe imponerse si se atiende a
los dictados de la experiencia práctica.
Según el actual sistema procesal civil boliviano vigente, constituye una regla formal la
escritura. De hecho, el protagonismo del expediente no cuenta con unos contrapesos efectivos, ni
aún en aquellas instancias o procedimientos en los cuales el legislador pretende la introducción de
mayores grados de oralidad.
El actual sistema procesal como no podía ser de otra manera, también dio forma a los jueces
quienes están inmersos en un modelo procesal que por un lado claramente privilegia la excesiva
acumulación de papeles y resoluciones judiciales y por el otro no valora en su verdadera dimensión
la concentración procesal y la inmediación judicial, dos principios sumamente importantes.
Esta situación, que puede calificarse de estructural, vale decir, proveniente del diseño formal
escrito que recoge la norma procesal civil, debe entenderse como la causa fundamental del modelo
de juzgador con la que hoy cuenta el sistema boliviano y se hace visible en la mayoría de los casos
sólo al momento de dictar la sentencia.
Es innegable que el actual sistema procesal al estar estructurado para su aplicación en forma
escrita conlleva una profunda disgregación y desconcentración de los juicios civiles por su excesiva
duración, donde es posible advertir que el juzgador no es visible durante el curso de los procesos
sino en los momentos previos a la dictación de la sentencia.
La forma escrita, para casos donde se tiene que dilucidar conflictos por actos o contratos de
menor cuantía, no se muestra como una eficiente regla, debido fundamentalmente que la fórmula
escrita del juicio apunta en la dirección contraria a la que aparece como la más razonable,
conveniente y útil en términos de celeridad concentración e inmediación, donde la fase probatoria
en gran medida exige un contacto directo y frontal del juez con las partes y sus distintos medios de
prueba.
De hecho, por el diseño que impone la estructura escrita y desconcentrada del actual sistema
procesal boliviano, resulta prácticamente imposible que los jueces puedan dictar la sentencia con el
recuerdo cercano de la prueba rendida.
Todo transcurre lentamente, en los tiempos que requiere el proceso escrito, de forma tal que
cuando la causa llega al estado de dictar la sentencia, el juzgador que, prescindiendo de
intermediarios, sí se ha dado el trabajo y tomado el tiempo de presenciar la práctica de las pruebas
habrá debido fallar entretanto ya varios casos de variada complejidad, razón por la cual la mayoría
de las veces habrá olvidado lo que presencio y escucho directamente en persona, quedando
constreñido a la constancia escrita que figura en los actuados.
En síntesis, vale confirmar que el dominio estructural de la escritura hace surgir en los
jueces el convencimiento de que no es importante el contacto directo con los elementos que
componen la causa, especialmente con los medios de prueba testifical, ya que todos sus resultados
deben ser consignados en actas y serán éstas las únicas que deban utilizarse para pronunciar la
decisión.
Finalmente cabe hacer resaltar que en el sistema procesal escrito, la figura del Juez no
trasciende tan nítidamente, en los hechos, prácticamente el juicio entero, desde la demanda hasta la
sentencia, puede transcurrir en primera instancia sin que las partes, ni siquiera sus abogados, se
enfrenten en ningún momento con el juez ni éste por consiguiente los vea ni escuche.
Visto de esa manera, el modelo escrito de los procesos civiles constriñe en forma
desmesurada la actividad del Juez, quien adquiere relevancia al momento de dictar sentencias y
resoluciones. Lo cierto es que el verdadero culpable de estos problemas debe buscarse en la
estructura del sistema escrito que hace inviable una compaginación real con la inmediación judicial.
Por todo lo expuesto, queda plenamente demostrado que el actual sistema procesal en
materia civil, es completamente desventajoso para las personas que buscan una justicia pronta y
oportuna en conflictos jurídicos de menor cuantía, por ello la clara necesidad de cambios en este
sentido.
El Sistema oral como vía para la solución de controversias por incumplimiento de contratos
de obra y prestación de servicios u oficio
En efecto, la opción por un modelo procesal oral se sostiene en una estructura y en unas
coordenadas formales claramente diversas a las que hoy identifican el modelo procesal escrito.
