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Responsabilidad del Abogado

INTRODUCCION

El proceder del hombre puede provocar efectos jurídicos, tanto por ajustarse al
ordenamiento jurídico, como por ir en contra de él. Y como en este caso nosotros
abordaremos la Responsabilidad Civil del Abogado, sería conveniente repasar
ciertos conceptos a fin de que la temática a desarrollar no choque con términos
confusos que dificultarían su comprensión.

Se suele definir a la responsabilidad civil, diciendo que es la que consiste en


reparar, por medio de una indemnización pecuniaria, el daño que se ha causado a
otros, de manera que ser civilmente responsable significa " estar obligado a
reparar por medio de una indemnización, un perjuicio sufrido por otras
personas". A ello cabe agregar que la obligación de reparar nace, cuando alguien
resulta perjudicado como consecuencia de la violación de un deber jurídico
preexistente, pues los individuos están sometidos a un ordenamiento jurídico, con
el doble alcance de observar el deber de cumplir las normas o de atenerse a las
consecuencias derivadas del incumplimiento, que consiste en este caso, en la
indemnización de daños y perjuicios.-

No obstante la claridad de estas ideas, no existe acuerdo respecto de los


elementos necesarios para que nazca esta responsabilidad civil. No
mencionaremos en esta oportunidad las distintas corrientes doctrinarias
esbozadas a estos fines, porque no representa el quid de la cuestión que estamos
tratando, pero sí anticipamos que en la actualidad sólo se mencionan
mayoritariamente cuatro elementos, a saber: el daño causado a otro, la violación
de la ley, o mejor dicho de un deber jurídico de conducta impuesto por la misma,
la relación de causalidad entre el hecho y el daño, y la imputabilidad del autor.
Sin perjuicio de que estos conceptos los presentamos como componentes
esenciales aptos para engendrar este tipo de responsabilidad en forma genérica,
más adelante veremos que la responsabilidad profesional del abogado requiere la
concurrencia de los mismos elementos ut supra mencionados, porque en
definitiva ésta representa un mero apartado o capítulo dentro de la temática
general de la responsabilidad civil.-

Entonces determinado ya este concepto, corresponde ver brevemente el distingo


entre responsabilidad contractual y la delictual, que da origen a las distintas
teorías opuestas acerca de la unidad o dualidad de culpas. En nuestro caso, se
puede afirmar que el Código Civil ha consagrado la tesis de la dualidad de las
responsabilidades, lo cual se manifiesta en su artículo 1107: " Los hechos u
omisiones en el cumplimiento de las obligaciones convencionales, no están
comprendidas en este título, si no degeneran en delitos del derecho
criminal". Cabe aclarar que el Título al que se hace referencia es el 1X de la
sección II del libro II, que habla sobre los hechos ilícitos que no son delitos. Sin
perjuicio del carácter vinculante que pueda tener esta norma, hoy la técnica
legislativa de alguna manera atenuó las diferencias que en ciertas circunstancias
encontraba la Doctrina, a tal punto que ellas quedaron cicunscriptas a la "medida"
de la reparación y a la prescripción de las respectivas acciones. Decimos esto
porque en líneas generales se puede afirmar que si se trata de responsabilidad
contractual el deber de reparar se extiende a los daños que fuesen consecuencia
inmediata y necesaria del incumplimiento de la obligación, y si es doloso, el
deber se agrava y también abarca a las mediatas. No obstante, cuando la
responsabilidad es extracontractual, la obligación podría extenderse hasta las
consecuencias casuales del hecho.-

Finalmente, la acción de daños y perjuicios derivada del incumplimiento


contractual, salvo casos especiales, se rige por el término común de las acciones
personales, o sea, diez años; en cambio, la responsabilidad extracontractual
prescribe a los dos años.-

La importancia práctica del estudio de todos estos conceptos radica en que a


partir de ahora, cuando comencemos con el estudio del tema que nos ocupa,
haremos mención constante de todos ellos a medida que avancemos en los
tópicos que conformarán el presente trabajo.-

RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO

La responsabilidad por daños del abogado puede existir, ante todo, con relación a
las personas con que se hallase él vinculado jurídicamente con anterioridad en
virtud de un contrato, y como consecuencia del incumplimiento delas
obligaciones nacidas del mismo; en cuyo caso se tratará de la responsabilidad
contractual. Otras veces el acto lesivo puede producirse al margen de toda
relación contractual, y entonces la responsabilidad habrá de ser extracontractual.
El distingo conserva interés en razón de las diferencias de régimen entre uno y
otro tipo de responsabilidad que aún existen, y que fueron estudiados en el
capìtulo introductorio al presente.-

Sin embargo, la responsabilidad profesional del abogado habitualmente será


contractual, ya que en general entre él y su cliente se ha celebrado un contrato
anterior.-

No obstante lo precedentemente expuesto, tanto en Francia como en nuestro país


han existido diversos pronunciamientos acerca de la responsabilidad de los
abogados, señalando éstos el carácter extracontractual que acompañaba a ella.
Ello ha sido explicado por algunos autores quienes señalaban que el profesional
goza de una independencia en la ejecución de los contratos, que le da la
posibilidad de utilizar su libertad en cierta forma, de manera que haciendo mal
uso de ella nace la responsabilidad aquiliana.-

Hoy en día, en cambio, dicha dificultad se encuentra superada con la admisión de


la existencia de las llamadas "obligaciones de medios" y "obligaciones de
resultado". Estas últimas apuntan de manera determinante, al compromiso del
"resultado en sí mismo" , en cambio, las primeras sólo imponen una debida
diligencia y aptitud para cumplir las medidas que, normalmente, conducen a un
resultado, pero sin asegurar la obtención del mismo. Para Carlos Ghersi es muy
difícil determinar "a priori" cual es la obligación fecundada, a tal punto que él
encuentra conveniente señalar que en la relación cliente-abogado,surgen diversas
obligaciones que pueden revestir uno u otro carácter; aún cuando desde el punto
de vista de la praxis jurisprudencial existe una tendencia a considerar la
obligación como de medios.-

1.EL CONTRATO DE PRESTACION DE SERVICIOS

Sin perjuiciode que como ya se viera, existe un principio de acuerdo al afirmar


que la relación entablada entre el abogado y el cliente es de índole contractual, no
existe consenso acerca de cuál es el tipo de contrato que vincula a los mismos,
existiendo al respecto varias opiniones que pasamos a considerar.-

Teoría del Mandato: Se ha considerado que la relación jurídica entre el abogado


y su cliente es la de un mandato; opinión que ha sido receptada en algunos fallos,
cuando al primero le ha sido otorgado un poder para que ejerza en adelante su
representación en juicio. Pero esto ha sido descartado en la actualidad, sobre todo
por el hecho de que no quedan dudas de que el servicio que presta el profesional
debe ser y es remunerado.-

Locación de Servicios: Buena parte de la Doctrina entiende que en este tipo de


relaciones existe una locación de servicios, con la única particularidad de que el
trabajo que se brinda es de índole intelectual y no material. Esta es una postura
que cuenta con muchas adhesiones en los autores, e incluso Carlos Ghersi en su
obra aclara que según su opinión este contrato será una locación de servicios y en
ocasiones muy particulares podría llegar a ser una locación de obra, figura
contractual que trataremos de inmediato.-
Locación de obra : Para otros se trataría de una locación de obra intelectual,
porque el abogado promete la ejecución de un contrato mediante un precio
calculado de acuerdo a la importancia del mismo, sin que exista ninguna relación
de dependencia entre él como "locador" y su cliente como "locatario". A esta
postura la mayor objeción que se le formula es la de que "un abogado no pacta
una obra en sus resultados". Sin embargo, un autor de gran prestigio como es
Spota, a pesar de estas críticas, es partícipe de esta argumentación soslayada por
la presente posición que estamos tratando, y afirma lo siguiente: "El abogado
puede prometer la defensa de su patrocinado en un juicio o en varios, con esto no
quiere decirse que garantiza el resultado...Pero aquí actúa como locador de obra.
Asume también esta calidad cuando se obliga a estudiar una cuestión que se le
plantea, con prescindencia de que prosperen o no las acciones judiciales que se
promuevan como consecuencia del dictamen dado. En efecto, hay allí una obra
intelectual, un resultado alcanzado. La eficacia de ese resultado no forma aquí
parte, en general, de lo convenido".-