De hecho en el sistema oral, la prueba del material fáctico aportado por las partes se
produce oral y concentradamente, con la inmediación efectiva del juez y con general publicidad.
Son estos actos formales presentes en la fase de la prueba las que bastan para identificar al
sistema oral, sin perjuicio de reconocer que la adecuada regulación de una audiencia previa al acto
del juicio con sus tradicionales y muy útiles finalidades delimitadoras tanto del objeto del juicio
como de la prueba debiera contribuir decisivamente en la rápida consolidación del nuevo sistema.
El modelo procesal civil oral permitirá entre otras cosas, satisfacer la necesidad de
estructurar el trabajo jurisdiccional más racionalmente, de modo tal que cada asunto sea mejor
seguido y conocido por el tribunal, especialmente en lo que liga con la práctica y valoración
probatoria, cambiando así la imagen de una Justicia lejana y pesada, aparentemente situada al final
de dilatados trámites, tras los cuales en muchas ocasiones resulta difícil que se perciba el real
interés y esfuerzo de los Tribunales y de quienes los integran.
A su turno, un diseño formal oral y concentrado del proceso civil, sostenido efectivamente
en esta implicación inicial y permanente del juez con la causa, sin intermediarios, construirá un
importante reto para los jueces al imponerles un profundo cambio de hábitos, viéndose éstos
forzados a abandonar su habitual distancia generada y fomentada, no caben dudas, por un modelo
escrito reconocido multiplicador de la intermediación y de la dispersión procesal.
Efectivamente, una nueva normativa sostenida en el modelo oral exigirá del Juez, un
contacto directo e inmediato entre el juez y las pruebas requisito que se justifica en la necesidad de
hallar certeza razonable sobre los hechos que deba formarse sobre lo visto y oído, no sobre el reflejo
documental escrito del resultado de los medios de prueba, de modo que la consecuencia es que el
juez que presencio la prueba necesariamente debe ser el mismo que dicte la sentencia.
Como puede verse, la asunción efectiva de un proceso civil oral debe aparejar un verdadero
nuevo modelo de juez civil que asuma una posición más cercana con la causa, las partes y muy
especialmente con la práctica de las pruebas, que abandone el tradicional rol de juez lector para
transformarse en un juez visible, director, presente y partícipe, cambio que viene impuesto por las
concepciones más racionales del Derecho Procesal, ya recogido en los regímenes procesales civiles
de distintos países tanto de América Latina como de Europa.
Dicho más claramente, la mayor y más intensa intervención que se exige para el juez en
modelos procesales orales debe traducirse fundamentalmente en mayores poderes de dirección y
control formal del proceso, particularmente del debate oral y concentrado que se propicia en este
sistema.
En el campo de acción que corresponde al proceso civil es de suyo razonable y, desde
luego, conveniente, que la Ley confíe fundamentalmente a las partes la tarea de alegar y probar los
hechos que les interesen, debiendo el juez juzgar según las alegaciones y pruebas aportadas por las
partes, sin que esté, por regla general, habilitado para introducir por sí mismo hechos nuevos de
carácter fundamental ni para realizar o intervenir en más actividad probatoria que la solicitada por
las partes del juicio.
En otros términos, debe ser suficiente que el juez esté convencido de la verdad de un hecho
o que tenga la certeza de la afirmación fáctica. En un proceso civil, el convencimiento del juzgador
sobre la verdad o certeza de las afirmaciones de las partes debe formarse en el marco de
posibilidades y limitaciones que le son consustanciales atendida su propia naturaleza.
En efecto, las limitaciones que se experimenta en el actual sistema procesal civil, deben de
alguna manera y en algún grado con una regulación procedimental de la práctica de la prueba que
tienda a la facilitación del contacto inmediato del juez, el fundamental destinatario de la prueba, con
los medios de prueba; en ese orden, saber combinar la oralidad del procedimiento y la inmediación
judicial efectiva producirá claras ventajas en las posibilidades de mayor acercamiento al
descubrimiento de la relación jurídico material envuelta en el proceso.