Contrato Innominado o atípico: Para algunos, el contrato que vincula al


profesional con su cliente no es de trabajo,locación de obra, de servicios, ni de
mandato, sino que en verdad nos encontramos en presencia de un contrato
atípico, al cual no se le puede aplicar con propiedad ninguna de aquellas
denominaciones clásicas. Y así lo entendieron distintos fallos jurisprudenciales,
por ejemplo: " La relación entre el letrado patrocinante y su patrocinado,asesor o
consultor y su cliente, entraña un contrato atípico no subsumible en los moldes
tradicionales, de modo que deben apartarse los esquemas del contrato de trabajo,
la locación de obra o de servicios o el mandato. Si bien por su similitud con
algunos de los contratos típicos, en atención de las particularidades de la
contratación en concreto, pueden aplicarse unas u otras reglas por analogía
(art.16 y 1143,Cód.Civil ), ello no significa su asimilación total a tal o cual
contrato nominado" ( CN CIV.sala C, marzo 30-1982 ).-

Contrato Multiforme o variable: La Doctrina hoy mayoritaria, a la que se suma


Trigo Represas, interpreta que la prestación de servicios profesionales asume a
veces el carácter de locación de servicios, otras la de locación de obra, e incluso
en otras oportunidades, la del mandato. Por lo que se ha dado en sostener que
dependerá de las circunstancias de cada caso en concreto, y por ende sería un
contrato multiforme o variable.-

2.ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO


Tal cual lo habíamos anticipado, la responsabilidad del abogado no es más que
un aspecto particular de la responsabilidad civil tomada en forma genérica. O sea
que para su configuración se requiere la concurrencia de los mismos elementos
que analizamos en la introducción. Pero en este caso dichos componentes los
estudiaremos bajo la óptica de la conducta del profesional en cuestión.-

2.1 Antijuridicidad

Así , esa antijuricidad a la que habíamos definido como el obrar contrario a


derecho, no guarda diferencias sustanciales con aquella en la que puede incurrir
un abogado. No obstante, sabemos que los profesionales en general poseen
ciertas reglas que competen exclusivamente al fuero al que ellos pertenecen, por
lo que no es erróneo decir que esta antijuricidad también se verá engendrada en el
hecho de que éstos violen algún principio propio de su actividad. Y en el caso
que nos ocupa, no podemos dejar pasar por alto la existencia de esos deberes que
hacen a la esencia de la abogacía, entre los cuales sería necesario resaltar los
siguientes: el de patrocinio y defensa del cliente, obrando con lealtad, buena fe y
probidad, lo cual lo obliga entre otras cosas a no abandonar intempestivamente
los juicios, a no patrocinar simultáneamente a ambos litigantes en un mismo
juicio, etc. En definitiva, éstas son pautas que solamente el profesional puede
contrariar, ya que de hacerlo cualquier otra persona que no se incluya en la
categoría de referencia, mínimos serán los efectos que tal incumplimiento cause.
Esta antijuricidad puede ser enervada por las llamadas causales de justificación,
las que en el campo que estamos tratando sí posee ciertas particularidades,
especialmente en lo que hace al consentimiento del damnificado. Así expresa
Parellada que " el abogado defensor en el juicio penal, queda vinculado por las
decisiones de su defendido; si el cliente prefiere un cambio de calificación o
apelar una decisión judicial, pese a que ello acarreará una demora en la
excarcelación, por ejemplo, el daño por la privación de la libertad durante ese
período no podría ser atribuído al profesional, quien no obstante, debe pervenirlo
de tales problemas, en cumplimiento del deber de información".-

2.2 Relación de causalidad

Siguiendo entonces con el tratamiento de cada uno de los elementos que


configuran la responsabilidad civil, hagamos hincapié en la relación causal
adecuada siempre desde la óptica de la actuación del abogado. En este caso, se
acepta que la prueba de la existencia de la relación causal entre la conducta y el
daño queda a cargo del damnificado; pero que ello por excepción no es así en las
llamadas "presunciones de causalidad", en las que es en cambio el sindicado
como responsable, quien para poder eludir su responsabilidad, debe demostrar la
inexistencia del vínculo causal, o sea, que el hecho provino de otra causa; ajena a
su respecto: un caso fortuito, el hecho de un tercero extraño, o el comportamiento
de la propia víctima. Lo cual importa en definitiva reconocer que si en tales
supuestos no existe responsabilidad lo es porque no hay relación entre el hecho y
el daño.-