Diagnóstico del
incumplimiento de contrato
de obra o servicio hasta
Bs.5.000
Toda la fundamentación teórica expuesta a lo largo del presente trabajo, tiene la finalidad de reflejar
la urgente necesidad de implantar un modelo procesal Civil, acorde con el desarrollo de la Ciencia
del Derecho, que permita a los operadores de justicia ejercitar un trabajo más eficiente, en
conflictos legales que por su naturaleza requieren de un procedimiento más expeditivo.
En ese contexto, es esencial enfatizar que para comprender la importancia del cambio que se
propone en base a este trabajo de investigación, debe diferenciarse en forma clara el rol que le
tocará desempeñar al juzgador en el sistema oral, que dicho sea de paso es un modelo que difiere
completamente al actual régimen procesal civil que rige en el sistema jurídico boliviano.
En efecto, fue en base a tales iniciativas que se aprobó el Anteproyecto de Código Procesal
Civil Modelo, cuya idea inicial se desarrolló en las IV Jornadas celebradas en Venezuela, en 1967,
continuó en las V Jornadas en Colombia, en 1970, en las VII Jornadas llevadas a cabo en
Guatemala, en 1981 y en las VIII, celebradas en Ecuador, en 1982.
El señalado marco jurídico, fue el resultado de una corriente de procesalistas de varias partes
del mundo que "coincidieron en la necesidad de un proceso más ágil y más cercano al individuo‖,
de esa manera surgió la necesidad de sistematizar un procedimiento oral uniforme en toda
Latinoamérica.
En este trabajo de reforma se tomó en cuenta la realidad latinoamericana, con sus carencias
económicas, técnicas y materiales y sus características, como la rigidez de un sistema escrito, con la
consecuente falta de inmediación el desarrollo desconcentrado y en fases preclusivas, que no hacen
otra cosa que limitar el trabajo del juzgador.
Esta realidad latinoamericana no es ajena al régimen procesal boliviano, que desde la
implementación del procedimiento civil no se apartó de la influencia del sistema romano y perdura
hasta hoy, sin tomar en cuenta que el desarrollo de la Ciencia del Derecho, exige la realización de
cambios conforme avanza el desarrollo social.
Se trata de un sistema con similares características que la legislación uruguaya, en ese contexto
indicar que se inicia con la demanda y la contestación a la demanda, actos procesales que se las
realiza en forma escrita.
Audiencia de Conciliación,
Audiencia de Prueba,
Luego de todas estas audiencias, de ser el caso, se dicta sentencia. Dependiendo de la clase
de proceso, los plazos varían, así, un proceso de conocimiento, de acuerdo con los plazos fijados
por la ley demora mínimo 200 días y si existiesen audiencias especial y complementaria y
reconvención aproximadamente cincuenta días más. Este juicio corresponde a un procedimiento
ordinario.
El proceso sumarísimo tarda aproximadamente 15 días y todos los actos que se practican se
los hacen en una misma audiencia, así el saneamiento, la conciliación, las pruebas y la sentencia.
Por este proceso se tramitan las controversias de alimentos, divorcio, interdicción, desalojo, y otras
causas que no superan una cuantía determinada.
Finalmente el proceso ejecutivo, tiene que estar fundado en un título ejecutivo. Su trámite, si
existe oposición, tiene una duración de acuerdo con la ley de máximo 23 días. Si no existe
oposición el juez dicta sentencia sin convocar a ninguna audiencia e inmediatamente se aplica la vía
de ejecución. En este proceso existe limitación, tanto respecto a los medios de prueba que pueden
actuarse (solamente declaración de parte, documentos y pericia), como de las excepciones que se
pueden proponer por parte del ejecutado.
El Proceso Oral en algunos Estados de Norte América
Este es el único proceso oral en los Estados Unidos de América, vigente solamente en algunos de
los Estados de ese país, cuya resolución no es competencia de un jurado sino del juez. Es decir es el
proceso más similar al proceso oral vigente en algunos países de Latinoamérica.
Su gran diferencia con los procesos orales latinoamericanos es que las partes, a través de sus
abogados, buscan descubrir la verdad material del litigio antes de la fijación de la audiencia oral.
Todo el trámite anterior a esta audiencia se efectúa directamente entre los abogados de las partes,
sin intervención del juez. El juzgador sólo interviene para resolver puntos exclusivamente de
derecho.
Este proceso se inicia también con una fase escrita compuesta por la presentación de la
demanda y su contestación, luego se entra a una etapa anterior a la audiencia en la cual las partes
entre sí, sin intervención del juez, actúan directamente las pruebas, inclusive la testimonial. El juez
únicamente interviene cuando entre las partes existe alguna discusión en derecho.
Luego de esta etapa y una vez que todos los incidentes procesales fueron resueltos por el
juez, muchos de los hechos ya fueron aceptados por ambas partes y descartados del conflicto, es
decir, la materia del litigio se encuentra perfectamente definida, el juez convoca a la audiencia en la
cual, previa revisión del proceso, decidirá sobre el caso.
El efecto más importante de la forma en que se lleva adelante este proceso oral es que el
90% o más de los conflictos no llegan a audiencia, puesto que las partes previamente a la misma
llegan a un acuerdo transaccional.
Sin lugar a dudas, en este sistema se realizó importantes innovaciones, así, la audiencia es el núcleo,
sobre todo en el proceso de conocimiento. Dicha audiencia se prepara con los escritos de las partes
en donde constan sus respectivas e iníciales proposiciones en relación al punto o puntos conflictivos
y en los que, además, se debe acompañar e indicar toda la prueba de la que se dispone -principio de
lealtad procesal-, sin perjuicio de la complementación que puede resultar necesaria en la propia
audiencia preliminar.
Se faculta al juez o tribunal a rechazar in límine una demanda cuando fuere manifiestamente
improponible, para corregir el procedimiento propuesto, para ordenar diligencias de
esclarecimiento, para ordenar la presencia de testigos y peritos y a las partes, para rechazar pruebas
inadmisibles, inconducentes e impertinentes, para imponer a los procuradores y abogados las
sanciones disciplinarias pertinentes, para dirigir el proceso y aplicar las sanciones que correspondan
a quienes obstaculicen u observen conducta incompatible con el decoro y la dignidad de la justicia.
Se dan disposiciones sobre las notificaciones por oficina, por correo, por telegrama, por acta
notarial, por la policía, por juez o tribunal comisionado o por otros medios idóneos que habilite la
Corte Suprema.
Entre los requisitos de la demanda, aparte de los ordinarios ya conocidos se hace exigible
que en ella debe contener el valor de la causa que deberá ser determinado precisamente, salvo que
ello no fuera posible, en cuyo caso deberá justificarse la imposibilidad y señalarse su valor
estimativo, indicándose las bases en que se funda la estimación.
A la demanda se debe acompañar, entre otros aspectos, las pruebas y en ella se debe indicar
las pruebas que se solicitarán y practicarán, con el fin de mantener el principio de lealtad procesal.
En la demanda se pueden acumular pretensiones en las condiciones que el Código determine.
La legislación dispone la sana crítica y la obligación del juez o tribunal de determinar cuáles
son los medios de prueba en que funda su decisión. El rechazo de prueba por el juez o tribunal
permite que no se abonen al proceso pruebas inconducentes o impertinentes.
Las reglas precisas sobre la actuación de las pruebas permiten que el tribunal pueda
apreciarlas en su totalidad, durante la audiencia. Por ejemplo, los peritos deben necesariamente
concurrir a la audiencia. Cada una de las partes tiene facultad para designar su perito. Eso permite al
juez o tribunal apreciar con amplitud los aspectos técnicos.
Los recursos tienen una regulación muy técnica y, también, responden al derecho de
defensa. Así el recurso de apelación de una sentencia puede interponerse en los quince días
siguientes. Se instituyó la apelación diferida para ciertos casos.
3.2. El procedimiento oral como vía de solución de conflictos jurídicos emergentes del
incumplimiento de un contrato de obra y prestación de servicios.
Los contratos de obra y de servicio, son contratos netamente civiles, que merecen un solución en la
vía civil y ante la falta de un órgano protector, de un órgano competente que tenga un
procedimiento ágil, dinámico, las partes en conflicto, acuden a instituciones que no otorgan una
verdadera solución a su problema, por ejemplo se dirigen a los Centros de Conciliación, mismos
que tiene la característica de funcionalidad en vía voluntaria, refiriéndonos a la participación en la
audiencia conciliatoria, aunque luego de participar voluntariamente en dicha audiencia la resolución
se convierte en coercitiva.