2.3 Imputabilidad

Ya se dijo que a los efectos de la responsabilidad civil, es asimismo necesario


que haya un factor de atribución de la misma, a los fines de que la ley designe
quien habrá de ser el responsable. Ahora bien, la responsabilidad del abogado en
especial es una responsabilidad por el hecho propio o personal, razón por la cual
el factor de i mputación habrá de ser, en principio, subjetivo:la imputabilidad por
culpa o dolo del agente del daño. Sin embargo, en ello ha de influir
preponderantemente el contenido de la prestación a cargo del letrado, ya que lo
que acabamos de exponer vale exclusivamente para las obligaciones llamadas "de
medios", en tanto que en las obligaciones de "resultado", conforme a lo ya
anticipado, el factor de atribución deviene objetivo. Empero, en la
responsabilidad profesional lo más corriente es que el obrar generador de la
misma sea generalmente culposo, por lo que centraremos nuestro estudio en la
responsabilidad por culpa.-

2.3 a) Responsabilidad por culpa del abogado

La pregunta parece obvia: ¿ hay una culpa del abogado distinta a la del hombre
común?. Ghersi opina que como concepto en sí mismo no, a tal punto que cita un
fallo que dice: " la irresponsabilidad profesional es aquella en la que incurre el
que ejerce una profesión, al faltar a los deberes especiales que ella le impone y
requiere, por lo tanto, para su configuración de los mismos elementos comunes
de cualquier responsabilidad civil". Efectivamente, el art. 902 del Código Civil
dispone, "Cuando mayor sea el deber de obrar, con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las
consecuencias posibles de los hechos", criterio que para la evaluación de la culpa
médica ha sido aceptado por la Jurisprudencia y que en el caso de estudio,
presenta similares características.Este artículo en armonía con el artículo 512,
que define a la culpa, están íntimamente ligados con el concepto de "aptitud de
conocimiento científico del abogado".-

Pero para determinar el contenido de la prestación asumida por el abogado frente


a su cliente, se hace necesario diferenciar la actuación que él mismo puede ".-
cumplir como letrado patrocinante o procurador, o como abogado consultor o
patrocinante, o como defensor en un proceso penal. Esto lo haremos tomando en
cuenta nuevamente la clasificación de obligaciones de "medios"y de "resultado".
En el papel de apoderado o procurador, se estima que el abogado se encuentra
obligado a una prestación de "resultado", con relación a los actos procesales de
su específica incumbencia., tales como suscribir y presentar los escritos
correspondientes, asistir a las audiencias que se celebren, interponer los recursos
legales contra sentencia adversa a su parte, etc. Por el contrario, cuando el
abogado actúa como consultor, asesor o patrocinante, o como defensor en un
proceso penal, no tiene la representación de su cliente, consistiendo entonces su
misión, únicamente en conducir el litigio bajo su dirección, o aconsejar las
soluciones legales que considere más convenientes. Y en estos casos la
obligación del abogado no será de resultado sino de medios: él sólo debe poner
de su parte todos los conocimientos, diligencia, pericia, con el fin de obtener un
fallo favorable en la cuestión que se trate. Por ende, para acreditar el
incumplimiento, no bastará ya con probar la no obtención del éxito en el juicio,
sino que deberá demostrar igualmente que ello sucedió por "culpa" del
profesional, quien no se habría conducido con la mesura y diligencia que
correspondían.-