Otros acuden a la vía penal, enjuiciándose por abuso de confianza, apropiación indebida,
cuando en realidad es un caso netamente civil, por las características propias de la situación, al
haber nacido por medio de contrato verbal o escrito, por cuyo motivo merece una respuesta también
civil, salvo que dicho acto se encuadre a algún tipo penal.
Lo cierto es que muchos de esos defectos son atribuibles al sistema escrito. Por ello, debe
insistirse en las ventajas cualitativas propias de la oralidad, que bien implementada, otorgará un
resultado satisfactorio, en contraposición con la realidad actual de la justicia.
De hecho, la estructura del proceso tiene íntima relación con su resultado final que es la
sentencia. Ese, es su núcleo central al que debe arribar el juzgador, desde la presentación de las
partes y conforme los elementos de juicio que se hubieran aportado.
Se insiste actualmente en la importancia que la decisión sea fundamentada, acorde con las
nuevas exigencias del mundo jurídico. De ello se deduce la importancia de la interpretación jurídica
a cargo del magistrado, que debe dar una respuesta a los justiciables, en aras de la protección
judicial efectiva.
De lo que se trata entonces, es la forma por la cual el juez toma conocimiento del caso. No
hay duda que en el plano fáctico, la inmediación garantiza una versión de primera mano, acerca de
testimonios y versiones de las partes. En ese sentido, la sentencia es la expresión de la realidad
fáctica, en ello está basada la implementación de un sistema procesal en materia civil.
El contacto con las partes y testigos, humaniza el proceso y permite una mejor evaluación de
los valores en juego. El sentido axiológico del caso puede ser complejo, porque son posibles las
numerosas combinaciones de valores positivos y negativos. Siempre hay competencia entre los
valores que otorgan sentido al caso pendiente y la inmediación es la mejor herramienta de
acercamiento del juez a la realidad de las partes.
El contacto directo de los protagonistas con el juzgador, les permite explicar y justificar los
hechos, lo que permite dictar una sentencia que realice todos los valores jurídicos positivos de una
manera equilibrada.
En el plano del conocimiento no jurídico, el proceso oral supone el contacto directo con los
peritos y las partes que conocen las modalidades que afectan a los hechos. El magistrado tiene
entonces la oportunidad de conocer los aspectos oscuros de aquello que tendrá que resolver. Es el
momento de conciliar el leguaje técnico con el natural propio del mundo jurídico.
Constituye una trilogía inseparable para el sistema procesal oral la conjunción de esos tres factores,
dicho de otra manera, desde el punto de vista del proceso en sí, el sistema oral, otorga una
participación más efectiva del juez, permitiendo un juicio más justo y objetivo, que asegure la
igualdad de las partes.
En ese orden, según De la Rua, la verdadera fórmula para aproximar la justicia al pueblo,
para hacerla más realista, más justa, es a través del aumento de los poderes de los jueces, de modo
que estos puedan suplir las dificultades de la parte más débil y que el objetivo solo puede encontrar
su plena realización, en el sistema oral.
El juez del procedimiento oral, entra en contacto con los interesados y resuelve frente a la
comunidad. Es el verdadero protagonista, acorde al mandato constitucional, sin intermediarios
burocráticos. En ese orden, se vive en el mundo de la apariencia, donde la oralidad presupone una
mayor credibilidad, confianza en la persona del homen–juez, dado que un proceso
predominantemente oral significa aproximar el juez del hecho, permitiendo un análisis
fenomenológico.
Finalmente cabe destacar que para las partes, el sistema oral brinda la oportunidad de ser
oídas por quien va a resolver. El beneficio de la oralidad no es solo para mejor resolver, sino que
importa la oportunidad-derecho de que el justiciable sea escuchado por este. El art. 8-1 de la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos, dispone que ―toda persona tiene derecho a ser
oída...por un juez o tribunal competente‖, debe comprenderse que esta norma es también para los
casos civiles.
En definitiva, el proceso oral es el único que garantiza a las partes, la efectiva posibilidad de
ser oídas en audiencia, conforme al aforismo anglosajón day on court.
En este análisis no puede dejar de mencionarse a la celeridad como componente esencial del
sistema procesal oral. La concentración resulta en realidad un beneficio para todo tipo de proceso y
un requisito de la naturaleza de la oralidad, en tanto el debate debe ser continuado, bajo el
―principio de integridad de la vista‖.
Requiere igualmente el dictado de la sentencia, sin dilación y por los mismos jueces que han
recibido la audiencia. En su correcto cumplimiento, garantiza los beneficios de la inmediación y
alienta la obtención de soluciones consensuadas del litigio.
Por los resultados que se obtuvieron en las legislaciones donde se implementó el sistema oral, se
puede concluir que no se trata de un modelo, sino de una herramienta para el juzgador, que implica
aprendizaje para las partes, los abogados y el tribunal.
Por el lado de los abogados, el problema es similar. Su presencia resulta inexcusable y los
interrogatorios exigen conocer el caso. Por ello, también se imposibilita la delegación dentro de los
estudios jurídicos.
3.3. La oralidad como vía para la solución de controversias: pasos que debe seguirse para su
implementación.
Aumentar el número de jueces en materia civil, asimismo reubicar los Juzgados de lugares
donde existe poco movimiento judicial a los lugares donde existe excesiva carga procesal,
jueces que deberán ser preparados para actuar en este tipo de procesos, provistos de amplias
facultades para dirigir e impulsar el trámite y, paralelamente, sujetos a responsabilidades en
caso de omitir el uso de esas facultades.
Que los jueces sean capacitados para dirigir la o las audiencias y poner en práctica, sin temor,
las nuevas facultades conferidas por la ley.
Que los abogados tengan una formación legal y humanística apropiada para desempeñarse en
un sistema oral.
La implementación de este instituto jurídico, permitirá dotar de un mecanismo legal para la solución
de conflictos, emergentes del incumplimiento de contratos de obra o prestación de servicios.
Así configurado el sistema evitará que los juicios sean largos, tediosos, costosos, evitará que
algunas personas se escuden en dichos juicios, para cometer sus actos ilegales, fechorías, dado que
en la actualidad, muchos deudores de mala conciencia, señalan que es mejor aceptar la devolución
de la cantidad que ellos determinan, en lugar de someterse a juicios largos y costosos.
Con el juicio oral en materia civil, se subsanará muchos conflictos o en su caso, se logrará
solucionarlos, recurriendo a jueces específicamente designados para los juzgados de Procedimiento
Oral Civil, instancia que tendrá a su cargo la Solución de Controversias emergentes del
incumplimiento de contratos de obra y prestación de servicios.
En dicha audiencia el demandado deberá presentar toda la prueba con la que pretenda
defender su posición, con o sin abogado. En caso de ser necesario, de acuerdo al criterio del Juez, y
en su caso a petición de parte, se llevará a cabo inmediatamente inspección de visu al lugar de los
hechos y en su caso se recibirá las declaraciones testifícales de los presentes, mismas que podrán
diferirse en casos excepcionales para el día siguiente.
Solo en caso, muy necesario se recibirá prueba pericial, misma que será recibida en forma
oral y el mismo día, en que fuere deferido la recepción de testimonios de los testigos.
El sistema será aplicable a los actos y contratos que no alteren el orden publico, ni
contravengan alguna disposición legal expresa o afecten derechos de terceros.
Es importante establecer que es una formalidad esencial que deberá observarse durante el
desarrollo del procedimiento, el deber de escuchar a ambos participantes durante la exposición del
conflicto y las pretensiones de cada una de ellas.
3.3.3. Juzgados en los cuales se propone la aplicación del procedimiento oral y oportuna de
resolución de conflictos jurídicos a causa del incumplimiento de contrato de obra o servicio de
responsabilidad hasta bolivianos 5.000.