No obstante la claridad de estos conceptos, hubo autores que intentaron marcar


un distingo entre la responsabilidad de un profesional y la de cualquier otra
persona. Así, si el profesional ha faltado a las reglas de prudencia que se le
imponen a cualquier persona, por ejemplo si un médico opera en total estado de
embriaguez, rige el derecho común, y cualquier culpa en que haya incurrido lo
obliga al resarcimiento; pero si se trata de no ajustarse a las reglas de orden
científico impuestas por la profesión en cuestión, por ejemplo un error de
diagnóstico, entonces la culpa será profesional, y sólo habrá de responderse en
caso de culpa "lata" o "grave". Dentro de esta corriente, el Código Civil italiano
de 1942 dispone en su artículo 2236 que "si la prestación implica la solución de
problemas técnicos de especial dificultad, el prestador ( locador) de obra no
responde de los daños, sino en caso de dolo o culpa grave". Sin embargo se
puede afirmar que el distingo entre la responsabilidad de derecho común y la
profesional, salvo casos muy extremos, resultará de muy difícil aplicación a los
sucesos de diario acontecer. Además nada justifica que el profesional sólo deba
responder en los casos de culpa grave, por lo que a esta altura debemos dejar por
sentado que la responsabilidad del profesional se ajusta a las reglas generales ya
estudiadas. –

2.3 b) Responsabilidad por dolo del abogado

Aunque es menos probable que la anterior, también puede darse este tipo de
responsabilidad cuando el abogado da consejos dolosos a su cliente y que pueden
derivar en perjuicios hacia terceros. Al respecto se ha sostenido que tal
responsabilidad se vería alcanzada por lo expuesto en el artículo 1081 del Código
Civil, que menciona dentro de los responsables solidarios de un delito civil a los
"consejeros", por cuanto éstos dan su parecer por el cual el aconsejado realiza un
acto que ocasiona un daño a la persona o al patrimonio de un tercero.
Obviamente será muy difícil que se pueda llegar a probar este consejo doloso,
por lo que este supuesto de responsabilidad pocas veces se da en la práctica.-

2.4 El daño causado

El daño es la consecuencia de una situación de incumplimiento que afecta en este


caso patrimonial o espiritualmente al cliente. Obvio es, que para que este daño
adquiera la calidad de reparable debe reunir requisitos mínimos: el menoscabo de
un interés propio o a intereses colectivos; la certeza y la subsistencia del mismo.

Este es un aspecto peculiar de la responsabilidad del abogado, ya que si bien la


frustración de un negocio jurídico debida a un deficiente asesoramiento atribuíble
a aquel, o la pérdida de un juicio por omisiones o errores que le sean imputables,
configuran un daño cierto; la indemnización, sin embargo, no pude consistir rn el
importe de la operación no concretada o en el monto de la suma reclamada en la
demanda desestimada, por ser éstos resultados que de todas maneras dependían
igualmente de otras circunstancias ajenas al profesional, y ya no se sabe y no se
podrá conocer nunca si en otras condiciones el negocio se hubiera o no
concluído. Siendo así, en estos casos, el resarcimiento ha de consistir más bien en
la pérdida de la "chance" o posibilidad de éxito de las gestiones, cuyo mayor o
menor grado de probabilidades habrá de depender de sus especiales
circunstancias fácticas. Caseaux menciona precisamente como ejemplo clásico de
la pérdida de una "chance", el caso del abogado o procurador que dejan perimir
un juicio, o no interponen los recursos pertinentes contra una sentencia adversa,
agregando que sin dudas el resultado de un pleito es siempre incierto, pero que en
la concurrencia de factores pasados, futuros y necesarios, hay indiscutiblemente
una consecuencia actual y cierta, y es que a raíz del acto imputable se ha perdido
una "chance", oportunidad o probabilidad, por la que debe reconocerse el derecho
a exigir una reparación.-

3. EL PROYECTO DE UNIFICACION CIVIL Y COMERCIAL

Ahora estudiaremos la cuestión que nos ocupa desde la óptica de este famoso
proyecto, que profundiza la tendencia hacia la objetivación en materia de
responsabilidad y la protección del damnificado, en lo atinente a la reparación de
daños.-

En lo concerniente a las responsabilidades profesionales, el art.1625


dispone:"Las tareas de los profesionales liberales, están sujetas a las siguientes
reglas, sin perjuicio de normas especiales imperativas:1º-Se aplican a ellas lo
dispuesto en los arts.625 y 626. 2º - En caso de controversia queda a cargo del
profesional la prueba de haber obrado sin culpa en los términos del art.514.
Pero si de los convenido o de las circunstancias resultare que el profesional
debió obtener un resultado determinado, sólo se liberará demostrando la
incidencia de una causa ajena.3º- La utilización de técnicas que se encuentren en
estado de experimentación debe ser consentida expresamente por aquel a quien
se preste el servicio."-