La Constitución Política del Estado anterior y la actual en lo referente al órgano judicial, la Ley de
Organización Judicial y la Circular de la Corte Suprema de Justicia de fecha 6 de abril de 2004 que
establece que la jurisdicción y competencia de los juzgados de instrucción en lo civil comprende
procesos judiciales de 1 a 80.000 bolivianos. Por ello se propone que se ventilen los casos de
incumplimiento de contrato de obra o de servicio con responsabilidad hasta bolivianos 5.000 con un
procedimiento oral, oportuno, y en un máximo de dos audiencias, para lo cual se deberá rescatar la
experiencia internacional detallada en los tópicos anteriores y además aplicar la nueva forma de ser
y actuar del Juez, también fundamentado a lo largo del presente informe final de tesis.
Técnica: Esquema
Propuesta
Juzgados de Instrucción en lo Civil, CPE, LOJ, circular de la Corte Suprema de Justicia 6-04-2004
Primera. En ese contexto, la experiencia del investigador para encarar el presente trabajo ha tenido
una trascendental importancia, toda vez que le ha permitido advertir una problemática que se
manifiesta de manera nítida dentro la administración de justicia en materia civil, donde los
contratantes y artesanos o personas que ejercen un oficio, no encuentran una vía idónea para
resolver sus conflictos legales emergentes del incumplimiento de un contrato.
Segunda. En efecto, una acuciosa investigación a nivel de estos sujetos de derecho como son los
artesanos, se ha podido constatar que no hacen uso del sistema judicial para resolver sus conflictos
debido a que el procedimiento judicial les resulta oneroso y muchas veces pérdida de tiempo y
mayores conflictos hasta de naturaleza familiar a causa de dicho problema irresuelto. Por ello no
judicializan sus controversias y cuando recurren a la vía civil, no concluyen el proceso por los
contratiempos que confrontan en un sistema caracterizado por la permanente mora procesal.
Tercera. Desarrollo de trabajos pilotos por juzgados sorteados por un órgano judicial competente
para iniciar en la vía de transición la aplicación de procedimiento oral y oportuno en la resolución
de controversias emergentes de obligaciones y contratos de obra, prestación de servicios u oficio de
bolivianos 5.000 que no eran resueltos anteriormente por los juzgado de instrucción y menos de
partido en lo civil.
Referencias
1
Gonzales, Pérez Jesús. El Derecho a la Tutela Jurisdiccional, Edit. Civitas, 3ª. Edic., Madrid –
España 2001, Pág. 123
2
Bordali, A. Los Poderes del Juez Civil, Edit. Jurídica Chile Santiago 2003, Pág. 87.
3
Bordali, A. El Debido Proceso, Edit. Jurídica Chile Santiago 2003, Pág. 55.
4
Ibíd. Pág. 105.
5
Gonzáles Pérez, Jesús. Ob Cit., Pág. Pág. 66
6
.Jiménez, Asensio Rafael. Imparcialidad Judicial y Derecho del Juez Imparcial, Edit. aranzadi,
Edit. Jurídica Chile, Santiago 2002, Pág. 132.
7
. Gonzáles Pérez, Jesús. Ob Cit., Pág. Pág. 85
8
. Uruguay XI Jornadas uruguayas de derecho procesal. Los Principios del Nuevo Proceso Civil
Español, Fundación Cultura Universitaria, Montevideo 2002, Pág. 33
9
Gonzáles, Pérez Jesús. Ob. Cit., Pág. 144.
10
Gumucio, Hinojosa Walter. Código Civil, (Comentado, Interpretado y Concordado), Edit. Grafix
Cochabamba – Bolivia 2006, Pág. 231.
11
Decker, Morales José. Código de Procedimiento Civil (Comentarios, Concordancias), Edit.
Imprenta Judicial, Sucre – Bolivia 1997, Pág. 6.
12
Alvarado, A El Debido Proceso, Edit. ZEUS, Rosario Argentina 2003, Pág. 34
13
Alvarado, A. Ob. Cit. Pág. 98
14
Alvarado, A. Ob. Cit. Pág. 124.
15
Alvarado, A. Ob. Cit. Pág. 128
16
Cortés Domínguez, V. Et Al. Derecho Procesal Civil. Edit. COLEX, Madrid – España 2003, Pág.
87.
17
Cortés Domínguez, V. Ob. Cit. Pág. 92