3.1 El contenido de la obligación como prestación de resultado

El proyecto prevé la posibilidad que el contenido del objeto de la obligación


asumido por el profesional constituya un resultado no sólo de lo convnido, sino
también de las circunstancias. En cuanto a la posibilidad de eximición de la
responsabilidad apunta a destruir uno de los elementos comunes de la teoría
general de la reparación: la relación de causalidad. Esto desaparece cuando el
hecho generador del daño aparece ligado en relación de causalidad adecuada, con
una causa ajena al profesional. En este sentido la gama de sucesos puede ser de
distinta índole.-

3.2 La derivación al régimen de la obligaciones de hacer

Los artículos referenciados en la disposición, sólo repiten los principios generales


en materia de cumplimiento, así el primero de ellos (art. 625) dispone: "El
obligado a hacer, o a prestar algún servicio, debe ejecutar el hecho en un tiempo
propio y del modo en que fue la intención de las partes que el hecho se ejecutara.
Si de otra manera lo hiciere, se tendrá por no hecho o podrá destruirse lo que
fuere hecho mal". En cuanto a la segunda norma, el art.626 dice: " El hecho
podrá ser ejecutado por otro que el obligado, a no ser que la persona del deudor
hubiese sido elegida para hacerlo por su industria o cualidades personales". Es
obvio señalar que la prestación profesional del abogado no es fungible, por lo
cual la norma strictu sensu resulta de escasa aplicación, salvo respecto de la
utilización del procurador para la gestión judicial.-

3.3 La carga de la prueba por el profesional


Tal vez la parte de la norma proyectada con más problemas, críticas y
controversias sea lo atinente al 2º inciso, primera parte; aun cuando en realidad la
mayor parte de la Doctrina entiende que se ha hecho una lectura defectuosa del
mismo. Esta innovación se ha defendido con las dificultades probatorias en que
se hallaba el cliente frente al desempeño del profesional, imposibilitado
generalmente de arrimar tal probanza por sus propias limitaciones técnicas, y así
Andorno dice que "Poner exclusivamente a cargo del damnificado la acreditación
de la inejecución culpable de las obligaciones a cargo del abogado, significaría
en los hechos dificultar la prueba en ese ámbito, lo que no armoniza con la
razonable regulación del derecho de daños que en materia de responsabilidades
profesionales se va abriendo paso...".

Sin embargo, Ghersi no está muy de acuerdo con estos argumentos, y partiendo
de la base que todo proceso judicial tiene un cierto álea, opina que el juzgamiento
de la responsabilidad profesional no pasará de evaluar, en función de su
presentación; si ella fue acorde, si ha empleado los conocimientos y técnicas de
un abogado diligente y acorde a la complejidad del caso, pero él entiende que si
el profesional acepta un caso complejo y responde con un nivel mediocre no
podría el abogado atribuír el daño al área judicial.-

Esta es la interpretación correcta que según él debe hacerse de este precepto, ya


que no consiste en poner en cabeza de los profesionales preocupaciones
desmedidas que no corresponden ni mucho menos darle a la norma alcances que
ésta no posee. -

En definitiva, a través de este proyecto pienso que lo que se ha intentado lograr


es dar una mayor claridad a un tema que todavía debido a la ausencia de una
regulación algo más expresa, encuentra numerosas dificultades prácticas que
impiden poder tomar una tendencia marcada para dilucidar la presencia o no de
la responsabilidad del profesional., pero igual cae en contradicciones. Y así lo
deja ver Trigo Represas en su obra al criticar la remisión al texto del art.514 del
Cod.Civil que hace el art. 1625 del Proyecto. Porque al establecer que la prueba
de la no culpa habrá de consistir en demostrar que para cumplir habría sido
menester emplear una diligencia mayor que que la exigible por la índole de la
obligación, decir esto viene a ser lo mismo que la acreditación del caso fortuito o
fuerza mayor. E incluso pretender la prueba de todo esto, equivale a señalar que
se habrían tenido que realizar tales o cuales esfuerzos o superaciones más allá de
lo que era razonable esperar del deudor, lo cual importa entrar en un campo
meramente especulativo, sin concreción alguna a nivel de las realidades fácticas
del caso en cuestión.-

CONCLUSIONES FINALES Y REFLEXIONES PERSONALES


A través de estas páginas he querido dar un perfil configurativo de la
responsabilidad profesional del abogado y obviamente, no encontré una forma
más propicia que la de tomarla desde la óptica de la responsabilidad civil en
general, con el estudio pormenorizado de cada uno de sus elementos y sin
desatender las particularidades que esta función posee en torno a ellos. La razón
por la cual seleccioné este tema creo que es harto evidente: no podemos nosotros
los abogados dejar de conocer las consecuencias que nuestra conducta puede
acarrear, siempre hablando desde el punto de vista profesional, y no privado, ya
que de hecho este aspecto estará alcanzado por otra regulación normativa y que
no fue motivo de estudio en el presente. Digo esto porque cualquiera sea el
camino que podamos tomar en nuestra carrera, en ningún momento estaremos
exentos de todas las circuntancias que contemplamos durante el desarrollo del
trabajo.-

Si se observa detenidamente cual fue la metodología tomada para encarar la


investigación, se podrá detectar que no por casualidad obvié referirme a aquellos
abogados que desempeñan funciones en el ámbito del Poder Judicial, debido a
que éstos se encuentran en una situación bastante clara a los efectos del
juzgamiento de las irregularidades que puedan cometer, pero la intención
primitiva fue la de incluírlos, para poder aprovechar esta circunstancia y estudiar
los distintos medios disciplinarios que ellos poseen, como es el caso del jury de
enjuiciamiento, los procedimientos sumariales,etc. No obstante, decidí enfocar la
atención en aquellos que ejercen sus funciones en forma liberal, porque aquí sí
que la oscuridad de ciertas normas dejan conceptos equívocos. –

No quedan dudas que en numerosas oportunidades la relación abogado- cliente


dista de ser la mejor, al menos cuando ambas partes manejan distintos juicios de
valor respecto de cosas iguales. Y pienso que un poco la causa de esta realidad se
encuentra en el hecho de las distintas situaciones personales que cada uno ocupa,
el abogado desde su rol de asesor y el cliente muchas veces desde su sentimiento
de preocupación por lograr que su conflicto se vea resuelto de la mejor y más
rápida manera posible. Y a partir de comportamientos impulsivos es que la
relación comienza a experimentar fisuras que luego repercuten en el tramo final
de la gestión del profesional. Porque no podemos negar que este momento es el
que más le interesa al cliente, es aquí donde él ve cristalizada o no su pretensión,
y no sería erróneo decir que si el juicio sale con un resultado favorable, es
probable que éste se atribuya el éxito; y por el contrario, en el supuesto de que el
mismo juicio culmine con alguna decisión negatoria a sus intereses, seguramente
dirá que esto se debió a la impericia de su abogado.-
Entonces allí es donde comienza a entrar en juego toda la casuística que
apuntamos anteriormente, que sin lugar a dudas ayuda a derrumbar todas esas
tendencias que acabamos de señalar. Porque quedó claro que el empleo de una
debida diligencia por parte del profesional alcanza, en términos generales, para
demostrar la ausencia de culpa de su parte. Ahora bien ¿Cómo se le explica qué
es "debida diligencia" al cliente? Debemos tener en cuenta que él no está
obligado a poseer conocimientos técnicos de Derecho, porque incluso esto
tornaría superflua la necesidad de acudir a un profesional. Ante estos
inconvenientes nada mejor que contar con algún parámetro de tipo legal que nos
ayude a determinar si el abogado cumplió o no con la obligación a su cargo, y a
partir de allí concluír con la aplicación de una sanción o no. Considero que la
diferenciación entre las obligaciones de resultado y de medios ( que en definitiva
constituyeron el principio rector de este trabajo ) significa un paso importante
para dilucidar la responsabilidad que pesa sobre el abogado, pero de todas
maneras esta solución, por más meritoria que sea, no alcanza para abarcar todas
las hipótesis posibles. Con esto no quiero decir que con una regulación legal y
cierta se superarían dichos inconvenientes, porque es utópico pensar que una
norma sea capaz de proyectarse y de preveer todos y cada uno de los hechos
probables. Lo que deseo dejar por sentado es que la presencia de un elemento
más sólido y concreto que los existentes en la actualidad, sería de gran utilidad
para terminar con ciertas dudas.-

Es por eso que veo positivo el intento de regulación llevado a cabo por el
Proyecto de unificación Civil y Comercial que hemos mencionado, sin perjuicio
de los lógicos desaciertos conceptuales que todo emprendimiento puede tener. Y
si se me permite, quisiera hacer un comentario crítico respecto de él, aún
discrepando con una eminencia como el Dr.Andorno, en el sentido de que veo
totalmente negativa la carga de la prueba sobre el profesional a los fines de
quedar exento de cualquier imputación. Porque él, en su intento de justificar la
postura tomada por el Proyecto de referencia, argumenta la "dificultad" con la
que se encontraría una persona si tuviera que probar la responsabilidad del
abogado. Y yo no lo veo así, porque si vamos a lo puntual, en todas las
oportunidades estará presente este obstáculo, y no solamente cuando deba
acreditar la culpa de un profesional. De ser así, entonces creo que tendríamos que
encarar toda una especie de revolución en el sistema de responsabilidad tanto
desde el punto de vista del Derecho de fondo como de forma. Salvo que en este
caso construyamos un estanco o isla dentro de los aspectos genéricos de la
responsabilidad civil, cosa que tampoco tendría sentido por todas las razones que
ya vimos y que son acatadas casi sin polémicas por la mayoría de la Doctrina.-

Creo que a esta altura no debemos dejar pasar por alto lo preceptuado por el art.
375 del CPCC, que nos dice entre otras palabras que "Incumbirá la carga de la
prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho controvertido o de un
precepto jurídico que el Juez o Tribunal no tenga el deber de conocer...". Esto y
decir que el abogado debe probar su ausencia de responsabilidad pienso que
entran en franca contradicción. Y opino que tampoco es cierto que se estaría
vulnerando la esencia del sistema de reparación de daños con el hecho de poner
en manos del damnificado la prueba de esa circunstancia, porque de ser así, ya
nunca se le podrá exigir a alguien que pruebe su pretensión porque se estaría
"violando" dicha estructura.-

Por eso afirmo que desde el momento que el abogado pone a disposición del
cliente todos sus conocimientos técnicos para llevar adelante un caso,
automáticamente ve cumplida la obligación a su cargo, porque hasta incluso
resulta anti ético desde el punto de vista profesional asegurar un resultado cierto
a determinado juicio.-

BIBLIOGRAFIA ESPECIFICA

Andorno, La Responsabilidad del Abogado, Derecho de daños.-

Caseaux-Trigo Represas, Compendio de Derecho de las Obligaciones, Tomo 2,


edición 1977.-

El Derecho, 100-344, Rep. 17, pág.8.-

Ghersi, Carlos A. Responsabilidad Civil del Abogado.-

Llambías, Jorge J. Código Civil Anotado, Tomo II-B, edición 1984.-

Spota, Alberto G. Instituciones de Derecho Civil, Contratos, Tomo V, ed.1979.-

Trigo Represas, Félix A. Responsabilidad Civil del Abogado, edición 1996.-

INDICE TEMATICO

INTRODUCCION Pág.1

RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO Pág.4

1.EL CONTRATO DE PRESTACION DE SERVICIOS Pág.5


2.ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO Pág.7

2.1 Antijuridicidad Pág.7

2.2 Relación de causalidad Pág.8

2.3 Imputabilidad Pág.8

2.3 a) Responsabilidad por culpa del abogado Pág.9

2.3 b) Responsabilidad por dolo del abogado Pág.11

2.4 El daño causado Pág.11

3.EL PROYECTO DE UNIFICACION CIVIL Y COMERCIAL Pág.12

3.1 El contenido de la obligación como prestación de resultado Pág.13

3.2 La derivación al régimen de las obligaciones de hacer Pág.13

3.3 La carga de la prueba por el profesional Pág.13

CONCLUSIONES FINALES Y REFLEXIONES PERSONALES Pág.16

BIBLIOGRAFIA ESPECIFICA Pág.20

Dr. Pablo Martin Lombarda


Derechos Reservados

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